BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVIII Nº 201  
Enero-junio 2019  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVIII  
Nº 201  
Enero–junio 2019  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
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BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVIII  
Nº 201  
Enero–junio 2019  
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ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
p-ISSN: 1390-079X  
e-ISSN: 2773-7381  
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. XCVIII – Nº. 201  
Enero–junio 2019  
SÍMBOLO DEL CAPITAL  
EN LA ESQUINA DEL TEMPLO.  
CEMENTO Y MOLDE VERSUS PIEDRA Y CINCEL  
–DISCURSO DE INCORPORACIÓN–  
Eladio Rivadulla Pérez1  
Entre 1895 y 1925, en el Ecuador, convergen dos procesos in-  
trínsecamente articulados: 1) económico: ligado a la influencia de los  
denominados Gran Cacao, quienes “detentaban el poder económico,  
2
el poder político y el poder cultural” y 2) político: hermanado al as-  
censo del liberalismo local, que entre otros aspectos “incentivó la par-  
ticipación civil, por lo cual la evolución urbana ya no se debió a los intereses  
3
de riqueza y expansión de la Iglesia”.  
El cultivo, la comercialización y la exportación del cacao fa-  
vorecen la tenencia de tierras, primera fuente de ingresos en el país  
y, por ende, de la acumulación de capital; la rentabilidad promueve  
regalías a grupos familiares que no solo aprovechan las exclusivas  
condiciones de una región –suelo, clima, ríos navegables, unidas a  
la feraz producción y condiciones de explotación de la hacienda  
plantación– para armar un singular modelo capitalista agroexporta-  
dor que estimulan en la vida cotidiana: “comportamientos, actitudes y  
prácticas, y que incluían las formas de pensar, de vestirse, de alimentarse,  
4
de divertirse (…)”.  
1
2
Licenciado en Historia del Arte, Universidad de La Habana. Miembro de la Unión de Escritores  
y Artistas de Cuba y de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Interdisciplinarios de la Comu-  
nicación. Premio David Ensayo 1995 por su investigación sobre la serigrafía artística en Cuba.  
Jorge Núñez Sánchez, “Orígenes y alcances de la Revolución Juliana”, en La Revolución Juliana  
y la creación del Banco Central del Ecuador, Museo Numismático del Banco Central del Ecuador,  
Quito, 2015, p. 11.  
3
4
Jorge Benavides Solís, La arquitectura del siglo XX en Quito, Banco Central del Ecuador, Quito,  
1
995, p. 23.  
Javier Gomezjurado, Segundo auge cacaotero en la costa ecuatoriana 1870-1920, Museo Numis-  
mático del Banco Central del Ecuador, Quito, 2016.  
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Eladio Rivadulla Pérez  
Aspiraciones de renovación  
El auge del liberalismo viene aparejado de las aspiraciones  
de renovación. Sin lugar a dudas “La Revolución Liberal Ecuatoriana  
(
1895-1912) fue un significativo proceso de cambio sociopolítico y cultural  
5
para el país.”  
Existe por parte del Estado un impulso considerable a la mo-  
vilidad, se incrementan tramos estratégicos del ferrocarril y al mismo  
tiempo se afianza una banca particular que tiene entre sus prerroga-  
6
tivas y competencias: la producción del circulante monetario.  
La mayoría de los recursos manufacturados y una parte sen-  
sible de las materias primas que demanda la competencia de la in-  
dustria de la construcción o, en su lugar, condicionan sus promotores  
y mecenas, se encuentra, allende los mares: en Europa o en la nación  
del norte. En este contexto doméstico, además de la idoneidad nece-  
saria se exigen conocimientos profesionales, relaciones con otros  
creadores y técnicos, escultores, fundidores, marmolistas, ebanistas,  
decoradores y empresas que provean los componentes y los mate-  
riales que recaban los trabajos de la construcción, sus acabados y mo-  
biliario.  
Una infraestructura compleja y entramado de relaciones pú-  
blicas y privadas que requiere de contactos permanentes con agentes  
de transporte de carga, compañías navieras intercontinentales, bo-  
degas, consignatarios, casas comerciales, entidades financieras y ban-  
carias, operadores de telecomunicación, todo un aparataje que  
Juan Paz y Miño Cepeda considera que la mayoría de estudios sobre esta problemática no  
consideran la hacienda como sistema pero si “su significación para el proceso de surgimiento  
del capitalismo ecuatoriano”. “La historiografía económica del Ecuador sobre el s. XIX y XX  
en los últimos 25 años”, en Procesos, Revista Ecuatoriana de Historia, No. 5, Corporación Editora  
Nacional, 1994, p. 9.  
Ángel Emilio Hidalgo, “Incubando el arte moderno: la transformación de las artes visuales en  
el Ecuador (1852-1912), en Boletín No. 192, Academia Nacional de Historia, Quito, 2015, p. 227.  
Con el cierre definitivo de la Casa de la Moneda de Quito, en 1864, “el Estado confiere privi-  
legios y traspasa competencias a la banca particular en la emisión y elaboración de billetes de  
forzosa circulación. Cada una de las instituciones financieras consigue la facultad de producir  
sus billetes con diseños y estilos propios.” Museo Numismático del Banco Central del Ecuador.  
Patrimonio y memoria histórica, Museo Numismático del Banco Central del Ecuador, Quito, 2017,  
p. 58.  
5
6
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Símbolo del capital en la esquina del templo.  
Cemento y molde versus piedra y cincel  
garantice la logística, el traslado y la entrega in situ de los bultos, par-  
tes y materiales inherentes a las obras; adicionalmente, se suman  
amistades personales e influencias con autoridades políticas guber-  
namentales y administrativas, de incidencia local o de carácter na-  
cional u otros grupos económicos en ascenso.  
Modernidad en la naturaleza constructiva  
Con el advenimiento de la República y la consolidación del  
Estado nación arriban y retornan a la competitiva plaza que ya es  
Quito, profesionales ecuatorianos y de origen extranjero, quienes in-  
ciden con renovado protagonismo estético en el imaginario urbano  
y arquitectónico nativo.  
La monumentalidad y la ornamentación son recursos de re-  
presentación en los inmuebles de carácter civil que emergen en el  
país en las postrimerías del siglo XX. Ya no son los conventos ni las  
iglesias católicas las únicas edificaciones monumentales en el paisaje  
arquitectónico. Alas dimensiones espaciales, se une una arquitectura  
de carácter civil, pública e institucional con una pirotecnia decorativa  
auspiciada por una burguesía que aspira a proclamarse como clase  
moderna.7  
Monumentos, mausoleos, residencias y edificios parecen  
emular con pórticos de templos y conventos coloniales. Alrededor  
de este auge de naturaleza constructiva –inédito en más de un as-  
pecto formal y estético en la nación– se vincula una empresa cons-  
tructora y comercial, fundada en Quito para atender encargos de  
construcción, marmolería, carpintería y venta de toda clase de ma-  
teriales, mobiliarios y adornos, cuya razón social y comercial es L.  
Durini e Hijos.8  
7
Ángel Emilio Hidalgo reconoce “un fenómeno social que se forjó a lo largo del siglo XIX y  
hasta parte del siglo XX: el proceso de secularización de la cultura ecuatoriana”. Discurso de  
incorporación como Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Historia. Guaya-  
quil, 12 de diciembre de 2014, Boletín No. 192 de la Academia Nacional de Historia, p. 231.  
Alfonso Cevallos y Pedro Durini Ramírez en su obra Ecuador Universal. Visión desconocida de  
una etapa de la arquitectura ecuatoriana, Quito, 1990, reproducen varios anuncios de prensa y  
símbolos empleados en papelerías de las distintas empresas de la familia Durini en el Ecuador,  
pp. 184-185.  
8
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Eladio Rivadulla Pérez  
La modernidad y los deseos de cambio vienen acompañados  
de los progresos técnicos y tecnológicos de la industria. La construc-  
ción semiprefabricada, la plasticidad y versatilidad de los morteros  
de cemento a partir de un arquetipo simulador: una horma, multi-  
plicadora de profusos elementos ornamentales serán los protagonis-  
tas de este período constructivo y, adicionalmente, un notable factor  
de continuidad.  
