BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCIX Nº 206-B  
Julio–diciembre 2021  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Director  
Dr. Franklin Barriga Lopéz  
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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCIX  
Nº 206-B  
Julio–diciembre 2021  
©
ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
eISSN Nº 2773-7381  
Portada  
Corrida de “toros de pueblo”, en Pintag, Ecuador, 2018.  
Imagen capturada de un video producido por Toros y Toreros  
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Quito  
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diciembre 2021  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA DELꢀECUADOR  
SEDE QUITO  
Av. 6 de Diciembre 21-218 y Roca  
2
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Vida académica  
DEVELAMIENTO DEL RETRATO DE ATAHUALPA,  
EN EL SALÓN DEL LIBRO  
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Franklin Barriga López1  
Damas y caballeros:  
Lo que es el Ecuador contemporáneo se afianza en raíces mi-  
lenarias que se pierden en un pasado nebuloso que, con cada día que  
pasa, va esclareciéndose, debido al desarrollo de la Historia y de sus  
ciencias afines, especialmente la Arqueología y la Antropología Cul-  
tural.  
De las huellas que han quedado y han sido descubiertas, no  
pocas llevan a la admiración por su contenido: ruinas que se las está  
restaurando; museos íntegros que conservan piezas extraordinarias,  
proliferación de cerámicas de diversas formas y contenidos; objetos  
de madera y de bronce con peculiares representaciones; tallas en  
plata, oro y hasta en platino que han sido salvados de la codicia de  
ayer y de hoy; expresivas máscaras que asombran, como aquella de  
La Tolita, que llegó a constituirse en el emblema del Banco Central  
del Ecuador; preciosos recipientes y sillas ceremoniales, la apetecida  
e integradora concha Spondylus, considerada el manjar de los dio-  
ses; leyendas y tradiciones, mitos, cantos y bailes, enseñanzas que  
han perdurado en una porfiada oralidad.  
Los shamanes prosiguen invocando a los cerros en sus prác-  
ticas ancestrales y el danzante continúa atrayendo al indio con fuerza  
sobrenatural; tambores y pingullos no han callado; incógnitas sepul-  
turas permanecen intocadas, mientras que a otras se les ha saqueado;  
topónimos que hablan de una concepción poética de la naturaleza;  
idiomas de lejana estirpe que no han muerto, como el chapala, tsáfi-  
qui, baikoka, awapit, shuar chicham, achuar chicham, prevalece el  
quichua en la Sierra y la Amazonía, otras lenguas prácticamente han  
1
Actual Director de la Academia Nacional de Historia.  
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Vida académica  
desaparecido, como la sápara o la andoa; cosmovisiones antiquísi-  
2
mas; formas culturales menospreciadas hasta hace poco.  
Sobre todo, en la cerámica y en viejas sepulturas, en museos  
y colecciones particulares, de manera objetiva se puede mirar las ma-  
nifestaciones materiales, que responden a determinada cosmovisión,  
de pueblos que habitaron los territorios del Ecuador contemporáneo  
e incluso más allá, de norte a sur, en el Callejón Interandino: Pastos,  
con sus cercanos quillacingas y sindaguas; caranquis, cayambis, qui-  
tus, panzaleos, puruháes, chimbos, cañaris, saraguros, paltas y cal-  
vas.3  
En el Litoral; cayapas, con sus vecinos los barbacoas, mante-  
ños (liga de mercaderes), huancavilcas (chonos), tumbecinos y lam-  
punas (en la isla Puná).  
En las regiones del subtrópico, entre Costa y Sierra: coaique-  
res, litas, lachas, yumbos, niguas, colorados, tomabelas, chimbos; y  
en el Oriente, como antes se conocía a la región amazónica: mocoas,  
payanas, encabellados (sionas, secoyas, tetetes), cofanes, omaguas,  
abijiras (huaoranis), andoas y muratos, xibaros, rabonas, pacamoros  
y bracamoros.  
Estos son los principales. Hay otros pueblos que no constan  
en este mapa, como los aldemes o los malabas, extinguidos pero pre-  
sentes en los míticos relatos de los cayapas (hoy chachis) y colorados  
(
ahora tsáchilas).  
