BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen C  
Nº 208–B  
Julio–diciembre 2022  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-B  
Julio–diciembre 2022  
LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA COMO BASE PARA  
LA CONSTRUCCIÓN DE UNA IDENTIDAD NACIONAL:  
NUDOS CRÍTICOS  
EN EL SISTEMA EDUCATIVO ECUATORIANO  
–DISCURSO DE INCORPORACIÓN–  
Santiago Vallejo Vásquez1  
Resignarse es una cobardía,  
es el sentimiento que justifica el abandono de aquello  
por lo cual vale la pena luchar, es, de alguna manera, una indignidad.  
Si nos cruzamos de brazos seremos cómplices de un sistema e historia  
que ha legitimado una muerte silenciosa.  
2
Ernesto Sábato  
Quiero expresar, en primer lugar, mis sinceras palabras de  
gratitud a la Academia Nacional de Historia del Ecuador, en especial  
a su cuerpo directivo, Dr. Franklin Barriga López, director; Dr. César  
Alarcón Costta, subdirector; y Ac. Diego Moscoso Peñaherrera, se-  
cretario; así como a los dignos miembros de la Junta General, de nú-  
mero y correspondientes.  
Francisco Quevedo, ese inmenso poeta español, lo dijo:  
Quien recibe y no agradece, pocas veces lo merece”. Por eso, y por mis  
3
propias convicciones, he de agradecer profundamente la gentileza de  
tan preclaros caballeros y damas de la cultura e historia nacional, para  
considerar mi nombre, joven y temprano, a fin de integrar con sano  
orgullo y satisfacción tan emérita entidad, en este acto que me enal-  
1
Abogado por la Universidad Central del Ecuador, Magíster en Derecho, con mención en De-  
recho Tributario por la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador, 2018; Doctorando  
en Derecho por la Universidad Nacional del Mar del Plata y Universidad de Buenos Aires,  
República Argentina. Actualmente es Secretario General del Consejo Nacional Electoral, en  
funciones, además, docente universitario de pregrado y postgrado en la Universidad Central  
del Ecuador, en la Universidad Técnica del Norte y Universidad de Otavalo.  
Ernesto Sábato, La Resistencia, Editorial Planeta Argentina, Buenos Aires, 2000, p. 82.  
Francisco de Quevedo, Obras festivas de D.F. de Quevedo y Villegas: con una noticia de su vida,  
Garnier Hermanos, París, 1886, p. 433.  
2
3
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
244  
La enseñanza de la Historia como base  
para la construcción de una identidad nacional  
tece junto con mi familia, mi provincia y querido lar nativo, conjun-  
tamente con mis colegas académicos, hermanos, amigos y amigas.  
Mi compromiso no puede ser otro, hoy más que nunca, que  
trabajar denodadamente por sacar adelante los códigos dictados por  
la ética y la moral, por hacer prevalecer los altos fines de la Historia,  
ya en la cátedra, en mis escritos, o en mi discurso llano y sencillo,  
para hacer prevalecer la rectitud y probidad en el proceso investiga-  
tivo, para que la verdad siempre nos ilumine. Convencido como el  
que más de que la verdad es la poesía de la Historia; sirviendo como  
un soldado más en esta noble causa de recuperar, incentivar y difun-  
dir la historia nacional como tributo a la memoria y obra de nuestros  
antecesores, ciudadanos honestos, librepensadores y comprometidos  
con las causas justas.  
“La leyenda de los grandes seres humanos de la historia no es el epi-  
tafio que puedes leer en sus tumbas, sino el relato que te puedan narrar aque-  
llas personas que los conocieron en vida”, Voltaire.  
Distinguido público que nos acompaña en esta tarde, permí-  
tanme presentar ante ustedes esta disertación en la que hablaremos  
sobre: “La enseñanza de la historia como base para la construcción  
de una identidad nacional: nudos críticos en el sistema educativo  
ecuatoriano”; considerando precisamente que, la construcción de la  
identidad nacional, empieza en la historia.  
