BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVII Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVI  
Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
DIRECTOR:  
SUBDIRECTOR:  
Dr. Jorge Núñez Sánchez  
Dr. Franklin Barriga López  
SECRETARIO:  
TESORERO:  
BIBLIOTECARIA-ARCHIVERA:  
JEF A DE PUBLICACIONES:  
RELACIONADOR INSTITUCIONAL:  
Ac. Diego Moscoso Peñaherrera  
Hno. Eduardo Muñoz Borrero  
Mtra. Jenny Londoño López  
Dra. Rocío Rosero Jácome  
Dr. Vladimir Serrano Pérez  
BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVI  
Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
©
Academia Nacional de Historia del Ecuador  
p-ISSN: Nº 1390-079X  
e-ISSN: Nº 2773-7381  
Portada  
Rafael Troya, autoretrato  
1913  
Diseño e impresión  
PPL Impresores 2529762  
Quito  
landazurifredi@gmail.com  
octubre 2019  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol XCVI – Nº 200  
Julio–Diciembre 2018  
1
REMEMEBRANZA DE LA CULTURA CUBANA  
Jorge Núñez Sánchez2  
Resumen  
Este breve artículo, destinado a leerse en una reunión de ami-  
gos de Cuba, tiene la finalidad de exaltar la importancia de la cultura  
cubana, viéndola desde el siglo final de la dominación española  
hasta nuestros días. No es, pues, el resultado de una sostenida in-  
vestigación sobre este tema y ni siquiera una revisión completa de  
lo que se conoce al respeto, sino una reminiscencia de asuntos y per-  
sonajes históricos, destinada a la recordación del pasado y al cultivo  
de la memoria nacional de nuestros países.  
Ello explica el acento que esta evocación pone en hablar de los  
orígenes del sentimiento de cubanía, nacido en los tiempos finales  
de la dominación española, como una demostración de la madurez  
que para entonces había alcanzado la emergente conciencia nacional  
cubana.  
Palabras clave: colonialismo, identidad, nación, independencia, pa-  
triotismo, mestizaje.  
Abstract  
This short article, intended to be read in a meeting of friends  
of Cuba, has the purpose of exalting the importance of Cuban cul-  
ture, seeing it from the final century of Spanish domination until  
1
2
Recibido: 02/04/2019 // Aceptado: 15/05/2019  
Historiador, antropólogo y periodista. Fue Presidente de la Asociación de Historiadores Lati-  
noamericanos y del Caribe (ADHILAC). Miembro de las Academias Nacionales de Historia de  
Ecuador, Colombia, Perú, Nicaragua, Paraguay y Cuba, de la Real Academia Española de His-  
toria y de otras instituciones culturales y científicas. Columnista del diario público El Telégrafo.  
Autor de 74 libros de historia y ciencias humanas y coautor de otros 80. Recibió el Premio Na-  
B O L E T Í N A N H N º 2 0 0 • 1 3 – 2 7  
13  
Jorge Núñez Sánchez  
today. It is not, therefore, the result of a sustained investigation on  
this subject and not even a complete revision of what is known to  
respect, but a reminiscence of historical subjects and characters, des-  
tined to the remembrance of the past and the cultivation of national  
memory from our countries.  
This explains the accent that this evocation brings to speak of  
the origins of the feeling of Cubanness, born in the final days of  
Spanish domination, as a demonstration of the maturity that by then  
had reached the emerging Cuban national consciousness.  
Keywords: colonialism, identity, nation, independence, patriotism,  
miscegenation.  
Cuba y la búsqueda de su identidad nacional  
3
El 10 de octubre de 1868 se lanzó en Cuba el Grito de Yara y  
4
empezó la “Guerra de los Diez Años”, que fue el primer esfuerzo  
de independencia cubano. Diez días después, el 20 de octubre, fue  
3
Por, Frank de Varona “El grito de yara” El Nuevo Acción , publicado el 9 de Octubre de 2015.  
