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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol C  
Nº 207  
Enero–junio 2022  
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 207  
Enero–junio 2022  
LA RENTA DEL TABACO EN LA NUEVA GRANADA  
DURANTE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA  
Y LOS ALBORES DE LA REPÚBLICA:  
1
PERMANENCIAS, RUPTURAS E INTERFERENCIAS  
Roger Pita Pico2  
Resumen  
El objetivo de este artículo se centra en analizar la renta del  
tabaco en la Nueva Granada entre 1810 y 1825, es decir, durante el  
proceso de Independencia y los primeros años de vida republicana  
de Colombia, observando en detalle los avances y las vicisitudes, así  
como también los cambios y permanencias en este ramo de la eco-  
nomía en medio de la convulsión política y militar de la lucha por la  
emancipación. Los cambios continuos de gobierno generaron consi-  
derables fluctuaciones en el manejo económico, y bajo este contexto,  
fueron continuas las variaciones en la normatividad y en la estruc-  
tura interna del ramo. Aun con todas las dificultades, se mantuvo el  
monopolio estatal de este producto constituyéndose en un impor-  
tante aporte al proceso de formación de las bases económicas de la  
naciente República; además, abrió el camino para una promisoria  
etapa de liberalización y de fomento a las exportaciones.  
Esta investigación se realizó principalmente con base en  
fuentes primarias de información hallada en los archivos documen-  
tales, el intercambio epistolar entre autoridades políticas y militares,  
los informes oficiales, los libros de cuentas, las memorias, las crónicas  
de viajeros, los diarios de campaña y los artículos de prensa de la  
época. Esto fue complementado con la revisión de artículos y libros  
alusivos al tema objeto de estudio.  
1
2
Recibido: 18/03/2022 // Aceptado: 31/05/2022  
Politólogo con Opción en Historia de La Universidad de los Andes, Especialista en Gobierno  
Municipal, Especialista en Política Social y Magíster en Estudios Políticos de la Pontificia Uni-  
versidad Javeriana. Secretario Académico de la Academia Colombiana de Historia.  
rogpitc@hotmail.com  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
205  
Roger Pita Pico  
Palabras clave: Tabaco, renta, economía, administración, comercio,  
Colombia, siglo XIX  
Abstract  
The objective of this article focuses on analyzing the income  
of tobacco in New Granada between 1810 and 1825, that is, during  
the process of Independence and the first years of republican life of  
Colombia, observing in detail the progress and the vicissitudes, as  
well as the changes and permanence in this branch of the economy  
in the midst of the political and military convulsion of the struggle  
for emancipation. The continuous changes of government generated  
considerable fluctuations in the economic management and under  
this context the variations in the regulations and in the internal struc-  
ture of the branch were continuous. Even with all the difficulties, the  
state monopoly of this branch was maintained, constituting an im-  
portant contribution to the process of forming the economic bases of  
the nascent Republic, besides which it opened the way for a promi-  
sing stage of liberalization and promotion of the exports.  
Key Words: Tobacco, income, economy, administration, commerce,  
Colombia, 19th century.  
Introducción  
El tabaco es una planta de origen americano de amplio uso  
ritual y medicinal entre las comunidades indígenas, y desde el siglo  
3
XVII, su cultivo se extendió a Europa y a otras partes del mundo.  
Durante el periodo de dominio hispánico se generalizó su consumo  
4
interno en el territorio de la Nueva Granada. En los primeros siglos  
3
4
En España las primeras factorías de tabaco fueron instaladas en el puerto de Sevilla. Cándido  
Velásquez, Un archivo para la historia del tabaco. Jacarya, Madrid 1984, p. 18.  
Término con el que era conocido en tiempos coloniales el territorio actual de la República de  
Colombia.  
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206  
La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
coloniales, prevaleció el libre cultivo y la comercialización del tabaco  
5
que era considerado de buena calidad. Hacia el año de 1740, bajo el  
gobierno del virrey Sebastián de Eslava, se impartieron instrucciones  
para organizar la producción y distribución de este producto, pero  
este propósito solo pudo cristalizarse catorce años más tarde bajo la  
administración del virrey Pedro Messía de la Zerda. Así entonces, el  
estanco fue otorgado en administración al capital privado a través  
6
del mecanismo de remates. Dentro del marco del reformismo bor-  
bónico, en 1774 se dio un giro tras la decisión del virrey José Solís de  
pasar a manos del gobierno virreinal, la administración directa fi-  
jando las zonas de cultivo y distribución. Posteriormente, la visita  
del regente Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres reorganizó el sistema  
7
al establecer cuatro zonas de cultivo (Ambalema, Girón, Pore-Nun-  
8
9
chía y Llanogrande ) y seis administraciones y factorías. Bajo este  
nuevo esquema, muchos pueblos, especialmente de la franja noro-  
riental y Antioquia, quedaron excluidos de la producción, lo cual ge-  
neró un alza en los precios y un descontento que se expresó  
10  
abiertamente durante la revuelta de los Comuneros de 1781.  
Precisamente en la cláusula 6ª de las capitulaciones firmadas  
entre el gobierno virreinal y los líderes de este movimiento insurrec-  
cional, se propuso la extinción de la renta de tabacos recientemente  
instituida por el virrey Messía de la Zerda:  
(…) con el título de proyecto experimental aparentando beneficio del  
público fue la basa en que se cimentaron tamaños perjuicios, como se  
han experimentado para los que lo beneficiaban, y con los canjes de  
otros frutos de este reino lo trajinaban los pobres que alcanzaban a tener  
5
6
7
Gaspard-Théodore Mollien, Viaje por la República de Colombia en 1823, Imprenta Nacional, Bo-  
gotá, 1944, p. 388.  
Germán Colmenares, Relaciones e Informes de los Gobernantes de la Nueva Granada, Biblioteca  
Banco Popular, Bogotá, 1989, tomo III, pp. 129-135.  
Según los testimonios, este era el mejor tabaco de Colombia. John Potter Hamilton, Viajes por  
el interior de las provincias de Colombia, Colcultura, Bogotá, 1993, p. 24.  
Hoy municipio de Palmira en el departamento del Valle del Cauca.  
Estos eran establecimientos en los que se llevaba a cabo la compra, almacenamiento y venta  
del tabaco. Rodrigo Chaverri Guerrero, El cultivo del tabaco. EUNED, San José de Costa Rica,  
8
9
1
995, p. 4.  
1
0 Jaime Jaramillo Uribe, “La economía del Virreinato (1740-1810)”, en: José Antonio Ocampo,  
(Ed.), Historia Económica de Colombia, Siglo XXI Editores-Fedesarrollo, Bogotá, 1987, p. 81.  
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207  
Roger Pita Pico  
cinco cabalgaduras, y que si se miran las cuantiosas asignaciones a los  
arrentados para esta administración, los remedios correspondientes  
para ella y la alcabala, que en tantas rentas y ventas y cambios, y la mu-  
chedumbre de cargas que de él se han quemado, se hallará que S.M.  
(
que Dios guarde) poco o nada ingresaba en su erario, y los míseros va-  
11  
sallos tuvieron con este establecimiento tan imponderables amarguras.  
A fin de cuentas, este y los demás puntos incluidos en estas  
capitulaciones fueron incumplidos por el gobierno español tras el  
súbito rompimiento de los diálogos y la fuerte represión que se em-  
prendió contra los líderes comuneros. La renta del tabaco alcanzó,  
en el mundo hispanoamericano, ganancias de hasta más del 100%  
del capital invertido, siendo uno de los negocios más rentables del  
12  
gobierno español. El mejor rendimiento fiscal del ramo se dio pre-  
cisamente antes de 1810. Según apuntó en 1803 en su informe de go-  
bierno el virrey Pedro Mendinueta: el estanco vendió entre 1796 y  
1
800 un total 1.834.281 pesos. Al momento de comparar esta cifra  
con los quinquenios anteriores, registró un aumento de 69.229  
pesos.13 Para el quinquenio de 1805 a 1809 el producto líquido de  
venta había ascendido a 2.353.695 pesos.  
La crisis política iniciada en España en 1808 tras la prisión  
del Rey Fernando VII y la invasión de los franceses generó un vacío  
en el poder y marcó el inicio del período revolucionario experimen-  
tado en los dominios hispanoamericanos. Esta etapa independentista  
comenzó en la Nueva Granada en 1810 con un primer experimento  
republicano que se extendió hasta 1815 cuando los españoles restau-  
raron el poder político y militar en lo que se conoció en Colombia  
como el periodo de Reconquista. A mediados de junio de 1819, los  
oficiales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander emprendie-  
ron la Campaña Libertadora, cuyo punto culminante fue la batalla  
del 7 de agosto en el puente de Boyacá, triunfo que les permitió a los  
patriotas independentistas asegurar su poderío sobre Santa Fe e ini-  
14  
ciar el proceso de liberación definitiva de estos territorios.  
1
1
1 Germán Arciniegas, Los Comuneros. Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1992, tomo II, p. 13.  
2 Margarita González, “El Estanco Colonial del Tabaco”, en: Ensayos de Historia Colombiana,  
Editorial La Carreta, Bogotá, 1977, p. 100.  
13 Germán Colmenares, Relaciones e Informes… cit., tomo III, p. 128.  
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La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
Respecto al tema de las rentas estancadas en el territorio de  
la Nueva Granada, sin duda el ramo de aguardientes ha suscitado  
un mayor interés por parte de los investigadores, si se compara con  
el del tabaco. Los primeros estudios sobre la renta del tabaco hacían  
alusión más que todo al periodo de dominio hispánico, entre los cua-  
les cabe mencionar a autores como Margarita González. En los últi-  
mos años han sido publicados algunos trabajos que centran la  
mirada sobre la fase postrera del periodo colonial, el proceso de in-  
dependencia y las décadas iniciales del siglo XIX, dentro de lo cual  
vale citar las investigaciones de los historiadores Álvaro Acevedo  
Tarazona, Johan Sebastián Torres Güiza, Muriel Laurent y Juan Ca-  
15  
milo Restrepo. Al ser estas unas visiones más bien panorámicas que  
analizan un amplio lapso de tiempo, en realidad son muy pocas las  
investigaciones alusivas específicamente al periodo de Independen-  
cia y a los primeros años de formación de la República.  
En vista de estos vacíos y, con motivo del bicentenario del  
proceso de Independencia de las naciones hispanoamericanas, el ar-  
tículo que se desarrolla a continuación se propone como meta exa-  
minar la renta del tabaco en la Nueva Granada entre 1810 y 1825, es  
decir, durante el proceso de Independencia y los años iniciales del  
periodo republicano. El propósito es analizar los progresos y las di-  
ficultades, así como también las continuidades e innovaciones en el  
funcionamiento de este ramo de la economía colombiana en medio  
de un contexto de marcada agitación política y militar de la lucha  
por la emancipación. Así entonces, el estudio se enfoca en observar  
las implicaciones que giraron en torno al ramo del tabaco en una  
etapa de transición del dominio hispánico al periodo republicano.  
Se pretende demostrar además cómo el tabaco se constituyó en un  
componente decisivo para el proceso de formación de las bases eco-  
nómicas de la naciente República.  
1
4 El Congreso de Angostura expidió el 17 de diciembre de este año la Ley Fundamental que  
dio nacimiento a la República de la Gran Colombia como resultado de la unión de los de-  
partamentos de Venezuela, Quito y Cundinamarca, este último nombre correspondía a las  
provincias de lo que hasta ese momento se conoció como Nueva Granada. Ley Fundamental  
de la República de Colombia, Angostura, (s.n.), 1819.  
