BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVIII Nº 201  
Enero-junio 2019  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVIII  
Nº 201  
Enero–junio 2019  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
DIRECTOR:  
Dr. Franklin Barriga López  
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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVIII  
Nº 201  
Enero–junio 2019  
©
ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
p-ISSN: 1390-079X  
e-ISSN: 2773-7381  
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Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. XCVIII – Nº. 201  
Enero–junio 2019  
BIENVENIDA A FRANCISCO RON PROAÑO  
COMO MIEMBRO CORRESPONDIENTE  
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Jorge Núñez Sánchez1  
Varias razones hacen que esta intervención me resulte parti-  
cularmente satisfactoria. Una de ellas es el tema que nuestro reci-  
piendario, el maestro Francisco Ron Proaño ha escogido esta tarde  
para su posesión como nuevo Miembro Correspondiente de nuestra  
institución, cual es el de “Francisco de Miranda, precursor de todas  
las independencias y forjador de la masone r� ia en nuestra Am �e rica”,  
título en el que se juntan la historia de los orígenes de nuestra inde-  
pendencia nacional, que ya está por celebrar su bicentenario, y la his-  
toria de una entidad filosófica perseguida por todas las fuerzas del  
fanatismo y la intolerancia, cual es la Masonería. Son temas a los que  
yo he dedicado buena parte de mi vida intelectual y que, por lo  
mismo, tienen para mi persona particular relevancia. Otra razón, sin  
duda, tiene que ver con el personaje mismo que hoy se incorpora a  
esta academia, un destacado intelectual y hombre de pensamiento  
libre, de quien hablaré detalladamente más adelante. En fin, un mo-  
tivo más de mi satisfacción es el hecho de que esta incorporación  
venga a afirmar el carácter pluralista de nuestra actual academia,  
abierta a todas las corrientes de pensamiento y enemiga de toda ex-  
clusión de carácter ideológico, religioso, étnico o de otro tipo.  
Y es que una academia es, por su esencia, un foro abierto a  
todas las ideas y formas de pensar, a todos los seres humanos y a  
todos los horizontes intelectuales, es decir, un espacio para la refle-  
1
Actual Director Honorario. Director de la Academia Nacional de Historia entre los años 2013  
al 2019. Académico de Honor Vitalicio de la Academia Nacional de Historia. Historiador, an-  
tropólogo y periodista. Fue Presidente de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y  
del Caribe (ADHILAC). Miembro de las Academias Nacionales de Historia de Ecuador, Co-  
lombia, Perú, Nicaragua, Paraguay y Cuba, de la Real Academia Española de Historia y de  
otras instituciones culturales y científicas. Columnista del diario público El Telégrafo. Autor  
de 74 libros de historia y ciencias humanas y coautor de otros 80. Recibió el Premio Nacional  
de Cultura “Eugenio Espejo” en 2010.  
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Jorge Núñez Sánchez  
xión elevada, para el razonamiento compartido, para la búsqueda  
de explicaciones a la realidad, todo ello expuesto siempre en térmi-  
nos de respeto para los demás, de altura de conceptos, de elevación  
ética y también estética. No puede haber, pues, una Academia Na-  
cional que no se distinga por su apertura social y mental o que se es-  
cude en su tradición, o en sus usos y costumbres, para marcar  
intolerables exclusiones ideológicas o étnico–sociales.  
Volvamos ahora al tema central que nos ocupa, que es el de  
la bienvenida a nuestro nuevo académico y el tema que él ha esco-  
gido para su discurso de incorporación, un tema retador por donde  
se lo mire. Y es que la referencia a la masonería ha sido siempre un  
tema tabú de nuestra sociedad. Por un lado, la intolerancia religiosa,  
las falsas acusaciones de que ella era una entidad sombría, que se  
decía estaba siempre conspirando contra la Iglesia y aun contra el  
Estado; por otro lado, el mismo secretismo con que se manejaba la  
Orden Masónica, ciertamente motivado por las persecusiones de sus  
enemigos, y también por cierto espíritu gregario y aun sectario que  
prevalecía en sus logias, determinaron que esta organización fuese  
vista con cauteloso recelo, cuando no con franco temor, por parte de  
las gentes del común.  