Disponible en: http://nuevoaccion.com/articulos/el-grito-de-yara/ (17-04-2019)  
Hace 147 años al tañido de la campana del ingenio La Demajagua, cerca de Manzanillo en la  
provincia de Oriente, Cuba, se reunieron unos 20 esclavos y 60 campesinos. Allí el dueño del  
ingenio Carlos Manuel de Céspedes proclamó la independencia de Cuba y declaró libre a sus  
esclavos. Explicó que quería la libertad para todos los cubanos, sin distinción de raza.  
Otros cubanos dueños de ingenios y ganaderos allí presentes también dieron la libertad a sus  
esclavos. Céspedes enarboló su bandera y todos juraron defenderla. Se repetían los gritos de  
¡
Viva Cuba libre! y de ¡Independencia o muerte! Era el 10 de octubre de 1868 y esta fecha es  
conocida en Cuba como el Grito de Yara.  
4
La Guerra de los Diez Años (1868-1878), también conocida como Guerra del 68 o Guerra  
Grande, llamada así por los diez años que duró, fue la primera guerra de independencia cu-  
bana contra España. La guerra tuvo un carácter antiesclavista, anticolonialista y de liberación  
nacional. Además desde el punto de vista cultural ayudó a que el sentimiento de nacionalismo  
se afianzara. Se luchó por el progreso de la economía y sociedad. Surgieron grandes jefes re-  
volucionarios como: José Martí, Antonio Maceo, Máximo Gómez, José Maceo, Ignacio Agra-  
monte, Calixto García, Vicente García González, entre otros. Disponible en:  
http://www.juventudrebelde.cu/especiales/150aniversario-guerra-independencia-cuba/as-  
sets/files/Guerra-de-los10.pdf (17-04-2019)  
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Remembranza de la cultura cubana  
tomada por los revolucionarios cubanos la ciudad de Bayamo y se  
rindieron las fuerzas españolas. Con ello se popularizó el himno co-  
nocido como “La Bayamesa”, que hoy es el himno nacional de Cuba,  
el que fuera compuesto poco antes, en agosto de 1867, por Pedro Fi-  
gueredo, autor de su letra y su música.  
Ese himno fue, en cierto modo, un símbolo del proceso de  
insurgencia cultural y política que se había iniciado hace ya rato en  
Cuba, en busca de la emancipación de España. Lo primero de ese  
proceso había sido la búsqueda de identidad propia, diferenciando  
el ser cubano del ser español, viendo a Cuba como la tierra natal y  
la patria germinal de los cubanos. Desde luego, durante un tiempo,  
esa creciente cubanía tuvo que convivir con la identidad española  
tradicional, pero apuntaba ya hacia la construcción de una identidad  
diferenciada.  
Un buen ejemplo de esto lo podemos ver en la obra de la  
gran poetisa cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, llamada por  
muchos simplemente “La Avellaneda”, quien naciera en 1814 en  
Puerto Príncipe, hoy Camaguey, y falleciera en España a los 58 años.  
En 1836 fue llevada por su familia a España, donde vivió por 23 años  
y tuvo una agitada vida de gran creatividad literaria y sucesivas frus-  
traciones personales. Siendo poeta, autora de teatro, compiladora de  
leyendas y periodista, llegó a convertirse en la más grande escritora  
de aquel tiempo y, según se dice, la mujer más importante de España  
después de la reina Isabel II.5  
Hija del romanticismo, mujer de carácter apasionado, fue sin  
embargo una rebelde frente a los convencionalismos sociales, una  
escritora insurgente y atrevida, que se salió del “marco poético” que  
la sociedad había consagrado como adecuado para las mujeres es-  
critoras y se metió audazmente en la literatura dramática y en la  
prosa narrativa y autobiográfica, tratando temas universales como  
la pasión, el amor, la locura, la soledad, el poder, la traición, la tiranía  
y también el desarraigo de la propia patria, tema éste que vivió con  
5
Teodosio Fernández Rodríguez, “Gertrudis Gómez de Avellaneda en Madrid”, Anales de la li-  
teratura hispanoamericana, Nº 22: Madrid y la literatura hispanoamericana, Madrid, Universidad  
Complutense, 1993, pp. 115-126.  