Es por ello que, sobre la imperiosa necesidad de que los pue-  
blos conozcan su historia se ha pronunciado más de un nombre que  
ha pasado a la historia de la humanidad, tal es el caso de Marco Tulio  
Cicerón (106-43 a.C), que dijo exactamente: “Quien olvida su historia  
4
está condenado a repetirla”. Y aunque han dicho diferentes versiones  
de esta frase admonitoria un número elevado de personas en todas  
partes, ya en tiempos más cercanos, el español George de Santayana  
(1863 y 1952), conocido con un nombre que suena anglosajón porque  
hizo toda su carrera intelectual en inglés, ya que habitaba en Estados  
5
Unidos, dijo: “Quien olvida su pasado está condenado a repetirlo”. Así,  
4
5
Cfr. Marco Tulio Cicerón en: Ignacio López-Goñi, Oihan Iturbide, Funcionan las vacunas, Next  
Door Publishers, Pamplona, 2019.  
Cfr. George de Santayana en: José Rodríguez Iturbe, El fascismo italiano: Mussoline y su tiempo,  
Universidad de la Sabana, Bogotá, 2019, p. 441.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
245  
SantiagoVallejoVásquez  
de los dos mil años que separan a un personaje de otro, sigue siendo  
imprescindible conocer nuestra historia para saber quiénes somos.  
Y ya que he empezado esta disertación mencionando a Marco  
Tulio Cicerón, voy a detenerme un momento en la historia del inefa-  
ble Imperio Romano. Ellos, los romanos estaban convencidos de que  
su destino era vencer y perdurar. Era tan alto el concepto que tenía  
Roma de si misma, que Tito Livio lo expresaba así:  
Ahora bien, si a alguna nación se le debe permitir reclamar un origen  
sagrado y apuntar a una paternidad divina, esa nación es Roma. Porque  
tal es su fama en la guerra que cuando se elige para representar a Marte  
como su propio padre y su fundador, las naciones del mundo aceptan  
tal declaración con la misma ecuanimidad con que aceptan su dominio.  
Pero cualesquiera opiniones o críticas a estas y otras tradiciones, las con-  
sidero como de poca importancia.6  
Para componer la historia de Roma, Cicerón acudió a fuentes  
tan diversas como historiadores, nobles, generales, políticos y escri-  
tores como Catón el Viejo. Los romanos edificaron un mito fundacio-  
nal eficiente y productivo, que hizo de ser romano un orgullo.  
Los nórdicos son otro ejemplo estupendo de creación de un  
mito fundacional potente y positivo que ayuda a los individuos a  
identificarse con el terruño y con sus antepasados, a cimentar una  
idiosincrasia de la que presumir, a tener orgullo de lo que se es. No  
me extenderé sobre el particular, en atención al limitado tiempo del  
que dispongo.  
La enseñanza de la historia, especialmente los orígenes, eran  
muy importantes para los romanos y los nórdicos, ya que encontra-  
ban que en su origen se hallaban las razones de su éxito como civili-  
zación. Hablemos ahora de nosotros y de nuestra historia. ¿Conoce-  
mos los ecuatorianos nuestra historia? ¿Somos conscientes de nuestro  
origen? ¿Hay algo de lo que nos sintamos orgullosos, que nos iden-  
tifique como miembros de una comunidad, una sociedad?  
6
Tito Livio, Prefacio de Ab urbe condita. Ver en: https://www.edistribucion.es/anayaeduca  
cion/8450030/recursos/UD_03/p56_lecturas_new_2.pdf (23-11-2022).  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
246  
La enseñanza de la Historia como base  
para la construcción de una identidad nacional  
Me parece oportuno recordar aquella frase tan existencial  
como vital que oí tantas veces en los documentales que estudian los  
7
orígenes de la humanidad: “de dónde somos y de dónde venimos”. La  
ciencia ha dado acertadas y fundadas respuestas al respecto. La filo-  
sofía también lo ha intentado, Heidegger dice en su obra El ser y el  
tiempo que la pregunta sobre el ser tuvo en vilo las meditaciones de  
Platón y Aristóteles. Anterior a estos dos filósofos, ya Sócrates nos  
había recomendado su frase “Conócete a ti mismo”. En tiempos más  
cercanos, aunque no actuales, Marx decía que el ambiente forma, “el  
individuo es lo que su entorno próximo le permite”.  
Ya en la propuesta pedagógica del ruso Vygotsky, le embar-  
gaba una profunda preocupación por la génesis de la cultura, consi-  
deraba al ser humano constructor de la misma, se oponía a la  
psicología clásica al considerar que no respondía adecuadamente a  
los procesos de individualización y los mecanismos que lo generan,  
por ello elabora su teoría de la “génesis y naturaleza social de los pro-  
cesos psicológicos superiores”. “Vygotsky, de acuerdo con Bonin (1996),  
se empeñó en crear una nueva teoría que abarcara una concepción del desa-  
rrollo cultural del ser humano por medio del uso de instrumentos, especial-  
8
mente el lenguaje, considerado como instrumento del pensamiento”.  
