BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVII Nº 202  
Julio–diciembre 2019  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVII  
Nº 202  
Julio–diciembre 2019  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVII  
Nº 202  
Julio–diciembre 2019  
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Academia Nacional de Historia del Ecuador  
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e-ISSN: 2773-7381  
Portada  
Antiguo castillo de perforación en Portovelo  
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Quito  
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enero 2020  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. XCVII – Nº. 202  
Julio–Diciembre 2019  
HISTORIA DE LA MINERÍA EN PORTOVELO  
LAS LUCHAS MINERAS DE 1919 Y 1935  
DISCURSO DE INCORPORACIÓN–  
Víctor Muñoz Dávila1  
El potencial aurífero de este sector de la Patria fue conocido  
desde el tiempo de los indígenas, llevaron el metal precioso para con-  
feccionar sus adornos personales, los Paltas, Cañaris e Incas; aún se  
conservan algunos vestigios y nombres de los aborígenes como: Cu-  
ripamba, Curtincápac, Zaruma, Wichiwichi, entre otros. Los incas ya  
practicaron el laboreo en oro utilizando la técnica de minas de cielo  
abierto.  
En 1539 llegan los españoles a lo que hoy es Portovelo, ca-  
teando las arenas del río Tumbes, hasta dar con los yacimientos au-  
ríferos y al lugar bautizan Portovelo, por la similitud geográfica con  
un pueblo que habían fundado en Panamá y al río como Amarillo,  
por la cantidad de oro que encontraron en sus orillas, dando inicio a  
una de las más grandes explotaciones mineras en el país. Gran can-  
tidad de oro fue llevado de Portovelo y Zaruma a la metrópoli espa-  
ñola en más de 300 años de vida colonial en el Ecuador. Para su  
extracción construyeron galerías que parecían ratoneras por su poca  
altura, alumbrándose con velas y, por cascos, llevaban sombreros y  
levantaron ingenios para el oro  
Ya en la Independencia siguió el trabajo minero, sin interrup-  
ción.  
En la República, a partir de 1830, los ingenios de oro se mul-  
tiplicaron. En el período de Gabriel García Moreno, (1870) trae al  
geólogo europeo Teodoro Wolf, para que realice estudios geológicos  
mineros del Ecuador y escribe el libro Geología en Ecuador. En 1875 el  
1
Licenciado en Ciencias Sociales, Universidad Técnica Particular de Loja, Liderazgo Educativo  
en la Universidad Técnica de Machala. Es autor de varias obras entre ellas: Historia, tradiciones  
y leyenda, En las penumbras de Portovelo, Historia de Manú, Monografía de Portovelo.  
B O L E T Í N A N H N º 2 0 2 • 3 6 9 – 3 8 3  
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Víctor Muñoz Dávila  
capital extranjero se hace presente en el país, los chilenos llegan con  
capital fresco y emprenden los trabajos en la comarca. Estos proce-  
dieron a vender acciones en 1880 a los ingleses, formándose la com-  
pañía minera denominada: La Grand Zaruma Ming Company que  
laboró hasta 1896 para luego vender sus acciones a la empresa  
SADCo de Estados Unidos, en subasta pública realizada en la ciudad  
2
de Machala.  
La SADCo, explotó el Distracto Minero de Zaruma, Porto-  
velo, por 54 años; en 1950, cierra sus puertas. En estos años la em-  
presa aportó con tecnología de punta para extraer y recuperar el oro,  
la plata y más minerales, dio trabajo a miles de compatriotas, que  
llegaron atraídos por los sueldos y comodidades que la empresa ofre-  
cía. Es en este lapso que se construye el Campamento minero de Por-  
tovelo, con casas de madera para los nacionales y de hormigón  
armado para los extranjeros. Se construyeron grandes edificios de  
madera, de seis y siete pisos que se les llamó casa de hombres solos,  
con la finalidad de dar hospedaje a cientos de obreros y empleados.  
Los trabajos emprendidos en las minas fueron grandes, se abrieron  
varias galerías. Pero, la mina principal, fue la Mina Grande, hoy lla-  
mada mina Rogelio Saraguro. Se construyó un enorme castillo de 28  
metros de alto que costó cuarenta y dos mil sucres para extraer el  
cuarzo por medio de una grúa, desde los niveles bajos. Para mover  
las turbinas, de la planta metalúrgica, y de la planta hidroeléctrica,  
se construyó el Canal Gálvez que trasportaba agua desde el rio Ama-  
rillo, por cerca de 3 kilómetros.  
En el tiempo de la SADCo, se dieron dos grandes movimien-  
tos de obreros por reclamos de mejoras de sueldos y otras aspiracio-  
nes que tenían tanto los mineros como los madereros, los peones de  
construcción, etc. El primero se dio en julio de 1919 y el segundo mo-  
vimiento, se realizó el 10 de noviembre de 1935, protagonizado por  
la Sindical obrera. Este fue un movimiento obrero grande, que dejó  
como consecuencia varios mineros y familiares muertos, “La sangre  
de los obreros ecuatorianos baño los campos auríferos de Portovelo, sangre  
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Manuel de Jesús Andrade, Monografía del cantón Zaruma, Tipografía de la Escuela de Artes y  
Oficios, Quito, 1923  
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Historia de la minería en Portovelo  
Las luchas mineras de 1919 y 1935  
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de héroes proletarios, próceres de la nueva libertad escribió en su libro  
Oro y Sangre en Portovelo, el Dr. Ricardo Paredes. Luego de esta re-  
vuelta, hubo expulsiones del campamento, como lo sucedió con Rosa  
Vivar, que se convirtió en una activista y una líder de los mineros. El  
Sr. Néstor Ordoñez, Secretario General del Sindicato, el Dr. Modesto  
Peñaherrera, Sindico de la ASO y muchos más fueron trasladados a  
Guayaquil amarrados, una gran cantidad de sindicalistas fueron no-  
tificados de su separación de la empresa, por no convenir a sus inte-  
reses, es decir, se desató un estado de terror en Portovelo y, las  
persecuciones, estuvieron presentes en el campamento minero.  
Los obreros de Portovelo, escribieron páginas de oro en la  
Historia laboral del Ecuador, cuando “los mineros, con dinamita en  
mano hicieron temblar a los señores gringos que se creían intocables en esta  
tierra minera”. Los mineros hicieron sentir su protesta, tanto en 1919  
como en 1935, donde la sangre del minero corrió por las calles pol-  
vorientas de Portovelo.  
En Enero de 1936, según el Dr. Ricardo Paredes, en su obra  
Oro y Sangre en Portovelo, el humilde barrió Machala se cubrió de san-  
gre cuando los carabineros, apostados en la curva de la vía a Zaruma,  
con ametralladoras y fusiles, dispararon sin piedad, a obreros y sus  
familiares, que vivían en las casas de barro de los mineros, que es-  
peraban su oportunidad para trabajar en la SADCo o, de comercian-  
tes, que llegaron a pernoctar en dicho barrio. Se registró de este  
hecho varias muertes de niños, mujeres y hombres inocentes, que el  
único pecado fue solicitar trabajo en la compañía  
En esta misma empresa circuló el billete Paterson o billete de  
trapo como lo llamaron los mineros, tenía la esfinge del Superinten-  
dente de la Compañía. Adujeron que, por falta de moneda de baja de-  
nominación, habían solicitado la autorización para poner en  
circulación este billete. En 1938, en la Dictadura del General Enríquez  
Gallo, fue retirado y la empresa fue multada con cincuenta mil Sucres  
Si bien es cierto que los representantes de la SADCo llevaron  
mucho oro del sector, también es cierto que la inversión que realiza-  
3
Ricardo Paredes, Oro y sangre en Portovelo: el imperialismo en el Ecuador, Edición CPPEO, Quito,  
980, p.130  
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ron fue grande, y además, se debe reconocer, la SADCo supo sem-  
brar valores que adornaban la personalidad del trabajador, como:  
responsabilidad, honradez, aseo, puntualidad, disciplina, etc., valo-  
res que hoy, prácticamente han desaparecido.  
Para contextualizar la situación que se trata, con hechos na-  
cionales de la época, me permito recordar que el deporte de la región  
llegó a alcanzar un gran nivel competitivo en el país; acordémonos  
que el equipo de básquet masculino en 1938, alcanzo el vice campeo-  
nato nacional y las mujeres se alzaron, en 1947, con el título de cam-  
peonas nacionales en básquet, su entrenador fue Julio Cesar Hidalgo.  
En otras disciplinas como el futbol, box, rugby, beisbol, equitación,  
polo, etc. también se destacaron.  
