Vida académica
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BOLETÍN ANH Nº 211
BOLETÍN
DE LA ACADEMIA
NACIONAL DE HISTORIA
Volumen CII
Nº 211
Enero–junio 2024
Quito–Ecuador
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
Director Dr. Cesar Alarcón Costta
Subdirector Ac. Diego Moscoso Peñaherrera
Secretario Dr. Eduardo Muñoz Borrero, H.C.
Tesorero j Dr. Claudio Creamer Guillén
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COMITÉ EDITORIAL
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EDITOR
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Dr. Juan Cordero Íñiguez Academia Nacional de Historia – Ecuador
Dra. Olga Zalamea Patiño Universidad de Cuenca
BOLETÍN de la A.N.H.
Vol. CII
Nº 211
Enero–junio 2024
© Academia Nacional de Historia del Ecuador
ISSN Nº
1390-079X
eISSN Nº
2773-7381
Portada: Retrato de Pedro Franco Dávila. Archivo MNCN (Madrid)
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Agosto 2024
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación
Libro de distribución gratuita
MERCURIAL ECLESIÁSTICA Y LA GUERRA
ENTRE MONTALVO Y LA IGLESIA CATÓLICA
Kléver Antonio Bravo
1
Resumen
Este artículo tiene el propósito de relatar y analizar el sentido
reaccionario del escritor y libelista ambateño Juan María Montalvo
Fiallos, ante la imposición del arzobispo Ordóñez, al manifestar
desde el púlpito que el libro Los Siete Tratados era una lectura prohi-
bida. Ante la postura del clérigo, Montalvo hizo lo suyo respon-
diendo con el libro Mercurial Eclesiástica, obra que enlista una serie
de ultrajes en contra de Ordóñez y toda la Iglesia católica, tanto como
su explotación y dominio a los indígenas y sus familias, de allí el tí-
tulo de esta obra cuya palabra fuerza es mercurial, de mercurio, un
metal líquido, tóxico y corrosivo, usado también para venenos. Así
construye el escritor su analogía convertida en un sinnúmero de jui-
cios de valor en contra del arzobispo y su gremio.
Palabras clave. Montalvo, monseñor Ordóñez, insulto, Iglesia cató-
lica, libros
Abstract
This article has the purpose of relate and analyze the reac-
tionary sense of the ambateño writer and libelist Juan Maria Mon-
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1 Miembro de Número de la Academia Nacional de Historia del Ecuador. PhD en Historia, por
la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla-España. Máster en Relaciones Internacionales por la
Universidad San Francisco de Quito. Diplomado superior en Comunicación Social, por la Uni-
versidad Andina Simón Bolívar. Diplomado superior en Derechos Humanos, por el Instituto
Raoul Wallemberg, Suecia. Becario del Centro William Perry, Washington, Estados Unidos.
Docente investigador de la Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE. Investigador en His-
toria, Geopolítica, Sociología Militar y cultura popular ecuatoriana. Autor de 18 libros, capí-
tulos de libros, artículos científicos y artículos de opinión en diarios nacionales. Ponente y
moderador de eventos académicos nacionales e internacionales.
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Vol. CII – Nº. 211
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talvo Fiallos, upon the imposition of archbishop Ordoñez, by mani-
festing the pulpit of The Seven Treaties was a forbidden lecture.
Given the posture of the clergyman, Montalvo did of his own
by responding with the book Ecclesiastical Mercurial, work that enlist
a series of outrages against Ordonez y all of the Catholic Church, as
much with its exploitation and domain to the natives and their fami -
lies, from there the title of the work, who’s word of force is mercurial,
from mercury, a liquid metal, toxic and corrosive that is also used
for venoms. Then this is how the writer builds her analogy converted
in an endless of judgments of value against the archbishop and his
guild.
Keywords. Montalvo, monsignor Ordoñez, Insult, Catholic Church,
Books
Introducción
José Ignacio Ordóñez, arzobispo de Quito, prohibió la lectura
del ensayo Siete Tratados, escrito por el ambateño Juan Montalvo Fia-
llos entre los años 1873–1875, mientras se encontraba exiliado en
Ipiales. Decimos de forma tácita que no se debió prohibir esta lec-
tura por el simple hecho de que su contenido no es muy fácil de en-
tender; además, porque ni en el siglo XIX ni en los siglos venideros,
la sociedad ecuatoriana ha demostrado un apego significativo a la
lectura; por otro lado, este episodio de la historia ecuatoriana corres-
ponde a un tiempo en el que el nivel de analfabetismo era muy alto,
de modo que la lectura, dicho sea de paso, era un privilegio de las
élites sociales, ya que para el resto, el mundo de los libros era un
mito.
