BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen C Nº 208-A  
Julio–diciembre 2022  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen C  
Nº 208-A  
Julio–diciembre 2022  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-A  
Julio–diciembre 2022  
ARQUEOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA SOCIAL:  
OFERTA ACADÉMICA EN UNIVERSIDADES ECUATORIANAS1  
Daniel Xavier Calva Nagua2  
Resumen  
El presente trabajo establece comparaciones teóricas de la ar-  
queología y la antropología social como ciencias próximas, para en-  
tender sus aplicaciones prácticas en la gestión cultural e investigativa  
y describir cual es la situación de la oferta académica para programas  
de grado y postgrado en el Ecuador; la metodología que se utilizó  
parte de un enfoque cualitativo para brindar un análisis crítico a tres  
categorías: comparaciones, aplicaciones y oferta académica, que sir-  
vieron para organizar la información. Se ha encontrado una arqueo-  
logía y una antropología social con poco desenvolvimiento a pesar  
de ser un país en donde existe una amplia población indígena, asi-  
mismo, las aplicaciones de estas ciencias no están del todo aprove-  
chadas y se observó una inexplicable fugacidad acompañada de una  
escasa oferta de programas académicos en las universidades. Las  
principales conclusiones a las que se llegó es que no existe necesidad  
de dividir los campos del saber sino más bien integrarlos, no hay  
mayor interés del Estado en invertir más recursos económicos para  
explotar la aplicabilidad de ambas ciencias y existe una imperiosa  
necesidad de realizar una pronta investigación explicativa a profun-  
didad, para entender el por qué la oferta de programas de arqueolo-  
gía y antropología en Ecuador es tan inestable y fugaz.  
1
2
Recibido: 29/07/2022 // Aceptado: 22/11/2022  
Antropólogo con mención en antropología aplicada (Universidad Politécnica Salesiana del  
Ecuador, Quito), Licenciado en Pedagogía (Universidad de Machala) y Magister de Investi-  
gación (ESPOL, Guayaquil). Acreditado como Investigador Nacional Auxiliar 2 por la SE-  
NESCYT. Su principal línea de investigación es las ciencias del comportamiento humano  
(
individual y masas). Actualmente, labora como asesor de investigaciones académicas.  
Ha sido consultor de imagen política (ciencias políticas), profesor del Instituto Tecnológico  
Superior Jubones de Pasaje, consultor en investigaciones etnológicas y arqueológicas, colum-  
nista principal del periódico impreso diario Opinión de Machala, etc.  
155  
Daniel Xavier Calva Nagua  
Palabras clave: Ciencias sociales, institucionalización, creación de  
carreras, semejanzas, diferencias.  
Abstract  
The present work establishes theoretical comparisons of ar-  
cheology and social anthropology as nearby sciences, to understand  
their practical applications in cultural and research management and  
describe what is the status of the academic offer for undergraduate  
and graduate programs in Ecuador; The methodology used was  
based on a qualitative approach to provide a critical analysis of three  
categories: comparisons, applications and academic offer, which ser-  
ved to organize the information. We have found an archeology and  
a social anthropology with little development despite being a  
country where there is a large indigenous population, likewise, the  
applications of these sciences are not fully exploited and an inexpli-  
cable transience was observed accompanied by a limited supply of  
academic programs in universities. The main conclusions reached  
are that there is no need to divide the fields of knowledge but rather  
integrate them, there is no greater interest of the State in investing  
more economic resources to exploit the applicability of both sciences  
and there is an urgent need to make a Prompt in-depth explanatory  
research, to understand why the offer of archeology and anthropo-  
logy programs in Ecuador is so unstable and fleeting.  
Keywords: Social sciences, institutionalization, career creation, simi-  
larities, differences.  
156  
Introducción  
Intentar dar respuestas sobre la identidad cultural y la historia  
de los pueblos, puede ser una tarea difícil, más cuando no hay un  
suficiente número de investigaciones sobre este tema o sus resulta-  
dos se contradicen entre sí, pero, la arqueología y antropología social  
son ciencias que pueden acudir a nosotros para tratar de entender el  
comportamiento de los individuos de las sociedades del pasado y el  
presente; por lo tanto en nuestro país, Ecuador, debe realizar un de-  
bate permanente que integré a la arqueología y a la antropología so-  
cial, en donde se busque soluciones prácticas a los problemas del  
mundo contemporáneo, este debate y las propuestas que surjan  
deben venir desde la academia . Entonces, el objetivo central de este  
artículo es comparar la arqueología y la antropología social, entender  
sus aplicaciones reales y describir la oferta académica de estos pro-  
gramas académicos en Ecuador. La metodología utilizada parte de  
un análisis crítico de tres categorías: comparaciones, aplicaciones y  
oferta académica, por lo cual se ha echado mano de la bibliografía  
actualizada pesé al poco tratamiento que ha recibido este tema. Par-  
tiremos diciendo que tanto la arqueología como la antropología so-  
cial son eminentemente ciencias sociales y que ambas son ramas de  
3
la antropología general, aunque algunos teóricos opinan que la ar-  
queología es una rama más cercana a la historia que a la antropología  
general, creando así todo un debate epistemológico que se extiende  
por las academias universitarias a nivel mundial. Según Johnson,  
esto se debe a que en Estados Unidos predomina la idea de que la  
arqueología es parte de la antropología, mientras que en Europa la  
4
arqueología sería hija de la ciencia histórica; pero en este artículo  
partiremos de que tanto arqueología como antropología social son  
ramas principales de la antropología general, se vuelve necesario  
este enfoque ya que en las academias latinoamericanas por la in-  
fluencia directa de muchos científicos que estudiaron en EE.UU., a  
la arqueología se la ve como una rama cien por ciento antropológica.  
3
4
Bárbara Miller, Antropología cultural, 5ta Edición, Pearson, Madrid, 2011, p .6  
Matthew Johnson, Teoría arqueológica: una introducción, Ariel, Barcelona, 2000, p. 186  
157  
Daniel Xavier Calva Nagua  
Cabe señalar que en sus inicios la antropología tuvo una con-  
troversia con la ciencia histórica, motivo por el cual la investigación  
arqueologica se iría a los departamentos de antropología en EE.UU.,  
tal como manifiesta Kroeber que “a pesar de las apariencias, la antropo-  
logía en los EE.UU. ha sido en términos generales de una tendencia anti-  
5
histórica”; la razón de la controversia y demás problemas surgidos,  
según Marzal, sería debido a que se asoció a la ciencia histórica con  
el evolucionismo, además del influjo del sociólogo Durkheim quién  
decía que los hechos sociales deben estudiarse como cosas y no como  
6
procesos. No obstante, Edward Evans-Pritchard durante la primera  
mitad del siglo XX reconcilió a la antropología con la historia intro-  
7
duciendo la dimensión diacrónica a la investigación de campo. Asu-  
mimos que arqueología y prehistoria tiene como objetivo lo mismo,  
el estudio de un pasado donde imperaban las sociedades ágrafas y  
8
la protoescritura, de esta forma hoy la antropología social se enri-  
quecería del aporte de los estudios a través del tiempo, lo cual per-  
mitiría una aproximación más directa con la arqueología contem-  
poránea.  
