BOLETÍN
DE LA ACADEMIA
NACIONAL DE HISTORIA
BOLETÍN
DE LA ACADEMIA
NACIONAL DE HISTORIA
Volumen XCVII Nº 202
Julio–diciembre 2019
Quito–Ecuador
BOLETÍN
DE LA ACADEMIA
NACIONAL DE HISTORIA
Volumen XCVII
Nº 202
Julio–diciembre 2019
Quito–Ecuador
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ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
Director Dr. Franklin Barriga Lopéz
Subdirector Dr. Cesar Alarcón Costta
Secretario Ac. Diego Moscoso Peñaherrera
Tesorero Dr. Eduardo Muñoz Borrero, H.C.
Bibliotecaria archivera Mtra. Jenny Londoño López
Jefa de Publicaciones Dra. Rocío Rosero Jácome, Msc.
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Dr. Kléver Bravo Calle Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE
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EDITORA
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Dra. Maria Letícia Corrêa Universidade do Estado do Rio de Janeiro-Brasil
BOLETÍN de la A.N.H.
Vol XCVII
Nº 202
Julio–diciembre 2019
© Academia Nacional de Historia del Ecuador
ISSN Nº 1390-079X
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Quito
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enero 2020
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación
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p-ISSN: 1390-079X
e-ISSN: 2773-7381
QUITO Y EL CENSO DE 1922
1
Manuel Miño Grijalva
2
Resumen
Este artículo muestra y explica lo ocurrido con el Censo de
1922, un censo de alguna manera prestigiado, pero olvidado, porque
no han sido encontradas sus cédulas ni cuestionarios y, en general,
el resultado total para saber sobre el estado civil de sus habitantes,
la edad, la ocupación o la instrucción. Aquí solo hemos podido re-
construir su estructura básica por parroquia y por sexo y, por consi-
guiente, el total de la población de la capital. Se establecen los límites
parroquiales existentes entonces, y se toma en cuenta la base jurídica
e institucional que sirvió para la realización del censo. Aparece el re-
sultado final, así como una reconstrucción de las condiciones demo-
gráficas de la capital en la década de 1910, que contextualiza mejor
las condiciones demográficas de Quito en ese tiempo.
Palabras clave: censo, parroquias, estructura demográfica, mortali-
dad, natalidad.
Abstract
This article shows and explains what happened with the
1922 Census, a census somehow prestige, but forgotten, because their
1 Recibido: 07/09/2019 // Aceptado: 28-10-2019
2 Es Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Historia del Ecuador. Profesor-inves-
tigador de El Colegio de México. Ha publicado, entre otras obras: El Obraje. Fábricas primitivas
en el mundo hispanoamericano en la formación del capitalismo, México, El Colegio de México, 2016;
El mundo novohispano. Población, ciudades y economía. Siglos XVII y XVIII, México, El Colegio de
México- Fondo de Cultura Económica, 2001. Es codirector del vol. VI de la Historia General de
América Latina. La construcción de las naciones latinoamericanas, 1820-1870, Madrid, UNESCO-Edi-
torial Trotta, 2003. Es Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (México).
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b
r
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cards and questionnaires have not been found and, in general, the
total result to know about the marital status of its inhabitants, the
age , occupation or instruction. Here we have only been able to re-
construct its basic structure by parish and by sex and, consequently,
the total population of the capital.The parish boundaries that exist
then are established, and the legal and institutional basis t
hat served
the
census is taken into account. The end result appears, as well as a
reconstruction of the capital’s demographic conditions in the 1910s,
which better contextualizes Quito’s demographic conditions at the
time.
Keywords: census, parishes, demographic structure, mortality, birth
rate.
Introducción
Siempre estará bajo el signo de la duda cualquier aproxima-
ción cuantitativa antes de 1950; sin e
mbrago, incluso después de esa
f
echa, cuando las oficinas de estadísticas nacionales contemporáneas
presumen de métodos detallados y exactos, el “factor humano” de
la contabilidad determinará fallas y errores, para los cuales se ha des-
arrollado complejos programas de corrección estadística. No creo
que sea el caso del Censo realizado en 1922 que estuvo planeado y
reglamentado de manera precisa. Es obv
io que las fallas y subregis-
tr
os deben estar presentes, pero sus resultados siguen claramente la
tendencia de crecimiento demográfico que arranca desde el mismo
siglo XIX y, los cómputos no son descabellados
Ahora sabemos que, en general, el censo –moderno-es una
operación masiva de cobertura nacional, que depende, en gran me-
dida, de las características de los encuestadores, es decir, de su nivel
de
capacitación, motivo
por el cual, con frecuencia, contiene errores.
Por este motivo, las Naciones Unidas recomienda, desde los años
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1950, la evaluación de los datos censales respecto al grado de inte-
gridad y calidad de la información recogida por los encuestadores.
3
De todas formas, el consejo es que a pesar de las dificultades, los his-
toriadores que quieran estudiar los problemas ligados a la población,
o los demógrafos históricos, deben empezar por estudiar –y corregir–
los censos, porque, finalmente, estos son la “meta a la que converge
todo lo demás”.
4
El objetivo de este artículo es rescatar del olvido un eslabón
importante para el estudio de la población de la capital ecuatoriana,
porque fuera de datos dispersos, su finalidad fue distinta a la de
cualquier censo. De lo consignado aquí no podemos extraer mucho,
pero es suficiente para entender la estructura general de la población,
como es su conteo total por parroquias y
, la estructura por sexo y
distribución cantonal. Por fin, desde 1906 se desagregó las parro-
quias r
urales para tener una contabilidad de la capital.
Pero para poder dar sentido a estos contenidos hemos ar-
mado como dinámica general, el uso de las estadísticas vitales para
poder entender mejor la relación fecundidad-mortalidad y, en tér-
minos temporales, la cada de 1910 es importante demográfica-
m
ente hablando porque sus curvas muestran un comportamiento de
la población que no habían tomado en cuenta otros censos, como
1913 o 1915, y dibuja mejor los efectos de la crisis de 1918-1919.
5
Los guarismos que presento fueron tomados de el periódico
El Día, de abril de 1922. Sin duda contienen errores en la transcrip-
ción de los resultados fáciles de subsanar, como la tabla final que in-
vierte la columna hombres por mujeres, pero, por suerte, se publicó
t
ambién el acta final del escrutinio por parroquias, con lo cual se
pudo corregir el error.
3 Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales Universidad de Barcelona. ISSN:
1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98Vol. XVIII, núm. 471, 10 de marzo de 2014.
4 T.H. Hollingsworth, Demografía Histórica. Cómo utilizar las fuentes de la historia para construirla,
México, Fondo de Cultura Económica, 1983, p 61
5 Para
los casos de la gripe española ver los trabajos de Germán Alfredo Rodas Cháves, Historia
de la “gripe española” que llegó a Quito en 1918, Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecua-
dor, Quito, 2015 y Christian Grijalva Aman, La gripe española en el Ecuador 1918-1919, StreetLib,
Madrid, 2017.
