BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCV  
Nº 198  
Julio–diciembre 2017  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
DIRECTOR:  
Dr. Jorge Núñez Sánchez  
SUBDIRECTOR:  
SECRETARIO:  
TESORERO:  
Dr. Franklin Barriga López  
Ac. Diego Moscoso Peñaherrera  
Hno. Eduardo Muñoz Borrero  
Mtra. Jenny Londoño López  
BIBLIOTECARIA-ARCHIVERA:  
JEFA DE PUBLICACIONES:  
Dra. Rocío Rosero Jácome  
RELACIONADOR INSTITUCIONAL: Dr. Vladimir Serrano Pérez  
BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCV  
Nº 198  
Julio–diciembre 2017  
©
Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
e-ISSN Nº 2773-7381  
Portada  
Monumento a Vicente Rocafuerte  
en la ciudad de Guayaquil  
Diseño e impresión  
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Quito  
landazurifredi@gmail.com  
enero 2019  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. XCV – Nº. 198  
Julio–Diciembre 2017  
BIENVENIDA AL EMBAJADOR  
LUIS NARVÁEZ RIVADENEIRA COMO MIEMBRO HONORÍFICO  
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Franklin Barriga López1  
La ONU no es un gobierno de gobiernos, a pesar de ello su au-  
toridad tiene presencia evidente y no solo moral, por la representa-  
ción que encarna de los 193 países que la integran. De allí su  
gravitación en la marcha del mundo.  
Su antecedente se localiza en la denominada Sociedad de Na-  
ciones o Liga de Naciones creada el 24 de abril de 1919, como conse-  
cuencia de la Conferencia de París que culminó con el Pacto de  
Versalles. Estuvo presente Ecuador desde ese año por haber firmado  
su ingreso en la Sociedad de Naciones, en la que ciertamente participó  
desde 1934, cuando comenzaron los primeros desacuerdos y defec-  
ciones que se agudizaron con la segunda hecatombe de carácter cos-  
mopolita.  
El fascismo atentó directamente al ideal de dar vida a este or-  
ganismo de carácter internacional lleno de buenas intenciones: Hi  
tler, en sus delirios de dominar el orbe, impulsado por tendencias  
genocidas, quiso poner en práctica lo que escribió en 1925, en su libro  
Mein Kampf (Mi lucha) y detonó la Segunda Guerra Mundial que dejó  
daños incuantificables. Previamente, Alemania y Japón, que forma-  
ban el Eje, junto a Italia, España y otras naciones, abandonaron la So-  
ciedad en referencia y se convirtieron en enemigos de los aliados que  
tuvieron apoyo decisivo de los Estados Unidos, a raíz de su involu-  
cramiento en el conflicto mundial, cuando fue atacado Pearl Horbor,  
en diciembre de 1941, por la Armada Imperial Japonesa, lo que  
marcó el rumbo definitivo que tuvo la conflagración que dejó un pro-  
medio aproximado de sesenta y dos millones de muertos, entre mi-  
litares y civiles.  
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Subdirector de la Academia Nacional de Historia.  
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como Miembro Honorífico de la ANH  
Fue en esta atmósfera, precisamente, que renació la idea de  
crear una organización de alcance universal con objetivos de super-  
lativa naturaleza: en febrero de 1945, los aliados llevaron a cabo la  
Conferencia de Yalta, de cuyo seno brotó oficialmente el nacimiento  
de la ONU cuya Carta Magna, vigente desde el 24 de octubre de  
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945, luego de ser suscrita en San Francisco de California, pocos  
meses antes, ha tenido pocas enmiendas, en 1963, 1965, 1968, 1971 y  
1
973, tanto en la aprobación como en la puesta en vigor.  
Especialmente Europa se hallaba devastada, sufrimientos in-  
decibles aquejaban a la humanidad por la colosal pérdida de vidas  
humanas y el espectro de la destrucción. Frente a los males que ori-  
ginan las guerras, cuyas mayores evidencias se palpaban en esos  
días, se volvía imprescindible buscar mecanismos de concertación  
de voluntades y de esfuerzos para la búsqueda de la paz, la promo-  
ción del progreso y el imperio de la libertad. La respuesta fue la  
ONU, que con sus aciertos y limitaciones, ha propiciado rutas de bie-  
nestar y superación, en el marco de medidas adecuadas para preser-  
var los derechos y las libertades fundamentales, la cooperación en  
la solución de problemas internacionales, la intensificación de rela-  
ciones de amistad basadas en la igualdad de derechos y el respeto  
recíproco.  
