BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCIX Nº 206-B  
Julio–diciembre 2021  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCIX  
Nº 206-B  
Julio–diciembre 2021  
©
ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
eISSN Nº 2773-7381  
Portada  
Corrida de “toros de pueblo”, en Pintag, Ecuador, 2018.  
Imagen capturada de un video producido por Toros y Toreros  
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Quito  
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diciembre 2021  
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. XCIX – Nº. 206-B  
Julio–diciembre 2021  
TOROS: LA FIESTA POPULAR,  
SINCRETISMO Y MESTIZAJE  
–DISCURSO DE INCORPORACIÓN–  
Gonzalo Ruiz Álvarez1  
La seña de identidad que ha sumergido en las manifestacio-  
nes culturales de buena parte de América y en una significativa por-  
ción de la población del Ecuador, parece imperecedera: es la fiesta  
de los toros, otra huella más del mestizaje que hunde sus raíces en  
una historia de alrededor de cinco siglos en este nuevo continente y  
en lo que hoy es el Ecuador.  
El crisol de la riqueza de la simbiosis de culturas diversas,  
más allá de los traumas iniciales de la conquista y la imposición de  
los usos, creencias y costumbres de la cultura dominante, hace ca-  
tarsis notable y suscita adhesiones que se arraigan y se recrean en  
nuevas formas y manifestaciones. Así, la fiesta de los toros llega de  
Europa, pero sus raíces se infiltran en tierra americanas y la expre-  
sión fecunda del mestizaje que la adopta como propia, la recrea y  
aporta a su supervivencia.  
El fenómeno que hoy estudiaremos y los fundamentos que  
conjuntan la construcción de esta teoría recoge la tesis del sincre-  
tismo que investiga, desarrolla y perfecciona el insigne intelectual y  
escritor Carlos Fuentes, en su obra El espejo enterrado, publicada con  
motivo de los 500 años del descubrimiento de América, por el Fondo  
de Cultura Económica, donde se explica de modo rico y nítido la  
1
Periodista de oficio, Director del noticiero EcuadoRadio matutino, de Radio Quito y Platinum  
FM. Subdirector de Diario El Comercio de 2010 a 2021. Escribió más de 2.000 columnas de opi-  
nión y análisis internacional en ese diario, desde mayo de 1991 a septiembre de 2021. Fue coor-  
dinador académico en la Carrera de Periodismo de la Universidad Tecnológica Equinoccial  
(UTE). Ha sido director, entrevistador, periodista y conductor de varios noticieros y espacios  
de opinión en varios canales de televisión. Es miembro de honor de la Unión Nacional de Pe-  
riodistas, UNP; Socio de la Asociación de Periodistas Taurinos del Ecuador, miembro fundador  
de la Peña Taurina La Giralda y Socio del Círculo de Amigos de la Dinastía Bienvenida.  
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Gonzalo Ruiz Álvarez  
conjunción de los elementos mitológicos de las culturas de nuestros  
pueblos ancestrales con la religión que llegaba del viejo mundo.  
Para Carlos Fuentes, al cumplirse los 500 años de la llegada  
de Cristóbal Colón a América, si había algo que celebrar, más allá de  
las interpretaciones contradictorias e interpuestas aludidas, algo que  
permaneció en pie en medio de nuestras desgracias fue “nuestra he-  
rencia cultural. Lo que hemos creado con la mayor alegría, la mayor grave-  
dad y el riesgo mayor. La cultura que hemos sido capaces de crear durante  
los pasados quinientos años como descendientes de indios, negros y europeos  
2
en el Nuevo Mundo”.  
Hubo, sin duda, afán de imposición, pero de aquel choque  
de civilizaciones surgió un nuevo modo de ser y entender el espíritu  
religioso y sus manifestaciones expresadas en la magnificencia de  
los templos y la maravillosa creación del Barroco Andino o la Escuela  
Quiteña, donde la vibrante capacidad creativa de nuestros artistas y  
talladores alumbró al mundo con obras de arquitectura que expresan  
de forma cuasi milagrosa, algunos de los tantos tesoros que hoy  
guarda y exhibe esta ciudad de Quito, Patrimonio Cultural de la Hu-  
manidad, que orgullosos mostramos al mundo entero.  
Alude, Fuentes, a las tradiciones Chichén Iztá y Machu  
Pichu, a la arquitectura y a la herencia europea por la vía española  
de lo ibérico, mediterráneo, griego, árabe y judío, que nutrió nuestra  
identidad rica y diversa, al igual que aquellos rasgos que nos llegan  
3
de África, “de las cuevas de Altamira hasta a los grafitos de Los Ángeles”.  
En el noveno capítulo, titulado ‘El barroco del Nuevo  
Mundo’, Fuentes insiste en que “el descubrimiento de América se tra-  
4
dujo, para el Renacimiento, en el hallazgo de un lugar para la utopía”. El  
escritor mexicano sostiene que mientras en Europa se seguía so-  
ñando en una utopía cristiana en el Nuevo Mundo:  
la utopía fue destruida por las duras realidades del colonialismo: el sa-  
queo, la esclavitud e incluso el exterminio. Igual que en Europa, entre  
el ideal y la realidad apareció el barroco del Nuevo Mundo, apresurán-  
dose a llenar el vacío. Pero, en el continente americano, dándole tam-  
2
3
4
Carlos Fuentes, Espejo enterrado, Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 10  
Ibid., p.11  
Ibid., p. 205, ss.  
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
bién a los pueblos conquistados un espacio, un lugar que ni Colón ni  
Copérnico podían realmente otorgarles; un lugar en el cual enmascarar  
y proteger sus creencias. Pero, sobre todo, dándonos a todos nosotros,  
la nueva población de las Américas, los mestizos, los descendientes de  
indios y españoles, una manera para expresar nuestras dudas y nues-  
tras ambigüedades (…). Un arte dominado por el hecho singular e im-  
ponente de que la nueva cultura americana se encontraba capturada  
entre el mundo indígena destruido y nuestro universo, tanto europeo  
como americano.5  
El primer capítulo de El espejo enterrado se titula: ‘La virgen  
y el toro’. El polifacético escritor, un mexicano universal, desentraña  
el símbolo del dios tauro al explicar la imagen del toro que surge de  
las cuevas de Altamira, que se expresa en aquellos toros de piedra  
6
de Guisando hasta aquel toro de Osborne, un anuncio de brandy  
con la inconfundible silueta de un toro bravo que aparece en varias  
de las rutas de España como una imagen inequívoca e inconfun-  
7
dible, y la presencia de la tauromaquia en el Guernica de Picasso.  
8
El portentoso toro del Guernica ha sido tomado para diseños  
de trajes de luces en la corrida picassiana de Málaga, en 2021, por el  
matador de toros Pablo Aguado; otros matadores, en este tipo de co-  
rridas, han lucido en sus ternos de luces temas alusivos en homenaje  
a Pablo Picasso, un gran aficionado a la fiesta de toros, y quien di-  
señó vestidos de torero para Luis Miguel Dominguín, una figura del  
toreo reconocida y ex propietario de la Plaza de Toros de Quito. Do-  
5
6
Ibid., Capítulo 9 ‘El barroco del Nuevo Mundo’  
…‘y los toros de Guisando, casi muerte y casi piedra, mugieron como dos siglos, hartos de  
pisar la tierra’ Cfr. Federico García Lorca, fragmento del poema ‘Llanto por Ignacio Sánchez  
Mejías’, Revista Cruz y Raya, Madrid, 1935. También en: Federico García Lorca, Federico.  
Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1969, p. 447.  
7
8
“El Toro de Osborne cumple 60 años vigilando las carreteras españolas. Nació como la imagen  
publicitaria de una bebida alcohólica y terminó por convertirse en un símbolo patrio que en  
algunos lugares de España hasta se ha convertido en Bien de Interés Cultural. (…) Los prime-  
ros Toros de Osborne lucían la marca Brandy Veterano en letras blancas, estaban fabricados  
en madera y medían cuatro metros de alto. Desde 1957 y hasta 1960 se instalaron más de 500  
toros en toda la geografía española.” Noelia López, Reportaje, 11/10/2017. En: https://www.  
autobild.es/reportajes/toro-osborne-cumple-60-anos-te-contamos-10-cosas-que-quiza-no-sa  
bias-169388  
Mercé Ibarz, en el artículo ‘El toro del Guernica’, escribe: “el Guernica es guerra y todo lo que  
significa: horror, abuso, desastre, muerte, víctimas y espectáculo”, El País, España, 31 mayo  
2017  
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minguín toreó la última corrida de su vida con un traje diseñado por  
el maestro del arte pictórico universal en la capital del Ecuador el 1°  
de diciembre de 1973.  
Carlos Fuentes lo ve claro, las posiciones a favor o en contra  
de España ilustran nuestra contradicción: “nuestra relación con España  
es tan conflictiva como nuestra relación con nosotros mismos”.  
La simbología religiosa volcada en la Semana Santa de Sevi-  
lla, el símbolo de la Virgen de La Macarena, patrona de los toreros,  
son para Fuentes aspectos indisolubles. Yo añadiría la Virgen de  
Triana, el barrio sevillano diseñado por Eiffel, que queda al cruzar  
el puente del río Guadalquivir, de nombre moro, otra huella del paso  
de los árabes por el territorio de Al-Ándalus en la península ibérica,  
y otro barrio de grandes toreros andaluces.  
Aquella urdimbre entre las diversas maneras de ver, enten-  
der y vivir las religiones, se potencia en América, pero fueron comu-  
nes en la España, cargada de tantas vertientes de pueblos atávicos,  
creencias y costumbres. “El sincretismo entre la fe católica y las supers-  
ticiones del pueblo gitano encuentran en el toro una imagen sugerente”,  
sostiene Andrés Ruiz en su tesis de grado de licenciatura por la Pontificia  
Universidad Católica del Ecuador.9  
David Pacheco, en Leyendas, tradiciones y relatos lojanos, al  
hacer referencia a los espectáculos taurinos que se realizaron, por  
ejemplo, en la ciudad austral con motivo de la independencia, hace  
unos sabrosos relatos de corridas celebradas en los años treinta. Cabe  
citar un pensamiento que refuerza esa nueva visión de la fiesta: “Ha-  
blar de toros es hablar de la madre España, es hablar de Indoamérica. Es ha-  
10  
blar de la misma raza simbiosis de dos mundos…”.  