Esta pedagogía es profundamente crítica. Aquí, sin embargo,  
se ha conocido una versión más radicalizada, cuyo texto guía se titula  
Pedagogía del oprimido, de Paulo Freire. Porque, si bien es cierto, que  
en sus trabajos Freire considera a la cultura como telón de fondo que  
opera en los procesos de negociación cultural, ya que desde la cultura  
se socializa y se reconoce lo diferente, se parte del respeto a los saberes de los  
educandos y se promueve su participación a través de una negociación cul-  
tural en la cual se dialoga y construyen nuevos saberes, contextualizados, sig-  
nificativos, diversos y con sentido para cada uno de los actores del proceso”.9  
La idea es hacer una educación liberadora que construya sus subjeti-  
7
8
Sergio Ripoll López, ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos? Origen y evolución del  
hombre, UNED, España, 2002  
Cfr. Molón en: Marcos Antonio Lucci, “La propuesta de Vygotsky: la psicología sociohistórica”,  
Profesorado. Revista de currículum y formación del profesorado, Vol. 10, N°2, 2006, p. 4. Ver en:  
https://www.ugr.es/~recfpro/rev102COL2.pdf (23-11-2022).  
9
Cfr. Aída Bezerra en: Antonio Narváez, Milton Calderón, Vicente Palop, La Educación Popular  
ante los nuevos contextos Latinoamericanos y el sistema educativo ecuatoriano, Fe y Alegría Ecuador,  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
247  
SantiagoVallejoVásquez  
vidades en una acción educativa específica, que se hace desde diver-  
sas metodologías, pero partiendo de lo que se sabe y de lo que se es.  
La construcción del sujeto, de su identidad, responde a un  
conjunto de factores, y entre ellos la enseñanza de su historia que  
cumple un papel fundamental. El conocimiento de la historia de un  
pueblo, de una nación, permite a los individuos construir su identi-  
dad, como ya señalaran Peña Forero y Cristancho Altuzarra “La en-  
señanza de la historia ha tenido gran relevancia en la configuración de la  
identidad nacional”.10  
Ahora bien, ¿cómo podemos trazar los caminos para la cons-  
trucción de una identidad nacional positiva? La identidad nacional  
se imbrica fuerte e inextricablemente con la memoria, con la historia,  
por tanto, con su enseñanza. Anadie le cabe duda de que hay una re-  
lación entre el pasado, la memoria y la identidad. Como sostiene Pie-  
rre Bertrand: “Los historiadores no pueden sino vestir el misterio, ocultar  
11  
lo que ha sucedido aquí, disimular el acontecimiento, deformarlo”. Y es el  
sistema educativo el que hace esa relación, transformando el pasado  
en un discurso que debe ser repetido en un lenguaje apropiado para  
la comprensión de los estudiantes. Este discurso será repetido mien-  
tras el niño, niña, adolescente y joven permanecen en el sistema edu-  
cativo.  
Permítaseme una anécdota, hace unos meses iba condu-  
ciendo de camino hacia algún lugar donde desempeño algunas de  
mis obligaciones laborales, y la radio estaba puesta en mi auto en mi  
emisora favorita, no diré cuál, ya que no me han pagado. (Perdón).  
En fin, sonaban dos voces masculinas animando a los oyentes a lla-  
mar a la emisora para responder una pregunta que no recuerdo, lo  
Quito, 2015, p.78. Ver en: https://www.feyalegria.org.ec/images/biblioteca/Fe%20y%20Ale-  
gria%20La%20Educacion%20Popular.pdf (23-11-2022).  
0 Cfr. Carretero y Kriger en: Nelsy Peña, José Cristancho, “La enseñanza de la historia y la  
construcción de subjetividad política de niños y niñas de educación básica primaria”, Perfiles  
educativos, vol. XXXIX, núm. 157, 2017. Ver en: https://www.redalyc.org/journal/132/  
1
1
13253143008/html/ (23-11-2022)  
1 Cfr. Pierre Bertrand en: Dení Trejo, Miguel Urrego, Por una historia de todos y para todos: epis-  
temología de la historia, didáctica y formación docente, Universidad Michoacana de San Nicolás  
de Hidalgo, Morelia, 2013, p.68. Ver en: https://www.academia.edu/en/23254868/Por_  
una_historia_de_todos_y_para_todos (24-11-2022).  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
248  
La enseñanza de la Historia como base  
para la construcción de una identidad nacional  
que sí recuerdo, porque me impactó negativamente, fue una res-  
puesta, la transcribo aquí: “Hola, soy Fulanito. Llamo de la provincia de  
Quito”. Era un adolescente de 16 años. Uno de los locutores o anima-  
dores le corrigió con ese encanto propio de los comunicadores. Y nin-  
gún comentario pedagógico y crítico respecto al tema. Continuaron  
con su encuesta o concurso.  
