BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVIII Nº 204  
Enero–junio 2020  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVIII  
Nº 204  
Julio–diciembre 2020  
©
ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
eISSN 2773-7381  
Portada  
Luis A. Martínez  
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Quito  
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marzo2021  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA DELꢀECUADOR  
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BOLETÍN AC ADEMIA NACIONAL DE HISTORIA DEL ECUADOR  
Nº 204–Vol XCVIII • julio–diciembre 2020  
HISTORIA DE ZÁMBIZA1  
Gregorio César de Larrea2  
Resumen  
Este trabajo constituye un aporte al conocimiento de la histo-  
ria de una población actualente ubicada en el Distrito Metropolitano  
de Quito. Nadie ha publicado monografía alguna de Zámbiza que  
exponga información tomada de documentos inéditos, de manera  
que nada se conoce sobre la tenencia de la tierra en dicha parroquia  
ni sobre los nombres de sus propietarios. Con esta oportunidad, por  
primera vez, publicamos documentación original sobre Zámbiza. El  
presente estudio compendia la tenencia de la tierra y los propietarios  
sobre la base de la localización y resumen de documentos.  
Zámbiza es una parroquia ubicada inmediatamente al No-  
reste de Quito, que limitaba con la parroquia de Cotocollao y con  
Guayllabamba e incluía la actual parroquia de Calderón. Calderón  
fue fundada apenas en 1897, en el antiguo Carapungo. La antigua  
parroquia de Zámbiza incluía: Nayón, Llano Grande, Llano Chico,  
Carretas, Carapungo, Cocotoc, Oyacoto, Tanda, Chinguiltina (Hoy:  
Mariana de Jesús), Collas, Calderón, San Isidro de El Inca, San José  
de El inca y algunos otros anejos.  
Palabras clave: Zámbiza, Llano Grande, don Mariano Larrea, Be-  
doya.  
1
2
Recibido: 24-01-2020 // Aceptado: 22-07-2020  
Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Historia del Ecuador. Licenciado en  
Ciencias Jurídicas en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Historiador y Genealo-  
gista con 34 años de experiencia, especialista en la época colonial e Independencia. Ha publi-  
cado varios libros y decenas de artículos científicos en revistas especializadas y en los diarios  
El Comercio y La Hora. Manejó durante muchos años el Fondo Antiguo “Luciano Andrade  
Marín” de la Biblioteca Municipal de Quito.  
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Gregorio César de Larrea  
Abstract  
This work constitutes a contribution to the knowledge of the  
history of a current population located in the Metropolitan District  
of Quito. Nobody has published any monograph of Zámbiza that  
exposes information taken from unpublished documents, so that  
nothing is known about land tenure in said parish, nor about the  
names of its owners. With this opportunity, for the first time, we pu-  
blished original documentation on Zámbiza. The present study sum-  
marizes land tenure and owners based on location and summary of  
documents.  
Zámbiza is a parish located immediately northeast of Quito,  
which bordered on the parish of Cotocollao and Guayllabamba and  
included the current parish of Calderón. Calderón was founded only  
in 1897, in the old Carapungo. The old parish of Zámbiza included:  
Nayón, Llano Grande, Llano Chico, Carretas, Carapungo, Cocotoc,  
Oyacoto, Tanda, Chinguiltina (Today: Mariana de Jesús), Collas,  
Calderón, San Isidro de El Inca, San José de El Inca and some other  
annexes.  
Keywords: Zámbiza, Llano Grande, don Mariano Larrea, Bedoya.  
Como preámbulo de nuestro estudio, diremos que uno de  
los fundadores de Santiago y San Francisco de Quito en 1534 fue  
Alonso de Jerez, quien recibió la encomienda de Zámbiza, que luego  
pasó a su hijo homónimo quien, en 1561, era encomendero en Zám-  
3
biza Posteriormente, entre 1692 y 1697, el Fiscal de la Real Audiencia  
de Quito, don Antonio Ron, realizó la “composición de tierras” de  
la jurisdicción de Quito, revisando previamente los títulos de pro-  
piedad de los terratenientes. Como fruto de su trabajo, envió al Con-  
3
Ortiz de la Tabla Ducasse, Javier: Los Encomenderos de Quito 1534-1660, Publicaciones de la Es-  
cuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, Sevilla, 1993, pg.32  
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Historia de Zámbiza  
sejo de Indias un registro de los principales propietarios de las ha-  
ciendas de la jurisdicción de Quito, del cual extraemos los nombres  
y apellidos de propietarios en la parroquia de Zámbiza y en su ve-  
cina parroquia de Cotocollao, con la que limitaba, apellidos, algunos  
de los cuales aparecerán citados en nuestro estudio. Anotamos,  
igualmente, el lugar donde poseían sus haciendas y la superficie de  
las mismas, tomando en cuenta que una caballería equivale a 43 hec-  
táreas.  
Propietarios de haciendas  
Zámbiza. José Freire Bohórquez, fundador del mayorazgo de Freire.  
3
1 caballerías.  
Zámbiza. Inés de Paz y Benavides. 18 caballerías.  
Zámbiza. Juan de Salcedo. 15 caballerías.  
Zámbiza. Francisco de Cepeda. 20 caballerías.  
Nayón. Pedro de los Reyes. 12 caballerías. La familia Reyes aparece  
como propietaria y como vecinos principales en Zámbiza aún en  
1841 y 1843, como se verá.  
Nayón. Colegio de San Fernando. 12 caballerías.  
Chinguiltina. Alonso Sánchez de Maldonado. 38 caballerías.  
Chinguiltina. Juan de Medrano. 20 caballerías.  
Cotocollao. José Ruiz de Ortega. 14 caballerías.  
Cotocollao. Francisco Machado de Chávez. 24 caballerías.  
Cotocollao. Jerónimo Martín Montanero. 22 caballerías.  
Cotocollao. Manuel Ponce de León, conde de Selva Florida. 31 caba-  
llerías.  
Cotocollao (Hipia). capitán Gabriel de Yerovi. 23 caballerías.  
Cotocollao. Cristóbal de Arauz. 46 caballerías.  
Cotocollao (Cachusquí). Juan de Torres Pizarro. 49 caballerías.  
Cotocollao. José Ramírez/presbítero Dávila. 15,5 caballerías.  
Cotocollao. Fernando de Velasco. 16 caballerías.  
Cotocollao. Francisco Semanate. 13 caballerías.  
4
Cotocollao. Clemente Suárez de Figueroa. 14 caballerías.  
4
Vargas, José María: La Economía Política del Ecuador durante la colonia,pp. 139-140  
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Gregorio César de Larrea  
Por otra parte, posteriormente, en los libros parroquiales de  
bautizos de Zámbiza aparecen muy pocas familias prominentes. Ci-  
tamos, a manera de ejemplos los siguientes:  
El 20 de enero de 1783 se bautizó a Francisco (“español”),  
como expósito a las puertas de doña Catalina Santa Coloma (madre  
de los Larrea Santa Coloma y abuela de doña Josefa Larrea Yerovi).  
Fue su madrina doña Josefa Larrea Yerovi, propietaria del mayo-  
razgo de Freire, más tarde casada con su primo hermano don Joa-  
quín Montúfar y Larrea, caballero de Carlos III, hermano de don  
Juan Pío Montúfar y Larrea, marqués de Salva Alegre y presidente  
5
de la Junta Revolucionaria del 10 de Agosto de 1809.  
Doña Catalina Santa Coloma fue casada con el general Pedro  
Ignacio de Larrea-Zurbano y Dávalos, y como tutora, crío a sus cua-  
tro nietos Montúfar Larrea (uno de ellos el marques de Selva Alegre),  
por haber quedado huérfanos. Fue su hijo, don Francisco-María de  
Larrea y Santa Coloma, quien en 1758 caso con doña Josefa Yerovi  
Freire, propietaria del mayorazgo de Freire, que comprendía las ha-  
ciendas de Cochasqui, Tanda, Moronga e Iñaquito, esta última ubi-  
cada en el Ejido de Quito. La hacienda Tanda estaba ubicada en  
Tocachi pero, además, en la antigua parroquia de Zámbiza, coinci-  
dentemente existe un anejo llamado también Tanda, junto al Club  
Rancho San Francisco, anejo seguramente propiedad de los mismos  
dueños del mayorazgo de Freire, pues el Ejido de Quito iba desde la  
Alameda hasta Cotocollao.  
En 1777, la Audiencia de Quito resolvió provisionalmente  
que don Francisco-María de Larrea y Santa Coloma se posesione de  
las haciendas del mayorazgo de Freire.  
Fue su hija, doña Josefa de Larrea y Yerovi (1762-1787), quien  
heredo el mayorazgo de Freire y caso en 1786 con su primo hermano  
don Joaquín Montúfar y Larrea, caballero de Carlos III, (hermano del  
marques de Selva Alegre, don Juan Pio Montúfar y Larrea). Tuvieron  
como hija única a doña Mercedes Freire y Montúfar, quien firmaba  
como primer apellido Freire, por haber heredado el mayorazgo de  
Freire.  
5
Archivo Parroquial de Zámbiza, libros de bautizos  
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Historia de Zámbiza  
El 12 de diciembre de 1787, se bautizó en Zámbiza a Ma-  
riano, de cinco días de nacido, hijo legítimo de don Tomás Albán y  
doña María Águeda Salazar. Fue su padrino don Mariano Larrea,  
quien, como se verá, en 1841 compró la hacienda Llano Grande, que  
6
en aquel entonces formaba parte de la parroquia de Zámbiza.  
