BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVII Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVI  
Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
DIRECTOR:  
SUBDIRECTOR:  
Dr. Jorge Núñez Sánchez  
Dr. Franklin Barriga López  
SECRETARIO:  
TESORERO:  
BIBLIOTECARIA-ARCHIVERA:  
JEF A DE PUBLICACIONES:  
RELACIONADOR INSTITUCIONAL:  
Ac. Diego Moscoso Peñaherrera  
Hno. Eduardo Muñoz Borrero  
Mtra. Jenny Londoño López  
Dra. Rocío Rosero Jácome  
Dr. Vladimir Serrano Pérez  
BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVI  
Nº 200  
Julio–diciembre 2018  
©
Academia Nacional de Historia del Ecuador  
p-ISSN: Nº 1390-079X  
e-ISSN: Nº 2773-7381  
Portada  
Rafael Troya, autoretrato  
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Quito  
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octubre 2019  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. XCVI – Nº. 200  
Julio–Diciembre 2019  
1
BOLÍVAR: BREVE VISIÓN DEL HÉROE  
Jorge Núñez Sánchez2  
Parecía un latinoamericano de tantos: bajo, delgado, de tez  
morena, de ojos oscuros y vivaces, de agradable conversación y apa-  
sionado por el baile. Pero ciertamente era distinto a la mayoría. Tras  
su apariencia de hombre común había un ser de inteligencia superior  
y voluntad excepcional, que había llegado a recoger y conjugar en  
su alma todos los sentimientos de su nación y las mejores ideas de  
su tiempo. Un hombre que había puesto su esfuerzo y sus múltiples  
talentos al servicio de la más noble causa de cualquier época: la in-  
dependencia de los pueblos y la libertad de los hombres. Por eso, las  
gentes de la tierra americana le habían puesto un sobrenombre que  
a él le gustaba y del que decía que lo prefería a cualquier título o con-  
decoración: Libertador.  
Los retratos y descripciones oficiales lo pintan, casi siempre,  
como no fue en realidad: alto, blanco, acuerpado, hermoso jinete en  
espléndido caballo blanco. Son descripciones deformantes, que tra-  
tan de ocultar al hombre para mitificar al héroe. Además, en el fondo  
de ellas late un prejuicio racista, que considera inferior a todo hom-  
bre de piel morena y más aún a quien, como Bolívar, tuvo una abuela  
con sangre negra. Así, el ser que muestran esos retratos es un héroe  
digno de la historia de Europa y de la raza europea, cuando, cierta-  
mente, fue todo lo contrario: el héroe de un mundo nuevo, que bus-  
caba negar a Europa para nacer a la historia. En cuanto a su raza, él  
mismo se proclamó mestizo y muchas veces explicitó su repudio al  
racismo y a toda forma concreta de segregación racial.  
Y es que en su propio ser circulaban sangres de distintos orí-  
genes, como lo revelaban los colores de su cuerpo: su piel aceitunada  
1
2
Palabras del Dr. Jorge Núñez Sánchez, Director de la Academia Nacional de Historia del Ecua-  
dor, en acto organizado por el Parlamento Andino, en Quito, el 26 de julio de 2018.  
Director de la Academia Nacional de Historia.  
B O L E T Í N A N H N º 2 0 0 • 4 7 7 – 4 8 5  
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Jorge Núñez Sánchez  
era herencia de su bisabuela Josefa de Narváez, que había nacido  
hija natural y tenía color de “café con leche”, pero que aportó como  
dote matrimonial las minas auríferas de Aroa; y su barba y bigote  
rubios eran herencia de su abuela Isabel Zedler, descendiente de ale-  
manes.  
