BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen XCVI  
Nº 199  
Enero–junio 2018  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
DIRECTOR:  
Dr. Jorge Núñez Sánchez  
Dr. Franklin Barriga López  
Ac. Diego Moscoso Peñaherrera  
Hno. Eduardo Muñoz Borrero  
Mtra. Jenny Londoño López  
Dra. Rocío Rosero Jácome  
SUBDIRECTOR:  
SECRETARIO:  
TESORERO:  
BIBLIOTECARIA-ARCHIVERA:  
JEFA DE PUBLICACIONES:  
RELACIONADOR INSTITUCIONAL: Dr. Vladimir Serrano Pérez  
BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol XCVI  
Nº 199  
Enero–junio 2018  
©ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
p-ISSN: 1390-079X  
e-ISSN: 2773-7381  
Portada  
Monumento a Vicente Rocafuerte  
en Guayaquil  
Diseño e impresión  
PPL Impresores 2529762  
Quito  
landazurifredi@gmail.com  
abril 2019  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
CAMINOS Y ARRIEROS EN LA HISTORIA DEL ECUADOR.  
RECUPERACION DEL CAMINO DE RIOBAMBA A CUENCA  
(1746)  
Juan Chacón Zhapán1  
Resumen  
En el Archivo Histórico Municipal de Cuenca, (AHM/C,  
Doc.1707-1749; 155/71, fols. 335-347), reposa la solicitud del general  
Luis Andrade y Zárate, dirigida a la Audiencia de Quito, pidiendo  
le conceda permiso para hacerse cargo de la composición de los tam-  
bos y caminos de la ruta de Cuenca a Riobamba, parte integrante de  
la carrera de Quito. El protector general de naturales de la Audiencia  
estudió la solicitud, con mucha diligencia, verificando que era muy  
oportuna y conveniente para el desarrollo del comercio regional. En  
su informe al presidente de la Audiencia, recomendó su aprobación,  
sugiriendo se le entregue, además, el camino de Cuenca a Loja, en el  
que constaban los tambos de Nabón, Maribiña y Oña. El general An-  
drade, prefirió hacerse cargo del tramo que solicitaba, de Cuenca a  
Riobamba.  
El documento es una pieza fundamental para comprender la  
evolución de la situación socioeconómica de la región, desde la pers-  
pectiva de la comunicación interregional, en la que desempeñan  
papel fundamental los caminos y tambos. Hemos hecho una lectura  
comprensiva del documento, dejando constancia transcrita del mis-  
mo, para futuras confrontaciones.  
Palabras clave:Audiencia, corregimiento, tambo, comerciante, mitayo.  
1
Miembro correspondiente de la Academia de Historia. Investigador de la historia colonial. Pa-  
leógrafo. Profesor jubilado de historia, Universidad de Cuenca. Publicaciones de historia re-  
gional.  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
97  
Juan Chacón Zhapán  
Abstract  
In the Municipal Historical Archive of Cuenca, (AHM / C,  
Doc. (1707-1749), 155/71, pages 335-347), the request of general Luis  
Andrade y Zárate rests with the Audiencia of Quito, requesting grant  
him permission to take charge of the composition of the tambos and  
roads of the route from Cuenca to Riobamba, an integral part of the  
Quito race. The general protector of natives of the Hearing studied  
the request, with great solicitude, verifying that it was very timely  
and convenient for the development of regional trade: in his report  
to the president of the Hearing he recommended his approval, sug-  
gesting that he be given, in addition, the road from Cuenca to Loja,  
which included the tambos of Nabón, Maribiña and Oña. General  
Andrade preferred to take charge of the section he requested, from  
Cuenca to Riobamba.  
The document is a fundamental piece to understand the evo-  
lution of the socioeconomic situation of the region, from the pers-  
pective of interregional communication, in which roads and tambos  
play a fundamental role. We have made a comprehensive reading of  
the document, leaving a transcribed record of it, for future confron-  
tations.  
Keywords: Audience, corregimiento, tambo, merchant, mitayo.  
Introducción  
La jurisdicción del corregimiento de Cuenca, durante la Co-  
lonia, fue el espacio cañari, incorporado, por los incas conquistado-  
res, al influjo incásico. Los cañaris se identificaron con el Cuzco hasta  
después que fueron objeto de exterminio por Atahualpa. Hernando  
Pablos, en su Relación, averiguó que los cañaris demostraban su sim-  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
98  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
patía por su filiación pasada, al asegurar que Huáscar era “… señor  
y rey del Cuzco y su señorío llegaba hasta Mocha ques veinte leguas más  
2
acá de Quito, hacia la ciudad de Cuenca”. Los cañaris detestaban la do-  
minación de Atahualpa, a quien le reconocían el señorío de la tierra  
de Quito, desde Mocha hasta Pasto.3  
Cuenca fue ciudad española, fundada sobre las ruinas incá-  
sicas de Tomebamba, conectada a la red de caminos reales incásicos,  
que organizaban el recorrido, por los valles y crestas de las cordille-  
ras, mediante un sistema organizado de tambos, para facilitar la co-  
municación y el desplazamiento de las tropas incásicas. Los  
españoles rescataron la institucionalidad de los tambos y chasquis,  
incorporándolos al sistema de comunicaciones de la Colonia, para  
el fomento del comercio y el mantenimiento del correo. Su buen fun-  
cionamiento dependía de que se mantuviera la buena organización  
establecida por la administración incásica, con la ayuda de las po-  
blaciones locales, sobre las que recaía la responsabilidad de su man-  
tenimiento y servicio. Al imponerse el sistema de encomiendas,  
desde el siglo XVI al XVII, se irrespetaron los derechos de los indí-  
genas, obligándolos al servicio personal, bajo la forma de la mita, sin  
remuneración de su trabajo.  
Hasta el siglo XVIII, los colonos españoles no comprendieron  
que era menester conservar la colaboración de los indígenas, reco-  
nociendo sus derechos. Los vecinos de la jurisdicción de Cuenca,  
agobiaron a los indios con la imposición inmisericorde de la servi-  
dumbre, con la imposición del trabajo personal gratuito. La norma  
que regía a los españoles era aprovecharse de la fuerza de trabajo  
servil indígena, para beneficio de sus inversiones, en sus haciendas.  
La práctica de la arbitrariedad colonial, en contra de los indios, ter-  
minó por alejarlos de los colonos.  
Los españoles nunca pensaron que el maltrato irrogado a los  
infelices indios recaería en su propio perjuicio. Esto se hizo notorio  
en el deterioró del sistema organizado de los caminos y tambos que  
2
3
Marcos Jiménez de la Espada (Ed), Relaciones Geográficas de Indias, Biblioteca de Autores Espa-  
ñoles, tomo II, Madrid, 1965, p. 267. Cfr. (R.G.I., II, 267)  
Juan Chacón Zhapán, Guacha Opari Pampa. Plaza donde se Origina la Gente Cañari. Paucarbamba,  
Llanura Florida, Casa de la Cultura Núcleo del Azuay, Cuenca, 2005, p. 39  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
99  
Juan Chacón Zhapán  
acabó con el sistema de trasporte comercial y del correo colonial. El  
siglo XVIII puso a prueba la autonomía de las economías locales, por  
los cambios globales que soportó la monarquía, por el desarrollo del  
comercio mundial y por los nuevos hábitos de movilidad alentados  
por los círculos ilustrados de Europa. Cuenca no fue ajena a los cam-  
bios. Esta realidad se evidencia en la representación del general Luis  
Andrade y Zárate que vamos a comentar, dirigida a restaurar la co-  
municación con la Audiencia, arreglando el tramo del camino de Rio-  
bamba a Cuenca.  
La propuesta del General Luis Andrade y Zárate  
Doscientos años después de fundada la ciudad de Cuenca,  
en plena Colonia, encontramos un documento relativo a la propuesta  
del general Luis Andrade y Zárate, vecino de Cuenca, proponiendo  
a la Audiencia hacerse cargo de la administración de la ruta com-  
prendida entre Riobamba y Cuenca, por donde trajinaban los arrie-  
ros de la carrera de Quito. El documento tiene fecha de recepción  
en la Audiencia, en catorce de noviembre de 1746, y de despacho, en  
la Sala del Real Acuerdo, en 3 de diciembre de 1746.  
El documento de 12 folios, al mismo tiempo que refiere los  
argumentos del proponente, General Luis Andrade y Zárate, refleja  
la realidad que vivían los indios tamberos de esta ruta, por donde se  
trasladaba el correo del Rey y los comerciantes y particulares que  
viajaban a la capital de la Audiencia. La ruta era la misma que se  
había establecido durante el incario, para el traslado del chasqui y  
de los ejércitos imperiales. El documento presentado por el General  
Luis Andrade registra que había distribución de distancias, para el  
establecimiento de los tambos y se conservaba la tradición del cui-  
dado de los mismos, por parte de los indígenas a quienes se había  
especializado como tamberos.  
Las fechas del documento ubican una etapa tardía de la vida  
colonial, en que los españoles y criollos habían establecido sus insti-  
tuciones económicas y sociales, en claro detrimento de las poblacio-  
nes indígenas. En efecto, los hacendados se habían establecido en  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
100  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
todo el espacio del corregimiento de Cuenca y, los curas ejercían su  
acción doctrinera, con explotación gratuita de la mano de obra indí-  
gena. Las haciendas y doctrinas debieron establecerse en las tierras  
ancestrales de los indígenas, con tanta codicia, arrinconando a los in-  
dígenas hacia las tierras menos productivas. El general Andrade y  
Zárate constató que los criollos se habían apropiado de las tierras des-  
tinadas al servicio de los tambos: “… pues en algunos y especialmente  
en el de Tigsán, se ha ceñido tanto que apenas hay una mal formada casa que  
4
no ofrece la menor comodidad…”. El P. Juan de Velasco confirma, efec-  
tivamente, que Tixán, antes del terremoto de 1797, el más devastador  
5
de la Colonia, en el Ecuador, era asiento de españoles ricos.  
El proponente, general Luis Andrade, señala la posibilidad  
de que se recuperen las tierras asignadas ancestralmente a los tam-  
bos, donde se vuelvan a establecer chacras y alfalfares para el sus-  
tento de las arrias y el avío de los viajeros. La petición del general  
Andrade tiene visos de reivindicación de una ruta bien establecida  
por la racionalidad andina, conseguida por los incas en colaboración  
estrecha con los cañaris. Con objetiva imparcialidad afirma que, la  
institucionalidad de los tambos incásicos, se había venido a menos  
en la época colonial tardía:  
(…) de muchos años a esta parte se ha establecido en los pueblos in-  
termedios entre la villa de Riobamba y ciudad de Cuenca, el que se for-  
men tambos en aquella proporción conveniente, para que en ellos se  
acojan los pasajeros; y para el cumplimiento de este fin y de que ha-  
biendo logrado acomodado albergue, se les provea de cabalgaduras y  
demás avíos necesarios para la conducción de sus cargas se nombran  
en cada pueblo del distrito, donde cada tambo corresponde, un indio  
alcalde, para el servicio de él, y cierto número de indios esemptos (sic)  
por este servicio de tributo y otro genero de mita, y están señaladas al-  
gunas tierras, en corta cantidad, y no en todos ellos, con su casa, pero  
toda esta disposición se ha hecho inútil por correr solo a cargo de los  
indios que ni tienen mulas para el avío de los pasajeros ni cuidado de  
6
hacer o reparar las casas ni proveen de otra cosa de las necesarias …  
4
5
AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fol. 345  
Juan de Velasco, Historia del Reino de Quito, Historia Moderna, Edit. Casa de la Cultura Ecua-  
toriana, Quito, 1979, p. 247  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
101  
Juan Chacón Zhapán  
Los intereses particulares terminaron por imponerse sobre  
el bien común. Los indios asignados a los tambos eran requeridos  
para utilizarlos como mano de obra de los curas y hacendados, quie-  
nes “… convierten en su utilidad la asignación de indios, porque compo-  
niéndose con ellos debajo de cierta pensión, los redimen de el cargo de la  
asistencia, dándoles libertad, por aquel año, para que hagan su habitación  
7
donde fuese su voluntad…”.  