El toro bravo que llegó a granel en las panzas de los buques  
hasta América en largas travesías, junto con semillas, herramientas  
de labranza y construcción, no es el que hoy conocemos como el toro  
de lidia, sino el anterior escalón de su antiguo origen, antes que la  
alquimia de la genética y la selección perfeccionaran sus dotes de  
9
1
‘El símbolo del toro en la visión poética de Miguel Hernández, Repositorio PUCE, 2011 Diser-  
tación de la tesis de grado.  
0 David Pacheco, primera edición, Consejo Provincial de Loja 1979. Edición posterior: Casa de  
la Cultura, Loja, 1996  
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
aquel antiguo instinto combativo, potenciaran la bravura, la acome-  
tividad, la ansiedad incansable de lucha y la nobleza de sus embes-  
tidas.  
Pero reparamos antes de desembarcar junto con las huestes  
conquistadoras de aventureros y hombres en busca de un futuro en  
este nuevo mundo, en algunos aspectos de los orígenes de la fiesta  
de raigambre popular y del toro que precedió a la hoy variopinta he-  
rencia genética, cuyo patrimonio están llamadas a preservar España,  
Portugal y América, para recreación de los amplios espacios de tie-  
rras dedicadas a su crianza y las variedades de especies vegetales y  
animales que conviven con el toro bravo.  
De las bodegas de los barcos procedentes de España bajaron las na-  
ranjas, la vid, las olivas y viajaron al Viejo Mundo el chocolate, el to-  
mate, el ají, la papa y el maíz, alimentos de América para cambiar el  
mundo de la gastronomía en otra simbiosis milagrosa sin la cual la  
sociedad planetaria de hoy no se reconocería en sus sabores y ri-  
queza gastronómica.  
El Uro y el Bos  
El toro de lidia que se conoce hoy en día, luego de una es-  
forzada y profunda investigación genética y modelación de sus prin-  
11  
cipales características, procede del antiguo Uro y el Bos.  
Es un bovino, mamífero, vertebrado, cuya especificidad es  
su comportamiento, es decir, sus características sicológicas son aque-  
llas que se buscan para transmitir de generación en generación, de  
forma muy distinta que otras especies de su género, donde las cua-  
11 Víctor Sauqué y otros escribieron: ‘El Uro de Fogañán, Bos Primigenius Bojanus 1827’. Fueron  
sus palabras: “El uro, Bos primigenius Bojanus 1827, fue extinguido en tiempos históricos  
(Degerbøl y Fredskild, 1970). Es el ancestro de la mayoría de las razas de ganado vacuno ac-  
tual, incluyendo Bos taurus Linnaeus 1758 y Bos indicus Linnaeus 1758 (Ekström, 1993). El  
registro más antiguo de esta especie en Europa se encuentra en el yacimiento de Venosa-No-  
tarchirio (Italia) (…) donde está asociado a la industria achelense más antigua en Europa  
(
Piperno, 1999; Martínez Navarro et al., 2007). En la Península Ibérica se encuentra por pri-  
mera vez en los yacimientos de Torralba y Ambrona (Soto et al., 2001) con una datación tam-  
bién cercana al medio millón de años. La especie B. primigenius desciende de la forma  
africana Bos buiaensis, localizada en Buia, Eritrea (Martínez-Navarro et al., 2009)” Grupo  
Aragosaurus-IUCA. Paleontología. Facultad de Ciencias. Universidad de Zaragoza  
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lidades de producción de carne o leche son las prioritarias. En el toro  
de lidia, la bravura y la nobleza son la clave.  
Ramón Barga, en su libro El toro de lidia, sostiene que “los ga-  
naderos dedicados a criar toros bravos para su lidia en las plazas (…) no  
12  
aparecen sino hasta principios del siglo XVIII”. José Luis Prieto Garrido  
13  
en El toro bravo, ganaderías míticas da cuenta que en los siglos XV y  
XVI vaqueros y pastores apartaban los toros más fieros e indoma-  
bles.  
Y, más allá de sus formas físicas y de las variedades de los  
encastes que muchas veces lo diferencian por pelaje, encornadura y  
tipo físico, todo ello de lo más variado, el instinto de acometividad,  
la transmisión, la durabilidad, el modo de embestir, constituyen todo  
un banco de características genéticas que los ganaderos de lidia pri-  
vilegian a la hora de la selección junto con el fenotipo y su belleza fí-  
sica que los aficionados al arte del toreo conocen como la estampa.  
Todo un debate todavía irresuelto es aquel del origen del Uro  
primitivo —del que derivan todas las razas de toros existentes— al  
toro actual, pasando por el Bos, “una larga evolución filogenética”,  
según Zacarías Salazar.14  
Muchos investigadores e historiadores lo sitúan en un des-  
cendiente de aquellos bóvidos que se criaban en el norte de Europa  
y hasta provenientes del Asia (Bos taurus primigenius), conducidos  
por los celtas hasta la península ibérica. Algunos ven semejanza en  
el toro de lidia actual con ejemplares de las razas bovinas de Escocia.  
Otras vertientes prefieren identificarlo con el Bos que vino de Egipto  
(Bos Taurus africanus). Antiguos toros, acaso antepasados de los que  
llegaron a Andalucía, pastaban a orillas del gran río Nilo y fueron  
rescatados en leyendas, tradiciones y pinturas de esa importante cul-  
tura africana.  
Lo cierto es que existen en lo que hoy se llama España, dis-  
tintos indicios arqueológicos y paleontológicos, pinturas rupestres,  
mosaicos y restos de monedas, todo tipo de evidencias de la presen-  
cia de bisontes, toros y prácticas del ser humano con esta especie.  
1
1
1
2 Ramón Braga, El toro de lidia, 1995, p. 13  
3 José Luis Prieto Garrido en El toro bravo, ganaderías míticas, 2012, p. 19  
4 Zacarías Salazar cit. De Cossíos, J.M., 1981: 131, ss.  
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
Desde los toros de piedra de Guisando a las cuevas de Altamira, Al-  
pera, Navazo y Albarracín, en Teruel, Castellón o Valencia.  
Los toros, fiesta popular  
Aquel indómito animal que pastaba en vastas extensiones a  
la buena de Dios, ya fue referencia para los valientes y audaces ca-  
ballistas que los rodeaban, y esa bravura expresada en embestidas  
constantes, infatigables como un diamante en bruto, dio espacio para  
los juegos de toros que pronto se empezaron a transformar en corri-  
das populares y en derivaciones y expresiones regionales, hasta la  
fiesta de los toros que hoy conocemos como una manifestación clá-  
sica del arte efímero del toreo en la corrida con los artistas ataviados  
con trajes de luces, hasta los toros de las calles (‘Bous al Carrier’, en  
valenciano). Una particular expresión de los toros que se corren en  
las calles es el encierro de Pamplona, una fiesta de muchos años que  
universalizó el escritor norteamericano Ernest Hemingway, premio  
Nobel de Literatura, en cuyo homenaje hay un busto en la puerta del  
15  
encierro en la Plaza de Toros de la capital navarra.  
El correr toros en las calles tiene particulares adhesiones en  
las fiestas de centenares de poblados de España, desafiados por los  
mozos más valientes de los pueblos, hasta los recortes a cuerpo lim-  
pio —una tauromaquia de exposición y dotes gimnásticas de los re-  
cortadores—; las capeas populares donde los vecinos del pueblo y  
los maletillas —aspirantes a toreros— pasan con capa y muleta a in-  
mensos ejemplares, o ‘los toros de pueblo’ que conocemos en una  
parte significativa de los poblados de la serranía ecuatoriana y en  
otros países de la América taurina.  
1
5 Los sanfermines, fiestas propias y tradicionales de España, fueron cada día más conocidas  
por todo el mundo, gracias al famoso escritor norteamericano Ernest Miller Hemingway.  
Fue en 1923 cuando él llegó a España y experimentó la fiesta por primera vez. Desde enton-  
ces, se enamoraba perdidamente del encierro, de la corrida y de todo elemento de los san-  
fermines. Luego visitó Pamplona, por Sanfermín, en 1924, 1925... 9 veces en total. Como un  
gigante literario, creó unas obras que trataban de la corrida de toros, por ejemplo, Death In  
The Afternoon y The Sun also Rises (editada en España como Fiesta). Sobre todo, al obtener el  
Premio Nobel de Literatura en 1954, todo el país ya conocía los sanfermines. Afectadas y  
emocionadas por sus excelentes obras, cada vez más personas de distintos países acuden a  
Pamplona en julio para presenciar y celebrar esta fiesta maravillosa. Es así que las fiestas de  
San Fermín y su encierro han llegado a tan altas cotas de popularidad internacional.  
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Una peculiar expresión de la fiesta española y la simbología  
cultural se expresa en la tradición del ‘toro y el cóndor’, donde el mí-  
tico cóndor andino, atado en el morrillo del toro criollo, carcome al  
toro bravío y se desarrolla un espectáculo cruento, que entusiasma  
a los espectadores de pueblos de las serranías de Perú y Bolivia y  
que se expresa con tremenda e impresionante puesta en escena en el  
mural de Oswaldo Guayasamín, que se exhibe como obra central y  
definitiva de este espectáculo popular en la Capilla del Hombre, con-  
cebida por él como su homenaje para la posteridad, situada en el ba-  
rrio quiteño de Bellavista, y que es visitada por turistas nacionales y  
extranjeros. Esta obra, más allá de su simbología, de su mensaje an-  
tropológico y la interpretación particular del célebre artista, expresa  
con inmensa fuerza y resume la vivaz lucha entre dos culturas y su  
convivencia por la eternidad de su proyección. ‘La Yahuarfiesta’. “El  
símbolo en estudio tiene una presencia importante en la cultura. El toro  
caló hondo en el mestizaje latinoamericano, sobre todo en los países que más  
han mantenido relación con la ascendencia hispana, como México, Colom-  
bia, Ecuador y Perú”.  