La piedra de los Andes ecuatoriales arrancada de las canteras  
y labradas con maestría y que distingue las edificaciones coloniales  
en Quito y otras capitales de provincia, da paso a otra estructura fa-  
9
bricada y elementos en serie. La “arquitectura del molde” impone  
un juicio de honorabilidad, ansiado en los ámbitos de la construcción  
en el país; ahora, desde otra impronta tecnológica.  
Ejemplo emblemático de la arquitectura ecléctica  
En 1924, el inmueble que deviene sede del Banco Central del  
Ecuador, a finales de 1927, se implanta en el radio de influencia de  
dos emblemáticos asientos y centros geográficos, prehispánicos y co-  
loniales que poseen por acervo urbano la plaza Mayor (hoy de la In-  
dependencia) y al noroeste, la plaza de San Francisco, sobre un  
significativo corredor meridional, flanqueado por barrancos, prima-  
ria vía equinoccial y paradigma posterior de una pujante zona co-  
mercial, administrativa-financiera y política de apreciable plusvalía.  
El edificio, enclavado en la intersección de las calles García  
Moreno y Sucre, en la capital del Ecuador, desafía desde los inicios  
de su construcción por 1922, al pórtico barroco de la vecina Compa-  
ñía de Jesús y las tantas veces intervenidas fachadas del Seminario  
de San Luis y las antiguas Real y Pontificia Universidad de San Gre-  
gorio Magno, Universidad de Santo Tomás, Universidad de Quito,  
10  
Escuela Politécnica y Universidad Central del Ecuador.  
9
La arquitecta y profesora cubana, Felicia Chateloin Santiesteban, emplea el término “la arqui-  
tectura del molde” para referirse a un período constructivo y de crecimiento urbano –a inicios  
del siglo XX– producto de los avances industriales y tecnológicos aplicados a sistemas cons-  
tructivos de carácter semiprefabricado y a elementos ornamentales resultados de moldes re-  
petibles y combinables. Modernismo, eclecticismo y Art Deco comparten estos recursos  
arquitectónicos.  
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Símbolo del capital en la esquina del templo.  
Cemento y molde versus piedra y cincel  
Los inicios del siglo XX privilegian una vocación tipológica  
por lo decorativo. Los edificios públicos y privados erigidos en Quito  
traslucen una fisonomía clásica y de otras corrientes estilísticas, ad-  
heridas a la geometría reticular colonial y eje ortogonal renacentista  
de imposición europea pero con un amaneramiento ecléctico con re-  
miniscencias nativas; y en otros, fundido a la modesta arquitectura  
doméstica civil con esquemas, plantas y servicios funcionales ante-  
riores.  
El eclecticismo y el historicismo académico neoclásico, liga-  
dos a la arquitectura vernácula ibérica, encima de una de las cinco  
calles longitudinales de la primera urbe mestiza, del actual Ecuador  
dentro de un itinerario procesional suplantando –probablemente–  
un ancestral seque energético, solar y constelar de origen tawantin,  
señalados por los Apus y emplazado en una falla geológica que  
cruza la villa y conecta sitios venerados como el cerro de Huanau-  
11  
cari, al norte (San Juan) y el Yavirak (Panecillo), al sur.  
El lenguaje visual del antiguo inmueble, centro matriz de  
operaciones del Banco Central del Ecuador, durante 40 años, se ins-  
cribe en una cualidad de tipo neoclasicista pero que en realidad es  
ecléctica.  
La monumentalidad, el dinamismo, los criterios escenográ-  
ficos, los efectos de claroscuros, la proliferación de lo decorativo re-  
miten a una profunda teatralidad que busca cautivar, atraer,  
trascender, pero ahora, con el concurso de otros vehículos que sedu-  
cen el gusto, a partir de la imitación o el reemplazo de materiales y  
medios tradicionales.12  
10 Eladio Rivadulla Pérez, Identidad y seducción arquitectónica. Banco Central del Ecuador, Museo  
Numismático del Banco Central del Ecuador, Quito, p. 40.  
1
1 El padre Juan de Velasco en su Historia del Reino de Quito en la América Meridional, señala: “dos  
templos fabricados por sus primeros Scyris. El uno dedicado al sol, y el otro a la luna (…)”,  
Tomo II y Parte II, Empresa Editora El Comercio, Quito, 1946. En un conversatorio titulado  
Trascendencia en la lógica de implantación. Antigua sede del Banco Central del Ecuador en la geo-  
metría urbano del Quito precolombino que organizamos en junio de 2016, el arquitecto Diego  
Velasco Andrade, abordó este corredor cultural cuyos hitos o nodos arquitectónicos, escul-  
tóricos, patrimoniales tangibles e intangibles, merece una puesta en valor.  
12 Distintos tipos de cemento y morteros a través de moldes y acabados imitan piedras, metales  
y emulan texturas y cromáticas de los más variados mármoles y granitos.  
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Eladio Rivadulla Pérez  
El éxito del eclecticismo peregrina por innegables mezclas.  
Ningún otro código plasma mejor las aspiraciones de los grupos de  
poder y del Estado, sin soslayar las necesidades culturales e históri-  
13  
cas de la clase media y de los sectores populares. Un estilo ligado  
al cambio y que atiende con “pompa y al regodeo formal propios de  
las aspiraciones sociales, incentivadas por la notable apropiación de  
14  
los adelantos técnicos”.  
Con signos que yuxtaponen lo nuevo y lo viejo, desde mate-  
riales que sustituyen y apelan a técnicas constructivas novedosas  
pero con apariencias y apropiaciones de lo conocido y aceptado, cau-  
tivan, no solo a una élite económica y política.  
Un maridaje de formas que nos recuerda el mecanismo mes-  
tizo de mimetización, cuando nuestros artistas, de la Real Audiencia  
de Quito, se entrampan en los modelos europeos y asimilándolos  
amalgaman otras variantes. “Fue a partir del encuentro entre lo ameri-  
cano y lo español cuando se constató la habilidad de nuestros artesanos y al-  
15  
bañiles. Ningún lenguaje los dejó inertes. Ninguna técnica los sorprendió.”  
Aquella puesta en escena en el sistema colonial que implica la acep-  
tación de una forma civilizatoria de afuera y que, después de muchos  
años, es reconocida como barroco latinoamericano. Aquellos referen-  
tes pétreos alrededor de la pedagogía misional católica y que, en las  
primeras décadas del siglo XX, en plena república capitalista, en un  
grado de secularización del arte y con otras variantes simbólicas son  
16  
recursos expresivos que gestan una nueva carga de identidad.  
1
3 L. Patetta entiende por Eclecticismo la producción arquitectónica que va de la crisis del Cla-  
sicismo (1750) a los orígenes del Movimiento Moderno (finales del XIX) y que esta denomi-  
nación no se limita a la predisposición de los arquitectos de la segunda mitad del siglo XIX  
a adoptar estilos distintos indiferentemente o a combinarlos entre sí en un solo edificio, él lo  
concibe, por el contrario, como un entramado y sucesión de experiencias revivalistas, con  
las que la burguesía ha tratado de determinar sus ideales figurativos. Patetta subraya la im-  
portancia de la “relectura” de las obras del pasado concebidas como una búsqueda de una  
justificación y confirmación ejemplar de los principios y razones nuevas y modernas. En:  
Nieves Basurto Ferro, “La arquitectura ecléctica”, ONDARE. Cuadernos de artes plásticas y mo-  
numentales, N°23, Donostia, 2004, p. 39. Ver en: http://cort.as/-L5Dj (20-06-2019)  
4 Concepción Otero Naranjo. El Vedado: historia de un reparto habanero, Colección Conmemora-  
tiva, Editorial UH, 2017, p. 9.  
1
15 Jorge Benavides Solís, op. cit., p. 84.  
16 Bolívar Echeverría aborda magistralmente en su ensayo El ethos barroco y los indios, este fenó-  
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Símbolo del capital en la esquina del templo.  
