BOLETÍN
DE LA ACADEMIA
NACIONAL DE HISTORIA
BOLETÍN
DE LA ACADEMIA
NACIONAL DE HISTORIA
Volumen CI Nº 210
Julio–diciembre 2023
Quito–Ecuador
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
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BOLETÍN de la A.N.H.
Vol CI
Nº 210
Julio–diciembre 2023
© Academia Nacional de Historia del Ecuador
ISSN Nº 1390-079X
eISSN Nº 2773-7381
Portada
Retrato de Honorato Vázquez Ochoa. Biblioteca digital (Universidad de Cuenca))
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Quito
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febrero 2024
Esta edición es auspiciada por el
Ministerio de Educación
Libro de distribución gratuita
ENSAYO SOBRE LA CONCEPCIÓN ESTÉTICA
Y LA TEORÍA ARTÍSTICA EN LOS ESCRITOS
ARTE Y MORAL, DISCURSOS, LECCIONES, &” (1889)
DE HONORATO VÁZQUEZ OCHOA
1
(SEGUNDA PARTE)
2
Xavier Puig Peñalosa
3
Resumen
Las ideas estéticas y la teoría artística de Honorato Vázquez
Ochoa, fueron reunidas y publicadas en 1889 con el título de Arte y
moral, discursos, lecciones, &., conformando así un corpus de pensa-
miento conceptual e ideológico. Esta recopilación consta de nueve
escritos –artículos, discursos y lecciones para clases, abarcando cro-
nológicamente el período de 1886 a 1888.
4
En ellos, Vázquez aboga
por una estética metafísica de corte neoplatónico, y regida por el cau-
salismo teológico de la dogmática cristiana, e interrelacionado con
el romanticismo historicista. Al tiempo, Vázquez, establece que la
creación artística –literaria particularmente debe estar fundamen-
tada en la poética del canon clasicista, y teleológicamente encami-
nada a una finalidad moral de ambición regeneracionista, a saber,
aquella que propugna el catolicismo más ortodoxo como salvación
patriótica y de la propia nación ecuatoriana.
Palabras clave: Honorato Vázquez Ochoa, estética, teoría artística,
literatura, cristianismo.
Abstract
The aesthetic ideas and artistic theory of Honorato Vázquez
1 Recibido: 02-10-2023 // Aceptado: 15/01/2024
2 La primera parte de esta investigación fue publicada en el Boletín nº 209, ANH, pp.189-216.
3 Doctor en Filosofía y CC.EE por la Universidad del País Vasco/EHU (España), actualmente
investigador independiente. xavier.puig@ehu.eus
4 Honorato Vázquez Ochoa, Arte y moral, discursos, lecciones, &, Imprenta de la Universidad,
Quito, 1889. Ver al respecto la nota 3 en la primera parte de esta investigación.
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Ochoa were collected and published in 1889 under the title of Art
and morality, discourses, lessons, &., this forming a corpus of concep-
tual and ideological thought. This compilation consists of nine writ-
ings –articles, speeches and class lessons, covering chronologically
the period from 1886 to 1888. In them, Vázquez advocates a neopla-
tonic metaphysical aesthetic, governed by the theological causalism
of christian dogmatics, and interrelated with historicist romanticism.
At the same time, it establishes that artistic creation - particularly lit-
erary- must be based on the poetics of the classicist canon, and te-
leologically directed towards a moral purpose of regenerationist
ambition, namely, that which the most orthodox catholicism advo-
cates as patriotic salvation and of one's own Ecuadorian nation.
Keywords: Honorato Vázquez Ochoa, aesthetics, artistic theory, lit-
erature, christianity.
Discurso de incorporación en la Academia Ecuatoriana, correspon-
diente de la Real Española, (Quito, febrero 11 de 1886)
5
Este Discurso corresponde al que pronunció Honorato Váz-
quez con motivo de su incorporación a la Academia Ecuatoriana de
la Lengua el 11 de febrero de 1886 en Quito. Es uno de los escritos
que mejor y mayormente refleja la teoría estética de Vázquez que,
sintéticamente y a partir de lo expuesto en el mismo, calificaríamos
de (neo)platónica en su concepción eidética y, teológica en su finali-
dad propedéutica. Al tiempo y establecida aquella, efectuará una ra-
dical crítica al Tratado de la Belleza del reconocido escritor liberal Juan
5 Honorato Vázquez, Arte y moral…, cit. Como continuación a este Discurso, Vázquez publicó
más tardíamente un panegírico sobre la figura de Jesucristo -“Jesucristo y la belleza”-, en el
que abundan las citas de los diversos profetas bíblicos con las de la propia teodicea cristiana
y que, por su título, puede dar lugar a una interpretación errónea. En realidad, en dicho escrito
“hay apuntaciones para un discurso y nada más (…) el autor va reuniendo materiales para
un estudio más detenido”, Honorato Vázquez, escribió también “Jesucristo y la belleza- El
Primogénito”, La Unión Literaria, Publicación Mensual, Literatura, Historia, Legislación, Cien-
cias y Variedades, Segunda serie, Número 11, Abril de 1903, Imprenta de la Universidad del
Azuay, Cuenca, pp. 535-549; para la cita p. 535.
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Montalvo
6
para enunciar la, a su criterio, necesidad de un ideal cris-
tiano como moral de vida. Anotemos sobre esta última cuestión que,
conjeturamos que la elección de dicho Tratado como objeto de crítica,
es el –digamos pretexto discursivo para desarrollar sus propias
creencias como verdades absolutas de aplicación universal.
7
Vázquez dedicará las páginas iniciales de su Discurso a loar
a su fallecido predecesor el político y escritor Francisco Javier Agui-
rre en el sillón ahora vacante y que se dispone a ocupar, citando
entre otros méritos de aquél, las siguientes afirmaciones del finado
y que obran como una declaración de principios del propio Vázquez:
La civilización de los pueblos no existe, en concepto de mi ilustre pre-
decesor, sino donde el Cristianismo campea con su benéfica acción: á
su calor se vigora el carácter influído por la virtud, y sin virtud la vida
social se torna imposible (…) La raza blanca, como las más inteligente,
ha comprendido mejor que las otras razas, la misión del Cristianismo
identificado con la civilización, la cual no existe en ninguna parte
donde el Cristianismo no existe.
8
Tras proseguir brevemente la loa a su antecesor, a continua-
ción, dedicará la mayor parte del Discurso a establecer su propia con-
cepción estética, la cual se remite y fundamenta –principalmente
en la idea platónica de belleza,
9
aunque extendiéndola teológica y
causalmente al propio Dios cristiano. A tal efecto, el autor parte de
la premisa que “Verdad, bondad y belleza son propiedades del ente”,
10
al
6 En realidad, el título original del escrito de Montalvo es De la belleza en el género humano y, co-
rresponde al segundo tratado de su vasta obra titulada Siete tratados [1882], Tomo primero,
Ediciones Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo Provincial de Tungurahua, Ambato, 1979,
pp. 97-215.
7 Cabría así mismo colegir que, al ser Montalvo manifiesta y públicamente creyente en el Dios
cristiano aunque muy crítico con el dogmatismo e institución eclesial, además de liberal-radical
y beligerante con el conservadurismo político, Vázquez eligiera ese Tratado como objeto de
reprobación antiliberal, es decir, de la identificación de una (supuesta) teoría sensual-materia-
lista de la belleza achacada a Montalvo como propia a la de la ideología liberal.
8 Honorato Vázquez, Discurso de incorporación…, cit., p. 10.
9 Véase sobre la belleza según Platón, El Banquete, especialmente 210 B-212 B y, Fedro o de la be-
lleza, especialmente 248 C-251 A., Ediciones Orbis, Barcelona, 1983. También se encuentran re-
ferencias sobre la belleza en su obra La República.
10 En la metafísica platónica, esa tríada incardinadamente en una unidad (Ser) es la que con-
forma la perfección absoluta como Idea (no material); y es a partir de esta que se desprenden
todos los demás seres. Al respecto y líneas más adelante, Vázquez citará expresamente a Platón
y su obra El Banquete.
Concepción estética y teoría artística en los escritos
Arte y moral, discursos, lecciones, & de Honorato Vázquez Ochoa
15
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tiempo de afirmar que “si la creación no es obra del acaso, lo creado obe-
dece á un plan, y en sus perfecciones nos habla de las de su causa”,
11
es
decir, todo ser encierra en sí tanto la causa de su creación como la fi-
nalidad a que se remite y, tanto más perfecto será en función del ade-
cuado cumplimiento de su propio fin. Esta teleología causal, aunque
nos es dada a conocer en sus aspectos y/o manifestaciones singula-
res (materiales), en realidad remite y es obra de la “Inteligencia Crea-
dora”. Así, entendemos que el mundo ha sido creado armónicamente
y no como resultado de una casualidad azarosa, ya que “la armonía,
pues, entre los medios y el fin implica la perfección de un objeto”.
12
Afir-
mación esta última que conlleva una cuestión importante, a saber, la
fundamentación de una estética clasicista (y artística como más ade-
lante se verá con su correlato moral) como sentido intrínseco a todo
lo existente puesto que, esa armonía también implica etimológica-
mente
13
la consonancia o adecuación entre singulares, entre diferen-
tes, en un todo unitario superior.
Si anteriormente señalábamos la concepción neoplatónica
del autor en relación a las propiedades del ente, ahora afirmará la
existencia de la gran cadena de los seres que, inalterable y atempo-
ralmente en cada una de sus particulares características,
14
“asciende”
esta desde lo inanimado, pasando por lo orgánico (plantas, animales)
y, llegando hasta el hombre como cúspide de perfección: “El mundo
entero es su dominio, y de la altura de su grandiosa dignidad contempla,
ufano de su soberanía, las maravillas que se le ofrendan”.
