BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVII Nº 202  
Julio–diciembre 2019  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVII  
Nº 202  
Julio–diciembre 2019  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVII  
Nº 202  
Julio–diciembre 2019  
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Academia Nacional de Historia del Ecuador  
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e-ISSN: 2773-7381  
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enero 2020  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. XCVII – Nº. 202  
Julio–Diciembre 2019  
HISTORIA E IMPACTO DE HUMBOLDT EN EL COTOPAXI  
Rocío Rosero Jácome1  
Humboldt, una mente holística2  
A dos siglos y medio del natalicio de este hombre humanista,  
en la coyuntura mundial actual, la humanidad está inmersa en pro-  
fundos cambios, políticos, sociales, económicos, culturales y tecno-  
lógicos, todos ellos, segmentados y alejados de la esencia de la vida,  
la naturaleza y la espiritualidad del ser humano. Recordar a Hum-  
boldt es advertir la profundidad de las conexiones racionales, emo-  
cionales y espirituales que hacen del ser humano un creador de  
soluciones y adaptaciones a la naturaleza que le rodea y en la que  
vive como parte de ella.  
Humboldt estuvo en el actual Ecuador, en la época colonial,  
en la Real Audiencia de Quito, para entonces, inserta en el Virreinato  
de Nueva Granada, y antes, en el Virreinato del Perú. Para su viaje  
obtuvo el permiso del Rey de España.3  
1
2
3
Doctora en Historia y Licenciada en Ciencias de la Educación, Historia y Geografía, por la  
Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Magister en Docencia para Instituciones de Edu-  
cación Superior, por la Escuela Politécnica Nacional, Miembro de Número de la Academia Na-  
cional de Historia, Miembro de la Red de Historiadores Latinoamericanistas, AHILA, de la  
Asociación de Estudios Interamericanos IAS, Miembro Correspondiente de la Sección de An-  
tropología de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y de la Academia Nariñense de Historia. Las  
áreas de investigación son siglos XIX y XX. Sus publicaciones revisan aspectos socio-políticos-  
económicos o educativos. Docente de la Universidad Internacional del Ecuador, Escuela de la  
Relaciones Internacionales.  
El presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, en su visita al Ecuador, en febrero pasado, con  
ocasión del 250 aniversario del nacimiento de Alexander von Humboldt, el 14 de septiembre  
de 1769, comentó sobre el personaje:Fue “Su deseo por escudriñar la sinergia existente entre  
la naturaleza y la sociedad. (…). Quien persiga entender el cuadro general de las cosas, como  
intentó hacerlo Humboldt, tiene que atreverse a sobrepasar los límites de su propia disciplina.  
No solamente la ciencia debería atreverse a ampliar horizontes, sino que cada uno de nosotros  
y (…) debería hacerlo en el encuentro y en el intercambio con otras culturas. (…) ¡A día de  
hoy todavía quedan infinidad de cosas por descubrir!“ https://www.goethe.de/prj/hya/  
es/inh/fws.html (21-09-2019)  
Alexander von Humboldt, Texto del pasaporte entregado a Humboldt y Bonpland por la Co-  
B O L E T Í N A N H N º 2 0 2 • 5 3 1 – 5 5 0  
5
31  
Rocío Rosero Jácome  
Antecedentes de su viaje a Ecuador  
Alexander von Humboldt Perteneció a una importante y adi-  
4
nerada familia de Pomerania. Para enriquecer sus conocimientos,  
viajó por Europa. Egresó de la Universidad de Gotinga y ejerció la  
Dirección General de minas de Franconia. En 1796, al morir su  
madre, la baronesa, heredó una gran fortuna que invirtió en viajes  
de exploración. Así, en 1798, Francia preparaba un viaje de circun-  
navegación del mundo, al mando del Capitán Baudin, Humboldt  
fue invitado. Partió a Francia, pero el viaje fue suspendido para el  
año siguiente. Casi inmediatamente buscó enrolarse en el proyecto  
inglés Bristol, pero también se suspendió; luego Napoleón organizó  
un viaje de científicos a Egipto, Humboldt estaba en la lista, pero  
tuvo dificultades en el desplazamiento de Alemania a Francia y se  
atrasó a la partida del barco; buscó alcanzarlos, pero no puedo en-  
contrar ningún navío debido al bloqueo inglés del Mediterráneo.5 6  
En París se encontró con otro científico decepcionado por  
los viajes desechos y sus planes truncados, era el joven médico y bo-  
tánico Aime Bonpland, con quien entabló amistad. Entre sus conver-  
saciones hablaron de la misión geodésica francesa y de los trabajos  
realizados para determinar la forma de la tierra, expedición dirigida  
por La Condamine, Jorge Juan y Antonio de Ulloa, estos últimos, con-  
traparte española del viaje realizado entre 1736-1742. Así pues, estos  
jóvenes científicos, Humboldt y Bonpland, deseosos de aventura y  
conocimientos, decidieron ser compañeros en un viaje auto-gestio-  
rona española en 1799 en: artas Americanas, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1980. También en:  
Julio Aráuz, “Alejandro von Humboldt 1859-1959”, Boletín de Informaciones Científicas Nacio-  
nales, Nº 90, mayo-diciembre de 1959, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1959, pp.144-192  
4
Georges von Humboldt, desde fines del siglo XVII sirvió en el ejército y la diplomacia del Elec-  
tor de Brandermburg, después rey de Prusia, fue nombrado Camberlain de Federico El  
Grande; era Oficial de Dragones y Consejero Real, en 1765 compró el castillo de Tegel, antigua  
residencia campestre a la Casa real de Prusia, situada al noroeste de Berlín. Se estableció con  
su esposa María Elizabeth de Colomb, de origen francés, allí nació el hijo menor: Federico,  
Enrique Alejandro, el 14 de septiembre de 1769. Carlos Manuel Larrea, “Alejandro de Hum-  
boldt, Boletín de Informaciones Científicas Nacionales, Nº 90, mayo-diciembre de 1959, Casa de la  
Cultura Ecuatoriana, Quito, 1959, pp. 201-215  
5
6
Carlos Manuel Larrea, “Alejandro de Humboldt” Boletín de Informaciones Científicas Nacionales,  
Nº 90, mayo-diciembre de 1959, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1959, pp.201-215  
Isaac Barrera, “El Ecuador en el siglo XIX” Boletín de Informaciones Científicas Nacionales, Nº 90,  
mayo-diciembre de 1959, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1959 pp.296-313  
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Historia e impacto de Humboldt en el Cotopaxi  
nado e ir a América. En su periplo por este continente visitaron, Es-  
7
tados Unidos, México, Cuba, Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú.  
