BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVIII Nº 201  
Enero-junio 2019  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVIII  
Nº 201  
Enero–junio 2019  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
DIRECTOR:  
Dr. Franklin Barriga López  
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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVIII  
Nº 201  
Enero–junio 2019  
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ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
p-ISSN: 1390-079X  
e-ISSN: 2773-7381  
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Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. XCVIII – Nº. 201  
Enero–junio 2019  
LA PRENSA ESCRITA: DEPOSITARIA, RESCATADORA  
Y DIFUSORA DE LA MEMORIA PATRIA  
–DISCURSO DE INCORPORACIÓN–  
Germán Arteta Vargas1  
Señor doctor Franklin Barriga López, director de la Acade-  
mia Nacional de Historia; comandante Mariano Sánchez Bravo, di-  
rector de la Academia Nacional de Historia, capítulo Guayaquil;  
autoridades navales, municipales y representantes de las corpora-  
ciones sociales, cívicas, culturales y educativas que nos acompañan  
esta tarde y noche; miembros de la Academia Nacional de Historia,  
capítulo Guayaquil; familiares, amigos, señoras y señores, apreciada  
concurrencia:  
Con especial emoción me apresuro a presentar el testimonio  
de gratitud a todos y cada uno de los integrantes y directivos de la  
Academia Nacional de Historia con sede en Quito y a los del capítulo  
Guayaquil, por auspiciar este hermoso acto en el que se me recibe  
como miembro correspondiente de tan noble, prestigiosa y centena-  
ria institución.  
Y aquí estoy, amigos, con la serenidad de siempre para cum-  
plir con la reglamentaria y tradicional ceremonia, teniendo a ustedes  
como testigos y escuchando un discurso de bienvenida a cargo del  
respetable historiador y hombre de vasta cultura, Melvin Hoyos Ga-  
larza, quien de manera generosísima ha hecho un recuento de mi  
modesto trabajo.  
1
Licenciado en Ciencias de la Comunicación.Docente, propulsor cívico, periodista y gestor cul-  
tural. Es redactor de varios artículos para revistas y periódicos de Guayaquil. Desempeña por  
cuarta ocasión la presidencia del Círculo de Periodistas del Guayas (CIPEG) y es vocal suplente  
del directorio de la Benemérita Sociedad Filantrópica del Guayas. Miembro y Directivo de la  
Agrupación Cultural y Fraternidad. Miembro de la Sección Historia de la CCE, Núcleo del  
Guayas, de la Fundación Regional de Cultura Montubia y de la Confraternidad de Historia-  
dores Camilo Destruge. Miembro de la Fundación de Estudios Geopolíticos Dr. Antonio Parra  
Velasco. Fue designado miembro del Tribunal de Honor (1991) y socio vitalicio (2004) de la  
Fundación Símbolos Patrios. Ha publicado varios libros. Fue proclamado Guayaquileño Ilustre  
por la Agrupación Cultura y Fraternidad.  
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La prensa escrita: depositaria, rescatadora  
y difusora de la memoria patria  
Hoy es jueves 7 de marzo. Ayer nomás el calendario histórico  
cívico del Ecuador ponía en nuestra mente el recuerdo del aniversa-  
rio 174 de la Revolución Nacionalista o Marcista, la del 6 de Marzo  
de 1845, que se fraguó en Guayaquil y que estuvo destinada a ter-  
minar con un gobierno déspota e irresponsable que encabezaba el  
general Juan José Flores.  
En la época que se sucede la gesta de 1845, la historia ya se  
escribía por parte de muchos periodistas: recuérdese al iluminado  
Pedro Moncayo; también la prensa escrita recibía y guardaba para  
la posteridad la panorámica política y económica del naciente Ecua-  
dor en periódicos de singular trayectoria como El Quiteño Libre y el  
Seis de Marzo.  
De igual manera, rescataba y difundía la ejemplar labor de  
ciudadanos e instituciones que pocos años antes del emblemático  
episodio defendieron las libertades y derechos ciudadanos. Sin duda  
hubo referencias de la singular tarea de Espejo a través de sus Primi-  
cias de la Cultura de Quito, y de Olmedo, Roca y otros próceres que  
tuvieron como tribuna El Patriota de Guayaquil, desde el 26 de mayo  
de 1821 en que sale a la luz.  
Cuán valedera me resulta esta rememoración para ingresar  
de lleno, sin adornos artificiosos a la propuesta del tema de mi in-  
corporación y que he rotulado La prensa escrita: depositaria, rescatadora  
y difusora de la memoria patria. Tres realidades, tres razones inmedia-  
tas, nunca para un remedo de apología, sí valederas para ir en pos  
de certezas.  
