BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVII Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVI  
Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
DIRECTOR:  
SUBDIRECTOR:  
Dr. Jorge Núñez Sánchez  
Dr. Franklin Barriga López  
SECRETARIO:  
TESORERO:  
BIBLIOTECARIA-ARCHIVERA:  
JEF A DE PUBLICACIONES:  
RELACIONADOR INSTITUCIONAL:  
Ac. Diego Moscoso Peñaherrera  
Hno. Eduardo Muñoz Borrero  
Mtra. Jenny Londoño López  
Dra. Rocío Rosero Jácome  
Dr. Vladimir Serrano Pérez  
BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVI  
Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
©
Academia Nacional de Historia del Ecuador  
p-ISSN: Nº 1390-079X  
e-ISSN: Nº 2773-7381  
Portada  
Rafael Troya, autoretrato  
1
913  
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Quito  
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octubre 2019  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol XCVI – Nº 200  
Julio–Diciembre 2018  
YACUVIÑA, MONUMENTAL LEGADO HISTÓRICO  
DE LOS CÉLEBRES CAÑARIS, Y PUCARÁ DE LOS INCAS,  
PROBABLE PALACIO DE LAS PIEDRAS DE HUAYNA CAPAC  
DISCURSO INCORPORACIÓN–  
Wilson Homero Espinosa Reyes1  
Enardecido por la sagrada pasión del amor al terruño y, tal  
vez, con no poca desmesura, me aventuro a volver sobre el pasado  
exhumando hechos remotos que, para muchos, mejor estarían cu-  
biertos por el eterno olvido; y me atrevo también a provocar la re-  
lectura de nuestra historia nacional para desnortar su singladura,  
insistiendo en la indiscreta, pero necesaria e inaplazable indagación  
de testimonios hasta ahora desdeñosamente ignorados, que nos po-  
drían sorprender con insospechados descubrimientos.  
Hay voces respetables que en América nos convocan a des-  
colonizar el pensamiento, a deseuropeizar la cultura y la civilización;  
en el Ecuador, el clamor va, además, por la descentralización en  
todos los órdenes; y en nuestra provincia de El Oro, armonizando  
con estas corrientes, ha tomado cuerpo ya un claro propósito cultu-  
ral, particularmente en el examen metodológico de la historia nacio-  
nal, que es lo que con mis propios neologismos denomino, la  
australización o meridionalización de la visión e interpretación de las  
realidades y valores históricos ya consagrados en nuestro país. Y ha  
sido la Casa de Cultura “Benjamín Carrión”, Núcleo de El Oro, la  
que se yergue pionera en tan heráldica y noble empresa: Escribir la  
Historia de la Provincia desde nuestra perspectiva, con el objeto de  
despejar incógnitas, desvelando los misterios que se ocultan en su  
abundante patrimonio arqueológico e histórico; y con un definido  
1
Abogado, Universidad Estatal de Guayaquil. Licenciado en Ciencias Políticas Internacionales,  
Universidad Estatal de Guayaquil. Miembro Correspondiente de la Casa de la Cultura Ecua-  
toriana. Núcleo El Oro. Fue galardonado por la C.C.E Núcleo El Oro. Obtuvo el Premio “Al-  
berto Cruz Murillo”, 2011. Se le otorgó el Premio Provincial “Miguel Sánchez Astudillo”, 2012.  
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propósito moral como es el aportar al esclarecimiento de la verdad  
histórica, confirmándola o rectificándola; un Proyecto Cultural sa-  
biamente concebido, digno de emulación en nuestra República, que  
ya está a punto de culminar. Considero un alto honor haber formado  
parte del equipo de investigadores, que con desprendimiento y ele-  
vado espíritu cívico asumieron la responsabilidad de su ejecución;  
mi aportación ha quedado materializada en La Historia del Cantón  
2
Atahualpa, libro con el cual sustentaré esencialmente esta exposición.  
En Estocolmo, en una rueda de prensa que precedió al acto  
de entrega del Premio Nobel de Literatura del año 2008, el escritor  
francés galardonado, Jean Marie Gustave Le Clézio, afirmó: “América  
Latina ha contado mucho en mi vida, desde que descubrí a los 25 años, las  
3
grandes crónicas españolas (…).” destacó, además, la influencia de  
América Latina en su obra y lo que ha significado para él la desapa-  
rición de las culturas indígenas, hecho que calificó como “uno de los  
grandes dramas de la humanidad.” Lisonjas como ésta encontramos en  
la Gran Enciclopedia del Mundo; tratando el tema sobre Arte Ibe-  
roamericano dice: “ (…) No deja de ser maravilloso que sus constructores,  
después de todo gente tosca y primitiva, acertasen a encontrar por sí solos,  
en este rincón del mundo soluciones de trazado, que pasaron inadvertidas  
4
a los ingenieros griegos, romanos y medievales”.  
Pero dejemos que los mismos conquistadores y cronistas,  
maravillados testigos oculares, nos deleiten con el pasmo y asombro  
que nos trasmiten sus propios testimonios. Vasco Núñez de Balboa,  
en una carta dirigida al rey en 1513, dice que había descubierto  
grandes secretos de maravillosas riquezas”, agregando: “teníamos más  
oro que salud, que muchas veces (…) holgaba más de hallar una cesta de  
maíz que otra de oro (…) muchas y muy ricas minas (…)”. Cieza de  
5
León, al tratar Del Descubrimiento del Perú, no es menos pondera-  
tivo:  
2
3
Wilson Homero Espinosa Reyes, Historia del Cantón Atahualpa, Imprenta Machala S.A., Ma-  
chala, 2017.  