Cemento y molde versus piedra y cincel  
Tal vez no exista en Quito un ejemplo más representativo de  
la modernidad que la antigua sede del Banco Central del Ecuador,  
contigua a una edificación representativa de una orden que prioriza  
la formación intelectual y que encamina sus esfuerzos, según sus  
17  
principios a la perfección evangélica. En un momento en que la na-  
ción experimenta una efervescencia social paralelo al surgimiento  
de organizaciones políticas y gremiales, preludio causal de Revolu-  
ción, un estreno de pertenencia que nace, cuando por ejemplo, el in-  
telectual y maestro, Manuel Sánchez Baquero, escribe la letra de la  
canción Patria, Tierra Sagrada e invoca, en calidad de alegoría, a la  
hidalguía, cuando en realidad somos más: mestizos, indios, negros,  
cholos, montubios.18  
Poder y trasplante del espacio  
El solar de la esquina sur oeste de las calles García Moreno y  
Sucre, durante la segunda mitad del siglo XVII, fue asiento de la casa  
del capitán Diego de la Chica Narváez, natural de Ibarra, quien com-  
pra a los herederos de Pedro de Orellana Soto, propietario del in-  
mueble hacia 1635. Doscientos años después, es la residencia de  
meno “Jugando a ser europeos, no copiando las cosas o los usos europeos, sino mimetizán-  
dose, simulando ser ellos mismos europeos, es decir, repitiendo o “poniendo en escena” lo  
europeo, los indios asimilados montaron una muy peculiar representación de lo europeo.  
Era una representación o imitación que en un momento dado, asombrosamente, había dejado  
de ser tal y pasado a ser una realidad o un original: en el momento mismo en que, ya trans-  
formados, los indios se percataron de que se trataba de una representación que ellos ya no  
podían suspender o detener y de la que, por lo tanto, ellos mismos ya no podían salir; una  
“puesta en escena absoluta”, que había transformado el teatro en donde tenía lugar, permu-  
tando la realidad de la platea con la del escenario.” Revista de Filosofía “Sophia”, Quito-Ecua-  
dor. No. 2/ 2008. www.revistasophia.com  
7 En el acto de entrega de los premios municipales Ornato y Agricultura de 1924, Rafael Vás-  
conez Gómez, presidente del I Consejo Cantona, en su discurso expresa: “(…) grandioso de  
su conjunto y la artística riqueza de toda y cada una de sus partes: edificio digno de estar al  
lado de esa joya arquitectónica: la fachada de la Compañía de Jesús”, El Comercio, jueves 24  
de junio de 1924, página segunda.  
1
1
8 Manuel María Sánchez Baquero, prominente liberal quien detenta en la República varios car-  
gos públicos, es convocado por el presidente Ayora, en 1929, para ocupar –nuevamente– el  
cargo de Ministro de Instrucción Pública. Se destacan en su producción literaria: Piedad, Los  
expósitos, Entre las selvas, Tristitia Rerum, Ofrenda a España y Patria, este último, poema  
épico de nueve cuartetos musicalizado por Sixto María Durán. Rodolfo Pérez Pimentel, Dic-  
cionario biográfico del Ecuador; Efrén Avilés Pino, Enciclopedia del Ecuador.  
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Eladio Rivadulla Pérez  
Manuel Alcázar Román, suegro del dos veces presidente del Ecua-  
dor, Gabriel García Moreno, lugar que visita, entre las doce y una de  
19  
la tarde, el día que fue asesinado.  
En 1836, Manuel del Alcázar Román adquiere esta propiedad  
a Juana Nájera y Villamil, sobrina del clérigo Villamil y Donoso, y  
levanta una nueva vivienda en 1847 con la dirección arquitectónica  
de Juan Bautista Washington de Mendeville, plenipotenciario de  
Francia desde el gobierno de Vicente Rocafuerte y Cónsul General  
20  
de Negocios de este país. La nueva residencia tiene la puerta de in-  
greso por la calle García Moreno con una ventana al sur, cuatro bal-  
cones y seis patios hacia el norte.  
El político guayaquileño García Moreno visita –con frecuen-  
cia– la vivienda de Manuel del Alcázar Román, en especial a su so-  
brina política, Mariana del Alcázar Ascázubi, quien se convierte en  
su segunda esposa en 1866. De la exhumación que se realiza del es-  
tadista en 1883, el padre Severo Gomez-Jurado escribe que el cuerpo  
momificado del séptimo Presidente Constitucional del Ecuador es  
conducido a esta casa y cambiado de ataúd para ser trasladado –en  
secreto– a la iglesia de Santa Catalina.  
Durante la etapa colonial “la calle que va por las espaldas de  
los solares” –relativo al reparto primigenio de la villa, alrededor de  
la Plaza Mayor, 20 diciembre de 1534–, trazada a cordel por los con-  
quistadores europeos, es denominada de la Compañía entre los si-  
glos XVII y XVIII; llamado de las Siete Cruces en 1810; en la  
República se le conoce como, del Carmen Alto en 1858; y de la Uni-  
versidad, por ser locación de la San Gregorio Magno en 1622; y en la  
época republicana García Moreno en honor al mandatario, en 1869.  
Entre 1890 y 1894 la construcción esquinera que ocupa alre-  
dedor de un cuarto de manzana, exhibe en la acera de la calle Sucre:  
la relojería de Enrique Thede, la ferretería de los hermanos Pérez  
Quiñones, los abarrotes de José Mora y de Mercedes Martínez, el al-  
macén de Fernando Proaño Torres, la peluquería de Sebastián Aules  
1
9 Fernando Jurado Noboa, Calles, casas y gente del Centro Histórico de Quito. Protagonistas de la  
Plaza Mayor y de la calle de las Siete Cruces, 1534 a 1950, Tomo IV, FONSAL-Quito, 2006.  
0 Rodolfo Pérez Pimentel, Archivo Biográfico del Ecuador. Ver en: http://cort.as/-L5OS  
2
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Símbolo del capital en la esquina del templo.  
Cemento y molde versus piedra y cincel  
y en los altos, atiende el jurisperito Leopoldo Pino Oquendo, minis-  
21  
tro y varias veces presidente de la Corte Suprema de Justicia.  
Antecedentes del funcionamiento del Banco Central  
El Banco del Pichincha, fundado en Quito, en 1906, es el que  
contrata al arquitecto suizo de origen italiano, Francisco Manuel Du-  
rini Cáceres, con un sueldo de 300 sucres, durante 18 meses, plazo  
en el que debe concluir la nueva instalación de esta entidad  
bancaria.2  
2
Durini, domiciliado en la ciudad de Quito, a raíz de la licita-  
ción conferida por el Comité 10 de Agosto para construir el monu-  
mento “A los Héroes del Diez de Agosto de 1809”, y asistir a su  
padre, Lorenzo Durini Vassali, los dos arquitectos conocidos en el  
medio por la capacidad de concreción de proyectos constructivos,  
tienen a su haber una significativa hoja de ruta en obras de alto valor  
simbólico, construcciones e intervenciones en ámbitos inmobiliarios  
23  
y funerarios en Centroamérica y en el país.  
El diseño del edificio que cobija –en la actualidad– al Museo  
Numismático Quito, correspondiente al edificio del antiguo Banco  
Central inicia en un anteproyecto, concebido por el arquitecto Durini  
Cáceres, fechado el 20 de septiembre de 1916, propuesta que a sus  
mecenas, el Directorio del Banco del Pichincha, le parece muy dis-  
creta y por ello le solicitan un mayor impacto. Esta condición im-  
prime un cambio radical que transfigura el propósito formal y  
estético original, más apegado a la tipología de las casas del lugar.  
El Municipio de Quito aprueba los planos en febrero de 1921  
y el arquitecto-constructor emprende obra al año siguiente, con-  
cluida en 1924, Carlos Pérez Quiñonez, gerente del Banco del Pichin-  
2
1 s.a, Guía de Quito, Topografía de los Talleres Salesianos, Quito, 1894, p.21. Ver en: repositorio.  
flacsoandes.edu.ec/bitstream/10469/.../2/LBNCCE-msc19-Jimenez-6771.pdf (21-06-2019)  
2 Banco Central del Ecuador. 80 años. 1927-2007, Quito, Ecuador, 2007, p. 293.  
2
2
3 Ximena Carcelén, Florencio Compte e Inés del Pino, “Ecuador en el Centenario de la Inde-  
pendencia”, Apuntes, Vol.19, N°2, pp.236-255, editorial Pontificia Universidad Javeriana, Bo-  
gotá, 2006, p.241. Ver en: revistas.javeriana.edu.co/index.php/revApuntesArq/article/view  
/9031/7337 (21-06-2019)  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 287–313  
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Eladio Rivadulla Pérez  
cha, recibe del Cabildo, un reconocimiento, el premio Ornato: “(…)  
en testimonio de haber contribuido con laudable esmero al ornato  
de la ciudad”. El Banco del Pichincha reconoce al artífice y respon-  
sable de la obra, la cantidad de 500 sucres por todos los planos apro-  
24  
bados en el Directorio para construcción y acabados.  