El documento puntualiza que los pocos indios de los tambos  
eran requeridos por los curas y hacendados: “… y cuando algunos que-  
dan para el cumplimiento de el ministerio, se reducen a que los curas o veci-  
nos hacendados se aprovechen de ellos con conocido perjuicio de el tráfico  
8
común, desamparando de uno o de otro modo de tan precisa ayuda…”.  
La representación del general Andrade es bastante sistemá-  
tica en la exposición de los hechos que afectan a la decadencia de  
los tambos, cuya referencia puede explicar la afectación al comercio  
cuencano. La dominación colonial se olvidó de que los cañaris cola-  
boraron, estrechamente, con los conquistadores españoles, en la  
apropiación de la tierra, involucrándoles, a todos, en el pago del tri-  
buto y en la explotación del servicio personal, de las mitas.  
La propuesta del general Andrade se dirige a reinstitucio-  
nalizar el servicio de los tambos, respetando el régimen tributario,  
impuesto por la Corona, pero restituyendo las tierras y el reparti-  
miento de indios, para el servicio de los tambos. La autoridad de la  
Audiencia reconoció que el pedido del general Andrade estaba den-  
tro de las preocupaciones de la Monarquía, dirigidas a facilitar la ac-  
tividad comercial, mediante el cuidado de los caminos. La petición  
del general Andrade se fundamenta en la legislación, a la que apela  
con acierto, dice: “… por lo que me ha parecido proponer a Vuestra Alteza  
como tan vigilante en el cuidado de la mayor comodidad y utilidad pública  
y en la observancia de las leyes y ordenanzas de donde dimana la disposición  
de lo que llevo referido…9  
6
7
8
9
AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fol. 335  
Ibidem  
Ibidem  
AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fol. 335v La ley que más apoya la propuesta del general  
Andrade consta en la Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias, Libro IV, Título XVII,  
ley Primera:” Mandamos a los Virreyes, Presidentes, Gobernadores, y Justicias, que den las órdenes  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
102  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
Necesidad de restaurar el régimen de tambos  
La representación del general Andrade apunta a devolver a  
los tambos su antigua fuerza, vigente en los tiempos incásico-cañaris,  
adaptándolos a las nuevas necesidades derivadas del uso de las ca-  
balgaduras. Lo primero que pide es que se devuelvan a los tambos  
las tierras que les había sido asignadas para el servicio público,  
donde deben sembrarse los potreros para mantener veinte y cinco  
mulas de carga. El documento señala que, la práctica de la arriería  
había desarrollado la preferencia por la mula, como animal de carga,  
por su fortaleza y capacidad de adaptación a los fragorosos caminos  
de la serranía. La solicitud se dirige a fortalecer la práctica de la arrie-  
ría, bajo la responsabilidad del general Andrade:  
el que se me apliquen los dichos tambos señalándose en cada uno aque-  
llas tierras que hasta aquí se le han estado aplicadas y dándose de  
nuevo cuatro cuadras, en los que no las han tenido con aquel mismo  
número de indios mitayos que hasta aquí se han asignado, con obliga-  
ción que luego de poner las casas de modo que ofrezcan la mayor co-  
modidad, formándolas de adobe, con aposentos para los pasajeros,  
corredor para sus cargas y patio cerrado con puerta y llave para la se-  
guridad de las mulas y potrero o alfalfar en aquellas tierras de su asig-  
nación y de poner veinte y cinco mulas para su conducción y arrieros  
en cada tambo…10  
El documento menciona la debilidad en que había caído el  
servicio de los tambos, porque los indios huían, cuando los viajeros  
solicitaban nuevas bestias para el cambio de las que llegaban fatiga-  
das. Se había consagrado la incuria de las autoridades en hacer res-  
petar la voluntad regia en asunto de caminos, perjudicando a los  
viajeros que no conseguían la reposición de las bestias. Los españo-  
les y los criollos que viajaban a Quito, esperaban que los indios sa-  
tisficieran sus requerimientos, de cambiarles las acémilas cansadas.  
convenientes, para que en las posadas, mesones, y ventas, se den a los caminantes bastimentos y re-  
caudo necesario, pagándolo por su justo precio, y que no se les haga extorciones, ni malos tratamientos,  
y todos tengan arancel de los precios justos, y acomodados al trajín y comercio”  
0 Ibidem  
1
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
103  
Juan Chacón Zhapán  
Los indios, con sorna, les ofrecían ir a buscarlas, pero escapaban del  
tambo, porque no tenían las bestias que se necesitaban: “… o porque  
los mesmos indios no alcanzando a llenar aquel número de bestias que el  
pasajero ha menester hacen fuga, porque no tienen por sí bestias algunas  
11  
para la conducción, logran el pretexto de ir a solicitarlas…”  
La buena gestión de los tambos tenía que conseguirse mi-  
rando por el buen trato de los indios arrieros y, el cobro de servicios  
a los pasajeros. La propuesta del general Andrade indica que es me-  
nester arreglar el salario de los tamberos: “… y así mesmo de pagarles  
a los indios que se asignaren veinte pesos de salario por cada año de servi-  
12  
cio…”. Los indios tamberos debían recibir veinte pesos, de manos  
del asentista, general Andrade, con los que pagaban el tributo a la  
real Hacienda: “… y de que aquellos indios que se asignaren paguen tri-  
buto en aumento de la Real Hacienda de el salario que ofrezco de veinte  
pesos por año excede de a la común tasa que se acostumbra en aquellas par-  
13  
tes”. El general, se constiuía, en directo responsable de la admi-  
nistración de los tambos. La propuesta del asentista cerraba la puerta  
a la exacción de servicios personales gratuitos. Nadie podía exigir  
ningún servicio, sin pagar. El documento, en frase concisa, se refiere  
al cobro del hospedaje, por parte del administrador de los tambos:  
dejando libre el hospedaje”.14  
El Informe del Protector General de Naturales  
Las autoridades de la Audiencia quedaron muy impresiona-  
das de la propuesta tan ponderada del general Andrade y Zárate.  
Estaba tan bien estructurada que beneficiaba al asentista, a los indios,  
a los viandantes y a la Real Hacienda. El protector general de natu-  
rales, al informar a la Audiencia, se expresó en estos términos:  
Muy poderoso señor. El Protector General de los Naturales de esta Real  
Audiencia, en vista de la pretensión del General don Luis Andrade y  
1
1
1
1
1 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fol. 335v  
2 Ibidem  
3 Ibidem, fol.336  
4 Ibidem, fol 336v  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
104  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
Zárate que propone a Vuestra Alteza, en el pedimiento adjunto, dice  
que ha considerado la materia con toda la reflexión necesaria que pide  
un asumpto tan nuevo que no tiene ejemplar anterior a que arreglarse,  
el cual se debe hoy tratar al mayor alivio de los indios que vuestra Real  
Persona (que Dios guarde) lo tiene tan recomendados a Vuestra Alteza,  
solicitando que en cuanto sea posible se les vaya minorando las mo-  
lestias que padecen estos infelices, por lo que ponderará el Protector  
General todas las utilidades y los inconvenientes que sobre esta materia  
se le ocurrieren y las condiciones más proporcionadas que conciba para  
que el celo de vuestra alteza se sirva de arbitrar las mejores reglas de  
justicia que formalicen esta pretensión, para que tenga su debido  
efecto…1  
5
A continuación, el protector de naturales expuso el conoci-  
miento que tenia sobre los tambos, arreglados, desde los tiempos del  
Inca, para el servicio de los viandantes, los mismos que habían sido  
asumidos por los españoles, al producirse la conquista, para el ser-  
vicio del comercio interregional, por lo bien dispuestos que estaban,  
a lo largo de la cordillera. En la comprensión de las autoridades de  
la Audiencia, la ruta a la que se refería la propuesta del general An-  
drade, correspondía a la vía media del territorio de la Audiencia, re-  
ducida a lamentable estado, por la destrucción en que se hallaban,  
hacia la fecha.  
La exposición del protector general de naturales rememoró  
la grandeza de los tambos y aposentos incásicos, a la manera como  
lo hicieron los cronistas del siglo XVI, cuando recorrieron los cami-  
nos indígenas, durante la conquista de la tierra:  
(…) pues es cierto que el Protector General no se halla muy ajeno ni de  
noticias ni de alguna práctica acerca de lo que acaece en estos Hospicios  
públicos y comunes de la vía media de esta provincia, desde la Villa  
de Riobamba en adelante, hasta salir de los términos de el distrito, y  
es que a distancia de cada seis o siete leguas/[fv] más o menos, según  
la aspereza de el camino, y comodidad de el sitio, están construidas  
unas casas humildes de bajareque y paja que llaman tambos y en tal  
15 Ibidem, fol. 337  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
105  
Juan Chacón Zhapán  
cual parte de paredes dobles, de piedra sillar, pero cubiertas de la  
misma paja, con cargo de que las renueven los indios tamberos, siem-  
pre que se arruinasen, para lo cual están asignados alcaldes y mitayos  
que cada año se remudan, de los pueblos que tienen este destino, para  
que asistan en ellas dando Hospicio al común de viandantes y al pú-  
blico de comerciantes, proveyéndoles de recuas y caballerías para el  
tráfico de las personas y cargas, y de los mantenimientos necesarios  
mientas demoraren allí, a costa de los mismos pasajeros, lo cual tiene  
origen desde su gentilidad, porque en ella hospedaban así al Inga y su  
familia, cuando salía a visitar estos reinos y propagar las conquistas de  
ellos, para lo cual le construían casas mucho más sumptuosas que las  
presentes todas de piedra, cuyos vestigios se conservan en tal cual, que  
como deja dicho el Protector General perseveran, y juntamente estaban  
obligados a componerle los caminos y darle indios cargueros a su  
usanza lo que por ser tan conforme al derecho/[f338] público y no de-  
sacostumbrado en ellos, cuando entraron los españoles a poblarlos tra-  
taron de perpetuarlo mejorando esta disposición, en que como queda  
dicho tuviesen el cuidado de proveer bestias y mantenimientos al  
1
6
común de pasajeros.  
Las autoridades de la Audiencia estaban informadas de la  
triste suerte que había recaído sobre los tambos, por causa de la ar-  
bitrariedad de los vecinos transeúntes que maltrataban a los indios  
y a las bestias de manera inhumana. La descripción de las crueldades  
practicadas por los sádicos viandantes, tiene la virtud de explicar  
cómo los indígenas llegaron a perder la confianza en sí mismos y a  
evitar el trato con los españoles y criollos, de quienes solo recibían  
malos tratos:  
(
…) pero la pésima condición de la malicia de estos o a lo menos de  
muchos de ellos, esta arreglada disposición tan conveniente lo ha con-  
vertido en un deplorable desorden que les toman las vituallas de balde  
y sin precio alguno, y las mulas si no son de su satisfacción y con la  
puntualidad que anhelan se las hieren o matan o mutilan, dejándolas  
sin servicio alguno, deslomadas o mancas, sin orejas o sin ojos, porque  
en la pusilanimidad sumisa de los indios no encuentran resistencia  
16 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fol. 337-338  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
106  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
para nada y que en su horfandad y pobreza no cabe número tan cuan-  
tioso de recuas cuanto necesita la opulencia de sus cargas, las cuales  
las gravan de peso extraordinario que excede al esfuerzo de las bestias,  
con que en la aspereza de esos caminos peligran todas, siendo cortísima  
la ganancia que van a reportar de los fletes, cuando los infelices tam-  
beros las pagan a mayor precio al hacendado o español recuante de el  
contorno, por proveer al pasajero, con cortísima recompensa que de él  
recibe, al paso que excesivos agravios de azotes, golpes, heridas y pri-  
siones que ejecutan en estos miserables indios, hasta ser  
enteramente/[fv] aviados con la injusticia que pretenden, de suerte que  
los que se estableció por tan conveniente al derecho público, se ha con-  
vertido en una intolerable opresión y esclavitud de estos infelices tam-  
beros, sin más premio que el de redimirse ese año de el real tributo,  
por cuya única libertad se sujetan a tan infame servidumbre y lo que  
es peor y clama a la celosa justificación de vuestra alteza es que tam-  
bién exponen la honesta fidelidad de sus mujeres al vil pasto de su las-  
civia y a la fuerza y al estrupo (sic) de ellas y de sus hijas, por la  
insolencia de muchos viandantes, sin que en estos hospicios despobla-  
dos y retirados de las habitaciones populares tengan asilo alguno, a  
17  
onde recurrir contra estas enormísimas vejaciones…  
La propuesta del general Andrade tuvo plena acogida en la  
Audiencia. El protector de naturales informó entusiasmado, felici-  
tándose que haya habido un español que se decidiera hacerse cargo  
de la administración de los tambos. Esta era la oportunidad de re-  
habilitar una institución que tenía la aceptación de los indígenas que  
habían incorporado a su cultura el hábito se servir en los tambos. Si  
el general Andrade conseguía rehabilitar a los alcaldes e indios tam-  
beros para que ejecutaran las labores de restauración y puesta en ser-  
vicio de los viajeros los recursos que necesitaban los viajeros, se  
habría solucionado un grave problema que afectaba al comercio in-  
terregional.  