Le Clézio influido por indígenas, La Nación, 8 de diciembre de 2008. Ver en: https://www.na  
cion.com/viva/cultura/le-clezio-influido-por-indigenas/XEMH2IAFXZCUTOKH4K7  
JHOHFHM /story/ (06-03-2019)  
4
5
Gran Enciclopedia del Mundo, Tomo °10, Editorial Durvan S.A, Madrid, 1961, p.703.  
Alex Kirkpatrick, Los Conquistadores Españoles, Ediciones Rialp, Madrid, 1999, p. 42  
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Yacuviña, monumental legado histórico  
de los célebres cañaris, y pucará de los incas  
(
…) si no hobiese testigos muchos –dice– no sería creído, tanto, ques-  
tando en el Perú no hay para que hablar de Italia, ni de Lombardía ni  
de otra tierra, aunque sea muy belicosa; pues lo que ha hecho tan poca  
gente no se puede comparar sino con ella misma. Con estas mudanzas  
murieron muchos que estaban obligados; llegaron a ser capitanes y en  
riqueza tanto que algunos tenían más renta uno solo, que el mayor  
señor de España fuerel Rey (sic).6  
Por fin, Pedro Sancho de la Hoz, en su Descripción de la Ciu-  
dad del Cuzco:  
La Plaza es cuadrada y en su mayor parte llana, y empedrada de guijas;  
alrededor de ella hay cuatro casas de señores que son los principales  
de la ciudad, pintadas, labradas y de piedra, y la mejor de ellas es la  
casa de Guaynacaba cacique viejo., y la puerta es de mármol blanco y  
encarnado y de otros colores, y tiene otros edificios de azoteas, muy  
dignos de verse (…).  
Sobre el cerro que de la parte de la ciudad es redondo y muy áspero,  
hay una fortaleza de tierra y de piedra muy hermosa. Hay dentro de  
ella muchos aposentos y una torre principal en medio, hecha a modo  
de cubo con cuatro o cinco cuerpos, uno encima de otro (…) Tiene tan-  
tas estancias y torres que una persona no la podría ver en un día; y mu-  
chos españoles que la han visto y han andado en Lombardía y en otros  
reinos extraños, dicen que no han visto otro edificio como esta forta-  
leza, ni castillo más fuerte. Podrían estar dentro cinco mil españoles;  
(
…).7  
Tan halagüeñas lisonjas importan también como advertencia  
y llamado a la conciencia de nuestras responsabilidades relativas a  
la riqueza cultural que la historia nos ha legado.  
Los yacimientos arqueológicos localizados en nuestra Pro-  
vincia alcanzan a 95, con una diversidad que incluye: petroglifos, ce-  
ranográficos y conchales, arquitectura en piedra y cuevas, cuya  
secuencia, según lo han estimado los arqueólogos, viene desde el Pe-  
ríodo Precerámico al Periodo Incaico. Los complejos arqueológicos  
con construcciones de piedra, como terrazas, muros de contención,  
6
7
José Roberto Páez, Cronistas coloniales, Segunda Parte, J. M. Cajica Jr., Puebla-México, 1960,  
p.141.- Biblioteca Mínima Ecuatoriana  
Salvat, Crónicas de Indias, Tomo 53, Editorial Salvat, Navarra, 1971.  
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plazas ceremoniales, escalinatas, viviendas, cementerios, caminos  
empedrados y amurallados se hallan en la parte alta de la Provincia;  
en sitios como: Ciudad Perdida de Plan Grande, Guayquichuma, Ya-  
cuviña, Paltacalo, Uzhcurrumi, Sambotambo, Cerro Azul, Guagüeles,  
Pacay, Pueblo Viejo (Haripoto), Chaquino, Cerro Tocto, Guartiguro,  
etc. De todas ellas destacaremos las ruinas de Yacuviña, como las más  
emblemáticas, por su importancia histórica y su antigüedad; de par-  
ticular interés para los fines de esta exposición.  
Una lectura atenta y objetiva de los acontecimientos y de la  
cultura material que perdura en los monumentos arqueológicos que  
pertenecen al patrimonio de nuestra provincia El Oro, nos revela in-  
formación suficiente que nos induce a creer que el Ecuador actual  
surge desde el Austro; y que es en la Yunga Austral Quiteña donde  
se gesta su historia. Yacuviña se nos ofrece como una de las primeras  
células sociales organizadas; la mayor concentración humana du-  
rante el proceso de dominación incaica; y si no la primera en el  
tiempo, es probable que fuese coetánea con Tumbes, Pueleusí, Hatun  
Cañar, Yulug, Cañaribamba, Cajamarca y la isla Puná; pero, indiscu-  
tiblemente, la primera en protagonismo político, social y militar,  
como luego explicaremos. Iniciada la etapa colonial, cuando Yacu-  
viña ha quedado sumida en la decadencia y el olvido, surge Zaruma  
como la primera y mayor concentración humana de la Real Audien-  
cia de Quito, donde radicaba, además, el nervio de la economía. La  
Historia, según está escrita, no nos da la razón; bien lo sabemos.  
Pero “¿Qué son, en último término, las verdades del hombre?” –se  
8
pregunta Nietzsche, para responder luego– “Sus errores irrefutables”.  