15 Estos trabajos aparecen referenciados a lo largo de este artículo.  
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Roger Pita Pico  
Este trabajo se realizó con base en la consulta y revisión de  
fuentes documentales de archivo que incluyen informes, cartas y re-  
glamentos, así como también fuentes primarias impresas como lo  
son los periódicos de la época, las crónicas y las memorias de la  
época. A esto se le suman una serie de fuentes secundarias alusivas  
a los trabajos que dan cuenta del contexto del periodo de estudio y  
a los artículos referidos exclusivamente a la renta del tabaco.  
Uso de tabaco en el pueblo y en la tropa  
Desde el periodo de dominio hispánico, el consumo de ta-  
baco se había generalizado en prácticamente todos los sectores so-  
ciales. En las primeras décadas del siglo XIX, el gusto por este  
producto seguía vigente. Nada resulta más revelador que el testimo-  
nio brindado por los extranjeros europeos que visitaron estas tierras  
en los albores de la República. Al viajero inglés Charles Stuart Co-  
chrane y al caballero inglés Gaspard Theodore Mollien les sorprendía  
el hecho de que casi todas las mujeres fumaban “con un desenvolvi-  
16  
miento notable”. El militar y cronista de la legión británica Richard  
Vawell pudo percibir en 1820 la aflicción de las mujeres de Popayán  
por la escasez de tabaco a raíz de la lucha militar que se daba en el  
17  
Valle del Cauca que era donde se producía. Por su parte, el diplo-  
mático sueco Carl August Gosselman refiere cómo su uso era un acto  
democrático, compartido sin distingo de clase o condición étnica, se  
expresó en estos términos:  
El tabaco se encuentra en todos los sitios; de diez hombres, nueve lo  
fuman y posiblemente abarque con su vicio al cincuenta por ciento  
de las damas. En los hombres es tan inseparable como la pipa para el  
alemán y la cajita de rapé para nosotros los suecos; hay algunos que  
lo fuman continuamente desde la mañana hasta la tarde encendiendo  
incesantemente uno tras otro, como temerosos de que se les vaya a apa-  
gar.1  
8
16 Charles Stuart Cochrane, Viajes por Colombia 1823 y 1824, Banco de la República, Bogotá, 1994,  
p. 49; Mollien, Viaje por la República… cit., p. 179.  
17 Richard Vawell, Memorias de un oficial de la legión británica. Campañas y cruceros durante la guerra  
de emancipación hispanoamericana, Biblioteca Banco Popular, Bogotá, 1974, p. 207.  
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210  
La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
Con la llegada de las guerras de Independencia, una preo-  
cupación constante para las autoridades políticas y militares, tanto  
del bando español como del bando republicano, fue cómo suminis-  
trar al creciente número de tropa este producto, a manera de estí-  
mulo, para encarar los rigores de la guerra.  
Pese al parte de victoria que hiciese el 29 de abril de 1814 el  
general republicano Antonio Nariño sobre la acción militar en el  
paso del Juanambú en su Campaña del Sur, se reconocieron las pe-  
nalidades y privaciones que habían tenido que afrontar la tropa,  
entre muchas otras, “cocinando con cebo y sin tener ni un tabaco qué  
fumar”.1  
9
En 1815, tan pronto llegó el Ejército Expedicionario español  
a las costas neogranadinas, el virrey Francisco Montalvo mandó  
desde Santa Marta recoger todas las cosechas de yuca, arroz, algo-  
dón, anís y tabaco de esta provincia y de la villa de Mompox para  
destinarlas exclusivamente a abastecer esas tropas de invasión.2  
Desde Mamonal, en inmediaciones de la amurallada ciudad de Car-  
tagena, se lee la vehemente solicitud que elevara el 11 de octubre de  
0
1
815 el oficial español Francisco Tomás Morales al comandante en  
jefe Pablo Morillo  
Mi estimado jefe y amigo: mis soldados que me tratan con confianza,  
y la falta grande que les hace el tabaco, me saludan cada instante con  
las palabras: mi general, tabaco; hoy he ido a Buenavista, Pasacaballos  
y Tejadillo y los he visto con lástima por no tener con qué remediar esta  
necesidad, por lo que como amigo le suplico me envíe otra remesita  
como la pasada pues les será harto mejor para ellos que las minas del  
21  
Perú.  
1
1
2
8 Carl August Gosselman, Viaje por Colombia 1825 y 1826, Ediciones del Banco de la República,  
Bogotá, 1981, p. 82.  
9 Guillermo Hernández de Alba, (Comp.), Archivo Nariño, Presidencia de la República, Bogotá,  
1990, tomo, V, p. 331.  
0 Manuel Ezequiel Corrales (ed.), Documentos para la historia de la Provincia de Cartagena de Indias,  
hoy Estado Soberano de Bolívar en la Unión Colombiana, Imprenta de Medardo Rivas, Bogotá,  
1
883, Vol. I, p. 68.  
2
1 Biblioteca Digital de la Real Academia de Historia, Sig. 9/7660, legajo 17b, f. 404r.  
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211  
Roger Pita Pico  
En momentos en que se preparaba la Campaña Libertadora  
en los Llanos Orientales, el oficial Pedro Fortoul dio la orden, a me-  
diados de abril de 1819 desde el sitio de Guachiría, muy cerca de  
Pore, de suministrar a la tropa aguardiente y tabaco luego de que  
22  
llegaran los auxilios. Meses después, según el diario del cuartel ge-  
neral de la sitiada plaza de Cartagena, esta fue la instrucción que im-  
partió el gobernador español Gabriel de Torres el 10 de julio de 1820  
para abastecer de tabaco a la tropa de la guarnición:  
Los cuerpos presentarán por medio de los respectivos ayudantes, los  
lunes y jueves a la hora de la orden, una noticia de las libras de tabacos  
que necesitan para la oficialidad y tropa, a fin de que poniéndolas yo  
el dese, se facilite por la administración del ramo; y se previene que  
habiendo muy poca existencia de este artículo por lo cual he dispuesto  
se reserve para todo el gasto de la guarnición se hagan los pedidos al  
23  
respecto de un cuarterón por cada plaza, sin distinción de clases.  
El 25 de octubre, el gobernador ordenó la compra de 7 arro-  
bas, 7 ½ libras de tabaco “torcido” procedente de Virginia a razón  
de dos pesos por libra. Se dispuso que ese mismo día cada ayudante  
o abanderado de los batallones allí presentes recibieran en los depó-  
sitos la cantidad que debían repartir a sus respectivos cuerpos, ase-  
gurándose de que los oficiales reclamaran media libra y el resto de  
2
4
la tropa un cuarterón. Torres reconoció el esfuerzo que se había  
hecho para adquirir este producto a precios más altos por ser nego-  
ciado con Estados Unidos pues, según dijo: “(…) este gobierno que co-  
2
5
noce cuánto aprecia el soldado tener un cigarro qué fumar”. En fechas  
especiales la tropa recibía con satisfacción provisiones extras, tal  
como se hizo en la noche de Navidad y el 30 de mayo con ocasión  
de la celebración del día del Rey Fernando VII cuando se les sumi-  
nistró vino y media libra de tabaco.  
22 Diarios de Campaña. Libro de Órdenes y reglamentos militares 1818-1834, Biblioteca de la Presi-  
dencia de la República, Bogotá, 1988, p. 84.  
23 Órdenes militares del último gobernador español en Cartagena de Indias 1820-1821, Litografía Arco,  
Bogotá, 1986, pp. 17-18.  
24 Órdenes militares, ibíd., pp. 21-22.  
25 Órdenes militares, ibíd., pp. 39, 43.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
212  
La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
Al otro lado de la línea divisoria estaba el coronel Mariano  
Montilla al mando del cuartel general de los republicanos que estre-  
chaban su cerco sobre la ciudad amurallada. A mediados de 1820,  
este alto oficial vendió su reloj y cadena de oro para comprar tabaco  
26  
y así calmar las ansias de su tropa. Siendo el tabaco un placer, su  
uso fue evidente hasta en los momentos más críticos de la convulsión  
política. Tal como relata el cronista José María Caballero, en la ciudad  
de Santa Fe el jueves 25 de marzo de 1813 las autoridades republica-  
nas “metieron en capilla” a Lino Argüello por ser un reconocido de-  
fensor de la causa monárquica. Antes de ser arcabuceado en la plaza  
mayor, pidió como último deseo le facilitaran un tabaco y una por-  
ción de chicha.27  
Estos casos que se acaban de referir demuestran cómo, aún  
en medio del ambiente de zozobra y de las penurias y privaciones,  
tanto las autoridades políticas como los altos mandos oficiales hicie-  
ron todo lo posible con el fin de proveer de tabaco a los hombres de  
armas, lo cual era también una prueba fehaciente del generalizado  
uso de este producto en la vida cotidiana de la población.  
Afectación de la guerra a la renta del tabaco  
A través de múltiples formas, las guerras de Independencia  
afectaron el normal funcionamiento del ramo de tabacos. Las sedes,  
los empleados, las utilidades, la infraestructura y los cargamentos  
del producto cayeron inmersos en un ambiente signado por los sa-  
queos, las confiscaciones, los ataques, las interceptaciones y las reta-  
liaciones militares.  
Tropas españolas al mando del oficial Francisco Machado en-  
contraron a finales de septiembre de 1815 al estanquero de la villa  
de Tolú en los alrededores de esta localidad, un sargento de nación  
española que había permanecido fugitivo ante la persecución insis-  
tente de los “insurgentes”. Este empleado informó que había sido  
26 Archivo General de la Nación (AGN), Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina,  
tomo 325, f. 185v.  
2
7 José María Caballero, Particularidades de Santa Fe, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana,  
Bogotá, 1946, p. 162.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
213  
Roger Pita Pico  
retenido y obligado a conducir hasta Corozal seis petacas de tabaco  
pero alcanzó a ocultar alguna cantidad en una hacienda. Al entrar  
las fuerzas españolas a la villa, el estanquero entregó todo el pro-  
ducto y el dinero que pudo salvar: 600 manojos de a media libra y  
7
00 pesos en efectivo. De estas reservas fueron entregados 150 ma-  
28  
nojos de tabaco para el uso de la tropa.  
En el marco de la campaña de Reconquista, cuando el te-  
niente coronel español Donato Ruíz de Santacruz llegó a la villa de  
Honda a orillas del río Magdalena, se apoderó de todas las embar-  
29  
caciones y recog muchos bultos de tabaco y cajas de quina. Hacia  
816, cuando ya estaba restablecida allí la renta del tabaco, los fun-  
1
cionarios no pudieron ocupar la sede de la administración de este  
ramo por cuanto se había utilizado como albergue temporal para el  
Regimiento de León, uno de los batallones del Ejército Expediciona-  
30  
rio español.  
El 5 de enero de 1817 el virrey Juan Sámano remitió al co-  
mandante Pablo Morillo una solicitud que elevara desde Mompox  
la Marquesa de Torrehoyos, quien reclamaba 40 cargas de tabaco y  
algunas de lienzo que eran suyas y que le habían sido embargadas a  
su allegado Pedro Torres tras el arribo de las tropas de Reconquista  
a la villa de Honda. Sámano estaba en espera de la información de-  
tallada que le suministrara Morillo para atender la petición de aque-  
lla hacendada que había mostrado irrestricta lealtad a la causa  
monárquica.3  
1
En medio de este ambiente de polarización política y militar,  
también se dictaron medidas protectoras. El 1º de noviembre de 1818  
el comandante Morillo envió al coronel Sebastián de la Calzada una  
lista de individuos a los que se les eximía del servicio militar por ser  
labradores de tabaco, cuyo ramo se consideró que era de vital im-  
portancia y por ello había que fomentarlo.3  
2
2
2
8 Biblioteca Digital de la Real Academia de Historia, Sig. 9/7667, legajo 24d, ff. 163r-164v.  
9 Jorge Mercado, Campaña de invasión del teniente general don Pablo Morillo 1815-1816, Editorial  
Iris, Bogotá, 1963, p. 186.  