17 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fol. 338-338v  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
107  
Juan Chacón Zhapán  
Falencia de los corregidores y jueces  
Lastimosamente, los corregidores y autoridades reales, igual  
que los usuarios, habían descuidado sistemáticamente la buena ad-  
ministración de las rutas de comercio, ocasionando el deterioro del  
servicio de los tambos. Es paradójico que el menosprecio a los indios  
y su cultura, por anteponer el interés personal de las autoridades,  
curas y hacendados, hayan echado a perder una institución percibida  
beneficiosa por las autoridades reales, para el fomento del comercio.  
El resultado fue nefasto para los mismos colonos, quienes no pudie-  
ron revertir el daño causado. Esta es la explicación de la sorpresa de  
las autoridades de la Audiencia, ante la propuesta del general An-  
drade, de querer restituir la eficiencia de los tambos.  
El defensor de aturales denuncia la falencia de corregidor de  
Cuenca quien demostró negligencia en sancionar las arbitrariedades  
de los viandantes contra los indios de los tambos, a quienes ahu-  
yentaron de sus pueblos. Las autoridades coloniales eran reacias a  
cumplir las responsabilidades que les imponía las leyes de la mo-  
narquía, empeñadas en afianzar una superioridad ficticia sobre los  
indios, cuando esta misma actitud les revertía en un atraso material  
irreversible. El documento señala, indirectamente, que el atraso eco-  
nómico de la región se debe al maltrato de los colonos a los indios,  
quienes se resistieron a colaborar en las obras de carácter público:  
(…) por los cuales andan siempre fugitivos y escasean estas providen-  
cias envarazando los mesmos viandantes con sus excesos el prompto  
curso de sus carreras, a cuyo exorbitante abuso da franco paso la desi-  
dia de los corregidores y jueces de los lugares que siendo tan propio  
de sus oficios y de la jurisdicción alta que tan particularmente toca al  
ministerio de el Corregidor para proveer los caminos y tambos y com-  
poner las malezas de los caminos y desagraviar a los que entienden  
en esto, sobre que debían invigilar y hacérseles exactísimo cargo en su  
sindicatura y residencia.18  
18 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fols.338v-339  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
108  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
La estrategia del general Andrade y Zárate dependía de su  
actitud equilibrada que inducía la confianza a los indios, a quienes  
se devolvía el protagonismo de una empresa que beneficiaba a todos,  
en una ruta clásica del comercio interregional. A los ojos de la Au-  
diencia, esta decisión de un español capaz de restituir el buen go-  
bierno de la monarquía, en asunto tan importante como el fomento  
del comercio, respondía a la correcta política de la Corona, decidida  
a poner freno a la arbitrariedad de los colonos, causantes de la des-  
trucción de las poblaciones indígenas:  
por lo que no le parece diformidad (sic) al Protector General, en lo prin-  
cipal de esta pretención, el que se fie de un español de actividad y celo  
el que administre estos tambos con aquella integridad que debe, po-  
niendo a sus mayordomos y providencias necesarias que sirvan de res-  
guardo y precaución a los infelices indios, corriendo a su cargo el  
expediente de los comerciantes quienes no violarán tan fácilmente,  
como a los indios los derechos de otro español igual, que los contenga  
y sirva de antemural a su insolencia en cada hospicio, con lo cual se  
ocurre juntamente al derecho público de el comercio/[f339] y pasajeros  
19  
y al particular de los indios, evitándoles tan atroces agravios.  
El enclaustramiento de la economía regional  
El documento, señala que los criollos (jueces hacendados y  
curas) se enclaustraron en sus haciendas y granjerías, explotando el  
trabajo indígena, para el cultivo agrícola y cuidado ganadero, sin  
preocuparse de romper el aislamiento regional en que habían caído:  
es lo que tienen más olvidado, y si tal vez los jueces o curas u otras per-  
sonas públicas recuerdan el destino de los pueblos de indios para con-  
tribuir, estos tamberos, o para el aderezo de caminos, es sólo con  
respecto a su utilidad para aprovecharse de el servicio de éstos, en sus  
propias labores, intereses y granjerías, echando mano de ellos cuando  
los necesitan para sus ganancias y no más, haciendo más gravoso e in-  
tolerable este servicio que con justa razón merece la abominación de  
los diputados.20  
19 Ibídem, fol. 339  
20 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fol. 339  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
109  
Juan Chacón Zhapán  
El encerramiento era consecuente con la crisis económica de  
la región, desprovista de explotación minera y de la industria obra-  
jera. El P. Juan de Velasco confirma la decadencia de la economía de  
Cuenca, cuando afirma:  
No hay mina de metal ni de preciosas piedras que se trabaje, sino es  
la de alabastro (…). Los azúcares y demás productos, así como los ga-  
nados mayores, que son muy buenos, no tiene salida fuera de la pro-  
vincia propia (…). De aquí es que el comercio de Cuenca se puede decir  
ninguno, respecto del que podía ser, atendida la exuberancia y riqueza  
natural de sus países. El único ramo de consecuencia es el trigo, que  
tiene salida en Guayaquil. Los demás se reducen a menudencias, como  
son algunas bayetas y telas de algodón: medias, gorros y guantes finos,  
que suelen recoger los mercaderes para llevar al Nuevo Reino de Gra-  
nada, alguna grana silvestre, y utensilios de alabastro: dulces secos en  
cajas, y otras empastados, que llaman alfajores; y quesos de óptima ca-  
lidad, todo lo cual se distribuye por lo común de regalos a varias partes  
del Reino. Por lo dicho, no hay uno que pueda llamarse caudal grueso,  
y aún los pequeños no son muchos. Se contentan generalmente con  
una mínima pasada, sin fatiga ni trabajo, y con tener aún la baja plebe  
los víveres sobrados a ninguna, o a poca costa. Esta provincia puesta  
en manos de personas laboriosas e industriosas, capaces de dar curso  
21  
a sus efectos, podría ser la más rica y poderosa de todo el Reino”.  
El abandono de los caminos es el indicador de que Cuenca  
padecía una grave crisis de aislamiento de la que necesitaba salir,  
para integrarse, por lo menos, al espacio de la Audiencia. El aisla-  
miento se justificaba con una pretensión de autosuficiencia que se  
hizo clásico en la región, como medio de justificar su falta de cone-  
xiones. El encerramiento se había justificado con la ideología de la  
autosuficiencia.  
La solicitud del general Andrade y Zárate se produce diez  
años después de la llegada de la Misión Geodésica Francesa. Es po-  
sible que los viajeros franceses hubieran experimentado la limitación  
21 Juan de Velasco, Historia del Reino de Quito, Historia Moderna, Edit. Casa de la Cultura Ecua-  
toriana, Quito, 1979, p.244  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
110  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
provinciana del vecindario cuencano, que terminó en la deplorable  
muerte del cirujano Senierges. Las autoridades de la Audiencia tam-  
bién expresaron su desacuerdo con la forma como se desarrollaba la  
sociedad cuencana, donde se había acentuado, de manera abomina-  
ble, la cultura de la separación, entre españoles e indios.  
Aceptación de la Audiencia  
La proposición del general Andrade y Zárate fue aceptada  
con aplausos. El protector general de naturales informó a la Audien-  
cia lo bueno que sería que, un español de coraje, emprendiera en la  
restitución de los tambos, devolviéndoles su original eficiencia. El  
punto neurálgico era conseguir que los indios tamberos regresaran  
al servicio de los transeúntes. Esto se conseguía garantizándoles la  
justa ganancia que les correspondía. El general Andrade les ofrecía  
el pago de veinte pesos anuales, de los que podían deducir el tributo  
real, al que estaban obligados por imposición fiscal. Otro elemento  
persuasivo era devolver a las poblaciones indígenas el vigor que ha-  
bían tenido, en los tiempos ancestrales, como parte de la integración  
comunicativa de las poblaciones. La composición de los tambos y  
caminos tenía la virtud de devolver la dinámica económica del  
campo con las ciudades coloniales.  