En cuanto al contenido de este artículo, todo gira en base al
libro Mercurial Eclesiástica, en cuyas páginas se pone de manifiesto
los vilipendios de Montalvo en contra del arzobispo, en vista de que
el autor expresa su rechazo a la prohibición de la lectura de Los Siete
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Tratados, prohibición que encendió la chispa en el cruce de fuegos
entre el arzobispo Ordóñez y el libelista ambateño. A todo un listado
de agravios, también es necesario reconocer que el autor incluye una
descripción de sus viajes por el Viejo Continente, sin que llegare a
faltar sus críticas y comparaciones entre una cultura europea y una
cultura andina, a lo que se suma el maltrato de la Iglesia hacia la
clase indígena de la época, pues aquí es donde la pluma de Montalvo
es más descriptiva y realista en su protesta.
La razón de Mercurial Eclesiástica
Los sermones de monseñor José Ignacio Ordóñez, obispo de
Quito, fueron más allá de su contenido religioso, dando paso a una
respuesta pública que, desde el púlpito, exclamaría un rechazo al
libro Los Siete Tratados, escrito por Juan Montalvo, a lo que sumaba
un “exhorto” a no leer dicha obra, por ser considerada una “nidada
de víboras en cesta de flores”. A este respecto, cabe mencionar que
este libro en mención fue escrito durante su destierro en Ipiales,
efecto de la enemistad muy marcada con el entonces presidente de
Ecuador, don Gabriel García Moreno (H. Gobierno de la Provincia
de Tungurahua, 2011, p. 18).
A pesar de su contenido un tanto complejo por sus cambios
temporales y figuras literarias–, Los Siete Tratados, ha sido conside-
rado un libro de ensayo lleno de filosofía, moral, historia y literatura.
Pues trata de la nobleza, los héroes de la independencia latinoame-
ricana, la belleza, la libertad, el ingenio, los banquetes de los filósofos
y un tributo a Cervantes. Sin embargo, el autor ha tratado de incluir
en todas sus páginas una pequeña dosis con mensajes anticlericales,
dado que su pensamiento liberal y su posición de librepensador de
su época, le mantuvo en una trinchera contra los vicios y defectos
de la Iglesia Católica, institución que siempre estuvo en la mira de
Montalvo, cosa que también estaba enfocada hacia el Ejército, tema
a tratar con más especificidad en otro artículo.
Este libro, Los Siete Tratados, fue publicado en París, siendo
distribuido no solamente en Ecuador sino en otros países de la re-
gión, tal fue así que El Salvador envió un pedido de 400 ejemplares
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y la guerra entre Montalvo y la Iglesia católica
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a ser distribuidos en las bibliotecas de ese país centroamericano; y, a
la muerte de nuestro libelista ambateño, el jueves 17 de enero de
1889, la Asamblea Nacional salvadoreña le rindió un sonado home-
naje al llamarlo “genio tutelar de América” (Pérez, 2003, p. 160). Pues
bien, al ser leído en una mínima población ecuatoriana, el arzobispo
Ordóñez prohibió su lectura, supuestamente por ser “herética, in-
moral, blasfema”. Sin embargo, la cosa no va por ahí. Esta guerra de
papeles no se dio precisamente por el contenido de la obra, más bien
se creería que fue por el autor: un hereje, un anticatólico, un crítico
beligerante con la Iglesia.