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Jorge Núñez Sánchez  
tanta intensidad que lo consagró en su seudónimo de “Peregrina”.  
Por todo ello, la Avellaneda ha sido vista en tiempos contempo-  
ráneos como una precursora del movimiento feminista en Cuba e  
Hispanoamérica y también como una adelantada de la novela lati-  
noamericana.6  
Pero volvamos a su vida. Estimulada por el éxito de sus es-  
critos, por la favorable crítica literaria y por el apoyo del público lec-  
tor, en 1853 la Avellaneda presentó su candidatura a la Real  
Academia Española, pero la silla vacante le fue asignada a un hom-  
bre de menos mérito, pues los misóginos académicos de aquel  
tiempo no toleraron la idea de que una mujer ocupara un lugar en  
7
esa corporación.  
En 1859, la Avellaneda volvió a Cuba, donde fue proclamada  
poetisa nacional en una fiesta habida en el Liceo de La Habana. Du-  
rante algún tiempo dirigió la publicación Álbum cubano de lo bueno y  
8
lo bello, en 1860. Pero en 1864 volvió a España, donde murió en 1873.  
Una memorable muestra de su poesía es su poema Al Partir, escrito  
en 1936, al salir hacia España:  
¡
¡
Perla del mar! ¡Estrella de Occidente!  
Hermosa Cuba! Tu brillante cielo  
La noche cubre con su opaco velo,  
Como cubre el dolor mi triste frente.  
¡
Voy a partir! La chusma diligente,  
Para arrancarme del nativo suelo  
Las velas iza, y pronta a su desvelo  
La brisa acude de tu zona ardiente.  
6
7
Véase: Maria C. Albin,:“Género, poesía y esfera pública: Gertrudis Gómez de Avellaneda y la tradición  
romántica, Madrid: Trotta, 2002.  
Fue recién en 1979 que una mujer, Carmen Conde, pudo entrar a la RAE como académica.  
Para ampliar información sobre esta académica ver en: http://www.rae.es/academicos/ car-  
men-conde-abellan (18-04-2019)  
8
Información sobre el “Álbum cubano de la bueno y de lo bello. Revista quincenal de moral, li-  
teratura, bellas artes y modas. Dedicada al bello sexo y dirigida por Gertrudis G. de Avella-  
neda”, en: http://www.cervantesvirtual.com/obra/album-cubano-de-lo-bueno-y-lo-bello-  
revista-quincenal-de-moral-literatura-bellas-artes-y-modas-924758/ (18-04-2019)  
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16  
Remembranza de la cultura cubana  
¡
¡
Adiós, patria feliz, edén querido!  
Doquier que el hado en su furor me impela,  
Tu dulce nombre halagará mi oído!  
Adiós!... Ya cruje la turgente vela...  
¡
El ancla se alza... el buque, estremecido,  
Las olas corta y silencioso vuela!  
Y de una sensibilidad equivalente es su otro poema titulado  
La vuelta a la Patria, del cual incluimos al menos un fragmento:  
¡
Perla del mar! ¡Cuba hermosa!  
Después de ausencia tan larga  
Que por más de cuatro lustros  
Conté sus horas infaustas,  
Torno al fin, torno a pisar  
Tus siempre queridas playas,  
De júbilo henchido el pecho,  
De entusiasmo ardiendo el alma.  
¡
Salud, oh tierra bendita,  
Tranquilo edén de mi infancia,  
Que encierras tantos recuerdos  
De mis sueños de esperanza!  
¡
Salud, salud, nobles hijos  
De aquesta mi dulce patria!  
¡Hermanos, que hacéis su gloria!  
¡Hermanas, que sois su gala!  
