Centenario de la Reforma Universitaria de Córdova
Grupos de amorales deseosos de captarse la buena voluntad del futuro
rector exploraban los contornos en el primer escrutinio, para inclinarse
luego al bando que parecía asegurarse el triunfo, sin recordar la adhe-
sión públicamente empeñada, el compromiso de honor contraído por
los intereses de la Universidad. Otros –los más– en nombre del senti-
miento religioso y bajo la advocación de la Compañía de Jesús, exhor-
taban a la traición y al pronunciamiento subalterno. (¡Curiosa religión
la que enseña a menospreciar el honor y deprimir la personalidad! ¡Re-
ligión para vencidos o para esclavos!). Se había obtenido una reforma
liberal mediante el sacrificio heroico de una juventud. Se creía haber
conquistado una garantía y de la garantía se apoderaban los únicos
enemigos de la reforma. En la sombra los jesuitas habían preparado el
triunfo de una profunda inmoralidad. Consentirla habría comportado
otra traición. A la burla respondimos con la revolución. La mayoría ex-
presaba la suma de la represión, de la ignorancia y del vicio. Entonces
dimos la única lección que cumplía y espantamos para siempre la ame-
naza del dominio clerical.
La sanción moral es nuestra. El derecho también. Aquellos pudieron ob-
tener la sanción jurídica, empotrarse en la ley. No se lo permitimos.
Antes que la iniquidad fuera un acto jurídico, irrevocable y completo,
nos apoderamos del salón de actos y arrojamos a la canalla, sólo enton-
ces amedrentada, a la vera de los claustros. Que esto es cierto, lo paten-
tiza el hecho de haber, a continuación, sesionado en el propio salón de
actos la Federación Universitaria y de haber firmado mil estudiantes
sobre el mismo pupitre rectoral, la declaración de huelga indefinida.
En efecto, los estatutos reformados disponen que la elección del rector
terminará en una sola sesión, proclamándose inmediatamente el resul-
tado, previa lectura de cada una de las boletas y aprobación del acta
respectiva. Afirmamos, sin temor de ser rectificados, que las boletas no
fueron leídas, que el acta no fue aprobada, que el rector no fue procla-
mado y que, por consiguiente, para la ley, aún no existe rector de esta
Universidad.
La juventud universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo cuestión
de nombre ni de empleos. Se levantó contra un régimen administrativo,
contra un método docente, contra un concepto de autoridad. Las fun-
ciones públicas se ejercitaban en beneficio de determinadas camarillas.
No se reformaban ni planes ni reglamentos por temor de que alguien
en los cambios pudiera perder su empleo. La consigna de hoy para ti,
mañana para mí, corría de boca en boca y asumía la preeminencia de
estatuto universitario. Los métodos docentes estaban viciados de un
estrecho dogmatismo, contribuyendo a mantener a la universidad
apartada de la ciencia y de las disciplinas modernas. Las lecciones, en-
cerradas en la repetición interminable de viejos textos, amparaban el
BOLETÍN ANH Nº 198 • 45–61
55