Saúl UribeTaborda
Advierto, que más allá de querer imponer una versión única
del pasado, debemos aclarar que, en nuestra América Latina, está en
juego el uso, acceso y control de la historia, la historiografía y la me-
moria social. Mi llamado es a romper con la idea del progreso técnico
e instrumental y, su consiguiente dominio de la naturaleza y del ser
humano; esto se traduce en la necesidad de crear y fortalecer espa-
cios que posibiliten interrumpir en las estructuras históricas que han
naturalizado la reproducción de los patrones de la barbarie y la es-
clavitud humana.
En efecto, la industria y la técnica no son elementos para la
liberación del ser humano, más bien, parecería que su destino es
acrecentar un mercado insaciado con objetos fetichizados, que, en
último término, han desembocado en la sujeción del ser humano a
necesidades superfluas. La crítica a la historia estriba en la denuncia
a la ilusión del progreso en su sentido excepcional, que de continuar
su ritmo homogéneo, en efecto su sentencia, sería la inevitable ca-
tástrofe.
Deseo finalizar mi intervención, afianzando mi compromiso
ético y político con la historia, reconociendo la honorable labor que
desempeña la Academia Nacional de Historia, la cual nace en 1909
con el nombre de Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Ame-
ricanos, bajo la inspiración de Federico González Suárez, y, en virtud
a su intachable reputación como centro de pensamiento científico,
laico y democrático; me permito proponer la creación de la Cátedra
Abierta de Historia Latinoamericana Federico González Suárez, cuyo prin-
cipal objetivo, seria analizar los procesos sociales y las relaciones his-
tóricas, económicas, políticas y culturales de nuestra América.
Esta idea surge a partir de la inexistencia de una cátedra si-
milar en los centros de educación universitaria del país, o espacios
en los que se discutan temas relacionados con la historia Latinoame-
ricana; y por lo que sé, y como nuevo Miembro Correspondiente de
la Academia Nacional de Historia, debemos “abrir el horizonte del
quehacer historiográfico a los temas de la historia social, económica
y cultural, poniendo particular afán, en el conocimiento de la historia
local y regional, de la historia de la ciencia y el pensamiento cientí-
fico, y de la historia de las artes”.
BOLETÍN ANH Nº 200 • 260–269
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