BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVIII Nº 201  
Enero-junio 2019  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVIII  
Nº 201  
Enero–junio 2019  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVIII  
Nº 201  
Enero–junio 2019  
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ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
p-ISSN: 1390-079X  
e-ISSN: 2773-7381  
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Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. XCVIII – Nº. 201  
Enero–junio 2019  
FRANCISCO DE MIRANDA  
PRECURSOR DE TODAS LAS INDEPENDENCIAS  
Y FORJADOR DE LA MASONERÍA EN NUESTRA AMÉRICA  
–DISCURSO DE INCORPORACIÓN–  
Francisco Ron Proaño1  
Antecedentes  
Es importante, para comprender cualquier hecho histórico,  
ubicar el contexto social, político, económico e ideológico en que se  
desarrolla el acontecimiento o el quehacer de un personaje impor-  
tante o la gesta de un pueblo. Por ello vamos a describir, aunque su-  
cintamente, las condiciones en que se encontraba nuestra América a  
finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.  
América no fue “descubierta” por Colón sino conquistada por el  
Imperio español  
Desde que Colón desembarcó en tierras americanas el proceso  
de conquista y saqueo inicial demoró no más de medio siglo. Esta  
conquista se realizó en nombre del rey de España y de la Iglesia Ca-  
tólica con la bendición del papa; con la espada, los arcabuces y la  
cruz se aseguró la rapiña y el despojo. Fueron robadas todas las ri-  
1
Tiene estudios de Medicina y Sociología, UCE. Post-grado en Sociología Rural, CLACSO, Ma-  
gister en Sociología Rural, PUCE. Ha cursado en CENADEC Promoción Popular en Lima.  
Tiene estudios sobre Educación Sindical, INAESIN, en Caracas y diversos seminarios sobre  
Investigación Social, Métodos de Extensión Rural, Metodología de la Concientización, Edu-  
cación Popular y Comunicación alternativa y Desarrollo de la Comunidad. Ha laborado en  
“Promoción Popular Universitaria”, como Coordinador general de la metodología de alfabe-  
tización Paulo Freire, en la FBU, en la Dirección Nacional de Promoción y Bienestar Social del  
Ministerio de Trabajo y Bienestar Social, en el Centro Jurídico Campesino, en PRODESARRO-  
LLO, en la FAO. Como docente universitario trabajó en la EPN y UCE. Ha sido investigador,  
coordinador y promotor de proyectos y programas de desarrollo social en calidad de Secretario  
del Consejo Directivo del CELADEC, en Managua; del Organismo Internacional Latinoame-  
ricano de Educación y Comunicación Popular, en Caracas, y Directivo de la Fundación de In-  
vestigaciones, Educación Popular y Comunicación Alternativa, de Quito.  
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Francisco de Miranda, precursor de todas las independencias  
y forjador de la masonería en nuestra América  
quezas de los Templos incas, oro plata y piedras preciosas. Para com-  
prender la audacia, ambición y el volumen del saqueo leemos una  
Crónica de Felipe Guamán Poma de Ayala, 1587, “La llegada de los  
españoles y la muerte de Atau Huallpa”:  
Estando preso Atau Huallpa Inca le robaron toda su hacienda don  
Francisco Pizarro y don Diego de Almagro y todos los demás soldados  
y españoles. Y tomaron toda la riqueza del Templo del Sol y del Cori-  
cancha y de Huanacauri, muchos millones de oro y plata que no se  
puede contar porque solo Coricancha tenía todas las paredes, la cober-  
tura, el suelo y las ventanas cuajado de oro (…) Y del Inca Atau Hua-  
llpa, de todos sus capitanes y de los señores principales de este reino,  
y las dichas andas de oro y plata que pesaban más de veinte mil marcos  
de plata fina, un millón trescientos veinte y seis mil escudos de oro fi-  
nísimo. Así mismo les quitó sus servicios hasta quitarle su mujer legí-  
tima, la Coya [princesa]” (…) “Procuró rescatar su vida Atau Huallpa  
Inca con todos sus capitanes, y dio a don Francisco Pizarro y a don  
Diego de Almagro y a todos los soldados mucho oro que una casa se-  
ñaló, con su propia espada le midió don Francisco Pizarro, media pared  
que era de largo ocho brazas y de ancho cuatro brazas. Hinchió de oro  
y lo tomó don Francisco Pizarro y don Diego de Almagro con todos los  
demás españoles. Lo partieron y mandaron toda la riqueza del despa-  
cho al emperador, todos a España, cada uno a sus deudos y parientes  
y amigos.2  
En otra crónica de Diego Titu Cusi Yupanqui, hijo natural de  
Manco Capac II, 1560, hermano de TúpacAmaru I, su sucesor, leemos:  
Historia de Manco Capac II: (…) Por ventura, ¿Os envié a Cajamarca  
gran suma de oro y plata; no tomasteis a mi hermano Atau Huallpa  
todo el tesoro que allí yo tenía de mis antepasados? ¿No os he dado en  
este pueblo todo lo que habéis querido, que uno y otro sumado no tiene  
suma porque son más de seis millones? ¿No os he dado servicio para  
vosotros y vuestros criados y he mandado a toda mi tierra que os tri-  
buten? (…) A esto respondieron los españoles y dijeron: Hannos dicho  
que nos queréis matar, y por eso te hemos apresado [nuevamente], por  
lo tanto, si no es así que no te quieres levantar, bueno será que redimas  
tu vejación y nos des algún oro y plata, que eso es lo que hemos venido  
2
Manuel Espinosa Apolo editor, Hablan los Incas: Collapiña, Supno, Inca Garcilaso, Felipe Guamán  
Poma, Titu Cusi y Juan Santacruz Pachacuti, Taller de Estudios Andinos, Quito, 2000, p.102.  
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Francisco Ron Proaño  
a buscar, porque dándola te soltaremos. Dijo también Hernando Piza-  
rro: aunque le soltéis vosotros y demás, oro y plata que quepa en cuatro  
bohíos, no se soltará de mi parte si no me da primero a la señora Coya  
3
su hermana, llamada Cura Ocllo, por mi mujer.  
Pasado el primer momento (cerca de 50 años) de saqueo de  
todas las riquezas; y sin más oro, plata y piedras preciosas que robar,  
se inició el período de explotación de la plata en Alto Perú, actual  
Bolivia, en el cerro Potosí. Durante cerca de tres siglos (300 años) ex-  
plotaron las minas de plata, para ello aseguraron que sean enviados  
de todas las tierras del Imperio Inca, miles de indios desde las Enco-  
miendas, que para ese objeto fueron creadas, para ir a Potosí a tra-  
bajar en los socavones de la montaña. Se crearon todas las  
instalaciones para la extracción, fundición y elaboración de monedas  
de plata, se aseguró la alimentación y ropa que llevaban desde las  
encomiendas y obrajes y se realimentaba continuamente la mano de  
obra indígena. Miles murieron en las minas y los viajes [a pie] hasta  
Potosí. Sacaron el tesoro en cajas que eran trasportadas en burros de  
carga hasta el río y de allí hacia España. El río se lo denominó Río de  
la Plata, y a todo el territorio Argentina, por el signo químico de la  
Plata (Ag) de Argentos–Plata.  