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Quito y el Censo de 1922
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El espacio censado
En 1921 el municipio realizó un nuevo ordenamiento urbano
(“linderación de parroquias”) lo que implicó el cambio de nombre
de las parroquias de la capital. La tradicional de Santa Prisca fue
nombrada como “Córdova”, la de San Blas, Pedro Fermín Cevallos”;
la de Santa Bárbara fue bautizada como “Calderón”; el Salvador se
llamaría “Bolívar”; San Marcos fue reemplazado por “Espejo”; la d
e
San Roque “Sucre”; la de San Sebastián fue consignada como
“Mejía”; la de la Magdalena Atahualpa”. La parroquia central, Gon-
zález
Suárez quedó sin cambio, así como la parroquia de “Alfaro”,
antigua Chimbacalle, esto es, la de la estación del ferrocarril. Tam-
poco se cambió la Benalcázar.
6
La Benalcázar quedó delimitada al norte por la quebrada
“Runachanga”, desde su origen hasta la intersección con el divortium
aquarum que
corría por las lomas de El Batán. Por el este, desde la
quebrada “Runachanga”, al sur, siguiendo el divortium acuarum de
las lomas de El Batán, hasta la intersección con la avenida Colón. Por
el sur, la avenida Colón en toda su extensión, es decir desde las lomas
de El Batán hasta la cúspide de “Curuhachana, por una estribación
del Pichincha. Y por el oeste, las alturas del Pich
incha en toda la ex-
tensión que fuera necesaria para formar un cuadr
o.
La parroquia Córdova o Santa Prisca , al norte lindaba con
la parroquia Benalcázar en la parte correspondiente a la avenida
Colón; por el este, las calles Colombia y Guayaquil hasta la intersec-
ción de ésta con la Caldas, mientras que por el sur iba desde la calle
Caldas hasta la Cotopaxi siguiendo la Cotopaxi al Sur, hasta la pro-
longación de la calle Carchi, y esta prolongación hasta las alturas del
Pichincha, siguiendo el saliente de la Chilena, mientras que por el
oeste,
las alturas del Pichincha en toda su extensión necesaria para
“formar el circuito cuadrangular”.
La parroquia “Pedro Fermín Cevallos”, o sea, San Blas, es-
taba enmarcada, por el norte, por una línea que partiendo desde la
intersección de las avenidas Colón
y Colombia, toma al este, si-
6 “Proyecto de demarcación de las parroquias urbanas”, Gaceta Municipal del Cantón Quito, No-
viembre 25 de 1921, pp. 5-7.
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guiendo la prolongación de la avenida Colón hasta el Río Manchán-
gara, por sobre la línea que cruzaba el Ichimbía. Por el este, el o
Machángara, aguas arriba, hasta el sitio que se denominaba el Censo,
en la confluencia de la quebrada Ichimbía (que venía por la plazuela
de la Marín) con el Machángara. En cambio, por el sur, servía de lí-
mites una línea que partiendo desde la intersección de las cal
les Ma-
nabí y Flores, sigue la Flores hasta la intersección con la Olmedo;
sigue
la Olmedo con la Montúfar y continua hasta la Marín. De aquí
se dirigía por el sur hasta encontrar la quebrada Ichimbía que iba a
desaguar en el Machángara, en el sitio denominado el Censo. Por el
oeste, servía de límite una línea que partiendo desde la intersección
de las calles Manabí y Guayaquil; siguiendo por esta y po
r la avenida
Colombia hasta la intersección de las avenidas Colón y Colombia.
La
parroquia de Calderón o Santa Bárbara delimitaba por el
norte con la parroquia de San Blas o Córdova. Por el este, en cambio,
estaba delimitada por una línea que partiendo de la intersección de
las calles Manabí y Guayaquil, seguía por la primera hasta la García
Moreno; continuaba por ésta hasta la calle Olmedo y por ésta
hasta
la Mir
es; continuaba por esta calle hasta la intersección por la Mejía
y por esta misma al puente del Tejar a la altura del Pichincha. Por el
oeste, la altura del Pichincha en toda la extensión para formar un
cuadro.
7
7 Ídem.
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8 Fuente: Informe que la Junta de Embellecimiento de Quito somete al I. Concejo Municipal, acerca de
las labores por ella realizadas desde 1919 hasta que ceen sus funciones en 1925, Imprenta Municipal,
Quito, 1926,s/p
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Plano 1. Plano de la ciudad de Quito, 1926
8
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La parroquia González Suárez antigua de El Sagrario (hasta
1917) estaba demarcada por una línea que partiendo desde la inter-
sección de las calles García Moreno y Manabí, seguía por ésta hasta
la intersección con la Flores. Hacia el oeste la delimitaba la calle Flo-
res en toda su extensión. Por el sur una línea que partiendo desde la
intersección de las calles Flores y Rocafuerte, seguía hasta la cal
le
Guayaquil; por ésta continuaba hasta la Morales y finalmente seguía
por
la calle Morales hasta su intersección con la García Moreno. Por
el oeste, la calle García Moreno desde la Morales hasta la Manabí.
La parroquia de San Marcos, bautizada como Espejo estaba
delimitada por el norte por la calle Olmedo desde la Flores hasta la
Montúfar. Por el este, una línea que partía desde la intersección de
las c
alles Montúfar y Olmedo seguía la Montúfar hasta la plazuela
d
e la Marín y de alse dirigía por el sur a encontrar la quebrada
Ichimbía que iba a desaguar en el Machángara en el sitio conocido
como el Censo. Por el sur, la delimitaba una línea que partiendo de
la intersección de las calles Flores y Rocafuerte, seguía por ésta en
toda su extensión, hasta el lugar nombrado el Censo; mientras que
por el
oeste, las calles Flores desde la Rocafuerte hasta la Olmedo.
La
parroquia Bolívar (El Salvador) delimitaba por el norte
con la parroquia de Santa Bárbara o Calderón. Por el este, la calle
Gara Moreno desde la Bolívar hasta la Olmedo; por el sur, una línea
que partiendo desde la intersección Bolívar–García Moreno seguía
por la Bolívar hasta encontrarse con la Rocafuerte; seguía por esta
hasta la quebr
ada de la cantera y hasta las alturas del Pichincha. Por
el oeste, las alturas del Pichincha hasta formar el cuadr
o.
La parroquia Mejía o San Sebastián: corría por el norte una
línea que partiendo desde la intersección de la Avenida 24 de Mayo
con la Espejo o Pichincha, se dirigía a la intersección de la Morales
con la García Moreno; seguía la Morales hasta la Guayaquil y de aq
hasta la Rocafuerte y,
finalmente, desde
la Guayaquil seguía la Ro-
cafuerte en toda su extensión hasta el Censo. Por el este, el río Ma-
chángara, desde el Censo, aguas arriba, hasta el punto en que se une
con el Río Machángara, la grieta que baja desde la bifurcación de los
caminos que van a Atahualpa (Magdalena) y al puente Alfaro. Por
el sur, una línea que partiendo desde la bifurcación indicada ante-
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riormente seguía por la avenida 5 de Junio hasta la intersección con
la calle Miller (“hasta hoy anónima”). Continuaba por ésta hasta salir
a la calle Bahía de Caráquez, cerca al sitio denominado Dos Puentes.
Por el oeste, una línea que partiendo desde la intersección de la Ave-
nida 24 de Mayo con la Espejo, seguía ésta y la Bahía de Caráquez
hasta la intersección con la Ponce, cerca de los dos puente
s.
