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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol C  
Nº 207  
Enero–junio 2022  
©
ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
eISSN Nº 2773-7381  
Portada  
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julio 2022  
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2
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Vida académica  
DISCURSO BICENTENARIO:  
INDEPENDENCIA DEL 24 DE MAYO DE 1822  
Franklin Barriga López1  
2
En La Sorbona, en el siglo XIX, Joseph Ernest Renan sustentó  
una conferencia que trascendió hasta la actualidad, por cuanto los  
conceptos allí expuestos se siguen estudiando en las aulas universi-  
tarias, especialmente en las cátedras de Ciencias Sociales, Políticas e  
Internacionales.  
El escritor y académico francés se refirió a la conciencia de  
nación, a ese principio espiritual, “plebiscito diario” de pertenencia,  
afianzado en el pasado común y la esperanza de continuar en el fu-  
turo compartiendo juntos la identidad, los recíprocos y convergentes  
anhelos de convivencia, incentivados por el pretérito cimentador del  
porvenir.  
1
2
Director de la Academia Nacional de Historia.  
Escritor e historiador francés, nacido en 1823 y muerto en 1892. Posee también interés filosófico  
por los métodos que guiaron su investigación histórica. Comenzó los estudios de la carrera  
eclesiástica en París, pero pronto los dejó para dedicarse a la filología semítica y a la exégesis  
bíblica. Participó en dos misiones arqueológicas, una en Italia (1849) y otra en Egipto y Cercano  
Oriente (1860). Su nombre está ligado fundamentalmente a su obra Histoire des origines du  
crhistianisme (1863-1893). En 1863 publicó el primer volumen de esta obra, Vie de Jésus, que  
tuvo gran acogida en Francia, pero que también motivó fuertes críticas que le obligaron a dejar  
su cátedra de hebreo en el Collège de France. En efecto, en ella niega la divinidad de Jesús,  
aunque acepta su historicidad y exalta su ejemplaridad humana. Sus ideas filosóficas se des-  
cubren en las siguientes obras: Études d’histoire religieuse (1857), Essais de morale et de critique  
(1859), y L’avenir de la science (1890). Renan no tuvo una filosofía propia, los principios en que  
se basa provienen del positivismo francés y del idealismo alemán. A Renan se le puede cata-  
logar con el mismo fundamento, como panteísta, deísta o idealista. En realidad él mismo no  
se propuso ser un filósofo coherente. La facilidad en pasar de un juicio a otro, según los mo-  
mentos y estados de ánimo es considerada por Renan indispensable para todo aquel que  
quiera conseguir la verdad al menos una vez en la vida. Esto nos habla ya de su escepticismo  
como la posición filosófica más segura, que le permite sonreír y dudar de todo. En medio de  
su escepticismo, no obstante, Renan cree estar seguro de una cosa: la imposibilidad de lo so-  
brenatural y de la intervención de Dios en la historia de los hombres con la revelación, milagros  
y hechos de esta índole. En: https://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=renan-  
joseph-ernest (27-06-2022).  
BOLETÍN ANH Nº 207  
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Vida académica  
Bajo esta concepción mental, que involucra arraigados sen-  
timientos, existen las naciones y se proyectan hacia el desarrollo,  
para evitar los factores adversos que tratan de menoscabarlas, como  
la falta de autoestima, el prejuicio para lo propio, el desánimo que  
generan los malos y putrefactos dirigentes, la división que tiene en  
el regionalismo su punta de lanza.  
El amor a la Patria, la cohesión y el orgullo nacionales, el sen-  
tido de pertenencia, no deben faltar en los ciudadanos, por ello es  
imprescindible inculcar, a nivel individual y social, nobles sentimien-  
tos dirigidos a la concordia y prosperidad. En estos derroteros, el  
ejemplo de los líderes se vuelve sustancial, a fin de que no prevalez-  
can actitudes como: el derrotismo, la tendencia a la negatividad o la  
fuerza que aniquila sueños y realizaciones edificantes.  
Ramiro de Maeztu aseveró que la Patria es espíritu, “valor o  
3
acumulación de valores, con los que se enlaza a los hijos de un territorio”.  
Yo llamo a ese espíritu el alma colectiva, territorio vital y florecido  
en el interior del ser humano, primeramente, que tiene que ser re-  
frescado con valores y principios de civismo, para que ofrezca los  
mejores frutos y no le llegue la erosión espiritual que aniquila a los  
países, por el mal ejemplo de políticos y politiqueros falaces y co-  
rruptos, así como por otros factores adversos para la motivación co-  
lectiva y la búsqueda, tan anhelada, de bienestar y progreso.  