El mismo Nietzsche, genio contestatario e iconoclasta, nos recuerda  
que “en la ciencia, las convicciones no tienen carta de ciudadanía, sólo  
cuando deciden descender modestamente al nivel de una hipótesis, a adoptar  
el punto de vista provisional de un ensayo experimental, (…), no obstante,  
9
de quedar bajo la vigilancia policial de la desconfianza. (…)”.  
Consciente de que mis pretensiones y entusiasmo exceden a  
mis limitadas capacidades, me propongo en esta exposición refutar  
un prejuicio histórico, que ha dado lugar a una serie de omisiones y  
8
9
Friedrich Nietzsche, “Aforismo 265”, La Gaya Ciencia, Ediciones AKAL, Madrid, 2001, p.201  
Ibid., “Aforismo 344”, p. 254  
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Yacuviña, monumental legado histórico  
de los célebres cañaris, y pucará de los incas  
pretericiones que atañen al interés de nuestra Provincia; y de modo  
particular, me propongo desvelar el “secreto manifiesto” en las ruinas  
de Yacuviña, a las que tan apropiadamente se ajusta, en mi opinión,  
la paradójica metáfora que he tomado de “Los Héroes”, libro de  
Carlyle; ruinas que, en efecto, son tan manifiestas ahora, pero ocul-  
tando aún muchos secretos. Y si hemos de refutar prejuicios, señalar  
omisiones y pretericiones y desvelar secretos, es con el propósito de  
redimir las ignoradas glorias y blasones que la Historia le ha esca-  
moteado a Yacuviña, al Cantón Atahualpa y a la Provincia de El Oro.  
Glorias y blasones legítimos que son la fortaleza cultural de nuestra  
Provincia.  
Un prejuicio histórico insostenible, que ha acarreado una  
serie de omisiones e interpretaciones, que las estimamos erradas e  
injustas, radica en la afirmación de que el País Cañari se extendía  
por el sur hasta el río Jubones; afirmación en la cual aparentemente  
han coincidido, infelizmente, los cronistas españoles y nuestros his-  
toriadores; pero que en el contexto histórico resulta ahora, paradóji-  
camente, útil para interpretar y entender los puntos de vista de mi  
exposición.  
En este punto, debo recurrir a su benevolencia para pedir se  
me excuse por lo farragoso de mi extenso exordio, que, sin dejar de  
reconocer lo tedioso de su estilo retórico, lo he estimado necesario  
para la claridad de mi exposición.  
Antes de entrar en lo medular de mi argumentación, juzgo  
necesario precisar un concepto histórico que, habiendo dado ocasión  
a interpretaciones confusas o mismo equivocadas, ya ha sido materia  
de explicación. Me refiero al toponímico quichua: Tomebamba, con el  
cual –a juicio de González Suárez– “los antiguos” designaban tanto  
a la provincia como también a la ciudad. Así, por ejemplo, cuando  
Cieza de León ha hablado de los aposentos de Tomebamba, se ha  
querido referir a Ingapirca del Cañar. En otros casos, el mismo Cieza  
de León y otros cronistas de Indias, se han referido a “la ciudad de  
Tomebamba” como una ciudad específica con ese nombre. El mismo  
historiador González Suárez insiste en su opinión de que la famosa  
ciudad de Tomebamba, poblada por los Cañaris, estuvo en Yungui-  
lla, donde se encuentran sus ruinas; añadiendo que en ningún otro  
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lugar del Azuay se hallan ruinas ni señales de una ciudad calificada  
de “populosa” por el mismo Atahualpa; por fin aclara que el propio  
nombre de la ciudad no debió haber sido Tomebamba sino Sumag-  
bamba.1  
0
Yacuviña en los confines del Hatun Cañar  
Yacuviña es el hermoso topónimo de la lengua cañari, cuya  
composición etimológica se deriva de los étimos yacu (agua) y viña  
(mío) tomados de las lenguas de los Quitus y de los Shuaras, respec-  
tivamente; vocablo que, en su versión española, significa Mi manan-  
tial, con el cual la tradición ha venido singularizando el área  
geográfica donde se sitúa el complejo arqueológico más importante  
del Cantón Atahualpa y de la Provincia de El Oro; su reliquia más  
emblemática; memorial de acontecimientos y arcano de límites tem-  
porales aún no determinados; pero que, sin duda, se remontan a épo-  
cas anteriores a la conquista de los Incas. Se ubica casi en la cima de  
la cordillera Dumari, por donde declinan las estribaciones colosales  
de la cordillera occidental de los Andes; y se halla recostada sobre la  
vertiente noroccidental que mira hacia las planicies costaneras de  
Machala y Pasaje, que riegan los ríos Jubones y Santa Rosa. Por la  
vertiente suroriental, la cordillera Dumari circuye en herradura, para  
formar la Hoya del Puyango, llamada también de Zaruma; que es  
donde encontramos las fuentes de todo el sistema fluvial del río Pu-  
yango, el mismo que, en territorio ahora peruano, toma el nombre  
de Tumbes.  
