BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVII Nº 202  
Julio–diciembre 2019  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVII  
Nº 202  
Julio–diciembre 2019  
Quito–Ecuador  
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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVII  
Nº 202  
Julio–diciembre 2019  
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Academia Nacional de Historia del Ecuador  
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enero 2020  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. XCVII – Nº. 202  
Julio–Diciembre 2019  
PANAMÁ Y ECUADOR EN LA HISTORIA  
CONFERENCIA MAGISTRAL  
POR LOS 500 AÑOS DE FUNDACIÓN DE PANAMÁ  
Franklin Barriga López1  
Del 21 al 25 de junio de 1976, en la ciudad de Panamá, se  
llevó a cabo el Quinto Congreso Internacional de Sociedades Boliva-  
rianas, con ocasión del Año del Sesquicentenario del Congreso An-  
fictiónico.  
Asistieron delegaciones de Alemania, Argentina, Bolivia, Co-  
lombia, Costa Rica, Curazao, Chile, Ecuador, El Salvador, España,  
Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Pa-  
namá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay  
y Venezuela.  
La nutrida delegación ecuatoriana estuvo presidida por el  
Dr. Benjamín Terán Varea, ministro de Gobierno y Presidente de la  
Sociedad Bolivariana, quien hizo una intervención oratoria en este  
cónclave, al igual que el Dr. Antonio Parra Velasco, rector de la Uni-  
versidad de Guayaquil y quien tiene la satisfacción de dirigirles la  
palabra en estos instantes, a la época con apenas 31 años de edad, en  
mi calidad de Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana- Nú-  
cleo de Cotopaxi.  
En esa oportunidad, me fue grato disertar sobre El ideario  
2
de Simón Bolívar , siempre actual y profundo, aleccionador y orien-  
tador de rutas hacia la dignidad, libertad y superación de los pue-  
blos, y que no puede ser tergiversado por quienes propugnan y  
practican el absolutismo, la miseria y la opresión.  
Es necesario no olvidar el significado del Congreso Anfictió-  
nico, que dio inicio el 22 de junio de 1826 y concluyó el 15 de julio  
1
2
Director de la Academia Nacional de Historia.  
Esta conferencia está publicada en Memoria Quinto Congreso Internacional de Sociedades Boliva-  
rianas, Sociedad Bolivariana de Panamá, Panamá, 1978, pp. 364 a 384.  
B O L E T Í N A N H N º 2 0 2 • 4 5 5 – 4 8 1  
4
55  
Franklin Barriga López  
del mismo año, en Tacubaya, cerca de la ciudad de México, debido  
a una epidemia que azotó en esos días a Panamá. El Congreso An-  
fictiónico, dejó pautas de vigencia incambiable en especial para quie-  
nes habitamos este continente. Entre sus conclusiones se hallan:  
Confederar a los países, mutuamente, en paz y en guerra; sostener en  
común ofensiva y definitivamente, la soberanía e independencia de  
cada de las potencias confederadas; franquear el territorio de cada  
país, a las tropas y víveres de los países que lo necesitaren; libertad de  
puertos para los buques armados en guerra y escuadras; impedir, sin  
previa consulta colectiva, la celebración de tratados de alianza o ligas  
perpetuas o temporales con potencias extranjeras, y establecer las cuo-  
tas de ayuda militar en caso de guerra. Se estableció el principio del  
gobierno democrático al decirse que si alguno de los países signatarios  
variase esencialmente en la forma de gobierno, éste no sería reconocido  
y aquel excluido de la confederación.  
Fundamentalmente, se consagraba el arbitraje como medio de impedir  
los diferendos entre los pueblos, y, en materia de libertades, y deseando  
establecer la igualdad humana, por el Art. 27 de las Partes Contratan-  
tes, se obligaban a la abolición y extirpación del tráfico de esclavos de  
África, debiendo ser declarados piratas los que condujeran cargamen-  
tos humanos.3  
El Derecho Internacional tuvo aporte cuantioso, en lo que  
respecta a la soberanía y cooperación entre países para su defensa,  
siguiendo los lineamientos trazados por Simón Bolívar en lo refe-  
rente a que “es necesario que la nuestra sea una sociedad de naciones her-  
manas, unidas, fuertes y poderosas, para sostenerse contra la agresión del  
poder extranjero4  
Lamentablemente, estos sueños del Libertador no se han  
cumplido a cabalidad. En el fondo, lo que él propugnó y quedó es-  
5
crito en la Carta de Jamaica fue: “Yo deseo más que otro alguno ver formar  
en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y ri-  
quezas que por su libertad y gloria”.6  
3
4
5
6
Ibíd., p. 381.  
Ibíd., p. 155.  
Kingston, septiembre 6 de 1815  
Augusto Mijares, prólogo. Manuel Pérez Vila, compilación. Simón Bolívar. Doctrina del libertador,  
Fundación Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1994, p.58  
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Panamá y Ecuador en la Historia  
En la misma Carta de Jamaica, Bolívar se refirió a Panamá  
en los siguientes términos:  
Esta magnífica posición entre los dos grandes mares, podrá ser con el  
tiempo el emporio del universo; sus canales acortarán las distancias  
del mundo, estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y  
Asia, traerán a tan feliz región los tributos de las cuatro partes del  
globo. Acaso solo allí podrá fijarse algún día la capital de la tierra como  
pretendió Constantino que fue Bizancio la del antiguo hemisferio.7  
En este punto, acudamos al connotado historiador pana-  
meño Dr. Ernesto J. Castillero: Cuando el Libertador Simón Bolívar,  
Presidente de la República, supo en Popayán la independencia del  
Istmo y su adhesión a Colombia, se apresuró a manifestar al coronel  
Fábrega su regocijo por este suceso. Con su edecán el coronel Flo-  
rencio O`Leary, escribió a Fábrega para expresarle:  
El Acta de Independencia de Panamá es el monumento más glorioso  
que pueda ofrecer a la humanidad ninguna provincia americana. Todo  
está allí consultado: justicia, generosidad, política e interés nacional.  
Transmita, pues, Ud., a esos beneméritos colombianos el tributo de mi  
entusiasmo por su acendrado patriotismo y verdadero desprendi-  
miento.8  
De Bolívar, quedaron estas otras frases inmortales:  
Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el  
de Corinto para los griegos. Ojalá que algún día tengamos la fortuna  
de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repú-  
blicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de  
la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo.  
Esta especie de corporación podría tener lugar en alguna época dichosa  
de nuestra regeneración.9  
7
8
Ibíd., p.60  
Ernesto J. Castillero, Historia de Panamá, en Panamá: capital de la tierra y emporio del universo,  
La Estrella de Panamá, 22-08-2010. Ver en: https://www.laestrella.com.pa/nacional/100822/  
panama-tierra-capital-emporio (29-11-2019)  
9
Ibíd.  
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Franklin Barriga López  
El Congreso Anfictiónico respondió a estos loables propósi-  
tos en su intención digna de ser recordada y la construcción del re-  
nombrado canal, inaugurado oficialmente el 15 de agosto de 1914,  
superó ciertamente al de Corinto de los griegos, ya que el panameño  
se abrió a todos los ámbitos, con alcance universal. Este canal atra-  
viesa el istmo, en una longitud que supera los 80 kilómetros; obra  
colosal que cumple funciones excepcionales para la integración y el  
desarrollo ecuménico, en función global, lo que significa tanto para  
los países ricos para que afiancen su prosperidad como para los po-  
bres para que impulsen auge económico, consiguientemente en  
todos los órdenes del convivir.  
Con visión imponderable y sacrificios inmensos, se pudo  
cumplir esta realización asombrosa. En su funcional y admirable  
museo, se registran las improntas históricas y más características que  
configuran esta presencia ineludible para la superación internacio-  
nal, con hálito de pretérito en cuanto a lo que puede hacer el ingenio  
humano para el adelanto y, con perspectiva de progreso, para la en-  
señanza positiva, en el presente y el porvenir.  
