BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVIII Nº 201  
Enero-junio 2019  
Quito–Ecuador  
BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVIII  
Nº 201  
Enero–junio 2019  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
DIRECTOR:  
Dr. Franklin Barriga López  
Dr. César Alarcón Costta  
SUBDIRECTOR:  
SECRETARIO:  
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Hno. Eduardo Muñoz Borrero, H.C.  
Mtra. Jenny Londoño López  
TESORERO:  
BIBLIOTECARIA-ARCHIVERA:  
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EDITORA: Dra. Rocío Rosero Jácome, MSc.  
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Université Paris Ouest - Francia  
BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVIII  
Nº 201  
Enero–junio 2019  
©
ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
p-ISSN: 1390-079X  
e-ISSN: 2773-7381  
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Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. XCVIII – Nº. 201  
Enero–junio 2019  
ENTREGA DE LA CONDECORACIÓN  
“FEDERICO GONZÁLEZ SUÁREZ”  
AL DR. JORGE NÚÑEZ SÁNCHEZ  
Franklin Barriga López1  
En el Art. 72 del Estatuto de nuestra entidad, en las Disposi-  
ciones Generales, consta la confirmación en la dignidad de Director  
Fundador al eminente maestro, historiador y patriota, el Arzobispo  
de Quito Monseñor Federico González Suárez, promotor y primer  
Director de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Ameri-  
canos, creada el 24 de julio de 1909 y que devino, en el año 1920, por  
Decreto del H. Congreso Nacional, sancionado por el Presidente José  
Luis Tamayo, en Academia Nacional de Historia.  
Este personaje, que merece el bronce y el mármol, el recuerdo  
agradecido de la Patria, especialmente de quienes integramos esta  
centenaria Academia, no solo fue el religioso ejemplar que denunció  
a los sacerdotes que no cumplían como es debido con los deberes  
que imponen sus investiduras místicas, el patriota que prendió y  
mantuvo la llama cívica (“si ha llegado la hora de que el Ecuador desapa-  
rezca, que desaparezca pero con el arma al brazo y no enredado en los hilos  
2
de la diplomacia”), el literato de pluma fácil y elegante, el polemista  
agudo y erudito, el historiador que nos dejó a los académicos esta  
lección que jamás se debe olvidar y a la que frecuentemente evoco:  
Trabajad con tesón, con empeño, con constancia; no os desalentéis por las  
dificultades, no os acobardéis ante los obstáculos… como la verdad es el  
alma de la Historia, buscad la verdad, investigad la verdad y, cuando la en-  
contréis, narradla con valor”.3  
1
2
Director de la Academia Nacional de Historia.  
Carlos de la Torre Reyes. Cfr. Federico González Suárez. En: “Teoría histórica de González  
Suárez”, Revista Procesos, N°15, Corporación Editora Nacional, Quito, 2000, pp.121-122.  
“Octogésimo aniversario de la Academia Nacional de Historia”, Boletín Eclesiástico, N° 9 y  
N° 10, septiembre y octubre de 1989, Imprenta Proaño, Quito, 1989, p.313.  
3
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Franklin Barriga López  
Su Historia General de la República del Ecuador, en ocho tomos,  
significa un hito en las Ciencias Sociales, tanto por la rigurosidad de  
las investigaciones efectuadas en archivos y bibliotecas del país y el  
extranjero como por la honestidad en el análisis y el enfoque en el  
que se desenvuelven los textos escritos con valentía y sin ningún  
sesgo. La bibliografía es caudalosa; la sola enunciación de todas sus  
obras escritas demoraría considerable tiempo, no obstante menciono,  
4
a más de la mencionada, Estudio histórico sobre los Cañaris, Memoria  
histórica sobre Mutis y la Expedición Botánica de Bogotá en el siglo décimo  
5
octavo (1782-1808) , Los aborígenes de Imbabura y Carchi: Investigación  
arqueológica sobre los antiguos pobladores de las provincias de Carchi y de  
6
7
8
Imbabura , Defensa de mi criterio histórico, Memorias íntimas y cuántas  
otras más pudiera referir.  