30 Rebecca A. Earle, España y la Independencia de Colombia 1810-1825, Ediciones Uniandes-Banco  
de la República, Bogotá, 2014, p. 124.  
1 Biblioteca Digital de la Real Academia de Historia, Signatura 9/7665, legajo 22b, f. 188r.  
2 Biblioteca Digital de la Real Academia de Historia, Signatura 9/7665, legajo 23c, f. 243r.  
3
3
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La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
En septiembre de 1819, en tiempos de la Segunda República,  
una de las primeras ofensivas de las fuerzas patriotas y del pueblo  
enardecido al ocupar el Valle del Cauca al sur de la Nueva Granada,  
consistió en quemar los depósitos del tabaco que almacenaban los  
33  
españoles y además de esto asesinaron a un administrador. Esta re-  
acción se originó por el odio popular que suscitaba el monopolio es-  
tatal de este producto. La situación en la villa de Honda era crítica  
por cuanto los españoles habían dejado vacías las arcas de la renta y  
además habían ocupado las embarcaciones para emprender la  
34  
huida.  
El accionar de delincuentes comunes empeoró la situación  
de orden público en medio de la confrontación política y militar de  
la lucha independentista. En febrero de 1820, el sargento disidente  
Gerónimo Basilio Mantilla atacó con 30 hombres armados de fusiles,  
lanzas y machetes el cuartel militar de la parroquia de Piedecuesta  
asaltando a una partida de soldados que recién había llegado tras  
escoltar unos dineros enviados por el gobierno provincial a la facto-  
ría de tabacos. Los asaltadores fueron perseguidos y capturados y el  
dinero recuperado aunque los soldados enviados para esta misión  
cometieron la indelicadeza de tomar una tercera parte de este botín,  
lo cual ameritó una nueva investigación por parte de las autoridades  
republicanas. Detalles de este incidente quedaron consignados en el  
35  
diario de operaciones del Ejército de Cundinamarca.  
En octubre de ese mismo año Francisco Urdaneta, goberna-  
dor de Mariquita, recibió la orden para transportar por vía fluvial  
200 reclutas provenientes de la provincia de Antioquia con destino  
a Mompox. En vista de que no contaba con más buques que los des-  
tinados para el transporte de tabaco, se dispuso que, una vez se cum-  
pliera con un envío programado de este producto, se utilizarían  
aquellas embarcaciones para movilizar la tropa por lo menos hasta  
el puerto de Nare.36  
3
3
3
3 Earle, España y la Independencia… cit., pp. 125, 180.  
4 AHA, Sección Independencia, Fondo Gobernación de Antioquia, tomo 879, f. 158r.  
5 AGN, Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo 325, f. 545r; AGN, Sección  
República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo 331, f. 803r.  
6 Acotaciones Bolivarianas. Decretos marginales del Libertador (1813-1830), Fundación John Boulton,  
Caracas, 1960, p. 91.  
3
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Nunca antes la estructura burocrática, logística y operativa  
del ramo del tabaco había sido objeto de notorias afectaciones como  
lo que se vivió durante el periodo comprendido entre 1810 y 1824.  
Esto no era una perturbación menor por cuanto el peso de esta renta  
en la economía neogranadina era de gran consideración. Todo esto,  
sumado a los continuos cambios de gobierno, conllevaron a un es-  
tancamiento de este ramo de la producción, siendo muy lento el pro-  
ceso de recuperación debido al ambiente mismo de tensión política  
y presión militar. Fue, sin lugar a dudas, un factor que obstruyó el  
desarrollo de esta renta y generó inestabilidad en la economía de  
esos años.  
El tabaco como fórmula de financiación de la guerra  
En medio del fragor de la guerra, fue común destinar recur-  
sos de la renta del tabaco para sufragar los desbordados gastos mi-  
litares.3 El triunfo militar por parte de alguno de los bandos en  
contienda significaba la retoma del control social, político y econó-  
mico de los territorios dominados. Desde luego, esta avanzada im-  
plicaba el inmediato manejo de los recursos oficiales y de las rentas  
existentes pues era clave conseguir recursos para mantener la de-  
fensa del espacio recuperado y extender la ofensiva militar.  
7
En vista de la urgencia del gobierno republicano de vestir y  
de sostener cada uno de los batallones que se hallaban en las pro-  
vincias y de aumentar su número para atender los diferentes puntos  
amenazados ante la inminente llegada del Ejército Pacificador espa-  
ñol al mando del general Pablo Morillo, el gobernador y capitán ge-  
neral de la provincia de Antioquia don Dionisio de Tejada se vio en  
la necesidad de buscar más fondos en vista de que las arcas oficiales  
38  
eran insuficientes para sufragar estos gastos. Vastos eran los terri-  
3
7 Aunque no existen datos consolidados para la etapa más álgida del conflicto, se sabe por lo  
menos que en el año fiscal de 1825-1826, aproximadamente las tres cuartas partes de los gas-  
tos del Estado estaban enfocadas hacia el estamento militar. David Bushnell, El Régimen de  
Santander en la Gran Colombia, El Áncora, Bogotá, 1985, p. 123.  
38 Archivo Histórico de Antioquia (AHA), Sección Independencia, Fondo Gobernación de An-  
tioquia, tomo 831, ff. 380r-383v (impreso).  
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durante las guerras de Independencia  
torios por cubrir desde el río Magdalena hasta el puerto de Honda,  
además de la urgencia de defender la línea de Remedios hasta el  
puerto del Espíritu Santo sobre el río Cauca, territorios distantes en  
donde resultaba bastante dispendiosa la conducción de víveres. En  
consecuencia, con esas intenciones, el 1º de febrero de 1816 el go-  
bierno provincial republicano se vio en la “dura necesidad” de elevar  
el precio del tabaco de 6 a 8 reales la libra.  
Esta intervención en los precios del tabaco era considerada  
por el gobierno como una medida acertada toda vez que “(…) reúne  
cuantas calidades exigen los economistas en las contribuciones: es indirecto  
sobre un ramo de lujo, de fácil recaudación, y que todos los buenos patriotas  
deseaban hace mucho tiempo para libertarse de otros impuestos directos”.3  
Al parecer, esta directriz había sido recibida sin ninguna repugnancia  
y, según los cálculos, el monto a recaudar sería de 60.000 pesos anua-  
les. Estas propuestas se enviaron al presidente de las Provincias Uni-  
das para que fueran puestas a consideración del Congreso, el cual se  
pronunció el 19 de febrero aprobándolas tras valorar justos los mo-  
tivos, aunque se hizo énfasis en que su vigencia debía ser temporal.  
En algunas ocasiones, las autoridades españolas recurrieron  
también a esta misma estrategia de ajuste de precios como meca-  
nismo para financiar la guerra. El 19 de enero de 1818 se reunió en  
la ciudad de Santa Fe la Junta Central de Tribunales con el propósito  
de diseñar un plan económico para garantizar la subsistencia de la  
tropa y mantener las crecidas guarniciones existentes en varias pro-  
vincias. Debido a la falta de recursos del erario oficial y de lo incon-  
veniente que resultaba gravar a los pueblos con más contribuciones  
extraordinarias, la Junta presidida por el virrey Juan Sámano decidió  
recurrir a los ramos de alcabala, naipes, tabaco, aguardiente y pól-  
vora.  
9
En cuanto a la renta del tabaco, se decidió aumentar medio  
40  
real por cada tango sobre el precio de venta que se manejaba en ese  
momento en cada una de las provincias. Por otro lado, a los factores  
se les recomendó mucho esmero en persuadir a los cosecheros para  
3
4
9 AGN, Sección Archivo Anexo I, Fondo Historia, tomo 19, f. 102r.  
0 Hoja de tabaco listas para ser envueltas y convertidas en cigarros.  
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que produjeran con la mejor calidad posible a fin de ampliar la franja  
de consumidores. En los libros de las oficinas de Hacienda y rentas  
estancadas se debía abrir una “cuenta” denominada “Impuesto tem-  
poral para la subsistencia del Ejército”. Cada mes los administrado-  
res debían entregar el producto del impuesto recogido a las  
administraciones principales y de estas debía remitirse a las tesore-  
rías de Hacienda de cada distrito y luego al Tribunal de Cuentas, ins-  
tancia esta que debía reportar estos productos al comandante de las  
fuerzas españolas.41  
Además de esta medida de elevar precios, fueron frecuentes  
las órdenes de las autoridades políticas y de las autoridades militares  
en campaña para disponer de las ganancias que dejaba la renta del  
tabaco. Un llamado de ayuda envió el 20 de enero de 1813 el coronel  
español Ramón Correa luego de haber ocupado la villa de Cúcuta y  
de conocer los avances de las tropas republicanas al mando del ofi-  
cial Simón Bolívar que había logrado ocupar las riberas del río Mag-  
dalena y se dirigían hacia aquella región fronteriza con Venezuela  
en lo que sería el inicio de la Campaña Admirable. Dentro de las pro-  
puestas urgentes planteadas por el coronel español para contar con  
recursos que permitieran defender este territorio se sugirió el resta-  
blecimiento de la renta de tabacos.42  
Pocos días después de que las huestes españolas de Recon-  
quista al mando del capitán Valentín Capmani lograron recuperar la  
villa de Mompox a finales de abril de 1815, el virrey Francisco Mon-  
talvo impartió órdenes a las fuerzas de invasión para que elaboraran  
un inventario de todo lo existente en la renta del tabaco. Debía re-  
servarse el producto necesario para el consumo local y el resto había  
que remitirlo a Santa Marta.43  
En desarrollo de la orden dictaminada por el virrey Juan Sá-  
mano, el 26 de julio de 1819 el comandante militar de Purificación  
solicitó al administrador de tabacos de esta villa el dinero producido  
4
4
1 AGN, Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo 1.261, f. 110r (impreso).  
2 José Manuel Restrepo, Documentos importantes para la historia de la Revolución de la República  
de Colombia en la América Meridional., Universidad de Antioquia-Universidad Nacional, Me-  
dellín, 2009, CD, p. 282.  
43 AGN, Sección Archivo Anexo I, Fondo Guerra y Marina, tomo 131, f. 756r.  
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durante las guerras de Independencia  
de esta renta para atender la subsistencia de la partida de militares  
recién venida de Cartagena.44  
Desde su cuartel general de la ciudad de Rionegro, el coman-  
dante de la provincia de Antioquia, el oficial José María Córdova,  
solicitó en 1820 al vicepresidente Santander que ordenara a las au-  
toridades de la villa de Honda la activa remisión de tabaco “(…) pues  
este es el ramo que más produce en esta provincia, con él hemos sostenido  
mil hombres y ya estoy muy apurado, pues he tenido que exigir contribu-  
45  
ciones para la mantención de tropas en mayo y junio”.  