Durante cientos de años Potosí se convirtió en la nueva gran  
ciudad del mundo occidental, con más población que Londres, París  
o Madrid. Llena de riquezas. Los barcos zarpaban desde el puerto  
de la Plata hacia España, pero iban bordeando las costas hasta llegar  
al Caribe, desde allí se dirigían a España; sin embargo, Inglaterra,  
Francia, Holanda, Italia, etc. forjaron grandes empresas de piratas de-  
dicadas al asalto y robo de la riqueza americana y esto permitió, en  
Europa, la acumulación de muchísima riqueza que posibilitó el sur-  
gimiento del Capitalismo, es la etapa de la “Acumulación Originaria  
del Capital”. Toda la información relativa al despojo de nuestras ri-  
quezas se puede encontrar en el libro de Eduardo Galeano Las Venas  
Abiertas de América Latina.4  
El desarrollo del capitalismo en esta primera fase de la Acu-  
mulación Originaria del Capital posibilitó la formación de grandes  
3
4
Ibídem, pp. 114-115  
Eduardo Galeano, Las Venas Abiertas de América Latina, Siglo XXI editores, Madrid, 2008.  
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Francisco de Miranda, precursor de todas las independencias  
y forjador de la masonería en nuestra América  
empresas–fábricas, en Europa, principalmente en los países del  
Norte. Estos, cada vez más necesitaban materias primas y mercados  
donde vender sus productos, es entonces cuando las colonias de Es-  
paña en América, nuestra América Latina, se convierten en una ob-  
sesión a los intereses del naciente capitalismo en su segunda fase, el  
Capital Industrial.  
Mientras este capitalismo industrial se desarrollaba en buena  
parte de Europa, España se había estancado con la abundancia de ri-  
quezas traídas de sus colonias americanas. Mantenía un control total:  
económico, político, religioso y cultural sobre la sociedad colonial de  
castas. Habían empezado a surgir nuevos grupos raciales fruto del  
mestizaje, los blancos españoles dominaban la sociedad; los blancos  
hijos de españoles nacidos en América llamados Criollos, otros es-  
pañoles casados con criollos, los hijos de criollos, los mestizos, los  
criollos casados con indios, los mulatos, los pardos, los cholos, los  
zambos, los indios y los negros y muchos grupos más, todos eran  
considerados inferiores. No podían acceder a puestos importantes  
de la administración colonial. Los españoles se habían apoderado de  
todas las tierras y ejercían un control político y religioso sobre la so-  
ciedad.  
El control en las poblaciones o ciudades era completo, por  
ejemplo, todas las noches había rondas de militares españoles que  
impedían a la gente circular libremente, al grito de “quién vive”, de-  
tenían o disparaban a cualquiera. La Iglesia Católica era la que man-  
tenía un control sobre las familias y toda la sociedad, tenían que  
denunciar si alguna persona no asistía a la misa, o si no rezaba el ro-  
sario, o si leía ciertos libros prohibidos que constaban en el “Índice”  
preparado por la Iglesia de Roma, debían estar listos para salir a las  
procesiones, para el llamado de los curas o de los obispos. Cualquier  
hecho que alterase la “paz” de la colonia era inmediatamente con-  
trolado y reprimido con la cárcel o la muerte.  
Los criollos que se habían apropiado de tierras o instalado  
negocios gozaban de cierto poder, habían pasado varios siglos y las  
nuevas generaciones eran en su gran mayoría criollos y mestizos  
ricos, sus hijos habían ido a estudiar en Europa. Sin embargo la ma-  
yoría de la población era indígena y chola. Los criollos ricos veían  
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Francisco Ron Proaño  
como una oportunidad su relación con Europa que estaba ávida de  
conseguir las materias primas de América y a la vez vender sus mer-  
cancías, los criollos vieron que era el momento para negociar libre-  
mente con Europa, especialmente con Inglaterra, Francia y también  
con Estados Unidos de Norteamérica, que se había independizado  
de Inglaterra.  
Francisco de Miranda. La familia  
Alfonso Rumazo, historiador ecuatoriano, en su libro Com-  
prensión de Miranda, señala: “Francisco de Miranda fue el primero en des-  
cifrar y comprender el momento histórico de su tiempo. El primero en darse  
cuenta de que había llegado la hora exacta para la emancipación iberoame-  
5
ricana. Ésta, su originalidad, y ésta su jerarquía entre los hombres”.  
Nace en 1750, en Caracas, del legítimo matrimonio entre “gentes espa-  
ñolas”, bautizado y confirmado debidamente, de familia comprobada-  
mente cristiana y de buenas costumbres, pasa su infancia y adoles-  
cencia como la de cualquier otro joven de su condición. Caracas era  
una ciudad de doce mil habitantes, de carácter monacal, regida por las  
costumbres de la época y en su moral por los cánones de un catolicismo  
militante, por la escolástica en su vida intelectual y por la lealtad al rey  
de España en su expresión política.6  
La Caracas de los años 1750–1770 es quizás el período más  
confesional” de su historia, particularmente por la llegada del  
obispo Antonio Diez Madroñero que obligaba al toque y rezo del án-  
gelus tres veces al día y la obligación que cada familia fuese todas  
las tardes a la iglesia a rezar el rosario, y la obligación de asistir a las  
frecuentes procesiones por las calles aledañas al templo, a fin de aca-  
7
bar con el “infernal e insolente abuso del carnaval”.  
5
6
7
Alfonso Rumazo González, Comprensión de Miranda, Fundación Biblioteca Ayacucho, Caracas,  
008, p. 3.  
Carmen Bohórquez Morán, Francisco de Miranda, Precursor de las Independencias de América La-  
tina, Fondo Cultural del ALBA, La Habana, 2006, p. 27.  
Lourdes Rosángel Vargas, “La provincia de Caracas: un convento durante el gobierno del  
Obispo Diego Antonio Díez Madroñero (1756-1769)”, Revista Almanaque, N°4, pp. 7-22, Uni-  
versidad Metropolitana, Caracas, 2013, pp.11-15. Ver en: http://www.unimet.edu.ve/unimet-  
site/wp-content/uploads/2018/03/1-Almanaque-4.pdf (01-07-2019).  
2
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Francisco de Miranda, precursor de todas las independencias  
y forjador de la masonería en nuestra América  
Igualmente toda la ciudad se convirtió en una “ciudad ma-  
riana”, reemplazando los antiguos nombres de las calles por nom-  
bres religiosos, cada familia debía tener un patrono; habían  
veinticinco cofradías, las familias tenían que visitar frecuentemente  
los 109 altares de las 14 iglesias existentes. Esto a su vez era ocasión  
para ostentar y lucirse, y al mismo tiempo para denunciar a los que  
no cumplían con las disposiciones dadas por el obispo, por los pá-  
rrocos o los miembros de las órdenes religiosas. Se convirtió por lo  
tanto en una forma de perpetuar la estructura social dominante  
desde el poder del rey. Solamente las mujeres blancas podían llevar  
mantos, de allí el nombre de “mantuanos” a las familias españolas  
blancas. Las mujeres “pardas” [mestizas] eran prohibidas de usar  
mantos y de usar tapices para arrodillarse durante la misa. Todo esto  
era controlado por “el Santo Oficio”, una institución creada por la  
Iglesia Católica para eliminar a los herejes en todo el mundo. Esto  
provocaba una fuerte restricción social y censura a todo nivel.  
En este contexto es que debemos comprender la valía de Mi-  
randa que se atrevió a pensar distinto y luchar contra este imperio  
colonial caduco y represivo.  
La familia de Francisco de Miranda se había dedicado al ne-  
gocio de las telas de Castilla y una panadería.  
