BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVII Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVI  
Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
DIRECTOR:  
SUBDIRECTOR:  
Dr. Jorge Núñez Sánchez  
Dr. Franklin Barriga López  
SECRETARIO:  
TESORERO:  
BIBLIOTECARIA-ARCHIVERA:  
JEF A DE PUBLICACIONES:  
RELACIONADOR INSTITUCIONAL:  
Ac. Diego Moscoso Peñaherrera  
Hno. Eduardo Muñoz Borrero  
Mtra. Jenny Londoño López  
Dra. Rocío Rosero Jácome  
Dr. Vladimir Serrano Pérez  
BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVI  
Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
©
Academia Nacional de Historia del Ecuador  
p-ISSN: Nº 1390-079X  
e-ISSN: Nº 2773-7381  
Portada  
Rafael Troya, autoretrato  
1913  
Diseño e impresión  
PPL Impresores 2529762  
Quito  
landazurifredi@gmail.com  
octubre 2019  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol XCVI – Nº 200  
Julio–Diciembre 2018  
LA COMPOSICIÓN POÉTICA, LA LITERATURA:  
1
OLMEDO Y FLORES 1835-1836  
Rocío Rosero Jácome2  
Resumen  
El tema abarca un periodo poco conocido de la vida de estos  
personajes de trascendencia para el país: José Joaquín Olmedo y Juan  
José Flores. El primero, líder liberal del proceso de separación de Es-  
paña y luego de Colombia, fue: jurista, político y poeta; el segundo,  
militar de confianza de Bolívar, Jefe del Distrito del Sur, fue general  
del Ejército colombiano y posteriormente del ecuatoriano, devino en  
el primer presidente del Ecuador.  
El trabajo procura mostrar la relación, personal y humana de  
estos dos hombres a través de la poesía, durante el periodo de la ad-  
ministración del presidente Vicente Rocafuerte, etapa en la que Flo-  
res se retira, por un tiempo, de la escena política y se refugia en su  
hacienda La Elvira en Babahoyo y cuenta con la cercanía de su com-  
padre y amigo Olmedo, residente en Guayaquil.  
A contiuación, en los Antecedentes, se contextualiza el pe-  
riodo en estudio que abarca, además, los temas: Oda al General Flores:  
canto a Miñarica; luego, La composición poética: Olmedo y Flores;  
posteriormente, José Joaquín Olmedo, preceptor de poesía, y, culmina  
el trabajo con el tema, Publicación de las poesías de Juan José Flores.  
Para realizar este trabajo se contó con el auxilio de documen-  
tación inédita: Las cartas de José Joaquín Olmedo dirigidas a Juan  
José Flores los meses de enero y mayo de 1836.  
1
2
Recibido: 12-04-2019 // Aceptado: 20-05-2019  
Miembro de Número de la Academia Nacional de Historia, Magister en Docencia para Insti-  
tuciones de Educación Superior, Doctora en Historia, Licenciada en Ciencias de la Educación,  
Historia y Geografía, Miembro de la Red de Historiadores Latinoamericanistas, AHILA, de la  
Asociación de Estudios Interamericanos IAS, Miembro Correspondiente de la Sección de An-  
tropología de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y de la Academia Nariñense de Historia. Do-  
cente de la Universidad Internacional del Ecuador, Escuela de la Relaciones Internacionales.  
B O L E T Í N A N H N º 2 0 0 • 2 9 – 6 9  
29  
Rocío Rosero Jácome  
Palabras clave: Miñarica, José Joaquín Olmedo, Ocios poéticos, Juan  
José Flores  
Abstract  
The theme covers a little known period of the life of these  
characters of transcendence for the country: José Joaquín Olmedo  
and Juan José Flores. The first liberal leader of the process of separa-  
tion from Spain and then Colombia, was: jurist, politician and poet;  
the second, Bolívar’s trusted military officer, head of the Southern  
District, was a general of the Colombian army and later of the  
Ecuadorian, he became the first president of Ecuador.  
The work tries to show the relationship, personal and human  
of these two men through poetry, during the period of the adminis-  
tration of President Vicente Rocafuerte, a stage in which Flores re-  
tires, for a time, from the political scene and takes refuge in his  
hacienda La Elvira in Babahoyo and the closeness of his compadre  
and friend Olmedo, resident in Guayaquil.  
In the Antecedents the period in study that covers the topics  
is contextualized: Ode to General Flores: singing to Miñarica; then,  
The poetic composition: Olmedo and Flores; later, José Joaquín  
Olmedo, preceptor of poetry, and, culminates the work with the  
theme, Publication of the poems of Juan José Flores.  
To carry out this work, we had the help of unpublished doc-  
umentation: The letters of José Joaquín Olmedo addressed to Juan  
José Flores between the months of January to May of 1836  
Key words: Miñarica, José Joaquín Olmedo, Ocios poéticos, Juan José  
Flores  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Antecedentes  
El general Juan José Flores asumió el poder de la nación con  
calidad que ya tenía de jefe del Distrito del Sur, desde la época de  
3
Bolívar. Asumió el encargo de la conducción del destino del país en  
4
calidad de presidente el 13 de mayo de 1830. Los ideólogos separa-  
tistas de la tutela de Colombia eran revolucionarios y patriotas libe-  
rales, tanto de la Costa como de la Sierra. La gestión de Flores iría  
hasta la reunión de la Asamblea constituyente en Quito. José Joaquín  
Olmedo, líder ideológico costeño, apoya la separación de Colombia  
y la independencia del Distrito del Sur, por ello, un mes antes del  
encargo administrativo de la presidencia, se dirige a Flores en estos  
términos: “Estoy persuadido de que, suceda lo que sucediere, diga lo que  
dijere el Gran Mariscal, legisle lo que legislare el Congreso, esto no tiene  
remedio; y que la guerra apresurará la disolución general. (…) obra será  
5
toda de usted”. Tras el proceso de separación, a tres años de su  
mandato, tuvo fuerte oposición por la Sociedad del Quiteño Libre,  
y en Guayaquil la oposición al mando de Pedro Mena que, en 1834,  
3
Desde la Secretaría General de S.E. el Libertador, Cuartel General en Quito, a 28 de octubre de  
829.- “Al Señor Prefecto del Departamento de Guayaquil.- Señor.- El Libertador Presidente  
1
se ha servido expedir el decreto que copio. Habiendo cesado en sus funciones el Prefecto Ge-  
neral de los Departamentos del Ecuador Guayaquil y Azuay por haber sido elegido diputado  
al Congreso Constituyente: He venido, en uso de la autoridad que ejerzo , en decretar lo si-  
guiente: 1.- El General de División Juan José Flores queda nombrado Prefecto General del Dis-  
trito del Sur. 2.- Su jurisdicción militar será extensiva al departamento del Cauca en cuanto a  
la tranquilidad y seguridad del territorio comprendido entre los Pasto y Popayán. 3.- (…) 4.-  
El General Flores como Prefecto General conservará el mando en Jefe del ejército del Sur.  
Simón Bolívar, Libertador Presidente y J. D. Espinar, Secretario General. Jorge Villalba Freire,  
Notas a las cartas de Bolívar y Flores” Correspondencia del Libertador con el General Juan José  
Flores, 1825-1830, Publicaciones del Archivo Juan José Flores, Banco Central del Ecuador, Quito,  
977, pp.559-560  
1
4
5
Los pueblos comprendidos en el Distrito del Sur de Colombia deciden separase de Colombia  
y agruparse, se encargó el mando supremo al General juan José Flores quien ya se desem-  
peñaba como Jefe del Distrito, hasta la reunión de una Asamblea Constituyente, realizada en  
Agosto de 1830, formó los departamentos de Azuay, Guayas y Quito, como Estado de Ecuador,  
unido y confederado al Estado de Colombia y eligió presidente constitucional a Juan José Flo-  
res. Enrique Ayala Mora, “La Fundación de la República: Panorama Histórico 1830-1859”  
Nueva Historia del Ecuador, VII, p.162. Cfr. Oscar Efrén Reyes, Historia del Ecuador, p. 57; Federico  
Trabuco, Historia del Ecuador, 1975, pp.33-34  
Rocío Rosero Jácome, Olmedo Político, Patriota o Desertor…? Editorial Eskeletra, Quito, 1994,  
p.126. Cfr. José Joaquín Olmedo a Juan José Flores, 28 de abril de 1830  
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Rocío Rosero Jácome  
devino en la Revolución de los Chihuahuas y la captura de Vicente  
Rocafuerte en la isla Puná. Gracias a los buenos oficios de José Joa-  
quín Olmedo, Flores respeta la vida del prisionero y, para mantener  
el control del país, Rocafuerte consiente aliarse a Flores y, los dos fir-  
man un pacto de caballeros para respeto y colaboración política en  
función del bienestar del naciente país.6  
De allí, que los aliados Flores y Rocafuerte conforman el ejér-  
cito “Convencional”, dirigido por Flores que tenía apoyo de Guayas,  
el Oro y los Ríos. Se enfrentó al ejército “Restaurador” de José Félix  
Valdivieso, comandado por Isidoro Barriga que dominaba la Sierra  
7
incluidas Cuenca y Loja, y en la Costa, Manabí y Esmeraldas.  
Ambos ejércitos se enfrentaron en las cercanías de Ambato en la lla-  
nura de Miñarica. El desenlace fue favorable para el ejército Conven-  
cional dirigido por Juan José Flores, el 19 de enero de 1835. Sobre  
6
Convenio celebrado entre Juan José Flores y Vicente Rocafuerte, Guayaquil 3 de Julio de 1834.  
Los que suscriben comprometen su palabra de honor al cumplimiento del convenio cuyos tér-  
minos se expone a continuación:  
1.- Habrá entre ambos amistad sincera, fuel y constante; y procurarán que se extienda a todos  
sus amigos. 2.-Ambos trabajarán por el bien y prosperidad de los pueblos, promoviendo por  
todos los medios que sean conducentes a este grande objetivo. 3.- El Congreso se reunirá ex-  
traordinariamente para el 15 de Agosto y se tomará muchísimo interés en que se decrete el  
aumento de sus miembros. 4.- Se dará un decreto concediendo la más solemne amnistía a  
todas las personas que se hallan en los buques de guerra y a todos los individuos que hayan  
tomado parte en el pronunciamiento del 12 de Octubre (1833) se les confirmará en sus empleos,  
se les mandará formar los ajustamientos de los sueldos que hubieren devengado, para que les  
sean satisfechos conforme lo permitan las penurias del erarios, y serán reconocidos como  
deuda pública los gastos que hubieren hecho y los empeños que hubieren contraído para la  
subsistencia de las tropas. 5.- Si el decreto no fuere obedecido, se declarará pirata la fragata  
Colombia, y se le hará la guerra hasta que sea apresada o destruida. 6.- Se le escribirá inme-  
diatamente al Señor Valdivieso, y se le mandarán dos personas instruyéndole en este convenio,  
a fin de que se pueda disponer tanto de las tropas que él tenga, como de las que se hallan en  
Quito, para reforzar el ejército y estrechar a la fragata por la costa del Azuay y del Morro y de  
Manabí. 7.- Si en Señor Valdivieso, por miras personales, o porque tenga otras pretensiones,  
desatendiere la invitación que se le haga, quedan obligados a reducirle a su deber, lo mismo  
que a cualquier otro que intente establecer de hecho la anarquía y continuar los males de la  
guerra civil. 8.- A fin de que haya siempre la mejor armonía entre los que suscriben, cerrarán  
sus oídos a las sugestiones de los que quieran alterarla y usarán de la mayor franqueza para  
expresar sus opiniones, y acordar todo cuanto convenga al bien de la patria, por lo cual harán  
todo género de sacrificios. Firman Juan José Flores y Vicente Rocafuerte. En: Rocío Rosero Já-  
come, Olmedo político, patriota o desertor…? Editorial Eskeletra, Quito, 1994, pp. 477-478  
Jorge Salvador Lara, “La República del Ecuador y el General Juan José Flores”, Correspondencia  
del Libertador con el General Juan José Flores, 1825-1830, Publicaciones del Archivo Juan José Flo-  
res, Banco Central del Ecuador, Quito, 1977, p.44  
7
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
este suceso Jorge Salvador señala que: “La lucha fue breve y recia: 2.000  
restauradores contra 1.000 convencionales; la victoria de Flores fue total, a  
pesar del menor número. Pero los vencedores hicieron una verdadera car-  
8
nicería…”. Olmedo, a inicios de febrero de1835, se dirige a Flores  
con estas palabras: “La victoria de usted es tan gloriosa como inesperada  
(
…) todos debemos trabajar, más de lo que trabajó en la guerra, en conservar  
9
la paz, hija de esta victoria”.  