15
Al tiempo y
ya que el espíritu del ser humano “tiende esencialmente á la verdad”,
16
la conjunción de lo anímico con lo corporal, es decir, su obrar, supone
11 Honorato Vázquez, Discurso de incorporación…, cit., p. 12 al igual que la anterior cita.
12 Honorato Vázquez, Arte y …op. cit., p.13
13 El origen del concepto de armonía en la cultura occidental, se remonta a la secta griega de
los pitagóricos (mediados del siglo VI a.C.), y viene referido a las necesarias proporciones
numéricas para crear música, es decir, a la armonización de las distintas notas musicales en
una escala melódica.
14 “En cada cual de ellos persiste un tipo único al cual se regulan, y que viene perseverando al
través de los tiempos y los cataclismos de la naturaleza”, Honorato Vázquez, Discurso de in-
corporación…, cit., p. 13. Aquí, el autor está afirmando un “principio de identidad” de carácter
metafísico, antitético con la teoría de la evolución darwiniana, recusada por la dogmática
católica de su época. (cfr., Charles Darwin, El origen de las especies, 1859).
15 Honorato Vázquez, Arte y …op. cit., p.13
16 Ibídem.
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un orden armónico de perfección y plenitud y, por tanto, de belleza
(la mentada tríada platónica como características del ente: verdad,
bondad y belleza).
No obstante y dada la dualidad humana entre lo inmortal y
lo contingente, nunca se encuentra la ansiada perfección en un solo
ser pues, siempre estará sometido a la temporalidad y, en consecuen-
cia, a la dispersión de aquella, de su belleza. De ahí “nace el ideal”,
entendido como la interrogación por lo bello que, a partir de lo sen-
sible, asciende a lo increado, a lo atemporal. Por ello, dirá Vázquez,
el poeta no crea el ideal, lo encuentra
17
en su búsqueda de una totali-
dad perfecta; por eso, el arte es moralizador. En definitiva, senten-
ciará el autor, el ideal es único (Uno), puesto que la “aspiración á lo
perfecto, buscando siempre lo supremo, ha de parar en Dios”.
18
En otros
términos, puede colegirse que todo arte y para ser verdadero y ten-
der a la perfección que (solo) la belleza suprasensible otorga, debe
corresponderse con la dogmática de la teodicea cristiana.
19
Por ello,
nos recordará Vázquez que, frente a una época en que la filosofía, la
política, la historia y el arte se consideran autónomos (“se humani-
zan”)–sic– para, exclusivamente y desde sus propios ámbitos, dilu-
cidar lo contingente universal, obviando a lo suprasensible, en
realidad, “Dios es la atmósfera que respira el universo, causa y fin de
todo”.
20
Es decir, Dios es la causa última –y primera de todo lo exis-
tente, y será la Iglesia y su dogmática, la depositaria y divulgadora
de toda interpretación por el verdadero sentido al respecto, en con-
formidad a lo ya señalado en el apartado anterior en relación al pen-
samiento conservador-católico decimonónico ecuatoriano.
Tras dejar constancia que en el ámbito de lo contingente, el
ser humano no puede colmar sus ansias de inmortalidad, no obs-
tante si le es dado la felicidad que supone el obrar con justicia, siendo
además esta, una de las principales características de la (verdadera)
17 Honorato Vázquez, Arte y …op. cit., p.15
18 Honorato Vázquez, Discurso de incorporación…, cit., p. 15 al igual que la anterior cita.
19 Compuesta por las raíces griegas theos (Dios) y diké (justicia), la teodicea es una categoría
que se refiere al intento de justificación de un Dios bueno y amoroso ante la existencia del
mal en el mundo. En: Andrés Quevedo, “El problema del mal: la nueva teodicea como 1 di-
namizadora de la práctica cristiana”, Revista Albertus Magnus, Vol. 10 N.º 2, julio-diciembre
de 2019 p.89
20 Honorato Vázquez, Arte y …op. cit., p.17
Concepción estética y teoría artística en los escritos
Arte y moral, discursos, lecciones, & de Honorato Vázquez Ochoa
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belleza humana: “Inteligencia, libertad, virtud, hé aquí lo que constituye
la belleza humana: -la primera alumbra, la segunda decide, la última pro-
duce. Bello es el sabio; más bello aun el justo”.
21
Y en relación a esta úl-
tima afirmación y frente a la popularmente extendida creencia de
que la belleza humana en el ámbito artístico –la figura es la que pro-
cura la forma y la cromática, Vázquez contrapone la necesaria inte-
rrelación entre cuerpo (perfecto, armónico) y espíritu (justo, libre, al
encuentro del ideal) como el verdadero ámbito de aquella. Ahora y
expuestos estos principios sobre su concepción de la belleza, es
cuando efectivamente desarrollará su anunciada crítica al Tratado de
la Belleza de Montalvo.
Esta crítica arremete principalmente a las distintas aprecia-
ciones con las que Montalvo define a la belleza y que, sintéticamente,
hacen especial referencia a aspectos físicos y, muy especialmente
aunque no solamente al cuerpo femenino, tanto en el ámbito de la
representación artística (escultura y pintura) como en el propiamente
anatómico. Además, estas distintas apreciaciones son descritas tanto
diacrónicamente (por ejemplo desde la época griega antigua hasta
nuestros días) como sincrónicamente, esto es, relativas a diferentes
culturas contemporáneas al propio escritor.
22
Igualmente, Montalvo
y a la par de desarrollar un extenso conocimiento y erudición, tanto
filosófico como cultural (notables los correspondientes a las épocas
griega y romana) en relación a la temática planteada, emplea en nu-
merosos episodios una escritura con un cierto tono humorístico,
cuando no mordaz o satírico, en consonancia con su general estilís-
tica literaria.
No obstante y frente a las descalificaciones de Vázquez a las
afirmaciones vertidas en el Tratado a tenor de las definiciones de be-
lleza (por ejemplo, la belleza como desnudez o voluptuosidad ligada
a la mujer, a su representación artística o a los aspectos sensoriales
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21 Ejemplo extremo de esta belleza de la que se reviste el alma del justo en su obrar, es la de
aquellos que “llevan el heroísmo de la caridad y del amor á la Patria hasta el sacrificio de la
vida”, Honorato Vázquez, Discurso de incorporación…, cit., p. 18.
22 Montalvo no es ajeno en el caso de su apreciación al respecto en la cultura árabe y otras orien-
tales, a la difundida visión “exótica” (orientalismo) sobre las mismas, contemporánea a su
época. Véase en relación a dicha visión, Edward W. Said, Orientalismo, Penguin Random
House Grupo Editorial-DEBOLSILLO, Barcelona, 2015, séptima edición.
de la misma), también Montalvo afirma en numerosas ocasiones su
desconocimiento sobre qué sea en realidad –esencialmente, diríamos-
la belleza, huyendo así de cualquier planteamiento idealista o meta-
físico o, mucho menos, trascendental o suprasensible a lo Vázquez.
En definitiva, Montalvo entiende a la belleza como armonía y per-
fección pero, siempre ligada o en relación a lo secular y tangible, a
lo visible y constatable, es decir, a lo humano.
23
Y las descalificaciones que, principalmente, están basadas en
los comúnmente arraigados y extendidos prejuicios que los sectores
católicos de la época especialmente los más institucionalmente ul-
tramontanos–, profesaban hacia todo aquello que estuviera relacio-
nado con el cuerpo o con la sexualidad, extensivo a cualquiera de las
formas o géneros de su manifestación artística. Solo así resulta en-
tendible la tenaz desacreditación con que Vázquez censura al autor
del Tratado, merced a una lectura sesgada y unilateral del mismo,
basada casi exclusivamente en la “voluptuosidad” (femenina) enun-
ciada por Montalvo.
Uno de los insistentes argumentos de Vázquez en su crítica
montalvina, es su recurso a Platón –El Banquete y, al concepto de
belleza en la Grecia Clásica. Respecto al primero (en parte ya ex-
puesto en los inicios de su Discurso), entendemos que cuanto menos,
Vázquez realiza una interpretación errónea a dicho escrito pues, si
bien se establece una escala comparativa y ascendente sobre el con-
cepto de belleza (de las bellas formas al obrar virtuoso) para, final-
mente, acabar en una mística contemplativa sobre/de aquella como
una suerte de acceso o remembranza de Dios por parte del “alma”,
tal traducción del término theos por Dios induce a confusión pues,
además de la errónea obviedad cronológica que significa asignar eti-
mológicamente esa transcripción desde una concepción cristiana, el
correcto sentido del término en Platón sería, dada su cierta ambigüe-
dad e incluso contradicción en su vasta obra, el de un ente (Idea) crea-
dora de lo existente pero ininteligible para el ser humano. Conviene
añadir que, dicha Idea resulta totalmente ajena al común de la cultura
23 Ese carácter alejado de cualquier trascendencia, a la par que humano, en la concepción de la
belleza montalvina, podría sintetizarse en que “Por desgracia la belleza no es hermana de la
virtud, ni siquiera de la bondad”, Juan Montalvo, “De la belleza…”, cit., p. 114.
Concepción estética y teoría artística en los escritos
Arte y moral, discursos, lecciones, & de Honorato Vázquez Ochoa
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griega de su época que, como es sabido, era de carácter politeísta, al
igual que la creencia en un “alma” espiritual. Y esta última creencia,
correspondería a la influencia de determinadas corrientes filosófico-
místicas orientalizantes en el propio filósofo o, anteriormente, en los
ya citados pitagóricos (ver nota 12).