Paradójicamente, el final de la Segunda Guerra Mundial fue  
el comienzo de un nuevo enfrentamiento de dimensiones ecuméni-  
cas, la Guerra Fría que no llegó a la contienda armada pero sí a la  
aguda de esencia ideológica, política, económica y más, de dos sis-  
temas encarnados por los Estados Unidos y la extinta Unión de Re-  
públicas Socialistas Soviéticas, la URSS, que se desintegró, habiendo  
dejado oficialmente de existir el 1 de diciembre de 1989, luego de la  
caída del Muro de Berlín y de haberse implementado la Perestoika  
y la Glásnost, por obra especialmente de Mijail Gorbachov, Premio  
Nobel de la Paz, gobernante que liberalizó el sistema absolutista,  
abrió la puerta para que comiencen a manifestarse sin mordazas los  
medios de comunicación, a la vez que las atrocidades stalinistas fue-  
ron puestas a conocimiento público, con lo que germinó la transfor-  
mación y pasó a ocupar el merecido puesto que tiene en la Historia.  
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Frente a lo que fue atracción bipolar, el comienzo del siglo XXI  
reflejó nuevas realidades en las relaciones internacionales, como la  
presencia de China en este escenario donde “las naciones no tienen  
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amigos ni enemigos permanentes sino solo intereses permanentes”, como  
se ha declarado, con verdad cruda, descarnada y nada diplomática,  
desde hace considerable tiempo.  
Hubo situaciones muy peliagudas que estuvieron bajo la inje-  
rencia de la ONU y en cuyas deliberaciones participaron sus miem-  
bros, como la crisis de los misiles soviéticos en Cuba, Israel y los  
países árabes, Siria y las atrocidades que no cesan o el caso de Sad-  
dam Hussein que llegó a utilizar escudos humanos y que, ante la  
Tormenta del Desierto, ofreció dar la madre de todas las batallas,  
para terminar escondido en una alcantarilla, donde fue capturado y  
ejecutado, luego.  
De entre los fenómenos de peligrosidad inmensa que dejaron  
y están dejando su impronta, el fundamentalismo religioso, degene-  
rado en incalificables prácticas terroristas, sigue manifestándose ac-  
tivo en sus crueldades, luego del ataque a las Torres Gemelas, en  
Nueva York, el 11 de septiembre del 2001.  
Actualmente, el Consejo de Seguridad se encuentra sesio-  
nando con el objetivo de analizar la detonación de una bomba de hi-  
drógeno, elaborada por Corea del Norte y que puede ser colocada  
en un misil intercontinental. Los ensayos atómicos y balísticos de  
este país no son asuntos de poca monta, de allí la preocupación de  
las Naciones Unidas por lo que está amenazando a la paz mundial:  
el Pentágono, por su lado, dio a conocer que lanzará masiva res-  
puesta militar en caso de agresión a territorio norteamericano o de  
sus aliados, especialmente Corea del Sur y Japón. En estas circuns-  
tancias impuestas por la espada de Damocles, hoy nuclear, qué frágil  
aparece el destino de la humanidad.  
En este escenario les ha tocado y les toca desenvolverse a nues-  
tros representantes diplomáticos, de acuerdo a la política internacio-  
nal que encabezan los jefes de Estado, unas veces con profundas  
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William B. Macomber, Intimidades de la alta diplomacia: manual del moderno diplomático,  
Ediciones Tres Tiempos, Buenos Aires, 1975, p.73.  
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convicciones patrias, otras con novelerías de insustancial retórica y  
contraproducentes efectos. En el registro de los representantes ecua-  
torianos ante la ONU hay personajes de grata recordación como Galo  
Plaza, Leopoldo Benites Vinueza, Diego Cordovez o José Ayala  
Lasso, y también de los otros, nombrados por obra y gracia de im-  
provisaciones, maniobras politiqueras y consabidos y hasta audaces  
palanqueos de consecuencias funestas, sin tomar en cuenta que en-  
viados de esta talla (y por lo general los funcionarios del Servicio Ex-  
terior) deben ser escogidos y designados ciudadanos de alta  
preparación y reconocidas virtudes cívicas.  