La Audiencia de Quito, resultó muy atrayente para Humbold  
porque la Misión Geodésica Francesa realizó, en este territorio, la  
medición de un arco de meridano. Desde Madrid escribe una carta  
a su amigo Friedlander en abril de 1799 y dice entusiasmado:  
Dirijo una mirada al continente que pienso recorrer desde California a  
Patagonia. ¡Cuánto me deleitaré en esta naturaleza grandiosa y mara-  
villosa! (…) Coleccionaré plantas y animales, estudiaré y analizaré el  
calor, la electricidad, el contenido magnético y eléctrico de la atmósfera;  
determinaré longitudes y latitudes geográficas, mediré montañas, (…  
)
mi verdadera y única finalidad es investigar la interacción conjunta  
8
de todas las fuerzas de la naturaleza…  
La hipótesis de su trabajo estaba muy clara antes de su in-  
greso a América, hipótesis inconcebible para la mentalidad de la  
época. Aparte de su principal inquietud: el equilibrio y la interrela-  
ción de la naturaleza, se verificarían, completarían o se corregirían  
las mediciones de los anteriores geodésicos. Después del viaje a Ve-  
nezuela y Guayana, por las cuencas del Orinoco y Casiquiare, salió  
a Cuba esperando la noticia del grupo de científicos dirigidos por el  
Capitán Baudin para unirse al viaje de circunnavegación que, se le  
indicaba en una carta, iría hacia América del Sur y podrían embarcar  
en Lima.  
Mientras esperan por nuevas noticas, Humboldt y Bonpland  
deciden viajar por tierra para estar en contacto con la naturaleza y  
realizar colecciones; hacen la ruta Quindío-Pasto-Quito entre el 10  
9
de septiembre de 1801, al 6 de enero de 1802. La expedición estaba  
compuesta por mestizos e indios conocedores de la ruta. Además,  
contaban con 12 bueyes cargados de instrumentos, colecciones y pro-  
visiones. Estos animales eran los únicos que pasaban por lodazales  
7
8
Andrea Wulf, La invención de la naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt, sexta  
ed. Bogotá, 2018  
David Yudilevich L. Mi Viaje por el camino Inca (1801-1802), Antología, Editorial Universitaria,  
Santiago de chile 2004, p. 21. Cfr. Alexander von Humboldt, Del Orinoco al Amazonas. Viaje a  
las regiones equinocciales del Nuevo Continente, Tumún, Barcelona, 1999.  
David Yudilevich L., op.,cit., p. 243  
9
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Rocío Rosero Jácome  
y trochas. Humboldt, en contraste con Bonplant, Caminó a pié, ya  
que para él era inconcebible ser transportado en litera a hombros de  
indio, fue “El deseo de ver al célebre Mutis nos ha hecho preferir la  
10  
horrible ruta por tierra a la de Panamá y Guayaquil.”  
Llegaron al territorio ecuatoriano en diciembre de 1801. En  
Ibarra se encontraron con Francisco José de Caldas, con él viajaron a  
11  
Quito y llegaron enero de 1802. Caldas era discípulo de Mutis, a su  
vez, Mutis era un científico botánico, amigo y discípulo de Linneo,  
12  
al que visitaron en Bogotá, en una estancia de dos meses. Esta fue,  
para Humboldt y Bonpland, la ocasión de deleitarse y consultar sus  
libros científicos; allí revisaron bibliotecas y admiraron sus coleccio-  
nes y el trabajo de pintores y dibujantes quiteños, para la futura im-  
1
3
presión del texto sobre la flora americana que estaba trabajando  
Mutis.  
14  
Su viaje fue lento. Cuando llegaron a Quito, habiendo re-  
corrido 2000 kilómetros en 9 meses, recibieron la noticia que el Capi-  
tán Baudin no iría a Australia por Suramérica, que su ruta sería hacia  
Sudáfrica por el Cabo de Buena Esperanza. Esta noticia era decepcio-  
nante, sin embargo, Humboldt reflexionó que ya no tenía prisa de lle-  
gar a Lima. Así pues, tenía más tiempo para permanecer en la  
Audiencia de Quito, y, podría comprobar si las montañas de América  
eran accidentes locales o si estaban unidos por conductos subterrá-  
15  
neos En esa época se discutía si la tierra era más antigua que la Bi-  
blia. Los “neptunistas” pensaban que el agua era la fuerza fundamen-  
tal de la formación orográfica y los “vulcanistas” pensaban que todo  
16  
se había formado por catástrofes volcánicas. . Durante algunos meses  
1
0 Walter Sauer, “Alejandro de Humboldt en el Ecuador”, Boletín de Informaciones Científicas Na-  
cionales, Nº 90, mayo-diciembre de 1959, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1959, Carta  
al Director del Museo de Ciencias de Madrid pp. 274-291, p. 275  
1 Walter Sauer, op.cit., pp. 274-291  
1
1
1
1
2 Walter Sauer, op., cit., p. 276  
3 Julio Aráuz, “Alejandro von Humboldt 1859-1959” op.,cit, pp.144-192  
4 Cruzaron valles y montañas entre tormentas de nieve y calor de bosques tropicales, Hum-  
boldt señala que sobrevolaban las montañas “a gran altura, los enormes cóndores andinos,  
extendían sus alas de tres metros, (…) unas figuras solemnes, totalmente negras salvo por  
el blanco collar y el borde de las alas que relucían como espejos” Andrea Wulf, La invención  
de la naturaleza. “a través de los Andes”, p. 111  
15 Andrea Wulf, op.,cit., p.113  
16 Andrea Wulf, op.cit., p.114  
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Historia e impacto de Humboldt en el Cotopaxi  
Humboldt ascendió a los volcanes al alcance de su base de Quito.17  
Escribió al astrónomo francés Delambre, dijo:  
Al contemplar nuestros herbarios, examinar nuestras observaciones  
barométricas y trigonométricas, nuestros dibujos y nuestros experi-  
mentos en la atmósfera de las cordilleras, no vemos razón alguna para  
arrepentirnos de haber visitado países que habían permanecido, en su  
18  
mayor parte, inexplorados por los hombres de ciencia.  