En relación al concepto de belleza en la Grecia Clásica, re-
sulta oportuno señalar que es un término polisémico y que adquiere
su puntual y concreto sentido, únicamente y a partir del contexto de
enunciación. Por ejemplo, es bello el cuerpo de un anatómicamente
proporcionado efebo,
24
al igual que la extrema generosidad en el
obrar de una persona, la correcta y sentida ejecución de determinada
melodía, la perfecta interpretación de un actor en la escena teatral o,
la heroica muerte en combate de un griego en cumplimiento del
deber ciudadano frente a los enemigos de la polis.
25
Añadir igual-
mente sobre la cuestión de la belleza, pues resulta a nuestro juicio
esclarecedor al efecto de lo que estamos tratando que, la estatuaria
o la arquitectura institucional de esa época, no pretende representar
lo bello (to kalón), sino lo perfecto (to eu),
26
como analogía de la per-
fección que supone para la armónica convivencia social, el orden de-
mocrático instaurado en la polis y, que alcanza a partir de la época
clásica (mediados del siglo V a.C.) su mayor desarrollo y perfeccio-
namiento, muy particularmente en Atenas.
27
24 Efebo: Mancebo o adolescente de belleza afeminada. En: RAE, efebo. Ver en: https://dle.
rae.es/efebo (05-09-2023)
25 Más allá de la traducción de este término por ciudad, en realidad alude a un universo sim-
bólico-cultural y práctico-político de vida que halla su concreción real y cotidiana en el es-
pacio citadino. De hecho, es a partir del término polis que se deriva el de política, entendida
esta última como la participación ciudadana en la toma de decisiones sobre los asuntos con-
cernientes a la ciudad-estado, exceptuando a las mujeres y los esclavos. Así se entiende que
el término demos (= pueblo), sea etimológica y culturalmente el origen del de democracia.
26 También resulta polisémico en la cultura helénica, el término téchne y del que deriva el de
“artista” pues, al igual que lo bello, aquél adquiere su sentido en función del contexto de su
enunciación. Para estas cuestiones véase mi “Sobre el arte y su(s) historia(s): un ensayo”, en
AusArt Journal for Research in Art. 3 (2014), 2, pp. 9-21.
27 Cfr. Francisco Rodríguez Adrados, La Democracia ateniense, Alianza Universidad, Madrid,
1988, cuarta reimpresión. Igualmente, la estatuaria y en función del cambiante contexto his-
tórico-político heleno, representará mediante la resolución en sus distintas formas plásticas,
determinados valores implícitos y reconocibles para cualquier habitante de la polis como mo-
delo cívico a imitar en la constitución de un ethos (carácter moral propio a partir de la asun-
ción de determinados valores) y, con la finalidad de procurar así una armónica convivencia
societaria. También las representaciones teatrales, especialmente las vinculadas al género
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También y en relación a la teogonía griega, realiza Vázquez
una lectura sesgada, pues únicamente cita como ejemplo de “amor
noble” al de la Venus Urania
28
en contraposición al de la Venus po-
pular (“no inspira sino acciones bajas”), obviando que en la amplísima
genealogía y sus correspondientes sagas de los dioses olímpicos, el
afán de poder y la ambición, los engaños y las mentiras, los celos,
las traiciones, asesinatos y violaciones, cuando no la extrema violen-
cia, caracterizan y son frecuentes en las relaciones entre aquellos. Es
decir, esos dioses y diosas, en realidad son una proyección del propio
ethos (carácter) del ser humano, constituyéndose así en una suerte
de alter ego de este.
Así, puede colegirse sobre la concepción de la belleza enun-
ciada por Vázquez y argumentada a partir de sus lecturas sesgadas
o erróneas de los clásicos griegos ya señalados, que aquella adolece
de un cierto maniqueísmo pues, concluirá su crítica al Tratado de la
belleza de Montalvo, origen de su actual disertación, afirmando de
un modo maximalista que, “Preconizada la forma voluptuosa como be-
lleza esencial ¿cuál es el amor engendrado por tal belleza? (…) La prostitu-
ción de las costumbres, la disolución de la familia y la degradación de la
muger, -he aquí la consecuencia rigurosa de la teoría examinada [en Mon-
talvo]”.
29
Si anteriormente veíamos la concepción metafísico-teológica
y moral que sobre el (necesario) ideal profesaba Vázquez, ahora e
trágico o, la “puesta en escena” –recitado, canto, música y danza- que el aedo (“poeta”) reali-
zaba de las sagas helénicas, a saber, La Ilíada y La Odisea fundamentalmente, obraban y sig-
nificaban en un contexto mayoritariamente ágrafo como tecnologías educativas societarias.
Para estas cuestiones y dada la numerosísima bibliografía existente, destacamos por su im-
portancia de Werner Jaeger, Paideia: los ideales de la cultura griega, Fondo de Cultura Econó-
mica, Madrid, 1982, séptima reimpresión; G.S. Kirk, La naturaleza de los mitos griegos, Editorial
Argos Vergara, Barcelona, 1984; J.J. Pollitt, Arte y experiencia en la Grecia Clásica, Xarait Edi-
ciones, Bilbao, 1987; Jean-Pierre Vernant, Los orígenes del pensamiento griego, Ediciones Paidós
Ibérica, Barcelona, 1992, y del mismo autor, El universo, los dioses, los hombres. El relato de los
mitos griegos, Editorial Anagrama, Barcelona, 2000; Eric A. Havelock, Prefacio a Platón, Visor,
Madrid, 1994, y Walter Burkert, Religión griega. Arcaica y clásica, Abada Editores, Madrid
2007.
28 “La belleza es de percepción y gozo meramente espirituales: el alma sola la que, como reina
recorre sus dominios, y los sentidos no le son sino órganos de transmisión de las notas infe-
riores de lo bello”, Honorato Vázquez, Discurso de incorporación…, cit., p. 26.
29 Honorato Vázquez, Discurso de incorporación…, cit., p. 26. Estas afirmaciones de carácter apo-
calíptico, están en consonancia con la concepción escatológica de “fin de los tiempos” ya se-
ñalada en la primera parte (ver también nota 23 en aquella).
Concepción estética y teoría artística en los escritos
Arte y moral, discursos, lecciones, & de Honorato Vázquez Ochoa
21
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igualmente en relación a la poesía, volverá a insistir al respecto ca-
racterizando a aquél con rasgos de la mística plotiniana: “el ideal es
de todo punto espiritual, es esfuerzo de inquisición en buscar lo perfecto, es
sensibilizar el alma, para que reciba las tenuísimas inspiraciones de lo ima-
ginado en el orden posible, ascendente al manantial de la Sabiduría”.
30
Esta última definición, entendemos, está en relación con su siguiente
afirmación de que “el Arte, Señores, es interpretación de la naturaleza”,
31
es decir, no una interpretación “formalista” de aquella, sino estética
y referida al propio universo, ya que, “en él hay una armonía que ahora
no comprendemos, una unidad que no podemos abarcar, una compenetra-
ción de los seres, múltiples en sí, trabados en la fuerza de un todo, que no
podemos sintetizar”.
32
Y ese orden que mantiene armónico a todos los
seres en una unidad, en un todo secreto e incomprensible para el ser
humano y que es belleza suprasensible (“plan de la creación”), halla
su origen y finalidad en Dios; de ahí que, “la belleza es, Señores, el verbo
de la naturaleza al hombre, como el hombre debe ser el verbo de la naturaleza
á Dios”.
33
A continuación, Vázquez disertará in extenso a partir –prin-
cipalmente– de múltiples referencias al Antiguo Testamento, sobre
la divina creación (el “Verbo”) y su relación con el ser humano, el
monoteísmo cristiano frente al politeísmo pagano, etc., para nueva-
mente afirmar la necesidad de procurar el ideal en la imitación de la
naturaleza mediante la poesía y el arte. Es decir, el deber del artista
es el de ser “el verbo del universo”,
34
al igual que “la belleza es el verbo
de lo criado, su idea moral”.
35
Y es por ello mismo y como anunciába-
mos al comienzo de nuestra lectura del Discurso que para Vázquez,
la finalidad de la creación artística es representar esa belleza ideal
(suprasensible, divina) como deber a su inexcusable valor moral, de
acuerdo y en consonancia a la preceptiva cristiana.
36
30 Honorato Vázquez, Discurso de incorporación …, cit., p. 27 (Cfr. Plotino, Enéadas).
31 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.27
32 Honorato Vázquez, Discurso de incorporación …, cit., p. 28.
33 Honorato Vázquez, Discurso de incorporación …, cit., p. 29.
34 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.35
35 Ibídem.
36 “El ideal del poeta está, Señores, en ser el verbo de la naturaleza, y el sacerdote que, acatán-
dola como la han acatado los santos, reverencie en cada belleza dispersa la oculta palpitación
de un sacramento”, Honorato Vázquez, Discurso de incorporación …, cit., p. 36.
Xavier Puig Peñalosa
22
BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
A tenor de lo expuesto, podemos sintéticamente establecer
que el Discurso de Vázquez se estructura en tres ejes principales: en
primer lugar, la fundamentación estética de su concepción neopla-
tónica de la belleza y su relación con el ideal. En segundo lugar y en
consonancia con lo anteriormente establecido, su crítica al Tratado de
la belleza de Juan Montalvo para, en tercer lugar, vincular lo antedi-
cho con la moral cristiana como finalística que demanda a toda crea-
ción artística. En otras palabras, es en función de esa moral para lo
que está escrito el presente texto, como didáctica de una apologética
cristiana.
Discurso de contestación del Sr. Dr. D. Carlos R. Tobar en su in-
corporación á la Academia Ecuatoriana, correspondiente de la Real
Española, 1887
Este Discurso se estructura en dos partes claramente defini-
das, teniendo en ambas y, como ejemplo protagónico, al tratamiento
que en la literatura se ha asignado a la mujer para, finalmente, rela-
cionar –una vez más- a la prosecución del ideal, en poesía, con la
propia fe cristiana como elemento “salvador” y patriótico del ser hu-
mano.