En el mundo globalizado del siglo XXI, con un vertiginoso  
desarrollo científico y tecnológico en el que las comunicaciones con  
su inmensa gama de aplicaciones llevan aparejados el uso prioritario  
del teléfono celular y el vasto campo de las redes sociales, la prensa  
escrita, la radio y la televisión continúan jugando papel fundamental  
dentro de la sociedad.  
Aun cuando no faltan los exagerados y pesimistas que le dan  
pocos años de vida a la prensa escrita, esta sigue cumpliendo -y es-  
temos seguros de que lo hará por mucho más tiempo- un rol princi-  
palísimo en la cotidianidad de los pueblos en los que ella desempeña  
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Germán ArtetaVargas  
oficios de albacea, portavoz, registradora de la propiedad y cuantas  
profesiones afines existen.  
¿Por qué la prensa escrita es depositaria de la memoria patria?  
Desde la introducción de la primera imprenta a la Audiencia  
o Presidencia de Quito, base territorial del Ecuador actual, comen-  
zaron a afianzarse las ideas de registrar y conservar en el papel todos  
aquellos sucesos relevantes de la sociedad colonial, que en medio de  
los conocidos sinsabores para los indígenas, criollos y mestizos so-  
metidos, no estuvo exenta de logros en los campos de las artes, las  
ciencias y otras manifestaciones del espíritu.  
La imprenta instalada por los jesuitas en Ambato, en 1751,  
después de sortear avatares y negativas que impusieron elementos  
oscuros vinculados con la corona española, puso simientes que en el  
transcurso de los años dieron positivos frutos con la aparición de  
quincenarios, semanarios, diarios y periódicos en general.  
El 5 de enero de 1792, como es conocido, el férreo carácter y  
la mente visionaria de Eugenio Espejo lograron poner en circulación  
el primer número del papel periódico precursor que tuvo el nombre  
de Primicias de la Cultura de Quito; después de algunos lustros del Pri-  
micias quiteño, que tuvo vida efímera pero señaladora de rutas, el 26  
de mayo de 1821 en esta ciudad apareció El Patriota de Guayaquil, con  
la auspiciosa inteligencia transformadora de Olmedo, de Francisco  
Claudio Roca Rodríguez y otros tantos personajes que merecen ser  
recordados con gratitud.  
En 1828 el ilustrado sacerdote escritor y polemista Vicente  
Solano Vargas Machuca hace circular El Eco del Azuay, otro hito más  
de lo que en lo sucesivo sería la aparición de más y más periódicos  
llamados a conservar en sus páginas, como hasta ahora ocurre, el re-  
gistro de los acontecimientos que servirían y servirán en buena parte  
a los historiadores, investigadores y estudiosos de múltiples disci-  
plinas para llevar a feliz culminación sus trabajos.  
Son, pues, los diarios, las revistas, quincenarios y semana-  
rios, folletos, etcétera, -la prensa escrita- los depositarios de la me-  
moria patria, porque en cada edición dan cuenta de los sucesos que  
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La prensa escrita: depositaria, rescatadora  
y difusora de la memoria patria  
al cabo de un tiempo prudencial se convertirán en parte de la historia  
de los pueblos y de la sociedad compatriota, que acudirán a ellos  
como fuente de consulta para verificar algo o mucho de todo aquello  
que esté relacionado con la vida que los identifica.  
¿Por qué la prensa escrita es rescatadora de la memoria patria?  
El periodista es una especie de historiador cuando en el de-  
sempeño de su labor escribe e informa con certeza y verticalidad a  
sus conciudadanos sobre determinado acontecimiento que se revela  
importante en el trajinar diario de la colectividad… Y por esa razón  
aparentemente nimia, intrascendente, la prensa escrita es rescatadora  
de la memoria patria, pues sus integrantes (llámense redactores, pe-  
riodistas, cronistas especiales) cuando preparan el tema del día o al-  
guno con carácter de exclusivo para los lectores de su periódico,  
acuden a distintas fuentes -que suelen ser las propias páginas del  
medio en el que laboran- para rescatar y describir con mayor proli-  
jidad y precisión nombres y pasajes que el público, el vecindario y  
el conglomerado en general está en la necesidad y obligación de co-  
nocer o recordar con la mayor exactitud posible.  
Un ejemplo contundente del papel que identifica a la prensa  
escrita como rescatadora de la memoria patria es el recordatorio o la  
rememoración continua de las gestas y fechas históricas, incluidos  
los personajes y prohombres debidamente valorados, sin ningún tipo  
de sesgo y antipatriótica actitud que vaya en desmedro de su profe-  
sión y en perjuicio de la población, que tiene que luchar con egoístas  
y prejuiciosos militantes de ciertos grupos sociales a quienes no les  
interesa reconocer (4) ni difundir el aporte dado al fortalecimiento  
de la identidad patria por parte de modestos conciudadanos.  