Aparte de su interés vulcanológico, climático y mineralógico,  
le atraía el estudio de la influencia de diversas altitudes en la vege-  
tación, las condiciones de la atmósfera y su acción en la fisiología  
humana. Como dijera Humboldt: “por un feliz enlace de causas y  
de efectos vemos con frecuencia unidos lo útil con lo hermoso y lo  
sublime”1  
9
Humboldt en Quito  
Los viajeros científicos, fueron acogidos en la casa del Presi-  
dente de la Audiencia, el Marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montú-  
far, quien fue “su mecenas”20 y comentó su primera impresión:  
Quito es la ciudad más grande y más hermosa de todo el virreinato  
21  
de nueva Granada, más opulenta exteriormente que Bogotá” “Mi  
estancia en Quito resultó de lo más agradable…La ciudad respira  
lujo y bienestar… gusto refinado y modas de París”. También co-  
rrían vientos libertarios e independentistas en los salones de la alta  
sociedad quiteña y pudo admirar las nutridas bibliotecas de libros  
22  
23 24  
prohibidos escritos por los enciclopedistas franceses.  
1
1
1
2
7 Andrea Wulf, op.,cit., p. 116.  
8 Julio Aráuz, op., cit., p. 166.  
9 Julio Aráuz, op., cit., p. 177.  
0 Isaac Barrera, “El Ecuador en el siglo XIX” Boletín de Informaciones Científicas Nacionales, Nº  
0, mayo-diciembre de 1959, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1959 pp.296-313, p. 308.  
9
2
2
2
2
1 Abel Romeo Castillo, Humboldt y el Ecuador, p. 20.  
2 Julio Aráuz, op.,cit., p.166..  
3 Julio Aráuz, op., cit., p. 167  
4 Carlos Montúfar, hijo del Marqués de Selva Alegre, acompañó a estos científicos, Humboldt  
y Bompland en sus expediciones hasta el Perú, México, Cuba, Estados Unidos y España. En  
agosto de 1804 fue su despedida. Montúfar se dirigió a Madrid para enrolarse en el real ejér-  
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Rocío Rosero Jácome  
Los trabajos de Humboldt en Quito, comenzaron por la as-  
censión al Pichincha y el levantamiento del plano de la ciudad; luego  
realizó varias ascensiones al Cotopaxi, Tungurahua, Ilinizas, Anti-  
2
5
sana y Chimborazo. Sobre la visión del cráter del Pichincha dijo:  
Ninguna imaginación podría conjurar algo tan siniestro, lúgubre y mortal,  
26  
como lo que vimos allí”.  
Los Andes ecuatorianos permitieron a Humboldt realizar un  
estudio comparativo, dada su diferente forma y estructura. Conside-  
raba que la disposición en hileras no depende de la configuración su-  
perficial, sino, de la formación de largas grietas internas de la corteza  
terrestre conductoras de lavas fluidas desde el interior hacia el exte-  
rior, donde los materiales pétreos de la corteza terrestre se sostienen  
mutuamente, se rompen e intercalan, y se levantan impulsados por  
2
7
28, 29  
Dice  
fuerzas elásticas. Asciende al Pichincha por tres ocasiones.  
Humboldt: “no es posible describir con palabras el aspecto caótico que  
30  
ofrece la gigantesca boca de fuego del Guagua Pichincha”.  
cito que combatió por la independencia de la Península invadida por Napoleón en 1808.  
Por sus ideas libertarias, cambió de bandera, se alistó al mando de los ejércitos de Bolívar,  
fue fusilado en Buga. Francisco José de Caldas, también revolucionario, murió en el patíbulo,  
estos dos brillantes americanos fallecieron en 1816. Situación que apesadumbró mucho a  
Humboldt. Julio Aráuz, op.,cit., pp.144-192  
5 Walter Sauer considera que Humboldt anotó que la hondonada de Cundurguachana, era una  
rajadura enorme no producida por la acción erosiva del agua, que se extiende hasta el estre-  
cho cañón de Guápulo, que esta ruptura de la tierra era por acción volcánica, y dice Hum-  
boldt: “Todo el conjunto asemeja una grieta abismal y uno no puede librarse del temor que  
un país todavía expuesto a grandes revoluciones de la superficie terrestre, un día la grieta  
se cerrará y sepultará en escombros al pueblo…”. Walter Sauer, “ Alejandro de Humboldt  
en el Ecuador” Boletín de Informaciones Científicas Nacionales, Nº 90, p. 280  
6 Cartas Alexander .Humboldt a Wilhelm Humboldt, 25 de noviembre de 1802. 1880, p.46  
7 Walter Sauer, op., cit., p. 282  
8 El 14 de abril de 1802, su equipo de porteadores casi no regresan vivos y estuvieron a punto  
de perder los aparatos; el camino estaba cubierto de nieve que ocultaba profundas grietas.  
Sube al mes siguiente con Javier Ascázubi que conocía la zona porque era su coto de caza.  
Le indicó otra ruta y, el ascenso fue el 26 de mayo. El 27 de mayo, Quito fue sacudida por  
temblores. La madrugada del 28 de mayo de 1802, Alexander Humboldt, Diario, 2003, vol.2  
p. 72 ss.  