Obrando a modo de prólogo, Vázquez expresa una serie de
consideraciones acerca de la verdad en la época presente y que, sin-
téticamente, define como “vergüenza de la verdad”,
37
citando como
ejemplo señero el que “la fe nos avergüenza si se sale fuera del santuario
de la conciencia”.
38
Expresado lo anterior y si nuestro autor entiende
que, “la teoría literaria preconiza como mérito del poema su fidelidad his-
tórica, impone como deber á la poesía ser intérprete de la civilización de los
pueblos”,
39
hoy en día, esa misma “enfermedad moral (…) inficiona el
ambiente de nuestra república literaria”.
40
Dicho en otros términos, si la
única verdad es la de la civilización cristiana con su moral de voca-
37 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.66
38 Honorato Vázquez, “Discurso de contestación al del Sr. Dr. D. Carlos R. Tobar en su incorpo-
ración á la Academia Ecuatoriana, correspondiente de la Real Española, Señores Académicos,
Señores”, en Arte y moral…, cit., p. 53.
39 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.54
40 Honorato Vázquez, Discurso de contestación…, cit., p. 54 y anterior cita.
Concepción estética y teoría artística en los escritos
Arte y moral, discursos, lecciones, & de Honorato Vázquez Ochoa
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BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
ción universalista, una creación artística, literaria o poética princi-
palmente, que no sea testimonio de aquella en sus variadas formas
o contenidos, no puede ser considerada como verdadera.
En los anteriores términos, la verdadera historia humana y
que condiciona todo su obrar, reside para Vázquez en los afectos in-
dividuales, siendo el principal el del amor en su relación con el ori-
gen de la familia: “El amor que prepara la vida del hogar, la vida de familia
que educa la vida social, la moral social que hace la moral política; he aquí
la gradación elemental de la historia, la genealogía de la civilización de los
pueblos”.
41
Estas últimas afirmaciones, pretenden establecer una com-
prensión del hecho civilizatorio con un alcance universal y que, a
nuestro juicio, no solo resultan absolutamente reduccionistas y sim-
plistas, sino que no tienen en cuenta los diversos y complejos factores
(económicos, políticos, ideológicos, sociales, etc.) que, tanto diacró-
nica como sincrónicamente –es decir, en relación a una determinada
perspectiva y acontecer histórico, inciden y en bastante medida con-
dicionan y determinan a las denominadas civilizaciones.
42
Tras insistir en la determinación de las afecciones como ur-
didoras de la historia, de las leyes, las ciencias, la administración,
etc., abordará a continuación el tema “del amor con relación al carácter
y á la poesía”. Para ello y como ya hiciese en un anterior Discurso ex-
puesto por Vázquez,
43
tomará como ejemplo el rol de la mujer en los
escritos atribuidos a Homero y Hesíodo (La Ilíada y Teogonía respec-
tivamente), realizando una lectura errónea por sesgada de dicho rol
en esas sagas, para finalizar calificando “á la mujer como artífice del
mal, mediante los encantos del placer”.
44
Habrá que esperar “el adveni-
miento del Cristianismo como la regeneración del ideal
45
para que el rol
41 Honorato Vázquez, Discurso de contestación…, cit., p. 55.
42 Además, cabría definir cuál es el contenido –o contenidos- del término “civilización”, aunque
en el caso de Vázquez y como ya hemos podido comprobar en varios de sus escritos ante-
riormente comentados, aquél viene referido al de “civilización cristiana”.
43 Nos referimos a las lecturas erróneas o sesgadas realizadas por Vázquez a determinados as-
pectos de la antigua cultura griega en su “Discurso de incorporación en la Academia Ecuatoriana,
correspondiente de la Real Española, (Quito, febrero 11 de 1886).
44 Honorato Vázquez, Discurso de contestación…, cit., p. 57. Sobre esta misma cuestión y líneas
más adelante, leemos: “En esa época mal podía, Señores, la poesía crear el ideal de la mujer:
-el ideal, aspiración á lo perfecto, presupone la conciencia de una actualidad en que el espí-
ritu ansíe perfección”, ídem.
45 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.59
Xavier Puig Peñalosa
24
BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
de la mujer sea considerado positivamente, eso sí, a partir de muchas
las cualidades atribuidas a la figura de la Virgen María.
En los anteriores términos, será a partir de la Edad Media y,
muy principalmente de la Beatriz de Dante, el ejemplo del nuevo
ideal de mujer que, a juicio de Vázquez, la literatura y la poesía oc-
cidental en parte cultivará. Así, el escritor afirmará: “Dante perpetuó
su amor a Beatriz, pero lo que más elocuentemente perpetuó el poeta es su
regeneración moral”.
46
Y esta regeneración o, mejor, los atributos y va-
lores ideales restituidos a la mujer frente al anterior paganismo, son
aquellos referidos a “los nobles afectos”, a su centralidad y placidez
en el hogar, al “deber conyugal”, etc., es decir, todos aquellos prejuicios
que han supuesto la sumisión de la mujer al hombre, su discrimina-
ción y marginación personal y societaria –su alienación en suma�
hasta nuestros días.
Tras extensos párrafos dedicados a describir cómo la –selec-
cionadamente– literatura de aquella época ha ido regenerando ese
ideal, Vázquez deplorará que la poesía erótica –“es la poesía del mo-
mento”–
47
asociada con el realismo,
48
ha degradado esa regeneración
quedándose “en la región de un sentimentalismo afeminado”.
49
En con-
secuencia, el olvido del ideal cristiano conlleva nuevamente el pa-
ganismo en la creación literaria y, muy particularmente, en toda
aquella temática referida a la mujer y al amor. Y es por ello que, ese
envilecimiento, cuando no obscenidad en el tratamiento literario de
dicha temática, suponen un evidente, a la par que aflictivo retroceso
civilizatorio, siendo el falaz relativismo e individualismo liberal mo-
derno, causa fundamental de esa falta de verdad descrita, propiciando
así el regreso del paganismo: “Profunda pena sofoca al espíritu al con-
templar la infiel correspondencia de la raza humana al criterio de la verdad
(…) deshaciendo la tradición de diez y ocho siglos, é infundiendo á la polí-
tica, á la filosofía y á las letras un ambiente de eclecticismo en todo”.
50
46 Honorato Vázquez, Discurso de contestación…, cit., p. 63.
47 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.64
48 A propósito del escrito de Vázquez titulado “Del naturalismo”, líneas más adelante ofrece-
remos su criterio sobre la corriente realista (o naturalista) y nuestro análisis al respecto.
49 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.64
50 Honorato Vázquez, Discurso de contestación…, cit., p. 66.
Concepción estética y teoría artística en los escritos
Arte y moral, discursos, lecciones, & de Honorato Vázquez Ochoa
25
BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
Conclusivamente, puede colegirse que más que una teoría
estética propiamente dicha, cabe, más bien, hablar del imperativo en
aplicar una ideología (cristiana) con su retrógrada concepción sobre
la mujer en todas aquellas temáticas, literarias o poéticas, que estén
referidas o tengan relación con aquella. Así y una vez más, Vázquez
propugna como única forma a la par que imperiosa de regenera-
ción frente a la degradada moral consuetudinaria en la creación ar-
tística, el acatamiento a las concepciones que la verdad revelada del
cristianismo propugna y establece.
51
Y para ello, resulta indispensa-
ble la labor de la Real Academia Española –y por extensión de la
ecuatoriana–, en ser depositaria y preservar “á la Fe que preside en la
palabra como verbo de la Verdad, á la Fe que purifica el pensamiento, lo de-
termina en la creación moral y lo baña con resplandores celestiales”.
52
En
definitiva, Vázquez reivindica como modelo a seguir, la confesiona-
lidad militante de una institución que, en realidad, ha sido creada
para una finalidad científico-filológica exclusivamente, estableciendo
así y a partir de un criterio ideológico, su valoración sobre aquella,
es decir, de su carácter religioso-moral.
Sobre el carácter nacional de la poesía
53
En esta importante lección por su gran contenido conceptual
(estético, artístico-literario y nacional-patriótico), Vázquez y como
51 Ídem anterior.
52 Honorato Vázquez, Discurso de contestación…, cit., p. 67.
53 Honorato Vázquez, “Sobre el carácter nacional de la poesía”, en Arte y moral…, cit., pp. 69-
83. Al inicio de este escrito y en nota a pie de página se lee: “Esta y las siguientes lecciones
fueron dadas por el autor á sus discípulos de Literatura”, p. 69. Entendemos que se refiere
a “Del naturalismo” y “El periodismo” que, a continuación del presente, serán objeto de
nuestra exposición. Añadir que la presente lección que ahora comentamos, sería posterior-
mente publicada en La Revista Ecuatoriana. Revista mensual, Literatura, Historia, Legislación,
Ciencias y Variedades, entrega III, tomo 2, Número 15, 31 de Marzo de 1890, Imprenta de la
Universidad, Quito, pp. 102-115. También y con el mismo título en Teoría del arte en el Ecuador,
estudio introductorio de Edmundo Ribadeneira, Banco Central del Ecuador/Corporación
Editora Nacional, Biblioteca básica del pensamiento ecuatoriano XXXI, Quito, 1987, pp. 459-
476. Y a propósito de estas lecciones, señalar que Vázquez fue nombrado en 1887, Profesor
sustituto de Literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central en
Quito, siendo nombrado Rector de la Universidad de Cuenca en 1898, y reelegido para dicho
cargo en 1901 hasta 1922. Anteriormente �en 1892�, había impulsado la creación de la Es-
cuela de Pintura en Cuenca, siendo su director el pintor y teósofo masón español Tomás Po-
vedano de Arcos (hasta 1896 en que viaja a Costa Rica), e impartiendo su docencia artística
Xavier Puig Peñalosa
26
BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
veinte años antes hiciera Juan León Mera en su Ojeada histórico-crítica
sobre la poesía ecuatoriana desde su época más remota hasta nuestros días
(1868),
54
establecerá una concepción estética de corte metafísico-pla-
tónico con aspectos derivados del romanticismo historicista herde-
riano, en relación a una teoría artística (literario-poética) principal-
mente clasicista, como un necesario sincretismo en la creación literaria
y, encaminado a crear una poesía nacional que restituya el buen gusto
y regenere el ideal cristiano como moral patriótica.
basada en los conceptos del más ortodoxo academicismo estético (metafísica de lo bello y
del ideal) y poiesis clasicista, unido a la finalidad moralizante y espiritualista encomendada
a las “bellas artes” frente a las meramente mecánicas, es decir, “de oficios”; cuestiones, todas
ellas, ampliamente reflejadas tanto en su discurso de inauguración de dicha Escuela, “El Sor.