El 31 de diciembre de 1950, la compañía SADCo de Porto-  
velo, cesa en sus funciones, de manera definitiva, sin cumplir los  
acuerdos de desarrollo ofrecidos y, que constaban en los acuerdos  
entre el Gobierno Nacional y la SADCo, como: mitigar el impacto  
ambiental producto de la explotación minera, la construcción de vías  
de comunicación, el tendido de la red del ferrocarril que uniría  
Puerto Bolívar con Loja, pasando por Portovelo, Indemnizar a los  
mineros que había dejado su salud en los socavones, entre otros ofre-  
cimientos. Ante el cierre de las minas, el minero quedó sumido en la  
desesperación, tristeza, abandono y con enfermedades profesionales  
como la silicosis y la tuberculosis. El minero lo único que sabía hacer  
era taladrar la roca y procesar el mineral extraído.  
En este mismo año, al no haber llegado a un acuerdo entre el  
Estado ecuatoriano y la SADCo, el Gobierno central del Sr. Galo  
Plaza Lasso, convoca a una reunión en el Palacio Presidencial de Ca-  
rondelet, en Quito, en el mes de diciembre de 1950 y se constituye  
una compañía nacional para que continúe el laboreo en las minas de  
Portovelo. Esta compañía la integraron tres partes interesadas: La  
municipalidad de Zaruma, los trabajadores de la industria minera y  
un grupo que se denominó Promotores, formando la empresa CA-  
MINE. Para 1955 se forma la CIMA (Compañía Industrial Minera  
Asociada) con los accionistas de Portovelo, que eran los viejos mi-  
neros con 49 % de acciones y el Municipio de Zaruma, con el 51%.  
Esta empresa laboró hasta 1977, en que cierra sus puertas.  
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Historia de la minería en Portovelo  
Las luchas mineras de 1919 y 1935  
En este tiempo se dieron muchos hechos que hoy merecen  
ser recordados, para mantener vivo ese recuerdo de la época de oro  
de Portovelo, como aquellos hombres que lucharon para mantener  
la fuente de trabajo en funcionamiento, tal es el caso del Sr. Belisario  
Cobos Tinoco, que se desempeñó como capitán del Molino, que man-  
tuvo a la planta metalúrgica en perfecto funcionamiento y, que a raíz  
de su muerte, acaecida en 1973, todo se derrumbó y vino el debacle  
de la CIMA. Otros hombres con estirpe de hierro, fueron don Fran-  
cisco Díaz y don Eduardo Jaramillo, ambos fueron jefes del departa-  
mento de Mecánica, don Manuel Ocaña, con una gran visión y  
conocimiento en geología, llegó a ser el capitán de la mina por algún  
tiempo. Don Alberto Darquea, el gran mecánico que hecho a volar  
el avión de Panagra, que había aterrizado en el río Guichiguichi, ade-  
más don Alejandro Orellana, jefe del departamento de construcción,  
también, el Sr. Castulio Valle, con mucho conocimiento y habilidad  
en electricidad, fue el jefe de las Plantas de energía Eléctrica, ellos  
fueron algunos de quienes ofrendaron su vida en el trabajo.  
Portovelo siguió con su suerte de ser un pueblo minero y sus  
hijos, hombres fraguados en el duro trabajo de las minas, luchan por  
elevar a Portovelo a otro sitial y ya, para 1968, fue convertida en pa-  
rroquia rural del cantón Zaruma, después de haber permanecido  
como campamento minero por más de 100 años. Esta conquista se  
logró gracias a la unión y lucha del pueblo que se levantó en un gran  
paro donde se desafió al mismo ejército con dinamita en mano. Al  
año siguiente se crea el Colegio de Educación Media, siendo su ges-  
tor don Arturo Aguilera Salazar, hijo de Portovelo educado en cole-  
gios de la capital de la República.  
Para 1978, se inician los movimientos para que las autorida-  
des, a nivel nacional, eleven a Portovelo a la calidad de Cantón de la  
provincia de El Oro, en esta fecha, se eligió el Comité pro cantoniza-  
ción siendo elegido el Prof. José Aguilera Sotomayor como presi-  
dente, alcanzando este sueño el 5 de agosto de 1980, en la presidencia  
del Ab. Jaime Roldós Aguilera.  
Estos logros se alcanzaron gracias a la tenacidad y perseve-  
rancia de sus hijos, que lucharon para conseguir estos anhelos de su-  
peración de un pueblo formado en los oscuros socavones, con golpe  
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de martillo, con pico y pala, gases y dinamita, y con la muerte ron-  
dando a sus espaldas. Hoy Portovelo se levanta como una ciudad  
próspera, que mira siempre al horizonte, convertida en el primer cen-  
tro minero del país.  