2
2
2
2
2
9 Sube con Bonpland, Caldas y Montúfar hasta el borde del cráter donde oyeron el tronar sub-  
terráneo. Humboldt comprobó que esos temblores no fueron sentidos en Quito, dedujo que  
fueron superficiales, y, por lo tanto, esos tremores se diferencian de los terremotos que nacen  
a mayores profundidades. Walter Sauer, op., cit., pp. 285-286  
30 Walter Sauer, op., cit., p. 285  
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Historia e impacto de Humboldt en el Cotopaxi  
La compañía de Caldas, pese a tener un gran valor científico.  
No fue bienvenida para las siguientes etapas del viaje, debido a di-  
ferencias de personalidades y caracteres. Caldas era taciturno, Hum-  
boldt y sus acompañantes alegres.  
El Cotopaxi  
A principios de Mayo de 1802, antes de subir al Pichincha,  
se dirigió al Cotopaxi, colosal montaña nevada que era admirada  
desde Quito por su forma geométrica que le causó fascinación, dijo  
de ésta: “(…) al ponerse el sol resplandece con brillo deslumbrador  
contrastando con el azur de la bóveda celeste” Además, señaló que  
al mismo tiempo y en la proximidad estremecedora del colosal vol-  
cán Cotopaxi, los picos titánicos de los Illinizas y el nevado Quilin-  
daña. Es una de las vistas más majestuosas e imponentes que me han  
ocurrido en ambos hemisferios”.31  
Cinco años antes de su visita, en febrero de 1797, ocurrió la  
devastación de las poblaciones de la sierra central, Latacunga, Am-  
bato y Riobamba, siendo la Latacunga la más afectada. Franklin Ba-  
rriga López en su libro: Historia de los desastres naturales en el Ecuador,  
recoge los escritos de José Egred, quien entono a este fenómeno es-  
cribió lo siguiente:  
Los efectos del terremoto no se limitaron a la destrucción de ciudades  
y pueblos de la zona central del valle interandino pues fue tal energía  
liberada que alteró la configuración topográfica de montes, valles y ríos  
de la región, con el desplome de cerros completos, valles que se relle-  
naron, ríos que cambiaron de curso…El terreno se hundió en unos lu-  
gares y se levantó en otros….Efectos de consideración se presentaron  
desde Guaranda hasta Machachi y con intensidad decreciente hasta  
Quito y Cuenca.32  
31 Walter Sauer, op.cit., p. 284  
32 Franklin Barriga López, Historia de los desastres naturales en el Ecuador, La hecatombe de 1797.  
Academia Nacional de Historia / Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Quito,  
2015, pp. 225-226  
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Rocío Rosero Jácome  
Sobre el Cotopaxi, Humboldt dice es “La más bella y regular  
de todas las cimas de los Andes”, además, señala que: “En el Cotopaxi es  
sumamente difícil llegar al límite inferior de las nieves perpetuas, en razón  
de las profundas grietas que rodean el cono, y arrastran en las erupciones,  
hasta los ríos Napo y de Alaques, escorias, pómez, agua y témpanos de hielo.  
33  
Esta dificultad la comprobamos personalmente en 1802”.  
Intentó, como el caso del Pichincha, llegar al borde del cráter  
y asomarse a su interior, cosa que le fue imposible. En otro lado es-  
cribe también lo siguiente “Su altura absoluta es de 5.800 metros” y  
hace comparaciones con los volcanes Casnigou y Vesubio. Además  
dice: “Es también el Cotopaxi el más temido de todos los volcanes del anti-  
3
4
guo reino de Quito, por sus frecuentes y devastadoras erupciones”. En  
noviembre de 1802, desde Lima escribe a su hermano Wilhelm acerca  
de la temeridad del volcán, dice:  
El gran temblor de tierra del 4 de febrero de 1797, que estremeció toda  
la provincia y mató de un solo golpe 35.000 a 40.000 habitantes, tam-  
bién ha sido funesto para sus moradores. Ha cambiado a tal punto la  
temperatura del ambiente, que el termómetro permanece generalmente  
a 5-12 grados centígrados y pocas veces sube a 8 o 10 grados, mientras  
Bouger lo veía constantemente a 19 o 20 grados centígrados. Después  
de esa catástrofe hay continuos temblores de tierra; ¡y qué sacudidas!  
(…) las montañas del Cotopaxi y del Pichincha (…) cuyos cráteres for-  
man diferentes canales que convergen en el mismo hueco (…) el tem-  
blor de tierra de 1797 no ha hecho más que ratificar esa hipótesis,  
porque la tierra se abrió en ese momento por todas partes y vomitó  
azufre, agua, etc.. Pese a los horrores y peligros con que los ha dotado  
35  
la naturaleza los habitantes de Quito son alegres, vivos y amables.  
Humboldt historiador y arqueólogo de Latacunga  
Humboldt fue un admirador de las culturas pre-hispanicas.  
Su viaje terrestre a partir de Pasto lo realizó por el camino del Inca y  
senderos que se comunicaban entre las cordilleras en el antiguo im-  
36  
perio de Tahuantinsuyo mediante el Ingañan , dice:  
3
3
3
3 David Yudilevich L., Mi Viaje por el camino Inca (1801-1802), Antología, p.92  
4 David Yudilevich L., op.cit., p.91  
5 Alexander von Humboldt a Wilhelm von Humboldt, Lima 25 de noviembre de 1802, en:  
David Yudilevich L. Mi Viaje por el camino Inca (1801-1802), Antología, p. 183  
6 David Yudilevich L., op.cit., p.23  
3
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Historia e impacto de Humboldt en el Cotopaxi  
Todos los restos de la arquitectura peruana esparcidos por la cordillera  
desde Cuzco a Cayambe, desde el grado 13 de latitud austral hasta el  
Ecuador, presentan idéntico carácter, así en el corte de las piedras, como  
en la forma de las puertas, simétrica distribución de los nichos y com-  
pleta carencia de adornos exteriores. Y tan grande esta uniformidad de  
construcción, que todos los tambos u hospederías, situados a lo largo  
de las vías principales, llamadas en el país, casas o palacios del Inca, pa-  
recen copias unas de otras (…) La arquitectura no conocía ni pilastras,  
ni columnas, ni arcos cintrados (…) nacidos en una región erizada de  
rocas, en mesetas desprovistas de vegetación, distinguíanse los perua-  
37  
nos por la sencillez, simetría y solidez de todos sus edificios.  