Su padre don Sebastián de Miranda, nacido en Canarias, en su condi-  
ción de comerciante, mantuvo una posición social bastante holgada,  
sin llegar a ser rico. Su madre Francisca Rodríguez de Espinoza nacida  
en Caracas, hija legítima de Antonio Rodríguez, originario del Reino  
de Portugal y de Catharina Espinoza de origen canario, personas blan-  
cas y de clara sangre y de familia muy noble, pues contaban entre sus  
parientes a varios clérigos y religiosas.8  
Esta información es muy importante por cuanto en esos  
tiempos la “limpieza de sangre”, o blanqueamiento, [el cual tenía un  
costo monetario muy alto], será un requisito para ostentar cualquier  
cargo, y precisamente el padre de Miranda será el centro de un con-  
flicto cuando es nominado al “grado de Capitán de la sexta compañía de  
8
Ibidem, p. 25  
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9
fusileros del Nuevo Batallón de Blancos Voluntarios y el Cabildo de Ca-  
racas, compuesto por “mantuanos” le acusó de no ser blanco de Es-  
paña, sino apenas un canario y estar dedicado al comercio y la  
panadería, que eso le impedía ser capitán de los blancos voluntarios.  
Esta situación provocó en la familia Miranda no solamente un dis-  
gusto y conflictividad, sino incluso fue la causa para que su riqueza  
vaya disminuyendo debido a los costosos trámites del “blanquea-  
miento de la sangre” que debía probar.  
Para ese momento, Francisco de Miranda había terminado  
sus estudios superiores y defendió a su padre en el Cabildo, sin lo-  
grar el objetivo. Fue el momento en que vió la oportunidad de con-  
cretar su sueño: ir a España y seguir la carrera militar “para servir a  
Su Majestad con (su) persona en los Reinos de España, según se le propor-  
10  
cione (su) inclinación y talentos”, además la carrera militar no sola-  
mente era un espacio para adquirir nobleza sino la oportunidad de  
regresar a Caracas y poner en orden todo.  
Miranda todavía no tenía la idea de la independencia, sin  
embargo parecería que este hecho fue el primer sacudón que sintió  
frente a la injusticia provocada por los mantuanos contra su familia  
y particularmente contra su padre, quien le dio todo el apoyo eco-  
nómico para su viaje y para la adquisición del título de capitán es-  
pañol. Miranda asegurará toda la documentación requerida que  
incluye su calidad y pureza de sangre y la autorización del obispo y  
demás autoridades; el 25 de enero de 1771, Miranda se embarca en  
la fragata sueca “Príncipe Federico” y arriba al puerto de Cádiz el  
1ro. de marzo; tiene 21 años y aspira convertirse en oficial del ejército  
real; treinta y cinco años más tarde regresará con un nuevo objetivo,  
combatir contra la Corona española y luchar por la libertad de las  
11  
colonias americanas.  
9
Ramón Urdaneta, Sebastián de Miranda Ravelo. Ver en: http://bibliofep.fundacionempresas  
polar.org/dhv/entradas/m/miranda-ravelo-sebastian-de/ (01-07-2019)  
0 Ibidem, p. 42.  
1 Ibidem, p. 45.  
1
1
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Francisco de Miranda, precursor de todas las independencias  
y forjador de la masonería en nuestra América  
La carrera militar  
El 20 de abril de 1771 firma un contrato de compra del grado  
de capitán por la suma de ochenta y cinco mil reales de vellón, sin  
embargo necesitará asegurar el dinero con el apoyo de su padre, le-  
tras de cambio, y demorará casi dos años en conseguir todos los re-  
quisitos legales para probar la nobleza de sus orígenes y la limpieza  
de su sangre; luego se encuentra listo para ingresar al ejército real.  
Durante estos dos años Miranda aprovecha para estudiar las  
ciencias aplicadas al arte militar: matemáticas, geometría y geografía.  
Igualmente se dedica a la lectura de los filósofos franceses prohibidos  
por la Inquisición, devora las obras más controvertidas de su tiempo  
1
2
como La destrucción de las Indias del padre Las Casas; Cartas sobre  
1
3
14, 15  
los Libre Pensadores ; Del gobierno y de la naturaleza humana  
de  
Locke; Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones de Vol-  
16  
17  
taire; Investigaciones filosóficas sobre los americanos de De Pauw y mu-  
chas otras obras de Rousseau, Hume, Burke, Pope y otros, que van  
a ir completando su gran biblioteca personal. Igualmente aprovecha  
para aprender varios idiomas, los cuales domina: inglés, francés, ita-  
liano y latín. Su pasión por la lectura hará de él uno de los hombres  
más ilustrados de su época, añadido a su gran presencia, bien pare-  
cido, alto y con una cultura muy refinada que se convertía en el cen-  
tro de las conversaciones.18  
Incorporado al Ejército Real de España, Miranda será desig-  
nado para defender una fortaleza española en África (Melilla), en ca-  
lidad de capitán de infantería del primer batallón del Regimiento de  
la Princesa (1774). Se distingue en la contienda y logra el objetivo de  
levantar el sitio que sobre esta tenían los moros, sin embargo a partir  
12 Bartolomé de las Casas, Brevíssima relación de la destrucción de las Indias, introducción de Miguel  
León-Portilla, Editorial EDAF S.A, Madrid, 2004.  
1
1
1
3 John Locke, Cartas sobre los Libre Pensadores, Impreso por Awnfham Churchill, Londres, 1689.  
4 John Locke, Ensayo sobre el gobierno civil, RBA Coleccionables, s/f.  
5 John Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano, Fondo de Cultura económica de España,  
Madrid, 2013.  
1
6 Voltaire, Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las Naciones y sobre los principales hechos de  
la historia, traducido al castellano por D.J.J., Librería Americana, París, 1827.  
7 Cornelius de Pauw, Investigaciones filosóficas sobre los americanos, s/e, Berlín, 1768.  
8 Ibidem, pp. 46-47.  
1
1
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Francisco Ron Proaño  
de allí la vida de Miranda se verá siempre signada por las envidias  
y traiciones de los que aparentan ser sus amigos y luego le asestan  
el golpe.  
Así ocurrió en esta contienda, un sargento mayor, de apellido  
Roca, se presentará como el vencedor y Miranda, a pesar de ser el  
artífice de la victoria no será reconocido y se sentirá “injustamente re-  
19  
legado en su regimiento”, como señalará en sus Archivos de viajes.  
El interés de reconocimiento y ascenso, por parte de Mi-  
randa, igualmente, siempre estará presente a lo largo de su vida.  
Pasan cinco años intentando ser reconocido y ascendido, pero en  
vano, siempre tendrá detractores dentro del ejército que le impidan  
y le apresen en varias ocasiones, acusado de indisciplina e insubor-  
dinación. “Estos castigos no harán sino acrecentar su descontento y refor-  
zar la pobre opinión que se ha venido forjando sobre los cuadros superiores  
20  
del ejército español.”  
Sus lecturas continuaban y su biblioteca se incrementaba con  
obras que en ese momento representaban un cuestionamiento del pensa-  
miento tradicional y de sus valores fundamentales.” Pero además había  
logrado hacerse amigo de dos oficiales con los cuales iniciará una es-  
trecha amistad ya que también ellos comparten las mismas lecturas  
y pensamientos: Mertens (francés) y el coronel Manuel Villalta (pe-  
ruano). Los tres amigos intercambian libros y mantienen largas con-  
21  
versaciones acerca de las nuevas ideas en boga.  
En 1776, Miranda tiene la ocasión de ir a Gibraltar, peñón  
que España había cedido a Inglaterra. Viaja atendiendo una invita-  
ción, lo que le permitirá conocer las instalaciones militares inglesas  
y tener su primer contacto con la sociedad y cultura británicas. Allí,  
posiblemente, es que conoció a John Turnbull, rico comerciante in-  
glés, quien se convertirá luego no solo en su amigo muy cercano,  
22  
sino también en su principal sostén financiero.  