En los libros parroquiales de bautizos de Zámbiza, entre  
enero de 1779 y octubre de 1795, aparecen los siguientes apellidos  
de vecinos “blancos”: Carvajal, Rocha, Bedoya, Quiroz, Vargas, Sán-  
chez, Bolaños, Gómez, Flores, Pazmiño, Tufiño, Padilla, Reyes, Ba-  
rahona, Rodríguez-Suárez, De la Cruz, León, Beltrán, Godoy, Parra,  
Peralta, Delgado, Espinosa, Narváez, Gordillo, Rivera (del año 1770),  
Valverde, Martínez, Santa Coloma, Larrea, Montúfar, Suárez, Villacís,  
Cárdenas, Baca, Vela, Chaves, Gortaire, Aldás, Vásquez-Albán (o  
simplemente Albán, vecino de Latacunga), Salazar (vecina de Lata-  
cunga), Hinostroza, Albán (vecino de Pomasqui), Carvajal (vecina  
de Pomasqui), Hinojosa, De los Ríos, Peñaherrera (vecino de Lata-  
cunga), Cárdenas (vecina de Latacunga), De la Guerra, Nogales.  
Por otra parte, en Zámbiza, entre 1779 y 1795, don Tomás  
Vásquez-Albán (o simplemente Albán) y su esposa doña María  
Águeda Salazar, vecinos “españoles” (blancos) de Latacunga, radi-  
cados en Zámbiza, bautizaron a sus siguientes hijos:  
–Mariano, el 12 de diciembre de 1787. Padrino; don Mariano  
Larrea, desde 1841 propietario de la hacienda Llano Grande, en Zám-  
biza.  
–Juan Francisco, el 10 de octubre de 1789. Madrina: Nicolasa  
Medina.  
Nicolás Ambrosio, el 20 de diciembre de 1791. Madrina:  
doña Josefa de la Barrera y Nates.  
Zámbiza era una parroquia esencialmente indígena. En los  
libros de bautizos de Zámbiza, entre 1779 y 1816, aparecen las si-  
guientes fes de bautismo de familias de caciques:  
–21 octubre 1791, se bautizó a Dionicia, hija legítima de don  
Pedro Tasintuña y doña Calista Culqui, caciques naturales de Zám-  
biza. Padrino: Asencio Tasintuña.  
6
Archivo Parroquial de Zámbiza, libros de bautizos  
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Gregorio César de Larrea  
5 junio 1796, se bautizó a Manuel Fernando, hijo legìtimo  
de don Martín Logmaña, Cacique, y de doña Manuela Ramírez, in-  
dios residentes en Nayón. Padrino: don Bonifacio Anaguano.  
–17 julio 1803, se bautizó a Salvador Samuesa, niño indio de  
Oyacoto, hijo legítimo de Manuel Samuesa y de Catalina Juña. Pa-  
drino: Miguel Farinango. Firma: el cura párroco de Zámbiza, Nicolás  
Cabezas Merizalde, quien escribe: “Advierto que este niño, según  
me informa el Gobernador de este pueblo, es descendiente de los  
Lemas, Caciques de la Madalena (¿Magdalena?) de Anasca, princi-  
pales de ese país”.  
–4 marzo 1804, se bautizó a Casimira Carrera, hija legítima  
de don Joaquín Carrera, Cacique, y de Petrona Juña. Madrina: Asen-  
cia Calvachi.  
–6 agosto 1804, se bautizó a Manuela, hija legítima del Caci-  
que don Mariano Gualoto y de doña Petrona Ramírez, cacica. Ma-  
drina: doña María Juña, viuda del cacique don Domingo Ramírez.  
–6 mayo 1806, se bautizó a Petrona Pillapaña, hija legítima  
del cacique don Francisco Anaguano y de la cacica doña Francisca  
Pillapaña. Padrino: Blas Gualoto.  
–12 julio 1806, se bautizó a Juan Gualberto, hijo legítimo del  
gobernador cacique don Manuel Pumisacho y de doña Isabel Ramí-  
rez. Padrino: Antonio Ventura Ramírez, Cacique.  
–11 enero 1813, se bautizó a Pascual, hijo legítimo de don An-  
tonio Ventura Ramírez, “Cacique de este pueblo” y de Joaquina Vi-  
llapana. Madrina: doña Nicolasa Ramírez.  
1 mayo 1815, se bautizó a Felipe Santiago, cacique de  
Nayón, hijo legítimo de don Andrés Anaguano y de doña María Pi-  
llapaña, de Nayón. Padrino: don Vicente Anaguano, Gobernador.  
Hacemos notar que, durante la colonia, a diferencia del resto  
de indígenas, solamente los caciques y sus familias eran tratados con  
el “don” o “doña”, al igual que los hidalgos españoles y criollos. Por  
lo tanto, si uno de los cónyuges era tratado con el “don” o “doña”,  
mientras que el otro no tenía dicho tratamiento, se evidenciaba que  
había desigualdad entre ellos.  
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Historia de Zámbiza  
Por otra parte, el colega historiador doctor Manuel Espinosa  
Apolo nos ha informado que, en 1841, en la parroquia de Zámbiza,  
había apenas 171 vecinos “blancos”.  
Zámbiza era una parroquia indígena. En 5 de marzo de 1797  
aparece un acta de matrimonio que llama la atención. En la iglesia  
de Nayón, se casaron don José Losmaña y doña Petrona Pillopana,  
hijos de caciques y gobernador”. Fueron sus padrinos: Manuel Ti-  
tuaña, don Melchor Chambes y doña María Ramírez. Testigos: don  
Diego Anaguano, don Lorenzo Chambes y José Cabrera.  
7
Una de las poquísimas familias “blancas” que vivían en el  
pueblo de Zámbiza, en la década de los 1820, fue la conformada por  
don Ildefonso Villavicencio, su esposa doña María Antonia Carvajal  
8
y sus hijos.  
En la década de los años 1820, fue cura de Zámbiza el doctor  
9
Antonio Fabara, pues su familia era oriunda de Zámbiza. En la dé-  
cada de los años 1830, el doctor Antonio Fabara era racionero de la  
Catedral de Quito10  
Hemos de decir que uno de los apellidos más prominentes  
de Calderón, que anteriormente formaba parte de la parroquia de  
Zámbiza, fue Becerra. El pedagogo Samuel Becerra, que floreció en  
el siglo XX, pertenecía a los Becerra de Calderón.  
Por otra parte, el doctor Jorge Bueno Landázuri tenía en su  
poder, en 1870, un resto de una herencia dejada por don Mariano La-  
rrea, que pertenecía a su hijo don Gregorio de Larrea y Salazar, fa-  
llecido en 1871, lo cual consta en el testamento de don Gregorio de  
11  
Larrea y Salazar. Don Mariano Larrea fue propietario de la hacienda  
Llano Grande, desde 1841, como se verá, y fue cuarto abuelo de Gre-  
12  
gorio César De Larrea, que escribe este artículo.  
7
8
Archivo Parroquial de Zámbiza, libro de matrimonios, 1797  
Archivo Parroquial de Zámbiza, libros de bautizos y de defunciones, 1824-1830. Y: Larrea, Gre-  
gorio César, Fichero Histórico, pp. 162-163  
9
1
1
1
Larrea, Gregorio César, Fichero Histórico, pgs. 42, 162, 163.  
0 Actas Capitulares de la Catedral de Quito, década de los años 1830.  
1 AN, Protocolos, Notaría 2°, 1871-1872, Nicolás García, Prot. Del Dr. Del Pozo, f. 152  
2 En anteriores publicaciones, erroneamente escribimos: Doctor Jorge Becerra, en lugar de lo  
correcto: Doctor Jorge Bueno Landázuri  
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Gregorio César de Larrea  
El doctor Jorge Bueno Landázuri fue abogado nacido en  
832, hijo de payanés. Fue concejal de Quito en 1861, 1862 y 1865, y  
1
en 1880 fue diputado liberal. Casó en 1855 con doña Teresa Muñoz  
Quiñones, hija de don Manuel María Muñoz Ruilova, quien, como  
se verá a continuación, tenía una hacienda que lindaba con la ha-  
13  
cienda Llano Grande propiedad de don Mariano Larrea.  
En Quito, el 16 de octubre de 1841, don Mariano Larrea com-  
pró la hacienda Llano Grande, al Norte de Quito, entonces parte de  
la parroquia de Zámbiza, de la siguiente manera: El doctor Antonio  
Fabara, vecino de Quito, síndico de la Cofradía de Nuestra Señora  
de la Pura y Limpia Concepción, que se venera en la Catedral de  
Quito, racionero de casa de la Catedral de Quito, dice que el sargento  
mayor Diego Donoso de la Carrera reconocía 500 pesos a censo, a  
favor de dicha Cofradía, en unas tierras de la parroquia de Guaylla-  
bamba, censo que se trasladó, por escritura otorgada el 9 de octubre  
de 1756 ante José Pazmiño, a dos estancias: la de Llano Grande (de  
extensión de dos caballerías tres y media cuadras) y la de Oyacoto  
(de extensión de una caballería tres cuadras y tres solares). Ambas  
estancias estaban ubicadas en la parroquia de Zámbiza y eran pro-  
piedad de los señores Pablo Jaramillo y Bernardina Calvache, quie-  
nes dejaron de pagar los réditos del censo, y las vendieron a don  
Joaquín Paz y Miño, en 400 pesos a censo, por escritura de 23 de oc-  
tubre de 1785 ante el escribano Felipe Santiago Navarrete.  
Luego recayó la posesión de dichas estancias en su hija legí-  
tima doña Ignacia Paz y Miño casada con don Manuel Mariano Be-  
doya, quien dejó de pagar los réditos. Su hija, doña Rosa Bedoya Paz  
y Miño estaba casada con el ciudadano Mariano Larrea. Don Ma-  
riano Larrea, vecino de Quito, compró la estancia de Llano Grande,  
a la cofradía, en 310 pesos 5 reales, por escritura otorgada en Quito  
el 16 de octubre de 1841, ante Camilo Espinosa (Notaría Primera),  
de los que debía reconocer 267 pesos a censo, a favor de la cofradía,  
cuyo síndico era el cura doctor Antonio Fabara, quien aparece como  
párroco de Zámbiza en la década de los 1820, pues su familia era  
oriunda de Zámbiza.  