El capítulo IV: de su libro: Sitios de las cordilleras y monumentos  
de los pueblos indígenas de América, tiene el subtítulo “Casa del Inca  
en Callo, del Reino de Quito”. Muestra sus conocimientos de dibu-  
jante, historiador y acucioso observador, así como su responsabilidad  
sobre la veracidad de la información que registra, porque se da  
cuenta que sus escritos serán futuros testimonios de la arquitectura  
observada. Dice lo siguiente:  
En la excursión que Bompland y yo hicimos al Cotopaxi, en abril de  
1802, visitamos los restos de la arquitectura peruana, cuyo dibujo tracé  
yo mismo enseñándolo cuando volvimos a Quito, y juntamente con la  
lámina de Ulloa, a unos frailes ya ancianos de la Orden de San Agustín.  
Nadie conocía mejor que ellos las ruinas de El Caio que precisamente  
se encontraban situadas en el terreno propio de su convento; habían  
además habitado una casa de campo próxima al sitio, y me aseguraron  
que desde 1750, y aun antes, tenían vista de la casa del Inca en el mismo  
estado que se hallaba entonces. Quizá ha querido Ulloa representar un  
38  
monumento restaurado, suponiendo la existencia de muros interiores  
porque ni su plano indica la verdadera forma de las habitaciones, ni  
las 4 grandes puertas exteriores que necesariamente ha debido tener el  
edificio desde su construcción.39  
(Ver lámina de Humboldt y comparar con lámina de Ulloa)  
3
3
7 Alexander von Humboldt, Sitios de las cordilleras ….cit., pp.355-356  
8 Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Viaje a la América Meridional, t. I, p. 387, lámina XVIII en: Hum-  
boldt, Sitios de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América, p. 367.  
9 Alexander Humboldt, op., cit., p. 367.  
3
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Rocío Rosero Jácome  
Humboldt es acucioso investigador. Ha leído los textos sobre  
las descripciones de América hechas por Jorge Juan y Antonio de  
Ulloa cuando realizaron el viaje con los geodésicos franceses. Para  
precisar su afirmación sobre la inexactitud del dibujo, cita el libro, la  
página y lámina donde estos autores lo publicaron. Su deseo de co-  
nocimiento le remite a una fuente testimonial, viva, a Quito, a fin de  
comparar su propio dibujo con testigos presenciales. Los agustinos  
eran dueños de esos terrenos, por eso la hacienda se llamó San Agus-  
tín del Callo. Así su rigurosidad en el acopio de información, le da  
el carácter de científico, racionalista, esto es, comparativo, comple-  
mentario y evolutivo. Este capítulo IV, en el epígrafe ya indicado es,  
además, una confrontación al trabajo de Ulloa y de los geodésicos,  
cuando dice:  
Cuando Tupac Ypanqui y Huina Capac, padre del infortunado Ata-  
hualpa, acabaron la conquista del Reino de Quito, no solo mandaron  
construir magníficos caminos en las alturas de las cordilleras, sino le-  
vantar de trecho en trecho, unos edificios llamadostambos, para facilitar  
las comunicaciones de la capital con las provincias más septentrionales  
del Imperio, y en condiciones propias para que pudieran servir de ha-  
bitación al príncipe y su séquito. Estas casas del Inca, que otros viajeros  
llaman palacios, existían desde muchos siglos en la gran vía que desde  
el Cuzco va a Cajamarca; (…) límite meridional del antiguo Reino de  
Quito, hasta las montañas de los Pastos. Entre ellos uno de los más cé-  
lebres y mejor conservado es el de Callo o Caio, que Jorge Juan, Ulloa  
y La Condamine, en sus viajes al Perú, describen, aunque imperfecta-  
mente; siendo tan poco exacto el dibujo en que Ulloa ha pretendido re-  
presentar el plano de la Casa del Inca, que casi pudiera creerse,  
meramente imaginario.40  
Humboldt precisa la ubicación geográfica de El Callo o Caio,  
donde se infiere que Quito fue una centralidad o zona de intercone-  
xión, por lo tanto, El Callo era un tambo de camino a ella. Describe  
las montañas circundantes con sus denominaciones propias y su vin-  
culación hidrográfica. Llama su atención la pequeña montaña de  
forma circular cercana en la edificación, ubicada en la planicie, la  
40 Alexander von Humboldt, Sitios de las cordilleras …cit., p.367  
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Historia e impacto de Humboldt en el Cotopaxi  
cual no debe ser confundida con su homónimo, el Panecillo de Quito,  
escribe lo siguiente:  
Ya hemos dicho que la meseta de Quito está colocada y se prolonga  
por una doble cresta de la Cordillera de los Andes, separada de Llacta-  
cunga y Hambato por las cordilleras Chisinche y Tiopullo, que trasversal-  
mente, y a modo de dique se extienden desde la cresta oriental hacia  
la occidental, o de las rocas basálticas delRumiñahui hacia las pirámides  
del antiguo volcán Illiniza. (…) y en una altura inmensa cubiertas de  
piedra pómez, las ruinas de la casa del Inca Huayna-Capac, y en el Pa-  
necillo, pan de azúcar, que es un cerro de 80 metros de elevación aproxi-  
madamente, (…). Aseguran los indígenas que este cerro, parecido a  
una campana, y de forma en extremo regular, es un tumulus, una de  
esas colinas que los antiguos habitantes del país levantaron para se-  
pultura de príncipes o personajes distinguidos, y alegan en apoyo de  
esa opinión, el hecho de estar el Panecillo compuesto de restos volcáni-  
cos, así en el terreno que le sirve de base, como en su cima o cúspide.4  
1
En calidad de geólogo, Humboldt, explica esta formación.  
Hace comparaciones con túmulos del Asia, con Mansiche –ciudad  
peruana– y contrasta las aseveraciones de Jorge Juan y Antonio de  
Ulloa sobre el carácter militar del uso de este lugar; y, compara, ade-  
más con estudios realizados en Estados Unidos, en Kentucky, sobre  
los túmulos y la relación del uso militar con el descubrimiento de  
huesos humanos, cosa que no existe en el Callo, por lo que, establece  
polémica por la veracidad y exactitud de la información expuesta.  