Comparaciones  
La ciencia está en constante actualización “los datos pueden  
9
variar de un día para otro, según aparezcan los rastros y las evidencias”,  
por ello se vuelve muy interesante el hecho de intentar ubicar las se-  
mejanzas y diferencias de dos ciencias que si partimos de la tradición  
5
6
Cfr. Kroeber en: Leif Korsbaek, “La antropología y la historia: la historia de las mentalidades  
y la antropología en la actualidad”, Revista Ciencia Ergo Sum, vol. 7, núm. 2, pp. 189-199, 2000,  
p. 192  
Manuel Marzal, Historia de la antropología 3, Antropología social, 2da Ed., Abya-Yala, Quito,  
1
997, p. 71  
7
8
Ibíd., p. 69  
Aquí surge un debate y que hoy, parece, estar superado. Si bien la arqueología surge para es-  
tudiar pueblos ágrafos, en la actualidad el campo de la arqueología se ha llevado al estudio  
de sociedades cercanas, los ejemplos son varios como el rescate arqueológico en Pompeya o  
nuevas investigaciones en culturas mesoamericanas que demuestran el uso temprano de las  
matemáticas. Adicional, han surgido nuevos subcampos como es la arqueología subacuática,  
la arqueología experimental y la arqueología bélica.  
9
Rodrigo Murillo, Otro buen vivir, Abya-Yala, Quito, 2013, p .73  
158  
norteamericana provienen de la antropología general, por ello inten-  
taré señalar aquello que las asemeja y las fronteras existentes en  
ambas ciencias sociales.  
Semejanzas:  
-
-
Tanto la arqueología como la antropología social necesitan del tra-  
bajo de campo, utilizando sus respectivas herramientas metodoló-  
gicas.  
Ambas se interesan por estudiar el comportamiento humano, el  
mundo simbólico y se valen de disciplinas auxiliares como la et-  
nohistoria.  
-
-
Realizan estudios comparativos sobre la cultura de las diversas so-  
ciedades del planeta a través del tiempo y las actuales culturas.  
La arqueología y antropología social según la tradición norteame-  
ricana son ramas de la antropología general.  
Diferencias:  
-
-
El arqueólogo centra más su atención en las sociedades del pasado,  
mientras que el antropólogo social estudia las sociedades vivas que  
aún no desaparecen ante una voraz globalización.  
El antropólogo social utiliza a la etnografía como principal meto-  
dología de investigación, mientras que el arqueólogo centra su for-  
mación y método en la excavación.  
-
-
Según la tradición académica europea la arqueología sería una  
rama de la ciencia histórica y además se denominaría: prehistoria.  
Los antropólogos sociales son empleados como consultores para  
programas de desarrollo social, mientras que los arqueólogos son  
más contratados para asuntos de gestión del patrimonio material.  
Pese a las diferencias que puedan existir entre ambas cien-  
cias, es necesario recalcar que las fronteras de las ciencias sociales en  
el siglo XXI se acortan y apuestan más por una interdisciplinariedad.  
Lamentablemente, aún existen personas e incluso intelectuales de  
159  
Daniel Xavier Calva Nagua  
alto prestigio que intentan poner un sinfín de fronteras y otros limi-  
tantes que dificultan que un arqueólogo haga antropología social y  
viceversa. Las brechas de la ciencia no deben monopolizar las inves-  
tigaciones científicas, sobre todo cuando ahora se habla tanto de la  
sociedad del conocimiento y el acceso a la información libre. Un  
ejemplo claro de lo que, sumando la arqueología y la antropología  
social puede hacerse, es la etnoarqueología. Abreves rasgos podríamos  
definirla como una disciplina encargada de obtener información  
sobre la conducta humana a través de los derivados materiales que  
los integrantes de cada pueblo producen.  
Para González Ruibal la etnoarqueología es necesaria por  
dos motivos: primero para eliminar el sesgo etnocéntrico que sole-  
mos tener de los otros y documentar a los pueblos no occidentales  
10  
que están en peligro de desaparecer, en efecto, mediante las inves-  
tigaciones etnoarqueológicas se puede plantear más hipótesis a tra-  
vés de analogías claras sobre cómo era la vida de los habitantes en  
ciertas áreas geográficas. La etnoarqueología aún es joven pero muy  
optimista, los arqueólogos se valen de la etnografía para intentar ver  
aquellas realidades tan esquivas que incluso escapan a los ojos de  
los investigadores más experimentados. En el mundo contemporá-  
neo hay escases de sociedades en estado puro, por lo tanto, desde  
hace décadas por medio de la teoría del rango medio de Lewis Bin-  
ford, es la etnoarqueología una disciplina muy útil para salvaguardar  
datos que permiten registrar patrones culturales de las sociedades  
que se investiga.  
Una estrategia muy utilizada es el estudio de los artefactos y  
como se desechan en el presente, para establecer leyes científicas que  
11  
intentan dar luces sobre la conducta de los habitantes del pasado;  
asimismo, Politis y Jaimes (2005) recomiendan que al estudiar arte-  
factos también hay que tener en cuenta el valor simbólico y la pro-  
1
2
longación del ciclo de vida luego del descarte. La mezcla de  
1
1
1
0 Alfredo González Ruibal, La experiencia del otro. Una introducción a la etnoarqueología, Akal,  
Madrid, 2003, p. 9  
1 Michael Schiffer, “La arqueología conductual”, Boletín de Antropología Americana, vol. 23, pp.  
31-37, 1991, p. 32  
2 Gustavo Politis y Arturo Jaimes, “Patrones de descarte entre los Hoti del Amazonas Venezo-  
160  
arqueología y antropología social es un caldo de cultivo perfecto para  
la creación de metodologías avanzadas que van más allá del registro  
material. Aunque existen ciertas críticas a las metodologías e incluso  
a la propia existencia de la etnoarqueología, tal es el caso de Olivier  
Gosselain quien hace referencia a que esta disciplina es una reinven-  
13  
ción de disciplinas ya existentes; probablemente, esto se deba a que  
existe aún cierta confusión en la interpretación de la cultura viva,  
pues algunos investigadores neófitos que intentan hacer etnoarqueo-  
logía terminan llevando a cabo labores de etnografía. Cabe volver a  
mencionar un limitante más serio el cual es la reducción de comuni-  
dades cazadoras-recolectaras en el mundo, además, de que investi-  
gadores “herederos de la Nueva Arqueología han encontrado en la  
arqueometría muchas soluciones específicas a sus problemas sobre la fabri-  
14  
cación y uso de objetos prehistóricos”; pues, es a través de la arqueo-  
metría moderna que muchas veces el investigador relega a un  
segundo plano a la observaciones etnoarqueológicas que se podrían  
presentar en campo, sobre todo con la aparición de nuevos softwares  
que realizan simulaciones en tiempo real que hasta hace décadas eran  
de difícil acceso. Sin embargo, creemos que el trabajo etnoarqueoló-  
gico brinda respuestas oportunas y apegadas a la realidad cultural.  