El Banco del Pichincha afronta varios problemas: la suspen-  
sión de competencias como emisor monetario, préstamos al Go-  
bierno central destinados a la construcción de nuevos tramos del  
ferrocarril en la ruta Guayaquil-Quito y la organización de una ex-  
posición internacional en Quito, obras y eventos que prioriza el Es-  
tado ecuatoriano, que se suman a una multa que los revolucionarios  
julianos, le imponen en 1925, hacen que la entidad que –en sus pri-  
meros 14 años de operaciones había prácticamente triplicado su ca-  
pital –ahora sin liquidez– precipite la venta al Estado de su soñada  
sede.2  
5
El Estado ecuatoriano apura la compra del edificio, incluso  
antes del inicio de operaciones del nuevo órgano emisor estatal, por-  
que requiere con urgencia de un local adecuado para el funciona-  
miento del Banco Central que es inaugurado, el 10 de agosto de 1927  
e instalado –en forma provisional– en los bajos y en el semisótano  
de la Compañía de Crédito Agrícola e Industrial, situada en la inter-  
sección sur-este de las calles García Moreno y Bolívar, en Quito, es-  
pacios alquilados a esta sociedad financiera y pactados en la suma  
26  
de 800 sucres mensuales.  
La iniciativa de adquirir por el Estado el bien inmueble fi-  
gura en Acta de Sección de la Directiva del Banco Central del Ecua-  
dor que, con fecha 26 de mayo de 1927, en la que reconoce su  
27  
entonces presidente, Neptalí Bonifaz Ascázubi , que ninguno de los  
24 Eladio Rivadulla Pérez, op. cit., p. 48.  
25 Juan Paz y Miño, La revolución Juliana. Nación, ejército y bancocracia, Abya-Yala, Quito, 2002,  
pp.35-37  
2
6 Por Ley del 4 de marzo de 1927, dictada por el Presidente Provisional Isidro Ayora, se creó  
el Banco Central. La Ley entró en vigencia el 12 de marzo, una vez publicada en el R.O. 283.  
El 9 de agosto de 1927 el Presidente dictó el decreto de apertura de las operaciones del Banco  
Central que entró en funcionamiento el 10 de agosto de 1927. En: Juan Paz y Miño, op. cit.  
Cfr. Departamento de información anexo a la Secretaría Privada de la Presidencia, El Banco  
Central del Ecuador, Talleres Tipográficos Nacionales, Quito, 1927.  
27 El primer Directorio del Banco Central del Ecuador conformado por Luis Alberto Carbo, En-  
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296  
Símbolo del capital en la esquina del templo.  
Cemento y molde versus piedra y cincel  
inmuebles en arriendo proporciona adecuadas condiciones para el  
trabajo, a la que se anexa la celeridad de contar con un local apro-  
piado e incluso digno para estrenar al nuevo órgano del Estado, una  
entidad que genera en la sociedad ecuatoriana muchas expectati-  
vas.2  
8
El 8 de junio de 1927, Alberto Bustamante Sánchez, gerente  
del Banco Central del Ecuador, quien tuvo la misma función en la  
Caja Central de Emisión y Amortización, dirige una oferta formal al  
Banco del Pichincha para la compra del edificio y sus muebles por  
la suma de 600 mil sucres, pagaderos en cuatro años, con un interés  
del 5 % anual en los dos primeros años y del 6 % en los dos últimos  
años, guarda el derecho a cancelar total o parcialmente la deuda en  
cualquier momento y corre de cuenta del vendedor los gastos de la  
transacción.2  
9
La Junta Central de Accionistas del Banco del Pichincha, en  
sesión del 17 de noviembre de 1927, autoriza la negociación de com-  
praventa y el Estado ecuatoriano lo obtiene a través del Banco Cen-  
30  
tral del Ecuador, por la suma de 628,266.37 sucres de contado.  
Esta compraventa no estuvo exenta de especulaciones y  
notas de prensa, incluso al margen de la oposición de carácter técnico  
de un pragmático asesor extranjero en el órgano del Estado ecuato-  
3
1
riano, Earl Schuwulst , quien origina algunos incidentes por esta  
operación cuando expresa que no se debe dar importancia al precio  
de costo del edificio, porque está relacionado a una ornamentación  
32  
que no sería de ningún valor a las funciones de la entidad.  
rique Cueva, Luis Adriano Dillon, Luis Napoleón Dillon, Clemente Ponce y Agustín Rendón,  
en sesión del 4 de junio de 1927, nombran como presidente a Neptalí Bonifaz Ascázubi.  
Museo Numismático del Banco Central del Ecuador. Patrimonio y memoria histórica. Museo Nu-  
mismático del Banco Central del Ecuador, Quito, 2017, p. 82.  
8 Rebeca Almeida, Kemmerer en el Ecuador, FLACSO, Quito, 1994, p.109.  
9 Banco Central del Ecuador. 80 años. 1927-2007, op. cit., pp. 293-297.  
2
2
3
0 Acta de la Junta General de Accionistas del Banco del Pichincha, Tomo II, p. 349. Banco Central  
del Ecuador. 80 años. 1927-2007, op. cit., p. 297.  
3
1 Shuwulst, de origen estadounidense, asesor del Banco Central del Ecuador, integra una Co-  
misión Organizadora para elegir a los miembros del Directorio del Banco Central del Ecua-  
dor, Comisión que está “presidida por Leopoldo Núñez, ministro de Hacienda e integran  
los banqueros Humberto Albornoz, Víctor Emilio Estrada, Luis Adriano Dillon, Alberto Bus-  
tamante y Abelardo Moncayo, éste último en calidad de secretario.” Museo Numismático del  
Banco Central del Ecuador. Patrimonio y memoria histórica, op. cit., p. 82.  
32 El diario La Nación de Guayaquil del 29 de noviembre de 1927 publica un telegrama enviado  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 287–313  
297  
Eladio Rivadulla Pérez  
Después de la adquisición del inmueble, el Banco Central del  
Ecuador contrata al arquitecto Durini para ejecutar varias refacciones  
en un edificio que, en sus inicios, acoge a la empleomanía prove-  
niente del flamante instituto emisor, al personal de la desaparecida  
Caja Central de Emisión y Amortización e incluso aloja en algunas  
oficinas del reciente edificio al Banco Hipotecario, antecedente di-  
recto del sistema de fomento, también creado durante el gobierno  
33  
del doctor Isidro Ayora Cueva.  
En 1968, cuando el Banco Central del Ecuador se muda a una  
nueva edificación en el sector de La Alameda, esta infraestructura es  
utilizada por la Biblioteca Nacional y grupos de danza, hasta que,  
en los inicios de la década del ochenta, el Banco Central del Ecuador  
propietario del inmueble lo interviene, restaura y estrena, el 18 de  
diciembre de 1988, convirtiéndole en un centro cultural con servicios  
de biblioteca para no videntes y universitarios, salas especiales para  
investigadores, servicios de fotocopias y microfilmes, videoteca, mu-  
sicoteca con archivo de partituras, sala de concierto, tienda de pu-  
blicaciones, salones de exposiciones, cafetería y oficinas adminis-  
trativas del Departamento de Extensión del Centro de Investigación  
y Cultura, entre otros servicios públicos.34  
Apariencia y construcción se vuelven forma  
Evidentemente, las características muy exclusivas presentes  
en la esquina de las calles García Moreno y Sucre devienen un desa-  
fío. Un noble reto para un arquitecto: enfrentar un paisaje cultural  
por el presidente del Banco Central, Neptalí Bonifaz, que dice “No es cierto Asesor Bancos  
hace opuesto esta ocasión compra edificio Banco Pichincha, tampoco es cierto haya habido  
diferencias entre Directores y Asesor. Menos aún es cierto compra mencionado edificio no  
convéngale Banco Central. Único cierto es señor Shuwulst cometió incalificable infidencia  
en revelar suma por la que yo estaba autorizado adquirir edificio Banco Pichincha, y que  
por esta razón he pedido cancelación su contrato.”  