La propuesta del general Andrade ofrecía arreglar, con el au-  
xilio de los mismos indios, los aposentos para el hospedaje. Según  
el P. Juan de Velasco, siguiendo la información de Cieza de León,  
afirmaba que “Las hosterías reales, llamadas tambu, o tampo, fueron tan-  
tas sobre las vías reales, cuantas podían ser las regulares dormidas, en un  
22  
cómodo viaje por todo el Imperio”. La Real Audiencia facultó que esta  
refacción se hiciera con una gran minga de los indios que estaban  
obligados al mantenimiento de los caminos. Luego, el general Luis  
Andrade planificó, siempre con el asentimiento de los indígenas, el  
número de mulas que podían ofrecer, de acuerdo a los potreros y al-  
falfares disponibles. También coordinó, con los mismos indígenas,  
22 Juan de Velasco, Historia del Reino de Quito, Historia Antigua, Edit. Casa de la Cultura Ecua-  
toriana, Quito, 1978, p. 177  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
111  
Juan Chacón Zhapán  
la forma cómo se organizarían los turnos de arriería, para el acom-  
pañamiento de las recuas. Asunto de no menos importancia era la  
determinación del peso de las cargas que debían portar las acémilas,  
a fin de que no fueran sofocadas por la carga el peso, en el fragor de  
los caminos. Toda esta planificación y ordenamiento quedaba a cargo  
de general Andrade y Zárate, quien, para bien de la corona república,  
tomaba, bajo su control, una responsabilidad que era propia de las  
autoridades de la ciudad de Cuenca. La Real Audiencia conminó a  
que se respete la competencia del general Andrade y Zárate, a quien  
la autoridad real brindaba todo el apoyo necesario:  
(…) con que le parece al Protector General muy conveniente para atajar  
todo este desorden la pretención presente que corran al cargo de un es-  
pañol que sirva de freno para/[fv] morigerarlo con su industria, cavi-  
lación y buenos medios y que a éste se le confiera la facultad de  
recaudar y pedir el entero de alcalde y mitayos señalados para cada  
tambo y exigirlos de los pueblos, hasta que efectivamente se le satisfa-  
gan para que con este sufragio se pueda auxiliar el apasentamiento y  
cuidado necesario de sus recuas que hubiere de poner en cada uno de  
ellos para el trajín y avío de las cargas y viajantes y de el correo público  
y a la refacción de los hospicios y provisión de mantenimientos en ellos,  
sino que también éste pueda pedir y se le satisfagan con efecto siempre  
que la urgencia lo necesitare aquellos indios o pueblos de ellos que  
están gravados a la composición de los caminos hasta que lo queden,  
de modo que no puedan recibir daño dellos ni los pasajeros ni las car-  
gas ni sus propias mulas, pues con el interés de no aventurar sus re-  
cuas, se podrá esperar que atienda con el desvelo suficiente esta  
materia, de modo que su utilidad se haga común a las mercaderías y  
comerciantes y que el peso que ha de cargar cada mula no pase de las  
diez arrobas y diez libras para ganar con él el flete que propone, pues  
lo demás es insuperable al esfuerzo de las bestias en lo áspero de esos  
caminos tan laboriosos y llenos de peligros y de continuas  
malezas/[f340] especialmente en los rugidos de los inviernos que son  
muy abundantes en este distrito y que ahora por prima vice, todos  
aquellos indios que están obligados al aderezo de caminos concurran  
puntualmente a ello y juntamente al reparo y fábrica de las casas de  
hospicio llamadas tambos en la forma que las propone, por estar casi  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
112  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
destituida de ellas toda esta media vía, pero después de construidas,  
el cargo de repararlas ha de ser particular de el cargo de este hospeda-  
dor con solo los mitayos de cada tambo, a su costa y que para esto le  
auxilien todos los jueces de los distritos con toda eficacia, pues se su-  
broga en la obligación que es tan propia de ellos y es de su cargo par-  
ticular, librándole para ello Vuestra Alteza el real despacho necesario  
con todo el esfuerzo y conminaciones que pide negocio de tanta im-  
23  
portancia al útil y público bien de los indios…  
La ruta alta y la baja del camino incásico  
Los cronistas, desde Cieza, repetido por el P. Juan de Velasco,  
afirman la existencia de dos rutas“… vías reales, llamadas Jahua-ñan,  
y Ura-ñan, por ser una alta y otra baja, se decían también Inca-ñan, cuyo  
propio significado es vía real. Atravesaban estas, de Norte a Sur, la mayor  
parte del Imperio. La baja, se dirigía en parte por el callejón de las dos gran-  
des cordilleras (…). La alta era la más breve y corta, se dirigía por encima  
de los montes de las mismas cordilleras”.24  
El compromiso del General Andrade fue arreglar las dos  
rutas, aunque la más frecuentada es la de la hoyada de Alausí. La  
vía alta era menos frecuentada, pero podía realizarse, pagándose el  
mismo precio de flete:  
con el cargo de que me paguen cuatro pesos por cada mula, regulán-  
dose por tambos la distancia de la Villa de Riobamba a la ciudad de  
Cuenca, que su regular precio ha sido de cinco pesos, dejando libre el  
hospedaje y entendiéndose esto mismo en el tambo de Pomallacta,  
aunque este no es de el trajín continuo, por la diferencia de los tiempos  
y nevados de el páramo de Laosay…25  
La ruta que tocaba el tambo de Pumallacta, conectaba con el  
de Achupallas, desde donde se avanzaba hasta los Paredones de  
Cañar. El P. Juan de Velasco había recorrido dichos parajes, admi-  
2
2
3 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fols. 339v-340  
4 Juan de Velasco, Historia del Reino de Quito, Historia Antigua, Edit. Casa de la Cultura Ecua-  
toriana, Quito, 1978, p. 178  
25 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fol., 336  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
113  
Juan Chacón Zhapán  
rando los vestigios antiguos que todavía se conservaban: “A sus in-  
mediaciones se hallan varios fragmentos de la famosa vía real de los montes;  
de algunas torres y fortalezas; de un laberinto desecho, que hoy se llama pa-  
redones; y de un pequeño río llamado Culebrillas, que da 300 vueltas, y re-  
26  
vueltas hechas a compás, hasta desaguar en un pequeño lago”. En este  
27  
tambo se aposentaron viajeros ilustres, como Humboldt y Caldas.  
La propuesta del general Andrade se restringe al arreglo del ca-  
mino de Riobamba a Cuenca  
Las autoridades de la Audiencia consideraron oportuno el  
ofrecimiento del general Luis Andrade y Zárate, de arreglar los ca-  
minos de la carrera de Quito, desde Riobamba hasta Cuenca. El pro-  
tector general que estudió la propuesta sugirió que el general  
Andrade ampliara su actividad al resto del camino intermedio, ha-  
ciéndose cargo de la ruta andina que discurre hasta Loja y Macará.  
El informe consta de siete recomendaciones, a las que respondió, el  
general Andrade, de manera elusiva.  
En la primera condición, el protector general sugería que el  
general Andrade ampliara la oferta del arreglo de tambos, desde  
Guamote hasta Oña, donde empieza la jurisdicción de Loja, la misma  
que se extendería hasta Macará:  
y sea la primera el que se ha de encargar de este hospedaje desde el  
tambo de Guamote que propone, no solo hasta la ciudad de Cuenca  
sino hasta el de Oña inclusive en que termina el corregimiento hasta  
poner a los pasajeros en sus mulas en el de Saraguro que ya se com-  
prehende en el de Loxa/[fv] para que de ahí en adelante corra a cargo  
de ese corregimiento, sirviéndose Vuestra Alteza también de librar pro-  
visión para que el que lo es solicite con todo desvelo persona que en  
su distrito se encargue de lo mismo con las mismas facultades hasta el  
pueblo de Macará que incluye, pues importa poco que este hospedero  
26 Juan de Velasco, Historia del Reino de Quito, Historia Moderna, Edit. Casa de la Cultura Ecua-  
toriana, Quito, 1979, p. 247  
27 Eduardo Almeida, “Tambo de culebrillas”, Ecuador. Terra Incógnita. No. 34, marzo-abril de 2005.  
Ver en: http://www.terraecuador.net/nucanchig/34_nucanchig_tambo_culebrillas. htm  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
114  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
sea vigilante en esta conducción hasta la ciudad de Cuenca se(sic) allí  
para el giro de los comerciantes antes de salir del distrito tropezando  
en la misma dificultad y ocasinando los mesmos agravios a los indios  
en la peor condición que todavía se padece en los tambos de Maribiña,  
28  
Nabun y Oña, sin poder pasar al otro territorio inmediato…  
El general Andrade respondió que no estaba en su intensión  
ampliar la propuesta, hasta el tramo restante del camino, hasta tocar  
la jurisdicción de la ciudad de Loja, “… no habiendo sido esta de mi in-  
tensión, como no fue de mi propuesta, me contienen aquellas mesmas razo-  
29  
nes que tuve presentes para formar la empresa…”.  
La segunda condición propuesta por el protector general fue  
que:  
en dichos hospicios, después de fabricadas casas y unas huertas regu-  
lares de alfalfares y legumbres usuales a proporción del mantenimiento  
de los operarios y pasajeros, las demás tierras concedidas al tambo no  
las ha de ocupar en siembras de su interés, sino que se han de distri-  
buir, en dimensión bastante a los indios, alcaldes y mitayos, de dicho  
tambo, para cuyo efecto se concedieron y por general disposición de  
ordenanza, no se les puede obligar a ninguna ganancia sin esta precisa  
condición de repartirles tierras para su sustento, ni con pretexto de apa-  
sentar sus recuas les ha de enbarazar sus chacras ni consentir que  
estas/[f341] les haga daño en ellas pues para ello tiene derecho a los  
30  
pastos comunes o de mantenerlas con dichos alfalfares…  
A lo que respondió el general Andrade, asumiendo como  
suya la observación del protector general, aplicándola a los tambos  
del tramo de su propuesta, sin ampliarla como sugería el protector:  
sobre la segunda, de la distribución de tierras al alcalde y mitayos, ope-  
rarios del tambo, sin extenderse a siembras de mi interés, convengo  
desde luego y que para ello como propuse se señalen aquellas tierras  
2
2
3
8 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fol., 340-340v  
9 Ib., fol.344v  
0 Ib.,fols., 340v-341  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
115  
Juan Chacón Zhapán  
necesarias para casa, corral, guerta o potrerillo, en los pueblos o tam-  
bos, restituyendo aquellas en que los vecinos se han introducido, pues  
en algunos y especialmente en el de Tigsán, se ha ceñido tanto que ape-  
31  
nas hay una mal formada casa que no ofrece la menor comodidad…  
La tercera condición indicaba:  
que si no bastare el número de recua que propone lo ha de aumentar a  
todo aquel que la necesidad le enseñare necesario, y que si los misera-  
bles indios quisieren fletar las pocas bestias que conservaren por suyas  
y han granjeado inducidos de esta obligación antecedente, lo han de  
poder hacer por el mismo precio que lo hace el hospedero, utilizándolo  
todo a su favor, sin que les ponga embarazo ni sisa alguna por ello,  
pues en ellas consiste toda su pobre hacienda y su corta ganancia y  
mantenimientos…32  
El general Andrade respondió: “Sobre la tercera, de el aumento  
de recua, protesto poner la necesaria, para el fin a que se mira la pro-  
33  
puesta”. Esta recomendación tenía una importancia capital, pues de-  
jaba abierta la posibilidad de que los indios tamberos consiguieran  
alguna ganancia, alquilando las pocas bestias de su propiedad. De  
esta manera, se permitía el negocio de la arriería, como forma de en-  
riquecimiento de los indígenas. Este es otro de los aciertos del general  
Andrade, aprobado por las autoridades de la Audiencia, para conse-  
guir el apoyo de los indígenas en la rehabilitación de los tambos.  
La generación de riqueza, tanto entre los vecinos españoles  
de la jurisdicción de Cuenca, como de los indios, a quienes la estre-  
cha visión colonialista denominaba “miserables”, permitiría superar  
el provincianismo que se traducía en orgullosa autosubsistencia de  
los cuencanos. Es evidente que la visión económica y social de ge-  
neral Andrade era recomendable.  
