BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVIII  
Nº 203  
Enero-junio 2020  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Director  
Dr. Franklin Barriga Lopéz  
Subdirector  
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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVIII  
Nº 203  
Enero–junio 2020  
©
Academia Nacional de Historia del Ecuador  
IpS-SINSSNNº:1139309-00-7097X9X  
e-ISSN: 2773-7381  
Portada  
Espacio donde funcionaba la Universidad Santo Tomás  
Fotografía: Fredi Landázuri  
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Quito  
landazurifredi@gmail.com  
octubre 2020  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA DELECUADOR  
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Av. 6 de Diciembre 21-218 y Roca  
2
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. XCVIII – Nº. 203  
Enero–junio 2020  
BIENVENIDA A RODRIgO LASSO DONOSO  
COMO MIEMBRO CORRESPONDIENTE  
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Franklin Barriꢀa López1  
Una vez concluida la conquista, por parte de los españoles, de  
los territorios que conformaron la actual República del Ecuador vino  
la colonización, el reparto de tierras y la hegemonía hispánica.  
Nuevas formas culturales vinieron a fusionarse con las aborí-  
genes, dentro del marco de lo que se conoce como sincretismo. El re-  
parto de solares y la propiedad agraria respondieron a las normas  
que trajeron quienes llegaron de ultramar: es así que, en los campos  
serranos, los encomenderos y los encomendados comenzaron a con-  
vivir en una relación desigual que ha sido suficientemente estudiada  
por las ciencias sociales. En este contexto, a más de la encomienda,  
se instituyeron las reducciones de indios, esas agrupaciones a las que  
regía un cabildo rural que presidía un alcalde o varayo porque lle-  
vaba la vara de mando, de allí el nombre, y que se ha proyectado  
hasta hoy y que se cataloga como comunas. Las mitas y los obrajes  
vinieron a complementar las relaciones de producción de la época,  
que agudizaron aún más la precaria situación de los vencidos.  
En cuanto a la propiedad de la tierra, ha quedado puntuali-  
zado que después de la repartición ya referida:  
la Corona de España introdujo la costumbre de vender la tierra y, en-  
tonces, los criollos ricos, los españoles adinerados, los que de un modo  
u otro habían hecho fortuna, comenzaron a comprar la tierra al fisco –o  
a la real hacienda según la denominación de la época–, a los propieta-  
rios, a los naturales, en fin a quienes desearan venderla. Con lo cual  
1
Director de la Academia Nacional de Historia. Tiene Postgrado del Instituto de Altos Estudios  
Nacionales del Ecuador, Universidad Complutense (Madrid) y CLAD (México D.F.). Doctor  
en Ciencias Sociales, Políticas e Internacionales. Doctor Honoris Causa (Literatura) por la Uni-  
versidad Internacional del Ecuador. Presidente de Honor de la Sociedad Bolivariana del Ecua-  
dor. Miembro de la Sociedad de Escritores Latinoamericanos y Europeos (SELAE), con sede  
en Milán. Autor de más de 120 obras publicadas.  
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Franklin Barriga López  
comenzó a generalizarse el latifundio, desde fines del siglo XVII, du-  
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rante el siglo XVIII y gran parte del siglo XIX.  
En lo que compete al área agrícola, ganadera y minera, bien  
vale establecer las siguientes coordenadas:  
De América fueron a España oro, plata y piedras preciosas,  
en cantidades fabulosas que enriquecieron espléndidamente las  
arcas reales; maderas que consolidaron la arquitectura y la industria  
naval, perfeccionaron los muebles e inmuebles con mejor y lujosa  
contextura; la papa salvó del hambre a pueblos amenazados de pe-  
recer por largas hambrunas como el español en el S. XVIII; otros pro-  
ductos ayudaron magníficamente a cubrir necesidades básicas y a  
deleitar paladares, como el cacao, el maní, el tomate, el maíz, la yuca,  
la vainilla y el ají. La medicina se enriqueció notablemente con es-  
pecies vegetales nativas: para comprobar este aserto, suficiente es  
mencionar que la quinoa o cascarilla, procedente de nuestra Loja,  
particularmente de Malacatos y Vilcabamba, curó las fiebres de in-  
contables seres humanos que morían por las fiebres palúdicas, entre  
la que se encontraba la agónica esposa del Virrey del Perú, doña  
Francisca Enríquez de Rivera, condesa de Chinchón –de allí el nom-  
bre científico de Cinchona officinalis que se le endilgó a la planta–.  