Tres años después de la creación de este organismo, su Asam-  
blea General, impulsada por objetivos espléndidos, proclamó el 10  
de diciembre de 1948 la Declaración Universal de los Derechos Hu-  
manos como ideal común de concordia, dignidad, justicia y adelanto  
que debe cobijar a las personas, pueblos y naciones: es indudable  
que desde esta memorable fecha, vientos positivos impulsan la nave  
de la humanidad hacia mares menos tormentosos, pese a los escollos  
colocados por el totalitarismo, la intransigencia y los prejuicios que  
aún, a esta altura de los tiempos, no logra superar la condición hu-  
mana.  
En el primer propósito de la Carta de la ONU se resalta el man-  
tenimiento de la paz y la seguridad internacionales, de conformidad  
con los postulados de la justicia y el derecho para el arreglo de con-  
troversias que amenacen la convivencia civilizada. En el cumpli-  
miento de esta determinación fue creado el Consejo de Seguridad  
que actualmente tiene quince miembros, entre ellos, cinco perma-  
nentes y que corresponden a las principales potencias del planeta.  
Sus gestiones se encaminan a buscar, en planos de armonía, enten-  
dimientos a los desacuerdos que se presentan; de no surtir efectos  
positivos estas gestiones, está facultado a imponer sanciones econó-  
micas, sin descartar embargos, como también autorizar el uso de la  
fuerza. He aquí la importancia y magnitud de sus funciones. Con-  
viene anotar que los Cascos Azules son Fuerzas de Paz de la ONU,  
conformadas por efectivos pertenecientes a los ejércitos nacionales  
de más de ciento diez países.  
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Después de la Asamblea General, el principal órgano de la  
ONU es el Consejo de Seguridad, al que seguidamente, con pleno  
conocimiento del tema, hará referencia, en relación a Ecuador como  
Miembro No Permanente, el embajador Luis Alberto Narváez Riva-  
deneira, en su discurso reglamentario de incorporación como Miem-  
bro Honorífico de nuestra Academia Nacional de Historia.  
Luis Narváez Rivadeneira es Doctor en Jurisprudencia y Abo-  
gado de los Tribunales de Justicia, con especialización en Derecho  
Internacional; fue rector de la Universidad del Pacífico, Escuela de  
Negocios, Sede Quito. Sus actividades docentes como catedrático de  
Principios de Derecho Internacional y Organismos Internacionales,  
Problemas del Mundo Contemporáneo, Problemas Latinoamerica-  
nos, Cooperación Internacional para el Desarrollo, Dinámica de las  
Políticas Internacionales, Negociaciones Internacionales, Derecho In-  
ternacional (Público y Privado), se localizan en las universidades  
Central del Ecuador, Instituto de Altos Estudios Nacionales (hoy  
Universidad de Posgrado del Estado), Academia Diplomática del  
Ministerio de Relaciones Exteriores, Andina Simón Bolívar, Pontificia  
Católica del Ecuador, Universidad Internacional SEK, de las Améri-  
cas, Católica y Autónoma de Santo Domingo (República Domini-  
cana); en estas últimas se le concedió títulos de Profesor Honorario,  
al igual que en la Universidad Ricardo Palma (Perú).  
Sus actividades centrales se han desenvuelto en el ámbito del  
Servicio Exterior Ecuatoriano, al que conoce desde 1960: como auxi-  
liar de archivo, ayudante de cuarto o canciller de tercera, hasta em-  
bajador, la más alta categoría, a la que accedió en 1981, luego de  
haber ingresado a la carrera de diplomático profesional, como tercer  
secretario y por concurso público, en 1966; después, fue ascendiendo  
hasta los consiguientes rangos, segundo secretario (1968), primer se-  
cretario (1972), consejero (1974) y ministro (1976).  
Sus funciones diplomáticas en el exterior las ha cumplido en  
Paraguay, República Federal de Alemania, Bolivia, República Domi-  
nicana, Haití y Perú, en períodos alternados con su trabajo en Quito,  
en diversos departamentos o áreas del Ministerio de Relaciones Ex-  
teriores, como asesor o director general: de Asuntos Económicos, In-  
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como Miembro Honorífico de la ANH  
tegración, Política Exterior, Asuntos Políticos Multilaterales, Desa-  
rrollo Fronterizo y Asuntos Amazónicos, Comisiones de Vecindad  
Ecuatoriana-Peruana y Ecuatoriana-Colombiana, Asuntos Económi-  
cos, entre otros.  
Como Delegado ecuatoriano ha participado en numerosas reu-  
niones o foros, tanto en los países en los que permaneció por su tra-  
bajo diplomático en nuestras embajadas como en otros: así, en  
Suecia, Paraguay, Alemania, Panamá, Canadá, Bélgica, Italia, Brasil,  
Venezuela, Colombia, Argentina y Chile.  