Históricamente, Yacuviña era una avanzada del pueblo Ca-  
ñari, utilizada como tambo para el reposo y aprovisionamiento en  
su trajín comercial con Machala, Tumbes, la Isla Puná y otros lugares  
costaneros; se ubicaba en los confines del Hatun Cañar con el país  
de los Paltas, cuyo territorio se extendía hacia el Sureste de la cordi-  
llera Dumari.11  
1
0 Federico González Suárez, editor Hernán Rodríguez, Historia General de la República, Clásicos  
Ariel, Cromograf, Guayaquil, 1990, Tomo 28, p.47, nota 7. Federico González Suárez, editor  
Hernán Rodríguez, Historia general de la República del Ecuador: atlas arqueológicos, Cromograf,  
Guayaquil, 1980, Tomo 25, pp. 174 -175  
1
1 Yacuviñay, la ciudad perdida de los incas. El Telégrafo, 06 de septiembre de 2015. Ver en:  
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Yacuviña, monumental legado histórico  
de los célebres cañaris, y pucará de los incas  
Detengámonos brevemente para observar el curioso parale-  
lismo que identifica a Yacuviña con otro santuario arqueológico  
como es el célebre Macchu Picchu, marcados por los mismos signos  
del abandono y del misterio; ignorados por siglos, detrás de una es-  
carpada geografía de caliginoso clima; parece como si una enigmá-  
tica conjura los hubiese anatematizado hasta el punto de que ni sus  
nombres fuesen mencionados jamás por los cronistas españoles ni  
los historiadores hasta su descubrimiento, que ocurre, en ambos  
casos, casi por obra del azar, en la primera mitad del siglo XX; el  
asombro y la perplejidad que provoca su enigmática historia, parece  
no acabar hasta ahora.  
Cuando se habla del extremo sur de la región cañari, los his-  
toriadores mencionan frecuentemente sitios como: Pacaybamba, Pi-  
llacay, Cahuán, San Fernando, Cañaribamba, Asunción, Oña, que,  
con excepción de esta última, se encuentran al Noreste del río Jubo-  
nes; pero no así: Yúlug, Paltacalo, Huartiguro, Guanazán, Guayqui-  
chuma, Yacuviña Paccha, etc. que están al Suroeste del mencionado  
río. Nos preguntamos sobre la causa que pudo dar lugar a tan drás-  
tica proscripción, que ha extirpado de la memoria histórica, territo-  
rios que se encuentran fuera de los límites que marca el río Jubones;  
no obstante que los testimonios arqueológicos y etnográficos de estos  
sitios demuestran inequívocamente la presencia del pueblo Cañari.  
Ya hemos dicho que Yacuviña es un topónimo cañari, que,  
por rara excepción, se ha conservado invariable, a pesar de la impo-  
sición del quechua de los Incas; pero la tradición también ha podido  
conservar el nombre de Sumaypamba, que no puedo dejar de aso-  
ciarlo con Sumagbamba de los cañaris, que en este caso, con una pe-  
queña variante, designa un sitio aledaño, por el costado sur, de  
Yacuviña; detalle insignificante, al parecer, pero de gran importancia  
para lo que nos proponemos demostrar. Y por fin mencionamos los  
topónimos cañaris: Dumari, con el que se conoce la Cordillera sobre  
la que se levanta Yacuviña; y Haripoto, que fue substituido por el  
quichua Paccha.  
https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/regional/1/yacuvinay-la-ciudad-perdida-de-los-  
incas (07-03-2019)  
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Wilson Homero Espinosa Reyes  
En mi libro Historia del Cantón Atahualpa he mencionado al ca-  
cique Duma, caudillo de los Cañaris, que, ante la superioridad de las  
fuerzas del Inca conquistador Tupac Yupanqui, depuso las armas y  
lo reconoció como hijo del Sol; y, prometiéndole fidelidad, le entregó  
un hijo y una hija para que lo sirvieran. “Hecho esto –según el Lcdo.  
Fernando Montesinos– partió Duma a su provincia, y en breves días fa-  
bricó un palacio para aposentar al rey”. “Vencidos y sujetos los Pal-  
tas12 –dice, por otra parte, González Suárez, refiriéndose a Tupac  
Yupanqui– se aprestó el Inca para la conquista de la célebre nación de los  
Cañaris (…) Pidió tropas de refuerzo a todo el imperio; y mientras estas le  
llegaba, se puso a construir una fortaleza entre los términos de los Paltas y  
de los Cañaris.1  
3
Las ciencias históricas no han determinado aún el sitio sobre  
el cual Tupac Yupanqui levantó la fortaleza. En la nota 5 (Obra citada,  
14  
p. 42) González Suárez opina que la fortaleza construida en la pro-  
vincia de los Paltas debió de estar en una eminencia que domina al  
pueblo de Paquishapa donde se veían no pocos restos de antiguos  
edificios indígenas; menciona, así mismo, las ruinas de Paredones,  
las de Achupallas y las de Pomallacta, pero ignora las que hasta  
ahora resisten al tiempo, a lo largo de las cordilleras de Dumari y de  
Chilla, donde reposan, como mudos testimonios de esa verdad his-  
tórica, ruinas como las de Yacuviña, Guayquichuma, Guartiguro y  
otras más, que se levantan precisamente en los territorios que fueron  
los términos de los Paltas y de los Cañaris.  