Don Tomás Povedano y de Arcos dijo:”, Revista Científica y Literaria de la Universidad de Cuenca,
Año 2, número 21 (diciembre 31 de 1892), Universidad de Cuenca, Cuenca, pp. 297-301, y
muy especial y extensivamente en otro posterior al año de su inauguración e impreso con el
título de, La Escuela de Pintura de Cuenca. Su primera exposición de dibujo (julio 30 de 1893), Im-
prenta de la Universidad del Azuay, Cuenca, 1893. Este primer aniversario tuvo una amplia
reseña así como el discurso de Povedano en la revista, La Unión Literaria. Publicación mensual.
Literatura, Historia, Legislación, Ciencias y Variedades, La Redacción, “Noticias Literarias y Ar-
tísticas”, Año I, Núm. V, Imprenta de la Universidad del Azuay, Cuenca, 1893, pp. 204-206.
Finalmente señalar que el propio Vázquez fue un pintor aficionado durante toda su vida,
principalmente paisajista, aunque solo expuso por primera vez su obra en 1916 con 90 cua-
dros. Las referencias a esta exposición así como a su obra plástica en, La Redacción, “Algo
sobre pintura nacional”, La Unión Literaria. Revista mensual fundada en 1893. Historia, Geografía,
Literatura, Legislación, Ciencias y Variedades, Serie 6ª., Núm. 6, Nbre. De 1916, Imprenta de
Vélez Hermanos, Cuenca, pp. 241-257; Manuel J. Calle, Biografías y semblanzas, Talleres Ti-
pográficos Nacionales, Quito, 1920, pp. 277-294, pp. 292-294; José Rafael Burbano Vázquez,
Biografía de Honorato Vázquez, Centro de Investigación y Cultura de Cuenca, Banco Central
del Ecuador, Cuenca, 1981. cit., pp. 323-363, este texto y en parte sustancial aunque con al-
gunas diferencias, había sido anteriormente publicado por su autor y con el título de “Ho-
norato Vázquez, artista” en, La Unión Literaria. Revista mensual fundada en 1893. Historia,
Geografía, Literatura, Legislación, Ciencias y Variedades, Serie VIII, Nº. 1, Abril, Tip. de la Uni-
versidad, 1936, pp. 7-18; Monserrath Tello Astudillo y María Tómmerbakk, Inventario digita-
lizado de los bienes culturales de arte: pintura y escultura (siglos XVII al XX) del Museo Municipal
Remigio Crespo Toral y catálogo razonado de las obras de Honorato Vázquez, tesis de licenciatura,
Facultad de Artes, Universidad de Cuenca, Cuenca, 2002; y VV. AA., El lenguaje de la sensibi-
lidad. Honorato Vázquez Ochoa. Manuel Moreno Serrano, Museo Municipal “Remigio Crespo
Toral”, I. Municipalidad de Cuenca, Cuenca, septiembre 2009, y sobre el catálogo de esta ex-
posición ver en el blog Crítica y opinión cultural, “Otra obra bibliográfica en contra de la his-
toria”, sábado 26 de diciembre de 2009.
54 Nótese las similitudes conceptuales, tanto estéticas (neoplatónicas-metafísicas y románticas)
como artísticas (clasicistas), así como la fundamentación y finalidad de las mismas (buen
gusto, cristianismo, etc.) en un sincretismo, entre lo enunciado por Juan León Mera en su cé-
lebre obra Ojeada histórico-crítica sobre la poesía ecuatoriana, desde su época más remota hasta nues-
tros días, Inprenta de J. Pablo Sanz, Quito, 1868 (véase mi “Algunos apuntes para una estética
literaria según Juan León Mera: entre romanticismo y neoclasicismo”, Procesos: revista ecua-
toriana de historia, n.º 47 (enero-junio 2018), 33-57), y en la presente lección de Vázquez.
Concepción estética y teoría artística en los escritos
Arte y moral, discursos, lecciones, & de Honorato Vázquez Ochoa
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BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
A tal efecto y partiendo de la afirmación consuetudinaria en
que hay que dotar de “carácter nacional á la poesía”,
55
el autor estable-
cerá que para ello, no debe exagerarse el culto a los autores clásicos
ni, igualmente, aceptar una literatura que sea vulgar: “lo que queremos
es la belleza expresada en lenguaje bello (…) [puesto que] Espíritu nacio-
nal de la poesía y forma artística, son cosas que, lejos de contradecirse, se
complementan entre sí”.
56
Además, la forma poética no es exclusividad
de la antigüedad clásica, sino “determinación bella de una idea bella”,
57
esto es, construcción y organización de aquella, del –en definitiva
correcto manejo del lenguaje poético pues, la obra bella es la adecua-
ción armónica del fondo y la forma en una unidad.
58
Puede “nacio-
nalizarse” el fondo señalará Vázquez pero, la forma debe regirse
por “los buenos modelos” (los antiguos, cabe añadir), es decir, aquellos
que se rigen por la “energía, sobriedad, movimiento, combinaciones y re-
cursos para producirla”,
59
es decir, por el buen gusto.
60
55 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.59
56 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.69
57 Honorato Vázquez, Sobre el carácter…, p. 69 y para todas las citas anteriores.
58 Este sería el postulado más importante en la estética clasicista pues, sintéticamente, dicha
adecuación es el resultado de una correcta y armónica aplicación del orden, la medida y la
proporción, y en donde cada parte se interrelaciona convenientemente para conformar una
unidad, es decir, el propio poema. Igualmente cabe aplicar dicha concepción al resto de las
representaciones artísticas clasicistas (literatura, pintura, escultura, etc.): “Las obras maestras
nos muestran la determinación de una belleza dada, concebida por el espíritu, realizada por
la forma, expresada por el lenguaje, gradación en que preside una constante armonía, á saber,
la unidad del concepto de lo bello con relación á un solo propósito”, Honorato Vázquez,
Sobre el carácter…, cit., p. 73. Véase sobre los fundamentos �teoría estética y poética� del
clasicismo, Luis Antonio Muratori, Reflexiones sobre el buen gusto en las ciencias y en las artes,
traduccion libre de las que escribio en italiano Luis Antonio Muratori ; con un discurso sobre el gusto
actual de los españoles en la literatura, por don Juan Sempere y Guarinos, en la Imprenta de Don
Antonio de Sancha, Madrid, 1782; Estevan de Arteaga, Investigaciones filosóficas sobre la belleza
ideal considerada como objeto de todas las artes de imitación, por Don Antonio de Sancha, se ha-
llará en su casa, en la Aduana Vieja, Madrid, 1789; y estudios correspondientes de Henri
Peyre, ¿Qué es el Clasicismo?, Fondo de Cultura Económico, México, 1966, 2ª. edición; Claude
Chantalat, A la recherche du goût classique, Klincksieck, Paris, 1992; y Annie Becq, Genèse de
l’esthétique française moderne. De la Raison classique à l’Imagination créatrice 1680-1814, Bibliot-
hèque de “L’Évolution de l’Humanité” 9, Albin Michel, Paris, 1994, pp. 1-352; ver comple-
mentariamente la nota 41.
59 Honorato Vázquez, Sobre el carácter…, cit., p. 70. Más categóricamente, “La forma determina
la concepción poética” –ídem, es decir, el lenguaje como expresión (bella) del concepto.
Sobre la cuestión formal ampliamente entendida véase su “Curso teóricopráctico de aná-
lisis literario” en La Unión Literaria, Publicación mensual, Literatura, Historia, Legislación,
Ciencias y Variedades, Segunda Serie, nº 9, febrero de 1903, Imprenta de la Universidad del
Azuay, Cuenca, pp. 457-467; en nota a pie de página del inicio de este artículo se lee: “Ho-
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BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
Tras su prescripción de la importancia de una correcta forma
en la construcción poética, adecuada con su propio fondo, Vázquez,
en relación a este y a propósito de su contenido nacional, desarrollará
su propia concepción al respecto:
Nacionalizar la poesía no es romper con la tradición literaria. El espíritu
y tendencia de la poesía, su relación con la historia y civilización y há-
bitos de los pueblos, el colorido local de los cuadros, esto sí presta tinte
distintivo á las obras poéticas: no sólo es factible nacionalizarla en este
sentido, sino que á ello debe tender el poeta si ha de ser eco fiel de su
época, de los sentimientos y tendencias de un pueblo.
61
En definitiva, nuestro autor está reivindicando como fondo
nacionalizador para la poesía, los postulados romántico-historicistas
herderianos, comunes por otro lado a los de las élites políticas del
país pues, aquellos, brindaban la legitimidad a la narración de la
norato Vázquez siguió, hace ya muchos años, este curso con sus alumnos de Retórica en
Cuenca. Una parte de la sección Expresiones es la que se publica en este número”.