Oda al general Flores: canto a Miñarica  
Respecto del canto, el escritor Velásquez se pregunta ¿Qué  
impulsó a Olmedo a exaltar al vencedor de Miñarica? Este autor se-  
ñala que las crónicas de la época muestran que las tropas dirigidas  
por Wrigth y Otamendi arrasaron y aquellos que se dispersaron fu-  
10  
gitivos fueron lanceados. Velásquez busca la razón del canto en el  
11  
sacrificio humano como la aurora de mejores días para la patria.  
Volviendo a la época del suceso bélico, Olmedo no lo espe-  
raba. Al conocer el resultado victorioso del ejército Constitucional  
dirigido por Flores y apoyado por Rocafuerte, se enardece; su espí-  
ritu vuela a las alturas poéticas, porque, de alguna forma, fue el cons-  
tructor de la alianza que ahora triunfó, aunque, tiempo después se  
arrepienta de haberla escrito porque fue un combate fratricida; sin  
8
Efrén Avilés Pino, Enciclopedia del Ecuador, http://www.enciclopediadelecuador.com/ his-  
toria-del-ecuador/batalla-de-minarica/ (11-05-2019) Cfr. Jorge Salvador Lara, “Los Comien-  
zos de la República”, Historia del Ecuador, Salvat, tomo VI, p. 25  
9
Aurelio Espinosa Pólit, José Joaquín Olmedo Epistolario, Olmedo a Flores, Guayaquil 09 de fe-  
brero de 1835, Doc. 358, p. 590 (fragmento) Cfr. Herrera, Apuntes biográficos de Don José Joaquín  
Olmedo, 1887, p.37. También Rocío Rosero Jácome, Olmedo, Político, Patriota o Desertor…?  
Eskeletra, Quito, 1994, p. 489 (texto completo)  
1
0 “El gobierno de Quito perdió en la batalla 30 oficiales y 1000 soldados, además de una gran  
cantidad de caballos y de armas. El ejército de Flores perdió 60 soldados.” César Vicente Ve-  
lasquez, Olmedo el hombre, la leyenda, la verdad, Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana,  
Quito, 1984, pp.112-113  
1
1 César Velasquez. Además escribe: “No se puede dejar de tomar en cuenta al analizar este de-  
plorable episodio de su vida que la propaganda del gobierno de Guayaquil, indudablemente  
inspirada por Rocafuerte y Flores, presentaba al gobierno de Quito como retrógrado e in-  
fluenciado por el clero de la Sierra y sus sectores sociales más reaccionario. Es posible que  
Olmedo compartiera esta opinión y creyera que con la derrota del ejército de Valdivieso se  
había removido el obstáculo que se oponía al advenimiento de una república civilista y es-  
table.” César Vicente Velasquez, op. cit., p.113  
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Rocío Rosero Jácome  
embargo, este hombre de paz visualiza la guerra, tiene la particula-  
ridad de imaginarla en esos ajetreos, la palpa con todos sus sentidos  
y la describe en un poema glorioso, la Oda al General Flores vencedor  
de Miñarica, y compone este canto envuelto por las musas épicas que  
lo acompañan. Una de sus estrofas dice:  
En vano el bronce fratricida truena,  
Y de las armas rompe el estallido;  
Y al recrujir el carro de la guerra  
Se siente en torno retemblar la tierra.  
Algunos versos de la Oda que se insertan a continuación,  
muestran que el poeta no siempre puede escribir un determinado  
tipo de composición, la épica; debe esperar la inspiración, esto es, el  
estro o estímulo que le permite volar a las ignotas alturas de la sen-  
sibilidad. Por otro lado, en la coyuntura de la composición, Olmedo,  
se había transformado en un respetable hombre público, en un refe-  
rente político, asociado a lo jurídico y administrativo, alejado de lo  
literario e inmerso en la cotidianidad de los negocios, de los acuerdos  
o las conversaciones estratégicas para la estabilidad del país; de allí,  
que en algunos versos subyace su nostalgia por la letras y, también  
nostalgia por la gloria del versificador que quiere ser coronado de  
los lauros poéticos como ya lo fue años atrás por la composición del  
Canto a Bolívar. A continuación algunas estrofas que lo demuestran.  
En verso numeroso  
Canoras voces se alzan despertando  
La musa de Junín….que el sacro fuego  
De inspiración cesó; lánguido aspira:  
Y el canto silencioso  
Duerme sobre las cuerdas de su lira.  
Mas nunca el genio muere: y con su aliento  
La tierra, el firmamento,  
El mármol, y los cadáveres anima.  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Ya está dentro de mi. –Veloces vientos  
Anunciad a las gentes  
Un nuevo canto de victoria. –Dadme  
Laurel y palmas y alas esplendentes;  
Volvedme el estro santo,  
Que ya en el seno siento hervir el canto  
Ese fuego interno, aquel del fragor de la batalla, inflama su  
pluma que corre ligera por el campo de los combatientes, por el  
campo de marte. Observa el martirio, el dolor y la sangre, la heroici-  
dad o la obligación del combate. Destaca a Juan José Flores como la  
figura del héroe defensor de los pueblos y de la libertad. Empero, a  
pesar de graficar esta situación horrenda, los versos claman por paz  
y paz duradera y piden sea esta manifestación horrorosa la última  
que el dolor enlute a los pueblos, a pesar de que justifique la guerra  
como medio necesario para alcanzarla. A continuación, se tomarán,  
en la secuencia propuesta por el autor, entre saltados, algunos versos  
de la Oda:  
FLORES los pueblos claman: y los montes  
Que la escena magnifica decoran;  
FLORES, repiten sin cesar. Los ecos  
Ávidos unos a otros se devoran  
La turba pertinaz que espavorida  
Huye; y no sabe dónde –que do quiera  
Los ecos la persiguen.- y do quiera  
El espectro del héroe intimida.  
Oyó la voz doliente de la Patria  
Su siempre fiel guerrero;  
Y desnudando el invencible acero,  
Se avanza; y los valientes Capitanes  
En cien lides gloriosas lo rodean,  
Y dar paz a la Patria, o morir firmes  
Sobre la cruz de sus espadas juran…  
Mayor afán, agitación, tumulto  
Reina en el bando opuesto.  
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Rocío Rosero Jácome  
Armas les da el furor: la ambición ciega  
Constancia, obstinación ¡Cuan impotente  
Dio voces la razón!... y en vano el cielo  
Los aterra con signos portentosos.  
FLORES vuela al encuentro: y cuando alzada  
Sobre la hostil cerviz resplandecía  
Su espada, reconoce sus hermanos:  
Lejos de si la arroja: y les ofrece  
El seno abierto y las inermes manos.  
Más fiera la facción se enorgullece:  
Razón, ruego, amistad y paz desdeña.  
Triunfa al verse rogada.  
Y en ilusión y en arrogancia crece:  
Que rara vez clemencia generosa  
El monstruo de furor civil domeña.  
Torno del héroe a relumbrar la espada:  
Y esta fue la señal. Los combatientes  
Con firme paso y exultantes frentes  
Se acometen, se mezclan… De una parte  
El número y el ímpetu…. De la otra  
Arte, valor serenidad: do quiera  
Furor y sangre…. Y a las armas sangre  
Y los pendones patrios encontrados  
Rotos y en sangre flotan empapados.  
Y los troncos humanos se revuelcan, amagan:  
E impotentes de herir, siquiera insultan  
Mientras los restos de vital aliento  
Entre sus labios macilentos vagan.  
Los antiguos amigos, los hermanos  
Se encuentran, se conocen….y se abrazan…  
Con el abrazo de furente saña.  
Ni tregua, ni piedad.- Quien me retira  
De esta escena de horror? – Rompe tu lira,  
Doliente musa mía; y antes deja  
Por siempre sepultada en noche oscura  
Tanta guerra civil.  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Así la espada del invicto FLORES  
Por entre los espesos escuadrones  
Va sin ley cierta, brilla …. y desaparece.  
A los unos aterra su presencia:  
Otros, piedad clamando, se rindieron:  
Y a los que fuertes para huir, huyeron.  
Los alcanzó en su fuga la clemencia.  
Y si la Patria el merecido llanto  
Acepta ni mirar el hecatombe horrendo  
Que es precio de la paz. Por ti recobran  
Su paz los pueblos, y su prez las artes;  
Finaliza la composición poética con una insinuación del  
triunfo de la Costa sobre la Sierra, no solo con la importancia del  
vencedor, sino con las ideas de paz, amistad y victoria, así como la  
de vinculación de Flores al Guayas.  
Rey de los Andes, la ardua frente inclina  
Que pasa el vencedor. A nuestras playas  
Dirige el paso victorioso, en tanto  
Que el himno sacro la amistad entona,  
Y fausta la victoria le destina  
Triunfales pompas en su caro Guayas,  
Y en este canto espléndida corona.12  
La oda estaba lista para fines de marzo de 1835 y Aurelio Es-  
pinosa recoge del poeta estas expresiones: “Después de diez años de  
sueño, me despertó la victoria de Miñarica, lo que me sorprendió en térmi-  
nos que me creí poeta o versificador por primera vez. Olvidado estaba ya de  
1
3
la impresión de semejantes excitaciones Pablo Herrera en su libro  
sobre Olmedo señala lo siguiente: “El estruendo de las armas en los cam-  
pos de Miñarica despertó la Musa del poeta y le inspiro este nuevo canto de  
victoria1 También Pablo Herrera recoge el contenido de una carta  
4
12 La versión completa de la Oda al General Flores se encuentra en: Rocío Rosero Jácome, Olmedo  
Político, Patriota o Desertor….? cit., pp. 481-487  
3 Aurelio Espinosa Pólit, Temas Ecuatorianos I: Lengua y Literatura, Edipuce, Quito, 1999, p.425  
4 Pablo Herrera, op., cit., p. 32  
1
1
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Rocío Rosero Jácome  
coloquial y hasta juguetona, de amistosa confianza dirigida por Ol-  
medo a Flores, en la cual le comenta lo siguiente:  
…en 27 de marzo del mismo año de 1835, esto es, a los dos meses de la  
batalla de Miñarica, escribió al general Flores: Voy a dar a usted una  
noticia singular aunque de poca importancia. Qué será? … Se lo diré?  
.... No lo digo; que me da vergüenza ... Pero, fuera encogimientos; pues  
sepa usted que la victoria de Miñarica ha despertado la musa de  
Junín…. En el próximo correo le hablaré con extensión sobre este mal  
pensamiento y daré cuenta de lo que se haya avanzado. Ahora tendré  
15  
como cincuenta versos solamente. Y adiós.  
