BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen C Nº 208-A  
Julio–diciembre 2022  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen C  
Nº 208-A  
Julio–diciembre 2022  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-A  
Julio–diciembre 2022  
COCHASQUÍ, 1532 A 1932:  
00 AÑOS DE RESILIENCIA HISTÓRICA  
1,2  
4
3
4
5
Ryan Scott Hechler  
Will Pratt  
Andrea E. Chávez Chuquimarca  
Resumen  
Este artículo es el primero de una serie de exploraciones que  
estamos desarrollando sobre la historia de Cochasquí. Comenzamos  
con las primeras menciones de Cochasquí del período del colonia-  
lismo español y cómo la conquista imperial Inka y las políticas colo-  
niales españolas llevaron a la despoblación gradual de Cochasquí.  
A continuación, hablaremos de Cochasquí en el marco del período  
1
2
Recibido: 15/10/2022 // Aceptado: 28/11/2022  
Agradecimientos: Los autores desean dedicar este artículo a la memoria de Manuel Arturo  
Chávez Aguirre, de la Prefectura de Pichincha. El Director Chávez Aguirre fue un gran apoyo  
para nuestras investigaciones en Cochasquí y estamos siempre agradecidos por haber tenido  
el privilegio de trabajar con él.  
El autor Ryan Scott Hechler desea agradecer al Ibero-Amerikanisches Institut (Instituto Ibero-  
Americano, Berlín, Alemenia) el apoyo a su investigación sobre la historia de las contribucio-  
nes arqueológicas realizadas por Max Uhle en Ecuador.  
Director, Proyecto Arqueológico Cochasquí, Pichincha. Candidato a doctorado en Antropolo-  
gía, Departamento de Antropología, Universidad de Tulane, Nueva Orleans, LA, EE. UU. In-  
vestigador asociado, Instituto Latinoamericano e Ibérico, Universidad de Nuevo México,  
Albuquerque, NM, EE. UU. Becario de Fulbright-Hays, Fulbright Ecuador, Quito. Investigador  
visitante y becario, Instituto Ibero-Americano, Berlín, Alemania. Director, EcuaDatos: Datación  
absoluta de Ecuador. Director, Proyecto Arqueológico Cochasquí-Mojanda, Pichincha, 2016-  
3
2
019. Maestría en Antropología, Universidad de McGill, Montréal, QC, Canadá, 2014. rhe-  
chler@tulane.edu | https://orcid.org/0000-0002-3946-764X  
4
5
Director, Proyecto Arqueológico Zuleta, Imbabura. Candidato a doctorado en Geografía, De-  
partamento de Geografía y Medio Ambiente, Universidad de Texas en Austin, TX, EE. UU.  
Investigador, Laboratorio de Suelos y Geoarqueología, Departamento de Geografía y Medio  
Ambiente, Universidad de Texas en Austin, TX, EE. UU. Director, Proyecto Arqueológico Co-  
chasquí-Mojanda, Pichincha, 2016-2019. Maestría en Antropología, Departamento de Antro-  
pología, Universidad Estatal de Texas, San Marcos, TX, EE. UU, 2019. wpratt@utexas.edu |  
https://orcid.org/0000-0002-7747-5376  
Directora, Proyecto Arqueológico Cochasquí, Pichincha. Estudiante de Maestría en Arqueo-  
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Ryan Scott Hechler,  
Will Pratt, Andrea E. Chávez Chuquimarca  
de la Ilustración y de las expediciones científicas para mostrar cómo  
Malchingui superó gradualmente a Cochasquí como el principal cen-  
tro de población de la región. También discutimos cómo, al mismo  
tiempo que Cochasquí disminuía como centro regional, crecía el in-  
terés nacional y mundial por su potencial arqueológico. Nuestra ex-  
ploración termina con la llegada de Max Uhle al sitio en 1932 y el  
inicio de las prospecciones arqueológicas modernas de Cochasquí.  
Aunque 400 años son una gran franja de tiempo para cubrir, esto no  
es más que una sinopsis de algo mucho más grande y que esperamos  
enunciar mejor en una serie de momentos históricos que han sido en  
gran parte pasados por alto.  
Palabras clave: Cochasquí, Época del Colonialismo Español, Misión  
Geodésica Francesa, República Temprana del Ecuador, desarrollo de  
la arqueología ecuatoriana  
Abstract  
This article is the first in a series of explorations that we are  
developing pertaining to the history of Cochasquí. We begin with  
the earliest mentions of Cochasquí from the period of Spanish colo-  
nialism and how Inka imperial conquest and Spanish colonial poli-  
cies led to the gradual depopulation of Cochasquí. We then discuss  
Cochasquí within the framework of Enlightenment Period carto-  
graphy and scientific expeditions to show how Malchingui gradually  
overtook Cochasquí as the major population center in the region. We  
also discuss how, at the same time Cochasquí was diminishing as a  
regional center, national and global interest in its archaeological po-  
tential grew. Our exploration ends with the arrival of Max Uhle at  
logía Histórica, Departamento de Antropología, Universidad de Massachusetts-Boston, MA,  
EE. UU. Directora Asistente, EcuaDatos. Catalogadora de Bienes Muebles (2021-2022), Cata-  
logadora Asistente de Artefactos Arqueológicos (2021), Instituto Nacional de Patrimonio Cul-  
tural, Quito. Consultora de Colecciones de Museos, Museo de Arte Precolombino Casa del  
Alabado, Quito, 2019. Directora Asistente (2019), Gerente de Laboratorio (2017-2019), Técnica  
Arqueológica (2016-2018), Proyecto Arqueológico Cochasquí-Mojanda, Pichincha. Licenciatura  
en Antropología, Departamento de Antropología, Pontificia Universidad Católica del Ecuador,  
Quito, 2019. andrea.chavez002@umb.edu | https://orcid.org/0000-0002-1426-1776  
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the site in 1932 and the beginning of modern archaeological pros-  
pections of Cochasquí. While 400 years is a large swath of time to  
cover, this is but a synopsis of something much larger and we hope  
to better enunciate on in a series of historical moments that have  
been largely overlooked.  
Keywords: Cochasquí, Spanish Colonialism, French Geodesic Mis-  
sion, Early Republic of Ecuador, development of Ecuadorian ar-  
chaeology  
Introducción: Cerrando la brecha  
El sitio arqueológico de Cochasquí está situado en un lugar  
destacado de la vertiente superior sur del complejo volcánico Mo-  
janda-Fuya Fuya. Este sitio es visto con cariño por muchas personas  
en todo el Ecuador como un importante predecesor del estado-na-  
6
ción ecuatoriano que figura en muchos mitos históricos que, inde-  
pendientemente de su veracidad, contribuyeron a una identidad  
regional antes de la independencia y sigue desempañando una parte  
7
importante en política moderna. El sitio en sí mismo ha sido sola-  
mente preservado como Parque Arqueológico Cochasquí desde 1981,  
ahora bajo la protección administrativa del Consejo Provincial de Pi-  
chincha. Como muchos otros sitios importantes de tolas a lo largo  
de las provincias de Pichincha e Imbabura, la memoria de Cochasquí  
ha sobrevivido a los siglos, gracias a la resistencia indígena a las per-  
secuciones coloniales bajo los Inkas y los españoles. Estos aspectos  
serán expuestos más adelante.  
6
7
Oswaldo Hugo Benavides, Making Ecuadorian Histories: Four Centuries of Defining Power, Uni-  
versity of Texas Press, Austin, 2004.  
En ciertos aspectos, esta experiencia es similar a la del enfoque interpretativo moderno de Ti-  
wanaku en Bolivia en el que las políticas nacionalistas modernas intentan conectarse con el  
pasado indígena. Ver: David Kojan, “Paths of Power and Politics: Historical Narratives at the  
Bolivian Site of Tiwanaku”, Evaluating Multiple Narratives: Beyond Nationalist, Colonialist, Im-  
perialist Archaeologies, editado por Junko Habu, Clare Fawcett y John Matsunaga, Springer,  
New York, 2008, pp. 69-85.  
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El componente monumental más antiguo de Cochasquí fue la  
tradición de los montículos funerarios entre 750 d.C. hasta aproxi-  
8
madamente 1280 d.C., año en el que el volcán Quilotoa entró en  
erupción, la mayor erupción volcánica en Sudamérica desde el inicio  
del Holoceno, que extendió la lluvia de cenizas por la mayor parte  
9
de Ecuador. Además de la realidad de la caída masiva de cenizas,  
el Quilotoa fue una de las varias grandes erupciones volcánicas de  
la última parte del siglo XIII que contribuiría al enfriamiento global  
y acabaría precipitando el inicio de la Pequeña Edad de Hielo, tra-  
10  
yendo cambios climáticos adversos al norte de Ecuador. Las socie-  
dades indígenas perseveraron con una variedad de métodos y  
reestructuraciones de organización social, desarrollando nuevas tra-  
11  
diciones e incluso una serie de etnogénesis como la de los Cara.  