13 Jurado Noboa, Fernando: La familia Bueno, Quito, 2009, pg.84.  
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Historia de Zámbiza  
Dicha estancia, de Llano Grande, tenía casa grande. Sus lí-  
mites eran: por el Oriente, limitaba con las tierras de comunidad de  
los indígenas de Zámbiza, cerro en medio. Por el mediodía (Sur), con  
la “Y” de la hacienda del señor Manuel Muñoz Ruilova y parte fue  
del señor José de los Reyes. Por el Septentrión, con las tierras de la  
señora Tomasa Mancheno, que antes fueron del señor Mariano Cal-  
vache. Por el Occidente y entrada a la estancia, con el Camino Real  
14  
que pasa de Chaquiscaguayco a Carapungo.  
Una caballería equivale a 43 hectáreas, de los que se infiere  
que la estancia (hacienda) que compró don Mariano Larrea tenía 90  
hectáreas de superficie.  
En Quito, el 9 de abril de 1840, se nombró síndico de la Co-  
fradía de Nuestra Señora de la Concepción al doctor Antonio  
15  
Fabara.  
El 10 de noviembre de 1868, los ciudadanos Antonio Povea,  
Manuel Tapia y Manuel Cabrera consideraban tener derecho a po-  
seer unas tierras denominadas Llano Grande, en Zámbiza, en las  
que, como consta en escritura pública otorgada en Quito, el 23 de oc-  
tubre de 1785, tiene un principal a censo la Cofradía de la Inmacu-  
lada Concepción. Piden que se declare extinguido dicho censo,  
previa consignación que harán del principal. El Cabildo de la Cate-  
dral informó que estaba en litis el derecho de propiedad que los so-  
licitantes creen tener; por tanto, no se accedió a dicha solicitud.1  
El 3 de noviembre de 1868, el Cabildo de la Catedral de Quito  
6
dice que, después de haber hecho las averiguaciones necesarias, ha  
descubierto que el legítimo poseedor de Llano Grande es el señor  
Jorge Bueno, quien, si fuera el caso, también ofrece redimir el censo  
con que está gravado el mencionado Llano Grande, dando el capital  
íntegro y los réditos caídos. Por tanto, estaba en discusión con cuál  
de las dos partes debía arreglarse este asunto. Puesta a discusión y  
tomada la votación, se decidió que debe arreglarse con el señor Jorge  
Bueno, por ser éste y no los otros solicitantes: Tapia, Cabrera y Paz-  
14 AN, Notaría 1°, Protocolos, libro 487, 1840-1842, caja 216  
15 Actas Capitulares de la Catedral de Quito, 1840  
16 Actas Capitulares de la Catedral de Quito, 1868  
BOLETÍN ANH Nº 204–Vol XCVIII • 467–496  
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Gregorio César de Larrea  
miño, el legítimo propietario y pacífico poseedor de las tierras de-  
nominadas Llano Grande17  
El señor Manuel Bueno (padre del mencionado doctor Jorge  
Bueno Landázuri) era mayordomo de fábrica de la Catedral en 1862,  
y tesorero de diezmos en 1863. Su hijo, el señor Federico Bueno Lan-  
dázuri, fue nombrado colector de rentas decimales (diezmos) el 28  
de septiembre de 1866.  
El 30 de abril de 1872, se trasladó la fianza hipotecaria que  
había hecho el colector de diezmos, señor Federico Bueno Landázuri,  
de la casa de su hermano doctor Jorge Antonio Bueno Landázuri, a  
una hacienda de su propiedad. Seguramente se trataba de la ha-  
cienda Llano Grande18  
El 19 de noviembre de 1869, el Cabildo de la Catedral de  
Quito aprobó la solicitud de Manuel Cabrera pidiendo la adjudica-  
ción del principal con que, a favor de la Cofradía de la Purísima, está  
19  
gravada la hacienda Oyacoto  
Como hemos manifestado, la hacienda Llano Grande, que en  
841 compró don Mariano Larrea, lindaba por el Sur con con la “Y”  
1
de la hacienda del señor Manuel Muñoz Ruilova. En Quito, el 29 de  
mayo de 1841, el doctor Ignacio Escobar, albacea de la testamentaría  
de la señora Ignacia de los Reyes, viuda que fue de don Sirilo (¿) de  
León y Páez, vende la hacienda San Miguel de Zámbiza al señor Ma-  
nuel Muñoz Ruilova, en 11500 pesos, de los cuales 7700 son de con-  
tado y 3800 a censo. La hacienda San Miguel de Zámbiza tenía 47  
caballerías, 12 cuadras, dos y medio solares y 653 varas cuadradas.  
Por el Oriente, sus linderos eran: por el pie, las tierras de los indios  
sueltos de Llano Grande, y siguen para arriba con las de doña Ana  
Bedoya, zanjas por medio. La señora Ignacia de los Reyes heredó  
dicha hacienda de su hermano el cura de Cayambe doctor José  
20  
Reyes, quien la compró a doña Manuela Borja y Villacís viuda de  
don Francisco Xavier Guerrero.21  
1
1
1
2
2
7 Actas Capitulares de la Catedral de Quito, 1868  
8 Actas Capitulares de la Catedral de Quito, 1862-1872  
9 Actas Capitulares de la Catedral de Quito, 1870  
0 AN, Protocolos, Notaría 3°, 1841  
1 Por otra parte, haciendo una digresión, hemos descubierto un dato sobre don Antonino Nar-  
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476  
Historia de Zámbiza  
Continuando con la documentación sobre la tenencia de la  
tierra en la parroquia de Zámbiza, diremos lo siguiente:  
En la hacienda Carretas, términos del pueblo de Cotocollao,  
el 9 de octubre de 1801, en la casa de su hacienda, doña Ana de Agui-  
rre, vecina de Quito, esposa del capitán don Pablo Martínez, dice  
que, con expreso permiso de su marido, es albacea de la testamenta-  
váez, una de cuyas bisnietas casó con el bisnieto de don Mariano Larrea, propietario de la  
hacienda Llano Grande: En 1809, don Antonino Narváez remató la cobranza de Diezmos de  
Guaca (Ibarra) en 700 pesos (AN, Notaría 1°, Juicios, caja 255, 1809-1810, exp.26). Don Anto-  
nino Narváez, junto con Fray Manuel de Valdospinos, en 1818, fundaron La Paz, en la Pro-  
vincia del Carchi -cuya gruta es un sitio turístico- por lo que una calle de La Paz lleva el  
nombre de don Antonino Narváez, quien fue propietario de la hacienda Pisán, ubicada junto  
a la hacienda Rumichaca. Fue su hija legítima: Visitación Narváez Recalde, casada con Santos  
José Cevallos. Hijo: Juan Antonio Cevallos Narváez, nacido en San Antonio de Ibarra por  
1867, fallecido en 1926, casado con Rosa Merino Chávez (hija de Juan Merino Miranda, Te-  
niente Político de La Paz, y Matilde Chávez). Hija: Flora Clelia Cevallos Merino, nacida en  
La Paz en 1907, casada en Riobamba en 1933 con don Ángel María Larrea Segovia (bisnieto  
de don Mariano de Larrea). Hijo: Don César Augusto de Larrea Cevallos, nacido en Rio-  
bamba en 1944, casado en Quito en 1967 con la Licenciada Zafiro Proaño Muriel. Hijo: Li-  
cenciado Gregorio César De Larrea Proaño, nacido en Quito en 1968, autor de este escrito.  
Don Mariano de Larrea Villarroel fue pariente próximo de don Pedro Lucas de Larrea León,  
vecino de Riobamba y de Chambo, quien testó dos veces; la primera, en Quito, el 17 de Mayo  
de 1799, ante Ramón de Maya. Como datos interesantes, en dicho testamento dice que don  
Pedro Lucas de Larrea y León era propietario de la hacienda Chuglín, heredada de sus pa-  
dres, que incluía la hacienda Titaicún; ambas haciendas tenían impuestos 5000 pesos, cuyos  
réditos cobraba su sobrino don Juan de Larrea y Villavicencio, Prócer de la Independencia.  
Además, don Pedro Lucas de Larrea y León poseía una hacienda en Colta, que estaba a  
censo, siendo el capellán otro de sus sobrinos, el Doctor don Domingo de Larrea y Villavi-  
cencio, quien gozaba de sus réditos.  
Decía que sus hermanos, los Doctores don Ambrosio y don Joaquín de Larrea y León, ex je-  
suitas expulsados de la Real Audiencia de Quito, heredaron de sus padres la hacienda Chu-  
quipogio y el obraje de Santa Catalina del Gavico. Ambos jesuitas encargaron a su apoderado  
y hermano, don Pedro Lucas de Larrea y León, que cuide de sus caudales en la Real Audien-  
cia de Quito, por lo que manejó dichas haciendas, hasta que los dichos jesuitas ordenaron  
que se las entregue a su hermano don Gregorio de Larrea y León (Padre del Marqués de San  
José).  
Declaraba que debía 315 pesos 2 reales a su sobrino don Juan de Larrea y Villavicencio.  
Como compensación económica por una deuda con ellos, deja algún dinero a sus hermanos  
don Ramón de Larrea y León, y don Gregorio de Larrea y león, y a los hijos y nietos de don  
José de Larrea y León (+), su hermano. (AN, Protocolos, 1799, ante Ramón de Maya).  