De temperamento nervioso y genio vivaz, el Libertador tenía  
siempre el espíritu listo para la acción, fuese esta militar o política,  
social o diplomática. En el combate, se destacaba entre sus hombres  
por su impetuosidad y arrojo temerario, y también porque era am-  
bidextro y usaba, alternativamente, las dos manos para manejar la  
espada. En la única batalla que dirigió en el actual Ecuador, en Ibarra,  
fue su ímpetu personal lo que decidió el triunfo. Él se hallaba repo-  
sando de sus pasadas campañas y gozando del amor exultante de  
Manuela Sáenz cuando fue informado que una montonera de pas-  
tusos, dirigidos por el indomable Agustín Agualongo, avanzaba  
como una tromba hacia Quito. De inmediato, se puso al frente de las  
pocas tropas que había a mano y se dirigió a marchas forzadas hacia  
el norte. Al llegar a Ibarra, encontró que la ciudad estaba en manos  
de los pastusos, que se habían fortificado en ella. Era alrededor del  
mediodía y su cocinero empezó a servir un frugal almuerzo. Apenas  
hubo probado unos bocados cuando decidió lanzar un ataque frontal  
contra las posiciones enemigas.“Empecé el combate, dirigí yo mismo los  
3
varios movimientos y se ganó la acción”, relató años después.  
Empero, ese hombre nervioso, cuya sensibilidad se tensaba  
como la cuerda de un violín, había aprendido a domeñar su natural  
temperamento y a cultivar los dones andinos de la paciencia y la  
constancia, cualidades que terminaron por garantizarle el triunfo y  
la gloria. Así lo vió el capitán Wevel en 1818:“Tenía 35 años pero re-  
presentaba siete u ocho más. Su faz enflaquecida expresaba paciencia y re-  
signación, virtudes de las que ha dado muchas pruebas durante su larga  
carrera política, y le hacen tanto más honor cuanto su carácter es natural-  
4
mente impetuoso.”  
3
4
Luis Perú Delacroix, Diario de Bucaramanga, ediciones Luis Alberto Villamarín Pulido, New  
York, 2015, p.64  
Augusto Mijares, El Libertador, Fundación Eugenio Mendoza y Fundación Shell, Caracas, 1964,  
p.342.  
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Bolívar: breve visión del héroe  
Asu vez, Luis Peru de Lacroix, un oficial francés incorporado  
al ejército de la independencia, que hacia 1828 servía con el grado  
de coronel en el Estado Mayor de Bolívar, dejó consignado un retrato  
moral del héroe en su cautivante “Diario de Bucaramanga”:  
El Libertador es enérgico, sus resoluciones férreas, y sabe sostenerlas;  
sus ideas jamás comunes: siempre grandes, elevadas y originales. Sus  
modales afables, con el buen tono de los europeos de la alta sociedad.  
Practica la sencillez y modestia republicanas, pero tiene el orgullo de  
un alma noble y elevada, la dignidad de su rango y el amor propio que  
da el mérito y conduce al hombre a las grandes acciones. La gloria es  
su ambición, sus laureles haber libertado diez millones de hombres y  
haber fundado tres repúblicas. Su genio es emprendedor, y une a esta  
calidad la actividad, la viveza, infinitos recursos en las ideas y la cons-  
tancia necesaria para la realización de sus proyectos. … Grande y cons-  
tantemente generoso, su desinterés es igual a su generosidad. Le gusta  
la discusión; domina en ella por la superioridad de su espíritu, pero se  
muestra algunas veces demasiado absoluto, y no es siempre bastante  
tolerante con lo que le contradicen. Desprecia la vil lisonja y los bajos  
aduladores; la crítica de sus hechos lo afecta; la calumnia lo irrita viva-  
mente, y nadie es más amante de su reputación que el Libertador. Pero  
su corazón es mejor que su cabeza. La ira nunca es en él duradera;  
cuando ésta se manifiesta, se apodera de la cabeza y nunca del corazón,  
y luego vuelve éste a tomar su imperio y destruye al instante el mal  
que la otra pudo hacer.5  
Bolívar tenía una cabeza formidablemente organizada. Cada  
idea, cada opinión, cada disposición que salía de sus labios o de su  
pluma, correspondía, en teoría, a uno de los principios filosóficos  
que normaban su vida y, en la práctica, a uno de los requerimientos  
militares o administrativos de su acción política. Entre sus miles de  
órdenes, decretos o resoluciones gubernamentales, no hubo ninguno  
hecho al azar o que no poseyera un destino preciso; hubo, sí, dispo-  
siciones erradas, producidas por una equivocada apreciación de la  
realidad o de las circunstancias que la rodeaban, pero jamás resolu-  
ciones titubeantes e inseguras, sueltas o descoordinadas de la totali-  
dad. Todo ello era, en síntesis, la manifestación exterior de su solidez  
5
Luis Perú Delacroix, op. cit., pp.80-81  
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Jorge Núñez Sánchez  
de principios y de su clara conciencia sobre la realidad del mundo  
que le tocó vivir.  
