BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCIX Nº 205  
Enero–junio 2021  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Director  
Dr. Franklin Barriga Lopéz  
Subdirector  
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Universidade do Estado do Rio de Janeiro-Brasil  
BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCIX  
Nº 205  
Enero–junio 2021  
©
ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
eISSN Nº 2773-7381  
Portada  
Eduardo Kingman Riofrío, pintor ecuatoriano, 1913–1997  
Fotografía, colección familia Kingman. Tomada de su fb.  
Diseño e impresión  
PPL Impresores 2529762  
Quito  
landazurifredi@gmail.com  
julio 2021  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA DELꢀECUADOR  
SEDE QUITO  
Av. 6 de Diciembre 21-218 y Roca  
2
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publicacionesanh@hotmail.com  
Vida académica  
MENSAJE DEL DR. FRANKLIN BARRIGA LÓPEZ,  
DIRECTOR DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA,  
CON MOTIVO DEL ANIVERSARIO CXI  
DE NUESTRA ENTIDAD  
Y EN TIEMPOS EN QUE LA PANDEMIA DE CORONAVIRUS  
AZOTABA AL ECUADOR Y AL MUNDO  
Apreciados colegas académicos y amigos:  
Como es de vuestro conocimiento, el país ha sufrido avatares  
que le han golpeado con bastante fuerza, ninguno como las pande-  
mias de coronavirus y de corrupción que le agobian, hasta límites  
inconcebibles y que ocasionan, a nivel individual y colectivo, a más  
de enfermedad, muerte y mayor pobreza, ira, angustia, incertidum-  
bre y hasta desesperanza.  
Estamos viviendo una época que anhelo jamás vuelva a re-  
petirse en lo que respecta a los factores adversos –y son tantos– que  
asedian y estremecen. Duele escuchar voces que afirman que nuestro  
querido Ecuador es un Estado fallido.  
Ahora más que nunca, la función de la Historia reluce en  
todo su esplendor, para retomar, especialmente, los ideales que guia-  
ron a nuestros antecesores a luchar por la libertad y el bien común,  
pagando precio de enormes sacrificios con sus vidas, propiedades y  
cuántos otros sufrimientos, como destierros, persecuciones y encar-  
celamientos.  
Los actos de conmemoración del Bicentenario, en su segunda  
fase, comenzarán, precisamente, dentro de pocos días y para lo cual  
nuestra entidad hará presencia con realizaciones dignas de su trabajo  
y nombradía, como es la Biblioteca de la Independencia, en doce vo-  
lúmenes, que está elaborada a base de los textos escritos por más de  
veinte académicos, tanto de Número como Correspondientes, y cuyo  
primer tomo está ya imprimiéndose en los talleres gráficos de la Casa  
de la Cultura Ecuatoriana, gracias al convenio suscrito con esa igual-  
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mente prestigiosa institución a la que nos unen antiguos y sólidos  
lazos.  
Es el momento de preguntarnos si las actuales generaciones  
son merecedoras del legado de los próceres, no para encender ho-  
gueras de odio y desunión sino para enmendar rumbos hacia la li-  
bertad, la democracia, la paz, la cohesión social, el sentido de Patria  
y la prosperidad.  
La Historia –maestra de la vida la conceptuó Cicerón– está  
llamada, singularmente en estos días y en cercano futuro, a dejar oír  
sus enseñanzas, para incentivar el orgullo de pertenencia, la lumbre  
cívica que va apagándose, la consolidación nacional, la lucha por un  
presente y porvenir de mejores horizontes. El trabajo de la Academia,  
por tanto, se intensifica y vuelve más necesario con cada hora que  
pasa.  
La oportunidad es propicia para recordar la exhortación que  
ha guiado a nuestra corporación científica y que, en junio de 1911,  
hizo González Suárez a los jóvenes –futuros historiadores notables–  
componentes de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos  
Americanos que, en 1920, ascendió a la alta categoría de Academia  
Nacional de Historia.  
El preclaro fundador escribió:  
Trabajad con tesón, con empeño, con constancia: no os desalentéis por  
las dificultades, no os acobardéis ante los obstáculos; venced las difi-  
cultades, arrollad los obstáculos. Como la verdad es el alma de la His-  
toria, buscad la verdad, investigad la verdad y, cuando la encontrareis,  
narradla con valor.1  
Las dificultades y obstáculos que señaló el maestro están la-  
tentes y son numerosos; no obstante, de nuestra parte prevalece el  
espíritu de trabajo, sacrificado, pluralista, visionario para alcanzar  
los objetivos comunes y que nos conducen a sortear barreras y bo-  
rrascas y cumplir a cabalidad el cometido previsto, afianzado en la  
verdad, básica y esencialmente.  