Por su lado, la parroquia de San Roque, conocida como
Sucr
e, por el norte, lindaba con la Bolívar. Por el este, una línea que
partiendo desde la intersección de las calles García Moreno y Bolívar,
continuaba la García Moreno hasta la intersección con la Morales; de
allá seguía la Espejo y la Bahía de Caráquez hasta los Dos Puentes.
Por el sur, desde los Dos Puentes siguiendo la quebrada del mismo
nomb
re o de la Colmena, hasta las alturas del Pichincha. Por el oeste
las
alturas del Pichincha, en toda la extensión necesaria para formar
el rectángulo.
9
La parroquia Alfaro (Chimbacalle), estaba delimitada por el
norte, por una línea que partiendo desde el puente de “Monja” en el
Machángara, seguía con dirección este, del divotium aquarum de la
loma de Puengasí. Por el sur, una línea que partiendo desde la con-
fluencia
de la quebrada del Molino con el Machángara, seguía por
la quebrada del Molino, en San Bartolo con dirección este hasta en-
contrar el divortium aquarum de la loma de Puengasi. Por el oeste el
río Machángara desde el puente de Monjas aguas arriba hasta la con-
fluencia con la quebrada del Molino.
La parroquia Atahualpa o La Magdalena delimitaba por el
norte con las parroquias de Sucre y Me
jía. Por el este lindaba con la
p
arroqia Alfaro, mediante el río Machángara hasta la confluencia del
río “Seco”. Por el sur, lindaba con la parroquia de Chillogallo me-
diante una nea que, partiendo desde la confluencia del río Machán-
gara con el río Seco(al sur de la hacienda Tabaquería seguía por el
río Seco hasta la altura denominada “Lungüi”. Por el oeste, una nea
que partiendo desde la altura
de Lungüi sigue el divortium
aquarum
hasta el sitio denominado el “Campamento”.
10
9 Idem, p.6.
10 Idem, p. 7.
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La normativa del censo
El 25 de febrero de 1922 por Decreto Ejecutivo de 25 de fe-
brero, se ordenó al Ministro del Interior y Seguridad realizar un
censo de la provincia de Pichincha.
11
Para el efecto se expidió el con-
secuente Reglamento que estableció los pasos que se debían seguir
para conseguir un buen resultado. El objetivo era, sin duda, estable-
cer, en una fecha determinada, el número de habitantes total es, así
c
omo su composición por sexo, edad, estado civil, nacionalidad,
grado de instrucción y profesiones existentes. La idea era que el
censo debía servir para “hacer una descripción numérica del pue-
blo”. Para evitar los posibles errores de las anotaciones, en las cédu-
las de empadronamiento, se ordenó que el censo no debía realizarse
más allá de las 24 horas. Se estableció el 2 de abril
como fecha im-
p
ostergable en todas las “ciudades, parroquias, caseríos y haciendas
de toda la provincia”.
12
Como tiempos iniciales del conocimiento estadístico, las au-
toridades eran conscientes de la complejidad del proceso censal, par-
ticularmente, en lo que tenía que ver con la reacción de una sociedad
no acostumbrada al conteo y al registro o simplemente recelosa,
como en siglos anteriores, de qu
e sus datos sirvan para posteriores
impuestos.
La idea de un potencial conflicto era muy clara, por ello,
las Comisiones Cantonales debían instruir a los Tenientes Políticos
relativamente al trato cortés que deben dar a los comuneros indígenas y a
la prohibición absoluta de usar de la fuerza o de amenazar para obligarles
al empadronamiento, en caso de resistencia”.
13
El gobierno se adelantaba
a estas posibles tensiones, y para evitar conflictos entre empadrona-
d
ores y comuneros o peones, se debía convocar una junta, previa-
mente de acuerdo con el párroco, a la que deberían asistir como “los
llamados alcaldes de doctrina, mayordomos de haciendas y Jefes co-
muneros” para explicarles de manera clara el objetivo del Censo
manifestándoles que no tiene por fin imponerles impuestos, ni obligarles
11 Censo provincial del Pichincha (Reglamento), Quito, Imprenta y Encuadernación Nacionales,
1922.
12 Idem.
13 Reglamento, art. 9.
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al servicio militar, ni [que había] ningún móvil que pueda inspirarles temor
alguno
14
. Sin duda, el fin era que esta Junta debía llevar al conven-
cimiento de los miembros de las comunidades sobre su necesidad
para que “no opongan resistencias al empadronamiento
15
. Todo esto se
debía transmitir también a los propietarios de las haciendas para que
las transmitan a los jornaleros.
16
Era claro también que no había personal capacitado para re-
alizar el empadronamiento. El empadronamiento debía ser dirigido,
en cada uno de los cantones, por Comisiones conformadas por tres
personas designadas por el respectivo Comisario Nacional, respon-
sable de su funcionamiento. Estos Comisarios, a su vez, debían se-
guir las instrucciones impartidas por la Jefatura de Seguridad y
Estadística de la Policía de la Provi
ncia de Pichincha.
Para los efectos del Censo, los Tenientes Políticos parroquia-
les
se subordinarían a las Comisiones Cantonales. Era una de sus fa-
cultades nombrar entre los vecinos más idóneos, comisionados
especiales para el empadronamiento, cuyo número debía estar deli-
mitado por la extensión de la parroquia o el número de sus anejos,
caserío o haciendas, aunque la responsabilidad y dirección ge
neral
de
los trabajos debía recaer exclusivamente en el Teniente Político,
pues en ellos recayó el nombramiento de los comisionados y todo el
trabajo previo al Censo.
17
El papel del Teniente Político se volvió clave en la realización
del Censo, pues al iniciar las operaciones del empadronamiento, de-
bían tener presente los linderos de la respectiva parroquia, documen-
tándose, además, en los archivos y en la interacción con la Comisión
Cantonal
para que no quede sitio ni persona sin empadronar, como
evitar también, en lo posible, la duplicación. Para abarcar con efi-
ciencia la extensión o la demarcación jurisdiccional, los Tenientes Po-
líticos debían asignar a cada empadronador una zona de extensión y
población prudentemente calculada.” La excesiva poblacióno largas
distancias a recorrer” podía
n complicar el empadronamiento por la falta de
14 Censo provincial…op.cit., art.10.
15 Ídem.
16 Idem, art.10.
17 Idem, art. 12.
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tiempo disponible.
18
Ante la carencia de personal capacitado se acudiría
al concurso de personas de buena voluntad y entusiasmo cívico, cuyas ap-
titudes para el caso sean notorias”.
19
La densidad demográfica, en este punto, jugaba un papel
importante, para lo cual se estableció, como en 1906, que se usaran
“formularios” siguiendo el nombre de las calles y, cuando no hu-
biere, el nombre simplemente de los empadronados; se debían nu-
m
erar los formularios de manera consecutiva. Pero de cualquier
manera, cualquiera que sea el número de habitantes, cada caserío y
cada hacienda, debían inscribirse en formularios separados con las
referencias cantonales o parroquiales pertinentes. En el punto de las
haciendas se adoptó el criterio de que debían ser consideradas como
equivalente a una casa y “las casitas d
e los peones, empleados, etc.
como
habitaciones de la hacienda” no usándose sino un formulario
o una serie de ellos con numeración consecutiva.