En 1779, España, aliada de Francia, declara la guerra a Ingla-  
terra y aprovecha la ocasión para reconquistar Gibraltar. Miranda  
1
2
2
2
9 Carmen Bohórquez, op. cit., p. 52.  
0 Carmen Bohórquez, op. cit., p. 55  
1 Ibídem, p. 55.  
2 Ibídem, p. 56.  
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Francisco de Miranda, precursor de todas las independencias  
y forjador de la masonería en nuestra América  
había sido transferido a Madrid al batallón comandado por el coro-  
nel Juan Manuel Cagigal, que también jugará un importante papel  
en la vida de Miranda, este es trasladado a Cádiz a fin de que parti-  
cipe en la preparación de un bloqueo contra el peñón. El que viene  
a reemplazar a Cagigal es el sargento mayor Roca, enemigo de Mi-  
randa, quien durante dos años ejercitará toda suerte de maquinacio-  
nes contra Miranda manteniéndole en prisión, hasta que por una  
orden real es puesto en libertad.  
En abril de 1780 una expedición comandada por el general  
Victorio de Navia leva anclas con destino a América. Cagigal forma  
parte de esa expedición como coronel del regimiento de Aragón, y  
Miranda logra acompañarle. El objetivo es unirse a las tropas fran-  
cesas a fin de apoyar a los angloamericanos en su Guerra de Inde-  
pendencia contra Inglaterra. Antes de dejar Madrid, Miranda hace  
un inventario de sus libros y se los da a guardar a un señor Pineda,  
son seiscientos veinte y cinco volúmenes. Estos libros posteriormente  
serán confiscados por la Inquisición.  
La “Santa Inquisición” ya había iniciado sus pesquisas contra  
Miranda cuando estuvo en Melilla, África, y el primero que cae es  
su amigo el coronel Villalta, al cual lo juzgan, le confiscan los libros  
“prohibidos”, le degradan y lo meten a la cárcel. Miranda se les había  
escapado, había llegado ya a la Habana. El brazo de la Inquisición le  
seguirá toda su vida, con una red muy amplia de espías y autorida-  
des españolas. Sin embargo Miranda no conocía de esta persecución.  
Tres años permanece Miranda en Cuba, durante este tiempo  
participa en tres eventos importantes, dos son acciones militares, la  
toma de Pensacola y de las Bahamas. La otra acción será de carácter  
diplomático, la de intercambiar prisioneros con los ingleses de Ja-  
maica. En todos estos eventos Miranda se destacará y cumplirá a ca-  
balidad, al mando de Cagigal y reconocido por él, sin embargo, en  
lugar de obtener reconocimientos y recompensas, sus acciones darán  
pie para argumentos contrarios y falsas acusaciones que se conver-  
tirán en nuevas órdenes de arresto. Esta serie de situaciones en su  
contra, a pesar del apoyo irrestricto de Cagigal y conociendo que  
existe una orden de prisión por parte de la Inquisición, Miranda de-  
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Francisco Ron Proaño  
cide ir a buscar otros caminos. Había decidido separarse del imperio  
español y viaja a Estados Unidos, tiene treinta y tres años, es 1783.  
Está en la mitad de su vida.23  
Nace el nuevo Miranda, precursor de la independencia de América  
Latina  
Miranda llega a la costa atlántica de los Estados Unidos el 9  
de junio de 1783, lleva algunas cartas de recomendación firmadas  
por Cagigal y dirigidas, entre otros, al general Washington y al re-  
presentante de España en Filadelfia, Francisco Rendón, igualmente  
lleva algunas cartas de su amigo James Seagrove. Filadelfia era en  
ese entonces la capital de la nueva Federación de Estados Indepen-  
dientes, allí se dedica principalmente a relacionarse con casi todos  
los fundadores de la nueva república: George Washington, Thomas  
Jefferson, Benjamín Franklin, Alexander Hamilton, John Livington,  
Henry Knox, Ezra Stiles, Thomas Paine, Samuel Adams, el general  
francés J. Lafayette y muchos otros, también del cuerpo diplomático  
de otros países acreditados en los Estados Unidos. La impresión que  
tienen de él será altamente positiva contrariando las noticias negati-  
vas que habían llegado desde España.  
Su estadía en Estados Unidos le permitirá a Miranda revalo-  
rizar su imagen muy positivamente. En lugar de ser considerado  
como contrabandista o traidor.  
Un extranjero inteligente y un observador atento, que viaja no para re-  
correr el país, sino para conversar con los hombres”; “Un ciudadano  
del mundo, al que recorre para aumentar su capital de conocimientos,  
el cual no es de ninguna manera despreciable”; “Un hombre ilustrado  
y un hijo ardiente de la libertad”; “Un partidario entusiasta de la causa  
de la libertad”, que manifiesta tal amor por ésta “Que haría honor al  
Estado más libre del mundo.24  
Miranda viaja como un oficial del ejército español, siempre  
dejando claro que es de origen suramericano, utiliza el grado de Co-  
2
2
3 Ibídem, pp. 66-67.  
4 Ibídem, p. 98.  
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220  
Francisco de Miranda, precursor de todas las independencias  
y forjador de la masonería en nuestra América  
ronel, el cual lo había solicitado después del intercambio de prisio-  
neros en Jamaica, sin conseguirlo.  
En base a su nueva experiencia en una nación emancipada,  
empezará a madurar la idea de propiciar una campaña similar en las  
colonias hispanoamericanas. A partir de ese momento Miranda co-  
mienza a hablar explícitamente “de hacer la revolución en las provincias  
españolas de la América del Sur”, e incluso llega a concebir un nombre  
para la futura república continental: “Colombia”.  
La cita de uno de los dirigentes de la guerra revolucionaria  
independentista de Estados Unidos, John Adams (1815), deja en claro  
la personalidad y las ideas de Miranda:  
Durante nuestra guerra revolucionaria, el General Miranda vino a los  
Estados Unidos, viajó a través de muchos de nuestros estados, si no de  
todos, fue presentado al general Washington y sus ayudantes, a sus se-  
cretarios, y a todos los caballeros de su familia, a los otros oficiales ge-  
nerales y sus familias, y a muchos de los coroneles. Adquirió el carácter  
de un erudito clásico, de un hombre de saber universal, de un gran ge-  
neral, y maestro en todas las ciencias militares, poseedor de una gran  
sagacidad, una mente inquisitiva, y una curiosidad insaciable. De  
acuerdo con la opinión general, Miranda conocía mucho más sobre las  
familias, partidos, alianzas en los Estados Unidos, que cualquier otra  
persona que viviera allí; sabía mucho más sobre cada campaña, cada  
sitio, batalla y escaramuza que pudiera haberse producido durante  
toda nuestra guerra, que cualquier oficial de nuestro ejército, o cual-  
quier hombre de Estado de nuestras asambleas. Su tema constante de  
conversación era la independencia de la América del Sur, sus inmensas  
riquezas, sus recursos inagotables, su numerosa población, su impa-  
ciencia bajo el yugo de España, y su disposición a sacudirse del domi-  
nio español. Es muy cierto que llenó la cabeza de muchos de nuestros  
jóvenes oficiales de brillantes visiones de riqueza, de libre comercio,  
de gobierno republicano, etc., etc., en la América del Sur. Hamilton fue  
uno de sus amigos más íntimos y admiradores más cercanos, y pre-  
sumo que el coronel Smith fue otro…el general Knox fue también uno  
de sus íntimos. Yo nunca vi a Miranda, y no lo he visto hasta ahora.  