La desilusión del Libertador por no ver los frutos de su ob-  
sesiva pero útil concepción mental quedó plasmada en una carta al  
general José Antonio Páez, aquel prócer llanero que llegó a ser Pre-  
sidente de la República de Venezuela en tres períodos, en la que le  
manifestó: “El Congreso de Panamá, institución que debería ser admirable,  
no es otra cosa que aquel loco griego que pretendía dirigir desde la roca los  
10  
buques que navegaban en altamar”. Tremendas palabras que golpean  
la conciencia histórica, pero que a su vez se revisten de esencia in-  
mortal, ya que, a la final, Bolívar no aró en el mar, en vista de que  
su legado ha traspasado y seguirá traspasando los siglos por su con-  
tenido de simiente benéfica y grandiosa. Panamá ocupó lugar espe-  
cial en la mente de Simón Bolívar, es por ello que le vaticinó, en 1824,  
como “puente del mundo, corazón del universo”.  
La remembranza del congreso sesquicentenario con que ini-  
1
0 Germán A. de la Reza, compilador. Documentos sobre el Congreso anfictiónico de Panamá,  
Fundación Biblioteca Ayacucho y Banco Central de Venezuela, Caracas, 2010, p. LIV. Ver en:  
http://www.fundayacucho.gob.ve/wp-content/uploads/2015/11/DOCUMENTOS-DEL-  
CONGRESO-AFICTI%C3%93NICO-DE-PANAMA.pdf (27-11-2019)  
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Panamá y Ecuador en la Historia  
cié esta disertación, está presente a lo largo y ancho de América. En  
lo que concierne a los nexos panameños y ecuatorianos, se vuelve  
oportuno rememorar lo acontecido en el Palacio de Gobierno, en  
Quito, el jueves 18 de febrero de 1971; en esa fecha presentó Cartas  
Credenciales don Manuel José Hurtado de Sedas como Embajador  
de Panamá en el Ecuador ante el Dr. José María Velasco Ibarra, quien,  
por votación popular, fue Presidente de nuestra República en cinco  
ocasiones. Hurtado de Sedas expresó:  
Habré de emplear todo mi esfuerzo y mi mejor voluntad para mante-  
ner y desarrollar más aún los lazos de sincera amistad que felizmente  
existen entre nuestros dos países (…) Los lazos de afecto, de solidari-  
dad y simpatía entre los dos pueblos hermanos, nunca tuvieron opor-  
tunidad de rayar a mayor altura como cuando el apóstol de las ideas  
liberales, el gran ecuatoriano general Eloy Alfaro, sentó sus reales en  
Panamá e hizo de ese país su segunda patria. Uniendo su vida a la de  
una distinguida dama panameña, fundó en aquella tierra un hogar mo-  
delo, bendecido por una descendencia numerosa y lucida que es timbre  
de orgullo de panameños y ecuatorianos por igual. Panamá se ufana  
también de haber sido la tierra de refugio del famoso jefe ecuatoriano  
y de haberle suministrado sus cuarteles de invierno, cuando quiera que  
la adversidad le golpeaba con mano cruel y le señalaba el camino del  
ostracismo.11  
Velasco Ibarra manifestó:  
La geografía influye y, a veces, señala el destino de hombres y naciones.  
Simón Bolívar lo intuyó respecto a Panamá al anunciar el 7 de diciem-  
bre de 1824 que el Istmo de Panamá, colocado en el centro del globo,  
que contempla por un lado el Asia y por el otro el África y Europa, es-  
taba llamado a ser la capital jurídica del mundo. Dos grandes anhelos  
preocuparon a Bolívar respecto del derecho Internacional y ambos tu-  
vieron a Panamá como sede o sugerencia. Quiso que las repúblicas  
americanas, antes Colonias españolas, se vinculasen, sin mengua de su  
autonomía para la defensa de su independencia internacional. Con este  
fin convocó desde Lima a los Gobiernos respectivos para el Congreso  
1
1 Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador, Ecuador y Panamá, Discursos cruzados entre  
el Excmo. Señor Presidente de la República, Dr. José María Velasco Ibarra, y el Excmo. Sr.  
Embajador de la República de Panamá, don Manuel José Hurtado de Sedas, en la presenta-  
ción de Cartas Credenciales, Quito, Ecuador, 1971.  
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que se reunió en Panamá en 1826. De allí salieron los Tratados y Con-  
venciones de ese año, la más grande creación del Derecho Internacional  
Público. En esos Tratados se inspiraron los creadores de la Liga de las  
Naciones de 1919. Si los Acuerdos Internacionales de 1826 y 1919 hu-  
biesen sido lealmente practicados y enriquecidos, según las sugerencias  
de las circunstancias reales, habría hoy un efectivo derecho entre Na-  
ciones y no contempláramos en pleno siglo de los derechos internacio-  
nales del hombre, los atropellos, abusos, invasiones que ultrajan la  
dignidad de nuestra especie. Y Panamá inspiró a Bolívar una idea más  
amplia y futurista. Su genio intuyó que las naciones se acercarían cada  
día más por los adelantos técnicos, que la humanidad a través de san-  
gre y dolores, obra de la miopía y crueldad de sus conductores, tendría  
que llegar a la unidad mundial impulsada por el dinamismo de fuerzas  
vitales incontenibles.12  
Añadió Velasco Ibarra, dirigiéndose al flamante embajador  
panameño que iniciaba su trabajo en Ecuador:  
Vuestra Patria es, pues, un símbolo, una ocasión de aspiraciones hu-  
manas. Por un lado, los orígenes del Derecho Internacional Americano,  
original y rica aportación a la cultura del mundo con los siguientes ca-  
pítulos: primero, el Tratado de Unión, Liga y Confederación perpetua  
firmado en Panamá a quince días del mes de julio del Año del Señor,  
mil ochocientos veinte y seis; y, segundo, en épocas posteriores, la Doc-  
trina Drago, fundamental para regular en la era contemporánea las au-  
dacias del Estado más fuerte que por motivos económicos pretende  
desconocer la respetabilidad moral de la soberanía de los pueblos; y,  
por último, en estos días, las Declaraciones Latinoamericanas sobre el  
Derecho en el Mar y la amplitud del Mar territorial. Declaraciones que  
defienden las urgencias vitales de los pueblos contra la piratería de  
quienes, gracias al saqueo, alimentan sus caudales. Por dicha, las de-  
claraciones sobre Derechos en el Mar encuentran la simpatía de los pa-  
íses del África y del Asia. Y, por otro lado, Sr. Embajador, vuestra Patria  
sugirió la sublimación a la que llegará un día la especie humana: la uni-  
dad de pueblos y naciones que modificará radicalmente la psicología,  
conducta y anhelos de hombres y de Estados. Con estos antecedentes,  
comprendéis con cuánto afecto vais a ser recibido en el Ecuador y con  
cuánta sincera decisión el Gobierno Ecuatoriano cooperará para el éxito  
de vuestra tarea diplomática.13  
12 Ibíd.  
13 Ibíd., pp. 15 y 16.  
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Panamá y Ecuador en la Historia  
La cita de Hurtado de Sedas en torno a Eloy Alfaro es la más  
emblemática de las que pueden efectuarse en materia de vínculos de  
Panamá y Ecuador o viceversa: Alfaro, el paladín de las transforma-  
ciones liberales en nuestro país tuvo en esta hermosa tierra custo-  
diada por océanos la hospitalidad y apoyo que hicieron menos  
dolorosos su realidad y desvelos de exiliado y hasta perseguido po-  
lítico; el amor que le prodigó Dña. Ana Paredes Arosemena, su ejem-  
plar esposa, de abolengo y temple, mitigó sus tiempos de persecu-  
ciones, amarguras y reveses. De este matrimonio que tuvo lugar el 10  
de enero de 1872, en la iglesia de La Merced, en Panamá, nació una  
prole de distinción cuyas ramificaciones identifican a familias precla-  
ras de ambos países.  
Un historiador que vivió en la época, narró el enlace nupcial  
en estos términos:  
Alfaro contrajo matrimonio con una de las señoras con más prendas,  
de una de las familias de más posición del Istmo. La señora era digna  
de su esposo. Tan notorios son sus méritos, tan estrictamente arreglada  
su conducta a la moral, tan noble su proceder en todo, que se ve luego  
en posición de entrar en una de las familias más distinguidas del  
Istmo”, dijo Juan Montalvo en 1878.14 (…) La señorita Ana Paredes y  
Arosemena, con venia de su padres, fue luego Ana Paredes de Alfaro.  
