BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen C Nº 208-A  
Julio–diciembre 2022  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen C  
Nº 208-A  
Julio–diciembre 2022  
Quito–Ecuador  
Vida académica  
GUAYAQUIL EN LA GEOPOLÍTICA LIBERTARIA1  
Paco Moncayo Gallegos2  
Introducción  
Uno de los temas importantes en la teoría geopolítica es el  
del ciclo vital de los Estados. Su estudio inició, en el siglo XVIII con  
un enfoque biológico, característico de los primeros tratadistas de  
esta materia, que lo comparaban con el de los seres vivos. Posterior-  
mente, los análisis se realizaron más bien con una orientación histó-  
rica, política y jurídica. Lo cierto es que, mucho de lo que ha sucedido  
en la vida de los Estados está íntimamente ligado con las condiciones  
de su creación: el territorio y sus recursos, la posición geográfica, los  
Estados vecinos, la presencia de potencias hegemónicas regionales  
o globales y tantas otras circunstancias. Existen muy bien fundamen-  
tados estudios de las desventajas de los países que nacieron luego  
de largos períodos de coloniaje o de otros surgidos por efecto de de-  
rrotas militares, como el caso de Irak, antes, parte del desaparecido  
Imperio Otomano y del pueblo kurdo repartido entre cinco Estados  
por ignorancia, prepotencia o desidia de los expertos ingleses y fran-  
ceses en temas de fronteras en el siglo XIX.  
Por las razones citadas, el presente trabajo se enfoca en un  
período temporal crucial para el nacimiento de los Estados que sur-  
1
2
Este artículo fue publicado en la Revista Interamericanos, Cuarta edición especial Bicentenario  
de la Batalla de Pichincha, 24 de mayo 2022. Ver en: https://issuu.com/iadcecudaro/docs/in-  
teramericanos_04/s/15531663 (26-10-2022). Este artículo en la edición del Boletín A.NH tiene  
varias modificaciones y añadiduras.  
Licenciado y doctor en Ciencias Internacionales por el Instituto de Posgrado de la Universidad  
Central del Ecuador, docente en Historia del Derecho Territorial Ecuatoriano y Geopolítica,  
de ese Instituto; de Geopolítica, Seguridad y Defensa y Estrategia de la Universidad de las  
FF.AA.; miembro de la Academia Nacional de Historia y de la Academia de Historia Militar.  
Fue jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, diputado nacional, parlamentario  
latinoamericano y alcalde del Distrito Metropolitano de Quito; autor de, entre otros libros:  
Fuerzas Armadas y sociedad, Cenepa, Poder y seguridad, Poder y conflicto, Espacio y poder  
y, Seguridad y defensa en la historia ecuatoriana.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
342  
Vida académica  
gieron luego de la independencia de los virreinatos del Perú y Santa  
Fe de Bogotá; momento que corresponde también a las negociaciones  
y frágiles acuerdos alcanzados entre los líderes patriotas para unir  
sus esfuerzos en contra de las tropas de la Metrópoli, a la vez que  
dilucidaban sus desacuerdos sobre el futuro de los pueblos liberados.  
Fue entonces cuando se gestaron los conflictos territoriales centena-  
rios que iniciaron al momento mismo de convertir los límites colo-  
niales en fronteras territoriales entre los nuevos Estados.  
El tema central de la presente investigación se centra en las  
agudas contradicciones y conflictos entre Colombia y Perú sobre el  
asunto “Guayaquil” que, como se podrá observar en el relato, estu-  
vieron a punto de dar al traste con la Campaña libertadora organi-  
zada para independizar a Quito, capital de la Real Audiencia. El  
trabajo inicia con una breve reseña histórica del derecho colonial  
sobre estos ricos y prósperos territorios; se ocupa luego de los esfuer-  
zos insistentes del Virreinato de Perú por tomar el control de los mis-  
mos; continúa con la disputa abierta entre Bolívar y San Martín por  
incorporarlos a sus países y, finalmente, se centra en los efectos de la  
contienda en la campaña comandada por Sucre que culmina con la  
espléndida victoria en las faldas del volcán Pichincha. El tema bélico  
sirve, entonces, solamente como un telón de fondo en el proceso geo-  
político de América del Sur y sus relaciones internacionales.  
El relato se ha nutrido, particularmente, de la rica correspon-  
dencia entre los líderes de ambas partes del conflicto, sus informes  
y otros documentos, así como de la opinión de destacados historia-  
dores.  
Contexto Histórico  
La Metrópoli organizó el territorio, para su mejor adminis-  
tración civil en Virreinatos, Presidencias, Gobernaciones y Capitanías  
Generales. Las Audiencias contaban con límites definidos y autono-  
mía administrativa y podían ser virreinales, pretoriales o subordina-  
das; sus funciones eran judiciales y gubernativas. Normalmente  
estaban conformadas por varias gobernaciones.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
343  
Vida académica  
El 4 de mayo de 1493, el Papa Alejandro, emitió una bula  
para repartir áreas de influencia entre los reyes católicos a partir del  
trazado de un meridiano que dividía el planeta entre las dos poten-  
cias de la época. A España le correspondió la parte occidental, “…  
perpetuamente, a voz y a los reyes de Castilla y León, vuestros herederos y  
sucesores”.3  
Desde la última parte del siglo XVII Inglaterra inició una  
campaña por el control de las líneas de comunicaciones marítimas y  
para obligar a España a abrir sus colonias al comercio internacional  
que comenzaba a dominar. Entre 1739 y 1748 en el siglo XVIII se en-  
frentaron Gran Bretaña y España en una guerra que se desarrolló es-  
pecialmente en el área del Caribe. A partir de 1742, el conflicto  
armado hizo parte de la guerra de Sucesión Austriaca. El resultado  
4
en el teatro de guerra americano fue favorable a los españoles.  
Años después, en 1756, inició la Guerra de los 7 Años que  
enfrentó a Gran Bretaña, Portugal, Prusia y otros Estados alemanes,  
contra Francia, Austria, España, Suecia, Nápoles, Piamonte-Cerdeña  
y Rusia (que posteriormente cambió de bando). El centro de la dis-  
puta fue la rivalidad entre Francia y Gran Bretaña por el control del  
comercio mundial y el dominio de las colonias americanas y de la  
India. Triunfó la alianza liderada por Gran Bretaña y terminó el con-  
5
flicto con la firma del Tratado de París en 1763. Carlos III de España  
(1759-1788) firmó con Francia, el 15 de agosto de 1761, el tercer pacto  
de familia y participó en la última fase de esta guerra. La consecuen-  
cia fue la pérdida de La Florida a manos del Reino Unido y la Colo-  
nia de Sacramento a favor de Portugal. Recibió, en cambio, Luisiana  
y la devolución del puerto de La Habana y la ciudad de Manila, ocu-  
padas durante la guerra. Los hechos narrados ponen de manifiesto  
3
4
Federico Trabuco, Tratados de Límites de la República del Ecuador, editorial Pío XII, Ambato, 1970,  
Bula Papal 1493  
Paula Wyka, Diana Zaragozá, La guerra de la oreja de Jenkins, 15-10-2017. Ver en:  
https://www.omniamutantur.es/wp-content/uploads/1739-oreja-de-jenkins-Trabajo-histo-  
ria.pdf (27-10-2022)  
5
José Cepeda Gómez, “La dinámica internacional”, Cuaderno monográfico, N°70, Ministerio de  
Defensa, Madrid, 2015, pp-15-16. Ver en: https://armada.defensa.gob.es/archivo/mardigi-  
talrevistas/cuadernosihcn/70cuaderno/cap01.pdf (26-10-2022). Ver también: Rubén Ygua, La  
Guerra de los siete años: 1756-1763, Independently Published, 16 abr 2021  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
344  
Vida académica  
la preponderancia geopolítica alcanzada por el Océano Atlántico y  
explican las razones de la Corona para reorganizar sus territorios co-  
loniales americanos.6  
Inicialmente, todos los territorios del continente americano,  
conquistados por los españoles se organizaron solamente con dos  
virreinatos: el de Nueva España (México) y el de Perú: La Real Au-  
diencia de Quito, creada el 29 de agosto de 1563, era una más entre  
las del Virreinato peruano. Así transcurrieron dos siglos, durante los  
cuales las minas americanas sustentaron el desarrollo europeo. Pos-  
teriormente, el emergente poder británico intentó apoderarse de  
áreas de alto valor estratégico en el Caribe y el mar del Plata, obli-  
gando a grandes cambios en la organización territorial de las colo-  
nias con la creación del Virreinato de Nueva Granada que se  
organizó definitivamente en 1739, incluyendo los territorios de Quito  
y Panamá, y el Virreinato del Río de la Plata en 1776.  
La poderosa Inglaterra inició una política agresiva orientada  
especialmente a romper el monopolio del comercio que mantenía Es-  
paña con sus colonias americanas, atacando directamente o a través  
de corsarios sus puertos y líneas de comunicaciones. En esas circuns-  
tancias, sobre la base de un informe de la Junta de Fortificaciones de  
América, sobre la defensa de las Colonias, el 7 de julio de 1803, el  
Rey puso el gobierno militar de Guayaquil bajo el Virreinato de  
Lima. Inmediatamente, el Virrey del Perú, Marques de Avilés, pre-  
tendió abrogarse el mando total, provocando el reclamo del Barón  
de Carondelet, Presidente de la Real Audiencia de Quito. El Consejo  
de Indias le dio la razón en 1807.7  
Con ocasión de la revolución quiteña de 1809 el Virrey de  
Lima, Marqués de la Concordia asumió toda la jurisdicción militar,  
civil, de hacienda y judicial de Guayaquil provocando nuevos recla-  
mos. Un informe de Francisco de Requena al Consejo de Indias, ase-  
gurando que la Provincia de Guayaquil, en asuntos civiles, militares,  
6
7
José Cepeda Gómez, La dinámica…op. cit.  
