BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen C  
Nº 208–B  
Julio–diciembre 2022  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-B  
Julio–diciembre 2022  
QUITO DE 1909.  
FUNDACIÓN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
–DISCURSO DE INCORPORACIÓN–  
Ingrid Diaz Patiño1  
Previo a empezar con mi disertación, quiero expresar mi  
agradecimiento a todos los Miembros de Número que forman parte  
de la Junta General de nuestra institución, que me designaron Aca-  
démica Correspondiente el 22 de julio pasado; en especial al Dr.  
Franklin Barriga López, nuestro digno Director, por haber tomado  
la iniciativa al reconocer mi trabajo ininterrumpido por doce años  
en la labor histórica de esta respetable entidad. Este nombramiento  
me honra aún más viniendo del discernimiento de personalidades  
como las que conforman la Directiva de la Academia. Mi agradeci-  
miento imperecedero a Dios, y también a mis hermanas y mí a madre  
que es mi compañera y gran maestra de vida.  
De igual manera, quiero destacar la presencia de mis com-  
pañeros de trabajo que me han relevado tras bastidores el día de hoy.  
Estimada audiencia, he escogido para mi discurso de incor-  
poración un tema con el cual me siento identificada al estar ligada a  
la Academia Nacional de Historia del Ecuador, por más de una dé-  
cada. Me centraré en el Quito del año de 1909 en que el eminente  
historiador, de sesenta y cinco años, Arzobispo Federico González  
Suárez, junto a una élite de jóvenes intelectuales interesados en la  
historia del país, escogiendo el 24 de julio de ese año, fundaron la  
1
Quito, 1990. Académica Correspondiente y Secretaria– Coordinadora de la Academia Nacional  
de Historia, del Congreso Americano de la Libertad que congrega a las Academias Nacionales  
de Historia de nuestro continente, al igual que de las siguientes producciones bibliográficas  
de la misma institución: Historia y antología de la literatura ecuatoriana, en 17 tomos; “Biblioteca  
de la Independencia”, en 10 tomos; y Diccionario de la Historia Nacional editado en conmemo-  
ración al Bicentenario de la Batalla de Pichincha. Ha recibido diplomas honoríficos de la Di-  
rección ANH por su relevante desempeño en sus funciones. Tecnóloga Práctica en Biblioteco-  
logía y Archivología; cursó la carrera de Psicología Industrial.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 352–361  
352  
Quito de 1909  
Fundación de la Academia Nacional de Historia  
Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos, con in-  
menso patriotismo, comprometiéndose a desentrañar los recónditos  
pasajes de nuestra historia, mediante la investigación científica orien-  
tada a llenar los incontables vacíos históricos que hasta ese momento  
adolecía la Patria.  
La ciudad de Quito, al ser la capital de nuestro país, ha sido  
el principal escenario de acontecimientos históricos que marcaron la  
vida social, política, religiosa, económica, cultural y militar del Ecua-  
dor. Específicamente en ese año, 1909 la ciudad se preparaba para  
las celebraciones del centenario del 10 de agosto de 1809, aconteci-  
miento de alto patriotismo por lo cual se le atribuyó el nombre de  
Quito, Luz de América. El gobierno nacional, el cabildo y la Iglesia fue-  
ron los grandes iniciadores de la mayoría de eventos a realizarse.  
Para el año 1909, la ciudad de Quito y la vida de los quiteños  
ya dependía de las mercaderías que traía el ferrocarril desde la Costa,  
especialmente desde la provincia del Guayas. El comercio se dina-  
mizó y, el barrio de Chimbacalle donde estaba la estación ferroviaria,  
tuvo grandes cambios con pequeños restaurantes, hospedajes y bo-  
degas, además del tráfico de mulares y carrozas para los pasajeros  
que se movilizaban, por la calle del Mesón (hoy calle Maldonado),  
hacia el centro de la ciudad, causando una reactivación económica  
en todos los niveles. “En este amplio sentido se ha llamado y debe llamarse  
2
justamente ‘redentora’ la obra del Ferrocarril del Sur”.  
