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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol CI  
Nº 209  
Enero–junio 2023  
©
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ISSN Nº 1390-079X  
eISSN Nº 2773-7381  
Portada  
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julio 2023  
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2
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Vida académica  
MONTALVO, MAESTRO DE PENSAMIENTO,  
SENTIMIENTO Y ACCIÓN  
América Ibarra Parra1  
Una vida, un ejemplo, una inspiración, producto de la abso-  
luta coherencia en pensamiento, sentimiento y acción, don, de muy  
pocos seres humanos, y es gloria del Ecuador, de Ambato y este día,  
mi especial privilegio, hablar del maestro inclaudicable, latido del  
pasado, ejemplo del presente y, destello del futuro.  
Son muchos los calificativos que ha merecido Juan Montalvo  
en torno a su intelectualidad, pero prefiero hacer hincapié en sus atri-  
butos como pensador profundo, moralista, patriota y maestro de la  
sátira, maestro por el ejemplo desde toda óptica.  
Nació el 13 de abril de 1832 en Ambato. Proviene de una  
acaudalada familia con marcadas conexiones políticas, recordemos  
que su hermano mayor participó activamente con los liberales. Juan  
Montalvo fue contrario a los conservadores y al clero, lo cual no sig-  
nifica que fuese ateo.  
Como sabemos su formación empezó a los siete con la edu-  
cación primaria, entre 1846 y 1848 realizó estudios de gramática la-  
tina en el Convictorio de San Fernando en Quito, luego estudió  
Filosofía en el Colegio Seminario San Luis donde recibió el grado de  
maestro, ingresó a la Universidad para estudiar Jurisprudencia,  
cursó dos años, pero no concluyó la carrera en vista de que el presi-  
dente José María Urbina estableció la modalidad de estudios libres,  
Montalvo regresa a su ciudad natal y se concentra a tiempo completo  
1
Licenciada en Ciencias Políticas y Sociales, Doctora en Jurisprudencia y Abogada. Tiene estu-  
dios en Ciencias de la Información y Comunicación Social. Es Editora y Directora de la Revista  
“Emprendedores”; Miembro Honorario de la Sociedad Pedro Vicente Maldonado, Riobamba;  
Miembro del Ateneo Ecuatoriano; Miembro de la Sociedad Bolivariana del Ecuador. Presidenta  
de la Sociedad Bolivariana del Ecuador. Tiene los siguientes reconocimientos: Condecoración  
Al Mérito Bolivariano” -Sociedad Bolivariana del Ecuador-; Condecoración Internacional  
Manuela Sáenz” -Confraternidad Bolivariana de América-; Condecoración “Eugenio Es-  
pejo”–Círculo de la Prensa del Ecuador-.  
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296  
Vida académica  
a la lectura y formación intelectual. Nunca fue catedrático, aunque  
abrazó la pluma como su elemento y herramienta de vida.  
En 1852 junto a los intelectuales Julio Zaldumbide, Agustín  
Yerobi, Modesto Espinosa y Miguel Riofrío integró la sociedad lite-  
raria La Ilustración. Para esta fecha Montalvo era un joven de 20 años  
y mantenía nexos con personajes de este perfil intelectual e influencia  
política, lo cual refiere a las claras su carácter y elevación desde todo  
punto de vista. Aunque con dos de ellos, Julio Zaldumbide y Mo-  
desto Espinosa, tuvo en ciertos momentos alguna polémica por di-  
ferencias de criterios políticos, cultivó en cambio una estrecha  
amistad con Agustín Yerovi Orejuela, a punto que fue la última per-  
sona en visitarle en días de su agonía e incluso quien se encargó de  
amortajar su cadáver.  
A los veinte y cinco años inició su carrera diplomática pres-  
tando servicios en las Embajadas de Italia y Francia. Sus intereses,  
sus lecturas, sus talentos innatos dieron pábulo a la magnífica in-  
fluencia que recibió en tierras del viejo continente, aprovechando sin  
duda, cada instante para la observación y reflexión profunda, así  
como para entablar amistad con personajes relevantes de dicho con-  
tinente y concentrarse en la buena lectura. En sus tres viajes a Europa  
visita también España.  