2
Jacinto Jijón y Caamaño, Jacinto Jijón y Caamaño: su vida y su Museo de Arqueología y Arte Ecua-  
toriaos, editorial Santo Domingo, 1971, p. 17.  
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González Suárez, en su mensaje de 1911, además expresó:  
Cuando di principio a mi labor histórica estaba solo, aislado: ahora, cuando  
para mí se aproxima ya el ocaso de mi vida, no estoy solo, no me encuentro  
aislado…Mi palabra ha caído en tierra fecunda, mi trabajo no ha sido esté-  
2
ril”. ¿Qué pudiera decir, ahora, el insigne fundador, al cabo de más  
de una centuria y una década al ver a la Academia en las dimensio-  
nes en que se desenvuelve? Habló de la simiente que cayó en tierra  
fecunda y cuanta razón tuvo en esta afirmación, a esa tierra fecunda  
continuamos labrando con esmero y ardentía, para que prosiga  
dando los frutos que alimentan el alma ecuatoriana tan necesitada  
de grandes referentes, a fin de no claudicar ante las vorágines que le  
circundan.  
Por las circunstancias de general conocimiento que estamos  
atravesando, no fue posible llevar a cabo la Sesión Solemne que,  
todos los años, se efectuaba el 24 de julio, en homenaje a la fecha  
constitutiva, a Simón Bolívar, el Libertador y a González Suárez, el  
Pionero. ¡Permanente loor a ellos que honran no solo a la Historia!  
Añoramos esa cita de talento, confraternidad y patriotismo.  
Ansiamos que pronto podamos realizar actos públicos, consolidados  
con vuestra presencia, hasta tanto reciban mi saludo cordial y respe-  
tuoso, que quiero sea especial, en este día que jamás podía pasar de-  
sapercibido, junto al agradecimiento por la magnífica colaboración  
que ustedes y el personal administrativo brindan, a nuestros ideales  
por continuar, cada vez con mayor dedicación, en el desempeño de  
las inmensas e ineludibles responsabilidades que se nos confió.  
Una vez que, desde el 1 de julio, hemos vuelto a laborar a  
medio tiempo y físicamente, en la Casa Alhambra, seguirán leyendo  
los permanentes boletines mediante los cuales les informamos sobre  
la actividad institucional. En lo más agudo de la pandemia, el trabajo  
en ningún instante se suspendió, lo llevamos a cabo de forma virtual,  
en esos más de tres meses y medio de obligada cuarentena.  
En el CXI aniversario de fundación, que se cumple hoy, que-  
ridas damas y apreciados caballeros, colegas y amigos, reitero mi sa-  
3
Federico González Suárez, Defensa de mi criterio histórico, Talleres Tipográficos Municipales,  
937, p. 7  
1
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ludo y la certeza de que la Academia Nacional de Historia del Ecua-  
dor, sin apartarse, en ningún momento, de los valores y principios  
que le orientan, gracias a vuestro invaluable aporte intelectual pro-  
sigue, con inapagable optimismo y ponderación, dinámica, incansa-  
ble, estudiosa, pluralista en el cumplimiento de su misión insusti-  
tuible, que parte de las raíces más remotas de nuestra nacionalidad,  
la ecuatoriana, para afianzar el presente y vislumbrar el porvenir,  
con líderes honestos, capaces, patriotas que requerimos, para forjar  
imagen y realidades venturosas y plausibles, en el concierto de paí-  
ses del continente y del mundo.  
González Suárez, en la fecha mencionada, denunció a los po-  
derosos e influyentes enemigos que le combatían, por haber exhibido  
únicamente la verdad. Ante la arremetida de sus adversarios, salió  
airoso y digno como lo fue, para ocupar el lugar que le correspon-  
deen la memoria de las generaciones, mientras que a sus virulentos  
adversarios les ha borrado el viento del olvido o se les señala con un  
piadoso dedo acusador por sus errores y falsías. Disculpadme que,  
en esta parte, hable en primera persona, pero es necesario hacerlo:  
en lo personal no reconozco enemigos, aunque uno nunca sabe lo  
que se trama en los subsuelos de la maledicencia; en cambio, en lo  
institucional, no es desconocido que existen elementos ocultos, que  
traman acciones innobles en desmedro de nuestra Academia.  