El ferrocarril se convirtió en uno de los principales medios  
de comunicación interregional del Ecuador, el 11 de noviembre de  
1909 se publicó el registro oficial del Congreso Nacional en el que se  
disponía que: “(…) el papel periódico tenga flete preferencial, que los ven-  
dedores de periódicos pudiesen viajar gratis y que cada diario accediera al  
uso gratuito del telégrafo de la Empresa de Ferrocarriles hasta por un nú-  
3
mero determinado de palabras . Esta normativa no solo benefició a los  
medios de comunicación, sino también a la publicación e intercam-  
bio, a mayor escala, de libros y publicaciones entre ambas regiones  
2
3
El ferrocarril en Quito. El Comercio 25 de junio de 1908.  
Fabián Corral, Testigo del Siglo: el Ecuador visto a través de diario El Comercio, 1906-2006, El Co-  
mercio, 2006, p.47  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 352–361  
353  
Ingrid Diaz Patiño  
del país; es decir, que se dio un mayor dinamismo en la difusión li-  
teraria de la época. Con el aparecimiento de esta disposición del Con-  
greso, en este mismo año salió a la luz el primer número del Diario  
vespertino La Prensa. Le tocó, a este diario, librar feroz combate por  
el imperio de las libertades de prensa en el transcurso de la segunda  
presidencia de Alfaro. Las luchas de este dirario se han convertido  
en un capítulo importante e inolvidable en la historia del periodismo  
ecuatoriano.  
Los adelantos en el mejoramiento y renovación urbanística  
de Quito, en el gobierno del presidente Eloy Alfaro fueron notorios  
y entre ellos, el más significativo, se destaca el levantamiento y cons-  
trucción del Palacio de la Exposición Nacional (hoy Ministerio de  
Defensa) que se realizaría con motivo de la celebración del centena-  
rio del 10 de Agosto de 1809. Alfaro, tomó muy en serio esta conme-  
moración y decidió hacer una exposición que estuviera a la altura  
de tal acontecimiento. Esta gran Exposición Nacional se dio bajo el  
concepto de promocionar al país al mundo en el ámbito de la indus-  
tria, bellas artes, literatura, instrucción pública, y dar a conocer la  
flora, fauna, mineralogía, botánica, arqueología y objetos históricos  
de nuestro país. Entre los países que se sumaron a esta iniciativa es-  
tuvieron: Estados Unidos, Francia, Bélgica, Japón, España, Italia, Co-  
lombia, Chile y Perú, quienes participaron con pabellones que  
atrajeron a los habitantes extranjeros de nuestra urbe.  
La Exposición Nacional en Ecuador, tuvo la inspiración de  
la Exposición Universal realizada en París a inicios de 1900 de lo cual  
se publicó un folleto de 30 páginas con fotografías de Quito, Guaya-  
quil, Cuenca, Ambato y Vinces que lo titularon en francés “República  
del Ecuador. Monumentos y paisajes” constituyendo la primera publicación  
4
francesa específicamente fotográfica sobre nuestro país.  
Las obras conmemorativas del centenario del 10 de agosto  
de 1809, se iniciaron tres años antes con la inauguración de la Mo-  
numento a los héroes del primer grito de la Independencia, en la  
Plaza Mayor, en 1909 esta obra terminaría con el cerramiento y le-  
4
Irving Zapater, “Los primeros libros de fotografía en Ecuador”, Revista Nacional de Cultura del  
Ecuador, Quito, 2008.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 352–361  
354  
Quito de 1909  
Fundación de la Academia Nacional de Historia  
vantamiento de los seis portones de hierro forjado con sus columnas  
5
de piedra tallada. En este mismo año, empezó la remodelación de  
la vieja casa Municipal de la Plaza Grande, encargado al artista y ar-  
quitecto portugués Raúl María Pereira, profesor de la Escuela de Be-  
6
llas Artes.  