Europa trajo lo suyo en el encuentro o fusión de dos mundos  
que efectivamente se produjo y no el desencuentro que esgrimen  
ciertos activistas del extremismo: el arado de fuerza animal, el trigo,  
cebada, avena, caña de azúcar, alverja, fréjol, uva, pera, manzana, hi-  
gueras, hortalizas, el arroz de Castilla, alfalfa, el caballo, el perro con  
pelo y de presa, los vacunos, la oveja, el cerdo, la gallina, los cítricos  
como el limón y la naranja, el café, dentro de ese conjunto de instru-  
mentos para ejercer trabajos de labranza o de construcción de edifi-  
cios, con maestros diestros en el manejo del serrucho, el martillo, el  
formón y el clavo, carpinteros, albañiles, herreros, profesores tam-  
bién en conocimientos no solo manuales sino intelectuales para en-  
señar disciplinas humanísticas o tocar instrumentos, que también  
llegaron, como la guitarra, el violín, el arpa, el bandolín, el acordeón,  
la trompeta o el piano. Las universidades vinieron con ellos, a la  
2
Gabriel Cevallos García, Historia del Ecuador, Colección LNS, Editorial Don Bosco, Cuenca,  
967, p. 151.  
1
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Bienvenida a Rodrigo Lasso Donoso  
usanza de la de Salamanca, la más antigua y renombrada casa de es-  
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tudios superiores de España, fundada hacia 1218 y con la cual nues-  
tra Academia tiene un convenio de recíproca colaboración.  
La tierra generosa de nuestro país sirvió para la prosperidad  
de la agricultura y la ganadería. Se conformaron extensas heredades  
donde abundaron las especies, vegetales y animales, traídas de Es-  
paña. Ya en el siglo XVIII se informaba de las óptimas condiciones,  
es así que el viajero y cronista italiano Julio Ferrari expresó de esta  
manera sus impresiones:  
En los alrededores de la capital, Quito, el curioso europeo mira las flo-  
res que se abren para suplir a aquellas que se marchitan y mantener en  
esta forma hermoso el esmalte de los campos; y respecto a la fertilidad  
de los trigos, se siembra y se cosecha al mismo tiempo. El trigo apenas  
sembrado germina, germina el que antes se sembró, ya espiga, mien-  
tras el otro, ya maduro, espera la hoz. De tal manera que en el declive  
de las colinas se ven al mismo tiempo las hermosuras de las cuatro es-  
taciones.4  
Especialmente en las actuales provincias de Imbabura, Pi-  
chincha, Cotopaxi, Tungurahua y Chimborazo florecieron haciendas  
de extensión ilimitada y poderío asombroso. En la segunda mitad  
del siglo XVIII, el jesuita Mario Cicala narró la existencia de una ha-  
cienda localizada al norte de Latacunga que la dirigían:  
seis administradores, muy llena de ganado vacuno y ovino de que hay  
cerca de doscientos noventa rebaños (allá se llaman manadas) cada una  
con mil quinientas cabezas, los mayores, mientras que los menores no  
deben bajar de novecientas cabezas. Para hacer la revisión y numera-  
ción de todo este ganado vacuno, me dijo una persona entendida de  
aquella gran finca, eran necesarios 40 y 50 días. Había indios de trabajo  
por miles, casi todos casados y con hijos. En dichas propiedades las co-  
sechas de trigo, cebada, maíz, papas, quinua y toda otra clase de granos  
3
4
Alfonso IX de León quiso tener estudios superiores en su reino y por ello creó en 1218 las  
scholas Salamanticae’, germen de la actual Universidad de Salamanca… la Universidad de  
Salamanca se convirtió, junto con París, Oxford y Bolonia en una de las primeras universidades  
europeas y hoy en día es la única española que ha mantenido su actividad a través de los  
siglos. En: Historia Universidad de Salamanca. Ver en: https://www.usal.es/historia  
(26-03-2020)  
Franklin Barriga López, Quito en el tiempo, Presidencia de la República, Secretaría Nacional de  
Información Pública-IECE, Editora Nacional, Quito, 1980, p. 81.  
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Franklin Barriga López  
y habichuelas, eran singularmente copiosas y abundantes. La renta del  
queso, que era muy famoso por su delicadeza, sabor, crema y gusto  
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verdaderamente exquisito, solía ser de 16 a 20 mil escudos anuales.  