Se siente más esa llama inextinguible que ilumina el senti-  
miento cuando el ser humano se encuentra fuera de sus lares, enton-  
ces evoca su lugar natal con nostalgia que se manifiesta entre el dolor  
de la ausencia hasta la dulcedumbre del retorno, así sea una espe-  
ranza que jamás se cumplirá en tierras lejanas. Es que la Patria en-  
traña los valores superlativos de una persona, afianzados en valores  
de eterna duración: hogar, amigos, paisajes conocidos, afectos, esa  
lumbre que prende antorchas interiores hasta la emoción inconteni-  
ble que se desborda por los ojos humedecidos por algunas lágrimas  
o de incambiables sensaciones que jamás mueren en el corazón,  
cuando a la distancia se reconoce los símbolos del país: la Bandera,  
el Himno o el Escudo, que representan el pasado, el presente y el fu-  
turo, ese aliento que llena de civismo y orgullo nacionales.  
3
Ramiro de Maeztu, Defensa de la hispanidad, Editorial Verbum, Madrid, 2022, p. 204.  
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Vida académica  
La historia es el enlace de identidad de los individuos y los  
pueblos, la que contiene raíces y savia para que el árbol de la vida  
crezca y fructifique, de lo contrario el vendaval existencial lo barre  
todo, como hojas al viento y desprendidas de su tronco y ramifica-  
ciones esenciales.  
Las conmemoraciones cívicas fortifican y elevan el espíritu,  
son factor importante para sembrar optimismo, cohesión, afanes de  
trabajo constructivo, remar en la misma dirección hacia la prosperi-  
dad. Las glorias nacionales son el aliciente para el cultivo de princi-  
pios y valores supremos, como el amor a la Patria, la libertad, la  
solidaridad, la democracia, el afán de apoyo comunitario, de supe-  
ración y triunfo.  
En este contexto nos hallamos, para recordar los doscientos  
años de la Batalla de Pichincha, una de las efemérides más significa-  
tivas de los territorios que hoy conforman la República del Ecuador.  
El Bicentenario es una fecha vertebralmente histórica con  
proyecciones cívicas, de cohesión nacional, concordia, unión, her-  
mandad, progreso: de allí que los actos que está llevando a cabo  
nuestra Academia se cimentan en estos nobles preceptos y objetivos,  
que son, ciertamente, los que guían su accionar cotidiano, desde hace  
más de ciento doce años.  
Efectivamente, tiene visos de epopeya nuestra Independen-  
cia, dadas las condiciones en que se llevó a cabo todo el proceso que  
estalló el 10 de agosto de 1809 y que convirtió a Quito en Luz de  
América, inscripción de justo reconocimiento que consta en el faro  
del puerto de Valparaíso, en Chile, país fraterno y siempre solidario.  
Los costos, en el lapso de los posteriores doce años, hasta 1822, no  
fueron pocos, en vidas humanas y propiedades, prisiones, sufrimien-  
tos y exilios forzados. Basta recordar al 2 de agosto de 1810 en que  
se masacró a buena parte del pueblo quiteño y a sus principales lí-  
deres. Nada pudo apagar la antorcha libertaria, que irradió aún más  
el 24 de mayo, en las faldas del Pichincha, volcán emblemático y tu-  
telar no solo de la capital ecuatoriana.  
Con especial nombradía relievo, asimismo, al 9 de octubre  
de 1820, fecha gloriosa no solamente para Guayas sino para la Patria  
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Vida académica  
toda y que debe ser analizada dentro de la utilidad de la historia,  
para incentivar, permanentemente, la cohesión nacional, el civismo,  
la vertebración y sentido de país. Luego de este acontecimiento de  
remarcada trascendencia, de la Perla del Pacífico salió la “División  
Protectora de Quito” que, engrosada con elementos de otras partes  
de la Costa y, obviamente, de la Sierra, tuvo exitosas acciones de  
armas, como la de Camino Real, cerca de Guaranda (9 de noviembre  
del año mencionado) pero también derrotas, como la de Huachi, la  
del 22 del mismo mes o la de Tanizagua, 3 de enero de 1821, que  
fueron serios reveses para la causa independentista, la que cobró  
nuevos bríos con la llegada, el 6 de mayo de 1821, de Antonio José  
de Sucre y sus tropas a Guayaquil, enviado por Simón Bolívar.  
