Vida académica
pital de España, entre los que recuerdo por su brillante protagonismo
en esa metrópoli es al Dr. Renán Flores Jaramillo, escritor quiteño
destacado, que llegó a ser Director de la Academia Ecuatoriana de
la Lengua, una vez que retornó a Ecuador después de una larga y
fructífera estancia en Europa. En esos conversatorios, más de una
ocasión evocamos a Juan Montalvo que se había hospedado en el
hotel en mención, en 1883 y en donde se reunía, entre otros, con in-
telectuales de la talla de Gaspar Núñez de Arce, Marcelino Menén-
dez y Pelayo, Emilio Castelar, Juan Varela y Emilia Pardo Bazán. Con
esta condesa y escritora de prestigio tuvo relación cercana y corres-
pondencia recogida por Roberto Agramonte y Jaén Morente, com-
pilada en la revista Cultura, Ambato, 1927.
Asimismo, desde hace décadas, mantengo vínculos intelec-
tuales y de recíproco afecto con esta hermosa ciudad de reconocida
prosapia cultural, Ambato, en la que se han editado varias de mis
obras (editoriales Pío XII, Primicias y Universidad Técnica de Am-
bato) y en la que encontré queridas amigas y apreciados amigos de
largo tiempo, en especial en la Casa de Montalvo en donde he parti-
cipado en no pocas actividades académicas y sociales. He recibido
aquí hospitalidad desbordante y aprecio genuino, por ello cuando
escucho ese pasacalle tan decidor y magistral, que se canta y baila
no solo en los sectores populares, Ambato tierra de flores, de la autoría
de Gustavo Eguez Vaca y Carlos Rubira Infante, en su letra y música,
respectivamente, acuden a mi memoria gratas evocaciones, al oír las
cautivantes melodías que acompañan a expresiones de dulcedum-
bres, como “cuna de sol, aquí no hay sinsabores solo canciones del
corazón”, no es para menos si “sus mujeres son amasadas de aroma
y sol” y en todo este ambiente se respira cultura, don de gentes, di-
namismo, bonhomía que siempre he querido reciprocar con respeto
y sincera condescendencia.
Por estos y otros motivos, la condecoración que acabo de re-
cibir y que valoro en el más alto grado, me enaltece y me llena de
sano orgullo, se identifica plenamente con mis ideas, de ayer y de
hoy; la recibo en la dimensión de todo cuanto ella significa: infinitas
gracias, muy dilecta y señorial ciudad de Ambato que, por interme-
BOLETÍN ANH Nº 205 • 419–425
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