Paco Moncayo, “Guayaquil en la Historia”, Boletín Academia Nacional de Historia Militar, N°11,  
Academia Nacional de Historia Militar, Quito, 2020, pp.69-70. Ver en: http://www.asocid-  
ecuador.com.ec/wp-content/uploads/2020/12/boletin-11-Independencia-de-Guayaquil.pdf  
(27-10-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
345  
Vida académica  
de hacienda y judiciales estuvo siempre sujeta a la Audiencia de  
Quito, condujo a que el Rey aclare en 1819 que el control de Lima  
era solamente en materia de defensa.8  
Para entonces la guerra de la independencia se había gene-  
ralizado. En 1819, la victoria de José Antonio Páez sobre Morillo, en  
Las Queseras del Medio, abrió las puertas para que Bolívar, que  
había sido nombrado Presidente de Venezuela por el Congreso de  
Angostura, inaugurado el 15 de febrero de 1819, pueda, luego de su  
épico cruce de los Andes, ocupar Tunja y vencer a las fuerzas realis-  
tas en las batallas del Pantano de Vargas y Boyacá, el 25 de julio y el  
7
de agosto respectivamente, para ingresar victorioso a la capital vi-  
rreinal, el 10 de agosto de 1819. Posteriormente, el Congreso de Cú-  
cuta, reunido entre el 30 de agosto y 3 de octubre de 1821, creó la  
Gran Colombia, unificando el Virreinato de Santa Fe con la Capitanía  
9
General de Venezuela, en un solo Estado.  
En el sur, el general San Martín creó un ejército en Mendoza,  
cruzó los Andes con dirección a Chile y obtuvo la victoria de Chaca-  
buco, el 12 de febrero de 1817, con la ayuda de Bernardo O’Higgins.  
En cambio, los realistas lograron las victorias de Talcahuano, en oc-  
tubre del mismo año, y de Cancha Rayada, en marzo de 1818.  
Cuando intentaron capturar Santiago, fueron derrotados por los pa-  
triotas, el 5 de abril de 1818, en la decisiva batalla de Maipú con la  
10  
que se consolidó la independencia de ese país.  
En septiembre de 1820, San Martín, con tropas de Argentina  
y Chile, arribó a Pisco, desde donde envió delegados a la Conferencia  
de Miraflores, planteando al virrey Joaquín de Pezuela evitar más  
derramamiento de sangre y aceptar la independencia del Perú. La  
respuesta fue, obviamente negativa. Mientras San Martín acercaba  
sus tropas a Lima, el general Álvarez de Arenales derrotó a los re-  
alistas en la batalla de Cerro de Pasco y el jefe de la escuadra chilena,  
Tomás Cochrane, capturó en el puerto de Callao el buque Esmeralda.  
8
9
Federico Trabuco, op. cit., Real Orden, 1819  
Augusto Mijares: Prólogo y Manuel Pérez Vila: compilación, notas y cronología, Doctrina del  
libertador. Simón Bolívar, Fundación Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1985 pp. 330-365  
0 Jaime Bel Ventura, España en América. El blog, General Public License, editor Lulu, 31 de mayo  
de 2012, pp. 311-335  
1
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
346  
Vida académica  
San Martín ocupó Lima el 9 de julio de 1821 y proclamó la indepen-  
dencia del país, el 28 de ese mismo mes.11  
Guayaquil independiente  
En el Pacífico Sur, Guayaquil había logrado convertirse en  
una ciudad y puerto de gran importancia para la región. La abun-  
dancia de maderas útiles para la construcción y su ubicación estra-  
tégica, permitieron que floreciera, en esta urbe, uno de los astilleros  
más grandes e importantes de América, en el siglo XVII. “El astillero  
nació con Guayaquil. Todo lo tenía a la mano: las mejores maderas del  
mundo para resistencia, flotación flexibilidad y largura… (y) el arte mismo  
de los nativos habilísimos constructores de canoas, piraguas, balsas insu-  
12  
mergibles y más seguras y vastas que el arca de Noé…”  
Según Pedro de Valencia, cronista del rey Felipe III: “La fá-  
brica de navíos es continua, y se hacen desde 102 hasta 600 toneladas… (Se  
paga) al maestro mayor 2 mil reales cada mes y una o dos botijas de vino;  
13  
los oficiales ganan 3 y 4 pesos cada día”.  
De este modo, Guayaquil se convirtió, como asegura Deler:  
(…) En ‘la pieza maestra’ de la encrucijada de relaciones en los territo-  
rios sudamericanos españoles de ultramar; Guayaquil disponía de los  
astilleros más importantes de la costa sudamericana y proporcionaba  
navíos de combate y de comercio, tanto para la flota real, como para  
armadores particulares... Dos tercios de los navíos construidos en el Vi-  
rreinato del Perú provenían de Guayaquil… Así, en los siglos XVI y  
XVII, el puerto fue el punto de concentración secundaria más impor-  
tante del Perú colonial.14  
Estas afirmaciones explican la importancia concedida por  
Bolívar y San Martín a lograr que Guayaquil y su provincia se incor-  
11 Ibíd., pp. 371-374  
1
2 Franco Modesto Chávez, Crónicas del Guayaquil Antiguo, Tomo N°1, Imprenta y talleres  
Municipales, Guayaquil, 1994: 1944, p. 178  
13 Pedro de Valencia, Relaciones de Indias, Nueva Granada y Virreinato de Perú, Obras completas,  
Tomo V, Universidad de León, León-Badajos, 2001, p. 360  
14 Jean-Paul Deler, Ecuador del Espacio al Estado Nacional, Corporación Editora Nacional, Quito,  
2007, pp. 112-113  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
347  
Vida académica  
poren a los Estados que habían liberado; como también la trascen-  
dencia de su independencia, en el marco de las campañas libertarias.  
El general Jerónimo Valdez, uno de los oficiales de mayor distinción  
entre los mandos peninsulares, reconoció el gran revés que significó  
para la causa española la pérdida de este estratégico puerto:  
Sin la insurrección de Guayaquil no se habría perdido el resto de Quito  
como también no se habrían perdido las fragatas Prueba y Venganza y  
no habría dejado de ser batida, si obligada a reembarcarse, la expedi-  
ción de San Martín, muy luego que desembarcó. No obstante de los  
desaciertos del que mandaba a los españoles, que sin la pérdida de  
Guayaquil no habrían sido tantos ni tan crasos, porque no habrían sido  
tan grande su atolondramiento y confusión y por consiguiente tan ge-  
neral la desconfianza de los que obedecían. Fueron tan extraordinarios  
los esfuerzos que se tuvieron que hacer en los años 21, 22, 23, 24, como  
fueron precisos para paralizar las consecuencias de la pérdida de Gua-  
yaquil (...)15  
Consta en el Acta de Independencia de Guayaquil que:  
(
...) que habiéndose declarado la Independencia por el voto general del  
pueblo, al que estaban unidas todas las tropas acuarteladas, y debién-  
dose tomar en su consecuencia todas las medidas que conciernen al  
orden público en circunstancias que éste necesita del auxilio de los  
principales vecinos… Se acordó igualmente que se expidiesen dos ex-  
presos a los ayuntamientos de Quito y Cuenca, poniendo en su noticia  
la nueva forma de gobierno y operaciones, conducentes a la indepen-  
dencia general de América, y que esta providencia se extienda a todos  
16  
los pueblos de esta jurisdicción por el Señor Jefe Político.  
El 8 de noviembre se reunió, en el Ayuntamiento de la ciu-  
dad, el Colegio Electoral en el que participaron 58 diputados, 16 por  
la ciudad de Guayaquil y los demás por las poblaciones de la Pro-  
vincia, entre ellas: Babahoyo, Machala, Santa Elena, Montecristi, Ji-  
pijapa, Chone y Puná. En este cónclave se proclamó el nacimiento  
del nuevo Estado conocido como ‘Provincia Libre de Guayaquil’ y se  
15 Enrique Muñoz Larrea, Relación que hace D.Ramón Martínez de Campos sobre la Revolución del 9  
de octubre de 1820, A.N.H, Quito, 2010, pp. 29-30  
16 Museo Municipal de Guayaquil  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
348  
Vida académica  
designó una Junta de Gobierno conformada con José Joaquín de Ol-  
medo como presidente, Rafael Jimena encargado de asuntos milita-  
res, Francisco María Roca de asuntos político-civiles y Francisco de  
Marcos y Crespo, de la Secretaría.  
El día 11, fue aprobado el ‘Reglamento Provisorio Constitucional  
de Guayaquil’. En el Artículo 1 consta: “La Provincia de Guayaquil es  
libre e independiente; su religión es la Católica; su gobierno es elec-  
tivo; y sus leyes, las mismas que regían últimamente en cuanto no  
se opongan a la nueva forma de gobierno establecida. El Artículo 2  
reza que: “La Provincia de Guayaquil se declara en entera libertad para  
unirse a la grande asociación que le convenga de las que se han de formar  
en la América del Sur”; mientras que el Artículo 9 dispone: “En cual-  
quier peligro de la Patria, el Gobierno, de acuerdo con el Jefe Militar, con-  
sultará la seguridad pública”; y, el artículo 10: “Desde la edad de dieciséis  
años nadie estará libre del servicio militar, cuando lo pida la seguridad y  
defensa del país”.17  
Sucre en Guayaquil  
Bolívar, preocupado por asegurar para Colombia, el estraté-  
gico puerto de Guayaquil y su región, parte del Virreinato de Santa  
Fe, pero ambicionado por el Perú, envió al general Antonio Morales  
para asegurar la incorporación del nuevo gobierno a Colombia.  