Entre las distinciones a las que se ha hecho merecedor, sobre-  
salen: Gran Cruz y Estrella Al Mérito, República Federal de Alema-  
nia; Orden Cóndor de los Andes en el Grado de Gran Cruz, Bolivia;  
Orden de Río Branco en el mismo Grado, Brasil; Orden de San Car-  
los, Colombia; Gran Oficial, Chile; Al Mérito en el Grado de Comen-  
dador, Italia; Gran Cruz de la Orden El Sol de Perú; Orden del Mérito  
de Duarte, Sánchez y Mella, Orden Heráldica de Cristóbal Colón,  
República Dominicana; Orden Francisco de Miranda, Primera Clase,  
Venezuela.  
Es autor de varios libros, monografías y artículos, entre los que  
menciono los siguientes: La Universidad Democrática en el Ecuador; El  
polvorín del Mediterráneo: Chipre, 1964; La Declaración Universal de los  
Derechos Humanos y la realidad ecuatoriana; Los Premios Nobel de la Paz;  
La imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa  
humanidad: glosas a una convención de las Naciones Unidas, 1971; Evan-  
gelio de un peregrino: retablo de Política Internacional; La diplomacia y las  
negociaciones internacionales; Las ONGs: instrumentos para el desarrollo;  
Mieses de otoño; El periodismo en la diplomacia; Esquirlas diplomáticas de  
Jorge Salvador Lara, el bien recordado Director de nuestra Academia;  
Situación mundial al iniciarse el nuevo milenio, Globalización y soberanía;  
Vademécum de Derecho Internacional Público.  
Como se puede apreciar de la síntesis expuesta, Luis Narváez  
Rivadeneira es uno de los diplomáticos de mayor representatividad,  
no solo por su vasta y reconocida experiencia sino también por sus  
cualidades de caballero y funcionario que prestigia a nuestro Servicio  
Exterior en el que se ha desenvuelto, con marcadas capacidad y ética,  
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en bien de los más caros intereses nacionales. Cuando un ecuatoriano  
llegaba a un país en el que se encontraba laborando Luis Narváez  
sabía que allí estaba un digno representante de nuestra Patria que  
ofrecía todos sus esfuerzos y garantías para el mejor éxito de las ges-  
tiones, a lo cual se añadía su sana jovialidad, alto sentido de ecuato-  
rianismo y hasta de amistad genuina que espontáneamente brotaba  
debido a su trato respetuoso y afable siempre.  
La Historia no ha sido ajena a los estudios y realizaciones de  
este destacado diplomático, como se puede apreciar de sus manifes-  
taciones intelectuales y ejecutorias profesionales, como su pertenen-  
cia en calidad de miembro de la Comisión de Asuntos Históricos de  
nuestra Cancillería.  
Por estas y otras consideraciones que pueden efectuarse, la  
Academia Nacional de Historia, que acaba de cumplir 108 años de  
útil y fecunda existencia, luego de ser fundada por Federico Gonzá-  
lez Suárez y a la que han pertenecido y pertenecen cimeras figuras  
del pensamiento, dentro de sólido pluralismo ideológico, resolvió  
integrar a su seno al embajador Luis Narváez Rivadeneira, en cali-  
dad de Miembro Honorífico.  
Estoy completamente seguro del acierto en la designación de  
este ciudadano eminente al que tengo la satisfacción de brindarle la  
más cordial y afectuosa bienvenida.  
Quito, 7 de septiembre de 2017  
Bibliografía  
MACOMBER, William B., Intimidades de la alta diplomacia: manual del moderno di-  
plomático, Ediciones Tres Tiempos, Buenos Aires, 1975.  
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La Academia Nacional de Historia es una  
institución intelectual científica,  
y
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros a  
historiadores  
entendiéndose por tales  
profesionales,  
quienes  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación histórica y hayan realizado  
aportes al mejor conocimiento de  
nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Barriga López, Franklin,  
BIENVENIDA AL EMBAJADOR LUIS NARVÁEZ RIVADENEIRA  
COMO MIEMBRO HONORÍFICO DE LA ACADEMIA NACIONAL DE  
HISTORIA, boletín de la academia nacional de historia, vol. XCV,  
Nº. 198, julio  diciembre 2018, Academia Nacional de Historia,  
Quito, 2017, pp. 242-248.