Pero eso era lo que universalmente decían de él todos los americanos  
a los que conocí en Francia, Holanda e Inglaterra, sin excepción  
alguna.2  
5
25 The Works of John Adams, Boston, Little, Brown and C, 1850-1856, T.X, pp.134- 135, en Car-  
men Bohórquez, op. cit., p. 99.  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 210–235  
221  
Francisco Ron Proaño  
De Estados Unidos viaja a Inglaterra, lleva cartas de reco-  
mendación de sus amigos personales pero le será difícil utilizarlas  
porque los ingleses tendrán recelo de los norteamericanos, reciente-  
mente independizados. Será su amigo inglés de Gibraltar, John Turn-  
bull, que es ahora un comerciante bastante rico quien le provea de  
dinero para que se instale en Londres, y es él quien le introduce en  
la sociedad londinense. Se relacionará también con Bernardo del  
Campo, Ministro de España en Inglaterra quien le acogerá, pero  
pronto descubrirá que no es de confiar. Miranda llega con dos obje-  
tivos: hacer realidad la emancipación americana y hacer de sí mismo  
la persona capaz de llevar a cabo dicha emancipación.  
Durante seis meses Miranda se dedica a conocer el funcio-  
namiento del gobierno británico y a frecuentar a los hombres sabios,  
casi todos masones. Cuando su amigo norteamericano William Smith,  
antiguo secretario de Washington, llega a Londres como secretario  
de la E mbajada de los Estados Unidos, se ponen de acuerdo para  
partir juntos hacia Berlín para asistir a las revistas militares de Fede-  
rico II de Prusia, de mucho prestigio.  
Entre el 10 de agosto de 1785 y el 18 de junio de 1789 (cerca  
de cuatro años), Miranda recorre casi toda Europa y una parte del  
Asia Menor. Visita Berlín, Viena, Holanda, Hannover, Brunswick,  
Prusia, Sajonia, Dresde, Hungría, Italia (Florencia, Roma, Venecia,  
Nápoles), puerto de Ragusa (Dubrovnik) en Yugoslavia, Constanti-  
nopla, Grecia, Rusia, Crimea. Durante estos viajes conoce mucha  
gente y culturas, mucha historia y arte, muchos pueblos y ciudades,  
se relaciona con muchos masones de estas ciudades a cuyas logias asiste,  
pero también se entera que existe una orden del Imperio español de  
apresarlo, apenas pueda pisar suelo español o de sus aliados. Sin em-  
bargo, siempre estarán presentes sus ideas de libertar América, en  
todas sus conversaciones y contactos.  
En Constantinopla obtiene del representante ruso un pasa-  
porte y algunas cartas de recomendación para ingresar a Rusia. El  
internuncio del Emperador Joseph II de Austria le otorga un se-  
gundo pasaporte, similar al que le fuera dado en Viena en donde se  
“oficializa” el título de “Conde”. Para ingresar a Crimea se presenta  
la ocasión de la visita del príncipe Potemkim (28-XII- 1786) a esa ciu-  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 210–235  
222  
Francisco de Miranda, precursor de todas las independencias  
y forjador de la masonería en nuestra América  
dad la cual le rendirá honores. Durante su primer encuentro con Mi-  
randa no ocurre nada especial. Sin embargo, al enterarse de su origen  
americano y de su estadía en Constantinopla, el príncipe cambia de  
opinión y comienza a interesarse por este extranjero llegado desde  
tierras tan lejanas.  
Miranda recorre la Crimea en la carroza imperial, sentado al  
lado de Potemkim, quien inclusive le sirve de guía. Después está pre-  
visto un encuentro del príncipe con la Emperatriz Catalina II la  
Grande, Miranda es invitado del príncipe para dicho encuentro. La  
emperatriz Catalina II la Grande era la protectora y amiga de muchos  
intelectuales y artistas de la época: Voltaire, Diderot, Raynal y otros;  
26  
todos peligrosos para el imperio español.  
Miranda permaneció diez meses en Rusia, durante ese  
tiempo se dedicó a estudiar y conocer las costumbres y funciona-  
miento de la sociedad rusa, su organización militar, las obras de  
construcción civil y la producción artística, igualmente a fortalecer  
su relación con los delegados de otros países en Rusia para su pro-  
yecto emancipador de América. Pero el más grande logro de Mi-  
randa fue su relación con la emperatriz. Ella se enamoró desde el  
primer momento, Miranda contará a partir de allí con un apoyo eco-  
nómico, político y diplomático para su proyecto. Le entregará diez  
mil rublos más quinientos ducados como regalo personal para cubrir  
los gastos de viaje, así mismo la protección directa de todas las re-  
presentaciones diplomáticas rusas en Europa y el derecho a utilizar  
el uniforme del ejército imperial, todo lo cual le asegurará, sin que  
nadie pueda cuestionarlo, el acceso al mundo europeo. Desde el  
punto de vista personal se siente reconfortado y fortalecido en sus  
convicciones y proyectos.27  
Sin existir datos reales, se conoce que la relación sentimental  
entre Miranda y la Emperatriz Catalina II la Grande fue real e in-  
tensa, a tal punto que la Zarina le pidió que se quedara y se haga  
cargo de un alto puesto de dirección del ejército imperial, sin em-  
bargo Miranda no pudo aceptar dicha oferta por cuanto tenía su pro-  
yecto de liberar a las colonias de América del yugo español. Pero  
2
2
6 Carmen Bohórquez, op. cit., p. 113.  
7 Ibídem, p. 115.  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 210–235  
223  
Francisco Ron Proaño  
Miranda le prometió que ella estaría a su lado durante sus batallas a  
librar, ya que su bandera llevaría los tres colores: el amarillo de su  
pelo, el azul de sus ojos y el rojo de sus labios, similares a la bandera  
rusa (blanco, azul y rojo).  
En septiembre de 1787 Miranda emprende la ruta que le con-  
ducirá a Suecia, Noruega y Dinamarca, pero durante este trayecto se  
cambiará de nombre para eludir la pesquisa española, llegará a las  
embajadas rusas y no faltará ocasión para entrevistarse con las au-  
toridades reales de esos países.  
Miranda es sin duda una de las personalidades más atrayen-  
tes de las cortes europeas, al mismo tiempo es una persona perse-  
guida por una potencia y protegida por otra. En una carta de C.  
Anker al Conde de Wedel, enviado extraordinario de Dinamarca en  
Holanda, se lee: “Su carácter auténtico, su ojo penetrante y justo, sus  
principios de humanidad y de libertad, así como el odio decidido hacia los  
28  
prejuicios y la opresión lo hacen interesante y respetable”.  
Estos viajes le permiten, igualmente, obtener una serie de do-  
cumentos relativos a las luchas que en esa época se libraba en Amé-  
rica: en Copenhague consigue los documentos del levantamiento de  
Túpac Amaru en Cuzco y Lima en 1781, otro sobre la revuelta de los  
comuneros en Santa Fe de Bogotá en el mismo año, en Italia había  
conseguido la lista de los jesuitas expulsados de América, documen-  
tos que le servirán de soporte para su proyecto emancipador. Igual-  
mente continúa comprando libros que son enviados a Londres.  