Mi reflexión es que si un joven de esa edad comete semejante  
despiste todo falla en el sistema educativo y, por extensión, en la so-  
ciedad. ¿En qué momentos de su edad escolar, hasta llegar aquí se  
habló a este adolescente de su terruño? Se supone que desde la edu-  
cación básica ya se adiestra al estudiante en su entorno, su escuela,  
su barrio, su localidad. Entre esos datos deberían estar la provincia  
en la que está la localidad. A los diez años ya sabemos los nombres  
de las provincias y sus capitales, o deberíamos saberlos. Al salir de la  
escuela ya sabemos cuántas provincias tiene el país y, particular-  
mente, que tiene una capital político-administrativa y otra económica  
cada una de las provincias.  
Se está dando un hecho paradójico en nuestras propias nari-  
ces, nunca ha habido más títulos y más titulados en nuestro país, pero  
tampoco nunca ha habido menos instrucción y educación en nuestra  
gente. El maestro ha dejado de tener autoridad, y aquí se da otra pa-  
radoja, y es que antes tenía demasiada. Y se pasó de ese extremo al  
otro. ¿Nadie nos ha dicho que los extremos son tóxicos?  
Según el Estado, y aquí actúa la pedagogía de Vygotsky en  
la versión Freire, se debe hacer la enseñanza-aprendizaje desde el  
contexto social propio y próximo de los estudiantes, no obstante, ello  
no ocurre siempre.  
Las quejas de los profesores sobre falta de material y de  
tiempo son comunes. No hay profesor o profesora que no tenga que-  
jas respecto a falta de material didáctico y de horas asignadas para  
su materia. Con esa instrucción de hacer las clases con el contexto so-  
cial donde se imparte, el Estado ha delegado en cada institución edu-  
cativa la elaboración del material didáctico. Ahora, el punto es que,  
si cada institución tiene que elaborar su material, el asunto depende  
de la dirección de la unidad educativa, la calidad del profesorado y  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
249  
SantiagoVallejoVásquez  
su nivel de compromiso con los estudiantes y su trabajo. He ahí, la  
importancia de la calidad del docente de primaria y secundaria que  
enseña Historia.  
¿Entienden nuestros profesores de primaria y secundaria que  
su labor es esencial para el futuro del país? ¿Hace el Ministerio de  
Educación y las facultades de pedagogía una criba para elegir a las  
mejores personas? Ahora, el profesor que enseña una materia, ¿la co-  
noce? Por lo menos, no siempre. Recuerdo cómo mi profesor de gra-  
mática en la secundaria cometía errores lingüísticos que daban  
vergüenza ajena. Pero era el profesor. Muchas veces, demasiadas, el  
profesor o la profesora de Historia leen de un libro, un folleto, un car-  
tel. Leen del material que ha hecho alguien más. Como si los estudian-  
tes no supieran leer. Eso de que los profesores, primaria, secundaria  
o superior, lean directamente de un libro debería estar sancionado.  
El único conocimiento que se tiene es el que está en la cabeza, porque,  
si de leer se trata, acudimos a un buscador en internet y podemos leer  
años. Nunca he podido respetar a esos lectores de clase, tuve dema-  
siados durante mis primeros años lectivos.  
¿Cómo van a enseñar lo que no saben? Uno de los nudos más  
críticos es, pues, la poca formación del profesorado. En la materia que  
enseñan y en pedagogía. Otro es la carga horaria, que es baja. La his-  
toria está infravalorada en nuestras instituciones educativas, así como  
por el Ministerio de Educación. A la historia del Ecuador se la trata  
como a la parienta pobre, especialmente ahora, cuando las tecnolo-  
gías han irrumpido con fuerza en el ámbito educativo y hay institu-  
ciones que creen que poner ordenadores en las aulas concede ventajas  
a los estudiantes. ¿Ventajas en qué sentido? El acceso a las redes so-  
ciales es alienante, lo dicen multitud de estudios.  