Llegó con 1000 fusiles, 50.000 cartuchos, 8.000 piedras de chispa, 500  
sables y 200 pistolas, para armar a los patriotas guayaquileños. El 12  
de febrero de 1821, el militar colombiano logró firmar un convenio  
de cooperación y auxilios recíprocos con la Junta General de Go-  
bierno. La situación política era delicada e incierta. Morales, en carta  
a Santander, la describe así:  
(
...) vine al hermoso puerto de Guayaquil, en donde encontré un par-  
tido por el Rey, otro por la independencia absoluta de aquella provin-  
cia, otro por su agregación al general San Martín, y otro por la  
1
7 Reglamento provisorio constitucional de Guayaquil sancionado en noviembre de 1820 por  
su colegio electoral. Ver en: http://the.pazymino.com/Reglamento_Provisorio-Constitu-  
cion_Guayaquil-1820.pdf (25-10-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
349  
Vida académica  
dependencia de Colombia. Yo he sido bastante afortunado y no he omi-  
tido medio alguno para aumentar el último que lo forman los verda-  
deros patriotas, los hombres más sensatos y la parte más seria del  
pueblo.1  
8
A inicios de mayo de 1821, llegó Sucre a Guayaquil, al  
mando de un importante contingente colombiano. Era un joven ofi-  
cial de 26 años que cumplía su primera comisión como comandante  
superior de una fuerza. Lo sabía y se mostró previsivo y cauteloso.  
Desembarcó sus 700 soldados de los Batallones Albión, Santander y  
el Escuadrón Guías, en Santa Elena. Organizó su cuartel general en  
El Morro y fue a presentarse a las autoridades guayaquileñas. Co-  
nocedor de la situación, Sucre supo desplegar su característico tacto  
y amabilidad, en beneficio de la causa de Colombia.  
Varios historiadores plantean que Sucre fue como una avan-  
zada para asegurarse que esta Provincia sea parte de Colombia y  
que, posteriormente, llegaría él Libertador por mar, a fin de coman-  
dar la campaña para liberar a Quito del yugo español. Debe haber  
sido así porque, como relata Rumazo González, el vicepresidente  
Santander le había recomendado: “Usted debe tomar en consideración  
las ideas de Sucre y abandonar el proyecto de llevar ejército alguno por  
Pasto, porque siempre será destruido por los pueblos empecinados, no poco  
19  
aguerridos y siempre, siempre victoriosos”.  
Sin embargo, Bolívar no abandonó la idea de liberar primero  
Pasto para luego llegar a Quito. Sucre se refiere a la maniobra dise-  
ñada por el Libertador:  
Una combinación hecha a tanta distancia y con tantas dificultades, eje-  
cutada tan exactamente burlando con movimientos falsos las operacio-  
nes de un enemigo empeñado en obtener sobre nosotros las ventajas  
que su posición y todas circunstancias le presentaba, pudo ejecutarse  
felizmente por la gran reserva en las medidas unida a una gran delica-  
deza y exactitud en la operación.20  
1
8 Julio Muñoz, Doctrinas militares aplicadas en el Ecuador: historia y pedagogía militar, Estado  
Mayor General, 1949, p. 40  
1
2
9 Alfonso Rumazo González, Ocho grandes biografías, Italgráfica, Venezuela, 2001, p. 735  
0 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre, Archivo Metropolitano de Historia,  
DMQ, Quito, 2004, tomo I, p. 229  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
350  
Vida académica  
La finalidad de la maniobra de las fuerzas comandadas por  
Sucre era: “Llamar sobre mí una gran fuerza enemiga o de ocupar la capital  
del departamento caso que toda la que tenga la carguen hacia Pasto contra  
el Ejército Libertador”.21  
Las instrucciones de Bolívar a Sucre fueron precisas. Debía  
viajar a Guayaquil comandando una expedición de 1000 hombres  
provenientes del ejército del Cauca y “todas la armas y municiones que  
calcule necesario para armar nuevos cuerpos en las provincias a donde se  
22  
dirige”. El general Morales, que había sido el primer delegado, se  
debía subordinar a Sucre. “El general de brigada José Mires está nom-  
brado segundo jefe del general Sucre en la expedición de Guayaquil y se en-  
tenderán con él todas las prevenciones e instrucciones de esta fecha en caso  
23  
de que le suceda”. En cuanto a las relaciones con las autoridades gua-  
yaquileñas, las instrucciones eran claras:  
Después de felicitar a los gobiernos como queda dicho en el Artículo  
1
º, tratará el general Sucre que aquellas Provincias se incorporen a la  
República de Colombia conforme a la Ley Fundamental de ella...”. De-  
berá, en conferencias privadas, convencer a las autoridades de “las ven-  
tajas particulares que resultan a éste de pertenecer a una gran república  
que asegure, proteja y defienda su existencia sin ofender por esto sus  
derechos y representación política (...)24  
Una vez desembarcado, Sucre prefirió organizar su fuerza  
en la Península de Santa Elena y en El Morro. Distribuyó a sus uni-  
dades, los batallones de Infantería Santander y Albión y el escuadrón  
de Guías, de manera prudente, en varias localidades de la zona, a  
fin de recuperar la salud afectada por el viaje y continuar con el en-  
trenamiento. Luego fue a presentarse a las autoridades guayaquile-  
ñas. El 10 de mayo de 1821, escribió al general San Martín, en los  
siguientes términos:  
21 Ibíd., p. 229  
22 Rafael Ramón Castellanos, La dimensión internacional del gran Mariscal de Ayacucho, Italgráfica  
S.A, Caracas, 1998, p. 98  
3 Rafael Ramón Castellanos, op. cit., p. 98  
4 Ibíd., p. 107  
2
2
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
351  
Vida académica  
Debo aprovechar esta oportunidad para anunciar a V.E. mi venida a  
esta plaza en un transporte con trescientos soldados, de mil quinientos  
que el gobierno de la república remite al sur de Colombia para abrir  
por esta parte la campaña de Quito, de concierto con la división del  
Sur de Cundinamarca. Se me incorporarán ochocientos hombres de  
25  
esta provincia y terminado el armisticio principiaré las operaciones.  
Este mensaje contiene dos advertencias: Primera, que el go-  
bierno de la República envía una fuerza de 1500 hombres al Puerto,  
comedida forma de disuadir cualquier intento de tomarse esta es-  
tratégica ciudad, por parte de la facción favorable al Perú; y, se-  
gunda, las tropas no van a tierra de nadie, ni a un territorio en  
disputa, van al sur de Colombia, que reemplaza al Virreinato de  
Nueva Granada, al que pertenecía la Audiencia de Quito y la Gober-  
nación de Guayaquil, desde 1739. El 13 de mayo de 1821, volvió a  
escribir Sucre al general San Martín, para pedirle los refuerzos que  
necesitaba para una campaña victoriosa sobre Quito: “La Junta Su-  
perior de esta provincia me ha significado, que un cuerpo dependiente del  
ejército de V.E. que se levanta en Piura, puede cooperar muy eficazmente  
en la campaña sobre Quito, invadiendo por Loja a Cuenca, y penetrar hasta  
26  
reunirse a la división de Colombia, que marcha de este punto”. Inmedia-  
tamente le solicita el envío de un oficial a esa ciudad para que emita  
las correspondientes disposiciones y termina asegurando que:  
(...) si la victoria acompaña nuestros esfuerzos para terminarla breve,  
yo contaré entre los favores de la fortuna, la honra que podría tener en  
prestar luego mis servicios a V.E. y a los libertadores del Perú. Los co-  
lombianos verían con satisfacción orgullosa, marchar entre las filas de  
27  
los hijos de Maipó, y estar a las órdenes de V.E.  
El 15 de mayo, Sucre alcanzó la firma de un Tratado entre la  
República de Colombia y la Junta Superior del Gobierno de la Pro-  
vincia de Guayaquil. En el primer capítulo, la Junta expresa que no  
está facultada para declarar la incorporación a Colombia, pero ma-  
nifiesta que recomendará las ventajas de hacerlo a la Junta Electoral  
2
2
2
5 José Luis Salcedo-Bastardo, De mi propia mano Antonio José de Sucre, EFE, México, 1995, p. 31  
6 Ibíd., p. 35  
7 Ibíd., p. 36  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
352  
Vida académica  
de la Provincia. En el segundo, declara a la Provincia de Guayaquil  
bajo los auspicios y protección de la república de Colombia. En conse-  
cuencia, confiere todos los poderes a S.E. el Libertador Presidente para  
proveer a su defensa y sostén de su independencia y comprenderla en  
todas las negociaciones y tratados de alianza, paz y comercio que cele-  
28  
bre con naciones amigas, enemigas y neutrales.  
A cambio, Colombia pone al servicio de la libertad de Gua-  
yaquil y de todo el Departamento de Quito, sus tropas, armas, re-  
cursos y sus hijos.  