¡Salud!... Si afectos profundos  
Traducir pueden palabras,  
Por los ámbitos queridos  
Llevad, -¡brisas perfumadas,  
Que habéis mecido mi cuna  
Entre plátanos y palmas!-  
Llevad los tiernos saludos  
Que a Cuba mi amor consagra.  
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Jorge Núñez Sánchez  
La madurez de una identidad cultural  
Pero donde ese proceso identitario se muestra ya en madurez  
es en el poeta José María Heredia, que naciera en Santiago de Cuba  
9
en 1803 y muriera en Toluca, México, en 1839.  
Hijo de un magistrado liberal, sintió desde la niñez el empuje  
de las ideas revolucionarias. Así, a sus veinte años era ya un conspi-  
rador por la emancipación cubana y emigraba a los Estados. De ese  
tiempo es su estremecido poema “La estrella de Cuba”:  
¡
Libertad! ya jamás sobre Cuba  
Lucirán tus fulgores divinos.  
Ni aún siquiera nos queda ¡mezquinos!  
De la empresa sublime el honor.  
¡
¡
Oh piedad insensata y funesta!  
Ay de aquel que es humano, y conspira!  
Largo fruto de sangre y de ira  
Cogerá de su mísero error.  
Al sonar nuestra voz elocuente  
Todo el pueblo en furor se abrasaba,  
Y la estrella de Cuba se alzaba  
Más ardiente y serena que el sol.  
De traidores y viles tiranos  
Respetamos clementes la vida,  
Cuando un poco de sangre vertida  
Libertad nos brindaba y honor.  
Hoy el pueblo, de vértigo herido,  
Nos entrega al tirano insolente,  
Y cobarde y estólidamente  
No ha querido la espada sacar.  
¡
Todo yace disuelto, perdido...!  
Pues de Cuba y de mí desespero,  
Contra el hado terrible, severo,  
Noble tumba mi asilo será. …  
9
Francisco González del Valle y Emilio Roig de Leuchsenring: “Días y hechos de José María  
Heredia”, en: http://www.cubaliteraria.com/autor/jose_maria_heredia/cronologia.htm  
(18-04-2019)  
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18  
Remembranza de la cultura cubana  
Dos años más tarde, en 1825, viajó directamente a México,  
donde vivió por un buen tiempo y participó activamente en la polí-  
tica mexicana. Solo volvió a Cuba por un breve tiempo, en 1836, dos  
años antes de morir. Pero ni la distancia ni las dificultades lo hicieron  
renunciar a su honda identidad cubana, que veía como parte de una  
identidad hispanoamericana, y a su lucha por la independencia de  
su país.  
Desde luego, hay que precisar que Heredia no fue uno de los  
combatientes que se lanzaron a la lucha armada, sino que su combate  
se ejercitó en el campo de las letras, que era el que mejor conocía y  
donde mejor se desenvolvía. Como anotara él mismo: “El torbellino  
revolucionario me ha hecho recorrer en poco tiempo una vasta carrera, y  
con más o menos fortuna he sido abogado, soldado, viajero, profesor de len-  
10  
guas, diplomático, magistrado, historiador y poeta, a los veinticinco años”.  
Una buena muestra de su obra combatiente es el Himno del  
11  
Desterrado, cuyas últimas estrofas muestran su llamado a la insur-  
gencia:  
Si es verdad que los pueblos no pueden  
Existir sino en dura cadena,  
Y que el cielo feroz los condena  
A ignominia y eterna opresión;  
De verdad tan funesta mi pecho  
El horror melancólico abjura,  
Por seguir la sublime locura  
De Washington y Bruto y Catón.  
¡
Cuba! al fin te verás libre y pura  
Como el aire de luz que respiras,  
Cual las olas hirvientes que miras  
De tus playas la arena besar.  
Aunque viles traidores le sirvan,  
Del tirano es inútil la saña;  
Que no en vano entre Cuba y España  
Tiende inmenso sus olas el mar.  