Las utilidades que dejaba esta renta también se direccionaron  
hacia la compra de armamento. En la ciudad de Cali el 2 de noviem-  
bre de 1820 el general Manuel Valdés a nombre del gobierno repu-  
blicano firmó un contrato para negociar un cargamento de armas  
con el inglés Benjamin Halton con lo cual quedaba equipado el Ejér-  
cito del Sur con más de 2.600 fusiles, 2.950 sables y varios pertrechos  
y municiones para lanzar la ofensiva sobre las ciudades de Pasto y  
Quito. El valor del contrato fue de 82.625 pesos, para lo cual se ofre-  
ció pagar de contado 1.600 arrobas de tabaco “de primera” empa-  
cado a razón de nueve pesos cada arroba que serían puestas en el  
puerto de Cascajal y cuyo valor se estimaba en 14.400 pesos. El resto,  
es decir 68.225 pesos, se pagaría en dinero en tres contados en un  
46  
plazo máximo de 14 meses. A finales de marzo del año siguiente,  
el coronel José Concha compró un botiquín en el puerto de Buena-  
ventura por valor de 500 pesos que fueron pagados también con ta-  
47  
baco.  
Eventualmente, las utilidades de la renta del tabaco sirvieron  
además como respaldo para la afanosa consecución de ingresos fres-  
cos en estos primeros años de vida republicana. Para el empréstito  
que los agentes diplomáticos Francisco Montoya y Manuel Antonio  
44 Sergio Elías Ortiz (Comp.), Colección de documentos para la historia de Colombia, Editorial Kelly,  
Bogotá, tomo 2, 1966, pp. 206-207.  
4
4
5 AGN, Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo 331, f. 531r.  
6 AGN, Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo 325, ff. 879r, 888r; Diego  
Castrillón Arboleda, Manuel José Castrillón (Biografía y Memorias), Biblioteca Banco Popular,  
Bogotá, 1971, tomo I, p. 193.  
47 Archivo Santander, Águila Negra Editorial, Bogotá, 1916, Vol. VI, p. 115.  
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Arrubla estaban gestionando en Londres en marzo de 1822, se puso  
como principal respaldo la producción interna de oro y plata y las  
rentas provenientes del monopolio del comercio del tabaco y del  
48  
aguardiente.  
En estas épocas de austeridad fiscal, bienvenidas fueron las  
donaciones. De esa naturaleza fue precisamente el aporte de los ciu-  
dadanos Sinforoso García y Juan Pablo García, quienes ofrecieron en  
octubre de 1819 al gobernador y comandante de la provincia de An-  
tioquia, coronel José María Córdova, un total de 12 cargas de tabaco  
de a 9 arrobas, esto en calidad de donativo al servicio de la Patria.  
Los dos donantes se comprometieron a asumir los costos de los fletes  
desde la villa de Honda. Este fue un apoyo suministrado por estos  
hombres en momentos de escasez tras la convulsión generada por  
49  
el inicio de la retoma del poder por parte de los republicanos.  
Vemos aquí referenciadas dos alternativas específicas para  
financiar la guerra y apaciguar las afugias fiscales. Por un lado, el  
aumento en el precio del tabaco de venta al público, una medida de  
ajuste al interior del sistema mismo pero que podía suscitar descon-  
tento popular o malestar en un tiempo como este en el cual era clave  
mantener las lealtades y el control político sobre la sociedad. La otra  
medida, que consistía en la destinación de las utilidades del ramo  
para financiar la guerra era, sin duda, un uso estratégico del tabaco  
en medio de este periodo de confrontación militar aunque, por otro  
lado, significaba una afectación al negocio mismo del ramo por  
cuanto las utilidades no eran reinvertidas en el desarrollo de este sec-  
tor sino que se dirigían a otro propósito distinto de carácter extraor-  
dinario.  
Fluctuaciones en la organización de la renta  
Sin lugar a dudas, uno de los mayores debates en materia  
económica registrados durante el periodo de Independencia y los  
años iniciales de la República fue en torno a la liberalización de las  
48 Restrepo, Documentos importantes… cit., p. 1.008.  
49 AHA, Sección Independencia, Fondo Gobernación de Antioquia, tomo 877, f. 158r.  
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La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
rentas estancadas, una decisión de hondas repercusiones sociales y  
económicas.  
Este debate se registró incluso en tiempos del dominio his-  
pánico, particularmente desde las postrimerías del siglo XVIII  
50  
cuando ganaron especial impulso las ideas liberales. Uno de los que  
participó en esta discusión fue José Ignacio de Pombo quien en un  
informe presentado el 18 de abril de 1807 al Consulado de Cartagena  
advirtió sobre los beneficios que implicaba no colocar trabas impo-  
sitivas al libre fomento de la agricultura y denunció además los efec-  
tos negativos del estanco en la economía, para lo cual expuso como  
ejemplo la experiencia vivida en Estados Unidos y Francia.5  
1
Teniendo como experiencia las problemáticas ya vividas y,  
ante la imposibilidad de restablecer el estanco en los niveles produc-  
tivos alcanzados antes del inicio del periodo de Independencia, al-  
gunos sectores oficiales no se mostraban tan convencidos de  
continuar con este sistema de proteccionismo estatal, una controver-  
sia que se extendería hasta las primeras décadas del sistema repu-  
blicano. El vicepresidente del naciente gobierno republicano, el  
general Francisco de Paula Santander, fue uno de los más enraizados  
52  
abanderados de la tendencia del liberalismo.  
Después de 1810 tras las primeras expresiones de emancipa-  
ción política, la centralización del manejo económico desapareció  
temporalmente tras la ausencia del poder virreinal. Bajo el nuevo ex-  
perimento republicano, se abrió paso a un nuevo esquema político  
basado en la irrupción de Estados provinciales con autonomía polí-  
tica que conllevó también a manejar un cierto grado de autonomía  
fiscal.  
5
0 Sobre el debate en España véase: Escobedo Romero, Rafael, “Las rentas estancadas, la Guerra  
de la Independencia y el debate hacendístico en las Cortes de Cádiz”, Actas del Congrés Ocu-  
pació i Resisténcia a la Guerra del Francés, Barcelona, Museo de Historia de Cataluña, 2007, pp.  
5
21-526.  
5
1 Archivo Histórico Restrepo, Fondo XIII, Vol. 18, ff. 1r-8v. Este informe fue publicado en: Boletín  
de Historia y Antigüedades, No. 154, Bogotá, Academia Nacional de Historia, noviembre de  
1
921, pp. 689-697.  
5
2 Marcela, Castro Ruiz, “Liberalismo económico en la transición de la colonia tardía a la Re-  
pública en la Nueva Granada (1778-185). La libertad de comercio y sus manifestaciones en  
el orden jurídico mercantil”. Anuario de Derecho Privado, No. 3, p. 317.  
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221  
Roger Pita Pico  
Todas o la mayor parte de las juntas de gobierno establecidas  
durante esta época decidieron abolir los estancos de aguardiente y  
53  
tabaco y el tributo de los indios. Con esta trascendental medida los  
dirigentes del naciente proyecto republicano buscaron congraciarse  
54  
con el pueblo pero, al no sustituirse estas fuentes de ingreso, se creó  
5
5
un hueco fiscal que debilitó ostensiblemente la economía. Así lo  
hizo a principios de julio de 1810 la Junta de la villa del Socorro al  
56  
proponer la libertad de siembra y del comercio del tabaco. Por esa  
misma decisión se inclinó la Junta Provincial de Antioquia reunida  
en el mes de septiembre:  
Atendiendo a la reclamación general contra los ramos estancados de  
aguardiente y tabaco, principalmente a los de esta provincia, que por  
muchos años ha sido vejada con el duplo de sus valores, a las trabas  
que esto pone a la agricultura, a las noticias que se tienen de que las  
provincias donde se cosechaba el tabaco, con la exclusión que deman-  
daban las factorías, lo han declarado de libre comercio, y que esto nos  
pone en el riesgo de no recibir las abundantes provisiones de que hasta  
ahora hemos disfrutado (…) se acuerda en beneficio de estos pueblos  
y en fomento de la agricultura e industria, que los expresados ramos  
de aguardiente y tabaco queden y sean en lo sucesivo de libre comercio,  
57  
pudiéndose cosechar, destilar y consumir dentro de la provincia.  
Reconociéndose que la mayor parte de los ingresos públicos  
provenían de estos dos ramos y, en aras de conseguir recursos para  
suplir esta falta, se acordó que todo vecino libre mayor de 18 años  
debía, sin distingo de género o condición social, hacer anualmente  
5
3 Quito ya había marcado la pauta al tomar esta decisión en 1809 por parte de su Junta Suprema  
de Gobierno. José Manuel Restrepo, Historia de la Revolución de la República de Colombia, Li-  
brería Americana, París, 1827, tomo segundo, pp. 112, 150.  
54 Ana Catalina Reyes, “El derrumbe en la Primera República en la Nueva Granada entre 1810-  
1
816”. Historia Crítica, No. 41, mayo-agosto de 2010, p. 50.  
5
5 Restrepo, Historia de la Revolución… cit., tomo segundo, p. 210.  
5
6 Armando Martínez Garnica, “Las provincias neogranadinas ante la crisis de la monarquía  
española”, en: Haroldo Calvo Stevenson y Adolfo Meisel Roca (ed.), Cartagena de Indias en la  
Independencia, Banco de la República, Cartagena, 2011, p. 86. En: https://repositorio.  
banrep.gov.co/bitstream/handle/20.500.12134/9309/LBR_2011-7.pdf?sequence=1&isAllo-  
wed=y  
5
7 Actas de formación de juntas y declaraciones de Independencia (1809-1822). Reales Audiencias de  
Quito, Caracas y Santa Fe, Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga, 2008, tomo II,  
pp. 217-218.  
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La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
una pequeña contribución de 8 reales “por la franquicia que se le  
concede en el uso de estos ramos”. Aquellos que se rehusaran a en-  
tregar estos aportes, serían sancionados con el duplo de aquel valor.  
En junio de 1811 la Junta de Gobierno de Popayán abolió la  
renta de tabacos que era la única fuente productiva, aparte de la casa  
58  
de la moneda. Hacia el mes de agosto se recibió en la ciudad de Nó-  
vita en la provincia del Chocó el decreto por el cual se extinguió esta  
misma renta y se dispuso que los guardas fueran destinados al ser-  
vicio de las armas.59 Sin embargo, la azarosa situación económica  
motivó a algunos Estados provinciales a ensayar diversas alternati-  
vas. Así sucedió con el decreto dictado el 3 de julio de 1812 por el  
gobernador de la provincia de Antioquia por medio del cual se res-  
60  
tableció temporalmente el monopolio del ramo del tabaco. La ca-  
pital neogranadina, Santa Fe, también optó por restaurar esta renta,  
tal como se anunció a través de un bando publicado el 14 de mayo  
de 1813 en momentos en que se tenía como prioridad solventar los  
gastos militares para la Campaña del Sur al mando del general An-  
tonio Nariño aunque el 12 de febrero de 1816 fue revocada esa deci-  
sión.6  
1
Uno de los retos claves de los españoles para asegurar su do-  
minio durante el periodo de Reconquista consistió en retomar el con-  
trol de la economía tal como estaba antes de los hechos revolucio-  
narios de 1810. Esto implicaba reimplantar los monopolios estatales  
y centralizar el control de los impuestos, todo con miras a generar  
ingresos con los cuales mantener la estructura administrativa y cu-  
62  
brir los considerables costos que acarreaba la defensa militar. Así  
entonces, mediante decreto dictado el 20 de agosto de 1816 el virrey  
Francisco Montalvo restauró el monopolio de tabaco. En Cartagena  
63  
este proceso de restablecimiento se dio de manera más lenta.  
58 Santiago Arroyo, Apuntamientos sobre la revolución de la Nueva Granada, especialmente con res-  
pecto a la provincia de Popayán, Edición Virtual, Bogotá, 2010, p. 69.  
