BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVII Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVI  
Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
DIRECTOR:  
SUBDIRECTOR:  
Dr. Jorge Núñez Sánchez  
Dr. Franklin Barriga López  
SECRETARIO:  
TESORERO:  
BIBLIOTECARIA-ARCHIVERA:  
JEF A DE PUBLICACIONES:  
RELACIONADOR INSTITUCIONAL:  
Ac. Diego Moscoso Peñaherrera  
Hno. Eduardo Muñoz Borrero  
Mtra. Jenny Londoño López  
Dra. Rocío Rosero Jácome  
Dr. Vladimir Serrano Pérez  
BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVI  
Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
©
Academia Nacional de Historia del Ecuador  
p-ISSN: Nº 1390-079X  
e-ISSN: Nº 2773-7381  
Portada  
Rafael Troya, autoretrato  
1
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Quito  
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octubre 2019  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol XCVI – Nº 200  
Julio–Diciembre 2018  
HISTORIA CRÍTICA Y TRANSFORMACIÓN SOCIAL:  
HACIA UNA PRÁCTICA EMANCIPADORA  
DE LA HISTORIA LATINOAMERICANA  
–DISCURSO DE INCORPORACIÓN–  
Saúl Uribe Taborda1  
Agradezco a todas y todos por su distinguida presencia en  
a la Academia Nacional de Historia no sólo representa el reconoci-  
miento a la trayectoria como docente e investigador; también cons-  
tituye una responsabilidad ética y un compromiso político con la  
historia y la memoria del país. El presente escrito es el resultado de  
reflexiones académicas alrededor de la historia y su eficacia para la  
transformación social en el contexto latinoamericano, en tal virtud,  
mi intervención esta noche busca reflexionar sobre la historia y sus  
posibilidades para pensar el devenir social de América Latina, e im-  
pulsar iniciativas encaminadas a la construcción de prácticas reivin-  
dicativas, como críticas alternativas al modo de producción  
acápites: 1) el papel de la historia en la tradición crítica; 2) la historia  
y sus potencialidades para la transformación social; y 3) la historia  
1
Historiador, arqueólogo, antropólogo, investigador y profesor universitario colombo ecuato-  
riano. Sus títulos académicos son: Antropólogo, en la Universidad de Antioquia, Colombia,  
Maestro en Estudios Socio-Ambientales, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales  
(FLACSO). También se ha formado en el Centro de Resolución de Conflictos y Cultura de Paz,  
en Göteborg, Suecia. Actualmente, es candidato a doctor en Ciencias Sociales por la Universi-  
dad Pontificia Bolivariana de Medellín y se desempeña como docente-investigador en la Uni-  
versidad Politécnica Salesiana, sede Quito y es editor adjunto de Universitas, Revista de  
Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Politécnica Salesiana.  
B O L E T Í N A N H N º 2 0 0 • 2 6 0 – 2 6 9  
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Historia crítica y transformación social  
I) La historia en la tradición crítica  
Qué significa la historia en medio de las profundas, dolo-  
¿
rosas y complejas transformaciones sociales, políticas y económicas  
que están viviendo nuestras sociedades latinoamericanas en el siglo  
XXI? Esta pregunta, como muchas otras que logremos formular,  
constituye un punto de partida para reflexionar sobre la historia y  
las nociones históricas que fundamentan la desigualdad y las asime-  
trías sociales en nuestro continente. Si bien el objetivo del presente  
discurso no es centrar su interés en evidenciar estas realidades, sí  
son ellas las que lo motivan, dado que el papel de la historia no sólo  
radica en alcanzar un fin racional, sino generar una crítica a los he-  
chos sociales, sobre todo, a aquellos que nos distancian y excluyen  
de la historia.  
Hoy más que nunca, la historia y los historiadores debemos  
despojar a la historia de toda pretensión y dominio erudito y positi-  
vista, y situarla en un espacio-tiempo que posibilite una crítica a la  
barbarie del capitalismo y su proceso de deshumanización de las so-  
ciedades latinoamericanas. Pensar la historia en la tradición crítica,  
hace necesario recordar a Karl Marx, pensador que no fue, ni pre-  
tendió ser historiador; pero que por el contrario, cuestionó fuerte-  
mente la historiografía de su tiempo y generó una demoledora crítica  
a la filosofía hegeliana de la historia.  