Retorna de su primer viaje en1860 cuando era Jefe Supremo  
del Ecuador el Dr. Gabriel García Moreno a quien dirige su histórica  
carta llena de valor y sentido de Patria, el 26 de septiembre, desde la  
Bodeguita de Yaguachi en la que expresa su lapidario sentimiento  
nacido de sus convicciones democráticas y civismo cabal. Llama la  
atención cada palabra de esta carta, la forma en que dirige, con el  
primer apellido “usted Señor García”, le enrostra una acción trai-  
dora, afirma que en él hay dos elementos, de héroe y de tirano; que  
tiene García Moreno, valor y audacia pero le faltan virtudes políticas  
y le recomienda aprenderlas de los filósofos y sabios gobernantes; le  
insinúa que dimita el poder absoluto y concluye su sentencia indi-  
cando que si alguna vez se resignara Montalvo, a participar en lo  
que llama “pobres cosas, usted y cualquier otro cuya conducta pública  
fuera hostil a las libertades y derechos de los pueblos, tendría en mi un ene-  
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297  
Vida académica  
migo, y no vulgar, no señor; y el caudillo justo y grande, me encontraría  
2
asimismo decidido y abnegado amigo”. He aquí el hombre de la pluma  
aguda, he aquí su estilo, claro, frontal, sin tapujos dice lo que debe  
decir, anotando eso sí, estar consciente de qué puede ocasionarle la  
franqueza.  
Cuesta creer que estas fueron sus palabras, que estas eran el  
reflejo de ese temple de acero que ya demostró Montalvo a sus 28  
años y frente a un temperamento irritable y apasionado de Gabriel  
García Moreno, en el poder.  
Montalvo inicia su misión, empuña su arma contundente  
que le permite llevar a la acción aquella fuerza irresistible, aquella  
pasión volcánica por la dignidad y libertad de su Patria y su gente.  
Montalvo comprende y comulga con la concepción de lo es-  
piritual y material, pues escribe en El Cosmopolita el alma es la exce-  
lencia del hombre: el alma, este principio indefinido, esta sustancia invisible  
e impalpable, no conocida por nosotros; el alma, esta animación, este anhelo  
3
por lo divino, que nos hace considerarnos superiores”.  
De su amplia cultura, de su visión universal, de sus profun-  
das convicciones extrae el sumo mágico de la fe que fortalece su es-  
píritu y templa su carácter para no doblegarse jamás y estar listo para  
convertir sus lúcidos pensamientos en dardos sulfurosos en el campo  
de la acción. Siempre coherente, siempre constructor, siempre va-  
liente para cumplir su destino, con la furia de un rayo ante sus ene-  
migos. Vasta recordar la purulencia de quienes intentaban levantar  
cabeza para dirigirse al preclaro escritor, en caricatura de versos  
como el publicado en el periódico El Sud Americano con el título “Úl-  
tima caricia al autor de El Cosmopolita”: “Tu pluma al fin se movió y en  
el ensayo fue ruin; aunque tu soberbia al fin a la perfección llegó. Pero con  
burlas y veras…Se te ha dado mucho azote…Vete infeliz neo-Quijote, Vete  
a Ambato a comer peras”.4  
2
Cfr. Juan Montalvo en: Carlos Ibarra Salazar, Frases célebres de Juan Montalvo, Fundación Ecua-  
toriana de Desarrollo, Quito, 2000, p. 44.  
3
4
Juan Montalvo, El Cosmopolita, Tomo I, Garnier Hermanos, París, 1923, pp. 366-367.  
Cfr. Juan Montalvo en: Galo René Pérez, Un escritor entre la gloria y las borrascas vida de Juan  
Montalvo, Banco Central del Ecuador, Quito, 1990, p. 250.  
BOLETÍN ANH Nº 209  
298  
Vida académica  
Con propiedad expresa Miguel de Unamuno en su prólogo  
a Las Catilinarias, en relación a su autor que lo sorprende y conmueve  
5
es la indignación lo que salva la retórica de Montalvo”.  
Escribió en el destierro, a las penas que el destierro trae con-  
sigo, a la indignación que causa la injusticia, al dolor del corazón al  
contemplar el triunfo de la tiranía.  