Así:  
Semejante razón parecería poco convincente a un geólogo, sabiendo  
que la vecina montaña de Tiopullo, de menor elevación que el Panecillo  
también presenta grandes trozos de piedra pómez; probablemente de-  
bido a erupciones antiguas del Cotopaxi y el Illiniza. No es esto negar  
que en ambas Américas existían (…) esas tumbas de extraordinaria al-  
tura construidas por mano de hombre, pues las hemos encontrado en  
la antigua ciudad de Mansiche, en el Perú, no inferiores al Penecillo de  
El Caio en elevación, si bien respecto de este me inclino a pensar que  
simplemente es un cerro volcánico, aislado en la extensa llanura de  
Llactacunga y arreglado después por los naturales. Ulloa, cuyo parecer  
es de gran peso, (…) llega hasta creer que es el Panecillo, monumento mi-  
41 Alexander Humboldt, op.,cit., pp. 368-369  
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Rocío Rosero Jácome  
litar; que servía de atalaya (…) En el estado Kentucky, hay también tú-  
42  
mulos muy altos que encierran huesos humanos, (…).  
Para hablar de la edificación de “El Callo”, precisa más su  
ubicación respecto del cráter del Cotopaxi, de la ciudad de Quito y  
del panecillo colindante. Contrapone su apreciación sobre la casa del  
Inca, a la de Ulloa. Hay. Además, el contraste conceptual de los au-  
tores entre la sencillez-uniformidad y, grandeza-majestad, aspectos  
no definidos por ninguno de ellos, permite apreciar, el contraste de  
mentalidades. Dice lo siguiente:  
Hállase situada la casa del Inca algo al sudeste del Panecillo, a 3 leguas  
de distancia del cráter del Cotopaxi (14.5 Km) y a 10 aproximadamente  
al sud de la ciudad de Quito. (48.2 Km.) Este edificio, que forma un  
cuadrado perfecto de 30 metros de longitud por cada lado, presenta  
aún señales de cuatro grandes puertas exteriores, y de ocho habitacio-  
nes, tres de las cuales se han conservado mejor. Las paredes tienen 5  
metros de altura y 1 de espesor, poco más o menos (…); las puertas que  
son semejantes a las egipcias; los diez y ocho nichos de cada habitación,  
con la mayor simetría distribuidos; los cilindros que hacen oficio de  
perchas; el corte de las piedras cuya cara exterior es convexa y a bisel;  
sin que en el Caio haya yo visto lo que Ulloa llama lujo, grandeza y ma-  
jestad, aunque si me parece digna de atender la uniformidad de cons-  
trucción del edificio, que es de carácter distintivo de todos los  
monumentos peruanos.43  
Humboldt está consciente de que su trabajo será conocido,  
comparado y valorado, en Europa sobre las Américas, tierras inex-  
ploradas; por ello, además de escritos hace dibujos complementarios.  
Por otro lado, singulariza las construcciones incaicas como únicas en  
su estilo y provenientes de una antigua tradición de las culturas de  
alta montaña de América del Sur. Se expresa de la siguiente manera:  
Tal vez será fácil un día averiguar con presencia de mis dibujos, si en  
el Alto Canadá existe, como pretende el sabio autor de las Noticias Se-  
cretas Americanas construcciones en un todo levantadas según el estilo  
4
4
2 Carey, Pocket Atlas of The United States, 1796; en: Alexander Humboldt, op.,cit., p. 369  
3 Alexander Humboldt, Sitios de las cordilleras ….cit., pp. 369-370  
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Historia e impacto de Humboldt en el Cotopaxi  
peruano; investigación de tanto mayor interés para los que se dedican  
a semejantes estudios históricos, cuanto que sabemos por testimonios  
ciertos, que los Incas edificaron la fortaleza de Cuzco conforme al mo-  
delo de las más antiguas de Tiahuanaco, situadas a 17º, 12 de latitud  
austral.4  
4
Su admiración por la extensión territorial del Imperio Inca  
queda demostrada en sus construcciones hechas en piedra y dice:  
“… los que pertenecen al tiempo de los Incas, observaremos el mismo  
tipo en todos los demás, que cubren las alturas de los Andes por una  
longitud de 450 leguas (2.173 Km.),45 de 1.000 a 4.000 metros de eleva-  
ción sobre el nivel del océano. Bien podría decirse que un solo arquitecto  
46  
ha construido tan gran número de monumentos (…)  
Al referirse al monumento de “El Callo” y la composición de  
los materiales, se remite las descripciones del cronista Cieza de León  
realizadas en 1554. También se basó en las observaciones de Robert-  
son compiladas por Carey en 1796, aspecto que permite apreciar  
tanto la erudición del escritor, cuanto el manejo de fuentes recientes,  
en su época. Además, aprecia que las erupciones del Cotopaxi fueron  
muchas y realizadas antes de las registradas en 1533 por los cronistas  
españoles. Humboldt, dice:  
La piedra que ha servido de material a la casa de Huayna-Capac, de-  
47  
signada por Cieza con el nombre de aposentos de Mulahaló, es una roca  
de origen volcánico, un pórfido con base basáltica, quemado y espon-  
joso, probablemente lanzado por las bocas del Cotopaxi, (…) vistos en  
las llanuras del Callo y Mulahaló. Y como este monumento ha debido  
construirse en los primeros años del siglo XVI, prueban esos materiales  
que no ha sido la primera erupción de dicho volcán, la supuesta de  
48  
533, al conquistar el Reino de Quito, Sebastián de Benalcázar.  