Su interés por fundar las bases científicas del socialismo y  
sus mordaces críticas al modo de producción capitalista, conllevó a  
Marx a fundar los orígenes de lo que llamó “concepción materialista  
de la historia”. Marx demostró que más allá de la voluntad humana,  
de las coyunturas sociales y de los pensamientos y las ideas, son las  
condiciones materiales de existencia las que determinan el modo de  
ser y organizar la sociedad. Se entiende por condiciones materiales  
de existencia humana, el modo en que la sociedad produce los bienes  
materiales que la sostienen y su división en clases sociales. Los plan-  
teamientos políticos y teóricos de Marx, ayudan a configurar un pen-  
samiento y una forma de investigación que contribuye a la creación  
de la historiografía crítica o marxista.  
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Saúl UribeTaborda  
El notable interés por explicar los cambios históricos como  
construcciones sociales, y no como hechos del simple azar, le permi-  
tió evidenciar los cambios socio-históricos de la sociedad de su  
tiempo, y explicar los factores y fuerzas externas que los impulsaron.  
Sin embargo, y a pesar de esto, las concepciones idealistas de la his-  
toria, desvirtuaron la capacidad creadora del sujeto histórico y de-  
sestimaron su aptitud para construir historia y transformarla.  
Marx y Engels (1844-1845) advertían sobre la concepción  
idealista de la historia, y argumentaron que la concepción histórica  
de su época, hacía caso omiso a la base real de la historia, es decir, a  
las condiciones materiales de existencia, las cuales fueron conside-  
radas como simples accesorios que nada tenían que ver con el desa-  
rrollo histórico de la humanidad. Sus reflexiones hicieron críticas  
sobre la historia, que, para su momento, se habían dedicado a las ac-  
ciones políticas de los caudillos y del Estado, de las luchas religiosas  
y, en general, de los triunfos de grandes personalidades de su época.  
Frente a la concepción idealista de la historia, Marx se plan-  
teó construir una teoría crítica y científica que posibilitará explicar  
los cambios impulsados por la Revolución Industrial europea y las  
transformaciones sociales derivadas de ésta. Esta teoría, basada en  
la “concepción materialista de la historia”, hoy, nos permite argu-  
mentar que los hechos históricos sólo pueden ser comprendidos en  
su contexto, siempre cambiante y articulado a las dinámicas socio  
espaciales del tiempo.  
La historia como construcción social, siempre cambiante, se  
manifiesta como una síntesis de múltiples determinaciones sociales,  
espaciales y temporales; y se presenta como una totalidad concreta,  
estructurada y dialéctica que establece la relación sociedad-natura-  
leza. La historia, y particularmente la construcción social y crítica de  
ella, están estrechamente ligadas a los aspectos y procesos materiales  
de la vida y la organización social. Esto significa, que el punto de  
partida de cualquier análisis social, precisa la comprensión de las  
condiciones materiales de la existencia social; es decir, que la vida  
material determina el carácter de los procesos y de las relaciones so-  
ciales, políticas y económicas del ser humano.  
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Historia crítica y transformación social  
Las líneas anteriores, colateralmente, permiten explicar la  
pregunta inicial del presente acápite, o al menos, hace que ella ad-  
quiera mayor relevancia para dimensionar la magnitud y el potencial  
de la “historia como crítica al modo de producción capitalista”;  
modo de producción que además de ser excluyente, racista, machista  
y de haber configurado una serie de situaciones históricas que son  
completamente desfavorables a las poblaciones latinoamericanas,  
también configura una historia en la que las mujeres, afros e indíge-  
nas, son tratadas como parias y no como sujetos históricos y prota-  
gónicos en el largo proceso de construcción histórica de nuestra  
América Latina.  
Excluidos de las páginas de la historia y exotizados por la  
academia, hoy grandes sectores de la población Latinoamericana re-  
claman airosamente el derecho a ser reconocidos como sujetos his-  
tóricos del cambio y la transformación social; exigiendo a la práctica  
histórica y al oficio de historiador, la construcción de una historio-  
grafía crítica, que evidencie el devenir de los colectivos humanos,  
sus saberes y las visiones que generan de su propio pasado.  
II) La historia y su potencialidad para la transformación social  
Hacer de la historia una práctica crítica, implica no sólo re-  
conocer que los hechos humanos son una construcción permanente,  
abierta y hecha por todos los hombres y las mujeres. Reflexionar la  
historia y su potencialidad para la transformación social en nuestra  
América Latina, no es posible sin admitir que el ser social y la concien-  
cia de la historia, son la esencia ontológica que define y determina  
nuestra conciencia.  