En esta época de un alicaído espíritu cívico y de la penosa  
ausencia de ejemplos dignos de imitar por parte de niños y jóvenes,  
la prensa escrita no puede dejar a un lado el aleccionador quehacer  
de rescatar cuanto episodio histórico sirva para esclarecer hechos so-  
bresalientes de la nación que han sido manipulados maliciosamente  
e incluso han abonado vanas y mezquinas posturas que alimentan  
el pernicioso regionalismo.  
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Germán ArtetaVargas  
¿Por qué la prensa escrita es difusora de la memoria patria?  
No es ocioso repetir que en cada una de las páginas de los  
quincenarios, semanarios, diarios, revistas y periódicos en general  
que se han editado desde la pionera jornada de Eugenio Espejo du-  
rante la etapa colonial, pasando por los años de los movimientos li-  
bertadores y primeros de la vida republicana hasta ponernos  
enfrente de las primeras décadas de este siglo XXI que lo vivimos  
vertiginosamente, la prensa escrita ha tenido un quehacer prepon-  
derante como difusora de la memoria patria.  
Si nos empeñamos en repasar con prolijidad el inmenso ma-  
terial legado por la prensa escrita en su rol de difusora de la memoria  
patria, encontraremos diversidad y abundancia de temas propuestos  
por versados periodistas, historiadores, investigadores y científicos  
que han aportado no solo al esclarecimiento de temas históricos poco  
estudiados, sino que han ayudado al robustecimiento del fervor pa-  
triótico bien entendido.  
Repito, sobre esto último: imposible negar cuánto se ha  
hecho por valorar debidamente episodios como el 10 de Agosto de  
1
809, el 9 de Octubre de 1820, el 24 de Mayo de 1822, el 6 de Marzo  
de 1845, el 5 de Junio de 1895, el 15 de Noviembre de 1922, el 28 de  
Mayo de 1944 y tantos otros capítulos de fechas memorables y de fi-  
guras nacionales del país logrados por el quehacer intenso y docu-  
mentado de los autores nacionales, que sin el apoyo oportuno de los  
medios de comunicación escrita no hubieran obtenido una mayor  
difusión y seguirían sujetos a la paciente espera de lectores en los  
estantes de más de una librería.  
Dentro de mi actividad de periodista educativo de algunos  
años y como partidario de la investigación histórica asistida del do-  
cumento idóneo y del criterio analítico que se muestra serio y libre  
del corrosivo prejuicio, he cuidado de que el trabajo personal tenga  
siempre la veracidad que el tema histórico demanda y, en el cumpli-  
miento de tan elemental propósito, la ayuda de la prensa escrita  
como parte de la bibliografía es de gran valor.  
Autores de incontables libros no solo de historia contempo-  
ránea, sino de otras importantes disciplinas como la economía, la so-  
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La prensa escrita: depositaria, rescatadora  
y difusora de la memoria patria  
ciología, la política, el folclore, las tradiciones, los deportes en general  
cuya multiplicidad de momentos cumbre los ha recogido la prensa  
escrita en sus páginas por tiempo cercano a los dos siglos, resaltan  
que aquella les resulta una magnífica fuente de información para co-  
ronar exitosamente sus obras.  
Todas las breves consideraciones expuestas y el justo reco-  
nocimiento al papel preponderante de la prensa escrita como deposi-  
taria, rescatadora y difusora de la memoria patria motivan mi interven-  
ción en esta noche. Repito, no se trata de una apología dedicada a  
dicha rama de la comunicación o información, sino de la justiciera  
valoración a una actividad humana dura y compleja, pero impor-  
tante y decisiva en el diario trajinar de nuestro pueblo y el afianza-  
miento de su identidad.  
En el Ecuador actual, en el que mucho se discute sobre el  
papel y el aporte de los medios de comunicación para atesorar, re-  
cuperar y difundir la información que esté en íntima relación con  
nuestras raíces y también la práctica de la ética, el civismo y los va-  
lores ciudadanos, cabe destacar que lo que tiene relación con la  
prensa escrita se ha hecho con bastante regularidad y con logros que  
llevan el sello de la inmediatez.  
Si hacemos memoria y emprendemos un rápido recorrido  
por diarios, revistas, semanarios, quincenarios y periódicos en ge-  
neral desde épocas anteriores a los días que vivimos, encontraremos  
que sí ha existido cuidado en el tratamiento de esos temas vitales,  
sin necesidad de exageradas leyes que exijan y regulen contenidos y  
sin que sus mentores entiendan a plenitud casos como lo intercultu-  
ral, que a pretexto de darle mayor atención a lo invisibilizado olvi-  
dan otros puntos vinculados con la misma expresión.  