3
3 Banco Central del Ecuador. 80 años. 1927-2007, op. cit., p. 297.  
3
4 “El proyecto de restauración que conciben los arquitectos Manuel Cartagena e Inés del Pino,  
en septiembre de 1983, es atendido por la gerencia de Recursos Materiales del Banco Central  
del Ecuador hasta finales de 1988. Al año siguiente, esta edificación es distinguida con un  
nuevo reconocimiento, el Premio Ornato 1989, por su restauración, ahora en el marco de un  
centro histórico protegido por la Unesco y declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad.”  
Eladio Rivadulla Pérez, op. cit., p. 64.  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 287–313  
298  
Símbolo del capital en la esquina del templo.  
Cemento y molde versus piedra y cincel  
que respete los vestigios de las construcciones aledañas y, a la vez,  
satisfacer las nuevas exigencias de tipo funcional, cultural, ideológico  
y de imagen comercial para actividades financieras y bancarias.  
El edificio del Banco Central del Ecuador convertido en cen-  
tro cultural se asienta en una de las áreas más interconectadas de la  
urbe y se integra morfológicamente a la trama urbana e icónica por  
sus proporciones, sincronía, esencia, texturas y cromática.  
En esta edificación, el axioma que expresan las escuelas de  
Weimar y Moscú, parece invertirse por “más no es menos”, una pe-  
culiar teatralidad que inmersa en el sentimiento barroco, activa una  
simbiosis de sentidos y emociones.35  
El arquitecto-constructor, Francisco Durini Cáceres, parece  
parodiar al rey Midas, alquimista hacedor quien, por arte de su in-  
genio, usando y juntando distintas partículas como cemento, arena  
y arcilla: forja piedras; una industria que aglutina a una serie de ar-  
tesanos, a nivel nacional, con un sustrato cultural muy antiguo, quie-  
nes traen en sus genes, saberes constructivos que son estimulados  
con otros medios y prácticas: hierro y vidrio esmerilado para el ar-  
mado de ventanas; ladrillos prefabricados con maquinaria en pare-  
des de mampostería; columnas y pilastras trabajadas con caldos de  
arena y arcilla y nervios de acero; artefactos de cartón piedra y metal  
prensado engendran frisos, guirnaldas, dentículos, clavas y una sin-  
número de dispositivos decorativos.  
Eclecticismo: distinción y seducción  
La epidermis del antiguo edificio del Banco Central del Ecua-  
dor es profusamente ornamentada y el molde brinda las condiciones  
óptimas para su materialización. El molde y las factorías de fundi-  
ción alientan una quimera, recurso sine qua non para conseguir disí-  
miles adornos de toda especie. Esta trama arquitectónica repleta de  
códigos históricos y clásicos con materiales y técnicas constructivas  
contemporáneas esboza un nuevo mestizaje, fraguado para manio-  
brar los sentidos de una sociedad secularizada.  
35 Eladio Rivadulla, op. cit., p. 21.  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 287–313  
299  
Eladio Rivadulla Pérez  
Una arquitectura sufragada por una élite que no solo domina  
el accionar de un banco, sino que influye en las esferas productivas  
y de financiamiento y especulación de la construcción, a partir de la  
apropiación de elementos de las corrientes en boga y su acopla-  
36  
miento a las tradiciones del entorno y gusto popular.  
El molde –consecuencia directa de la industrialización– apli-  
37  
cado a la arquitectura , aviva muchos requerimientos de personali-  
dad que la sociedad demanda, al crear y realizar series desde formas  
combinables que auxilian, como ninguno, un eclecticismo singular  
en el paisaje de la urbe, que aunque esboza diferencias y entrevé con-  
tinuidades con etapas precedentes y no logre integrarse por entero  
a lo local, es en sí, mezcla y mestizaje, superposición de componentes  
e innovación.  
Un crisol cultural que traspasa aspectos estéticos para abrir  
un hito en la arquitectura con no pocas complejidades por sus im-  
plicaciones sociales y los recursos empleados en su materialización.  
38  
Con una alta producción de códigos Beaux Arts resultado  
del trabajo cualificado de un ejército anónimo de artesanos que ela-  
boran los modelos, las piezas positivas para agenciar por medio del  
vaciado el prototipo negativo: el espejo de la serie. Inciden también,  
otras tradiciones transferidas de tiempos anteriores y la complacen-  
cia por la exaltación de la forma, un espíritu barroco que no es ajeno  
a la idiosincrasia local. En fin, una arquitectura civil con implicacio-  
nes ideológicas, con altas aspiraciones estéticas más las funciones y  
confort que reivindica la modernidad.  
3
6 Manuel Espinosa Apolo, “La élite social de Quito en la primera mitad del S.XX. Signos y es-  
trategias de distinción”, Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, 2003, p.6; p.11. Ver en:  
http://www.uasb.edu.ec/UserFiles/File/la%20elite%20social%20manuel%20espinosa.pdf  
(
24-06-2019).  
3
7 Felicia Chateloin Santiesteban, “De la arquitectura del molde o la identidad de la ciudad cu-  
bana”, en Trocadero (19) 2007, p. 253.  
3
8 Se refiere al estilo de arquitectura y planificación de ciudad originalmente enseñado en la  
École des Beaux-artes en París y en otras escuelas en los Estados Unidos en los siglos XIX y  
XX. El estilo se caracteriza por un énfasis en la composición armoniosa de elementos que  
forman un todo Clásico, el renacimiento de los estilos Barrocos y Neoclásicos y ciudades tra-  
zadas geométricamente con calles anchas y grandes. En: Tesauro de Arte y Arquitectura, Centro  
de documentación de Bienes Patrimoniales. Ver en: http://www.aatespanol.cl/terminos/  
300021433 (24-06-2019)  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 287–313  
300  
Símbolo del capital en la esquina del templo.  
Cemento y molde versus piedra y cincel  
Elementos estructurales con ornamentación relevante  
Las dos primeras crujías de la planta baja elevada a partir de  
gradas de piedra artificial, exhiben un doble puntal, este es el ingreso  
principal del edificio, presidido por columnas clásicas que flanquean  
y señalizan la entrada suntuosa, un espacio de cualificación cultural  
del ambiente urbano con elementos particulares de su función y or-  
namentación relevante.  
Un atributo tradicional de la composición neoclásica es su  
condición simétrica; sin embargo, las solemnes fachadas de hormi-  
gón armado que emulan la piedra, marco físico para la extensión de  
elementos de linaje grecorromano, con dos niveles de altura, entre 8  
y 10 metros, emplazadas en un lote de topografía irregular y adosado  
a un área rectangular, personaliza dos cuerpos: uno, el más largo, de  
5
4 metros por la calle Sucre y otro menor, con 22 metros sobre la ar-  
39  
teria García Moreno.  
La jerarquización del ingreso, ubicado a eje con el cruce de  
dos calles y acentuado con una escalinata al frente que conecta al vo-  
lumen curvo de la entrada ofrece un sugestivo acceso que unido a  
su altura, propicia un amplio umbral distribuidor de circulaciones  
hacia los distintos niveles.  
La forma alargada y asimétrica del inmueble, al cual se ac-  
cede en dirección diagonal, a partir de la planta baja en nivel sobre-  
alzado, desemboca en un vestíbulo general, coherente con los valores  
simbólicos de su exterior, en donde se organiza el tráfico hacia las  
funciones inherentes de la entidad.  
Un imponente vestíbulo que es doblemente privilegiado con  
una escalera monumental de dos ramas y, un doble puntal rematado  
por un lucernario cuadrado y piramidal, dota al espacio de una ex-  
tendida iluminación cenital.  
De ahí, el flujo de circulación del inmueble que se despliega  
en forma directa e indirecta, adyacente, compacta, concéntrica, cen-  
tral o lineal; a partir de una comunicación de ritmo vertical entre  
pisos, mediante escaleras y un flujo horizontal, constante, a través  
de pasillos.4  
0
3
4
9 Eladio Rivadulla Pérez, op. cit., p. 72.  
0 Eladio Rivadulla Pérez, op. cit., p. 78.  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 287–313  
301  
Eladio Rivadulla Pérez  
De las canteras a los talleres de fundición  
Esta arquitectura asombra, en primer término, por su ropaje  
escultórico: figuras femeninas con antorchas eléctricas, cabezas de  
animales, agujas con puntal de metal, guirnaldas, dentículo, en un  
remate alegórico flanqueado por pilastras en alto relieve, columnas  
con fuste combinados, aspectos formales de índole expresivo que su-  
peran con creces su cualidad funcional constructiva.  