En términos técnicos, la información del censo debía reco-
gerse en “cédulas domiciliarias” o formularios que debían remitirse
por la Oficina de Seguridad y Estadística tomando en consideración
los cálculos realizados teniendo en cuenta el Censo previo de las
casas
habitadas
”.
20
Es decir, había un paso previo a realizar que era estimar
las casas existentes y habitadas. Se permitía, evidentemente, que los
empadronadores puedan “practicar” o ensayar su cometido, reali-
zando “una visita previa de inspección” con el fin de realizar una es-
timación del número aproximado de habitantes, lo que permitiría
precaverse sobre el hecho de necesitar otro empadronador o n
o y,
evidentemente, determinar de manera más exacta, el número de for-
mularios que se deberían emplear
.
21
¿Cómo realizar el empadronamiento? Toda persona debía
ser anotada en el lugar mismo en que hubiese pasado la noche del
1° al 2 de abril, aunque estuviere de paso. Debían anotarse también
aquellos moradores que en el momento del empadronamiento “hu-
bieren salido a la calle”. De manera puntual el Reglamento instruía
18 Idem, art. 12.
19 Idem, art. 11.
20 Ídem, art.13, p. 5.
21 Idem, art. 14.
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que “para estos fines los empadronadores dirigirán preguntas especiales a
los miembros de cada familia que se hallaren presentes
22
. Además, se au-
torizó a los empadronadores el que puedan con anticipación, entre-
gar a los dueños de casa las cédulas necesarias para que puedan, ser
llenadas (y firmadas) y recogidas el mismo día de la realización del
Censo. En caso de que el dueño de la casa no haga es
te trabajo, el
empadr
onador estaba obligado a realizarlo.
Una vez realizado el Censo, al día siguiente, los “boletines”
debían reunirse en el local de las tenencias políticas para realizar el
informe respectivo, (“dar cuenta de todos los pormenores recibi-
dos”). Le tocaba al teniente político revisar las cédulas con el fin de
subsanar errores o duplicaciones u omisiones para, luego, armar un
legajo por
parroquia, anejo o hacienda que debía hacer llegar a la
Comisión Cantonal,
23
para revisarlos con el fin de que no se haya
omitido ningún caserío, anejo o hacienda y que luego, se formaría
un legajo de todo el cantón para ser enviado en un plazo de seis días,
a la Oficina de Seguridad y Estadística. Era claro que los errores u
omisiones debieron estar presentes, por ello, se preveía la devolución
de las
cédulas defectuosas para su rectificación.
Para
esta tarea hubo dos excepciones que tuvieron, por de-
cirlo así, dos estatutos diferentes. Una fue Santo Domingo de los Co-
lorados que, por tener Comisaria propia, dea proceder con indepen-
dencia del Cantón Mejía y estaría, de manera directa, vinculada a la
capital y la segunda excepción fue el Cantón Quito que como Comi-
saría, por sola, debía cons
tituir la Comisión para las parroquias
ru
rales e impartiría directamente las instrucciones a los Tenientes
Políticos.
Para el caso de la ciudad de Quito, de manera concreta, se
dispuso que fuera el Jefe de Seguridad y Estadística el que dirija las
operaciones del censo. El empadronamiento debía efectuarse en la
zona central, por parroquias y manzanas. Las parroquias y barrios
de reciente creación, sin m
anzanas delimitadas, se anotarán en
globo
”,
24
de acuerdo a un plan especial que debería adoptar el Jefe
22 Idem, art.15, p. 6.
23 Idem, art. 19.
24 Idem, art.24, p. 8.
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de Seguridad. Este empadronamiento debía realizarse por medio de
los respectivos dueños de casa quienes eran los encargados de llenar
las cédulas, pero cada manzana, claramente delimitada, debía contar
con un empadronador “elegido entre los habitantes más idóneos y entu-
siastas de la misma”.
25
Se especificaba puntualmente su papel:
Recibir de las Oficinas de Seguridad cinco días antes del día fijado
para el Censo un número de formularios que debía ser igual al de las
casas habitadas que existieran en la manzana:
2
° Era el encargado de distribuir los formularios tres días antes del
Censo a los dueños de las casas;
Empadronar por mismo a los miembros de una casa que el dueño
por algún motivo no pudiera hacerlo;
Recoger los formularios debidamente firmados por los dueños de
casa, la mañana sig
uiente al Censo.
Su obligación era entregar igual mero de formularios en la Oficina
de
Seguridad al siguiente día de realizado el Censo, máximo hasta las
seis de la tarde;
6° Finalmente, debía visitar el día del Censo, las cas de su manzana y
cerciorarse “de que los dueños están practicando el empadronamiento,
resolviendo las dificultades que se presentaren”
.
26
Les estaba prohibido a los empadronadores “dejar los for-
mularios debajo de las puertas o encargárselos a los vecinos. En caso
de no encontrarse el dueño o arrendatario, de manera directa, esta-
ban obligados, ellos mismos, de realizar la operación”. De manera
expresa se ordenaba que el personal diplomático estaba excluido de
estas obligaciones, pues sería el Ministerio de Relaciones Exteriores
el encargado de intervenir para realizar el correspondiente empa-
dronamiento. De la misma forma, los militares en servicio activo de-
bían
empadronarse en sus unidades o cuarteles respectivos, lo que
era extensible a los policías. Por su parte, el censo de las comunida-
des religiosas de ambos sexos debían efectuarse por los superiores
de cada convento y monasterio así como los Directores de estableci-
mientos de instrucción pública, beneficencia, rceles y presidios de-
25 Idem., p.9.
26 Idem, art.27, p. 9.
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bían encargarse del empadronamiento. De manera expresa se reco-
nocía que las parroquias Benalcázar, La Magdalena y Alfaro (Chim-
bacalle), así como de los suburbios o barrios no disponían de
manzanas bien delimitadas, por lo que el empadronamiento debía
realizarse por los propios empleados de Estadística o por los inspec-
tores y aspirantes a policías. De la misma forma, todos aquellos via-
jeros que llegaren o salieren el día del Censo por vía del Ferrocarril
del
Sur también debían ser empadronados, así como “los viajeros en
coches, automóviles o caballos”.
27
Las previsiones para lograr un exacto registro no estuvieron
ausentes, especialmente para evitar las duplicaciones u omisiones,
por ello, se permitió que hasta el 12 de abril se podía anotar personas
que por descuido, ausencia u otra causa no hubiesen sido empadronadas”;
28
de la misma forma se suspenderán los cambios domiciliarios
29
durante
los días primero y dos de abril. Así mismo, se establecía la confiden-
cialidad de los datos personales.