Sucre alcanzó una resonante victoria, el 1 de agosto de este  
mismo año, en Cone (Yaguachi), pero también una derrota, en el se-  
gundo Huachi, el 12 de septiembre, que pudo ser demoledora para  
la causa de los republicanos que también estuvo detenida en el norte,  
en Pasto, que fue bastión realista casi inexpugnable y que impedía  
que tropas de refuerzo, enviadas por Bolívar, lleguen a Quito, urbe  
a la que Sucre dedicó una proclama desde el Cuartel General en Gua-  
yaquil, el 20 de enero de 1822, en la que exponía y exhortaba:  
¡
Quiteños! El Dios de los destinos y de la justicia, ultrajado en sus alta-  
res, en sus ministros y en sus sagrados institutos, nos envía a vengar la  
religión ofendida. La profanación del santuario y la desolación de ese  
bello país han irritado al cielo, que identificando su causa con la causa  
de la libertad, manda en defensa de sus derechos la espada de BOLÍ-  
VAR y los bravos de Carabobo. ¡Quiteños! No es solo la independencia  
de vuestra patria el objeto del ejército LIBERTADOR, es ya la conser-  
vación de vuestras propiedades, de vuestra vida, la fe de vuestros pa-  
dres, el honor de la Nación, que lo conducen a la victoria. Los sacrílegos  
y los tiranos expiarán sus crímenes y el humo de nuestra sangre será  
4
el sacrificio que os presentemos por vuestra dicha.  
4
Proclama de Antonio José de Sucre a los quiteños, Documentos para la Historia Militar, Dirección de  
Historia y Geografía Militar del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Casa de la  
Cultura Ecuatoriana, Quito, 1974, pp. 227 y 228.  
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Vida académica  
La campaña definitiva salió de Guayaquil y fue por Machala,  
Loja (allí, en Saraguro, se unieron los efectivos al mando del boli-  
viano Andrés de Santa Cruz, enviados por San Martín). Luego, desde  
Cuenca prosiguió la marcha, el 12 de abril, mientras los realistas re-  
trocedían, hasta que el 21 de ese mismo mes en Tapi, se dio la batalla  
que posibilitó la libertad de Riobamba, habiendo sido los granaderos  
a caballo, conformado por argentinos y chilenos, al mando del co-  
mandante Juan Lavalle, los principales protagonistas para el triunfo.  
Ante la contundencia de las tropas independentistas que, en  
su avance hacia la capital, recibían contribuciones espontáneas en  
hombres y más recursos, al pasar por los pueblos andinos, los espa-  
ñoles se fortificaron en Quito y alrededores. A Latacunga, el 2 de  
mayo, llegó Sucre con tres mil soldados: en esta urbe, a más de recibir  
hospitalidad, planificó la estrategia a seguir y es así que, once días  
más tarde, con guías que conocían perfectamente los terrenos ale-  
daños al volcán Cotopaxi, al que bordearon por la parte oriental sus  
faldas nevadas, evitando enfrentarse a los cañones y caballería que  
estaban esperándoles en los pasos Jalupana y la Viudita y a tropas  
realistas que acampaban en Machachi, llegó al Valle de los Chillos el  
1
6 de mayo y descansó en la histórica hacienda Chillo Compañía,  
del coronel Vicente Aguirre, casado con Rosa Montúfar, de admirable  
progenie libertaria.  
El 20 de mayo, pasó a Puengasí, el 21 descendió a Turu-  
bamba, al sur de Quito, donde los españoles no aceptaron combatir;  
el 22 pernoctó en Chillogallo, en una hacienda cuya casa fue, poste-  
riormente, convertida en museo (Centro Cívico Mariscal Sucre) y  
planificó la estrategia final para la batalla que iba a darse en el Pi-  
chincha: las tropas, en la noche del 23, subieron a las faldas de la  
montaña y tomaron posiciones; estaban integradas por efectivos qui-  
teños, guayaquileños y de las demás circunscripciones de nuestro  
país, además de colombianos, venezolanos, peruanos, bolivianos, ar-  
gentinos, chilenos, ingleses y españoles disidentes.  
Fue el 24 de mayo de 1822, a más de tres mil metros de altura,  
que las fuerzas independentistas comandadas por el Gral. Antonio  
José de Sucre, vencieron a las realistas, dirigidas por el mariscal Mel-  
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Vida académica  
chor de Aymerich. Esta batalla fue decisiva para la liberación de  
Quito y sus territorios. El comportamiento de los patriotas fue ejem-  
plar, representado en la presencia emblemática del teniente Abdón  
Calderón, cuyo nombre, como sinónimo de heroísmo, se lo sigue re-  
pitiendo con orgullo y reverencia no únicamente en los recintos mi-  
litares.  
