BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen C  
Nº 208–B  
Julio–diciembre 2022  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-B  
Julio–diciembre 2022  
JUAN MARÍA MONTALVO FIALLOS:  
ITINERARIO DE UN LUCHADOR  
–DISCURSO DE INCORPORACIÓN–  
Cecilia Morales Ruiz1  
Antes de proceder a dar lectura a este discurso sobre el in-  
signe escritor don Juan Montalvo, debo indicar que me siento hon-  
rada de pertenecer a tan importante y emblemática Institución como  
es la Academia Nacional de Historia, Organismo establecido el 24  
de Julio de 1909 por el arzobispo e historiador quiteño monseñor Fe-  
derico González Suárez, hoy venturosamente presidida por el Sr. Dr.  
Franklin Barriga López, en su calidad de Director, e integrada por  
Dr. César Alarcón Costa, el académico Diego Moscoso, la Dra. Amé-  
rica Ibarra, la Dra. Guadalupe Soasti, y los demás miembros de este  
cenáculo intelectual, Lic. Carlos Miranda Torres, director general de  
la Casa de Montalvo, y el valioso equipo de funcionarios y emplea-  
dos de la Academia Nacional de Historia, mi gratitud imperecedera  
a quienes han sugerido y apoyado mi designación para formar parte  
de este grupo selecto de historiadores.  
Ambato ciudad denominada tierra de las Flores y de las Fru-  
tas, la ciudad capital Provincial de Tungurahua, urbe de turismo, his-  
toria, cultura y tradición es cuna de los cinco Juanes. Ciudad cosmo-  
polita, fraterna, universal. Ubicada a 2577 metros de altura sobre el  
nivel del mar. En el corazón de Ambato se encuentra la Casa de Mon-  
talvo, donde permanece intacta, vigente la ideología, el pensamiento  
1
Ambato 4 de julio 1965. Estudios Primarios: Escuela Rodríguez Albornoz, de la Comunidad  
de Doroteas. Estudios Secundarios: Colegio Técnico Hispano América. Bachiller en Comercio  
y Administración Título: Secretariado Bilingüe 1984. Estudios Superiores: Universidad Estatal  
Bolívar. Título: Secretariado Ejecutivo con Mención en Administración Secretarial. Experiencia  
laboral: Secretaria en la Universidad Técnica de Ambato. Luego Secretaria en la Casa de Mon-  
talvo, durante 31 años. Directora Académica de la Casa de Montalvo 2 años. Secretaria Ad-  
honorem de la Academia Nacional de Historia del Ecuador Capítulo Tungurahua. Miembro  
Honorífica de la Casa de Montalvo. Membresía Miembro Correspondiente de la Academia  
Nacional del Ecuador. Secretaria Coordinadora del Barrio Olmedo-Miraflores.  
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Juan María Montalvo Fiallos  
Itinerario de un luchador  
y la obra de don Juan Montalvo. En su mausoleo de clásicas líneas  
griegas permanece el cadáver del polemista y escritor que demuestra  
con su silencio, eterno ya, que su vida terrenal está ausente, sus es-  
critos siguen vigentes.  
A un costado se encuentra el Parque Montalvo, donde está  
situada una escultura en bronce que idealiza y representa a Don Juan  
en su actitud majestuosa de escribir, y a sus pies una figura en már-  
mol simboliza al genio que inspiró a Montalvo. Se trata de Calíope.  
En sus alrededores nos encontramos rodeados por varios Museos  
que recrean a ilustres personajes que han quedado impregnados en  
la memoria de la historia.  
La ciudad de Ambato ha sabido a su tiempo, reconocer la  
valía de cada uno de ellos, recordando a las nuevas generaciones su  
tránsito terrenal. Grandes hombres, soñadores, valientes, altivos  
como todos los ambateños. Mujeres de talento, ternura y belleza sin  
par. Ambato es tierra de emprendedores, ilustres escritores, artesa-  
nos, empresarios, maestros, profesionales, tierra bendecida y po-  
blada de flores perfumadas, frutas en sazón y del pan refinado de la  
esperanza.  
Los ancestros de don Juan Montalvo  
Con orígenes en Andalucía España salieron los hermanos  
Montalvo de la península en busca de mejores horizontes, de fama,  
títulos y oro. Arribaron a la isla del encanto, de la caña, el tabaco y  
ron a Cuba. Uno de ellos se dirigió después a Panamá, en donde  
llegó a alcanzar la designación de conde de Montalvo. Otro, fue a la  
Nueva Granada. El primer Montalvo en llegar a tierras de la Audien-  
cia quiteña, fue Santos Montalvo. Aquí se dedicó al comercio de la  
quina y a la elaboración de textiles. Después de residir un tiempo en  
Cundinamarca, se dirigió a tierras quiteñas. Atravesó el corredor in-  
terandino, y se ubicó en Guano, actual cantón de la Provincia de  
Chimborazo.  
Allí destapó el cofre de su sapiencia en la elaboración de los  
textiles, y alcanzó respeto, dinero y notoriedad. Pronto enamoró y  
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Cecilia Morales Ruiz  
desposó a doña Jacinta Oviedo, de cuya unión nacieron doce vásta-  
gos. Sea que la fortuna amasada con dedicación y empeño, al ser re-  
partida entre los doce herederos no fuera gran cosa, sea que es el  
espíritu rebelde y aventurero que fermenta en los Montalvo lo que  
obligara a éstos a buscar horizontes más propicios para desarrollar  
sus habilidades comerciales, el hecho es que ellos se desparraman  
por diferentes provincias del Ecuador.  
Marcos Montalvo, séptimo hijo del matrimonio Montalvo-  
Oviedo, futuro padre de Juan Montalvo, se dedica al comercio de  
paños como sus progenitores, y viaja a menudo a Ambato. Tiene nu-  
trida y buena clientela. Allí conoce a una agraciada joven a la que  
admira y corteja. Con el tiempo, la desposará. Se trata de Josefa Fia-  
llos Villacrés, quien radica en esta ciudad. De la apariencia física  
del matrimonio Montalvo Fiallos sabemos sólo lo que el mismo Juan  
Montalvo nos dirá más tarde: “Mi padre fue inglés por la blancura, es-  
2
pañol por la gallardía de su persona física y moral”.  