59 Archivo Central del Cauca (ACC), Sección Independencia, Civil I-6 estanco de tabaco, signatura  
8
2, f. 1r.  
6
6
6
6
0 AHA, Sección Independencia, Fondo Gobernación de Antioquia, tomo 822, ff.41r-48v.  
1 Caballero, Particularidades de Santa Fe… cit., pp. 137 y 211.  
2 Earle, España y la Independencia… cit., pp. 115-122.  
3 Earle, Ibíd., pp. 124-126.  
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223  
Roger Pita Pico  
Dentro de las recomendaciones formuladas en junio del año  
siguiente por el comandante en jefe español Pablo Morillo para me-  
jorar el manejo administrativo y económico del territorio neograna-  
dino, pensaba que el desestanco del tabaco y del aguardiente sería  
un nuevo manantial de riquezas” pues en ese momento la recau-  
dación no pasaba del 5%. No obstante, consideró que por su falta de  
experiencia en esta materia no le correspondía diseñar un plan eco-  
nómico y por ello creyó necesario que este asunto lo tratara con tino  
el gobierno de la península con miras a mejorar este ramo en Amé-  
rica. La idea con este desestanco era fomentar la extracción de estos  
productos con lo cual se podría cubrir el déficit de los gastos anuales  
con un reparto o con algún otro arbitrio que no obstruya los progresos de  
64  
la agricultura”.  
Como muestra de la presión fiscal, el 9 de enero de 1818 el  
recién restaurado gobierno decretó un aumento de medio real a cada  
tango de tabaco vendido en todas las provincias pero haciéndole es-  
pecial encargo a los factores para que recomendaran a los cosecheros  
esmerarse en producir tabaco de la mejor calidad para que los con-  
65  
sumidores no vieran con desagrado aquel aumento en el precio.  
Para principios de 1818 existían en territorio neogranadino  
66  
cuatro factorías: Ambalema, Piedecuesta, Pore y Llanogrande (Ver  
Mapa 1). La primera contaba con un fondo de más de 100.000 pesos  
y surtía las administraciones de la Costa Caribe y la provincia de An-  
tioquia, la de Piedecuesta proveía a Santa Fe, la de Pore solo a su  
propia provincia y la de Llanogrande a Popayán y Chocó. Se reco-  
noció que hacía falta aún organizar el ramo en Pore a causa de la agi-  
tación política y militar. Aunque ya se vendía el producto en  
Popayán y Santa Fe por cuenta del Rey, aún no estaban suficiente-  
mente abastecidas. El año anterior tampoco había sido posible surtir  
la administración de la provincia de Panamá debido a la pérdida de  
6
4 Antonio Rodríguez Villa, El teniente general don Pablo Morillo. Primer Conde de Cartagena, Mar-  
qués de la Fuerte (1778-1837), Tipografía de Fortanet, Madrid, 1910, tomo III, pp. 309-322.  
5 José Ots-Capdequí, Las instituciones del Nuevo Reino de Granada al tiempo de la Independencia,  
6
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1958, pp. 90-91.  
66 Según el viajero John Potter Hamilton, este tabaco era “de tipo suave y de muy buen aroma”.  
Hamilton, Viajes por el interior… cit., p. 101.  
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224  
La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
67  
la cosecha en Ambalema. En 1818 el monopolio generó un ingreso  
neto de 8.000 pesos, cifra que seguía siendo irrisoria frente a los  
4
0.000 o 50.000 pesos que normalmente se obtenían antes del esta-  
68  
llido de la guerra.  
La reiterada alternancia en el poder por parte de los republi-  
canos y los españoles trajo consigo un proceso de reestructuración  
en la nómina de empleados en donde era clave la adhesión política.  
Pocos días después de que las tropas españolas reconquistaran la  
villa de Mompox a finales de abril de 1815, se procedió a reorganizar  
el ramo y a nombrar dos delegados leales que se encargaran del ma-  
nejo de esta renta.69  
Mapa 1. Principales factorías de tabaco en la Nueva Granada  
en los primeros años de vida republicana  
Fuente: Mapa elaborado por el autor con base en la información recopilada en este artículo.  
6
6
6
7 Colmenares, Relaciones e Informes… cit., tomo III, p. 307.  
8 Earle, España y la Independencia… cit., pp. 124-126.  
9 AGN, Sección Archivo Anexo I, Fondo Guerra y Marina, tomo 131, f. 756r.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
225  
Roger Pita Pico  
El 26 de junio de 1816 se firmó en la villa de Medellín un acta  
mediante la cual los empleados del estanco de tabaco elevaron su ju-  
70  
ramento de obediencia y fidelidad a las autoridades monárquicas.  
José María Toro presentó una solicitud el 5 de agosto de 1816 ante el  
gobernador y capitán general de la provincia de Antioquia para que  
se le restituyera el oficio de estanquillero de tabaco, cargo que había  
obtenido antes del inicio del gobierno “rebelde”. En el mes de di-  
ciembre una petición similar a esta fue formalizada por Remigio Leal  
quien aspiraba a que se le reintegrara en el empleo de estanquillero  
del pueblo de Sabanalarga.  
Después del triunfo republicano conseguido el 7 de agosto  
de 1819 en la batalla de Boyacá, las provincias del norte y del sur  
bajo dominio de los realistas no lograron generar ingresos por cuenta  
de la renta del tabaco pues las grandes regiones productoras como  
Ambalema, Mompox y Piedecuesta quedaron bajo la égida del régi-  
men republicano. Es por ello que el gobierno español de Cartagena  
se vio precisado a importar temporalmente el producto desde  
71  
Cuba.  
A uno y otro lado del Atlántico, en los años finales del domi-  
nio hispánico empezó a adquirir más fuerza la idea de acabar con  
este sistema de renta. En el memorial redactado por el gobernador  
de Cartagena don Gabriel de Torres a mediados de julio de 1819, en  
el cual esbozó un sombrío panorama económico de su provincia,  
72  
planteó que el sistema de estancos de tabaco y aguardiente era el  
más perjudicial y ruinoso para el real erario y para la agricultura.  
Sugirió al Rey contemplar la posibilidad de liberar el comercio de  
este producto, tal como lo había dictaminado para otros territorios  
73  
hispanoamericanos. Particularmente, la economía de esta provincia  
se había visto profundamente afectada por la intensidad de la guerra  
y las rivalidades con la provincia de Santa Marta. A esto se le suma-  
7
7
7
0 AHA, Sección Independencia, Fondo Gobernación de Antioquia, tomo 1.001, ff. 145r-148v.  
1 Earle, España y la Independencia… cit., p. 125.  
2 Para este año esta renta representaba el 16% de los ingresos de esta plaza. Adolfo Meisel  
Roca, “La crisis fiscal de Cartagena en la era de la Independencia 1808-1821”, en: Haroldo  
Calvo Stevenson, y Meisel Roca, Adolfo (ed.), Cartagena de Indias… cit., 2011, p. 397.  
3 Alberto Lee López, (fray) (Comp.), Los Ejércitos del Rey 1819, Biblioteca de la Presidencia de  
la República, Bogotá, 1989, tomo II, p. 294.  
7
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
226  
La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
ban los altos índices de contrabando que representaba un desestí-  
mulo a la producción legal del ramo.74  
Estas voces que abogaban por desestancar el tabaco alcanza-  
ron a tener eco en la metrópoli. En el mes de septiembre la idea fue  
acogida por el Rey Fernando VII aunque creía que debía ser puesta  
a consideración de la Junta Superior de la Real Hacienda. Lo cierto  
es que muy poco se alcanzó a avanzar en esta línea de acción en  
medio de un desolador estado de la economía neogranadina tras la  
75  
recuperación del control político por parte de los republicanos.  
El gobierno de la segunda fase republicana heredó los gran-  
des monopolios rentísticos existentes durante el régimen de dominio  
7
6
hispánico: el tabaco, el aguardiente, la sal y la amonedación. Sin  
embargo, la destinación de los recursos de la renta del tabaco para  
atender los crecientes gastos militares hacía que las factorías no pu-  
dieran pagar a los cultivadores a tiempo, quienes a su vez vieron re-  
7
7
bajada su producción lo cual aumentó su inconformismo. Bajo el  
influjo de las ideas liberales, surgieron propuestas en las provincias  
de Socorro y Caracas para abolir el monopolio pero finalmente no  
hubo el consenso esperado.78  
En la sesión del 25 de agosto de 1819 del Congreso de An-  
gostura se propuso que para proporcionar ingresos a las cajas de la  
hacienda pública, el Estado republicano debía reasumir la venta de  
tabaco, quedando libre la siembra, el cultivo y la extracción. Días  
más tarde, en la sesión del 11 de enero de 1820 se tomaron en consi-  
deración los inconvenientes que traería esta fórmula mixta y en con-  
secuencia el máximo órgano legislativo decidió revocarla en algunas  
provincias ya liberadas como Guayana.79  
7
4 Sobre esta temática, véase: Meisel Roca, Adolfo, “¿Situado o contrabando? La base económica  
de Cartagena de Indias a finales del Siglo de las Luces”, Bogotá, Banco de la República, 2011,  
pp. 28-40.  
75 Ver Juan Friede (ed.), La batalla de Boyacá, 7 de agosto de 1819, a través de los archivos españoles,  
Banco de la República, Bogotá, 1969, pp. 297-298.  
76 Álvaro Acevedo Tarazona y Johan Sebastián Torres Güiza, “La renta de tabaco en la Nueva  
Granada 1744-1850. Administración, comercio y monopolio”, Sociedad y Economía, No. 30,  
2
016, p. 292. https://sociedadyeconomia.univalle.edu.co/index.php/sociedad_y_econo  
mia/article/view/3909  
7
7
7
7 Bushnell, El Régimen de Santander… cit., p. 115  
8 Bushnell, Ibíd., p. 117.  
9
Actas del Congreso de Angostura, Biblioteca de la Presidencia de la República, Bogotá, 1988, p. 325.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
227  
Roger Pita Pico  
Tan pronto asumieron el poder los republicanos, buscaron la  
forma de reorganizar administrativamente el ramo con miras a que  
no se vieran muy afectadas las utilidades. No hay que perder de vista  
el hecho de que el mantenimiento de este monopolio estatal tenía  
varios gastos ordinarios: el pago de la cosecha, los gastos de empa-  
que y transporte y los altos costos de la administración con mante-  
nimiento de sedes y empleados.  
Inmediatamente después de haber liberado a Ocaña a prin-  
cipios de junio de 1820, una de las primeras decisiones del teniente  
coronel Jacinto Lara para poner en orden la ciudad fue nombrar ad-  
ministrador de tabacos al ciudadano Sebastián Llaín. Esta medida  
fue valorada como de crucial importancia dado el abandono en que  
se encontraba este ramo que en aquel momento no mostraba nin-  
guna ganancia.80  
En septiembre de 1820 el gobernador de la provincia de An-  
tioquia, Pedro Acevedo Tejada, ordenó una investigación contra el  
alcalde pedáneo de Santa Rosa de Osos don Francisco Jaramillo por  
haber dejado emigrar al administrador de tabacos sin haber rendido  
cuentas de su oficina.81  
A principios de diciembre, se adelantaron acciones con miras  
a indagar el paradero de los libros y papeles del ramo de tabaco de  
la recién liberada villa de Mompox con el fin de poder determinar  
cuáles estanqueros quedaron debiendo sumas de dinero a la admi-  
nistración provincial del ramo al momento de registrarse la entrada  
de las tropas republicanas. El 9 de diciembre respondió Juan de la  
Bandera quien manejaba en ese momento la renta y explicó que  
había huido a Tenerife llevando todo el archivo y 8 botes de tabaco  
en polvo proveniente de Bogotá. Ante la intensa ofensiva militar de  
las huestes patriotas, Bandera se presentó voluntariamente en Santa  
Marta ante las recién instaladas autoridades de la República. En las  
indagaciones, se pudo saber además que Jerónimo Collazo debía 680  
82  
pesos y Juan de la Cruz Hernández 250 pesos.  