Los pormenores de la batalla fueron relatados, a los dos días  
de la misma, por el propio general Sucre, comandante general de la  
División del Sur:  
A las ocho de la maña del 24, llegamos a las alturas del Pichincha que  
dominan a Quito, dejando muy atrás nuestro parque cubierto con el  
Batallón Albión. Mientras las tropas reposaban, la Compañía de Caza-  
dores de Paya, fue destinada a reconocer las Avenidas: seguía luego el  
Batallón Trujillo (del Perú) dirigido por el Sr. Coronel Santa-Cruz, Co-  
mandante General de la División del Perú. A las nueve y media, dio la  
Compañía de Cazadores con toda la división española, que marchaba  
por nuestra derecha a la posición que teníamos; y roto el fuego, se sos-  
tuvo mientras conservó municiones, pero en oportunidad llegó el Ba-  
tallón Trujillo y se comprometió al combate; muy especialmente las dos  
compañías del Yaguachi reforzaron este Batallón conducido por el Sr.  
Coronel Morales, en persona. El resto de nuestra Infantería a las órde-  
nes del Sr. General Mires, seguía el movimiento, excepto las dos Com-  
pañías del Magdalena, con que el Sr. Coronel Córdova marchó a  
situarse por la espalda del enemigo, pero, encontrando obstáculos in-  
vencibles, tuvo que volverse. El Batallón Paya pudo estar formado,  
pero consumidos los cartuchos de estos dos cuerpos, tuvieron que re-  
5
tirarse, no obstante, su brillante comportamiento.  
Frente a esta circunstancia, los soldados realistas tenían ven-  
taja que no arredró a los republicanos que prosiguieron con intrepi-  
dez su ofensiva hasta culminar en el triunfo, como lo relató el mismo  
Sucre:  
El enemigo se adelantó, por consiguiente, algún poco; y como el terreno  
5
Parte de la Batalla de Pichincha, dado por el Sr. General Dn. Antonio José de Sucre, República de Co-  
lombia, Ejército Libertador, Comandante General de la División del Sur, Cuartel General en  
Quito, a 26 de Mayo 1822, Documentos para la Historia Militar, Cit. N. 1, pp. 236 a 239.  
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Vida académica  
apenas permitiese entrar más de un batallón al combate, se dio orden  
al Paya que marchase a bayoneta, y lo ejecutó con un brío que hizo per-  
der al enemigo, en el acto, la ventaja que había obtenido; y comprome-  
tido nuevamente el fuego, la maleza de terreno permitió que los  
españoles aún se sostuviesen. El enemigo destacó tres compañías del  
Aragón a flanquearnos por la izquierda; y a favor de la espesura del  
bosque conseguía estar ya sobre la cima, cuando llegaron las compa-  
ñías del Albión que se había atrasado con el parque, y entrando con la  
bizarría que siempre ha distinguido a este cuerpo, puso en completa  
derrota a los del Aragón. Entre tanto, el Sr. Coronel Córdova tuvo la  
orden de relevar al Paya, con las dos compañías del Magdalena; y este  
jefe, cuya intrepidez es muy conocida, cargó con un denuedo admira-  
ble, y desordenando al enemigo y derrotándolo, la victoria coronó a  
6
las doce del día a los soldados de la libertad.  
Los combates, que comenzaron con armas de fuego y con-  
cluyeron a la bayoneta, en geografía abrupta, rodeada de abismos,  
dejaron saldo de 400 realistas muertos, 190 heridos, 1.100 prisioneros  
de tropa y 160 oficiales, además de la incautación de 14 piezas de ar-  
tillería, 1700 fusiles, fornituras, cornetas, banderas, cajas de guerra  
con armamento y municiones. En el bando patriota, perecieron 200  
y 140 sufrieron heridas. Esta batalla fue decisiva para la Indepen-  
dencia de lo que hoy es Ecuador y consolidó la marcha de las fuerzas  
republicanas para la liberación definitiva del Perú y del Alto Perú  
(la Bolivia de más tarde) y el cese de las grandes campañas libertarias  
en América del Sur, con las batallas de Junín y Ayacucho, 6 de agosto  
y 9 de diciembre de 1824, respectivamente. El museo que se erigió  
en el Pichincha para honrar la célebre batalla, en el sitio mismo de  
los enfrentamientos, la Cima de la Libertad, por su significación, es  
realmente el Templo de nuestra Patria.  
Al otro día, Sucre y su ejército entraron triunfalmente a  
Quito, donde fueron recibidos en atmósfera de apoteosis: se suscribió  
la Capitulación por la cual quedó sellada nuestra Independencia del  
dominio ibérico. En este documento, firmado por Melchor Aymerich,  
mariscal de campo del Ejército Español y capitán general del Reino  
de Santa Fe y Antonio José de Sucre, general de brigada del Ejército  
6
Ibíd., pp. 237 y 238.  