En cuanto a temas limítrofes, en 1909, el Congreso se ocupó,  
principalmente, en inhibir el eventual fallo del rey español a favor  
de la tesis peruana sobre los límites con Ecuador, conforme al Proto-  
colo Pedemonte Mosquera de 1829, para ello, el Congreso ecuato-  
riano envió al diplomático Honorato Vázquez a las discusiones del  
caso. Lamentablemente el problema quedó sin solución hasta la in-  
vasión peruana de 1941.7  
En el mundo de las letras, se destacó el caballero Gonzalo  
Zaldumbide, quien irrumpió con fuerza en el escenario literario de  
nuestro país, realizando dos trabajos en París; el primero un elogio  
desconocido de Henry Barbusse y el segundo, una crítica a la obra  
de Gabriel d´Annunzio, escritor italiano famoso. Estos ensayos me-  
recieron noticias en el Diario principal de Quito. Años más tarde Zal-  
dumbide se convirtió en un diplomático destacado y el autor de la  
obra que ha merecido reseñas de grandes escritores del país y del  
mundo, titulada Égloga trágica.8  
Quito, en 1909, con un gobierno liberal, como el de Eloy Al-  
faro, que traía a cuestas revoluciones militares de gran impacto social  
y político, vio nacer de las manos de un religioso, monseñor Federico  
González Suarez, una entidad histórica como la nuestra, con un sen-  
tido netamente pluralista, apolítica y no religiosa. En una época con  
fundamentalismos religiosos y políticos muy marcados; Quito, fue  
testigo de la creación de una institución patriótica, que se convertiría  
en ente rector de la historia, y generadora de grandes iniciativas na-  
cionales. Un 1909 en el que la construcción de la nación, en todo ám-  
bito, se convirtió en el principal objetivo de las instituciones del  
5
Ximena Carcelén Cornejo, Florencio Compte Guerrero, Inés del Pino Martínez, “Ecuador en  
el Centenario de la Independencia”, Apuntes, vol. 19, núm. 2, pp.236-255. Ver en: https://revis  
tas.javeriana.edu.co/index.php/revApuntesArq/article/view/9031/7337 (15-12-2022)  
Ibíd., p.242  
Dueños de nuestros destinos, El Comercio, 26 de noviembre de 1910.  
Gonzalo Zaldumbide, Égloga trágica, Ediciones Cultura Hispánica, Madrid, 1958  
6
7
8
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 352–361  
355  
Ingrid Diaz Patiño  
Estado, pese a las grandes divergencias que existía entre los miem-  
bros del gobierno de Alfaro y el clero.  
La naciente Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Ameri-  
canos, en su sesión de 24 de julio de 1909, nombró a González Suárez  
como su Director Fundador Vitalicio, en reconocimiento a la gran  
iniciativa de crear una institución que se centre en engrandecer al  
país con la investigación histórica por sobre todo dogmatismo y pen-  
samiento político. Esta sociedad en su inicio estuvo integrada por  
personas de alta valía intelectual como lo fueron: Alfredo Flores y  
Caamaño, Jacinto Jijón y Caamaño, Cristóbal Gangotena, Luis Felipe  
Borja (hijo), Carlos Manuel Larrea, Aníbal Viteri Lafronte, José Ga-  
briel Navarro y Juan León Mera Iturralde.  
El historiador César Alarcón Costta refiriéndose al ilustre sa-  
cerdote, lo describe en estos términos:  
Su visión integral de la historia le llevó a abordar los ámbitos: espiri-  
tual, religioso, arqueológico, patriótico y cultural con profundidad y  
mística. En todos esos campos soportó estoica y valerosamente el em-  
bate de las bajas pasiones y la incomprensión que le apostrofaron ad-  
jetivaciones postizas. Sin embargo, forjado desde niño en la rigurosa  
escuela de las carencias y las penurias, poseía un temple acerado para  
no resquebrajarse ante las inclemencias de los tiempos y peor ante los  
antojadizos y parcializados comentarios. Comprendía la paradoja de  
la condición humana y la sobrellevaba con la fortaleza y la templanza  
9
nacidas de sus vigorosos principios, valores y virtudes.  
Nada alejado de la realidad, son las aseveraciones del Dr.  
Alarcón, pues en varias cartas dirigidas a González Suárez y publi-  
cadas en varios escritos del año 1909, le calificaron como: “poseedor  
1
0
11  
de asombrosos dotes intelectuales”, “con virtudes sólidas”, “poseedor de  
12  
13  
entereza de carácter”, “sereno e imperturbable “con sabiduría, pruden-  
9
1
César Alarcón Costta, Capítulos de la Historia Nacional, Fundación Ecuatoriana de Desarrollo,  
Quito, 2015, p. 267.  
0 Boletín Eclesiástico. Número dedicado a honrar la memoria del Ilmo y Rvdmo. Sr. Dr. Dn Fe-  
derico González Suárez Arzobispo de Quito. No. 18, Año XVI, Octubre 1909. Quito, s.n.  
1
917, p. 710.  