Durante este período, se observa el auge de la tradición de los  
montículos de plataforma cuadrangulares, denominados pirámides,  
y parece que se abandonó la práctica de construir montículos fune-  
12  
rarios. La evidencia arqueológica de los montículos indica que los  
entierros iniciales probablemente fueron oficiados con importantes  
ritos funerarios públicos y que los entierros centrales incluso fueron  
13  
reabiertos. Las cumbres de las pirámides muestran importantes ri-  
8
9
Udo Oberem, “Los montículos funerarios con pozo”, Cochasquí: Estudios arqueológicos, Volumen  
, editado por Udo Oberem, Instituto Otavaleño de Antropología, Otavalo, 1981, pp. 125-142.  
Patricia Mothes y Minard Hall, “The Plinian Fallout Associated with Quilotoa’s 800 yr BP  
1
Eruption, Ecuadorian Andes”, Journal of Volcanology and Geothermal Research, vol. 176, no 1  
(2008), pp. 56-69.  
1
0 Para obtener información relacionada con el cambio climático, consultar Marie-Pierre Ledru,  
et al., “The Medieval Climate Anomaly and the Little Ice Age in the Eastern Ecuatorial  
Andes”, Climate of the Past, vol. 9, no 1 (2013), pp. 307-321. Para obtener más información  
sobre la respuesta humana a la caída de ceniza, consultar William S. Pratt, The Utilitarian and  
Ritual Applications of Volcanic Ash in Ancient Ecuador, Tesis de Maestría, Department of Anth-  
ropology, Texas State University, San Marcos, 2019.  
1
1 J. Stephen Athens, “Etnicidad y adaptación: El periodo tardío de la ocupación Cara en la  
sierra norte del Ecuador”, Sarance, no 24 (1997), pp. 161-204. Ver también: Ryan Scott Hechler,  
“Quijos… ¿Quienes?: desenmarañado las identidades de la Alta Amazonia”, Strata, vol. 1,  
no 1 (2023), en prensa.  
1
2 Udo Oberem, “Algunas características arquitectónicas de las pirámides de Cochasquí”, Co-  
chasquí: Estudios arqueológicos, Volumen 1, editado por Udo Oberem, Instituto Otavaleño de  
Antropología, Otavalo, 1981, pp. 59-69.  
1
3 Ryan Scott Hechler, “Over the Andes, and through Their Goods: Late Pre-Columbian Political  
Economic Networks in Northern Ecuador”, The Archaeology of the Upper Amazon, editado por  
Ryan Clasby y Jason Nesbitt, University of Florida Press, Gainesville, 2021, pp. 212-215.  
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Cochasquí, 1532 a 1932:  
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00 años de resiliencia histórica  
tuales espirituales que ocurrieron en público fuera de las estructuras  
ceremoniales (donde ocurrieron más eventos privados) y que las co-  
munidades circundantes completaron peregrinaciones, probable-  
mente realizando procesiones por largas rampas de entrada durante  
momentos importantes del año.14  
Es importante señalar que Cochasquí es uno de al menos 67  
sitios monumentales de los Cara, cada uno de los cuales cumple im-  
portantes funciones espirituales para las comunidades circundan-  
15  
tes. La interpretación general de estos sitios monumentales de los  
Cara es que eran de naturaleza ceremonial, y alguna forma de élite  
local (caciques) controlaba y residía en o acerca del sitio, no necesa-  
riamente en las cumbres de las pirámides debido a la naturaleza no  
residencial de arquitectura y artefactos encontrados allí. Además, la  
naturaleza ceremonial de las pirámides con rampas es el reconoci-  
miento cuidadoso de los rasgos naturales, como cuando las rampas  
16  
terminan en fuentes de agua como quebradas y ríos. Cochasquí, al  
igual que otros sitios monumentales, unió comunidades regionales  
bajo un poderoso centro.  
Sea cual sea el impacto regional de la erupción del Quilotoa y  
de la Pequeña Edad de Hielo, cuando el Tawantinsuyu (el Imperio  
1
7
Inka) invadió la región, Cochasquí prosperaba. Lo que pudo ser  
1
4 Wolfgang Wurster, “Ruinas existente”, Excavaciones en Cochasquí, Ecuador, 1964-1965, editado  
por Udo Oberem y Wolfgang Wurster, Verlag Philipp von Zabern, Mainz Am Rhein, 1989,  
pp. 58-59. Ver también: Ryan Scott Hechler, “Over the Andes, and through Their Goods: Late  
Pre-Columbian Political Economic Networks in Northern Ecuador”, The Archaeology of the  
Upper Amazon, editado por Ryan Clasby y Jason Nesbitt, University of Florida Press, Gai-  
nesville, 2021, pp. 212-215.  
15 J. Stephen Athens, Inventory of Earthen Mound Sites, Northern Highland Ecuador, Instituto Na-  
cional de Patrimonio Cultural del Ecuador, Quito, 2003, pp. 33-38, Tabla 1.  
16 Jacinto Jijón y Caamaño, Contribución al conocimiento de los Aborígenes de la Provincia de Imbabura  
en la República del Ecuador, Blass y Cía, Madrid, 1914, pp. 295-298.  
Betty Meggers, Ancient Peoples and Places: Ecuador, Thames & Hudson, London, 1966, p. 143.  
Udo Oberem, “Algunos hallazgos arqueológicos de la sierra ecuatoriana”, Primer simposio  
de correlaciones antropológicas Andino-Mesoamericano: 25-31 de julio de 1971, Salinas, Ecuador,  
editado por Jorge G. Marcos Pino y Presley Norton, Escuela Superior Politécnica del Litoral,  
Guayaquil, 1982, p. 342.  
Pierre Gondard y Freddy López, Inventario arqueológico preliminar de los Andes septentrionales  
del Ecuador, Banco Central del Ecuador, Quito, 1983, p. 267.  
7 Cochasquí solo se menciona en el contexto de la conquista de los Inkas por varios cronistas  
coloniales españoles: Pedro de Cieza de León en 1553, Pedro Sarmiento de Gamboa en 1572,  
Miguel Cabello Balboa en 1586, Martín de Murúa en 1590-1611 y Fernando de Montesinos  
en 1644. Consultar Ryan Scott Hechler, Alternative Inka Imperial Strategies in Northern Ecuador,  
1
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una adquisición algo pacífica bajo el emperador Thupa Inka Yu-  
panki, se convirtió rápidamente en una rebelión bajo su hijo Wayna  
Qhapaq. Cochasquí fue el primer pueblo Cara en sucumbir ante el  
Tawantinsuyu, siendo, supuestamente, quemado por los Inkas y  
obligados los sobrevivientes a huir por Mojanda-Fuya Fuya. La re-  
belión de los Cara concluyó con una masacre en Yahuarcocha (es  
decir, “lago de sangre” en Quechua y Kichwa, como se denominó a  
18  
partir de entonces) cerca de Caranquí. Después de esto, no pasaría  
mucho tiempo en ocurrir la despoblación de Cochasquí hasta la pro-  
pia muerte de Wayna Qhapaq como resultado, presumiblemente, de  
la viruela, además, la posterior guerra civil dinástica entre sus hijos  
Atawallpa (de Quito) y Waskar (de Cuzco), y la eventual llegada de  
19  
Francisco Pizarro y otros conquistadores españoles en 1532. Y aquí  
es donde comienza nuestra historia.  
La historia de Cochasquí durante el período colonial español  
ha sido, en gran parte, ignorada. La relativa escasez de documentos  
históricos referidos a Cochasquí podría hacer pensar que este centro  
monumental quedó abandonado después de la conquista inkaica.  
Sin embargo, varios documentos registrados durante los siglos si-  
guientes sugieren que el declive gradual de Cochasquí fue más ma-  
tizado. El único intento exhaustivo de resumir esta historia hasta  
ahora ha sido una breve sinopsis etnohistórica del siglo XVI de Udo  
20  
Oberem, famoso por su proyecto arqueológico del Grupo Ecuador  
en Cochasquí entre los años 1964 y 1965.21  
Tesis de Maestría, Department of Anthropology, McGill University, Montréal, 2014, p. 135,  
Tabla 1.  
8 Ibídem, pp. 11-17, y Ryan Scott Hechler, Monumental Endings and Imperial Re-Imaginings: Di-  
sentangling the Inka Presence at Cochasquí, Ecuador, Tesis de Doctorado en progreso, manus-  
crito, Department of Anthropology, Tulane University, Nueva Orleans, s.f.  
1
1
9 Más información sobre la guerra civil del Tawantinsuyu en: María Rostworwoski de Diez  
Canseco, Historia del Tahuantinsuyu, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2013, pp. 153-197.  