1
0 Obras poéticas de José María Heredia, vol. 1, Nueva York, Imprenta y librería de N. Ponce de  
León, 40 y 41 Broadway, 1875, Advertencia del autor, p. 55.  
1 Ii., p. 307.  
1
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19  
Jorge Núñez Sánchez  
Muchos escritores nacionales tuvo Cuba en el siglo XIX, entre  
los cuales, Gabriel de la Concepción Valdés (“Plácido”), Juan Francis-  
co Manzano, Juana Borrero, Catalina Rodríguez de Morales, José Ja-  
cinto Milanés, Julián del Casal, Juan Clemente Zenea, Luisa Pérez de  
12  
Zambrana: y Mercedes Matamoros, entre otros.  
Hubo también una literatura antiesclavista, gracias a autores  
como Cirilo Villaverde, Ramón de Palma, José Ramón Betancourt y  
la misma Avellaneda, cuya novela Sab fue la primera obra abolicio-  
nista escrita en el continente americano, y existió también una lite-  
ratura costumbrista e incluso un romanticismo tardío de altos  
quilates, con Rafael María de Mendive, Joaquín Lorenzo Luaces y  
13  
José Fornaris. A lo que deberíamos sumar un filósofo y crítico lite-  
14  
rario de alto nivel, que fue Enrique José Varona.  
Pero esa notable cultura nacional que iba proyectándose ya,  
alcanzaría una definitiva universalidad con la llegada a la escena li-  
15  
teraria de José Martí, que no sólo sería un gran creador literario y  
un polígrafo de variadas facetas, sino, por encima de todo, un escri-  
tor combatiente, con alma de libertador, que llegaría por mérito pro-  
pio a convertirse en el “Apóstol de la Independencia de Cuba” y en uno  
de los orientadores espirituales de este continente de habla caste-  
llana, al que él mismo definió como “Nuestra América”.  
No vamos a entrar en el análisis de la formidable obra inte-  
lectual de Martí,16 que es una verdadera galaxia de ideas, pero al  
1
1
1
2 Véase: Instituto de Literatura y Lingüística, José Antonio Portuondo Valdor, Historia de la Li-  
teratura Cubana, 3 t., Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2003/2005/2008.  
3 Costumbristas cubanos del siglo XIX, edición de Salvador Bueno, Caracas, Biblioteca Ayacucho,  
1958.  
4 Enrique José Varona publicó en 1918 su obra Ensayos Filosóficos de Estética y Crítica Literaria.  
Sobre Varona, ver: Roberto Agramonte, “Situación de la filosofía cubana. El advenimiento  
de Varona”, en: http://www.filosofia.org/hem/dep/rcf/n04p004.htm  
5 Pedro Pablo Rodríguez, (Dirección general): José Martí: Obras Completas. Edición crítica, Centro  
de Estudios Martianos, La Habana, 2016.  
1
1
6 En cuanto a los aportes literarios recientes sobre José Martí, en 2013 destacan los de: Caridad  
Atencio: La formación y sedimentación de los conocimientos poéticos en los Cuadernos de apuntes  
de José Martí y los de José Lezama Lima, y de David Leyva: José Martí, crítico de las artes plásti-  
cas.  
Mayra Beatriz Martínez: Ser hombre, entre las marcas del cuerpo y las del alma (una mirada desde  
una mujer. En 2016, los aportes son de: Caridad Atencio: ’Polvo de alas de mariposa’ como eslabón  
legítimo de la poesía de Martí. David Leyva: La figura del tirano en la obra de José Martí: su relación  
con el canon de las letras hispánicas. Mayra Beatriz Martínez: “Modelación de estereotipos fe-  
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Remembranza de la cultura cubana  
menos no queremos dejar pasar la ocasión para recordarlo en su fa-  
ceta de poeta patriótico:  
DEL TIRANO  
¿
Del tirano? Del tirano  
di todo, ¡di más!; y clava  
con furia de mano esclava  
sobre su oprobio al tirano.  