Las luchas mineras en Portovelo  
En los 54 años de explotación minera realizada por la com-  
pañía SADCo, llegó mucha gente, procedentes de todo el Ecuador,  
en especial de las provincias de Loja, Azuay y de la misma provincia  
de El Oro.  
Las personas que arribaron desde 1900, fueron los verdade-  
ros fundadores de la ciudad.  
Los representantes de la SADCo, para dar albergue a tanto  
técnico extranjero, que llegaron contratados, tuvieron que levantar  
un hermoso campamento minero donde vivan los técnicos estadou-  
nidenses, se lo llamó: campamento Americano, y para los obreros na-  
cionales, pararon el campamento con casas de madera. En estos  
campamentos, se puso de manifiesto las diferencias raciales. Los tra-  
bajadores nacionales vivían en casas de madera, con una canaliza-  
ción deplorable, de canales abiertos; alumbrado público, las calles  
fueron empedradas, la recolección de los desechos sólidos lo hacían  
por medio de bestias mulares, que todas las mañanas recorrían el  
campamento, se contó con agua entubada, que se traía del Río Ama-  
rillo.  
Pero no todo fue dicha y felicidad, en el tiempo de la SADCo,  
muchos mineros nacionales murieron en los socavones o producto  
de una enfermedad adquirida en su trabajo, como: la tuberculosis,  
la silicosis, u otra causa. El minero que moría era enterrado o lanzado  
a la fosa común, sin ninguna consideración, los familiares no tuvie-  
ron ninguna seguridad. Las madres quedaron con sus hijos en la or-  
fandad, sin que nadie la ampare, no hubo Seguro Social que vele por  
ellos y se les quitaba el derecho al hospital, sumado a esto, se registra  
que cuando el trabajador fallecía, la familia era despojada del inmue-  
ble que le había dado la empresa. Además, los sueldos no compen-  
saban el esfuerzo el peligro de los trabajos dentro de las minas.  
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Historia de la minería en Portovelo  
Las luchas mineras de 1919 y 1935  
Todo esto hizo que los trabajadores reclamen mejores condi-  
ciones de vida y buenos sueldos, lo que los llevó a dos grandes mo-  
vimientos y, aunque no se cumplieron a cabalidad, el minero de  
Portovelo dejó sentado un precedente en la historia obrera del Ecua-  
dor.  
El primer movimiento minero tuvo lugar en julio de 1919.  
Este trabajador había hecho conciencia de su situación y, desafiando  
el poder de los directivos de la SADCo, levantó su voz reclamando  
y demandando mejor trato en su diario trabajo en las minas y, una  
mejor condición de vida. El maltrato verbal los tenía sometidos, la  
insalubridad, bajos salarios, el horario de trabajo era superior a las 8  
horas diarias establecidas. En aquella época, el trabajador era consi-  
derado peor que una bestia de carga y, por su condición de indígena,  
de raza inferior por los mineros llegados de Estados Unidos a explo-  
tar las minas auríferas de Portovelo.  
El minero fraguado en su duro trabajo, levantó su voz de  
protesta y se lanzó a la huelga abarcando a la mayoría de los obreros,  
logró la simpatía y el respaldo de la mayoría del pueblo de Zaruma,  
por lo que la compañía se vio reducida a la impotencia y tuvo que  
aceptar el pliego de peticiones presentado por los cabecillas de la  
huelga.  
Luego de la huelga, todo parecía volver a la normalidad, sin  
embargo, los Directivos de la SADCo seguían difundiendo noticias  
alarmistas y negativas contra los trabajadores y exigiendo al Gobierno  
del Ecuador la protección a sus intereses. El gobierno envió tropas,  
así los directivos de la SADCo se sintieron nuevamente poderosos,  
persiguiendo y expulsando del campamento, de manera violenta, a  
todos quienes habían participado de la huelga y lo que es más, saca-  
ron, sin ningún reparo, a los obreros enfermos; de esta manera rom-  
pían con el compromiso adquirido durante la huelga. Es decir,  
hicieron caso omiso a los acuerdos tratados con los mineros, y ahora  
sí, con la venia del gobierno central, muchos obreros fueron expulsa-  
dos de Portovelo como fue el caso de los hermanos Vivar Arias.  
Sin embargo, la semilla del descontento, de los reclamos y el  
movimiento obrero no habían caído en tierra estéril sino, más bien,  
dio sus frutos años más tarde.  