Por otra parte, en Quito, el 7 de Marzo de 1797, el Doctor don Domingo de Larrea y Villavi-  
cencio, cura de Cayambe, otorga poder general a don Pedro Tobar, vecino de Guaranda, para  
que se muestre como parte en el remate de la hacienda Casayche, que quedó por muerte de  
don Ramón de la Puente, en la que pesan 6000 pesos de principal, de don Domingo de Larrea  
y Villavicencio, impuestos por Sebastián Rodríguez de la Parra. Don Pedro Tobar debía cui-  
dar que en el remate no se pierdan los 6000 pesos de la capellanía que pertenecía a don Do-  
mingo de Larrea y Villavicencio.  
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Gregorio César de Larrea  
ría de Francisco José de la Puebla, quien ajustó el contrato de com-  
pra-venta de la estancia de Carapungo, con don Tomás Bedoya, para  
que ella, su albacea, otorgue la correspondiente escritura. En una de  
las cláusulas del testamento manda se paguen los tributos de tres in-  
dios “que el señor don Pablo me vendió con la estancia de Cara-  
pungo, en seicientos pesos de contado, y setecientos a censo, con sus  
muebles y aperos”. Dice el testador que le debe a don Pablo 190  
pesos. Francisco José de la Puebla vende la estancia en Carapungo a  
don Tomás Bedoya, vecino de Quito, en 426 pesos 5 reales de con-  
tado. Se menciona que don Mariano Quiroga es padre legítimo, tutor  
y curador de María Quiroga, como nieta del citado José de la Puebla,  
por muerte de Mariana de la Puebla, su hija legítima, como heredera  
del remanente de sus bienes. Francisco José de la Puebla compró la  
estancia en Carapungo, el 8 de enero de 1801, al capitán don Pablo  
Martínez, por escritura otorgada ante el escribano Joaquín Rodrí-  
guez.  
La estancia tenía de superficie 4 caballerías y 6 cuadras de  
tierra, con casa de vivienda e incluía una serie de bienes muebles y  
3
indios conciertos. Sus linderos eran: Por la entrada, Camino Real  
antiguo, que va al pueblo de Guayllabamba, y tierras de don Antonio  
Bedoya. Por el frente, con las del comprador. Por un lado, con tierras  
del mismo. Por la cabeza, con el Camino Real nuevo, que corre por  
dichas tierras lindando con las del citado don Antonio Bedoya. El  
precio de la venta, a don Tomás Bedoya, es de 1126 pesos 5 reales,  
pagados así: 700 pesos a censo a favor del Convento Máximo Seráfico  
de Quito, y los 426 pesos 5 reales restantes de contado. Francisco José  
de la Puebla otorgó testamento en Cotocollao, el 5 de agosto de 1801,  
en el que dice que es vecino de Cotocollao. Su sobrina es María An-  
drade. Dice que su hermana es doña Tomasa Arellano, quien crió a  
Francisco José de la Puebla y le socorrió en sus necesidades. Su her-  
mana es doña Josefa Puebla. Declara que ha pagado a don Tomás  
Bedoya 13 pesos 2 reales por cuenta del indio Bartolomé Lema (¿) y  
manda se le paguen 25 pesos más. Manda se paguen los tributos de  
3
indios que el señor don Pablo Martínez le vendió con la estancia  
de Carapungo, con sus muebles y aperos, en 600 pesos de contado y  
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7
00 a censo. Por dicha venta, aún le debía a don Pablo Martínez 190  
pesos. Dice que es su heredera María Quiroga. Su esposa es Mariana  
Aguilar. Tiene un hijo casado llamado Carlos Puebla. Menciona tener  
una difunta esposa.22  
Respecto a la hacienda Zámbiza, diremos que, en Quito, 26  
de abril de 1802, el Doctor don Tadeo José de Orozco vende la ha-  
cienda Zámbiza al presbítero don Bernardo Bedoya. El escribano se  
dirigió a la casa de don Tadeo José de Orozco y Piedra, chantre de la  
Iglesia Catedral, quien a su nombre y de todos sus herederos proce-  
dió a vender a don Bernardo Bedoya, cura del pueblo de San Geró-  
nimo de Pintag, una hacienda nombrada Zambiza, ubicada en los  
llanos pertenecientes a la parroquia de Cotocollao.  
Dicha hacienda fue comprada por el vendedor mediante un  
remate público en el Juzgado Eclesiástico de Quito, el 19 de febrero  
de 1791, la misma que había pertenecido a don Antonio Villacís  
Ponce de León, prebendado de la Iglesia Catedral, por cuestión de  
censos no pagados.  
Los limites y linderos de dicha hacienda son: por la entrada,  
el Camino Real de las carretas que va para Guayllabamba; por el  
pies, con el camino de Chasquiscaguaico que va al pueblo de Zam-  
biza; por un lado, con tierras de don Tomás Bedoya, llamadas Pare-  
des; por el otro lado, con tierras de la capellanía que goza el  
presbítero don Pedro Julián Ortiz de Cevallos, y un pedazo de tierra  
que linda con tierras de la hacienda del doctor don Joaquín Gutié-  
rrez, abogado de la Real Audiencia; otro pedazo linda con tierras lla-  
madas Paltapamba. Un cajón considerable que se halla a un lado,  
linda por un lado con las tierras llamadas Proaño, pertenecientes al  
dicho doctor Gutiérrez; por el pie, con el camino de Chinguiltina; y  
por la cabecera, con las tierras del presbítero don Pedro Ortiz; por  
otro lado, con las tierras del dicho don Tomás Bedoya, llamadas Lon-  
sero. La hacienda se entrega con todas sus entradas y salidas, con  
sus costumbres y servidumbres, con las tierras sin cultivo alguno,  
con las casas de vivienda cubiertas de teja.  
22 AN, Protocolos, Notaría Primera, 1801  
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La casa principal de dicha hacienda consta de 9 cuartos y un  
corredor. Cinco cuartos con puerta de tabla buena, tres con cerradu-  
ras y llaves de lava, y la otra con su cerradura, cerrojo y llave, y los  
cuatro restantes: el uno sin puerta y los demás con sus puertas fo-  
rradas de cuero sin chapa.  
En frente de dicha casa se halla un troje con sus puertas bue-  
nas con chapa y cerrojo de hierro corriente. Y a los dos extremos del  
corredor se hallan dos faldiqueritas que la una sirve de oratorio, con  
sus puestos y cerradura corriente, y la otra con su puerta de cuero,  
sin cerradura. Al final, declara que toda la casa se halla en estado de  
ruina, particularmente el troje.  
Los ganados pertrechos y las herramientas que se entregan  
son: 23 bueyes de arada, 4 borricos, 1 yegua, un caballito, una barra,  
dos palas de hierro, un hacha, un indio concierto, 60 ovejas chicas y  
grandes.  
El precio de dicha hacienda queda establecido en 3.925 pesos  
pagados de la siguiente manera: 700 pesos de contado. Los 3.225  
pesos que faltan pasan a reconocerse: en favor del Monasterio del  
Carmen de la nueva fundación la cantidad de 2000 pesos; el Con-  
vento de Santa Clara recibirá 500 pesos; el de Santa Catalina o el de  
San Francisco, que se encuentran en pleitos, obtendrán 300 pesos  
bajo la sentencia que dictamine el juez eclesiástico; 200 pesos para la  
Colecturía de Manuales de la Catedral; y al Convento de San Fran-  
cisco otorga 225 pesos.  
El presbítero don Bernardo Bedoya era hermano de don  
Tomás Bedoya.23 El presbítero don Bernardo Bedoya otorga su tes-  
tamento en Quito, el 31 de julio de 1802. Declara que ha servido a la  
capellanía fundada por Agustín Sánchez Calero, recibiendo el prin-  
cipal de 4.810 pesos sobre la hacienda de Sinche que posee don Ro-  
salino Segura en Guaranda, de los cuales se le deben los réditos de  
los últimos 4 años desde el último recibo que lo posee el doctor don  
Joaquín Martínez y que deben ser cobrados por su albacea a don Ro-  
salino Segura y después entregados a los hijos de su hermano don  
Tomás Bedoya.  
23 AN, Protocolos, Notaría Segunda, caja 1, vol.1  
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Declara que debe: a don José Paredes 10 pesos por un toro;  
un torete a Mariano Peralta y en caso de que no se tenga dicho animal  
se le darán 8 pesos. Declara que tiene: una vaca colorada con cria que  
está encargada a don Luis Díaz; un caballo alazán bajo el poder del  
mismo don Luis Díaz; un caballo negro que está encargado a don Ma-  
riano Jaramillo; una mula chúcara mohína que la tiene don Manuel  
Pelayo; dos caballos yungas y una mula que están en el convento; un  
buey negro en la hacienda de Santo Domingo en poder de fray Ma-  
nuel Becerra, a quien se le cancelará 3 pesos por el patronaje; un potro  
castaño que está en poder de don Luis Díaz y que le pertenece a su  
hermana, doña Ana Bedoya; un caballo tordillo en poder de don  
Diego Almy.  
Deja: una silla de plata que costó 70 pesos que está encargada  
a su sobrina Tomasa; una clavera de plata de 90 pesos; un faquimón  
y una gurupera de plata que valen 56 pesos.  
Le deben: la señora doña Manuela de [...] 51 pesos; don Ma-  
nuel Pelayo 6 pesos de los cuales se rebajarán 5 pesos en plata al  
porte de una botella y un vasito; don Luis Saina 5 pesos.  
Declara que tiene: una chacra en Santa Clara para que se  
venda en 4.000 pesos; una chacra en Zámbiza que costó 700 pesos  
que le deja a su hermana Ana Bedoya y sus hijas.  