Posteriormente viaja a Hamburgo, Holanda, Bélgica, Suiza  
y el norte de Italia y regresa por Francia. Sin embargo es en Francia  
donde hay más peligro de ser apresado por España; siempre en todos  
estos recorridos los hace con nombres cambiados; de Marsella  
(donde conversa con el abate Raynal, historiador), va a Burdeos y de  
allí a París donde permanece 18 días. Francia está agitada y convul-  
sionada, son las vísperas de su Revolución (14 de julio 1789), Mi-  
randa sale de París el 12 de junio con dirección a Londres.  
De vuelta a Londres, Miranda ha logrado en estos cuatro  
años de viaje por Europa y Asia menor madurar su idea de construir  
un nuevo tipo de Estado en América, ya no será colonial ni imperial,  
28 Ibídem, p. 117  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 210–235  
224  
Francisco de Miranda, precursor de todas las independencias  
y forjador de la masonería en nuestra América  
será una democracia de los propios hijos de América y asegurará el  
bienestar de su población. Empieza a redactar una constitución, a  
trabajar en los contactos necesarios para conseguir apoyo del go-  
bierno inglés o de los Estados Unidos, principalmente con recursos  
en dinero, con hombres y barcos para armar una fuerza naval que  
llegue a Venezuela y conquiste la libertad e independencia del Es-  
tado español. Cuenta con su conocimiento, con su experiencia, sus  
contactos y amigos que están dispuestos a financiarle, en parte. Sin  
embargo, Miranda no contará con los intereses económicos, políticos  
y diplomáticos que están de por medio.  
Los juegos políticos tienen que ver con los intereses de In-  
glaterra, Francia España, Portugal, Estados Unidos y el resto de Eu-  
ropa por el control de sus Imperios, por la defensa de las monarquías  
frente al creciente desarrollo y poder de la burguesía industrial, que  
pugna por ser la que comande el destino del mundo. Esto significará  
que Miranda a veces contará con el apoyo (aunque sea verbal) de In-  
glaterra, pero al poco tiempo ya no contará con ese apoyo ya que Es-  
paña es aliada, otras con el respaldo de Francia, y al poco se cambia  
el panorama ya que España es su aliada en contra de Inglaterra, etc.  
esta situación inestable llevará a Miranda a pensar que la indepen-  
dencia solo podrá realizarse con sus propias fuerzas y las de la gente  
de América.  
Miranda buscará contactos importantes con gente de las  
Américas, se pondrá en contacto con gente de Venezuela en la cual  
su padre cumplirá un papel importante, conocerá que hay jóvenes  
en otras regiones, Nueva Granada, Quito, Lima, Buenos Aires con  
los que puede contar, y se dedica a organizar (logias) con hermanos  
que estén dispuestos a luchar por su independencia.  
Estando en Londres, siempre contando con el apoyo econó-  
mico de su amigo inglés, Turnbull, vive en una casa modesta y se  
junta con su ama de llaves, Sara Andrews, una joven británica que  
compartió la vida de Miranda a partir de 1800, al parecer nunca se  
casaron, y con la que tuvo dos hijos: Leandro, nacido el 9 de octubre  
de 1803 y Francisco, nacido el 27 de febrero de 1806.  
Miranda se dirige a Francia, que estaba en sus primeros años  
de su revolución, allí se incorpora al ejército francés y llega a desem-  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 210–235  
225  
Francisco Ron Proaño  
peñar como general. En Francia, la Revolución anunciaba una nueva  
era. Las transformaciones que allí tenían lugar habían atraído la mi-  
rada de los espíritus progresistas, muchos masones, entre los que es-  
taba Miranda y otros americanos. Esta atención se vuelve más  
atractiva cuando ven que los revolucionarios franceses tienen la in-  
tención de extender estas transformaciones al resto de Europa, in-  
cluida España y su imperio colonial de América.  
Miranda llega a París en marzo de 1792 y se queda hasta  
enero de 1798, durante estos años será designado general del ejército  
francés y después Mariscal de Campo y participará activamente en  
la vida política de esa nación pero también será víctima de las per-  
secuciones, en medio del clima de inestabilidad, inclusive es arres-  
tado y encarcelado, listo para la ejecución en la guillotina; felizmente,  
cuando llega la hora de la ejecución es liberado ya que los caudillos  
que le acusaban habían sido derrotados y muertos bajo la guillotina.  
En el período subsiguiente no se olvidó los altos destinos que lo lleva-  
ron a ingresar en el ejército francés. Jamás rompió las conexiones que  
lo unían con los conspiradores del Viejo y del Nuevo Mundo que tra-  
bajaban con fines similares.  
Bajo su dirección se formaron organizaciones secretas en las ciudades  
y provincias sudamericanas. También se celebraban regularmente reu-  
niones en París, a las que concurrían peruanos, chilenos, cubanos y re-  
presentantes de la Nueva Granada. Algunos de los principales  
revolucionarios como Nariño y Cortés Madariaga, atravesaron el con-  
tinente europeo. No obstante, muchos esfuerzos estaban encaminados  
a mantener la conspiración dentro de un impenetrable secreto; serán  
las Logias masónicas.29  
Allí en París, 1797, se conformó una “Junta de representación de  
los americanos”, que servirá de base para la conformación en Londres de la  
Logia “Gran Reunión Americana”.  
Miranda regresa a Londres para continuar con la preparación  
de su proyecto independentista. En Londres se encuentra con varios  
sudamericanos que se encontraban desterrados del reino español y  
otros jóvenes, como Nariño, que estando en el ejército español, co-  
29 Gerhard Masur, Simón Bolívar, ed. Grijalbo, México, 1960, p. 80  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 210–235  
226  
Francisco de Miranda, precursor de todas las independencias  
y forjador de la masonería en nuestra América  
nocedores de las ideas y movimientos independentistas de las colo-  
nias de América y en conocimiento que Miranda es uno de los más  
entusiastas artífices de estas conspiraciones han ido a Londres, que  
es desde donde nace el movimiento; esto le dará más fuerza y se con-  
vertirá en el intermediario de los americanos con el gobierno inglés.  
Pasarán algunos años más en la búsqueda de un soporte económico  
y militar sea de parte de Inglaterra, Francia o Estados Unidos, siem-  
pre a través de sus amigos y relacionados en las altas esferas del  
poder, muchos de ellos masones. “Miranda fue tal vez el único en man-  
tener correspondencia con criollos revolucionarios de las diversas provincias  
30  
de la América Meridional y con los de Norteamérica”.  
En 1805, noviembre, desembarca en Nueva York, llevaba  
.000 libras esterlinas que le había dado Vansittart, Canciller del Te-  
6
soro de Inglaterra, y tenía, además, permiso para recolectar más di-  
nero. Con tan poco dinero era difícil adquirir barcos de guerra y  
armas y reclutar al personal militar; Miranda tuvo que prendar su  
valiosa biblioteca de Londres para fletar barcos, reclutar voluntarios  
y comprar material bélico, todo en absoluto secreto, ni los soldados  
que iban a bordo sospechaban nada. Pero el gobierno español le se-  
guía los pasos y estaba enterado de todo.  
El 2 de febrero de 1806 el barco Leander, una embarcación de  
00 toneladas se hizo a la mar con rumbo a Santo Domingo. Allí en  
2
el Caribe consigue dos embarcaciones pequeñas (goletas) y empren-  
den su primer viaje a Caracas. Cuenta con apenas 180 hombres. Mi-  
randa les había arengado para la batalla por la libertad de América,  
por la independencia del dominio de España, y les había hecho “jurar  
por su vida, que lucharían por la independencia de los pueblos de América,  
un juramento similar al juramento masónico”. Por primera vez flamea  
la bandera amarillo, azul y rojo en los barcos que la noche del 26 de abril  
de 1806 llegan frente a la costa de Ocumare, al noroeste de Caracas,  
donde aparentemente no había defensas españolas. Sin embargo Es-  
paña, que por sus espías conocía los movimientos de Miranda, había  
fortalecido las defensas a lo largo de toda la costa y las dos goletas  
son interceptadas y capturadas junto a los cincuenta y ocho hombres  
que se encuentran a bordo.  