Marcos Montalvo con visión más que ambición no sólo di-  
rige el comercio a la costa e inicia trabajos agrícolas, sino que busca  
y logra incorporarse a la burguesía de la ciudad en la que ha esta-  
blecido residencia: Ha adquirido casa en la ciudad y una quinta en  
la población de Baños. Para entonces el matrimonio Montalvo-Fiallos  
ocupa ya sitio prominente en la sociedad ambateña. El esposo Don  
Marcos, participa en la política e integra el Cabildo de la ciudad.  
Obedece a esta participación política y afán de superación el que  
Marcos Montalvo se preocupa sobremanera por la educación de sus  
hijos. El matrimonio engendra 14 vástagos, y Juan ocupa el noveno  
lugar o puesto en la cronología familiar. Juan Montalvo nace el 13 de  
abril de 1832.  
Los hermanos de Juan Montalvo Fiallos  
Marcos Montalvo, consciente del valor de la educación, tan  
pronto como juzgó necesario, envió a sus hijos mayores, Francisco y  
Francisco Javier a que estudiaran en la capital. Ambos cursan con  
2
Antonio Sacoto, El escritor y el estilista, Sistema Nacional de Bibliotecas, Quito, 1.986, p. 27.  
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Juan María Montalvo Fiallos  
Itinerario de un luchador  
distinción estudios superiores y universitarios. Francisco ha logrado  
no sólo recibirse con honores de abogado, sino que ha intervenido  
en la vida pública con miras progresistas y liberales, y ha desempe-  
ñado algunos puestos distinguidos, como la cátedra de Humanida-  
des en el Colegio San Fernando.3  
Es importante poner de manifiesto que el papel preponde-  
rante de don Marcos Montalvo y su esposa doña Josefa Fiallos, fue-  
ron la parte medular para que sus hijos alcancen y hayan tenido la  
dicha de superarse, en una época donde era tan difícil poder ilus-  
trarse, donde no existía el progreso de los pueblos, sino que la pe-  
nuria era la falencia de aquel tiempo. En consecuencia, los padres de  
Montalvo, avanzaron en el progreso económico, es decir, en el trabajo  
fecundo de don Marcos Montalvo, que, como exitoso comerciante,  
llevó a sus hijos a ocupar importantes cargos.  
Juan Montalvo Fiallos: El bautizo en un día de abril  
En trece de abril de mil ochocientos treinta y dos años. El  
padre Fr. Domingo Mariano Benítez, de la orden de los Predicadores  
bautizó solemnemente a Juan María hijo legítimo de don Marcos  
Montalvo y de la señora Josefa Fiallos, fue su padrino el Sr. coronel  
Francisco Flor, prócer de la independencia del 12 de noviembre de  
1
820.4  
Nos situamos en la iglesia Matriz de Ambato, en una mañana del siglo  
diecinueve. La mano envejecida del sacristán ha ido alumbrando la ca-  
pilla mayor con las mechas de unas pocas lámparas y las llamas azules  
de los cirios. Pero el ambiente de penumbra melancólica, que habitual-  
mente se extiende por todos los rincones, no ha conseguido ser abatido  
entre los humildes conatos de esa luz precaria. Hacia el fondo destellan  
apenas las bordaduras de los mantos del altar. Y hasta allá se ve que  
llegan las pocas personas que han sido invitadas a la ceremonia. Sus  
pasos procuran no despertar sino un leve rumor en los tablones de  
aquellos fieles que se hincan de rodillas, para santiguarse con espon-  
táneo ánimo piadoso.5  
3
4
Antonio Sacoto, Juan Montalvo el Escritor y el Estilista, Proyecto Editorial: Estuardo Vallejo, edi-  
ción mayo de 1996, p. 27.  
Galo René Pérez, Un escritor entre la gloria y la Borrasca, Nuevo Encuentro, Madrid, 1.992, p. 16.  
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Cecilia Morales Ruiz  
La niñez de Juan Montalvo Fiallos  
Para hablar de este periodo vital de Juan Montalvo, me re-  
mitiré a uno de sus más connotados estudiosos, me refiero a Galo  
René Pérez, quien dijo lo siguiente:  
Nada trascendental ocurre en la niñez de Juan Montalvo que la distin-  
guiera de cualquier otra cosa. Sin embargo, tres hechos deben señalarse  
no sólo porque el mismo Montalvo lo recalca, cuanto porque hacen luz  
sobre el carácter del autor.  
Quizá cuando apenas iluminaba el sentido y la razón en el infante Juan  
de cuatro años, éste es presa del ataque de la terrible viruela, que dejará  
testimonio de su poder destructivo en el rostro del inocente párvulo.  
La visita del expresidente de la República, Vicente Rocafuerte, a la es-  
cuelita de Ambato, Juan Montalvo, amante de lo bello, encuentra en  
Rocafuerte el modelo del maestro, que contrasta plenamente con la fi-  
gura del profesor Romero a quien Montalvo lo recuerda con desdén.  
La visita del terrible general negro, Otamendi, que Montalvo nos refiere  
en forma vivida y de la que sale con contornos bien clara la personali-  
dad de padres: mesura, austeridad y don de gentes (cf. Los temas: el  
indio y el negro en la obra de Montalvo).6  
Sus estudios  
Como estudiante Montalvo demostró a sus padres que el es-  
fuerzo de ellos no fue en vano, sus brillantes calificaciones fueron su  
mejor carta de presentación. Un joven que respondió al sacrificio de  
sus progenitores, pegado siempre a la responsabilidad y al ejemplo  
de sus Hermanos Francisco y Francisco Javier. Ni los Maestros ni su  
familia se imaginarían que llegaría a tener mucha más fama que sus  
hermanos, menos sus compañeros, creo que ni el debió haberse co-  
lumbrado que sus escritos lo llevarían hacia la cima.  
Realizó sus estudios primarios en su ciudad natal en el año de 1846 y  
los secundarios en Quito en el convictorio “San Fernando” y luego en  
el Seminario de San Luis. En 1852 junto a Julio Zaldumbide, Agustín  
5
6
Ibid., pp. 15-16.  
Ibid., pp. 28-29.  