¿Del error? Pues del error  
Di el antro, di las veredas  
Oscuras: di cuanto puedas  
Del tirano y del error.  
¿
De mujer? Pues puede ser  
Que mueras de su mordida;  
Pero no empañes tu vida  
¡
Diciendo mal de mujer!  
Por desgracia, todos esos esfuerzos de identidad y sueños de  
libertad expresados en la cultura cubana y toda esa heroica lucha por  
la libertad de la isla –sueños compartidos por los latinoamericanos  
de bien de aquella época, como nuestro querido Eloy Alfaro– no con-  
cluyeron con el triunfo de la libertad de Cuba y la cabal indepen-  
dencia de ese hermano país. Cuando ese triunfo parecía próximo  
gracias a los éxitos militares de los poatriotas cubanos, el imperio  
brutal del norte, que durante siglos había impedido y trabado todo  
esfuerzo de liberación de Cuba, declaró la guerra a la decadente Es-  
paña, para arrebatarle sus últimas colonias.  
Guiados por una maquiavélica política imperialista, declara-  
ron que lo hacían para dar libertad a Cuba, pero el torvo “Memorán-  
dum Breckenridge”, dirigido por el Subsecretario de Guerra de los  
Estados Unidos al general Miles, jefe de las fuerzas interventoras,  
meninos en el corpus literario martiano para tiempo de ’reenquiciamento’: sus variables dis-  
cursivas genéricas dentro de la hetero-normalidad moderna”. Mayra Beatriz Martínez: “Na-  
rrativa del Martí viajero por nuestra América del discurso ilustrado testimonial”.  
Información disponible en: http://www.josemarti.cu/marti-y-la-literatura/ (22-04-2019)  
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Jorge Núñez Sánchez  
mostraba cuáles eran sus verdaderos objetivos: el primero de ellos,  
evitar la independencia de Cuba; el segundo, lograr que la guerra y  
la peste diezmaran a los cubanos, para despoblar el país y repoblarlo  
luego con colonos yanquis, etc.  
Con tales fines, los Estados Unidos jamás reconocieron, du-  
rante el conflicto, a los organismos revolucionarios cubanos, pese al  
fundamental apoyo que ellos aportaron para la victoria militar con-  
tra España. Y cuando capitularon las fuerzas españolas, no permi-  
tieron que los jefes y tropas cubanas participaran en las ceremonias  
de rendición, lo que motivó la enérgica protesta del general Calixto  
17  
García, legendario jefe de las tropas orientales.  
Posteriormente, un esfuerzo de la Asamblea Cubana por parti-  
cipar en las negociaciones de paz, con miras a defender el recono-  
cimiento de la independencia cubana, fue a su vez frustrado por la  
prepotencia del presidente estadounidense McKinley, que negó a  
dicho organismo toda representatividad política.  
Al fin, el 10 de diciembre de 1898, se firmó en París el Tratado  
18  
de Paz entre España y los Estados Unidos. Por el mismo, Cuba se  
constituía en territorio especial de ocupación militar, las islas Guam  
y las Filipinas se convertían en colonias norteamericanas y Puerto  
Rico era tomado por los vencedores como botín de guerra. En cum-  
plimiento de lo acordado, el 1º de enero de 1899, a las doce del día,  
terminó oficialmente el dominio español en Cuba y comenzó el de  
los Estados Unidos. Era, sin duda, una fecha simbólica: sesenta años  
después, el mismo día, se derrumbaba la dictadura de Batista y triun-  
faba la Revolución Cubana, destinada a poner fin al dominio neoco-  
lonial norteamericano sobre la “Perla de las Antillas”.  