En otra parte, narra el esplendor de la hacienda La Ciénega:  
Inmensa, vasta y riquísima hacienda perteneciente al marqués de  
Maenza, caballero cruzado en España, de la Orden llamada de Cala-  
trava, y de Francia de la Orden llamada Santi Spiritus (del Espíritu  
Santo). La avenida de entrada es bella, llana y ancha. Tiene potreros  
abundantísimos y muy grandes y de gran fama en toda la provincia  
de Quito, en los que el ganado bovino y ovino se engorda a maravilla.  
Todas las demás tierras, prados y campos de dicha inmensa hacienda  
están dedicados al labrantío y agricultura para sembrar toda clase de  
granos y legumbres, en la cantidad que el dueño quisiera y deseara,  
siendo todos aquellos campos además de su inmensidad muy fértiles  
y feraces. Mas lo que tanto hace abrir los ojos de estupefacción es la  
casa o palacio en el que permanece durante casi todo el año dicho mar-  
qués. La construcción es sobremanera soberbia, de piedra finísima y  
argamasa, con espaciosos corredores y patios, caprichosamente empe-  
drados muy delicadamente, pintados con una majestuosa fachada  
hacia fuera. Hay tantas habitaciones como pueda haberlas en una villa  
o palacio real. Cada habitación tienen preciosísimos muebles y adornos  
traídos desde Inglaterra y Francia. Tapices riquísimos de terciopelo y  
damasco, persianas y paños de Persia: telas de oro y plata, alfombras  
maravillosas de labrados exquisitos. En suma, en cada habitación se  
admiraban diversos ajuares y muebles todos de rarísima belleza y de  
gran valor, gran cantidad de espejos de cuerpo entero, es decir: de la  
estatura de un hombre, unos con marcos de cristales de varios colores,  
otros, de maderas finísimas adornadas de laminillas de plata. Última-  
mente, cuando regresó el marqués del viaje que hizo a Londres, París  
y Madrid, trajo consigo los maravillosos y elegantes objetos que mar-  
caban la última palabra, así en la forma y moda moderna. Bellísimos  
espejos con los que vistió y cubrió las cuatro paredes de una magnífica  
habitación, desde el suelo hasta el techo de la habitación en la que  
puede habitar un monarca, con toda suma majestad. En cada habita-  
ción hacen singular juego los aparadores, mesillas, escritorios, estantes  
incrustados de ébano, marfil, madreperlas, plata, conchas y maderas  
5
Mario Cicala, Descripción histórico-topográfica de la Provincia de Quito, escrita por un sacerdote  
de la misma Provincia de la Compañía de Jesús, parte Primera, Viterbo-1771,traducida del ita-  
liano por el P. Julián G. Bravo, S.I. y el Gral. Marcos Gándara Enríquez, Imprenta del Instituto  
Geográfico Militar, Quito, 1994, en la parte concerniente a 8: Del territorio de la Tacunga y su ex-  
tensión.  
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vistosísimas. Las sillas de varias formas, todas forradas de especialísi-  
mas telas de seda. Las mamparas y cortinas, de riquísimas telas. En  
todas las salas y cámaras aparecen colgados con hermosa simetría de-  
licadísimos armarios y estantes llenos de porcelana de China y del  
Japón, cristales de Bohemia y Venecia. Todo el servicio de mesa, platos,  
platillos, tazones, saleros, copas, cubiertos, cucharas, tenedores, cuchi-  
llos, es de plata. Dicho marqués posee muchos caballos muy buenos y  
briosos y muchísimas mulas de montar, de paso veloz, suave y ele-  
gante. Igualmente posee una magnífica carroza. Además de las galerías  
embellecidas al máximo con láminas y pinturas, hay una torre altísima  
de construcción muy sólida y maciza, y en ella un muy singular obser-  
vatorio con cuantos instrumentos matemáticos existen, construidos  
todos en Londres y en París. Solamente en instrumentos matemáticos  
hay un gran capital, como que en sobrepasan los veinte mil escudos.  
Desde aquella torre, con un anteojo, se ve toda la ciudad de la Tacunga,  
distante siete leguas, y con claridad se ve todas las personas que cami-  
nan por las calles, sus rasgos, como sin uno hablara frente a frente con  
el otro. No falta una bella y abundante biblioteca llena de libros, famo-  
6
sos de historias, erudición y asuntos naturales.  