Réplicas y contrarréplicas
Al término de la lectura de Mercurial eclesiástica, obra escrita
y publicada en París, allá por el año 1884, cuyas 230 páginas y 31
subtítulos, deja un aire de ilustración, viajes en el tiempo y un cono-
cimiento mayor y crítico sobre la Iglesia católica; pero, sobre todo,
una cierta incomodidad y zozobra por el insulto directo a monseñor
José Ignacio Ordóñez, por su prohibición a la lectura de Los Siete Tra-
tados. En todas sus páginas, ostenta y recuerda sus viajes a Europa,
allá donde visitó Francia, Italia y España; haciendo una comparación
Monseñor José Ignacio Ordóñez
Fotografía tomada por el autor en la Sala Capitular de la Catedral de Quito
demasiado subjetiva e injusta con nuestro país: esa balanza desequi-
librada entre el Nuevo Mundo y el Viejo Mundo. Pues duele decir
que hace una comparación entre lo salvaje y lo civilizado, entre lo
nuevo y lo moderno, entre lo ilustrado y lo ignorante.
Asimismo, y como breve recuerdo de la imagen caricaturi-
zada sobre el general Mario Ignacio Francisco Tomás Antonio de
Veintemilla Villacís, jefe supremo y presidente de Ecuador entre los
años 1876 y 1883, en el libro Las Catilinariasotro libro mordaz, el
libelista Juan Montalvo tomó los defectos del general y de su periodo
presidencial, para motejarlo como “El Mudo”, o también “Ignacio
de la cuchilla”; así, este libro pasaría a ser el hermano gemelo de Mer-
curial eclesiástica; en suma, un par de “libros de insultos”, como lo
manifiesta Plutarco Naranjo en su estudio introductorio (Naranjo,
1994, p. 20). De allí que, al tener en la mira a las dos obras montalvi-
nas de mayor insulto, podríamos llegar al siguiente silogismo: Las
Catilinarias son a Ignacio de Veintemilla, como Mercurial Eclesiástica
es a monseñor Ignacio Ordóñez.
Portada del libro Mercurial Eclesiástica
https://www.google.com/search?sca_esv=8cdd03791b0cb041&q=portada+del+libro+
Mercurial+eclesi%C3%A1stica,+Juan+Montalvo&uds
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Retomando Mercurial Eclesiástica, vemos que lo más duro
está en los epítetos en contra de monseñor José Ignacio Ordóñez. Par-
tiendo de su posición anticlerical, al tomar nota de que “No hay sa-
cerdote ejemplar y respetable” en este país andino, Montalvo abrió
fuego contra Ordóñez, teniendo como proyectiles ciertos términos
como: “impuro”, “Caín”, “hipócrita”, “Negro”, “áspero”, “igno-
rante”, “tonto”, “bellaco”, “inquisidor”, “cabrón” … ¿Se podría decir
que esto es calidad literaria?
Si bien los defectos humanos que recaen en los miembros de
la Iglesia católica fueron para Montalvo una suerte de estigma na-
cional, pues nos da a entender que la gran mayoría de clérigos ecua-
torianos son lo peor de todo el mundo en el escenario religioso. Desde
su óptica, estos personajes de sotana de aquellos tiempos fueron co-
rruptos, temerarios, lascivos e ignorantes. Todo esto lo justifica con
su forma de creer en Dios, una forma silenciosa y libre de dogmas,
ya que no necesitó de los servicios de los sacerdotes para asegurar su
alma en el camino al cielo. O sea, todo un librepensador, no ateo.
Los anatemas en contra del arzobispo, giran en un círculo de
persecución, al considerar a los prelados como un gremio explotador,
opresor al pueblo. En una ocasión, Montalvo describe en Mercurial
Eclesiástica las bofetadas de un cura contra un hombre del común,
por el hecho de haberle solicitado al escritor ambateño ser el padrino
del hijo del “chagra”. A este relato se suma la explotación de los pre-
lados a los indígenas. No olvidemos la aplicación de la Ley de Diez-
mos y Primicias, es decir: el diez por ciento de la producción
indígena estaba destinada al cura de la parroquia. Y qué hablar de
la desconocida y olvidada “Ley de Pernada”. Aquí es donde Mon-
talvo hace su apreciación, diciendo que “la religión está en su bolsi-
llo”, revelando que el sacerdote del pueblo imponía priostes de
forma selectiva, debiendo pagar 400 pesos en calidad de “derecho
del prioste”; adicional, 100 pesos para el sermón, sin incluir gastos
en el trago, pirotecnia, comida… (Montalvo, s/a, p. 147). Por eso fue
que Montalvo prefería estar en Francia, libre y alejado de los curas
ecuatorianos.