La cultura cubana en el siglo XX  
En razón de lo expuesto, Cuba arribó al siglo XX bajo la im-  
pronta de la ocupación militar y neocolonialista de los Estados Uni-  
1
7 Más información disponible en: http://www.cubadebate.cu/etiqueta/calixto-garcia/  
18-04-2019)  
(
1
8 El contenido completo del tratado entre España y Estados Unidos está disponible en:  
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2525/14.pdf (17-04-2019)  
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Remembranza de la cultura cubana  
dos. Y eso marcó profunda y definitivamente sus idearios e imagi-  
narios nacionales. La lucha contra la dominación neocolonial y el in-  
tervencionismo estadounidense, el ánimo de afirmación de la  
autonomía cubana, la búsqueda de rutas de independencia política,  
mental y estética, van a constituirse en los signos del nuevo hori-  
zonte patriótico cubano. Y junto con ellos va a iniciarse un proceso  
creciente de búsqueda de las raíces profundas de la cubanía, rede-  
finiendo la propia cultura y rescatando sus variados elementos cons-  
titutivos, replanteando los tratos y diálogos con otras culturas, en  
fin, reconstruyendo a fondo los imaginarios nacionales.  
Dentro de ese grande y múltiple esfuerzo, un primer logro fue  
la constatación de que la cultura cubana era una suma etno-histórica,  
un crisol en el que se habían fundido expresiones culturales de varios  
continentes, en especial de América, de África y de Asia, puesto que  
el país mismo había sido un punto de llegada y miscigenación de di-  
versos pueblos y culturas. A partir de esa constatación, la cultura cu-  
bana adquirió unos relieves realmente formidables y se mostró como  
ejemplo de mestizaje y diálogo de culturas, en un tiempo en que en  
el resto de Hispanoamérica prevalecían todavía, o se volvían a im-  
poner, criterios culturales hispanistas, excluyentes y negadores de  
sus propias raíces indígenas y negras.  
En ese marco general, floreció en Cuba una notable literatura  
nacional, marcada por la obra de escritores como Alejo Carpentier, el  
creador del concepto de lo “real maravilloso”, cuyos mayores trabajos  
son El reino de este mundo, Los pasos perdidos y El siglo de las luces, ver-  
daderas obras maestras de la literatura universal. José Lezama Lima,  
autor de Paradiso, considerada una obra fundamental de la literatura  
en castellano. Nicolás Guillén, un formidable poeta de la negritud y  
de lo humano en general. Y a ellos hay que agregar una larga lista,  
en la que destacan Guillermo Cabrera Infante, Reinaldo Arenas,  
Dulce María Loynaz, Eliseo Diego, Virgilio Piñera, Carilda Oliver  
Labra, Antón Arrufat, Leonardo Padura y también Marilyn Robles,  
Pedro Juan Gutiérrez, Abel Prieto, Abilio Estévez, Aída Bar y Marga-  
rita Mateo Palmer, entre muchos otros. No es casual que la literatura  
cubana haya dado varios ganadores del Premio Cervantes.  
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23  
Jorge Núñez Sánchez  
He dejado aparte el caso de los polígrafos y promotores de cul-  
tura, que tienen sitio especial en el desarrollo cultural del país cari-  
beño. Pienso a vuelo de pájaro en el etnólogo, ensayista, cientista  
social y diplomático Fernando Ortiz, en el poeta, ensayista y nove-  
lista José Lezama Lima, en el poeta, crítico, ensayista y promotor cul-  
tural Roberto Fernández Retamar y en el historiador, ensayista,  
lingüista y urbanista Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciu-  
dad de La Habana y promotor de su recuperación patrimonial.  
No puedo dejar de mencionar a un grupo de pintores de fama  
internacional como Wilfredo Lam, René Portocarrero, Mariano Ro-  
dríguez y Tomás Valdés, o afamados exponentes de la danza clásica  
universal como el Ballet Nacional de Cuba, fundado y dirigido largos  
años por la gran Alicia Alonso.  