Arqueología una ciencia con fama hollywoodense  
Son muchas las confusiones y mitos de que un arqueólogo  
es un aventurero por excelencia y formación, según Kottak “los san-  
tuarios norteamericanos -Disneylandia en California y Walt Disney World  
en Florida- deben su éxito no solo a las atracciones que ofrecen, sino a los  
años de programación que han influido sobre los norteamericanos durante  
15  
más de medio siglo”, prueba de ello tenemos al personaje de Indiana  
lano”. En Eduardo Williams, Editor, Etnoarqueología. El contexto dinámico de la cultura material  
a través del tiempo, El Colegio de Michoacán, Michoacán, 2005, p. 238  
1
3 Olivier Gosselain, “To hell with ethnoarchaeology!”, Archaeological Dialogues, 23(2), pp. 215-  
28, 2016, p. 225  
2
1
4 Alfredo González Ruibal, “De la etnoarqueología a la arqueología del presente”. En Juan Sa-  
lazar, Inés Domingo, José Azkárraga y Helena Bonet, Coordinadores, Mundos tribales una vi-  
sión etnoarqueológica, Diputación de Valencia, Valencia, 2008, p. 17  
15 Phillip Kottak, Antropología: una exploración de la diversidad humana con temas de la cultura his-  
pana, McGraw-Hill, Madrid, 1994, p. 476  
161  
Daniel Xavier Calva Nagua  
Jones, aquel arqueólogo aventurero ficticio del cine que nunca sale  
herido de gravedad a pesar de que se enfrenta a la muerte constan-  
temente; este personaje es una especie de superhéroe similar a Spi-  
derman y Batman, sumado a que Indiana es todo un intelectual al  
punto de compartir sus aventuras de la búsqueda de tesoros con la  
docencia universitaria, siendo todo un personaje de historieta que  
algunos neófitos ven como ejemplo a seguir, mientras que para al-  
gunos intelectuales como los de la posición teórica de la Arqueología  
Social Latinoamericana, Indiana Jones es el estereotipo más erróneo  
y negativo para la arqueología a nivel global.  
Indiana Jones, en resumen, es todo un mito moderno al  
punto que hay gente académica de otros campos, que creen que este  
personaje del cine existió realmente, pero, en realidad la arqueología,  
no puede ser tan aventurera como dice Hollywood, algo que cabe  
recalcar es que la antropología también es vista como una ciencia de  
aventura en donde un científico se adentra en las profundidades de  
las selvas vírgenes para contactar a grupos aislados, y obtener infor-  
mación inmediata. Si analizamos estos falsos estereotipos que se  
tiene de la arqueología y otras ciencias afines ampliaríamos el tema  
a todo un libro. Otro mito, que merece esclarecimiento, es la cons-  
tante confusión entre arqueología y antropología, Rosana Guber co-  
menta que “antropología no es un término que tenga un inmediato y  
sencillo referente; en el mejor de los casos, el saber corriente identifica al an-  
16  
tropólogo con el arqueólogo o el paleontólogo”. Lo que llama la atención  
de todo esto es que la arqueología y la antropología social son cien-  
cias que, a veces, son usadas como sinónimos, probablemente, debe  
ser por la tradición estadounidense de emplear un fuerte análisis an-  
tropológico durante las investigaciones arqueológicas, Johnson nos  
recuerda que “un licenciado de los años sesenta y setenta en Estados Uni-  
dos con intención de hacer el doctorado sobre arqueología y optar por inte-  
1
7
grarse en la universidad se le exigía dominar la antropología”.  
Probablemente, esto se esclarecería con la inserción de más asigna-  
16 Rosana Guber, El salvaje metropolitano: reconstrucción del conocimiento social en el trabajo de campo,  
Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 156  
17 Matthew Johnson, op. cit., p. 48  
162  
turas académicas sobre ciencias sociales a los estudiantes de la edu-  
18  
cación primaria, secundaria y universitaria.  
Haciendo un breve repaso de las teorías arqueológicas tene-  
mos a la corriente Histórico-Cultural que dominó el inicio de las aca-  
demias arqueológicas latinoamericanas a principios del siglo XX y  
que se “desarrollaba en un marco del romanticismo y de la creación de iden-  
19  
tidades nacionales”; y de forma simultánea el Difusionismo también  
se extendía buscando sociedades que aparentemente esparcieron su  
cultura por todo el mundo, al punto que algunos teóricos creían que  
los egipcios fueron una civilización que influenció a los mayas. Cabe  
señalar que estas dos teorías hoy casi superadas, aparte de congelar  
en los museos a la cultura, fueron un marco teórico muy fuerte para  
los arqueólogos del nazismo alemán, quienes buscaban comprobar  
la existencia de una raza aria la cual ellos creían que era superior y  
la destinada a gobernar el mundo por los próximos mil años; Hitler,  
envió a varios arqueólogos a buscar evidencias materiales que evi-  
dencien esa falsa supremacía racial y así mantener todo un control  
sobre las masas, siendo el prehistoriador Gustaf Kossinna quien en-  
20  
cabezaría las investigaciones de los nazis. Es así como notamos que  
tanto la arqueología como la antropología social comparten un pa-  
sado al servicio de la dominación global.  