Hoy mismo, el padre de aquella señorita interesante, es Gobernador  
de Panamá”, añadió Montalvo en un artículo fechado en Ambato, el  
2
4 de diciembre de 1878.15  
Este célebre autor sabía lo que escribió, debido a que preci-  
samente en Panamá o desde Panamá recibió apoyo digno, econó-  
mico y oportuno de Eloy Alfaro. Ambos personajes estuvieron  
unidos por una amistad sincera, admiración recíproca e ideales su-  
perlativos.  
El apoyo de doña Ana Paredes Arosemena para su esposo  
con quien tuvo nueve vástagos de los cuales solamente cinco, tres  
mujeres y dos varones, llegaron a la edad adulta, fue constante, va-  
1
4 Roberto Andrade, Vida y muerte de Eloy Alfaro, Editorial El Conejo, Quito, 1985, tercera edición,  
impresa y encuadernada por Editorial Printer Colombiana Ltda., p. 12. La primera edición  
de esta obra se realizó en York Printing Co., Nueva York, 1916.  
5 Ibíd.  
1
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Franklin Barriga López  
liente y decisivo. Para comprobar esta aseveración, basta recordar  
estas frases suyas: “Al General Eloy Alfaro no se lo busca debajo de las  
16  
camas, sino en los campos de batalla”. Fue la Primera Dama del Ecua-  
dor, en su calidad de cónyuge del Presidente de la República, entre  
1
895 y 1901 y entre 1906 y 1911. Esta familia ecuatoriana-panameña  
mereció aprecio y distinción acordes a su rango. Cuando llegó a Gua-  
yaquil, se produjeron estas escenas que reflejan lo mencionado:  
Guayaquil se puso de pie el día del arribo de la familia del Jefe Su-  
premo: la muchedumbre se atumultuó en los muelles, el aire resonaba  
con incesantes aplausos, se agitaban pañuelos y sombreros; y el vapor  
en que llegó la familia, pasó repetidas veces por la ría, de uno a otro  
extremo de la hermosa metrópoli del Guayas. Guayaquil estaba con-  
movido; conocía al hombre, le había observado largo tiempo, se acor-  
daba de su procedimiento con la patria, y quería demostrarle que le  
amaba, en uno de los instantes de mayor enternecimiento del patriota.  
Repitiéronse desde entonces manifestaciones diarias, en cantones, pa-  
rroquias, haciendas, donde la familia era agasajada con discursos, con  
regalos conmemorativos, con aplausos. Alfaro estaba incrustado en el  
17  
corazón del pueblo del Guayas.  
Eloy Alfaro en Panamá no solo formó una familia –como ya  
anoté- sobresaliente en los diversos campos del convivir social, po-  
lítico, económico, diplomático y cultural, sino que descolló como em-  
presario próspero y hasta exportador, lo que le posibilitó recursos  
económicos para colaborar con las acciones de armas que encabezó  
o ayudó en Ecuador y otros países.  
Fue un acierto, para la mejor integración panameña-ecuato-  
riana, el develamiento de un busto de este hombre de pro, el 14 de  
abril de 2018, en el jardín exterior del Parlamento Latinoamericano  
y del Caribe, en la Zona de Amador.  
El comercio fue el principal vínculo entre Panamá, Manta y  
Guayaquil especialmente, sobre todo en el ámbito del cacao, café, ta-  
baco, cascarilla, bayeta, mangles, suelas, pita, caucho, hamacas y, pri-  
mordialmente, sombreros de paja toquilla cuyo centro de producción  
16 Dumar Iglesias Mata, Eloy Alfaro 100 facetas históricas, Casa de la Cultura Ecuatoriana-Núcleo  
de Manabí, Portoviejo, 1995, p. 317.  
7 Cit. N. 9, p. 254.  
1
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Panamá y Ecuador en la Historia  
fue y es la provincia ecuatoriana de Manabí, en la que, en Monte-  
cristi, el 25 de junio de 1842, nació Eloy Alfaro, cuyo padre, Manuel,  
estuvo dedicado a esta actividad, la que hizo que vaya al Istmo, junto  
a su hijo que, en este marco, conoció a quien iba a ser su distinguida  
esposa, como ya quedó reseñado. Estas circunstancias posibilitaron  
la unión de miembros de familias de uno y otro lado, nexos que fue-  
ron paulatinamente creciendo, con apellidos de resonancia en ambos  
países, además de Alfaro, Arosemena, Aguirre, Paredes, De Alba,  
Puig, Icaza, Avilés, Huerta, Delgado, Gómez, Pérez, Sánchez, Már-  
quez de la Plata, Reyes, Rohde, Ortiz, Bautista, Feraud, Preciado,  
Acevedo, entre otros.  
Cuando se produjo La Hoguera bárbara, como bien calificó  
Alfredo Pareja Diezcanseco a su libro de condena y denuncia, que  
recoge la inmolación de Eloy Alfaro y varios de sus lugartenientes,  
en Quito, el 28 de enero de 1912, hecho execrable que condenan las  
generaciones por su primitivismo y la perfidia de quienes lo conci-  
bieron, alentaron o ejecutaron, siguiendo las órdenes de los que es-  
tuvieron tras bastidores. Panamá se estremeció de dolor y rabia por  
la pérdida de un paradigma que se identificó plenamente con este  
país que le entregó hospitalidad y el amor de una de sus damas más  
virtuosas y valientes, como ya reseñé. No fue para menos la reacción  
de la prensa panameña por el suceso que privó al istmo de un amigo  
entrañable que catalogó a Panamá, con exceso de razones, como su  
segunda patria.  
Cuando aconteció su muerte en aquel innombrable 28 de  
enero, inmediatamente Panamá reaccionó y se solidarizó con la fa-  
milia Alfaro, con manifestaciones de sólida raigambre amical que  
honran al istmo. A los pocos días del fatídico hecho, el 31 de marzo  
de 1912 tuvo lugar en la ciudad de Panamá una velada fúnebre en  
homenaje a la memoria del General Eloy Alfaro, en la que pronunció  
un discurso el Dr. José Peralta, uno de los mayores ideólogos de la  
Revolución Liberal, escritor, periodista, panfletario, rector de la Uni-  
versidad de Cuenca, orador de fuste, diplomático, ministro de Rela-  
ciones Exteriores y de Instrucción Pública. He aquí unos fragmentos  
de esa histórica pieza oratoria:  
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Franklin Barriga López  
Hermanos panameños:  
Os habéis congregado para tributar un doloroso homenaje a la memo-  
ria de un gran ecuatoriano; y, como amigo y compatriota de aquel  
varón eminente, no puedo dejar de unir mi voz a la vuestra, para de-  
plorar la inmensa pérdida que han sufrido mi desventurada Patria y  
la humanidad misma, por Eloy Alfaro que era servidor del progreso y  
la libertad del mundo.  
Allá, tras de las olas que bañan vuestras costas, hay una tierra muy  
hermosa y muy digna de la felicidad y la grandeza; una tierra que para  
el proscrito privado de ella no se parece a ninguna otra tierra, porque  
alberga todos sus recuerdos y todos sus afectos, la cuna de sus hijos y  
el sepulcro de sus mayores. Esa tierra querida, al par que la vuestra, es  
de estirpe de gigantes, nación entre laureles, arrullada por la gloria y  
los épicos cantos de emancipación Sudamericana.  