Deja: a su sobrina Estefa, 30 pesos en plata y un caballo de  
los enumerados; 60 pesos a cada uno de sus hermanos; 60 pesos a su  
sobrino José Manuel; 100 pesos a su comadre doña Agustina Villacís.  
Dispone que de la hacienda que deja a su hermana Ana se satisfagan  
1
00 pesos a la persona que sus hermanos saben que es su hermana  
Andrea; 30 pesos a la hija de doña Luisa Castelo; 25 pesos a su mu-  
chacho Vicente; 20 pesos a su hermana Ana de una paga; 50 pesos a  
Petrona Rodríguez.  
Declara que tiene una estancia llamada Landázuri, de la cual  
tiene la mayor parte por haber pagado los entierros de sus padres.  
Estas tierras no se venderán mientras viva su hermana Andrea y des-  
pués podrán ser vendidas y la parte que le corresponde se agregará  
al pago de sus dependencias.  
Manda que dentro de dos meses después de su muerte se  
vende la hacienda que tiene en Santa Clara para así poder satisfacer  
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las mandas y a los herederos, y todo el sobrante sea para que su her-  
mano lo reparte entre sus hijos. En caso de que se demore más del  
citado tiempo, será su hermana la que venderá el terreno.  
Manda a que se cobren 10 pesos a doña Catalina Bamonte,  
para que se la pague a don Tomás Albuja a quien se le debe 15 pesos.  
Tiene unas hebillas de plata de Andrés Larco, las mismas que  
están empeñadas en 7 pesos cada una y en caso de que no pague  
serán revendidas.  
Declara que el padre Guijarro debe 40 pesos los que se le co-  
braran al señor don Bernardino Delgado.  
Por sus herederos nombra a sus hermanos: don Tomás, doña  
Ana y doña Andrea Bedoya; y por sus albaceas, en primer lugar a  
24  
su hermano don Tomás y en segundo lugar a su hermana doña Ana  
Por otra parte, en Quito, a 13 de marzo de 1805, doña Ana  
Bedoya reconoce 423 pesos de censo a favor del Convento de San  
Francisco, sobre la hacienda de Zámbiza. Compareció doña Ana Be-  
doya, vecina de Quito, viuda de don Joaquín Pazmiño, quien dice  
que: al haberse rematado la hacienda de Zambiza situada en el pue-  
blo de Cotocollao a favor del finado doctor don Tadeo José de  
Orozco, chantre de la iglesia Catedral, en fecha 19 de febrero de 1791,  
a instancia de los tenedores censualistas, en la cantidad de 3.225  
pesos reconocidos a favor de: 2.000 pesos para el Monasterio del Car-  
men Nuevo, 500 pesos al Monasterio de Santa Clara, 300 pesos al de  
Santa Catalina, 200 pesos a la colecturía de manuales y 225 pesos al  
Convento Seráfico.  
Verificado el remate, el Convento de San Francisco pidió que  
se pronunciase sentencia de preferidos, alegando que el instrumento  
de su principal había sido otorgado el 12 de abril de 1640 por Juana  
Rubio, viuda de Diego Maldonado. Revisado este alegato, se declaró  
el 12 de abril de 1799 que el doctor don Tadeo José de Orozco está  
obligado a cumplir el tenor del remate de la hacienda de Zámbiza y  
por consiguiente a reconocer en ella los 3225 pesos a censo y a con-  
signar el importe de las costas procesales. Además, que el Monaste-  
rio de Santa Catalina no tiene en dicha hacienda el principal de 300  
24 AN, Protocolos, Notaría Segunda, caja 1, vol.1, f.170  
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pesos que supuso, y la Colecturía de Manuales el de los 200 pesos  
que se presentó, pues solo tiene 67 pesos, por lo que se declara que  
los 423 pesos deben ser entregados según dictamine la sentencia co-  
rrespondiente.  
La sentencia, con fecha 20 de enero de 1803, menciona que:  
las cuentas del juicio sean pagadas por el Convento Seráfico del prin-  
cipal de 225 pesos y sus respectivos réditos, quedando así liquidada  
la cuenta que le había sido conferida el 12 de abril de 1640 por Juana  
Rubio, viuda de Diego de Maldonado, referente a la imposición an-  
tecedente hecha en la venta celebrada por Rodrigo Salamanca sobre  
3
caballerías y media de tierra en dicha hacienda. Al Monasterio de  
Santa Clara se le dará el principal de 500 pesos impuestos por don  
Juan López Salcedo a 21 de noviembre de 1805. Al Monasterio de Car-  
melitas de la Nueva Fundación se le dará el principal de 2000 pesos  
y los réditos que correspondan por instrumento del ilustrísimo señor  
doctor don Sancho de Andrade y Figueroa, quien fue Obispo de  
Quito, sobre 4 estancias del asiento de Latacunga, lo que consta en el  
testamento de don Juan López Salcedo de fecha 23 de diciembre de  
1
693. Producto del remate, se deben entregar a la Contaduría de Ma-  
nuales, la cantidad de 77 pesos y réditos como quedó establecido en  
la escritura otorgada por don Juan López Salcedo el 6 de octubre de  
1696. Se determina, además, que no se le entregue dinero alguno al  
Monasterio de Santa Catalina por no haber presentado ningún docu-  
mento que verifique su derecho. En relación a lo ofrecido por el doc-  
tor don Tadeo José de Orozco, la cantidad de 3225 pesos, y resultando  
que la demanda de los acreedores suma un total de 2802 pesos, existe  
un sobrante de 423 pesos que serán satisfechos con principal de censo.  
En tal virtud, habiendo comprado dicha hacienda don Ber-  
nardo Bedoya, hermano de la otorgante, al indicado doctor Orozco,  
y comprometiéndose a pagar los 423 pesos al Convento Seráfico,  
dejó, según su testamento, como poseedora del terreno a la otor-  
gante, quien ahora solicita que se formalice el arreglo de dicha sen-  
tencia. Así, reconoce por dueño y señor directo del principal de 423  
pesos y sus réditos al Convento Máximo de San Francisco. Para ga-  
rantía de este pago, la otorgante graba sus bienes, incluida la ha-  
cienda de Zámbiza que, según la tasación realizada por don Ignacio  
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Gregorio César de Larrea  
Suasti el 22 de febrero de 1790, se compone de 17 caballerías, 13 cua-  
dras, y un solar, distribuidos en tres distintos cuerpos.  
El primer cuerpo es un llano grande que por linderos tiene:  
Por el oriente y medio día, con el Camino Real Antiguo que había a  
Guayabamba; por el septentrión, con tierras de don Tomás y don An-  
tonio Bedoya; y por el poniente, con las que fueron del doctor Cal-  
vache. El segundo cuerpo linda por la parte del poniente, con las de  
expresado doctor Calvache, que están interpuestas en medio de estos  
dos cuerpos, y sin lindero conocido; por el septentrión y segundo  
lindero consta una zanja de cerco con tierras de los referidos Bedo-  
yas; y por el Oriente, con el Camino Real Antiguo de Chinguiltina;  
y cierra por el medio día y cuarto lindero con la hacienda y tierras  
de doctor don Joaquín Gutiérrez que antes pertenecieron a doña Ig-  
nacia Quintana. El tercer cuerpo se halla a continuación del camino  
antiguo de Chinguiltina por medio; por la cabecera y lado del medio  
día, con Camino Real; por el poniente, con tierras del gobernador de  
Cotocollao; y por el pie y lado del septentrión, con tierras de don  
Joaquín Gutiérrez con más dos caballerías y media de pastos esca-  
brosos y pendientes y las casas de vivienda.  
Hallándose presentes el reverendo padre predicador general  
fray Francisco Espinoza de los Monteros, guardián actual; el padre  
fray Miguel Aroca, procurador general; y don Juan Pólit Laurel, sín-  
dico del Máximo Convento de la Orden Seráfica, aceptan este ins-  
trumento.2  
5
En otro caso de compra-venta de tierras en la parroquia de  
Zámbiza, encontramos que, en Quito, el 29 de agosto de 1810, el pres-  
bítero don Pedro Julián Ortiz de Cevallos, pobre de solemnidad, dice  
que se vendió un terreno en la parroquia de Zámbiza, perteneciente  
al Monasterio de Monjas de la Concepción, a Agustín Vanegas y al  
Alférez don Manuel Calvache, por escritura otorgada el 2 de Diciem-  
bre de 1732.  
El 2 de diciembre de 1732, por escritura otorgada ante Alejo  
de Montesdeoca, Agustín y Lorenzo Banegas vendieron a don Ma-  
nuel Calvache, siete u ocho caballerías, cuyos linderos eran: por la  
parte baja y un costado, con las tierras y estancia del mismo compra-  
25 AN, Protocolos, Notaría Primera, caja 207, vol. 461, tomo I, fs. 168-170v.  
BOLETÍN ANH Nº 204–Vol XCVIII • 467–496  
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Historia de Zámbiza  
dor, y por el otro lado con tierras del Convento de Monjas Conceptas,  
y por la cabecera y parte alta con tierras y estancia de los herederos  
de José Rodríguez.  
Se menciona que un hombre apellidado Alderete tuvo cuatro  
caballerías seis cuadras en el pueblo de Zámbiza.  
El 21 de Marzo de 1737, el Convento de la Concepción de  
Quito vendió dos caballerías y media en Zámbiza a Bartolomé Cal-  
vache, hijo del Alférez Manuel Calvache. Don Manuel Calvache era  
casado con doña Juana Cardoso y tenían un hijo menor llamado Bar-  
tolomé Calvache. La representante del Monasterio de Monjas de la  
Concepción, abadesa madre María Josefa de Santa Cecilia, vende el  
terreno en Zámbiza, que se encontraba en desuso, compuesto por un  
pedazo de tierra de aproximadamente una caballería de superficie,  
eriales e infértiles, a Bartolomé Calvache, vecino de Zámbiza. Las  
tierras vendidas tenían los siguientes linderos: por la parte de arriba,  
la estancia del Capitán don Felipe Iriarte. Por abajo y un lado, con  
las mismas tierras del susodicho. Al costado, las tierras del Alférez  
Manuel Calvache, padre de Bartolomé Calvache. El precio de venta  
era de 250 patacones de a ocho reales.  