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Vida académica  
de Colombia y comandante general de la División Unida al Sur de  
la República, convinieron, después de reconocer y canjear sus pode-  
res:  
Art. 1.- Será entregada a los comisionados del Señor General Sucre la  
fortaleza del Panecillo, esta ciudad y los almacenes militares existentes  
en el territorio y todo cuanto esté bajo la dominación española al Norte  
y Sur de esta ciudad. El territorio al Norte se entiende cuanto está com-  
prendido en la demarcación del Departamento de Quito y todo el te-  
rritorio al Norte y al Sur de esta ciudad, que estaba sujeto a la autoridad  
española, con todas las armas, provisiones y municiones, sean entre-  
gadas a los comisionados que el Señor General Sucre nombre para este  
efecto.  
Art. 2.- Las tropas españolas saldrán de la plaza con los honores de la  
guerra, y en el sitio y hora que determine el Señor General Sucre en-  
tregarán sus armas, banderas, y municiones. A las dos de la tarde se  
recibirá la fortaleza y en el puente se entregarán banderas y municio-  
nes.  
Art. 4. En consideración de la bizarra conducta en el combate de ayer  
que han observado las tropas españolas y a comprometimientos parti-  
culares que puedan haber en algunos individuos así europeos como  
americanos, se permitirá que oficiales y tropa que quieran, lo hagan  
por los puntos que estime a bien el Gobierno de Colombia, pudiendo  
quedarse aquellos que quieran hacerlo, bien en la clase de ciudadanos,  
bien al servicio si son admitidos. Se permitirá el pase a España de los  
oficiales y tropa que gusten hacerlo, pero considerados como prisione-  
ros de guerra, prestarán antes el juramento de no tomar las armas más  
contra los Estados independientes de Perú y Colombia, en tanto no  
sean canjeados. Su viaje lo harán por Guayaquil y Panamá. Art. 5. De  
esta cuenta del Gobierno de Colombia correrán los gastos para condu-  
cir a La Habana o al primer puerto español los oficiales y tropas que  
por el artículo anterior sigan a Europa, siendo obligación del Gobierno  
español pagar estos gastos en el primer punto de su dominación al Co-  
7
misionado conductor de dichos oficiales y tropa.  
Hubo intentos por retomar el poder por parte de los españo-  
les. Pasto fue el centro de las operaciones realistas. Desde allí y una  
7
Documentos BLANCO AZPURUA, Años 1821-1823, Tomo 8, pág. 410. Documentos para la Historia  
Militar, Dirección de Historia y Geografía del E.M.C. de las Fuerzas Armadas, Editorial de la  
Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1974, pp. 231 a 235.  
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Vida académica  
vez que el coronel Agustín Agualongo (de ascendencia indígena, fiel  
al rey de España hasta la inmolación ) venció a Juan José Flores, en  
Catambuco, el 16 de junio de 1823, este jefe y sus huestes quisieron  
tomarse Quito y restablecer el viejo orden monárquico: cuando ha-  
bían invadido la ciudad de Ibarra, fueron enfrentados por Simón Bo-  
lívar, en la primera batalla que dirigió personalmente en nuestro  
país: triunfo apabullante (17 de julio, a orillas del Tahuando) que  
marcó para siempre la retirada de nuestros territorios del régimen  
ibérico y abrió la ruta grancolombiana que, pocos años después, en  
1830, llevó a constituir la República del Ecuador que, en honor a la  
historia, tradición y justicia, debió llamarse República de Quito.  
La Batalla de Pichincha marcó la impronta del devenir no  
solo ecuatoriano, por ello se la recuerda con los caracteres que me-  
rece en la historia continental. El Ecuador, Quito en especial, ha sa-  
bido honrar, con respeto y gratitud perennes, al adalid de Pichincha,  
cuyas cenizas reposan en mausoleo ubicado en la Catedral, en el am-  
biente de gloria que la posteridad justicieramente le ha conferido.  
A los cien años de este acontecimiento, en la Ciudad Patri-  
monio Cultural de la Humanidad, se organizaron eventos de reso-  
nancia, planificados y organizados con más de dos años de  
anticipación, por el Comité del Centenario, estructurado mediante  
resolución legislativa y decreto ejecutivo de 14 de octubre de 1919,  
con actos que se llevaron a cabo, pese a que el 21 de mayo de 1922 la  
ciudad amaneció con la noticia de un espantoso accidente ocurrido  
en la línea de tranvías eléctricos, el 20 a las 11 de la noche: el tren del  
Sur, debido a que se encontraba lleno de pasajeros y representaciones  
estudiantiles y obreras que iban a participar en las festividades, a  
causa de la aglomeración el motorista perdió el control de uno de  
los carros, en el descenso al Machángara y chocó contra una casa cer-  
cana al puente, produciéndose el percance que ocasionó muchos  
muertos y heridos.  