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Esta huelga de esta magnitud fue quizá una de las primeras  
realizadas en el Ecuador, luego seguiría la de los obreros en Guaya-  
quil en noviembre de 1922.  
En 1917, el mundo se veía convulsionado con las ideas so-  
cialistas vertidas en Rusia, las mismas que traspasaron fronteras y  
continentes llegando al Ecuador y a Portovelo, que era una de las  
principales fuentes de trabajo del País, que ocupaba a miles de hom-  
bres para sus trabajos. Luego vendrían los gobiernos socialistas mi-  
litares en 1927, año en que los socialistas del Ecuador pusieron sus  
ojos en Portovelo, llegando a este campamento, el Dr. Ricardo Pare-  
des que trabajó en el Hospital Curipamba, él escribió el libro Oro y  
Sangre en Portovelo, defendiendo al minero desde el periódico La An-  
torcha y, años más tarde, llegaría ser el secretario general del Partido  
Comunista del Ecuador. Otro de la misma línea ideológica que llegó  
a Portovelo fue el Dr. Angel Felicísimo Rojas quien escribió la obra  
4
Curipamba libro que lo terminó de escribir cuando se encontraba en  
la cárcel de Quito, en 1938, acusado de comunista, libro que fue pu-  
blicado por primera vez, en 1983. Ellos defendieron a algunos obre-  
ros que habían sido despedidos de la empresa por enfermedad, sin  
darles indemnización alguna.  
El minero, poco a poco, iba haciendo conciencia de su rol  
protagónico dentro de la compañía SADCo. Hubo muchos intentos  
de organización obrera, intentos fallidos, por el temor a las represa-  
lias y, de ser expulsados del campamento y quedar sin trabajo.  
Sin embargo, los obreros, el 12 de septiembre de 1934, logran  
organizar la Asociación Sindical Obrera, ASO, que, inmediatamente,  
entró a la lucha por los intereses de los trabajadores, encarando, al  
mismo tiempo, la defensa de los intereses nacionales y de su sobera-  
nía menguadas por la SADCo.  
En estos tiempos, llegó el candidato a la Presidencia de la re-  
pública, Dr. José María Velasco Ibarra, y, en uno de sus apasionados  
discursos, ofreció la defensa y protección de los obreros cuando esté  
en el poder, ofreció el oro y el moro, al decir de algunos que vivieron  
en aquella época. Los mineros tenían la esperanza de tener un go-  
4
Angel Felicísimo Rojas, Curipamba, Comisión de Publicaciones del Colegio Nacional Bernardo  
Valdivieso, Loja, 1983  
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Historia de la minería en Portovelo  
Las luchas mineras de 1919 y 1935  
bierno de su parte, que haga respetar las leyes del País, sin embargo,  
al llegar al poder, Velasco Ibarra, hizo caso omiso a los justos recla-  
mos del obrero de Portovelo y, nuevamente, se vive una desilusión.  
El Ing. Alejandro Bueno notificaba, en vano, al Gobierno de las con-  
diciones que vivía el minero en Portovelo y trató de mediar entre la  
ASO y la SADCo, pero los resultados fueron negativos y más bien  
se cambió al inspector de Minas Alejandro Bueno. Los Directivos de  
la empresa trataron de destruir la naciente Asociación Sindical  
Obrera e hicieron apresar al español Permañer que era un alto diri-  
gente de la ASO y la empresa le tenía por el más peligroso; varios  
dirigentes y obreros fueron perseguidos y apresados, en otras pala-  
bras se sembró la ley del terror entre los dirigentes y en los obreros.  
Los reclamos y protestas siguieron adelante recibiendo el  
apoyo de gremios obreros de Quito, Guayaquil y otras ciudades del  
País y del Partido Comunista ecuatoriano, que se abanderó de la  
lucha de los mineros de Portovelo.  
El Sindicato, siguió luchando por algunos meses, pero las  
amenazas de toda índole no se hicieron esperar y la SADCo contrató  
asalariados y espías para que deshonren y desestabilicen el movi-  
miento, además, intentando comprar alguno de los dirigentes y hasta  
llegaron prohibir que los miembros de la ASO compren en los alma-  
cenes de la empresa, y a cada instante amenazaban a los dirigentes  
con despedirlos del trabajo; sin embargo, la ASO había logrado au-  
mentar el número de sus miembros, elevar la conciencia de clase y  
solidaridad entre los afiliados, vincularse a los campesinos, made-  
reros y establecer vínculos de amistad con varias organizaciones  
obreras campesinas de la República.  