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Juan María Montalvo Fiallos  
Itinerario de un luchador  
Yerovi, Modesto Espinosa y Miguel Riofrío integra la Sociedad Litera-  
ria “LA ILUSTRACIÓN”. En 1853, luego de cursar los dos primeros  
años en la Facultad de Jurisprudencia en la Universidad Central y de-  
bido a que el presidente José María Urbina estableció la modalidad de  
estudios libres, se retiró de ese centro retornó a Ambato y se dedicó a  
7
tiempo completo a la lectura y la formación intelectual.  
Su condición de joven triste, compañero de la soledad y pe-  
gado a la sensatez y rectitud lograría que su ánimo despegará al ob-  
servar tanta injusticia hacia su pueblo que tanto amaba, a esa patria  
que para él significaba el querer vencer a la tiranía, pero nunca pensó  
que su vida sería enmarcada en vivir en soledad.  
El tenaz viajero  
Han ocurrido cambios políticos en el país: la presidencia ha  
8
pasado de manos de Vicente Ramón Roca a Diego Noboa y Arteta.  
Este prestante elemento de la Sociedad Guayaquileña, go-  
bernó el país durante su período constitucional de seis meses que  
culminó de manera abrupta, pues el general José María Urbina, dio  
un golpe de Estado en Guayaquil y se proclamójefe civil y militar de  
la Nación.9  
Urbina realizó una interesante gestión de Gobierno cuya  
arista más importante fue la manumisión de los esclavos. Este al ter-  
minar su período de 1852-1856 influye decisivamente en el sufragio,  
con el consiguiente triunfo del general Francisco Robles. Urbina se  
hace nombrar ministro plenipotenciario en Roma, Italia, sin em-  
bargo, no llegó jamás a tomar posesión de su investidura. En la nó-  
mina diplomática consta el nombre de don Juan Montalvo, como  
7
8
César Alarcón, Juan Montalvo y la idea de libertad, Quito-Ecuador, octubre 2006, p. 11.  
Entre el presidente Vicente Ramón Roca y el presidente Diego Noboa, median algunos repre-  
sentantes del poder: Manuel Ascázubi, Vicepresidente de la República a cargo del poder eje-  
cutivo del 16-10-1849 a junio de 1850; Diego Noboa, Jefe Supremo de Guayaquil, 2-03-1850 al  
7
-12-1850; Antonio Elizalde, Jefe supremo de Manabí y Cuenca, 15-06 a 07-12-1850; Diego  
Noboa, Presidente Interino del 8-12-1850-al 25-02-1851; y, finalmente, presidente constitucional  
de 26-02-1851 al 13 de septiembre de 1851. Enrique Ayala Mora, Manual de Historia del Ecuador,  
Época Republicana, UASB y Corporación Editora Nacional, Quito, 2008, p. 131.  
José María Urbina fue Jefe Supremo entre el 24-07-1951 al, 17-07-1852  
9
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Cecilia Morales Ruiz  
adjunto civil a la Embajada, esto debido, sin duda, a las insinuacio-  
nes de su otro hermano que figura ahora en la política: Francisco Ja-  
vier Montalvo Fiallos  
En junio de 1857, a los veinticinco años, Juan Montalvo re-  
coge su valija con unas pocas prendas de vestir, viaja a Paris, capital  
de la cultura y la moda. Lleva el corazón henchido de alegría y la ca-  
beza saturada de nombres de sitios históricos y personajes impor-  
tantes que ha conocido al recorrer las páginas de las obras por él  
leídas.  
En 1857 viajó a Europa como Adjunto Civil de la Legación en Roma.  
El 1 de julio de 1858, fue designado Secretario de la Legación del Ecua-  
dor en París. Dedicó su tiempo a la lectura, hizo amistad con impor-  
tantes personajes del mundo intelectual europeo, entre ellos Lamartine  
y Víctor Hugo. Viajó por Italia y España, pero fue afectado por el reu-  
10  
matismo, dolencia que no le dio tregua por el resto de su vida.  
Fundó su hogar  
En el año de 1865, contrae matrimonio con María Adelaida  
Guzmán, vecina que vivía en las inmediaciones de la plaza principal.  
Nació su primogénita María del Carmen, que con su presencia llenó  
de ternura y alegría a la joven familia. Poco después, nacería el se-  
gundo vástago que fue bautizado con los nombres eufónicos de Car-  
los Alfonso.  
Respecto a los hijos del Cosmopolita, señalaré que su hija al-  
canzó su madurez vital y formó matrimonio con el distinguido ciu-  
dadano José Modesto Chacón, existiendo hasta el día de hoy descen-  
dientes de este linaje, y que son residentes tanto en el Ecuador como  
en los Estados Unidos de Norte América. En lo que tiene que ver con  
Carlos Alfonso, murió siendo niño. Alguna de las enfermedades de  
aquel tiempo, de naturaleza digestiva o respiratoria, terminó con su  
núbil existencia. Esta circunstancia, causó profunda pena al pole-  
mista y escritor.  
10 Antonio Sacotto, Ob. cit., p. 31.  
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Juan María Montalvo Fiallos  
Itinerario de un luchador  
Su trayectoria  
En 1860 retornó a la Patria y el 26 de septiembre de ese año,  
desde la Bodeguita de Yaguachi dirigió una histórica carta al jefe su-  
premo Gabriel García Moreno. Los siguientes cinco años se retiró de  
la vida pública y concentró su atención en la lectura. Como se indicó  
antes, contrajo matrimonio y forma familia.  
El 3 de enero de 1866 circuló en Quito el primer número de El  
Cosmopolita, las siguientes entregas fueron apareciendo hasta enero  
de 1869. Inmediatamente después del golpe de estado liderado por  
Gabriel García Moreno que derrocó al gobierno de Xavier Espinosa  
en enero de 1869, se vio forzado a salir del país, se exilió a Colombia.  
Se asiló en la Legación colombiana y viajó a Ipiales, luego, se trasladó  
a Panamá, ciudad en la que hizo amistad con Eloy Alfaro. A conti-  
nuación, emprendió su segundo viaje a Paris, desde donde retornó  
y se radicó en Ipiales entre 1871 y 1876.  