60 Para esta cuestión del buen gusto en el contexto estético-artístico del propio Vázquez, véase
mi “Algunos apuntes…”, cit., pp. 48-52. Sintéticamente, aquél vendría constituido por la
imitación de la naturaleza pero perfeccionándola (regularidad, simetría, proporción, armo-
nía), la completa adecuación entre la forma y el contenido �siendo este último de carácter
eminentemente didáctico-moral�, la sencillez y simplicidad formal-expresiva, etc., en defi-
nitiva, la belleza sublime clasicista. Y a este respecto señalar que, ya anteriormente y en pa-
recidos términos, se había expresado con la finalidad de regenerar a la vacua poesía
ecuatoriana del momento, el conocido poeta, escritor y diplomático Remigio Crespo Toral,
íntimo amigo de Vázquez, en su corto ensayo de juventud titulado “Un nuevo ideal poético”
[1883], en Teoría del Arte en el Ecuador, cit., pp. 451-458. Fue Crespo Toral junto a Honorato
Vázquez, Rafael María Arízaga y 44 personas más, quienes suscribieron el acta de creación
de La Fiesta de la Lira en Cuenca (recitales de poesía), siendo su primera edición el 31 de mayo
de 1919, prolongándose anualmente en dicha ciudad hasta el año 1935. Comentar que dicha
cita poética fue muy criticada por algunos de los artistas integrantes del “realismo social”
años 30 comprometidos con la denuncia social, por ser un evento clasista de la propia élite
cuencana, arcaizante en su ortodoxo clasicismo (tanto formalmente como por el contenido
poético), y mostrarse totalmente ajeno a la realidad social del país. Para dicha fiesta véase
de Rafael María Arízaga, Rigoberto Crespo Ordóñez, La primera fiesta de la lira 1919, Casa
de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”-Núcleo del Azuay, Cuenca 1946; y VV. AA.,
La Segunda Fiesta de la Lira, Publicaciones de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del
Azuay, Nº. 2, Cuenca, 1947 (para la primera Fiesta de la Lira, pp. 1-47).
61 Honorato Vázquez, Sobre el carácter…, cit., p. 71. Líneas más adelante insistirá sobre esta cues-
tión: “Nacionalizar la poesía es hacerla eco fiel de lo que creemos y sentimos, impregnarle de
los olores de nuestros campos, ponerla al servicio de nuestra historia y de los intereses del
porvenir”, cit., p. 79. Y en el mismo sentido, “¿queréis nacionalizar la poesía? Ahí tenéis los
cuadros de nuestra espléndida naturaleza y las tradiciones y la historia patria”, cit., p. 80.
Concepción estética y teoría artística en los escritos
Arte y moral, discursos, lecciones, & de Honorato Vázquez Ochoa
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construcción de la nación comunitaria ecuatoriana y, en íntima rela-
ción con ello, a la historia del país como diferencia y singularidad
propias.
62
Esto es, a la afirmación homogeneizadora de un –su-
puesto– Volksgeist (espíritu nacional o espíritu del pueblo) que tras-
ciende y unifica en un todo orgánico a las diversas particularidades
(personas, etnias, culturas, etc.) que conviven y componen un país,
reconociéndose así en unos valores comunes, al tiempo que en un
universo simbólico compartido. En estos términos, será misión de la
auténtica poesía nacional, la afirmación y difusión concienciadora
de ese “espíritu nacional”, esto es, sin obliterar el contexto creativo-
formal que impele “los principios imprescriptibles del buen gusto”.
63
Ob-
viamente, tales “principios imprescriptibles
64
aluden a la tradición
clásica y clasicista, además de que los dotan de un carácter cuasi me-
tafísico dada su definición antagónica con cualquier cambio, a su on-
tológica atemporalidad.
65
Si Vázquez ha expresado la necesaria adecuación unitaria de
fondo y forma, establecida ésta última a partir del buen gusto para,
seguidamente, afirmar el necesario “carácter nacional” de la poesía
fundamentado en los postulados romántico-historicistas, a continua-
ción y aunando las cuestiones anteriormente descritas, patentizará
su idea de la belleza que, como ya veíamos a propósito de su anterior
Discurso de incorporación en la Academia Ecuatoriana, es deudora esta
belleza de una concepción de carácter metafísico-platónico con ribe-
tes místicos:
Nosotros queremos el estudio de la forma como revelación de la idea
poética (…) queremos estudiar la belleza ideal compenetrada con la
62 Véase sobre esta cuestión, lo ya señalado en la primera parte de este trabajo, acápite “Apuntes
sobre el pensamiento conservador-católico decimonónico ecuatoriano”. También y para esta
cuestión, el ya clásico trabajo de Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre
el origen y la difusión del nacionalismo, Fondo de Cultura Económico, México, 1993.
63 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.71
64 Ibídem.
65 También apelará a este buen gusto como marco delimitatorio para la libertad en el arte pues,
ésta debe adecuarse a los órdenes lógico y moral, siendo el primero el referido al ámbito de
la tradición literaria y sus obras maestras, es decir, a todo aquello que la razón creativa y de
acuerdo a la poética clasicista, significan e impelen como modelo a imitar (ver notas 54 y
56). Y siendo el segundo orden, aquél que se constituye muy especialmente, apelando a una
finalidad del tipo exemplum virtutis, esto es, como una enseñanza moral.
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palabra humana; nosotros pedimos que la poesía disponga de los ele-
mentos que presta la tradición del buen gusto, que los amalgame dis-
cretamente sin discernir siglos ni escuelas y los ponga al servicio de
todo lo grande, de todo lo bello, de todo lo bueno
.
66
Para a continuación sentenciar que, a propósito del estudio
del arte literario y sus principios, es necesaria “La disciplina del espíritu
en los eternos principios del bien y la verdad, el estudio de la belleza en sus
manifestaciones, son el resumen de una Poética universal
67
pues, “La be-
lleza es una, no tiene tiempo ni patria: es una como la moral, la verdad”.
68
Tales afirmaciones y además de su concepción metafísica ya
comentada, suponen un radical alegato contra la experimentación o
los cambios en la creación poético-literaria, al igual que las distintas
interpretaciones sobre el hecho literario y sus consiguientes tenden-
cias. Así y una vez establecidas dichas categorizaciones como ver-
dades absolutas, retomará Vázquez la cuestión de la nacionalización
de la poesía, ahora desde una perspectiva inequívocamente patrió-
tica
69
y cristiana: “¿Queréis nacionalizar vuestra poesía? Pues bien, em-
pezad por radicarla en el templo y en el hogar
70
para, líneas más
adelante, afirmar más categóricamente: “partid del templo, centro del
hogar; del hogar, centro de la patria, y nacionalizaréis la poesía. Nuestra
poesía para ser nacional debe ser eminentemente cristiana”.
71
Como ya hemos podido constatar en anteriores escritos, en
la parte final de esta lección, Vázquez insistirá en su crítica al natu-
ralismo, puesto que la finalidad de la creación artística es la de re-
presentar una idea y no la realidad; es decir, las bellas artes deben
estar al servicio de la prosecución del ideal pues, este responde y sig-
66 Honorato Vázquez, Sobre el carácter…, cit., p. 74. Anteriormente, Vázquez había sostenido
que: “Debe terminar ya la división de escuelas literarias, exclusivas acerca de la forma poé-
tica. Ni cabe exclusivismo tratándose de la belleza, que no es originaria de una ú otra escuela,
tal ó cual región, este ó aquel tiempo”, cit., p. 70. Es decir y como comentábamos, la belleza
y con ella la propia forma poética, entendida como una metafísica atemporal y, por tanto,
ahistórica; es decir, perfecta y verdadera en la inmanencia de su (propio) Ser.
67 Honorato Vázquez, Sobre el carácter…, cit., pp. 73-74.
68 Honorato Vázquez, Sobre el carácter…, cit., p. 75.
69 “El amor a la patria empieza en el hogar, se extiende por la primera circunscripción seccional,
y avanza hasta las fronteras del Estado”, cit., p. 80.
70 Honorato Vázquez, Sobre el carácter…, cit., p. 79.
71 Honorato Vázquez, Sobre el carácter…, cit., p. 80.
Concepción estética y teoría artística en los escritos
Arte y moral, discursos, lecciones, & de Honorato Vázquez Ochoa
31
BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
nifica a “la natural cultura del lenguaje literario”.
72
En otras palabras,
solo tiene cabida en su consideración de artístico, el lenguaje (atem-
poral) del clasicismo.
A tenor de lo expuesto y conclusivamente, entendemos que
Vázquez, basándose en la estética metafísica platónica, interrelacio-
nada con diversos aspectos del historicismo romántico herderiano,
desarrolla una concepción de la poética de lo artístico en función de
los postulados del clasicismo, para así poder fundamentar concep-
tualmente y establecer una canónica de la creación literaria, encami-
nada como finalidad a una regeneración moral de la nación
ecuatoriana según los principios de la dogmática cristiana.
Del naturalismo
73
Esta lección de Vázquez a sus alumnos, está enfocada a cri-
ticar con extrema dureza y como uno de los mayores desafueros li-
terarios de su época, a la tendencia literaria del naturalismo y, muy
particularmente a desprestigiar a su más conocido representante, al
tiempo que radical escritor Émile Zola.