La cuarta recomendación se refería a que se evitara que nin-  
gún pasajero agraviara a los indígenas, negándoles la paga estable-  
3
3
3
1 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fol.,345  
2 Ib., fol., 341  
3 Ib., fol., 345  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
116  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
cida en el arancel, apremiándoles a que satisfagan el valor de los  
mantenimientos servidos por los indígenas:  
(…) la cuarta es que ha de defender a los indios de los agravios de los  
pasajeros y ha de ser responsable por el que recibieren, pues ellos se  
ausentan luego, y no pueden ser convencidos y le será fácil suspender  
los avíos y no dejarlos salir hasta que el agraviado quede satisfecho y  
lo evitará en mucha parte con tener proveídos los hospicios de las vi-  
tuallas necesarias para venderlas al pasajero por justos y acomodados  
precios, teniendo en cada tambo puesto arancel de ellos que le dará el  
Corregidor y escribano de cabildo en la misma forma y tasa que se  
practicare en la ciudad, con lo cual se escusa el que se las estafen ni  
tomen de balde.34  
El general respondió: “Sobre la cuarta, protesto la protección y  
defensa de los indios, concediéndoseme la jurisdicción necesaria y así mismo  
de proveer los hospicios de las vituallas necesarias conforme al arancel/[fv]  
que en ella se expresa.35  
La quinta recomendación tenía que ver con la remuneración  
anual de los indios tamberos, la misma que resultaba escasa, dada  
la compleja tarea de la arriería, diversa y más exigente que la de los  
labradores, que realizan sus trabajos en la tranquilidad de sus hoga-  
res. El protector observa que, además del sueldo anual, el indio tam-  
bero debe recibir dos pesos por el flete y acompañamiento de las  
recuas, a fin de que se sienta motivado en el desempeño de su difícil  
trabajo:  
(
…) la quinta que ha de dar a los indios el salario de veinte pesos  
por/[fv] año que ofrece y un capisayo fuera de dicho salario como se  
acostumbra y demás de esto, siempre que salieren fuera del tambo o  
viaje con dicha recua desde la ciudad de Cuenca a la villa de Riobamba  
o al contrario de esta a aquella con el afán de traer y llevar cargas o de  
la misma forma a la ciudad de Loxa, por cada viaje se les ha de dar de  
viático dos pesos y si volvieren con el mismo afán de cargas, otros dos,  
de regreso da cada lugar al otro que están en distancias iguales y a pro-  
3
3
4 Ib., fol., 341  
5 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fol., 345  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
117  
Juan Chacón Zhapán  
porción si solo lo hiciere del un tambo al inmediato o a dos o tres, se le  
ha de dar a dos reales por tambo de ida y lo mismo de vuelta, si tam-  
bién trajeren carga, y por este jornal se ha de encargar al indio de una  
piara de cinco mulas y no más, pues por el salario de los veinte pesos  
solo están obligados a servir entro (sic) del tambo al abrigo de sus casas  
y expensas de sus sementeras, en la custodia de las recuas y en aquella  
administración del tambo regular, logrando el descanso de la noche,  
pero saliendo a viaje causan nuevos costos en su viático y doblan el  
trabajo del día, igualándolo con la noche en cuidar las bestias que están  
violentas fuera de su sitio y asegurar las albardas, durmiendo las más  
veces en la inclemencia de el campo y los montes, expuestos a la injuria  
de los elementos y a detrimentar su salud, sin poder/[f342] costearse  
de solas sus cosechas que miran distantes, con el ponderoso trabajo de  
cargar y descargar los tercios dos veces al día, arrear y levantar las car-  
gas de sol a sol, pasando asperísimas malezas y muchas veces cos-  
teando un compañero que les ayude por no ser bastante uno solo para  
su piara, u ocupando a la misma mujer o al hijo joven, en que en todo  
doblan el afán y los gastos, y no es lo mismo que servir a pie quedo, en  
una hacienda o en un tambo, onde ya sitúan su pasadía todo el año la  
mita que cumplirlo en un inquieto giro, con tantas inclemencias por  
lo que siempre se ha considerado diverso el salario del arriero al del  
labrador, y en esta ciudad está mandado que desde ella hasta el pueblo  
de Guaranda se le den a cada peón con su piara cuatro pesos de viático,  
fuera de las rayas corridas que devengan en el viaje, que muchas veces  
por la calamidad del tiempo o la de la misma recua fatigada, se aumen-  
tan más días, en que se costean, muy gravosamente de forasteros, estos  
miserables, y luego que vuelven se ocupan también sirviendo en el te-  
rritorio con que hacen justo el salario anual, sin desmerecer por esto el  
viático de la jornada, en que también embeben los días festivos que  
son de descanso para el labrador y este llena el mes con solas las rayas  
de veinte y seis días, pero al arriero se le aumentan todos treinta y  
uno que ocupa en el viaje o en apacentar e vigilar, en la recua, con que  
llega a tener en el año/[fv] una cuarta parte más de trabajo, por razón  
de días, añadiéndosele cuasi siempre las noches, en que no reposan, y  
nunca le puede corresponder a esta tarea el salario anual de veinte  
pesos si aliunde no se le ponga también el viaje a lo menos, por título  
de viático, en que pueda fundar los costos que hace fuera de su casa,  
con doblado y más robusto afán que el labrador, y por esto siempre  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
118  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
que saliese o volviese con cargas, se le deben regular dos reales de  
tambo a tambo; y sólo cuando volviere de vacío, en que lo hace más  
aceleradamente por atajos y sin tanto gravamen se podrá dispensar el  
regreso pagándole la ida en que llevó cargas, mas si las conduce, de  
ida y vuelta se le debe computar una y otra y si no cupiere en el fleta-  
mento que hiciere el hospedero, por quedarle muy corta medra, más  
ainas será conveniente cuando tampoco es racional que se defraude el  
indio, el que se concierte al pasajero o interesado en la carga, el salario  
de el peón, demás del de la piara.36  
La propuesta del General Andrade coincidía, en todo, con la  
observación del Protector, porque consideraba que si se quería me-  
jorar el servicio de los indios tamberos había que retribuirles ade-  
cuadamente. Su respuesta fue la siguiente:  
Sobre la quinta es insoportable la contribución de el nuevo salario de  
los veinte pesos y capisayo que tengo ofrecido después de los crecidos  
costos de la fábrica de las casas, cercas, huertas o potrerillos, mulas y  
aparejos y las reclutas necesarias por las que se muriesen, lisiasen o  
perdiesen, con que es menos el que el salario de dos reales por la con-  
ducción de cargas de un tambo a otro, sea a costa de el pasajero que  
tendrá a bien esta paga, en correspondencia de el avío pronto con con-  
sideración a que antes de este entable se hacía la misma contribución,  
siendo el precio del flete de las mulas mayor y como lo pedía la nece-  
sidad, declarándose esto expresamente en el auto que se pronunciare.37  
La sexta observación del Protector está dirigida a garantizar  
que el correo sea mantenido por cuenta del asentista y de los indios  
tamberos, sin costo alguno para el fisco, como un privilegio de la  
monarquía:  
La sexta que el avío de los correos ha de ser de el cargo de el dicho hos-  
pitalario, dándole la caballería, carga y carguilla de su propia recua sin  
gravamen de los indios, por el arancel acostumbrado, y cuando más  
los tamberos estarán obligados a hacer este viaje sin viático por cuenta  
3
3
6 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fols., 341v-342v  
7 Ib., fol 345v  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
119  
Juan Chacón Zhapán  
del salario anual de un tambo a otro, mas no obligados a concurrir con  
mulas ni a imputarse la baja de fletamentos/[f343] en que está privile-  
giado el correo público, porque se la ha de imputar así dando de su  
recua las tres mulas dispuestas y si fuesen más, respecto de no habér-  
sele asignado más al chasquero, se le dará por el flete común o como  
mejor le pareciere.38  
El general Andrade y Zárate respondió: “Sobre la última es co-  
rriente el necesario avío de los correos con las tres mulas de caballería, carga  
y carguilla, sin contribuirle al indio arriero, por mi parte, ni por la de el co-  
rreo, en correspondencia del indulto de los tributos y del salario anual que  
han de percibir, con lo cual y reproduciendo mi primer escrito”.3  
La última recomendación del protector está dirigida a las au-  
toridades de la Audiencia, para recordar las medidas que la Corona  
tiene dadas para el buen funcionamiento de las rutas del comercio  
entre las ciudades:  
9
la séptima, que estos indios señalados que sirven al tambo han de estar  
como han estado hasta aquí desde tiempo inmemorial y lo ha decla-  
rado Vuestra Alteza repetidas veces, amparándolos en este privilegio,  
libres de tributar el año que sirven el tambo y ese y otros cuatro subse-  
cuentes de descanso exonerados de mita, pues esta lo es verdadera-  
mente y aún mucho más gravosa como queda ponderado que la que  
pudieran hacer en la labranza y rigurosamente se reputa por tal, a la  
cual corresponden cuatro años de descanso, comúnmente, porque sólo  
se deben actuar en la quinta parte y no son de peor condición, sino más  
beneméritos el servir al público que al hacendado, ni en la libertad de  
tributar aquel año mudan de condición porque haya español intere-  
sado, cuando con él se procura mayor esmero en servir al público en  
cuya gracia está concedido este indulto, y siempre les es gravoso y  
hacen un mismo servicio los indios estando a la disposición de un in-  
tendente común o a la particular de cada pasajero, con cuyas observa-  
ciones le parece al Protector General que es [fv] muy conveniente, útil  
e importante al alivio de esta provincia, así por los jueces ordinarios  
que debieran entender de la materia como por el común de comercian-  
3
3
8 Ib., fols., 342v-343  
9 Ib., fol., 345v  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
120  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
tes y finalmente por el bien de los indios y el mismo particular de el  
pretendiente, el que se le de la providencia que pide dicho General don  
Luis de Andrade y que vuestra Alteza se digne de concederle la gracia  
que solicita, porque no encuentra inconveniente sino universal benefi-  
cio, salvo el superior y más acertado soberano dictamen de Vuestra  
Alteza, tan arreglado a justicia que pide.4  
0
Conclusión  
La representación del general Andrade plantea, a la Audien-  
cia, el problema del provincianismo colonial, en el que estaba sumida  
la sociedad cuencana, reducida a una economía de subsistencia.  
El siglo XVIII no soportaba que continuara el aislamiento co-  
mercial. Se hacía necesario superar la crisis, en vista de las necesida-  
des que planteaban los nuevos tiempos, de apertura a los mercados  
y al libre comercio. El documento señala una clave para el desarrollo  
regional, cual es la reanimación de los tambos, empoderando a los  
indígenas, para conseguir el apoyo de su fuerza de trabajo.  
La remuneración de los tamberos tenía un efecto multiplica-  
dor en la actividad económica del campo, donde se producen las vi-  
tuallas, que se necesitan para la provisión de los viandantes que  
realizaban el comercio interregional.  
La reactivación de los tambos tenía, también, un significado  
cultural que beneficiaba a los indios, revalorizando su pasado cul-  
tural. El documento todavía refleja el trato peyorativo que los criollos  
daban a los “infelices indios”, sin acordarse del pasado glorioso de  
su historia que despertó la admiración de los cronistas.  
Es necesario señalar la fortaleza que representaban los indí-  
genas, para la reactivación de la economía regional. Los españoles  
se habían empantanado en la afirmación de sus prerrogativas, sin  
solución posible.  
Bolívar Echeverría observa que los españoles de América,  
imposibilitados de igualarse a la aristocracia peninsular, decidieron  
justificarse, creando un “ethos” propio, identificado con el barroco.  
40 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fols. 343-343v  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
121  
Juan Chacón Zhapán  
La propuesta cultural del barroco fue la solución colonial de las ciu-  
41  
dades americanas, para ser reconocidas por el poder del imperio.  
En el orden económico, el capitalismo mundial del siglo XVIII se ex-  
presaba a través de las reformas borbónicas, tendientes a la habilita-  
ción de la industria y el comercio.  
La rehabilitación económica de la Colonia, con la ayuda de  
los indios tiene lugar en el contexto del “ethos” barroco.  
La crisis económica de la región pudo superarse porque de-  
jaron de agobiar a los indígenas, con la carga del servicio personal  
no remunerado, permitiendo que fueran reconocidos sus servicios.  
El trabajo remunerado de los indígenas rehabilitó el concer-  
taje, forma del trabajo indígena reconocido por la legislación indiana  
que sustituyó a la servidumbre, identificada como naboría, sin com-  
pensación del trabajo indígena. El trabajo de los indígenas salvó a la  
economía colonial.  
El concertaje fue requerido por las haciendas de la Costa,  
inaugurando una nueva época de la economía regional.  
Bibliografía  
ALMEIDA, Eduardo, “Tambo de culebrillas”, Ecuador. Terra Incognita. No. 34,  
marzo-abril de 2005. Ver en: http://www.terraecuador.net/nucanchig  
/34_nucanchig_tambo_culebrillas.htm  
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL, CUENCA. AHM/C.Doc. (1707-1749),  
55/71, fols. 335-347.  
1
CHACON ZHAPAN, Juan, Guacha Opari Pampa. Plaza donde se Origina la Gente  
Cañari. Paucarbamba, Llanura Florida, Casa de la Cultura Núcleo del Azuay,  
Cuenca, 2005.  
41 Bolívar Echeverría, “El ethos barroco y los indios”, Revista de Filosofía Sophia, No. 2, pp.103-  
110, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, enero-julio 2008, p. 108. Ver en: http://reposito  
rio.flacsoandes.edu.ec/handle/10469/11285 (06-09-2018)  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
122  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
ECHEVERRIA, Bolívar, “El ethos barroco y los indios”, Revista de Filosofía Sophia,  
No. 2, pp.103-110, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, enero-julio 2008,  
p. 108, Ver en: file: //C:Users/Usuario/Downloads/CCE-RES-N2-2008,  
pdf http://repositorio.flacsoandes.edu.ec/handle/10469/11285 (06-09-  
2018)  
JIMENEZ DE LA ESPADA, Marcos (Ed), Relaciones Geográficas de Indias, Biblio-  
teca de Autores Españoles, Madrid, II, 1965.  