Ejemplo de que la prensa escrita es depositaria, rescatadora  
y difusora de la memoria patria lo dio Espejo en las pocas ediciones  
que logró sacar a la luz de sus Primicias y lo mismo ocurrió con Ol-  
medo, Roca y otros próceres octubrinos que sacaron adelante El Pa-  
triota de Guayaquil; igual sucedió con fray Vicente Solano con su Eco  
del Azuay. De los cientos de diarios, periódicos y revistas ecuatoria-  
nos muy pocos olvidaron preparar y publicar temas vinculados con  
la historia y la memoria patria en general.  
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Si acudimos a las páginas de periódicos guayaquileños de  
los siglos diecinueve y veinte -para no ir muy lejos-, hallaremos in-  
teresantes trabajos históricos, de promoción cívica y difusión de lo  
nuestro propuestos por atildados periodistas e investigadores que  
sacaron de las inagotables canteras de sus propios medios la infor-  
mación oportuna y adecuada. Esto corrobora, pues, lo que intenta-  
mos demostrar sobre el importante rol de la prensa escrita en el  
convivir nacional.  
El historiador Enrique Ayala Mora en un mesurado artículo  
titulado ‘Prensa y Nación’, publicado por diario El Comercio de  
Quito, al referirse en buena parte a los antiguos diarios y periódicos  
consignó lo siguiente:  
Se disputaban la defensa de la patria y sus valores, promovían la  
ecuatorianidad, aunque la entendieran de diversas y hasta de opuestas  
maneras. Por ejemplo, unos consideraban ‘patriótica’ la defensa de los  
valores tradicionales; otros el combatirlos y hacer avanzar a la Repú-  
blica con la profundización de la democracia. Pero ambos pensaban en  
el desarrollo de una “cultura nacional” que, efectivamente, fue pene-  
trando paulatinamente en las élites, sectores medios y grupos popula-  
res mestizos, fundamentalmente urbanos que, aunque subalternos, se  
sentían parte de la comunidad nacional. Los periódicos cumplían un  
papel de cohesión social. Apuntalaban el proyecto de construcción del  
Estado Nación…2  
Pero si bien esa realidad fue plausible y aleccionadora, ac-  
tualmente el tratamiento del tema histórico, a decir de una buena  
parte del conglomerado, tiene poca cabida en las páginas de los pe-  
riódicos debido a una serie de motivos, aunque la deficiencia ha sido  
solventada con la publicación de suplementos, cartillas y en los nue-  
vos espacios de páginas o columnas interculturales. Se critica enton-  
ces que los medios hacen muy poco para contentar la avidez de los  
lectores por temas históricos.  
Cuánto más podríamos discurrir en torno al tema de que la  
prensa es depositaria, rescatadora y difusora de la memoria patria.  
2
Enrique Ayala Mora, “Prensa y nación”, El Comercio, 25-10-2013. Ver en: https://www.elco  
mercio.com/opinion/prensa-y-nacion.html (29-07-2019).  
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La prensa escrita: depositaria, rescatadora  
y difusora de la memoria patria  
Y cuánto más podríamos discurrir en el aprovechamiento adecuado  
que debe dar la colectividad al trabajo propuesto por la prensa es-  
crita en torno al atesoramiento, recuperación y difusión de nuestra  
historia e identidad.  
Lo reafirmo. Estas palabras mías en tan solemne acto no re-  
presentan una apología del trabajo cumplido y del que desarrolla la  
prensa escrita por la preservación de la historia patria; posiblemente  
esta intervención tenga algo de ponencia que he aligerado en honor  
del tiempo, privándome de mencionar muchísimos nombres, fechas  
y acontecimientos como prueba contundente de lo que sostengo. Fe-  
lizmente la obra, que pronto estará en vuestras manos y en las que  
bondadosamente mencionó el arquitecto Melvin Hoyos, tiene mucho  
de eso que he sostenido aquí, al decir que la prensa escrita es depo-  
sitaria, rescatadora y difusora de la memoria patria.  
Webgrafía  
Enrique Ayala Mora, “Prensa y nación”, El Comercio, 25-10-2013. Ver en:  
https://www.elcomercio.com/opinion/prensa-y-nacion.html  
(29-07-2019).  
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La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Arteta Vargas, Germán,  
"
La prensa escrita: depositaria, rescatadora y difusora de la  
memoria patria", Boletín de la Academia Nacional de Historia, vol.  
XCVIII, Nº. 201, enero - junio 2019, Academia Nacional de  
Historia, Quito, 2019, pp.244-251