De las teorías más actualizadas en arqueología está la Proce-  
sual o Nueva Arqueología la cual postuló que “la arqueología ameri-  
21  
cana es antropología o es nada”, sin duda alguna, esta frase pegó muy  
fuerte en las academias norteamericanas de ciencias sociales, algo  
que no causó mucho revuelo en Europa donde la arqueología se fija  
mayormente en las ciencias históricas. Los procesualistas son muy  
objetivos en sus investigaciones y buscan técnicas cada vez más pre-  
1
1
2
2
8 Daniel Calva-Nagua, “El desafío de las fuentes arqueológicas para la educación ecuatoriana”,  
Revista Maestro y Sociedad, 15(3), pp. 393-408, 2018  
9 Juan Quirós y Belén Bengoetxea, Arqueología III. Arqueología medieval y posmedieval, Universi-  
dad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, 2010, p. 218  
0 Aedeen Cremin, Arqueología: los yacimientos arqueológicos y los tesoros culturales más importantes  
del mundo, BLUME, Barcelona, 2009, p. 24  
1 Cfr. Willey y Phillips, 1962 en: Lewis Binford, “Arqueología como antropología”. En Luis Or-  
quera y Victoria Horwitz, Comps., Clásicos de teoría arqueológica contemporánea. Buenos Aires:  
Sociedad Argentina de Antropología, 2007, p. 15  
163  
Daniel Xavier Calva Nagua  
cisas auxiliándose en las ciencias duras como la física o la química.  
Cabe destacar que, desde hace solo un par de décadas y, con la in-  
fluencia del postmodernismo filosófico que dio remezones en la epis-  
temología de la ciencia, surgieron varias corrientes arqueológicas;  
aquí vale destacar la corriente vigente más famosa en el siglo XXI la  
cual es el Postprocesualismo, estos teóricos “rechazan la idea de que la  
cultura sea una mera adaptación al medio(...)Afirman que un análisis del  
pasado basado en métodos exclusivamente científicos y objetivos es imposi-  
ble”.2  
2
Después de este breve análisis no podemos negar la fuerte  
influencia de las corrientes del pensamiento, de la antropología so-  
cial en la arqueología, al punto que Criado Boado (2012) dice que “de  
los principales episodios en la evolución de la teoría arqueológica correla-  
cionados con la evolución de la teoría antropológica; son historias paralelas,  
23  
pero la arqueología va retrasada y <<a remolque>>”; en efecto, si ahon-  
damos a gran escala en las lecturas y comparamos la historia de las  
corrientes arqueológicas y las antropológicas notaremos que la ar-  
queología demora un poco para entregarnos teorías más actualiza-  
das. Por ejemplo, mientras que en la antropología social se  
descontinuo el difusionismo hacia 1940, en la arqueología al difusio-  
nismo se lo seguía empleando hasta 1950 e incluso más. En este  
punto es muy notable la importancia de la antropología social en los  
estudios de los arqueólogos, pues es la antropología social una de  
las principales ciencias que han acompañado al progreso de la ar-  
queología desde el siglo XX y que ayudan a la interpretación correcta  
de los restos materiales encontrados en la excavación.  
Antropología social una ciencia con pasado colonial y guerra  
Ante todo hay que aclarar el problema del nombre lo cual  
confunde a muchos interesados en esta ciencia: en varias lecturas se  
puede apreciar la denominación de antropología social, etnología,  
antropología cultural o incluso antropología sociocultural; y aunque  
2
2
2 Jorge Eiroa, Nociones de prehistoria general, 3era Edición, Ariel, Barcelona, 2009, p. 36  
3 Felipe Criado Boado, Arqueológicas. La razón perdida, Bellaterra, Barcelona, 2012, p. 38  
164  
existen autores que intentan dar diferencias conceptuales a lo que es  
la antropología social, la antropología cultural y la etnología, Ma-  
nuel Marzal nos aclara el panorama:  
A esta ciencia se le llama en Estados Unidos antropología cultural, en  
Inglaterra, social y en Francia, etnología, si bien la similitud de marcos  
teóricos y metodológicos utilizados, permite concluir que se trata de  
una misma disciplina. ¿A qué se debe la diversidad de nombres? sin  
24  
duda al enfoque que la disciplina tiene en cada país en su nacimiento.  
Una vez aclarado el problema del nombre, hay que aceptar  
que la antropología en sus inicios nació bajo la teoría Evolucionista,  
un concepto muy usado en biología pero que, actualmente, ya está  
superado en las ciencias sociales y las humanidades. Los primeros  
antropólogos como Morgan y Tylor respondían al pensamiento filo-  
sófico del siglo XIX e intentaban describir a los supuestos salvajes  
que habitaban en tierras lejanas de los países desarrollados y a los  
cuales se debía llevar todo el proceso civilizatorio occidental. La his-  
toria de la antropología está muy bien documentada, pues han exis-  
tido diferentes corrientes y otras teorías que se superponen entre sí,  
el evolucionismo es, sin duda alguna, la corriente de la antropología  
social que más hondo caló en el pensamiento de la teoría social e in-  
cluso, este evolucionismo de Morgan, influyó a que el marxista F.  
Engels escriba su famoso texto de 1884 El origen de la familia, propiedad  
privada y el estado.25  
Ya en el siglo XX en EE.UU. Franz Boas cuestionaba fuerte-  
mente la teoría evolucionista de la antropología social por medio de  
la corriente del Relativismo Cultural y Particularismo Histórico que  
él implemento para los análisis de este campo, asimismo, los Fun-  
cionalistas ingleses como Malinowski rechazaban los postulados de  
los primeros antropólogos como Tylor. Sin embargo, Inglaterra or-  
denó numerosos estudios para conocer de una mejor forma a los na-  
2
2
4 Manuel Marzal, Historia de la antropología 2. Antropología cultural, 6ta Edición, Abya-Yala,  
Quito, 1998, p. 16  
5 Federico Engels, El origen de la familia, propiedad privada y el estado, Fundación Federico Engels,  
edición 2006. Ver en: https://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/engels_ori-  
gen_familia_interior_alta.pdf (21-09-2022)  
165  
Daniel Xavier Calva Nagua  
26  
tivos en sus colonias de ultramar, con ello, más antropólogos fun-  
cionalistas se sumaron a las órdenes de la corona británica; en 1929  
27  
Malinowski publicó “Practical Anthropology” en donde él identi-  
fica las principales actividades del antropólogo social, las cuales se-  
rían suministrar información para la administración colonial y  
entrenar a los administradores.28  
Y es que la antropología social nació como una ciencia de do-  
minación de las zonas periféricas y así se mantuvo por varias déca-  
das. En los EE.UU. durante la segunda guerra mundial, Ruth  
Benedict alumna de Boas trabajó al servicio de su país y estudió an-  
tropológicamente a los japoneses, luego saldría publicado su famoso  
29  
libro El Crisantemo y la Espada, es así como observamos que en tiem-  
pos de guerra la antropología social puede ser utilizada para estudiar  
el comportamiento del enemigo. Incluso, en tiempos más recientes,  
el gobierno estadounidense ha seguido empleando a los antropólo-  
gos para estudios de la cultura. El proyecto Human Terrain System  
fue muy importante para las llamadas guerras contra el terrorismo  
en el siglo XXI.30  
Hace décadas el antropólogo social latinoamericana se cen-  
traba en estudiar el mundo simbólico y se limitaba a hacer sendos  
análisis, pero no se introducía mayormente en el estudio político-  
económico o la resolución de conflictos, este ejemplo nos brinda  
Díaz-Polanco: “Durante el diálogo de San Andrés, entre el EZLN y el go-  
bierno federal, la Autonomía brotó como la demanda central de los indíge-  
2
2
6 Lorena A. Campo, Diccionario básico de antropología, Abya-Yala. Quito, 2008, p. 85  
7 Bronislaw Malinowski, “Practical anthropology”, Africa: Journal of the International African  
Institute, Vol. 2, No. 1, Cambridge University Pres, 1929  
2
8 Mónica Martínez y Cristina Larrea, Antropología social, desarrollo y cooperación internacional:  
introducción a los fundamentos básicos y debates actuales, UOC, Barcelona, 2010, p. 34  
9 Ruth Benedict, El crisantemo y la espada. Patrones de la cultura japonesa, Alianza Editorial, 2011  
0 El programa HTS, que se lanzó en febrero de 2007, integra a antropólogos y otros científicos  
sociales en equipos militares en Irak y Afganistán. Actualmente hay cinco equipos de terreno  
humano en Irak y uno en Afganistán, y el proyecto de $ 41 millones está configurado para  
operar 26 equipos en esos países durante el próximo año. El proyecto HTS ha sido cubierto  
por la BBC, el New York Times, el Washington Post, el Boston Globe, el Chronicle of Higher  
Education y otros importantes medios de comunicación. En: American Anthropological As-  
sociation, AAA se opone al proyecto del sistema de terreno humano del ejército de EE. UU.  