El programa que debía cumplirse el 21 se suspendió, por de-  
creto suscrito por el presidente de la República, José Luis Tamayo y  
fue reanudado al otro día, lunes 22 hasta el martes 30. Comprendió  
salvas de artillería en el Panecillo, un desfile cívico-militar que se de-  
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Vida académica  
senvolvió en más de treinta cuadras copadas por los asistentes y pre-  
sidido por el primer mandatario de la Nación y altos funcionarios,  
que recorrió desde el Parque Bolívar (La Alameda) las calles del cen-  
tro histórico que previamente fueron pavimentadas, entre otras la  
Guayaquil, Chile, García Moreno, Venezuela, Rocafuerte hasta de-  
sembocar en la plaza Sucre; al pasar por la Plaza Mayor o de la In-  
dependencia, se detuvo la peregrinación cívica, debido a que en el  
atrio de la Catedral se había arreglado una capilla ardiente con ban-  
deras y trofeos, palmas y luces, encontrándose en el medio la majes-  
tuosa urna que contenía los restos de Antonio José de Sucre,  
custodiada por una guardia de honor integrada por generales y co-  
roneles de la República; allí pronunció un discurso en honor a Sucre  
el Presidente de la República, quien, además, depositó en la urna  
una corona de rosas rojas y laureles.  
Luego, en la Plaza de Santo Domingo, ante la estatua de  
Sucre, el ministro de lo Interior y presidente de la Junta del Cente-  
nario, general Delfín B. Treviño, dio una disertación, para concluir  
depositando una ofrenda de laureles. Después, los asistentes acom-  
pañaron al Presidente de la República al Palacio de Gobierno y allí  
se dispersó el desfile. Hubo, también, acción de gracias en la Iglesia  
Metropolitana o Catedral que había sido arreglada con:  
majestuosa severidad, como lo describió Diario El Comercio: de las bó-  
vedas pendían en caprichosas formas pendones con los colores de la  
bandera patria y pontificia; en los pilares que sostienen los arcos del  
cuerpo principal de la iglesia se habían colocado los escudos de todas  
las naciones americanas y de las europeas que históricamente tomaron  
parte en la Batalla de Pichincha, con sus respectivas bandera entrela-  
zadas con la de Ecuador; en las naves laterales se habían colocado pal-  
mas de laurel y de olivo.8  
Entre los actos en referencia sobresalieron, asimismo: la Se-  
sión Solemne del I. Concejo Municipal de Quito que expidió un  
8
Relación de las Fiestas del Primer Centenario de la Batalla de Pichincha 1822-1922 que hace Isaac J.  
Barrera, Secretario de la Junta del Centenario por mandato de ésta, Talleres Tipográficos Nacionales,  
Quito, 1922.  
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Vida académica  
acuerdo, mediante el cual el pueblo de la capital renovó los votos de  
reconocimiento y gratitud hacia el Libertador Simón Bolívar y el Ma-  
riscal Sucre; la inauguración de la Avenida 24 de Mayo, muy cono-  
cida, y del Parque de Mayo en el antiguo Ejido; inauguración del  
Obelisco en la Cima de la Libertad y del Monumento a los Héroes  
Ignotos, coronado por la escultura de un gigantesco cóndor con las  
alas desplegadas; exposiciones de Bellas Artes e Industrias, Artesa-  
nías y Agricultura; corso de flores; colocación de lápidas conmemo-  
rativas; bailes populares y otro, dentro del denominado Garden  
Party, en la quinta presidencial, con la concurrencia de más de seis-  
cientas personas de la alta sociedad o en el aristocrático Club Pichin-  
cha; banquete oficial con selecta y numerosa asistencia; juegos  
florales: concursos musicales, de esgrima a la bayoneta y tiro de  
fusil.  
Recepción especial con banquete incluido al Cuerpo Diplo-  
mático y Consular; gimnasias de institutos normales y de los cadetes  
de la Escuela Militar, con el lema Patria y Libertad; inauguración de  
la Capilla de Gloria, en honor de Antonio José de Sucre, en la Escuela  
Militar, que funcionaba en el tradicional edificio de la Recoleta; con  
honores propios de su valía, repatriación, junto al Gobierno de Co-  
lombia, de los restos del prócer Carlos Montúfar, desde Buga donde  
fue fusilado por los realistas el 31 de julio de 1816 ; publicaciones va-  
rias, como Cuenca en Pichincha, de Alfonso María Borrero, Manifiesto  
Sinóptico comparativo de Quito en 1822 y Quito en 1922, del archivero  
municipal Alcides Enríquez; Ezequiel Márquez editó Nombres de las  
calles de Cuenca y Enhorabuenas a Bolívar y Sucre; Loja, por intermedio  
de su I. Municipalidad, Loja en la Batalla de Pichincha; circuló un nú-  
mero especial de la revista El Ejército Nacional; los periódicos capita-  
linos (El Comercio, El Día y El Porvenir) dedicaron ediciones especiales  
al acontecimiento, al igual que los diarios guayaquileños El Telégrafo  
y El Guante . No faltaron presentaciones de ópera y de estudiantinas  
populares; carreras de gala en el hipódromo; juegos de pelota nacio-  
nal, aquella de caucho que es golpeada por guantes de nueve a diez  
kilos de peso, forrados de cuero y adornados con clavos.  