1
4
4
4
4
4
4 Alexander Humboldt, op.,cit., p. 370.  
5 La información en kilómetros es mía.  
6 Alexander Humboldt, Sitios de las cordilleras ….cit., p. 370.  
7 Crónicas del Perú. XLI, 1554, p.108 en: Humbold, Sitios de las cordilleras… cit. p. 371.  
8 Alexander Humboldt, op.cit., p. 371.  
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Rocío Rosero Jácome  
Humboldt advirtió que la actividad volcánica del Cotopaxi  
se remonta a muchos siglos atrás. Así mismo, que las piedras que  
conforman la construcción del periodo incaico muestran la calidad  
del trabajo realizado por este pueblo, comparándolas a las realizadas  
en la antigua Roma, y por lo tanto, no eran solamente recogidas y  
montadas en la mampostería, así, aclara la aseveración de Robertson,  
y dice:  
La figura de tales piedras paralelipípedas, y aunque no tienen todas  
iguales dimensiones, forman unas gradas tan regulares como las de fá-  
brica romana. Si Robertson hubiera podido ver siquiera un edificio pe-  
ruano, no dijera, seguramente, “que los indígenas empleaban las  
piedras tal y como las encontraban en las canteras; unas triangulares,  
cuadradas las otras cóncavas y convexas; consistiendo el arte tan de-  
49  
cantado de aquel pueblo, en el arreglo de esos informes materiales”  
Humboldt esclarece, las descripciones sin fundamento, sobre  
la tecnología constructiva de los pueblos andinos y, al hacerlo, con-  
cede aprecio y valor a las manifestaciones culturales de los Incas, ex-  
pandidos en los Andes, como Imperio. Aspira que en el futuro, los  
viajeros tengan un mayor nivel de instrucción, previa la publicación  
de sus observaciones, más aún, si se trata de la interpretación histó-  
rica de los pueblos. Al respecto escribe:  
De desear sería que un viajero instruido pudiera visitar las orillas del  
lago Titicaca, la provincia del Collao y la meseta de Tiahuanaco espe-  
cialmente, que vienen a ser el centro de una antigua civilización de  
América Meridional. Aún existían en mi viaje algunos edificios que  
Pedro Cieza50 describe con sencillez tan admirable, (…) No nos cansa-  
remos de repetir que la arquitectura americana no puede sorprender  
por la grandeza y tamaño de las masas, ni por la elegancia de las for-  
mas, pero si es interesante porque esclarece la historia de la primera  
51  
cultura intelectual de los pueblos montañeses del Nuevo Continente.  
49 Robertson, Historia de América, T. III, p.414, en Humboldt, Sitios de las cordilleras…cit. p.371  
50 Cieza, Cap. V, p.258; en: Alexander von Humboldt, Sitios de las cordilleras…, cit. p. 371  
51 Alexander von Humboldt, op.cit., ídem.  
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Historia e impacto de Humboldt en el Cotopaxi  
Humboldt habla de la cultura intelectual, en consecuencia,  
se opone a las observaciones europeas sobre la degeneración de los  
pueblos del Nuevo Mundo, de su incapacidad de decisión y crea-  
ción, y de que solo el despotismo podría salvar su situación de inac-  
ción. Frente a esto, escribe una carta a su hermano Wilhelm sobre la  
condición física de los suramericanos, y desde el aspecto fenotípico  
dice: “Los Caribes son el pueblo más fuerte y más musculoso que he visto  
nunca; ellos solos contradicen las divagaciones de Raynal y de Pauw acerca  
de la debilidad y la degeneración de la especie humana del Nuevo Mundo.  
52  
Un caribe adulto parece un Hércules fundido en bronce”. Se denota el  
prejuicio de otros puntos de vista de europeos que desconocen las  
realidades americanas y que, a más de ignorarlas, las desprecian.  
Señala también, sobre el aspecto tecnológico y de planifica-  
ción intelectual, lo siguiente: “(…) durante nuestra larga permanencia  
en la Cordillera de los Andes, (…) en todos los edificios del tiempo de los  
Incas están las piedras talladas en su cara exterior, mientras que la posterior  
53  
es desigual y angulosa en ocasiones. Y corrobora su afirmación ante-  
rior cuando dice: “Los peruanos han impreso el sello de su carácter labo-  
rioso a todas sus obras, que revelan la constancia del que busca dificultades  
54  
para demostrar que sabe vencerlas . Sobre los caminos incaicos dice: “  
Difícil es señalar el tiempo que se necesitó para la construcción de los cami-  
nos peruanos (…) sobre las altas tierras de Quito debieron hallarse acabados  
en menos de 30 o 35 años, durante el breve periodo que corrió desde la de-  
5
5
rrota del soberano de Quito y la muerte del Inca Huayna Capac.” Y, al  
expresarse, de forma general de los caminos, dice:  
los restos del grandioso camino de los incas de 7 metros de anchura  
aproximadamente, y que descansa sobre construcciones que penetran  
a gran profundidad en el suelo (…) ninguna de cuantas vías romanas  
que he visto en Italia, en el mediodía de Francia y en España, no eran  
56  
más imponentes que estas obras de los antiguos peruanos.  
5
2 Alexander von Humboldt a Wilhelm von Humboldt, Contreras en Ibagué, Reino de la Nueva  
Granada (4º, 5 minutos de latitud Norte), el 21 de septiembre de 1801 en: David Yudilevich,  
Antología, p 178  
5
5
5
5
3 Alexander von Humboldt, Sitios de las cordilleras… cit. p.371  
4 Alexander von Humboldt, op.cit. p.363  
5 David Yudilevich L., Mi Viaje por el camino Inca (1801-1802), Antología, p.130  
6 Ibídem., pp. 23-24  
BOLETÍN ANH Nº 202 • 531–550  
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Sobre la construcción de “El Callo”, comenta el aporte de las  
observaciones de uno de sus acompañantes en torno a la colocación  
de las piedras en el edificio, a la vez, lamenta el saqueo realizado de  
las piedras talladas inclusive de “los pisos de que primitivamente  
constaba; que la codicia de los hacendados vecinos que arrancaban  
las piedras, y los terremotos tan frecuentes en este desventurado  
57  
país, tienen degradado el monumento”.  