Como se estila en estos eventos académicos, mi intervención  
tiene por objeto presentar algunos nudos críticos y propuestas, para  
permitirme demostrar la siguiente tesis: la enseñanza de la historia  
es una de las mejores estrategias para el desarrollo de la identidad  
nacional de los ciudadanos y ciudadanas, sobre todo de las nuevas  
generaciones. Es posible que esta proposición no sea nada nueva,  
pero las dificultades, las complejidades, los nudos críticos que es po-  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
250  
La enseñanza de la Historia como base  
para la construcción de una identidad nacional  
sible encontrar en este propósito, nos permitirán reconocer la impor-  
tancia, y la actualidad de la presente ponencia. Acudo a la generosa  
atención de mis interlocutores para la valoración de las diferentes ar-  
gumentaciones alrededor de la pregunta central planteada.  
A mi juicio, la primera razón para el incumplimiento del prin-  
cipal objetivo de enseñanza es de la asignatura misma, es el tipo de  
historia que ha sido relatada a nuestros niños, niñas, adolescentes y  
jóvenes. Las experiencias escolares de todos los aquí presentes darán  
testimonio de que casi siempre el aprendizaje se ha reducido a me-  
morizar una significativa cantidad de hechos, nombres, fechas… que  
apenas si impresionan a los estudiantes.  
Para ahorrar explicaciones de este dilema, es preciso remitirnos  
a la impactante sentencia de Eduardo Galeano: “La historia ha sido con-  
12  
tada por los vencedores”. Asimple vista, esta expresión no parece tener  
ninguna connotación profunda. Los siguientes razonamientos de-  
mostrarán la trascendencia de la misma. La historia que nos han con-  
tado está saturada de relatos, cuentos, mistificaciones y hasta fábulas  
contadas por la clase dominante. En estos relatos sesgados aparecen  
los miembros de las oligarquías, con todas sus variaciones, como los  
gestores, líderes, héroes de los acontecimientos históricos de la patria.  
En estas narraciones apenas si son nombradas las bases populares,  
los estratos excluidos de la sociedad, los hombres y mujeres indíge-  
nas, afros y mestizos.  
Pregunto en qué libros, textos o manuales históricos se relatan  
la participación concreta de los colectivos populares, los obreros, los  
artesanos, los agricultores en los múltiples acontecimientos de la his-  
toria nacional. Lo común ha sido enterarse de que un hombre ilustre,  
un militar heroico, un grupo de connotados de la sociedad, algunos  
intelectuales, han sido los protagonistas de sucesos importantes de  
nuestra historia. En estas “proezas” parece ser que los pueblos apenas  
sí han tenido presencia.  
Todo hace pensar que en esta marginación social se puede en-  
contrar la escasa emoción y empatía de los escolares hacia la historia  
12 Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, México, Siglo XXI Editores, 1971,  
p. 339.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
251  
SantiagoVallejoVásquez  
patria. Si los niños, niñas y adolescentes perciben que antepasados  
mestizos, indígenas y afros no han sido actores de la historia nacional,  
se verán precisados a memorizar las hazañas o penurias de los mo-  
mentos de poder político y económico que han dominado nuestra  
República.  
La otra derivación de la historia de los “vencedores” es presen-  
tar a los ojos de toda la sociedad, a lo largo de muchos años, que el  
país ha logrado su supuesta libertad, soberanía y hasta desarrollo  
gracias a la inteligencia, valentía, amor a la patria que han demos-  
trado las élites y la jerarquía militar. Lo que no dicen los especialistas,  
textos e intelectuales es que la mayoría de las acciones históricas, las  
batallas ganadas, constituyen ficciones patrioteras que apenas se ape-  
gan a la verdad de los hechos históricos. En consecuencia, nuestra  
historia está plagada de insignes patriotas pertenecientes a una clase  
social que ha defendido y se ha desvivido por la patria.  
Estamos, pues, ante un primer nudo crítico de la enseñanza de  
Historia: nos han contado durante cientos de años la historia de las  
élites que, supuestamente, han construido este país, aquí casi ningún  
papel ha jugado el pueblo. Si un elevado número de ciudadanos ha  
recibido la enseñanza de la historia en los diferentes niveles educati-  
vos, ¿por qué esta disciplina no ha conseguido en los mismos una só-  
lida identidad cultural y, de modo complementario, un elevado  
espíritu cívico? No resulta complejo inferir que, si la enseñanza de la  
historia no ha podido, o no ha querido, exponer el papel determi-  
nante del pueblo en los grandes hechos, por lo tanto, no se espere que  
niños, niñas y adolescentes con elevada identidad y conciencia de pa-  
tria vivan en esta geografía.  
