Discurso de incorporación a la
Academia Hispanoamericana de Ciencias y Letras
mentó mi admiración y aprecio para Colombia, para la Gran Colom-
bia. En el fondo de estas predilecciones, latía la identidad de mis
genes, en razón de que el general Isidoro Barriga López de Castro,
mi tatarabuelo, era bogotano, había llegado a Quito como integrante
de los ejércitos libertarios y aquí, en esta ciudad, contrajo matrimonio
con Dña. Mariana Carcelén, Marquesa de Solanda, de cuyo connubio
brotó conocida descendencia.
Además, como resalté en otro acto académico igualmente
memorable, mi hermano Leonardo, como todo un cachaco, vivió
diez años en Bogotá, cumpliendo su trabajo diplomático en la Em-
bajada del Ecuador, como Agregado Cultural, circunstancia que po-
sibilitó la intensificación de nexos entre Colombia y Ecuador,
especialmente con su intelectualidad. Leonardo, inclusive, allí hizo
familia y complementó sus estudios universitarios y de posgrado.
Esta circunstancia permitió compenetrarse aún más con ese medio,
del que participé, en mis frecuentes viajes, singularmente en tertulias
con escritores, artistas y periodistas de talla.
Posteriormente, con mi hijo Franklin Barriga Bedoya hemos
ido a Colombia, con similar predilección, a cumplir actividades de
este mismo orden, entre otras entidades, en la Academia Diplomática
de San Carlos del Ministerio de Relaciones Exteriores.
A lo mencionado, hay que añadir otros motivos numerosos
y entrañables que han llevado a la cima del afecto y gratitud que
guardo para la tierra colombiana, cuya hospitalidad me enaltece: su
generosidad ha hecho que me haga acreedor a distinciones que me
honran, como membresías de primera línea en entidades señeras,
como la Academia Colombiana de la Lengua, la Academia Colom-
biana de Historia, la Sociedad Bolivariana, la Academia Nariñense
de Historia o el Instituto de Divulgaciones Históricas de la Gran Co-
lombia. Y, ahora, complacido y honrado, recibo la deferencia que me
hace la Academia Hispanoamericana de Ciencias y Letras, creada y
dirigida por el Dr. Horacio Gómez Aristizábal, renombrado abogado
penalista, catedrático, escritor e historiador, autor de más de sesenta
libros publicados, intelectual de altos quilates ampliamente valora-
dos en exigentes centros intelectuales de su país y del extranjero.
BOLETÍN ANH Nº 200 • 501–505
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