30 Ibídem, p. 233  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 210–235  
227  
Francisco Ron Proaño  
El Leander, con Miranda al frente, logra escapar y luego hace  
escala en Bonaire para proveerse de agua y luego se dirige a Gre-  
nada, Barbados y finalmente a la Isla Trinidad (24 de junio), de estas  
islas recibe el apoyo del gobierno inglés y un mes después, 24 de  
julio de 1806, Miranda se dirige nuevamente a Venezuela al mando  
de once naves y quinientos hombres, entre los que ahora cuentan al-  
gunos sudamericanos.  
Llegan a la Vela de Coro el 3 de agosto y es por primera vez  
que la bandera de “Colombia” ondea en tierra firme. Pero no en-  
cuentra resistencia, ni siquiera aparece la población para darle res-  
paldo; la iglesia y el ejército español habían corrido la voz que  
Miranda era un “monstruo abominable”, “enemigo del rey y de la reli-  
gión”, “un hereje” y que a este “famoso conspirador Miranda” había que  
huirle y despreciarle. Miranda no tiene a quien decir su discurso liber-  
tario. Días después Miranda regresa al Caribe, mientras en toda Ve-  
nezuela se instaura un juicio contra Miranda por parte del Cabildo  
de Caracas, y a su cabeza es puesta un alto precio, vivo o muerto,  
para ello exigen a la población la asignación de una:  
cantidad consignada que a bien tuvieran sus individuos y los demás  
vecinos particulares de aquello y de los pueblos de sus distritos”, po-  
niendo un plazo para tal efecto. Además de la muerte a la que debía  
enfrentarse todo cómplice eventual, el infierno estaba igualmente pro-  
31  
metido para todo aquel que colaborara con el traidor.  
Miranda regresa a Estados Unidos y luego va nuevamente a  
Londres donde organiza las logias masónicas. En su casa se dan cita jó-  
venes criollos devotos del ideal emancipador. Allí se dedica junto  
con sus amigos a preparar el periódico El Colombiano que hará llegar  
a todas las regiones de América, a los municipios, a los amigos de la  
libertad. Pronto este periódico, de corta duración, se convirtió en un  
referente de la situación de América y varios medios de Europa y Es-  
tados Unidos publicaban noticias aparecidas en El Colombiano. De  
esta manera se logró articular una suerte de contactos y la presencia  
de Miranda era cada vez más importante. El primer número apareció  
31 Ibídem, p. 241.  
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228  
Francisco de Miranda, precursor de todas las independencias  
y forjador de la masonería en nuestra América  
el 15 de marzo de 1810, con publicación quincenal, apenas salieron  
cinco números y un suplemento con el número 3.  
Estando en Londres recibe en su casa la visita de Simón Bolí-  
var, para ese momento con el grado de Compañero Masón, un joven  
caraqueño que había viajado a Londres junto con una delegación, en  
calidad de Embajadores del Congreso: la “Junta General de Diputa-  
ción de la Provincia de Venezuela”; con el objetivo de obtener el re-  
conocimiento de Inglaterra para el nuevo gobierno, así como  
establecer acuerdos comerciales. La delegación no tenía interés de  
reunirse con Miranda, es más, tenían prohibido hacerlo, sin embargo  
Bolívar, desdeñando esas ideas y apartándose de los otros delegados,  
visita a Miranda y le indica que él está en contra de la monarquía es-  
pañola y que en Caracas están listos para luchar por la libertad e in-  
dependencia del Imperio Español, que ya se ha constituido una Junta  
General de Diputación y que han proclamado un gobierno autó-  
nomo, sin la presencia de los españoles, que ahora es el momento de  
luchar por la Independencia de España y que el único que puede di-  
rigir es Miranda, le pide que vaya con él a Caracas, que él le asegura  
su protección. Bolívar se adelanta y Miranda va después de unas se-  
manas.  
El 10 de diciembre de 1810 Francisco de Miranda desembarca  
en La Guaira. Tiene sesenta años, de los cuales casi cuarenta en el  
exilio. Ocho meses antes, el 19 de abril, los criollos de Caracas habían  
constituido finalmente una Junta de Gobierno. El capitán general y  
las otras autoridades españolas habían sido destituidos, llevados a  
prisión o confinados en sus residencias y posteriormente expulsados  
del territorio venezolano. Para el 24 de abril de 1810 la Junta de Go-  
bierno asume el control político en nombre del rey cautivo (a causa  
de la orden de Napoleón), si bien se mantenía leal al rey ya signifi-  
caba un gran cambio, que luego se extenderá por todas las provincias  
de América.3  
2
Miranda es recibido en Caracas con una gran manifestación  
popular, vista con recelo por autoridades religiosas e incluso del  
mismo Cabildo. A partir de allí se sucederán una serie de hechos que  
facilitarán la participación de la población en la nominación de Di-  
32 Ibidem, p. 266.  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 210–235  
229  
Francisco Ron Proaño  
putados en todas las provincias, pero al mismo tiempo las autorida-  
des españolas reorganizarán sus fuerzas militares para derrocar  
dicho movimiento independentista. Pasarán varios años, antes de  
que en realidad se logre la batalla definitiva. Sin embargo ésta ya no  
estará a cargo de Miranda sino de Simón Bolívar.  
En medio de estos enfrentamientos, Miranda será tomado  
preso y llevado a la prisión en España, en la “Carraca”, donde con  
su salud debilitada muere, siempre perseguido por la Inquisición y  
por los intereses bastardos de sus enemigos del Imperio español.  
Miranda y la masonería  
El tema de la masonería y Miranda tiene muchos aspectos  
controvertidos, no por su carácter y su relación, sino por la informa-  
ción, debido a que muchos autores difieren en las fechas, lugares,  
contactos, personajes, etc.; y es normal que esto suceda por dos ra-  
zones fundamentales:  
La primera es que todo lo relacionado con la Orden Masónica  
y sus miembros no es conocido, hay generalmente una reserva en la  
información y no nos olvidemos que la masonería no es una institu-  
ción pública ni abierta al conocimiento general de la población, la  
masonería es una institución selecta, sus miembros han sido selec-  
cionados de entre muchos que han querido ser miembros, sin em-  
bargo solo pocos son aceptados, y esto debido a que no todos los  
profanos que tocan las puertas de la “Augusta Institución” están lis-  
tos para ser iniciados en los misterios de la naturaleza, del cosmos,  
de la razón y el pensamiento, del espíritu, del quehacer humano y  
divino sobre esta tierra, en esta vida y en todo tiempo y lugar. Mi-  
randa no podía estar anotando todo esto, solamente podría haber es-  
crito fechas y lugares de visitas a varias logias, sin señalar su razón,  
solamente aparecerá como una reunión con amigos de la causa in-  
dependentista. Peor que informe a todos sus contactos sobre los  
temas tratados en las logias, o la formación de éstas en uno u otro  
lugar. Todo era secreto.  