En 1832, el norteamericano Adrián Terry, en su libro Viajes  
por la Región Ecuatorial de la América del Sur, cuya versión original en  
inglés se publicó en 1834, escribió:  
Llegamos a una hacienda perteneciente a nuestro buen amigo el gene-  
ral Barriga (Isidoro). Esta es una hacienda de ganado, como la mayoría  
de las propiedades en las proximidades de Quito. Tiene cinco mil ca-  
bezas de ganado vacuno, además de un gran número de caballos y  
mulos. Dentro de sus límites se levanta una montaña llamada El Cora-  
zón de los Solandas, que fue escalada en 1745 por La Condamine y  
Bouger. El nombre de esta montaña proviene de la forma de corazón y  
es objeto de una veneración casi religiosa por parte de la familia de los  
Solandas. La esposa del general Barriga es Mariana Carcelén, hija del  
último marqués de Solanda (uno de los miembros de la Junta Revolu-  
cionaria de Quito).7  
Se refería a la hacienda Chisinche, ubicada en el sector de El  
Chaupi, actual parroquia rural del cantón Mejía: el núcleo de esta in-  
mensa propiedad fue la señorial casa llamada El Cortijo de Solanda.  
6
7
Ibíd.  
Adrián Terry, Viajes por la Región Ecuatorial de la América del Sur, Ediciones Abya-Yala, Quito,  
1994, p.119  
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Tal fue el esplendor que presentaban algunas haciendas,  
siendo, por lo general, lugares de concentración de riqueza, reunio-  
nes sociales y, sobre todo, eje de la economía no solo familiar, sino  
de los pueblos circunvecinos sin haber faltado el protagonismo de  
buena parte de propietarios en las jornadas de la independencia. La  
Historia tiene en estos sitios copiosas fuentes de investigación para  
afianzar la identidad comarcana y nacional.  
Cuando William Bennet Stevenson arribó a Quito, para per-  
manecer tres años, quedó extasiado de algunas características de esta  
ciudad; enfatizó que:  
su clima es bastante agradable, y casi invariable; las lluvias indican la  
llegada del invierno, y su ausencia constituye el inicio del verano. Du-  
rante los meses de diciembre, enero, febrero y marzo, por lo general  
llueve todas las tardes; usualmente empieza a llover pasado media  
hora después de la una, y continúa hasta las cinco de la tarde. En Quito  
casi no se tiene una mañana lluviosa o nublada, e incluso durante la  
estación de lluvias las noches y las mañanas son bellísimas. La tempe-  
ratura es tan benigna que la vegetación nunca termina; de aquí que a  
la ciudad se le llame siempre verde Quito, también se oye decir la ciu-  
dad de la eterna primavera; ambos calificativos se puede decir que son  
merecidos, ya que los árboles de este lugar están siempre verdes, y los  
8
campos en las faldas de los montes nunca pierden su color.  
Este cronista inglés, que llegó a Quito, en 1808, primero como  
secretario privado del conde Ruiz de Castilla para luego pasarse al  
bando patriota porque presenció la masacre del 2 de agosto de 1810,  
resaltó que “el empleo principal de las personas de rango social elevado es  
el de visitar las haciendas, en las cuales viven parte del año, en especial en  
9
la época de cosecha y que “los habitantes blancos de circunstancias mo-  
deradamente acomodada son granjeros, mercaderes o siguen una carrera  
1
0
eclesiástica, jurídica o gubernamental Estas informaciones ratifican  
que la tenencia de las grandes haciendas y propiedades de la tierra  
8
20 años de residencia en Sudamérica, narración histórica y descriptiva, colección Tierra incógnita  
N.14, traducción de la edición de 1829 por Jorge Gómez R., primera edición completa en es-  
pañol, ediciones Abya-Yala, Quito, 1994, pp. 428-429.  
Ibíd., p. 414.  
0 Ibídem.  
9
1
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de menor cuantía estaban en manos de los más pudientes económi-  
camente, por tanto, ejercían decisiva influencia en la política y la vida  
social en general. Las comunidades religiosas, singularmente la de  
los jesuitas, eran propietarias de vastas extensiones territoriales.  