Más información sobre la historia de la experiencia colonial española de los descendientes  
de los Inkas y otro grupos indígenas en: Nathan Wachtel, La vision des vaincus: Les Indiens du  
Pérou devant la conquête espagnol 1530-1570, Editions Gallimard, Paris, 1971.  
Más información pandemia de viruela en: Linda Newson, “Old World Epidemics in Early  
Colonial Ecuador”, “Secret Judgments of God”: Old World Disease in Colonial Spanish America,  
editado por Noble Cook y W. George Lovell, University of Oklahoma Press, Norman, 1991.  
0 Udo Oberem, “Cochasquí en el Siglo XVI: Unas notas etnohistóricas”, Excavaciones en Cochas-  
quí, Ecuador, 1964-1965, editado por Udo Oberem y Wolfgang Wurster, Verlag Philipp von  
Zabern, Mainz Am Rhein, 1989, pp. 5-10.  
2
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Cochasquí, 1532 a 1932:  
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00 años de resiliencia histórica  
El Colonialismo Español Temprano  
Cochasquí no se discutió inicialmente en documentos admi-  
nistrativos coloniales españoles tempranos bien conocidos. En una  
declaración sobre los servicios de Diego de Sandoval para Francisco  
Pizarro en 1536, sólo se señalan los principales pueblos con los po-  
22  
deres políticos: Cara de Otavalo, Caranquí y Cayambe, que también  
se mencionan constantemente en los primeros cabildos coloniales es-  
pañoles de Quito. Cochasquí está notoriamente ausente, un reflejo  
directo de la realidad de su estado actual de influencia en ese mo-  
mento. Nuestra primera referencia conocida de Cochasquí está en  
los libros de cabildos coloniales españoles de 1538, y se refiere a la  
entrega de tierras a Alonso Fernández como estancia cerca de una  
laguna - las lagunas de cráter de Mojanda-Fuya Fuya (Caricocha/La-  
guna Grande, Yanacocha/Laguna Negra, y Huarmicocha/Ñausaco-  
cha/Laguna Chiquita).23 Cochasq no sólo se refería a una  
comunidad específica, sino que también era un nombre intercambia-  
ble para Mojanda-Fuya Fuya. Entre 1538 y 1539, Alonso Fernández  
se quejó de que estas tierras no eran habitables más que para las  
vacas y solicitó tener acceso a una parcela más baja en la ladera de  
la montaña en una zona más cálida, y eventualmente tuvo acceso al  
2
1 “[U]n grupo de antropólogos de la Universidad de Bonn, bajo la dirección del insigne ecua-  
torianista Udo Oberern, conformó el “Grupo Ecuador”, para, con los auspicios del Instituto  
Panamericano de Geografía e Historia y del Instituto Geográfico Nacional, realizar trabajos  
arqueológicos en Cochasquí…”. En: Segundo Moreno Yánez, “Una evaluación de los aportes  
de las investigaciones arqueológicas en Cochasquí”, Cochasquí: Estudios arqueológicos, Volumen  
1, editado por Udo Oberem, Instituto Otavaleño de Antropología, Otavalo, 1981, p.16. Ver  
también: Ryan Scott Hechler y William S. Pratt, “Grupo Ecuador en Cochasquí: Un 60º ani-  
versario reflejo del legado de aportes a la arqueología del Ecuador”, manuscrito de un artí-  
culo, s.f.  
2 Información de servicios de Diego de Sandoval, [1536] “Conducta al Capitán Diego de San-  
doval para reclutar en Quito indios adictos a los españoles”, Francisco Pizarro: Testimonio, do-  
cumentos oficiales, cartas y escritos varios, editado por Guillermo Lohmann Víllena, Editorial  
CSIC, Madrid, 1986, p. 96.  
2
23 Libro de Cabildos de Quito, [1534-1543] Libro primero de cabildos de Quito: 1534-1543, Volúmenes  
1-2, editado por José Rumazo González, Archivo Municipal de Quito, Quito, 1934, vol. 1: pp.  
4
50-451. En este caso, Cochasquí se escribe como Cochisquy y Cochysquy, sin embargo, se  
mencionan otras variaciones durante el colonialismo temprano como Cochizqui, Cochisqui,  
Cochisque, Cochesqui, Cochequi, Cocheque, Cochique, Cuchasqui y Cuchisqui entre muchas otras  
variaciones.  
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asiento de Cochisquy”, aunque su reclamo sobre este territorio fue  
breve y las razones exactas de esto no están claras en la documenta-  
ción histórica conocida actualmente.24  
En 1544, el conquistador Gonzalo Pizarro se rebeló de manera  
infame contra el Rey Carlos V de España y Blasco Núñez Vela, el pri-  
mer Virrey de Perú, en protesta por las Leyes Nuevas, que mitigaron  
25  
la explotación de las comunidades indígenas. Pizarro permaneció  
brevemente con su ejército en Cochasquí, donde establecieron un  
campamento momentáneo antes de cruzar el río Guayllabamba du-  
rante esta guerra civil. Parece haber permanecido directamente entre  
la comunidad indígena superviviente, ya que la zona se describe  
26  
como el “asiento de indios que llaman Cochisqui.” Más allá de que Co-  
chasquí sea una ubicación conveniente a lo largo del Qhapaq Ñan,  
camino que fue apropiado por los conquistadores españoles, con la  
intención de explotar el tambo de la comunidad existente. La rebe-  
lión de Gonzalo Pizarro terminó con la rendición y decapitación de  
Gonzalo Pizarro en Cuzco en 1548.27  
En 1553, Pedro de Cieza de Léon señaló que una vez que se  
abandonaba el “aposento” de Otavalo en el Qhapaq Ñan, se ascendía  
a un paso nevado -en referencia a Mojanda-Fuya Fuya- que señala  
como mortalmente gélido, y es simplemente difícil sobrevivir. Desde  
aquí, los viajeros descendían hasta el “aposento” de Cochasquí.  
Cieza de Léon señala que el camino continuaba hacia Guayllabamba  
y luego hacia Quito, por lo que Cochasquí está en la vena principal  
del Qhapaq Ñan y fue logísticamente importante para el Tawantin-  
28  
suyu y para la empresa colonial española temprana.  
24 Ibídem, vol. 2: pp. 18, 47.  
2
5 Guillermo Lohmann Villena, “Las leyes nuevas y sus consecuencias en el Perú”, Historia Ge-  
neral de España y América, Volumen 7, Ediciones RIALP, Madrid, 1982, pp. 417-435.  
6 Diego Fernández, [1571] Primera Parte de la Historia del Perú, Volumen 1, Biblioteca Hispania,  
Madrid, 1913, p. 244.  
2
2
7 Rafael Varón Gabai, La Ilusión del Poder: Apogeo y decadencia de los Pizarro en la conquista del  
Perú, Instituto de Estudios Peruanos e Instituto Francés de Estudios Andinos, Lima, 1996, p.  
2
72.  
2
8 Pedro de Cieza de León, [1553] Crónica del Perú: El Señorío de los Incas, Biblioteca Ayacucho,  
Caracas, 2005, p. 112.  
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Cochasquí, 1532 a 1932:  
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00 años de resiliencia histórica  
Para 1561, se señala que Antón (también llamado Antonio)  
Diez era el encomendero de Cochasquí, una de sus cinco posesiones  
que incluían Patate, Píllaro, Tanta y Tulcán. Los ingresos generados  
durante este año por estos terrenos fueron de 1.150 pesos. Para poner  
esto en perspectiva, el encomendero de Caranquí y Manchángara  
ganaban colectivamente 880 pesos, mientras que el encomendero de  
Pomasquí y Mulaló recibían 1.500 pesos; por lo tanto, las cinco fincas  
29  
combinadas de Antón Diez eran menos rentables.  
El cacique del pueblo de Cochasquí en 1564 fue Alonso Anda-  
parinango, que tiene un apellido claramente no Quechua que en  
cambio es claramente Barbacoano. Se pueden ver convenciones de  
apellidos similares en los caciques contemporáneos de Otavalo (Luis  
3
0
Farinango) y Caranquí (Sancho Cavascango). Jacinto Jijón y Caa-  
maño interpretó el término ango como indicativo de que la persona  
31  
respectiva es “un señor”, o de una familia élite indígena. Durante  
este período, el morfema de -ango es geográficamente común en un  
área específica, siendo claramente evidente en los apellidos en el lí-  
32  
mite norte de la Cuenca de Quito que conduce a Cochasquí y den-  
tro del territorio general de los Cara, apareciendo incluso en  
33  
ocasiones como un apellido por sí mismo, Ango.  