¿Qué obra humana, por más eminente que sea, no tiene de-  
tractores? Eso ha sucedido desde tiempos inmemoriales y aquellos  
que vivió González Suárez no podían ser la excepción, en razón de  
que la naturaleza humana es tan compleja y contradictoria, en lo di-  
ferente de cada individuo en lo personal y ubicada en el libro La con-  
dición humana, publicado en 1933, por el escritor e historiador  
francés André Malraux. Por otro lado, hay y en cifras incuantificables  
quienes justiprecian el trabajo y la significación de la Academia, lo  
que constituye aliento que pulveriza incomprensiones y más actitu-  
des insidiosas que no encuentran cabida en nuestra afamada colec-  
tividad de gente selecta por sus virtudes morales e intelectuales.  
En ocasiones, debido a esas fuerzas casi imperceptibles, que  
actúan en el anonimato o en los submundos de la intriga, el egoísmo,  
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el odio o la frustración han lanzado ataques, de manera directa o in-  
directa, a la Academia, a la que han pretendido verla disminuida y  
hasta desaparecida, vano intento que no podrán alcanzar como re-  
sultado, debido a los deslucimientos que obtienen quienes acometen  
morder mármol. A esos sujetos, los académicos hemos tenido el  
acierto de declararles non gratos, lo cual lo dice todo.  
Desde luego, son contados elementos que perpetran estos  
procederes repudiables; por lo general, la estima y las consideracio-  
nes que se brindan a nuestra entidad son cuantiosos, acordes a su  
nivel de calidad y nombradía, consecuencia de larga y denodada tra-  
yectoria que se ha calificado de ejemplar, dentro de Ecuador y en el  
extranjero, es por eso que se producen mayores acercamientos, de  
instituciones similares, universidades o investigadores, en demanda  
de informes, avales, asesoramientos y consultas, los que atendemos  
con la prontitud e idoneidad que son menester. Las miras que tene-  
mos en todo instante son hacia plus ultra, sin quedarnos enredados  
en pequeñeces, en los afilados guijarros o en los pantanosos recodos  
que no faltan en el camino: nos hace falta tiempo como para desper-  
diciarlo respondiendo insignificancias y no proseguir dedicados al  
estudio, la meditación, la entrega de aportes positivos, resaltando  
los ejemplos que orientan a la sociedad o señalando, para no imitar-  
los, a los que la desmerecen.  
Como acontece en otros países –permítanme precisar tan solo  
a Francia o España–, debe entenderse que la Academia Nacional de  
Historia es una cuestión de Estado, ya que la nuestra fue creada por  
ley de la República y por sus fines y objetivos superlativos que con-  
tribuyen al rescate y la permanencia de valores fundamentales para  
nuestra Patria. En las más altas instancias gubernamentales, sin mez-  
clarse con la política partidista, no debe faltar el sabio consejo aca-  
démico, para garantizar aciertos y realizaciones efectivas y eficaces.  
En las vastas dimensiones de los documentos que consulta-  
mos, miramos cumbres y abismos, opulencias y miserias, buceamos  
profundidades, navegamos océanos de aguas calmas o de oleajes im-  
placables, con nuestras propias alas emprendemos vuelos encum-  
brados y surcamos diversas latitudes donde imperan sombras y  
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claridades, en la búsqueda de la luz disipadora de tinieblas. Estos  
son los prodigios y los desgarramientos de la Historia, de la cual  
somos nosotros cultivadores, protectores y heraldos.  
Salud, concordia, lealtad, integridad, solidaridad, constancia  
que nunca desaparezcan en la Academia. Escribo estos anhelos, que  
también son los de ustedes y les envío, renovados, mi respeto, albo-  
rozo y abrazo fraterno, en este nuevo y atípico aniversario de nuestra  
entrañable y emblemática institución que, siempre, va y debe ir hacia  
adelante.  
Ninguna pandemia podrá detener el cauce de la Historia y  
de nuestra corporación eminentemente científica y pluralista.  
Dr. Franklin Barriga López,  
Director  
Quito, 24 de julio del año 2020.  
Bibliografía  
GONZÁLEZ SUÁREZ, Federico, Defensa de mi criterio histórico, Talleres Tipográ-  
ficos Municipales, 1937.  
JIJÓN Y CAAMAÑO, Jacinto, Jacinto Jijón y Caamaño: su vida y su Museo de Ar-  
queología y Arte Ecuatorianos, editorial Santo Domingo, 1971.  
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La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
entendiéndose por tales a quienes  
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Barriga López, Franklin,  
"
Mensaje del director de la ANH con motivo del aniversario CXI de  
nuestra entidad", Boletín de la Academia Nacional de Historia, vol.  
XCIX, Nº. 205, enero - junio 2021, Academia Nacional de  
Historia, Quito, 2021, pp.445-450