Por estos y otros antecedentes que se pueden exhibir, el mo-  
delo de organización agropecuaria tuvo incidencia directa y por cen-  
turias en la vida de la sociedad ecuatoriana: ahora, por el dinamismo  
de los tiempos, este particular ha cambiado considerablemente y la  
cuestión agrícola–ganadera tiene otras realidades, enfoques, resul-  
tados y problemas. Como muletilla, los políticos y politiqueros, den-  
tro de su conocida demagogia, repiten que hay que volver los ojos  
al campo, con lo cual se reconoce que hay olvido o por lo menos des-  
atención a los acuciantes requerimientos contemporáneos de este  
vital sector no solo para la economía.  
He dedicado considerable espacio al tema expuesto, por  
cuanto Rodrigo Lasso Donoso, desde su infancia, se halla vinculado  
al agro, habiendo recibido, en una hacienda por parte de su madre,  
la educación correspondiente a los tres primeros años de escuela,  
que los refrendó en Riobamba. Los tres restantes los realizó en la es-  
cuela Municipal Espejo, de Quito, para proseguir sus estudios en el  
colegio Benalcázar, el Instituto (Ciencias Contables) llamado Alejan-  
dro Humboldt, luego sus estudios a través del curso avanzado en  
Salvat Editores, también cursó de cinco años en IBM y realizó una  
preparación de “Gerencia de empresas agropecuarias”, en el repu-  
tado INCAE, de Costa Rica.  
Ha laborado en Pasteurizadora Quito, en el Banco Pichincha,  
en Pidhaygesa (Subgerencia Quito), en la gerencia de lanzamientos  
(obras en fascículos) de la anotada Salvat Editores, en IBM del Ecua-  
dor como director territorial, habiendo alcanzado el récord de ventas  
en América y el Lejano Oriente, fue director ejecutivo de Granito S.A.  
y presidente de Agro Turística Hualilagua.  
Ha sido, además, presidente del Centro Agrícola de Mejía,  
fundador del Paseo Chacarero, asesor del ministro de Agricultura  
Marcelo Laniado, presidente de Enprovit, premio “Lo mejor del  
Ecuador en ganado Holstein”, presidente de la Cámara de Agricul-  
tura de la Primera Zona, presidente de la Federación de Cámaras de  
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Franklin Barriga López  
Agricultura del Ecuador, conferencista invitado a los Estados Uni-  
dos, Colombia, España, Argentina, Chile, Perú, China, Corea y  
Japón, Premio “Galo Plaza Lasso” Al Mejor Ganadero del año 1982,  
ministro de Agricultura y Ganadería, uno de los negociadores del  
Ecuador en el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Perú, Colombia  
y Estados Unidos, director de ASOGAN, presidente de la Asociación  
Holstein del Ecuador, fundador y director de la Fundación NATURA  
y de la Fundación IDEA, fundador y director de la Fundación AN-  
TISANA, Chagra del Año 1984.  
Luego de escuchar lo mencionado, los aquí presentes se pre-  
guntarán y todo esto que es brillante ¿qué tiene que ver con la Aca-  
demia Nacional de Historia para haber nombrado a Rodrigo Lasso  
como Miembro Correspondiente? Tienen razón quiénes así hayan  
pensado, y tendrán igualmente razón para justificar este nombra-  
miento una vez que escuchen lo que voy a resaltar seguidamente:  
Rodrigo es un apasionado por la Historia, no solamente como  
voraz lector de estos temas sino como investigador, lo cual quedó  
11  
irrefutablemente demostrado en su libro Los centauros de América.  
De manera minuciosa, con amplias fuentes de consulta, des-  
pliega su trabajo de manera clara y sistematizada, bajo la fundamen-  
tada premisa de que:  
la relación que establecen hombres y caballos es extraordinariamente  
profunda. Jinetes y caballos se vuelven un centauro cuando se conocen,  
se interpretan, se necesitan, se retan, se cuidan; en síntesis, se fusionan  
en uno solo, de manera única y sorprendente. Cuando el hombre pasa  
de ser solamente jinete y se interrelaciona profundamente con su ca-  
ballo de tal manera que se confían la vida el uno al otro, sus vidas se  
compenetran al punto de llegar a parecer un imponente centauro. Un  
12  
solo ser que conjuga lo mejor de sus componentes.  
De Grecia vino la figura del centauro, ser mitológico figura de  
hombre en la parte superior y caballo desde la cintura hacia abajo,  
así lo consideraron los indígenas a la figura del jinete enjaezado y su  
1
1 Rodrigo Lasso Donoso, Los centauros de América, Trama ediciones, Imprenta Mariscal, Quito,  
012, 420 páginas.  