Esa tierra es el Ecuador; pero un fatal desenvolvimiento de sucesos la  
redujo otra vez a la servidumbre, y retorcíase la noble hija de Bolívar  
bajo la férula de los tiranos que consiguieran esclavizarla. Otra vez la  
superstición y el fanatismo, como venda de plomo ardiente, mataron  
la pupila del pueblo ecuatoriano (…) A Eloy Alfaro le faltaba también  
el martirio; su misión habría carecido del sello grandioso sin el trágico  
fin de todos los benefactores del linaje humano. Grande por sus hechos  
y servicios a la Patria, grandes sus virtudes personales, necesitaba un  
pedestal de los grandes hombres, sobre el que se yerguen y dejan ad-  
mirar de todas las posteriores generaciones. Alfaro, sin el horroroso  
martirio del 28 de enero de 1912, acaso se habría confundido con otras  
celebridades nuestras que, a pesar de sus méritos, no han conseguido  
conquistarse la primera fila en la Historia de su país; pero los mismos  
que ansiaban exterminar y anonadar al Reformador y al Héroe, los mis-  
mos que profanaron su cadáver y lo redujeron a cenizas han contri-  
buido eficazmente a la inmortalidad del fundador del Liberalismo  
Ecuatoriano. Ellos son los obreros providenciales que han colocado la  
piedra angular sobre la que no muy tarde se elevarán los monumentos  
consagrados por la gratitud nacional a la memoria del mártir. Ellos,  
ellos los que lejos de haber logrado borrar con sangre y horrores el  
nombre ilustre de Eloy Alfaro, lo han grabado en páginas más durade-  
ras que el mármol y el bronce.18  
Peralta finalizó su discurso con estas sentidas palabras de  
gratitud y alabanza para Panamá:  
18 Alfaro, Eloy, Obras completas, escritos políticos, Tomo I, Consejo Nacional Electoral-Instituto  
de Investigación, Formación y Promoción Político Electoral, Quito, 2012, pp. 27-34.  
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Panamá y Ecuador en la Historia  
El pueblo ecuatoriano, que ha mirado con horror las iniquidades del  
2
8 de enero y maldice el primero las manos inicuas que han escrito la  
página más negra de la Historia de América; el pueblo ecuatoriano,  
digo, os quedará muy agradecido por vuestras significativas y honro-  
sas muestras de condolencia; y yo, hermanos, el último de los hijos de  
la hermosa y afligida Patria, grabaré en mi corazón el recuerdo de esta  
noche y no cesaré de elogiar, como merecen, los sentimientos de no-  
bleza, fraternidad y justicia que tan altamente distinguen a nuestros  
hermanos de la República Panameña.19  
En el Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exte-  
riores del Ecuador, en Quito, reposa una comunicación, fechada 15  
de marzo de 1910, suscrita por Carlos A. Mendoza, Encargado del  
Poder Ejecutivo de la República de Panamá. En esta misiva oficial  
dirigida a Eloy Alfaro, Presidente de la República del Ecuador, a más  
de Su Excelencia que es el trato protocolario que hasta hoy se emplea,  
le dio el vocativo de “Grande y Buen Amigo”, al que textualmente  
participó un hecho luctuoso:  
Tengo el honor de comunicar a S. E. que a las 2 y 45 p.m. del día pri-  
mero del actual, falleció en esta capital el Excelentísimo señor don José  
Domingo de Obaldía, Presidente Constitucional de la República, y que  
con motivo de tan infausto como lamentable acontecimiento asumí y  
tomé posesión dicho día, de la Primera Magistratura de la República,  
ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en mi carácter de se-  
gundo designado, por la sensible e irreparable muerte del ilustre don  
José A. Arango (Q.D.D.G.), primer Designado. A la vez me es altamente  
placentero, significar a S.E. que en el ejercicio de ese elevado cargo,  
tengo el firme propósito de no omitir esfuerzo alguno, para acrecentar  
y consolidar las cordiales relaciones de amistad existentes entre nues-  
tros Estados y Gobierno, a fin de que ellas sean cada día más estre-  
20  
chas.  
Otra comunicación oficial, de similares proporciones, que  
data de 1910 y que asimismo existe en el mencionado Archivo diplo-  
mático, expresa:  
19 Ibid., p. 34.  
20 Boletín oficial del Ministerio de Estado de la República de Cuba, Volumen 7, Ministerio de Estado,  
Imprenta de Rabla y Bouza, Cuba, 1910, p.227.  
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Franklin Barriga López  
Pablo Arosemena, Encargado de Poder Ejecutivo de la República de  
Panamá a S.E. Eloy Alfaro, Presidente de la República del Ecuador,  
Grande y Buen Amigo: Cábeme la honra de participar a V.E. que ele-  
gido por la Asamblea Nacional Primer Designado a la Presidencia de  
la República, he entrado a ejercerla en la fecha, previo el juramento  
legal, ante aquel augusto Cuerpo, hasta la terminación del actual perí-  
odo constitucional, por fallecimiento del presidente titular. Abrigo la  
grata esperanza de que las relaciones de amistad que sirven de vínculo  
a nuestros Estados continuarán cultivándose con la más sincera cor-  
dialidad y me apresuro a ofrecer a V. E. mis mejores intenciones para  
concurrir a tan noble propósito. Haciendo votos en nombre del Pueblo  
y Gobierno panameños para el mayor engrandecimiento de vuestro  
Pueblo y su Gobierno y por la ventura personal de V.E. tengo el honor  
21  
de suscribirme de V.E Leal y Buen Amigo.  
Como se habrá podido reflexionar de los renglones anterio-  
res que contienen ambas misivas, el aprecio y la distinción para Eloy  
Alfaro fueron muy especiales, brotados de genuina esencia, de esa  
amistad que evoluciona ejemplarmente hasta consolidarse por lazos  
familiares, para beneficio de los pueblos y los gobiernos. Esa es la  
atmósfera en que deben proseguir las relaciones, en todos los cam-  
pos, entre Panamá y Ecuador, para la concordia, fraternidad y gran-  
deza de ambas sociedades relacionadas por vínculos seculares y  
bienhechores.  
De otra parte, las vinculaciones de Ecuador son más anti-  
guas, así, fue panameño el padre de Vicente Ramón Roca, el tercer  
presidente constitucional ecuatoriano, que gobernó desde el 8 de di-  
ciembre de 1845 al 15 de octubre de 1849; de nombre Bernardo Roca  
y Liceras, en tierras a las orillas del río Guayas se afincó hasta fallecer  
casi nonagenario, formó su hogar con la dama guayaquileña María  
Ignacia de los Ángeles Rodríguez. En épocas posteriores, el expresi-  
dente ecuatoriano Abdalá Bucaram Ortiz se radicó en Panamá por  
largos años, debido a razones que no son del caso analizar en estos  
instantes.  
Por su excepcional ubicación geográfica, a Panamá se le re-  
conoció como centro del mundo, que realmente lo es. En el siglo  
XVIII, el jesuita Mario Cicala escribió:  
21 Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador.  
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466  
Panamá y Ecuador en la Historia  
La ciudad de Panamá, hace muchos años fue el emporio de todo el co-  
mercio de América Meridional y de parte de la Septentrional. Fue una  
ciudad de las más opulentas y aunque se la llamaba la garganta (en ita-  
liano quiere decir gola), por donde pasaban los grandes valores del co-  
mercio, de los que una parte considerable quedaba en ella, por lo que  
casi no se encontraba ninguna persona pobre. Pero desde que fueron  
quitadas las armadas o flotas en 1736, Panamá se vio convertida en el  
emporio de todas las miserias e infelicidades. Y en verdad, en tiempos  
pasados tan pronto como se daba aviso de haber partido de Cádiz la  
Flota hacia Portobelo, poníanse en movimiento y en viaje todos los nú-  
cleos de comercio de Quito, Guayaquil, Chile, Lima y todo el Perú, con  
sus capitales, que de ordinario pasaban los cuarenta millones, trasla-  
dándose a Panamá, y desde allí remitían a Portobelo algunos comisio-  
nados, que eran los principales cabezas de cada sector del comercio,  
mientras que los demás se quedaban en Panamá, por ser en tiempo de  
Flota la ciudad de Portobelo de un clima pésimo y propenso al feo ata-  
que que llaman vómito prieto o negro, ataque mortal y dificilísimo de  
ser curado. Primariamente se celebraba la feria en Portobelo y después  
en Panamá; de ordinario se quedaban aquellos grupos de comerciantes  
en esta ciudad cerca de tres meses. Cuánto dinero se quedaba en la ciu-  
dad no es fácil decirlo.22  
Este mismo sacerdote jesuita dio la respuesta para la baja del  
comercio:  
La causa porque ya no arribaban las naves de Lima en aquel golfo pa-  
nameño, es porque Chile y Perú están provistos desde España conti-  
nuamente con naves de registro cargadas de mercancías; por tanto el  
dinero que pasaban por la Provincia de Quito y por Panamá era em-  
barcado ahora en los registros que van y vienen de Cádiz a Cartagena  
de Indias, de esta manera por una u otra parte ha quedado la ciudad  
de Panamá sin comercio.23  
Desde los tiempos de la Colonia, la denominada Ruta Tran-  
sístmica, que unía a los dos océanos, facilitó el tránsito del comercio  
2
2 Mario Cicala, S.I., Descripción Histórico-Topográfica de la Provincia de Quito de la Compañía de  
Jesús, escrita por un sacerdote de la misma provincia de la Compañía de Jesús, Parte Primera, Vi-  
terbo, 1771, Biblioteca Ecuatoriana “Aurelio Espinosa Pólit”- Instituto Geográfico Militar,  
Quito, 1994, pp. 241 y 242.  