La memoria precedente era necesaria hacer por cuanto, con-  
forme también lo indica el mencionado Art. 72 de nuestro Estatuto,  
en honor de este paradigma de los ecuatorianos se estableció la Con-  
decoración “Federico González Suárez” que será otorgada por reso-  
lución del Directorio a las personas e instituciones que hayan  
prestado relevantes servicios a la Academia, cual es el caso del Dr.  
Jorge Núñez Sánchez, el primero en recibir tan honrosa distinción.  
En la década de los años 60 del siglo anterior, cuando varios  
idealistas nos iniciábamos en el largo, fatigoso, no pocas veces in-  
comprendido pero siempre deslumbrante camino de las letras, un  
estudiante nativo de La Magdalena, parroquia rural del cantón  
Chimbo, en la provincia de Bolívar, que frecuentaba Ambato y Quito,  
se unió a quienes conformamos la Asociación de Escritores Jóvenes  
del Ecuador, cuyo primer presidente fue Leonardo Barriga López,  
seguido de Agustín Cueva; llevó a cabo en Latacunga su primer Con-  
4
5
6
Federico González Suárez, Estudio sobre los Cañaris, antiguos habitantes de la provincia del Azuay,  
Imprenta del Clero por José Guzmán Almeida, Quito, 1878.  
Federico González Suárez, Memoria histórica sobre Mutis y la Expedición Botánica de Bogotá en el  
siglo décimo octavo (1782-1808), Imprenta del Clero, Quito, 1888.  
Federico González Suárez, Los aborígenes de Imbabura y Carchi: Investigación arqueológica sobre  
los antiguos pobladores de las provincias de Carchi y de Imbabura, Tipografía y encuadernación Sa-  
lesiana, Quito, 1910.  
7
8
Federico González Suárez, Defensa de mi criterio histórico, publicación del Archivo Municipal,  
Quito, 1937.  
Federico González Suárez, Memorias íntimas, Ministerio de Educación Pública, Quito, 1944.  
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Condecoración “Federico González Suárez”  
al Dr. Jorge Núñez Sánchez  
greso, después en Quito en la Universidad Central el segundo y, pos-  
teriormente, en Azogues, el tercero.  
Esta Asociación fue la principal protagonista para rescatar a  
la Casa de la Cultura Ecuatoriana de la neblina de la apatía, el com-  
padrazgo y la desorientación que sobre ella había caído; fue la prin-  
cipal fuerza para lo que se ha dado en llamar la Revolución Cultural  
del 25 de agosto de 1966 en nuestro país, que encendió lumbres de  
renovación y trabajo, a la vez que alcanzó la reorganización de la em-  
blemática Casa fundada por Benjamín Carrión, cuyo retorno como  
patriarcal timonel alcanzamos, en momentos en que la ingratitud, la  
envidia y hasta la maledicencia habían marginado y hasta calum-  
niado al maestro. Desde la Asociación en referencia nos une a mi her-  
mano Leonardo y a mí con Jorge Núñez una respetuosa amistad que  
sobrepasa el medio siglo, en el marco de la identidad de afanes y rea-  
lizaciones en el campo cultural y académico.  
Al cabo de varias décadas de lo indicado, obviamente luego  
de ingentes esfuerzos y persistentes labores en el campo de la inte-  
lectualidad, este bolivarense ilustre ha labrado un nombre significa-  
tivo en los registros del pensamiento nacional, como catedrático  
universitario de más de 40 años de trabajo, periodista, escritor, sobre  
todo historiador, incluso poeta, lo que ciertamente fue una novedad  
para quienes le conocemos de larga data.  
