BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen C  
Nº 207  
Enero–junio 2022  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Director  
Dr. Franklin Barriga Lopéz  
Dr. Cesar Alarcón Costta  
Subdirector  
Secretario  
Ac. Diego Moscoso Peñaherrera  
Dr. Eduardo Muñoz Borrero, H.C.  
Mtra. Jenny Londoño López  
Dra. Rocío Rosero Jácome, Msc.  
Dr. Claudio Creamer Guillén  
Tesorero  
Bibliotecaria archivera  
Jefa de Publicaciones  
Relacionador Institucional  
COMITÉ EDITORIAL  
Dr. Manuel Espinosa Apolo  
Dr. Kléver Bravo Calle  
Universidad Central del Ecuador  
Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE  
Universidad Laica Eloy Alfaro-Manabí  
Dra. Libertad Regalado Espinoza  
Dr. Rogelio de la Mora Valencia  
Dra. Maria Luisa Laviana Cuetos  
Dr. Jorge Ortiz Sotelo  
Universidad Veracruzana-México  
Consejo Superior Investigaciones Científicas-España  
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima-Perú  
EDITORA  
Dra. Rocío Rosero Jácome, