Vida académica
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BOLETÍN ANH Nº 211
BOLETÍN
DE LA ACADEMIA
NACIONAL DE HISTORIA
Volumen CII
Nº 211
Enero–junio 2024
Quito–Ecuador
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
Director Dr. Cesar Alarcón Costta
Subdirector Ac. Diego Moscoso Peñaherrera
Secretario Dr. Eduardo Muñoz Borrero, H.C.
Tesorero j Dr. Claudio Creamer Guillén
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EDITOR
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Dr. Juan Cordero Íñiguez Academia Nacional de Historia – Ecuador
Dra. Olga Zalamea Patiño Universidad de Cuenca
BOLETÍN de la A.N.H.
Vol. CII
Nº 211
Enero–junio 2024
© Academia Nacional de Historia del Ecuador
ISSN Nº
1390-079X
eISSN Nº
2773-7381
Portada: Retrato de Pedro Franco Dávila. Archivo MNCN (Madrid)
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landazurifredi@gmail.com
Agosto 2024
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación
Libro de distribución gratuita
PEDRO FRANCO DÁVILA (1711-1786)
Y EL CONOCIMIENTO DE LA MINERALOGÍA
Javier Ignacio Sánchez Almazán
1
Resumen
La importancia de Pedro Franco Dávila (1711-1786) en el de-
sarrollo de la historia natural de España e Hispanoamérica en la
época de la Ilustración fue notable. Creador de un gran gabinete en
París y autor de un Catálogo en tres volúmenes, publicado en 1767,
donde describía sus colecciones, con éstas se formó el Real Gabinete
de Historia Natural, creado por Carlos III en 1771 y del que Dávila
fue director. Una de las ciencias en las que Dávila destacó fue la mi-
neralogía. Su conocimiento quedó plasmado tanto en el Catálogo
como en sus actuaciones como director del Real Gabinete.
Palabras clave: Pedro Franco Dávila, Ilustración, Gabinetes, Real Ga-
binete de Historia Natural, Mineralogía.
Abstract
Pedro Franco Dávila (1711-1786) was an important persona -
ge for the development of Natural History in Spain and American
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1 El autor es zoólogo, investigador de la historia de Pedro Franco Dávila y del Real Gabinete de
Historia Natural, divulgador de la conservación y gestión de colecciones de historia natural,
escritor y conferenciante. Durante 17 años ha sido Conservador de la Colección de Inverte-
brados en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, donde trabajó también en las
Colecciones de Geología y Paleontología de Vertebrados. Miembro de la Sociedad de Amigos
de dicho museo y del Colegio de Biólogos de Madrid, es coautor de media docena de libros
relacionados con su actividad profesional y con la figura de Dávila, entre ellos El gabinete per-
dido (2009) y de más de una veintena de artículos. Ha sido coeditor de la obra Las colecciones
del Museo Nacional de Ciencias Naturales: Investigación y patrimonio (2020). Su última pu-
blicación es Pedro Franco Dávila, un naturalista de gabinete (2024). Ha dado conferencias
sobre divulgación científica e histórica en instituciones como el Museo de América, la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Museo de Artes Decorativas, el Museo del Prado
y el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Fue asimismo Comisario de la exposición Una
colección, un criollo erudito y un rey, organizada en 2016-2017 en el Museo Nacional de Cien-
cias Naturales.
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
Vol. CII – Nº. 211
enero–junio 2024
Spanish during the Enligthment. He created a great cabinet in Paris
and was the autor of a Catalog with three volums, published in 1767.
In this work, Dávila described his collections, which were the base
of the Real Gabinete de Historia Natural, created by Carlos III in 1771
with Dávila as a director. Mineralogy was one of the sciences in
which Dávila stood out. His knowledge was demonstrated on his
Catalog and also for his course of action as a director of the Real Ga-
binete.
Keywords: Pedro Franco Dávila, Cabinets, Enlightment, Real Gabi-
nete de Historia Natural, Mineralogy.
Introducción
Nacido en Guayaquil en 1711 y fallecido en Madrid en 1786,
Pedro Franco Dávila es una figura esencial para entender el desarro-
llo de la historia natural en España y en la América hispana en el úl-
timo tercio del siglo XVIII. Residente en Paris durante 27 años, cr
allí uno de los gabinetes ilustrados más completos formados por un
particular, según afirmó el botánico francés Michel Adanson. Con
sus colecciones se fundó en Madrid, en 1771, el Real Gabinete de His-
toria Natural (RGHN), institución que dirigió hasta su muerte. Pero
Dávila fue, además, un gran estudioso de la historia natural, versado
en disciplinas como la conquiliología o la mineralogía, así como un
experto conocedor de arte, como demuestra su Catálogo Sistemático
y Razonado de las curiosidades de la Naturaleza y del Arte que componían
su gabinete, obra en tres volúmenes con un total de unas 1900 pági-
nas, publicada en París en 1767. Sus conocimientos le valieron ser
nombrado miembro de prestigiosas sociedades científicas, como la
Sociedad Imperial de Ciencias de Berlín y la de San Petersburgo
(ambas en 1767), la Royal Society (1776) o la Sociedad de Anticuarios
de Cassel (1785), y en España, la Sociedad Bascongada (1767) y la
Real Academia de la Historia (1771), dos influyentes instituciones de
la Ilustración española.
Javier Ignacio Sánchez Almazán
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Pedro Franco Dávila (1711-1786)
ACN100A/004/00416. Archivo MNCN (CSIC)
Dávila mantuvo asimismo estrecha relación con eminentes
personalidades de su época, en España y en toda Europa. Entre ellas
se contaron, en París, los botánicos Adanson y Bernard de Jussieu,
los mineralogistas Romé de L´Isle y el barón de Born, el geólogo De
Luc, el conquiliólogo D´Argenville, el médico Ribeira Sanches y el
pionero de la arqueología, conde de Caylus, y en España, el erudito
padre Flórez, el conde de Peñaflorida y el marqués de Monteher-
moso (directores de la Sociedad Bascongada) y Campomanes (direc-
tor de la Real Academia de la Historia). Estas relaciones fueron muy
valiosas cuando se creó el RGHN para propiciar toda clase de inter-
cambios con instituciones de toda Europa.
Durante décadas la figura de Dávila ha recibido una valora-
ción que ha estado muy por debajo de sus aportaciones reales. Su
importancia como coleccionista (reconocida por D´Argenville, Dau-
benton o Adanson, entre otros) ha oscurecido sus méritos como na-
turalista y la relevancia científica de su Catálogo. Éste fue estimado
por personalidades como el conde de Buffon, Banks (director de la
Royal Society) o Solander (uno de los principales discípulos de Lin-
neo) y estudiado por científicos como Wallerius, el barón de Born,
Romé de L´Isle o Lamarck. Esta situación ha cambiado en los últimos
años. Ya en el siglo pasado los tempranos estudios de Abel Romeo y
Pedro Franco Dávila (1711-1786)
y el conocimiento de la Mineralogía
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de Eduardo Martínez de la Vega,
2
y, en el Museo Nacional de Cien-
cias Naturales (MNCN), la labor de Ángeles Calatayud,
3
sacaron a
la luz un cúmulo de información hasta entonces inédita sobre Dávila
y la historia del RGHN. Información que más tarde se completó con
las investigaciones de un equipo del MNCN dirigido por Miguel Vi-
llena, que dieron como fruto la obra El gabinete perdido (2009). En
Guayaquil Víctor Hugo Arellano
4
ha mantenido viva la memoria de
Pedro Franco Dávila. En los últimos años nuevos libros, artículos,
tesis, conferencias y exposiciones han ido divulgando la magnitud
de la figura de Dávila. En fechas recientes el interés por su obra, en
Ecuador y en España, ha llevado a un grupo de entusiastas estudio-
sos a indagar en su vida personal, en su dimensión de experto en
arte y en las huellas por él dejadas en América y en Europa, con pro-
2 Romeo, Abel et al. Don Pedro Franco Dávila. El gran naturalista ecuatoriano. Quito. 1987.
3 Calatayud, Mª de los Ángeles. Pedro Franco Dávila. CSIC. Madrid. 1988.
4 Arellano, Víctor Hugo. Guayaquil y las ciencias naturales en los reinos de España. Museo Munici-
pal. Guayaquil. 2011.
Vista actual de la casa donde vivió París,
en el número 32 de la calle Richelieu
Fotografía del autor (2009)
yectos como una tesis, un documental y una novela. Todo ello mien-
tras llega a su final la traducción del Catálogo, emprendida por un
grupo de personas del MNCN, entre los que tiene la fortuna de en-
contrarse el autor de esta ponencia.
Objetivos
En la presente ponencia se examinarán las aportaciones de
Dávila al conocimiento y divulgación de la mineralogía, comen-
zando por su etapa formativa en París, siguiendo con su contribu-
ción en el Catálogo Sistemático y Razonado y terminando con su labor
como director del Real Gabinete.
Este examen se basará en la documentación existente, perte-
neciente a diferentes fondos documentales, principalmente los del
Archivo del MNCN, el Archivo Histórico Nacional (AHN), la Fun-
dación Campomanes y la Sociedad Vascongada. Se analizará asi-
mismo el volumen segundo del Catálogo de Dávila y se hará mención
a algunas obras de la época que tuvieron como referencia al libro de
Dávila en el campo de la mineralogía.
Período formativo en París
A mediados del siglo XVIII, cuando Dávila fijó su residencia
en París, se habían hecho populares en esa ciudad los llamados «cur-
sos de demostración». En ellos se impartían materias científicas como
la física, la química y la historia natural, y una parte fundamental de
los mismos eran los experimentos. Gozaron de gran fama los del
abate Nollet (1700-1770) sobre electricidad, los cursos de química de
los hermanos Rouelle, Guillaume-François (1703-1770) e Hilaire-
Marie (1718-1779), y los de historia natural de Jacques-Christophe
Valmont de Bomare (1731-1807). Este último se impartió por vez pri-
mera en 1756 y continuó hasta 1788. Tanto en las enseñanzas de los
Rouelle como en las de Bomare tenía un papel destacado la minera-
logía. Varias fuentes documentales, como las cartas enviadas desde
París por dos jóvenes pensionados españoles en esa capital, Ramón
María de Munibe y Eugenio Izquierdo, atestiguan el estrecho cono-
Pedro Franco Dávila (1711-1786)
y el conocimiento de la Mineralogía
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cimiento de Dávila de esos cursos. Dávila, en su carta a su hermano
Diego, de noviembre de 1775,
5
habla de sus tempranos estudios
acerca del conocimiento y análisis de los metales y las rocas, así como
de la historia natural en general.
Munibe era hijo del conde de Peñaflorida, director de la So-
ciedad Bascongada, y realizó entre 1770 y 1773 su viaje de formación
por Europa, acompañado de su tutor, el abate Cluvier. En su estancia
en París contó con el asesoramiento de Dávila, quien le aconsejó asis-
tir a los cursos de Hilaire Rouelle y de Valmont de Bomare y le pre-
sentó, entre otros, a Adanson. En cuanto a Izquierdo, fue pensionado
bajo los auspicios de Dávila; acabados sus estudios, fue nombrado
en 1776 vicedirector del RGHN, institución que pasó a dirigir (al
menos nominalmente) tras la muerte de Dávila.
En una carta del 29 de julio de 1771
6
dirigida al secretario de
la Sociedad Bascongada, Munibe refería así su asistencia a los citados
cursos:
Ocho días después de mi arribo a París, supe por nuestro consocio Dá-
vila que el Sr. Rouelle abría un Curso de Química en el Jardín del Rey,
y como acompañó a esta noticia el elogio que me hicieron de este sabio
Maestro así Dávila, como nuestro célebre Sr. Adanson, quise aprove-
charme de estas lecciones, para adquirir una tintura de esta Ciencia,
tan necesaria a mi objeto.
Por su parte, Izquierdo, en otra carta escrita a Dávila el 28 de
febrero de 1773,
7
decía sobre el curso de Bomare, del que su mentor
ya le había informado que tenía un carácter introductorio:
En todas (las clases) ha dado mas de curioso que de instructivo, y
hemos visto un poseedor de cosas singulares, pero escaso de ideas cien-
tíficas. En fin su curso no me servirá mas que para familiarizarme con
los objetos como Vmd. me lo previno.
Javier Ignacio Sánchez Almazán
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5 ACN0058/263, Archivo del MNCN (CSIC). Carta de Pedro Franco Dávila a su hermano Diego
desde Madrid. 8 de noviembre de 1775.
6 Urquijo, Julio de., Los Amigos del País (según cartas y otros documentos inéditos del XVIII).
Pág. 70. San Sebastián. 1929
7 ACN0053/121, Archivo del MNCN (CSIC). Carta de Eugenio Izquierdo a Pedro Franco Dávila
desde París, 28 de febrero de 1773.
En su casa de París, Dávila contaba con un laboratorio do-
tado de diversos aparatos científicos (descritos en su Catálogo). Entre
ellos poseía un microscopio, con el que hacía sus observaciones sobre
«poliparios» (corales) y otros especímenes animales, como él mismo
refiere en el Catálogo,
8
y también el equipo necesario para el análisis
químico de minerales. Dávila era un decidido seguidor de la doci-
masia, método desarrollado por los mineralogistas suecos Crons-
dtedt y Wallerius que basaba el conocimiento y clasificación de los
minerales en su composición química, mediante ensayos a la llama,
un método que Dávila aplicó a su propia colección.