De tarde en tarde, algún suceso inesperado volvía a poner  
en la palestra pública a la masonería, como ocurrió el 29 de noviem-  
bre de 1978, cuando fue abaleado el líder del Frente Radical Alfarista,  
economista Abdón Calderón Muñoz, a las puertas del templo ma-  
sónico de Guayaquil y en momentos en que se aprestaba a ingresar  
a éste. Entonces la prensa informó detalladamente sobre este asesi-  
nato, que muy pronto se descubrió era un “crimen de Estado”, co-  
metido por un grupo de bandidos parapoliciales (los Atalas) al  
servicio de la dictadura militar del triunvirato y en represalia por las  
denuncias que hiciera la víctima de ciertos actos de corrupción co-  
metidos por ministros de esa dictadura.  
En el Ecuador, la masonería ha sido desde el siglo XX una or-  
ganización legal, cuyos estatutos han sido aprobados por las autori-  
dades nacionales y cuyos templos, con sus símbolos de identidad,  
han estado y están a la vista del público. Empero, el los últimos tiem-  
pos la masonería ha ido abriéndose progresivamente al conocimiento  
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Bienvenida a Francisco Ron Proaño  
público, identificándose a ojos de los ciudadanos y difundiendo  
abiertamente sus ideas y planteamientos filosóficos. Hace bien en  
proceder de este modo, puesto que pasaron ya los tiempos de la per-  
secusión oficial, que obligaba a la clandestinidad y al secretismo,  
aunque no han pasado los de la privacidad y la reserva. Y opino que  
debe difundir cada vez más su ideario y sus actos públicos, sobre  
todo porque la masonería tiene una dignísima hoja de vida para ex-  
hibir ante la historia ecuatoriana y latinoamericana.  
Parte de esa hoja de vida es precisamente la acción que esta  
institución desarrolló, en la mayor reserva, para combatir al absolu-  
tismo monárquico y promover la democracia y la libertad en las co-  
lonias europeas existentes en América. Así, la indendencia de los  
Estados Unidos, luego la independencia de Haití y finalmente la in-  
dependencia de Hispanoamérica estuvieron promovidas por la  
Orden Masónica, a través de memorables personajes, entre los cuales  
figuraron Jorge Washington, Francisco de Miranda, Simón Bolívar y  
José de San Martín.  
En el caso particular de nuestro país, la masonería estuvo  
hermanada a la historia de la nación ecuatoriana desde los matinales  
orígenes de ésta, y sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad  
han estado presentes en nuestra historia desde la época de Eugenio  
Espejo y su “Escuela de la Concordia” hasta los tiempos actuales.  
Vistos los hechos desde la perspectiva de la historia, pode-  
mos apreciar que esta institución filosófica fue el principal agente  
difusor del pensamiento ilustrado, las ideas de independencia, los  
principios políticos republicanos y finalmente de muchos proyectos  
de reforma social aplicados en el país, contribuyendo con su acción  
a cimentar la vida pública y los derechos ciudadanos. De ahí que su  
presencia en la sociedad republicana haya sido muy importante para  
el desarrollo de una conciencia nacional, primero, y para la progre-  
siva democratización del país y el impulso a su progreso, después.  
A través de una labor silenciosa y constante, desarrollada en  
la reserva de sus logias, la Masonería formó moralmente a genera-  
ciones enteras de pensadores, artistas, empresarios y políticos ecua-  
torianos, y los impulsó hacia la conquista de un amplio horizonte de  
derechos ciudadanos. En sus templos se forjaron espíritus combati-  
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vos y libérrimos, que soñaron con una Patria libre y lucharon por  
construirla, como los precursores de la independencia Eugenio Es-  
pejo, José Mejía y Juan Pío Montúfar, los líderes patriotas Carlos  
Montúfar, Manuel Matheu, José de Antepara, José Joaquín de Ol-  
medo, Luis Fernando Vivero, Lorenzo y José de Garaicoa, Francisco  
María Roca, Rafael Casanova, Juan Francisco Elizalde, y el héroe de  
Ayacucho mariscal José de Lamar.  
En esa escuela de moral y amor patriótico se formaron tam-  
bién los ilustres presidentes Vicente Rocafuerte, José María Urbina,  
Francisco Robles, Eloy Alfaro y Alfredo Baquerizo Moreno, los no-  
tables políticos y estadistas Pedro Moncayo, Antonio Elizalde, Pedro  
Carbo, José Peralta, Abelardo Moncayo, Marcos Espinel, Alberto  
Guerrero Martínez, Julio Enrique Moreno, Humberto Albornoz, Luis  
Napoleón Dillon, Abelardo Montalvo, Andrés F. Córdova, Colón Se-  
rrano Murillo y Abdón Calderón Muñoz, así como también una plé-  
yade de intelectuales luminosos que han honrado el nombre del  
Ecuador, tales como Juan Montalvo, consagrado como “el Cervantes  
americano”; Pío Jaramillo Alvarado, bautizado por la nación como  
Doctor en ecuatorianidades”; Jorge Carrera Andrade, que fuera por  
varios años candidato al Premio Nóbel de Literatura; Pablo Hanníbal  
Vela, poeta laureado; José de la Cuadra, afamado escritor de la “Ge-  
neración del Treinta”; Wenceslao Pareja, reputado poeta modernista;  
Benjamín Carrión, teórico de la “Nación pequeña” y fundador de la  
Casa de la Cultura Ecuatoriana; Gonzalo Zaldumbide, notable escri-  
tor y diplomático, Alfonso Rumazo González, historiador de presti-  
gio internacional, que fuera candidatizado por el gobierno de  
Venezuela para el Premio Nobel de Literatura.  
Cabe precisar que la masonería forjó también el espíritu de  
combatientes por la libertad y la justicia como el general José María  
Sáenz (hermano de la inefable Manuelita), Nicolás Infante Díaz y  
Carlos Concha Torres; del coronel Francisco Hall, forjador de juven-  
tudes; del coronel Luis Vargas Torres, abanderado y mártir de la Re-  
volución Liberal, y de don Roberto Andrade, historiador y periodista  
infatigable; de militares como Ulpiano Páez, Julio Román, Julio An-  
drade, Luis Telmo Paz y Miño, Ángel Isaac Chiriboga y de un héroe  
nacional de la talla del capitán de navío Rafael Morán Valverde,  
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triunfador del combate naval de Jambelí, en 1941. También fue la es-  
cuela moral de empresarios responsables y progresistas como Juan  
Molinari, Samuel Koppel, Maurice Laniado, Luis de J. Valverde, Juan  
Illingworth, Rodrigo E. Icaza, Manuel Seminario, Isidoro y Alberto  
Levy, Eduardo Valenzuela, George Ashton, León Erdstein, Giovanni  
Pantalone, de técnicos como José Antonio Gómez Gault y Carlos S.  
Phillips, y de un dirigente laboral y senador funcional por los traba-  
jadores: el maestro Juan José León  
Y para no abundar más, concluyamos señalando que en sus  
filas figuraron también artistas, científicos y educadores que forjaron  
el espíritu nacional: músicos de la talla de Antonio Neumane (autor  
de la música del Himno Nacional y director del Primer Conservatorio  
Nacional), Domingo Brescia (director del Segundo Conservatorio Na-  
cional y animador de la escuela musical nacionalista), Antonio Cabe-  
zas, José Casimiro Arellano, Claro José y Vicente Blacio, Juan Bautista  
Luces, Federico M. Borja, José Heleodoro Cárdenas y José Domingo  
Feraud Guzmán; pintores como Juan Agustín Guerrero, Joaquín  
Pinto, Carlos Rodríguez Torres y Luis Molinari Flores; científicos y  
humanistas como Luis Vernaza, Alejandro Mann, Herman Parker, Ar-  
mando Pareja Coronel y Luis Espinoza Tamayo; educadores como  
Alejandro Andrade Coello, Leonidas García, Reinaldo Murgueitio y  
Pablo Guerrero Torres; historiadores como Francisco X. Aguirre Abad,  
Modesto Chávez Franco, Celiano Monge, Carlos A. Rolando, Gabriel  
Pino Roca y José Roberto Levi Castillo; juristas como Luis Felipe Borja  
Pérez, José Vicente Trujillo, Víctor Manuel y Modesto Peñaherrera;  
sociólogos como Agustín Cueva Sanz y Víctor Gabriel Garcés; perio-  
distas como Manuel Ignacio Murillo, Miguel Valverde, Federico  
Proaño, Luciano Coral, José Abel y José Santiago Castillo, Ismael  
Pérez Pazmiño, José Antonio Campos, Francisco Campos, Pedro  
Pablo Garaicoa, Francisco Fálquez Ampuero; artistas de la fotografía  
como Benjamín Rivadeneira y Carlos Siman, entre otros.  
Todos ellos, por medio de sus palabras, sus acciones y su  
ejemplo, contribuyeron a educar a las nuevas generaciones en una  
escuela de libertades, amor a la Patria, culto al trabajo, veneración  
de la cultura y admiración por lo ecuatoriano. Y por eso mismo es  
una obligación ética de los historiadores, y también de los ciudada-  
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nos, el justipreciar aquel enorme aporte que la Orden Masónica y sus  
hombres hicieron al país desde fines del siglo XVIII, muchas veces  
arriesgando su vida e integridad personales, que a causa de ello ter-  
minaron colocadas bajo la amenaza de la tiranía, el fanatismo o la  
intolerancia.  