En 1874 publicó en Panamá La Dictadura Perpetua. Cuando co-  
noció del asesinato del Dr. Gabriel García Moreno ocurrido el 6 de  
11  
agosto de 1875, simbólicamente dijo “Mi pluma lo mató”. El folleto  
en mención fue impedido de ingresar al Ecuador, por su contenido  
crítico en contra del presidente. En sus páginas, recomendaba al  
mandatario se retire de las funciones, antes de que el pueblo vaya a  
atentar en su contra. Incluso llegó a graficar el final del gobernante,  
hecho que se consumó en las escalinatas y corredor del Palacio de  
Carondelet, apenas un año más tarde.  
Lo que vino después  
El 2 de mayo de 1876, Juan Montalvo entró a Quito procedente  
de Ipiales. El 22 de junio apareció el primer número de su nueva obra  
El Regenerador, cuyo último número se publicaría el 26 de agosto de  
1
878. El 5 de septiembre de aquel año, fue recibido apoteósicamente  
12  
por el pueblo de Guayaquil. Montalvo mantenía una intensa lucha  
11 Juan Montalvo y la Idea de Libertad. César Alarcón-Fundación Ecuatoriana de Desarrollo-  
Quito 2006, p. 13.  
12 Se refiere al libro y al personaje porque en esa ciudad, Montalvo sostuvo una intensa lucha  
en contra del desgobierno y la falta de autoridad del Presidente de la República.  
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Cecilia Morales Ruiz  
en contra del desgobierno y la falta de autoridad del presidente de  
la República, Antonio Borrero Cortázar. Poco después, el Gral. Igna-  
cio de Veintemilla; se hizo proclamar Jefe Supremo en la ciudad de  
Guayaquil, apoyado por el general José María Urbina. Este solicitó  
a Montalvo su apoyo, y al negarse a sumar opinión favorable, fue  
apresado y desterrado a Panamá.13  
Se encargaría, don Juan, de combatir con extrema rudeza, los  
excesos, los abusos del poder de parte de Veintemilla. Alarcón señala  
que:  
Entre 1880 y 1882 publicó Las Catilinarias, desde cuyas páginas lo com-  
batió de modo severo e implacable. En 1881 estuvo nuevamente en  
París, desde donde viajó a España. En 1883 circuló la obra Los Siete Tra-  
tados. En 1884 se publicó en París La Mercurial Eclesiástica. Entre 1886  
y 1888 publicó El Espectador. Después de su muerte acaecida en 1889,  
se editó en 1895 en Francia Capítulos que se le olvidaron a Cervantes; y, en  
1
902 Geometría Moral.14  
Juan Montalvo, un personaje inigualable con sus aciertos y  
desaciertos. La cúspide fue alcanzada gracias a su tenacidad, recti-  
tud, honestidad, justicia, igualdad, su pasión por la libertad de los  
pueblos, lo llevó a desencadenar duras situaciones como las de tener  
que abandonar a sus seres queridos, la de combatir duramente en  
contra de los malos gobiernos que, lo único que hicieron fue hundir  
al país en una espiral de patria sin progreso. Montalvo quería que  
su pueblo despertara de su letargo y fuera enérgico, luchador en con-  
tra de la corrupción. Soñaba con una Patria libre de injusticia, aptos  
para trabajar, estudiar, superarse de toda atadura que arrasa a los  
pueblos.  
El Dr. Galo René Pérez, al referirse a Montalvo lo hace lle-  
vado por su insaciable curiosidad por la vida y la obra de este ilustre  
escritor. Esto lo lleva a un profundo estudio donde manifiesta que:  
(…) la necesidad de ampliar la perspectiva en el análisis que hasta hoy  
13 Manuel Freire Heredia, Forjadores de la Historia Ecuatoriana: Juan Montalvo, Editorial Pedagó-  
gica Freire, Riobamba, 1985, p. 79.  
14 César Alarcón Costta, op. cit., pp. 13-14.  
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Juan María Montalvo Fiallos  
Itinerario de un luchador  
se ha hecho del ilustre escritor ambateño. Montalvo, pese a ser uno de  
los personajes nacionales que más atención ha despertado en estudio-  
sos y en críticos, exigía una nueva biografía escrita con apego y erudi-  
ción y que incorpora nuevos elementos no solo a la luz de los modernos  
medios de la investigación histórica sino precisamente a las más am-  
plias posibilidades de hoy existen para bucear en la rica vida de Mon-  
talvo. Atendiéndose a la pauta trazada por Goethe, el autor siguió cada  
uno de los pasos del escritor en morosa contemplación de lugares y de  
ambientes en los que Montalvo pasó gran parte de su dura y apasio-  
nante existencia.15  
Producción literaria  
Juan Montalvo, prócer de la Literatura Ecuatoriana, crítico  
estudioso del ensayo la novela, el teatro, quien poseía la fuente cris-  
talina que no todos la manifiestan, una inteligencia impresionante,  
una actitud de justicia verdad, libertad, honradez, nobleza de espí-  
ritu y de alma, cualidades que lograron que su nombre llegue a la  
cúspide de los más insignes escritores, por eso lo denominaron el  
Cervantes americano”.  
Su obra contiene una variada producción, siendo las más di-  
fundidas y conocidas: Los Siete Tratados, Capítulos que se le Olvidaron  
a Cervantes, Las Catilinarias, El Cosmopolita, El Regenerador, Mercurial  
Eclesiástica, La Dictadura Perpetua, Geometría Moral, El Espectador, Joya  
Literaria, El Libro de las Pasiones, Páginas Desconocidas, Cuadernos de  
Apuntes. Las obras señaladas son prueba no solamente de su inte-  
lecto sin par en este continente, sino también de un trabajo leal y res-  
ponsable con las circunstancias que le rodearon; literatura no de  
compromiso, sino de comprometimiento con el destino histórico de  
una nación. Mora advierte sobre Montalvo que fue:  