La ASO avanzó a conseguir del gobierno, luego de mucho  
insistir, que se nombre una comisión que debía investigar las condi-  
ciones de vida de los trabajadores del campamento minero.  
La comisión estuvo compuesta por el Lcdo. en Jurispruden-  
cia Juan Dávila, jefe del Departamento de Trabajo del Ministerio de  
Previsión Social y Trabajo; por el Dr. Rafael Quevedo Coronel, mé-  
dico, Inspector General de Salud y de Joaquín Figueroa delegado  
obrero escogido por el presidente. Los resultados no fueron muy sa-  
tisfactorios y hubo un descontento de los directivos de la ASO, esto  
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conllevó a continuar con las propuestas de arreglo, pero ante la ne-  
gativa y el rechazo de la SADCo, los mineros aglutinados en la ASO,  
cuando se cumplía un año de su creación, por primera vez, realizó  
un gran desfile con antorchas, que llenó las calles del campamento  
con más de 800 hombres y unas 50 mujeres. Al término del desfile se  
realizó una formidable asamblea donde se lanzó la proclama de que  
si no había arreglo se irían a la huelga. Estuvieron presentes el Dr.  
Modesto Peñaherrera, el Sr. Néstor Ordóñez Aguilar, entre otros.  
En esta asamblea aparece la figura de Doña Rosa Vivar  
Arias, que protesta enérgicamente por el proceder indigno de la  
SADCo y, manifiesta:  
hasta cuando los obreros estarán con tanto pedir y suplicar, este  
procedimiento se debe dejar ya; la huelga debe realizarse lo más pronto  
anticipando a la empresa y al Gobierno que si hacemos huelga es por-  
que nuestros derechos y la leyes de la República nos amparan. La jus-  
ticia social exige que rompamos las cadenas con que la SADCo nos  
tiene oprimidos.  
Haremos la huelga con conciencia, moral y justicia. Esto en-  
tusiasmo a los obreros.  
Las palabras de Rosa Vivar tenían un profundo contenido fi-  
losófico y poseía el don de convencimiento para meter en razón a  
los mineros de que la solución era la huelga. Ella se desempeñaba,  
en aquel entonces como secretaria del Sindicato de obreros y conocía  
de cerca el sufrimiento y el dolor de ellos, lo que hizo que se aban-  
dere del problema por lo que en la actualidad, conociendo su trayec-  
toria, se le considere una heroína de los obreros de Portovelo.  
La astucia e intrigas de los personeros de la empresa lograron  
sus propósitos al dividir a los integrantes de la ASO en dos bandos  
antagónicos y así debilitar el movimiento obrero. Pero, los abusos  
que seguía cometiendo la compañía hicieron que crezca en el obrero  
la indignación y, como grupo, querían lanzarse contra los gringos de  
la empresa, para ello ¡que mejor que la huelga! Contaban con el  
apoyo de los madereros que se habían constituido en el Sindicato  
“maderero Agrícola Progresista” que llegó a contar con centenares de  
campesinos.  
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Historia de la minería en Portovelo  
Las luchas mineras de 1919 y 1935  
La huelga era eminente, la SADCo se sentía confiada por la  
división de los obreros y porque en el campamento estaba un desta-  
camento del ejército del Ecuador, mientras que los mineros estaban  
cansados de esperar que llegue la justicia que nunca llegó.  
El 22 de octubre de 1935, era presentado a la SADCo el pliego  
de peticiones de los trabajadores, con la condición de que si la em-  
presa no aceptaba, se irían a la huelga.  
Al no haber respuesta alguna, el 8 de noviembre de 1935, se  
decreta paro parcial de actividades, sin embargo, el movimiento fue  
debilitado por la maniobras e intrigas de los directivos de la SADCo,  
que tenían a los miembros de la ASO divididos en dos grupos. Ante  
esto, los obreros recorrieron el campamento invitando e insistiendo  
a los trabajadores sobre la problemática y cuál era el motivo de la  
lucha que habían emprendido. Un grupo de mineros, en número de  
400, fueron sorprendidos por la policía, apresando a los cabecillas,  
entre ellos: León B. Aguilar, Andrés Alvarado, Manuel Coronel y Ma-  
nuel Ambuludí, los policías, además, dispararon al aire y lanzaron  
las mulas en que montaban contra la multitud de manifestantes.  