Paso ahora a hablar de nuestro recipiendario, el maestro en  
ciencias Francisco Ron Proaño, un prestigioso científico social y hom-  
bre de cultura, cuyos méritos personales pueden resumirse del si-  
guiente modo:  
Tiene estudios superiores de Medicina en la Universidad  
Central del Ecuador y de Sociología en la misma casa de estudios,  
donde obtuvo finalmente su licenciatura. Más tarde cursó el Post-  
grado internacional en Sociología Rural, del Consejo Latinoameri-  
cano de Ciencias Sociales, CLACSO, en la Pontifica Universidad  
Católica del Ecuador, obteniendo su título de Magister en Sociología  
Rural.  
Adicionalmente, ha cursado otros estudios especiales, tales  
como el Segundo Curso Regional sobre Universidad y Promoción  
Popular, en el CENADEC, en Lima, Perú, en 1968; el Primer Semi-  
nario subregional “Nuevos Enfoques para los programas de Educa-  
ción Sindical”, realizado en el INAESIN, en Caracas, Venezuela, en  
mayo de 1988, y otros diversos seminarios sobre Investigación Social,  
Métodos de Extensión Rural, Metodología de la Concientización,  
Educación Popular y Comunicación alternativa, y Desarrollo de la  
Comunidad.  
En el ámbito profesional, ha laborado en “Promoción Popu-  
lar Universitaria”, como Coordinador general de un plan de Desa-  
rrollo de las comunidades campesinas con aplicación de la  
metodología de alfabetización de Paulo Freire. También en Promo-  
ción y Capacitación de Grupos Juveniles en todo el país, en tareas  
de Educación y Comunicación Popular. Igualmente en Capacitación  
Social de los futuros profesores rurales, dentro de un proyecto de  
trabajo socio-organizativo con las comunidades urbanas y rurales de  
la respectiva zona.  
Ha laborado en las Fundaciones de Desarrollo Rural Breth-  
ren y Unida, en la Dirección Nacional de Promoción y Bienestar So-  
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Bienvenida a Francisco Ron Proaño  
cial del Ministerio de Trabajo y Bienestar Social, en el Centro Jurídico  
Campesino, en la Fundación de Promoción para el Desarrollo (PRO-  
DESARROLLO), en la Escuela Politécnica Nacional, como profesor  
de la Cátedra de Diseño de Investigación Científica, y en la Univer-  
sidad Central del Ecuador, Facultad de Ciencias Económicas y Fa-  
cultad de Comunicación Social, como profesor de las cátedras de  
Metodología de la Investigación Científica y Desarrollo Latinoame-  
ricano, y de Economía Política. Dentro de otras actividades profesio-  
nales, ha colaborado con la FAO, el Fondo para la Alimentación y la  
Agricultura de la ONU. En fin, ha sido investigador, coordinador y  
promotor de numerosos proyectos y programas de desarrollo social  
en varias provincias del país y ha actuado como Secretario del Con-  
sejo Directivo del CELADEC, con oficina central en Managua, Nica-  
ragua, entre 1986 y 1990, y del Organismo Internacional Latino-  
americano de Educación y Comunicación Popular, en Caracas, entre  
1990 y 1994, y también ha sido Directivo de la Fundación de Inves-  
tigaciones, Educación Popular y Comunicación Alternativa, de  
Quito, entre 1988 y 1999.  
Entre sus publicaciones menciono al menos las siguientes:  
Las luchas campesinas del Ecuador en los últimos 10 años (1968-1977).  
El caso de ECUARUNARI. CLACSO-PUCE, Quito, 1978.  
Elementos teórico fundamentales para comprender el Diseño Básico de  
una Investigación Científica, Quito, 1994, Escuela Politécnica Nacio-  
nal.  
Apuntes para la Cátedra de Economía Política, UCE–EPN, Quito, 1997.  
La historia de la tendencia de los Cristianos de Izquierda en el Ecuador.  
1967-2017”.  
Expresado todo esto, me place dar la más cordial bienvenido  
al maestro Francisco Ron Proaño a la Academia Nacional de Historia,  
en calidad de Miembro Correspondiente.  
Les agradezco su atención.  
Quito, 30 de enero de 2019  
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209  
La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Núñez Sánchez, Jorge,  
"
Bienvenida a Francisco Ron Proaño", Boletín de la Academia  
Nacional de Historia, vol. XCVIII, Nº. 201, enero - junio 2019,  
Academia Nacional de Historia, Quito, 2019, pp.203-209