Polémico y apasionado logró con su acerada pluma avergonzar a los tira-  
nos. Igual que Bolívar, otro romántico y soñador, luchó y sufrió hasta en-  
tregar la vida misma por una causa justa, popular y fecunda que no en  
vano logró prender hogueras reivindicadoras a lo largo y ancho de la con-  
ciencia de un pueblo que hoy agradecido lo ha consagrado como uno de  
sus más grandes símbolos.16  
15 René Pérez, op., cit., p. 12.  
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Cecilia Morales Ruiz  
Montalvo tras los rastros de la fe  
Don Juan Montalvo nos repite más de una vez que muchas de  
sus ideas tienen como fuente de inspiración la Santa Biblia. Así en  
sus continuas polémicas sostenidas contra diversos elementos y cla-  
ses de su país, no faltó su lucha contra el clero y en ella esgrime como  
arma contundente la cita bíblica y aún imita el estilo de los libros lea-  
mos lo que sigue: “El corazón puro es la única ofrenda que acepta el Señor  
Dios; pero si mientras estáis mintiendo o hablando mal del prójimo, os viene  
un bostezo y os hacéis cruces en la boca, el demonio se ríe y os apunta en su  
17  
padrón” Del mismo autor, Carlos Ibarra, compila un texto de Frases  
Célebres, se anotan las siguientes:  
La justicia no debe prescribir, pero los odios individuales, los enconos  
de partido, los rencores de persona a persona ¡termínese por Dios!, de  
lo contrario enhilando agravio desquite tras desquite venimos a forjar  
una cadena interminable en la cual nos enredamos y a cuestas con  
nuestra propia obra, somos esclavos de nosotros mismos, de nuestras  
malas pasiones, la esclavitud que más desafortuna y envilece a la fa-  
milia humana.18  
Jesucristo es el modelo de la vida. Jesucristo tuvo origen noble y con-  
sagró la democracia, fue descendiente de reyes poderosos y santificó  
la pobreza, su cuna rodando en el pesebre, sus humildes pañales de la  
modestia con que vivió siempre, dan a entender que la humildad es el  
título más ilustre para con su Padre.19  
Juan Montalvo le llama poeta del dolor a Job, como a Goethe  
y Byron: “David es de la felicidad y la alegría, de la gratitud y el amor  
triunfantes. Después de las lamentaciones del uno, los salmos del otro son  
20  
el monumento más grandioso de la literatura sagrada.” El que ve a Dios  
presencia el espectáculo más grande y placentero; el que vive con Dios tiene  
16 Mario Mora, Guía para la Cátedra Montalvina, Ambato, 2009, p. 6.  
17 Carlos Ibarra Salazar, Juan Montalvo, Frases Célebres, Ediciones Casa de Montalvo, Ambato,  
2
014, p. 14.  
1
1
2
8 Ibid., p. 33.  
9 Ibid., p. 84-85.  
0 Antonio Sacoto, Juan Montalvo el escritor y el estilista, Sistema Nacional de Bibliotecas, Quito,  
1996, p. 86.  
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Juan María Montalvo Fiallos  
Itinerario de un luchador  
21  
la vida más feliz y prolongada. “Solo Dios es grande; pequeño es el pueblo  
si pequeño es el hombre; no presumas de grandeza; si presumes de grandeza,  
22  
da en soberbia; y de la soberbia a la tiranía no hay ni un paso.”  
Con estos antecedentes, queda claro que si el obispo José Ig-  
nacio Ordóñez, pretendió mancillar la imagen de Montalvo como in-  
crédulo, asumiendo que era ateo, no fue así. Al contrario, tenemos a  
un escritor sensible y temeroso de Dios, quien creía firmemente en  
la existencia de nuestro Padre Dios. ¡Como no admirar y defender a  
Montalvo!  
Si toda la humanidad desde las personas más sencillas hasta  
el más importante ser humano de este planeta, fuésemos dotados de  
benevolencia, desprovistos de ambiciones y materialismo que no  
hacen más que demostrar que el ego es lo que importa. Mientras  
haya intereses, consignas y ambiciones desmedidas no lograremos  
tener un país ni un mundo en el que logremos solidarizarnos con el  
dolor del prójimo compartiendo, extendiendo nuestra mano, apor-  
tando a la Patria con sensatez, honradez y justicia que tanto necesita,  
sólo así tendremos un cambio en la humanidad. Renunciemos a todo  
tipo de individualismo y demostremos por sobre todas las cosas que  
no hay mejor fortuna que la de velar por el necesitado.  
Montalvo adquirió de Jesucristo, sabiduría e inteligencia, su  
anhelo fue que la política y la religión debían conducirse de manera  
independiente, la lucha contra las clases sociales fue su mayor anhelo  
terminar con la injusticia, la esclavitud y proclamar la libertad de su  
pueblo. Lamentablemente, su permanencia en la tierra sería fugaz,  
pero su pensamiento no fue nunca encubierto.  
Cronología de los periplos de Juan Montalvo  
En 1860 llega a Guayaquil, procedente de Europa, pasa a Bo-  
deguita desde donde escribe su célebre carta a García Moreno, con-  
vertido en jefe supremo y absoluto.  
21 Gonzalo Zaldumbide, Juan Montalvo, J.M. Cajica, Jr. , México, 1960, p. 213  
22 Juan Montalvo, El Cosmopolita, Libro 4, Tipográfica de F. Bermeo, Quito 7 de agosto de 1867,  
p. 12.  
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Cecilia Morales Ruiz  
En 1861 regresa a Ambato y escribe ensayos que forman  
parte el El Cosmopolita. En 1867 recibe elogios de Rufino José Cuervo  
y Miguel Antonio Caro.  
En 1869 por orden de García Moreno, Montalvo es deste-  
rrado a Ipiales. Luego viaja a Panamá y a París.  
En 1870 viaja por Alemania, fija su residencia en Niza. Re-  
gresa a Panamá. Viaja a Lima, Retorna a Ipiales. En esta ciudad ubi-  
cada en el punto más austral de Colombia, destapa el cofre valioso  
de su intelecto y burila su obra literaria  
En 1871 Escribe Capítulos que se le Olvidaron a Cervantes. Un  
año después, en 1872, escribe El Antropófago, Prosa de la Prosa y Los  
Incurables. En 1873 aparece Judas. En 1874 da a luz la Dictadura perpe-  
tua.  
El 6 de agosto de 1875, García Moreno es asesinado y en su  
reemplazo es designado Antonio Borrero.  
En 1876 regresa de Ipiales a Ecuador e inicia la publicación  
de El Regenerador. En el mismo año Ignacio de Veintimilla se declara  
jefe supremo y destierra a Montalvo a Panamá.  