Sucre al frente del Ejército patriota  
Luego del éxito alcanzado en Yaguachi, llegó la derrota de  
la División Auxiliar del Sur en las nefastas llanuras de Huachi. El  
fracaso no arredró a la Junta de Gobierno que inmediatamente inició  
la reorganización de la División libertadora. José Joaquín de Olmedo  
demostró la grandeza de su espíritu y su visión esclarecida al ase-  
gurar que la conquista de la libertad sin grandes sacrificios es “un  
delirio desmentido en cada página de la Historia”. Así, Guayaquil,  
lejos de perderse en lamentaciones, responde al fracaso organizando  
inmediatamente un contingente de 700 voluntarios y realiza amplias  
colectas de dinero para equiparlos.  
Llegó entonces a Montecristi el Batallón colombiano ‘Paya’,  
compuesto por 500 efectivos, 150 de ellos veteranos. Con este Bata-  
llón llegó el coronel Diego Ibarra, edecán del Libertador, con una  
carta para San Martín. También arribó con la flotilla de Cochrane una  
goleta mercante, procedente de Callao, con 1.500 fusiles. Adicional-  
mente, el 12 de diciembre, se firmó el contrato final, para que vinie-  
sen del Perú 1.000 hombres, a órdenes del coronel Santa Cruz, con  
29  
los que se esperaba contar a fines de diciembre.  
El 27 de noviembre arribó a Guayaquil el coronel venezolano  
Tomás de Heres, comandante del Batallón Numancia, y el 28 se pre-  
28 José Luis Salcedo-Bastardo, op. cit., p. 37  
29 Luis Andrade Reimers, Sucre en el Ecuador, Corporación Editora Nacional, Quito, 1995, pp.  
66-67  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
353  
Vida académica  
sentó a Sucre y le entregó un documento signado por jefes y oficiales  
de aquella unidad, solicitándole vehementemente su deseo de incor-  
porarse a la campaña liberadora de Quito. Sucre, deseoso de forta-  
lecerse con uno de los batallones más experimentados, escribió a San  
Martín solicitándole el envío de esa fuerza, pero él decidió enviar a  
los batallones Piura y Trujillo, además de los escuadrones Granade-  
ros de los Andes y Cazadores del Perú. Entonces, Sucre envió al pro-  
pio coronel Heres a Piura, para conocer las condiciones en que se  
encontraban esas unidades. El Batallón Trujillo contaba con 600 efec-  
tivos, 140 de ellos veteranos; el Piura con 300, 50 veteranos; el Caza-  
dores de Perú con 200, todos reclutas; y, el escuadrón Granaderos  
con 200 veteranos.30  
Mientras esto sucedía del lado de los patriotas, el ejército de  
los españoles recibía un refuerzo de 700 hombres, pertenecientes a  
los Batallones Cataluña y Tiradores de Cádiz, que llegaron con el  
nuevo Virrey de Santa Fe y capitán general de la Presidencia de  
31  
Quito, Juan de la Cruz Mourgeón.  
Como se ha explicado antes, como telón de fondo de todos  
los acontecimientos que se relatan, se encuentra la disputa de Perú  
y Colombia por Guayaquil, una pieza fundamental en los proyectos  
políticos de las dos naciones. Todavía se encontraba Sucre en el  
Puerto, cuando llegó una embajada de San Martín, compuesta por  
el general Francisco Salazar, el general cuencano José de la Mar y el  
coronel argentino Manuel Rojas (secretario). Traía Salazar una carta  
para Sucre, enviada por el general Juan Antonio Álvarez de Arenales,  
muy cercano al general San Martín, anunciándole del envío de tropas  
de Piura y Trujillo, y un escuadrón argentino de Granaderos. Sucre  
le respondió que sería un honor para él participar, a sus órdenes, en  
la campaña de liberación de Quito. En el mismo sentido, escribió a  
Bernardo Monteagudo: “Se me ha dicho particularmente que el señor ge-  
neral Arenales vendrá a esta expedición; siendo él más graduado que yo, to-  
mará el mando de las tropas al reunirse, y nos será lisonjero que este ilustre  
32  
jefe conduzca nuestros estandartes a la victoria”.  
3
3
3
0 Ibídem., p. 92  
1 Andrade Reimers, op. cit, p .68  
2 Alfonso Rumazo González, op. cit., p.749  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
354  
Vida académica  
El gobierno de Guayaquil recibió a Salazar y La Mar con es-  
pecial deferencia, especialmente por las vinculaciones del segundo  
con principales familias de la ciudad. También el general Sucre,  
acompañado de su plana mayor, presentó un saludo de bienvenida  
a los ilustres representantes del gobierno del Perú. José Joaquín de  
Olmedo organizó una recepción en honor a la legación peruana, en  
su domicilio. Mientras se desarrollaba el acto social, se produjo el le-  
vantamiento, a favor de Colombia, del Batallón de Infantería Venga-  
dores que protegía la ciudad. Los militares se apoderaron del parque  
e intentaron tomar posesión del cuartel de Artillería, pero fueron re-  
chazados y tuvieron que abandonar la ciudad. Al mismo tiempo, la  
Municipalidad de Portoviejo se pronunció por Colombia. Sucre que  
se encontraba en plena preparación de la campaña para liberar a  
Quito, actuó con extrema prudencia y habilidad para evitar que la  
situación se torne más peligrosa. La Junta de Gobierno, en cambio,  
nombró a La Mar como Comandante de Armas de Guayaquil. El go-  
bierno del Perú concedió al General cuencano el grado de Gran Ma-  
riscal. El 2 de enero de 1822, empeñado todavía en liberar el Cauca,  
Bolívar escribió a Olmedo exigiéndole:  
(
...) el inmediato reconocimiento de la República de Colombia, porque  
es un galimatías la situación de Guayaquil. Mi entrada en ella en tal  
estado, sería un ultraje para mí y una lesión a los derechos de Colom-  
bia...Usted sabe, amigo, que una ciudad con un río no puede formar  
una nación... sería el señalamiento de un campo de batalla para dos Es-  
tados belicosos que lo rodean... Tumbes es límite del Perú y, por consi-  
33  
guiente, la naturaleza nos ha dado Guayaquil (...).  
Mientras Sucre administraba, de la manera diligente y expe-  
rimentada, la preparación de la campaña, el 12 de enero San Martín  
encargó el mando al Marqués Torre Tagle para viajar a Guayaquil.  
Firmó un Decreto en el que señalaba: “Voy a encontrar al libertador de  
Colombia. Los intereses generales del Perú y Colombia, la enérgica termi-  
nación de la guerra que sostenemos y la estabilidad del Destino, a que con  
34  
rapidez se acerca la América, hacen nuestra entrevista necesaria”. Ade-  
3
3
3 Alfonso Rumazo González, op. cit., p.753  
4 Ibíd., p.755  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
355  
Vida académica  
más, dispuso, a la Junta de Gobierno, entregar el mando de las tropas  
a La Mar, e informó en el mismo sentido a Sucre que rechazó esta  
maniobra. Igual lo hizo Olmedo, con los siguientes argumentos:  
El nombramiento de La Mar para el mando de la División quizá podrá causar  
un efecto contrario al que nos proponemos todos... Estas reflexiones nos han  
hecho acordar que se suspenda el cumplimiento de la resolución de usted hasta  
que, impuesto de todo esto y de los nuevos riesgos que nos amenazan, tome  
35  
usted una medida grande, eficaz y poderosa.  
Vientos de guerra  
El 20 de enero había salido Sucre de Guayaquil, rumbo hacia  
Quito. La ruta seleccionada fue: Guayaquil, Naranjal, Puerto Bolívar,  
Machala, Pasaje, Yulug, Saraguro, y Oña, a donde estaba planificado  
llegar el 10 de febrero.  
El 27 de enero, San Martín embarcó hacia Guayaquil, arribó  
a Huanchaco a donde llegó un buque con carta de Olmedo, en la que  
le informaba de la misiva de Bolívar, exigiendo el reconocimiento de  
la República de Colombia y que pronto llegará a Guayaquil con 2000  
hombres. Esa información forzó su inmediato regreso a Lima, donde  
reunió el Consejo de Gobierno, al que propuso declarar la guerra a  
Colombia. Los argentinos Monteagudo y Alvarado se opusieron a  
esta irreflexiva propuesta. Entonces, San Martín dispuso que las tro-  
pas del coronel Santa Cruz se dirijan a Guayaquil o regresen a Piura.  
Monteagudo ordenó a La Mar: “Mandar a retirar a todo trance la divi-  
sión del general Santa Cruz al punto que U.S.I. tenga por conveniente, para  
sostener con energía la independencia absoluta de Guayaquil... emplee usted  
todas las fuerzas que están puestas a sus órdenes en apoyo a la espontánea  
36  
deliberación del pueblo”. Bolívar, que estaba al tanto de estos proble-  
mas, le escribió a Santander:  
(...) debo hacer presente que si en el último resultado nos creemos au-  
torizados para emplear la fuerza en contener al Perú en sus límites, en  
hacer volver a entrar Guayaquil en los de Colombia, es también mi opi-  
3
3
5 Alfonso Rumazo González, op. cit., p. 755  
6 Ibíd., p. 756  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
356  
Vida académica  
nión que debemos emplear esta fuerza lo más prontamente posible,  
precediendo antes las negociaciones más indispensables y empleando  
al mismo tiempo la política más delicada...”. Pero expresó de manera  
enfática su decisión de defender los derechos de Colombia: “La con-  
ducta del Gobierno de Colombia ha seguido la misma marcha que V.E.,  
pero al fin, no pudiendo ya tolerar el espíritu de facción, que ha retar-  
dado el éxito de la guerra y que amenaza inundar en desorden todo el  
sur de Colombia, ha tomado definitivamente la resolución de no per-  
mitir más tiempo la existencia de una Junta que es el azote del pueblo  
37  
de Guayaquil y no el órgano de su voluntad.  