80 AGN, Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo 325, f. 139r.  
81 AHA, Sección Independencia, Fondo Gobernación de Antioquia, tomo 873, ff. 110r-115v  
82 AGN, Sección Colecciones, Fondo Enrique Ortega Ricaurte, caja 80, carpeta 16, ff. 35r-36v.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
228  
La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
En materia de personal, una de las primeras acciones que im-  
plementó en 1820 el gobernador de la provincia de Antioquia, José  
Manuel Restrepo, fue sustituir todos los empleados que habían sido  
nombrados por el régimen español y que, según él, estaban “viciados  
en el contrabando”.83 Semanas atrás, varios guardas de tabaco de  
esta provincia habían enviado una carta al gobernador expresando  
su regocijo por la restauración de la Patria y a la vez poniendo de  
presente la situación de pobreza que atravesaban ellos y sus familias  
ante lo cual solicitaron se les diese al menos medio sueldo para poder  
subsistir con el firme compromiso de mantener su voluntad de ser-  
vicio al régimen republicano. Al final, la autoridad provincia decidió  
entregarles la tercera parte del salario.84  
A mediados de este mismo año, Francisco Antonio Campillo  
se quejaba de haber sido despojado de su cargo como estanquero de  
la ciudad de Santa Fe de Antioquia por orden del gobierno de Re-  
85  
conquista sin ser ni siquiera juzgado. También por esos días, Joa-  
quín Ochoa exigió al gobernador de esta misma provincia que a su  
hijo Fermín Ochoa se le eximiera de prestar el servicio militar por  
86  
estar empleado como estanquero del tabaco en el sitio de Guayabal.  
El 22 de octubre de este mismo año apareció publicado un  
aviso en la Gaceta de la ciudad de Bogotá, en el cual se convocaba a los  
que tuviesen méritos para ocupar los cargos de administrador y con-  
tador de la recién constituida administración principal de tabacos de  
la villa del Socorro. Para ello, debían probar no solo su solvencia eco-  
87  
nómica sino también su “aptitud y patriotismo”.  
Aun cuando se reemplazara el personal administrativo con  
hombres confiables y leales políticamente, subyacían todavía serias  
complicaciones económicas a causa de la guerra que impedían cum-  
plir adecuadamente con los salarios. Frecuentes fueron los reclamos  
8
8
8
3 Archivo Santander… cit., Vol. IV, p. 393.  
4 AHA, Sección Independencia, Fondo Gobernación de Antioquia, tomo 877, f. 17r.  
5 AHA, Sección Independencia, Fondo Gobernación de Antioquia, tomo 836, f. 323r; tomo 837, f.  
2
90r; tomo 900, ff. 149r-152v.  
8
8
6 AHA, Sección Independencia, Fondo Gobernación de Antioquia, tomo 913, ff. 374r-381v.  
7 Gaceta de Santafé de Bogotá, No. 65, Bogotá, Imprenta del Gobierno por Nicomedes Lora, oc-  
tubre 22 de 1820, p. 184.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
229  
Roger Pita Pico  
de los empleados del ramo sobre este particular. Bernardino Gonzá-  
lez, tercerista de tabacos de la villa de Honda, dirigió una carta al vi-  
cepresidente Santander proponiéndole la posibilidad de acceder a  
una de las fincas secuestradas en compensación de la mitad del  
sueldo que conforme al decreto del 14 de septiembre de 1819 había  
dejado de percibir.88  
Al momento de hacer un recorrido por las diferentes admi-  
nistraciones se percibían no pocas dificultades que requerían de  
pronta atención del gobierno. En abril de 1820, el gremio de coseche-  
ros de tabaco del partido de Ambalema envió una carta en la que ex-  
presaban su descontento por el dinero que de sus tabacos tenían  
atrasados en la factoría de esta localidad desde el gobierno anterior,  
siendo esos recursos lo único con lo que contaban para el sosteni-  
miento de sus familias, pago de sus créditos y mantenimiento de sus  
demás labores del campo. Apelaban entonces a la piedad del nuevo  
gobierno “liberal republicano” para no dejar a los cosecheros sin este  
apoyo con la convicción de que así este gremio podía respaldar con  
entusiasmo la causa patriota. En su respuesta, el vicepresidente San-  
tander enfatizó que se había impulsado la renta de tabacos hasta  
donde los recursos oficiales lo habían permitido pero se estaba a la  
espera de las medidas que debía adoptar el Libertador Simón Bolívar  
con el fin de corregir los problemas que se registraban a raíz del cre-  
89  
ciente contrabando.  
El coronel José Concha reportó en septiembre de 1820 que se  
había establecido la factoría de tabacos en la provincia del Cauca,  
trabajándose en ello con la mayor diligencia. Prueba de esto era el  
acopio logrado pues se hallaban en los almacenes doscientas y tantas  
cargas y la cosecha aún no había concluido. Estos cultivos los reali-  
zaban hombres pobres pero el problema radicaba en que el gobierno  
no les satisfacía puntualmente los pagos ante lo cual se había acen-  
tuado aún más su miseria siendo este un motivo para no volver a  
sembrar e incluso, aquellos que aún no habían recogido cosechas,  
88 Roberto Cortázar (Comp.), Cartas y mensajes del General Francisco de Paula Santander, Academia  
Colombiana de Historia, Bogotá, 1956, Vol. III, p. 262.  
89 AGN, Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo 332, f. 844r.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
230  
La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
terminaban abandonando el cultivo en busca de otra actividad que  
les permitiera sobrevivir económicamente. Se aclaró que la provincia  
no consumía este producto y la única área de demanda cercana era  
el Chocó y la costa del Sur pero no había posibilidad de enviar 50  
cargas que estaban listas en la administración debido a la falta de ca-  
ballería tomada para el servicio militar ya fuera de manera volunta-  
ria o a la fuerza. Más de 1.000 pesos se debían a los cosecheros y con  
el almacenamiento existente en ese momento aumentaría la deuda  
y, aunque esta suma era irrisoria para el gobierno, para los pobres  
cultivadores era de vital importancia, pues con ella podían apaciguar  
sus aprietos económicos.90  
A principios de octubre de 1820 la factoría de tabacos de Pie-  
91  
decuesta pedía afanosamente recursos al erario central. Justo por  
esos días el presidente Simón Bolívar impartió instrucciones para  
que se protegieran y fomentaran por todos los medios las plantacio-  
nes y factorías de tabaco en esta región del nororiente neograna-  
92  
dino. En su informe del 31 de diciembre de 1820 como secretario  
de Guerra y Hacienda, Alejandro Osorio hizo un balance de los pri-  
meros meses de gobierno republicano en materia fiscal. Antes que  
nada, reconoció al tabaco como uno de los ramos más relevantes,  
cuya siembra era una valiosa fuente de riqueza. Se había logrado de-  
mostrar que las quiebras y problemas con los empleados de este  
ramo se debían a la distancia en que se hallaban de la administración  
principal ubicada en Bogotá siendo muy difícil vigilar sus conductas  
y velar por el arreglo de esta renta. Ante este impasse, se juzgó con-  
veniente dividir la administración de tabacos en dos principales, una  
en Bogotá y la otra en Socorro, conforme al plan trazado por el Tri-  
bunal Mayor de Cuentas y la Superintendencia General de Ha-  
cienda.  
En esta reestructuración se acordó el número de empleados  
y sus sueldos que serían iguales para una y otra ciudad. Se remitie-  
9
9
0 AGN, Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo 325, f. 790r.  
1 Cartas Santander-Bolívar, Biblioteca de la Presidencia de la República, Bogotá, 1988, tomo III,  
p. 3.  
9
2 Roberto Cortázar (Comp.), Correspondencia dirigida al General Santander, Academia Colom-  
biana de Historia, Bogotá, 1969, Vol. III, p. 275.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
231  
Roger Pita Pico  
ron a las factorías de Ambalema y Piedecuesta no todos los recursos  
necesarios pero sí los que las atenciones de la guerra y demás urgen-  
cias permitían. Con el fin de brindar un aliciente a los cosecheros de  
Ambalema y para compensar la tardanza sufrida en los pagos, se les  
eximió de los alistamientos militares y de las contribuciones pecu-  
93  
niarias extraordinarias. En aras del ahorro fiscal, el ministro Osorio  
había recurrido a otras medidas, como por ejemplo aquella que or-  
denaba fusionar las rentas de tabaco y aguardiente en la villa de Ma-  
rinilla para simplificar gastos y sueldos.94  
No hay que olvidar que a comienzos de 1821 aún se mante-  
nía la lucha militar en las provincias de la Costa Caribe y en las pro-  
vincias del Sur. Si bien Santa Marta había sido liberada, en la colin-  
dante provincia de Cartagena los republicanos estrechaban cada vez  
más su cerco sobre la plaza que era defendida empecinadamente por  
el gobernador español Gabriel de Torres. El coronel Mariano Monti-  
lla, comandante del ejército libertador en esta zona, se quejó de la  
carencia de recursos para fortalecer a su tropa e hizo ver al vicepre-  
sidente Santander que una de las rentas más pingües de este territo-  
rio era la del tabaco y por ello pidió se nombrara a un administrador  
95  
para reactivar este ramo. El recientemente nombrado gobernador  
civil de esta provincia, don Pedro Gual, había optado por liberar  
hacia el mes de septiembre la producción de tabaco. Sin embargo,  
Santander no estaba de acuerdo con esta medida por cuanto se de-  
jaban de percibir 80.000 pesos que producía la renta ante lo cual no  
quedaba más opción que decretar impuestos y contribuciones al pue-  
blo.9  
6
9
3 Los encargados de la Secretaría General del Departamento de Cundinamarca presentan a S. E. el Ge-  
neral F. de P. Santander del mismo Departamento la memoria correspondiente al año de 1820, Im-  
prenta de Espinosa, Bogotá, 1821, pp. 26-27.  
94 Luis Horacio López Domínguez (Comp.), Administraciones de Santander 1820-1825, Presidencia  
de la República, Bogotá, 1990, tomo I, p. 63.  
9
9
5 AGN, Sección República, Fondo Secretaría de Guerra y Marina, tomo 333, f. 27r.  
6 Archivo Santander… cit., Vol. V, p. 165. A finales del siglo XVIII y principios del XIX, en la co-  
lindante provincia de Santa Marta cerca del 50% de los ingresos procedía de las rentas del  
tabaco, aguardiente, alcabala y almojarifazgo. Joaquín Viloria de la Hoz, “La Independencia  
en la provincia de Santa Marta: implicaciones económicas y políticas durante un periodo  
turbulento”, Revista del Banco de la República, No. 1.050, 2015, p. 47. En: https://publicacio  
nes.banrepcultural.org/index.php/banrep/article/view/8252/8646  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
232  
La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
Por estos días el exiliado líder patriota José Fernández de  
Madrid publicó en Cuba un extenso tratado en el cual llamó a Es-  
paña a reflexionar que, siendo el principal productor de tabaco, lo  
que realmente le convenía era promover su libre cultivo y extracción  
pues, de lo contrario, lo que hacía era fomentar en los extranjeros su  
producción en desmedro de su privilegiada posición como produc-  
97  
tor.  