RECOPILACION de Leyes de los Reinos de Indias, Libro IV, Título XVII, ley  
Primera  
VELASCO, Juan de, Historia del Reino de Quito, Historia Antigua, Edit. Casa de  
la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1978.  
–––––, Historia del Reino de Quito, Historia Moderna, Edit. Casa de la Cultura  
Ecuatoriana, Quito, 1979.  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
123  
Juan Chacón Zhapán  
Anexo  
Transcripción documental42  
[f335] Luis de Andrade, vecino de esta ciudad, como más haya lugar en derecho,  
parezco ante vuestra alteza= Y digo, que de muchos años a esta parte se ha es-  
tablecido en los pueblos intermedios entre la villa de Riobamba y ciudad de  
Cuenca, el que se formen tambos en aquella proporción conveniente, para que  
en ellos se acojan los pasajeros; y para el cumplimiento de este fin y de que ha-  
biendo logrado acomodado albergue, se les provea de cabalgaduras y demás  
avíos necesarios para la conducción de sus cargas se nombran en cada pueblo  
del distrito, donde cada tambo corresponde, un indio alcalde, para el servicio  
de él, y cierto número de indios esemptos (sic) por este servicio de tributo y  
otro genero de mita, y están señaladas algunas tierras, en corta cantidad, y no  
en todos ellos, con su casa, pero toda esta disposición se ha hecho inútil, por co-  
rrer solo a cargo de aquellos indios que ni tienen mulas para el avío de los pa-  
sajeros ni cuidan de hacer o reparar las casas ni proveen de otra cosa de las  
necesarias, antes sí convierten en su utilidad la asignación de indios, porque  
componiéndose con ellos, debajo de cierta pensión, los redimen de el cargo de  
la asistencia, dándoles libertad, por aquel año, para que hagan su habitación  
donde fuese su voluntad, y cuando algunos quedan para el cumplimiento de el  
ministerio se reducen a que los curas o vecinos hacendados se aprovechen/[fv]  
de ellos con conocido perjuicio de el tráfico común, desamparando de uno o de  
otro modo de tan precisa ayuda, o porque los mesmos indios no alcanzando a  
llenar aquel numero de bestias que el pasajero ha menester, hacen fuga, porque  
no tienen por sí bestias algunas para la conducción, logran el pretexto de ir a  
solicitarlas, por lo que me ha parecido proponer a vuestra alteza, como tan vi-  
gilante en el cuidado de la mayor comodidad y utilidad pública, y en observan-  
cia de las leyes y ordenanza de donde dimanan la disposición de lo que llevo  
referido, el que se me apliquen los dichos tambos, señalándose en cada uno  
aquellas tierras que hasta aquí se le han estado aplicadas y dándose de nuevo  
cuatro cuadras, en los que no las han tenido, con aquel mismo número de indios  
mitayos que hasta aquí se han asignado, con obligación que hago de poner las  
casas de modo que ofrezcan la mayor comodidad, formándolas de adobe, con  
aposentos para los pasajeros, corredor para sus cargas y patio cerrado, con  
42 AHM/C, Doc.(1707-1749), 155/71, fols. 335-347  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
124  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
puerta y llave, para la seguridad de las mulas, y potreros o alfalfar en aquellas  
tierras de su asignación, y de poner veinte y cinco mulas para su conducción, y  
arrieros en cada tambo, y así mesmo de pagarles a los indios que se asignaren  
veinte pesos de salario por cada año/[f336] de servicio, con el cargo de que me  
paguen cuatro pesos por cada mula, regulándose por tambos la distancia de la  
villa de Riobamba a la ciudad de Cuenca, que su regular precio ha sido de cinco  
pesos, dejando libre el hospedaje y entendiéndose esto mismo en el tambo de  
Pomallacta, aunque esto no es de el trajín continuo, por la diferencia de los tiem-  
pos y nevados de el páramo de Lasoay, y para que tengan su cumplido efecto  
todo lo propuesto, aquellos pueblos donde pertenecen los tambos, hayan de  
contribuir por ahora los indios necesarios, para la fábrica necesaria de cercas y  
casas, pagándoles diariamente o por semanas el precio regular de su trabajo y  
que los jueces, curas, caciques ni vecinos embaracen esta contribución por ahora,  
en mayor cantidad y después en aquel número acostumbrado, sin aplicarlos en  
otro ministerio que el de el servicio de los tambos, imponiéndoles cierta pena  
a los que intentaren lo contrario, porque se ha experimentado que aún cuando  
los indios asisten al cumplimiento de la asignación, se aprovechan de ellos los  
curas para su servicio y los vecinos para sus cosechas, aprehendiéndoles vio-  
lentamente con descuido total del avío de los pasajeros, y establecido lo que  
llevo propuesto resulta beneficio común de la fácil y pronta conducción del co-  
rreo, el que varias veces se ha detenido por la falta de dichos indios y de los  
mercaderes y otras personas que trafican aquel camino y de que aquellos indios  
que se asignaren paguen tributo en aumento/[fv] de la Real Hacienda de el sa-  
lario que ofrezco de veinte pesos por año excede a la común tasa que se acos-  
tumbra en aquellas partes, y que admitido lo que llevo propuesto, con los cargos  
y condiciones a que me sujeto, se haya de regular el peso de cada carga entera  
a diez arrobas y diez libras que es lo más que sin quebranto de la cabalgadura  
se puede conducir lo fragoso de los caminos y peligro de los ríos, y que para  
todo se despache real provisión, para que se publique en la dicha ciudad de  
Cuenca, villa de Riobamba y pueblos intermedios que comprehenden los tam-  
bos referidos, en cuya atención= A vuestra alteza pido y suplico, haya por fecha  
esta propuesta y se sirva de admitirla con los cargos y condiciones que llevo re-  
feridas y que se despache real provisión para el efecto expresado, en la forma  
ordinaria, &a.= Don Luis de Andrade=[Auto. Proveimiento] Traslado al protector  
General y vista al señor Fiscal= Proveyeron y rubricaron el auto de suso los se-  
ñores Presidente y oidores de esta Real Audiencia, estando en la sala de el Real  
Acuerdo de Justicia de ella, Doctor don Fernando Sánchez de Orellana, presi-  
dente, gobernador y capitán general de esta provincia, Licenciado don Pedro  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
125  
Juan Chacón Zhapán  
Gómez de Andrade, oidor en esta muy noble y muy leal ciudad de san Francisco  
del Quito, en catorce días del mes de noviembre/[f337] de mil setecientos cua-  
renta y seis años= Villamil= Muy poderos señor= El Protector General de los  
naturales de esta Real Audiencia, en vista de la pretensión del General don Luis  
Andrade y Zárate que propone a vuestra alteza, en el pedimiento adjunto dice  
que ha considerado la materia con toda la reflexión necesaria que pide un  
asumpto tan nuevo que no tiene ejemplar anterior a que arreglarse, el cual se  
debe hoy tratar, al mayor alivio de los indios que vuestra Real Persona (que  
dios guarde) lo tiene tan recomendados, a Vuestra Alteza solicitando que en  
cuanto sea posible se les vayan minorando las molestias que padecen estos in-  
felices, por lo que ponderara el Protector General todas las utilidades y los in-  
convenientes que sobre esta materia se le ocurriese, y las condiciones más  
proporcionadas que concibe para que el celo de vuestra alteza se sirva de arbi-  
trar las mejores reglas de justicia que formalicen esta pretensión, para que tenga  
su debido efecto; pues es cierto que el Protector General no se halla muy ajeno  
ni de noticias ni de alguna práctica acerca de lo que acaece en estos Hospicios  
públicos y comunes de la vía media de esta provincia, desde la Villa de Rio-  
bamba en adelante, hasta salir de los términos de el distrito, y es que a distancia  
de cada seis o siete leguas/[fv] más o menos, según la aspereza de el camino, y  
comodidad de el sitio, están construidas unas casas humildes de bajareque y  
paja que llaman tambos y en tal cual parte de paredes dobles, de piedra sillar,  
pero cubiertas de la misma paja, con cargo de que las renueven los indios tam-  
beros, siempre que se arruinasen, para lo cual están asignados alcaldes y mitayos  
que cada año se remudan, de los pueblos que tienen este destino, para que asis-  
tan en ellas dando Hospicio al común de viandantes y al público de comercian-  
tes, proveyéndoles de recuas y caballerías para el tráfico de las personas y  
cargas, y de los mantenimientos necesarios mientas demoraren allí, a costa de  
los mismos pasajeros, lo cual tiene origen desde su gentilidad, porque en ella  
hospedaban así al Inga y su familia, cuando salía a visitar estos reinos y propa-  
gar las conquistas de ellos, para lo cual le construían casas mucho más sump-  
tuosas que las presentes todas de piedra, cuyos vestigios se conservan en tal  
cual cual, que como deja dicho el Protector General perseveran, y juntamente  
estaban obligados a componerle los caminos y darle indios cargueros a su  
usanza lo que por ser tan conforma al derecho/[f338] público y no desacostum-  
brado en ellos, cuando entraron los españoles a poblarlos trataron de perpe-  
tuarlo mejorando esta disposición, en que como queda dicho tuviesen el  
cuidado de proveer bestias y mantenimientos al común de pasajeros, pero la pé-  
sima condición de la malicia de estos o a lo menos de muchos de ellos, esta arre-  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
126  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
glada disposición tan conveniente lo ha convertido en un deplorable desorden  
que les toman las vituallas de balde y sin precio alguno, y las mulas si no son  
de su satisfacción y con la puntualidad que anhelan se las hieren o matan o mu-  
tilan, dejándolas sin servicio alguno, deslomadas o mancas, sin orejas o sin ojos,  
porque en la pusilanimidad sumisa de los indios no encuentran resistencia para  
nada y que en su horfandad y pobreza no cabe número tan cuantioso de recuas  
cuanto necesita la opulencia de sus cargas, las cuales las gravan de peso extraor-  
dinario que excede al esfuerzo de las bestias, con que en la aspereza de esos ca-  
minos peligran todas, siendo cortísima la ganancia que van a reportar de los  
fletes, cuando los infelices tamberos las pagan a mayor precio al hacendado o  
español recuante de el contorno, por proveer al pasajero, con cortísima recom-  
pensa que de él recibe, al paso que excesivos agravios de azotes, golpes, heridas  
y prisiones que ejecutan en estos miserables indios, hasta ser enteramente/[fv]  
aviados con la injusticia que pretenden, de suerte que los que se estableció por  
tan conveniente al derecho público, se ha convertido en una intolerable opresión  
y esclavitud de estos infelices tamberos, sin más premio que el de redimirse ese  
año de el real tributo, por cuya única libertad se sujetan a tan infame servidum-  
bre y lo que es peor y clama a la celosa justificación de vuestra alteza es que  
también exponen la honesta fidelidad de sus mujeres al vil pasto de su lascivia  
y a la fuerza y al estrupo (sic) de ellas y de sus hijas, por la insolencia de muchos  
viandantes, sin que en estos hospicios despoblados y retirados de las habitacio-  
nes populares tengan asilo alguno, a onde recurrir contra estas enormísimas ve-  
jaciones, por lo que no le parece diformidad al Protector General, en lo principal  
de esta pretención, el que se fie de un español de actividad y celo el que admi-  
nistre estos tambos con aquella integridad que debe, poniendo a sus mayordo-  
mos y providencias necesarias que sirvan de resguardo y precaución a los  
infelices indios, corriendo a su cargo el expediente de los comerciantes quienes  
no violarán tan fácilmente, como a los indios los derechos de otro español igual,  
que los contenga y sirva de antemural a su insolencia en cada hospicio, con lo  
cual se ocurre juntamente al derecho público de el comercio/[f339] y pasajeros  
y al particular de los indios, evitándoles tan atroces agravios, por los cuales  
andan siempre fugitivos y escasean estas providencias envarazando los mesmos  