Los estudios de los antiguos ritos ancestrales nos llevan de  
nuevo a Europa y al Minotauro, mitad toro y mitad hombre, hablan  
a viva voz de esta antigua concepción de los animales antropomorfos  
o esta conjunción de la mitología que lleva otra vez al toro y al hom-  
bre como eje de una vida llena de tensiones y enfrentamientos.  
La misma isla de Creta fue escenario de juegos de toros  
donde ágiles gimnastas con mancuernas exponían su vida en acro-  
bacias en la cara del toro. La ya citada enciclopedia de De Cossío  
dice: “…son los frescos del Palacio de Cnosos los que nos proporcionan una  
información gráfica más completa de lo que debieron ser aquellos juegos o  
16  
ritos en los que interviene el toro.  
Teseo, hijo del rey, se adentra en el laberinto y derrota al Mi-  
notauro, hijo de un toro de Creta en Pasífae, temido por el mito de  
haber devorado hombres para saciarse.  
Ya en la península ibérica, los relatos hablan de “reses bovinas  
17  
de gran agresividad”. La potente leyenda de Hércules refiere al robo  
1
1
6 De Cossío, 1981, Tomo IV: 777  
7 Barga, R., op. cit., 1995: 13  
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
de vacas de Gerión, un gigante con alas y cabeza de hombre en los  
confines de Iberia. Es el mismo Hércules cuya leyenda habla de  
haber plantado las comunas al extremo de ambos continentes en el  
Mediterráneo.  
El poeta Rafael Alberti, aficionado de pro a la fiesta de los  
toros y a los temas de mar se refiere a este robo así:  
Gritos de Hércules el Fuerte  
retumban en la bahía.  
¡
Eh, que se llevan los toros,  
los bravos toros de lidia!  
Torbellinos de testuces  
y de cuernos que se astillan.  
Mugir del mar y del viento  
de las marismas.  
Abriendo un nuevo camino,  
los litorales arriba,  
va Heracles, ladrón de toros  
de las marismas.18  
Los cambios en las fiestas  
Las fiestas de toros fueron evolucionando y aquellos juegos  
de nobles y caballeros, cuya manifestación se expresa con destreza y  
cultivado dominio de las cabalgaduras por los rejoneadores de hoy,  
fueron el antecedente del toreo a pie en las plazas cerradas. La Plaza  
fue el escenario elegido y acotado, el mismo que hoy se conoce como  
la Plaza Mayor de Madrid, al igual que la Plaza Grande y luego Plaza  
de la Independencia en Quito, y en las plazuelas de cada pueblo.  
La denominación del escenario actual de las corridas de toros  
formales, ‘plaza de toros’, deviene de aquella costumbre de celebrar  
espectáculos en las plazas mayores de los pueblos, cuyos balcones  
se convertían en palcos y sus esquinas se completaban con carretas,  
talanqueras y tablados para el goce popular del espectáculo.  
Para Fuentes19 la plaza es el lugar común de encuentro  
donde el pueblo vierte sus angustias y contradicciones e identifica a  
1
1
8 Rafael Alberti (Fragmento: ‘El viaje mítico’ en: Ora marítima)  
9 Fuentes, cit. 1992  
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Gonzalo Ruiz Álvarez  
esa geografía mil veces comparada como la piel de toro con que pro-  
pios y extraños ven el mapa de España.  
En ese escenario, los que se pudieran parangonar como los  
peones de brega actuales eran los asistentes de los caballeros que es-  
taban prestos a hacerles el quite cuando la bravura del toro desbor-  
daba y su vida corría peligro. Y de aquellos quites nacen las primeras  
suertes de capa, evoluciona el toreo a pie y los que antes eran subal-  
ternos del espectáculo se van convirtiendo en los protagonistas del  
toreo hoy en día, y en cuyo eje gira la atención de los espectadores y  
son las estrellas de la fiesta actual que cautivan con su dominio ar-  
tístico del fiero animal, hasta causar júbilo y admiración en miles de  
espectadores que saben que eso que hace aquel hombre vestido de  
luces no lo puede hacer cualquiera; un factor más que propende a la  
admiración y el reconocimiento general.  
El arte del toreo se asienta en dos pilares fundamentales, la  
bravura y el espíritu de lucha del toro, y el valor, la inteligencia y la  
capacidad creativa del lidiador.  
El toro de lidia en América  
Los antepasados de los toros que llegaron a América pobla-  
ron los campos cuando todavía no existían los criterios de selección  
y crianza.  
La historia de los toros en América es antigua y fecunda.  
Juan Gutiérrez, primo del conquistador de México, Hernán Cortés,  
trajo vacas y toros procedentes de la casta Navarra, que hoy proyec-  
tan su estirpe en la ganadería que se tiene por más antigua de todas  
las del mundo: Atenco. Nicolás Rengel, de la Academia de Historia  
de México, en su obra Historia del toreo en México, época colonial (1529-  
1821) dice:  
El conquistador Juan Gutiérrez Altamirano, primo de Hernán Cortés,  
había obtenido de éste, como repartimiento, el pueblo de Calimaya con  
sus sujetos; y con otras estancias que había adquirido en el valle de To-  
luca, llegó a formar la Hacienda Atenco, llamada así por ser el nombre  
del pueblo más inmediato.20  
20 Nicolás Rengel, Historia del toreo en México, época colonial (1529-1821), México, 1924  
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
El ganado vino de Las Antillas y para 1554 se propagó y los  
hatos fueron extendidos y causaron temor en la población local.  
Pepe’ Alameda (1953) (Carlos Fernández y López Valdemoro), pe-  
riodista y poeta español radicado en México, explica en su libro El  
21  
toreo, arte católico que todos los toros que llegaron a América eran  
procedentes de la zona vasco-navarra. Remarca, además, que de esa  
procedencia fueron las primeras ganaderías constituidas antes de  
asentarse en tierras de Andalucía.  
Según relatan los autores ecuatorianos Patricio Espinosa Se-  
rrano y José Patricio Espinosa Vela (2011) en su libro El toro de lidia  
22  
en el Ecuador, el propósito de embarcar ganado hacia América era  
el de proporcionar abasto de carne y leche. Según la mencionada in-  
vestigación, desde la Casa de Contrataciones de Sevilla, primero  
(
1503), luego de Cádiz (1510) y de Sanlúcar de Barrameda, salieron  
los primeros barcos con cargamento hacia el Nuevo Mundo.  
La fiesta de los toros en América  
México es una potencia taurina y uno de los países donde,  
en la actualidad, se ofician más festejos. También Venezuela, Colom-  
bia, Ecuador y Perú conservan corridas de toros a la usanza española  
y fiestas populares donde el toro es su centro. Costa Rica, Panamá,  
Guatemala y Bolivia tienen también festejos, aunque con menor con-  
tinuidad y proyección de otros países y aun Brasil, donde no se ce-  
lebran corridas de toros, tiene ganaderías de lidia —así como  
23  
caballos lusitanos de primer orden—.  
Los países americanos que sostienen la corrida a la española  
son: México, Perú, Colombia, Bolivia, Venezuela y Ecuador.  
2
2
2
1 ‘Pepe’ Alameda (1953) (Carlos Fernández y López Valdemoro), periodista y poeta español  
radicado en México, explica en su libro El toreo, arte católico  
2 Patricio Espinosa Serrano y José Patricio Espinosa Vela (2011) en su libro El toro de lidia en el  
Ecuador.  
3 Al respecto, el siguiente comentario: “La influencia que ha tenido y tiene el toreo a caballo portugués  
sobre el rejoneo español ha sido determinante, tanto para su renacimiento como para su evolución, ya  
que el rejoneo español en su reaparición, después de 200 años de haberlo abandonado, no era más que  
una exhibición de monta campera con todas las deficiencias de la misma,carente de la técnica ecuestre  
y tauromáquica indispensables para la lidia de toros” José Santos, ‘La supremacía del toreo lusi-  
tano’. En: http://opinionytoros.com/tribuna.php?Id=252 (15-12-2021)  
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Gonzalo Ruiz Álvarez  
Otros países de América donde se celebraron espectáculos  
taurinos, pero donde ya no se practica el arte de la tauromaquia son:  
Uruguay, Argentina, Brasil y Cuba.24  
México  
Los primeros toros llegaron a México de la mano de Juan Gu-  
tiérrez. Antes, ganado vacuno, caballar y porcino estuvo en las An-  
tillas. Nicolás Rengel dice: Hondas raíces tiene en nuestro país la afición  
a las Corridas de Toros, puesto que, desde que pudo contarse con ganado  
bravo, las Temporadas en que se verificaban fueron muy frecuentes o por lo  
25  
menos anuales.  
En esa misma obra, Rengel publica que la primera Corrida  
de Toros en México se verificó el 13 de agosto de 1529, no obstante  
26  
que desde un año antes se había intentado. Según el mismo autor  
citado, los juegos de Cañas, Sortijas y Alcancías fueron anteriores a  
las corridas y todos. Estos espectáculos se desarrollaban por los mis-  
mos motivos conocidos en distintas plazas como la de Rodas, la Pla-  
zuela del Marqués o la misma plaza de Chapultepec.  
Los toros en el Ecuador  
Los toros, de José María de Cossío (1981), en su tomo VI, pá-  
27  
gina 733 y subsiguientes, hace una reseña de la fiesta de los toros  
en Ecuador. Sostiene la enciclopedia que la crianza de los toros llegó  
con los conquistadores y primeros misioneros colonizadores.  