A finales de septiembre de 1821, se dio una ardua discusión  
sobre la renta del tabaco en el Congreso de la República reunido en  
la Villa del Rosario de Cúcuta. El diputado payanés Manuel María  
Quijano pensaba que dejar este ramo en los mismos términos en que  
estaba bajo el gobierno español era “dejar en pie un sistema injusto, ti-  
ránico y opresivo, como que son bien sabidos los fraudes que se cometían  
bajo aquel régimen, y las vejaciones y perjuicios que se irrogaban a los co-  
9
8
secheros; que los productos de estas rentas son muy cortos”. Grandes  
cantidades atrasadas se debían a los cosecheros, de modo que antes  
que renovar el estanco pensaba que lo más conveniente era conseguir  
fondos suficientes para estabilizarlo adecuadamente y pagar lo que  
se debía pero, como esto era imposible por el estado crítico de las fi-  
nanzas públicas, lo mejor era declararlo libre, con lo cual produciría  
más al Estado con la contribución directa que se impusiera. Esta pos-  
tura revelaba una de las tendencias marcadas en esta época que abo-  
gaba más por el libre mercado y por dejarle al aparato estatal  
funciones meramente de control.  
El diputado venezolano José Félix Blanco aclaró que la renta  
funcionaba normalmente durante el periodo hispánico porque había  
fondos suficientes para pagar de contado cuando el producto era in-  
troducido en las factorías pero ahora, bajo los azares de los primeros  
años de vida republicana, no había cómo pagarles lo atrasado con lo  
cual los cosecheros perdían los jornales y las inversiones hechas en  
la siembra. Así entonces, lo que proponía este diputado era un fondo  
para asegurar los pagos pues de otro modo no habría ningún estí-  
97 José Fernández De Madrid, Memoria sobre el comercio, cultivo y elaboración del tabaco de esta isla,  
Imprenta de los Díaz Castro, La Habana, 1821, p. 6.  
98 Actas del Congreso de Cúcuta 1821, Biblioteca de la Presidencia de la República, Bogotá, 1990,  
tomo III, p. 133.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
233  
Roger Pita Pico  
mulo para producir. Otro de los que intervinieron en la discusión fue  
el obispo de Mérida don Rafael Lasso de la Vega, quien denunció el  
lujo y los gastos excesivos de los administradores, todo esto agra-  
vado por los casos de cohecho y fraude. Según precisó este miembro  
del clero, los factores en poco tiempo de ser nombrados se convertían  
99  
en grandes propietarios a costa de los robos y vejaciones. Se denun-  
ciaba con esto las imperfecciones del sistema y los malos manejos  
que causaban también detrimento a las arcas oficiales.  
Intervino luego el diputado José Manuel Restrepo, exgober-  
nador de la provincia de Antioquia, quien rebatió enérgicamente  
estas opiniones que se oponían a la renta. No negó que existían al-  
gunas distorsiones pero estaba convencido de que podían aplicarse  
algunas reformas. Llamó la atención sobre el hecho de que, si se aten-  
día a estos clamores que exigían extinguir el estanco del tabaco y del  
aguardiente, no habría cómo sostener los 20.000 militares que man-  
tenían la defensa de la naciente República. La solución, según su cri-  
terio, era que el gobierno consiguiera por lo menos ocho millones de  
pesos para aliviar este cúmulo de gastos.1  
00  
Luego de todas estas discusiones, finalmente fue aprobada  
por los congresistas la ley del 29 de septiembre de 1821, la cual reco-  
noció que en esos momentos no era posible desestancar la renta del  
tabaco pues eso causaría una sustancial contracción de los ingresos  
públicos. Se ordenó conservar en todo el territorio nacional el sistema  
de estanco tal como venía funcionando desde el régimen español  
aunque dejando abierta la opción de introducir gradualmente algu-  
nas variaciones por parte del gobierno y el Congreso de la República.  
Mediante esta ley se dio un proceso de reorganización de las admi-  
nistraciones con el impulso a las antiguas factorías y planteando la  
posibilidad de suprimir algunas o de establecer otras más. Esta reor-  
ganización del ramo significó un avance importante durante el pro-  
ceso de Independencia por cuanto era una medida que contribuía a  
la construcción del naciente sistema institucional y a perfilar una na-  
ción en ciernes. Así entonces, se cerró la subfactoría de Zapatoca y  
9
1
9 Actas del Congreso de Cúcuta, ibíd., p. 134.  
00 Actas del Congreso de Cúcuta, ibíd., p. 136.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
234  
La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
se cr una en San Gil y se man restablecer la de Casanare.101 Des-  
pués de promulgada esta ley, el obispo de Mérida Rafael Lasso de la  
Vega ofreció donar cada año 500 pesos para el establecimiento de  
una factoría en su jurisdicción, todo esto con el fin de fomentar la  
agricultura.1  
02  
Imbuidos por las ideas que en materia de liberalismo econó-  
mico predominaban en Europa, los viajeros extranjeros que visitaron  
por estos años el territorio neogranadino no vacilaron en opinar a  
favor de desmonopolizar el ramo o por lo menos introducir ajustes  
que lo hicieran más lucrativo. Hacia 1822, el viajero inglés Charles  
Stuart Cochrane pensaba que el tabaco aún era producido a pequeña  
escala pero si se explotaba de manera más intensiva podía ayudar a  
103  
mitigar la difícil situación del país afectada por la guerra. El diplo-  
mático inglés John Potter Hamilton, por su parte, creía que si la renta  
estuviera mejor administrada, produciría mayores ganancias al go-  
104  
bierno. Este extranjero relató cómo el administrador general de la  
renta de tabaco en Bogotá había publicado un folleto en el cual de-  
mostró de manera concluyente que el gobierno podría obtener un  
ingreso anual de millón y medio de pesos con el cultivo del tabaco  
en el Valle del Cauca. Sin embargo, la realidad era que los campesi-  
nos se abstenían de hacer cultivos de consideración, pues “(…) siendo  
el comercio del tabaco monopolio del gobierno, carecen de buen comprador  
105  
para el producto, por la falta de competidores”.  
En su informe rendido en mayo de 1823, el entonces secreta-  
rio de Hacienda José María del Castillo y Rada reconocía que no  
había podido fomentarse el ramo ante la dificultad de contar con  
más recursos que aquellos que arrojaban las cortas rentas públicas,  
siendo complicado conseguirlos a través de empréstitos por el estado  
de pobreza en que estaba sumido el país.  
1
01 José María del Castillo, Memoria que el Secretario de Estado y del Despacho de Hacienda presentó  
al Congreso de Colombia sobre los negocios de su Departamento, Imprenta del Estado por Nico-  
medes Lora, Bogotá, 1823, p. 9.  
1
1
1
1
02 Gazeta de Colombia, No. 27, Bogotá, Imprenta de Bruno Espinosa, abril 21 de 1821, p. 2.  
03 Cochrane, Viajes por Colombia… cit., p. 32.  
04 Hamilton, Viajes por el interior… cit., p. 64.  
05 Hamilton, ibíd., p. 101.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
235  
Roger Pita Pico  
Se lamentaba el hecho de que se habían reducido las utilida-  
des de esta renta que bajo otras condiciones seguramente generarían  
más riqueza. Con mayores fondos, las factorías podían hacer creci-  
dos acopios, abastecerían todos los estancos y quedarían sobrantes  
para la exportación y los cosecheros concurrirían con confianza a las  
factorías a sabiendas de que recibirían oportunamente los pagos. Así  
entonces, con este panorama elevó un llamado al Congreso de la Re-  
pública para que brindara más atención a este ramo cuyas utilidades  
seguían siendo superiores a las del aguardiente y por ello creía que  
debían proveerse los fondos para el fomento de las factorías y que  
106  
se emprendiera además una reforma en el manejo administrativo.  
Castillo y Rada había propuesto obligar a los cultivadores a entregar  
al fiado su producido al gobierno pero estaba tan descreditada la ca-  
107  
pacidad de crédito que no prosperó finalmente esta idea. En vista  
de estos escollos económicos, no descartó aquel ministro la posibili-  
dad de que en los próximos años se debatiera sobre la viabilidad de  
desestancar este ramo, tal como efectivamente se dio al ganar mayor  
adhesión la tendencia del liberalismo.  
Otro tipo de medidas excepcionales fueron exploradas con  
miras a aliviar la situación del ramo. En la sesión extraordinaria del  
1
7 de junio de 1823 del Congreso de la República fue analizado un  
memorial del funcionario Nicolás Manuel Tanco, quien solicitó se  
exceptuaran del pago de diezmos y primicias a los cosecheros de ta-  
baco. Este mismo tipo de beneficio fue planteado por esos días por  
el gobernador de Casanare como parte de un paquete de ideas ten-  
108  
109  
dientes a sacar de la miseria a esta provincia.  
Un nuevo impulso dio el gobierno republicano a la renta de  
tabacos gracias a los desembolsos del empréstito tramitado en Ingla-  
terra en 1824. Las factorías fueron dotadas de dinero para que com-  
prasen la producción de hoja a los campesinos con la expectativa de  
1
1
1
06 Castillo, Memoria que el Secretario de Estado… cit., p. 10.  
07 Bushnell, El Régimen de Santander… cit., p. 115.  
08 Santander y el Congreso de 1823, Biblioteca de la Presidencia de la República, Bogotá, 1989,  
tomo II, p. 228.  
109 Acuerdos del Consejo de Gobierno de la República de Colombia, 1821-1824, Biblioteca de la Presi-  
dencia de la República, Bogotá, 1988, tomo I, 131.  
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La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
duplicar las ganancias con el expendio a los consumidores internos.  
Se destinaron en total 600.000 para las rentas de Venezuela y Nueva  
Granada siendo en este último territorio beneficiadas por esta inyec-  
ción de capital las factorías de Piedecuesta, Popayán, Ambalema, Ca-  
sanare y San Gil.110 En 1825 el gobierno nacional dictó un completo  
manual de instrucciones para las nuevas factorías y para las que ya  
se hallaban funcionando.1 La producción de tabaco para el año fis-  
cal 1825-1826 fue de 800.000 pesos, lo cual representó una ganancia  
de 288.000 pesos.1  
11  
12  
El decreto del 1º de mayo 1826 reconoció que uno de los me-  
dios de aumentar las cosechas de tabaco y de fomentar este ramo era  
procurar más ventajas a los cultivadores que lo vendían al Estado y  
lograr un precio más cómodo a los consumidores. Por eso, se decidió  
conceder facultades especiales al poder ejecutivo para incrementar  
en todas sus clases el precio del tabaco que se compraba a los cose-  
113  
cheros hasta 8 reales por arroba según el lugar.  
Demanda interna y comercio externo  
Uno de los principales retos de las autoridades fiscales fue  
tratar de satisfacer la demanda interna de tabaco. Sin embargo, por  
múltiples vicisitudes este propósito no siempre pudo ser alcanzado  
ante lo cual en ciertas coyunturas hubo necesidad de recurrir a las  
importaciones. A principios del siglo XIX, las remesas de tabaco pro-  
venientes de Cuba para la provisión de las administraciones de Car-  
tagena y Panamá, y la necesidad de recurrir a medidas extraor-  
dinarias y gravosas para abastecer el mercado, impidieron un mayor  
114  
adelantamiento de esta renta. Tras el inicio de las guerras de Inde-  
pendencia la prioridad estuvo enfocada en incentivar la producción  
interna, especialmente en Ambalema. No obstante, lo que allí se cul-  
1
10 Armando Martínez Garnica, La agenda de Colombia 1819-1831, Universidad Industrial de San-  
tander, Bucaramanga, 2008, pp. 154-155; Bushnell, El Régimen de Santander… cit., p. 116.  