Antón Diez se casó con la mestiza Doña María de Salazar, hija  
del capitán Rodrigo de Salazar, el encomendero de Otavalo, y Ana  
Palla Inka, una “india principal” de Quito y pariente cercana del di-  
34  
funto emperador Atawallpa, quien tenía sus propias presuntas re-  
laciones maternales con la región. Esta interacción de los matrimo-  
2
3
9 Pedro de Avendaño, [1561] “Relación de los encomenderos y repartimientos del Perú en  
561”, editado por Teodoro Hampe Martínez, Historia y Cultura, no 12 (1979), p. 108.  
0 Caciques de la Provincia de Quito, [1564] “Respaldo de los caciques de la provincia de Quito  
a Salazar de Villasante”, editado por Dora León Borja y Adám Szászdi, Boletín de la Academia  
Nacional de Historia, vol. 54, no 118 (1971), pp. 285.  
1
31 Jacinto Jijón y Caamaño, El Ecuador Interandino y Occidental antes de la Conquista Castellana,  
Volumen 1, Editorial Ecuatoriana, Quito, 1940, p. 244.  
3
2 Frank Salomon y Sue Grosboll, “Names and Peoples in Incaic Quito: Retrieving Undocu-  
mented Historic Processes Through Anthroponymy and Statistics”, American Anthropologist,  
vol. 88, no 2 (1986), p. 392, Tabla 2.  
33 Fernando Jurado Noboa, Las gentes del Corregimiento, Instituto Otavaleño de Antropología,  
Otavalo, 2001, pp. 162-163.  
34 Javier Ortiz de la Tabla Ducasse, Los encomenderos de Quito, 1534-1660: Origen y evolución de  
una elite colonial, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1993, p. 97.  
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187  
nios de descendientes del Inka para mantener las tierras regionales  
entre las élites coloniales (es decir, matrimonios entre los conquista-  
dores españoles y los Inkas reales, o matrimonios entre los Inkas re-  
ales y la élite indígena), se ejemplifica aún más con el matrimonio  
de Francisco Topa-Atauchi, el hijo de Atawallpa, con la hija del caci-  
que de Otavalo en 1556.35  
La política mitmaq (es decir, grupos étnicos reubicados a la  
fuerza) del Tawantinsuyu tuvo efectos duraderos hasta bien entrado  
el colonialismo español. Los Cochasquí y otros grupos Cara no fue-  
36  
37  
ron una excepción. En Cajamarca del actual Perú, las visitas de la  
década de 1570 muestran claramente una gama de personas con ape-  
llidos como Cochique, Cochequi, Cuchique, Cuchiqui, Cochaquispi  
38  
y Cochasquispe, entre otras variaciones. Fue una época en la que a  
menudo se coaccionaba a los indígenas para que adoptaran su co-  
munidad de origen como apellido, un medio del Estado colonial es-  
pañol, para controlar a determinados individuos y obligarles a  
adaptar apellidos al estilo europeo. En una forma de reciprocidad  
dictada por el imperio, varios Cuismancu-Chuiquimancu (como los  
de la comunidad de Ichingui) de Cajamarca fueron trasladados por  
el Tawantinsuyu a la zona de Quito, cuyos descendientes siguieron  
39  
identificándose como tales en el primer colonialismo español. Cu-  
3
5 Ryan Scott Hechler, Alternative Inka Imperial Strategies in Northern Ecuador, Tesis de Maestría,  
Department of Anthropology, McGill University, Montréal, 2014, pp. 81, 90.  
6 Ibídem, pp. 67-72.  
3
3
7 Las visitas existieron durante todo el colonialismo español y fueron un medio para que la  
Corona española obtuviera información sobre el número de habitantes, en particular de la  
población indígena constantemente incorporada, por una variedad de razones, aunque más  
fervientemente por la labor (p. ej., la mita) y los impuestos. Debido a tal motivación, los ad-  
ministradores coloniales podían ser bastante agresivos al saber cuántas personas estaban  
presentes en una comunidad. Más información en: Noble Cook, “Visitas, censos y otras fuen-  
tes de información demográfica”, Fuentes documentales para los estudios andinos 1530-1900, Vo-  
lumen 1, editado por Joanne Pillsbury, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica  
del Perú, Lima, 2016, pp. 241-246.  
38 Visitas a Cajamarca, [1571-78] Las visitas a Cajamarca 1571-72/1578, Volúmenes 1-2, editado por  
María Rostworowski de Diez Canseco e Isabel Remy, Instituto de Estudios Peruanos, Lima,  
1
3
992, vol. 1: pp. 298-299, 323, 384, 392, 415; vol. 2: pp. 30, 44, 71, 137, 157, 221, 238, 258, 272,  
13, 439, 448.  
3
9 Aquiles Pérez, 1960, Quitus y Caras. Publicación del Instituto Ecuatoriano de Antropología y  
Geografía, Quito, pp. 242-243. Waldemar Espinoza Soriano, “Los mitmas Huayacuntu en  
Quito o guarniciones para la represión armada, siglos XV y XVI”, Revista del Museo Nacional,  
vol. 41, pp. 352, 356.  
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188  
Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
riosamente, un fragmento de borde de cerámica Cajamarca fue en-  
40  
contrado en Cochasquí en la Pirámide E por el Grupo Ecuador.  
En 1573, Cochasquí era conocido por su tambo y tienda. Ade-  
más, el capitán Diego de Sandoval mencionó específicamente la vi-  
sita a un tambo llamado Chazi (también deletreado Chizi), en medio  
41  
de Otavalo y Cochasquí. Este habría sido un tambo menor y enca-  
42  
jaría bien con el sistema de los Inkas de espaciar los tambos. Es pro-  
bable que este tambo estuviera situado cerca de los lagos del cráter  
de Mojanda-Fuya Fuya. Ese mismo año, se hizo hincapié en que el  
4
3
ganado y la yegua se alojaban en Cochasquí. El año de 1573 fue  
también cuando se confirmó reciente fallecimiento de Antón Diez.  
La viuda María de Salazar volvió a casarse poco después con Alonso  
de Aguilar, un afamado hidalgo y hermano del conquistador Diego  
González Rengel.44  
A fines de la década de 1570, la menguante población de Co-  
chasquí estaba dividida entre los pueblos vecinos de Malchingui, al  
45  
oeste, y Tocachi, al este. Sin embargo, esto no refleja la realidad de  
las poblaciones que aún vivían alrededor de la hacienda y trabajaban  
46  
allí. Esta reducción es particularmente notable ya que pocas comu-  
4
4
4
0 Uwe Schönfelder, “Análisis de la cerámica fina del tipo Panzaleo-Cosanga y hallazgos me-  
nores”, Excavaciones en Cochasquí, Ecuador, 1964-1965, editado por Udo Oberem y Wolfgang  
Wurster, Verlag Philipp von Zabern, Mainz Am Rhein, 1989, p. 212.  
1 Bernaldino de Cisneros, [1573] “Organización de los tambos de la jurisdicción de Quito”,  
Libro de cabildos de la ciudad de Quito: 1573-1574, editado por Jorge A. Garcés G., Archivo Mu-  
nicipal de Quito, Quito, 1934, pp. 91-92.  
2 Los tambos eran alojamientos importantes del Tawantinsuyu que se espaciaban a una dis-  
tancia que equivaldría a un viaje de un día a pie en el Qhapaq Ñan. Los tambos fueron muy  
importantes como lugares de descanso para las élites del imperio. Posteriormente, la admi-  
nistración colonial española se apropió de este sistema para su propio uso de infraestructura.  
Más información del sistema de tambos y el Qhapaq Ñan en: John Hyslop, The Inka Road  
System, Academic Press, Orlando, 1984.  
4
3 Grupo Ecuador documentó arqueológicamente restos de vacas y caballos de la época colonial  
española en los estratos superiores de varias partes del sitio monumental de Cochasquí. Con-  
sulta Udo Fritz y Uwe Schönfelder, “New Results concerning the Integration Period in the  
Northern Highlands of Ecuador”, Institute of Archaeology Bulletin, no 23 (1987), p. 145, Tabla  
4.  
4
4 Anónimo, [1573] “La cibdad de Sant Francisco del Quito”, Relaciones Geográficas de Indias, Vo-  
lumen 3, editado por Marcos Jiménez de la Espada, Tipografía de los hijos de M. G. Hernán-  
dez, Madrid, 1897, pp. 71, 76.  