Estas medidas en vez de acobardar a los obreros los avivaron más y  
se lanzaron contra la policía a liberar a los aprendidos, pero los diri-  
gentes de la ASO comprendieron que esto era tramado por la  
SADCo. para luego justificar los hechos que querían realizar, pi-  
diendo a sus compañeros que se retiren, evitando así una posible  
matanza de obreros, que lo único que sabían era de su trabajo en las  
minas con pico y pala.  
Los madereros, con su secretario general el Sr. Braulio Ca-  
rrión, se unieron al movimiento y estaban de acuerdo con el paro. Se  
pidió apoyo a los trabajadores de Zaruma, al pueblo y luego de una  
serie de reuniones y discusiones, se acuerda realizar el paro el 10 de  
noviembre de 1935, como fue la propuesta de los Hnos. Vivar, León  
Aguilar, y otros. Contaban con el apoyo de más de 300 trabajadores.  
El siguiente paso fue planificar las estrategias en el movi-  
miento, acordando tomarse las instalaciones del servicio hidráulico,  
dejando sin fluido eléctrico y con ello, se paralizaron los servicios  
básicos de la empresa, por ello, acuerdan tomarse de inmediato la  
compuerta del canal Portovelo y cortar el suministro de agua a la  
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planta metalúrgica y a las bombas que enviaban aire al interior de  
las minas.  
La huelga general estaba en marcha, aquellos héroes del tra-  
bajo, aquellos hombres endurecidos en el socavón, con la cuña y el  
martillo y con dinamita en mano, fueron quienes se enfrentaron va-  
lientemente a los gringos que, en su afán de enriquecerse, no les im-  
portaba la vida de nuestros compatriotas que a diario morían  
aplastados por toneladas de rocas o alcanzados por la dinamita al  
estallar, cuando se rompía la dura roca en el socavón. La SADCo  
había aleccionado a los militares del batallón de Caballería Febres  
Cordero, de los lugares estratégicos donde podían apostarse, para  
reprimir a los mineros manifestantes y la policía montada recorría  
el campamento con la consigna de sofocar la huelga, militares y po-  
licías se preparaban para reprimir a los manifestantes, sin importar-  
les que, por defender interés capitalistas y extranjeristas, se habían  
puesto en contra de aquellos hombres cuyo pecado era reclamar me-  
jores sueldos, salubridad y una vida digna. Los intereses económicos  
estaban por encima de la razón y la comprensión de aquellos servi-  
listas, que no les importó disparar contra sus propios hermanos  
ecuatorianos.  
Los obreros, portando la Bandera Nacional, se encaminaron  
a la compuerta del higuerón para impedir el paso del agua por el  
canal Portovelo. De repente, una descarga de fusilería los hizo retro-  
ceder atónitos, frente a ellos, soldados del “Febres Cordero”, al  
mando del teniente Cabrera, apostados ordenadamente como si es-  
tuvieran en el campo de batalla, dispararon a matar “La sangre de los  
obreros ecuatorianos bañó los campos auríferos de Portovelo, sangre de hé-  
roes proletarios, próceres de la nueva libertad como lo fuera Febres Cordero  
5
en las guerra de emancipación de nuestra República”, escribió Ricardo  
Paredes. Producto de este ataque cayeron muchos, entre ellos Ángel  
Morocho, que falleció, pero herido gravemente, gritaba: “Adelante  
6
muchachos, no tengan miedo pero vayamos esparcidos”, como es de su-  
poner, ningún minero portaba armas; la masacre fue injustificada.  
Una mujer valiente comenzó a arengar a los obreros, y gritaba “siga-  
5
6
Ricardo Paredes, op. cit., p.124.  
Ibídem.  
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Historia de la minería en Portovelo  
Las luchas mineras de 1919 y 1935  
mos que la victoria es nuestra”, ella era Rosa Vivar Arias, secretaria de  
Actas de la ASO y, con ella, muchas mujeres del campamento minero  
y de Zaruma que se habían armado con palos, piedras, botellas, ajíes  
etc. y acompañados de trabajadores y algunas autoridades de Za-  
ruma, bajaron a apoyar a los huelguistas, con el grito de viva la Sin-  
dical Obrera e increparon a los soldados, obligándoles a retroceder.  
Los obreros se tomaron la compuerta del higuerón, el obje-  
tivo fue cumplido y cortaron el suministro de agua, suspendiendo  
la fuerza motriz. Los dirigentes de la ASO destacaron comisiones  
para resguardar el orden e impedir la fuga de los dirigentes de la  
SADCo.  