2
4 “Uruguay, junto con Argentina, Brasil, Cuba, Chile, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Pa-  
raguay, Puerto Rico y República Dominicana, fueron definidos hace poco más de una década  
como países con escasa o nula significación taurina”. (López Izquierdo, 1992: 372). Cfr. Diego  
Braco, ‘Apuntes para la historia de la tauromaquia en Uruguay’ Revista de Estudios Taurinos  
N.º 22, Sevilla, 2006, págs. 203-247, p-203  
25 Nicolás Rengel, op. cit.  
2
6 Manuel Hernández Vázquez, El juego de cañas en la España medieval y moderna, Museo del  
Juego, Profesor Titular de la Universidad Politécnica (INEF de Madrid). Disponible en:  
http://museodeljuego.org/wp-content/uploads/contenidos_0000000880 _docu1.pdf (15-  
1
2-2021)  
2
7 José María de Cossío, Los toros, tomo VI, p. 733 y ss. 1981  
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
Tres sacerdotes escribieron sobre la fiesta de toros en Ecua-  
dor. El historiador y obispo Federico González Suárez, el padre do-  
minico José María Vargas y el sacerdote franciscano Jaime Manuel  
Mola. De Cossío cita al padre José María Vargas (1960). El sacerdote  
reseña los acuerdos del Cabildo de 1595, 1610, 1614, 1616 que hacen  
referencia a juegos de correr toros. Además, se refiera a una corrida  
de toros en Quito, en 1549, con motivo de la Pascua.  
El célebre investigador oriundo de Brasil, Paulo de Carvalho  
Neto, publicó en 1964 un folleto titulado: Un caso de mestizaje cultural,  
28  
los toros en el folclore ecuatoriano, sus raíces hispanas, del que documen-  
tos de 1949 ya hablan de jugar y correr toros en las celebraciones qui-  
teñas de Pascua y cita al propio José María Vargas, citado a su vez en  
Los toros del Nuevo Mundo, de Francisco López Izquierdo (1992).  
Según la Historia de los toros en el Ecuador, de Carlos F. Díaz  
(
1997), el Juego de Cañas se incorporó a los festejos religiosos por  
29  
Pentecostés. El padre José María Vargas, fraile dominico, quien por  
su sabiduría recibió el Premio Espejo, sostiene que en 1544 Gil Ra-  
mírez Dávalos, corregidor del Cusco, salió a jugar cañas con los ve-  
cinos de la ciudad.  
La misma publicación refiere el relato del escribano Diego  
Rodríguez de Ocampo de las fiestas por la canonización de San Rai-  
mundo en 1603. Los juegos de Cañas eran más propios de las caba-  
llerías, pero los toros, según Díaz, fueron ganando terreno. Antes de  
1
567, citando otra vez al padre Vargas, “las corridas de toros constituían  
30  
el número principal de las fiestas”.  
Díaz sostiene que se llamaban caretas, toros y luminarias y  
que de esa manera “se constituiría en el mestizaje final de lo pagano y lo  
religioso de nuestros pueblos, principalmente el indígena”.  
José María Vargas señala: “…según el método histórico cultural,  
cabría aplicar el criterio de compenetración, en el sentido de que los ritos de  
la cultura prehispánica se fusionaron con prácticas de sentido religioso his-  
pano, que han sobrevivido hasta el presente”.31 Reafirma este concepto  
2
8 Paulo de Carvalho Neto, Un caso de mestizaje cultural, los toros en el folclore ecuatoriano, sus  
raíces hispanas, 1964.  
2
3
3
9 Carlos F. Díaz, Historia de los toros en el Ecuador, 1997  
0 José María Vargas, op. cit.  
1 José María Vargas, El arte ecuatoriano, Salvat, Quito, 1960  
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Gonzalo Ruiz Álvarez  
haciendo notar la tradición extendida hasta hoy: las cruces en las cu-  
biertas de las casas y muchas veces con figuras que representan a  
toros y toreros.  
El franciscano Jaime Mola hace referencia a juegos de toros  
y cañas en la plaza mayor el 8 de agosto de 1603. También con mo-  
tivo del nacimiento del heredero de Felipe III, en 1606, se celebraron  
corridas de toros y juegos de cañas. “Se resolvió que dieran a los toros  
3
2
lanzadas a caballo”. Hay otras menciones de corridas en 1631 y en  
823, según recoge el padre Mola y cita al Monitor Quiteño que señala  
1
como diversión favorita del pueblo de Quito.  
Hay alusiones a fiestas taurinas en Yaruquí (oriente de  
33  
34  
Quito) o Píllaro. Carlos Díaz apunta que, en Guayaquil, según el  
relato del pirata Woods Rogers, en 1709, se celebraron fiestas con  
toros por el nacimiento del Príncipe de Asturias. Una conclusión que  
abona nuestra teoría del sincretismo manifestado a través de la fiesta  
de los toros la expone Díaz, citando a lo que el famoso investigador  
Carvalho Neto resume como “Folclore mágico social y folclore ergonó-  
mico, que de alguna manera u otra culmina con la corrida de toros”.3  
Dos fiestas populares a más de los toros de pueblo —a la ma-  
5
nera de las capeas españolas— se llevan hasta la fecha en este país:  
36  
el ‘toro de fuego’, en Mira y la ‘vaca loca’, una parodia en la que  
una persona que sostiene un armazón con cuernos de vaca embiste  
contra una multitud que ensaya lances del toreo.  
Las ‘fiestas de toros de pueblo’, como se denomina en Ecua-  
dor a las capeas, se dan en las festividades de cada localidad, espe-  
cialmente de la serranía, y coinciden con los tiempos de siembra y  
de cosecha y con el santoral católico; otra muestra del sincretismo,  
esa simbiosis mestiza de las tradiciones religiosas ancestrales en fu-  
sión con aquellas que llegaron de la península ibérica.  
La capea de España se acentuó en América y se desarrollan  
múltiples modalidades de espectáculo; así, el mencionado ‘toro y el  
cóndor’, los ‘toros de fuego’ de Mira, la ‘vaca loca’, ‘las corralejas’,  
3
3
3
3
3
2 Crónicas de Cabildos de Quito. Jaime Mola Monitor Quiteño.  
3 Localidad próxima a la actual ganadería Huagrahuasi, provincia del Tungurahua.  
4 Carlos Díaz…cit.  
5 Carvalho Neto, 1964-  
6 Población en la provincia del Carchi, al norte del Ecuador.  
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
en toda la costa del norte, en especial la tragi-célebre de Sincelejo, y  
las capeas o toros de pueblo se reproducen en cada estancia con acep-  
tación y fama.  
Los toros, las ganaderías  
Es así como se tiene pocas noticias sobre los primeros toros  
en Quito.37  
La obra de Cossío refiere que las ganaderías poblaron los pá-  
ramos con el propósito de custodiar las tierras que las comunidades  
religiosas tenían en el país. La casta Navarra, según los Espinosa,  
padre e hijo, es aquella que se adaptó más a los páramos andinos por  
sobre otro tipo de reses que procedieron de Andalucía o Castilla.3  
El clérigo Federico González Suárez, reconocido historiador,  
menciona que Alonzo de Hernández, que llegó con Benalcázar, trajo  
los primeros ejemplares vacunos. Por esa ruta llegaron desde Piura  
y muchas reses se quedaron en las actuales provincias de Chimbo-  
razo, Tungurahua y Cotopaxi, antes de llegar a Pichincha. La tradi-  
ción no traiciona, es en esas provincias donde habita el ganado  
criollo de páramo y también las principales dehesas de los toros cuya  
sangre se refrescó con vacas y sementales de España.  
8
Los hierros históricos  
Para contar sobre las primeras ganaderías y los criterios de  
3
9
selección, como hemos publicado en Los toros en la Mitad del Mundo  
40  
y en Quito, la Feria de América…”, recogemos lo sustancial de esas  
publicaciones.  
Una de las ganaderías más antiguas como emblemáticas fue  
Pedregal, una gigante hacienda en manos de los sacerdotes jesuitas y  
41  
un predio de gran producción. Situada en las proximidades del vol-  
cán Cotopaxi (al norte del macizo), hasta hoy se lidian sus productos.  
3
3
3
4
4
7 Nombre dado al Ecuador hasta la independencia.  
8 Barga, R., op. cit., 1995.  
9 Gonzalo Ruiz Álvarez, Los toros en la Mitad del Mundo Quito, 2016  
0 Gonzalo Ruiz Álvarez, Quito, la Feria de América ……Quito, 2018  
1 Federico González Suárez, Historia General de la República del Ecuador; IV, lib. 3. 18. …..  
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151  
Gonzalo Ruiz Álvarez  
Francisco Chiriboga Bustamante fue el ganadero quien lidió en las  
42  
plazas más importantes de su época, Belmonte y Arenas, de Quito.  
Así como Pedregal hay otras ganaderías históricas: Chuqui-  
poggio, en la provincia de Chimborazo, Antisana, Cuchitingue, Chi-  
sinche, Pullurima y Yanahurco, en las provincias de Pichincha y  
Cotopaxi. De Pedregal procedían las vacas y sementales de Yana-  
hurco y también de Pedregal Tambo, de Arturo Gangotena, quien se  
hizo de sementales españoles de Samuel Flores y dos de Carlos  
Núñez. Ni qué decir que fue una de las ganaderías preferidas por  
las figuras hasta los años sesenta. Toros nobles, pastueños y de mu-  
chos pases.  
Mencionemos otras vacadas más, algunas todavía vigentes:  
Atillo, Chimborazo, Llangahua, La Rinconada, Solanda, Chalupas,  
Llin llín, Guaytacama y Charrón. Además, San Francisco. Más ade-  
lante nacieron otras como Lorenzo Tous y Santa Mónica, que llega-  
ron a lidiar en la Feria de Quito y también se fueron al exterior, como  
la dehesa de Santa Mónica, de Luis de Ascázubi, que además refrescó  
sangre con vacas de Mondoñedo de Colombia y toros de María Te-  
resa de Oliveira, de España. Fue una vacada dura que, como la per-  
sonalidad del ganadero, prevaleció en la casta y hasta en el genio de  
sus vacas y toros.  