23 Ibíd., p.242.  
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467  
Franklin Barriga López  
transnacional y el flujo de viajeros, sobre todo de Europa hacia los  
territorios localizados en tierras del Pacífico y viceversa, especial-  
mente en la parte este de América del Sur: el Camino Real y el Ca-  
mino de Cruces eran las vías para llegar a Nombre de Dios y a  
Portobelo, cuyo nombre deriva de la impresión que causó a Cristóbal  
Colón cuando le calificó de Puerto Bello. Siglos después, con estas  
orientaciones, el Canal mundialmente conocido y utilizado, conso-  
lidó la privilegiada situación geográfica que tiene Panamá y, con ella,  
su importancia en el contexto planetario, en los campos no solo ge-  
opolítico y estratégico, económico, cultural, de relaciones internacio-  
nales, integración y adelanto universal.  
Con el paso de los años y como se anotó, la puntualización  
del historiador Cicala perdió piso y Panamá volvió a ser, como hasta  
ahora, emporio de comercio y de actividad económica en general,  
anotándose que por Panamá y a la altura de 1848, el istmo sirvió de  
24  
ruta para quienes iban atraídos por la fiebre del oro de California.  
Fue de significación mayor la construcción del ferrocarril que  
estuvo en funcionamiento a partir de 1855, desde el Atlántico (Colón)  
hasta el Pacífico (la ciudad de Panamá); las dos costas se unieron por  
la línea férrea, lo que trajo dinamismo marcado a la economía, misma  
que se incrementó mayormente con el Canal, obra asombrosa, una  
de las más emblemáticas del siglo XX, a nivel universal, con la cual  
quedó marginado el largo y peligroso cruce de las embarcaciones por  
el sur del continente, el estrecho de Magallanes y el Cabo de Hornos.  
Panamá, desde entonces, se integró definitivamente a las di-  
rectas rutas mundiales, al cosmopolitismo que le caracteriza, con los  
beneficios consiguientes no solo para esta República que declaró su  
separación de Colombia en 1903 sino para el planeta en general. Hizo  
presencia antes, como ente que se lo conceptúa la Primera República,  
1840 y 1841, el Estado del Istmo, con Tomás Herrera y, luego, en 1855,  
durante treinta años, con propia personalidad, impulsada por Justo  
Arosemena, en el marco grancolombiano.  
Volvamos al siglo XVIII y a la descripción de Mario Cicala:  
La riqueza panameña quedó retratada en su territorio lleno de minas  
2
4 Celestino Andres Araúz, Patricia Pizzurno, “El istmo y su historia”. En: Alfredo Maiquez,  
Panamá el país, Ediciones Gamma, Bogotá, 2001, pp.36-37.  
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Panamá y Ecuador en la Historia  
de plata y oro finísimo, sin ser explotadas; en las Islas del Rey se pes-  
caban las perlas más apreciadas, preciosas y de hermoso color: dos  
de ellas asombraron por su tamaño similar a huevos de paloma, de  
excepcional figura, perfectamente esféricas y redondas; fueron lle-  
vadas y entregadas a la Reina Dña. Bárbara, esposa del Rey Fer-  
nando VI de España, para observación y deleite de esa corte.  
Luego, muchísimo tiempo después, en la década de 1970 y  
de allí en adelante, la presencia bancaria alcanzó amplio desarrollo.  
Ha de encontrarse también vínculos de acercamiento entre ambos  
pueblos, el panameño y el ecuatoriano. Naturalmente, que el manto  
de la historia cubre a los dos países hermanos e idénticos en orígenes,  
lengua y más concordancias positivas que deben servir para inten-  
sificar mayores acercamientos y progreso.  
El historiador español Cieza de León, en la primera mitad  
del siglo XVI, en su renombrada Crónica, detalló los puertos y luga-  
res costaneros existentes desde Panamá hasta llegar a tierras del  
Perú, del cacique Birú de donde tomó ese nombre que, en el imagi-  
nario español, era el reino de un cacique de fabulosas riquezas, como  
El Dorado en Cundinamarca y la Amazonia. Los puertos y lugares  
costeros fueron: Piñas, Palmas, Cabo de Corrientes, Bahía de la  
Buena Ventura, Gorgona, Isla del Gallo, Manglares, Santiago, De Sar-  
dinas, San Mateo, San Francisco, Cabo de San Lorenzo, Isla de la  
Plata, Puerto Viejo, Bahía de los Caráquez, Punta de Santa Elena,  
Callo y Zalango, La Puná, Túmbez, Isla de los Lobos, Cabo Blanco,  
Punta de Aguja, Paita, Guavra, Salmerina, El Callao y la Ciudad de  
los Reyes (Lima).  
Este trayecto era ya conocido y servía de referente para las  
ocupaciones del comercio y la navegación, provenientes de aquella  
concertación o contrato suscrito, ante escribano público de la ciudad  
de Panamá, el 10 de marzo de 1526:  
Sepan cuantos esta carta de compañía viesen como yo don Fernando  
de Luque, clérigo presbítero, vicario de la Santa Iglesia de Panamá de  
una parte, y de la otra el capitán Francisco Pizarro y Diego de Almagro,  
vecinos que somos de esta ciudad de Panamá, decimos, que somos con-  
certados y convenidos de hacer y formar compañía la cual sea firme y  
valedera para siempre jamás de esta manera: -Que por cuanto nos, los  
BOLETÍN ANH Nº 202 • 455–481  
469  
Franklin Barriga López  
dichos capitán Francisco Pizarro y Diego de Almagro, tenemos licencia  
del señor gobernador Pedro Arias de Ávila para descubrir y conquistar  
las tierras y provincias de los reinos llamados del Perú, que está, por  
noticia que hay, pasado el golfo y travesía del mar de la otra parte; y  
porque para hacer la dicha conquista y jornada y navíos y gentes y bas-  
timento y otras cosas que son necesarias, no lo podemos hacer por no  
tener dinero y posibilidad cuanta es menester; y vos el dicho don Fer-  
nando de Luque nos los dáis porque esta compañía la hagamos por  
iguales partes: somos contentos y convenidos de que todos tres her-  
manablemente, sin que haya de haber ventaja más del uno que del otro,  
ni el otro que el otro de todo lo que se descubriere, ganare y conquis-  
tare, y poblare en los dichos reinos y provincias del Perú. Y por cuanto  
vos el dicho don Fernando de Luque nos disteis, y ponéis de puesto  
por vuestra parte en esta dicha compañía para gastos de la armada y  
gente que se hace para la dicha jornada y conquista del dicho reino del  
Perú, veinte mil pesos en barras de oro, y de a cuatrocientos y cincuenta  
maravedís el peso, los cuales recibimos luego en las dichas barras de  
oro que pasaron de vuestro poder al nuestro en presencia del escribano  
de esta carta, que lo valió y montó; y yo Hernando del Castillo doy fe  
que los vide pasar los dichos veinte mil pesos en las dichas barras de  
oro y los recibieron en mi presencia el capitán Pizarro y Diego de Al-  
magro, y se dieron por contentos y pagados de ella. Y nos, los dichos  
capitán Francisco Pizarro y Diego de Almagro ponemos de nuestra  
parte en esta dicha compañía la merced que tenemos del dicho señor  
gobernador, y que la dicha conquista y reino que descubriremos de la  
tierra del dicho Perú, que en nombre de S.M. nos ha hecho, y a las  
demás mercedes que nos hiciere y acrecentare S.M., y los de su Consejo  
de Indias de aquí adelante, para que de todo gocéis y hayáis vuestra  
tercera parte, sin que en cosa alguna hayamos de tener más parte cada  
uno de nos, el uno que el otro, sino que hagamos de todo ello partes  
iguales.2  
5
El 21 de septiembre del mismo año, el piloto andaluz Barto-  
lomé Ruiz avistó latitudes ecuatoriales. Llegó a Esmeraldas. Los es-  
pañoles recorrieron estas regiones, en 1531, de Esmeraldas a  
Túmbez, capitaneados por Francisco Pizarro; en 1534, de Túmbez a  
Caranqui, orientados por Sebastián de Benalcázar, por Pedro de Al-  
varado de Bahía de Caráquez a Ambato. De esta manera, poco a poco  
25 Fernando de Montesinos, Anales del Perú, publicados por Víctor Manuel Maurtúa y Uribe,  
Madrid, 1906.  