Una de las cualidades excelsas de los grandes hombres,  
aquellos que lo son por sus actos, por el servicio, por su legado tras-  
cendente, es la capacidad de reconocer el mérito ajeno, sin duda por-  
que su propio mérito le eleva a altos niveles. Admirable cualidad en  
el alma del maestro. En El Cosmopolita, se refiere a ecuatorianos como  
Pedro Vicente Maldonado en términos de interrogatorio ¿qué hom-  
bre modesto es ese, ante el cual se inclinan los sabios, a quien los pre-  
sidentes de las Academias de Francia, Gran Bretaña y Prusia ceden  
cortésmente sus asientos? Seguidamente la belleza de su estilo trae  
generosos calificativos de quien fue admirado fuera de su Patria; en  
igual forma comunica su sentimiento y actúa con su pluma brillante,  
en torno al gran orador de las cortes de Cádiz. Señala que, entre  
mucha gente:  
la flor de España, se asoma un joven y todos se paran a mirarle, se  
acerca y se abren ellos en dos alas, pasa por el medio, y todos se des-  
cubren y se inclinan respetuosamente (…) ¿Es un príncipe?, ¿Es un  
héroe? Y allí su auto respuesta (…) Es un humilde ecuatoriano, es  
Mejía, el competidor del divino Arguelles, el Cicerón de América, en-  
6
ciclopedia viviente que todo lo sabía (…).  
Utiliza Montalvo el adjetivo “humilde” en un espontáneo re-  
curso del lenguaje, un símil en que lo compara con Cicerón, cuyo  
nombre nos trae a la memoria la figura inmemorial del superlativo  
filósofo y orador romano, así como aparece la figura de Montalvo,  
altiva y fuerte, con sus dos aristas en manera simultánea, sencillo  
pero orgulloso, humilde pero digno. Qué decir de las expresiones  
montalvinas en torno al Libertador Bolívar, allí nos encontramos  
5
6
Miguel de Unamuno, “Prólogo” en: Juan Montalvo, Las Catilinarias”, París, 1925.  
Juan Montalvo, El Cosmopolita, Volumen 2, Casa Editorial Garnier, París, 1945, p. 334.  
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Vida académica  
frente a un cofre de oro donde convergen con maestría la espada vic-  
toriosa de la guerra y la pluma maestra de la lengua de Cervantes  
que se manifiesta en una carta escrita en 1875, publicada en su epis-  
tolario “Bolívar con su pluma es tan eminente como con la espada; separad  
el Bolívar escritor, el Bolívar sabio del Bolívar soldado, y quedará quizás un  
héroe de la edad media; el genio en él resulta de la inteligencia prendida con  
el rayo de la guerra”.7  
Cuan grande la inteligencia de Montalvo para penetrar en el  
espíritu e interpretar su ímpetu, cuanta la grandeza de su alma para  
escribir con tanta elocuencia y pasión, recordemos que a Bolívar le  
dedica Montalvo uno de sus Siete Tratados donde nos comparte su  
pensamiento “Bolívar es astro bienhechor que destruye con su fuego a los  
8
tiranos, e infunde vida a los pueblos muertos en la servidumbre y más  
adelante, agrega en la misma obra “Libertad era su dios vivo, después  
del Todopoderoso, a ella rendía culto su grande alma. Caído muchas veces,  
9
alzábase de nuevo y tronaba en las nubes como un Dios resucitado”. Don  
Juan infunde esperanza cuando sugiere “la unión de los buenos”  
pues las páginas históricas nos recuerdan que cuando se ennegreció  
el cielo de América con la muerte de Bolívar, apenas un año y cuatro  
meses después, se ilumino el cielo ecuatoriano con el nacimiento de  
Montalvo. Y el poder de la imaginación, a la que nunca debemos re-  
nunciar, porque es fuente creativa, me transporta a imaginar un  
plano de la vida humana en que estas dos individualidades hubiesen  
coexistido con el torrente de sus vidas, admirablemente coherentes  
en pensamiento, sentimiento y acción, virtualidades comunes que  
los inmortalizan. Y los hacen crecer en la infinitud del tiempo.  
Con sobrada razón el presidente Velasco Ibarra, al referirse  
al gran escritor ambateño dijo en su obra Cuestiones Americanas:  
Montalvo es luchador bolivariano contra la tiranía…en Montalvo ruge  
la audacia y atruena la rebeldía. Sale el luchador de su castillo, des-  
ciende a la arena, con furibundo ceño reta al enemigo y se entrega al  
7
Juan Montalvo, Jorge Jácome Clavijo, Epistolario de Juan Montalvo, Ediciones Casa de Montalvo,  
Ambato, 1995, p.476  
8
9
Juan Montalvo, Siete Tratados, Tomo II, Imprenta de José Jacquin, Bensazon, 1882, p. 15.  
Ibíd., p. 87.  