30
En términos generales, la mecánica y operatividad del censo,
al parecer, no tuvo inconvenientes ni problemas. Por ejemplo, en
Santa Bárbara se delimitó la parroquia de acuerdo al proyecto de 25
de noviembre de 1921. Se nombraron los escrutadores del censo que
e
stuvo presidido por el Jefe de Seguridad y Estadística. Se reunieron
a las dos de la tarde en el Salón Casino de la Policía Nacional los si-
guientes integrantes: doctor Aurelio Guerra y C. Amador Castro; Ca-
pitán Felix S. Guerrero, señores Ricardo Jaramillo, José C. Moncayo,
José C. Paz y el ayudante secretario. En el acta del escrutinio se ano-
tar
on observaciones previstas en el reglamento, tales como la elimi-
nación de nombres que constaban ya en otro lugar de la ciudad o en
otra ciudad o, simplemente, por duplicación. El resultado, se dice,
quedó consignado en 390 fojas útiles, que aún no han sido encontra-
das.
27 Idem, art. 34.
28 Censo provincial…op.cit., p. 12.
29 Idem., art.37, p.12
30 Idem, arts. 35, 36, 37.
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La fase de operatividad del censo
Después de mencionar los límites de la parroquia que se iba
a enumerar, el acta registraba textualmente “Presididos por el señor
Dr. José María Alvear, Jefe de Seguridad Estadística reuniéronse a
las dos de la tarde en el salón Casino de la Policía con el objeto de
verificar el escrutinio del censo de la parroquia de El Salvador los
señores: doctor Carlos Bermeo, los pa
dres Juan A. Cueva y Juan
Núñez (mercedarios), señores Leopoldo Rivas, Alfredo Pérez G., Mi-
guel
Ángel Carrión, Carlos Valdivieso, Ezequiel Abad Guerra, Mi-
guel Ángel del Pozo, Alfonso Troya y el infrascrito Secretario que
certifica.
Comenzó la labor previo el nombramiento de escrutadores,
cargo que recayó en los señores doctor Carlos Bermeo y Padre Juan
Cueva, registrándose luego las cédulas con absol
uto cuidado y ano-
t
ándose las siguientes observaciones: en este momento ingresa el co-
misionado Miguel P. Mosquera. En la manzana 6, casa […] se
eliminaron los nombres de [que se enumeran] por hallarse registra-
dos en la cédula del Convento de la Concepción. El Padre Juan A.
Cueva hace constar que también se hallan inscritos 18 religiosos que
estaban ausentes de Quito […] puesto el hecho en conocimie
nto de
los escr
utadores…”
31
Hubo parroquias como la González Suárez en las que se si-
guió el mismo tenor: En la manzana […] se eliminó el nombre del
señor […] Pallares García por estar duplicado. En la manzana 6
se halló iniciada una cédula correspondiente a la familia del doctor
Bastidas. De la manzana 14 se elimila familia del señor Mo-
desto Larrea Jijón que constaba de seis personas por hal
larse e
n el
extranjer
o. El total de formularios de esta parroquia se compone de
docientas treinta y ocho fojas útiles” Acto seguido se declaraba el
número de habitantes registrados y se firmaba el acta por los comi-
sionados, escrutadores y el Jefe de Seguridad Estadística.
32
El proceso operativo descrito muestra que el censo se llevó a
cabo con total diligencia. Evidentemente, como es sabido, mucho de-
31 El Día, domingo 20 de abril de 1922.
32 El acta fue publicada en El Día, domingo 20 de abril de 1922.
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pendía -como en todos los casos- de la profesionalidad de los encues-
tadores así como con la forma en que se formulan las preguntas, siendo fre-
cuente la existencia de un margen para que los encuestados no respondan
con exactitud”.
33
El cómputo final
El resultado final del Censo para toda la provincia fue el si-
guiente:
CUADRO 1. POBLACIÓN CENSADA EN 1922
(Por cantones
)
CANTONES HABITANTES %
Quito 152769 73
Cayambe 23549 11
Pedro Moncayo 19429 9
Mejía 14574 7
TOTAL 210321 100
Fuente: Informe que presenta a la Nación el General Delfín B. Treviño,
Ministro de lo Interior, Policía, Municipalidades, Obras Públicas, Correos,
Telégrafos, Teléfonos, etc., Quito Talleres Tipográficos Nacionales, 1922, p. 30.
33 Scripta Nova. Cit. Nota 1.
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GRÁFICA 1. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LA POBLACIÓN
DE LA PROVINCIA DE PICHINCHA POR CANTONES
Fuente: construida con base en el Informe que presenta
a la Nación el General Delfín B. Treviño,p.30.
Sin duda, es el cantón Quito el que mayor porcentaje de po-
blación aglutina en toda la Provincia. Del total de ésta, prácticamente
la mitad, el 52.83% corresponde a la de la ciudad de Quito, estricta-
mente hablando al municipio de Quito y los pueblos, en el censo se
cita a la Magdalena y a los “no inscritos”.
GRÁFICA 2 .POBLACIÓN DE QUITO (CIUDAD Y PUEBLOS),1922
Fuente: Informe que presenta a la Nación el General Delfín B. Treviño,p.30.
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José Ma. Alvear, jefe de Seguridad y Estadística, publicaba
los resultados del Censo de Pichincha correspondientes a la ciudad
de Quito que se muestran en el siguiente cuadro:
CUADRO 2. POBLACIÓN POR SEXO Y PARROQUIA, 1922
PARROQUIAS H % M%TOTAL %
Benalcázar 1506 49.65 1527 50.35 3033 3.75
Santa Prisca 2927 49.67 2965 50.33 5892 7.3
San Blas 4715 46.92 5334 53.08 10049 12.45
Santa Bárbara 3262 41.73 4554 58.27 7816 9.68
González Suárez 1
598 38.71 2531 61.29 4129 5.11
San Mar
cos 1930 42.49 2612 57.51 4542 5.62
El Salvador 4474 48.80 4693 51.20 9167 11.35
San Sebastián 5275 40.03 6984 56.97 12259 15.19
S. Roque 4641 43.63 5995 56.37 10636 13.17
Alfaro 1512 48.85 1583 51.15 3095 3.83
La Magdalena 1344 48.90 1404 51.09 2748 3.4
No inscritos 3357 45.76 3979 54.24 7336 9.09
TOTAL 36579 45.32 44123 54.67 80702 100
Fuente: El Día, 19-26 de abril de 1922. En el periódico esta invertido el orden del género.
GRÁFICA 3. POBLACIÓN TOTAL POR PARROQUIA
(absolutos)
Fuente: El Día, 19-26 de abril de 1922
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GRÁFICA 4. ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN POR SEXO
(Porcentajes)
Fuente: El Día, 19-26 de abril de 1922
La otrora poderosa parroquia González Suárez resulta muy
disminuida con la creación de la parroquia de El Salvador, mientras,
se levanta San Sebastián que aglutina el 15.19 por ciento de la pobla-
ción total. Además, se observa que La Magdalena aparece ya como
parroquia urbana, lo que habla del crecimiento demográfico de la
ciudad.