Pablo Herrera señala que en las cartas del 1ero y del 8 de  
abril de 1835, Olmedo le va explicando a Flores cómo desarrolla su  
trabajo poético y la composición de su escrito, a la vez, hace consultas  
sobre diversas circunstancias de la guerra al protagonista. En sus co-  
municaciones epistolares siempre hace referencia a los autores clási-  
cos de la poesía y de la literatura en general, y, la composición que  
va desarrollando el poeta se va asociando a la geografía de la locali-  
dad descrita. Años después Aurelio Espinosa, sobre la poesía del  
vate, señala lo siguiente:  
Olmedo, desde luego, no pertenece de ninguna manera a las raza de  
los poetas de inspiración y factura impecablemente sostenidas, virtud  
rarísima que no ostentan más de cuatro o cinco grandes nombres de la  
literatura universal –Sófocles, Virgilio, Milton, Racine- Olmedo es esen-  
cialmente de los poetas desiguales; pero de los que llevan la desigual-  
dad hasta la paradoja. No cabe un juicio sintético que lo abarque todo  
16  
en una fórmula. No hay cómo reducirlo a unidad.  
Mientras Flores se enfrentaba en el campo de batalla, Roca-  
fuerte se desempeñaba como jefe supremo del gobierno provisorio  
del Ecuador hasta la convocatoria a la Convención Nacional Consti-  
tuyente que se reunió en Ambato el 22 de junio de 1835. Olmedo acu-  
dió como diputado de Guayaquil, fue nombrado presidente de la  
15 Pablo Herrera, op., cit., p. 33.  
16 Aurelio Espinosa Pólit, Temas Ecuatorianos, cit., p. 436.  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Convención y muchos sugirieron que fuera el presidente de la Re-  
pública; obtuvo dos tercios de los votos, pero se excusó de ejercer  
este honroso cargo. Luego de varias negociaciones él consiguió que  
17  
fuera electo Vicente Rocafuerte, que no gozaba del favor generali-  
zado debido a su estrictez durante el periodo de su ejercicio como  
jefe supremo.  
La composición poética: Olmedo y Flores  
El periodo literario de Olmedo y Flores inicia en enero de  
836 y las consultas literarias a Olmedo, de forma itinerante, se pro-  
1
longan por algunos años, más aun en el periodo de su segunda pre-  
sidencia. (aspecto este, motivo de otro estudio) Juan José Flores luego  
de la Convención Nacional Constituyente de Ambato, que eligió a  
Vicente Rocafuerte como presidente de la república, se retiró a su ha-  
cienda la Elvira, ubicada en Babahoyo. Olmedo residía en Guayaquil  
y tenía su hacienda “La Virginia” al frente de la de Flores. En el ve-  
rano, Olmedo buscó desplazarse a la costa para observar los nego-  
cios de su hacienda y fue la oportunidad de algunos encuentros  
personales entre estos dos personajes y sus familias. Las estancias de  
ellos en diferentes lugares, aunque cercanos, propiciaron un episto-  
lario que hoy podemos revisar.  
En el primer semestre de 1836 la correspondencia de Olmedo  
y Flores se encaminará a temas totalmente alejados de la política y  
de la guerra, profundizarán en aspectos poéticos; al parecer, los ver-  
sos de Olmedo le impresionaron al general, tanto, que quiso emu-  
larlos; sobre todo por la Oda dedicada a él en honor al triunfo de  
Miñarica. Flores, además, observa cómo la fama de versificador le  
abre muchas puertas a Olmedo en el mundo de la cultura y del arte,  
de la política y de la sociedad; entonces, también quiere emular a Ol-  
medo como escritor de poesías. Flores remite sus composiciones li-  
terarias y Olmedo le brinda consejos, reglas y correcciones sobre las  
mismas. Flores, sin embargo, quería publicar sus versos para la pos-  
teridad.  
17 Aurelio Espinosa Pólit, Temas Ecuatorianos, cit., p. 426  
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Rocío Rosero Jácome  
Juan José Flores ha compuesto una canción y remitido a Ol-  
medo para las correcciones del caso, Olmedo lo hace enumerando  
los versos, explicando sus características: versos cortados, hemisti-  
quios, numeración de sílabas, los versos prosaicos, etc.; finaliza la re-  
visión diciendo:  
Por último digo a Ud. que lo general que observo en la canción es que  
no tiene un pensamiento notable; no hay más que buenos versos; con  
las ideas comunes de toda canción. Una estrofa debía ser exclusiva-  
mente consagrada a la suerte, a las esperanzas, a la gloria de la nueva  
nación: y a los votos por su felicidad. Toda canción debía estar animada  
18  
de alusiones a sus victorias y de las bellas comparaciones.  
El consejero busca el fondo, los ideales, la esencia espiritual  
del triunfo del país en formación, valores que se transformen en ale-  
gría y gloria generales.  
Olmedo accede a dar consejos sobre la versificación, aunque  
a veces, el alumno sea lento y difícil de convencer, de allí que Olmedo  
se torna en paciente maestro que, de acuerdo a los pedidos del  
alumno, sobre ciertos y puntuales tópicos él responde; esto es, con-  
forme al ritmo del diálogo epistolar. Un ejemplo de ello, vemos a con-  
tinuación: “yo no he expresado de una vez todas las observaciones que he  
hecho sucesivamente: éstas me ocurrían en las últimas lecturas de los versos,  
19  
que se habían escapado en las primeras Más adelante se expresa así:  
Dice usted que no puede convenir conmigo en que sea una obligación  
hacer versos cortados; y menos en que éstos sean mejores y más bellos  
que los enteros. ¡Buena fe, por Dios! Yo no he dicho que hay tal obliga-  
ción: lo que he dicho, y repito, es que contribuyen mucho a la variedad  
de la versificación, que hay muchos muy armoniosos, y que no deben  
usarse con frecuencia.20  
J.J. Olmedo aconseja a Flores la lectura de El baile, Anacreón-  
tica y El amor mariposa de Meléndez.  
18 Olmedo, Guayaquil 19 de enero de 1836. Archivo Flores (Inédita)  
19 Olmedo, Guayaquil 7 de enero de 1836. Archivo Flores (Inédita)  
20 Ibídem.  
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40  
La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Haga Ud. la prueba por si mismo; lea Ud. la Anacreóntica de Meléndez,  
El baile que abunda en versos con la pausa en la tercera sílaba, y cono-  
cerá la ventaja sobre otros con fluidez, en armonía. Lea Ud. después la  
graciosísima oda El amor mariposa que abunda en versos con la pausa  
en la cuarta sílaba, y la encontrará Ud. prosaica, y que solo agrada por  
la belleza y gracia del pensamiento.  
A continuación coloca los ejemplos en los siguientes versos:  
Los versos “De verde lauro y mirto…  
Es tiempo ya que cante…”, etc.  
Suenan mejor que “con la frente ceñida”  
sin modestia fingida”  
que mi pecho sensible21  
Además, comenta acerca de autoridades europeas y del  
mundo clásico en cuanto a tipos de versificación y es así como Ol-  
medo se manifiesta contrario al criterio de Flores quien asegura que  
22  
León y Herrera no usan versos cortados. En esta carta se observa a  
Olmedo en sus dotes de paciencioso maestro, dedicado a enseñar  
versificación a su alumno. En la carta se muestra experto conocedor  
de diversos autores y destaca con ejemplos los criterios sobre la mé-  
trica poética. Al respecto, responde a Flores en estos términos:  
Dice Ud. que los maestros León, Herrera, Rioja no fueron amantes de  
los versos cortado; y que, después de haber leído muy despacio y mu-  
chas veces (el subrayado es de Olmedo) sus composiciones asegura  
21 Olmedo, Guayaquil 8 de mayo de 1836. Archivo Flores (Inédita)  
2
2 Fernando de Herrera llamado el Divino (1534-1597). Poeta español. En 1572 publicó su Rela-  
ción de la guerra de Chipre y de 1580 datan las anotaciones de las obras de Garcilaso. Un pe-  
queño tomo con varias de sus poesías apareció en 1582 y en 1619 se publicó la edición  
aumentada de F. Pacheco. El principal motivo de su inspiración poética es el amor, concebido  
al modo de los neoplatónicos y de la escuela trovedoresca e impregnado de quietismo mís-  
tico. La intimidad y personificación de la naturaleza, que le sirve de confidente, es otro ca-  
rácter definidor del lirismo herreriano, aparte los motivos religiosos y patrióticos. Su canción  
por la victoria de Lepanto (h.1571) y la Canción por la pérdida del rey don Sebastián (h. 1578)  
ilustran la vena patriótica de resonancias clásicas y acento bíblico. Estilísticamente enlazada  
con Garcilaso de la Vega, sustituyendo su sencillez y originalidad por el resalto da la nota  
intelectual. Con Herrera derivó el clasicismo hacia el barroco gongorino. Las elegías y sonetos  
se consideran hoy lo más positivo de su lírica general. Enciclopedia Salvat, Diccionario, Barce-  
lona 1973, T.6, p.1671.  
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41  
Rocío Rosero Jácome  
que el primero no ha dejado ni un solo verso cortado, el segundo sola-  
mente uno y el tercero tres; amigo esto es hablar demasiado confianza  
y satisfacción. ¡Cuidado con estos absolutos!.  
Pues yo, en la famosa y comunísima oda de la Profecía del Tajo, en ella  
sola, encuentro más de seis versos cortados: ¿pues cuántos habrá en  
todas las demás? Cuántas en la apreciable traducción de las Geórgicas  
de Virgilio? Si hubiera tiempo citaría más de ciento, y muchísimas más  
en la hermosa Paráfrasis del Libro de Job. Yo no se qué entenderá usted  
por verso cortado; pero yo entiendo aquel en el que el sentido de la  
frase no concluye precisamente al fin, sino en el medio del pié. En la  
sola canción de la Batalla de Lepanto de Herrera, encuentro más de  
cinco: y en la sola oda a la Pérdida de Don Sebastián, más de tres.- En  
sus otras canciones y perdurables elegías son innumerables.  
En fin en el gran Rioja encuentro más de tres en su sola Itálica; y más  
de cinco en su famosa epístola moral.  
Pero digan o hagan lo que quieran esos insignes maestros, yo tengo un  
sabio, inefable, despótico legislador, a quien obedezco ciega y gusto-  
samente: más sabio que Horacio, más infalible que el Papa, más des-  
pótico que el Gran Señor. A él obedezco ciega y gustosamente; porque  
estoy seguro de acertar obedeciéndole.  
En las silvas de Rioja, que como usted sabe, no son su mejor título a la  
inmortalidad, parece que no hay esos versos cortados: y la razón es  
clara, porque abundando esas silvas de pies cortos, esto es, de ectasí-  
labos, no harían su efecto natural los versos cortados.  
Lo más gracioso es que después de disertar largamente sobre la mate-  
ria, y de protestar que va a hablar con franqueza, concluye usted ma-  
gistralmente fallando contra la frecuencia de cortar los versos. Señor,  
por Dios, si esa no es la disputa; si nadie ha negado eso…solo se ha ha-  
blado del uso, no del abuso.  
Tampoco puedo convenir con usted en que los versos cortados prueban  
pobreza. No hay tiempo para extenderme en razones, solo diré que  
“sed de gozar más y más” es más rico que: “sed de inmoderados goces  
en la vida”.  
Ya que ha sido preciso empezar un nuevo pliego de papel, me veo  
como forzado a escribir un poco más y así diré a usted que ese Quin-  
tana (a quien usted cita con razón como buen juez sobre el mérito de  
Rioja, y a quien nadie acusará de pobreza) abunda en todas sus com-  
posiciones de cortes felisísimos.  