Ver en: https://www.americananthro.org/ConnectWithAAA/Content.aspx?ItemNum-  
ber=1626 (22-09-2022)  
2
3
166  
nas. Lo asombroso es que en los estudios antropológicos de esos pueblos, que  
31  
cubren estantes enteros, no existe la menor referencia a la Autonomía”.  
Hoy la antropología social aplicada está en boga y son an-  
tropólogos sociales quienes laboran en la asesoría de muchos gobier-  
nos en el mundo. La arqueología tampoco se ha librado de apoyar  
en momentos de conflicto a los gobiernos de sus países, el mejor  
ejemplo es el uso de arqueólogos y antropólogos físicos contratados  
por el Tercer Reich durante la segunda guerra mundial, ya que el go-  
bierno nazi buscaba evidenciar científicamente el origen de los arios.  
32  
Según Bárbara Miller en su libro Antropología cultural de 2011, los  
antropólogos de hoy deben leer economía, sociología, derecho, psi-  
cología, medicina y demás ciencias. Pues, estos investigadores tam-  
bién hacen: antropología médica, desarrollo local endógeno,  
antropología del turismo, políticas públicas, antropología econó-  
mica, educación intercultural y por supuesto, previa formación,  
hacen arqueología.  
La interdisciplinariedad entre la antropología social y la ar-  
queología es un hecho, la región oriental de la República del Ecuador  
ha sido poco explorada, sin embargo, algunos arqueólogos y antro-  
pólogos sociales se han lanzado a hacerlo en décadas recientes. La  
cerámica al parecer fue inventada localmente en el medio amazónico  
hace aproximadamente siete mil años incluso antes que en la costa  
33  
ecuatoriana con los Valdivia, por lo que el desarrollo de las socie-  
dades al oriente de nuestro país hace miles de años, ya es un hecho  
comprobado. Francisco Valdez menciona culturas mejor documen-  
tadas como la Mayo-Chinchipe de hasta cinco mil quinientos años  
3
4
de antigüedad, con todo esto, podemos deconstruir la idea para  
que la amazonia ya no sea vista como un lugar lleno de fauna salvaje  
e inundable por el desbordamiento de los ríos, lo cual hizo creer a  
35  
varios científicos como Betty Meggers que esta era una región que  
31 Héctor Díaz-Polanco, Antropología social en perspectiva, Universidad Nacional Autónoma de  
México, México D.F., 1999, p. 29  
3
3
2 Bárbara Miller, Antropología cultural, 5ta Edición, Pearson, Madrid, 2011.  
3 Stéphen Rostain, “10 mil años de inventos en la amazonia”, Revista Ecuador Terra Incógnita,  
núm. 85, pp. 6-12, 2013, p. 10  
34 Francisco Valdez, “Los primeros pueblos amazónicos”, Revista Ecuador Terra Incógnita, núm.  
85, pp. 14-23, 2013, p. 23  
167  
Daniel Xavier Calva Nagua  
no permitía el desenvolvimiento de las sociedades complejas; de ser  
así estaríamos retomando la teoría de Donald Lathrap quien propo-  
nía que la amazonia sudamericana es fuente de un gran desarrollo  
3
6
humano prehistórico. En septiembre de 2013 en Quito, se llevó a  
cabo el III Encuentro Internacional de Arqueología Amazónica, y en  
donde participaron varios investigadores de renombre como el an-  
3
7
tropólogo Philippe Descola, los arqueólogos Michael Heckenber-  
38  
39  
40  
ger, Eduardo Goes Neves, Heiko Prümers, etc.; esto nos brinda  
3
5 La Dra. Meggers fue una reconocida arqueóloga, miembro de la comunidad del NMNH por  
más de 70 años. Trabajó en América del Sur y el Caribe; su aporte para el Ecuador y la cuenca  
amazónica fue de peculiar importancia. Recibió numerosos reconocimientos a través de  
América del Sur por su dedicación a la arqueología, y por su apoyo incondicional a institu-  
ciones académicas y colegas en todo el continente. En: José Echeverría, “Betty Meggers”, Ar-  
queología Ecuatoriana, 02 de julio de 2012. Ver en: https://www.arqueo-ecuatoriana.ec/es/  
noticias/noticias/1504-betty-meggers (22-09-2022)  
3
3
3
6 Donald W. Lathrap, fue doctor en antropología egresado de Hardvare University, que pre-  
gonó por años la teoría de que en la amazonia sudamericana existieron sociedades complejas  
y que dicha zona no fue un área geográfica inhóspita. En: Gaëtan Juillard, Libro “El Alto  
Amazonas” de Donald W. Lathrap, 12 de noviembre de 2010. Ver en https://www.arqueo-  
ecuatoriana.ec/es/noticias/publicaciones/1186-libro-qel-alto-amazonasq-de-donald-w-lath-  
rap (23-09-2022).  