También tenía siempre la palabra precisa para cada circuns-  
tancia, igual cuando daba órdenes a sus soldados, que cuando ga-  
lanteaba a una mujer, cuando escribía un trascendental discurso  
político, que cuando redactaba una carta de amor. Manuela Sáenz,  
su amante quiteña y probablemente la persona que lo conoció más  
a fondo, relató en sus memorias que hablaba de modo cautivante y  
tenía una cultura excepcional, pudiendo hablar igual en francés que  
en español y citar con soltura a autores clásicos o contemporáneos.  
Es así que en sus escritos hay numerosas referencias a autores grie-  
gos como Aristóteles, Demóstenes, Diógenes, Dionisio de Siracusa,  
Epaminondas, Homero, Licurgo, Pericles, Pisístrato y Sócrates, y  
también romanos: César, Cicerón, Fabio, Horacio, Marco Bruto,  
Nerón y Sila. Entre los autores contemporáneos prefería a los fran-  
ceses e ingleses, aunque también le atraía la literatura española. Hijo  
de la Ilustración, gustaba mucho de leer y citar a Voltaire, Montes-  
quieu y Rousseau, así como a Racine, Boileau y D’Alembert.  
6
Su afamado “Discurso de Angostura”, por ejemplo, es una  
notable muestra de cuan profundamente se hallaba influido por el  
pensamiento liberal europeo y de cuan creativamente había proce-  
sado en favor de su causa las ideas más avanzadas de todos los tiem-  
pos; por ahí circulan como en fuente propia, las ideas de Rousseau  
sobre la libertad, los planteamientos de Montesquieu sobre la orga-  
nización del poder público, las reflexiones de Solón sobre los escollos  
de la democracia, los principios legislativos de Licurgo, las preocu-  
paciones históricas de Volney, las experiencias educativas de Atenas,  
Roma y Esparta.  
En la vida social tenía la palabra pronta, la risa fácil, el pie li-  
gero para el baile. No bebía, pero tomaba una o dos copas de vino  
en la comida, con las que gustaba de brindar. Pero lo suyo no era el  
brindis por el brindis, sino el ejercicio de la oratoria como una cáte-  
dra de civismo y de enseñanza política: en cada uno de sus brindis,  
según el uso masónico, rendía culto a una alta entidad, exaltaba una  
6
Simón Bolívar, Discurso de Angostura. Ver en: http://www.biblioteca.org.ar/libros/1230.pdf  
23-04-2019)  
(
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Bolívar: breve visión del héroe  
idea, proclamaba un mérito o invitaba a un esfuerzo. Era un modo  
muy suyo de educar al pueblo, de comunicar sus ideas, de convocar  
a las voluntades individuales para los grandes empeños nacionales.  
Hombre del trópico americano, al fin, gustaba del constante  
contacto social, de la música y de las fiestas. Ahí donde pernoctaba  
su ejército, inmediatamente se armaban bailes nocturnos, en los que  
el héroe y sus oficiales se divertían, además de tomar contacto pró-  
ximo con la población local y establecer lazos de fraternidad con ella.  
La verdad es que le encantaba el baile y él mismo se consideraba un  
7
gran bailarín. “El baile es la poesía del movimiento”, decía, e instruía  
que se enseñase a los jóvenes su práctica, aduciendo que “da la gracia  
y la soltura a la persona, a la vez que es un ejercicio higiénico en climas  
templados”.8  
Sin habérselo propuesto fue un notable intelectual y que sus  
innumerables apreciaciones del mundo de su tiempo lo revelan pa-  
ralelamente como un político sagaz, como un acucioso sociólogo y  
como un formidable escritor, a la vez realista y utopista.  