La segunda razón fundamental es que Miranda estuvo vigi-  
lado y perseguido toda su vida por la Inquisición española que tenía  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 210–235  
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Francisco de Miranda, precursor de todas las independencias  
y forjador de la masonería en nuestra América  
tentáculos por todas partes, sus espías infiltrados en el ejército, entre  
las autoridades, en el cuerpo de diplomáticos de varios países, en las  
cortes, entre las familias…; igualmente las autoridades del Imperio  
español le persiguieron por todas partes, tenían las órdenes de li-  
brarse de él, de encarcelarlo, esté donde esté, para de allí llevarlo a  
la prisión en España. Miranda tenía que realizar su trabajo conspi-  
rativo por la libertad de América casi a escondidas, muchas veces  
cambiando su nombre y dirección; valiéndose de verdaderos amigos,  
confiables, muchos de ellos masones, podrá desempeñar su gesta en  
medio de un mar de dificultades y tropiezos, provocados por la igle-  
sia y las autoridades españolas; sin contar con el tremendo bloqueo  
que significaba el dominio casi total de las ideas retrógradas, con-  
servadoras y prejuiciosas del mundo en que le tocó vivir, como se  
señaló al comienzo.  
Varios historiadores masónicos norteamericanos y franceses, aportan  
valiosa información sobre la actividad masónica del caraqueño Fran-  
cisco de Miranda, de quien aseguran que se inició en 1783, en una logia  
de Filadelfia, muy frecuentada por el famoso general francés Mario  
33  
José Lafayette.  
No hay datos sobre el día y el mes. Por las contingencias derivadas de  
la guerra, al parecer se perdieron los archivos de la Logia donde Mi-  
randa recibió la luz masónica. De lo que se sabe es que Lafayette fue  
su padrino de iniciación. Existen muchas referencias sobre la asistencia  
de Miranda a las logias de Nueva York y de sus tertulias con George  
34  
Washington en locales masónicos.  
Un historiador británico afirma que Miranda se inició en Filadelfia, Es-  
tados Unidos en 1783 (Aprendiz Masón); recibió el grado de Compa-  
ñero en Londres en 1785 y el grado de Maestro Masón en París, en 1797.  
Esta cronología parece la más ajustada a la verdad, ya que guarda re-  
35  
lación con el periplo del Precursor por esos países.  
Miranda funda en Londres la logia “Gran Reunión Ameri-  
cana”, también conocida con Gran Logia Americana”, a fines de 1798  
33 Christian Gadea Saguier, “Francisco de Miranda el padre de la Masonería Latinoamericana”,  
en Blog Los Arquitectos, 2006, p. 1. Ver en: http://losarquitectos.blogspot.com/2006/10/  
francisco-de-miranda-el-padre-de-la.html (12-06-2019)  
4 Ibídem, p.1.  
5 Ibídem.  
3
3
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231  
Francisco Ron Proaño  
con varios criollos de América que se encontraban en Europa, mu-  
chos perseguidos por sus ideas y otros interesados en conocer las  
nuevas ideas que eran noticia, las de Libertad, Igualdad y Fraternidad,  
que propugnaban en contra de la monarquía absoluta que dominaba  
Europa y era una opresión en las colonias.  
Mucho se ha cuestionado el carácter de las logias masónicas  
mirandinas” ya que:  
se olvidaba de los rituales para hacer foros sobre la importancia del sis-  
tema republicano y la reforma de las estructuras sociales en las colonias  
que deseaba libertar. Lo que no dicen los críticos de Miranda, es que  
todos los próceres de la independencia, daban prioridad en las logias,  
a discusiones sobre táctica y estrategia de la lucha que libraban, porque  
de ello dependía en gran parte el destino de los países donde  
actuaban.36  
Alfonso Rumazo anota:  
Especialmente el mundo de los piadosos ha forjado la suposición de  
que la masonería organizada y utilizada por Miranda no fue “verda-  
dera” masonería; que no hubo en ella lo ortodoxo de la entidad. Uno  
de los más autorizados investigadores en este punto, Américo Carni-  
celli, atribuye a la masonería mirandina toda la legalidad y toda la le-  
gitimidad que se podría exigir. Las logias funcionaron en América,  
ateniéndose a las reglas y estatutos propios de esa organización mun-  
dial. En algunos casos, muy contados, se admitió la existencia de Ta-  
lleres colaterales, de carácter político únicamente. Miranda actuaba en  
forma tan regular en la masonería, que en su Diario señala las logias  
por él visitadas, en su gira por Europa, en los cinco años anteriores a la  
Revolución Francesa. Se conserva el texto del mensaje enviado por Mi-  
randa a los masones de Chile con su discípulo y enviado especial, Ber-  
nardo O’Higgins.37  
Miranda es el autor intelectual de la fundación de la Logia  
Lautaro”, en Cádiz, España en 1808, desde Londres, donde residía,  
ya que su cabeza fue puesta a precio por la Corona de España, sugi-  
rió, por recomendación de B. O’Higgins, para la histórica logia, el  
36 Ibídem, p. 4.  
37 Alfonso Rumazo González, op. cit., pp. 77-78.  
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Francisco de Miranda, precursor de todas las independencias  
y forjador de la masonería en nuestra América  
nombre de “Lautaro”, en homenaje al caudillo araucano que venció  
al conquistador Valdivia en Tucapel, en 1554. Esta logia se ramificó  
por toda América, en varias logias, con la incorporación de casi todos  
los libertadores que libraron las luchas independentistas en América:  
San Martín, O’Higgins, Bolívar, Sucre, Montúfar, Antonio Nariño,  
Vicente Rocafuerte, Artigas, Pedro Caro, Andrés Bello, Mariano Mo-  
reno, Carlos Alvear, Cortés de Madariaga y otros más, no todos ini-  
ciados en Londres o Cádiz, sino en sus respectivos lugares donde  
lucharon. La importancia de las “Logias Lautarinas”, como se les co-  
noce, es que fueron la simiente y dirección de los procesos libertarios  
de nuestra América y Miranda fue su forjador y guía.  
Finalmente podemos afirmar que Miranda se adelantó a su  
tiempo, fue un visionario de los momentos de transición que vivía el  
mundo occidental, del feudalismo monárquico al surgimiento del ca-  
pitalismo, en su etapa de despegue industrial, de la emergencia de  
una nueva clase burguesa que se había formado a lo largo de varios  
siglos y que ahora había madurado y estaba dispuesta a construir su  
camino de desarrollo industrial y hacer su revolución (la Revolución  
Burguesa). También el momento en que la clase feudal se ve atrapada  
en este proceso lo que generará su ruptura. Las ambigüedades de la  
nobleza y sus imperios por mantener el poder económico y político  
les llevará a un juego de poderes, alianzas y rupturas que le impedirán  
a Miranda dirigir con solvencia y claridad su lucha independentista.  
Siempre en momentos de crisis y de transición de la sociedad  
todo se vuelve oscuro y nebuloso, pero el gran mérito de Miranda y  
luego de los próceres libertarios es ir abriendo el camino y disipando  
las nebulosas, luchar contra un monstruo de cien cabezas que se afe-  
rra a mantener su situación de poder y ambición de riquezas. Mi-  
randa entrega toda su vida y su fortuna a la causa libertaria y muere  
sin haberla conocido. La participación de Miranda en la Masonería  
será la garantía de que su obra continuará con sus hermanos maso-  
nes en las luchas por la Independencia en todos los países de nuestra  
América.  
Quito, D. M. 25 de enero del 2019  
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Francisco Ron Proaño  
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La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
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democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
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profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Ron Proaño, Francisco,  
"
Francisco de Miranda precursor de todas las independencias y  
forjador de la masonería en nuestra América", Boletín de la  
Academia Nacional de Historia, vol. XCVIII, Nº. 201, enero - junio  
2019, Academia Nacional de Historia, Quito, 2019, pp.210-235