4
El norteamericano Julian H. Steward instituyó cuatro perío-  
dos para estudiar los siglos anteriores a la presencia ibérica, al igual  
que los también estadounidenses Betty J. Meggers y su esposo Cli-  
ford Evans, junto al guayaquileño Emilio Estrada realizaron la: cla-  
5
sificación en vigencia a nivel internacional:  
2
3
Lenguas del Ecuador: https://www.coursehero.com/file/43232325/Lenguas-Del-Ecuador-  
docx/ (8-12-2021)  
Silverio Chisaguano, La Población indígena del Ecuador: Análisis de estadísticas socio-demográficas,  
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, La población indígena del Ecuador, Quito, no-  
viembre, 2006, pp.32 y ss.  
4
5
Gastón Julián Gil, “Centros y Periferias Antropológicas. Julian Steward y el Handbook of South  
American Indians” Revista de Antropología, núm. 26, junio, 2015, pp. 127-153 Universidad Na-  
cional de Misiones Misiones, Argentina  
José Echeverría Almeida, Betty J. Meggers Personalidades y Dilemas en la Arqueología Ecuatoriana,  
Ediciones Abya Yala, Quito, 1996.  
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Vida académica  
Paleoindio, que data de los 30 mil años atrás, cuya máxima  
expresión fue el Hombre de Otavalo (cráneo) que se le dio contro-  
vertida antigüedad de 28 mil años antes de Cristo; y el de Ilaló, que  
se la reconoce 10 mil años también antes de Cristo; Precerámico con  
nomadismo y seminomadismo hasta asentarse en nuestro suelo y  
dar origen al Formativo Temprano (cuatro mil años antes de Cristo)  
con culturas de la talla de Valdivia donde sus venus, magníficas re-  
presentaciones de la mujer, constituyen las primeras muestras cerá-  
micas en América, luego vienen sucesivamente los períodos  
Formativo Tardío, Desarrollo Regional e Integración, hasta la llegada  
de los incas que lo hicieron por el año 1480 hasta 1533, en que co-  
menzó la hegemonía hispánica.  
Cuando arribaron los incas encontraron recia resistencia,  
desde los paltas y malacatos, que se hallaban en la actual frontera  
con el Perú, hasta las tierras de los pastos, al austro de Colombia con-  
temporánea: Yaguarcocha, que significa lago de sangre, es indiscu-  
tible muestra en Imbabura de la vigorosa oposición a los invasores  
cusqueños que se impusieron por la fuerza armada o alianzas de fa-  
milia. Luego, aconteció la reivindicación de nuestros pueblos con  
Atahualpa, en cuyo tiempo la escritura comenzó a dejar testimonios,  
tanto de los cronistas españoles como de los autóctonos cual el caso  
de Guamán Poma de Ayala, entre otros.  
El origen de la nacionalidad ecuatoriana se encuentra en el  
Reino de Quito, cuya Historia la escribió el P. Juan de Velasco (1727-  
1792), quien supo salvar de la incuria del tiempo básicas referencias  
de nuestros orígenes. Con justicia, se le ha calificado como “Padre  
de la Historiografía ecuatoriana”, como nuestro Heródoto, el griego  
Padre de la Historia en Occidente; el caso del ilustre riobambeño es  
paradigmático, no solo por antiquísimas referencias históricas que  
investigó sino por otras narraciones que se ubican exactamente en  
la realidad y que atañen a la geografía, la lingüística, la literatura, la  
hidrografía, la mineralogía, la flora, la fauna, la medicina, las cos-  
tumbres, formas de gobierno, ideas de religión, fiestas, cosmovisión  
andina, en fin, todo aquello que se llama rescate cultural y que con-  
cierne a los primeros pobladores de lo que actualmente constituye  
Ecuador.  