2 Rodrigo Lasso Donoso, Los centauros de América, Tramaediciones, Imprenta Mariscal, Quito,  
012, p. 11.  
2
1
2
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corcel, a los que ubicaron como un solo cuerpo originario prove-  
niente de los confines de la divinidad, aún más si de allí salía la  
muerte, ya que creían que manejaban el trueno y el rayo por las  
armas de fuego que infundían pavor y esas armaduras con cascos  
metálicos frente a las cuales poco efecto tenían hondas, flechas y lan-  
zas en el período de la conquista.  
Esta obra, bien realizada, pasa revista a los caballos y sus jine-  
tes que se convirtieron en símbolos de identidad y pertenencia, como  
los cowboys de los Estados Unidos, el charro mexicano, el montador  
guatemalteco, el sabanero costarricense, el llanero venezolano y co-  
lombiano, el morochuco y el chalán peruano diestros en el manejo  
del caballo de paso, el vaquero boliviano, el tropeiro brasileño, el  
huaso chileno, el gaucho argentino, llamado “el centauro de las pam-  
pas” que montaba “el alazán tostado antes muerto que cansado”  
cuya exégesis quedó en el Martín Fierro, de José Hernández, califi-  
cado por Leopoldo Lugones como el libro nacional de los argentinos.  
Cuando era adolescente, leí esta obra en una edición proveniente del  
siglo XIX, quedaron en mi memoria estos versos que no he olvidado  
y cuya sabiduría popular la hemos aplicado:  
Los hermanos sean unidos  
porque esa es la ley primera,  
tengan unión verdadera  
en cualquier tierra que sea,  
porque si entre ellos pelean  
13  
los devoran los de afuera.  
Todavía resuenan en mi memoria estos otros versos del mismo  
payador:  
Yo no soy cantor letrao,  
mas si me pongo a cantar  
no tengo cuando acabar  
y me envejezco cantando  
las coplas me van brotando  
como agua de manantial.  
13 José Hernández, El gaucho Martín Fierro, Imprenta de La Pampa, Victoria 79, Buenos Aires,  
1872, p. 100.  
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Franklin Barriga López  
Yo no tengo en el amor  
quien me venga con querellas,  
como esas aves tan bellas  
que saltan de rama en rama  
yo hago en el trébol mi cama  
14  
y me cubren las estrellas.  
En otro rapto de inspiración, el gaucho define su sensibilidad  
y recia contextura en estos acordes:  
Con la guitarra en la mano  
ni las moscas se me arriman,  
nadie me pone el pie encima  
y cuando el pecho se entona,  
hago gemir a la prima  
y llorar a la bordona.  
Yo soy toro en mi rodeo,  
y toraso en rodeo ajeno,  
siempre me tuve por bueno  
y si me quieren probar  
salgan otros a cantar  
y veamos quién es menos.  
15  
En nuestra Costa, el montuvio, con propia personalidad, prac-  
tica el rodeo en el que intervienen incluso mujeres como diestras ji-  
netes: perduran coplas de inolvidable y picaresco acento, también  
entonadas con acompañamiento de guitarra, al igual que el amorfino  
y el contrapunto que es un duelo en verso entre dos contendientes,  
que afianza la tradición oral.  
En la serranía ecuatoriana, el chagra es la figura que caracteriza  
a los personajes de los países indicados, con su propia estampa, som-  
brero, poncho, bufanda y zamarro, que desafía al viento de los pára-  
mos sobre el infaltable caballo, con el cual recorre distancias y arrea,  
torea, enlaza o marca el ganado, diestro en el lazo y otras habilidades,  
es relievado en el paseo o desfile que agrupa a miles de jinetes y que  
se organiza en sitios de resonancia vernacular, como Machachi o San-  
14 Ibíd.  
15 Ibíd., p. 60.  
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Bienvenida a Rodrigo Lasso Donoso  
golquí. En estos quehaceres en donde se exalta a la ruralía y sus po-  
bladores, enmarcados en los sones de bandas de pueblo, bailes y des-  
files chacareros, hacendados y chagras, todos al unísono, exhiben sus  
coloridas vestimentas y bailan hasta el agotamiento justificado por  
cuanto se exalta lo propio, aquello por lo cual se lo ha declarado, a  
estas festividades, patrimonio cultural inmaterial. Y Rodrigo Lasso  
está en primera fila, como buen y orgulloso chagra, pionero del Paseo  
Chacarero, como lo fue otro chagra emblemático, lamentablemente  
fallecido, Raúl Guarderas.  
