Wilson Homero Espinosa Reyes
plazas ceremoniales, escalinatas, viviendas, cementerios, caminos
empedrados y amurallados se hallan en la parte alta de la Provincia;
en sitios como: Ciudad Perdida de Plan Grande, Guayquichuma, Ya-
cuviña, Paltacalo, Uzhcurrumi, Sambotambo, Cerro Azul, Guagüeles,
Pacay, Pueblo Viejo (Haripoto), Chaquino, Cerro Tocto, Guartiguro,
etc. De todas ellas destacaremos las ruinas de Yacuviña, como las más
emblemáticas, por su importancia histórica y su antigüedad; de par-
ticular interés para los fines de esta exposición.
Una lectura atenta y objetiva de los acontecimientos y de la
cultura material que perdura en los monumentos arqueológicos que
pertenecen al patrimonio de nuestra provincia El Oro, nos revela in-
formación suficiente que nos induce a creer que el Ecuador actual
surge desde el Austro; y que es en la Yunga Austral Quiteña donde
se gesta su historia. Yacuviña se nos ofrece como una de las primeras
células sociales organizadas; la mayor concentración humana du-
rante el proceso de dominación incaica; y si no la primera en el
tiempo, es probable que fuese coetánea con Tumbes, Pueleusí, Hatun
Cañar, Yulug, Cañaribamba, Cajamarca y la isla Puná; pero, indiscu-
tiblemente, la primera en protagonismo político, social y militar,
como luego explicaremos. Iniciada la etapa colonial, cuando Yacu-
viña ha quedado sumida en la decadencia y el olvido, surge Zaruma
como la primera y mayor concentración humana de la Real Audien-
cia de Quito, donde radicaba, además, el nervio de la economía. La
Historia, según está escrita, no nos da la razón; bien lo sabemos.
Pero “¿Qué son, en último término, las verdades del hombre?” –se
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pregunta Nietzsche, para responder luego– “Sus errores irrefutables”.
El mismo Nietzsche, genio contestatario e iconoclasta, nos recuerda
que “en la ciencia, las convicciones no tienen carta de ciudadanía, sólo
cuando deciden descender modestamente al nivel de una hipótesis, a adoptar
el punto de vista provisional de un ensayo experimental, (…), no obstante,
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de quedar bajo la vigilancia policial de la desconfianza. (…)”.
Consciente de que mis pretensiones y entusiasmo exceden a
mis limitadas capacidades, me propongo en esta exposición refutar
un prejuicio histórico, que ha dado lugar a una serie de omisiones y
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Friedrich Nietzsche, “Aforismo 265”, La Gaya Ciencia, Ediciones AKAL, Madrid, 2001, p.201
Ibid., “Aforismo 344”, p. 254
BOLETÍN ANH Nº 200 • 227–244
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