El segundo nudo crítico es el rol de la educación y el profeso-  
rado. Si a los maestros y a las maestras se les ha asignado la función  
de docentes de esta área curricular, es fácil suponer que enseñarán la  
historia que les han contado. Y ya sabemos, según el análisis anterior,  
cuál es el relato dominante que repetirán en las aulas. Ciertamente,  
no se puede pedir que los especialistas de la educación puedan con-  
vertirse en estudiosos o especialistas de esta disciplina, para que en-  
señen la historia objetiva.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
252  
La enseñanza de la Historia como base  
para la construcción de una identidad nacional  
El tercer nudo crítico es todavía mucho más complejo de solu-  
cionar. La pregunta es: ante la hegemonía cultural de occidente, ¿qué  
oportunidad tienen nuestros países para formar niños, niñas y ado-  
lescentes con identidad nacional? Estaría demás exponer la enorme  
cantidad de artificios que utiliza el imperio cultural para que los me-  
nores de todo el mundo acepten y hasta admiren los acontecimientos  
históricos de las potencias, sus antivalores, la supuesta superioridad  
étnica, los avances deslumbrantes de su producción industrial y tec-  
nológica, el frenesí consumista. ¿Se pueden desconocer los millones  
de imágenes y mensajes de las películas, libros, revistas, series de te-  
levisión, entretenimientos digitales, telenovelas, producciones digi-  
tales, todas ellas saturadas de las culturas exóticas extranjeras? Poca  
oportunidad tienen las formas de ser y actuar de nuestros educado-  
res, filósofos, promotores culturales, artistas y ciudadanos, siempre  
anhelantes de la “blanquitud”, como advierte nuestro compatriota  
1
3
Bolívar Echeverría. Estamos viviendo, pues, un solo referente de  
identidad y cultura, frente al cual poco o nada pueden hacer nuestros  
países. ¿Cómo pueden la escuela, los maestros, los historiadores con-  
trarrestar la omnipresencia de los prototipos neocolonizadores que  
se arrogan la misión de ser la única civilización que puede llevar a  
los seres humanos a la felicidad y el progreso?  
En este punto, parece adecuado señalar que en la región y en  
el Ecuador existe una cierta producción nacional que no se usa. Es  
decir, hay que hacer una cierta búsqueda para encontrar textos, au-  
dios, videos, y textos de opinión que hablen de nosotros, que se re-  
fieran a nuestras problemáticas, que se hagan desde nuestras claves  
culturales.  
Es indudable que el Estado tiene un deber en este sentido,  
puesto que ha incumplido sistemáticamente con el acercamiento a  
las culturas en sus múltiples manifestaciones. La creación de conte-  
nidos históricos que hablen de nosotros es una necesidad. Y en unas  
sociedades donde el Estado cuenta poco para la ciudadanía, una po-  
1
3 César García García, “Modernidad y blanquitud”, Revista Mexicana de Orientación Educativa,  
vol. 9, n.° 22, México, 2012. Ver en: http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_art-  
text&pid=S1665-75272012000100012 (24-11-2022).  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
253  
SantiagoVallejoVásquez  
sibilidad es el apoyo de la empresa privada como aportantes a las so-  
ciedades en las que desarrollan sus lucrativas actividades. Parte de  
esa responsabilidad social que se les ha empezado a atribuir, la tienen,  
sin duda, escribir libros, artículos, guiones, hacer películas, series,  
etc., desde nuestras idiosincrasias. Estas actividades necesitan apoyo  
de todos. La producción y circulación de esos productos es una de  
las vías para contrarrestar la excesiva influencia cultural extranjera  
hegemónica.  
Al finalizar, me permito expresar algunas conclusiones y  
hacer una reflexión sobre aquel tema con el que inicié esta disertación:  
la construcción de un mito fundacional que llegue al individuo y le haga  
sentirse identificado y orgulloso de su pertenencia a esta tierra y a esta idio-  
sincrasia. En tal virtud, se hace necesario revisar los libros que usan  
nuestros niños, niñas y adolescentes para aprender sobre el mundo  
y sobre sí mismos, es el Ministerio de Educación en todos los tiempos  
que se ha interesado poco por el contenido de lo que se enseña a los  
menores. Las inexactitudes y las falacias son un componente elevado  
en esas páginas. Así, ¿qué podemos esperar? Y los maestros, ¿pode-  
mos respetar a profesionales que no cuestionan su propio saber? O  
¿
lo que debería ser su saber?  