En Quito, en 1810, el presbítero don Julián Ortiz de Cevallos  
tenía querella por tierras con doña Estefanía Bedoya, vecina de Co-  
tocollao, quien reclama el deslinde de un terreno de su propiedad  
llamado “Concha”, en Zámbiza, donde don Julián Ortiz de Cevallos  
tenía impuesta una capellanía de 1500 pesos. Doña Estefanía Bedoya  
decía que esa propiedad les pertenecía, a ella y a sus hermanas, por-  
que la había comprado don Antonio Bedoya. El presbítero don Ma-  
nuel Calvache había fundado la capellanía eclesiástica de 1500  
pesos, sobre la estancia que adquirió en Zámbiza, de dos y media  
caballerías de superficie. El Alférez don Manuel de Calvache era  
26  
abuelo del presbítero don Julián Ortiz de Cevallos.  
Doña Ana Bedoya poseía las dos y media caballerías vendi-  
das por el Monasterio de Monjas Conceptas de Quito a don Barto-  
lomé Calvache el 21 de marzo de 1737 ante el escribano Diego de  
Ocampo Lizón.  
26 AN, Juicios, Notaría 1°, 1810, caja 259, exp. 6, 27 de Agosto de 1810  
BOLETÍN ANH Nº 204–Vol XCVIII • 467–496  
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Gregorio César de Larrea  
En Quito, el 28 de junio de 1772, Pablo Jaramillo, vecino del  
pueblo de Zámbiza, residente en Quito, vende a Antonio Bedoya,  
vecino de Zámbiza, residente en Quito, una estancia llamada Con-  
chaloma, de dos caballerías de superficie, en Zámbiza, ubicada en  
términos del pueblo de Cotocollao, que la compró al licenciado Ge-  
rónimo Calvache, por exención que contra ella siguió el doctor don  
José Cabrera Barba, como constancia del remate que le hizo ante el  
juez eclesiástico en 200 pesos, los 170 pesos a censo de la capellanía  
que sirve el doctor, y los 30 pesos restantes al contado.  
Sus linderos son: por un lado, las tierras del licenciado don  
Bartolomé Calvache. Por el otro, las tierras del otorgante. Por la ca-  
becera, el Camino Real que va al sitio de Chinguiltina, y tierras de la  
estancia de don Tomás Barba. Y por el pie, las tierras de don Santiago  
Calvache. El precio en que se vende la estancia “Concha” es de 200  
pesos de a ocho. La estancia Concha tenía impuestos a censo 170  
pesos a favor de la capellanía que sirve el doctor don José Barba.  
La estancia no tenía casa.  
Don Antonio Bedoya tenía un hijo llamado don Mariano Be-  
doya.  
Por otra parte, doña Estefanía Bedoya, vecina de Quito, dice  
que el presbítero Julián Ortiz de Cevallos promovió un expediente,  
sobre deslinde de un terreno en Zámbiza, en que supone impuesta  
una capellanía de 1500 pesos. Doña Estefanía Bedoya, junto con sus  
hermanos, era propietaria de la estancia llamada Concha (Concha-  
loma), que compró su padre Antonio Bedoya, a Pablo Jaramillo, el  
2
8 de junio de 1772, en 200 pesos, de los cuales 170 eran a censo.  
Doña Estefanía Bedoya era prima de don Mariano Bedoya.  
Por otra parte, en Quito, el 4 de julio de 1817, don José Joa-  
quín de Bedoya vende la estancia Carapungo a doña Margarita Qui-  
rós, en 375 pesos de contado. Se presentaron, por una parte, don José  
Joaquín de Bedoya, como hijo legítimo de los finados don Tomas de  
Bedoya y de doña Margarita de Quirós y como albacea testamentaria  
de su hermano don Manuel Mariano de Bedoya y Quirós; y de doña  
Margarita de Quirós, madre común de todos sus hijos. Por la otra  
parte, se presentó doña Margarita de Quirós, soltera.  
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Historia de Zámbiza  
Don José Joaquín Bedoya indica que el 25 de septiembre de  
777, don José Calvache conocido como el mayor y mejor postor, ve-  
1
cino del pueblo de Zámbiza, en representación de don Pedro de Qui-  
rós, vecino del mismo pueblo, hicieron una postura en el remate de  
una estancia llamada Carapungo ubicada en los llanos del pueblo  
de Cotocollao. Dicha estancia le pertenecía a Manuel de Santander  
y le fue incautada por pedido de doña Francisca de Serayn y Necuesa  
viuda de don Manuel Martínez de Bustamante, por cantidad de  
pesos que el mencionado Santander adeudaba a la enunciada Se-  
rayn. Al darse el remate, el ganador fue don José Calvache, quien  
pagó la cantidad de 825 pesos de los cuales 450 pesos se reconocieron  
a censo a favor de los respectivos interesados, y los restantes 365  
pesos fueron pagados de contado. Cumpliendo con el tenor del re-  
mate, los consignó don Pedro Quirós, abuelo legitimo del otorgante,  
reservando la cantidad de 80 pesos mientras se entregaba el censo;  
después dicho Quirós le solicitó al rematador Calvache que le entre-  
gase los instrumentos de traspaso de dicha estancia. Estos documen-  
tos fueron entregados el 10 de octubre de 1777 y desde ahí la estancia  
ha pertenecido al dicho Pedro de Quirós y sus herederos.  
Tras su muerte, dicha hacienda, que era conocida como El  
Horno, pasó a manos de doña Margarita de Quirós, madre del otor-  
gante don José Joaquín de Bedoya, quien en su testamento otorgado  
el 6 de diciembre de 1815 menciona que la finca sea tasada y que su  
hijo don José Joaquín la puede sumar a su parte hereditaria. Tras la  
muerte de don José Bedoya se procedió a la tasación de sus bienes y  
la finca obtuvo un valor de 322 pesos a los que se debía restar 27  
pesos para el general de censo antiguo establecido en 450 pesos. Pa-  
gados los valores, quedó adjudicada dicha estancia a don José Joa-  
quín de Bedoya, la misma que está compuesta de dos caballerías y  
trece cuadras de terrenos útiles para la siembra.  
Aclarados los puntos anteriores y usando su facultad como  
dueño de la estancia, don José Joaquín de Bedoya decide volver a  
enajenar a doña Margarita de Quirós y sus herederos la estancia si-  
tuada en el pueblo de Cotocollao, que lleva por nombre Carapungo  
y es conocida como El Horno. Dicho terreno está compuesto por dos  
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Gregorio César de Larrea  
casas: la primera con cuatro cuartos cubiertos de teja y otro de paja,  
con su corredor enladrillado sobre cinco pilares de madera, los cua-  
tro montados sobre bases y el otro en tierra firme. La otra casería  
también está cubierta de teja y se compone de dos cuartos sin puertas  
y de buen maderaje, y un horno cercado en sus paredes que dan al  
medio del llano, sin cubierta ninguna.  
Los límites y linderos de dicha estancia son: por la entrada,  
con el Camino Real Viejo que va al pueblo de Guayllabamba; por el  
un lado, con la hacienda de don Zoylo de León; y por el otro lado,  
con la estancia de los herederos del finado don Tomás de Bedoya;  
por la cabecera, con doña Tomasa Mancheno, viuda de don Juan de  
Dios de Bedoya.  
La estancia es vendida a un precio de 970 pesos de los cuales  
50 pesos se reconocen a censo antiguo a favor de sus respectivos in-  
4
teresados y los restantes 520 pesos serán pagos de contado, incluidos  
los 80 pesos que debían estar retenidos conforme el remate y mientras  
doña Francisca de Serayn no entregue los recibos correspondientes.  
Respecto a esta venta, en Quito, a 4 de julio de 1817, la Real  
Administración General de Alcabala certifica que don José Joaquín  
Bedoya ha satisfecho la cantidad de 15 pesos correspondientes a los  
5
00 pesos de contado en que ha vendido una chacra nombrada Ca-  
rapungo, perteneciente al pueblo de Cotocollao, a favor de Margarita  
Quirós.2  
7
Por otra parte, en Quito, el 6 de junio de 1821, doña Juana de  
Bedoya y Quirós vende una casa y tierras a don José Molina, situadas  
en el pueblo de Cotocollao, en 329 pesos 6 reales de contado y 233  
pesos y medio a censo. Comparecieron, por una parte, doña Juana de  
Bedoya, esposa de don José Monge, con quien asegura no tener vida  
conyugal desde hace más de 6 años, por lo que pide la licencia nece-  
saria para poder firmar el acta de venta que se detalla a continuación.  
El juzgado le otorga dicha licencia sin limitación alguna, así como la  
licencia en su calidad de heredera de sus finados padres: don Tomás  
de Bedoya y doña Margarita de Quirós, vecinos de Cotocollao. Y, por  
la otra parte comparecieron don José Molina con su legitima consorte  
doña Ignacia de la Parra, ambos vecinos de Cotocollao.  