Chimie Experiméntale et raisonné (1773),
obra de Antoine Baumé.
Biblioteca del MNCN 1-1684
En una carta a Dávila del 27 de agosto de 1768
9
el conde de
Peñaflorida se refería a un trabajo que Dávila le proponía hacer en su
laboratorio parisino con una remesa de minerales enviados desde la
Sociedad Bascongada. Ésta fue la primera de su género en constituirse
Pedro Franco Dávila (1711-1786)
y el conocimiento de la Mineralogía
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8 Catalogue Systématique et Raisonné… pp. 2 y 3. París. 1767.
9 ACN0050/077, Archivo del MNC (CSIC). Carta del conde de Peñaflorida a Pedro Franco Dá-
vila desde Vergara, 27 de agosto de 1768.
y tuvo un papel fundamental en el desarrollo de la mineralogía en
España. Por ella pasaron científicos como Proust, Chabaneau o los
hermanos Elhuyar, descubridores del wolframio. Por su relevancia
para el progreso de la minería y la metalurgia, los minerales eran ma-
terial de importancia estratégica, y el Gobierno protegió por este mo-
tivo a la Sociedad. Dávila proporcionó desde París información sobre
posibles profesores de Química e Historia Natural para ella.
En un listado elaborado por Dávila en 1754 para presentar
su gabinete en España al rey Fernando VI, hay varias notas al margen
de los minerales enumerados donde se afirma haber hecho su análi-
sis. El listado, de 22 páginas, siete dedicadas a minerales, contenía
una clasificación detallada de éstos,
10
lo que indica que eran una
parte muy trabajada de su gabinete. Hay que recordar que Dávila
había fijado su residencia en París en 1745, sólo nueve años antes.
Los conocimientos de Dávila como mineralogista responden,
en primer lugar, a su asistencia a los cursos parisinos, como los ya
mencionados, y a su propio trabajo experimental. Pero también a sus
numerosas visitas a otras colecciones, al estudio de los ejemplares
que llegaron a sus manos tras adquirir diversos gabinetes y a sus re-
corridos por varios países, explorando terrenos en busca de minera-
les y fósiles, sobre todo en Centroeuropa, como él mismo relataba en
su extensa carta a Campomanes del 26 de septiembre de 1767.
11
En
este interesante documento, una auténtica memoria sobre gabinetes
de historia natural y rico en detalles de la actividad de Dávila, se
mencionaban sus numerosas visitas a gabinetes de Francia y de
Suiza y su adquisición de algunos de ellos, en Holanda, Neuchâtel
y Lorena, entre otros. También hablaba de un diario de viaje (no en-
contrado) y de los muchos desvelos pasados recorriendo distintos
lugares para enriquecer su colección:
Cuantas cosas pudiera decir de los trabajos, fatigas e industrias que
me he servido para formar mi gavinete, sobre todo durante un año que
viajé por la Suiza y las provincias de Francia, dejando continuamente
el coche y caminando a pié, por observar mejor los cerros y las produc-
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10 Miguel Villena et al. El gabinete perdido. CSIC. Madrid. 2009. p. 324.
11 Documento C48-95, Archivo de Campomanes. Fundación Universitaria Española.
ciones de cada país, sin pensar ni a comer, ni a beber, ni a dormir to-
mando de lo uno y lo otro lo necesario solamte. por sustentarme.
(…) De todos los gavinetes que vide en este biaje que fueron muchos
sobre todo en la Suiza las piezas curiosas y raras que no pude adquirir
por dinero, las escrivía en mi diario de viaje, y a mi buelta à Paris las
conseguí todas embiando à los posesores en cambio otras cosas que yo
sabia no tenían en los gavinetes y que deseaban.
La colección de mineralogía y el Catálogo
Con este bagaje de conocimientos y una prolongada expe-
riencia como gran coleccionista estudioso de la mineralogía, y tam-
bién acuciado por las deudas, Dávila comenzó en 1764 a escribir su
Catálogo, que vería la luz en 1767. Además de describir sus coleccio-
nes con vistas a una subasta pública, que se realizó en diciembre de
ese año y enero del siguiente (se vendieron sobre todo objetos de
arte), Dávila pretendía, como afirmaba en el «Prefacio» de su obra,
elaborar un texto pensado también para dar a conocer su gabinete a
la comunidad científica. De ahí el cuidado minucioso que puso en
la clasificación de las producciones naturales (en palabras del propio
Dávila, «disposición metódica de las sustancias») y el detalle con el que
documentó muchas de sus piezas, para lo cual tuvo como referentes
a los máximos especialistas de su tiempo.
Dávila contó para la elaboración de su obra con varios cola-
boradores, el principal de los cuales, sobre todo en la parte de mine-
ralogía, fue Jean-Baptiste Romé de L´Isle. Este autor, que sería uno
de los pioneros en los estudios de cristalografía, debió su formación
como mineralogista al estrecho contacto que mantuvo con las colec-
ciones de Dávila durante la redacción del Catálogo, pues, militar de
profesión, hasta ese momento apenas había tenido algún acerca-
miento a la historia natural.
12
No es de extrañar el interés de L´Isle
por la cristalografía. En el «Prefacio» del Catálogo, Dávila, citando a
Linneo, ya recalcaba la importancia del estudio de los cristales al se-
ñalar:
Pedro Franco Dávila (1711-1786)
y el conocimiento de la Mineralogía
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12 Villena, Miguel et al. Op. cit, pp. 318-319.
Javier Ignacio Sánchez Almazán
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(Las cristalizaciones) pueden contribuir a hacer que se conozcan mejor
estos cuerpos cuya figura, constantemente regular, no es tan indiferente
como muchas personas creen: dicha forma, además de bastar a veces
para su reconocimiento, parece indicar una afinidad oculta entre aque-
llos cuerpos a los que afecta una misma cristalización.
13
Y daba varios ejemplos. La forma cúbica la relacionaba, entre
otros minerales, con el plomo y la sal marina; la piramidal, con el
cuarzo; la prismática hexagonal, con el espato cálcico, y la romboidal,
con la selenita.
13 Catalogue Systématique et Raisonné… Prefacio. pp. XIX y XX.
14 Sánchez Chillón, Begoña. «La colección mineralógica de Pedro Franco Dávila», pp. 175-201.
En Sánchez Almazán, Javier Ignacio (coord.). Pedro Franco Dávila (1711-1786). De Guayaquil
a la Royal Society. La época y la obra de un ilustrado criollo. CSIC. Madrid. 2012.
Portada del Catálogo de Dávila (1767)
Biblioteca del MNCN 1-1364
El segundo volumen del Catálogo, de 617 páginas, describía
más de 8.100 rocas y minerales, reunidos en 1.669 artículos y clasifi-
cados en tres grandes apartados: tierras, piedras y minerales.
14
Aun-
que los dos primeros son en la actualidad términos comunes, sin un
significado mineralógico preciso, en época de Dávila se reconocían
como categorías propias y tenían su lugar en los gabinetes. De las
llamadas tierras, el gabinete de Dávila contaba con más de 210. En
cuanto a las piedras, se incluían en ellas toda clase de rocas: calizas
(entre ellas los mármoles), yesíferas (como los alabastros), arcillosas
(pizarras) y silíceas (areniscas, cuarzos, piedras preciosas y semipre-
ciosas); un recuento de ellas da como mínimo 5.100 piezas, teniendo
en cuenta que en algunos artículos no se ofrece el número preciso y
se habla de «un grupo», «una caja», etc. Mención especial merece la
colección de rocas ornamentales, con más de 700 ejemplares de már-
moles, de una amplia muestra de variedades, y un número superior
a los 160 alabastros. Había también al menos 150 piedras preciosas,
principalmente zafiros, esmeraldas, topacios, rubíes y diamantes. El
último apartado, el de los minerales, reunía unas 3.000 piezas. Este
era particularmente rico en minerales de hierro (>680, si se cuentan
también las piritas y marcasitas, descritas por separado), cobre
(>640), plata (un mínimo de 365 piezas), plomo (>220), estaño (>150)
y oro (>60). Dentro de los minerales se incluían las llamadas «sus-
tancias inflamables» (azufre, betunes y producciones volcánicas),
cuyo número superaba los 210.
En el volumen había 35 notas con referencias a obras de otros
autores, sobre todo de Linneo y Wallerius, pero también de Seba, Tes-
sin, Labat, Knorr y Guettard; de este último se mencionaban tres ar-
tículos de las Memorias de la Academia de Ciencias Francesa. Asimismo
se citaban denominaciones dadas a diferentes minerales o sus varie-
dades por Barrelier, Ellis, Cronstedt, Sage, Barba, el conde de Caylus
y, de nuevo, Wallerius y Seba, o se añadían observaciones de natu-
ralistas como Bomare o Pott. Otras referencias aludían a piezas pro-
cedentes de gabinetes adquiridos por Dávila, como los del abate
Fleury y Sevin. Casi un 20 % de los artículos ofrecían descripciones
más o menos detalladas, que podían incluir, además de la descrip-
ción pormenorizada de la pieza y la localidad de procedencia, sus
medidas, uso práctico, consideraciones en cuanto a su rareza o im-
portancia y alguna información histórica sobre el yacimiento o las
circunstancias de su colecta, como en el caso de la veintena de rocas
volcánicas recogidas por Jean-André De Luc en el Etna.
Pedro Franco Dávila (1711-1786)
y el conocimiento de la Mineralogía
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Johann Gotschalk Wallerius (1709-1785)
Biblioteca del MNCN 1-1145
Al igual que ocurre con el volumen primero, el dedicado a
la mineralogía es un auténtico tratado de historia natural.
15
Se iden-
tifican en él, como mínimo, un centenar de especies minerales y sus
variedades, así como más de 30 tipos distintos de rocas y unas 180
variedades de mármol. Unas 300 piezas se consignaban como
«raras» y «curiosas». Había igualmente unos 180 ejemplares con aso-
ciaciones cristalinas: geodas, drusas y dendritas. El texto también
ofrece un cuadro completo de los yacimientos minerales europeos
de la época, sobre todo de Centroeuropa, Suecia, Francia e Italia,
pues se mencionan casi 800 localidades de este continente, de 21 paí-
ses actuales. De España hay 18 localidades, con un mínimo de 310
piezas. Están representadas en el Catálogo las principales regiones y
comarcas con secular tradición minera o donde se extraían los más
destacados ejemplares mineralógicos, como Sajonia, Bohemia, Dale-
carlia, Escania, Vestrogotia, el Delfinado, Lorena, Almadén o Carrara.
De América hay una veintena de ubicaciones, de 11 países distintos.
Siete son de Ecuador, de Quito, las cercanías de Guayaquil y el vol-
cán Cotopaxi. También del continente americano había representa-
ción de algunas de sus minas más famosas, como Potosí,
Huancavélica o Chocó. Una docena de yacimientos corresponden a
Javier Ignacio Sánchez Almazán
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BOLETÍN ANH Nº 211 • 167 184
15 Villena, Miguel et al. Op. cit. p. 321.
Asia, de al menos ocho países diferentes, entre ellos la India, China,
Ceilán, Filipinas o la actual Indonesia.
El Catálogo de Dávila fue una obra citada por diversos auto-
res. En el apartado de mineralogía, fue Romé de L´Isle quien más re-
ferencias hizo de ella: éstas se multiplican en Essai de Cristallographie
(1772) y Cristallographie (1783), a menudo ejemplificando en pìezas
del gabinete de Dávila las explicaciones dadas en el cuerpo de texto.
También Wallerius, en su Systema Mineralogicum (1778), se refería al
trabajo de Dávila, tanto en lo relativo a piezas concretas como a cier-
tas observaciones y a la forma de clasificar algunos grupos.
16
Linneo,
en una de las ediciones de su Systema Naturae, cita asimismo a Dá-
vila. Otras partes del Catálogo servirán de referencia a las obras del
barón de Born o Lamarck, aunque en este caso en relación con la zoo-
logía. Arnould Locard, a finales del siglo XIX, consideró la parte de-
dicada a la malacología en el Catálogo como una de las obras más
destacadas en esta materia.
El Real Gabinete de Historia Natural y la difusión de la mineralogía
Creado el Real Gabinete en 1771, una vez adquiridas por la
Corona las colecciones de Dávila, éste fue nombrado director, tras el
dictamen favorable del prestigioso ilustrado Enrique Flórez, quien
afirmó de Dávila: «hasta hoy no conocemos en España otro de tal
instrucción, práctica y experiencia»
17
(en cuanto a la historia natural).
El RGHN estaba abierto a todo tipo de público y se convirtió en la
principal institución divulgadora en el país de estas materias, y en
particular de la mineralogía. Esta ciencia gozaba de un espacio pri-
vilegiado en la sala donde se exponían las colecciones, en el Palacio
de Goyeneche, donde el RGHN compartía sede con la Real Acade-
mia de Bellas Artes de San Fernando.
Pedro Franco Dávila (1711-1786)
y el conocimiento de la Mineralogía
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16 Villena, Miguel et al. Op. cit. p. 392.
17 Méndez, Francisco. Noticias de la vida y escritos del Rmo. P. Mro. Fr. Enrique Florez ... Con una
Relacion individual de los Viages que hizo a las Provincias y Ciudades mas principales de España.
Dispuesto todo por Fr. Francisco Mendez... 1780.
Retrato del padre Enrique Flórez
Andrés de la Calleja. Siglo XVIII. Museo del Prado
A las piezas del gabinete de Dávila, traídas a Madrid desde
París en cuatro viajes, pronto se sumaron otras muchas más. Ello fue
resultado de las prospecciones realizadas por la Península, por co-
rresponsales como Javier Molina, William Bowles o López de Cár-
denas, y de los envíos hechos desde todas las partes del imperio, de
acuerdo con la Real Orden de 1776,
18
en cuyo borrador intervino con
toda certeza Dávila, por los conocimientos que en él se muestran y
las numerosas alusiones a la naturaleza americana.
19
La Real Orden
disponía que todas las autoridades imperiales enviasen cuanto de
valioso se encontrase en sus dominios en materia de producciones
naturales. Era una muestra de la importancia que tuvo para la ad-
ministración carolina el desarrollo de la historia natural, como medio
de progreso del conocimiento, útil a la nación, y escaparate del poder
Javier Ignacio Sánchez Almazán
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18 Instrucción hecha de Orden del Rey N. S. para que los Virreyes, Gobernadores, Corregidores,
Alcaldes Mayores e Intendentes de Provincias en todos los dominios de S. M. puedan hacer
escoger, preparar y enviar a Madrid todas las producciones curiosas de Naturaleza que se
encontraren en las tierras y pueblos de sus distritos, a fin de que se coloquen en el Real Ga-
binete de Historia Natural que S. M. ha establecido en esta corte para beneficio e instrucción
pública. Mercurio Histórico y Político. Mayo de 1776.
19 Lemoine, Ernesto. Instrucción para aumentar las colecciones del Gabinete de Historia Natural de
Madrid-1776. México. 1961.
de la monarquía. El enriquecimiento de las colecciones fue también
el producto de los envíos llegados desde diversas instituciones eu-
ropeas (en ocasiones, en calidad de intercambios), gracias, en buena
medida, a los numerosos contactos de Dávila establecidos en su
etapa parisina.
20
Entre dichos envíos cabe destacar, en cuanto a mi-
nerales, los procedentes de Suecia (abate Cluvier, barón de Sparr);
de Centroeuropa (príncipe de Lobkowitz, Gabinete Imperial de
Viena, colección Forster), y de Rusia (San Petersburgo y otros luga-
res). Más tarde llegarían otros muchos más, como los procedentes
de la expedición mineralógica de los hermanos Heuland (1795-1800)
o del viaje de Humboldt (1800-1805). Dávila contó con el apoyo de
José Clavijo y Fajardo, formador de índices, en ausencia del vicedi-
rector Eugenio Izquierdo, debido a los múltiples cometidos enco-
mendados a éste desde el Gobierno. Tras la muerte de Dávila, en
1786, Clavijo ejercerá también como director, hasta su salida del
RGHN en 1802.
La política seguida por Dávila y Clavijo fue la de enriquecer
el RGHN con todas las producciones minerales de interés para com-
pletar las colecciones existentes y convertir así el museo en una es-
cuela, pues, como escribió Clavijo, «estos Gabinetes se deben considerar
Escuelas en que se han de aprender los rudimentos para conocer la Natura-
leza, y Escuelas tan precisas que sin ellas no pueden esperarse progresos en
esta Ciencia».
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A tal efecto, la colocación de los minerales en sus vi-
trinas debía seguir un orden eminentemente didáctico, aquél que la
ciencia de la época dictaba, aunque ello fuera en ocasiones en detri-
mento de su vistosidad. En los envíos recibidos también tenían pre-
ferencia, a la hora de su exhibición, los ejemplares científicamente
más interesantes; lo mismo ocurría en las peticiones que Dávila hacía
a otras instituciones o particulares, como demuestran muchas de las
cartas conservadas en el Archivo del MNCN. El propio Dávila iden-
tificaba los minerales recibidos y disponía su colocación, lo cual,
dados los numerosos envíos recibidos a raíz de la Real Orden de
Pedro Franco Dávila (1711-1786)
y el conocimiento de la Mineralogía
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20 Sánchez Almazán, Javier Ignacio (coord.). Op. cit. CSIC. Madrid. 2012.
21 Conde de Buffon, Leclerc, Georges-Louis. Historia Natural, general y particular, escrita en fran-
cés por el Conde de Buffon... y traducida por D. Joseph Clavijo y Faxardo. Tomo I. Prólogo.
1785.
1776, suponía un trabajo ímprobo, añadido a las otras labores que
como director debía realizar.
El papel divulgador de la mineralogía desempeñado por el
RGHN prosiguió una vez fallecido Dávila, y culminó con el impulso
dado, por iniciativa de Clavijo, a la creación de la Real Escuela de
Mineralogía en 1800, con el mineralogista alemán Christian Herrgen
al frente, y la aparición de Anales de Historia Natural, la primera pu-
blicación periódica dedicada a las Ciencias Naturales en España
(1799-1804), donde se publicaron un gran número de artículos de mi-
neralogía de Herrgen y sus discípulos. La actual Colección de Geo-
logía del MNCN custodia un gran número de minerales y rocas
procedentes tanto de los fondos de Dávila como de la etapa del Real
Gabinete, aunque el recuento exacto de los mismos y su estudio his-
tórico global es una tarea aún pendiente.
Conclusiones
El papel desempeñado por Pedro Franco Dávila en el im-
pulso a la historia natural en España y la América hispana, y de
modo más específico en lo que atañe a la mineralogía, fue cierta-
mente destacado y cubrió aspectos muy diversos: como figura de
prestigio, por la importancia de su gabinete, plasmada en la descrip-
ción del mismo en su Catálogo, y por su labor al frente del RGHN.
Dávila era una figura de prestigio en Europa, miembro de al
menos media docena de grandes instituciones científicas y relacio-
nado con muchas de las más importantes personalidades de su
época. La creación del Real Gabinete, formado con sus colecciones,
concitó en torno a la historia natural el interés del público, que acu-
dió de forma masiva a visitar el museo, abierto como estaba a todo
el mundo, convirtiéndolo en centro de atracción de la ciudad, visita
forzosa de viajeros ilustrados, al tiempo que consiguió dinamizar en
este sentido a la Administración carolina, empezando por el mismo
rey. Prueba de ello fue la implicación del monarca en el enriqueci-
miento de la institución por él creada, así como la Real Orden de
1776, que ponía a toda la maquinaria imperial a trabajar para reunir
cuantas producciones naturales de interés se encontraran para su
Javier Ignacio Sánchez Almazán
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envío a Madrid. La mineralogía ocupó un lugar privilegiado en este
proceso, que complementaba el iniciado por la Sociedad Bascongada,
de la que Dávila fue, además de miembro, corresponsal mientras
vivía en París.
La colección mineralógica de Dávila fue una de las secciones
más completas de su gabinete, tanto por el número de ejemplares,
que sobrepasaba las 8.000 piezas, y la diversidad de su procedencia,
con más de 870 localidades, como por la variedad y excelencia de
sus piezas, que la sitúan a la altura de los mejores gabinetes de su
época. Su descripción en el segundo volumen del Catálogo Sistemático
y Razonado constituye un legado científico e histórico del mayor in-
terés, referencia para mineralogistas tan reputados como Romé de
L´Isle (que se formó junto a Dávila) y Wallerius. El texto permite co-
nocer importantes aspectos del desarrollo de la mineralogía en el
siglo XVIII, mostrando un cuadro muy completo de los principales
yacimientos minerales de Europa al tiempo que representa un do-
cumento fehaciente de los conocimientos que en esta materia ateso-
raba Pedro Franco Dávila.
Este legado tuvo su continuidad con la labor ejercida en la
divulgación e investigación de este campo de la historia natural por
el Real Gabinete, concebido como escuela. Una labor debida en
buena medida a Dávila, que lo dirigió hasta 1786 y gracias a cuyas
relaciones con instituciones y personalidades de toda Europa llega-
ron producciones minerales de todo el continente, principalmente
de Suecia, Centroeuropa y Rusia. La culminación de esta labor, tras
la muerte de Dávila, fue el impulso dado con José Clavijo a los Anales
de Historia Natural, primera publicación periódica científica en Es-
paña, aparecida en 1799, y a la creación de la Real Escuela de Mine-
ralogía en 1800, bajo la dirección de Christian Herrgen.
Bibliografía
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Pedro Franco Dávila (1711-1786)
y el conocimiento de la Mineralogía
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