Tomebamba, el país de los Cañaris  
El historiador Federico González Suárez, sostiene que eran  
cuatro las naciones principales que ocupaban el territorio del Ecua-  
dor antes del descubrimiento y conquista de los españoles: Los Pu-  
naes, los Puruhaes, los Cañaris y los Caras; estos últimos, vencedores  
de los Quitus, que se tienen por los más antiguos pobladores de la  
12 Wilson Homero Espinosa Reyes, Historia del Cantón Atahualpa, Imprenta Machala S.A, Ma-  
chala, 2017, p. 36  
3 Federico González Suárez, op. cit., Tomo 28, p. 41  
4 Ibidem p. 42  
1
1
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Yacuviña, monumental legado histórico  
de los célebres cañaris, y pucará de los incas  
Provincia de Pichincha; agrega que, a su modo de ver, ninguna de  
ellas era tan notable como la de los Cañaris, que poblaban la provin-  
cia del Azuay y de Loja, incluyendo algunos puntos de la actual pro-  
vincia de El Oro. Del pueblo Cañari, dos parcialidades o tribus –dice–  
eran las más notables o sobresalientes entre las demás, la de Tome-  
bamba y la de Chordeleg.15  
La figura de Duma, caudillo cañari, cuyos rasgos de identidad  
y origen aparecen vagamente descritos por los cronistas españoles,  
es de interés para los propósitos de esta exposición, aunque de modo  
accesorio; sin embargo, nos permite especular, sin el rigorismo his-  
toriologico, sobre el lugar de su procedencia, y sobre el lugar donde  
pudo haber construido un aposento digno para el Inca Tupac Yupan-  
qui. Recurriendo a la intuitiva asociación fonética de los vocablos  
Dumari y Duma, nos parece lógica la probabilidad de que la cordi-  
llera Dumari fuese el lugar donde se asentaba la parcialidad sobre  
la cual ejercía su autoridad como Curaca; y una hipótesis semejante  
no descarta otras; pero sobre todo no violenta la única afirmación  
que de modo tan indefinido dice: “Duma fue curaca de la parcialidad  
16  
de su nombre”. De esta hipótesis se seguiría coherentemente una se-  
gunda: Que la posada construida por Tupac Yupanqui con la ayuda  
de Duma, no sería otra que la que se levantaba en Yacuviña. Desde  
el punto de vista geográfico, parece obvio que fuese alguien del ex-  
tremo sur del país cañari el primero en acaudillar un frente de com-  
bate contra los invasores del sur, pues era el primer punto geográfico  
agredido, y, luego, el primero en deponer las armas para concertar  
la paz. La ubicación geográfica de los testimonios arqueológicos es  
compatible con estas dos hipótesis.  
La ciudad cañari de Sumagbamba o Tomebamba: Una incógnita  
geográfica  
En opinión de González Suárez, la ciudad de Tomebamba  
era una población de los antiguos Cañaris que existía mucho antes  
de que Tupac-Yupanqui ocupara las provincias meridionales del  
15 Federico González Suárez, op. cit, Tomo 25, pp.13-14  
16 Aquiles Pérez, Los Cañaris, Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1978, p.480  
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Wilson Homero Espinosa Reyes  
Ecuador, hecho que deduce claramente de la narración de los cro-  
nistas de Indias.  
No hubo, pues, –dice– en el territorio de la actual provincia del Azuay  
ciudad ninguna fundada por los Incas: Tomebamba existía antes que  
estos monarcas llegaran con sus armas victoriosas a las comarcas ecua-  
torianas. (…). Varios historiadores aseguran que Huayna-Cápac nació  
en Tomebamba; la ciudad debió, pues, existir antes, para poder dar su  
nombre a la provincia, donde nació el más célebre de los Incas. (…).  
¿Cómo había de fundar Huayna-Cápac la ciudad donde nació? ¿Cómo  
había de fundar Tupac-Yupanqui una ciudad, donde fue recibido y alo-  
jado magníficamente?17  
La existencia de la ciudad de Tomebamba, o Sumagbamba en  
la lengua de los antiguos Cañaris, como lugar donde nació Huayna  
Cápac, ya no es un hecho histórico cuestionable; no así el sitio geo-  
gráfico sobre el cual se levantaba dicha ciudad. Del mismo historiador  
18  
González Suárez se sabe que Cieza de León, que viajaba a través el  
territorio ecuatoriano por el año de 1541, cuando aún no se había fun-  
dado la ciudad de Cuenca, hablaba del Inga-pirca de Cañar y del pue-  
blo de Cañaribamba, mencionando que cerca de este último, había  
otros aposentos de los Incas. “¿Qué aposentos serían éstos? se pregunta  
González Suárez; y luego responde: “Parece que no pudieron ser otros sino  
los que estaban a orillas de Jubones y cuyas ruinas se conservan todavía de-  
lante de Cañaribamba (…) Y en otra parte de la misma nota 11 antes  
19  
citada. “Parece, pues, que puede sostenerse que Huayna-Cápac nació en el  
Azuay; mas ¿en qué punto? Ese punto no puede ser sino en Yunguilla a ori-  
llas del Jubones, o donde ahora está la ciudad de Cuenca, pues allí hubo en  
lo antiguo un palacio de los Incas, edificado, tal vez, por Tupac-Yupanqui”.  
Alcedo, Coleti y Laet, citados por González Suárez, parecería que  
coinciden con este último; pero ninguno llega a la afirmación cate-  
górica. Laet, particularmente, con información más detallada, nos  
permite hacer otras consideraciones, como veremos más adelante.  