27 AN, Protocolos, Notaría Primera, caja 209, vol. 466, fs. 555v.-560  
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Historia de Zámbiza  
Doña Juana Bedoya dice que por muerte de sus padres  
quedó a su nombre la Estancia Carapungo, situada en terrenos del  
pueblo de Cotocollao, que tiene por linderos: adelante, con el Ca-  
mino Real de Carapungo; por la cabecera, con el Camino Real calle-  
jón de Chinguiltina; por un costado, con la estancia nombrada el  
Horno perteneciente a los mismos herederos de sus padres; y por el  
otro lado, con una zanja y tierras de doña Tomasa Mancheno, viuda  
del finado don Juan de Dios Bedoya, quien fue heredero también de  
los dichos don Tomás Bedoya y doña Margarita de Quirós.  
Dicha estancia fue tasada por el agrimensor público don Ber-  
nabé de Espinel, quien además realizó la división y partición entre  
los herederos. Resultó que tenía 5 caballerías y 2 cuadras de terrenos  
aplanados y de buena calidad, por lo que la tasó a 200 pesos caballe-  
ría, incluidos los beneficios y majadas, que ascendió a la suma de  
1024 pesos y 4 reales puro terreno, sin contar el ganado ni los 61 ár-  
boles de capulí entre grandes y chicos, de los cuales 9 se hallan en el  
sitio nombrado Calvache, mientras los 52 restantes están en Cara-  
pungo. Cada árbol está avaluado en 3 reales. Con esto, el valor de la  
Estancia ascendió a 1632 pesos y 5 reales, incluido el general de censo  
que es de 700 pesos que se reconoce a favor del Convento de San  
Francisco. Bajo esta tasación y repartición, los herederos doña Juana,  
doña María Encarnación y doña María Mercedes de Bedoya y Quirós  
recibieron, cada una, la cantidad de 302 pesos y 6 reales.  
Entre los herederos, decidieron dividirse en partes el fundo  
para poder utilizarlo según les convenga. Así, la primera en venderlo  
fue doña María Mercedes, quien dio su parte a Pedro Tufiño. La  
parte correspondiente a doña María Encarnación le sigue pertene-  
ciendo. Y, la tercera parte que es propiedad de doña Juana, quien ha  
decidido venderla al dicho José Molina.  
El terreno a venderse consta de una caballería y once cua-  
dras, de las cuales cerca de un cuarto están sembradas; también  
existe una casería cubierta de teja que se componen de una sala  
grande tumbada y enladrillada, bastante maltratada, y una cocina  
con igual cubierta y con un horno de hacer pan que queda con la  
condición y claridad que se han de usar.  
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Gregorio César de Larrea  
El comprador, don José Molina ha de costear los derechos del  
agrimensor para que nuevamente haga la repartición entre las here-  
deras y que se cumpla con lo estipulado en el testamento de dichos  
sus padres, donde se menciona que se deben dar 700 pesos del ge-  
neral del censo a beneficio de la sierva Mariana de Jesús y Paredes,  
dicho valor debe dividirse entre cada una de las herederas, a lo que  
se suma un redito de 7 pesos que debe pagar cada parte. La vende-  
dora, por su parte, se compromete a cancelar la fianza que ha resul-  
tado del libro de hipoteca otorgada a su finado hermano don Juan  
de Dios Bedoya, por un partido de diezmos que se le remató hace  
algunos años, y aunque el crédito fue pagado por la viuda del  
mismo, doña Tomasa Mancheno, se descuidó el pago de los derechos  
de cancelación.  
El terreno es vendido en la cantidad de 562 pesos y 6 y medio  
reales, de los cuales 233 pesos y 2 y medio reales pasan a pagar la  
parte correspondiente de los citados 700 pesos que se dividieron  
entre las tres herederas y que son para el convento Máximo y el Se-  
ráfico. Los restantes 329 pesos y 4 reales serán pagados de contado.  
La vendedora, doña Juana de Bedoya menciona que de dicha canti-  
dad ya ha recibido 281 pesos y que el comprador le ha indicado que  
los restantes 62 pesos y 6 y medio reales le serán entregados una vez  
se firme la escrituras.28  
En otro caso de compra-venta de tierras en Zámbiza diremos  
que, en Quito, el 2 de enero de 1822, doña Tomasa Mancheno (viuda  
de don Juan de Dios Bedoya) y doña Ignacia Pazmiño (esposa de  
don Mariano Bedoya), venden la hacienda Chinguiltina al doctor  
don Salvador Murgueytio, abogado. Ambas vendedoras eran veci-  
nas enhacendadas de Zámbiza. El doctor Bernardo Bedoya, cura de  
Píntag, era tío de ambos Bedoya. En su testamento dejó una hacienda  
en el Valle de Chinguiltina, y llanos areniscos, Zámbiza, que había  
comprado al maestre escuela don Tadeo Orozco.  
Las otorgantes eran hijas de doña Ana Bedoya, difunta. La  
casa de la hacienda estaba maltratada. El contrato de venta se celebró  
el 26 de febrero de 1815, en 4625 pesos. De ellos, los 1400 pesos de  
28 AN, Protocolos, Notaría Primera, caja 209, vol. 466, fs. 697v.-701v  
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contado. Estaban impuestos 2800 pesos a censos antiguos, desglosa-  
dos así: 2000 pesos a favor del Monasterio del Carmen de la Nueva  
Fundación; 500 pesos a favor del Convento de Santa Clara; 225 pesos  
a favor del Convento Máximo de San Francisco; y 67 pesos a los Ma-  
nueles de la Catedral.  
La hacienda Chinguiltina que están vendiendo la adquirie-  
ron por legado que les hizo su tío, el cura doctor Bernardo Bedoya.  
Está compuesta de 20 caballerías, a las que hay que agregar dos y  
media caballerías ubicadas en el centro de la hacienda, a los que pre-  
tendió tener derecho el presbítero don Juan Ortiz de Cevallos, por  
una capellanía impuesta antiguamente en dicho fundo de Chinguil-  
tina. Su casa estaba ruinosa pero ya se la refaccionó. El actual posee-  
dor del fundo Chinguiltina es el Doctor don Salvador Murgueitio,  
aunque existía pleito acerca de dicho fundo. El fundo Chinguiltina  
estaba avaluado en 4625 pesos, en los que estaban incluidos 2800  
pesos de un antiguo censo.  
Los linderos de la hacienda eran: Por un lado, la estancia lla-  
mada Paredes, y un lomón llamado de la Virgen de Guápulo. Por el  
otro, el camino común de Carapungo. Por el frente, el mismo camino.  
Por el respaldo, el camino antiguo de Guayllabamba, que al mo-  
mento se hallaba borrado, contiguo con la estancia de don Juan Ma-  
nuel Bedoya, y otra nombrada Barba.29  
Don Joaquín Sánchez de Orellana y Chiriboga, hijo del Mar-  
qués de Villa Orellana, había impuesto 6000 y pico pesos en la ha-  
30  
cienda Chinguiltina, a favor del presbítero don José Diego Sánchez.  
En Quito, el 3 de noviembre de 1836, los ciudadanos José Joa-  
quín Bedoya, Nicolás Francisco por su mujer Mercedes Bedoya, Ma-  
riano Bedoya por el de su esposa María Bedoya, Tomasa Mancheno  
viuda y albacea de Juan de Dios Bedoya, Juana Bedoya por su propio  
derecho, Ramón Escobar por el de su mujer Jacinta Bedoya y José  
Manuel Bedoya por el de su mujer Leonor Bedoya, todos vecinos de  
la parroquia de Zámbiza, otorgan Poder a Cosme Salazar, en la causa  
2
3
9 AN, Notaría 1°, Protocolos, caja 209, libro 466, 1807-1821, 6 Junio 1821  
0 Testamento de don Joaquín Sánchez de Orellana y Chiriboga, Enero de 1822, AN, Notaría  
Primera, Protocolos, 1821-1822  
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contra Joaquín Barrera, sobre un principal que tienen en la hacienda  
Carapungo, de los otorgantes.31  
En Quito, el 19 de junio de 1838, la señora Tomasa Man-  
cheno, viuda de don Juan de Dios Bedoya, vendió unos terrenos  
nombrados El Llano Grande, ubicados en la parroquia de Cotoco-  
llao, al señor Nicolás Franco, ambos de la parroquia de Zámbiza. La  
señora Tomasa Mancheno dice que el 17 de junio de 1815 compró a  
los herederos de don Antonio Bedoya un terreno compuesto de cua-  
tro y media caballerías nombrados El Llano Grande, situado en la  
jurisdicción de Cotocollao, en la cantidad de cuatrocientos cincuenta  
pesos que pagó de contado, más doscientos cincuenta pesos prove-  
nientes del censo. Dicha venta estuvo en documento simple hasta  
el 21 de noviembre de 1824 cuando se formalizó la escritura de  
venta por parte de herederos: Asencio, Nicolás, Mariano, Vicente,  
José, Manuel, Estefanía, Gregoria y Josefa Bedoya y Calbache. Los  
límites del terreno al momento de ser vendidos al señor Juan de  
Dios Bedoya son: por la entrada, el camino público que baja a Ca-  
rapungo; a la derecha, con las tierras de la hacienda del señor Ma-  
riano Espinoza; a la izquierda, con tierras del finado Mariano  
Bedoya y, por atrás, con tierras del mismo comprador. Dicho terreno  
fue vendido en setecientos pesos, los cuales se dividieron en: dos-  
cientos cincuenta pesos de censo antiguo reconocido a favor del  
Santuario de Guápulo y que ya han sido certificados por el secreta-  
rio de dicho Santuario en fecha 26 de mayo de 1838, y cuatrocientos  
cincuenta pesos pagados de contado.  