viandantes con sus excesos el prompto curso de sus carreras, a cuyo exorbitante  
abuso da franco paso la desidia de los corregidores y jueces de los lugares que  
siendo tan propio de sus oficios y de la jurisdicción alta que tan particularmente  
toca al ministerio de el Corregidor para proveer los caminos y tambos y com-  
poner las malezas de los caminos y desagraviar a los que entienden en esto,  
sobre que debían invigilar y hacérseles exactísimo cargo en su sindicatura y re-  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
127  
Juan Chacón Zhapán  
sidencia, es lo que tienen más olvidado, y si tal vez los jueces o curas u otras  
personas públicas recuerdan el destino de los pueblos de indios para contribuir,  
estos tamberos, o para el aderezo de caminos, es sólo con respecto a su utilidad  
para aprovecharse de el servicio de éstos, en sus propias labores, intereses y  
granjerías, echando mano de ellos cuando los necesitan para sus ganancias y  
no más, haciendo más gravoso e intolerable este servicio que con justa razón  
merece la abominación de los diputados: con que le parece al Protector General  
muy conveniente para atajar todo este desorden la pretensión presente que co-  
rran al cargo de un español que sirva de freno para/[fv] morigerarlo con su in-  
dustria, cavilación y buenos medios y que a éste se le confiera la facultad de  
recaudar y pedir el entero de alcalde y mitayos señalados para cada tambo y  
exigirlos de los pueblos, hasta que efectivamente se le satisfagan para que con  
este sufragio se pueda auxiliar el apasentamiento y cuidado necesario de sus  
recuas que hubiere de poner en cada uno de ellos para el trajín y avío de las car-  
gas y viajantes y de el correo público y a la refacción de los hospicios y provisión  
de mantenimientos en ellos, sino que también éste pueda pedir y se le satisfagan  
con efecto siempre que la urgencia lo necesitare aquellos indios o pueblos de  
ellos que están gravados a la composición de los caminos hasta que lo queden,  
de modo que no puedan recibir daño dellos ni los pasajeros ni las cargas ni sus  
propias mulas, pues con el interés de no aventurar sus recuas, se podrá esperar  
que atienda con el desvelo suficiente esta materia, de modo que su utilidad se  
haga común a las mercaderías y comerciantes y que el peso que ha de cargar  
cada mula no pase de las diez arrobas y diez libras para ganar con él el flete que  
propone, pues lo demás es insuperable al esfuerzo de las bestias en lo áspero  
de esos caminos tan laboriosos y llenos de peligros y de continuas malezas/  
[f340] especialmente en los rugidos de los inviernos que son muy abundantes  
en este distrito y que ahora por prima vice, todos aquellos indios que están obli-  
gados al aderezo de caminos concurran puntualmente a ello y juntamente al re-  
paro y fábrica e las casas de hospicio llamadas tambos en la forma que las  
propone, por estar casi destituida de ellas toda esta media vía, pero después de  
construidas, el cargo de repararlas ha de ser particular de el cargo de este hos-  
pedador con solo los mitayos de cada tambo, a su costa y que para esto le au-  
xilien todos los jueces de los distritos con toda eficacia, pues se subroga en la  
obligación que es tan propia de ellos y es de su cargo particular, librándole para  
ello Vuestra Alteza el real despacho necesario con todo el esfuerzo y conmina-  
ciones que pide negocio de tanta importancia al útil y público bien de los indios;  
pero en cuanto a las condiciones que propone le parece al Protector General que  
algunas de ellas las debe determinar el soberano arbitrio de Vuestra Alteza, su-  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
128  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
jetándole a ellas, y sea la primera el que se ha de encargar de este hospedaje  
desde el tambo de Guamote que propone, no solo hasta la ciudad de Cuenca  
sino hasta el de Oña inclusive en que termina el corregimiento hasta poner a los  
pasajeros en sus mulas en el de Saraguro que ya se comprehende en el de  
Loxa/[fv] para que de ahí en adelante corra a cargo de ese corregimiento, sir-  
viéndose Vuestra Alteza también de librar provisión para que el que lo es solicite  
con todo desvelo persona que en su distrito se encargue de lo mismo con las  
mismas facultades hasta el pueblo de Macará que incluye, pues importa poco  
que este hospedero sea vigilante en esta conducción hasta la ciudad de Cuenca  
se(sic) allí para el giro de los comerciantes antes de salir del distrito tropezando  
en la misma dificultad y ocasinando los mesmos agravios a los indios en la peor  
condición que todavía se padece en los tambos de Maribiña, Nabun y Oña, sin  
poder pasar al otro territorio inmediato; la segunda es que en dichos hospicios,  
después de fabricadas casas y unas huertas regulares de alfalfares y legumbres  
usuales a proporción del mantenimiento de los operarios y pasajeros, las demás  
tierras concedidas al tambo no las ha de ocupar en siembras de su interés, sino  
que se han de distribuir, en dimensión bastante a los indios, alcaldes y mitayos,  
de dicho tambo, para cuyo efecto se concedieron y por general disposición de  
ordenanza, no se les puede obligar a ninguna ganancia sin esta precisa condi-  
ción de repartirles tierras para su sustento, ni con pretexto de apasentar sus re-  
cuas les ha de envarazar sus chacras ni consentir que estas/[f341] les haga daño  
en ellas pues para ello tiene derecho a los pastos comunes o de mantenerlas con  
dichos alfalfares. La tercera es que si no bastare el número de recua que propone  
lo ha de aumentar a todo aquel que la necesidad le enseñare necesario, y que si  
los miserables indios quisieren fletar las pocas bestias que conservaren por  
suyas y han granjeado inducidos de esta obligación antecedente, lo han de poder  
hacer por el mismo precio que lo hace el hospedero, utilizándolo todo a su favor,  
sin que les ponga embarazo ni sisa alguna por ello, pues en ellas consiste toda  
su pobre hacienda y su corta ganancia y mantenimientos; la cuarta es que ha de  
defender a los indios de los agravios de los pasajeros y ha de ser responsable  
por el que recibieren, pues ellos se ausentan luego, y no pueden ser convencidos  
y le será fácil suspender los avíos y no dejarlos salir hasta que el agraviado  
quede satisfecho y lo evitará en mucha parte con tener proveídos los hospicios  
de las vituallas necesarias para venderlas al pasajero por justos y acomodados  
precios, teniendo en cada tambo puesto arancel de ellos que le dará el Corregi-  
dor y escribano de cabildo en la misma forma y tasa que se practicare en la ciu-  
dad, con lo cual se escusa el que se las estafen no tomen de balde; la quinta que  
ha de dar a los indios el salario de veinte pesos por/[fv] año que ofrece y un ca-  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
129  
Juan Chacón Zhapán  
pisayo fuera de dicho salario como se acostumbra y demás de esto, siempre que  
salieren fuera del tambo o viaje con dicha recua desde la ciudad de Cuenca a la  
villa de Riobamba o al contrario de esta a aquella con el afán de traer y llevar  
cargas o de la misma forma a la ciudad de Loxa, por cada viaje se les ha de dar  
de viático dos pesos y si volvieren con el mismo afán de cargas, otros dos, de  
regreso da cada lugar al otro que están en distancias iguales y a proporción si  
solo lo hiciere del un tambo al inmediato o a dos o tres, se le ha de dar a dos re-  
ales por tambo de ida y lo mismo de vuelta, si también trajeren carga, y por este  
jornal se ha de encargar al indio de una piara de cinco mulas y no más, pues  
por el salario de los veinte pesos solo están obligados a servir entro (sic) del  
tambo al abrigo de sus casas y expensas de sus sementeras, en la custodia de  
las recuas y en aquella administración del tambo regular, logrando el descanso  
de la noche, pero saliendo a viaje causan nuevos costos en su viático y doblan  
el trabajo del día, igualándolo con la noche en cuidar las bestias que están vio-  
lentas fuera de su sitio y asegurar las albardas, durmiendo las más veces en la  
inclemencia de el campo y los montes, expuestos a la injuria de los elementos y  
a detrimentar su salud, sin poder/[f342] costearse de solas sus cosechas que  
miran distantes, con el ponderoso trabajo de cargar y descargar los tercios dos  
veces al día, arrear y levantar las cargas de sol a sol, pasando asperísimas male-  
zas y muchas veces costeando un compañero que les ayude por no ser bastante  
uno solo para su piara, u ocupando a la misma mujer o al hijo joven, en que en  
todo doblan el afán y los gastos, y no es lo mismo que servir a pie quedo, en  
una hacienda o en un tambo, onde ya sitúan su pasadía todo el año la mita que  
cumplirlo en un inquieto giro, con tantas inclemencias por lo que siempre se ha  
considerado diverso el salario del arriero al del labrador, y en esta ciudad está  
mandado que desde ella hasta el pueblo de Guaranda se le den a cada peón con  
su piara cuatro pesos de viático, fuera de las rayas corridas que devengan en el  
viaje, que muchas veces por la calamidad del tiempo o la de la misma recua fa-  
tigada, se aumentan más días, en que se costean, muy gravosamente de foras-  
teros, estos miserables, y luego que vuelven se ocupan también sirviendo en el  
territorio con que hacen justo el salario anual, sin desmerecer por esto el viático  
de la jornada, en que también embeben los días festivos que son de descanso  
para el labrador y este llena el mes con solas las rayas de veinte y seis días, pero  
al arriero se le aumentan todos treinta y uno que ocupa en el viaje o en apasen-  
tar e vigilar, en la recua, con que llega a tener en el año/[fv] una cuarta parte  
más de trabajo, por razón de días, añadiéndosele cuasi siempre las noches, en  
que no reposan, y nunca le puede corresponder a esta tarea el salario anual de  
veinte pesos si aliunde no se le ponga también el viaje a lo menos, por título de  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
130  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
viático, en que pueda fundar los costos que hace fuera de su casa, con doblado  
y más robusto afán que el labrador, y por esto siempre que saliese o volviese  
con cargas, se le deben regular dos reales de tambo a tambo; y sólo cuando vol-  
viere de vacío, en que lo hace más aceleradamente por atajos y sin tanto grava-  
men se podrá dispensar el regreso pagándole la ida en que llevó cargas, mas si  
las conduce, de ida y vuelta se le debe computar una y otra y si no cupiere en el  
fletamento que hiciere el hospedero, por quedarle muy corta medra, más ainas  
será conveniente cuando tampoco es racional que se defraude el indio, el que  
se concierte al pasajero o interesado en la carga, el salario de el peón, demás del  
de la piara. La sexta que el avío de los correos ha de ser de el cargo de el dicho  
hospitalario, dándole la caballería, carga y carguilla de su propia recua sin gra-  
vamen de los indios, por el arancel acostumbrado, y cuando más los tamberos  
estarán obligados a hacer este viaje sin viático por cuenta del salario acostum-  
brado, y cuando más los tamberos estarán obligados a hacer este viaje sin viático  
por cuenta del salario anual de un tambo a otro, mas no obligados a concurrir  
con mulas ni a imputarse la baja de fletamentos/[f343] en que está privilegiado  
el correo público, porque se la ha de imputar así dando de su recua las tres  
mulas dispuestas y si fuesen más, respecto de no habérsele asignado más al  
chasquero, se le dará por el flete común o como mejor le pareciere; la séptima,  
que estos indios señalados que sirven al tambo han de estar como han estado  
hasta aquí desde tiempo inmemorial y lo ha declarado Vuestra Alteza repetidas  
veces, amparándolos en este privilegio, libres de tributar el año que sirven el  
tambo y ese y otros cuatro subsecuentes de descanso exonerados de mita, pues  