BOLETÍN ANH Nº 200 • 29–69  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
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Tan tan tan - ¿Quién es?  
Señor, Yo soy.  
¿Quién es yo soy?  
Señor, yo soy la pobre Miñarica. ¿Se podrá entrar?  
Si amiga, entre usted.  
Pero señor, me da vergüenza.  
No tenga usted recelo: aquí han estado las montubias de Juján, y otras;  
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Pero, señor, ¿habrá gente?  
Si, aquí están unos caballeros; pero no importa.  
¿Quiénes son?  
23  
El señor Hermosilla, el señor Martínez de la Rosa, el señor Quinta-  
na,24 el señor….  
-
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-
Basta señor! Yo volveré después.  
No, amiga, pase usted adelante; estos caballeros son muy corteses.  
No le hace: yo volveré después, cuando esté usted solo, o cuando baje  
al jardín por la tarde.  
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No, no, entre usted amiga, ahora.  
Vaya, pues, entraré con su permiso, aunque sea con mucha cortedad.  
Y ¿Qué se le ofrece amiga?...  
Señor, he sabido que usted andaba buscando unos versos cortados y  
que no los encontraba; y aquí le traigo muchos para que escoja los  
que le parezca, pues todos son para usted.  
2
3 José Gómez Hermosilla (Madrid, 1771-1837) Escritor español, periodista y crítico literario.  
Estudió latinidad y retórica hasta 1782. Estudió Filosofía y Teología en el colegio de Santo  
Tomás en Madrid, donde fue académico de número, profesor de griego, de Teología moral  
y Sagrada escritura (1785-1798).Desde 1808, se alineó con los afrancesados. Colaboró con  
José I quien le otorgó una condecoración. Entre 1814-1820 se exilió en Francia. Colaboró con  
varios periódicos. Publicó El jacobinismo (1823), fue ideólogo del conservadurismo. El Arte  
de hablar en prosa y verso (1826) se ordenó su estudio en los centros educativos, por la Real  
Orden, (1835) Principios de gramática general. También escribió Juicio crítico de los principales  
poetas españoles de la última era, obra póstuma publicada en 1840. En: Alberto Gil Novales, y  
otros, Diccionario biográfico del Trienio Liberal, Ediciones del Museo Universal, Madrid, 1991.  
4 Manuel José Quintana (Madrid, 1772–1857) Escritor y político español. Estudió leyes y filo-  
sofía en Salamanca, fue discípulo de Juan Antonio Meléndez Valdés. Tuvo amistad con Jo-  
vellanos y Nicasio Álvarez de Cienfuegos. De formación neoclásica en las doctrinas de la  
ilustración. Se reflejan estas ideas en sus odas A la paz entre España y Francia, 1795, y Al combate  
de Trafalgar, 1805, y sus dramas El duque de Viseo, 1801, y Pelayo, 1805. Tras la invasión na-  
poleónica. Se unió a los liberales independentistas. En 1808 publicó sus Poesías patrióticas y  
fundó el Semanario patriótico, en Madrid y en Cádiz. Redactor de los manifiestos de la secre-  
taría general de la Junta Suprema. Con la llegada de Fernando VII fue apresado. Recobró la  
libertad en la revolución de Riego. La evolución política siguió como ministro del Consejo  
Real en 1834, presidente de la Dirección de Estudios en 1836, e instructor de Isabel II en 1840.  
En 1855 la reina le declaró poeta nacional. https://www.biografiasyvidas.com/biografia/  
q/quintana.htm (10-05-2019)  
2
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Rocío Rosero Jácome  
-
Agradezco el regalo; pero con la mayor franqueza…le diré que no me  
gustan los versos cortados.  
-
Pero señor; yo he oído decir que en poesía, todo lo que agrada al oído  
sin chocar a la razón, es grato, es bueno, es excelente; y que así como  
en la música, una pauta muchas veces deleita y aun arrebata, así tam-  
bién en la poesía un quiebro feliz hace los mismos efectos: por ejem-  
plo:  
Oso escalar los cielos –  
Abre el templo del sol –  
Mas nunca el genio muere –  
Ya está dentro de mi – Veloces vientos, anunciad a las gentes  
Un nuevo canto de victoria – Dadme.  
Le sobra el corazón –  
Como olas de la mar –  
Brote naves el mar –  
Allí está Miñarica –  
Tanta guerra civil –  
Rey de los Andes! – La ardua frente inclina, que pase el Vencedor.  
Si, amiga, está bueno: pero esos quiebros, como usted los llama, agra-  
darán por el objeto, y por el sujeto. Pero siempre le agradezco a usted  
su buena intención. En recompensa, tome usted un polvo. Y adiós.-  
Adiós, señor, y advierta usted, como yo, con todos mis pies quebra-  
25  
dos, no cojeo.  
Paso a paso y con mucha dedicación, paciencia y esmero, Ol-  
medo se entrega a la tarea de enseñar metódicamente a su alumno  
Juan José Flores. Se vale de diálogos extremadamente creativos para  
que el estudiante pueda visualizar, desde lo conocido, aspectos de  
la poesía aun ignorados.  
25 Olmedo, Guayaquil 7 de enero de 1836. Archivo Flores (carta inédita). Los subrayados son  
de Olmedo.  
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44  
La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
José Joaquín Olmedo, preceptor de poesía  
Luego de buscar entre sus libros y encontrar su autor favo-  
rito para iniciar los estudios poéticos y, enviar ese texto a su alumno  
especial, Olmedo remite a Flores el primer tomo del autor  
Meléndez.2  
6
Olmedo conocía de la vocación guerrera de su alumno, a la  
vez asociada a los lances amorosos y seductores, se enmarcaba en la  
época de las transformaciones políticas que se suceden en toda Amé-  
27  
rica, Flores le comenta sobre un cantor de la guerra, cita a Ovidio,  
y Olmedo comenta que no era precisamente un cantor de la guerra,  
2
6 Meléndez Valdéz, Juan (1754-1817), Poeta español. Estudió leyes en Salamanca, aprendió  
Francés e Inglés. Leyó a los clásicos y trabó amistad con Cadalso y otros poetas salmantinos.  
En l780, con el seudónimo “Batilo” obtuvo un primer premio en concurso de la Real Acade-  
mia Española. En 1.785 apareció su primer tomo de poesías. Al ingresar en la carrera judicial  
estrechó su amistad con Jovellanos y acentuó su inclinación a la poesía moral. Trasladado a  
Madrid (1.797). Fue desterrado a Medina del Campo (1798), al caer en desgracia Jovellanos,  
y confinado luego a Zamora (l800). En 1808 su voluntad se hallaba conflictivamente dividida,  
como la de otros ilustres españoles, entre le adhesión al ideal patriótico y la fidelidad a su  
ideario reformador. Ello le llevó a una actitud vacilante entre los dos bandos, primero inci-  
tado a la rebelión contra el francés (romances titulados “Alarma española”) y luego a la acep-  
tación de José Bonaparte (“Al Rey Nuestro Señor”) quien le nombró consejero de Estado y  
presidente de la junta de Instrucción. Se desterró a Francia, desde 1813 hasta su muerte en  
Montepellier, los nuevos poemas revelan su profunda melancolía. La obra en prosa com-  
prende unos discursos forences (publicados en 1.821). Preparó la edición definitiva de sus  
poesías, con un prólogo, se publicó póstumamente (l820) por su amigo y admirador el poeta  
Quintana. La primera parte pertenecen a composiciones anacreónticas y eróticas (odas, ro-  
mances y letrillas), expresión del mundo delicadamente epicúreo y convencional del rococó.  
Mayor modernidad ofrece su poesía filosófico-moral (odas y epístolas), de tono más realista  
y descriptivo que las anteriores. Enciclopedia Salvat, Diccionario, Barcelona, 1973, T.8, p.2185.  
7 (Publio Ovidio Nasón, en latín Publius Ovidius Naso; Sulmona, actual Italia, 43 a.C. - Tomis,  
hoy Constanza, actual Rumania, 17 d.C.) Poeta latino. Educado en las artes de la política,  
estudió en Roma y completó su formación en diversas ciudades del mundo griego, abandonó  
la política para dedicarse por entero a la poesía, se hizo tras heredar la hacienda de su padre.  
2
(…) Ejercitó la estética helenística que representa el gusto por la erudición y por la despreo-  
cupación política y social. En su primera etapa, su poesía tiene un tono desenfadado y gira  
alrededor del tema del amor y el erotismo. Amores, Arte de amar (considerada por algunos  
su obra maestra) y Remedios de amor destacan por la maestría técnica en el manejo del dístico  
elegíaco y la facilidad brillante y a veces pintoresca del verso. A la obra de madurez del poeta  
corresponden Las metamorfosis, extenso poema en hexámetros que recoge diversas historias  
y leyendas mitológicas sobre transformaciones. Trata de competir con Virgilio, aunque a la  
solemnidad de la Eneida opone Ovidio el guiño, la broma y el refinamiento, y a la épica ar-  
mónica y ática del excelso Virgilio, la variedad pasional y helenística. Información disponible  
en: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/o/ovidio.htm (16-05-2019)  
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Rocío Rosero Jácome  
sino más bien, cantor de los amores y conquistas. Con mucha diplo-  
macia y sobrada creatividad, le contesta en estos términos: “Ovidio  
decía “que se puso a cantar seriamente guerras y combates, los héroes y los  
Dioses; pero que el maligno amor riendo de su audacia quitaba furtivamente  
un pie en cada verso, y no puede resultar un canto heroico” Todo esto es  
muy gracioso; el poeta escribiendo muy fervorosamente, y el rapaz borrán-  
28  
dole siempre un pie. Imposible era que se llenase el deseo del poeta.” Luego  
de estas simpáticas comparaciones y explicaciones llenas de gracia.  
Olmedo explica la versificación de Ovidio en estos términos:  
Para entender mejor la gracia del pensamiento de Ovidio, es preciso  
tener presente que en los asuntos heroicos empleaban los latinos el  
verso hexámetro, esto es de seis pies; y para los asuntos ligeros y amo-  
rosos usaban el pentámetro, esto es de cinco pies, de este modo todos  
los hexámetros que componía Ovidio resultaron pentámetros por el  
29  
robo; y solo le salían, aún a pesar suyo, canciones tiernas y amorosas..  
Sobre la base de estas explicaciones, Olmedo ejemplifica el  
uso de las palabras “grillos” y “luchar”, valiéndose de las ideas que  
30  
usa el autor Martínez de le Rosa para elaborar su composición que  
tiene un contexto determinado, esto es, Francia en el periodo napo-  
leónico, y expone la idea que le llama la atención, dice:  
2
2
3
8 Olmedo a Flores, Guayaquil, 8 de Mayo de 1836  
9 Ibídem.  
0 Francisco Martínez de la Rosa, (1787-1862). Político y escritor español. Fue enviado a Londres  
para negociar un tratado de alianza con Inglaterra frente a Napoleón. Por sus idea liberales,  
fue confinado en el Peñón de la Gomera (1814-20) y desterrado a Francia (1823-31). A la  
muerte de Fernando VII se encargó del Gobierno y de la redacción del texto constitucional  
Estatuto Real (1843), de carácter conservador/ Fue a partir de entonces una de las figuras  
del partido moderado durante la mayor parte del reinado de Isabel II. Al igual que en política  
(El espíritu del siglo, 1.835; Bosquejo de la política de España, 1855), fue en literatura un hombre  
ecléctico. Neoclásico por formación (Poética ,1827), aunque orientado hacia las nuevas co-  
rrientes, cultivó dentro de aquel estilo la tragedia (La viuda de Podilla, 1.814; Edipo, 1829) y la  
comedia de corte moratiniano (La niña en la casa y la madre en la máscara, 1.821). Al gusto ro-  
mántico pertenecen sus dramas históricamente más importantes: Aben-Humeya (primera edi-  
ción en francés, París 1830; vertido luego al castellano, 1836), sobre el alzamiento de los moriscos  
de las Alpujarras, y La conjuración de Venecia (1.834), como el anterior escrito en prosa, que sig-  
nificó el triunfo en España del nuevo teatro. Autor también de un volumen de Poesías (1833).  