La historia crítica y la crítica histórica a las condiciones ma-  
teriales de existencia humana en nuestra América Latina, tienen que  
ser repensadas, desnaturalizadas y puestas en evidencia como ele-  
mentos que deshumanizan y excluyen a grandes sectores de la po-  
blación a lo largo y ancho del continente. Esta ardua tarea sólo es  
posible con la inserción de la historia en las aulas de clase, en las pla-  
zas públicas, en los espacios en los que se discute y se escribe la his-  
toria. Este llamado no sólo debe ser un ejercicio pedagógico, tiene  
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que constituirse en un compromiso ético y político con los millares  
de desposeídos y excluidos de la historia Latinoamericana.  
No se trata de un compromiso de la historia por la historia,  
se trata de un compromiso por construir espacios que permitan pro-  
blematizar la historia y la historiografía, como posibilidad para  
transformar y visibilizar las sociedades Latinoamericanas. Debemos  
asumir el compromiso de evidenciar al ser social y sus condiciones  
materiales de existencia, evidenciar su pensamiento social, político  
y económico, y aportar elementos para construir alternativas al  
modo de producción capitalista que atenta sobre la vida en el pla-  
neta.  
Hoy, más que nunca, debemos asumir la práctica historio-  
gráfica como un proceso social que busca evidenciar la tiranía, y las  
profundas y dolorosas transformaciones sociales que nos agobian en  
todo el continente, y, al mismo tiempo, el historiador deber proceder  
con un compromiso ético y político que evidencie al sujeto histórico  
de la transformación social. Sin embargo, emprender procesos de  
transformación social en contextos tan asimétricos como los latinoa-  
mericanos, también implica transformarse como sujeto, reflexionar  
y problematizar la condición de ser historiador.  
Transformar las condiciones materiales de existencia, y la re-  
alidad asimétrica de las sociedades Latinoamericanas, no sólo es una  
apuesta económica, también debemos pensar que la academia, so-  
cialmente construida, tiene el saber y los conocimientos para hacerlo;  
sin embargo, precisamos del compromiso político de la academia  
para evidenciar no sólo el déficit tan severo que poseen las políticas  
públicas de educación en nuestra América Latina. También debemos  
asumir la responsabilidad como académicos, investigadores y do-  
centes, para desmitificar la academia que define que el conocimiento  
válido, sólo es aquel que se hace bajo los parámetros del conoci-  
miento occidental; los mismos que excluyen y deslegitiman los apor-  
tes académicos del ser social Latinoamericano.  
Estos parámetros, no sólo han configurado los criterios de va-  
lidez del conocimiento, también han establecido una historia oficial  
donde los logros de grandes personalidades políticas, configuraron  
los principales referentes de la identidad nacional en los países Lati-  
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Historia crítica y transformación social  
noamericanos. La perversidad de estos procesos, radica en la confi-  
guración de sociedades que sólo reconocen la historia y el saber de  
las élites académicas, que durante décadas han gozado de privilegios  
especiales para construir una historiografía que institucionaliza un  
saber que le impide a grandes sectores de la población Latinoameri-  
cana, reconocer su propia historia, impidiéndoles emprender proce-  
sos de cambio y transformación social.  
Estos sucesos deben entenderse como resultado de una his-  
toriografía que institucionalizó un conocimiento histórico con el que  
se desacredita y niega las experiencias y los procesos sociales de los  
sectores subalternos. Esta realidad es cada vez más evidente y resulta  
innegable ante los ojos críticos de múltiples y notables investigado-  
res, que, como el que habla, nos hemos trazado un compromiso ético  
y político con la educación, evidenciar la intencio- nalidad ideológica  
de ese tipo de historias y su afán por consolidar una falsa conciencia  
en la que, el ser social, no se reconoce como hacedor y poseedor de  
la historia.  
Esta situación, nos plantea como docentes e investigadores,  
un enorme reto por deconstruir y develar en las líneas de la historia,  
su poder ideológico. Me interesa destacar estas líneas, ya que durante  
mi práctica docente e investigativa, he tenido la fortuna de entrar en  
contacto con diversos sectores de las sociedades Latinoamericanas, y  
evidenciar su desinterés por sus propias historias, y, la posibilidad de  
hacer de éstas la principal motivación del cambio, que como sujetos  
históricos, requiere.  
A partir de estas reflexiones resulta de vital importancia, re-  
saltar el rol que cumple la historia y su potencialidad para la trans-  
formación social en nuestra América Latina; convirtiéndose en el  
principal objetivo de los planes, proyectos y propuestas de investi-  
gación, con el objetivo de llevar a cabo la posibilidad de construir  
una “historia desde abajo”, que evidencie las asimetrías de clase, gé-  
nero y raza, y las diferentes dinámicas de resistencia y generación  
de alternativas a las relaciones de poder que nos impone el modo de  
producción capitalista y sus formas de construir el conocimiento.  