7 Philippe Descola, es un antropólogo francés. Estudió filosofía en la École Normale Supérieure  
y etnología en la École Pratique des Hautes Études. Hizo su tesis bajo la dirección de Claude  
Lévi-Strauss. Especialista en los pueblos indígenas de la Amazonia y sobre todo de los  
Achuar de Ecuador, Philippe Descola se dedica al estudio de los modos de socialización de  
la naturaleza. En: Alexsander Pedraza, Entrevista a Philippe Descola, 02/25/2022. Ver en:  
https://antroposoy.com/entrevistas/entrevista-a-philippe-descola (22-09-2022)  
8 Para Michael Heckenberger, antropólogo estadounidense, en la región amazónica en general  
hay una gran diversidad cultural que está en un dilema constante por el avance del progreso  
occidental, sobre todo por la imposición de modelos de vida. «Se debería aprovechar y va-  
lorar la experiencia que ellos tienen y que les ha permitido vivir por miles de años en comu-  
nidad con la naturaleza», dice el especialista.  
Añade que la «actividad extractivista está acabando con los modos de vida indígena ya que  
lo que se hace es indemnizar a la gente a cambio de ocupar su área, pero eso no es solución  
ya que una vez que se agotan los recursos la gente se encuentra con un entorno que ha sido  
destruido». En: El ‘progreso’ resta la identidad de los amazónicos. Ver en:  
https://ocaru.org.ec/2013/09/15/el-progreso-resta-la-identidad-de-los-amazonicos/  
(
23-09-2022)  
3
9 Doctor en arqueología, profesor del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de  
São Paulo, investigador especialista en Amazonas. Ver en: https://fru.to/es/palestrante/  
eduardo-goes-neves-es/ (23-09-2022)  
4
0 Heiko Prümers es arqueólogo con enfoque en los países latinoamericanos. Estudió la maestría  
y realizó su doctorado en “Alt-Amerikanistik” (estudios americanistas) en la Universidad  
de Bonn, Alemania. Ha trabajado en el Perú, México, Ecuador y, durante más de 20 años, en  
las tierras bajas de Bolivia. En: Conferencias Magistrales, IV Encuentro Internacional de Ar-  
168  
demasiados motivos para seguir investigando, ya que aún falta por  
escribir y rescribir muchas más páginas sobre la antropología social  
y la arqueología de Ecuador; y también, sobre el hecho de ampliar  
la bibliografía sobre los primeros pobladores que habitaron las tierras  
altas y bajas de las zonas que hoy llamamos Sudamérica. Lamenta-  
blemente, en Ecuador ante la escaza oferta académica de la arqueo-  
logía y la antropología estos eventos académicos brillan por su  
ausencia.  
Gestión cultural del patrimonio material e inmaterial  
El patrimonio material son aquellos vestigios que permane-  
cen desde hace siglos bajo tierra, sobre la superficie e incluso bajo el  
41  
agua ; y sigue visible en la actualidad, ya sea por conservación de  
las estructuras o por rescate en excavaciones, por ejemplo: las pirá-  
mides mesoamericanas, artículos de guerra medieval o galeones es-  
pañoles hundidos. En cuanto al patrimonio inmaterial es todo  
aquello correspondiente a saberes ancestrales y otras costumbres que  
van trasmitiéndose de generación en generación, por ejemplo: la téc-  
nica de la elaboración del sombrero de paja toquilla. En nuestro país  
las entidades que se encargan de la investigación material e inmate-  
rial: son el Ministerio de Cultura, el Instituto Nacional de Patrimonio  
Cultural (INPC) y, en menor grado, la Casa de la Cultura Benjamín  
Carrión y, hasta hace pocos años, el Banco Central. Sin embargo, en  
la cúpula de estas entidades no siempre están a cargo los historiado-  
res, arqueólogos o antropólogos, sino más bien, los arquitectos u  
42  
otros profesionales como los abogados o médicos, lo cual impide  
tener una visión propia de especialistas de la práctica patrimonial.  
Los correctos peritajes de patrimonio darán mejores luces  
para una identidad nacional y la riqueza de la diversidad de nuestros  
queología Amazónica. Ver en: https://4eiaa.wordpress.com/programa/conferencias-ma-  
gistrales/ (23-09-2022)  
1 En la actualidad se realizan varias investigaciones bajo el agua, ya sea en ríos profundos,  
lagos e incluso en el mar, esta nueva rama es la arqueología subacuática.  
2 Florencio Delgado, “La arqueología ecuatoriana en el siglo XXI”. En: Katherine Enríquez,  
Compiladora, La arqueología y antropología en Ecuador, Abya-Yala, Quito, 2011, p. 23  
4
4
169  
Daniel Xavier Calva Nagua  
pueblos, mas hay que destacar que el gobierno del doctor Rafael Co-  
rrea, intervino para crear la policía del patrimonio y así salvaguardar  
los artefactos ancestrales, que, hasta hace pocos años, eran sacados  
ilegalmente al extranjero y terminaban en colecciones privadas. Algo  
que ha entorpecido la investigación arqueológica en Ecuador, es el  
huaquerismo, los huaqueros son “personas que buscan tesoros en los se-  
43  
pulcros indígenas y excavan con el fin de extraerlos”, quienes por en-  
contrar metales preciosos como el oro no les importó ni importa en  
lo absoluto la conservación de la cerámica precolombina ni otros res-  
tos. Un caso acaecido a mediados de la década de los años 90 del  
siglo pasado, ocurrió en el barrio Los Vergeles, en el pueblo de Ma-  
chala en Ecuador, en donde los habitantes encontraron artefactos ma-  
teriales pertenecientes a la cultura Jambelí, Guangala e incluso la  
Milagro-Quevedo, el antropólogo Rodrigo Murillo manifiesta que  
el hecho fue un festín descarnado, hubo todo tipo de piezas que fueron hur-  
tadas, se perdió la oportunidad de investigar y publicar libros e incluso hacer  
un museo para la ciudad”.44  
Políticas públicas y otras aplicaciones para hoy  
Las dos ciencias aquí tratadas poseen aplicaciones que se en-  
lazan con las políticas públicas de cada país, en pocas palabras, no  
son ciencias en donde únicamente sus profesionales se dedican a im-  
partir cátedras universitarias o investigaciones meramente científicas  
auspiciadas por alguna ONG. Por ello existe una arqueología apli-  
cada y una antropología social aplicada. Describamos brevemente a  
ambos tipos profesionales. Los arqueólogos son empleados por los go-  
biernos para “la gestión de patrimonio cultural, asesorando sobre la pre-  
sencia de posibles restos arqueológicos antes de la puesta en marcha de  
4
5
proyectos como carreteras o edificios”, existen muchos gobiernos de  
países en la región latinoamericana que contratan a los arqueólogos  
para que brinden sus conocimientos y lleven a la aplicación proyec-  
43 R.A.E., Diccionario de la lengua española, 22ª Edición, Espasa, Madrid, 2001.  
44 Rodrigo Murillo, Provincia de El Oro: monumentos arqueológicos, sin editorial, Machala, 2011,  
p.43  
4
5 Bárbara Miller, op. cit., p. 10  
170  
tos de turismo. Los antropólogos sociales proporcionan perspectivas  
culturales del comportamiento humano a la elaboración de leyes o  
reglamentos y es, a través de los estudios cualitativos, que se obtie-  
nen evidencias para que el gobierno intervenga en caso de conflictos;  
un antropólogo social posee un conocimiento amplio en mediación  
de conflictos interculturales y sus aportes teóricos holísticos permi-  
tirán dar una mayor inclusión a las diversidades culturales.  