En 1877 es elegido diputado por la provincia de Esmeraldas.  
No asiste a la Convención. En 1878 publica los periódicos La Candela  
y El Espectador. En 1880 Comienza a redactar Las Catilinarias. En 1881  
viaja a París por tercera ocasión, para publicar sus Siete Tratados.  
En el transcurso de 1884 el arzobispo de Quito Ignacio Or-  
dóñez consigue que Siete Tratados se incluya en el índice de libros  
prohibidos. Escribe Mercurial Eclesiástica. En 1886 inicia la publica-  
ción de El Regenerador.23  
Enfermedad y muerte  
El año de 1888 fue para Juan Montalvo y su compañera  
Katherine Contoux de tragedia, sufrimiento, congoja y pesadumbre,  
pues sucumbió en su periplo vital. Montalvo, elegante como era,  
salió una tarde ataviado con sus mejores galas: pantalón de corte clá-  
sico, camisa blanca, corbata de ala ancha y una chaqueta oscura  
23 Mario Mora, op. cit., pp. 1-3.  
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Juan María Montalvo Fiallos  
Itinerario de un luchador  
acorde a su buen gusto, se encamina hacia la Imprenta de Garnier, a  
verificar las correcciones de su última obra El Espectador. Mientras  
retornaba a su domicilio en la tarde, se detiene a observar las calles  
parisinas fastuosas pero desoladas, azotadas por el viento y la fuerte  
y pertinaz lluvia. El resultado ocasionó que se empapara por com-  
pleto. Nunca se hubiera imaginado que esta lluvia originará terrible  
indisposición en su salud. Una noche sin descanso dando vueltas en  
su cama, acongojado por la fiebre, daba a notar que el resfrío no era  
algo común, que la paz se le estaba esfumando y que su paso a la  
eternidad estaba por llegar.  
Catherine Contoux, hizo todo lo posible por mejorar la con-  
dición de su amado, pero nada lo recuperó, por lo que tomó la deci-  
sión de acudir a la consulta del médico Dr. León Labbé, cirujano  
experimentado de aquella época. Cuando prolijamente hizo un exa-  
men exhaustivo, manifestó que debía ser sometido a una operación  
quirúrgica para extraer de sus pulmones al menos un litro de líquido  
purulento. Fue diagnosticado con pleuresía, es decir, una enferme-  
dad que consiste en la inflamación de las membranas que recubren  
los pulmones. Tenía que ser sometido a una operación muy dolorosa,  
por cierto, por sobre todas las cosas quería poner fin a su tormento.  
Nada pudo hacer el médico que lo sometió a la cirugía. Hurgando  
en su interior se dio cuenta que su vida poco a poco se iba apagando,  
el sonido del silencio lo estremeció y echó un suspiro, sabía que su  
final estaba llegando.  
Al día siguiente del 17 de enero de 1889, solicitó a su entra-  
ñable compañera Augustine Contoux, con quien procreó un hijo a  
quien lo llamaron Jean, que saliese a comprar unos claveles rojos,  
quizá para ella muy difícil conseguir flores en un invierno que en-  
friaba hasta las entrañas. Montalvo le dijo a Augustine no olvides mi  
24  
último encargo “Los cadáveres sin flores me han entristecido siempre”.  
Murió como pocos personajes, lúcido, esperando sucumbir  
y dar el paso más importante a la eternidad. El pidió que lo vistieran  
de frac, manifestando que la senda a la muerte es un camino solemne  
24 Plutarco Naranjo, y, Carlos E. Rolando, Los escritos de Montalvo, Casa de la Cultura Ecuato-  
riana, Quito, 1966, p. 272.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 506–526  
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Cecilia Morales Ruiz  
que hay que recorrerlo de manera inexorable. El alma rebelde de  
Juan Montalvo se deslindó de su maltrecho cuerpo. Este fue embal-  
samado y luego inhumado en la Iglesia de San Francis de Sales. Poco  
después, amigos ecuatorianos embarcaron su féretro a bordo de un  
barco que surcó el océano para acoderar en el Puerto Principal del  
Ecuador.  
El cadáver de Juan Montalvo en Guayaquil  
El cuerpo de don Juan Montalvo llegó a suelo ecuatoriano  
en los primeros días del mes de julio de 1889. A su llegada, los des-  
pojos fueron acogidos con respeto, cariño y admiración por el noble  
pueblo porteño. Encontraron una gran dificultad para su entierro.  
El rencoroso arzobispo quiteño José Ignacio Ordóñez prohibió que  
su cuerpo fuera inhumado en el cementerio católico. Seguramente  
aún resonaban en sus oídos las duras expresiones de Montalvo con-  
tenidas en su Mercurial Eclesiástica. No obstante, el pueblo tomó la  
iniciativa y la decisión de sepultarlo en un digno lugar en el campo  
santo guayaquileño.  
Los despojos del genial escritor encontraron un lugar de re-  
poso en el tercer cuerpo, tercera bóveda número 179 en el cementerio  
guayaquileño. En este sitio permanecería durante 43 años consecu-  
tivos hasta 1932, en que fueron conducidos a bordo del ferrocarril,  
hasta la ciudad jardín que le tributó inolvidable homenaje el 12 de  
abril con ocasión del centenario de su natalicio. Ambato tributó apo-  
teósico reconocimiento a su hijo predilecto. Sus restos son venerados  
por quienes recuerdan su valía, reciben el homenaje diario del pue-  
blo ecuatoriano, en el severo Mausoleo erigido por el Arq. Jorge Mi-  
deros.  
La casa de Montalvo  
En 1927 se conformó el Comité Pro Centenario de Montalvo.  
Se fundó la Casa de Montalvo, designando a su primer director en  
la persona del ilustre escritor Julio Ponciano Mera Oviedo. Se creó  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 506–526  
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Juan María Montalvo Fiallos  
Itinerario de un luchador  
la Biblioteca de Autores Nacionales, y se dieron los primeros pasos  
para la construcción de su Mausoleo.  
En el año de 1931 se contrató al Arquitecto Jorge Mideros Al-  
meida para que efectúe el diseño primero y la construcción luego del  
Mausoleo. A la vuelta de un año, la obra estuvo terminada. En 1932,  
la Asamblea Nacional del Ecuador, dispuso el traslado de los restos  
de Montalvo hacia Ambato, contrariando al noble pueblo guayaqui-  
leño.  