De Santa Mónica procedió La Candelaria, de Guillermo Ba-  
rreiro. También de esa fueron los toros de Atocha, de Ramiro Cam-  
puzano, comprados al mayor Barreiro.  
Lorenzo Tous tuvo vacas y sementales portugueses de Pinto  
Barreiros. Otra ganadería con una presencia importante. También lo  
fue San Agustín de Chalupas, de Galo, Leonidas y José María Plaza  
43  
Lasso, los dos últimos excelentes aficionados criaron toros que fue-  
ron los preferidos por las figuras del toreo que ya venían a Quito,  
durante algunos años. En épocas anteriores, toros los toros de Yana-  
húrco y Antisana también se lidiaron en el exterior.  
Durante los primeros años de la Feria de Quito se anunciaron  
las vacadas de Chalupas, Santa Mónica, Pedregal Tambo, La Cande-  
4
2 Además, llevó toros a Colombia, Perú y Venezuela. Su nieto, José Antonio Eguiguren, man-  
tiene en la actualidad el hierro y una vacada de considerable número de reses.  
3 Galo Plaza Lasso fue presidente de Ecuador en el período 1948-1952, y Secretario General de  
la Organización de Estados Americanos (OEA) desde 1968 a 1975.  
4
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152  
Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
laria, Santa Martha, San Francisco y Huagrahuasi. El hierro de Hua-  
44  
grahuasi fue formado por los hermanos Marcelo y Carlos Manuel  
Cobo Sevilla, con vacas de Pedregal Tambo y Lorenzo Tous, quien a  
su vez, trajo ganado portugués de Pinto Barreiros, a las que añadie-  
ron sementales españoles de Martínez Gallardo, indultados en la  
feria.  
La ganadería pasta en la provincia de Tungurahua, con una  
simiente distinta y ha llegado a ser la dehesa más importante del  
Ecuador en los últimos años. Las más acreditadas fuentes dan cuenta  
del asentamiento de ganado criollo o morucho –como se llama en  
España– en los páramos andinos, y se atribuye a las comunidades y  
órdenes religiosas su crianza y expansión.  
Volvemos a encontrar un hilo conductor de la vida religiosa  
con el toro de lidia. Y los festejos populares entretejieron el calenda-  
rio del santoral religioso con las fiestas de siembra y cosecha y los  
toros populares. Otro momento de celebración de festejos populares  
eran las fechas especiales para la Corona española, que solían cele-  
brarse con varios días de toros.  
La selección y la exigencia cambiante de los públicos fue con-  
duciendo a una mejora del toro como producto central del festejo  
popular.  
En la actualidad, los hierros de Huagrahuasi, Santa Rosa,  
Triana, Campo Bravo, El Pinar, Ortuño, Callo Isinche, La Viña, Vis-  
talegre, Mirafuente, San Pablo y Vistahermosa son algunos de los  
que más se lidian en las principales plazas del país.  
Los toros y los países  
Colombia  
Hernán Restrepo Duque en su obra La Fiesta Nacional…, se-  
ñala que en 1543 y por Cartagena de Indias llegaron las primeras  
45  
reses a Colombia y fueron a Santa Fe (Bogotá). Mientras, el perio-  
dista colombiano Alberto Lopera, ‘Loperita’ (1989) sostiene en el pri-  
44 Toro, en quichua.  
45 Hernán Restrepo Duque, La Fiesta Nacional, 1951  
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153  
Gonzalo Ruiz Álvarez  
mer capítulo de Colombia, tierra de toros, que Alfonso Bonilla Aragón,  
en Historia de los toros en Cali, dice que “en 1538, Sebastián de Belalcázar  
trajo a Cali (…) vacas de procedencia española, aclimatadas a sus latifundios  
de San Francisco de Quito”.46  
En cualquier caso, en la Plaza Mayor de Santa Fe se celebra-  
ron los primeros espectáculos en 1590. Antes, los toros se corrían en-  
47  
maromados. Colombia tiene en la actualidad una fecunda población  
ganadera que se enriqueció con varias importaciones de distintos li-  
najes españoles como los de Santa Colombia y Juan Pedro Domecq y  
algunos toros procedentes del Ecuador, muy apreciados como semen-  
tales. Varias plazas y ferias importantes dieron brillo a la fiesta en  
Colombia destacando Bogotá, Medellín, Cali y Manizales.  
Bolivia  
La Enciclopedia de De Cossío (1981), en su sexto tomo dice  
que en poblados como Quillacollo, Totora, Mizque, Aiquile, Valle  
Grande y Vila Vila de Vacas, en el valle alto de Cochabamba, existen  
ejemplares vacunos criollos. No hay nuevas ganaderías de casta y  
los toros que se lidian se importan del Perú. En 1620 en Potosí se ce-  
lebraron festejos y apenas en 1878 se cumplieron en la Plaza Mayor  
de La Paz. Pocas figuras han acudido a torear a Bolivia, pero sí lo  
han hecho toreros hispanos modestos y diestros en activo de Perú y  
Ecuador.4  
8
Perú  
El 20 de marzo de 1540, cuenta la historia que se lidiaron los  
tres toros de Maranga. Se especula sobre la participación de Fran-  
cisco Pizarro, a la sazón con más de 60 años, y de su sobrino Her-  
49  
nando Pizarro fue el fundador de Lima el 28 de enero de 1535.  
46 Alberto Lopera, ‘Loperita’, Colombia, tierra de toros, 1989 Cfr. Alfonso Bonilla Aragón, en His-  
toria de los toros en Cali…op. cit.  
7 López I., op.cit., 1992  
8 De Cossío, enciclopedia Los toros, tomo VI, (1981)  
9 López, F., op. cit., 1992: 248, ss.  
4
4
4
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154  
Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
Bartolomé Puigrós señala en un artículo para la revista El  
Ruedo, publicado el 29 de enero de 1974, que es de suponer que los  
toros llegaron en 1568 a Perú procedentes de Andalucía, y pone en  
duda el origen navarro, que se atribuye a los sacerdotes jesuitas  
50  
como sus promotores. Así mismo, Don Luis, en Hoja del lunes (Ma-  
drid, 9 de noviembre de 1953), también pone en duda este origen.  
El famoso escritor Ricardo Palma (ed. 1872-1910) refiere la ce-  
lebración de varias corridas y con la lidia de hasta 26 astados durante  
la mañana y tarde de un mismo día. En su obra literaria titulada Tra-  
diciones peruanas no existen datos con absoluta precisión y más vale  
es un apunte que hace relación al registro de esta fiesta entre otras ac-  
tividades populares. La tradición taurina de la ciudad de los virreyes  
es conocida. La Plaza de Acho es bicentenaria y su Feria del Señor de  
51  
los Milagros tiene fama en todo el planeta del toro.  
Pero es menos extendido el conocimiento a escala mundial  
de la gran cantidad de festejos taurinos que se llevan a efecto en el  
Perú profundo, con toreros de Perú, España, Ecuador, Colombia y  
de distintas nacionalidades en corridas a la española, novilladas y  
festejos mixtos, más allá de las corridas populares. Es quizá al mo-  
mento el país de América taurina que más festejos celebra. Además,  
la gran cantidad de ganaderías ya con simiente de pura casta espa-  
ñola sería innumerable.  
El célebre pintor Pancho Fierro ha inmortalizado el lance  
desde un caballo y con un poncho y el toreo con poncho a un toro  
montado. Ya hicimos amplia referencia a la tauromaquia del toro y  
el cóndor, una verdadera muestra del sincretismo cultural al que alu-  
52  
dimos. Hay abundante información sobre el Perú en la Enciclope-  
dia Los Toros de De Cossío (1981).  
Venezuela  
El primer festejo en Venezuela se celebró, según Los toros en  
el Nuevo Mundo, en medio de una campaña de conquista en 1567 en  
5
5
5
0 Bartolomé Puigrós, revista El Ruedo, publicado el 29 de enero de 1974.  
1 Ricardo Palma, Tradiciones peruanas.  
2 De Cossío, enciclopedia Los Toros ….1981.  
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Gonzalo Ruiz Álvarez  
Nirgua, en el día de San Sebastián, 20 de enero.53 Díaz más tarde,  
Diego de Losada funda Caracas y, como ha sido reiterado, la Plaza  
Mayor fue el escenario.  
Los primeros bovinos llegaron en 1543. En 1726 se da cuenta  
de la agresividad de estos toros cimarrones en los llanos del río Ori-  
noco. Venezuela tiene una reconocida afición, varias plazas impor-  
tantes y figuras del toreo de dinastía, como los hermanos Girón que  
dieron que hablar en España y fueron señal de la raza americana en  
los ruedos del mundo. Hoy, por circunstancias de la profunda crisis  
política, varias ferias han dejado de celebrarse y la crianza de más  
de treinta ganaderías de lidia se complica cada vez más.  
La tauromaquia en otros países del continente  
Cuba  
En 1538 hubo corridas en Santiago de Cuba, de acuerdo al  
Inca Garcilaso de la Vega. Fue el primero de una larga serie de feste-  
jos que se prolongó hasta el mismo siglo XX. La Habana, Cienfuegos,  
Camagüey, Matanzas, Regla. La Agencia de prensa gubernamental,  
Prensa Latina, publicó recientemente:  
La última vez que se tienen noticias de una corrida de toros en Cuba  
ocurrió el domingo 31 de agosto de 1947. El lugar escogido resultó el  
por entonces joven Gran Stadium del Cerro y más de 30 mil asistentes  
presenciaron las demostraciones de los matadores mexicanos Silverio  
Pérez y Fermín Espinosa, también conocido como ‘Armillita’.  