El 5 de febrero, Sucre se encontraba ya en Yulug. El día 6 es-  
cribió a Juan Illingrot: “Ayer llegué aquí y di gracias a Dios de que esta-  
mos fuera de la maldita montaña; se nos ha enfermado alguna gente, pero  
38  
muy poca… Le informa que adelantó tropas montadas al mando  
del coronel Ibarra a tomar contacto con el enemigo para hostigarlo y  
obligarle a dar combate; que considera que los españoles no saben  
de sus movimientos y calcula sus fuerzas en 1000 hombres de los ba-  
tallones Aragón y Constitución además de unos pocos elementos  
montados. El día 9 llegó Sucre a Saraguro, donde se detuvo en espera  
de la División peruana, compuesta por patriotas peruanos, chilenos,  
argentinos y alto-peruanos. El propio coronel Andrés de Santa Cruz  
había nacido en el Alto Perú, actual Bolivia.  
El día 10 de febrero, recibió carta del coronel Santa Cruz, in-  
formando de su llegada a Loja. El 15 de febrero, llegó la División  
peruana. Sucre informó al ministro de la guerra sobre la situación:  
El día 9 a las cuatro de la tarde ocupé este punto y dos horas después em-  
pezaron a entrar que lo hicieron por secciones hasta ayer y que con las nues-  
tras forman en el día una fuerza de 1.700 hombres disponibles... Quedan  
39  
en Loja de la división del Perú 300 hombres más”.  
De Saraguro continuó la marcha hacia Cuenca. Se encontraba  
la ciudad defendida por una fuerza de 950 efectivos, comandada por  
el coronel Tolrá que decidió no empeñarse en combate decisivo e ini-  
ciar un repliegue retardando el mayor tiempo posible el avance de  
3
3
3
7 Ibíd., p. 772  
8 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre …op. cit., p 227  
9 Ibíd., p.229  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
357  
Vida académica  
los patriotas hacia Quito. Por esta razón, cuando Sucre llegó a  
Cuenca, el 21 de febrero de 1822, la ocupó sin necesidad de disparar  
un solo tiro.  
Sucre en Cuenca  
Una vez en Cuenca Sucre comenzó a organizar el gobierno  
de la Región y a fortalecer las unidades para continuar la campaña  
hacia Quito. Designó gobernador del Azuay al coronel Heres y le  
dispuso, inmediatamente, proveer a la División de caballos, mulas,  
vestuario, alpargatas y otros medios. En su informe el gobernador  
dice: “Pude establecer la proveeduría, una maestranza bastante arreglada  
en que se rehabilitó el armamento. Se hicieron fornituras y vestuario para  
la División; pude dar sus haberes a los Cuerpos... Presenté al señor general  
Sucre, en menos de un mes, quinientos reclutas pedidos y cuatrocientos ca-  
4
0
ballos”. Adicionalmente, con recursos llegados de Loja, organizó  
una fuerza de 500 plazas, con el nombre de ‘Batallón del Sur’, que  
puso al mando de Francisco Eugenio Tamariz, para la defensa de la  
ciudad.  
Durante su estadía en Cuenca, Sucre emitió un decreto de  
contenido verdaderamente transformador: Incorporó a los indios  
como ciudadanos de la República de Colombia, eliminó el oprobioso  
impuesto que debían pagar al Estado. Organizó también la función  
judicial y expidió varias disposiciones fiscales para un mejor manejo  
de la Hacienda pública.  
La dedicación al cumplimiento de estas fundamentales res-  
ponsabilidades, no le hizo perder, en un solo momento, la perspec-  
tiva político–estratégica de la misión que se le había encomendado.  
Sobre el tema de Guayaquil, advirtió el 25 de febrero al ministro pe-  
ruano Tomás Guido:  
(
…) pienso que es del interés de los gobiernos limítrofes impedir las  
disensiones de aquella provincia, que siendo el complemento natural  
del territorio de Colombia, pone al Gobierno en el caso de no permitir  
jamás se corte de nuestro seno una parte por pretensiones infundadas.  
40 Édison Macías, Historia General del Ejército Ecuatoriano, Tomo I, CDEHE, Quito, 2009, p. 58  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
358  
Vida académica  
Tal consentimiento será un ejemplo de disolución social para la Repú-  
blica, y para los países limítrofes, en que este ejemplo fatal iba cun-  
diendo el año anterior, si el gobierno de ese Estado no hubiese tenido  
la sabia energía de cortarlo. Persuadidos de los nobles sentimientos del  
gobierno del Perú, nos prometemos que empleará su poderoso influjo  
para ayudarnos a conciliar los partidos que agitan a Guayaquil, con-  
centrar las opiniones y restablecer el orden, que desea la parte sana de  
la provincia (…)41  
Posteriormente, el 28 de febrero, escribe al Libertador Simón  
Bolívar:  
Mi general  
Estoy observando una conducta en el gobierno del Perú que no es clara  
ni franca (…) el general San Martín el 3 de enero me escribe que vienen  
las tropas a mi disposición y que el coronel Santa Cruz no tiene otras  
instrucciones que hacer lo que yo disponga en la campaña de Quito.  
El 24 me dice el ministro de guerra de Lima que viene el general Are-  
nales y viene también un oficio muy consejero sobre Guayaquil que le  
he contestado con moderación, pero haciéndole saber que no presenté  
un oficio para pensar en nuestros intereses. El 31 no pudiendo venir el  
general Arenales, me dicen que viene el general La Mar. En fin tienen  
un embrollo que no me gusta, y yo para acabar todas las pretensiones  
les he dicho que por las órdenes que he recibido del gobierno mis ope-  
raciones militares son obligatorias, y que cualquiera general más anti-  
guo o graduado que venga a la división se sujetará a la dirección que  
yo dé a la guerra, como exclusivamente encargado por Vd. (…) Les he  
indicado también que Colombia no renunciará a la exigencia de la in-  
42  
corporación de Guayaquil, y en fin he tocado esto ligeramente.  
Le anuncia también que ha enviado disposiciones al batallón  
Numancia para que, si el Perú retiraba a su división, se trasladen a  
ponerse a sus órdenes para continuar la campaña. El día 28 de fe-  
brero, escribió al general Arenales, presidente del Departamento de  
Trujillo:  
4
4
1 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre …op. cit., p. 235  
2 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre …op. cit., p. 241  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
359  
Vida académica  
Las tropas de Perú y de Colombia se conducen con una unión íntima  
y estrecha. Hermanos y amigos se lisonjean con orgullo de haber unido  
sus estandartes. El señor coronel Santa Cruz es incesante en el trabajo  
y me he hecho un deber de pedir al gobierno de Colombia una memo-  
ria al celo conque este jefe se ha esmerado en el servicio. Al levantar  
nuestros Pabellones sobre las torres de Quito el Perú, su gobierno, sus  
tropas y V. S. que tan poderosamente ha ayudado a nuestra empresa,  
43  
merecerán nuestra tierna gratitud (…).  
El 15 de marzo informó a Santander que para fines de marzo  
dispondrá la División de 2.200 infantes al menos y 400 caballos y que  
con esta fuerza se encontrará para moverse hacia el Norte una vez  
que lo disponga Bolívar.  
La campaña en peligro  
En ese complicado ambiente se preparaban las fuerzas liber-  
tadoras para iniciar la campaña de Quito, cuando, a finales de marzo,  
el coronel Santa Cruz anunció a Sucre haber recibido instrucciones  
de San Martín, para que se retire con sus fuerzas a Lima, con el ar-  
gumento de que la Capital del Perú se encontraba en grave peligro.  
Alarmado por la noticia, Sucre escribió, el 30 de marzo, al coman-  
dante de las tropas peruanas:  
No sólo he sentido, sino que me ha sorprendido la nota oficial de V.S.  
de hoy. La retirada de los cuerpos del Perú de esta división en circuns-  
tancias en que todo está listo para movernos el 1 de abril, en cumpli-  
miento de la combinación dictada por el Libertador en virtud de la  
cooperación de estas tropas, además de arrastrar males infinitos s la  
campaña y a todas las provincias, compromete al mayor ejército de la  
república que ha costado a Colombia inmensa sangre e inmensos sa-  
crificios. El peligro que V.S. me indica, que amenaza a Lima, no debe  
ser grande cuanto las cartas que han venido el último correo inspiran  
la más entera confianza, pero suponiendo que fuera un riesgo próximo  
la división no podría ni llegarían apenas 500 o 600 hombres por las en-  
fermedades, porque siendo la mayor parte de Piura, desertarían en el  
44  
territorio y, en fin, por mil y mil razones.  
4
4
3 Ibíd., p. 243  
4 Ibíd., pp. 274-275  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
360  
Vida académica  
Le dice que retirar las tropas peruano bolivianas:  
sería preparar un descalabro a nuestro ejército; sería prolongar la gue-  
rra en América mucho tiempo; sería un ataque directo a la República;  
sería un mal grave y de trascendencia para el Perú (…) V.S. sería siem-  
pre el gran responsable ante la gran familia de América… Por tanto,  
no sólo me opongo a la retirada bajo las más serias protestas, sino que  
usando de las facultades que me ha dado el Exmo. Señor Protector del  
Perú sobre la división de V.S. al ponerla a mis órdenes, sin restricción  
alguna (como consta de las copias que tengo el honor de acompañarle),  
he dispuesto que el movimiento que continuaba el batallón Trujillo se  
lleva a efecto y que la marcha del escuadrón de Granaderos a reforzar  
los puestos avanzados para verificar más tranquilamente nuestra apro-  
ximación a Riobamba a cumplir la combinación con el Libertador se  
45  
ejecute mañana mismo, como estaba prevenido.  