En cuanto a las otras aplicaciones, no es ningún secreto que  
hay antropólogos sociales y arqueólogos que trabajan bajo la figura  
de consultor, por ejemplo, hay antropólogos sociales que asesoran a  
empresas multinacionales como petroleras y mineras, siendo los an-  
tropólogos los mediadores comunitarios y que colaboran con estas  
empresas para introducir nuevas formas de economía industrial a  
las sociedades campesinas e indígenas. También está el caso de ar-  
queólogos que laboran para la minería, petroleras y las grandes cons-  
tructoras inmobiliarias y firman peritajes en donde certifican la  
existencia o no de restos materiales culturales. En cuanto al asunto  
ético que podría ser tan subjetivo ya que varía de investigador a in-  
vestigador, tal como nos dice Adams “el trabajador tiene una responsa-  
46  
bilidad muy grande hacia la comunidad bajo estudio”, por lo tanto no  
podemos traicionar la confianza de quien nos abre las puertas de su  
casa y brinda la información tan anhelada. El asunto ético de la in-  
vestigación, al final, será una decisión personal de cada científico  
que presté o no su firma en una consultoría, aunque haya organiza-  
ciones como la Asociación Americana de Antropología (A.A.A.) que  
exponen todo un código de ética.  
Llegado a este punto es necesario recalcar el respeto por el  
otro en base a la alteridad para el cual se debe comprender que ya  
vivimos en tiempos posmodernos donde se ha demostrado científi-  
camente que no existen las mal llamadas ‘razas humanas’ y que lo  
que nos diferencia son simplemente rasgos étnicos fenotípicos, por  
tanto debemos respetar las costumbres del otro aunque a veces no  
nos guste ese modo de vida, o sea, aceptar la difícil misión de incre-  
46 Richard Adams, “Seminario de integración social guatemalteca”. En Patricio Guerrero, Com-  
pilador, Antropología aplicada, Abya-Yala, Quito, 1997, p.22  
171  
Daniel Xavier Calva Nagua  
mentar el sentido de alteridad y aplicarla en todos los aspectos de  
vida. La moral varía en muchas culturas, y de una a otra cultura,  
pero existen principios como la no violencia y el derecho a la vida,  
esos principios debemos asumirlos como nuestros y no criticar a los  
demás. Es allí cuando el antropólogo social y el arqueólogo con co-  
nocimientos suficientes sobre diversidad cultural, se pone a prueba  
y demuestra que es un científico especialista en las relaciones inter-  
culturales. No es nada admisible que un arqueólogo o antropólogo  
social del siglo XXI, ande por el mundo destruyendo los logros de  
las últimas décadas en cuanto a las luchas contra el racismo, la rup-  
tura de las diferencias abismales entre las clases sociales, el esno-  
bismo, la violencia de género y el cuidado correcto en cuanto a la  
gestión patrimonial.  
La oferta académica en las universidades ecuatorianas  
Parece algo increíble que, en nuestro país con una gran he-  
rencia cultural, la formación de investigadores en estas áreas del co-  
nocimiento no es una prioridad para los transitorios gobiernos del  
Estado ecuatoriano. Las universidades públicas no preparan de forma  
continua antropólogos, arqueólogos o historiadores puros, como se  
hace en países vecinos como el Perú, en donde existe mayor interés  
por parte del gobierno por su cultura e historia local. No debo dejar  
de referirme al papel de los investigadores modernos, nuestro deber  
no es solo de enfocarnos en propuestas para un futuro, pues sin saber  
de la historia que define a nuestros pueblos no podremos saber de  
dónde venimos y el porqué del comportamiento que poseemos; es  
por eso que estudiamos el pasado y una correcta interpretación del  
mismo, no solo ayudara a forjar un gran país, sino también a recono-  
cer nuestra realidad revitalizando la verdadera identidad de nuestros  
pueblos. El gobierno ecuatoriano debería abrir un centro de enseñan-  
zas estatal superior similar al CIESAS o la Escuela Nacional de An-  
tropología e Historia existente de México, solo así podremos llenar el  
vacío en la investigación arqueológica; de nada sirve crear más direc-  
ciones de gestión cultural o secretarias de Estado, sin los respectivos  
172  
arqueólogos y antropólogos sociales en dicha entidad, o poner poli-  
cías del patrimonio si no hay el suficiente número de especialistas tra-  
bajando al interior de dichos programas gubernamentales.  
Pero a pesar de todo lo acaecido en Ecuador existen unos  
cuantos centros de investigación financiados y cofinanciados por el  
gobierno de la república que se dedicaron a hacer tanto como ar-  
queología y antropología social, es así como tenemos: el Instituto  
Otavaleño de Antropología, el Departamento de Antropología de la  
Universidad Católica del Ecuador, el CONAH (Corporación de Ar-  
queología Antropología e Historia), entre otros, con menor apoyo es-  
tatal, como el Centro Cultural Abya-Yala. Son entidades con un  
financiamiento limitado pues solo una parte de su presupuesto es  
cubierta por el gobierno y el resto funciona por donaciones y la au-  
togestión, estos centros, aunque pequeños han ayudado muchísimo  
a la conservación del patrimonio material del país y a la salvaguarda  
del patrimonio inmaterial. Todo este panorama podría parecer pesi-  
mista, pero se respiran vientos con nuevas esperanzas, pues hay  
ideas para aperturar las escuelas de arqueología y antropología so-  
cial en las universidades estatales como la Universidad Central del  
Ecuador, que misteriosamente a pesar de ser la más antigua del país  
y estar en la capital, solo se ha limitado a la apertura de una única  
maestría en la primera década del siglo XXI.  
