Discurso de incorporación a la
Academia Hispanoamericana de Ciencias y Letras
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a tus cristales jugando llamarán”. Más tarde, vino el entrañable Amado
Nervo: “Amé, fui amado, el sol acarició mi faz, vida nada me debes, vida
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estamos en paz” y, luego, Alfonsina Storni, poeta a la que siempre
amé: …”Tú me quieres alba, me quieres de espuma, me quieres de nácar…
tu que en el banquete cubierto de pámpanos/ dejaste las carnes festejando a
Baco/. Tú que en los jardines negros del engaño/ vestido de rojo corriste al
estrago, / tú que el esqueleto conservas intacto no se todavía por cuáles mi-
lagros,/ me pretendes blanca (Dios te lo perdone),/ me pretendes casta (Dios
te lo perdone)/, me pretendes alba./”6
Mi núbil prea-adolescencia tropezó en su primer escalón,
pues a los once años sufrí un golpe demoledor. Cursaba entonces el
primer año de bachillerato, y era la más joven y diminuta de las
alumnas. Murió mi madre de un cáncer lento y doloroso, un 29 de
mayo de 1964, y quedamos huérfanas 4 niñas pequeñas, como hija
mayor recayó sobre mí una gran responsabilidad, mi maternidad
empezó a los once años. Ese fue un golpe mortal, como el que el gran
poeta César Vallejo describió en su poema “Los Heraldos Negros”
“
Hay golpes en la vida,/ tan fuertes, yo no sé,/ Golpes como del odio de
Dios,/ como si ante ellos,/ la resaca de todo lo sufrido se empozara en el
alma.../Yo no sé!... Son pocos, pero son, abren zanjas oscuras/ en el rostro
más fiero y en el lomo más fuerte./ Serán tal vez los potros de bárbaros Ati-
las/ o los heraldos negros que nos manda la muerte!”
La adolescencia y la orfandad me volvieron rebelde, pero
sobre todo, iconoclasta, pero Neruda apareció en mi vida cuando
tenía 13 años, y me salvó de tanto dolor: entonces leía: “Me gustas
cuando callas porque estás como ausente y me oyes desde lejos y mi voz no
te toca. Parece que los ojos se te hubiesen volado y parece que un beso te ce-
rrara la boca../ Se me apretaba el corazón al musitar: “Puedo escribir
los versos más tristes esta noche...escribir por ejemplo la noche está estre-
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llada y tiritan azules, los astros, a los lejos…” La poesía siempre nos
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Gustavo Adolfo Bécquer, “Volverán las oscuras golondrinas”. En: compiladora Natalia Pi-
kouch, Poesía para niños, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2004, pp.86-87
Amado Nervo, “En paz”. En: compiladora Natalia Pikouch, op. cit., p.97.
Alfonsina Storni, “Tú me quieres blanca”. En: editor Jaime Martínez, Alfonsina Storni. Selección
poética, Edition Reichenberger, Kassel, 1998, pp.16-17.
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Pablo Neruda, “Me gustas cuando callas”. En: Óscar Hahn. Selección y prólogo, Poemas de
amor de Pablo Neruda. Antología, Imprenta Maval Ltda., Santiago de Chile, 2004, p.58.
BOLETÍN ANH Nº 200 • 506–512
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