Era un adelantado de la democracia en medio de las ruinas  
del absolutismo. Pudo haber optado por otra vía para la consecución  
de sus fines libertarios. En una sociedad acostumbrada a obedecer a  
un soberano absoluto, simplemente pudo haberse proclamado em-  
perador, como lo hicieron Napoleón en Francia e Iturbide en México,  
y como lo sugerían sus mismos colaboradores. O pudo haber im-  
puesto un despotismo ilustrado y magnánimo, recibiendo a cambio  
la fidelidad y gratitud de su pueblo. Pero no. El era un republicano  
a muerte, un hijo de la revolución y no estaba dispuesto a ceñirse  
una corona y a fundar una monarquía del trópico, con corte osten-  
tosa y profusión de lacayos y bufones. Así que escogió el camino más  
difícil, para él y para los pueblos: el camino de la democracia. Difícil  
porque, tras siglos de absolutismo, los pueblos carecían de todo  
asomo de civismo, de toda capacidad de autoconducción. Como dijo  
él mismo, “acostumbrados a obedecer mansamente a nuestros amos, aún  
7
8
Simón Bolívar, Instrucciones dadas por el libertador para la educación de su sobrino Fernando Bolívar.  
Ver en: http://www.archivodellibertador.gob.ve/escritos/buscador/spip.php?article1675 (23-  
04-2019)  
Ibidem  
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habíamos perdido la capacidad de raciocinio”. Por eso puso especial in-  
terés en la educación del pueblo, convencido de que “un pueblo igno-  
10  
rante es un instrumento ciego de su propia destrucción”.  
Pero, ¿cómo educar para la libertad? ¿Qué pedagogía seguir  
para erradicar del alma de los pueblos el ánimo servil, apocado y fa-  
nático que les habían implantado el colonialismo y la Inquisición?  
¿
Qué modelo educativo utilizar para crear escuelas de pensamiento  
libre, donde se formaran ciudadanos capaces de ejercitar responsa-  
blemente sus derechos y deberes republicanos?  
Bolívar fue a la historia en busca de esa pedagogía de liber-  
tad, pues estaba convencido de que la moralización del espíritu ciu-  
dadano era indispensable para el sustento y progreso del país.  
Moral y luces son los polos de una República -decía-; moral y luces son  
11  
nuestras primeras necesidades”. Y agregaba que un Estado no se sus-  
tentaba en las leyes, sino en el espíritu de los hombres, por lo que  
debía cultivarse éste para alcanzar el verdadero progreso material y  
moral de la nación.  
Mencionemos, por fin, que la democracia entrañaba también  
graves dificultades para el emergente poder republicano. Destruidas  
las viejas estructuras por la fuerza de las espadas, muchos generales  
y caudillos se creyeron con derecho al mando supremo. ¿Cómo con-  
ciliar esos intereses particulares del poder militar con los mayores  
de la democracia? ¿Cómo enseñar que el poder republicano, que  
había nacido del fusil, no debía depender en el futuro de las armas  
sino de la voluntad ciudadana? Bolívar tomó posición frente al pro-  
blema, pese al costo político que ello podía acarrearle -y que efecti-  
vamente le acarreó- entre sus compañeros de armas; lo hizo con estas  
tajantes, pero también proféticas palabras: “No es el despotismo militar  
el que puede hacer la felicidad de un pueblo. Un soldado feliz no adquiere  
ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni del  
12  
Gobierno; es el defensor de su libertad.”  
Hombre de carne y hueso, también tuvo defectos, aunque  
9
Jorge Núñez. Cfr. Simón Bolívar en: Un Hombre Llamado Simón Bolívar, Casa de la Cultura Ecua-  
toriana Benjamín Carrión, Quito, 2005, p.21.  
0 Ibid., p.104  
1 Jorge Núñez, op. cit., p.24  
2 Ibid., p.25.  
1
1
1
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sus virtudes los superaban largamente. Era en extremo tolerante con  
los humildes y débiles, a los que buscaba ayudar y proteger, pero era  
duro e intolerante con los déspotas, prepotentes y fatuos, y también  
con los inmorales e irresponsables. Despreciaba en extremo a los vi-  
ciosos, especialmente a los ebrios y jugadores, de los que decía que  
estaban dispuestos a causar su propia destrucción y la ruina de sus  
familias con tal de mantener su vicio. No fumaba ni permitía que se  
fumara en su presencia.  