1
1
1
1 Ibíd.  
2 Ibíd.  
3 Ibíd., p. 711.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 352–361  
356  
Quito de 1909  
Fundación de la Academia Nacional de Historia  
1
4
15  
cia y fortaleza”, “de vida privada modestísima, laboriosa y austera”, “el  
1
6
17  
Obispo de la paz , “ciudadano modelo”, y no podía ser de otra manera  
la visión de los ecuatorianos de esta época, pues en varias ocasiones  
prefirió dar a la luz hechos históricos que plegarse a la religión como  
algunos religiosos lo harían. Resulta interesante conocer parte de la  
carta que dirigió al Vicario de Ibarra al dejar esa ciudad, en donde  
expresó: “…y nosotros los eclesiásticos no debemos sacrificar la Patria,  
para salvar la religión; el patriotismo es virtud cristiana y por lo mismo  
18  
muy propia de sacerdotes”.  
Por estás evidentes cualidades, en este mismo año se orga-  
nizó, a nivel nacional, un homenaje a la personalidad y obra del Di-  
rector Fundador de nuestra Academia; por lo que, Luis Felipe Borja  
(
hijo) propuso, entre otras iniciativas, la elaboración de una placa en  
honor al arzobispo de Quito, que se colocaría en la casa en donde  
19  
nació (hoy calle Flores y Sucre). Esta iniciativa, aunque prohibida  
por el mismo González Suárez a su clero –propio de su modestia y  
humildad–, tuvo adhesión y respaldo de algunas instituciones del  
país y de cientos de ciudadanos, intelectuales y prominentes quite-  
ños de la época; entre ellos un joven José María Velasco Ibarra de 16  
años, quien desde esa edad ya mostraba su interés en el mundo de  
la cultura, y años más tarde se convertiría en el único presidente de  
20  
la República Miembro de nuestra Academia.  
La Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos,  
en sus primeras reuniones, principalmente se socializaban ideas pre-  
concebidas del director quien presidía las sesiones, en las que se tra-  
taba de diferentes tópicos históricos. Estas sesiones se llevaban a  
cabo en el Palacio Arzobispal, aunque con pocos miembros al prin-  
1
1
1
1
1
4 Ibíd.  
5 Ibíd.  
6 Ibíd., p. 714.  
7 Ibíd.  
8 Federico González Suarez, Carta Del Ilmo. Y Rmo. Sr. Dr. D. Federico González Suarez, Tip. de  
la Escuela de Artes y Oficios, Quito, 1900, p. 35.  
19 Fernando Jurado Noboa, Los Veintemilla: en la sierra centro norte del Ecuador y en Lima, Amigos  
de la Genealogía, Quito, 2003, p. 105.  
20 Boletín Eclesiástico. Número dedicado a honrar la memoria del Ilmo y Rvdmo. Sr. Dr. Dn Fe-  
derico González Suárez Arzobispo de Quito. No. 18, Año XVI, Octubre 1909. Quito, s.n.  
1917, pp. 788-789.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 352–361  
357  
Ingrid Diaz Patiño  
cipio, las reuniones eran solemnes y prevalecían los temas que ate-  
nían al país en temas históricos.21  
A continuación, he resumido los temas tratados en algunas  
las reuniones que se llevaron a cabo después al 24 de julio de 1909  
con presencia de los ilustres personajes ya citados, que, por su im-  
portancia histórica merecen nuestra especial atención. Es importante  
destacar que, gracias a las acciones tomadas por estos caballeros, se  
han podido conservar hasta hoy documentos, archivos, piezas ar-  
queológicas y muchos más conocimientos sobre la historia del país.  
Como resultado de la sesión del 8 de agosto, la Sociedad  
acuerda dejar constancia de la admiración y gratitud a los próceres  
de 1809, aceptando la invitación del Arzobispo para una ceremonia  
religiosa con la cual la Iglesia Ecuatoriana iba a conmemorar el Cen-  
22  
tenario del Primer grito de la Independencia.  
