Franklin Barriga López
y habichuelas, eran singularmente copiosas y abundantes. La renta del
queso, que era muy famoso por su delicadeza, sabor, crema y gusto
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verdaderamente exquisito, solía ser de 16 a 20 mil escudos anuales.
En otra parte, narra el esplendor de la hacienda La Ciénega:
Inmensa, vasta y riquísima hacienda perteneciente al marqués de
Maenza, caballero cruzado en España, de la Orden llamada de Cala-
trava, y de Francia de la Orden llamada Santi Spiritus (del Espíritu
Santo). La avenida de entrada es bella, llana y ancha. Tiene potreros
abundantísimos y muy grandes y de gran fama en toda la provincia
de Quito, en los que el ganado bovino y ovino se engorda a maravilla.
Todas las demás tierras, prados y campos de dicha inmensa hacienda
están dedicados al labrantío y agricultura para sembrar toda clase de
granos y legumbres, en la cantidad que el dueño quisiera y deseara,
siendo todos aquellos campos además de su inmensidad muy fértiles
y feraces. Mas lo que tanto hace abrir los ojos de estupefacción es la
casa o palacio en el que permanece durante casi todo el año dicho mar-
qués. La construcción es sobremanera soberbia, de piedra finísima y
argamasa, con espaciosos corredores y patios, caprichosamente empe-
drados muy delicadamente, pintados con una majestuosa fachada
hacia fuera. Hay tantas habitaciones como pueda haberlas en una villa
o palacio real. Cada habitación tienen preciosísimos muebles y adornos
traídos desde Inglaterra y Francia. Tapices riquísimos de terciopelo y
damasco, persianas y paños de Persia: telas de oro y plata, alfombras
maravillosas de labrados exquisitos. En suma, en cada habitación se
admiraban diversos ajuares y muebles todos de rarísima belleza y de
gran valor, gran cantidad de espejos de cuerpo entero, es decir: de la
estatura de un hombre, unos con marcos de cristales de varios colores,
otros, de maderas finísimas adornadas de laminillas de plata. Última-
mente, cuando regresó el marqués del viaje que hizo a Londres, París
y Madrid, trajo consigo los maravillosos y elegantes objetos que mar-
caban la última palabra, así en la forma y moda moderna. Bellísimos
espejos con los que vistió y cubrió las cuatro paredes de una magnífica
habitación, desde el suelo hasta el techo de la habitación en la que
puede habitar un monarca, con toda suma majestad. En cada habita-
ción hacen singular juego los aparadores, mesillas, escritorios, estantes
incrustados de ébano, marfil, madreperlas, plata, conchas y maderas
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Mario Cicala, Descripción histórico-topográfica de la Provincia de Quito, escrita por un sacerdote
de la misma Provincia de la Compañía de Jesús, parte Primera, Viterbo-1771,traducida del ita-
liano por el P. Julián G. Bravo, S.I. y el Gral. Marcos Gándara Enríquez, Imprenta del Instituto
Geográfico Militar, Quito, 1994, en la parte concerniente a 8: Del territorio de la Tacunga y su ex-
tensión.
BOLETÍN ANH Nº 203 • 309–320
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