En respuesta, Santa Cruz replicó que estaba obligado al  
deber de obediencia hacia su gobierno y no tenía otra alternativa  
que, en cumplimiento de la disposición recibida, abandonar Cuenca  
y trasladarse al Perú. Sucre rechazó nuevamente la posibilidad de  
que esto pudiese suceder e insistió con sus argumentos. En carta del  
31 de marzo en la mañana le dice:  
Señor coronel:  
V.S. que ha manifestado siempre su espíritu de amor a la causa general  
de América, ha reducido la existencia de su patria a la marcha de estos  
Cuerpos a Lima, que repito influirán muy escasamente en la defensa  
de esa capital, si estuviera amenazada...”. Le reclama: “En este caso,  
desprendiéndonos de cuantos derechos pudiéramos tener para exigir  
los servicios de la división de V.S., a lo menos es un deber del Perú de-  
jarnos para nuestros peligros tropas iguales en número y calidad a las  
que existen de Colombia en Lima...”. En la última parte de la misiva le  
advierte: “Es el momento de decir a V.S. que los Granaderos a Caballo  
dispuestos para marchar hoy, han sido detenidos por una orden parti-  
cular de V.S. Este suceso, y la junta de guerra celebrada en la casa de  
V.S. sin mi anuencia y consentimiento, me obliga a pedirle la observan-  
cia del orden y de la subordinación y constituir a V.S. responsable si  
me pone en caso de usar las medidas necesarias para hacer obedecer  
45 Ibídem.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
361  
Vida académica  
mis órdenes en una División que yo mando, y en unos Cuerpos que  
46  
están bajo mi dirección para despachar los expresos de su gobierno.  
Sucre no llegó a esta severa admonición sin antes haber ex-  
presado, con minuciosidad, las razones que le asistían para negarse  
a permitir la marcha de las tropas peruanas”.  
Nueva negativa a aceptar los pedidos de Sucre, por parte del  
coronel Andrés de Santa Cruz y una misiva en la noche, del general  
cumanés, con carácter de ultimátum.  
Coronel Andrés de Santa Cruz:  
V.S. ha visto hoy los partes que se han recibido de nuestros jefes avan-  
zados, y de las güerillas que obran sobre Quito; ellos no dejan duda de  
que el Libertador, cumpliendo la combinación que ha dictado, ocupa  
por el norte en principios de abril los puntos que ha indicado en sus  
órdenes, y que nosotros por el Sur debemos acercarnos a donde nos ha  
mandado para no dejar fallida la operación. Estas consideraciones más  
poderosas y cuantas pueda V. S. presentarme, hacen exigente nuestra  
marcha. Por tanto he mandado que el batallón Trujillo y el primer es-  
cuadrón de Cazadores continúen su movimiento, y que el resto de los  
Granaderos pasen a reunirse con los que están avanzados. Estos son  
los cuerpos de que yo dispondré como retribución al Numancia, cuyo  
derecho nadie puede disputarme porque está fundado en la razón, jus-  
ticia, en la utilidad reciproca en la exigencia de mi situación, en la opor-  
tunidad de las operaciones, y en cuanto pueda constituirnos en el caso  
de arrostrar todo para llevar a cabo este movimiento… Mientras va y  
vuelve la consulta podemos quizá terminar la campaña de Quito… He  
resuelto mandar un comisionado a Lima para que arregle el asunto con  
aquel gobierno.47  
La actitud a la vez amigable que enérgica terminó por lograr  
el resultado que esperaba. El 1 de abril, el coronel Santa Cruz le co-  
municó que sus tropas continuarían con la campaña y Sucre le ex-  
presó su gratitud. El 1 de abril el general colombiano Sucre escribe  
al general San Martín:  
4
4
6 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre …op. cit., p. 276  
7 Ibíd., p. 277-278  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
362  
Vida académica  
Vd. tuvo la bondad de honrarme sumamente en enero cuando puso a  
mis órdenes los cuerpos de Piura y Trujillo para la campaña de Quito;  
pero muy luego salió usted de Lima, y todo parece haber cambiado.  
Una contradicción de principios en las dos administraciones, me hace  
pensar que se ha querido perder la franqueza y la confianza, y en el  
dolor que me causa tan desagradable consideración, me queda sólo el  
consuelo que nosotros siempre unos mismos, inalterables en nuestras  
conductas, no hemos dado no sólo motivo, pero ni sospecha de que de-  
jemos de ser amigos de nuestros amigos.4  
8
Sobre el retiro de las tropas le expresa:  
Yo he creído, mi general, deber oponerme a ella porque la he calculado  
absolutamente contraria a nuestros recíprocos intereses; pues, como he  
dicho al coronel Santa Cruz, todas las órdenes tienen su aplicación por  
las circunstancias (…) Después del interés público yo no puedo ser in-  
diferente, mi general, a la falta de delicadeza en dar directamente ór-  
denes de movimiento al jefe de una división que Vd. ha puesto a mi  
49  
mando.  
Ese mismo día escribe al ministro de relaciones internacio-  
nales del Perú, informándole con absoluta franqueza de los aconte-  
cimientos provocados por la intención de retirar las fuerzas  
peruanas, asumiendo él la totalidad de la responsabilidad por el in-  
cumplimiento de la orden dada por su gobierno y liberando de cual-  
quier responsabilidad al coronel Santa Cruz. En una parte de la  
misiva asegura:  
Por fortuna estas contestaciones en nada han alterado la unión y la ar-  
monía entre nuestros jefes, oficiales y tropa, que cordialmente dedica-  
dos a destruir el enemigo no piensan sino en el término que dé la  
libertad a Quito, asegure al Perú su tranquilidad por el Norte y conso-  
lide la amistad con que la república le ofrece a sus hijos y sus más caros  
bienes para concluir luego la guerra con los españoles que opriman  
algún pueblo americano.50  
4
4
5
8 Ibíd., p. 280  
9 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre …op. cit., p. 280  
0 Ibíd., pp. 281-282  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
363  
Vida académica  
El 3 de abril Sucre informa de los acontecimientos al Liber-  
tador:  
Continuadas las turbaciones en Guayaquil a pesar de nuestro deseo de  
conciliarlas y urdidas allí y fomentadas nuevas maquinaciones contra  
nuestros intereses , ya somos autorizados para pensar siempre mal, y  
con desconfianza Así que fundado en los acontecimientos pasados y  
en la intempestiva orden de ahora que viene con otras de separar del  
mando de los cuerpos al coronel Urdaneta (hijo de Colombia), al mayor  
Lavalle amigo íntimo nuestro, indicado el relevo del mismo coronel  
Santa Cruz que se ha manifestado de nuestro afecto y, en fin, de otros  
incidentes sumamente alarmante, al tiempo de que también hemos te-  
nido cartas de Lima asegurando la tranquilidad de que gozan allí y la  
disolución progresiva del enemigo.  
Yo he juzgado que la retirada de esta División no tiene otro fin que lle-  
varla a Paita; protestar allí que se han acabado los peligros de Lima, y  
embarcarla seguidamente a Guayaquil. Allí parece que han convocado  
una junta de diputados de la provincia, en la cual el gobierno intriga  
por una declaración contra nosotros… Esta consideración me llevó a  
decir al señor coronel Santa Cruz que la división no se iba y estoy re-  
suelto a que nunca se vaya hasta que venga el Numancia en los térmi-  
nos prevenidos.  
Por otra parte al recibir las primeras comunicaciones del señor coronel  
Santa Cruz llamé a los jefes de los cuerpos del Perú (excepto uno) y  
todos me protestaron obedecer mis órdenes con tal que los cubriese  
ante su gobierno; y por tanto, las órdenes que di a los comandantes de  
51  
Granaderos y Trujillo han hecho pesar sobre mi toda responsabilidad.  
El 5 de abril escribe al general Santander una larga misiva  
informándole de los acontecimientos que ha tenido que sortear y,  
entre otros temas se lamenta:  
forzado a mantener éstas (las tropas peruanas) con excesivos sueldos  
íntegros y sin tener yo fondo alguno para nada: obligado a hacer sentir  
a los pueblos diferencia en el gobierno cuando estos no sienten sino el  
bien material y del momento, y yo tengo que exprimirle los restos de-  
solados que le dejaron los españoles para sacarle la subsistencia y pa-  
gamento de las tropas; necesitado de atraer su opinión particular hacia  
51 Ibíd., pp. 288-289  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
364  
Vida académica  
Colombia para cubrirnos en esta Provincia fronteriza de las intrigas de  
52  
Guayaquil y de las sugestiones del Gobierno del Perú (…).  
Rumbo a Pichincha  
En la misma misiva al presidente Santander, le anuncia:  
Mañana continuarán la marcha los cuerpos y yo los sigo en tres días.  