Para finales de este mes, específicamente el 29 de agosto, la  
Sociedad trata el asunto de la elección de miembros Honorarios y  
Correspondientes que por recomendación del Director, se acuerdo  
no emitir estos nombramientos hasta que la Sociedad haya llegado  
a tener más prestigio. Además se expide la solicitud al Poder Ejecu-  
tivo de la aprobación de los Estatutos que ratificarían la naturaleza  
de la institución. En esta misma sesión se plantea la conservación  
de los monumentos y objetos de arte antiguos de la ciudad y se trató  
de la ley prohibitiva de la exportación de objetos arqueológicos que  
los directivos acuerdan gestionar en el Senado, para que dicha ley  
sea aprobada.  
En octubre de 1909 la sesión tiene una connotación impor-  
tante, los miembros establecen un Proyecto de ley para el estableci-  
miento de un gran Archivo Nacional, y como primera decisión sobre  
la base de esa iniciativa, se encarga a los historiadores Cristóbal Gan-  
gotena y Jacinto Jijón, como comisionados, a reunir documentos re-  
23  
lacionados a los sucesos del 2 de agosto de 1810.  
2
2
2
1 Edwing Guerrero Blum, Sociedades ecuatorianas de escritores y artistas, P.H. Ediciones, Quito,  
2001, p.47  
2 Libro de Actas de la Sociedad de Estudios Históricos Americanos que reposan en la Academia  
Nacional de Historia. Quito, 1909.  
3 Libro de Actas de la Sociedad de Estudios Históricos Americanos que reposan en la Academia  
Nacional de Historia. Quito, 1909.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 352–361  
358  
Quito de 1909  
Fundación de la Academia Nacional de Historia  
Así mismo, el dinamismo de Gabriel Navarro se hizo noto-  
rio, pues emprendió el minucioso trabajo de catalogar los objetos de  
arte como pinturas y esculturas que reposaban en los templos y con-  
ventos de la ciudad, relacionados especialmente a las obras que fue-  
ron encargadas por la Nación al artista don Antonio Salas.  
Aníbal Viteri Lafronte, fue el comisionado para que haga un  
estudio de la personalidad y obra del ilustre orador y hombre de letras  
de la Colonia como lo fue don José Mejía Lequerica. Además, se soli-  
cita a los miembros reunir cuantos datos se puedan sobre el padre Juan  
Velasco, del cual Federico González Suárez tenía particular interés.  
Uno de los datos históricos interesantes y casi desconocido,  
es el que en la sesión de 31 de octubre de este mismo año de 1909 Ja-  
cinto Jijón y Caamaño, subdirector, da a conocer a la Sociedad el des-  
cubrimiento, en el archivo de la Corte Suprema, un curioso expe-  
diente en el que se señala la probanza de nobleza de Eugenio Espejo,  
que había sido tramitada ante los tribunales de Pamplona. “En dicho  
expediente está la carta ejecutoria obtenida de Felipe III y otros documentos  
24  
con que prueba Espejo su nobleza por la línea materna”.  
Lo dicho anteriormente contrasta con lo que bien expresa el  
historiador Oscar Efrén Reyes al desconocer de este documento:  
Eugenio de Santa Cruz y Espejo, ilustre hombre de ciencia, escritor y  
político de la antigua presidencia de Quito. A Pesar de su extraordina-  
ria pobreza y humilde origen, pudo darse una cultura superior; y, en  
conocimientos científicos, ideas políticas y fuerza intelectual estaba a  
la altura que cualquiera de los más prominentes intelectuales europeos  
de su tiempo.25  
Ala muerte del ilustre director vitalicio, Mons. Federico Gon-  
zález Suárez, en 1917, la Dirección quedó a cargo de Jacinto Jijón y  
Caamaño, quien se dedicaría a seguir la línea histórica del González  
Suárez, y además ,en 1920, en el gobierno de José Luis Tamayo, pro-  
movería que el Congreso Nacional designe a la Sociedad como Aca-  
demia Nacional de Historia del Ecuador.  
24 Ibíd.  
25 Oscar Efrén Reyes, Breve historia del Ecuador, Talleres Gráficos Nacionales, Quito, 1949, p.323  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 352–361  
359  
Ingrid Diaz Patiño  
Nuestra Academia ha visto el paso de varios gobernantes y  
en muchas de las administraciones ha sido la ideadora de iniciativas  
para la conmemoración de efemérides nacionales. Sería largo redac-  
tar en estas líneas las ejecutorias de nuestra institución en sus 113  
años de vida, dado que somos una de las pocas instituciones, con  
naturaleza como la nuestra, que aún persisten en la actualidad, en  
la que la lectura, la investigación y la escritura han pasado a segundo  
plano; y aun más cuando la supresión de la enseñanza de la historia  
y cívica, ya son parte de una demanda común de historiadores y  
educadores del Ecuador y la región.  