GRÁFICA 5. ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN TOTAL POR PARROQUIA,1922
(Absolutos y relativos)
Fuente: El Día, 19-26 de abril de 1922
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La promesa de que se publicaría un volumen específico con
los estudios comparativos y los porcentajes de toda la provincia el 10 de
agostode 1922, lamentablemente no parece que llegó a cumplirse,
pues no se ha encontrado la mencionada publicación ni sus manus-
critos. Tampoco se publiel “Informe General” prometido para el
24 de mayo de ese mismo año. Sin embargo, si a este cómputo final
le adimo
s el 10 por ciento de subregistro, es posible arribar a la cifra
de 8070, es decir, 88772 personas, lo que en buenas cuentas está de
acuerdo con la estimación periodística sacada del catastro de la ciu-
dad. La relación entre hombres y mujeres se presenta en el cuadro 3:
CUADRO 3. PORCENTAJES E ÍNDICE DE MASCULINIDAD POR PARROQUIA, 1922
PARROQUIAS HOMBRES MUJERES I M
34
Benalcázar 49.65 50.35 98.62
Santa Prisca 49.68 50.32
98.71
San Blas 46.92 53.08 88.39
Santa Bárbara 41.73 58.27 71.62
González Suárez 38.7 61.3 63.13
San Marcos 42.49 57.51 73.88
El Salvador 48.8 51.19 95.33
San Sebastián 49.59 50.41 75.52
San Roque 43.63 56.37 77.41
Alfaro 48.86 51.14 95.51
La Magdalena 48.9 51.1. 95.72
No inscritos 45.76 54.24 84.36
TOTAL 45.32 54.68 84.11
Fuente: El Día, 19-26 de abril de 1922.
El índice de masculinidad más bajo se registra en la parro-
quia González Suárez con 63.13 por ciento de hombres sobre 100 mu-
jeres y el índice más alto en las parroquias de El Salvador, Alfaro,
Santa Prisca con 95.33, 95.51 y 98.71 por ciento, r
espectivamente.
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34 El índice de masculinidad (IM) se define como el cociente multiplicado por cien de la cantidad
registrada de hombres entre la de mujeres. Se interpreta como el número de hombres por
cada cien mujeres.
Pm
IM = 100
Pf
donde IM es el índice de masculinidad; Pm y Pf son las poblaciones masculina y femenina.
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El contexto demográfico, 1919-1923
Más alde la información que proporciona el Censo de 1922,
existe otro tipo de estimaciones que pueden ayudar a entender el
contexto demográfico por el que atravesaba la ciudad en aquel
tiempo, que son los informes de salubridad pero que, a todas luces,
no guarda coherencia con la información censal. Hay que hacer notar
que, justamente, ese año es el de menor registr
o poblacional como
lo
muestra el cuadro 4 la gráfica 6 para el lapso 1919-1923. La esta-
dística vital nos puede servir para medir el ritmo demográfico de
este lapso:
CUADRO 4. DINÁMICAS VITALES DE LA POBLACIÓN DE QUITO, 1914-1923
Tasa de Tasa de CRECIMIENTO
AÑOS NATALIDAD crecimiento de MORTALIDAD crecimiento de NATURAL
la natalidad la mortalidad
1914 32.21 18.14 14.07
1915 30.65 -4.84 19.31 6.45 11.33
1916 33.12 8.06 17.14 -11.24 15.98
1917
33.81 2.08 18.87 10.09 14.93
1918 33.51 -0.89 19.17 1.59 14.34
1919 31.99 -4.54 26.23 36.83 5.76
1920 33.83 5.75 21.81 -16.85 12.02
1921 35.69 5.50 23.32 6.92 13.39
1922 37.83 6.00 19.81 -15.05 18.01
1923 37.37 -1.22 20.97 5.86 16.39
Fuente: Carlos A. Miño, Informe anual que la Subdirección de Sanidad de la Provincia de
Pichincha al Señor Ministro de Sanidad y al Director del Servicio de Sanidad Pública
(1913-1914), Talleres de El Comercio, Quito, 1914 e Informe anual que la Subdirección de
Sanidad de Pichincha eleva al Ministro y Director del Ramo (1915-1916), Tipografía y
Encuadernación Salesianas, Quito, 1916.Antonio J. Bastidas, Contribución al estudio de la
protección infantil en el Ecuador y demografía nacional, Imprenta Municipal, Quito, 1924, p.53.
La estructura por sexo muestra una población mayoritaria-
mente masculina, si bien podría decirse que era una población equi-
librada
entre los sexos a la hora del nacimiento como lo muestra el
cuadro 5, sobreviven, según el censo de 1922, una mayoría femenina.
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Resulta claro que el año de 1922 es el año de menor mortali-
dad general en la ciudad, en general, en términos porcentuales, la
tendencia de la natalidad está al alza, mientras baja la mortalidad.
GRÁFICA 6. NATALIDAD–MORTALIDAD, 1914-1923
Fuente: Antonio J. Bastidas, Contribución… op. cit., p .53
La dinámica de estos os muestra, como en el caso nacional,
un crecimiento de la natalidad por sobre la mortalidad,
35
sin dejar de
señalar los picos de 1915 y 1918-1919 de alza de la mortalidad, como
sucedió en el caso nacional, según la gráfica siguiente (gráfica 7):
35 Ver Paz y Miño, La población… op. cit., p. 32.
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Fulanito de tal
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GRÁFICA 7. NACIMIENTOS–DEFUNCIONES, 1911-1923
Fuente: Luis Paz y Miño, La población del Ecuador,
Publicaciones del Ministerio de Previsión Social, Quito, 1942, p.32.
¿Qué sucedió con los matrimonios? La gráfica 8 muestra, de
manera clara, que permanecieron estancados, si no fuera por el pico
de 1913; en 1922 se observa una leve caída.
GRÁFICA 8. MATRIMONIOS HABIDOS EN ECUADOR, 1911-1923
Fuente: Paz y Miño, La población… op. cit., p. 32
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Se sabe que la nupcialidad es esencial en el régimen demo-
gráfico, ya que desempeña un papel importante en términos cultu-
rales, además de que tiene efectos directos sobre la natalidad y, por
lo tanto, sobre las dimensiones de las generaciones sucesivas.
36
La
curva de la gráfica anterior revela un crecimiento entre 1912 y 1914
para mantenerse en el rango de los 10 000 entre 1915 y 1916 y casi a
los 12 000 entre 1920-1923, lo que está de acuerdo con el crecimiento
de la natalidad.
D
e manera particularizada, por raro que parezca, es San Mar-
cos la parroquia que presentó un mayor número de eventos, con una
proporción muy equilibrada de hombres/mujeres (cuadro 5).
CUADRO 5. NACIMIENTOS TOTALES POR SEXO Y PARROQUIA, 1919-1920
(Año sanitario)
PARROQUIAS H% M%TOTAL
González Suárez 146 55.09 119 44.9 265
El Salvador 110 48.24 118
51.75 228
S. Bárbara 120 52.86 107 47.13 227
San Blas 178 52.5 161 47.49 339
San Marcos 274 49.63 278 50.36 552
San Roque 184 46.7 210 53.29 394
S. Sebastián 179 52.64 161 47.35 340
S. Prisca 64 48.85 67 51.14 131
Alfaro 47 42.72 63 57.27 110
La Magdalena 44 53.01 39 46.98 83
Benalcázar 76 50.33 75 49.66 151
TOTAL 1422 50.42 1398 49.57 2820
Fuente: cifras de Antonio Bastidas, Contribución…op. cit., p. 64.