Los nudos críticos de la enseñanza de la historia en primaria y  
secundaria en el país son los mismos que para el resto de asignaturas,  
1
4
pero agravados. Que un menor no aprenda a hacer divisiones es  
grave, pero que no sepa diferenciar una provincia de una capital es  
escandaloso.  
Es imprescindible enseñar una historia objetiva, donde se vi-  
sualice el papel fundamental que esta tiene en la construcción de la  
identidad nacional. Lo que, se entiende se guarda, es difícil y ardua-  
mente complejo, recordar solo de memoria porque no se ha apren-  
dido. El estudio de la asignatura y de su enseñanza precisan de  
investigaciones profundas que cuestionan lo que está escrito y se  
sigue escribiendo desde la óptica de los triunfadores y la alienación  
de los poderosos, aunque sean mestizos, afros o indígenas.  
14 Floralba Aguilar-Gordón, “Fundamento, evolución, nodos críticos y desafíos de la educación  
ecuatoriana actual”, Actualidades Investigativas en educación, vol. 19, n.º 1, 2019, pp. 1-31.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
254  
La enseñanza de la Historia como base  
para la construcción de una identidad nacional  
Se necesita, con urgencia, capacitar a los maestros en la ense-  
ñanza de la historia, no absoluta. Una estrategia sería proponer pe-  
queñas investigaciones de cómo los miembros de las comunidades,  
barrios, ciudades o provincias construyen la historia, la identidad y  
el desarrollo local.  
Se podría pensar en una enseñanza crítica de la asignatura  
Historia. Para el efecto, el o la docente propone a los estudiantes el  
análisis de los acontecimientos que ocurren en la sociedad y en las  
que incurren los ciudadanos. Esto es Historia retrospectiva y relata  
circunstancial personal como sujeto. Junto a este accionar, es impres-  
cindible el estudio de las causas históricas de los problemáticos he-  
chos que impiden el crecimiento humano de las personas y el  
desarrollo del país. La estrategia es implementar variadas experien-  
cias de aprendizaje en la que los estudiantes tengan un papel activo  
y cuestionador. Esta didáctica sugiere el consumo de fuentes diversas,  
no solo los libros del Ministerio de Educación tales como: artículos  
de investigación científica, videos de charlas especializadas que hay  
tantas en la red en este momento, videos sobre discusiones entre ex-  
pertos, libros de divulgación científica que cuestionan algunos su-  
puestos históricos que habíamos creído inamovibles durante décadas  
y hasta siglos. En fin, hacer uso de esa multitud de recursos de los  
que la tecnología y los tiempos ponen a disposición de toda persona  
que quiera y necesite.  
El mayor problema que tiene la enseñanza de Historia no es  
tanto el contenido curricular como la didáctica, la pedagogía y, con  
mayor énfasis, unos profesores con título de cartón, pero sin mística.  
La enseñanza, que a nadie le quepa duda, aún en estos tiempos, es  
miserablemente pagada, enseñar es un apostolado.  
La Historia hace referencia al pasado, pero también es la ciencia  
que estudia y que interpreta el presente; además, este conocimiento  
cumple diversas funciones en la sociedad, como es la de contribuir  
en la conformación de una identidad nacional, que cohesione a la co-  
munidad y cultive el patriotismo. Por ello, la Historia está ligada a la  
creación y consolidación de los Estados y del sentido de pertenencia.  
Pero, sobre todo, la Historia cumple una función esencial: reconstruir  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
255  
SantiagoVallejoVásquez  
el pasado para comprender nuestro presente y construir un nuevo  
futuro.  
Es el historiador quien da sentido a la experiencia colectiva,  
a esa necesidad del ser humano de conocer su Historia, su papel es  
fundamental para entender el pasado. Por lo tanto, es necesario re-  
cuperar y entender la relación del historiador y su producción histó-  
rica con la sociedad, a fin de incidir en la conformación del pen-  
samiento histórico del Estado.  