El 19 nos habremos visto con el enemigo o habremos ocupado Rio-  
bamba, cuyo punto, por su posición en el país es importantísimo. Mi  
estada aquí, 45 días ha sido muy útil. He reforzado los cuerpos; los he  
vestido; se han reposado y siempre he molestado al enemigo. De 2000  
infantes que tengo, los 1.400 son regulares y los demás así así. De 400  
caballeros, los 200 son muy buenos jinetes y soldados, aunque no he  
conseguido muy buenos caballos. Tengo además, en instrucción, 500  
reclutas que se aumentarán hasta 800 para reemplazarlos. En fin, la di-  
visión está en bonito estado, y si las órdenes tan ligadas del General  
para mis operaciones, yo podría quizá estar muy cerca de Quito (...)5  
3
El 6 de abril, escribe al ministro de Marina y Guerra, coronel  
Pedro Briceño Méndez, esta vez sobre la situación de sus fuerzas:  
El comandante Cestari con 200 hombres se encontraba ubicado en la  
retaguardia del dispositivo español, cortando sus comunicaciones con  
Quito. En las inmediaciones de Riobamba, se ubicaban el escuadrón  
Dragones con 100 efectivos, reforzado por 100 Granaderos a caballo, al  
mando del coronel Ibarra, además del Batallón Yaguachi con 260 hom-  
bres y el Batallón Trujillo con 500 efectivos. El 7 de abril, iniciaría la  
marcha el Batallón Piura con 400 hombres ‘pasables’; el 8, el Paya con  
6
00 plazas, el Albión con 200, el segundo escuadrón de Caballería, y  
cuatro piezas de Artillería. Esperaba llegar a Riobamba entre el 15 y 16  
de abril y estar en condiciones de dar batalla. Su información sobre las  
tropas realistas era que en aquella ciudad se encontraba medio Batallón  
Aragón con 400 hombres, el Constitución con 300, la Guardia presiden-  
cial con 300 y cuatro escuadrones de Caballería con un total de 500. En  
suma, 1500 hombres.54  
52 Ibíd., p. 296  
53 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre …op. cit., p. 296  
54 Ibíd., p. 298  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
365  
Vida académica  
El informe del coronel Antonio Morales, Jefe de Estado  
Mayor de la División colombiana, destaca los méritos de los escua-  
drones de Dragones y Granaderos; la buena disposición de los bata-  
llones Albión, Paya y Trujillo; describe al Yaguachi como mediana-  
mente disciplinado, pero sin experiencia de combate; y señala como  
los de menor preparación, al Batallón Piura y al escuadrón Cazadores  
a caballo, compuestos en gran parte por reclutas. La Artillería sólo  
contaba con 4 piezas de campaña de calibre de dos y de cuatro, y casi  
no existían caballos para las unidades de esa arma.  
Mientras Sucre se prepara para tomar la ciudad de Rio-  
bamba, el 7 de abril de 1822 se escenificó la Batalla de Bomboná en  
la cual, Bolívar se tomó el campo de batalla a costa de la pérdida de  
la mitad de sus hombres: 1000 bajas del Ejército patriota, frente a 250  
de los realistas. El comandante español, Basilio García, consciente de  
las ventajas alcanzadas, replegó con sus tropas hacia el sitio deno-  
minado Guaca. Las puertas de Pasto siguieron cerradas para el Li-  
bertador. En esas condiciones, la suerte de la libertad de la Audiencia  
de Quito dependería del éxito de lo que pudiesen hacer las fuerzas  
comandadas por el general Sucre.  
Ignorando estos acontecimientos avanzaban las tropas pa-  
triotas para liberar la ciudad de Riobamba; pero las fuerzas realistas  
eludieron nuevamente dar batalla y continuaron su repliegue hacia  
la ciudad de Quito, protegida su retaguardia por la caballería que no  
pudo eludir el combate. Relata Jorge Salvador Lara:  
La confrontación se produjo, al fin, el 21 de abril, en las goteras de Rio-  
bamba y terminó en feroz choque, en la llanura de Tapi, entre las caba-  
llerías realista y patriota. Los escuadrones de uno y otro bando hicieron  
prodigios de valor, inclusive en más de una ocasión se ordenó de parte  
y parte el célebre “vuelvan caras” que siempre originaba épicos en-  
cuentros.55  
El general Sucre, en su informe enviado desde Riobamba al  
gobierno nacional, destacó el desempeño del coronel Ibarra, perte-  
neciente a los Dragones de Colombia, el valor heroico del coronel  
55 Jorge Lara Salvador, Breve Historia Contemporánea del Ecuador, EFE, México, 2010, p. 92  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
366  
Vida académica  
Lavalle y el distinguido comportamiento del mayor Ruiz, el capitán  
Sovervit y los tenientes Latus y Olmos.  
El 29, salieron las fuerzas patriotas de Riobamba y llegaron  
a Ambato el 30 de abril. Allí fueron recibidas con entusiastas demos-  
traciones de gratitud. Continuaron luego su marcha hasta Latacunga,  
a donde llegaron el 2 de mayo de 1822. Mientras descansaban y se  
reorganizaban las unidades, incorporando nuevos reclutas de la  
zona, el día 12 de mayo se presentaron los coroneles José María Cór-  
dova y Hermógenes Maza, con dos Compañías del Alto Magdalena,  
llegados a Cuenca el día 8 de abril, en tan malas condiciones, que les  
56  
tomó mucho tiempo recuperarse y ponerse operativas.  
Aymerich había organizado sus fuerzas en el sector del nudo  
de Tiopullo, haciéndose fuerte en las quebradas de Jalupana y la Viu-  
dita. Sucre decidió evadirlos y siguió por la ruta del río Pita hacia  
Los Chillos. El día 17, descansaron las tropas en la hacienda del co-  
ronel Vicente Aguirre, cercana a Sangolquí. Allí llegó el general José  
Mires, prisionero de los españoles desde la derrota de Huachi, que  
había logrado fugarse. Sucre, olvidando errores y agravios antiguos,  
le nombró comandante de la División colombiana. El día 20, la fuerza  
patriota marchó hacia Quito y alcanzó una zona de vivac en Puen-  
gasí. El 21, descendió a la llanura de Turubamba y el 22, ubicó su  
puesto de mando en la población de Chillogallo. El 23 de mayo,  
Sucre avanzó hacia la ciudad, con la idea de provocar la batalla cam-  
pal, pero las fuerzas españolas se mantuvieron bien protegidas en  
sus fuertes posiciones. Decidió, entonces, realizar una maniobra de  
rodeo para obligar al enemigo a dar la batalla al norte de la urbe, que  
no se encontraba fortificada.57  
Amanecía el 24 de mayo y el ejército patriota se encontraba  
a mitad del camino, cuando iniciaron los combates. Por la naturaleza  
del terreno, Sucre tuvo que emplear sus unidades gradualmente. Las  
operaciones se escenificaron entre profundos barrancos y densos ma-  
torrales. La posición dominante de los patriotas favoreció la manio-  
5
6 Edison Macías Núñez, El Ejército en las guerras de la independencia, Tomo II, Producción gráfica,  
Quito, 2007, pp.47-50. Ver en: https://cehist.mil.ec/images/2021/202.pdf (28-10-2022)  
7 Ibíd., p. 36  
5
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
367  
Vida académica  
bra táctica y alcanzaron la victoria. La capitulación exigida a Ayme-  
rich fue más que honrosa, propia del noble corazón de Sucre. Las  
tropas españolas salieron del Panecillo con honores de guerra; los  
oficiales conservaron sus espadas, caballos y equipajes; Aymerich  
quedó en libertad de salir de Quito, junto con su familia y con todas  
las consideraciones; designó al coronel Juan Illingworth para que  
conduzca al derrotado General y a los otros prisioneros por Guaya-  
quil, hasta Panamá, donde el intendente cumplió con todos los com-  
promisos acordados.  
El mismo 25 de mayo, Sucre escribió al ministro de Estado y  
Relaciones Exteriores del Perú, coronel Bernardo Monteagudo:  
La victoria esperó ayer a la División libertadora con los laureles del  
triunfo sobre las faldas del Pichincha. El Ejército español que oprimía  
estas provincias ha sido completamente destruido en un combate en-  
carnizado, sostenido por tres horas. En consecuencia esta capital y sus  
fuertes están en nuestras manos, después de una capitulación que tu-  
vimos la generosidad de conceder a los vencidos... A la vista del primer  
pueblo que proclamó su libertad, ha terminado la guerra de Colombia  
por una batalla célebre, que ha dado a la República el tercer día de Bo-  
yacá... Esta gloriosa jornada, marcada por la sangre de quinientos ca-  
dáveres enemigos, y con trescientos de nuestros ilustres soldados, ha  
producido sobre el campo mil cien prisioneros de tropa, ciento setenta  
jefes y oficiales, catorce piezas de Artillería, mil setecientos fusiles, for-  
nituras, cornetas, cajas de guerra, banderas y cuantos elementos poseía  
el Ejército español.58  
El 6 de julio, Sucre informó al general Santander sobre la sa-  
lida de la División peruana, hacia su país, luego de cubrir “sus in-  
mensos gastos”. En Guayaquil, Los miembros de la Junta Superior  
de Gobierno informaron de la victoria, el 9 de junio, mediante un bo-  
letín, con el siguiente texto:  
Conciudadanos: Las fuerzas unidas del Perú, Colombia y Guayaquil  
han roto al fin las pesadas cadenas, que arrastraban nuestros hermanos  
en la segunda capital de los Incas; y aunque los tiranos las habían afian-  
58 Eduardo Romero Mendoza, Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, Ministerio de Defensa, Vene-  
zuela, sin año, p.8 3  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
368  
Vida académica  
zado en los enormes montes y profundas quebradas de aquel país, ellas  
han sido deshechas a la presencia de los hijos de la Libertad.  
Las aguas del Plata, Magdalena, Rímac y Guayaquil se reunieron; for-  
maron un torrente, que escalando el Pichincha ahogaron en su falda a  
la tiranía. Esas aguas han hecho reflorecer el árbol de la Libertad, re-  
gando el 24 de mayo a la hermosa Quito, y confirmando que la Aurora  
del 9 de octubre, que rayó nuestro horizonte, fue la aurora del brillante  
día en que la libertad, con arte majestuoso, debía pasearse sobre las or-  
gullosas cimas de los Andes.  