45 Pablo Herrera, Apuntes para la historia de Quito, Juan Campuzano, Quito, 1874, p. 17.  
6 “Los funcionarios del virrey se desplegaron por las provincias con instrucciones de consolidar  
4
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189  
nidades al norte de Quito fueron sometidas a las reducciones espa-  
ñolas que forzaron la reubicación total de muchas comunidades in-  
dígenas en la Real Audiencia de Lima.47 Para dar una idea del  
tamaño de la población y de su potencial laboral, la revisión de las  
fuerzas de trabajo de la mita colonial española secuestrada de una  
comunidad puede ser una buena indicación de la correlación del ta-  
maño de la población. El 24 de abril de 1583, el Alcalde Ordinario  
Pedro de Castro reclutó a 533 trabajadores para proyectos de agri-  
cultura y construcción. Estas comunidades eran de entre el norte de  
Quito hasta Ibarra. De las antiguas sedes de los Cara, las cifras pue-  
den ser reveladoras: 250 personas de Otavalo, 40 de Caranquí, 20 de  
Cayambe y 10 de Cochasquí.48  
María de Salazar murió en 1585, y Alonso de Aguilar perdería  
algunas de sus posesiones territoriales, controlando Cochasquí y Tul-  
cán; perdió Píllaro, pero ganó Puéllaro cerca de Cochasquí, todo lo  
49  
cual estuvo a su cargo durante los años 1591 a 1593. Para dar más  
indicios de la disminución de la población de Cochasquí, la enco-  
mienda de Cochasquí sólo tenía 103 tributarios en 1591, mientras que  
la comunidad vecina de Puéllaro tenía 239. Los otros antiguos cen-  
tros de poder Cara tuvieron un número mucho mayor de tributarios,  
50  
como Cayambe con 480 y Otavalo con 2.011.  
En 1586, Gerónimo Puento, el cacique de Cayambe, afirmó que  
sus antepasados gobernaron sobre los Cayambe, Otavalo, y Cochas-  
los pequeños asentamientos en otros más grandes, trazar calles y lotes para casas, y obligar  
a más de un millón de campesinos a reubicarse. Los nuevos pueblos, o reducciones, debían  
tener una cuadrícula de calles cuadrilátera uniforme que rodeara una plaza central y una  
iglesia, gobernadas por hombres indígenas que ocuparan cargos y títulos municipales espa-  
ñoles. … Incluso mientras se trazaban nuevas calles y posiciones de liderazgo, las reduccio-  
nes se construyeron sobre las instituciones existentes de los andinos, que los españoles creían  
que eran la creación de los sabios reyes incas. Y, tácita o explícitamente, muchas de los asen-  
tamientos aldeas sobrevivieron junto a los nuevos pueblos.” En: Jeremy Ravi Mumford, Ver-  
tical Empire: The General Resettlement of Indians in the Colonial Andes, Duke University Press,  
Durham, 2012, pp. 1-2. Traducido por los autores.  
4
7 Ibídem, p. 137.  
48 Frank Salomon, “Don Pedro de Zámbiza, un varáyuj del siglo XVI”, Cuadernos de Historia y  
Arqueología, no 42 (1975), pp. 296-297.  
4
9 Javier Ortiz de la Tabla Ducasse, Los encomenderos de Quito, 1534-1660: Origen y evolución de  
una elite colonial. Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1993, pp. 104-105.  
0 Ibídem, p. 34, Cuadro 4.  
5
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190  
Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
5
1
quí. A lo largo del colonialismo español temprano, no era infre-  
cuente que los caciques regionales con mayor poder político, en vir-  
tud de los acuerdos coloniales, intentaran inflar sus posesiones y  
promover sus reivindicaciones (aunque sólo fueran de carácter his-  
tórico), a veces como medio de represalia contra sus rivales. Como  
Cochasquí era una mera sombra de lo que fue, parece poco probable  
que Puento hiciera esta pretensión en un intento de consolidar los  
recursos o la mano de obra de Cochasquí en sus posesiones. En su  
lugar, esto puede haber sido un intento, por parte de Puento, de re-  
apropiarse del legado de Cochasquí para promover su propio pres-  
tigio. Tal vez el primer ejemplo de lo que se convertiría en una táctica  
común a través de la época colonial española hasta la actualidad.  
En 1600, Malchingui está incluido en la lista de la Orden de  
San Francisco, quienes eran los encargados de la misionización cris-  
tiana local. En 1627, Malchingui vuelve a figurar en la lista y Tocachi  
se incluye por primera vez, siendo ambos reinscritos en 1631. El pue-  
blo de Cochasquí no se menciona específicamente y es probable que  
52  
pertenezca a una de estas comunidades más grandes. La disminu-  
ción del tamaño de la población de Cochasquí se insinúa aún más  
en 1615, cuando Guaman Poma señaló que el tambo de Cochasquí  
no poseía una población real asociada a él (representado por un cír-  
53  
culo hueco) (Figura 1). Guaman Poma rastreó los tambos a lo largo  
de la línea principal del Qhapaq Ñan, y localmente indicó que había  
poblaciones importantes (representado con el símbolo de una casa)  
54  
en Guayllabamba, Otavalo, y Caranquí. El siguiente tambo sin po-  
5
5
5
1 Gerónimo Puento, [1586] “Probanza de servicios de don Gerónimo Puento cacique principal  
del pueblo de Cayambe”, Documentos para la historia militar, Volumen 1, Casa de la Cultura,  
sQuito, 1974, pp. 27, 29, 35.  
2 Doctrinas en la Real Audiencia de Quito, [1570-1640] Primeras Doctrinas en la Real Audiencia  
de Quito: 1570-1640, editado por Hugo Burgos Guevara, Ediciones Abya-Yala, Quito, 1995,  
pp. 104, 189, 219.  
3 Felipe Guaman Poma de Ayala, [1615] Nueva corónica y buen gobierno. Institut d’ethnologie,  
Paris, 1936, Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfica, Subdirección General de Coor-  
dinación Bibliotecaria, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Gobierno de España,  
Madrid, p. 1085 [1095].  
5
4 Más información de la interpretación de la sistema de Guaman Poma, consulta: Antonio  
Fresco González, Ingañan: La red vial del imperio inca en los Andes ecuatoriales, Banco Central  
del Ecuador, Quito, 2004, pp. 153-155.  
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191  
blación local es el de Yahuarcocha, lugar de la masacre perpetrada  
por los Inkas.  
En 1645, numeraciones del Repartimiento de Otavalo, indica-  
55  
ban que un ayllu de Cochasquí residía en Cotacachi, lo cual invoca  
la idea de los Cochasquí huyendo de los Inkas a través de Mojanda-  
Fuya Fuya para refugiarse entre las comunidades aliadas. Los miem-  
bros de la comunidad tenían una variedad de apellidos, aunque  
algunos apellidos regionales eran similares a los de los Cochasquí  
56  
desplazados en Cajamarca, tales como Cuchiqui y Cuchiquillin. La  
población local de Cotacachi tenía dos ayllus, quizás como resultado  
del proceso Inka de dividir a las comunidades en hanan (mitad su-  
perior de una unidad) y hurin (mitad inferior de una unidad). Un  
ayllu de Cotacachi tenía 272 personas, mientras que el otro tenía 358;  
por lo tanto, su población combinada era de 630. El ayllu de Cochas-  
quí en Cotacachi tenía una población de 497 personas, muy cerca del  
total de la población real de Cotacachi en ese entonces. El pueblo de  
Cotacachi tenía una población de 1.866 habitantes, por lo que los Co-  
tacachi y Cochasquí constituían casi dos tercios de la comunidad.5  
Al otro lado de Mojanda-Fuya Fuya, en 1655, Manuel Freire (también  
pronunciado Freile) de Zamora estableció el mayorazgo de Cochas-  
quí y fue el regidor de las haciendas de Cochasquí así como de Ota-  
7
58  
valo y Villa. La familia Freire mantendría el control de Cochasquí  
hasta la época de la independencia. La hacienda se encuentra justo  
al suroeste y cuesta abajo del núcleo del sitio monumental de Co-  
chasquí. Estos antiguos y poderosos espacios espirituales de monu-  
mentalidad indígena fueron secuestrados para ser una fuente de  
beneficios agrícolas para la élite colonial española.  
5
5 Andrés de Sevilla, [1645] Numeraciones del Repartimiento de Otavalo, Volúmenes 1-2, editado  
por Juan Freile Granizo, Instituto Otavaleño de Antropología, Otavalo, 1981, vol. 1: pp. 290-  
3
23.  
5
6 Ibídem, vol. 1: p. 84; vol. 2: p. 43  
5
7 Karen Powers, Indian Migration and Sociopolitical Change in the Audiencia of Quito, Tesis de Doc-  
torado, Department of History, New York University, New York, 1990, p. 450, Tabla 30.  
8 Libro de Cabildos de Ibarra, [1648-59] Libro de cabildos de la Villa de San Miguel de Ibarra: 1648-  
5
1658, editado por Jorge A. Garcés G., Quito, Archivo Municipal de Quito, Quito, 1948, p. 275.  
Francisco M. Compte, Varones ilustres de la orden seráfica en el Ecuador, desde la fundación de  
Quito hasta nuestros días, Volumen 1, Imprenta del Clero, Quito, 1885, p. 265.  