11 AGN, Sección Colonia, Fondo Tabacos, tomo 19, ff. 993r-1.009v.  
1
1
1
12 Bushnell, El Régimen de Santander… cit., p. 116.  
13 Colección de las leyes dadas por el Congreso Constitucional de la República de Colombia en las se-  
siones de los años de 1825 i 1826, Imprenta de P. Cubides, Bogotá, 1826, p. 524.  
14 Colmenares, Relaciones e Informes… cit., tomo III, p. 128.  
1
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237  
Roger Pita Pico  
tivaba no alcanzaba a cubrir el total de la demanda y por ello se abrió  
paso a las importaciones no solo dirigidas a abastecer los epicentros  
costeros sino varias zonas del interior.  
A mediados de junio de 1817, el español Juan Belmonte,  
elevó en Cartagena una propuesta para traer tabaco de Cuba en vista  
de que las factorías de Cartagena, Santa Marta y Portobelo se halla-  
ban sin reservas. Pensó en aquella isla caribeña por ser uno de los  
mayores productores de donde anunció que traería de la calidad  
corto superior” a muy buen precio. Hizo énfasis en que su pro-  
puesta beneficiaría no solo al público sino a la Real hacienda.  
El cargamento lo transportaría él mismo a través de sus bar-  
cos y por su propia cuenta y riesgo. Lo vendería a la administración  
del ramo a 4 reales libra para que se ofreciera al público a 6 reales. El  
administrador Zeñón de Veira negó la propuesta porque no encontró  
ningún antecedente de este tipo de contratos con particulares pues  
todas las veces se traía directamente el producto gracias al contacto  
que la administración de tabacos de la ciudad mantenía con la fac-  
toría de La Habana resultando más barato por esta vía pues los últi-  
mos cargamentos se habían adquirido a 28 reales por arroba.  
Belmonte volvió a insistir al poco tiempo y, en vista de que  
se habían perdido algunas cosechas en Ambalema, el administrador  
Veira le propuso traer 250 quintales pero con la condición de que  
fuese a un precio más asequible. Fueron colocados carteles públicos  
con el fin de convocar a más proponentes interesados en mejorar la  
oferta del español.115 Debido a la persistente afición de los colombia-  
nos al consumo del tabaco proveniente de Virginia y La Habana, el  
Congreso de Cúcuta se vio en la necesidad de legalizar la importa-  
ción con una alta tasa tributaria.  
El 5 de octubre de 1820 aquel órgano legislativo dispuso que  
los cargamentos procedentes de otras partes que se introdujeran en  
buques extranjeros o nacionales en cualquiera de los puertos habili-  
tados en el océano Pacífico, debían pagar 50% de derechos de im-  
portación.1 La ley del 27 de septiembre del siguiente año amplió  
esta medida de introducción de tabaco extranjero a todos los puertos  
16  
1
1
15 AGN, Sección Archivo Anexo, Fondo Solicitudes, tomo 9, ff. 385r-394v.  
16 Los encargados de la Secretaría… cit., pp. 26-27.  
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La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
de la República, manteniéndose la misma tasa de impuesto.117 Vale  
recordar además que tiempo atrás la administración misma de ta-  
baco ya había importado en varias ocasiones el producto de Estados  
Unidos para venderlo con altas ganancias cuando las factorías inter-  
nas no alcanzaban a surtir la demanda.1  
18  
En septiembre de 1821 se lanzó en el Congreso de la Repú-  
blica una propuesta para establecer factorías con miras a promover  
exclusivamente la exportación de tabaco, idea que fue apoyada en  
su momento por Pedro Gual, ministro de Hacienda. Sin embargo,  
varios diputados expresaron su oposición, entre ellos el venezolano  
Miguel Tobar a quien le parecía difícil poner en práctica esta medida  
por no tener los cosecheros los medios indispensables para asumir  
ese reto en materia de comercialización.1  
19  
El resultado de estos debates quedó consignado en la ya re-  
ferida ley sancionada el 29 de septiembre. Según lo allí dispuesto,  
había que procurar dar impulso a este rubro pero teniendo como un  
escenario futuro la posibilidad de que fuera manejado por particu-  
lares con miras a comercializar el producto en países extranjeros.  
Después de dejar abastecidos los almacenes y estancos públicos para  
el consumo de los pueblos, el sobrante sería trasladado de las facto-  
rías a los puertos para su venta al por mayor en el exterior, todo bajo  
la anuencia del administrador del ramo. Los comerciantes nacionales  
interesados en estas exportaciones debían presentar las fianzas ne-  
cesarias y podían adquirir el producto en almonedas públicas. El go-  
bierno quedó facultado para crear nuevas factorías, especialmente  
120  
en aquellos lugares que facilitaban el proceso de exportación.  
La ley del 4 de julio de 1823 prohibió la introducción de ta-  
baco extranjero de toda clase: en hoja, cigarros o rapé. El argumento  
central que motivó esta decisión era que la importación no había pro-  
121  
ducido las ventajas que se esperaban. Por estos días se escuchó la  
117 Gazeta de Santa Marta, No. 31, Santa Marta, Imprenta del Seminario por Tadeo Rodríguez,  
diciembre 8 de 1821, p. 118.  
18 Bushnell, El Régimen de Santander… cit., p. 115.  
19 Actas del Congreso de Cúcuta… cit., tomo III, p. 61.  
20 Codificación Nacional de todas las leyes de Colombia, Imprenta Nacional, Bogotá, 1924, tomo I,  
pp. 72-73.  
1
1
1
121 Acuerdos del Consejo… cit., tomo I, p. 134; Cartas Santander-Bolívar… cit., tomo IV p. 91.  
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Roger Pita Pico  
opinión de los extranjeros sobre esta problemática. Al sueco Gossel-  
man le parecía que el monopolio limitaba las posibilidades de in-  
greso a la economía nacional pues todo se dedicaba al consumo  
122  
interno y nada quedaba para vender en el exterior. Por su parte, al  
francés Mollien pensaba que la exportación podía generarle al go-  
bierno cuatro veces más de ingresos pues el impuesto de aduanas,  
aun siendo deficiente en cuanto a vigilancia, era más eficaz que los  
impuestos indirectos como el que se aplicaba bajo el marco del mo-  
nopolio. Aunque el gobierno había dispuesto por la ley del 29 de sep-  
tiembre de 1821 que el excedente se negociara en el extranjero, la  
realidad era que en los puertos colombianos solo se solía encontrar  
123  
tabaco de La Habana o de los Estados Unidos.  
Finalmente, por disposición promulgada el 13 de marzo de  
1
826 se derogó la ley del 4 de julio de 1823 y por tanto se dio nueva-  
124  
mente vía libre a la entrada de tabaco extranjero de toda clase. Ese  
mismo año, el secretario de Hacienda se empeñó en promover las  
exportaciones de tabaco que según sus cálculos arrojarían cuantiosas  
utilidades, especialmente por el cobro de impuestos de salida en los  
puertos. Los tabacos de Barinas ya eran muy requeridos en Europa  
y se esperaba que los de Ambalema y del Cauca contaran con igual  
suerte después de ser conocidos.1  
25  
A modo de corolario  
En el periodo de Independencia y en los primeros años de  
vida republicana la renta del tabaco estuvo expuesta en medio de un  
complejo escenario de permanencias y rupturas. Vale destacar como  
elemento clave de la política económica el mantenimiento del sis-  
tema proteccionista heredado del régimen español en medio de un  
1
26  
contexto de déficit fiscal y de una incipiente industria nacional.  
1
1
1
1
22 Gosselman, Viaje por Colombia… cit., p. 323.  
23 Mollien, Viaje por la República… cit., p. 389.  
24 Codificación Nacional… cit., tomo II, pp. 204-212.  
25 José María del Castillo, Exposición del Secretario de Hacienda hecha al Congreso de 1826, Impreso  
por F. M. Stokes, Bogotá, 1826, p. 21.  
1
26 Muriel Laurent, “El contrabando en Colombia durante el siglo XIX (1821-1886): fuentes do-  
cumentales y aspectos metodológicos para su estudio”. América Latina en la Historia Econó-  
mica, No. 24, julio-diciembre de 2005, p. 166.  
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240  
La renta del tabaco en la Nueva Granada  
durante las guerras de Independencia  
Las utilidades que ofrecía este estanco motivaron a mantener el mo-  
nopolio aun por encima de muchos escollos.  
Sin embargo, este sistema proteccionista de rentas estancadas  
empezó a ser objeto de hondas controversias a raíz del impulso de  
las ideas liberales y del libre comercio que empezaron a adquirir  
auge desde finales del siglo XVIII. Estos dos modelos económicos  
marcarían tempranamente el debate que se profundizaría en tiempos  
de la Independencia y se extendería hasta las primeras décadas del  
periodo republicano.  
La convulsión política y militar vivida durante esta fase de  
la historia nacional trajo como consecuencia una gran inestabilidad  
económica que terminó afectando la renta del tabaco. Los cambios  
continuos de gobierno generaron considerables fluctuaciones en el  
manejo económico y bajo este contexto fueron continuas las varia-  
ciones en la normatividad y en la estructura interna del ramo. Por  
otro lado, la guerra afectó notoriamente las conexiones entre los es-  
tancos y las factorías, así como también las posibilidades de comercio  
y transporte de este producto.1  
27  
Fue en definitiva esta renta del tabaco un componente deci-  
sivo para el proceso de formación de las bases económicas de la na-  
ciente República. Era este un sector de la economía con hondas  
implicaciones sociales que abarcaba desde sembrados hasta manu-  
factureros y altos funcionarios en medio de un ambiente signado por  
la polarización política.  
Las mismas debilidades, interferencias y escollos adminis-  
trativos vividos al interior de la renta del tabaco se constituyeron en  
factores que propiciaron la práctica del contrabando, fenómeno con-  
tra el cual combatieron infructuosamente tanto las autoridades re-  
publicanas como las autoridades españolas.  
Finalmente, bajo el influjo de la reforma liberal de medio  
siglo la renta fue abolida mediante la ley promulgada el 23 de mayo  
128  
de 1848 que permitió la expansión de la producción. Con el pro-  
127 Acevedo y Torres, “La renta de tabaco”, p. 293. En: http://alhe.mora.edu.mx/index.php/  
ALHE/article/view/367  
128 Edna Carolina Sastoque, “Tabaco, quina y añil en el siglo XIX: bonanzas efímeras”, Credencial  
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241  
Roger Pita Pico  
pósito de resarcir los ingresos que dejaría de percibir el gobierno, se  
optó por establecer un impuesto para la venta del tabaco en el exte-  
rior. A partir de allí adquirió verdadero auge la exportación de este  
producto1 en medio de una creciente demanda externa y de inver-  
sión de capital foráneo en este renglón de la economía. A fin de cuen-  
tas, el tabaco abriría la senda para la inserción de Colombia en la  
dinámica del comercio exterior.1  
29  
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BOLETÍN ANH Nº 207 • 205–249  
249  
La Academia Nacional de Historia es una  
institución intelectual  
y
científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros a  
historiadores  
entendiéndose por tales  
profesionales,  
quienes  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación histórica y hayan realizado  
aportes al mejor conocimiento de  
nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Pita Pico, Roger, "La renta  
del tabaco en la Nueva Granada durante las guerras de  
Independencia y los albores de la República: permanencias,  
rupturas e interferencias", Boletín de la Academia Nacional de  
Historia, vol. C, Nº. 207, enero – junio 2022, Academia Nacional de  
Historia, Quito, 2022, pp.205-249