El oficio y la tradición del maestro cantero local ceden ante  
la alta productividad del molde. La apropiación de un legado histó-  
rico de rancia factura clásica, prefabricado por unidades o metros li-  
neales, mediante artefactos de cartón piedra, los primeros de  
procedencia europea y después de factura doméstica, muestran un  
protagonismo sui géneris en el ámbito arquitectónico de la capital del  
41  
Ecuador de inicios del siglo XX.  
Ni siquiera la estructura portante y los propios elementos es-  
tructurales –sustentados y sustentables– quedan al margen de esta  
fiebre ornamental: columnas y pilares estriados o lisos con una nu-  
merosa variedad de bases y capitales compuestos son fabricados a  
partir de fustes y tambores huecos, armados por partes y rellenados  
a pie de obra con hormigones o morteros de cemento y si es necesa-  
rio “en su alma” una viga de acero. En el caso particular de este in-  
mueble, se utilizan antiguos rieles de acero pudelado provenientes  
42  
del ferrocarril del Sur, el transandino ecuatoriano.  
Un hilo conductor de balaustradas de estilo toscano, presente  
en gradas y balcones e incluso adosadas en las bases de las paredes,  
caracterizan la construcción; pasamanos lisos y peldaños con des-  
cansos holgados y amplios corredores individualizan la circulación  
y las relaciones espaciales.  
El molde expresivo y simbólico exterioriza nuevos aliados  
nacionales: el ave emblemática de los Andes, presente en el Escudo  
de Armas del Ecuador y protagonista independiente en el diseño de  
las primeras emisiones monetarias del Banco del Pichincha, el billete  
41 Eladio Rivadulla Pérez, op. cit., p. 82.  
42 “La estructura es de hormigón armado, usándose rieles del ferrocarril en vigas y columnas.”  
Quito. Guía de arquitectura, Volumen II, Quito-Sevilla, 2004, p. 120.  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 287–313  
302  
Símbolo del capital en la esquina del templo.  
Cemento y molde versus piedra y cincel  
de 10 sucres, impreso en la American Bank Note Co. New York. El  
cóndor andino integrado al andamiaje ecléctico clasicista en una edi-  
ficación que marca hito histórico y simbólico de identidad y moder-  
nidad en la arquitectura local, tanto por su ubicación como por los  
43  
adelantos tecnológicos empleados en su construcción.  
Códigos que se yuxtaponen en su ropaje exterior o en sus  
ambientes interiores, materiales y técnicas que imitan o suplantan lo  
conocido y aceptado, un entorno que cautiva y seduce no solo a una  
clase que protagoniza una lucha de intereses, de mercados y de ima-  
gen “civilizatoria”, sino a una población que no es ajena a la trans-  
formación de su ciudad y que a decir del fotógrafo, testigo directo  
de la mutación y cronista gráfico de la época, José Domingo Laso,  
lo percibe con satisfacción cuando escribe: “han desarrugado el ceño  
adusto de la vieja ciudad colonial”.44  
O en crónica de la pluma de Rolando Coello, recogida en el  
diario El Comercio y que titula en su edición del martes, 24 de enero  
de 1922, “Una belleza que se esfuma”. Cito en sus anticipadas ob-  
servaciones:  
El viajero que visita, periódicamente, esta hermosa Capital no podrá  
menos que convenir en que, paso a paso, la ciudad va evolucionando  
en forma tal, que no es difícil prever que en pocos años más, la joya de  
los Shyris, sublimemente engarzada en los macizos andinos, será digna  
de la admiración de los extranjeros que nos visitan, y título de legítima  
honra para los ecuatorianos.  
Y hay que entender que estos rasgos se relacionan bastante  
4
3 Ximena Carcelén Cornejo, Florencio Compte Guerrero, Inés del Pino Martínez, escriben con  
relación al monumento “A los Héroes del 10 de agosto de 1809, erigido en Quito y a uno de  
sus conjuntos escultóricos que protagoniza el cóndor: “Con el tiempo, este motivo pasó del  
monumento conmemorativo a la arquitectura pública; es así como se lo encuentra en el edi-  
ficio del Círculo Militar y en la antigua sede del Banco Central del Ecuador.” “Ecuador en el  
Centenario de la Independencia”, en Apuntes, Vol. 19, No. 2, Colombia, 2006, p. 241.  
También por la descripción detallada que realiza, Lorenzo Durini Vassali, en el anteproyecto  
presentado para la construcción de un Palacio Legislativo en Quito (que no se concreta), co-  
nocemos que esta propuesta contempla, como parte de la ornamentación simbólica de la fa-  
chada, la figura del ave símbolo del Ecuador. Memoria descriptiva que consultamos en el  
Fondo Durini, Museo de la Ciudad, Fundación Museos de la Ciudad, Quito, Ecuador.  
4 José Domingo Laso, “Quito moderno”, en Álbum de Quito, Talleres de Artes Gráficas Laso,  
Quito, Ecuador, 1929.  
4
BOLETÍN ANH Nº 201 • 287–313  
303  
Eladio Rivadulla Pérez  
con el carácter de una burguesía bancaria financiera comercial e im-  
portadora que aspira a transformar la provinciana imagen de la ciu-  
dad colonial en relación a los nuevos patrones culturales y los  
nuevos roles que asume en la sociedad en un escenario conmovido  
por acciones gubernamentales a partir de demandas populares y el  
deterioro de las condiciones laborales y de vida de obreros y cam-  
pesinos.4  
5
En lo formal, esta construcción apela a artefactos decorativos  
y alegóricos neoclásicos: arquitrabe, modillones, astrágalos y otros  
elementos decorativos, junto a balaustres, capiteles, columnas y pi-  
lastras con detalles en alto relieve o labrados en bajo relieve, fundi-  
dos en serie y manufacturados en cementos e insertos a una  
mampostería que parodia a la piedra basílica.  
Durante el período de construcción del edificio, Ecuador man-  
tiene una fluida relación comercial con distintos países –sin dudas–  
un favorable contexto que facilita la importación directa de variados  
insumos y objetos para la construcción y acabados de ambientes.  
La construcción introduce tecnologías poco conocidas en el  
país, en una etapa que –aún– utiliza o combina los muros de adobe;  
en cambio –aquí– las paredes soportantes son de hormigón armado  
y hierro. El diseño toma en consideración la presencia simultánea de  
dos tipos de acciones: un sistema a flexocomprensión para la fachada  
46  
y otro en su interior.  
Novedosas técnicas de construcción y terminados  
La estructura del edificio descansa en columnas con capiteles  
compuestos y vigas de hierro en su interior; paredes, columnas y pi-  
lastras de mampostería son aseguradas a la armadura del techo por  
medio de grampas de acero y clavos especiales.  
Las gradas del ingreso a la planta superior del edificio encu-  
bren discretamente el sistema semiprefabricado empleado en su ar-  
4
5 César Sacoto, “El pensamiento político del siglo XX en el Ecuador”, AIEN, Quito, 1985, pp.67-  
4. Ver en: http://repositorio.iaen.edu.ec/bitstream/24000/4249/1/Sacoto%20G.%20C%  
7
C3%A9sar.pdf (24-06-2019)  
6 Eladio Rivadulla, op. cit., p. 96.  
4
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304  
Símbolo del capital en la esquina del templo.  
Cemento y molde versus piedra y cincel  
mazón. Una tecnología constructiva al descubierto en otras escaleras  
ubicadas para el servicio y que muestra parte de la estructura utili-  
zada.  
La base de la edificación es un zócalo de piedra como era  
usual en las cimentaciones de la época, el resto es hormigón y mam-  
postería.4  
7
La fachada ostenta un almohadillado áspero y esto, confron-  
tado a otros recursos contemporáneos, enriquece texturas, unas de  
carácter hápticas48 u otras ópticas: áspera lisa, brillante mate, todo  
mediado por los materiales que maneja como cemento, arena, arcilla,  
vidrio, hierro y acero.  
Todas las superficies interiores del edificio son enlucidas  
49  
para recibir una técnica de estuque lustrado con el cual se imitan  
los más bellos y variados mármoles y granitos.  
