Bayardo Ulloa Enríquez
guro de preservar a los pueblos de las viruelas”, del Dr. Francisco Gil,
para su aplicación, pidió al Dr. Eugenio de Santa Cruz y Espejo, un
médico quiteño muy destacado, realice un informe sobre el método
propuesto por el medico español. Así es como, Espejo, presenta su
informe: “Reflexiones sobre la viruela, importancia y conveniencia que pro-
pone Don Francisco Gil, Cirujano de la Real Academia Médica de Madrid,
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acerca de las viruelas”, en el que realiza una explicación sobre las “par-
tículas o corpúsculos” que provocan el contagio de tan mortífera peste
y no el aire; además, la gran importancia del aislamiento de los en-
fermos para evitar el contagio, y, realmente, propone un tratado mé-
dico, y también avanza en su recomendación para mejorar la
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salubridad de Quito. Este informe causó algunas molestias en algu-
nos médicos e instituciones quiteñas, por lo que el Cabildo rechaza
el informe, sin embargo, circuló en Quito, Lima, Roma y Madrid,
causando gran expectativa.
La viruela era una enfermedad de terror, las etapas de este
padecimiento lo describen Jiménez y Alioto, de la siguiente manera:
La primera consistía en un periodo de incubación que duraba de 12 a
14 días: el paciente no presentaba síntomas externos, se sentía y parecía
sano, y no infectaba a otras personas: luego sobrevenía la aparición re-
pentina de síntomas de tipo gripal, fiebre, malestar, cefalea, postración,
intenso dolor de espalda y, menos frecuentemente, dolor abdominal y
vómitos. Dos o tres días más tarde, la fiebre bajaba y el paciente mejo-
raba temporalmente, pero enseguida surgía una serie de erupciones,
primero en la cara, las manos y los antebrazos, y luego por todo el
tronco. También aparecían lesiones en la mucosa de las fosas nasales y
la boca que se ulceraba con rapidez, liberando grandes cantidades de
virus en la boca y la garganta. En este momento, la posibilidad de con-
tagio era máxima para quien se mantuviera en las cercanías del pa-
ciente, pues las pequeñas gotas de saliva que se expulsaban con la tos
diseminaban el virus.7
5
Eduardo Estrella, “Eugenio Espejo y el movimiento ilustrado ecuatoriano”. En Boletín de In-
formación Científicas Nacionales, Nº 126, ed. Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”.
Órgano de las Secciones Científicas de la CCE, Quito, 1997, p. 25
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7
Ibídem.
Juan Francisco Jiménez; Sebastián Alioto, Relaciones peligrosas: Viajes, intercambio y viruela entre
las sociedades nativas de las Pampas (frontera de Buenos Aires) siglo XVIII. XI jornadas Internacio-
nales. Departamento de Historia. Universidad Nacional del Tucumán, 19 a 20 de septiembre
BOLETÍN ANH Nº 207 • 51–81
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