Sus restos fueron exhumados, llevados al Paraninfo de la  
Universidad de Guayaquil, en donde el rector. Dr. Carlos Alberto  
Arroyo del Río, pronunció una de sus más bellas composiciones li-  
terarias. Más tarde, fueron embarcados en el ferrocarril y conducidos  
por la ruta construida por Archer Harman, en el gobierno del general  
Alfaro.  
Llegaron a la ciudad jardín del Ecuador, exactamente el 13  
de abril de 1932, año de su centenario. A partir de entonces, reciben  
el homenaje diario de Ambato y Ecuador que ve en Montalvo a un  
verdadero apóstol de la libertad.  
Don Juan Montalvo, se encuentra en la galería de los inmor-  
tales juntó su nombre a los de don Miguel de Cervantes Saavedra,  
contemplando de frente a los ilustres Lamartine y Víctor Hugo. En  
la capital francesa, aún permanece enhiesta la casa que fue habitada  
por el ilustre Cosmopolita, en la Rue Cardinet signada con el número  
2
6, en cuya fachada principal, la gratitud ha ubicado una placa de  
mármol que recapitula este hecho.  
Para finalizar, deseo expresar un agradecimiento eterno y  
profundo a mi Señor Jesucristo por contar con su indulgencia, nunca  
me ha abandonado, siempre me ha sostenido, ha sido mi roca, mi  
fortaleza, el escudo de protección que los seres humanos tanto nece-  
sitamos. Pedid y recibiréis, así lo manifiesta el Señor Jesucristo, nadie  
llega al Padre sino es por mí. “Porque grande es su misericordia, su  
lealtad, su benevolencia, sobrepasa todo entendimiento, su amor in-  
condicional hace que lo alabe y agradezca y a cada instante de mi  
vida manifieste cuán grande es Dios. Mi profundo agradecimiento.  
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Cecilia Morales Ruiz  
Deseo expresar mi imperecedera gratitud a mi padre, Ge-  
rardo Morales y a mi madre Nancy Ruiz, quienes han sido parte fun-  
damental de la formación de nuestras vidas, de ellos hemos  
aprendido, sus sanos y sabios consejos, valores como la sencillez,  
honradez, rectitud y solidaridad.  
Gratitud eterna para con mis hermanos maravillosos, Vinicio,  
Alex y Gisell.  
A Víctor Guerrero Salazar, mi esposo compañero con el que he  
recorrido la ruta de la vida, compartiendo penas y alegrías, a mi hijo  
Daniel Alejandro Guerrero, que forma parte de mi existencia.  
A mi suegra Sra. Teresa Salazar, quien ha demostrado en todo  
momento que fue es y será una persona especial que estuvo siempre  
a mi lado con su gran ejemplo y testimonio de vida.  
A Luz y Olga Aguilar, personas incondicionales en su afecto  
con mi familia, especialmente con mi hijo Daniel Alejandro.  
A todos y cada uno de mis familiares presentes y ausentes por  
su fraterna y entrañable felicitación. A mis admirables amigas por  
su presencia. La amistad es la única rosa que no tiene espinas. Reitero  
mi gratitud al Dr. Franklin Barriga López, director de la Academia  
Nacional de Historia, a los señores Miembros de este Organismo y  
a sus funcionarios.  
Con la mayor complacencia acepto con entusiasmo ésta hon-  
rosa designación que me ha sido otorgado por la Academia Nacional  
de Historia. Me comprometo a contribuir en lo que esté a mi alcance  
para apoyar todas las iniciativas relevantes que realicen a nivel del  
país y del exterior.  
Señoras, señores  
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Juan María Montalvo Fiallos  
Itinerario de un luchador  
Bibliografía  
ALARCÓN, César, Juan Montalvo y la idea de libertad. Quito-Ecuador, octubre  
006  
2
AYALAMORA, Enrique, Manual de Historia del Ecuador, Época Republicana, UASB  
y Corporación Editora Nacional, Quito, 2008  
FREIRE HEREDIA, Manuel, Forjadores de la Historia Ecuatoriana: Juan Montalvo,  
Editorial Pedagógica Freire, Riobamba, 1985  
IBARRA SALAZAR, Carlos, Juan Montalvo, Frases Célebres, Ediciones Casa de  
Montalvo, Ambato, 2014  
MONTALVO, Juan, El Cosmopolita, Libro 4, Tipográfica de F. Bermeo, Quito 7  
de agosto de 1867  
MORA, Mario, Guía para la Cátedra Montalvina, Ambato 2009  
NARANJO, Plutarco y ROLANDO, Carlos E., Los escritos de Montalvo, Casa de  
la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1966  
PÉREZ, Galo René, Un escritor entre la gloria y la Borrasca, Nuevo Encuentro, Ma-  
drid 1.992  
SACOTO, Antonio, El escritor y el estilista, Sistema Nacional de Bibliotecas,  
Quito, 1986  
–––––, Juan Montalvo el Escritor y el Estilista, Proyecto Editorial: Estuardo Vallejo,  
edición mayo de 1996  
ZALDUMBIDE, Gonzalo, Juan Montalvo, J.M. Cajica, Jr., México, 1960  
Bibliografía complementaria  
Folleto “Casa de Montalvo: breve compendio montalvino”, editorial pio XII, Ambato,  
2015  
MONTALVO JUAN, Las catilinarias, ediciones casa de Montalvo, Ambato, 2008  
–––––, El regenerador, ediciones casa de Montalvo, Ambato, 2011.  
Montalvo y Mera, sesquicentenario 1832 – 1982, volumen 3, revista Casa de Mon-  
talvo, numero 76, Ambato, 1982.  
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Cecilia Morales Ruiz  
Anexo  
Juan Montalvo y su legado de valores  
Libertad: Amó la libertad y la defendió al costo de grandes sacrificios, pe-  
nalidades y destierros. La concibió como un poder propio del sujeto para  
definirse, decidirse o auto determinarse. Como hombre libre actúo con nor-  
malidad apegado a sus ideas, principios y con sus convicciones libérrimas.  