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192  
Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
Finalmente, la capacidad de réplica del funcionamiento de la  
memoria o decir de las tradiciones es una importante fuente de  
poder entre las élites coloniales, así como particularmente en los des-  
cendientes de los Inkas. La conquista Inka de Cochasquí fue conme-  
morada por las élites Inka, quiteños y hispo-mestizos hasta bien  
entrado el colonialismo español. Uno de los espectáculos de danza  
ritual más destacados fue la celebración, en 1631, en Quito por el na-  
cimiento del hijo del rey Felipe IV, Baltasar Carlos, un siglo después  
59  
de la conquista española. Peculiarmente, la masacre de Yahuarco-  
cha fue un pasado devastador del que las élites locales parecen ha-  
berse distanciado, tal vez debido a la mayor prominencia de la  
población Caranquí. Sin embargo, los descendientes de los Inkas, a  
1
.650 km de distancia, en Cuzco, representaban la Batalla de Yahuar-  
cocha a través de la danza, con una de sus representaciones más des-  
tacadas durante la beatificación, en 1610, del padre Ignacio de  
Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.  
60  
Cochasquí en el mapa: Los avances de la cartografía regional y la  
Misión Geodésica Francesa  
El cartógrafo holandés Willem Janszoon Blaeu representó el  
61  
Virreinato del Perú en el Atlantis Appendix en 1630. Aunque Blaeu  
nunca visitó los Andes, recopiló su información cartográfica y la ubi-  
cación geográfica de las ciudades a partir de una gran variedad de  
fuentes. Su mapa de los Andes no debe considerarse geográfica-  
mente exacto según los estándares modernos ni actuales. Pese a que  
Blaeu se centró en el litoral occidental, su disposición de las ciudades  
del interior y de la cordillera de los Andes describe con precisión las  
posiciones relativas de los lugares importantes. En especial, repre-  
5
9 Diego Rodríguez Urban de la Vega, [1631] “Relación de las célebres y famosas fiestas”, An-  
tología de prosistas ecuatorianos, Volumen 1, editado por Pablo Herrera, Imprenta del Gobierno,  
Quito, 1895, pp. 126.  
6
0 Anónimo, [1610] “Relación de las fiestas que en la Ciudad del Cuzco se hicieron por la Bea-  
tificación del Bienaventura de Padre Ignacio de Loyola”, Los orígenes del periodismo en el Perú:  
De la relación al diario, 1594-1790, editado por Carlos Alberto Romero, Librería e Imprenta  
Gil, Lima, 1940, p. 18.  
61 Willem Janszoon Blaeu, “Peru”, Atlantis Appendix, Willem Janszoon Blaeu, Amsterdam, 1630.  
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193  
senta a Cochasquí, entre Guayllabamba y Otavalo (Figura 2). Su se-  
cuencia general de ciudades puede indicar que estaba utilizando a  
Cieza de León como su fuente principal. El trabajo de Blaeu fue pos-  
teriormente copiado por otros como Ioannem Ianssonium en 1647 y  
Arnoldus Montanus en 1671.  
La Misión Geodésica Francesa (Expédition géodésique fran-  
çaise en Équateur, 1735 a 1743) constituyó un momento fundamental  
en la historia de la cartografía y las ciencias y un momento excep-  
cionalmente importante en la historia de Ecuador, ya que este pro-  
yecto atrajo la atención internacional hacia la región. Durante esa  
misión, miembros del equipo visitaron Cochasquí. El astrónomo Pie-  
rre Bouguer señaló su ubicación al sur de Mojanda-Fuya Fuya y que  
allí había una hacienda de un hombre llamado “Emanuel Frayré” (es  
decir, otro Manuel Freire, descendiente del anteriormente mencio-  
nado Manuel Freire). Bouguer, en compañía de uno de los líderes de  
la expedición, Charles-Marie de La Condamine, utilizó Cochasquí  
como uno de sus puntos de triangulación. Bouguer utilizó específi-  
camente el término “la Tola de Cochesqui” como punto de medición  
geográfica, aunque nunca indica de forma concluyente qué tola uti-  
lizó. Bouguer se refirió a “Cochesqui sobre una Tola o antiguo Sepulcro  
62  
de los Indios”. Bouguer indica que el extremo norte de su meridiano  
6
3
en Cochasquí se realizó al 20 de marzo de 1740. En otro ejemplo  
algo más problemático del reconocimiento gradual por parte de los  
europeos de la importancia arqueológica de las tolas, los capitanes  
españoles que acompañaban a la expedición francesa, Jorge Juan y  
Antonio de Ulloa, ilustrarían los montículos funerarios y los posibles  
artefactos encontrados en ellos, una guía para los aspirantes a hua-  
64  
queros europeos. Bouguer utilize convenientemente una tola para  
una observación astronómica del cenit de Orión en el fin de 1742,  
aunque nunca insinuó ni relacionó que las tolas tuvieras funciones  
astronómicas más allá de la comodidad de una gran superficie plana  
65  
para utilizar en la observación de las estrellas.  
62 “…Cochesqui sur une Tola ou ancien Sépulchre d’Indiens…”, en: Pierre Bouguer, La figure de la  
terre, Charles-Antoine Jombert, Paris, 1749, pp. 114-115.  
3 Ibídem, p. 228.  
6
6
4 Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Relación Histórica del Viage a la América Meridional: Primera  
Parte, Volumen 2, Antonio Marín, Madrid, 1748, pp. 624-625.  
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Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
Louis Godin, otro miembro del equipo, incluyó a Cochasquí  
en su borrador de mapa que famosamente detalló todos los puntos  
de triangulación de sus medidas cartográficas y de sus líneas de vi-  
66  
sión asociadas (Figura 2A). La Condamine seña que la tola de Co-  
chasquí fue utilizada para triangular puntos entre Tanlahua (aproxi-  
madamente 15 km al oeste) y Oyambaro (aproximadamente 30 km  
al sur) (Figura 4).67  
Desafortunadamente, Cochasquí no fue considerado lo sufi-  
cientemente importante como para incluirla en el mapa finalizado  
por Pedro Vicente Maldonado, el famoso colaborador ecuatoriano  
6
8
de la Misión Geodésica Francesa. El mapa de Maldonado clara-  
mente representa Malchinguí, Tocachi, Mojanda, y Otavalo, pero Co-  
chasquí no se encuentra en ninguna parte. Por fortuna, La Conda-  
mine ilustró el pueblo de Cochasquí, su punto de señalización en la  
tola no revelada, así como los lugares próximos de Tocachi, Malchin-  
gui, y el complejo volcánico Mojanda-Fuya Fuya (Figura 5).6  
9
Durante este tiempo, el acceso a la vertiente sur de la Mojanda-  
Fuya desde Quito no siempre fue una tarea fácil. Hubo una serie de  
cruces de puentes sobre el Río Guayllabamba y el Río Pisque. Uno  
de los medios más famosos para cruzar el río Guayllabamba era la  
tarabita, como el cruce de Alchipichí documentado por Juan y Ulloa.  
La tarabita era una sola cuerda sostenida por un fuerte poste con una  
rueda a cada lado del río. A este montaje se le acopló una hamaca  
7
0
para trasladar mercancías, personas y animales. Este método de  
transporte adquirió cierta fama internacional entre los apasionados  
6
6
6
5 Bouguer registró varias mediciones en Cochasquí entre el 29 de noviembre de 1742 y el 2 de  
enero de 1743, en: Pierre Bouguer, La figure de la terre, Charles-Antoine Jombert, Paris, 1749,  
pp. 270-271.  
6 Louis Godin, Pierre Bouguer, y Charles-Marie de La Condamine, Méridienne de Quito et côtes  
du Pérou aux environs de l’Equateur, déterminées astronomiquement et géométriquement, Paris,  
1746.  
7 Charles-Marie de La Condamine, Mesure des trois premiers degrés du méridien dans l’hémisphère  
austral, Imprimerie Royale, Paris, 1751, pp. 36-37, Tabla 8.  
6
6
8 Pedro Vicente Maldonado, Carta de la Provincia de Quito y de sus adjacentes… Paris, 1750.  
9 Charles-Marie de La Condamine, Journal du voyage fait par ordre du roi, à l’Equateur, servant  
d’introduction historique à la mesure des trois premiers degrés du méridien, Imprimerie Royale,  
Paris, 1751, pp. 20-21.  
7
0 Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Relación Histórica del Viage a la América Meridional: Primera  
Parte, Volumen 2, Antonio Marín, Madrid, 1748, pp. 577-578.  
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195  
de la Misión Geodésica Francesa, como el economista italiano Conde  
71  
Gian-Rinaldo Carli de la República de Venecia.  