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La llegada de los caras, coincide con las culturas del período  
Desarrollo Regional. La confederación caranqui-quito, panzaleo-pu-  
ruhá es conocida con la designación de Reino de Quito, a la que se  
integró luego el pueblo cañari, para enfrentar la invasión incásica,  
ante la que nuestros territorios tuvieron tranquilidad inestable: fre-  
cuente la escaramuza, el ataque por sorpresa, la retaliación y el cas-  
tigo horrendo. Atahualpa fue quien recobró las heredades del Reino  
de Quito, al vencer a Huáscar inca, en la batalla de Quipaipán y co-  
ronarse como emperador absoluto del Tahuantinsuyo, las cuatro re-  
giones del mundo andino. En tiempos de Atahualpa, Quito recobró  
hegemonía, por cuanto Atahualpa fue nativo de nuestras latitudes  
quiteñas, hijo de Huayna Capac y de la princesa Paccha, de ascen-  
dencia shyri, es por eso que los peruanos no le reconocieron como  
inca legítimo, nosotros, con mucho orgullo, lo hacemos como qui-  
teño, uno de los mayores símbolos de la nacionalidad ecuatoriana.  
No obstante, hay tratadistas sureños que le ubican como cusqueño  
e hijo de una coya. Frente a ello, es de preguntarse, ¿por qué Huayna  
Cápac dejó por herencia la parte norte del imperio a Atahualpa y la  
sur a Huáscar, cuyo nombre real fue topa Cusi Vallpa, este sí peruano  
hasta la médula?  
De Atahualpa se puede hablar copiosamente en estos instan-  
tes, desde su nacimiento y formación educativa de máxima catego-  
ría, hazañas bélicas, reciedumbre de espíritu, hasta la emboscada en  
que cayó y tramada por los invasores de ultramar, no obstante haber  
pagado cuantioso rescate calculado en toneladas de oro, plata y pie-  
dras preciosas, su muerte orquestada bajo argumentos completa-  
mente deleznables, como las acusaciones que se le hizo de idolatría  
o poligamia, el destino de sus restos que ha generado publicitadas  
fábulas. En otra oportunidad, habrá tiempo suficiente para ampliar  
estas argumentaciones; sin embargo, debido a que existe confusión  
en torno al martirio de aquel emperador, debo indicar que fue ulti-  
mado mediante sentencia espuria que aplicó el método de garrote  
vil, que no fue a garrotazos o palazos como algunos sostienen sin co-  
nocer suficientemente la historia: garrote vil consistió en un artefacto  
similar a un collar de hierro que era ajustado por un tornillo cuya  
presión rompía el cuello a la víctima.  
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Vida académica  
Connotados miembros de nuestra centenaria Academia han  
estudiado a este personaje, entre otros: Federico González Suárez,  
Monseñor Silvio Luis Haro Alvear, Neptalí Zúñiga, Jorge Salvador  
Lara, Ricardo Descalzi, Luis A. León, Enrique Ayala Mora. Luis An-  
drade Reimers elaboró tres obras fundamentales para el mejor cono-  
cimiento del tema que hoy estamos abordando: Hacia la verdadera  
6
7
historia de Atahualpa, La Campaña de Atahualpa contra el Cusco y Bio-  
8
grafía de Atahualpa. Pío Jaramillo Alvarado, también destacado  
Miembro de nuestra entidad, publicó en 1936, Imprenta de la Uni-  
versidad Central del Ecuador, su libro Atahualpa, creador de la nacio-  
9
nalidad quiteña, apropiado nombre que yo lo amplío llamándole  
creador de la nacionalidad ecuatoriana, ya que Quito es el núcleo de  
esta nacionalidad que Atahualpa expandió: nuestro país debió lla-  
marse así, Quito, por lógica, historia, tradición y otros factores, pero  
prevaleció el de las tierras del Ecuador, refiriéndose a la línea equi-  
noccial, que mencionaron los académicos franceses, en su primera  
misión geodésica.  
Tan enraizado se encuentra el nombre de Atahualpa que  
hubo una corriente que quiso denominar a nuestra República como  
Atahualpina.  