La diferencia con el cuadro anterior (cuadro 4) se debe a que
éste (cuadro 5) toma en cuenta el año sanitario julio-junio y aquel
hace referencia al año natural (enero-diciembre). De todas formas,
ambos resaltan el nacimiento de un mayor número de varones, pero,
de manera sospechosa, una de las parroquias más numerosas como
36 Cecilia Rabell Romero, Para entender la población, Ediciones Nostra, México,2010, p.14.
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era la de El Salvador, apenas registra 228 nacimientos, en un claro
subregistro en relación a parroquias con población parecida como
San Roque, por ejemplo, además de que se percibe que en esta pa-
rroquia, y en la de El Salvador, Alfaro y Santa Prisca el nacimiento
de varones es inferior al de mujeres, lo que no sucedía en las demás.
GRÁFICA 9. NACIMIENTOS POR SEXO Y PARROQUIA, 1919-1920
(Año sanitario)
Fuente: construida con base en las cifras de Antonio Bastidas,
Contribución…op. cit., p. 64 Informe, pp.40-44.
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En el campo de la mortalidad, las defunciones en Quito, en términos
generales, los años de 1918, 1919, 1920, 1921, previos al censo de abril
de 1922, resultan ser los más elevados:
Cuadro
6. MORTALIDAD GENERAL DE LA CIUDAD DE QUITO, 1918-1923
MESES 1918 % 1919 % 1920 % 1921 % 1922 % 1923 %
Enero 150 7 255 11 130 5 272 13 131 7 176 8
Febrero 159 7 268 12 148 6 176 9 107 6 162 7
Marzo 205 9 240 11 173 7 196 10 123 6 138 6
Abril 150 7 136 6 188 8 167 8 154 8 120 5
Mayo 161 7 136 6 144 6 164 8 192 10 116 5
Junio 182 8 156 7 143 6 149 7 165 9 160 7
Julio 200 9 172 8 169 7 174 8 164 9 431 19
Agosto 194 9 240 11 196 8 162 8 154 8 240 11
Septiembre
196 9 187 8 199 8 154 7 150 8 169 8
Octubre 216 10 153 7 174 7 123 6 153 8 187 8
Noviembre
154 7 168 7 332 14 175 8 189 10 188 8
Diciembre
228 11 130 6 454 18 161 8 204 11 187 8
TOTAL 2195 100 2241 100 2450 100 2073 100 1886 100 2274 100
*El total del Informe es de 13059
Fuente: Antonio Bastidas, Contribución…op. cit., p. 64.
Por el cuadro anterior, es claro que el mayor número de inci-
dencias se producen a partir del mes de julio de cada año.
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GRÁFICA 10. MORTALIDAD TOTAL, 1918-1923
(en absolutos y relativos)
Fuente: Antonio Bastidas, Contribución…op. cit., p. 64.
Las reacciones sociales en 1922
La polémica por los resultados iniciales no se hizo esperar.
En la provincia –se argumentaba– están catalogados más de cien mil
hombres. Creencia muy difundida era de que la desproporción feme-
nina subía a una cifra enorme, algo así como veinte hembras para cada
músculo, pero, por fortuna, la cantidad se halla, según el censo, casi
equilibrada.
100 749 varones; 102 572 mujeres. Verdad es que no cono-
cemos el número de niños, ni el de ancianos, a fin de escoger el grano
bello y lozano, el casadero, pues los matrimonios son rarísimos en la
provincia. El tanto por ciento es risible. ¿Cuántos niños hay? Urge saber
su natalidad y mortalidad. Si existe la
bor de precaución, exenta del sa-
b
otaje, debe ser la de la estadística. ¿Cuántos analfabetos quedan? ¿Qué
profesiones son las más cultivadas? ¡Ah! El proletariado de levita! […
] Con qué tanto por ciento de aptos servidores, de soldados vigorosos
puede contar la patria en un momento dado? En los campos, en las pa-
rroquias rurales ¿Qué número de brazos están dispuestos para la agri-
cultura? …¿Guarda l
a población del agro relatividad alguna con las
tierras
laboradas o por cultivar? Realidad consoladora es el censo […]
siquiera desde el punto de vista de que sabremos a qué atenernos sin
engaños vanagloriosos [...]
37
Según Paz y Miño, los cómputos son anteriores al censo de
abril de 1922, pero que sus resultados “no rectifica sus datos”. Para él
la población de la provincia de Pichincha era de 326 542 habitantes
37 Alejandro Andrade Coello, Educación del hogar (crónicas familiares), Quito, Imprenta Editorial,
1923, pp. 238-240.
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que se descomponía en 172 191 hombres por 154 351 mujeres, es
decir, 116 221 más que la que arrojó el censo.
38
Para el periodista de El Día, era claro que los empadronares
se toparían con el escollo de preguntar la edad de las mujeres: “aquí
que no nos oye el bello sexo, digamos que este pudor y esta dignidad
son formas de esta vergüenza de la edad, que no es un sentimiento muy
arraigado en el sexo feo
, pero consustancial en el espíritu femenino.”
39
Hablar de edades entre señoras es una consumada malacrianza […] He
aquí el escollo de los empadronadores habido y por haber, la necesidad
en que se hallan de ser veraces y, al mismo tiempo, malcriados. La di-
ficultad es de las que no tienen salida. La señora Estadística que, a
fuerza de ciencia, se permite andar reñida con el señor Carreño, exige
el cono
cimiento más o menos preciso de las edades de los empadrona-
dos.
40
Ocultamiento o falta de la verdad en las declaraciones, par-
ticularmente de la edad, atentaban sobre la exactitud del censo. Por
ello se argumentaba que cuando los documentos mudos que son los pa-
peles entregados a cada dueño de casa arrojan, sumados ochenta mil habi-
tantes, por ejemplo, esta cifra no es la verdadera. La verdad consiste en ese
total,
más el nueve y medio por ciento que corresponde a los escondidos”.
41
Las “apuestas” sobre el resultado no aseguraban a nadie el
triunfo, pero el periodista aventuraba un cálculo que iba de 160 000
a 170 000 en toda la provincia. Pero el problema demográfico era
también un problema de orgullo local […] Si Quito es la capital, ¿cómo
ha de tener menos habitantes que Guayaquil que los tu
vo alrededor de se-
t
enta y tres mil en el último censo?
42
Así pensaba, se decía, mucha
38 Paz y Miño, La población, op. cit., p. 27.
39 “Las cosas de la semana”, El Día, 9 de abril de 1922.
40 Idem.
41 Frente a esta verdad sabida Paz y Miño daba por sentado el fracaso del censo de 1922, porque
“los directores del censo no deben haber ignorado lo que todos vimos: nos consta que hubo
casa -¿era la única en Qu
ito?-, en que se ocultaba la tercera parte de personas que debían
empadr
onarse”. Paz y Miño, La población… op. cit., p. 27.
42 Seguramente se refiere el periodista al censo de 1919 que finalmente no fue publicado, “por-
que el municipio se convenció inmediatamente del fracaso”. Paz y Miño, La población… op.
cit., p.27. Pero esto es falso, En ese año el resultado fue de 89 771 habitantes. Ver América
Libre, p. 130.
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gente. Para los observadores –no lo manifestaban, pero lo pensaban–
no había necesidad del censo.
Que nos perdonen los calculadores al máximun si atentamos contra
una inofensiva ilusión suya. Quito no tiene más de tres mil y pico de
casas, contando todas las comprendidas entre el Puente Grande de Chi-
llogallo y la bifurcación del camino a Iñaquito. Para dar todo lo que se
puede en esta materia, demos
que ese pico consiste en seiscientas casas.