Cochasquí: Desde la Independencia española hasta 1932  
Durante la independencia, Cochasquí protagonizó insólita-  
mente otro momento de la historia. Charles Eloi Demarquet, que fue  
un destacado ayudante de campo de Simón Bolívar, pasó por la Ha-  
72  
cienda Cochasquí el 12 de julio de 1823. Si bien se trata de un mo-  
mento en el tiempo, el camino elegido indica el punto destacado de  
la ruta que Cochasquí todavía mantenía. Sin embargo, a finales del  
siglo XIX aumentaron los informes sobre la precariedad de la trave-  
sía de Mojanda-Fuya y sus diversos cruces de ríos, lo que podría in-  
dicar una disminución del uso y un creciente aislamiento de los  
principales centros de población.  
En 1876, el horticultor francés Édouard André cruzó con éxito  
Mojanda desde Otavalo, llegó al río Pisque, e intentó cruzar un  
puente de piedra en ruinas y sólo consiguió que se derrumbara par-  
73  
cialmente y sumergiera parte de su caravana. En 1880, el explora-  
dor inglés Edward Whymper se aventuró desde Otavalo a Mal-  
chingui. Durante el descenso de Mojanda-Fuya Fuya a Malchinguí,  
perdió una mula que cayó por la ladera de la montaña debido a un  
camino pedregoso degradado; milagrosamente, la mula después fue  
encontrada viva. Whymper observó: “Hay una pequeña posada en Mal-  
chingui, pero entre ese lugar y Otavalo no hay, creo, una sola casa”.  
Whymper publicó un mapa que hizo de los lugares que visitó; mien-  
tras que Malchingui y Otavalo están claramente marcados, Cochas-  
74  
quí no aparece por ningún lado. Por encima de Cochasquí, todavía  
7
1 Conde Gian-Rinaldo Carli, [1779] “Carta XX: Epílogo de los principios fundamentales del  
gobierno de los Incas diferente de todos los otros…”, Cartas americanas dirigidas por el Conde  
Gian-Rinaldo Carli a su sobrino El Marqués de Pietra-Pelosa desde el año de 1777 al de 1779, tradu-  
cido por D. Fernando Pimentel, Imprenta de D. Mariano de Zúñiga y Ontiveros, México D.F.,  
1821, p. 76.  
7
2 Charles Eloi Demarquet, [1823] “1141. Original. A los Comandantes de las tropas, del parque,  
ó al Edecan de S. E. el Libertador, Felipe Álvarez, que vienen por el camino de la hacienda  
de Cochasqui, Guayabamba, 12 de Julio de 1823”, Memorias del General O’Leary, Volumen 20:  
Documentos, editado por Simon B. O’Leary, Imprenta de El Monitor, Caracas, 1883, p. 194.  
3 Édouard André, “L’Amérique Équinoxiale: 1875-1876”, Le Tour du Monde, vol. 45, no 1 (1883),  
pp. 379, 381.  
7
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se pueden ver restos de un camino pavimentado en las laderas su-  
periores del sur de Mojanda-Fuya Fuya, así como corrales de tierra  
cuadrangulares, tal vez indicios de los esfuerzos coloniales Inka y/o  
españoles tempranos.75  
A finales del siglo XIX, se empiezan a ver las primeras men-  
ciones de los recursos culturales de Cochasquí. Durante la histórica  
Exposición Colombina de 1892 llevada a cabo en Madrid, se expuso  
una gran variedad de artefactos precolombinos de todo Ecuador, in-  
cluidos los de las provincias de Pichincha e Imbabura. Walter Hough  
señaló que se estaban extrayendo artefactos de Cochasquí.7  
Antes de que Max Uhle visitara Cochasquí, más de 40 años  
antes se le encargó la revisión de una serie de artefactos de Ecuador  
para el Museo de Etnología de Leipzig, Alemania. Uno de los arte-  
factos más singulares que estudió fue una cabeza de azadón de cobre  
6
7
7
de Cochasquí. El azadón (Figura 6A) era una hoja triangular do-  
blada que se trabajaba a partir de una lámina metálica duradera. La  
cabeza en sí tiene 15 cm de longitud. Un análisis de la composición  
de los metales reveló que el azadón tiene 96.4% Cu, 1.6% Zn, 1.4%  
Fe, 0.5% Pb, y 0.08% Co + Ni. Uhle también incluyó lo que parece  
ser un raspador de obsidiana, de 2,6 cm de longitud, encontrado en  
Mojanda-Fuya Fuya (Figura 6B). Todavía hay un debate sin resolver:  
si Mojanda-Fuya presentó una fuente de obsidiana viable como las  
78  
fuentes cercanas de Mullumica y Callejones. Este azadón era muy  
79  
conocido en Ecuador y fue detallado por Federico González Suárez,  
74 Edward Whymper, Travels Amongst the Great Andes of the Equator, John Murray Printing, Lon-  
don, 1892, pp. 284-286, 284n1.  
7
5 Ryan Scott Hechler et al., “Proyecto Arqueológico Cochasquí-Mojanda: Avances Prelimina-  
res”, presentado en el Auditorio del Centro de Investigaciones de la Memoria y el Patrimo-  
nio, Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, Quito, 1 de septiembre de 2016.  
6 Walter Hough, “Ancient Central and South American Pottery, in the Columbian Historical  
Exposition at Madrid, in 1892”, Report of the United States-Commission to the Columbian Histo-  
rical Exposition at Madrid, 1892-93, with Special Papers, Government Printing Office, Washing-  
ton, D.C., 1895, p. 361.  
7
7
7
7
7 Max Uhle, Kultur und Industrie südamerikanischer Völker, Volumen 1, A. Asher, Berlín, 1889, pp.  
60, 62, Lám. 24, Fig. 24.  
8 Ludovic Bellot-Gurlet et al., “Obsidian provenance studies in Colombia and Ecuador: Obsi-  
dian sources revisited”, Journal of Archaeological Science, no 35 (2008), pp. 276, 281-283.  
9 Federico González Suárez, Los aborígenes de Imbabura y del Carchi, Volumen 1, Tipografía y En-  
cuadernación Salesiana, Quito, 1908, p. 92.  
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que lo llamó un hacha, y René Verneau y Paul Rivet, quienes como  
Uhle lo denominaron un azadón.80  
En 1892, González Suárez documentó tres estatuillas de cerá-  
mica rotas, procedentes de Cochasquí (Figura 6C-E). Él solo señala  
que “fueron encontrados en algunas tolas, que se abrieron en el territorio  
81  
de Cochasquí.” En 1914, Jacinto Jijón y Caamaño documentó y fue  
el primero en fotografiar una serie de artefactos (Figura 6F-N) de Co-  
chasquí, aunque nunca se menciona su procedencia exacta. Jijón y  
Caamaño documentó una estatuilla de cerámica, un silbato, varios  
adornos corporales y vasijas de cerámica, incluidos los vasos trípo-  
des, icónicos de la región, del Período de Integración Tardío. Jijón y  
Caamaño fue además el primero en publicar un dibujo de una pirá-  
82  
mide de Cochasquí. Y es aquí donde comienza la historia arqueo-  
lógica moderna de Cochasquí.  
Avanzar para mirar hacia atrás  
En diciembre de 1932, Max Uhle llegó a la Hacienda Cochas-  
quí (Figura 7) para investigar el famoso sitio monumental. Por des-  
gracia, el hacendado había decidido desviar la adyacente quebrada  
Tenerías directamente a través del centro de la Pirámide G para des-  
pojarla de posibles tesoros. Se hizo un daño irreparable, cuyas cica-  
trices abiertas continúan erosionándose hasta el día de hoy. Los  
restos de cientos de humanos, artefactos y restos arquitectónicos fue-  
ron revelados a través de esta acción, mucho de los cuales se han per-  
didos o destruidos. La única opción para Uhle era realizar un estudio  
83  
de rescate arqueológico. Sin embargo, estas repercusiones del co-  
8
8
8
0 René Verneau y Paul Rivet, Ethnographie ancienne de l’Équateur, Gauthier-Villars, Paris, 1912,  
pp. 282, 327.  
1 Federico González Suárez, Historia General de la República del Ecuador: Atlas arqueológico ecua-  
toriano, Imprenta del Clero, Quito, 1892, pp. 154-155, Lám. 35, Figs. 1-3.  
2 Jacinto Jijón y Caamaño, Contribución al conocimiento de los Aborígenes de la Provincia de Imbabura  
en la República del Ecuador, Blass y Cía, Madrid, 1914, pp. 95, 106-107, 110, 129-130, 138-140,  
1
4
45, 148-149, 294-295, 321-322. Figura 3F-N de Lám. 13, Fig. 2; Lám. 17, Fig. 4; Lám. 40, Fig.  