Hace pocos días, nos sorprendió con la publicación de Sone-  
9
tos verdes, recopilación de sus poemas bien elaborados en el difícil  
arte de la métrica, en donde sobresalen sus afectos, el sabor de la tie-  
rra nutricia y evocada entrañablemente en su atmósfera de teja, surco  
y trinos, pastos, nevados y chuquiragua. En la composición lírica de-  
dicada a Jenny Londoño, su compañera de ruta en el amor, en los  
sueños, en la pluma y en la vida, escribió estos versos rebosantes de  
sinceridad, emotividad y transparencia:  
Tú hiciste huir las sombras y la fría  
pesadez del silencio en que vivía.  
Por todas partes tu presencia ardía,  
y en todo tiempo tu palabra oía.  
9
Jorge Núñez Sánchez, Sonetos Verdes, PPL Impresores, 2018.  
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Franklin Barriga López  
Hoy disfruto una larga travesía,  
donde conviven calma y ardentía,  
y no existe apatía, ni avería.  
Navego en tu palabra y en la ría  
donde se juntan, cual quemante vía,  
el fluir de tu sangre y de la mía.10  
Jorge ha cursado estudios superiores en Jurisprudencia en la  
Universidad Central del Ecuador y en Geografía e Historia en la Uni-  
versidad de Huelva, España. Fue Director de la Sección Académica  
de Historia y Geografía de la Casa de la Cultura Ecuatoriana e in-  
vestigador asociado del Instituto Nacional de Antropología e Histo-  
ria de México. Presidente Honorario de la Asociación de Histo-  
riadores Latinoamericanos y del Caribe. Subsecretario de Cultura.  
Ha integrado tribunales de grado doctorales en Historia en la Uni-  
versidad Complutense de Madrid. Miembro Honorario de la Aca-  
demia Colombiana de la Lengua, pertenece a las Academias  
Nacionales de Historia de Ecuador, Colombia, Cuba, Nicaragua, Pa-  
raguay y Perú, y a la Real Academia de Historia de España. También  
es miembro de la Academia Hispanoamericana de Letras y Ciencias  
que tiene su sede en Bogotá y de otras instituciones culturales y cien-  
tíficas. Recibió en el 2010 el Premio Nacional “Eugenio Espejo”, má-  
ximo galardón que en el campo cultural confiere el Estado ecua-J357  
toriano.  
Es autor o director de 80 libros de historia y ciencias huma-  
nas y coautor de otros tantos, así como de incontables artículos dis-  
tribuidos en periódicos y revistas. Una muestra del éxito alcanzado  
11  
por sus publicaciones es el libro El Ecuador en la Historia, publicado  
originalmente en el 2011 por el Archivo General de la Nación, Santo  
Domingo, República Dominicana, a la presente hora con cinco edi-  
ciones.  
Este el perfil resumido del Dr. Jorge Núñez Sánchez a quien  
la Academia Nacional de Historia rinde hoy homenaje de agradeci-  
10 Ibid, p.65  
11 Jorge Núñez Sánchez, El Ecuador en la Historia, Archivo General de la Nación, Santo Domingo,  
República Dominicana, 2011.  
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Condecoración “Federico González Suárez”  
al Dr. Jorge Núñez Sánchez  
miento por la labor cumplida, como Director, desde el 22 de octubre  
de 2013 al 11 de enero de 2019.  
En esta última fecha y en este mismo escenario, en mi dis-  
curso de posesión como Director de esta prestigiosa y centenaria en-  
tidad manifesté que Jorge Núñez se desenvolvió, especialmente en  
sus primeros tiempos, contra viento y marea. Efectivamente, así fue,  
como él mismo lo reconoció, en su informe de labores, en donde es-  
cribió: “No ha sido fácil la labor de la actual Directiva institucional.  