Enciclopedia Salvat, Diccionario, Barcelona, 1973, T.8, p.2147.  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Me parece bella la idea: la Francia es el carro que iba a despeñarse; Na-  
poleón lo detiene; lo carga de cadenas, (porque en efecto encadenó las  
libertades del pueblo), y para cubrir la deformidad de estas prisiones,  
pone encima un monte de trofeos. Nada hay reprensible; solamente los  
oídos de los delicados pueden lastimarse con vulgaridad de las pala-  
bras, grillos, que podían ser “esposas”, y la de echar encima que podrá  
ser poner, imponer, u otro cualquiera.31  
En mayo de 1836, Olmedo, recibe un texto de poesías remiti-  
das por Flores para su corrección y aprobación puesto que desea pu-  
blicarlas. Olmedo se sorprende y le responde con cierta reconvención  
de la manera siguiente: “Recibí el primer tomo de las poesías del solitario  
de la Elvira: muy precipitada, muy precoz me ha parecido esta publicación.  
Todos los poetas de juicio, han empezado haciendo versos mediocres, y más  
o menos graciosos, y con algunos grados de bondad; pero se han guardado  
32  
de publicarlos en colección. Le pide paciencia para ir perfeccionando  
sus composiciones para que estas sean del agrado de los lectores.  
Además le indica que ha recibido “la pequeña anacreóntica que merecía  
dos o tres largas conversaciones. Yo aconsejo a usted, y aun le mando, que  
33  
componga siempre, siempre; y que por ahora publique muy poco”  
Le propone ejercitar el oído y convertirse en juez de su propio  
34  
escrito sobre su Anacreóntica, ese juzgamiento le permitirá realizar  
cambios más adecuados en el uso de las palabras, que a pesar de  
tener la misma idea, sin embargo, las palabras en sí mismas, tienen  
una musicalidad específica, guardan tonos que, luego de repetirlas  
escuchándolas, serían susceptibles a realizar correcciones para el  
mayor agrado del oído. En el ejemplo siguiente, Olmedo dice: “dí-  
3
3
3
3
1 Olmedo a Flores, Guayaquil, 19 de enero de 1836  
2 Olmedo a Flores, Guayaquil 8 de mayo de 1836, Archivo Flores (Inédita)  
3 Ibídem.  
4 Anacreonte: (h.-580-h. -495). Poeta griego, n. en Jonia. Vivió en Samos, en la corte de Polícra-  
tes, y más tarde emigró a Atenas. Su obra, reagrupada por los gramáticos alejandrinos en  
cinco libros, comprendía yambos, elegías y cantos líricos. Con el título general de Anacreón-  
ticas se reunieron una sesentena de sus composiciones (S.XV y XVI), que la crítica moderna  
tiene por espurias y que ejercieron considerable influjo a través de traducciones e imitaciones  
diversas. Cantor de los goces del vino y del amor, su lírica se halla presidida por el dios Eros  
y en ella se encuentran autoelogios del poeta por la dulzura de su canto y de sus palabras.  
Empleó el jónico y la estrofa tetrástica formada por asclepiadeos menores con anaclasis. En-  
ciclopedia Salvat, Diccionario, Barcelona, 1973, T1, p.179  
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Rocío Rosero Jácome  
game usted cuál de estas expresiones es más poética: “Ir con la espada en  
mano al enemigo” o “Buscar, espada en mano, al enemigo”. Sin duda la se-  
gunda (…) apartando más la segunda del lenguaje común y natural, le hace  
35  
poética. Luego del ejemplo, hace el comentario de la propuesta poé-  
3
6
tica del alumno, Olmedo se refiere a Villegas para ejemplificar el  
número en los versos. Su explicación toma como referencia los escri-  
tos de Flores, dice:  
Si examinamos según estas ideas los celebrados versos del muchacho  
Villegas, que Ud. copia, conoceremos que los dos primeros son corrien-  
tes; pues aunque no tienen la pausa en la tercera, no la tienen en la  
cuarta, que es la no-grata. Aunque “quiero cantar” tenga cuatro sílabas,  
este hemistiquio equivale a cinco por ser aguda la última a de cantar.  
Lo mismo debo decir del segundo pie “quiero cantar a Atridas” pues  
tiene la misma estructura que el primero. Déseles pues a los dos un  
amplio salvo-conducto. No puedo decir lo mismo de los dos últimos.  
más no: que de amor solo  
sólo canta mi lira.  
El primero de estos versos tiene pausa en la tercera sílaba, pues, “mas  
no” equivale a tres sílabas ser aguda la o; el otro hemistiquio “que de  
amor solo” es inarmónico: y se dispensa, o no se entiende esta falta,  
por efecto gracia y virtud de la primera pausa trisílaba. Este mismo  
verso tiene otro defecto; que es el otro hemistiquio “mas no, que de  
amor” pues hace una pausa de seis sílabas que es detestable. El último  
pie “solo canta mi lira” es un pie de anacreóntica moderna; tiene la pri-  
mera pausa de cuatro sílabas, y de consiguiente no es cadencioso. Para  
que Ud. se persuada por si mismo de la exactitud de estas observacio-  
nes, no haga más que mudar palabras y variar el número de esos dos  
versos, y quedarán lindísimos, graciosos y armónicos; de este modo:  
35 Olmedo a Flores, Guayaquil 8 de mayo de 1836, Archivo Flores (Inédita)  
3
6 Esteban Manuel de Villegas fue un poeta español,( 1589 – 1669) Se cree que ejerció la abogacía  
y que tuvo problemas con la Inquisición, por lo que sufrió destierro en 1659 durante cuatro  
años. Fue discípulo de Bartolomé de Argensola, pero se inclinó a otro género de poesía menos  
severo que el de su maestro, buscando sus inspiraciones en los poetas griegos. Introdujo en  
nuestro idioma el verso sáfico y anacreóntico, y sus cantinelas llenas de gracia y cadencia  
tienen una versificación fácil y armoniosa. Sus poemas épicos no destacaron, pero sí sus ver-  
siones de Anacreonte, Horacio y Boecio, que tuvieron gran influencia en autores del siglo  
XVIII como Meléndez Valdés o Iglesias de la Casa. Su obra más conocida es Las Eróticas (o  
Amatorias), publicada en 1618, en las que se refleja la influencia de la obra de Góngora. En:  
http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=villegas-esteban-manuel-de  
(16-05-2019)  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Mas no; que amores solo,  
sólo mi lira canta.  
¿No conoce Ud. la diferencia? Este último pie así variado se esté can-  
tando el mismo: casi no se puede repetir sino cantando. Este es, amigo,  
el efecto prodigioso del número. ¡Qué lástima que un hombre como Vi-  
llegas, tan docto, tan versado en las lenguas sabias de la antigüedad y  
con tanto ingenio, ¡qué lástima que no hubiese atendido y examinado  
esta materia como lo merecía! Quizá tendríamos hoy una buena pro-  
sodia, quizá se habría adoptado en lo posible el número griego y latino;  
quizás hoy nuestra poesía agradará por su armonía sola, desdeñando  
37  
el material y miserable encanto de la rima.  
En otro aspecto de la composición Olmedo, en sus consejos  
a Flores, se refiere a la pausa de la anacreóntica en este sentido:  
Esta regla de las pausas en las anacreónticas ha sido despreciable por  
todos los modernos, aún por aquellos que han sobresalido en este gé-  
nero: Villegas, Iglesias, Cadalso y hasta Meléndez!....Los italianos han  
sido más observantes; los franceses, no hablemos de ellos, pues hasta  
se han atrevido a variar el número de las sílabas. Generalmente pode-  
mos decir que al presente las anacreónticas sólo se distinguen por el  
pensamiento y por el estilo…38  
Por otro lado, Olmedo hace observaciones a los versos de  
Flores en cuanto al empleo de versos endecasílabos en las composi-  
ciones. Explica su formación y basa sus criterios en la poesía de He-  
rrera y Rioja.3  
9
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3
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7 Olmedo a Flores, Guayaquil, 18 de Mayo de 1836, Archivo Flores (carta inédita)  
8 Olmedo a Flores, Guayaquil, 8 de Mayo de 1836, Archivo Flores (inédita)  
9 Francisco de Rioja nació en Sevilla en 1583. Se hizo conocido por la amistad que entabló con  
el conde-duque de Olivares. Se lo llamaba “el poeta de las flores”, dadas sus numerosas poe-  
sías a este tipo de plantas. En esta web podrás leer su obra titulada “Pura, encendida rosa”.  
También los árboles, otras plantas y el río Guadalquivir fueron objeto de su poesía. Y a través  
de sus versos, se deja en evidencia el inmenso conocimiento que tenía sobre estos seres de  
la naturaleza. Es un poeta a quien se ubica dentro de la escuela sevillana; si bien en su obra  
puede descubrirse a un escritor sumamente cerebral, en algunas de sus poesías se percibe  
una enorme pasión que aflora de una forma refinada y armónica. Cabe mencionar también  
que escribió muchos textos en prosa; la mayoría de ellos eran artículos en defensa de su  
amigo, antes mencionado. Además es autor de numerosos sonetos de amor y de temática fi-  
losófica. Francisco murió 1659. A lo largo de sus publicaciones se puede descubrir a un hom-  
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Rocío Rosero Jácome  
En los versos endecasílabos, y en las 7 sílabas, hace muy buen efecto la  
pausa en la 3ª sílaba.  
Yo he hecho esta observación; y siempre me he admirado que no la  
-
hayan hecho otros grandes versificadores o los maestros de versifica-  
ción. En las pausas bien dispuestas, consiste el número de los versos;  
y yo, meditando hace mucho tiempo en la estructura de versos que me  
parecían armoniosos y numerosos, descubrí que el endecasílabo más  
sonoro resulta tal por tener pausa en la tercera sílaba, en la quinta, en  
la séptima, en la novena (aunque esta última no sea tan esencial). No  
digo por esto que será malo un verso que no observe estas pausas, no.  
Solo quiero decir que el que las observe será más numeroso; y que mu-  
chas veces la belleza, la alteza del pensamiento, no deja notar la inob-  
servancia de esas pausas. Examine Ud. a Herrera y Rioja prolijamente,  
y se convencerá de lo que acabo de decir, por ejemplo:  
Herrera: Venció vencida Troya, derribada…  
Las altas torres que labró Neptuno…  
Cercó su corazón de ardiente saña…  
Rioja: Rodaron de marfil y oro sus cunas…  
No en la tonante máquina preñada  
de fuego y de rumor.40  
Posteriormente, Olmedo, refuerza el uso de endecasílabos  
poniendo algunos versos del canto de Junín. “Y el cantorcito de Junín,  
(ya que él siempre se está metiendo donde no le llaman) también puede pre-  
sentar algunos versos en confirmación de lo que vamos diciendo:  
Que manso lame el caudaloso Guayas...  
El polvo barre del Sagrado muro...  