; Lám. 42, Fig. 1; Lám. 41, Figs. 4, 2; Lám. 24, Figs. 2-3; Lám. 32, Fig. 1.  
8
3 Max Uhle, “Die Ruinen von Cochasquí”, Ibero-amerikanisches Archiv, vol. 7, no 2 (1933-34),  
pp. 127-134.  
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lonialismo y los desarrollos en curso de la arqueología moderna tem-  
prana merecen una discusión mucho más profunda de lo que se  
puede proporcionar aquí y se explorará en próximos artículos.  
Las pirámides y montículos de Cochasquí se transformaron  
rápidamente de espacios de culto a un lugar de servidumbre donde  
las comunidades indígenas fueron obligadas a cultivar y arar su pro-  
pio paisaje sagrado. La ubicación intencional de una hacienda espa-  
ñola en un conocido centro monumental no fue un accidente. Es un  
signo del poder colonial sobre las formas de vida y ontologías indí-  
genas. Sabemos que Cochasquí fue arado profundamente. El Grupo  
Ecuador ha señalado que el arado ocurrió a una profundidad mí-  
nima de 0,4 m. También que se construyeron zanjas artificiales per-  
pendiculares a las laderas descendentes de Mojanda-Fuya Fuya para  
mitigar la erosión; la profundidad de estas zanjas oscilaba entre 0,4  
y 1,2 m aproximadamente. Para evocar mejor la intensidad de estas  
intrusiones agrícolas, cabe señalar que el Grupo Ecuador documentó  
7
0 hallazgos aislados (tumbas, ofrendas de vasijas y rasgos varios)  
84  
de actividades agrícolas en el transcurso de un año (1964-65), por  
lo que lo encontrado en los más de 400 años anteriores puede dejarse  
a la especulación.  
Conclusión  
A través de los elementos presentados a lo largo de este texto,  
se puede evidenciar como el sitio arqueológico Cochasquí se man-  
tuvo de distintas formas como un lugar estratégico a lo largo de su  
historia. También se puede constatar a tráves de los registros etno-  
históricos, cómo, de alguna forma, constituyó inicialmente un centro  
socio político cuya complejidad se evidencia actualmente en el tipo  
de arquitectura y composición espacial, hasta su absorción en el Ta-  
wantinsuyu durante la invasión y su posterior apropiación espiritual  
y su eventual desprecio por parte de los españoles.  
84 Jürgen Wentscher, “Hallazgos de depósitos, tumbas y objetos aislados (lugares de hallazgo  
1-70)”, Excavaciones en Cochasquí, Ecuador, 1964-1965, editado por Udo Oberem y Wolfgang  
Wurster, Verlag Philipp von Zabern, Mainz Am Rhein, 1989, p. 105.  
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La exhaustiva revisión de los documentos etnohistóricos pre-  
sentados permite reconocer la permanencia de Cochasquí en los re-  
gistros coloniales españoles, no solamente a partir de su ubicación  
geográfica en relación con el complejo volcánico Mojanda-Fuya  
Fuya, sino también a través de los documentos acerca de la organi-  
zación poblacional y el uso del espacio con distintos objetivos, como  
los mencionados usos de tambo y el posterior desarrollo de la pro-  
ducción agrícola.  
De igual forma, a través de los distintos personajes de la época  
colonial española, se refleja también toda la variedad de interaccio-  
nes que se mantenían alrededor del sitio. Resaltan, por ejemplo, el  
establecimiento de distintos tipos de poder a través de la gobernanza  
de áreas específicas, el mestizaje y la convergencia de las poblacio-  
nes, algunas de las cuales ya estaban reubicadas en la época del Ta-  
wantinsuyu en las áreas clave alrededor de Cochasquí. En este  
aspecto, fuentes del inicio de la colonia sirven como una referencia  
clave para determinar el tipo de potencial económico reflejado en los  
tributos, pero también el proceso que derivó en un declive reflejado  
a través de una evidente reducción de la población como producto  
del sistema mitmaq de movilización poblacional implementado ya  
en la conquista Inka.  
Sin duda, las distintas representaciones cartográficas permiten  
identificar las asociaciones realizadas con respecto al sitio y su im-  
portancia a nivel regional, e incluso señalar las veces en que este fue  
omitido de los registros. Las investigaciones que tuvieron lugar en  
Cochasquí, como la visita de la Misión Geodésica Francesa, permite  
además señalar detalles como el apellido de los herederos de la ha-  
cienda que aún permanecían en posesión del área, así como las aso-  
ciaciones realizadas con respecto a la existencia de estructuras  
monumentales.  
Visitas de distintos investigadores, así como la referencia al  
material arqueológico exhibido en Madrid, hasta la visita de Max  
Uhle, cambian por completo el panorama acerca del sitio y el inicio  
de las investigaciones cuando la época colonial había terminado.  
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Desde el inicio de Cochasquí, hubo la creación de espacios sa-  
grados, tal vez inspirados por la devastadora actividad volcánica,  
sólo para ser secuestrados por los Inkas y luego para ser despejados  
para los esfuerzos agrícolas de las élites españolas demasiado entu-  
siastas y sus descendientes, para finalmente ser transformados en  
un parque protegido por el gobierno casi 450 años más tarde. Co-  
chasquí es más que un momento, es una suma de experiencias de  
creatividad, desastre, opresión y resiliencia. Con esto en mente, la  
historia de Cochasquí y sus herederos no está representada por un  
momento estático vivido por víctimas indefensas que fueron some-  
tidas a una brutal derrota por parte de los conquistadores imperiales  
inkas y españoles, sino la continuación dinámica de un gran legado  
de resiliencia y revitalización en el que las nuevas historias se gene-  
ran a partir de las antiguas.  
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Figura 1. Detalle del tambo de Cochasquí (Cocheque) por Guaman Poma, 1616  
(cortesía de la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfica del Gobierno de España).53  
Fuente: https://bvpb.mcu.es/iberoamerica/es/consulta/registro.do?control=BVPBB20170009771  
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Figura 2. Detalle del contexto de Cochasquí (Cochequi) por Willem Blaeu, 1630  
(cortesía de David Rumsey Map Collection, David Rumsey Map Center, Stanford Libraries).  
Fuente: https://www.davidrumsey.com/luna/servlet/detail/RUMSEY~8~1~286003~90058521  
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Figura 3. Detalle de la triangulación de Cochasquí (Cochesqui), Tanlahua  
Tanlagua) y Oyambaro (Oyambarro) en el mapa por Louis Godin et al., 1746.  
Fuente: http://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb40763119b  
(
Figura 4. Información de triangulación de Cochasquí (Cotcheſqui), Tanlahua  
Tanlagoa) y Oyambaro. La tabla está condensada y editada  
(
a partir de la lista completa de Charles-Marie de La Condamine, 1751  
Fuente: https://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb307090749  
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Figura 5. Detalle de la zona de Cochasquí por Charles-Marie de La Condamine, 1751  
5: Volcán Cotacachi cubierto de nieve); 16: Volcán Mojanda; 17: Yanaurco de Volcán  
1
Mojanda; Æ: Malchingui, Parroquia; k: Señal de Cochasquí (Cotchesqui); Z: Cochasquí  
(
Cotchesqui) lugar de observación astronómica, al norte del Meridiano;  
AA: Tocachi anexo de Malchingui (traducido por los autores).  
Fuente: https://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb30709075n  
Estas imágenes son cortesía de la Bibliothèque nationale de France y la licencia abierta de Etalab.  
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Figura 6. Los primeros artefactos publicados de Cochasquí;  
no se conoce ninguna de las procedencias específicas de estos artefactos.  
Ilustraciones de Max Uhle, A-B) azadón de cobre de Cochasquí  
y lítica de obsidiana de Mojanda-Fuya Fuya. Ilustraciones deFederico González  
Suárez, C-E) estatuillas de cerámica rotas de Cochasquí. Fotos de Jacinto Jijón  
y Caamaño, F-N) artefacto F, estatuilla de cerámica rota, G silbato potencial,  
H posible colgante, I-K adornos corporales, L-M ejemplos de la icónica vasija  
trípode de los Cara y N, vasija de cerámica.  
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Figura 7. A) La casa principal de la Hacienda Cochasquí (B-Ec gv: Cochasquí 1).  
B) Trabajadores indígenas de la Hacienda Cochasquí (B-Ec ge/b: Indianer 1)  
.
Fotos por Max Uhle, 1932; cortesía del Ibero-Amerikanisches Institut, Berlín, Alemania.  
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La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Scott, Hechler; Prat,Will;  
Chávez Andrea," Cochasquí, 1532 a 1932: 400 años de resiliencia  
histórica ", Boletín de la Academia Nacional de Historia, vol. C,  
Nº.208-A, julio – diciembre 2022, Academia Nacional de Historia,  
Quito, 2020, pp.179 - 214