BOLETÍN ANH Nº 207  
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Vida académica  
De especial contenido y nombradía fue la Sesión Solemne,  
celebrada en la emblemática y restaurada Sala Capitular de San  
Agustín, desde las tres de la tarde del 29 de mayo, por la Academia  
Nacional de Historia, a la que asistieron el Presidente de la Repú-  
blica, Ministros de Estado, el Arzobispo de Quito y más de ciento  
cincuenta personas entre las que estaban el Cuerpo Diplomático,  
altos dignatarios y las personas más notables en política, ciencia, arte  
y literatura.  
En este acto, el Dr. Luis Felipe Borja (hijo), que llegó a ser Di-  
rector de esta corporación científica, propuso –lo cual fue aprobado  
por unanimidad– dirigirse a las sociedades históricas y geográficas  
de Venezuela, Colombia, Perú, Chile, Bolivia, Argentina y Gran Bre-  
taña, un telegrama con el siguiente texto: “La Academia Nacional de  
Historia, en junta solemne, con motivo de conmemorar el Centenario de la  
Batalla de Pichincha, saluda, por intermedio de esa Corporación, a la Nación  
que coadyuvó al heroico suceso que tan eficazmente influyó para la libertad  
9
de América”.  
El discurso de fondo corrió a cargo de Jacinto Jijón y Caa-  
maño, a la época el Director de la Academia Nacional de Historia,  
quien, entre otras aseveraciones, manifestó:  
El recuerdo de la Batalla de Pichincha ha sido siempre grato a todos  
los ecuatorianos y especialmente a los nativos de la capital, que, cada  
mayo, al sonido de los cañones que rememoraban el triunfo de Sucre  
han exultado, recordando la jornada que selló definitivamente la liber-  
tad de Colombia y coronó la labor que Quito comenzara para bien de  
todo un continente. El centenario de acontecimiento tan trascendental,  
justo era que toda la República, con respetuosa alegría, celebrase el  
triunfo de los ejércitos libertadores; y Quito, la acción de armas verifi-  
cada en la montaña en cuyo regazo se cobija, y deber era de la Acade-  
mia, en una fiesta netamente histórica, tomar parte con la austeridad  
propia de su carácter.10  
9
1
Ibíd., p. 92.  
0 Jijón y Caamaño, Quito y la Independencia de América, Discurso leído en la Sesión Solemne celebrada  
por la Academia Nacional de Historia, en la Sala Capitular del Convento de San Agustín, el 29 de  
mayo de 1922 en conmemoración del Centenario de la Batalla de Pichincha, Academia Nacional de  
Historia, Imprenta de la Universidad Central, Quito, 1922, pp. 5 y 6.  
BOLETÍN ANH Nº 207  
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Vida académica  
Jijón y Caamaño, añadió:  
Es por esto, señores, que os ha convocado la Academia a este templo  
del patriotismo, para aquí, en el lugar consagrado por el más trascen-  
dental acontecimiento de nuestra vida nacional, en el centenario del  
triunfo, recordar los sacrificios hechos por Quito para conseguir su In-  
dependencia y la de la América española, tributando debido homenaje  
de gratitud, no solo a los que vieron coronada su frente con inmarcesi-  
bles laureles, sino a aquellos que oscuros murieron en la reyerta, a los  
que pasaron a la posteridad con el dictamen de mártires y a los que  
poco favorecidos por la fortuna solo apuraron el cáliz del sacrificio para  
morir después olvidados y quizás menospreciados, por aquellos mis-  
11  
mos a quienes enseñaron la ruta del heroísmo y de la gloria.  
Ese mismo espíritu es el que nos ha convocado el día de hoy,  
asociado a la sensibilidad social que es uno de los máximos objetivos  
de la ciencia histórica y que, en nuestra Academia, esencialmente  
pluralista, prevalece en bien de la sociedad en su conjunto, no para  
fomentar la lucha de clases que agrava los problemas y atenta al bie-  
nestar colectivo, a sus valores supremos como son los de la libertad,  
la democracia y el bien común, sino para afianzar valores y princi-  
pios superlativos que dinamizan la marcha de las sociedades y la  
fortaleza de los pueblos, para lo cual jamás debe olvidarse a la mujer,  
el complemento para el hombre o viceversa, que en las luchas inde-  
pendentistas participaron de diversas maneras, siempre fundamen-  
tales, sea conspirando en los salones aristocráticos o junto a las  
tropas, cumpliendo funciones básicas, como rabonas o guarichas.  