Tremer las cumbres que respeta el trueno…  
o entre las filas vagan, salpicando  
el suelo en sangre, que su crín gotea....  
Del cielo ardiendo en fuego se arrebatan.  
41  
bre absolutamente preocupado por la brevedad de la existencia y lo poco estable que resulta  
la fortuna para una persona. Disponible en: https://www.poemas-del-alma.com /francisco-  
de-rioja.htm (17-05-2019).  
0 Olmedo a Flores, Guayaquil 8 de Mayo de 1836, Archivo Flores (Inédita).  
1 Ibídem.  
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50  
La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
El juicio de José Joaquín Olmedo sobre la Oda de Meléndez  
es el siguiente: “La visión de amor” (…) en verdad es muy mediocre y  
42  
digna de la espurgación, de que hablamos antes”. El maestro le estimula  
y exhorta a Flores a continuar en el campo de las artes: “Repito a Ud.  
el encargo de que siga siempre componiendo: la poesía y la música son her-  
mosas y así como regularmente toca mejor el que toca más, así, el que com-  
43  
pone más conocerá mejor el arte de la versificación”.  
Publicación de las poesías de Juan José Flores  
El general Juan José Flores, publica en Lima, en 1837, Ocios Poé-  
ticos.44 En este impreso constan las siguientes composiciones Silva,  
(que abarca hasta p.6) en el pié de página indica que es alusiva a Ol-  
medo, por ello, no coloca la letra H en Omero. Anacreóntica (pp.7-8)  
Elogio (pp.9-12). En la primera composición procura retratar la natu-  
raleza en el paso del día y la llegada de la noche. De acuerdo a los  
consejos del maestro, procura no solo mirar sino observar el entorno  
y deleitarse; es también una introspectiva comparativa de ese pre-  
sente, de ese espacio de retiro en su hacienda Elvira, y de la reflexión  
de sus instancias vitales, así como de compartir del calor de la fami-  
lia. De esta composición se tomarán algunos versos:  
Sílva  
¡
¡
Qué vida tan feliz Omero [a] mío!  
Que campos tan amenos!  
(…)  
¡
Cuán diferente vida es la que gozo  
En el silencio de mi selva umbría,  
De aquella en que otro tiempo pesaroso  
4
4
4
2 Ibídem.  
3 Ibídem.  
4 Ocios Poéticos, es un texto de 12 páginas, se encuentra en el repositorio de la FLACSO, corres-  
ponde al registro de la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo. En la portada se lee: Ocios Poéticos  
del Jeneral Juan José Flores, Fundador de la República del Ecuador, y que se publican con un elogio  
al mismo, Imprenta de Eusebio Aranda, Lima, 1937. Disponible en: https://repositorio.flac-  
soandes.edu.ec/handle/10469/10074 (10-05-2019).  
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Rocío Rosero Jácome  
En la silla del mando no dormía:  
De aquel infeliz tiempo en que velaba  
Por el reposo de la patria mia;  
Y la ambición ajena, ruin, armaba  
De dardo vil a la calumnia impía,  
Que al fin brama abatida  
A las plantas de Themis confundida!  
¡
Cuán diferentes son estos mis campos  
De los del fiero Marte sanguinoso,  
Dó el escuadrón sañoso  
Desbocado, y en furia pavorosa,  
Hiere, mata, destroza,  
Hace desiertos, soledades mudas;  
Condena a eterno llanto  
A huérfanos y viudas!  
¡
Cuán diferente suena  
El canto de las aves melodioso,  
El susurro del zéfiro amoroso,  
(…)Del clamor insidioso  
De altivas pretensiones  
De plebe que se ajila enfurecida, (…)  
De las quejas, insultos, maldiciones  
De la ambición burlada,  
Del grito de discordia desatada,  
Del ronco parche de atambor de guerra,  
Del ruido del cañón en lid trabada, (…)  
¡
Cuán diferentes, sí, son mis placeres  
Que como blando sueño delicioso  
Se mezclan, endulzando mis quehaceres,  
De placeres viciosos,  
Que la virtud condena,  
Y al fin se pagan con amarga pena!  
Tarde reconocemos  
Los pasados engaños:  
Yo malogré mis juveniles años,  
Buscando fama y gloria  
En los campos de guerra y de victoria;  
Mas no serán del todo malogrados.  
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52  
La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Si permiten los hados  
Que firmes vivan de la Patria amada, (…)  
En mi grato retiro independiente  
Con mis hijos queridos,  
Que en juegos divertidos  
Reciben mis caricias y lecciones;  
Si me gozo en tan dulces afecciones,  
Sin esperanzas frájiles é ilusas,  
Con un amigo tierno y con las Musas.  
Esta composición, al parecer, representa una catarsis del líder  
de la guerra y del político de escritorio, frente a las transformaciones  
sociales y políticas que se dieron, en y, con la guerra interregional.  
El cambio de actividades y el retiro de una vida social activa, a otra  
aislada, provoca en este escritor la introspección y la visualización  
de circunstancias diversas, el pasado y el pasado aún presente, y la  
cálida circunstancia familiar de los diversos afectos: hijos, esposa y  
amigo, este último es Olmedo y las Musas.  
De la segunda composición publicada por Flores en Ocios Poé-  
ticos, se toman algunos versos que son los siguientes:  
Anacreóntica  
Venid, caras palomas,  
Amables hijas mías:  
Estrecháos en mi seno,  
Recibid mis caricias.  
En mi seno arrulladas  
Gozaos en mi alegría,  
Y en los gratos placeres  
De nuestra dulce vida.  
De gozo enajenados  
Bendigamos los días,  
Que los Cielos propicios  
Nos conceden de dicha.  
Estudiando las letras  
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Rocío Rosero Jácome  
En la floresta umbría,  
Damos solaz al alma,  
La virtud nos anima.  
(…)  
Vén, candorosa Elvira,  
Con Amalia y Mercedes,  
Que sois las gracias mismas,  
Mientras en torno juega  
de su madre querida,  
Con sus tres hermanitos  
La graciosa Virginia.  
Es el padre cariñoso en su relación con sus pequeñas hijas,  
que busca, enajenado del mundo, en su familia, el sosiego y la paz  
del alma. Anhela la confianza y la amistad de las niñas junto a la  
madre con tres niños más pequeños.  
La tercera composición Elogio, es un agradecimiento a Ol-  
medo que cantó el triunfo de Junín y Miñarica, y, al igual que él, ha  
sido vituperado; la segunda parte corresponde a una autoalabanza.  
Sus versos lo confirman. Y Olmedo, no hace ningún comentario  
sobre la primera parte. Sobre la segunda, en su calidad de maestro  
de prosodia y, con extrañeza, comenta lo siguiente en relación a los  
poetas y sus composiciones: “Yo no sé qué alguno haya pensado alguna  
vez en cantarse a sí mismo; y si lo ha pensado, no sé que se haya atrevido a  
decirlo.- No suena bien esa audacia; y aun la salvaguardia de “sin modestia  
fingida” no hace más que manifestar con más seguridad de que es íntima,  
45  
indudable la persuasión en la que habla el cantor de su propio mérito. Por  
el contenido de los versos de autoalabanza, esta poesía de Juan José  
46  
Flores se copia de forma completa a fin de que el lector la aprecie.  
Elogio  
¿A quién con más cordura y mejor tino,  
Que a tí, cantor espléndido y brioso,  
4
4
5 Olmedo a Flores, Guayaquil, 8 de Mayo de 1836.  
6 Se mantiene la ortografía antigua, la j por la actual g.  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Recordarse pudiera  
Desde las gratas márjenes del Rima,  
Al publicar el verso numeroso,  
Que allá del manso Guayas en la orilla,  
Al vencedor de la civil discordia  
Supo dictar la musa que lo inspira,  
Con armónico son y dulce lira...?  
Tú sus victorias, su, valor y audacia,  
Su previsión, conejo y arduo empeño,  
Con que resiste a la mayor desgracia,  
Supiste describir... .Tu de su estrella  
Revelaste el poder. . . . Todo cede. . . .  
Le sobra el corazón, dijiste ufano;  
Sirve a su voz la suerte: ante su Jénio  
El peligro espantado retrocede”  
Mas cuando el mundo absorto  
Escuchaba tu acento melodioso,  
El diente venenoso  
De la calumnia impía  
Destrozaba tu fama y nombradla,  
Atribuyendo al Vate  
Del sin igual Bolívar,  
Al creador de Junín, miras mezquinas;  
La vil lisonja, y la bajeza hollada,  
Que son signos de una ánima apocada.  
A estas la envidia refirió, insensata,  
La gloria y el honor, que en grato día  
Por el canto inmortal de Miñarica  
En tu radiante frente relucía.  
Y el sordo murmurar del bando opuesto.  
Amargo fruto del despecho ciego,  
Cuál repentino aniego  
Con aguas turbulentas,  
Llenas de fetidez, tu virtud clara,  
Tu jenio extraordinario, y tus cantares  
Quiso inundar como en profundos mares.  
Pero distinto es hoy y mui distinto  
El concepto que forma  
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55  
Rocío Rosero Jácome  
La escojida porción de los sensatos.  
El héroe ilustre y vencedor dichoso,  
Cuyos triunfos tu Musa ha celebrado;  
El guerrero afamado,  
Cuyo alfanje radioso  
Fundar supo una Patria de entre ruinas  
De otra más poderosa y desgraciada:  
Ese joven invicto,  
Al adornar su frente afortunada  
Con el laurel preciado de victoria,  
Un sendero mejor busca de gloria.  
Su espada refuljente,  
Terror de sus contrarios  
En los campos de muerte y de venganza,  
Deposita sumiso y reverente  
Con su terrible arnés, morrión y lanza  
En las aras sagradas  
Del altar de la paz—y no es en vano;  
Que aquel se alza esta vez bajo del Cielo.  
Con devorante anhelo,  
Esa certera mano,  
Que el carro del destino condujera,  
Empuña el incensario  
De los ínclitos Dioses,  
Y la Estola y la Teara,  
Con que su aroma quema en el santuario  
A ellos consagra el numen celestial;  
Y en bien formadas y cadentes rimas,  
Del labrador sencillo y venturoso,  
Del dilijente padre de familias  
Los goces pinta y la virtud amiga,  
Dando riendas al jénio que lo instiga:  
Allí compara a su presente suerte  
La azarosa y terrible,  
De angustias v pesares siempre llena,  
Que sumen al poder en honda pena,  
Y discurriendo afable,  
Cuál el manso arroyuelo,  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Que en su curso tranquilo riega el suelo,  
Produce en los sentidos extasiados  
La irresistible fuerza del encanto.  
A tal acción, a tan sublime canto  
A Flores tan fragantes y tan bellas,  
Que el perfume mas grato y delicioso  
Exalan con placer—en deleitoso,  
Sobresaliente verso,  
Justo y muy digno fue que tú encomiaras,  
¡
Ilustre vate a quien Apolo admira!  
Y que a remota edad fiel trasladarás.  
Mientras al estro mío  
Colocado a distancia tan inmensa  
De tu pasmoso ingenio y poderío,  
Al contemplar en los queridos hijos  
Del caudaloso Guayas  
Ese fuego sagrado,  
Que arrebata y seduce  
Con el voraz incendio que produce,  
Solo resta decir: ¡Feliz la Patria  
Que un tal héroe fundó! ¡Feliz el día,  
Que Flores tan hermosas produjera,  
Para ostentar primor y lozanía!  
Francklin, que el rayo arrebató del Cielo  
Y el ominoso cetro a los tiranos,  
No mas gloria tendrá, que el dulce suelo  
De la estrella naciente,  
Que, cuál nueva Cartago,  
Lucir debe esta vez al Occidente.  