BOLETÍN ANH Nº 209  
300  
Vida académica  
combate de toda su vida contra lo que para su conciencia es perversión,  
torpeza e ignominia.10  
Juan Montalvo, lector asiduo, intuitivo, conspicuo, alimen-  
taba su inteligencia y su espíritu, sabía extraer la esencia tanto como  
contextualizar las luces del pensamiento, de ahí que sus obras se tor-  
naron en la lámpara encendida para la juventud. En su Réplica a un  
sofista seudo católico expone su ejemplo de joven rebelde “¿No fue  
caso de inquisición, el haber salido yo, muchacho aún, con una pluma en la  
mano que hería como lanza en los malvados opresores y en los serviles opri-  
11  
midos?”. Así también, en su diario, en junio de 1870, en París, anotó  
Amable con la iniquidad nunca he sido; la infamia me enfurece; la mentira  
12  
me llena de indignación”. Para corroborar su clara intensión y la su-  
tileza de su expresión escrita, podemos leer en El Regenerador “No  
es preciso ser viejo para ser prudente; la cordura es también de los jóve-  
13  
nes”. El escritor no dice si es un derecho o una obligación para la  
juventud el actuar con cordura, a la sazón de las ocurrencias actuales  
donde se ha vuelto un imperativo otorgar, legislar y hablar de los  
derechos, haciendo abstracción de las obligaciones a expensas del  
derecho primigenio que formaba a la juventud y a sus ciudadanos  
en general, oponiendo a cada derecho su respectiva obligación.  
Junto al concepto de juventud es posible plasmar muchos  
retos o escribir mil calificativos pero es mas importante afirmar su  
autoestima y reiterar la confianza en el rol que la historia determina,  
siempre Montalvo tuvo presente a la juventud, exigió lealtad y com-  
promiso con el bien de la Patria tanto como reiteró su confianza en  
aquella fuerza llamada a cuidar y marcar el destino de la Patria libre  
y digna, una juventud que tarde o temprano deberá compenetrarse  
con el sentido de la vida, el deber sagrado del civismo y el auténtico  
significado de la libertad que no es, poder hacer lo que se quiere,  
1
0 José María Velasco Ibarra, “Bolívar”, publicado en: Cuestiones americanas, Obras completas, t.  
IV, 2da. ed., Editor Juan F. Velasco Espinosa, Lexigrama, Quito, 1974, p. 104, p. 106.  
1 Juan Montalvo, Siete Tratados, Tomo I, Imprenta de José Jacquin, Besanzon, 1882, p. 391.  
2 Cfr. Juan Montalvo en: Galo René Pérez, Un escritor…op. cit., p. 284.  
3 Juan Montalvo, El Regenerador, Volumen 2, Ediciones Sesquicentenario II Convención Nacio-  
nal, 1987, p. 5.  
1
1
1
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301  
Vida académica  
sino poder y hacer lo que se debe hacer. En Mercurial Eclesiástica lo  
corrobora “Cuando todo esté perdido en este país, algunos jóvenes saldrán  
con las insignias de la Patria ocultas en el pecho, y salvarán la libertad y la  
1
4
civilización. Jóvenes, oh jóvenes, vivid, creced, salvad la Patria”. En El  
Regenerador, advirtió “Pueblo donde los jóvenes son apagados, lánguidos,  
es insignificante. Pueblo donde ellos son medrosos, esclavos, es ruin, mil  
veces ruin. Pueblo donde ellos son corrompidos, bellacos, es infame. Jóvenes  
15  
oh jóvenes, vosotros sois el alma de la República”. Su propia vida es sin  
duda el mejor ejemplo del maestro a la juventud: el conocerse a sí,  
mismo, el hacer de cada día un desafío, de cada idea un reto para  
comunicar, de cada sitio, de cada circunstancia un campo propicio  
para actuar; de cada vivencia una lucha para vencer el miedo, para  
saber renunciar a todas las comodidades, menos al ideal. Cuando el  
ideal es grande, cuando el ideal es noble, cuando es auténtico inspira,  
hace a los hombres capaces de grandes renunciamientos, recordemos  
las enseñanzas de San Francisco de Asís, reflejadas en su vida misma  
16  
Deseo poco, y lo poco que deseo, lo deseo poco”. Así fue la vida de don  
Juan, abundante, inmensamente rica en espiritualidad e inteligencia,  
pobre, siempre pobre en lo material.  