En Quito, a 6 de marzo de 1840, compareció la señora Tomasa  
Mancheno, viuda de Juan de Dios Bedoya, vecino de dicha ciudad,  
quien vende un terreno al señor Nicolás Franco. El terreno a vender  
se denomina Llano Grande y comprende 4 caballerías, dos cuadras  
y 2200 varas cuadradas según información del perito fechada el 8 de  
septiembre de 1816. El terreno fue comprando a los hijos y herederos  
de los finados Antonio Bedoya y María Calbache por documento  
otorgado el 21 de noviembre de 1824. Los límites y linderos de dicho  
terreno son: una punta de reja de los herederos del difunto Antonio  
31 AN, Protocolos, Notaría 6°, caja 66, volumen 134, 1836-1837  
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Historia de Zámbiza  
Bedoya y tierras llamadas Brava que fueron de don Mariano Bedoya  
y que ahora las posee la vendedora. Por el lado izquierdo se encuen-  
tra el terreno denominado Concha, de los propios herederos del  
antes dicho Bedoya, y con la estancia nombrada Aguirre, que la  
posee el señor Mariano Bedoya. Por el lado derecho, con tierras de  
la hacienda que fue de Zoilo de León, pero que las posee Mariano  
Espinosa; y por el pie, con tierras del comprador que antes fueron  
de doña Margarita Quiroz, y otras tierras poco conocidas. El com-  
prador acepta el censo de 250 pesos que consta del certificado de hi-  
poteca que se había pedido el 6 de mayo de 1838. La venta del  
terreno se realiza en un precio de 700 pesos, de ellos 250 se reconocen  
en el censo a favor de la Virgen de Guápulo, y los 450 pesos restantes  
fueron ya pagados de contado.  
Respecto a la hacienda San Rafael de Carapungo, ubicada en  
la jurisdicción de Zámbiza, diremos que, en Quito, el 7 de agosto de  
1844, se presentaron: el doctor Vicente Sanz, Juez Letrado de hacienda  
de la provincia de Pichincha, en rebeldía y negativa del reverendo  
padre fray Rafael Jaramillo, contador de la recolección mercedaria; y  
a nombre de la nación, los señores Juan Barreda, tesorero recaudador  
de este distrito, y el doctor Agustín Yerovi abogado agente fiscal in-  
terino defensor de la Hacienda Pública. El doctor Sanz mencionó que  
a pesar de haberse expresado el traslado al tesoro nacional del general  
de 300 pesos que se reconoce a censo a favor del Convento de la Re-  
colección sobre la hacienda nombrada San Rafael de Carapungo, en  
la jurisdicción de Zámbiza, y que es propiedad del señor Miguel Gu-  
tiérrez, el reverendo padre se ha negado a otorgar el documento de  
traspaso. En tal virtud, el doctor Sanz da por cancelado dicho general  
que se encontraba reconocido en la hacienda San Rafael de Cara-  
pungo. Del mismo modo, impone el general a censo de los 300 pesos  
en razón del 3%, con las mismas características sobre los fondos del  
tesoro nacional, a virtud de los fundamentos y razones de convenien-  
cia mutua. Y para que el padre comendador de la Recolección Mer-  
cedaria o los que en el futuro lo fueran puedan cobrar los réditos de  
los 300 pesos, les otorga un poder amplio de uso.  
Además, en Quito, el 7 de agosto de 1844, el Señor Miguel  
BOLETÍN ANH Nº 204–Vol XCVIII • 467–496  
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Gregorio César de Larrea  
Gutiérrez dona 300 pesos de su hacienda de Carapungo, a favor de  
la Recolección de la Merced.32  
Por otra parte y regresando en el tiempo, en 1807, doña  
María Ontaneda Larraín, Patriota de tiempos de la Independencia,  
se unió con don Juan Barahona y tuvieron a su hija doña Vicenta Ba-  
rahona, propietaria de la finca de San Sebastián de Carretas, al Norte  
33  
de Quito, en la antigua parroquia de Zámbiza.  
Finalmente, al revisar los libros de matrimonios de la Parro-  
quia de Zámbiza, en el lapso 1821-1845, encontramos las siguientes  
actas de matrimonio de personas apellidadas Bedoya:  
El 3 de marzo de 1824, Pablo Manzano, de Calacalí, casó con Josefa Be-  
doya, feligrés de la Parroquia de Zámbiza. “Son ambos españoles”.  
El 16 de noviembre de 1832, Manuel Ortega, blanco de Quito, casó con  
Trinidad Bedoya, blanca de Carapungo. Padrinos: Manuel Rojas y Jo-  
sefa Bedoya.  
El 28 de septiembre de 1843, don José Salazar casó con doña Margarita  
Bedoya. Padrinos: El Teniente de este pueblo, don Mariano Bedoya y  
su mujer doña Margarita Bedoya. En el margen, consta anotado: “Don  
José Salazar con doña Margarita Bedoya, NOBLES [sic] de Carapungo”.  
El 12 de diciembre de 1843, con licencia del párroco de Cotocollao, por  
ser los contrayentes del pueblo de Cotocollao, se casó a don Francisco  
Bedoya con la señora doña María Carmen Rodríguez. Padrinos: El Se-  
gundo Teniente de Zámbiza don José Reyes y su mujer doña Susana  
Escobar.  
Como quedó dicho, cuando don Mariano Larrea compró la hacienda  
Llano Grande, en 1841, dijo que lindaba, por el Sur, con tierras que fue-  
ron del señor José de los Reyes, a quien acabamos de nombrar como  
segundo teniente de Zámbiza (autoridad del lugar).  
Para terminar, hacemos el listado de las grandes haciendas ubicadas  
en la antigua parroquia de Zámbiza, entre 1830-1930:  
-
-
Batan, en 1866 propiedad de Carlos y Juan Aguirre Montufar.  
Collacoto o San Jose de Urauco, en 1851 del Convento de La Mer-  
ced.  
32 AN, Protocolos, Notaría, 6°, caja 68, vol. 139, fs. 256-257  
33 Jurado Noboa, Fernando: Las Quiteñas, Dinediciones S. A., Quito, 1995, 367 pgs., p. 133.  
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Collas, en 1898 de los herederos de Jose María Pérez Quiñones.  
El Carmen, en 1928 de Carmen Angulo Tobar, de Liut.  
Nayón, en 1835 de Francisco Jijón y Chiriboga, Conde de Casa Jijón.  
Obraje, en 1924 de los herederos de Rafael Varela.  
San Isidro o Bellavista, en 1900 de Miguel María González.  
San Miguel de Zámbiza, en 1841 de Ignacia de los Reyes, cuando  
la vendió a - Manuel Muñoz Ruilova. La familia De los Reyes era  
antiquísima en Zámbiza.  
-
-
-
Santa Ana, en 1848 de José Antonio Chiriboga.  
Urauco, en 1880 de Roberto Larrea Vela.  
Zámbiza, en 1863 de Jose Maria Perez Pareja y su esposa Rosario  
Muñoz Quiñones, cuando la vendieron a Jorge Antonio Bueno.  
34  
Conclusiones  
Como se pudo apreciar, la principal familia propietaria de tie-  
rras en Llano Grande y sus alrededores (en la Parroquia de Zám-  
biza), desde 1732, fue Calvache. Entre 1772 y 1841, lo fue Bedoya. En  
1
841 adquirió la hacienda Llano Grande don Mariano Larrea, quien  
falleció en 1843. Al cabo de poco tiempo, apareció posesionado de la  
hacienda Llano Grande, con ánimo de dueño, el doctor Jorge Bueno  
Landázuri.  
Archivos consultados  
Archivo de la Catedral de Quito:  
Actas Capitulares de la Catedral de Quito, 1830-1874.  
Archivo Nacional, Quito:  
Notaría Primera,  
Protocolos, 1781-1845.  
Juicios, 1783, 1796-1813.  
34 Banco Central del Ecuador, Estructura Agraria de la Sierra Centro-Norte, 1830-1930, tomo  
II, Ed. CROMOS S.A., Guayaquil, 1984, 509 p. p  
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Gregorio César de Larrea  
Notaría Segunda:  
Protocolos, 1802, 1821-1845, 1871-1872.  
Notaría Tercera:  
Protocolos, 1821-1845.  
Notaría Cuarta:  
Protocolos, 1787, 1821-1845.  
Notaría Quinta:  
Protocolos, 1791, 1812, 1821-1845.  
Notaría Sexta:  
Protocolos, 1787-1789, 1821-1846.  
Archivo Parroquial de Zámbiza:  
Libros de bautizos y defunciones de la segunda mitad del siglo XVIII y la pri-  
mera mitad del siglo XIX.  
Libro de matrimonios, 1797, 1821-1845.  
Bibliografía  
BANCO CENTRAL DEL ECUADOR, Estructura Agraria de la Sierra Centro-Norte,  
1830-1930, tomo II, Ed. CROMOS S.A., Guayaquil, 1984  
JURADO NOBOA, Fernando, La familia Bueno, Quito, 2009, 280 p.p.  
–––––, La migración internacional a Quito entre 1534 y 1934, tomo II, s/Ed., Quito,  
990, 574 p.p.  
–––––, Las Quiteñas, Dinediciones S. A., Quito, 1995, 367 p.p., pg. 133  
1
LARREA, Gregorio César De, “Fichero Histórico”, Colección Sociedad Amigos de  
la Genealogía, vol. 44, Imp. José Rodríguez, Quito, 1991, 180 p.p.  
ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE, Javier: Los Encomenderos de Quito 1534-1660,  
Publicaciones de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla,  
Sevilla, 1993, 377 p.p.  
VARGAS, José María, La Economía Política del Ecuador durante la colonia, Ed. Banco  
Central del Ecuador/Corporación Editora Nacional, Quito, 366 p.p.  
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496  
La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: De Larrea, Gregorio,  
Historia de Zámbiza", Boletín de la Academia Nacional de  
Historia, vol. XCVIII, Nº. 204, julio diciembre 2020,  
Academia Nacional de Historia, Quito, 2021, pp.467-496  
"
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