BOLETÍN ANH Nº 202 • 455–481  
470  
Panamá y Ecuador en la Historia  
se fue ampliando la conquista, hasta el 29 de agosto de 1533 en que  
se produjo, en Cajamarca, la ejecución de Atahualpa, de origen qui-  
teño, emperador del Tahuantinsuyo, con lo que el dominio ibérico  
se consolidó.  
Una vez hecha la conquista del Perú, a causa de ambiciones  
para captar el dominio absoluto del poder político y la repartición  
de las riquezas obtenidas del imperio incaico se produjeron roces y  
el nacimiento de dos bandos que resultaron irreconciliables: los pi-  
zarristas y los almagristas. A la postre, ambos jefes (Francisco Pizarro  
y Diego de Almagro) terminaron asesinados, después de encarniza-  
dos acontecimientos bélicos. Es de subrayar que el religioso Luque  
no participó en estos enfrentamientos, por cuanto falleció apenas ini-  
ciada la conquista. Almagro, en una indígena panameña llamada  
Ana Martínez, tuvo un hijo, que heredó el mismo nombre y apellido  
de su padre; se le conoció como Diego de Almagro el Mozo, que llegó  
a ser gobernador del Perú entre 1541-1542, mientras que a su padre  
26  
se le identificó como Diego de Almagro el Viejo.  
Como es conocido, Panamá, la Vieja, fue fundada el 15 de  
agosto de 1519 por Pedro Arias Dávila (Pedrarias), se convirtió en la  
primera establecida en el Mar del Sur, en tierra firme, en el océano  
Pacífico y en la capital de Castilla de Oro; recibió de España, en 1521,  
mediante Cédula Real, el título de Ciudad y Escudo de Armas; en  
1671, el capitán Juan Pérez de Guzmán dispuso la evacuación de la  
urbe y que se la incendie con la explosión de los depósitos de pól-  
27  
vora, para que no caiga en poder del pirata inglés Morgan. Tanto  
Guayaquil como Panamá eran acechadas por piratas y filibusteros,  
28  
cuyos ataques dan bastantes páginas de historia común.  
Tomás de Berlanga, obispo de Panamá, el 10 de marzo de  
535, descubrió las Islas Galápagos localizadas a mil kilómetros de  
1
la costa ecuatoriana, en línea recta: si bien el hecho fue casual no des-  
26 Jaime Bel Ventura, España en América. el blog, General Public License, editor Lulu, 331 de mayo  
de 2012, p.91; pp.96-97.  
2
2
7 A sus ruinas, la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad, en el 2003.  
8 Mafalda Victoria Díaz Melian, “Los jesuitas expulsos de Panamá. Inventario de la biblioteca.  
Textos jurídicos. Notas sobre F. de Castro Palao, S.J., en de Iustitia et iure”, Revista Chilena de  
Historia del Derecho, N°15, 1989. Ver en: https://revistas.uchile.cl/index.php/RCHD/arti-  
cle/view/24376 (02-12-2019)  
BOLETÍN ANH Nº 202 • 455–481  
471  
Franklin Barriga López  
merece esta circunstancia su gran valor histórico, ya que el prelado  
iba de Panamá al Perú y su nave fue desviada de la ruta establecida  
por las corrientes marinas hacia las Islas Encantadas que fueron na-  
rradas, en su contextura singular, por este mismo prelado en escritos  
29  
que tuvieron enorme trascendencia documental.  
Como sucedió con el continente americano por parte de  
Colón, este acontecimiento tiene caracteres especiales por cuanto  
desveló especialmente al conocimiento europeo y de varias latitudes  
del Nuevo Mundo la existencia del archipiélago que albergó, en al-  
gunas islas, el refugio de piratas y corsarios que atacaron Guayaquil,  
Panamá y Lima, en cuya ruta se movilizaba el transporte marítimo  
y el comercio.  
30  
Tomás Martínez Gómez se llamó este religioso que, como  
generalmente acontecía con los conquistadores ibéricos, adoptó el  
apellido de su lugar natal: Berlanga de Duero, Soria, España. Es un  
personaje que descolló no solo como el obispo de Tierra Firme o Cas-  
tilla de Oro, como se llamó a la circunscripción geográfica cuya cen-  
tro fue Panamá, sino que sugirió a la Corte española la canalización  
del río Chagres para ampliar esa vía acuática, lo que ha sido consi-  
derado por varios tratadistas como la visión pionera para lo que dio  
como resultado el Canal de Panamá, siglos más tarde.  
Las islas Galápagos, de fama universal, conllevan historia  
natural única y fueron inmortalizadas por Charles Darwin, ya que  
aquí hizo estudios para su célebre libro La evolución de las especies,  
luego de que permaneció en estas latitudes por cinco semanas, desde  
31  
el 15 de septiembre de 1835 en que llegó a bordo del Beagle.  
En 1673, comenzó la reconstrucción de Panamá, en las faldas  
del Cerro Ancón, a dos kilómetros de la urbe original. En 1821, una  
vez que se independizó de España, formó parte de la Gran Colom-  
bia, el gran sueño de Simón Bolívar, en calidad de Capital del Estado  
del Istmo. Algo preciso de resaltar, es que en Panamá, en 1831, hubo  
2
3
9 Eduardo Muñoz Borrero, Entonces fuimos España, Editorial Gráficas Iberia, Quito, 1989, p.120.  
0 Estrella Figueras, “Fray Tomás de Berlanga Patrón de la universal dieta mediterránea”, Boletín  
provincial de educación para la salud, n°7, 2013, PP.3-4. Ver en: http://www.comsor. es/pdf/so-  
riasalud/SORIA%20SALUD%207.pdf (02-12-2019)  
31 Daniel Turbón, Carlos Alberto Marmelada, Darwin y el mono, Sello editorial, S.L, España, 2009,  
pp.38-39  
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Panamá y Ecuador en la Historia  
una corriente que propugnaba agregarse al naciente Ecuador, como  
lo publicó el historiador Julio Estrada Icaza:  
Nadie que conozca el movimiento comercial que existió entre Panamá  
y Guayaquil, puede sorprenderse ante esta observación. Existía una  
desvinculación entre Tierra Firme (la Colombia de hoy) y Panamá, pese  
a su proximidad geográfica. Tierra Firme, y luego Nueva Granada, es-  
tuvieron orientadas hacia el Atlántico, mientras que la Audiencia de  
Quito, incluyendo la Gobernación de Popayán, miraban al Pacífico,  
cuya antesala era Panamá (…) Resulta curioso observar que aun el Li-  
bertador Bolívar no encontró incongruencia alguna en vincular a Pa-  
namá directamente con el Ecuador en 1828, cuando “Considerando, 1.-  
Que las sillas episcopales de Panamá, Quito y Cuenca han dependido  
en tiempo del gobierno español de la Metropolitana de Lima; 2.- Que  
siendo ahora Colombia y Perú dos repúblicas independientes, de nin-  
gún modo han podido continuar dicha dependencia de los Obispos co-  
lombianos de un Metropolitano extranjero”, decretó: Art. 1 La Iglesia  
Episcopal de Quito queda erigida en Metropolitana, Art. 2 Serán sus  
sufragáneos los Obispos de Cuenca, Panamá y Mainas, Art. 3 Inmedia-  
tamente se recurrirá a Su Santidad solicitando la bula de erección del  
nuevo Arzobispado de Quito.32  
Esta referencia no tiene que extrañar, por cuanto halla solidez  
cuando se acude a los vínculos longevos y constructivos entre ambos  
pueblos, el panameño y el ecuatoriano, que, con justo beneplácito,  
ahora resaltamos, para la mejor integración, la fraternidad y el des-  
arrollo.  