En La Habana hubo plazas como la del Campo de Marte, la  
de la calle Belascoin, la de la calle del Águila, la de Carlos III. En La  
Habana murió el famoso torero Francisco Arjona, ‘Cúchares’, como  
producto del vómito negro. La historia comenta que allí murió Maz-  
zantini.  
53 López, Los toros en el Nuevo Mundo, 1992.  
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
Centroamérica  
La mayoría de los países centroamericanos apenas si han te-  
nido corridas de toros. Hay registro de Plaza de toros en San Salva-  
dor. Managua y Granada en Nicaragua tuvieron sus cosos y en  
Honduras apenas si hay noticia.  
Guatemala sí celebró mayor cantidad de festejos. Y se puede  
considerar como de tradición taurina pese a que no hay ganaderías  
puras, sí existen reses de media casta.  
Costa Rica hizo lo propio, pero prevalecieron otras tauroma-  
quias populares, como los toros a la ‘tica’, a las corridas formales, y  
en Panamá sí hubo varias plazas y hasta hace poco tiempo se cele-  
braron corridas de toros.54  
En el sur  
Argentina  
Como en los demás países del continente, también se cele-  
braron toros en el Río de la Plata. Según Francisco López Izquierdo  
en Los toros del Nuevo Mundo refiere que el primer acontecimiento  
taurino registrado en Buenos Aires data del 11 de noviembre de 1609  
para celebrar al patrón de la cuidad San Martín de Tours y se cum-  
55  
plió en la plaza mayor. Siguieron varios festejos en algunas grandes  
ciudades como Córdoba y Mendoza) y se establecieron plazas de  
56  
toros en el barrio Montserrat y en la Plaza de El Retiro, en la plaza  
hoy llamada San Martín, en homenaje al Libertador del Sur. Hubo  
una plaza llamada La Victoria. La misma obra atribuye a Rovira el  
intento de revivir la fiesta. Raúl Acha fue matador nacido en Argen-  
tina que además tuvo nacionalidad peruana y española. Otro intento  
se dio en el Club el Ventorrillo, en 1950, pero el peso político de la  
Sociedad Protectora de animales ya se dejaba sentir.  
5
5
5
4 De Cossío, 1981; López, F., 1992,  
5 Hoy, Plaza de Mayo. Francisco López Izquierdo en Los toros del Nuevo Mundo (1992: 317),  
6 Ubicada cerca a la actual estación de tren del mismo nombre.  
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Gonzalo Ruiz Álvarez  
En 1966 fui testigo personal de una parodia efectuada en el  
Colegio Carmen Arriola de Marín en San Isidro. El 13 de febrero hi-  
cieron el paseíllo Franco Quirino, El Ciclón (de Portugal); César  
Gómez, ‘Argentinito’ (de Salamanca); Américo Galindo (de Málaga);  
Ceferino Hernández, ‘Barrerita’ (de Islas Canarias) y Mariano Ronda.  
Las reses eran de la estancia La Manuelita de Chivilcoy. Los siguien-  
tes festejos anunciados fueron suspendidos por la autoridad. Cono-  
cidas marcas de gaseosas auspiciaban el festejo.  
Uruguay  
Hay distintas versiones sobre el origen del ganado vacuno  
en el Uruguay. El mismo libro citado revela que en 1776 se dieron  
los primeros festejos, pero hay dos datos que es menester citar. En  
Colonia hay una Plaza de Toros, un hermoso edificio que en los días  
de divulgación de esta ponencia será inaugurado como un centro co-  
mercial, conservando su fachada de estilo mozárabe y graderío. Se  
llamaba Plaza Real de San Carlos, inaugurada por Bombita y su her-  
mano el 9 de enero de 1910.57  
En Montevideo existió la Plaza La Unión levantada en 1862.  
Entre las muchas corridas de toros que se celebraron en Uruguay,  
murió por una cornada el torero valenciano ‘Punteret’, oriundo de  
Xátiva, en Montevideo, el 28 de febrero de 1888. “Dos días antes ban-  
derilleaba sentado en una silla en la capital uruguaya a Cocinero, de Felipe  
58  
Victoria, cuando el toro le embistió de lleno dejándolo malherido. Otros  
diestros que actuaron en la Plaza La Unión fueron ‘Camisero’, ‘Cor-  
chaíto’, Saleri, Fuentes, Minuto y ‘El Nene’, entre varios otros toreros.  
Joselito, ‘El Gallo’, una de las más grandes figuras de la fiesta, hizo  
escala en su viaje en vapor a España y toreó de modo clandestino en  
la Plaza del Club Guerrita luego de su única actuación americana en  
Lima.  
5
5
7 F. López, op. cit., p. 340.  
8 Web Portal Taurino.  
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
Brasil  
En Río de Janeiro y Sao Paulo hubo festejos taurinos según  
la misma fuente que hemos referido, surgieron unos pocos criadores  
y los espectáculos se celebraban con toreros portugueses y españoles  
y del propio Brasil.  
Hubo Plazas en San Salvador, Campinas, Itú, Belem, Río y  
Sao Paulo. La primera corrida fue en 1870 y se hicieron algunos es-  
fuerzos empresariales a mediados del siglo XX con corridas a la  
usanza portuguesa y alguna parodia.  
Los toros y el arte  
La fiesta de los toros tiene además una vertiente que ha cau-  
tivado a los creadores de arte. Escritores, pintores, compositores de  
música, bailaores de flamenco, bandas populares. El toreo es un arte  
que además conjura en su entorno a creadores de distinta condición  
y diferentes manifestaciones estéticas.  
Escritores  
La fiesta brava siempre llamó la atención de famosos escri-  
tores. Miguel de Cervantes y Saavedra deja al toreo para imperece-  
dero reconocimiento en la obra maestra de la literatura española. En  
Don Quijote de la Mancha hay varias alusiones a la fiesta: una de ellas  
cuando él y Sancho salen del palacio de los Duques y se encuentran  
con un tropel de toros estimulados por hombres a caballo y con lan-  
zas. Don Quijote aguantó impertérrito el envite y fue a parar al suelo  
con su fiel escudero haciendo caso omiso a una voz que decía: “Apár-  
tate hombre del diablo del camino, que te harán pedazos estos toros”. Y Don  
Quijote replicó: “¡Ea!, canalla, para mí no hay toros que valgan, aunque  
59  
sean los más bravos que cría el Jarama en sus riberas”.  
En capítulo XXVII, de la célebre obra en su segunda parte,  
hay otro episodio que referimos, que dice: “Bien parece gallardo caba-  
llero a los ojos de su rey, en la mitad de una gran plaza dar una lanzada  
con felice suceso a un bravo toro”.  
59 Miguel de Cervantes y Saavedra, Don Quijote de la Mancha, p.443, p.266, p.447, 633, 673-677  
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Gonzalo Ruiz Álvarez  
Antes, el tema taurino había sido apenas mencionado en no-  
velas de la época de los albores del género, como no sea en novelas  
moriscas de Pérez de Hita, donde el relato de los fastos y los lances  
con los toros tiene ricas descripciones.  
Además de Cervantes, Fernando de Rojas, Tirso de Molina,  
Ruiz de Alarcón, Quevedo, Calderón de la Barca, Fernández de Mo-  
ratín, Zorrilla, Peña y Goñi y otros han escrito pasajes de la tauro-  
maquia en sus obras universales y en piezas dramatúrgicas que son  
legado universal de la literatura española. La primera novela román-  
tica la escribió en francés la duquesa de Abrantes y se llama El torero,  
en 1886.6  
0
Dos novelistas franceses como Teófilo Gautier y Próspero  
Merimeé, sí que tocaron el tema y dieron particular toque descriptivo  
61  
y hasta pintoresco a las escenas taurinas. Carmen, de Merimée, pasó  
a la inmortalidad por la ópera Carmen, de George Bizet, que resalta  
la imagen universal de esa España que Merimée retrató y algunas  
de cuyas partituras más célebres se tocan en las corridas de toros con  
excelsas versiones de bandas de músicos.  
6
2
La propia enciclopedia de De Cossío, tantas veces citada,  
es escrita por un tratadista en tauromaquia, académico de la lengua  
y especialista en poesía. A De Cossío le asistió en la obra madre sobre  
la tauromaquia, el célebre poeta Miguel Hernández, que sucumbió  
en la guerra civil. Grandes plumas taurinas incursionaron en la vida  
pública y política, como Gaspar Melchor Jovellanos y César Jalón.  
También filósofos como José Ortega y Gasset (autor del libro La caza  
63  
y los toros) o Fernando Savater han proclamado a los cuatro vientos  
su afición por el arte de Cúchares.64  
6
0 La obra de la Duquesa de Abrantes titulada Scenes de la vie Espagnole, aparece por primera  
vez en Bruselas en el año 1836. Los dos relatos traducidos por primera vez al castellano, "La  
española" y "El torero", forman parte del conjunto de la obra. Ambos presentan una gran ca-  
lidad literaria, así como la visión original que tuvo esta dama francesa, inteligente y culta,  
de la España que no solo visitó, sino por la que viajó y en la que vivió durante algún tiempo.  
La escritora tuvo una agitada e interesante existencia en pleno romanticismo y estuvo muy  
relacionada con el ambiente literario, político e intelectual de su época. Laure Junot Abrantès,  
María Luisa Burguera Nadal, Relatos románticos españoles, Universitat Jaume I, Servei de Co-  
municació i Publicacions, Colecciones Sendes,, 11, España, 2008  
6
1 Sobre los textos de los escritores franceses , se sugiere revisar en el siguiente enlace:  
https://datos.bne.es/obra/XX2960896.html?date=DESC&version=XX2088588 (15-12-2021)  
2 De Cossío, Enciclopedia “..., 1981.  
6
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
El escritor peruano Bryce Echanique o el colombiano Anto-  
nio Caballero han dedicado sus tiempos libres a asistir a corridas de  
toros. Caballero hizo periodismo taurino y literario con gran calidad.  