50  
El repello empañetado de paredes y columnas se realiza con  
una mezcla fina de arena y arcilla en cantidades iguales. Entre las  
técnicas de acabado para superficies realizadas con morteros de cal  
sobresale –por su dificultad– la del estuco al fuego. Este procedi-  
miento recurre a morteros y pastas de cal con aditivos, polvos de  
mármol, pigmentos y jabones vegetales; al final una plancha metálica  
a elevada temperatura, fija –en forma permanente– diversas cromá-  
ticas.5  
1
4
7 Elsa Susana Morales Moreno; Alicia Oña Vasco; María Verónica Padrón Cosío, “Análisis his-  
tórico crítico de la obra arquitectónica del arquitecto Francisco Durini,” Trabajo de fin de Ca-  
rrera, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Central del Ecuador, Quito, 2001.  
8 La Háptica puede considerarse como el estudio del comportamiento del contacto y las sen-  
saciones. El sentido del tacto es extremadamente importante para los seres humanos, pues  
no solo provee información sobre las superficies y texturas, es un componente de la comu-  
nicación no verbal…En: Roberto Jiménez, “La háptica y su aplicación a la arquitectura”. Ver  
en: http://cort.as/-L5Tb (26-06-2019)  
4
49 Tratamiento con mezclas de agua de cal, pigmentos y soluciones de jabón veneciano que imi-  
tan el mármol.  
5
0 Es aquel recubrimiento que se realiza con un mortero (cemento, arena, agua y a veces algún  
aditivo) aplicado sobre la superficie de una pared con el fin de conferirle protección y obtener  
de él ventajas decorativas. En: Flor Muñoz, “Repello de albañilería en viviendas”, Ingeniería.  
Revista semestral de la Universidad de Costa Rica, Vol.2, Editorial de la Universidad de Costa  
Rica, San José, 1992, p.102. Ver en: https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/ingenieria/article/  
view/7609/7273 (27-06-2019)  
51 F González Yunta; M. González Cortina; F. Lasheras Merino, La técnica tradicional del estucado  
“a fuego”, Madrid, España, goo.gl/FN7GfE  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 287–313  
305  
Eladio Rivadulla Pérez  
Con la modernidad estos métodos de repello empañetado de  
mezcla fina y estuco lustrado al fuego, viabilizan excepcionales aca-  
bados a menor tiempo y costos, en una época que la sociedad de-  
manda –en paredes exteriores e interiores– la presencia de amplios  
52  
volúmenes de mármol pulido.  
Los acabados manejados en las paredes del antiguo edificio  
del Banco Central del Ecuador y que simulan por su materialidad jas-  
peada al mármol, se emplea abundantemente en la arquitectura de  
finales del siglo XIX y principios del XX pero por tratarse de oficios  
–generalmente– rodeados de prácticas empíricas y de “secretismos  
profesionales”, la bibliografía es escasa y entonces la restauración de  
este segmento del patrimonio, también por variadas razones prácti-  
cas, acude a otros procedimientos o es sustituido por recursos y mé-  
todos menos solventes.  
Las pinturas murales en las antiguas áreas de Gerencia y del  
Directorio y Junta Monetaria relievan el lugar, cuya recuperación se  
realiza a partir de 1984, a través de los museos del Banco Central del  
Ecuador, a cargo de Mario Basante, Edgar Báez, Francisca Ortega,  
53  
entre otros, bajo la dirección del arquitecto Patricio Espinosa.  
Singulares entornos espaciales mediados por la industria  
Los cielos rasos de un tipo de acero realzan y hacen más atra-  
yentes las amplias áreas de circulación del edificio. El recurso reem-  
plaza componentes tradicionales: yeso, telas, papeles y maderas  
utilizados en el diseño interior y en la decoración de techos, paredes  
y zócalos. Estos casetones de hierro-acero son más duraderos, livia-  
nos, estéticos, económicos e higiénicos. El sistema además se sitúa  
con facilidad y no se contrae, dilata o raja.5  
4
El material destinado para la decoración de los techos del an-  
tiguo edificio del Banco Central del Ecuador exhibe cromáticas, di-  
52 Eladio Rivadulla Pérez, op. cit., p. 112.  
53 Restauración del antiguo edificio del Banco Central del Ecuador, Quito, 18 de diciembre de  
1988.  
5
4 Catálogo comercial, Cielos rasos, paredes y zócalos. De acero laminado Marca “Edwards”,  
The Edwards Manufacturing Company, Cincinnati, Ohio, Estados Unidos de Norteamérica,  
Fondo Durini. Museo de la Ciudad, Quito, Ecuador.  
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Símbolo del capital en la esquina del templo.  
Cemento y molde versus piedra y cincel  
seños y estilos diversos; otros lucen efectos de vigas, cornisas y cen-  
tros ornamentales de zinc, reservados para la instalación de lumina-  
rias.  
Este edificio estrena, también, en la segunda década del siglo  
XX, un moderno complejo de cortinas metálicas de alta seguridad y  
calidad. Las cortinas enrollables instaladas en las ventanas proveen  
más años de vida útil, comodidad y mejor protección contra robos e  
incendios. Compuestas de especiales duelas de acero entrelazado,  
laminado en frío y galvanizado por medio de un método especial en  
caliente, con capa protectora de peltre para resistencia a la corro-  
sión.5  
5
Las cortinas de menor tamaño, están sostenidas con guías fi-  
jadas en la pared y se suben o bajan por medio de un mecanismo  
manual vertical de cadena sin fin. En cambio, las de mayores dimen-  
siones, usan en su ciclo de apertura y cierre, un torno o manivela de  
engranaje cónico, situado en la parte inferior, que hace más fácil y  
sencillo la operación del sistema. Estas cortinas arrolladizas de acero  
con cobre o hierro armco, en su momento, las mejores del mercado,  
son importadas y traídas al Ecuador durante la construcción del edi-  
56  
ficio, concebido –originalmente– para una institución bancaria.  
La preocupación por la iluminación y las cantidades de luz  
que ingresan al conjunto arquitectónico se concreta en estructuras  
que combinan el hierro y el cristal plano. Un patio coronado con un  
original lucernario piramidal jerarquiza el ingreso y acceso principal  
a partir de una escalera de honor, de ascendencia italiana, que con-  
firman el esmerado tratamiento atmosférico, regulador de tempera-  
57  
turas, que se asigna a los distintos espacios interiores.  
Cubiertas de vidrios especiales similares a tiendas de cam-  
paña recrean la fantasía creativa de estas filtradas superficies, privi-  
legiadas por la ventilación y la luz. Un ahorro energético por menor  
uso eléctrico y una mejor ventilación espacial a través de ventanillas  
diseñadas con este propósito; circulación cruzada de aire que ingresa  
5
5 Catálogo comercial, Puertas arrolladizas, The Kinnear Manufacturing Company Columbus  
Ohio-EUA, Fondo Durini, Museo de la Ciudad, Quito, Ecuador.  
6 Eladio Rivadulla Pérez, op. cit., p. 136.  
5
5
7 Eladio Rivadulla Pérez, op. cit., p. 140.  
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Eladio Rivadulla Pérez  
por la parte superior del edificio y sale por las fenestraciones de las  
ventanas.  
Largas superficies acristaladas personalizan la circulación y  
el ambiente de todo el edificio. Corredores con bloques transitables  
de vidrio incoloro conforman un recurso innovador en el pavimento  
y techo de la entidad bancaria. Emplazados en distintas áreas de cir-  
culación devienen lucernarios pisables que imprimen a dos superfi-  
cies, techo y piso; a más de sus atributos de función, significativos  
aspectos estéticos.58  
El yunque y la forja engalanan y –a la vez– protegen zonas  
sensibles de la entidad. Los interiores y exteriores del antiguo in-  
mueble del Banco Central del Ecuador exhiben rejerías, verjas y  
puertas con un especial trabajo compositivo y técnico. Localizadas  
en el subsuelo y alrededor de los exteriores de la planta baja, esta  
labor de forja de hierro entrega respuesta –fundamentalmente– a ne-  
cesidades de seguridad; sin embargo, los abundantes arabescos y  
particulares elementos de unión, salidos del yunque y ensamblados  
por medio de abrazaderas y remaches, forman una fecunda coexis-  
59  
tencia orgánica de lo utilitario y lo artístico.  