17 Federico González Suárez, op. cit, Tomo 25, p.170  
18 Federico González Suárez, op. cit, p.175  
19 Ibid, p.48  
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Yacuviña, monumental legado histórico  
de los célebres cañaris, y pucará de los incas  
El invalorable testimonio de Pedro Cieza de León  
En mi libro Historia del Cantón Atahualpa me había planteado  
ya la pregunta sobre el lugar en el que realmente estuvieron los apo-  
sentos de Tomebamba, llamados también Palacio de las Piedras, al que  
correspondería el lugar de nacimiento del Inca Huayna Cápac; y  
para averiguarlo estimé qué venía muy a propósito el relato de Pedro  
Cieza de León extraído de su Crónica del Perú, que dice:  
Saliendo de Tomebamba, por el gran camino, hacia la ciudad del Cuzco,  
se va por toda la provincia de los Cañaris hasta llegar a Cañaribamba y  
otros aposentos que están más adelante .Por una parte y otra se ven  
pueblos de esta misma provincia y una montaña que está en la parte de  
Oriente, la vertiente de la cual es poblada y discurre hacia el Marañon.  
Estando fuera de los términos destos indios Cañaris, se llega a la pro-  
vincia de los Paltas, en la cual hay unos aposentos que se nombran en  
estos tiempos de las Piedras, porque allí se vieron muchas y muy pri-  
mas, que los reyes ingas en el tiempo de su reinado habían mandado a  
sus mayordomos o delegados, por tener por importante esta provincia  
de los Paltas se hiciesen estos tambos, los cuales fueron grandes y gala-  
nos y labrada política y muy primamente la cantería con que estaban  
hechos, y asentados en el nacimiento del río Tumbes, y junto a ellos mu-  
chos depósitos ordinarios donde echaban los tributos y contribuciones  
que los naturales eran obligados a dar a su rey y señor, y a sus gober-  
nantes en su nombre.20  
Apostillando este texto, Pío Jaramillo Alvarado opina que el  
cronista español parece haber confundido el nacimiento del río Tum-  
21  
bes con el del río Jubones. Una interpretación tan subjetiva como  
esta, podría ser excusable solamente si, como parece, se ha ignorado  
la existencia de los importantes yacimientos arqueológicos que se  
encuentran al Suroeste del río Jubones. Con menos riesgo de incurrir  
en subjetividad, en coherente fidelidad con el documento histórico,  
y con el debido respeto a tan autorizado historiador, me pregunto  
yo si no sería más verosímil una hipótesis, como la que efectivamente  
20 Wilson Homero Espinosa Reyes, op. cit., p.50  
21 Pío Jaramillo Alvarado, Historia de Loja y su provincia, Cap. V, Honorable consejo provincial  
de Loja, Loja, 1982, p.29  
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Wilson Homero Espinosa Reyes  
sostengo, según la cual, las ruinas de Yacuviña o las de Guayqui-  
chuma podrían ser las que corresponden al llamado “Palacio de las  
Piedras”, ya que se encuentran asentadas justamente en las fuentes  
del río Tumbes, por el célebre camino real, hacia el Suroeste del Ju-  
bones; esto es, fuera de los términos de los Cañaris; y porque, ade-  
más, no se ha confirmado hasta hoy, la existencia de tales aposentos  
en las fuentes del Jubones. Y si acaso los hubo, no parece probable  
que sobrepujaran, ni en solidez, ni en dimensiones, ni en grandiosi-  
dad, a las ruinas de Yacuviña, que aún se conservan espléndidas. Y  
hay un elemento más, como es el lingüístico, que la tradición ha con-  
servado en el toponímico cañari Sumagbamba, con una sutil variante  
quichua que el tiempo ha modificado en Sumaypamba, nombre con  
el cual se conoce hasta ahora el sitio que por el costado Sur colinda  
con Yacuviña.  
Laet (citado por González Suárez) afirma en su Descripción  
22  
del Perú, que los palacios llamados de “Las Piedras” se hallaban al  
pie de unos montes poco elevados, pero bastante fríos, desde donde  
había diecisiete leguas de camino hasta Loja. El mismo González  
Suárez se pregunta “¿Qué palacios serán éstos? ¿Dónde estaban estos  
palacios?” La información de Laet aporta nuevos datos que abonan  
en favor de nuestra tesis; el primero es el de la distancia a Loja, que  
se aproxima más a la que separa de Guayquichuma o Yacuviña, que a  
la que separa del Jubones a Loja, que se encuentran más distantes  
entre sí; el segundo es el de su ubicación al pie de unos montes poco  
elevados, pero bastante fríos, dato que se ajusta enteramente a Ya-  
cuviña y a Guayquichuma, que se hallan, respectivamente, al pie del  
Chilola y de los páramos de Corredores, montes muy fríos y relati-  
vamente poco elevados; factor climático de gran importancia, por  
cierto, que se conformaba mejor con el temperamento de los Incas,  
que procedían de regiones muy frías, por lo que resulta poco proba-  
ble que se aviniesen con un clima cálido como el de Yunguilla.  
Recalquemos, por fin, que, en este caso, se trata de una des-  
cripción geográfica antes que histórica, hecha por Cieza de León, un  
erudito que recorrió nuestro país, acreditado mejor como geógrafo  
que como historiador; por su parte Laet, según lo afirma González  
22 Federico González Suárez, op. cit, Tomo 25, p. 175.  
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Yacuviña, monumental legado histórico  
de los célebres cañaris, y pucará de los incas  
23  
Suárez, traduce al latin, punto por punto, lo que dice de los reales  
edificios de Tomebamba el mismo Cieza de León; su información es,  
por lo mismo, confiable.  