En el campo de la música clásica, y en orden alfabético, José  
Ardévol y Cecilia Arizti, Sergio Barroso y Leo Brouwer, Flores Cha-  
viano y Carlos Fariñas, Alejandro García Caturla, Ernesto Lecuona  
y Tania León, Luis Manuel MolinaEduardo Morales Caso, Joaquín  
Nin y Joaquín Nin-Culmell, Armando Rodríguez Ruidíaz, Amadeo  
19  
Roldán y Magaly Ruiz, Arminda Schutte y Roberto Valera. Y de la  
música popular basta decir que Cuba nos ha puesto a cantar y bailar  
a los latinoamericanos desde los tiempos del bolero y el son, pasando  
por la guaracha, el mambo y otros ritmos, hasta llegar a ese rocío de  
sensibilidad que ha sido la Nueva Trova Cubana, digna de los ful-  
gores de la Vieja Trova.20  
En el ámbito de la historia, que es el que mejor conozco, me  
ha impresionado la obra de Juan Pérez de la Riva, Manuel Moreno  
Fraginals, Julio Le Riverend, Oscar Pino Santos, Ramiro Guerra, Fer-  
nando Ortiz, José Luciano Franco, Fernando Portuondo, Hortensia  
Pichardo, Raúl Cepero Bonilla, Herminio Portell Vilá, Emilio Roig  
de Leuchsenring, y más modernamente la de Jorge Ibarra, José Ta-  
bares del Real, Sergio Aguirre, Francisco Pividal Padrón, Eduardo  
Torres Cuevas, Salvador Morales, Ramón de Armas, Olga Cabrera,  
Oscar Zanetti Lecuona, Diana Abad, Francisco Pérez Guzmán, Sergio  
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2
9 Alejo Carpentier, La Música en Cuba, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1979.  
0 Zahira Cruz, “La Música popular de Cuba”, en: https://enciclopediapr.org/encyclopedia/  
la-musica-popular-de-cuba/  
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Remembranza de la cultura cubana  
Guerra Vilaboy, Pedro Pablo Rodríguez, Arturo Sorhegui, Gloria  
García, Mercedes García, Olga Portuondo, María Teresa Cornides.  
Se me queda en el tintero el análisis de la gran obra cultural  
de la Revolución Cubana, que ha marcado un ejemplo a seguir sobre  
promoción cultural desde el gobierno y estímulo a la cultura popular.  
Ese esfuerzo de la revolución ha alcanzado a toda nuestra América  
y a otros pueblos del mundo, a través de la labor de la Casa de las  
Américas, del Ballet Nacional de Cuba y otras instituciones además  
de trascendentales iniciativas de vinculación de los intelectuales, ar-  
tistas y creadores de nuestra América.  
Conclusiones  
Desde sus lejanos orígenes, en la misma época colonial, la cul-  
tura cubana se empeñó en la afirmación y desarrollo de una identi-  
dad nacional particular, a la vez que buscaba una vinculación  
creciente con el espacio mayor de la cultura latinoamericana y cari-  
beña. También mostró una temprana vocación de universalidad.  
A partir del triunfo de la revolución, Cuba se ha empeñado en  
el reconocimiento a su diversidad socio–cultural y la conservación  
y difusión de su patrimonio, así como el fomento y estímulo a la crea-  
ción artística y literaria.  
Paralelamente, ha buscado estimular en América Latina el re-  
conocimiento al papel de la cultura en el impulso y orientación de  
los procesos socioeconómicos, e igualmente un cabal respeto y apoyo  
al protagonismo y creatividad de las comunidades en la conducción  
de esos procesos.  
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Jorge Núñez Sánchez  
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La Academia Nacional de Historia es una  
institución intelectual científica,  
y
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros a  
historiadores  
entendiéndose por tales  
profesionales,  
quienes  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación histórica y hayan realizado  
aportes al mejor conocimiento de  
nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Núñez Sánchez, Jorge,  
REMEMEBRANZA DE LA CULTURA CUBANA”, boletín de la  
academia nacional de historia, vol. XCVI, Nº. 200, julio – diciembre  
018, Academia Nacional de Historia, Quito, 2018, pp.13-27.  
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