Existen dos obras fundamentales para el conocimiento de  
nuestra entidad y su fundador, que me han servido de fuentes prin-  
cipales para este discurso: “Historia de la Academia Nacional de Histo-  
26  
27  
ria”, en 572 páginas y “González Suárez: La Patria y la Academia”,  
en 440 páginas, ambos libros escritos por el Dr. Franklin Barriga  
López.  
El pasado mes de julio, cuando se me fue notificada la deci-  
sión de la junta general de la academia, de nombrarme miembro co-  
rrespondiente; estuve consciente de que el camino y huellas que me  
preceden son grandes, la han transitado mujeres y hombres que han  
elevado el nombre de la institución al nivel en el que se encuentra  
en este momento en el quehacer histórico nacional. Mi empeño es  
honrar esta designación que ha llegado a mí como una serendipia.  
Honrarla, ahora no solo con la labor que desde la administración he  
venido realizando colaborando estrechamente con los tres últimos  
Directores que han estado frente a nuestra institución, en particular  
con el Dr. Franklin Barriga López quien, en estos cuatro años como  
director, con sus amplios y sólidos conocimientos de historia de  
nuestro país, no solo ha dirigido nuestra Academia sino que con su  
calidad humana ha sabido liderar un equipo de trabajo, al cual me  
honro pertenecer, que ha hecho que el nombre de la Academia Na-  
cional de Historia se encuentre en sitial tan elevado en el escenario  
2
6 Franklin Barriga López, Historia de la Academia Nacional de Historia, Editorial El Conejo, Quito,  
009.  
2
27 Franklin Barriga López, González Suárez: La Patria y la Academia, Academia Nacional de His-  
toria, Quito, 2017  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 352–361  
360  
Quito de 1909  
Fundación de la Academia Nacional de Historia  
nacional e internacional. Estoy segura que Federico González Suárez  
se sentiría satisfecho.  
Muchas gracias  
Bibliografía  
ALARCÓN COSTTA, César, Capítulos de la Historia Nacional, Fundación Ecua-  
toriana de Desarrollo, Quito, 2015.  
BARRIGA LÓPEZ, Franklin, González Suárez: La Patria y la Academia, Academia  
Nacional de Historia, Quito, 2017.  
CARCELÉN CORNEJO, Ximena; COMPTE GUERRERO, Florencio; PINO  
MARTÍNEZ, Inés del, “Ecuador en el Centenario de la Independencia”,  
Apuntes, vol. 19, núm. 2, pp.236-255. Ver en: https://revistas.javeriana.  
edu.co/index.php/revApuntesArq/article/view/9031/7337 (15-12-2022)  
CORRAL, Fabián, Testigo del Siglo: el Ecuador visto a través de diario El Comercio,  
1906-2006, El Comercio, 2006.  
EFRÉN REYES, Oscar, Breve historia del Ecuador, Talleres Gráficos Nacionales,  
Quito, 1949.  
GUERRERO BLUM, Edwing, Sociedades ecuatorianas de escritores y artistas, P.H.  
Ediciones, Quito, 2001.  
GONZÁLES SUAREZ, Federico, Carta Del Ilmo. Y Rmo. Sr. Dr. D. Federico Gon-  
zález Suarez, Tip. de la Escuela de Artes y Oficios, Quito, 1900.  
JURADO NOBOA, Fernando, Los Veintemilla: en la sierra centro norte del Ecuador  
y en Lima, Amigos de la Genealogía, Quito, 2003.  
ZALDUMBIDE, Gonzalo, Égloga trágica, Ediciones Cultura Hispánica, Madrid,  
1958.  
ZAPATER, Irving, “Los primeros libros de fotografía en Ecuador”, Revista Na-  
cional de Cultura del Ecuador, Quito, 2008.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 352–361  
361  
La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Diaz Patiño, Ingrid,  
"
Quito de 1909. Fundación de la Academia Nacional de Historia",  
Boletín de la Academia Nacional de Historia, vol. C, Nº. 208-B,  
julio - diciembre 2022, Academia Nacional de Historia, Quito,  
2023, pp.352-361