Frecuentemente, se le representa en los retratos imaginarios  
de Atahualpa con la mascapaycha, el símbolo del poder incásico que  
a manera de corona ponía el willaq uma, sobre la cabeza del ungido  
emperador del Tahuantinsuyo, cuando así era proclamado. Destaco  
el siguiente detalle en la obra de su autoría que hoy dona a nuestra  
institución el Dr. César Alarcón Costta, como hace pocos días lo hizo  
con la del Dr. José María Velasco Ibarra: es muy expresivo que en  
esta efigie de Atahualpa no conste la mascapaycha, como se lo ha  
hecho frecuentemente, ya que el personaje fue quiteño, como lo re-  
conocen cronistas de la2008 talla del propio Inca Garcilaso de la Vega,  
6
7
8
9
Luis Andrade Reimers, Hacia la verdadera historia de Atahualpa, Casa de la Cultura Ecuatoriana,  
Quito, 1978  
Luis Andrade Reimers, La Campaña de Atahualpa contra el Cusco Casa de la Cultura Ecuatoriana,  
Quito, 1985  
Luis Andrade Reimers, Atahualpa según Pedro Cieza de León, Cartillas de divulgación Ecuato-  
riana N°46, Casa de la cultura Ecuatoriana, Quito, 1985  
Pío Jaramillo Alvarado, Atahualpa, creador de la nacionalidad quiteña Casa de la Cultura Ecuato-  
riana “Benjamín Carrión”, Núcleo de Loja, Loja, 1984  
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Vida académica  
Fernando de Montesinos, Francisco López de Gómara, Agustín de  
Zárate, Pedro Gutiérrez de Santa Clara y otros más; además, en este  
óleo del Dr. Alarcón Costta se observa al monarca en referencia con  
los rasgos de quienes lo conocieron y describieron: fuerte, inteligente,  
señorial, prototipo del líder triunfador que lo fue. Por la captación  
de los rasgos que la historiografía entrega, el retrato, que se develiza  
en estos momentos, pintado por el Dr. César Alarcón Costta se con-  
vertirá en uno de los más representativos de Atahualpa.  
La galería de personajes notables ecuatorianos, que va con-  
formándose en el Salón del Libro de la Casa o Palacete de la Alham-  
bra capitalina, sede de nuestra Academia, se enrique ahora con la  
imagen de Atahualpa, uno de los máximos exponentes de nuestra  
nacionalidad que, como quedó ya indicado, tiene en Quito su cora-  
zón y esencia.  
Muchas gracias, Dr. César Alarcón Costta, por esta nueva y  
trascendental contribución no solamente a la Academia Nacional de  
Historia, donde Ud. merecida y positivamente ocupa, con grandes  
y evidentes merecimientos y aportes, los altos sitiales de Subdirector  
y Miembro de Número.  
Viernes 3 de septiembre de 2021  
Bibliografía  
ANDRADE REIMERS, Luis, Hacia la verdadera historia de Atahualpa, Casa de la  
Cultura Ecuatoriana, Quito, 1978  
–––––, La Campaña de Atahualpa contra el Cusco Casa de la Cultura Ecuatoriana,  
Quito, 1985  
–––––, Atahualpa según Pedro Cieza de León, Cartillas de divulgación Ecuatoriana  
N°46, Casa de la cultura Ecuatoriana, Quito, 1985  
CHISAGUANO, Silverio, La Población indígena del Ecuador: Análisis de estadísticas  
socio-demográficas, Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, La pobla-  
ción indígena del Ecuador, Quito, noviembre, 2006  
BOLETÍN ANH Nº 206-B  
389  
Vida académica  
ECHEVERRÍA ALMEIDA, José, Betty J. Meggers Personalidades y Dilemas en la  
Arqueología Ecuatoriana, Ediciones Abya Yala, Quito, 1996  
GIL, Gastón Julián, “Centros y Periferias Antropológicas. Julian Steward y el  
Handbook of South American Indians” Revista de Antropología, núm. 26,  
junio, 2015, pp. 127-153 Universidad Nacional de Misiones Misiones, Ar-  
gentina  
JARAMILLO ALVARADO, Pío, Atahualpa, creador de la nacionalidad quiteña Casa  
de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, Núcleo de Loja, Loja, 1984  
Webgrafía  
Lenguas del Ecuador: https://www.coursehero.com/file/43232325/Lenguas-  
Del-Ecuadordocx/ (8-12-2021)  
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La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Barriga López, Franklin,  
“Develamiento del retrato de Atahualpa, en el salón del libro de la  
Academia Nacional de Historia", Boletín de la Academia Nacional  
de Historia, vol. XCIX, Nº. 206-B, julio - diciembre 2021,  
Academia Nacional de Historia, Quito, 2021, pp.384-390