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III) La historia como práctica emancipadora en américa latina  
La historia como práctica emancipadora en y para América  
Latina, es un punto de partida para tratar de dar respuesta a la pre-  
gunta con la que abrimos este discurso: ¿Qué significa la historia en  
medio de las profundas y dolorosas transformaciones sociales, polí-  
ticas y económicas que están viviendo nuestras sociedades latinoa-  
mericanas en el siglo XXI? La respuesta a esta pregunta se encuentra  
en las páginas de la historia.  
El conocimiento y la crítica a la historia, nos debe conducir a  
develar las profundas raíces y los nexos causales de nuestras desgra-  
cias y situarnos en ellas no como víctimas o victimarios; creo más  
bien, que estas situaciones deben ser nuestro aliciente para iniciar  
procesos que nos visibilicen como constructores y poseedores de una  
larga historia, en la que el pasado, no sólo está para relatarse, también  
está para cuestionarse en función de crear opciones de transformación  
social y de evidenciar procesos de resistencia que interrogan el pa-  
sado con miras a la construcción de sociedades justas y equitativas.  
Sin embargo, este propósito requiere de una práctica acadé-  
mica acorde a los contextos y momentos actuales de la realidad tan  
compleja e incierta en la que vivimos los Latinoamericanos. Conven-  
cido de que cualquier iniciativa emancipadora que decidamos em-  
prender, debe estar anclada en la función crítica de la historia como  
proceso que se nutre de la realidad cambiante, siempre dinámica y,  
muchas veces, adversa a los procesos sociales; hoy, más que nunca,  
las coyunturas Latinoamericanas nos obligan a pensar en las causas  
estructurales de los vejámenes políticos, económicos y sociales que  
acontecen a lo largo y ancho de nuestro continente, abriendo la po-  
sibilidad para construir una América Latina diferente.  
Una América Latina diferente yace en las manos de quienes  
creemos y hacemos historia, de quienes hemos hecho de nuestras  
aulas de clase el espacio de las reflexiones y prácticas críticas a la his-  
toria. Una América Latina diferente está en las manos de quienes  
asumimos el compromiso de la educación como condición ética y  
política para transformar al contexto socio histórico de nuestros es-  
tudiantes, apelando a su sensibilidad frente a la realidad tan com-  
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pleja que viven. Si pensamos una América Latina diferente, debemos  
apelar a las historias de los oprimidos, de los excluidos, a la historia  
de quienes hacen historia desde su praxis cotidiana.  
La historia como proyecto emancipador debe ser el principio  
rector de nuestras prácticas docentes e investigativas; y no, una ca-  
misa de fuerza en los currículos académicos. Estamos en deuda con  
millares de Latinoamericanos que han creído en la historia como  
práctica reivindicativa de sus luchas, de sus saberes y conocimientos.  
En nuestras manos está la posibilidad de evidenciar, denunciar y, co-  
locar en tela de juicio, la historia hegemónica del proyecto ideológico  
en el que se oculta el poder deshumanizante del modo de produc-  
ción de nuestro tiempo. Este poder, impone y crea las condiciones  
sociales, políticas y económicas más desfavorables para la existencia  
humana sobre el planeta.  
Como Latinoamericanos, sabemos muy bien a que hacemos  
referencia cuando hablamos de la imposición de medidas económi-  
cas y políticas, que incluso muchas de ellas, atentan contra la vida y  
naturalizan una condición de subalternidad que es posible eviden-  
ciarla y revertirla desde la historia como práctica emancipadora  
desde y para los pueblos Latinoamericanos.  
Evidenciar las adversidades y contradicciones históricas, en  
las que el modo de producción capitalista nos ha situado; constituye  
el punto de partida para pensar un proyecto que nos permita desa-  
prender la historia “oficial” y abrir espacios en el marco de la crítica  
histórica, la inclusión, la solidaridad, la participación, el afecto y la  
pluralidad ciudadana. Advierto que la historia como proyecto eman-  
cipador no consiste en destruir la historiografía; más bien, reside en  
evidenciar y reconocer que somos sujetos históricos, creadores y po-  
seedores de la historia.  