Por el contrario, pienso que en ningún momento de su historia la  
Academia tuvo que enfrentar un tan grave conjunto de dificultades,  
algunas surgidas de la propia naturaleza de las cosas y otras deriva-  
das del ambiente de acritud que había incitado un pequeño grupo  
de miembros, que no supieron perder una elección y montaron un  
fenomenal escándalo, tratando de perjudicarnos y de causar la ruina  
de la institución que no los había respaldado con sus votos (…) Aco-  
sados por los seis miembros disidentes, debimos enfrentar por la  
prensa y las redes sociales la campaña de calumnias desatada contra  
nuestra Directiva y nuestra Academia por los Miembros disidentes,  
que no se limitaron a escandalizar al país, sino que llevaron el escán-  
dalo hacia otras academias del mundo. Nuestra respuesta fue me-  
dida y se redujo al mínimo indispensable para evitar la desinfor-  
mación, pero finalmente nos vimos obligados a recurrir a la justicia,  
para enfrentar a las demandas planteadas por nuestros rivales y, al  
mismo tiempo, perseguir legalmente a los calumniadores. Esa “gue-  
rra de la información”, a la que fuimos arrastrados por ese pequeño  
grupo de malos perdedores, consumió parte de nuestro tiempo y de  
nuestras energías, pero en ningún momento nos descuidamos de tra-  
bajar por los hechos positivos”.  
En verdad, este es el panorama de esos acontecimientos: en  
contraparte de aquel pequeño grupo discordante, Jorge recibió el res-  
paldo ampliamente mayoritario de los Miembros de Número asis-  
tentes a esa inolvidable y alborotada sesión, en donde se lo eligió  
Director por quince votos en contra de tres. Esta es la pura y neta  
verdad histórica y lo afirmo porque fui uno de los principales prota-  
gonistas, cuando tuve el gusto de postular a este profesional ciento  
por ciento historiador como candidato a la Dirección de nuestra en-  
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Franklin Barriga López  
tidad, porque conocía, desde hace mucho tiempo, su formación y  
trayectoria académica, libros, cátedras universitarias de más de cua-  
renta años; su elección fue legal y legítima. Resalto la valiente posi-  
ción, digna de su sólida vertebración moral y ética, de dos religiosos  
de alta intelectualidad, el P. Agustín Moreno Proaño y el Hno.  
Eduardo Muñoz Borrero, que se solidarizaron abiertamente y sin  
claudicaciones al candidato que resultó triunfador y apoyaron,  
luego, con sinceridad y entereza, su labor al frente de la Academia,  
inclusive como miembros permanentes del Directorio. Sigo lamen-  
tando la posición que adoptaron los mencionados colegas cismáticos,  
como ellos mismos se autodefinieron y se marginaron de nuestra re-  
nombrada entidad.  
A la final, y sorteando los escollos que se puso en nuestra  
ruta, la Academia resultó fortalecida con el ingreso de numerosos  
Miembros aceptados después de rigurosa selección de la Comisión  
correspondiente: para el perfeccionamiento que se busca en estos  
ámbitos, quedó establecido como requisitos indispensables para in-  
corporarse a nuestra entidad formación universitaria mínima de ter-  
cer nivel y autoría de importantes obras publicadas en las materias  
en las que se desenvuelve el área histórica.  
La ruina de la institución, como peligro potencial que se cer-  
nía, mencionada en su informe por Núñez Sánchez, no es asevera-  
ción antojadiza, de ninguna manera. Esta evidencia es por demás  
decidora:  
La Academia Nacional de Historia de Panamá fue constituida  
en 1921, siguiendo los cánones de la ilustración europea, singular-  
mente de la francesa, como sucedió con las demás similares de nues-  
tro continente. Cumplió trascendentales funciones, hasta que en  
decenios recientes dejó de funcionar, precisamente por las serias di-  
ferencias de sus integrantes. Hace pocos días, llamé por teléfono al  
sabio historiador panameño Dr. Alfredo Castillero Calvo, “llamado  
el Heródoto de la historia panameña”, Presidente del Colegio de His-  
toriadores de ese país, Miembro, además, de la Real Academia de His-  
toria de España y de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras,  
Profesor visitante de las Universidades de Stanford, Washington,  
París y Madrid, autor de abundantes obras medulares, como la His-  
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Condecoración “Federico González Suárez”  
al Dr. Jorge Núñez Sánchez  
toria General de Panamá, en cinco volúmenes; supo informarme que la  
Academia de Historia de Panamá ya no existe y que su resurrección  
es por demás difícil. He aquí a lo que puede conducir la desunión,  
las ambiciones incontroladas, los apetitos de figuración no saciados  
de ciertos miembros envueltos en la inconsecuencia y las frustracio-  
nes. En todo caso, ofrecí los buenos oficios de nuestra Academia para  
vivificar y consolidar a esa institución que tanta falta hace en las lati-  
tudes panameñas, tan largamente vinculadas a las nuestras.  