Un tema interesante apunta Juan María Montalvo Fiallos, al
decir –con toda la realidad que “el pueblo lee poco y no sabe gran
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cosa”, esto en el mejor de los casos. Sería por eso que, según Mercu-
rial Eclesiástica, Montalvo renegaba de su origen andino al decir algo
que sacude las páginas: “Me tengo por muy desgraciado de haber
nacido en países y tiempos donde la razón y la conciencia no han
amanecido”. Incluso desde su palestra política, no aceptó la separa-
ción entre Iglesia y Estado, pues dice que “eso es bueno en naciones
libres y cultas” (Montalvo, s/a, p. 108).
Para su tiempo sería una hipótesis, empero dicha separación
entre Iglesia y Estado se haría realidad a partir de 1895 –con el
triunfo de la Revolución Liberal- por su mecenas y patrocinador, el
general Eloy Alfaro Delgado que, por cierto, terminó como enemigo,
pues así se refiere Montalvo sobre el Viejo Luchador a su retorno de
París hacía Ipiales, con escala en Panamá: “joven apenas conocido
para mí, amigo nunca”, pues Alfaro costeó con sus viajes internacio-
nales y la publicación de varias de sus obras, como por ejemplo La
dictadura perpetua, en 1874 (Pérez, 2003, pp. 89, 94).
De hecho, sus enemigos personales y políticos lo considera-
ban una amenaza, pues la lista no era ni corta ni tampoco sus enlis-
tados eran de mediana o baja estatura. La lista estaba encabezada
por tres presidentes: Juan José Flores, Gabriel García Moreno e Igna-
cio de Veintemilla. En aquella lista también fueron víctimas de sus
escritos panfletarios el famoso y ambateño Juan León Mera y el ex
rector de la Universidad Central, Mariano Mestanza.
Este criterio no tiene espacio de duda. Para Nada. No calza-
ría mucho este concepto frente a la formación y trayectoria religiosa
de monseñor José Ignacio Ordóñez. Como muestra de sus escritos
sobre los insultos montalvinos, la sutileza de este religioso no va más
allá de una denuncia escrita en una Carta Pastoral, en respuesta a las
encíclicas del papa León XIII, allá por el año 1886:
Común es en estos tiempos la facilidad de calumniar, de creer y de pro-
pagar la calumnia. Y aun cuando toda calumnia es odiosísima a los ojos
de Dios, todavía es más la enderezada contra las autoridades religiosas
y civiles. Tanta es la malignidad de muchos y aun de personas que
hacen profesión de piedad, que a nada dan crédito más fácilmente que
a los que se dice contra los que gobiernan, como si fueses los más per-
didos del mundo y de quienes, sin pecado, se pudiera creer todos los
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crímenes y vicios que se les atribuyen. Hasta las acciones más inocentes
de los Obispos son mal interpretadas, y del cumplimiento de sus de-
beres sacar armas envenenadas para desacreditarlos… Así vienen a de-
bilitar el poder de los Obispos y ponen en peligro la misma fe y la
unidad de la Iglesia entre nosotros. No es de extrañar ciertamente que
así obren los enemigos de la Iglesia; pero es inexplicable que católicos
hagan esa clase de guerra a Jesucristo en la persona de sus Obispos
(José Ignacio, Arzobispo de Quito, 27 de febrero de 1886)
El conflicto personal que impulsó a Montalvo a escribir este
libro, agrega más los defectos de la Iglesia Católica ecuatoriana, al
considerar a sus miembros como “el grupo de los adúlteros, ladrones
y asesinos”, en vista de que se tenía más miedo “a los de sotana”
que, a los militares, pues ya marcó su resentimiento desde niño,
cuando unos soldados del general Juan José Flores maltrataron a
Francisco, su hermano mayor, cuando era desterrado a Perú. Efecti-
vamente, su rechazo a los curas nacionales se alimentaba de la ido-
latría con la que exigían al pueblo llano, sumado a las indulgencias
y falta de ilustración, ya que para Montalvo lo mejor de todo, incluso
sobre la Iglesia, estaba en Europa, en la catedral de Santa Engracia,
incluso en el caso del “corta–pescuezos Richelieu” (Montalvo, s/a,
p. 189).
