Cultura lojana
materia lista, lleno de odio, ambición, para formar al hombre con
equilibrio y sentido crítico, sembrando la verdadera revolución
moral, más que con palabras, ser testimonio de vida.
La educación en los países libres como el nuestro, tiene que
afianzar la conciencia ciudadana, mantener incólume la vida demo-
crática, la paz, la libertad, los valores morales, libre de prejuicios y
limpios de premeditaciones sectarias.
La educación como realidad humana, tiene una particular
historia, se inicia con el nacimiento del hombre y continúa a lo largo
de su vida.
Cómo mirar con nostálgica ternura, en la educación inicial,
ver a los alumnos, sentados en rústicos maderos, cobijados bajo un
frondoso árbol, como medio de aprendizaje una pizarra confecciona
da de pedernal, con miras siempre a un prometedor mañana, para
cumplir sus anhelados propósitos.
El avance cultural, se desarrolla con la presencia del maestro
unidocente, que debe cumplir su misión, con muchos niveles de
orientación a sus alumnos, hasta cuando el Gobierno de turno a tra-
vés del respectivo Ministerio, ubica un maestro por aula, con
incipiente servicio de salud, pero así se ha ido robusteciendo y
actualizado la educación.
La historia es reversión de hechos y aspiraciones humanas,
porque una civilización, mientras más perfecta se ha de definir, por
la mayor adquisición de valores éticos y científicos en las diversas
edades, más tiende al perfeccionamiento del individuo y la sociedad.
La educación fue siempre el medio sensible del espíritu de
cada época, tendiente a plasmarse hoy en la universal aspiración,
para el progreso individual y social.
Es hora de indemnizar a la humanidad, por los perjuicios
ocasionados, con sistemas y planes que no han sido revisados cons-
cientemente por mucho tiempo, trasplantados de un medio diferente
al nuestro, con sacrificio de lo auténtico.
Somos peregrinos de lo infinito, porque dentro de la vida civi-
lizada, los actos que marcan la conquista de la inteligencia o de la
cultura, merecen ser inmortalizados.
BOLETÍN ANH Nº 204–Vol XCVIII • 413–417
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