Considerar la historia como proyecto emancipador, en nues-  
tra América Latina, precisa analizar la historiografía en términos crí-  
ticos, para contribuir a subvertir las condiciones de existencia y de  
la conciencia burguesa, que alberga la historia “oficial” Latinoame-  
ricana, dado que la historia siempre ha sido un campo de perma-  
nente disputa, expresando las relaciones de poder y clase que han  
determinado nuestra historiografía.  
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Advierto, que más allá de querer imponer una versión única  
del pasado, debemos aclarar que, en nuestra América Latina, está en  
juego el uso, acceso y control de la historia, la historiografía y la me-  
moria social. Mi llamado es a romper con la idea del progreso técnico  
e instrumental y, su consiguiente dominio de la naturaleza y del ser  
humano; esto se traduce en la necesidad de crear y fortalecer espa-  
cios que posibiliten interrumpir en las estructuras históricas que han  
naturalizado la reproducción de los patrones de la barbarie y la es-  
clavitud humana.  
En efecto, la industria y la técnica no son elementos para la  
liberación del ser humano, más bien, parecería que su destino es  
acrecentar un mercado insaciado con objetos fetichizados, que, en  
último término, han desembocado en la sujeción del ser humano a  
necesidades superfluas. La crítica a la historia estriba en la denuncia  
a la ilusión del progreso en su sentido excepcional, que de continuar  
su ritmo homogéneo, en efecto su sentencia, sería la inevitable ca-  
tástrofe.  
Deseo finalizar mi intervención, afianzando mi compromiso  
ético y político con la historia, reconociendo la honorable labor que  
desempeña la Academia Nacional de Historia, la cual nace en 1909  
con el nombre de Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Ame-  
ricanos, bajo la inspiración de Federico González Suárez, y, en virtud  
a su intachable reputación como centro de pensamiento científico,  
laico y democrático; me permito proponer la creación de la Cátedra  
Abierta de Historia Latinoamericana Federico González Suárez, cuyo prin-  
cipal objetivo, seria analizar los procesos sociales y las relaciones his-  
tóricas, económicas, políticas y culturales de nuestra América.  
Esta idea surge a partir de la inexistencia de una cátedra si-  
milar en los centros de educación universitaria del país, o espacios  
en los que se discutan temas relacionados con la historia Latinoame-  
ricana; y por lo que sé, y como nuevo Miembro Correspondiente de  
la Academia Nacional de Historia, debemos “abrir el horizonte del  
quehacer historiográfico a los temas de la historia social, económica  
y cultural, poniendo particular afán, en el conocimiento de la historia  
local y regional, de la historia de la ciencia y el pensamiento cientí-  
fico, y de la historia de las artes”.  
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Historia crítica y transformación social  
La Cátedra Abierta de Historia Latinoamericana Federico  
González Suárez, se desarrollaría en las instalaciones de la Academia  
Nacional de Historia, y tendría diversos formatos: invitaciones de  
ponentes expertos en temas relacionados con la historia latinoame-  
ricana, exposiciones fotográficas, proyecciones cinematográficas se-  
guidas de foros e intervenciones académicas, conferencias de  
académicos y profesores de historia, lanzamientos de libros de his-  
toria latinoamericana entre otros, y se ofrecería, de manera gratuita,  
y sería una actividad de puertas abiertas al público.  
Sería importante que, la Academia Nacional de Historia,  
tenga interés en esta iniciativa, y, en mi condición de docente-inves-  
tigador de la Universidad Politécnica Salesiana, y nuevo miembro  
de la Academia, garantizaría la presencia y participación de estu-  
diantes y docentes en ella. A su vez, pongo a disposición mi expe-  
riencia académica sin costo alguno para encaminar este proyecto, en  
pro de “crear activas vinculaciones internacionales, para el empren-  
dimiento de esfuerzos conjuntos de investigación histórica, forma-  
ción profesional y otros”.  
Agradezco inmensamente a todas y todos por su asistencia  
Quito, 18 de octubre de 2018  
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La Academia Nacional de Historia es una  
institución intelectual científica,  
y
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros a  
historiadores  
profesionales,  
entendiéndose por tales a quienes  
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación histórica y hayan realizado  
aportes al mejor conocimiento de  
nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Uribe Taborda, Saúl,  
HISTORIA CRÍTICA Y TRANSFORMACIÓN SOCIAL: HACIA UNA  
PRÁCTICA EMANCIPADORA DE LA HISTORIA  
LATINOAMERICANA” –DISCURSO DE INCORPORACIÓN, boletín  
de la academia nacional de historia, vol. XCVI, Nº. 200, julio –  
diciembre 2018, Academia Nacional de Historia, Quito, 2018,  
pp.260-269.