74
A este respecto y muy sin-
téticamente, señalar que esta orientación literaria es, ante todo, una
afirmación completamente antagónica al clasicismo y al romanti-
cismo –tan en boga en el Ecuador ochocentista, basándose a tal
efecto en un tratamiento descarnado, por realista, de aquellos aspec-
tos de la naturaleza humana (pasiones, celos, lujuria, odio, avidez
de poder y dinero, etc.), y de los comportamientos socio-morales re-
pudiados por la (hipócrita) moral consuetudinaria en cualquier clase
social, que, normalmente quedaban ocultos y no eran objeto de ex-
posición o desarrollo literario en aras del buen gusto. Igualmente,
era objeto de denuncia la explotación de las élites burguesas a las
72 Honorato Vázquez, Sobre el carácter…, cit., p. 81.
73 Honorato Vázquez, “Del naturalismo” en Arte y moral…, cit., pp. 85-100.
74 Dicha tendencia literaria estaría diacrónicamente integrada por Stendhal –seudónimo de
Marie Henri Beyle- (1783-1842), Honoré de Balzac (1799-1850), Gustave Flaubert (1821-1880),
Edmund y Jules Goncourt (1822-1896 y 1830-1870), Alphonse Daudet (1840-1897) y, el propio
Zola (1840-1902). Obviamente, cada escritor tenía sus propias peculiaridades estilísticas, in-
cluso temáticas en algunos casos, pero todos ellos e inequívocamente, compartían aquellos
aspectos que caracterizaban al naturalismo, tal y como se explicitan en nuestro texto. Para
la influencia y desarrollo del naturalismo en, sobretodo, las artes plásticas, véase de Linda
Nochlin, El realismo, Alianza Editorial, Madrid, 1991.
Xavier Puig Peñalosa
32
BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
clases subalternas, la corrupción de aquellas en el ámbito político,
financiero-especulativo, etc., durante en parte considerable la
Francia del Segundo Imperio y los primeros treinta años de la Tercera
República francesa (ejemplos de corrupción moderna).
Será el método analítico-experimental de diversas ciencias
punteras de la época (fisiología, química, biología)
75
, el modelo em-
pleado por los escritores realistas para, quirúrgicamente, diríamos,
diseccionar, observar y sacar a la luz aquellos componentes morales
(la “verdad psicológica” en palabras del propio Zola), obliterados por
las anteriores corrientes literarias, pero que forman parte de los com-
portamientos y acciones humanos (“la posesión de lo real”);
76
y todo
ello sin emitir ningún juicio, ateniéndose estrictamente a los hechos:
no se puede ser moral al margen de lo verdadero (…) enseñamos [los na-
turalistas] la amarga ciencia de la vida, damos la altísima lección de lo real.
Esto es lo que existe, intentad arreglaros con ello”.
77
Y, a tal finalidad,
tanto la gran importancia otorgada al contenido analítico-descriptivo
de “lo real”, como la forma clara, directa, sin retórica ni subterfugios
edulcorativos en el lenguaje empleado, eso sí, con la necesaria “ex-
presión personal”, conformarán los dos aspectos más importantes, a
la par que definitorios en la poética naturalista y de su “belleza de la
verdad”.
78
75 Las alusiones al fundador del método experimental, el médico y fisiólogo francés –también
teórico de la biología� Claude Bernard, serán constantes en Zola, precisamente por su in-
novadora metodología en el campo científico y, como modelo a seguir por el escritor natu-
ralista. “La fórmula naturalista en literatura, tal como la daré a continuación, es idéntica a la
fórmula naturalista en las ciencias, y particularmente en fisiología. Se trata de la misma in-
vestigación, llevada de los hechos vitales a los hechos pasionales y sociales; el espíritu del
siglo impulsa todas las manifestaciones intelectuales, el novelista que estudia las costumbres
completa al fisiólogo que estudia los órganos”; y líneas más adelante leemos, “Lo repito una
vez más, no soy yo el naturalismo; es todo escritor que, queriéndolo o no, utiliza la fórmula
científica, estudia el mundo por medio de la observación y el análisis, negando lo absoluto,
lo ideal revelado e irracional”, Émile Zola, “Carta a la juventud”, en El naturalismo. Ensayos,
manifiestos y artículos polémicos sobre la estética naturalista, Ediciones Península, Barcelona,
2002, p. 121 y 128 respectivamente. Y en otro escrito: “Toda batalla actual se libra sobre este
terreno: de un lado los retóricos, los gramáticos, los letrados puros que quieren continuar la
tradición; del otro, los anatomistas, los analistas, los adeptos a las ciencias de la observación
y de la experimentación, que quieren describir de nuevo el mundo y la humanidad, estu-
diándolos en su mecanismo natural y dirigiendo sus obras hacia la mayor verdad posible”,
Émile Zola, “El dinero en la literatura”, en El naturalismo…, cit., p. 231.
76 Émile Zola, “Carta a la juventud”, en El naturalismo…, cit., p. 98.
77 Émile Zola, “El naturalismo en el teatro”, en El naturalismo…, cit., p. 163.
78 “Hay que abandonarse al espíritu nuevo que amplía el dominio de las letras por medio de la
Concepción estética y teoría artística en los escritos
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BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
Vázquez iniciará su disertación y, como ya vimos en anterio-
res escritos suyos, insistiendo en que la naturaleza debe ser el mo-
delo a representar por el artista, pero trascendiéndola en su
búsqueda de la belleza, pues aquella y en realidad, “no es sino un sím-
bolo de los misterios de lo suprasensible”.
79
Así, el poeta y como funda-
mental actitud estética en su prosecución de la belleza, transita “de
lo real á lo ideal”,
80
buscando con su alma el camino de la inmortalidad.
No hay, pues, poesía sin ideal, ni ideal sin ascenso”.
81
Exactamente lo con-
trario que hace el naturalismo, afirmará nuestro autor, al resaltar en
sus descripciones aquellas cuestiones o comportamientos de la vida
real que no se ajustan al bien moral, y por su afán en tratar las pasio-
nes humanas en sus “historias” sin enjuiciarlas, lo que supone cons-
truir relatos sin enseñanza, “mera sucesión de cuadros novelescos”.
82
Por
el contrario, para Vázquez la historia es la moral que juzga las accio-
nes humanas, emitiendo su sanción sobre las mismas, ya que, “si la
moral es una como Dios, la historia es el auxiliar de Dios en la enseñanza
y guiamiento de los pueblos, y en la sanción humana, previa á la final san-
ción divina”.
83
ciencia, que, por encima de la gramática y de la retórica, por encima de las filosofías y las re-
ligiones, intenta alcanzar la belleza de la verdad”, Émile Zola, “El dinero en la literatura”,
en El naturalismo…, cit., p. 232.
79 Honorato Vázquez, “Del naturalismo”, en Arte y moral…, cit., p. 85. Sobre esta arraigada
creencia en muchos pensadores de las ideas estéticas, el juicio de Zola es categórico: “Los
que empiezan afirmando lo absoluto introducen, en sus estudios de los seres y de las cosas,
un dato de pura imaginación, un sueño personal de un encanto estético más o menos grande
pero de una verdad y de una moral totalmente nulas”, en Carta a la juventud, cit., p. 121.
80 Ídem anterior.
81 Honorato Vázquez, Del naturalismo, cit., p. 86. A este respecto, Zola escribe: “Es hora de pro-
bar a la nueva generación que los verdaderos corruptores son los retóricos, y que, inevita-
blemente, hay una caída en el fango después de cada impulso hacia lo ideal”, en Carta a la
juventud, cit., p. 98. Comentar así mismo que unas líneas más adelante de esta transcripción
de Vázquez, este citará al escritor, historiador y propagandista católico italiano César Cantú
–1807-1895– (ya lo había hecho en su anterior lección a propósito de la “nacionalización de la
poesía”) en nota a pie de página, corroborando en la obra del italiano titulada Alessandro Man-
zoni, reminiscenze (1882), su propia valoración sobre “el carácter corruptor de la literatura re-
alista”. Posteriormente, Vázquez publicaría un corto artículo en el que volvería a citar
entusiásticamente parte de esta obra de Cantú: “Reminiscencias”, en La Unión Literaria. Pu-
blicación mensual. Literatura, Historia, Legislación, Ciencias y Variedades, Segunda serie, Número
1º, Junio de 1902, Imprenta de la Universidad del Azuay, Cuenca, pp. 3-6 (p. 3 para la cita
sobre la obra de Cantú).
82 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.86
83 Honorato Vázquez, Del naturalismo, cit., p. 87.
Xavier Puig Peñalosa
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BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
A tenor de la última cita podemos afirmar que esa ortodoxa
“moral una”, es la referida a la postulada por la Iglesia católica, al
tiempo que se erige en la única escala valorativa para juzgar univer-
salmente las acciones humanas, e igualmente como objeto de cohe-
sión unitaria de todas las naciones, sin posibilidad de diferencias o
alteridades culturales. Citará a continuación Vázquez la conocida
máxima poética, “Sentid, y expresad lo que sentís”,
84
donde lo estético
–el sentimiento� y lo artístico –expresión formal de aquel son ob-
jeto innegable de la creación artística, pero estando el primero ligado
a la conciencia humana, esto es, al “dominio del deber moral”.
85
Y como
no hay moral sin contenido o –digamos escala valorativa que lo
constituya,
86
la preceptiva que esta determina como “deber”, enten-
demos una vez más, es la correspondiente a la moral cristiana. Es
desde esta óptica por lo que Vázquez afirmará que los practicantes
del naturalismo, “limitan su aplicación á los sentimientos humanos de-
generados de la primitiva pureza
87
(la de Adán antes de la “caída”). Es
por ello que frente a la (supuesta) exaltación de las pasiones practi-
cada por la literatura naturalista, nuestro autor demandará que sea
el “juicio de la conciencia
88
el que preceda a toda producción artística,
es decir, “la depuración moral del afecto
89
basado –añadimos en la
preceptiva católica y el buen gusto. Esta (necesaria) educación sen-
timental debe guiar la creación poética frente a la degradación que
supone “el programa de acción del naturalismo
90
constituido esencial-
mente como una literatura pensada exclusivamente con la finalidad
de agradar mediante la exacerbación del crimen, lo grotesco, lo ex-
citante, lo raro, las distintas formas de degradación humana, los pla-
ceres y las pasiones, etc.