Luego de las referidas incomprensiones y más factores ad-  
versos que acechaban a nuestra Academia y de haber superado, a lo  
largo de aproximadamente un lustro, el potencial peligro de extin-  
ción, podemos aseverar que existe cohesión, lealtad, afán de trabajo  
e identidad con los principios que guían a esta corporación científica  
cuyos fines y objetivos se orientan al servicio de la nación, sin apar-  
tarse de la ética y la verdad como valores sustanciales. Así percibo  
la realidad contemporánea, más aún si analizamos la expresiva vo-  
tación, individual y secreta, de los Miembros de Número que con-  
forman la Junta General que se reunió en sesión, el 11 de enero del  
año en curso, para renovar el Directorio, de acuerdo a disposiciones  
estatutarias, y que me eligió, en votación secreta y por unanimidad,  
Director de la Academia, honor que agradecí en su debido momento  
y que constituye, obviamente, responsabilidad mayor que –recalco-  
compromete mis especiales dedicaciones, para alcanzar resultados  
edificantes, contando con el apoyo de todos quienes conformamos  
esta corporación eminentemente científica, ajena por completo a in-  
tereses políticos, como lo evidencian los nombres de quienes han  
conformado las Directivas, incluida la actual, donde el pluralismo  
es su bandera, por eso hemos alcanzado unión, comprensión, frater-  
nidad y sentido de Patria que guía nuestras actuaciones.  
Retornando al motivo de este acto solemne, debo declarar,  
enfáticamente, que no nos equivocamos quienes respaldamos al Dr.  
Jorge Núñez en su elección avalada aún más por dos reelecciones  
sucesivas, los resultados están a la vista, testimoniados en hechos re-  
ales y reseñados en el Informe de Labores que se lo publicó y entró ya  
en circulación; en él se verifica un trabajo dinámico, amplio, consis-  
tente que en pocas líneas puede resumirse en:  
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Franklin Barriga López  
Extensión de la Academia a todas las provincias, volviéndola  
realmente nacional, con la creación, en algunas de ellas, de Capítulos  
que vienen trabajando entusiastamente; ampliación del quehacer  
historiográfico a los temas de la historia social, económica y cultural;  
publicaciones numerosas; encuentros académicos varios, como sim-  
posios; apertura de las puertas de la Casa Alhambra para el ingreso  
de calificados investigadores o tratadistas de la Historia en calidad  
de Miembros; vínculos internacionales, se anotan entre otras reali-  
zaciones que ciertamente demuestran un trabajo constante, desta-  
cado, agotador, digno de ser reconocido, como es, precisamente, el  
acto que está cumpliéndose en estos instantes.  
Deseo resaltar algo que dio paso y apoyó Jorge: cuando le  
presenté el proyecto, que por sus dimensiones y alcances se lo conoce  
como macro proyecto, lo aceptó y apoyó de inmediato, lo que refleja  
su voluntad de hacer obra sin egoísmos: me estoy refiriendo a la  
“Historia y Antología de la Literatura Ecuatoriana” que se viene pu-  
blicando gracias a la invalorable colaboración que agradecemos pro-  
fundamente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, presidida por  
Camilo Restrepo Guzmán, diligente ejecutivo quien por dos ocasio-  
nes se halla al frente de ese representativo e imprescindible orga-  
nismo que frisa los setenta y cinco años de fructífera existencia; en  
este recuento, resaltamos, igualmente, la experimentada y recono-  
cida participación, como Director de Publicaciones (CCE) de Patricio  
Herrera Crespo, que asimismo merece nuestra gratitud por su deci-  
dido patrocinio. Esta “Historia y Antología” comprenderá quince  
volúmenes de aproximadamente quinientas páginas cada uno, de  
los cuales hasta el momento se han editado cinco, encontrándose en  
prensa otros cinco, para finalizar este emprendimiento el año veni-  
dero con la publicación de los cinco restantes. Intervienen en su ela-  
boración más de sesenta académicos y escritores de reconocido  
mérito.  