Cuando recibe Olmedo esta poesía comenta con mucha de-  
licadeza su sentir sobre el propio elogio en los versos, que en páginas  
arriba se insertó un comentario al respecto, ahora se completará esa  
apreciación con un consejo de amigo y maestro sobre el ferviente  
deseo de trascendencia por heroicidad que tiene Flores le permita  
llegar a la inmortalidad. Sus palabras recogen ejemplos de los can-  
tores de lo heroico y de los héroes. Se expresa así:  
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Rocío Rosero Jácome  
Esas confesiones ingenuas pasan en conversaciones privadas con ami-  
gos de confianza. Vea usted cómo César habla de sí en sus “Comenta-  
rios”: por algunas expresiones se trasluce que él mismo conoce la  
sabiduría de sus planes, y que desea que otros la conozcan, pero siem-  
pre de modo indirecto. Píndaro, Horacio, Ovidio, todos los grandes  
poetas, excepto el moderado Virgilio, se han prometido la inmortali-  
dad; pero esta licencia se ha concedido a los poetas respecto de sus ver-  
47  
sos; y no a los hombres respecto de sus acciones y de sus virtudes.  
A pesar de las insinuaciones y recomendaciones del maestro  
Olmedo al novel poeta, Juan José Flores, las desoye y publica estas  
poesías en Lima, en 1837.  
Conclusiones  
José Joaquín Olmedo propició la separación del actual Ecua-  
dor de Colombia a través del apoyo a Juan José Flores, Jefe del Dis-  
trito del Sur, quien mantuvo, por la fuerza de las armas, la cohesión  
de la naciente República, convulsionada por guerras civiles e ideo-  
lógicas y las pugnas de los poderes regionales.  
Entre las revoluciones sometidas por la espada de Flores se  
cuentan las del Quiteño Libre y la de los Chihuhuas en la Costa. –Ol-  
medo interviene para un acuerdo de caballeros entre Rocafuerte y  
Flores y la futura alternancia en el gobierno–. La Sierra –y parte de  
la Costa– es liderada por Félix Valdivieso y se posiciona contra Flores  
y Rocafuerte aliados. La batalla de Miñarica, favorable a Flores, des-  
pierta el estro épico de Olmedo que canta e inmortaliza el hecho.  
Destaca su calidad poética de vate de lo heroico. Las cartas de Ol-  
medo muestran familiaridad con Flores en las que solicita explica-  
ciones sobre la guerra para la construcción de la oda a Miñarica  
La alianza Rocafuerte-Flores se mantiene hasta la primera  
convención nacional constitucional de Ambato que otorgó el poder  
a Rocafuerte, en 1835, periodo de algunos meses en que Flores se re-  
fugia en su hacienda Elvira en Babahoyo.  
47 Olmedo a Flores, Guayaquil 8 de mayo de 1836.  
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58  
La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Durante el primer semestre de 1836 Olmedo instruye a Flo-  
res sobre el arte de la versificación, se constituye en su maestro, co-  
rrige las propuestas poéticas de Flores y le explica pacientemente a  
través de diálogos didácticos la prosodia.  
Como preceptor, recomienda libros y lecturas de poetas di-  
versos, explica la métrica, las pausas, los hemistiquios, las sílabas y  
el arte de la composición por educar el oído al sonido de las palabras  
y el contenido de las ideas. Se aprecia la erudición de Olmedo  
En mayo de 1836, Olmedo muestra su desacuerdo en la pu-  
blicación de las poesías del novel versificador Flores y más aún si  
estas procuran su autoelogio. Se vislumbra, además, la esencia espi-  
ritual de aprendiz de poeta que pese a las insinuaciones del maestro  
las publica en 1837.  
Documentos  
Olmedo a Flores, Guayaquil 7 de enero de 1836. Archivo Flores (Inédita)  
Olmedo a Flores, Guayaquil 19 de enero de 1836. Archivo Flores (Inédita)  
Olmedo a Flores, Guayaquil 8 de Mayo de 1836. Archivo Flores (Inédita)  
Olmedo a Flores, Guayaquil, 18 de Mayo de 1836, Archivo Flores (inédita)  
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Rocío Rosero Jácome  
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60  
La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
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Rocío Rosero Jácome  
Anexo  
48  
Carta inédita de José Joaquín Olmedo a Juan José Flores  
Guayaquil, mayo 8 (1836)  
Querido amigo y compadre J.J. Flores  
Con disgusto tomo la pluma; no por otro motivo, sino porque en  
lugar de carta quisiera una conversación y porque quisiera decir tanto que  
me da pereza comenzar.  
Recibí el primer tomo de las poesías del solitario de la Elvira: muy  
precipitada, muy precoz me ha parecido esta publicación. Todos los poetas  
de juicio, han empezado haciendo versos mediocres, y más o menos gracio-  
sos, y con algunos grados de bondad; pero se han guardado de publicarlos  
en colección; y han tenido paciencia hasta que el tiempo haya limado, co-  
rregido y perfeccionado sus composiciones; y les haya provisto de un nú-  
mero competente de ellas para conformarse a la variedad de genios y gustos  
de los lectores. Porque es preciso confesarlo: casi todos…todos, componen  
para agradar a los lectores…En fin temo que algunos digan de usted se ha  
dado mucha prisa en revelar el secreto de su vena. Composiciones sueltas,  
que suelen insertarse por amor a la variedad, en los periódicos, disimulan  
más las pretensiones.  
Recibí también el primer tomo de Meléndez. Celebro muchos que  
usted haya conseguido una obra completa de esas poesías, y de una edición  
buena y correcta; pues la que yo estaba proporcionando a usted es detesta-  
ble: no hay página que no esté manchada con erratas sustanciales, tipográ-  
ficas, ortográficas, ainde de los caracteres, y del papel, que son feísimos.  
También he recibido la pequeña anacreóntica, que merecía dos o  
tres largas conversaciones. Yo le aconsejo a usted, y aun le mando, que com-  
ponga siempre, siempre; y que por ahora publique muy poco. Solo cuando  
se presenta una ocasión puede un poeta novel templar su lira y mostrarse  
al público; porque entonces todos le hacen la gracia de creer que él no ha  
buscado la ocasión, sino que la ocasión le ha obligado a cantar; cuando más  
se le imputará (lo que no es pecado) algo de prontitud y docilidad en ocurrir  
al llamamiento. No sucede nada de esto, ni hay lugar a la gracia, cuando  
48 Instrucciones sobre versificación y corrección de la Anacreóntica de Juan José Flores. Repositorio Ar-  
chivo Juan José Flores, Pontificia Universidad Católica del Ecuador.  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
uno presenta voluntariamente; entonces no hay otro medio de prevenir o  
acallar la acusación, que la belleza y mérito de nuestras composiciones.  
Vengamos ahora a la anacreóntica. Me parece que está en el estilo  
de su género; pero con varios descuidos que no han podido escapar a mi  
tribunal, severo con las obras de otros, y severísimo con las de mis amigos.  
Al leer los dos primeros versos, sentí yo no sé qué; y como yo tengo  
(
aquí entre nosotros dos)… una cierta confianza (probablemente necia)…  
de mi instinto, o de mi gusto, (cuando pongo en el crisol obras ajenas) em-  
pecé a sospechar que alguna cosa debía haber en esos dos versos, cuando  
yo tropezaba. Es de advertir que yo no solo tropiezo en lo malo, sino tam-  
bién en lo bueno, cuando en ese momento me ocurre alguna cosa mejor.  
Quizás no me gustó la transposición en esos dos pies; pues aunque esta fi-  
gura es una de las primeras bellezas del lenguaje poético, aquí no hace buen  
efecto por la interposición de la partícula con. No me cite usted ejemplos  
tomados de los maestros: los maestros no deben ser imitados en sus descui-  
dos. Usted mismo sea el juez: dígame cuál de estas dos expresiones es más  
poética:  
ir con la espada en mano al enemigo” o  
Buscar, espada en mano, al enemigo”  
Sin duda la segunda: ese es un latinismo; mejor diré un helenismo,  
que apartando más la locución del lenguaje común y natural, la hace poé-  
tica. No quiero decir con esto, que sea prosaico el verso de la anacreóntica  
“con la frente ceñida” sino que habiéndose adoptado generalmente el modo  
absoluto (como se llama en gramática), basta que el uno sea más noble para  
que trate al otro de plebeyo. Los poetas castellanos (y no cito a los griegos  
y romanos, porque este modismo es propio suyo) siguen generalmente esa  
manera siempre que tienen que expresar esa idea. Y puesto que está de  
novio, hablaré sólo de Meléndez…  
“De frescas rosas  
de blonda sien ceñida,  
su ropa libre al viento  
que un manso soplo agita. Anacr. V  
Y en su oda “la visión de amor”, que en verdad es muy mediocre y digna  
de la espurgación, de que hablamos antes “…Ve…  
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Rocío Rosero Jácome  
gemir dos venturosos amadores  
allá bajo la hiedra enmarañada,  
la sien de mirto y rosa entrelazada”  
Y millares de mil de otros ejemplos de otros que sería molesto recordar”  
el cuello libre ya de infame yugo,  
voy a cantar…”  
Y marchas, astro celestial, ceñida  
de vivos rayos la nevada frente”  
Aún Junín y Miñarica suministrarán algunos ejemplos, si acaso fue-  
ran dignos de recuerdo. Con estudio me demoro en estas prolijidades, por-  
que deseo que usted forme su estilo poético lo más perfecto posible. Si usted  
dijera  
“De verde lauro y mirto  
la alta frente ceñida” o “la mi frente ceñida”  
conocería por el oido la diferencia del número: pero no me gusta ni “la alta  
frente”, ni “la mi frente”: Mejor estaría “la frente ya ceñida” por lo que hace  
el número. Pero es de temer que los delicados tomasen por cuña ese mise-  
rable ya. Usted escoja o reforme de otro modo; o deje el verso como está;  
porque aquí no tratamos sino de la mayor perfección.  
Me olvidaba de preguntar a usted por qué se ceñía de mirto cuando  
se preparaba a cantar crudas lides –con mirto y rosas se coronaban los que  
cantaban paz, amores y placeres-.  
Pasemos a la 2da. estancia, o cuarteta. Yo no sé que alguno haya  
pensado alguna vez en cantarse a sí mismo; y si lo ha pensado, no sé que se  
haya atrevido a decirlo.- No suena bien esa audacia; y aun la salvaguardia  
de “sin modestia fingida” no hace más que manifestar con más seguridad  
de que es íntima, indudable la persuasión en la que habla el cantor de su  
propio mérito. Esas confesiones ingenuas pasan en conversaciones privadas  
con amigos de confianza. Vea usted cómo César habla de sí en sus “Comen-  
tarios”: por algunas expresiones se trasluce que él mismo conoce la sabidu-  
ría de sus planes, y que desea que otros la conozcan, pero siempre de modo  
indirecto. Píndaro, Horacio, Ovidio, todos los grandes poetas, excepto el  
moderado Virgilio, se han prometido la inmortalidad; pero esta licencia se  
ha concedido a los poetas respecto de sus versos; y no a los hombres res-  
pecto de sus acciones y de sus virtudes.  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Me parece que usted habría salvado cualquier inconveniente si hu-  
biese dicho “cantaré las sangrientas, las insignes victorias de la Patria”; “y  
aún me atreveré a mezclar mi nombre al de los guerreros que dieron a la  
Patria nombre, libertad y leyes”.  
Vamos a la 3ra estancia. En primer lugar no me gusta la palabra me  
conmueven; ya porque no me suena bien, ya porque no tiene la acepción  
en que debe tomarse aquí.  