Varios premios Nobel de Literatura han sido grandes aficio-  
nados a la fiesta: Citado está Hemingway, que escribió obras dedi-  
65  
66  
67  
cadas a los toros Fiesta, Muerte en la tarde y El verano peligroso.  
Camilo José Cela dijo que quiso ser torero y solo le dieron  
premio Nobel. Escribió obras como Torerías, El gallego y su cuadrilla,  
Toreo de salón y otras con temas alusivos a la fiesta de los toros.  
Gabriel García Márquez fue un gran aficionado a la fiesta,  
acudía con frecuencia a los toros y fue motivo de inolvidables brin-  
dis, y su alter ego en literatura hispanoamericana, Mario Vargas  
Llosa, se hizo presente en el escenario a recibir el gran galardón de  
las letras universales con una montera en la mano.  
El gran aficionado García Márquez dijo: “Si la tauromaquia  
está destinada a morir, quisiera verla morir con honor, y como se merece,  
cuando los taurófilos dejemos de ir a las plazas y no cuando alguien ajeno  
me lo quiera imponer”.68  
Escritores españoles de talla han proclamado su afición,  
como Almudena Grandes, Castillo Bonald o Alberto Boadilla, sin  
que sus escritos sean de materia taurina. La novela taurina tuvo al-  
gunos exponentes valiosos como Vicente Blasco Ibáñez, en Sangre y  
69  
arena; José María de Lera en Los clarines del miedo; Los bestiarios del  
citado… El torero Carach, de Ramón Gómez de la Serna; Tragabuches,  
de Emilia González Sevilla; Joaquín López Pinillos, en Las águilas;  
cabe mencionar a Currito de la Cruz, de Alejandro Pérez Lugín.  
63 José Ortega y Gasset, Sobre la caza, los toros y el toreo, Revista de Occidente en Alianza Editorial,  
Madrid, 1960  
6
6
4 Fernando Savater, Tauroética, Editorial Ariel, Barcelona, 2013  
5 Ernest Hemingway,The Sun Also Rises,Trductor: José Mora Guarnido, Juan E. Hausner, No-  
vela, 1926  
66 Death in the afternoon, 1932. Reimpreso Muerte en la tarde, Editorial: Espasa, Tauromaquia, Co-  
lección: Fuera de Colección y One Shot, 2005  
6
7 Publicación póstuma en 1985. El escrito fue realizado en 1959 y 1960. Trata de la rivalidad  
entre dos toreros españoles, Luis Miguel Dominguín y su cuñado Antonio Ordóñez. Editorial  
de Bolsillo, Madrid, 2011.  
68 Más información en: http://perutaurino.blogspot.com/2020/11/gabriel-garcia-marquez-si-  
la.html (16-12-2021).  
69 Vicente Blasco Ibañez, Sangre y Arena, Editorial Prometeo, 1919.  
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Gonzalo Ruiz Álvarez  
Fue un escritor uruguayo, Carlos Reyles, con El embrujo de  
Sevilla, quien captó con verdadera nitidez la atmósfera del mundo  
del toro. Desde luego habría que resaltar la larga lista de escritores  
especializados en materia taurina propiamente dicha: tratadistas, en-  
sayistas, periodistas literarios y cronistas, que han manejado el len-  
guaje con calidad y claridad para transmitir mediante cientos de  
libros, revistas especializadas o artículos periodísticos diversos as-  
pectos del arte taurino.  
Uno de los destacados es Fernando Sánchez Dragó, investi-  
gador de la historia de la fiesta, corresponsal de Televisión Española  
y conductor de un programa especializado en libros de alto nivel  
cultural, donde su erudición, no exclusivamente reflejada en sus co-  
nocimientos taurinos, resaltó el hacer de la literatura universal. Pu-  
blicó Tauromagia.70  
Poesía  
Es cierto que grandes novelistas españoles del siglo XIX ape-  
nas si tocan el tema o quienes lo hicieron no pertenecieron a la élite  
de los especializados en este género narrativo. No así en la poesía  
desde las mismas ‘Cantigas’ y decenas de versos populares de mayor  
o menor calidad cantaron la fiesta de toros en distintas épocas, des-  
tacando a Luis de Góngora, Félix Lope de Vega, Calderón de la  
Barca, José Zorrilla, Manuel y Antonio Machado, José Guillén, Vi-  
cente Alexandrie, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Rafael Duyos, Ra-  
fael Morales, Fernando Villalón, naturalmente Federico García Lorca  
y el gran Miguel Hernández. Además de Villalón, destacan como  
poetas dos ganaderos de lidia, Juan Pedro Domecq y Ángel Peralta,  
71  
como poetas taurinos.  
7
7
0
Fernando Sánchez Dragó, Volapié, toros y tauromagia, Espasa-Calpe, Madrid, 1987  
https://www.contextoganadero.com/internacional/5-grandes-escritores-apasionados-por-  
la-fiesta-brava  
1 Elizabeth Luna Traill “Tres elegías taurinas. Tres miradas poéticas” Acta poét vol.25 no.2 Ciu-  
dad de México sep./nov. 2004, pp.47-65.  
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
Artes plásticas  
De las bellas artes, una manifestación que expresa de modo  
inequívoco la fuerza y sublimación estética de ese bello ballet con la  
muerte que es el toreo, se revela en la pintura. Un referente induda-  
ble y del cual la dinámica de la corrida de toros en dibujos, cuadros  
e impresos marcó una pauta, fue la colección de grabados de Antonio  
Carnicero de los siglos XVIII y XIX. Oriundo de Salamanca.  
Si tan solo mencionásemos que todo se podría resumir en  
aquello que va de Goya a Picasso, sería materia suficiente para que  
de esta aseveración cualquier discusión tocara a final. Pero es que  
hay una pléyade de pintores de talla universal que dedicaron algu-  
nas de sus obras célebres a la tauromaquia.  
Y en este listado, que como toda clasificación puede pecar de  
arbitrario e injusto, tanto por la falta de erudición en la materia cuanto  
por alguna traición de la memoria, intentaremos mencionar a algunas  
de las cumbres pictóricas y su incursión en la fiesta de los toros.  
Más allá de ‘Don Francisco, el de los toros’, como se conoció  
a Francisco de Goya y Lucientes, que incluso hizo parte de una cua-  
drilla torera, podemos mencionar a Eugenio Lucas, Salinas, José  
Elbo, Manuel Rodríguez de Guzmán, Vázquez Díaz, Ignacio Zu-  
loaga –maestro vasco–, Ángel Lizcano, el gran Sorolla, que dio luz  
al ruedo; Antonio Casero, Roberto Domingo, Julio Romero de Torres,  
Ruano Llopis –de los carteles de toros más célebres de la historia de  
la fiesta–, hasta grandes como Salvador Dalí o Pablo Picasso.  
En la actualidad, nombres como los de López Canito, en el  
cartelismo y pintura de la especialidad, y hay que enlistar y resaltar  
al contemporáneo Mariano Cobo. La fiesta de los toros fue ilustrada  
en publicaciones famosas como los diarios del día y revistas espe-  
cializadas. Así, Antonio Casero o Pepe Puente destacaron por su flui-  
dez y trazos precisos.  
No solo pintores y artistas españoles han divulgado al  
mundo el arte del toreo en el arte de la pintura. Debemos resaltar a  
Eduardo Manet –quien merecería todo un estudio–, Édgar Degas,  
Giraurd, Womis, Aimé Morot, Alfredo Dehondencq, Pharamond  
Blanchard, Horacio Vernet, el ilustrador Gustavo Doré o Jean Du-  
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Gonzalo Ruiz Álvarez  
casse, éste, de los más recientes pintores franceses como Dauget.  
Entre ellos, habría que señalar, por la inmensa divulgación de sus  
cuadros en corridas especiales con pinturas que visten las barreras  
y burladeros, a Loren. A John Phillip, John Frederick Lewis, ingleses,  
y a William Wheeler, canadiense, los mencionamos entre decenas de  
artistas que han tocado el tema taurino, cautivados por tan vibrante  
espectáculo. Indudablemente, John Fulton es un nombre especial,  
matador de toros norteamericano, pintor y diseñador de trajes de  
luces; es un referente del arte taurino cuyos rasgos de personalidad  
son punto y aparte.  
Pintores americanos  
Fernando Botero es pintor y escultor contemporáneo reco-  
nocido en todo el mundo, fue aspirante a torero y ha pintado una  
serie sobre la corrida y asiste regularmente a corridas de toros en su  
72  
Colombia natal y en otras partes del mundo.  
Pancho Flores es la cumbre de la pintura taurina mexicana.  
Diego Ramos, de Cali, expande su arte por Europa, donde goza del  
reconocimiento como uno de los mejores pintores taurinos del mo-  
mento. Debemos resaltar a Humberto Parra, matador de toros y pin-  
tor peruano, que también brilla por todo lo alto. Y entre los históri-  
cos, Pancho Fierro reflejó la tauromaquia, entre otros aspectos claves  
de la vida e historia peruana del siglo XIX.  
Pintores ecuatorianos  
Si la literatura ecuatoriana no es pródiga en basar novelas,  
cuentos o relatos con el tema taurino, como no sea solamente a ma-  
nera de tradiciones populares, como el Hombre toro de Píntag, o la  
Bella Aurora, y alguna que otra anécdota, hay amplios escritos de epi-  
sodios históricos sobre las fiestas de toros; tampoco los versos son  
abundantes y no se resalta la calidad de estos, aunque puede ser un  
tema recurrente; sin embargo, es en la pintura donde el arte del toreo  
alcanza importantes exponentes.73  
7
7
2 Fernando Botero Taruino: Dios y el torrero, disponible en: https://www.pinterest.com/  
pin/663647695060065427/ (20-12-2021).  