La seguridad, según el estándar empleado en el diseño de  
estructuras de puertas y ventanas, es el resultado de una sofisticada  
tecnología que –sin renunciar a la funcionalidad y confort– tiene en  
cuenta aspectos decorativos. Una variedad considerable de herrajes,  
perfiles, palancas, accesorios, manijas, picaportes, accionamientos de  
cierres, chapas con un plus de resistencia, protección y durabilidad  
son testimonios de valores adicionales de carácter artístico en el con-  
junto de este inmueble patrimonial.  
Al diseño apoyado en la industria se incorporan otras técni-  
cas tradicionales clásicas: pisos decorativos con trazado geométrico  
armados de mosaicos de mármol artificial, elaborados en cerámica  
de colores: blanco, gris, dos tonos de verde y negro.  
Grecas en cenefas como curso ornamental conductor y un  
segmento atrayente y recurrente: sol, estrella, rosa náutica que parece  
guiar y relievar el andar y los descansos.  
5
5
8 Eladio Rivadulla Pérez, op. cit., p. 150.  
9 Eladio Rivadulla Pérez, op. cit., p. 160.  
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Símbolo del capital en la esquina del templo.  
Cemento y molde versus piedra y cincel  
Otro elemento rítmico en toda la edificación –producto del  
molde– es un detalle ornamental repetitivo, un tipo de celosía, ori-  
ginaria formalmente de la cantería y carpintería ancestral, aquí, fun-  
dida en cemento y hasta confeccionada en metal. Este motivo  
ornamental cuadrangular calado es elegido para ubicarlo debajo del  
entablamento y para cerrar vanos en la parte superior de las venta-  
nas que impiden ver desde el exterior pero si desde adentro.  
Documentos personales de control de empleados del arqui-  
tecto Durini Cáceres en el período de construcción del edificio –sede  
del Banco del Pichincha en 1924 y por 40 años al Banco Central del  
Ecuador– registran nóminas de proveedores, talleres de fundición,  
artesanos, albañiles, carpinteros, pintores, obreros y yapaneros que  
renuevan ancestrales oficios: las familias Amagua, Loachamín,  
Topón, Gualotuña, Cangahuamín, Lugmaña, Cuzco, Llumiquinga,  
60  
Cuji, Simbaña, Quishpe y Guayasamín, su maestro mayor.  
Epílogo  
Una parodia del poder. Al boom del cacao corresponde un  
boom de la construcción. “En última instancia la arquitectura es un  
hecho social, una expresión material de las necesidades de seres humanos  
concretos que han decantado sus vivencias y experiencias y han creado es-  
61  
pacios eficientes para su funcionamiento vital.” Una realización arqui-  
tectónica delimitada en el marco de condiciones sociales muy  
especiales y de centralización acelerada de capitales.  
Un inmueble que procura seducir al observador y hacer sen-  
tir a sus protagonistas, participantes de un poder que puede ser ca-  
nalizado desde la especie de palco formado en su galería superior  
(…) somos harto aficionados a la elocuencia desbordada, al pathos, la  
62  
pompa tribunicia con resonancias de fanfarria romántica”. Su carácter  
expresivo descuella sobre los de naturaleza práctica, ingenio que es-  
6
0 Documentos. Monthly Time Book. 1926-1927. Control de empleados. Hojas impresas de cálculo  
pago a trabajadores. Fondo Durini, Fundación Museos de la Ciudad, Museo de la Ciudad,  
Quito.  
61 Emma Álvarez-Tabío, Vida, mansión y muerte de la burguesía cubana, Letras Cubanas, La Ha-  
bana, 1989, p. 28.  
62 Alejo Carpentier, El recurso del método, Editorial Lectorum, México, 2005, p. 36.  
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Eladio Rivadulla Pérez  
culpe –con profunda elegancia– el exterior e interior de esta volup-  
tuosa obra arquitectónica.  
Un ejemplo exuberante desde altos componentes simbólicos  
63  
que si bien es supeditada a cánones occidentales del Beax Arts, aus-  
piciados por un grupo oligárquico de la Sierra ecuatoriana, que ca-  
pitaliza el discurso del “progreso”, advierte en una plaza  
competitiva, una búsqueda a todo dar de personalidad en la arqui-  
tectura nacional. “Desconocer la esencia de este fenómeno en la búsqueda  
de identidad en la arquitectura constituye una falacia, pues ella ha depen-  
dido de los modelos importados por la clase dominante, lo cual pocas veces  
64  
ha tenido la mirada dirigida hacia adentro.” A fin de cuenta “Los víncu-  
los –antagónicos o no– que establecen los grupos sociales definen una con-  
catenación de interrelaciones que proyectan sucesivamente de una clase  
65  
sobre otra la imagen deseada del modelo.” A los que se unen los con-  
66  
flictos inherentes entre modernidad y tradición.  
Fácil es colegir que la esencia de este fenómeno en la arqui-  
tectura local dentro de los ideales y modelos de modernidad y pro-  
ducto de un conjunto de relaciones sociales, necesidades políticas y  
comerciales de una etapa histórica nacional, es más que una activi-  
dad de creación puramente individual del proyectista y constructor.  
En realidad, las creaciones más significativas y extensas del espíritu hu-  
mano casi nunca representan el resultado de una evolución rectilínea y di-  
67  
rigida de antemano a una meta fija”.  
6
3 (…) el estilo arquitectónico académico enseñado en la École des Beaux-Arts en París, parti-  
cularmente desde la década de 1830 hasta el final del siglo XIX. Se basó en los principios del  
neoclasicismo francés, pero también incorporó elementos góticos y renacentistas, y utilizó  
materiales modernos, como el hierro y el vidrio…En: Arquitectura de Bellas Artes. Ver en:  
https://www.hisour.com/es/beaux-arts-architecture-28389/ (27-06-2019)  
64 Cárdenas, Eliana, En la búsqueda de una arquitectura nacional, Editorial Letras Cubanas, La Ha-  
bana, 1991, p. 6.  
6
6
5 Roberto Segre, “Prólogo”, Vida, mansión y muerte de la burguesía cubana, op. cit., p. 12.  
6 “Sin duda, la disponibilidad de los materiales hace posible la identificación para el uso de  
los sistemas técnicos de construcción y hasta del mismo proceso de construcción. Si los muros  
son de tierra (adobe, adobón, tapiales), el sistema técnico no puede prescindir de la argamasa  
(chocoto), del uso del dintel, la viga o la solera de madera. (…) El uso del hormigón armado  
genera todo un sistema de construcción diferente al tradicional. En lugar de empatar, de mi-  
metizarse con las tecnologías populares, las condiciona cuando no las extingue, las distor-  
siona.” Jorge Benavides Solís, op cit., p. 56.  
6
7 Arnold Hauser, “Historia social de la literatura y el arte”, tomo II, citado por Eladio Rivadulla  
Pérez, en La serigrafía artística en Cuba, Ediciones Unión, La Habana, 1996, p. 118.  
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Símbolo del capital en la esquina del templo.  
Cemento y molde versus piedra y cincel  
No obstante, el creador, Francisco Durini Cáceres, uno de  
nuestros mayores arquitectos del siglo pasado, en este caso un pro-  
fesional integral: proyectista y constructor, condición que le valió un  
saldo envidiable en el entorno secular del paisaje urbano quiteño, al-  
canzó reconocimientos de entidades públicas y de la academia, sintió  
admiración por artistas, nacionales y extranjeros, pero sobre todo,  
mucho respeto por maestros y peones, picapedreros, albañiles, car-  
pinteros, electricistas y familiares… amó profundamente al Ecuador  
y a Quito, donde entregó más de 65 años de hacer profesional.  
Advertimos, que consideramos pendiente de examen acu-  
cioso, la evolución de una arquitectura local resultado del molde y  
que involucra aspectos formales, técnicos y artísticos, portadores de  
sentidos y significación.  
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La Academia Nacional de Historia es  
una institución intelectual y científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros  
a
historiadores  
profesionales,  
quienes  
entendiéndose por tales  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación  
histórica  
y
hayan  
realizado aportes al mejor conocimiento  
de nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Rivadulla Pérez, Eladio,  
"
Símbolo del capital en la esquina del templo. Cemento y molde  
versus piedra y cincel", Boletín de la Academia Nacional de  
Historia, vol. XCVIII, Nº. 201, enero - junio 2019, Academia  
Nacional de Historia, Quito, 2019, pp.287-313.