Al cabo de doscientos años transcurridos desde la epopeya  
independentista que en Pichincha tuvo coronación excelsa, se vuelve  
necesario, aún más en la actualidad agravada por difíciles desafíos,  
como el desempleo y la pobreza, alentados por la pandemia de co-  
ronavirus que golpea al mundo, reflexionar en torno a si el sacrifico  
de los próceres responde a la realidad contemporánea, para incenti-  
var, con esta toma de conciencia, sentimientos y actitudes proactivos  
en bien de la Patria.  
11 Ibíd., p. 6.  
BOLETÍN ANH Nº 207  
756  
Vida académica  
Con el conocimiento del pretérito, se comprende la evidencia  
del presente y, con estas bases, que forman la idiosincrasia de los  
conglomerados humanos, se planifica y construye el porvenir, por  
ello, en esta entidad que se desenvuelve en este marco de dinamismo  
y utilidad, trabaja nuestra institución con las orientaciones de lo que  
se llama la historia del futuro y no anclada al anquilosamiento de la  
antigualla.  
Es la Historia la que no olvida la experiencia, con su caudal  
de enseñanzas, a lo largo de milenios, por ello, desde siglos antes de  
Cristo, se la considera como “maestra de la vida y luz de la memo-  
ria”, proyectada y sostenida únicamente por la verdad, ya que, si se  
carece de este elemento fundamental y científico, puede hablarse de  
todo pero menos de historia. De allí la explicación, aunque jamás po-  
demos dar justificación, para la actitud obsesiva de los totalitarios  
de borrarla, con el objetivo de imponer sus propias versiones y con-  
signas, ya que, según esas tendenciosas artimañas y objetivos pro-  
tervos, la historia comienza con ellos y lo anterior se tiene que  
borrarlo, para afianzar el adoctrinamiento y el dominio absolutos.  
La oportunidad se vuelve propicia para solicitar e insistir  
que, acordes a su importancia, vuelvan a los programas de estudio,  
en todos los niveles y amplitud, la enseñanza de la Historia, apare-  
jada como se encuentra a la Cívica, a la Moral, a la Ética, a la Geo-  
grafía o Lugar Natal. La introducción en el pensum se vuelve  
inaplazable. Solamente de esta manera se podrá sembrar simientes  
de adelanto para cosechar frutos de concordia, honradez, bonanza,  
comenzando por el amor a lo propio, a lo que significa superación e  
identidad, lecciones bienhechoras para las generaciones de hoy y de  
mañana.  
Damas y caballeros.  
Casa Alhambra, 18 de mayo 2022  
Inauguración Congreso de la Libertad  
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Vida académica  
Bibliografía  
JIJÓN Y CAAMAÑO, Quito y la Independencia de América, Discurso leído en la Se-  
sión Solemne celebrada por la Academia Nacional de Historia, en la Sala Capitular  
del Convento de San Agustín, el 29 de mayo de 1922 en conmemoración del Cen-  
tenario de la Batalla de Pichincha, Academia Nacional de Historia, Imprenta  
de la Universidad Central, Quito, 1922  
MAEZTU, Ramiro de, Defensa de la hispanidad, Editorial Verbum, Madrid, 2022  
Parte de la Batalla de Pichincha, dado por el Sr. General Dn. Antonio José de Sucre,  
República de Colombia, Ejército Libertador, Comandante General de la  
División del Sur, Cuartel General en Quito, a 26 de Mayo 1822  
Proclama de Antonio José de Sucre a los quiteños, Documentos para la Historia Militar,  
Dirección de Historia y Geografía Militar del Estado Mayor Conjunto de  
las Fuerzas Armadas, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1974  
Relación de las Fiestas del Primer Centenario de la Batalla de Pichincha 1822-1922 que  
hace Isaac J. Barrera, Secretario de la Junta del Centenario por mandato de ésta,  
Talleres Tipográficos Nacionales, Quito, 1922  
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La Academia Nacional de Historia es una  
institución intelectual  
y
científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros a  
historiadores  
entendiéndose por tales  
profesionales,  
quienes  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación histórica y hayan realizado  
aportes al mejor conocimiento de  
nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Barriga López, Franklin,  
“Discurso Bicentenario: Independencia del 24 de Mayo de 1822”,  
Boletín de la Academia Nacional de Historia, vol. C, Nº. 207, enero  
7
junio 2022, Academia Nacional de Historia, Quito, 2022, pp.744-  
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