Fotografía de Juan Montalvo
Colección fotográfica del historiador Bayardo Ulloa Enríquez
https://brenp.com/biografia-de-juan-montalvo-resumen/
Dado que esta guerra de papeles en este campo de batalla re-
conocido como Mercurial Eclesiástica, donde el mayor volumen de
fuego lo tiene el libelo ambateño, vale anotar los epítetos compuestos
que llenan las páginas de esta obra en contra del arzobispo: “clérigo
semibárbaro”, “impío por ignorancia, temerario por corrupción”,
“obispo negro”, “inquisidor brutal”, “cabo Ordóñez, cara de aves-
truz”, “impuro Ordóñez”, “lego atrevido y grosero”, “especie de ver-
dugo”, “clérigo lobo”, “cura animal, sin conciencia”, “agua de
charco”, “monseñor manteca”…
Antes de cerrar este artículo en el cual se ha dado a conocer
una guerra entre un clérigo y un escritor, no estaría por demás re-
cordar que, en el mes de mayo de 1920, el presidente de aquel en-
tonces, don Alfredo Baquerizo Moreno, mediante Decreto ejecutivo,
designó al 13 de abril como Día del Maestro ecuatoriano, haciendo
referencia al natalicio de este escritor y libelo ambateño, un 13 de
abril de 1832. A pesar de que Juan Montalvo no fue maestro, fueron
sus libros los que lo condujeron a esta ofrenda histórica (Martínez,
2023).
Conclusiones
Nadie podría negar la erudición y agallas de Montalvo, pues
queda demostrado en sus obras de carácter filosófico, histórico y li-
terario que, una parte de su contenido es insulto, burla, sátira. En
suma, toda su producción lo condujo a la fama nacional e interna-
cional; o sea, le hizo famoso, aunque haya sido leído por pocos; no
obstante, los tratos despectivos de este libro, Mercurial eclesiástica, no
solamente que sembraron un aire de indignación en el ala conserva-
dora, también puso en desbalance el prestigio de la Iglesia.
Es de loable reconocimiento que su tierra natal, tanto como
editoriales e historiadores, se hayan entusiasmado en reproducir las
obras de Juan Montalvo, hombre y sabio ambateño cuyo nombre es
recordado en plazas, calles, avenidas, centros de estudio, eventos
académicos, cátedras; sin embargo, su lectura en Ecuador es limi-
tada, poco analítica y muy poco imparcial. El caso específico de este
enunciado está en que no se ve con frecuencia o casi nunca esta
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guerra desigual de insultos que contiene este libro, Mercurial Ecle-
siástica, donde gana Montalvo, por tener más artillería de insultos
contra José Ignacio Ordóñez, arzobispo de Quito.
Este libro tiene demasiado texto para un ajuste de cuentas.
Claro que su contenido es digno de admiración y reconocimiento,
ya que es obra del “Cervantes de América”, título por demás justo y
apropiado para un hombre de letras de tan alto nivel; sin embargo,
el insulto reiterativo hacia monseñor Ordóñez, da a entender que es
la quintaesencia de su pluma y lo más apetitoso para los lectores,
aunque haya llegado a ser una batalla desigual, donde el ganador
sería el que más insulta.
Referencias
H. Gobierno de la Provincia de Tungurahua (2011). Juan Montalvo. Manual para
la cátedra montalvina. https://educacion.gob.ec/wp-content/uploads/
downloads/2017/07/Libro-Catedra-Montalvina.pdf
José Ignacio, Arzobispo de Quito, (27 de febrero de 1886). Carta Pastoral que el
ILMO, y RMO. SR. DR. D. José Ignacio Ordóñez, Arzobispo de Quito, dirige a
sus diocesanos con motivo de las dos Encíclicas de N. BMO. Padre el Papa León
XIII, Imprenta del Clero, Quito. http://hdl.handle.net/10469/8595
Martínez, M., (2023). “El Día del Maestro ecuatoriano”. https://es.slideshare.
net/slideshow/da-del-maestro-ecuatoriano/19811577
Montalvo, J., (s/a). Mercurial Eclesiástica, Instituto de Cultura Hispánica de Am-
bato, editorial Minerva
Naranjo, P., (1994). Estudio introductorio, en Las Catilinarias, Colección Antares,
Libresa, tercera reimpresión, Quito
Pérez, G., (2003). Vida de Juan Montalvo, Casa de la –Cultura Ecuatoriana Benja-
mín Carrión, Quito
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