Como guerrero era temible y no cejaba hasta derrotar al ene-  
migo. En la terrible época inicial de la independencia, derrotado su-  
cesivamente por las tropas realistas y, acosado por la feroz  
insurrección social de los llaneros, que masacraban a todo aquel que  
tuviera la cara blanca, impuso la norma de no dar ni pedir cuartel al  
enemigo. Y, finalmente, decretó la política de “guerra a muerte”, con-  
tra los españoles y canarios que no lucharan bajo sus banderas. Eso  
le ganó el calificativo de cruel y sanguinario, pero la verdad es que  
no lo fue más que los jefes realistas a los que combatía. Al fin, cuando  
sus ejércitos de soldados harapientos lograron liberar parte del te-  
rritorio venezolano y, los jefes enemigos dejaron de masacrar a la po-  
blación civil, él mismo propuso al general español Pablo Morillo la  
13  
firma del “Tratado de Regularización de la Guerra”, cuyo texto fue  
redactado por el magnánimo y humanísimo Antonio José de Sucre.  
Era vanidoso en extremo, pero cultivaba una vanidad muy  
singular, que no radicaba en la apariencia personal o la ostentación  
de la riqueza, sino en la permanente búsqueda de gloria. A veces,  
eso lo hacía aparecer como un ambicioso e incluso como un loco,  
puesto que el héroe de Colombia la Grande, no andaba tras las ven-  
tajas comunes de un vencedor –la riqueza, la molicie– sino tras gloria  
y más gloria.  
El loco”, le decían sus enemigos. Como “el loco de Colom-  
14  
bia” lo conocían los diplomáticos norteamericanos, que estimula-  
ban a esos enemigos. Pero los pueblos le decían “Padre”, “Liber-  
1
3 Antonio José de Sucre, Tratado de regularización de la guerra celebrado entre los gobiernos de España  
y Colombia y firmado en Trujillo el 26 de noviembre de 1820. Ver en: http://archi vodelliberta-  
dor.gob.ve/escritos/buscador/spip.php?article11723 (23-04-2019)  
4 Jorge Núñez, op. cit., p.27  
1
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tador”, “Protector” y confiaban ciegamente en sus orientaciones,  
porque lo sabían noble y desinteresado hasta el extremo límite.  
En fin, esa ansia de gloria lo protegió de las tremendas am-  
biciones con que lo tentaron sus esbirros y aun muchos de sus bue-  
nos amigos, que buscaban coronarlo como emperador. Entonces fue  
que dijo que no iba a cambiar el título de Libertador que le habían  
concedido los pueblos, “el más alto posible de la especie humana”, por  
una corona cualquiera.  
¿Y qué decir de su proverbial generosidad, de ese desinterés  
por la riqueza que le hizo renunciar a las haciendas, dinero y joyas  
que le obsequiaron los pueblos agradecidos? Baste señalar que inició  
la guerra de independencia siendo uno de los hombres más ricos de  
Hispanoamérica, propietario de haciendas, plantaciones, esclavos y  
minas de oro, y que terminó sus días en total pobreza, al punto de  
ser amortajado con una camisa ajena.  
26 de Julio de 2018  
Bibliografía  
BOLÍVAR, Simón: Discurso de Angostura. Verlo en contacto: http://www.bi  
blioteca.org.ar/libros/1230.pdf (23-04-2019)  
–––––, Instrucciones dadas por el libertador para la educación de su sobrino  
Fernando Bolívar. Verlo en: http://www.archivodellibertador.gob.ve/es  
critos/buscador/spip.php?article1675 (23-04-2019)  
DELACROIX, Luis Perou, Diario de Bucaramanga, ediciones Luis Alberto Villa-  
marín Pulido, New York, 2015.  
15 Ibidem.  
BOLETÍN ANH Nº 200 • 477–485  
484  
Bolívar: breve visión del héroe  
DE SUCRE, Antonio José: Tratado de regularización de la guerra celebrado entre  
los gobiernos de España y Colombia y firmado en Trujillo el 26 de noviem-  
bre de 1820. Ver:http://archivodellibertador.gob.ve/escritos/buscador  
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Editores. Lima, Perú.  
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La Academia Nacional de Historia es una  
institución intelectual científica,  
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Forma sugerida de citar este artículo: Núñez Sánchez, Jorge,  
BOLÍVAR: BREVE VISIÓN DEL HÉROE, boletín de la academia  
nacional de historia, vol. XCVI, Nº. 200, julio  diciembre 2018,  
Academia Nacional de Historia, Quito, 2018, pp.477-485.