A continuación, se nombrará a los programas tanto extintos  
como vigentes, tanto de antropología social como arqueología en  
Ecuador, las causas para el cierre no están claras ya que no existe nin-  
guna investigación que explique la desinstitucionalización de estos  
programas:  
En los años 80 aparece en la Escuela Superior Politécnica del  
Litoral con el título de la licenciatura en arqueología pero se cerró  
en la primera mitad de la década de los noventa, en la primera dé-  
cada del 2000 se logró abrir la especialización de arqueología en la  
licenciatura de antropología que ofertaba la Pontificia Universidad  
Católica del Ecuador, luego la maestría de arqueología en la Univer-  
sidad Central del Ecuador pero cerró en poco tiempo, luego por  
aquellos mismos años se abrió una licenciatura en la Universidad  
173  
Daniel Xavier Calva Nagua  
Península de Santa Elena, en la segunda década del siglo XXI aparece  
la maestría en arqueología de la ESPOL y posteriormente la reaper-  
tura de la licenciatura en dicha casa de estudios, asimismo, hay una  
especialización a nivel de licenciatura en la Universidad San Fran-  
cisco de Quito. En cuanto a la oferta de programas de antropología,  
la situación es muy similar, la primera carrera de antropología surge  
en solitario en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador en los  
años 70 y que aún se mantiene, en los años 90 aparece la licenciatura  
en antropología aplicada en la Universidad Politécnica Salesiana y  
sigue vigente, la maestría de antropología en Facultad Latinoameri-  
cana de Ciencias Sociales y que aún recibe alumnos; además, una  
maestría en antropología en la Universidad del Azuay pero cerró in-  
mediatamente. En la primera década del 2000 aparece una maestría  
en antropología en la Universidad Salesiana, pero, cerró sus puertas  
en dos cohortes, también hubo una licenciatura muy fugaz en la Uni-  
versidad Luis Vargas Torres de Esmeraldas que tuvo problemas para  
graduar a sus estudiantes y otra licenciatura en la Universidad Téc-  
nica de Ambato; pero ambas licenciaturas cerraron inmediatamente  
sin mayor explicación. Para la segunda década del siglo presente  
aparecen otras maestrías fugaces en antropología una en la Univer-  
sidad Técnica de Ambato y otra en la Universidad Estatal de Cuenca.  
Aparentemente esos serian todos los programas de arqueo-  
logía y antropología que han existido a lo largo de la historia de las  
universidades del Ecuador que se puede encontrar en la base de  
47  
datos de la página gubernamental de socio empleo, puede que falté  
mencionar algún programa fugaz más, pero ante tanta inestabilidad  
en los programas académicos de arqueología y antropología social,  
vale cuestionarse el ¿Por qué?, no hay investigaciones que expliquen  
por qué en Ecuador las ciencias sociales y humanísticas no son ofer-  
tadas y, si aparecen, se cierran inmediatamente, salvó la carrera de  
sociología que posee una mayor institucionalidad con más de siete  
programas vigentes. Otras carreras que adolecen del mismo síntoma  
son la carrera de historia y la de filosofía, sencillamente nos enfren-  
47 Daniel Calva Nagua, Arqueología y universidad una aproximación al caso ecuatoriano, Editorial  
ESPOL, Guayaquil, 2020, p .29.  
174  
tamos a serios problemas de investigación académica, pues si no hay  
egresados y graduados ¿Quién elaborará las investigaciones de esta  
índole? la respuesta merece toda una tesis de investigación que  
aborde los problemas de institucionalización de cada carrera social.  
Merece un símil con la migración de las golondrinas. Lógicamente,  
ante la falta de programas que permanezcan constantes y apertura-  
dos, con una plantilla de docentes estables es lo deseable. En este  
punto, solo dos o tres universidades van a ser reconocidas como Pro-  
gramas Constantes si los comparamos con los programas académi-  
cos tipo golondrina. Tal vez aún está muy lejos el ver toda una  
Escuela Nacional de Ciencias Antropológicas e Históricas o un CIE-  
SAS en Ecuador, pero la apertura de estas carreras en más universi-  
dades públicas es el primer paso.  
Conclusiones  
Tanto la antropología social como la arqueología en la tradi-  
ción académica norteamericana son ramas principales de la antro-  
pología general, lo que diferencia principalmente a estas ciencias es  
su metodología y sus temas de estudio, mientras que en antropología  
social se usa a la etnografía para estudiar un grupo humano contem-  
poráneo, en arqueología se emplea excavaciones para hallar vestigios  
materiales de grupos humanos del pasado. La antropología social y  
la arqueología han dado paso a disciplinas jóvenes como la etnoar-  
queología; haciendo un recorrido histórico de las corrientes princi-  
pales de estas ciencias podemos notar que la arqueología ha tenido  
una gran influencia de las teorías de la antropología social, asimismo  
podemos notar que estas ciencias durante el siglo XX fueron emplea-  
das por las potencias mundiales como herramientas de dominación  
y se han tejido mitos en torno de ellas.  
La antropología social y la arqueología pueden trabajar de  
forma interdisciplinar y con otras ciencias, brindando perspectivas  
frescas, enriquecedoras y con resultados más eficaces sobre el estudio  
cultural. Además, el patrimonio material e inmaterial de nuestros  
pueblos no es algo que se debe tomar a la ligera pues amerita inves-  
175  
Daniel Xavier Calva Nagua  
tigarse a detalle para obtener una información más eficaz y fide-  
digna. Hoy los arqueólogos y antropólogos sociales laboran en la  
construcción de políticas públicas, aunque también trabajan para  
empresas transnacionales, sin embargo, está muy claro que la co-  
rrecta aplicabilidad de ambas ciencias beneficiaria a las minorías ét-  
nicas.  
En Ecuador el desarrollo de la oferta académica de estas cien-  
cias ha sido muy limitado, no se puede entender por qué la fugaci-  
dad de licenciaturas y maestrías al interior de las universidades  
ecuatorianas, por otra parte, ese tema merece un análisis profundo  
lo cual se debe plantear desde una tesis. No es posible, que un país  
con tanta riqueza cultural, no posea institucionalidad en sus pro-  
gramas académicos, por este motivo hay una ausencia de profesio-  
nales en arqueología y antropología social al interior de las  
entidades de control estatal y burocrático, ya que, al no existir pro-  
fesionales en estas ramas se dará espacio al ingreso de otros profe-  
sionales que incluso pueden estar alejados de las ciencias sociales.  
Se podría establecer muchas teorías de por qué no hay una amplia  
oferta académica de estas carreras en Ecuador luego del estudio pro-  
puesto.  
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La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Calva Nagua, Daniel,  
"
Arqueología Antropología social: Oferta académica en  
universidades ecuatorianas ", Boletín de la Academia Nacional de  
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