Los mejores años de su juventud los aprovechó, leyendo, es-  
tudiando, reflexionando; por lo que tenía autoridad moral para es-  
cribir en Los Siete Tratados que si las historias de Roma y Grecia  
fueran estudio obligatorio para los jóvenes de hoy día; si por ley debieran  
saberlas de memoria, cuántos héroes, cuántos mártires no engrandecieran  
17  
nuestros siglos (…)”. Miraba la Historia de modo integral, por ello  
dijo en Las Catilinarias “La historia, señores, la historia es la enseñanza  
del porvenir: ignorar los tiempos pasados es no ser aptos para los  
venideros”.1  
8
1
1
4 Juan Montalvo, Mercurial eclesiástica, Editorial América, 1919, p. 129.  
5 Cfr. Juan Montalvo en: Plutarco Naranjo, Montalvo: semblanza y enseñanzas, Imprenta del Mi-  
nisterio de Educación, 1971, p. 55.  
1
6 Cfr. San Francisco de Asís en: Francisco Vanoni, Mindfulness en movimiento. Practicar a través  
del cuerpo. Una guía de meditación para occidentales, Penguin Random House Grupo Editorial,  
Argentina, 2019.  
17 Juan Montalvo, Siete Tratados, Tomo I…op. cit., p. 246.  
18 Juan Montalvo, Catilinarias, Tipografía La Unión, 1891, p. 152.  
BOLETÍN ANH Nº 209  
302  
Vida académica  
Cuan vivas son las sentencias montalvinas, hoy que a la ju-  
ventud se le ha privado del derecho de conocer la historia universal  
para extraer sus lecciones, de conocer la historia patria para elevar  
su autoestima, ni siquiera la historia de sus ancestros para fortalecer  
su identidad y proyectarse al futuro incierto.  
Digna de respeto y prueba de su acción de Montalvo cohe-  
rente a lo que piensa y siente, ejemplo maestro para los ecuatorianos  
de hoy, lo encontramos en el pasaje de su vida en que fue elegido  
para el Congreso en representación de la provincia de Esmeraldas,  
dignidad que, luego de agradecerla, no la aceptó, porque no quiso  
con su presencia avalizar la elección de Veintemilla como presidente  
del Ecuador.  
El valor ante la enfermedad que tocó duramente sus escasos  
años, es una prueba admirable de valor y convicción, al negarse a  
ser anestesiando para la cirugía, aduciendo que jamás había perdido  
la conciencia de sus actos. Otro referente es, su dignidad ante la  
muerte, aceptándola con donaire, solicitando un puñado de claveles  
y su impecable traje, porque en su elevado criterio de fortaleza y tem-  
planza, la muerte es un paso serio y debe ser recibida con solemni-  
dad.1  
9
Murió en el destierro, en París el 17 de enero de 1889 a los 57  
años a causa de una “pleuritis”, más la historia lo escribe en letra do-  
rada, que los seres que se elevaron por sobre la medianía, no mueren,  
no pueden morir, sus lecciones sellan el templo de sus vidas eternas  
y su energía emerge cuando la Patria, por la que se sacrificaron, los  
necesita para fertilizar la tierra donde deben brotar tiernos y sanos  
corazones. Por ello, Montalvo, es y será, pese a quien le pese, el  
maestro de los ecuatorianos.  
19 Jorge Jácome Clavijo, Tras las huellas de Montalvo, Tomo I, Instituto Iberoamericano de Patri-  
monio Natural y Cultural del Convenio Andrés Bello, 2007, p. 5.  
BOLETÍN ANH Nº 209  
303  
Vida académica  
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riana de Desarrollo, Quito, 2000.  
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ciones Casa de Montalvo, Ambato, 1995.  
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mericano de Patrimonio Natural y Cultural del Convenio Andrés Bello,  
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–––––, Las Catilinarias”, Casa Editorial Garnier, París, 1925.  
–––––, El Cosmopolita, Volumen 2, Casa Editorial Garnier, París, 1945.  
–––––, Siete Tratados, Tomo II, Imprenta de José Jacquin, Bensazon, 1882.  
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–––––, Mercurial eclesiástica, Editorial América, 1919.  
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RENÉ PÉREZ, Galo, Un escritor entre la gloria y las borrascas vida de Juan Montalvo,  
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VANONI, Francisco, Mindfulness en movimiento. Practicar a través del cuerpo. Una  
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rial, Argentina, 2019.  
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VELASCO ESPINOSA, Juan F., Editor, Cuestiones americanas, Obras completas,  
t. IV, 2da. ed., Lexigrama, Quito, 1974.  
BOLETÍN ANH Nº 209  
305  
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entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Ibarra Parra, América,  
Montalvo, maestro de pensamiento, sentimiento y acción”,  
Boletín de la Academia Nacional de Historia, vol. CI, Nº.209, enero  
junio 2023, Academia Nacional de Historia, Quito, 2023,  
pp.296-305