A los mandatarios que cambiaron la libertad por el libertinaje; los combatió  
con su pluma y enfrentó con su valentía. Se preocupó con responsabilidad  
de las desigualdades sociales, de la opresión y de la esclavitud a todo nivel.  
Humildad Montalvo, humilde en su proceder, pero soberbio en su amor  
propio. Fue sumiso solamente a su conciencia. La humildad fue el refugio  
de su grandeza. Aportó grandes y notables ideas, consiguió logros, llegó a  
la meta sin esperar recompensas. Humildes en sus hábitos de vida y su-  
blime en sus ideas.  
Honestidad Supo practicar la honestidad, actuó conforme a lo que exige el  
pudor, la decencia o lo que no se opone a las buenas costumbres. Se mostró  
siempre razonable, aunque agresivo con sus contrarios, era moderado en  
sus costumbres, escrupuloso en el cumplimiento de sus deberes y obliga-  
ciones. En el comportamiento a través de su vida, demostró ser un hombre  
honesto siempre transparente, auténtico. No ocultó jamás su disgusto a las  
iniquidades. No robó tampoco estafó peor; por eso fue admirado por los  
conciudadanos honestos como él.  
Modestia Don Juan, tuvo a la modestia siempre a su lado, como una cuali-  
dad que le impedía vanagloriarse de sus grandes triunfos. La modestia, la  
humildad son cualidades distintas, cada una encierra enormes diferencias;  
pero, a la vez, la dignidad no excluye a la modestia. Fue hombre modesto,  
´más nunca servil. No cometió actos de bajeza ni tampoco se envaneció por  
las lisonjas y enaltecedores comentarios que recibía acerca de su obra. Actuó  
siempre de acuerdo a sus principios morales con recta decencia, moderación  
y decoro.  
Fortaleza El célebre ambateño, mantuvo siempre la fortaleza suficiente para  
salir avante en los avatares que se le presentaron. Tuvo la necesaria fuerza  
y el vigor de los hombres forjadores en la adversidad. La fortaleza como  
una de las virtudes cardinales le confirió el valor imperioso para soportar y  
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Juan María Montalvo Fiallos  
Itinerario de un luchador  
sobrellevar momentos duros y difíciles que afrontó en los destierros obli-  
gados por mandatarios, tiranos y dictadores de turno.  
Justicia La justicia corresponde a las cuatro virtudes cardinales que se in-  
clina a dar a cada uno lo que le corresponde. Le pertenece o a que tienen  
derecho los individuos de una sociedad. Estuvo junto a los débiles, necesi-  
tados, menesterosos y aquellos que eran vejados por mandatarios tiranos y  
dictadorzuelos de turno. Es que practicó siempre la justicia y estuvo listo a  
combatir los desafueros.  
Lealtad El insigne escritor fue leal a sus principios, a su pueblo, a su Patria.  
La lealtad fue su noble virtud que la supo llevar muy en alto para ser fiel a  
sus ideas, a sus convicciones, sin cometer jamás engaño ni traición. Demos-  
tró estar dotado de sentimientos noble causas relacionadas con la política,  
la religión, la sociedad, las ideas de libertad y justicia. Ala lealtad la entendió  
como sinónimo de fidelidad, amistad, sumisión, constancia y agradeci-  
miento.  
Honradez Probo y honesto en todos sus actos. Su decencia y honradez no  
le permitieron jamás delinquir en su sagrada misión de escritor. Con abso-  
luta claridad sabía que el deber, la prosperidad y el honor deben ser respe-  
tados y fielmente cumplidos de acuerdo con las reglas de la sociedad. Como  
hombre honrado respetó el derecho ajeno, acató sus compromisos e hizo  
prevalecer el derecho de los demás.  
Verdad La verdad la sintió en sus entrañas y la proclamaba estaba formada  
por un conjunto de principio considerados como la bases para la vida espi-  
ritual y la vida universal. Amó la verdad, la buscó en los libros de los gran-  
des escritores y cuando la obtuvo, la conservó, proclamó y defendió sin  
tregua.  
Dignidad Hombre digno, alcanzó la excelencia gracias a su sobresaliente  
nivel de seriedad, decoro y comportamiento ante la sociedad.  
Tenacidad Fue un hombre tenaz, reconocido por esta cualidad sólida, que  
le sirvió para forjarse como líder en el campo de las letras y abanderado de  
las causas democráticas. La tenacidad llevada con paciencia, empeño y for-  
taleza llegaron a templar su carácter, a acortar los caminos para llegar a la  
cumbre y mirar de cerca las estrella cual galardones a su triunfo. Con tena-  
cidad superó los momentos difíciles que se presentaron en la adversidad y  
logró llegar al final de la meta para coronar de laureles sus sienes como pre-  
mio a una labor bien cumplida.  
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Cecilia Morales Ruiz  
Educación No era amigo del esparcimiento y las diversiones. Su devoción  
fueron los libros; su pasión, las ideas; su entusiasmo el deber cumplido; su  
reto las grandes metas y desafíos.  
Juan Montalvo tenía una visión para pensar, hablar y escribir, sentía  
que su pueblo requería de una fuerza interior potente, para seguir por el  
camino de la libertad, la igualdad y la justicia. Su afán siempre fue buscar  
el favor de su país y no buscar su beneficio personal. Poseyó las cualidades  
más nobles del espíritu, ellas le sirvieron para reflexionar en sus momentos  
difíciles y no caer en claudicaciones ni en vergüenza por su dignidad, se  
elevó a las alturas de la gloria y esta coronó sus sienes con un título de gran-  
deza y majestad con investidura, grandiosidad y decoro, jamás cayó en nin-  
gún vicio. Se alejó siempre de todo lo mezquino y vulgar.  
Sin lugar a dudas, Juan Montalvo dejó, a su pueblo, lecciones de  
moral, de libertad, honradez y justicia, para enrumbarlo por el sendero de  
la rectitud. Su pluma fue y es arma contundente del ayer, hoy y siempre.  
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 506–526  
526  
La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Morales Ruiz, Cecilia,  
"
Juan María Montalvo Fiallos: itinerario de un luchador", Boletín  
de la Academia Nacional de Historia, vol. C, Nº. 208-B, julio -  
diciembre 2022, Academia Nacional de Historia, Quito, 2023,  
pp.506-526