Viendo este arrojo y decisión de los trabajadores, los dirigen-  
tes de la SADCo convinieron en realizar arreglos, destacando una  
comisión compuesta por el juez de Letras suplente Dr. Modesto Pe-  
ñaherrera, el subintendente capitán Bravo Zabala; el comisario na-  
cional Néstor Romero; el jefe político Ángel Sánchez; el síndico de  
la ASO. Dr. Jata; el superintendente de la SADCo, R.P Luke y el Sr.  
Paterson, entre otros, solicitaron a los huelguistas permitieran el su-  
ministro de agua a la planta eléctrica para evitar daños en las minas.  
La ASO por su parte, nombraría, a más de los que habían sido ya  
nombrados, a Néstor Ordóñez, secretario general del Sindicato y los  
dirigentes Rosa Vivar, Salvador Romero, Miguel Capa, el dirigente  
maderero Braulio Carrión y al síndico Dr. Jaya y en nombre de la  
compañía actuaron el gerente Mac Gonigle y el superintendente  
Luke. No todo el pliego de peticiones de la ASO fue aceptado por la  
SADCo, sino unos cuantos puntos. Tras largas discusiones de las co-  
misones con el delegado del Gobierno, los obreros se mantuvieron  
firmes en sus propósitos, llenos de valor y abnegación. Las aspira-  
ciones de los obreros habían sido satisfechas en su mayoría, aunque  
la empresa no cumplió con todo lo acordado, sino con una mínima  
parte.  
Los dirigentes de la SADCo, heridos en su amor propio, co-  
menzaron una persecución a los dirigentes de la ASO a quienes cap-  
turaron y expulsaron del lugar, entre ellos a Rosa Vivar que vivió un  
verdadero viacrucis al ser llevada a Piedras y luego a distintos luga-  
res de la provincias y, por último, trasladarse con unos familiares cer-  
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canos, a la ciudad de Machala donde falleció en la década de los años  
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0 del siglo pasado.  
Los policías arremetieron contra los mineros y el 18 de enero  
de 1936 ocurre un hecho criticable, cuando llevados por el odio y la  
venganza apostaron una ametralladora en la salida a Zaruma dispa-  
rando sin piedad contra niños mujeres y personas que nada tenían  
que ver con el levantamiento obrero.  
Conclusión  
Los mineros de Portovelo habían escrito una de las más bri-  
llantes hojas en la historia obrera nacional, sembrado en el País los  
ideales de clase y de unión aunque para ello tuvieron que derramar  
sangre inocente de hombres que lo que sabían era taladrar la dura  
roca con sus músculos y su puños de acero en los oscuros socavones.  
Este ejemplo de valentía y arrojo de los mineros de Portovelo se re-  
flejó en el país y comienzan a surgir reclamos en casi todas las pro-  
vincias por las triste condiciones de vida y el trato inhumano que les  
daba a los trabajadores las empresas y el mismo Estado ecuatoriano  
a los campesinos, ganaderos, madereros, carpinteros, albañiles, pa-  
naderos, mineros etc. El obrero por primera vez se levantó de manera  
desafiante, organizada y planificada en el País he hizo temblar a las  
empresas que representaban la explotación del hombre por el hom-  
bre y que no les importaba el sacrificio y dolor humano con tal de  
satisfacer su ambición y codicia como sucedió en los 54 años de ex-  
plotación minera de la Sauth American Develomet Company en Por-  
tovelo.  
El ejemplo de los mírenos de Portovelo, de levantar su voz  
de protesta con fervor y valentía contra las injusticias cometidas al  
pueblo son el ejemplo más fehaciente de lucha y unión y que cuando  
el pueblo se levanta no hay fuerza humana que lo detenga.  
Portovelo, provincia de El Oro  
Viernes 6 de diciembre de 2019  
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Historia de la minería en Portovelo  
Las luchas mineras de 1919 y 1935  
Bibliografía  
ANDRADE, Manuel de Jesús, Monografía del cantón Zaruma, Tipografía de la Es-  
cuela de Artes y Oficios, Quito, 1923  
PAREDES, Ricardo, Oro y sangre en Portovelo: el imperialismo en el Ecuador, Edición  
CPPEO, Quito, 1980  
ROJAS, Angel Felicísimo, Curipamba, Comisión de Publicaciones del Colegio  
Nacional Bernardo Valdivieso, Loja, 1983  
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