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Con conocimientos de Historia Natural, apoyados en los de física y quí-
mica, serían agricultores instruidos y preferirían la vida del campo a los pobla-
dos, porque se distraerían con utilidad.
Mandar recitar, de memoria, lo que no se entiende, es hacer papagallos,
para qué. . . por la vida!. . . sean charlatanes. Hacer letras en la arena, con un pa-
lito, y borrarlas con
la mano, grabarlas en pizarras, y limpiarlas con Saliva.
Si
en la Primera Escuela se enseñara a raciocinar habría menos embro-
llones en la sociedad.
Obedecer ciegamente, es el principio que gobierna. Por eso hay tantos
esclavos – y por eso es amo el primero que quiere serlo.
No pierdan los americanos su tiempo, en proyectos pomposos. En lugar
de teologías, psicologías, derechos, y lenguas muertas, h
agan, los que tengan
juicio,
algo! por unos pobres pueblos, que no saben qué hacerse, ni que hacer
de sus hijos.
La plata y el oro halagan la avaricia y al cabo empobrecen al minero, por-
que las vetas se pierden o se agotan y él sigue buscándolas, como perro ham-
briento que, después de haber tragado el bocado, se queda olfateando el lugar
donde lo halló.
Los Directores de los Pueblos, y los que se cr
een dignos de serlo, deben
conocer
que, a la educación que recibieron en su infancia, deben los homenajes
que se le tributan: y que, sin ella, estarían perdidos en la masa que desprecian.
Si nuestros primeros padres, hubieran sido fantásticos, habrían tapado
sus vergüenzas… no con hojas de higuera, sino, un día, con hojas de plátano, y
otro, con hojas de romero.
Con latín, leyes y teología no ganaran
de qué subsistir, o subsistirán entre
privaciones y escaseces.
P
ara que el Colegio de Latacunga sea único! en el Ecuador, y el principal!
cuando, en otras partes, lo hayan imitado. Siempre será el primero, porque em-
pezó a dar ejemplo.
Y otros, proponiendo al señor Rector y a sus amigos, que influyan con el
Primer Congreso, que se reúna, para que de una ley en favor del sostén y pro-
pagación de la Es
cuela Social.
Conociendo los minerales, podrían emprender cateos de metales más
útiles
que el oro y que la plata, como hierro, plomo, estaño, cobre, zinc, platina,
manganesa y otros.
La agricultura pide terreno – al agricultor toca abonarlo. Las tierras ad-
quieren más valor, al paso que la población aumenta. El suelo de Latacunga, y
el de sus inmediaciones, a larga distancia, es volcánico–fértil, por
consiguiente,
si
se riega, y en cualquier parte se pueden hacer pozos, para sacar, con norias,
el agua que se escurre de los cerros, o se infiltra y viene a rezumarse en los Are-
nales del Llano.
¿¡Es posible!? que vivamos con los indios, sin entenderlos?! Ellos hablan
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Simón Rodríguez y el colegio de Latacunga
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