Llama su atención las grandes aberturas en las paredes, que  
resulta discordante con la construcción típica; por lo que supone una  
posterior ocupación y escribe también lo que los acompañantes in-  
dígenas del lugar le dijeron, por ello señala que:  
En las paredes exteriores opuestas a las puertas de las habitaciones,  
hay en vez de nichos aberturas que dan al campo, sin que pueda de-  
cirse si tales ventanas son o no hocos rotos después de la conquista por  
alguna familia española a quienes haya servido de morada el edificio,  
aunque los indígenas piensan que se hicieron desde luego así para que  
58  
por ellas pudieran observarse los movimientos del enemigo…  
Su percepción de las construcciones permite apreciar, la exis-  
tencia de señoríos fuertes y organizados en la sierra central, previos  
a la presencia incaica, dice: “(…) y los muros de ladrillo no cocido que  
deben su origen a los Puruhays, pertecenen al siglo XIII de nuestra era, an-  
tiguos habitantes de Quito gobernados por el Conchocando o Rey de Licán  
59  
(Prov. Chimborazo) y los Guastays o príncipes tributarios”.  
A fines de 1802, escribe a su hermano una síntesis del trabajo  
realizado. dice: “Hemos tenido una estadía de casi ocho meses en la pro-  
vincia de Quito, desde el comienzo de enero hasta el mes de agosto. Hemos  
empleado ese tiempo en visitar cada uno de los volcanes y hemos examinado  
60  
una tras otra las cimas… Enumera las montañas que visitó, señala  
sus alturas y las describe. Además, y después de haber conocido de  
cerca las sociedades de Quito y de Lima, en sus diferentes estratos  
5
5
5
6
7 Alexander von Humboldt, op.cit. pp.371-372  
8 Alexander von Humboldt, op. cit., pp.272-273  
9 Alexander von Humboldt, op.,cit., p.273  
0 Alexander von Humboldt a Wilhelm von Humboldt, Lima 25 de noviembre de 1802. Cfr.  
David Yudilevich, Antología, cit. pp.183-184 y 185  
BOLETÍN ANH Nº 202 • 531–550  
546  
Historia e impacto de Humboldt en el Cotopaxi  
sociales, especialmente la de los salones nobiliarios y de la burguesía,  
comparte con su hermano lo siguiente:  
También he dedicado especial atención al estudio de las lenguas ame-  
ricanas, percatándome el error de La Condamine sobre su pobreza idio-  
mática. Preferentemente me intereso por el idioma de los incas (…)  
siendo tal su abundancia en delicados y expresivos giros que cuando  
los caballeros jóvenes quieren galantear con las damas, una vez que  
han agotado las posibilidades que ofrece el castellano, comienzan a ha-  
blar en inca.61  
Conclusiones  
Humboldt tendió el puente hacia la física de la atmósfera  
buscando “la distribución geográfica de las plantas sobre la tierra con arre-  
6
2
glo a la distancia del Ecuador y a la elevación vertical de la localidad.”  
Además, trató de reunir ambos dominios, el físico y el biológico, in-  
terpretando la Naturaleza “como un todo movido y animado por fuerzas  
6
3
interiores” Escribió a Picket en 1796 y decía que “la aspiración su-  
64  
prema de su quehacer científico era llegar a la ‘Physique du monde’”.  
A diferencia de muchas tendencias filosóficas de su tiempo,  
como el idealismo, Humboldt era empirista, por ello extrajo conse-  
cuencias de la observación, de la experimentación, del uso del cál-  
culo. Hizo múltiples observaciones científico- naturales en varios  
campos: geología, astronomía, vulcanología, geografía, orografía,  
metereología. Con la misma acuciosidad se internó en los campos  
científico- culturales: historia, arqueología y lingüística, así como en  
las relaciones del ser humano con su medio. Esa minuciosidad de  
observaciones le llevó a analizar los problemas sociales y políticos  
que vivía América del Sur. Humboldt concilió en sus descripciones  
y observaciones el rigor científico, la riqueza de las ideas expresadas  
en un estilo claro, sencillo y elegante.  
6
1 Hermann Trimborn, “La aportación alemana de la arqueología y etnografía de los países an-  
dinos” en Boletín de Informaciones Científicas Nacionales, Nº 90, pp. 259-273, p. 263  
6
2 Dr. C. Troll, “La Misión Científica de Alejandro de Humboldt” en: Boletín de Informaciones  
Científicas Nacionales, Nº 90, mayo-diciembre de 1959, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito,  
1
959, pp- 216-233; p.224  
6
6
3 Dr. C. Troll, op.cit., ídem. p.224.  
4 C. Troll, op.cit., p. 219  
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Parafraseando a Gerbi: El naturalista alemán ofrece una vi-  
sión optimista y defensora de América. En sus escritos, contrapuso  
la imagen de América creada por Raynal, Robertson, Buffon y otros,  
con una nueva percepción, en la que ofrece argumentos contra las  
visiones negativas; por ello, Humboldt formaría parte de la “disputa  
del Nuevo Mundo” al criticar y refutar los reiterados prejuicios eu-  
rocéntricos tanto en el campo natural como moral y físico del ser hu-  
mano americano.65  
Finalmente, es importante señalar que Humboldt vivió 90  
años. Abarcó el proceso cultural culminante de la Ilustración, transitó  
por el romanticismo, el idealismo y caminó los senderos del positi-  
vismo y materialismo decimonónicos. Fue político independentista,  
escritor prolífico de diarios, cartas y monografías multi-temáticas,  
mostrando las infinitas conexiones de lo holístico. Cumplió su obje-  
tivo, conocer la psique del mundo, la armonía de la naturaleza, en  
su obra maestra Cosmos en 5 volúmenes. En último término, sus es-  
critos abren las puertas de la curiosidad científica en todos los ám-  
bitos del conocimiento, Humboldt fue y sigue siendo, un inspirador.  
Latacunga, 18 de Octubre de 2019.  
Conversatorio Humboldt Renace en Latacunga  
Gobierno Autónomo Descentralizado  
de la Provincia de Cotopaxi.  
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Científicas Nacionales, Nº 90, mayo-diciembre de 1959, Casa de la Cultura  
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BOLETÍN ANH Nº 202 • 531–550  
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