Complacidos, nos trasladamos a un hecho de significación  
mayor: dos personalidades panameñas, el 31 de mayo de 1939, re-  
mitieron a la Academia Nacional de Historia del Ecuador la siguiente  
comunicación que es un resumen de la interacción proactiva entre  
ambos países, a lo largo del tiempo:  
La ciudad de Quito y esta de Panamá, están unidas a través de la His-  
toria por vínculos muy estrechos: de aquí salió para fundar a Quito  
don Sebastián de Benalcázar, padrino de nuestro paisano don Diego  
de Almagro, el Mozo; aquí vivió, sufrió y escribió sus Catilinarias el  
3
2 Julio Estrada Icaza, La lucha de Guayaquil por el Estado de Quito, Tomo I, Publicaciones del  
Banco Central del Ecuador-Archivo Histórico del Guayas, Guayaquil, 1984, pp. 351 a 356.  
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473  
Franklin Barriga López  
gran Juan Montalvo y aquí fundó su hogar el mártir Eloy Alfaro. En  
cambio, allá, en la ciudad del Chimborazo, tuvieron un ancho campo  
para sus actividades muchos panameños, entre quienes se destacan  
don Diego Rivera, pintor y poeta conocido con el nombre de Hermano  
Hernando de la Cruz, confesor de la Azucena de Quito; en la Real Uni-  
versidad de San Gregorio recibieron sus grados de doctores don Pedro  
de Aguiriano y Arízaga, don Matheo Joseph de Aizpuru, quien fue Ca-  
tedrático de Instituta en la misma Universidad al igual que su paisano  
don Francisco Boniche, don Lucas Bracho de la Madrid, don Juan Bal-  
tasar Carvajal y Grimaldo, don Francisco de Ignacio Delgado, don  
Agustín Fernando Miñano y muchos otros y en el Colegio Mayor de  
San Luis, don Joseph de Borroa, don Agustín Ignacio Gómez. Don Ma-  
nuel Joseph de Arza y Oriñón fue Abogado de la Real Audiencia de  
Quito y casó allí con doña Tomasa Delgado y Cortejada, lo mismo que  
don Miguel Blanco Pinillos, quien fue también Abogado de la citada  
Audiencia. También estudió en Quito el Padre Agustín Hurtado, de la  
Compañía de Jesús, quien entró en las Misiones de Mainas, y fue mártir  
de la fe, muerto a puñaladas en 1776 en el pueblo de Gayes.  
Y si estos lazos que unen a nuestros dos pueblos no fueran lo suficien-  
temente fuertes, hay otros motivos poderosos que nos han acercado  
para comprendernos mejor: el mutuo conocimiento de sus destacadas  
personalidades contemporáneas. En Bogotá trabamos una estrecha  
amistad y hubo una grata inteligencia entre tres destacados elementos  
de la Academia Nacional de Historia del Ecuador: don Cristóbal de  
Gangotena y Jijón, el General Ángel Isaac Chiriboga y don Juan León  
Mera y los que representamos a la Academia Panameña de la Historia.  
Al aceptar con íntimo regocijo el honor que nos ha dispensado la docta  
Academia ecuatoriana, queremos hacer llegar hasta cada uno de sus  
miembros nuestro agradecimiento por habernos aceptado por unani-  
midad, como sus Miembros Correspondientes.  
Dios guarde a usted muchos años.  
Firman  
JUAN ANTONIO SUSTO  
ERNESTO J. CASTILLERO.33  
Bien vale rememorar en estos instantes que Juan Antonio  
Susto Lara (1896-1995) fue diplomático en Madrid y Sevilla, donde  
efectuó investigaciones en sus archivos, enviado especialmente para  
ello por el Gobierno panameño, uno de los fundadores de la Acade-  
mia Panameña de la Historia hoy lamentablemente desaparecida y  
33 Boletín Academia Nacional de Historia, Quito, Nrs. 50-53, enero junio 1939, pp. 228 a 229.  
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474  
Panamá y Ecuador en la Historia  
autor de numerosas obras, entre ellas “Los valores históricos de Panamá  
en el Archivo General de Indias”, donde estuvo investigando por cinco  
años. Ernesto de Jesús Castillero Reyes (1889-1981), fundador y pri-  
mer Director de la Biblioteca Nacional que, por Ley de la República,  
lleva su nombre; maestro, Académico de Número que representó y  
con lucimiento a su país en varios congresos internacionales de his-  
toria; de intensa producción que vertebró los estudios históricos con  
libros de lectura ineludible para quien desee conocer la historia pa-  
nameña, entre otros: Panamá en la Gran Colombia; Historia de Panamá;  
El ferrocarril de Panamá y su historia, Bolívar en Panamá, La ciudad de  
Panamá.  
Algo que, asimismo, se vuelve sustancial es el Turismo His-  
tórico, facilitado entre sí para panameños y ecuatorianos, ya que no  
necesitan visa. Ambos países tienen sitios dignos de ser visitados en  
este campo: Panamá, con su Casco Antiguo, declarado Patrimonio  
3
4
Cultural de la Humanidad por la Unesco, en 1997 ; las ruinas ar-  
queológicas de Panamá Viejo; el propio Canal que une a dos océanos  
y su admirable Museo; el Fuerte de San Lorenzo, también Patrimonio  
de la Humanidad; Portobelo y su memoria; el Archipiélago de San  
Blas, entre otros atractivos.  
Ecuador, igualmente, ofrece ciudades como Quito con su  
35  
Centro Histórico, declarado por la Unesco, en 1978, junto a Craco-  
via, en Polonia, el Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad: su  
extensión sobrepasa las 375 hectáreas, en donde sobresalen 130 edi-  
ficaciones monumentales, como el templo y convento de San Fran-  
cisco catalogados, por su magnificencia, como El Escorial de los  
Andes, o la iglesia de La Compañía, tatuada de pan de oro; Guaya-  
quil, con su Golfo encantador y lleno de atractivos, el propio puerto  
con su Parque Histórico de más de ocho hectáreas, a orillas del río  
3
4 Katti Osorio Ugarte, “Génesis de una propiedad del patrimonio mundial: el mar del sur y el  
sitio arqueológico de Panamá viejo y distrito histórico de Panamá”, Memoria – Encuentro:  
El Mar del Sur: 500 Años Después, una visión interdisciplinaria, Editorial Universitaria Carlos  
Manuel Gasteazoro, Panamá, Panamá, p.79. Ver en: http://openarchive.icomos.org/1806/  
(
03-12-2019)  
3
5 Pablo Samaniego Ponce, “Financiamiento de centros históricos: el casco del Centro Histórico  
de Quito”. En: Fernando Carrión M., editor, Financiamiento de los centros históricos de América  
Latina y El Caribe, FLACSO, Quito, 2007, p.203.  
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Franklin Barriga López  
Daule, con sus monumentos magníficos en el Parque Centenario y  
en su Camposanto distribuido en rutas de magníficos mausoleos que  
honran a próceres, presidentes de la República, escritores y artistas  
allí enterrados; Cuenca, Patrimonio de la Humanidad, surcada por  
ríos de agua transparente y cantarina, ciudad de gran cultura; Galá-  
pagos y su fama universal de Patrimonio Natural de la Humanidad  
que hace remontarse a edades anteriores al aparecimiento del hom-  
bre sobre la Tierra, laboratorio para la ciencia visitado por personajes  
de la talla del naturalista inglés Charles Darwin que escribióEl origen  
de las especies por medio de la selección natural, como consecuencia  
de sus estudios en las Islas Encantadas.  