3 Leyenda de la Casa 1028 - Resumen corto de la leyenda quiteña, 07 de febrero de 2019,  
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
En Ecuador los artistas plásticos contemporáneos se han de-  
cantado por su curiosidad y afición a la fiesta. Es importante volver  
a citar aquí a Oswaldo Guayasamín, que se refirió en varias series a  
la lucha del toro y el cóndor, como hemos explicado, reflejó algún  
retrato de toreros de fama y asistió a varias corridas de toros en Quito  
y en plazas españolas.  
Aníbal Villacís es otro exponente destacado. Oswaldo Viteri,  
que ha dedicado series completas a la tauromaquia y ha pintado re-  
tratos de varios toreros; Nelson Román, aficionado de tendido, asiste  
regularmente a las corridas y plasma en sus obras con singular  
fuerza expresiva el sincretismo de los toros y las culturas populares;  
74  
José Unda, Washington Iza, Ramiro Jácome, Pedro Niaupari, Jaime  
Zapata, Washington Mosquera, ‘El Discípulo’, quien fue aspirante a  
torero (o maletilla); Gortaire, o el artista actual Román León.  
La escultura  
En el campo escultórico, distintos artistas han dejado huella  
para la historia de la tauromaquia, la belleza y fuerza del toro y el  
símbolo de varios toreros que han pasado a la historia con monu-  
mentos y bustos.  
Algunos grupos escultóricos funerarios son de singular  
fuerza y belleza expresiva y conmueve el mirarlos. El entierro de ‘Jo-  
selito’, que se yergue sobre las tumbas de Joselito, ‘El Gallo’, e Ignacio  
Sánchez Mejías, la escultura de Paquirri en el cementerio de San Fer-  
nando, de Sevilla son magníficas piezas escultóricas.  
Artistas como Mariano Benlliure, Sebastián Miranda, Venan-  
cio Blanco con su estatua de Juan Belmonte en el Altozano de Sevilla,  
símbolo y los contemporáneos Puente Jerez y Pablo Lozano.  
Manolete cuenta con un monumento funerario, una escul-  
tura monumental, que se sitúa en el centro de la plaza del Conde  
Priego, en su natal Córdoba. Un busto en la Plaza de la Lagunilla  
donde fue su casa, y un busto en Linares, escenario de su trágica co-  
1
4:42:02 http://www.forosecuador.ec/forum/ecuador/educaci%C3%B3n-y-ciencia/176784  
leyenda-de-la-casa-1028-resumen-corto-de-la-leyenda-quite%C3%B1a (20-12-2021).  
4 Vecino en su infancia de la Plaza de Toros Belmonte.  
-
7
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Gonzalo Ruiz Álvarez  
gida y muerte; otro monumento está en el barrio de Canillejas, en  
Madrid; y varios bustos en distintos lugares, uno de ellos en el  
Museo Taurino de Córdoba.  
En México, El encierro, de Alfredo Yust, artista valenciano, en  
el frontis de la Plaza Monumental, que además está rodeada de 25  
esculturas más, son un museo viviente. La obra de Carlos Terrés de  
un simbólico remate con el capote a una mano de Rodolfo Gaona en  
la Plaza de Tijuana, la escultura de Humberto Peraza o Albarrán son  
santo y seña del arte escultórico mexicano.  
No debemos olvidar al peruano Víctor Delfín con sus toros  
alegóricos a las tradiciones ancestrales del Perú profundo.  
Y cómo no resaltar en esta brevísima reseña al escultor ecua-  
toriano Jesús Cobo, quien también mira al toro con la admiración de  
quien expresa una profunda sensibilidad.  
Plazas de toros como Cali, la Maestranza, César Girón de  
Maracay, El Puerto de Santamaría y otras de Sudamérica tienen en  
sus exteriores simbólicas esculturas.  
Cabe destacar el monumento de Luis Sanguino a Antonio  
Bienvenida en el emplazamiento principal de la Plaza de Las Ventas  
de Madrid; en la misma explanada el monumento a José Cubero,  
Yiyo’, también de Luis Sanguino, y El encierro, del mismo autor, que  
es un relieve en la pared lateral de la principal plaza del mundo.  
Danza y Música  
Las partituras de pasodobles clásicos son compuestas por  
grandes maestros e interpretadas por formidables bandas, bandas  
sinfónicas y orquestas sinfónicas en todo el planeta. Varios pasodo-  
bles son dedicados a toreros célebres y se encuentran entre algunas  
de las piezas más famosas.  
América también tiene su música taurina interpretada por la  
vía de distintos arreglos y con hermosas versiones de bandas popu-  
lares como formales.  
El toro barroso es infaltable en las fiestas populares y el pasa-  
calle el Chulla quiteño se deja escuchar en grandes faenas en ferias como  
la de Cali y en momentos estelares en varias plazas de la Francia tau-  
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Toros: la fiesta popular,  
sincretismo y mestizaje  
rina como Nimes o Mont de Marsan, en momentos de triunfo festivo  
como la salida a hombros de los matadores en las mejores tardes.  
La música flamenca merecería todo un capítulo aparte y la im-  
bricación profunda de varios de sus más célebres intérpretes con fi-  
guras como Joselito, ‘El Gallo’, Curro Romero con Rafael de Paula son  
conocidas. Varios toreros, cantaores y bailaoras son emparentados.  
Camarón de la Isla, el más célebre exponente contemporáneo  
del flamenco, quiso ser torero y profesó admiración por el mundo  
del toro y el toreo en general. Alguna vez cantó flamenco en alguna  
corrida como parte de un espectáculo que amalgamaba cante y toreo.  
En varias faenas cantaores improvisados dedican sus notas a capela  
en medio de las faenas y de modo no programado.  
Cabe apuntar que Joaquín Sabina ha escrito algunos pasajes  
relativos a la fiesta y que Andrés Calamaro es un artista de música  
contemporánea popular que hace gala de su afición.  
Cine  
Varias películas se han rodado con mayor o menor éxito y el  
mundo del cine acogió a toreros convertidos en protagonistas o es-  
trellas del celuloide que cumplieron el papel de figuras célebres. Un  
listado sobre la materia sería interminable y la calidad cinematográ-  
fica no siempre es de gran nivel. Cabe reseñar la serie Juncal, que se  
divulgó ampliamente por televisión, abierta como una de las cotas  
del arte cinematográfico audiovisual.  
Varias series de documentales de indudable calidad y acierto  
se han emprendido para resaltar a la fiesta del toro, entre ellas la Tau-  
romaquia, de Televisión Española, con capítulos valiosos sobre el  
toreo y la fiesta en América.  
Curas y toros  
Más allá de aquel sincretismo que sirvió como argumento al  
desarrollo de este trabajo y como aspecto anecdótico, cabría señalar  
que varios sacerdotes han vestido de luces. El más célebre fue Juan  
García, ‘Mondeño’.  
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Varias plazas de toros tienen capillas para el culto religioso  
y algunas plazas cuentan con capellanes. Entre los prelados que fue-  
ron aficionados se encuentra, Luis Alberto Luna Tobar, arzobispo de  
Cuenca. Monseñor Luna escribió pasajes exponiendo su criterio  
sobre la fiesta de los toros, entre ellos un artículo de opinión publi-  
75  
cado en diario Hoy de Quito, titulado ‘Yo confieso mi afición’.  
El 28 de noviembre de 2012 fue hallado muerto, víctima de  
un infarto, un sacerdote aficionado, Luis Fernando Valiente Cle-  
mente, quien nació en Coria y se desempeñaba como párroco de Ali-  
seda. Añoraba hacer el paseíllo en un festival, toreaba con sotana y  
era un gran divulgador de la fiesta de los toros.  
A manera de conclusión  
La tradición de una fiesta profundamente popular en Es-  
paña, que además resume raigambres culturales que podrían ir  
desde Creta, el antiguo Egipto y las influencias de ocho siglos de do-  
minación árabe, llegó a América. Sus vertientes tuvieron carta de na-  
turalización en el idioma, las artes y las celebraciones populares, tal  
y como es la fiesta de los toros. Múltiples documentos, libros y testi-  
monios se han escrito a lo largo de estos siglos de sincretismo, toda  
una prueba fehaciente de que América hispana y mestiza es taurina  
y la cultura popular asume la fiesta de los toros como propia, en una  
fusión que va más allá del tiempo, en la misma raíz primigenia que  
va tejiendo la historia de los pueblos.  
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Gonzalo Ruiz Álvarez  
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Manuel León Sánchez, México, 1924  
RESTREPO DUQUE, Hernán, La fiesta nacional: libro de oro de la tauromaquia, Ed.  
Rex, Barcelona, España, 1951  
RUIZ, Andrés s/f. Tesis de grado  
RUIZ Álvarez, Gonzalo, Quito, la Feria de América, más de medio siglo de torería,  
Ediecuatorial, Quito, 2018-  
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SÁNCHEZ DRAGÓ, Fernando, Volapié toros y tauromagia, Espasa-Calpe, colec-  
ción La Tauromaquia, Madrid, 1987  
VARGAS, José María, El arte ecuatoriano, Salvat, Quito,1960  
VARIOS AUTORES, La Fiesta Nacional, Talleres gráficos, Madrid, 1951  
Diarios y documentos:  
BIBLIOTORO, biblioteca virtual del Centro Cultural Tres Marías, Morelia, Mi-  
choacán, México  
Crónicas de Cabildos de Quito.  
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Hoja del lunes, periódicos editados por las Asociaciones de prensa provinciales  
de España 1925-1982)  
Revista El Ruedo, 29 de enero de 1974  
Web Portal Taurino  
El símbolo del toro en la visión poética de Miguel Hernández’, Repositorio  
PUCE, 2011 (Disertación de tesis de grado).  
BOLETÍN ANH Nº 206-B • 137–170  
170  
La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
entendiéndose por tales a quienes  
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Ruiz Álvarez, Gonzalo,  
“Toros: la fiesta popular, sincretismo y mestizaje", Boletín de la  
Academia Nacional de Historia, vol. XCIX, Nº. 206-B, julio -  
diciembre 2021, Academia Nacional de Historia, Quito, 2021,  
pp.137-170