esta lo es verdaderamente y aún mucho más gravosa como queda ponderado  
que la que pudieran hacer en la labranza y rigurosamente se reputa por tal, a la  
cual corresponden cuatro años de descanso, comúnmente, porque sólo se deben  
actuar en la quinta parte y no son de peor condición, sino más beneméritos el  
servir al público que al hacendado, ni en la libertad de tributar aquel año mudan  
de condición porque haya español interesado, cuando con él se procura mayor  
esmero en servir al público en cuya gracia está concedido este indulto, y siem-  
pre les es gravoso y hacen un mismo servicio los indios estando a la disposición  
de un intendente común o a la particular de cada pasajero, con cuyas observa-  
ciones le parece al Protector General que es [fv] muy conveniente, útil e impor-  
tante al alivio de esta provincia, así por los jueces ordinarios que debieran  
entender de la materia como por el común de comerciantes y finalmente por el  
bien de los indios y el mismo particular de el pretendiente, el que se le de la pro-  
videncia que pide dicho General don Luis de Andrade y que vuestra Alteza se  
digne de concederle la gracia que solicita, porque no encuentra inconveniente  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
131  
Juan Chacón Zhapán  
sino universal beneficio, salvo el superior y más acertado soberano dictamen  
de Vuestra Alteza, tan arreglado a justicia que pide. Quito, y noviembre veinte  
y tres de mil setecientos cuarenta y seis= Doctor Carrión= Muy poderoso señor=  
El Fiscal dice que el Protector General se ha encargado en este negocio de de-  
sentrañar lo con tanta prolijidad y acierto en todo lo que propone, abrazando  
cuantas circunstancia se deben tener presentes, así en orden a la pública utilidad  
de viandantes y mercaderes, para que consigan el necesario y pronto avío en  
sus derrotas y tránsitos como también para el más seguro y pronto avío de los  
chasquis, con condiciones tan útiles y favorables a los indios, muy conformes  
[f344] a la disposición de las leyes y ordenanzas de este reino, que no tiene que  
añadir ni quitar nada a lo pedido por dicho Protector, conformándose con su  
dictamen y reproduciéndolo de nuevo, para que Vuestra Alteza se sirva de man-  
dar hacer en todo como tiene pedido. Quito y noviembre veinte y ocho de mil  
setecientos cuarenta y seis años= [Auto] Doctor Luján= Traslado de la instancia  
de el Protector al General don Luis de Andrade= [Proveimientos] Proveyeron y  
rubricaron el auto de suso los señores Presidente y oidores de esta Real Audien-  
cia estando en la sala de el Real Acuerdo de Justicia de ella doctor don Fernando  
Sánchez de Orellana, presidente gobernador y capitán general de esta provincia,  
licenciados don Pedro Gómez de Andrade y don Joseph de Quintana y Azeuedo  
oidores en esta muy noble y muy leal ciudad de san Francisco del Quito en pri-  
mero día de mes de diciembre de mil setecientos cuarenta y seis años=Villamil=  
[Petición] Muy poderoso señor= El General don Luis de Andrade, vecino de esta  
ciudad, en los autos sobre la propuesta que tengo hecha de encargarme de los  
tambos intermedios entre la villa/[fv] de Riobamba y la ciudad de Cuenca y lo  
demás deducido respondiendo al escrito de el Protector de cuya instancia se me  
ha dado traslado= Digo que hallándose apoyada en su dictamen mi pretensión  
con cabal reflexión de todos los accidentes que hasta aquí ha hecho patentes la  
experiencia y de las cautelas para prevenir el perjuicio de los indios y hallándose  
por esto no solo acreditado mi informe, sino pidiendo su ejecución, sólo se hace  
preciso responder a las condiciones que propone, a que contesto en la manera  
siguiente= A la primera sobre que me haiga de hacer cargo demás de mi pro-  
puesta de los otros tambos de el corregimiento de dicha ciudad, hasta tocar en  
la jurisdicción de el de la ciudad de Loxa, no habiendo sido esta de mi intensión,  
como no fue de mi propuesta, me contienen aquellas mesmas razones que tuve  
presentes para formar la empresa, corridas las línias de la proposición para dar  
el expediente a mi cargo, y para que esta nueva empresa se extienda a los demás  
pueblos del tránsito del chasqui y comerciantes a ejemplar de mi obligación, es  
muy fácil el remedio que propone el mismo Protector, pues si aunque llene la  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
132  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
provisión de tambos por el distrito de el corregimiento de Cuenca es necesa-  
rio/[f345] se despache Real Provisión para que algún vecino de la ciudad de  
Loxa se encargue de proveer los tambos de la jurisdicción, del mismo modo se  
puede despachar para que cualquiera vecino de la ciudad de Cuenca se haga  
cargo de los tres de Maribiña, Nabón y Oña, hasta Saraguro que de este modo,  
siendo más los obligados y por menos espacio de camino, será más eficaz y  
prompto el cumplimiento de la provisión y beneficio público a que se aspira,  
quedando ligada mi obligación a solo los tambos de mi propuesta; sobre la se-  
gunda, de la distribución de tierras al alcalde y mitayos, operarios del tambo,  
sin extenderse a siembras de mi interés, convengo desde luego y que para ello  
como propuse se señalen aquellas tierras necesarias para casa, corral, guerta o  
potrerillo, en los pueblos o tambos, restituyendo aquellas en que los vecinos se  
han introducido, pues en algunos y especialmente en el de Tigsán, se ha ceñido  
tanto que apenas hay una mal formada casa que no ofrece la menor comodidad=  
Sobre la tercera de el aumento de recua, protesto poner la necesaria, para el fin  
a que se mira la propuesta= Sobre la cuarta, protesto la protección y defensa de  
los indios, concediéndoseme la jurisdicción necesaria y así mismo de proveer  
los hospicios de las vituallas necesarias conforme al arancel/[fv] que en ella se  
expresa= Sobre la quinta es insoportable la contribución de el nuevo salario de  
los veinte pesos y capisayo que tengo ofrecido después de los crecidos costos  
de la fábrica de las casas, cercas, huertas o potrerillos, mulas y aparejos y las re-  
clutas necesarias por las que se muriesen, lisiasen o perdiesen, con que es menos  
el que el salario de dos reales por la conducción de cargas de un tambo a otro,  
sea a costa de el pasajero que tendrá a bien esta paga, en correspondencia de el  
avío pronto con consideración a que antes de este entable se hacía la misma con-  
tribución, siendo el precio del flete de las mulas mayor y como lo pedía la nece-  
sidad, declarándose esto expresamente en el auto que se pronunciare= Sobre la  
última es corriente el necesario avío de los correos con las tres mulas de caba-  
llería, carga y carguilla, sin contribuirle al indio arriero por mi parte ni por la de  
el correo, en correspondencia del indulto de los tributos y del salario anual que  
han que han de percibir, con lo cual y reproduciendo mi primer escrito= A Vues-  
tra Alteza pido y suplico se sirva de proveer y mandar como en ello tengo pe-  
dido y juro no proceder de malicia &a= Don Luis de Andrade= Informen los  
cabildos de la ciudad de Cuenca y Villa de Riobamba y para ello se de despa-  
cho=[Provisión] Proveyeron y rubricaron el auto de suso los señores Presidente  
y oidores de esta Real Audiencia, estando en la sala de el Real Acuerdo de Jus-  
ticia de ella Licenciados don Pedro Gómez de Andrade y don Joseph de Quin-  
tana y Azeuedo, oidores en esta ciudad de San Francisco del Quito en dos días  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97-135  
133  
Juan Chacón Zhapán  
del mes de diciembre de mil setecientos cuarenta y seis años= Villamil=[Decisión]  
En cuya conformidad fue por los dichos mi Presidente y oidores acordado que  
debíamos mandar dar esta mi carta y provisión real para vos y cada uno de vos  
en los lugares de vuestra jurisdicción en la dicha razón, e yo lo he tenido por  
bien por la cual os mando que siendo con ella requeridos por parte del General  
don Luiz de Andrade y Zárate veáis el auto últimamente dado y proveído en la  
sala de mi Real Acuerdo de Justicia de la dicha mi Audiencia por los dichos mi  
Presidente y oidores de ella que de suso va inserto, el cual lo guardéis, cumpláis  
y ejecutéis y hagáis guardar, cumplir y ejecutar en todo y por todo, según y como  
en él se contiene y declara= Y en su cumplimiento informaréis sobre lo que se  
enuncia en los pedimientos del General don Luiz de Andrade y las respuestas  
dadas de mi fiscal y Protector, uno y otro cabildo y fechos dichos informes se  
los daréis y entregaréis a la parte para que los traiga y presente en la dicha mi  
Audiencia/[fv] Lo cual así hagan y cumplan los unos y los otros sin hacer otra  
cosa en contrario, so pena de mi merced y de quinientos pesos de buen oro para  
mi cámara. Dada en esta ciudad de San Francisco del Quito en tres días del mes  
de diciembre de mil setecientos cuarenta y seis años=  
Yo don Patricio Antonio Villaamil y Tapia escribano del Rey nuestro señor la  
fice escribir por su mandado y con acuerdo de su Presidente u oidores. [r. de Vi-  
llaamil]  
Registrado  
[va el sello real]  
chanciller  
(
f) Gerónimo de Carrión Merodio  
(f) Gerónimo de Carrión Merodio  
Ilustre Cabildo  
[f347]  
El General don Luis de Andrade vecino de esta ciudad digo que habiendo hecho  
propuesta en la Real Audiencia de la ciudad de Quito de que me aplicarán los  
tambos que median en estre (sic) esta ciudad y la villa de Riobamba, con lo que  
dijo el señor Fiscal y el Protector se sirvieron los señores de ella de mandar in-  
formaran los ilustras cabildos de ambas partes como consta de la real provisión  
que presento solemnemente para que con su vista se sirva Vuestra Señoría de  
informar lo que le pareciere conveniente en este particular, por tanto  
A Vuestra Señoría pido y suplico haya por presentada la dicha real provisión y  
con su vista se sirva de informar sobre su contenido lo que hallase conveniente  
y conforme a justicia que pido y juro a Dios nuestro señor y a esta señal de + lo  
necesario en derecho &a=  
(f) Don Luis de Andrade  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97–135  
134  
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador.  
Recuperación del camino de Riobamba a Cuenca  
[Cabildo] Guárdese lo proveído en los libros de Cabildo. Y lo rubricaron actuando  
ante sí con testigos por ausencia del escribano de Cabildo. En la ciudad de  
Cuenca en veinte y tres/[fv] días del mes de diciembre de mil setecientos cua-  
renta y seis años.  
[
[
r. de Thello de la Chica]  
r. de Gómez de Castilla]  
[r. de Rada y Alvarado]  
[r. de Román]  
[r. de De San Andrés]  
BOLETÍN ANH Nº 199 • 97–135  
135  
La Academia Nacional de Historia es una  
institución intelectual  
y
científica,  
destinada a la investigación de Historia  
en las diversas ramas del conocimiento  
humano, por ello está al servicio de los  
mejores  
intereses  
nacionales  
e
internacionales en el área de las  
Ciencias Sociales. Esta institución es  
ajena a banderías políticas, filiaciones  
religiosas,  
intereses  
locales  
o
aspiraciones individuales. La Academia  
Nacional de Historia busca responder a  
ese  
carácter  
científico,  
laico  
y
democrático, por ello, busca una  
creciente profesionalización de la  
entidad, eligiendo como sus miembros a  
historiadores  
entendiéndose por tales  
profesionales,  
quienes  
a
acrediten estudios de historia y ciencias  
humanas y sociales o que, poseyendo  
otra formación profesional, laboren en  
investigación histórica y hayan realizado  
aportes al mejor conocimiento de  
nuestro pasado.  
Forma sugerida de citar este artículo: Chacón Zhapán, Juan,  
"
Caminos y arrieros en la historia del Ecuador. Recuperación del  
camino de Riobamba a Cuenca (1746)", Boletín de la Academia  
Nacional de Historia, vol. XCVI, Nº. 199, enero - junio 2018,  
Academia Nacional de Historia, Quito, 2020, pp.97-135