Los personajes panameños que, de una u otra forma, estu-  
vieron y están vinculados con Ecuador o viceversa son incontables.  
Hoy deseo relievar la visita efectuada a nuestro país y su participa-  
ción como integrante en las Comisiones Especiales de la OEA, que  
presidió para asuntos de gran trascendencia continental y ecuato-  
riana a través, del Dr. Arístides Royo Sánchez, expresidente de Pa-  
namá y actual director de la Academia Panameña de la Lengua,  
quien anhela, viva y patrióticamente, que la Academia Nacional de  
Historia de Panamá se reavive, para cuyo efecto ha iniciado gestio-  
nes. Por su parte, nuestra Academia mira con los mejores ojos y feli-  
citaciones esta loable iniciativa del apreciado amigo Dr. Royo  
Sánchez, que merecerá de nuestra parte todo el apoyo y la distinción  
que merece.  
Por ser necesario informar a ustedes estas referencias en lo  
que a mí compete y por haber correlación con lo que posteriormente  
expondré, permitidme que les participe que Panamá me cautivó  
desde 1976, cuando en mi calidad de representante ecuatoriano in-  
tervine en el ya mencionado V Congreso Internacional de las Sociedades  
Bolivarianas con motivo del Sesquicentenario del Congreso Anfictió-  
nico: en esa ocasión, pude apreciar los magníficos paisajes que exor-  
nan a este admirable país, la cordialidad de sus pobladores y el  
espíritu emprendedor que les caracteriza, su visión universalista y  
tantas y tantas virtualidades que se pueden exaltar. Con este antece-  
dente, me ha sido satisfactorio visitar Panamá en diversas ocasiones  
y ocupar tribunas importantes, en la Embajada del Ecuador, en la  
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Panamá y Ecuador en la Historia  
Unidad de Análisis Financiero de la Presidencia de la República, en  
la Academia Diplomática y Consular “Ernesto Castillero Pimentel”  
del Ministerio de Relaciones Exteriores, en la Escuela de Relaciones  
Internacionales de la Universidad de Panamá, en el Centro de Estu-  
dios de Posgrado de la Universidad Latina, Telemetro, Canal 2 T.V.,  
y Canal 11- Televisión Educativa del Ministerio de Educación y de  
la Universidad de Panamá, Radio Nacional. Por varios años fui co-  
lumnista editorial del Diario Panamá América.  
Hay memoria encomiable de la permanencia, en el año 1845,  
como Gobernador de Panamá y Comandante de las Fuerzas Arma-  
das, del héroe grancolombiano Gral. Joaquín Barriga, quien fue  
primo de mi tatarabuelo el Gral. Isidoro Barriga López de Castro,  
asimismo de agradecido recuerdo por las generaciones relacionadas  
a esta tierra.  
Como se podrá colegir, mi vinculación con esta noble Repú-  
blica es de larga data y responde a la gran hospitalidad que he reci-  
bido en estos fascinantes territorios; por ello, y por otras muchas  
razones, en mi calidad de Director de la Academia Nacional de His-  
toria del Ecuador, alta dignidad para la que fui elegido, el 11 de enero  
del año en curso, con el voto secreto y unánime de los Miembros de  
Número que conforman nuestra entidad, que en julio venidero cum-  
plirá 110 años de existencia, una de mis primeras preocupaciones fue  
vincular a nuestra institución con sus similares de Panamá, máxime  
si dentro de poco la Ciudad de Panamá, tan ligada a nuestro país,  
cumplirá 500 años de fundación, magno acontecimiento al que nos  
solidarizamos con nuestras congratulaciones más entusiastas.  
El eco que tuvo mi propuesta fue acogido prontamente por  
quienes me acompañan en la cúpula directiva de nuestra entidad.  
Con estos antecedentes, pronto iniciamos diálogos telefónicos con el  
eminente historiador panameño Dr. Alfredo Castillero Calvo y su  
distinguida esposa, la Dra. Ángeles Ramos Baquero, también histo-  
riadora de altos quilates. La respuesta de estos dos personajes fue  
efusiva y de colaboración inmediata: comenzaron contactos con ins-  
tituciones y personalidades panameñas, orientados estos nexos hacia  
la intensificación de las relaciones académicas, culturales, fraternas  
entre Panamá y Ecuador. El Dr. Castillero Calvo nos vinculó con el  
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Dr. Tomás Mendizábal, presidente de la Asociación de Antropología  
e Historia de Panamá, y el resultado lo estamos viendo en esta con-  
ferencia y en la que, este mismo día, a partir de las dos de la tarde,  
sustentará el Dr. César Alarcón Costta, subdirector de nuestra Aca-  
demia. Un discurso alusivo.  
Sabíamos que el Dr. Castillero Calvo es Dr. en Filosofía y Le-  
tras, Sección Historia de América por la Universidad de Madrid  
(
2
1967) y que fue profesor de la Universidad de Panamá entre 1967 y  
007, hasta su jubilación. En reconocimiento a su acervo de ilustra-  
ción y obras, a quien se le llama el Heródoto de la historia panameña.  
Ha sido profesor visitante en universidades de jerarquía internacio-  
nal, entre otras Yale y Stanford, ha dictado seminarios de posgrado  
y doctorales en Costa Rica, Colombia y España, y conferencias en  
Tokio, Washington, París, Madrid, Sevilla, Granada, La Rábida, San-  
tander (España), Quito, Buenos Aires, Bogotá, Medellín, Caracas,  
Baltimore, San Juan de Puerto Rico, Cartagena, Isla de San Fernando  
(
Cádiz), entre otras disertaciones internacionales. Es Miembro Co-  
rrespondiente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, y de  
la Real Academia de la Historia de España, Miembro Honorario de  
la Academia Panameña de Gastronomía, investigador emérito del  
sistema Nacional de Investigación de la Secretaría Nacional de Cien-  
cia, Tecnología e Innovación, nominado al Premio Princesa de Astu-  
rias en Ciencias Sociales 2018, autor de numerosos artículos y libros  
sobre la Historia de Panamá y América del período hispánico y del  
siglo XIX.  
Sabíamos, asimismo, que la Dra. Ángeles Ramos Baquero es  
Académica Correspondiente de la Real Academia de España y de la  
Real Academia Sevillana de Buenas Letras, doctora en Historia del  
Arte por la Universidad de Sevilla, que tuvo beca del Ministerio de  
Relaciones Exteriores del Gobierno Español para investigaciones en  
archivos y bibliotecas de Madrid, y en el Archivo General de Indias  
de Sevilla, sobre temas relacionados al Arte Panameño Colonial, del  
cual es experta.  
Estas dos personajes, en valoración a los méritos intrínsecos  
de cada uno, fueron seleccionados para iniciar en Panamá colabora-  
ción recíproca a nivel académico, por ello nuestra Academia Nacio-  
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Panamá y Ecuador en la Historia  
nal de Historia, este mismo día, en la tarde, en acto solemne, les in-  
corporará como Miembros Correspondientes Extranjeros. En otras  
ocasiones y luego de exhaustivo análisis de méritos se procederá a  
incorporar a nuestra centenaria institución a personalidades pana-  
meñas que, asimismo, reúnan los exigentes requisitos que determi-  
nan nuestra Ley y Estatutos.  
Y aquí estamos, damas y caballeros, junto a ustedes, con  
nuestro saludo afectuoso y cordial, quienes conformamos esta dele-  
gación de la Academia Nacional de Historia del Ecuador, el Dr. César  
Alarcón Costta, subdirector, y quien tiene la satisfacción de dirigirles  
la palabra en mi calidad de director.  
Es nuestro anhelo que los propósitos expuestos y afianzados  
a lo largo de la Historia, continúen con las mejores y recomendables  
respuestas, lo cual redundará, sin ninguna duda, en beneficio de Pa-  
namá y Ecuador, como ha quedado demostrado, expuesto y confir-  
mado, creo yo, en esta exposición que he tenido el privilegio de hacer  
ante ustedes, damas y caballeros.  
Muchas gracias por vuestra atención  
Ciudad de Panamá,  
jueves 20 de junio de 2019  
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