Ser Director de la Academia Nacional de Historia del Ecua-  
dor no es una tarea fácil, especialmente por los escuálidos recursos  
económicos que recibe como asignación estatal, mientras grupos fa-  
randuleros o de comparsa son beneficiarios de ingentes cantidades.  
Lamentablemente, son las contradicciones de nuestro país, que en  
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Condecoración “Federico González Suárez”  
al Dr. Jorge Núñez Sánchez  
algún momento esperamos desaparezcan para que impere la equi-  
dad y hasta la lógica, si se pretende que Ecuador salga de su crónico  
marasmo y se eleve a dimensiones de respetabilidad internacional,  
como fue el anhelo de Benjamín Carrión que presagiaba y aspiraba  
ver a Ecuador convertido en potencia cultural.  
¡
A la cultura no se la puede seguir considerando como una  
cenicienta!  
En estas condiciones, llevar a cabo un trabajo como el efec-  
tuado por Jorge Núñez Sánchez a lo largo de más de cinco años al  
frente de la Academia Nacional de Historia merece agradecimiento  
y felicitación, que es, como ya manifesté, lo que representa esta ce-  
remonia cívica de valoración y justicia.  
En mérito de lo expuesto, reciba Ud., Dr. Jorge Núñez Sán-  
chez, esta presea de cimeros quilates.  
Quito, 6 de febrero de 2019  
Bibliografía  
GONZÁLEZ SUÁREZ, Federico, Estudio sobre los Cañaris, antiguos habitantes de  
la provincia del Azuay, Imprenta del Clero por José Guzmán Almeida,  
Quito, 1878.  
––––––, Memoria histórica sobre Mutis y la Expedición Botánica de Bogotá en el siglo  
décimo octavo (1782-1808), Imprenta del Clero, Quito, 1888.  
–––––, Los aborígenes de Imbabura y Carchi: Investigación arqueológica sobre los an-  
tiguos pobladores de las provincias de Carchi y de Imbabura, Tipografía y en-  
cuadernación Salesiana, Quito, 1910.  
–––––, Defensa de mi criterio histórico, Publicación del Archivo Municipal, Quito,  
1937.  
––––––, Memorias íntimas, Ministerio de Educación Pública, Quito, 1944.  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 357–366  
365  
Franklin Barriga López  
N/A, “Octogésimo aniversario de la Academia Nacional de Historia”, Boletín  
Eclesiástico, N°9 y N°10, Septiembre y octubre de 1989, Imprenta Proaño,  
Quito, 1989, p.313.  
Núñez Sánchez, Jorge, Sonetos Verdes, PPL Impresores, 2018.  
–––––, El Ecuador en la Historia, Archivo General de la Nación, Santo Domingo,  
República Dominicana, 2011.  
TORRE REYES, Carlos de la, Cfr. Federico González Suárez. En: “Teoría histórica  
de González Suárez”, Revista Procesos, N°15, Corporación Editora Nacio-  
nal, Quito, 2000.  
BOLETÍN ANH Nº 201 • 357–366  
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La Academia Nacional de Historia es una  
institución intelectual  
y
científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros a  
historiadores  
entendiéndose por tales  
profesionales,  
quienes  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación histórica y hayan realizado  
aportes al mejor conocimiento de  
nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Barriga López, Franklin,  
"
Entrega de la Condecoración “Federico González Suárez” al Dr.  
Jorge Núñez Sánchez", Boletín de la Academia Nacional de Historia,  
vol. XCVIII, Nº. 201, enero - junio 2019, Academia Nacional de  
Historia, Quito, 2020, pp.357-366