Preguntarse por el país que queremos supone, inevitable-  
mente, preguntarse acerca de su pasado y del conocimiento que te-  
nemos de ese pasado. Todo futuro requiere un pasado sobre el que  
proyectarse. De ahí que para efectuar el cambio verdadero al que as-  
piramos sobre la exposición histórica es necesario repensar el pasado  
en su conjunto, la relación entre vida colectiva y conocimiento histó-  
rico, y el papel de la disciplina de Historia en la sociedad. En defini-  
tiva, es necesario imaginar una Historia diferente. Recordar y rehacer  
el relato histórico de nuestro país nos permitirá vislumbrar un pasado  
distinto y así concebir un futuro justo e igualitario.  
Como bien lo decía Benjamín Franklin: “Si no quieres perderte  
en el olvido tan pronto como cuando estés muerto y corrompido, escribe cosas  
15  
dignas de leerse, o haz cosas dignas de escribirse”.  
Bibliografía  
AGUILAR-GORDÓN, Floralba, “Fundamento, evolución, nodos críticos y de-  
safíos de la educación ecuatoriana actual”, Actualidades Investigativas en  
educación, vol. 19, n.º 1, 2019.  
15 Cfr. Benjamín Franklin en: José Martín, Librorum liber, o, Elogio del libro, La Gran Enciclopedia  
Vasca, 1985, p. 128.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
256  
La enseñanza de la Historia como base  
para la construcción de una identidad nacional  
GALEANO, Eduardo, Las venas abiertas de América Latina, México, Siglo XXI Edi-  
tores, 1971.  
GARCÍA GARCÍA, César, “Modernidad y blanquitud”, Revista Mexicana de  
Orientación Educativa, vol. 9, n.° 22, México, 2012. Ver en: http://pepsic.  
bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-75272012000100012  
(24-11-2022).  
LIVIO, Tito, Prefacio de Ab urbe condita. Ver en: https://www.edistribucion.  
es/anayaeducacion/8450030/recursos/UD_03/p56_lecturas_new_2.pdf  
(23-11-2022).  
LÓPEZ-GOÑI, Ignacio; ITURBIDE, Oihan, Funcionan las vacunas, Next Door Pu-  
blishers, Pamplona, 2019.  
LUCCI, Marcos Antonio, “La propuesta de Vygotsky: la psicología sociohistó-  
rica”, Profesorado. Revista de currículum y formación del profesorado, Vol. 10,  
N°2, 2006. Ver en: https://www.ugr.es/~recfpro/rev102COL2.pdf  
(23-11-2022).  
NARVÁEZ, Antonio; CALDERÓN, Milton; PALOP, Vicente; La Educación Popu-  
lar ante los nuevos contextos Latinoamericanos y el sistema educativo ecuatoriano,  
Fe y Alegría Ecuador, Quito, 2015, p.78. Ver en: https://www.feyalegria.  
org.ec/images/biblioteca/Fe%20y%20Alegria%20La%20Educacion%20  
Popular.pdf (23-11-2022).  
PEÑA, Nelsy; CRISTANCHO, José, “La enseñanza de la historia y la construc-  
ción de subjetividad política de niños y niñas de educación básica prima-  
ria”, Perfiles educativos, vol. XXXIX, núm. 157, 2017. Ver en: https://www.  
redalyc.org/journal/132/13253143008/html/ (23-11-2022).  
QUEVEDO, Francisco de, Obras festivas de D.F. de Quevedo y Villegas: con una no-  
ticia de su vida, Garnier Hermanos, París, 1886.  
RIPOLL LÓPEZ, Sergio, ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos?  
Origen y evolución del hombre, UNED, España, 2002.  
RODRÍGUEZ ITURBE, José, El fascismo italiano: Mussoline y su tiempo, Universi-  
dad de la Sabana, Bogotá, 2019.  
SÁBATO, Ernesto, La Resistencia, Editorial Planeta Argentina, Buenos Aires,  
2000.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
257  
SantiagoVallejoVásquez  
TREJO, Dení; URREGO, Miguel, Por una historia de todos y para todos: epistemología  
de la historia, didáctica y formación docente, Universidad Michoacana de San  
Nicolás de Hidalgo, Morelia, 2013, p.68. Ver en: https://www.academia.  
edu/en/23254868/Por_una_historia_de_todos_y_para_todos  
(24-11-2022).  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 244–258  
258  
La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Vallejo Vásquez,  
Santiago, "La Enseñanza de la Historia como base para la  
construcción de una identidad nacional: Nudos críticos en el  
sistema educativo ecuatoriano", Boletín de la Academia Nacional  
de Historia, vol. C, Nº. 208-B, julio - diciembre 2022, Academia  
Nacional de Historia, Quito, 2023, pp.244-258