Huayna Cápac, el Inca quiteño de la Yunga orense  
Si hemos de admitir que fue en Yacuviña donde se levantaba  
el llamado “Palacio de las Piedras”, resulta coherente y justo reivin-  
dicar la cuna del más grande de los Incas, Huayna Cápac, reconocién-  
dolo como el más ilustre hijo de nuestro Cantón y de nuestra  
Provincia, que recorrió los mismos tortuosos caminos de nuestra co-  
marca, que bebió las mismas aguas de nuestros manantiales, se bañó  
en las aguas del Tamalaycha, del Puyango y del Tumbes; en fin, que  
desarrolló su niñez y adolescencia compartiendo con sus contempo-  
ráneos cañaris de la Yunga austral orense. Nada me extraña que, una  
vez llegado a la mocedad, cuando había fallecido su padre, partiese  
al Cuzco para su coronación en 1488, acompañado de 15,000 Cañaris,  
no por otra razón que no fuese la confianza que le merecían sus pai-  
sanos. No los llevaba en calidad de mitimaes, sino como un cuerpo  
de élite que velaría por su seguridad en tierras tan lejanas y descono-  
cidas. También lo acompañaron mujeres elegantemente adornadas con  
tupu-s muy agudos, conocidos por pichincha-s, según lo describe Las  
24  
Leyendas incaicas – Kora, un documento cuyo autor es Juan E. Durand;  
este mismo documento añade que obsequiaron a Huayna Cápac es-  
meraldas de Manta y dijes de oro de Zaruma y del Chinchipe.  
Huayna Cápac (Mancebo rico en virtudes) es el cognomento  
que le impusieron sus súbditos a Titu-Cusi-Huallpa, reconociendo  
así sus virtudes. De César Andrade y Cordero ha merecido el cog-  
25  
nomento de “Carlo Magno de América”; de Marcos Jiménez de la Es-  
2
6
pada, “El hombre más grande que ha tenido el Continente”; y para el  
Padre Legohuir, “fue el mayor de los ecuatorianos primitivos, el mayor de  
23 Federico González Suárez, op. cit, Tomo 28, p.167.  
24 Juan E. Durand, Leyendas incaicas: kora, Imprenta Skarnic, Perú, 1923.  
25 Cesar Andrade y Cordero, El escrito Azuayo, revista de la casa de la cultura, núcleo del Azuay,  
tomo VIII. N:13,p. 21  
26 Ibídem, p. 39  
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Wilson Homero Espinosa Reyes  
los Incas, el más grande de los antiguos americanos, el exponente más en-  
cumbrado de la raza americana”.27  
Que los afortunados Cañaris gozaban de la confianza de  
Huayna Cápac no cabe duda; éste lo ponía de manifiesto con gestos  
elocuentes; llegando a confiarles no sólo su guardia personal, sino  
también la custodia de una de las “huacas” más importantes del Ta-  
huantinsuyo, esto es, el Santuario de la isla de Copacabana en el lago  
28  
Titicaca. Los Cañaris, por su lado, guardaron el más alto grado de  
fidelidad a su Señor y aún a sus hijos, después del fallecimiento del  
Inca. Y nada parecía ensombrecer la buena estrella de los Cañaris  
que continuaban como fieles servidores de Huáscar y Atahualpa; sin  
embargo, la misma perseverante fidelidad que les había granjeado  
la confianza de los nuevos monarcas habría de ser la causa de su in-  
fortunio. En efecto, dividido el Tahuantinsuyo, sobrevino la discor-  
dia entre los nuevos monarcas y la guerra que inopinadamente  
enfrentó a los Cañaris en bandos opuestos; adversidad que acarreó  
su desdicha y la de toda su nación. Escuchemos un revelador relato  
de Udo Oberem y Roswith Hartman:  
(…) al salir Huáscar del Cuzco con sus ejércitos compuestos de orejones  
y otras tropas para luchar contra los generales de Atahualpa, Quisquís  
y Chalcochima, los cañaris formaban la vanguardia y la retaguardia.  
Lucharon con valentía durante varios días en la batalla de Apurimac,  
para luego retirarse al Cuzco cuando el ejército de Huáscar se disolvió.  
En este combate los cañaris se vieron confrontados porque luchaban  
en ambos bandos, los unos como miembros de las tropas de Huáscar y  
29  
los otros como combatientes de Quisquís y Chalcochima.  
Como consecuencia, la población cañari debió sobrellevar no  
sólo el ominoso estigma de “traidores” y “doblados”, que injusta-  
mente se les endilgó desde ambos bandos, sino que también fue víc-  
tima del exterminio y de las más cruentas retaliaciones.  
2
2
7 José Le Gouhir y Rodas, Glorias ecuatorianas, La Prensa católica, Quito, 1935, p.40  
8 Maks Portugal, Copacabana, el Santuario y la arqueología de la península e Islas del Sol y la Luna,  
Cochabamba, Atlantic, 1957, pp.3-4  
2
9 Udo Oberem y Roswith Hartman, “Indios cañaris de la sierra del sur del Ecuador en el cuzco  
del siglo XVI”,pp.114-136, Revista de Antropología, N° 7, Casa de la Cultura Ecuatoriana núcleo  
Azuay, Cuenca, 1981, p.122  
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Yacuviña, monumental legado histórico  
de los célebres cañaris, y pucará de los incas  
Yacuviña, ese estratégico pucará inca, después de sufrir los  
rigores de la cólera de Rumiñahui, fue ignorado por los Viracochas,  
soportando desde entonces el más drástico abandono. Paccha le ha  
sobrevivido; no es una ruina, es un retoño, un vástago, que ha resis-  
tido los flagelos del odio y de la guerra; pero embargado de soledad  
y de tristeza enmudeció y sepultó en su memoria las glorias de su  
misterioso pasado. Ahora persiste en su desarrollo, y su lozano flo-  
recimiento es digno de verse.  
