Franklin Barriga López
decir ahora, el insigne González Suárez, a más de un siglo y una dé-
cada, al observar lo que es y hace actualmente la Academia Nacional
de Historia en su realidad latente, evidente, constructiva? Segura-
mente sonreiría de satisfacción, sin duda alguna, ya que su legado
hemos sabido, los directivos y miembros de ayer y de hoy, proteger,
continuar, cultivar con responsabilidad, entereza y sano orgullo.
1909 fue una fecha icónica, no solo por la fundación de lo que
llegó ser la Academia, sino porque en ese año se conmemoró el cen-
tenario de lo que convirtió a Quito en Luz de América, el 10 de
Agosto de 1809, para cuya celebración, el presidente Eloy Alfaro que
gobernaba la República, expidió el Decreto Supremo, fechado 31 de
octubre de 1907, por el cual ordenó la realización de una Gran Ex-
posición Nacional en Quito para el 10 de Agosto de 1909, a usanza
de la exposición que tuvo lugar en París, en 1889, precisamente por
los cien años de la Revolución Francesa.
Por el motivo enunciado, en El Ejido, de Quito, se construyó
el gran edificio o pabellón nacional de la Exposición y los edificios
secundarios, con galerías, establos, pesebres, etc., destinados a las
exhibiciones múltiples, habiendo sido el eje central de la exposición
el edificio donde hoy labora el Ministerio de Defensa Nacional y que,
desde 1912, se lo destinó a labores castrenses, en la Recoleta, a cuya
plaza se la conoció como de la libertad, por hallarse allí una estatua
con esa representación y, según la investigadora María Antonieta
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Vásquez Hahn , la pila que antes estuvo en la Plaza Grande, que sur-
tía de agua a los capitalinos por intermedio de aguateros (indígenas
que cargaban grandes pondos o recipientes de barro) y que fue sa-
cada para que ocupe ese lugar el monumento a los próceres del 10
de Agosto, emblemática obra en granito y bronce, de los arquitectos
italianos Lorenzo y Franciso Durini que se inauguró el 10 de Agosto
de 1906 y cuyas piezas fueron traídas de Europa, luego de agotador
viaje en barco, como era lo usual en esos años, dando la vuelta por
el estrecho de Magallanes, al sur de nuestro continente. Desde esa
fecha, se conoce a lo que fue la Plaza Grande como Plaza de la Inde-
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María Antonieta Vásquez, El Palacio de la Exposición (1909-1989), Presidencia de la República,
Comisión Permanente de Conmemoraciones Cívicas-Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito,
1989.
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 343–351
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