84 Ibídem.
85 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.87
86 Quizás resulte en este punto oportuno recordar que toda escala valorativa y en cualquier
ámbito discursivo, viene determinada por su discriminación a partir de un “lugar de enun-
ciación” de varias opciones en liza. Serán por tanto las características –ampliamente enten-
didas estas� de ese “lugar de enunciación” las que condicionen la elección y, por tanto,
constituyan el contenido final de esa escala.
87 Honorato Vázquez, Del naturalismo, cit., p. 87 para todas las citas de este párrafo.
88 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.89
89 Ibídem.
90 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.90
Concepción estética y teoría artística en los escritos
Arte y moral, discursos, lecciones, & de Honorato Vázquez Ochoa
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BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
En definitiva, ese “programa” del naturalismo supone “el
poder corruptor de una literatura consagrada á la propagación del mal”,
91
amenazando no solo a la familia y su moralidad, sino igualmente a
la misma sociedad política”,
92
ya que –se preguntará Vázquez, si
aquel hace desestimiento en el cumplimiento del deber convivencial
nuclear, es decir con la propia familia, y menos todavía con Dios,
¿serán capaces de sacrificios en aras de la Patria?”.
93
Proseguirá nuestro
autor su tenaz crítica al naturalismo denostando a esa literatura por
reflejar en sus escritos al ser humano como “un tema de tan ruin con-
dición como el bruto; la vida, una pocilga”.
94
También se referirá en sus críticas a varios escritos de Zola
–sin citarlos ni a este, al afirmar que “la pluma no es medio de granjería,
sino de moralización de la humanidad; pero hoy el capital pluma sigue todas
las fases de los demás capitales de la Economía Política, ciencia á cuya de-
voción se ha puesto, rotos en lo absoluto los vínculos que debían ligarle a la
economía moral”.
95
Aunque no queda claro a qué se refiere o en qué
consiste el término “economía moral”, teniendo en cuenta el texto de
Zola al que sospechamos alude,
96
podemos deducir que Vázquez re-
procha a este el que un escritor pueda ganar dinero con sus escritos
en lugar y como el mismo nos indica de procurar una finalidad
moralizante.
Igualmente critica a Zola, como anotábamos al inicio de esta
lección ofreciendo una síntesis de la estética naturalista, cuando
afirma que “El naturalismo ve al hombre como un cuerpo orgánico: es la
zoología de la literatura, zoología perversa por cuanto extrema el mal me-
diante el carácter psicológico dentro del que envuelve el estudio de la fisio-
91 Honorato Vázquez, Del naturalismo, cit., p. 90.
92 Honorato Vázquez, Arte y…op. cit., p.91
93 Honorato Vázquez, Del naturalismo, cit., p. 90. A continuación, Vázquez definirá al patrio-
tismo como “el espíritu de sumisión á la ley, el respeto á la autoridad, el amor á los conciu-
dadanos en el respeto de sus derechos morales y legales, el sacrificio de la pasión en cuanto
su satisfacción puede menoscabarlos, el acatamiento de los derechos de Dios en los derechos
de la humanidad”; es decir, como conformidad y cumplimiento del statu quo social, econó-
mico, político y religioso (católico, obviamente) imperantes, entendidos como normas de
aplicación universal.
94 Honorato Vázquez, Del naturalismo, cit., p. 92.
95 Honorato Vázquez, Del naturalismo, cit., p. 93.
96 Nos referimos al escrito de Émile Zola, “El dinero en la literatura”, en El naturalismo, cit., pp.
194-238.
Xavier Puig Peñalosa
36
BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
logía”.
97
Cuando sí citará directamente a Zola, será líneas más ade-
lante al referirse, una vez más, al “carácter corruptor” de esta co-
rriente: “De Cam á Zola uno solo es el tema en esta literatura: el hombre
animal; unos mismos los procedimientos: la fisiología en la pasión, el epi-
grama en la desnudez”.
98
Proseguirá Vázquez insistiendo en la necesidad de que la
poesía tenga una finalidad moralizadora por regeneradora de la vida
y del ser humano mediante su espiritualización, y se encumbre en
la busca del ideal (lo bello) y de Dios (la inmortalidad), citando al
efecto varios ejemplos (Juan de la Cruz, Neal), para concluir esta lec-
ción haciendo un llamamiento a la juventud para que ennoblezca y
dignifique a la poesía en una auténtica cruzada contra “esta literatura
corrompida por el naturalismo”.
99
A tenor de lo expuesto y muy sintéticamente, si uno de los
aspectos que el pensamiento conservador-católico más criticaba era
el progresivo triunfo del laicismo (léase paganismo, encarnado por
el liberalismo) con la consiguiente desafección de “lo religioso”
(creencias, moral católica, etc.) como síntoma de un “fin de los tiem-
pos”, y en consecuencia el peligro que ello supone para la cohesión
de la nación ecuatoriana y el propio Estado, además del sentido de
la experiencia tal y como lo concibe ese pensamiento, aquí Vázquez
97 Honorato Vázquez, Del naturalismo, cit., p. 93. Anotar en este punto que en el conjunto de
escritos de Zola que conforman El naturalismo…, cit., las alusiones a la fisiología o a la psi-
cología humana como objetos metodológicos o descriptivos son constantes.
98 Honorato Vázquez, Del naturalismo, cit., p. 93. Tras el párrafo citado y en la misma página y
toda la siguiente, Vázquez incluye una extensísima nota a pie de página en la que, primera-
mente, descalifica con extrema vehemencia a la generación de escritores naturalistas: “En
Francia, sede principal de esta secta [los naturalistas], Balzac, Michelet, Stendhal, Flaubert,
Feydean, P. de Kok, &ª, han precedido á la aparición del gran sacerdote [Zola], constituyendo,
unos, como recurso de sus obras, el análisis fisiológico, otros la representación desnuda de
los cuadros para el libre examen, para la justificación del crimen, ó siquiera para exponerlo
sucio como tema de risa”. A continuación, ofrece diversas críticas denostativas publicadas
en distintos medios impresos acerca de la novela Tierra (1887) de Zola, y que finaliza con
estas palabras: “Esta reacción de literatos y Gobiernos, esta proclamación consoladora de
los derechos de la moral, son una elocuente protesta contra el envilecimiento de la literatura,
y una lección de que debe aprovecharse la juventud”, p. 95. Debemos hacer notar que los
“literatos y Gobiernos” a los que se refiere Zola, eran ideológicamente muy conservadores,
y en la mayoría de los casos vinculados con la Iglesia católica. Y sobre esta última cuestión,
añadir que en la misma época, muchos críticos profesionales y escritores resaltaron y alaba-
ron la calidad literaria de Tierra.
99 Honorato Vázquez, Del naturalismo…, cit., p. 100.
Concepción estética y teoría artística en los escritos
Arte y moral, discursos, lecciones, & de Honorato Vázquez Ochoa
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BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
y con su virulenta y maniquea crítica al naturalismo, se erige en por-
tavoz destacado de esa tendencia. Y nuevamente, lo ideológico sirve
de coartada crítica a lo que se considera disidencia artística, puesto
que como venimos señalando, es la estética metafísica de lo bello y
su búsqueda del ideal con su correspondiente corolario en la poiesis
clasicista con su finalidad moralizante, los únicos ámbitos verdaderos
para la creación artística.
Conclusiones
Dos son, interrelacionadamente, las cuestiones que determi-
nan los escritos comentados anteriormente. En primer lugar, la con-
cepción estética en Vázquez de raigambre neoplatónica, es decir, la
creencia en una idea de la belleza suprasensible (metafísica), y por
tanto invariable e inmutable, eterna y perfecta en su propio Ser, pues
reúne en su seno a la (única) verdad que es cristiana y el bien –en-
tendido según la dogmática católica. Al tiempo, esa belleza solo es
aprehensible mediante el anhelo de la propia sensibilidad en pos del
ideal como íntima necesidad de nuestra conciencia.
En segundo lugar, la poesis clasicista instituye con sus linea-
mientos un orden constructivo, en el que su ortodoxia formalista
(orden, medida, proporción, adecuación fondo/forma, etc.), deter-
mina una hegemónica artisticidad que, bajo el diktat del “buen
gusto”, excluye y rechaza cualquier otra perspectiva creativa. Y
unido a los dos aspectos citados, se exige a toda obra literaria un
“deber ser” moralizante, incuestionablemente basada en aquellos as-
pectos que atañen a la doctrina cristiana, entendidos estos como ver-
dades absolutas: “Arte es Jesucristo”.
En definitiva, se propugna una representación artística que,
a imitación de los clásicos, tienda a la excelencia según los paráme-
tros descritos, ya que otra alternativa que conlleve cualquier cambio
o algún tipo de experimentación en relación a lo propugnado, será
desestimada como auténticamente artística. Por lo expuesto y con-
clusivamente puede afirmarse que, mayoritariamente, las argumen-
taciones conceptuales o filosóficas que desarrolla Honorato Vázquez
en sus escritos, en realidad están encaminadas a afirmar categórica-
Xavier Puig Peñalosa
38
BOLETÍN ANH Nº 210 • 13-43
mente y al margen de cualquier otra opción, a la fe católica y a su
Iglesia como única y legítima depositaria de la verdad divina, o lo
que es lo mismo, del cristianismo como señera civilización univer-
sal.
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