Panamá y Ecuador en la Historia
de plata y oro finísimo, sin ser explotadas; en las Islas del Rey se pes-
caban las perlas más apreciadas, preciosas y de hermoso color: dos
de ellas asombraron por su tamaño similar a huevos de paloma, de
excepcional figura, perfectamente esféricas y redondas; fueron lle-
vadas y entregadas a la Reina Dña. Bárbara, esposa del Rey Fer-
nando VI de España, para observación y deleite de esa corte.
Luego, muchísimo tiempo después, en la década de 1970 y
de allí en adelante, la presencia bancaria alcanzó amplio desarrollo.
Ha de encontrarse también vínculos de acercamiento entre ambos
pueblos, el panameño y el ecuatoriano. Naturalmente, que el manto
de la historia cubre a los dos países hermanos e idénticos en orígenes,
lengua y más concordancias positivas que deben servir para inten-
sificar mayores acercamientos y progreso.
El historiador español Cieza de León, en la primera mitad
del siglo XVI, en su renombrada Crónica, detalló los puertos y luga-
res costaneros existentes desde Panamá hasta llegar a tierras del
Perú, del cacique Birú de donde tomó ese nombre que, en el imagi-
nario español, era el reino de un cacique de fabulosas riquezas, como
El Dorado en Cundinamarca y la Amazonia. Los puertos y lugares
costeros fueron: Piñas, Palmas, Cabo de Corrientes, Bahía de la
Buena Ventura, Gorgona, Isla del Gallo, Manglares, Santiago, De Sar-
dinas, San Mateo, San Francisco, Cabo de San Lorenzo, Isla de la
Plata, Puerto Viejo, Bahía de los Caráquez, Punta de Santa Elena,
Callo y Zalango, La Puná, Túmbez, Isla de los Lobos, Cabo Blanco,
Punta de Aguja, Paita, Guavra, Salmerina, El Callao y la Ciudad de
los Reyes (Lima).
Este trayecto era ya conocido y servía de referente para las
ocupaciones del comercio y la navegación, provenientes de aquella
concertación o contrato suscrito, ante escribano público de la ciudad
de Panamá, el 10 de marzo de 1526:
Sepan cuantos esta carta de compañía viesen como yo don Fernando
de Luque, clérigo presbítero, vicario de la Santa Iglesia de Panamá de
una parte, y de la otra el capitán Francisco Pizarro y Diego de Almagro,
vecinos que somos de esta ciudad de Panamá, decimos, que somos con-
certados y convenidos de hacer y formar compañía la cual sea firme y
valedera para siempre jamás de esta manera: -Que por cuanto nos, los
BOLETÍN ANH Nº 202 • 455–481
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