Guayaquileños: Cuando nos propusimos ser libres no podíamos dejar  
gemir en la opresión a los pueblos que nos rodeaban; la empresa era  
grandiosa, y los tiranos miraron con desdén nuestro noble arrojo.  
¡
Crueles! Ellos, creyeron que vuestra sangre, que tres veces corrió en  
Guachi y Tanisagua, debilitaría y extinguiría la llama de vuestro amor  
patrio; pero se hizo más viva; y mientras vuestros hijos, hermanos y  
amigos corrieron a las armas, doblamos los esfuerzos y todos nuestros  
recursos fueron empleados para conducir en nuestro auxilio a los hijos  
de la inmortal Colombia.  
Los libertadores del Perú no pueden ver con indiferencia nuestra  
suerte, y coronados de los laureles, que arrancaron en Lima, vuelan in-  
fatigables a nuestra defensa: así de ambos extremos vino la Libertad a  
vivificar sus cenizas en el centro que vio nacer en 809, dejando a este  
Pueblo la satisfacción de haberle abierto la senda por donde burlase el  
formidable Juanambú.  
Guayaquileños:  
Quito es ya libre: vuestros votos están cumplidos; la provincia os lleva  
por la mano al templo de la paz, a recoger los frutos de vuestra con-  
fianza y de vuestros sacrificios.  
Un pueblo tan digno de ser libre, lo será sin duda; y reposando bajo la  
sombra del opulento Perú y de la heroica Colombia, llenaremos la pá-  
gina que nos toca en los fastos de la historia americana, y cumpliremos  
los grandes destinos a que estamos llamados.  
Para acelerar esta época feliz, el Gobierno, viendo asegurada la inde-  
pendencia de este pueblo y deseando asegurar del mismo modo su li-  
bertad civil, por medio de la representación general, que es el más  
precioso de todos los derechos de un pueblo libre; prepara la reunión  
del Colegio Electoral, para que dé una forma estable a las instituciones  
que se adoptaron entonces y para devolverle cuanto antes y sin men-  
gua el grave depósito de la autoridad, que nos confió desde el principio  
de la transformación.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
369  
Vida académica  
Conciudadanos y amigos:  
En vuestra sola felicidad está el premio de las fatigas, que hemos su-  
frido por la Patria.  
Sed moderados y virtuosos; vivid siempre cordialmente unidos y seréis  
siempre libres y felices. Bajo los auspicios de la Libertad y con la pro-  
tección de los grandes Estados, que nos rodean, se abre una carrera in-  
mensa a la prosperidad de este hermoso y rico Pueblo, que será  
llamado por todas las naciones de la tierra, La Estrella del Occidente.  
59  
Guayaquil, junio 9 de 1822. Olmedo. Jimena. Roca.  
El 16 de junio, arribó a Quito el Libertador. Informado de los  
hechos de la Batalla de Pichincha, ascendió póstumamente a Calde-  
rón al grado de Capitán y decretó que su sueldo fuera entregado a  
su madre. La Compañía del Batallón Yaguachi, a la que perteneció  
Calderón, no volvería a tener Capitán y, en las revistas de tropas, al  
mencionarse su nombre, la unidad habría de contestar: “Murió glo-  
riosamente en Pichincha, pero vive en nuestros corazones”. La tra-  
dición se mantiene hasta la actualidad en el Ejército ecuatoriano, tal  
y como lo dispuso Bolívar.  
El 11 de julio, Bolívar llegó a Guayaquil. Conforme consta en  
la representación de Padres de Familia, publicada en El Patriota de  
Guayaquil, la población del Puerto se adhirió entusiasta a la incor-  
poración a Colombia. Tres años después, Bolívar escribió en Lima  
sobre la Batalla de Pichincha:  
La campaña que terminó la guerra en el sur de Colombia fue dirigida  
y mandada en persona por el general Sucre; en ella mostró su talento  
y virtudes militares, superó dificultades que parecían invencibles; la  
naturaleza le ofrecía obstáculos, privaciones y penas durísimas. Mas a  
todo sabía remediar su genio fecundo. La batalla de Pichincha consumó  
la obra de su celo, de su sagacidad y de su valor. Entonces fue nom-  
brado, en premio de sus servicios, general de división e intendente del  
departamento de Quito. Aquellos pueblos veían en él su libertador, su  
amigo; se mostraron más satisfechos del jefe que les era destinado que  
60  
de la libertad misma que recibían de sus manos.  
59 José Joaquín Olmedo, Aurelio Espinosa Pólit, editor, José Joaquín Olmedo: Poesía Prosa, Editorial  
J. M. Cajica Jr, México, 1960, pp. 463-465  
60 Eduardo Romero Mendoza, op. cit., p. 90  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
370  
Vida académica  
Como se puede deducir de este relato, la magistral conduc-  
ción política, estratégica de un comandante sagaz, delicado a la vez  
que enérgico, según las circunstancias, hizo posible, en el momento  
crucial que le correspondió enfrentar en los últimos días de marzo y  
primeros de abril de 1822, que esta victoria fuera posible. Bolívar ex-  
hausto después de la batalla victoriosa de Bomboná, ya no podía li-  
berar a Quito y toda la responsabilidad y la gloria del comando de  
la batalla de Pichincha quedaron para Sucre y sus tropas, entre éstas  
los más de 500 soldados que fueron reclutadas en las provincias de  
Cuenca y Loja, además de las guayaquileñas, peruanas, bolivianas,  
británicas, chilenas y argentinas que concedieron a esa gesta el título  
inmortal de ‘la Batalla de las Naciones’.  
Colofón  
El 29 de mayo de 1822 Quito se incorporó a la Gran Colom-  
bia y el 25 de junio de 1824 se sancionó la Ley de División Territorial.  
Inmediatamente de lograda la independencia, autoridades peruanas  
reclamaron derechos sobre las regiones de Quijos y Mainas. Luego  
de complejas negociaciones, se celebró el Tratado Mosquera –Mon-  
teagudo, el 6 de julio de 1822.  
Parecía haberse solucionado el problema, cuando el presi-  
dente del Departamento de Trujillo, ordenó al Gobernador de Jaén,  
provincia quiteña por siglos, que convoque a elección de diputados.  
Frente a la enérgica protesta de Colombia, retornaron las negociacio-  
nes y el 18 de diciembre de 1823 se firmó el convenio Mosquera Gal-  
deano, que Bolívar se negó a firmar por considerarlo vago e  
impreciso.  
Llegó, en ese ambiente de discordia, el año 1826 con nuevos  
reclamos de Perú sobre Mainas y Jaén. Colombia se vio obligada a  
lanzar un ultimátum. En respuesta, en 1828 Perú se tomó Guayaquil  
dando inicio a la guerra que culminó con la victoria colombiana en  
la Batalla de Tarqui del 27 de febrero de 1829. Apenas cuatro años  
después de la victoria patriota en Ayacucho comenzaban a deli-  
nearse, mediante guerras fratricidas, las fronteras de los nuevos Es-  
tados.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
371  
Vida académica  
Bibliografía  
ANDRADE REIMERS, Luis, Sucre en el Ecuador, Corporación Editora Na-  
cional, Universidad Andina Simón Bolívar, Quito,1995  
CASTELLANOS, Ramón Rafael, La dimensión internacional del gran Mariscal  
de Ayacucho, Italgráfica S.A. Caracas, 1998.  
CHÁVEZ, Franco Modesto, Crónicas del Guayaquil Antiguo, Tomo Nº1, Im-  
prenta y talleres Municipales, Guayaquil, 1944.  
DELER, Jean-Paul, Ecuador del Espacio al Estado Nacional, Corporación Edi-  
tora Nacional, Quito, 2007.  
LARA, Salvador Jorge, Breve Historia Contemporánea del Ecuador, EFE, Mé-  
xico, 2010.  
MACÍAS, Edison, Historia General del Ejército Ecuatoriano, El Ejército en las  
guerras de la Independencia, Tomo II, CDEHE, Quito, 2007.  
–––––, Historia General del Ejército Ecuatoriano. Tomo I, CDEHE, Quito,  
2009.  
MUÑOZ LARREA Enrique (2010) Relación que hace D. Ramón Martínez  
de Campos sobre la Revolución del 9 de octubre de 1820, ANH,  
Quito.  
ROMERO MENDOZA, Eduardo, Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, Minis-  
terio de Defensa, Venezuela, sin año.  
RUMAZO GONZÁLEZ, Alfonso, Ocho Grandes Biografías, Italgráfica, Ve-  
nezuela, 2001.  
SALCEDO–BASTARDO, José Luis, De mi propia mano Antonio José de Sucre,  
EFE, México, 1995.  
TRABUCO, Federico, Tratados de Límites de la República del Ecuador, Ed. Pío  
XII, Ambato Ecuador, 1970.  
VALENCIA, Pedro de, Obras completas, Relaciones de Indias, Nueva Gra-  
nada y Virreinato de Perú, Tomo V, Universidad de León, León- Ba-  
dajoz, 2001.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
372  
Vida académica  
Documentos  
Epistolario quitense del gran Mariscal Antonio José de Sucre (2004), DMQ, Ar-  
chivo Metropolitano de Historia, Quito.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
373  
La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
entendiéndose por tales a quienes  
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Moncayo Gallegos, Paco,  
"
Guayaquil en la geopolítica libertaria", Boletín de la Academia  
Nacional de Historia, vol. C, Nº.208-A, julio – diciembre 2022,  
Academia Nacional de Historia, Quito, 2023, pp.342 - 373