Bienvenida a Claude Lara
Que no fue filosofo se afirma, en repetición de letanía torpe,
que hay que humanizarlo, que no es un gran escritor sino cuando
maneja el dicterio, que no estuvo con las corrientes sociales de la
época, en fin, cuantas otras sandeces más que caen por su propio
peso, bajo el anatema de la impotencia y la ridiculez.
Su porte y su palabra fueron los del filósofo hecho y derecho.
Qué, sino, tratados filosóficos de la más alta alcurnia son sus obras
que rebosan de moral y erudición, que son guías para las generacio-
nes. Que hay que humanizarlo, sostienen, sin entender que Mon-
talvo no puede ser encasillado en las oscuridades de la turbamulta,
en las pequeñeces de la trivialidad.
Tan actualizado estuvo para su siglo que Montalvo tiene vi-
gencia en los días actuales. Sus enseñanzas son las del pensador
cuyas ideas no mueren, no se someten al cristal de los dogmáticos
ni de los sectarios; su emblema, la felicidad del género humano que
debe ser conseguida, única y exclusivamente, en los campos de la
justicia, de la fraternidad y, sobre todo, de la libertad.
En 1857, se cumplió su deseo de trasladarse al Viejo Conti-
nente. Es nombrado Adjunto Civil ante el Gobierno de Italia. Ya co-
nocía mentalmente aquellos territorios, debido a su amplia
ilustración, a su preferencia por las civilizaciones de la antigüedad.
Iría a identificar los sitios en donde transcurrieron célebres personajes
y se produjo el acontecer de culturas clásicas.
Al cabo de algunos meses, el Adjunto Civil va de Roma a
París y allí le informan que ha sido nombrado Secretario de la Lega-
ción del Ecuador en Francia. “¡Qué hermoso placer! Pues si el país está
muy pobre, a causa del militarismo y los malos políticos, él trabajará con la
mitad del sueldo!”.3
En la capital de Francia, a juzgar por documentos de la
época, se encuentra por demás feliz, a pesar de su melancolía con-
génita, de ese impulso a huir del bullicio para refugiarse en los apar-
tados, a fin, de poder meditar y realizarse, en las letras ajeno al
2
3
Raúl Andrade, Montalvo, la tormenta y la soledad, revista Vistazo, Guayaquil, abril 23, 1982, pp.
6 a 30.
Darío Guevara, Quijote y Maestro, Biografía novelada de Juan Montalvo o el Cervantes de América,
2
Editorial Ecuador, Quito,1947, pp.310.
BOLETÍN ANH Nº 208-B • 553–565
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