Por otra parte, no creo yo que esta conmoción sea una causa bas-  
tante para hacerla a usted mudar de propósito; a lo menos no está muy ma-  
nifiesto su influjo. Explicareme: todos los poetas eróticos desde Anacreón  
hasta usted han hecho alguna composición con esa misma idea; por consi-  
guiente ya se ha hecho vulgar. Para evitar, pues, el hastío o empalago que  
pudiera producir la vulgaridad, es indispensable tratar esta materia común  
con tal delicadeza, corrección y gracia que parezca nueva, y agrade como si  
fuese original. Anacreón decía: “Quiero cantar a los Atridas y a Cadmo, pero  
las cuerdas de la lira solo suenan amores. Mudo las cuerdas; templo toda la  
lira y voy a cantar los trabajos de Hércules; pero la lira contra-suena amores  
solamente- Héroes, adiós; mi lira solo suena de amor.” Aquí se ve, que por  
más esfuerzo que se hacía para cantar los héros, resistiendo dar la lira esos  
tonos, era imposible llenar el propósito.  
Horacio decía que queriendo cantar las grandes batallas que habían  
dado tanta gloria a su patria, se le apareció Apolo, lo reprendió severamente  
y aun dicen algunos comentadores que le dio con la lira un golpe recio. ¿Qué  
había de hacer? abandonar el proyecto; un dios se lo mandaba personal-  
mente; y qué dios?: un dios, que es el único que inspira; un dios que si era  
desobedecido por el poeta en no cantar lo que él le inspiraba, no le inspiraría  
al poeta lo que el poeta desobediente quería cantar. Forzoso era ceder.  
Ovidio decía que se puso a cantar seriamente guerras y combates,  
los héroes y los dioses; pero que el maligno Amor riendo de su audacia qui-  
taba furtivamente un pie a cada verso, y no pudo resultar un canto heroico.  
Todo esto es muy gracioso: el poeta escribiendo muy fervorosa-  
mente, y el rapaz borrándole siempre un pie. Imposible era que se llenase  
el deseo del poeta.  
Para entender mejor la gracia del pensamiento de Ovidio, es preciso  
tener presente que en los asuntos heroicos empleaban los latinos el verso  
hexámetro, esto es de seis piés; y para los asuntos ligeros y amorosos usaban  
el pentámetro, esto es cinco piés. De este modo, todos los hexámetros que  
componía Ovidio resultaron pentámetros, por el robo; y solo le salían, aun  
a pesar suyo, canciones tiernas y amorosas.  
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Rocío Rosero Jácome  
No molestaré a usted más con citas de otros poetas; y aunque qui-  
siera molestarle, me falta el tiempo.  
No hay pues en la anacreóntica de usted esta pausa poderosa que  
le obligue a mudar de pensamiento….  
Virginia lo conmueve a usted; usted siempre debe estar enternecido  
con sus gracias; y aun así enternecido podía usted cantar otros asuntos.  
Mejor quizás sería, que estando usted, muy preparado a cantar, se acercase  
por detrás la picarilla, le quitase la lira, y poniéndose a jugar con ella la des-  
templase; y así, bajando el tono, no pudo usted cantar sino las gracias y ca-  
ricias de su hijita. Este giro tendría la ventaja de presentar una semejanza  
entre Virginia, y el gracioso rapaz que robaba un pie a los versos grandes  
de Ovidio.  
Vamos a la 4ta. estancia. No me gusta el homicida: “Marte solo”  
dice más. Este 2do. pie debía presentar sangre, llanto, desolación; lo homi-  
cida dice poco.  
Llegamos por fin al fin: “Que mi pecho sensible Amor filial respira”  
Mejor es “que mi sensible pecho”; por dos razones: la 1ª. porque el  
adjetivo antepuesto hace más fuerza, y hace la expresión menos común, y  
de consiguiente poética. En 2do. lugar porque en el pie “que mi pecho sen-  
sible” se hace pausa en la 4ª. sílaba; lo que no es grato al oído.  
En los versos endecasílabos, y en los de 7 sílabas, hace muy buen  
efecto la pausa en la 3ª. sílaba.  
Yo he hecho esta observación; y siempre me he admirado que no la  
hayan hecho otros grandes versificadores o los maestros de versificación.  
En las pausas bien dispuestas consiste el número de los versos; y  
yo, meditando hace mucho tiempo en la estructura de versos que me pare-  
cían armoniosos y numerosos, descubrí que el endecasílabo más sonoro re-  
sulta tal por tener pausa en la tercera sílaba, en la 5ª., en la 7ª., en la 9ª.,  
(aunque esta última no sea tan esencial). No digo por esto, que será malo  
un verso que no observe estas pausas; no. Solo quiero decir que el que las  
observa será más numeroso; y que muchas veces la belleza, la alteza de pen-  
samiento, no deja notar la inobservancia de esas pausas. Examine usted a  
Herrera y Rioja prolijamente, y se convencerá de lo que acabo de decir, por  
ejemplo.  
Herrera: Venció vencida Troya, y derribada ….  
Las altas torres que labró Neptuno ….  
Cercó su corazón de ardiente saña ….  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Rioja: Rodaron de marfil y oro sus cunas ….  
No en la tonante máquina preñada  
De fuego y de rumor.  
Y el cantorcito de Junín, (ya que él siempre se está metiendo donde  
no le llaman), también puede presentar algunos versos en confirmación de  
lo que vamos diciendo.  
Que manso lame el caudaloso Guayas ….  
El polvo barre del sagrado muro ….  
Tremer las cumbres que respeta el trueno….  
o entre las filas vagan salpicando  
el suelo de sangre, que su crin gotea ….  
Del cielo ardiendo en fuego se arrebatan.  
———————————-  
Esta regla de la pausa en la tercera sílaba no es indefectible en los  
endecasílabos; y así observará usted que los mejores poetas no la guardan  
siempre, sino rara vez en los versos que les salen más numerosos.  
Para que el endecasílabo sea bueno le bastan sus dos hemistiquios  
de 7 sílabas y 4; pero para ser numeroso debe guardar todas o algunas de  
las pausas indicadas.  
Pero esta regla de la pausa en la 3a. sílaba es más indispensable en  
los versos de la anacreóntica; porque esa es su organización constitutiva  
entre los griegos, que cantaban los versos; y sin esa pausa no podían con-  
tarlos. Los modernos que no cantan sus anacreónticas, o las cantan como  
Dios les ayuda, se han contentado con dar 7 sílabas al pie, y no se han cui-  
dado de pausas constitutivas. Esta observación es tan exacta que usted  
podrá notar que en los versos que cantamos con reglas determinadas, sino  
se observan ciertas pausas, no pueden ser cantables; como sucede en los  
versos de las que llamamos canciones, o marchas; en las cuales cada verso  
precisamente ha de hacer una pausa en la cuarta sílaba, so pena de no ser  
cantable.  
Esta regla de las pausas en las anacreónticas ha sido despreciable  
por todos los modernos, aun por aquellos que han sobresalido en este gé-  
nero: Villegas, Iglesias, Cadalso y hasta Meléndez! … Los italianos han sido  
más observantes; los franceses, no hablemos de ellos, pues hasta se han atre-  
BOLETÍN ANH Nº 200 • 29–69  
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Rocío Rosero Jácome  
vido a variar el número de las sílabas. Generalmente podemos decir que al  
presente las anacreónticas solo se distinguen por el pensamiento y por el  
estilo; todo lo demás está perdido o corrompido.  
Yo mismo que escribo esto, observo la regla cuando es fácil la ob-  
servancia; y cuando no es fácil, me acomodo a lo que hacen los demás para  
salir del paso, puesto que ni el defecto ha de ser conocido, ni que yo escribo  
para la inmortalidad.  
Haga usted la prueba por sí mismo; lea usted la anacreóntica de  
Meléndez “el Baile”, que abunda en versos con la pausa en la 3ª. sílaba, y  
conocerá la ventaja sobre otros, en fluidez, en armonía. Lea usted después  
la graciosísima oda “El Amor Mariposa”, que abunda en versos con la pausa  
en la cuarta sílaba; y la encontrará usted prosaica, y que solo agrada por la  
belleza y gracia del pensamiento.  
Los versos, De verde lauro y mirto ….  
Es tiempo ya que cante . etc.  
Suenan mejor que “con la frente ceñida”  
sin modestia fingida”  
que mi pecho sensible”  
En conclusión, usted se ha equivocado llamando amor filial al paternal:  
equivocación que no mismo debe subsistir: quizás estaría mejor así;  
que el tierno pecho solo  
paterno amor respira.  
Y quizás mejor:  
“De patrio amor respira”.  
Aunque de este último modo se corre el peligro de que los más con-  
fundan el patrio que viene de padre con el patrio que procede de patria.  
Usted medite y o escoja entre estas indicaciones, o invente alguna otra cosa  
mejor.  
————————————————  
Acabo de recibir la 5 del presente. Extraño mucho que usted se des-  
prenda de la preciosa carta de nuestro común compadre, ¿qué hará usted  
con las mías?  
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La composición poética, la Literatura:  
Olmedo y Flores 1835-1836  
Muchas veces me ha dicho usted que están excelentes las lecciones  
de lógica; y porque he notado que usted no ha hecho observaciones, ni li-  
geras, se viene usted imputándome hambre o sed de alabanzas, presu-  
miendo que deseo que usted se explaye más y más. Esta es mucha cavilo-  
sidad: yo solo deseo que esas lecciones salgan claras y correctas; y para esto  
quisiera que todo el mundo me hiciera observaciones y aún críticas severas.  
¿Qué gloria puedo yo esperar de unos pobres apuntamientos, en los cuales  
no se presenta ningún sistema como el de Leibnitz, de Condilac o de Fracy,  
o de los doctores escoceses?. Todo el mérito de esos apuntes está reducido  
a expresar con sencillez y claridad lo complicado y lo oscuro; y a escoger lo  
más natural entre mil opiniones encontradas. Estos no son títulos a la gloria;  
y si yo los creyera tales, tendrían tanta fuerza como los pergaminos genea-  
lógicos que guardan los Salvadores en una caja de plomo, para probar a la  
posteridad que pertenecen a la primera nobleza de su Quito.  
Repito a usted el encargo de que siga siempre componiendo: la poe-  
sía y la música son hermanas; y así como regularmente toca mejor el que  
toca más, así el que compone más conocerá mejor el arte de la versificación.  
Apesar de las reflexiones de usted, el Colegio de Cadetes será como  
lo han improvisado por allá. Pero no tenga usted cuidado; serénese usted  
sobre los peligros de la patria, el establecimiento no subsistirá muchos días.  
Virginia agradece la mariposa: está ya bastante restablecida, y tam-  
bién su comadre. Todas saludan a usted, cariñosamente, lo mismo yo.  
Su Olmedo  
Va el manifiesto de Irrisarri. Me admiro que García del Río no le  
haya remitido a usted siquiera una docena de ejemplares.  
Este cartapacio ha quitado lugar a la 9ª. lección.  
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La Academia Nacional de Historia es una  
institución intelectual científica,  
y
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros a  
historiadores  
entendiéndose por tales  
profesionales,  
quienes  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación histórica y hayan realizado  
aportes al mejor conocimiento de  
nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Rosero Jácome, Rocío, “LA  
COMPOSICIÓN POÉTICA, LA LITERATURA: OLMEDO Y FLORES  
1835-1836”, boletín de la academia nacional de historia, vol. XCVI,  
Nº. 200, julio – diciembre 2018, Academia Nacional de Historia,  
Quito, 2018, pp.29-69.