Junto al caballo y al perro, dentro del mundo de la chagrería  
no se debe olvidar a los toros que protagonizan las corridas popula-  
res: el toreo a caballo tiene connotaciones especiales por su especta-  
cularidad y refleja todo el ambiente ganadero que genera amplias  
actividades de trabajo y rendimiento económico.  
Con solo este libro, Lasso Donoso ya tenía credenciales para  
ingresar a nuestra centenaria entidad; no obstante, cabe indicar que  
16  
es autor, asimismo, de estas otras obras: La leche del Ecuador, es un  
texto referente de la historia de la ganadería de leche y su influencia  
cultural en nuestro país; Historia del Ambiente, Agricultura y Cultura  
1
7
precolombina del Ecuador, en que estudia y describe cómo el am-  
biente natural, los primeros agricultores, las maneras que emplearon  
para domesticar, recoger y manejar la enorme biodiversidad de la  
flora y el impacto de la agricultura en la formación cultural; anuncia,  
igualmente, tener inédita Osos espumosos, historia de la cacería a la  
conservación. Además, este tratadista de temas campiranos, donde  
no falta la esencia histórica, ha publicado artículos en los diarios qui-  
teños El Comercio y el desaparecido Hoy, como también en varias re-  
vistas.  
Por estas y otras consideraciones, la Comisión de Ingresos y  
Ascensos de nuestra institución aprobó su ingreso, lo que fue ratifi-  
cado en sesión por la Junta General integrada por los Miembros de  
Número. Con estos antecedentes, me es sumamente grato brindar la  
más cordial bienvenida a Rodrigo Lasso Donoso a la Academia Na-  
16 Rodrigo Lasso Donoso, La leche del Ecuador. Historia de la lechería ecuatoriana, Efecto Studio,  
Quito, agosto 2015.  
1
7 Rodrigo Lasso Donoso, Historia del Ambiente, Agricultura y Cultura precolombina del Ecuador,  
inédita.  
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Franklin Barriga López  
cional de Historia del Ecuador en calidad de Miembro Correspon-  
diente, seguro de que su permanencia entre nosotros será de capaci-  
dad y señorío.  
Bibliografía  
BARRIGA LÓPEZ, Franklin, Quito en el tiempo, Presidencia de la República, Se-  
cretaría Nacional de Información Pública-IECE, Editora Nacional, Quito,  
1980  
CEVALLOS GARCÍA, Gabriel, Historia del Ecuador, Colección LNS, Editorial  
Don Bosco, Cuenca, 1967  
Historia Universidad de Salamanca. Ver en: https://www.usal.es/historia  
(26-03-2020)  
CICALA, Mario, Descripción histórico-topográfica de la Provincia de Quito, escrita  
por un sacerdote de la misma Provincia de la Compañía de Jesús, parte  
Primera, Viterbo-1771,traducida del italiano por el P. Julián G. Bravo, S.I.  
y el Gral. Marcos Gándara Enríquez, Imprenta del Instituto Geográfico  
Militar, Quito, 1994, en la parte concerniente a 8: Del territorio de la Tacunga  
y su extensión.  
HERNÁNDEZ, José, El gaucho Martín Fierro, Imprenta de La Pampa, Victoria  
79, Buenos Aires, 1872  
LASSO DONOSO, Rodrigo, La leche del Ecuador. Historia de la lechería ecuatoriana,  
Efecto Studio, Quito, agosto 2015.  
–––––, Historia del Ambiente, Agricultura y Cultura precolombina del Ecuador, in-  
édita.  
TERRY, Adrián, Viajes por la Región Ecuatorial de la América del Sur, Ediciones  
Abya-Yala, Quito, 1994  
2
0 años de residencia en Sudamérica, narración histórica y descriptiva, colección Tierra  
incógnita N.14, traducción de la edición de 1829 por Jorge Gómez R., pri-  
mera edición completa en español, ediciones Abya-Yala, Quito, 1994  
BOLETÍN ANH Nº 203 • 309–320  
320  
La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Barriga López, Franklin,  
"
Bienvenida  
a
Rodrigo Lasso Donoso como Miembro  
Correspondiente de la Academia Nacional de Historia", Boletín de  
la Academia Nacional de Historia, vol. XCVIII, Nº. 203, enero -  
junio 2020, Academia Nacional de Historia, Quito, 2020, pp.309-  
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