Conclusiones  
Considerados los razonamientos y argumentos de mi expo-  
sición, deduzco las siguientes conclusiones:  
Primera: Yacuviña, luego de haber sido un importante tambo  
y estratégica avanzada en la actividad comercial de los Cañaris con  
las poblaciones costeras, fue ocupada por los Incas peruanos aproxi-  
madamente por la década de los años sesenta del Siglo XV, si toma-  
mos como referencia el nacimiento de Huayna Cápac como ocurrido  
30  
en 1467. Tupac Yupanqui la convierte en pucará y estratégica avan-  
zada militar; donde, además, construiría posadas para miles de sus  
soldados, y sus aposentos, que son conocidos como “Palacio de las  
Piedras”, sede temporal de gobierno del Tahuantinsuyo, donde, pro-  
bablemente, tuvo lugar el nacimiento de Huayna Cápac.  
Segunda: La relevancia estratégica, el protagonismo político,  
social, económico y militar de Yacuviña y de toda la región cañari Su-  
roccidental, alcanzados durante la segunda mitad del Siglo XV, es,  
en mi opinión, incuestionable y, en su tiempo, no tenía parangón en  
nuestro país. Quito le arrebataría este protagonismo y la superaría  
al finalizar el Siglo XV, cuando Huayna Cápac decide gobernar desde  
allí. Cuando Yacuviña ha quedado sumida en la decadencia y el ol-  
vido, surge Zaruma como la primera y mayor concentración humana  
y como el nervio de la economía de la Real Audiencia de Quito. Por  
lo tanto, puede sostenerse razonablemente que la historia del actual  
Ecuador se gesta en nuestra Provincia de El Oro.  
3
0 El inca Huayna Cápac y su historia. Crónica, Loja, 7 de junio de 2017, p.10. Ver en:  
https://issuu.com/cronicaloja/docs/7junio2017-9875/10 (08-03-2019)  
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Wilson Homero Espinosa Reyes  
Tercera: El histórico topónimo Tomebamba (Llanura de la cuchilla)  
impuesto por los Incas conquistadores en lugar del cañari, Sumag-  
bamba (Llanura hermosa), es, a mi juicio, un nombre descriptivo que  
se ajusta con toda propiedad a la bella planicie de Yacuviña, que está  
situada en la cumbre o cuchilla de la cordillera Dumari; aplicado el  
mismo nombre a los diversos sitios geográficos donde la especula-  
ción histórica ha querido ver Tomebamba, me parece, cuando menos,  
una incongruencia, si no un error, que tendría su explicación en el  
hecho histórico de que la misma denominación se hizo extensiva a  
todo el país Cañari. Como una curiosa incoherencia el río Tome-  
bamba es el único que ha conservado tal denominación.  
Cuarta: La proscripción histórica que ha pesado sobre la región  
andina de El Oro, no sin agravio de la verdad, carece de justificación;  
es una antilogía. Los abundantes testimonios arqueológicos, etno-  
gráficos y lingüísticos determinan, de manera inequívoca, la presen-  
cia Cañari en esa región.  
Concluyo así la exposición de mi hipótesis, pergeñada con la  
diligencia y esmero que demanda tan importante materia; pero tam-  
bién con mi particular consideración al alto fuero del tribunal, ante  
cuyo juicio tengo el privilegio de someterme: la Academia Nacional  
de Historia.  
03 de agosto de 2018  
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Webgrafía  
El inca Huayna Cápac y su historia. Crónica, Loja, 7 de junio de 2017, p.10. Ver  
en: https://issuu.com/cronicaloja/docs/7junio2017-9875/10 (08-03-2019)  
Le Clézio influido por indígenas, La Nación, 8 de diciembre de 2008. Ver en:  
https://www.nacion.com/viva/cultura/le-clezio-influido-por-indige  
nas/XEMH2IAFXZCUTOKH4K7JHOHFHM/story/ (06-03-2019)  
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Wilson Homero Espinosa Reyes  
Yacuviñay, la ciudad perdida de los incas. El Telégrafo, 06 de septiembre de 2015.  
Ver en: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/regional/1/yacuvinay-  
la-ciudad-perdida-de-los-incas (07-03-2019)  
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La Academia Nacional de Historia es una  
institución intelectual científica,  
y
destinada a la investigación de Historia en  
las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las Ciencias  
Sociales. Esta institución es ajena a  
banderías políticas, filiaciones religiosas,  
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locales  
o
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individuales. La Academia Nacional de  
Historia busca responder a ese carácter  
científico, laico y democrático, por ello,  
busca una creciente profesionalización de  
la entidad, eligiendo como sus miembros  
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profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo otra  
formación  
profesional,  
laboren  
en  
investigación histórica y hayan realizado  
aportes al mejor conocimiento de nuestro  
pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Espinosa Reyes, Wilson  
Homero, YACUVIÑA, MONUMENTAL LEGADO HISTÓRICO DE LOS  
CÉLEBRES CAÑARIS, Y PUCARÁ DE LOS INCAS, PROBABLE  
PALACIO DE LAS PIEDRAS DE HUAYNA CAPAC –DISCURSO DE  
INCORPORACIÓN, boletín de la academia nacional de historia, vol.  
XCVI, Nº. 200, julio  diciembre 2018, Academia Nacional de  
Historia, Quito, 2018, pp.227-244.