Todas las de Quito pagan la pensión del alumbrado público…Pues hay
un catastro Municipal de alumbrado y, o este catastro es muy defi-
c
iente,
o no ha registrado nunca más de tres mil trescientas casas. Po-
nemos otras trescientas por las casas que pueden estar exentas de ese
pago, tales como cuarteles y establecimiento de beneficencia….Cuál
será el promedio de
habitante en cada casa? Hay casas ciertamente que
son
habitadas hasta por cien personas; pero las hay también muchas
cuyos habitadores no llegan a ser diez. Los ricos viven sin inquilinos y
las casuchas de los extremos sur y norte se asimilan en este concepto a
las de los ricos. Pongamos un promedio de veintincico habitadores por
casa…Con estos antecedentes, está escrito el resultado. Quito no tiene
más
de noventa mil habitantes en cifra redonda.
43
El periodista igual se quejaba de la entrega por parte de los
resultados o “la verdad estadística por entregas”, pero reconocía que
Ilusos y fantasmagóricos, nosotros vivíamos soñando con el número ciento
treinta mil cuando menos… [pero] con esto la oficina [de Policía] metida a
censualística, quedará al fin como verídica”.
44
Y exclamaba:
Cómo matarnos de golpe y porrazo la ilusión del ciento treinta mil!
En Guayaquil nos han tomado el pelo –crueles-por el número exiguo
que somos y por la lentitud con que estamos conociendo el resultado.
Hasta cierto punto, ellos que ya saben que son ochenta y siete mil y
que lo supieron el mismo día que fueron contados, tienen razón.
45
En otra ocasión manifestaba:
Desilusión helante la de ese resultado, para una mayoría de nuestros
quiteños. Si ochenta mil habíamos sido desde tiempos inmemoriales,
43 Ídem.
44 “Las cosas de la semana”, El Día, 23 de abril de 1922.
45 Ídem.
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parecía no antojadiza la presunción –para muchos constituía certidum-
bre– de que en la actualidad el crecimiento de la población arrojase un
promedio de ciento veinte a cieno treinta mil habitantes.
46
Para esa conjetura contribuía, además, la circunstancia de la
visible e innegable expansión de la ciudad, que, a pocos años, había
alcanzado un radio urbano cinco o seis veces mayor. Estaba, de otro
lado, patente el gran movimiento de la llamada población flotante,
que
antes se reducía a límites bien modestos”.
47
En términos demo-
gráficos, ¿qué atentaba contra el crecimiento demográfico. Sin duda,
la inestabilidad política permanente como el primer punto; luego “el
monstruoso porcentajede la mortalidad infantil particularmente de
Quito y la clara disminución “progresiva” de los matrimonios o la
migraci
ón.
Conclusión
L
a conclusión es obvia, más allá de la planeación y ejecución
eficiente del censo, todo indica que los resultados polarizaron las
opiniones y se politizó el trabajo. La opción fue no sacar a la luz todo
un gran trabajo que estaba sesgado por un indudable cariz regiona-
lista.
Pero más allá de la polémica, gracias a la labor periodística,
nos quedó –hasta que no se encuentre el manuscrito f
inal–, los re-
sultados
globales de la población por parroquia, por lo menos, en la
estructura demográfica básica de sexos y su distribución espacial de
80 702 habitantes.
De todas formas, creo que hemos podido dibujar el perfil,
solo eso, de la estructura por sexo y por parroquias de la población
de Quito, así como cuantificar su distribución por los cantones de la
provincia. Es claro que el entorno ins
titucional, la
operatividad del
censo y el cuidado en la recolección de información parecen adecua-
46 Idem. El editorialista se refiere a la mítica cifra de 60 000 habitantes repetida siempre por via-
jeros y funcionarios desde 1740. Lo que no se sabía es que esa cantidad contemplaba a las
parroquias rurales. Solo después de 1906 se pudo desagregar adecuadamente esta población
de las parroquias urbanas.
47 Ídem, 27 de abril.
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dos para dar una cifra que calza perfectamente en la evolución de-
mográfica general. Es claro, finalmente, que la ciudad mantenía en
su interior 80 702 habitantes y los pueblos 72 067, o sea, 152 769 ha-
bitantes para el conjunto.
Fuentes y bibliografía
Periódicos e informes
Censo provincial del Pichincha (Reglamento), Quito, Imprenta y Encuadernación
Nacionales, 1922.
Informe que la Junta de Embellecimiento de Quito somete al I.Concejo Municipal, acerca
de
las labores por ella realizadas desde 1919 hasta que cesó en sus funciones en
1925, Imprenta Municipal, Quito, 1926.
“Las cosas de la semana”, El Día (Quito), 2 de abril de 1922
TREVIÑO, Delfín B., Informe que presenta a la Nación el General […], Ministro de
lo Interior, Policía, Municipalidades, Obras Públicas, Correos, Telégrafos, Telé-
fonos, etc., Talleres Tipográficos Nacionales, Quito, 1922.
Bibliografía general
A
NDRADE COELLO, Alejandro, Educación del hogar (crónicas familiares), Im-
prenta Editorial, Quito, 1923
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Madrid, 2017.
M
IÑO, Carlos A., Informe
anual que la Subdirección de Sanidad de la Provincia de
Pichincha al Señor Ministro de Sanidad y al Director del Servicio de Sanidad Pú-
blica (1913-1914), Talleres de El Comercio, Quito, 1914.
––––––, Informe anual que la Subdirección de Sanidad de Pichincha eleva al Ministro
y Director del Ramo (1915-1916), Tipografía y Encuadernación Salesianas,
Quito, 1916.
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PAZ Y MIÑO, Luis T., La población del Ecuador, Publicaciones del Ministerio de
Previsión Social, Quito, 1942.
RABELL ROMERO, Cecilia, Para entender la población, Nostra Ediciones, México,
2010.
RODAS CHÁVES, Germán Alfredo, Historia de la gripe española” que llegó a
Quito en 1918, Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, Quito,
2015.
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La Academia Nacional de Historia es una
institución intelectual y científica,
destinada a la investigación de Historia
en las diversas ramas del conocimiento
humano, por ello está al servicio de los
mejores intereses nacionales e
internacionales en el área de las
Ciencias Sociales. Esta institución es
ajena a banderías políticas, filiaciones
religiosas, intereses locales o
aspiraciones individuales. La Academia
Nacional de Historia busca responder a
ese carácter científico, laico y
democrático, por ello, busca una
creciente profesionalización de la
entidad, eligiendo como sus miembros a
historiadores profesionales,
entendiéndose por tales a quienes
acrediten estudios de historia y ciencias
humanas y sociales o que, poseyendo
otra formación profesional, laboren en
investigación histórica y hayan realizado
aportes al mejor conocimiento de
nuestro pasado.
Forma sugerida de citar este artículo: Miño Grijalva, Manuel,
“Quito y el censo de 1922”, boletín de la academia nacional de
historia, vol. XCVII, Nº. 202, julio diciembre 2019, Academia
Nacional de Historia, Quito, 2019, pp.83-114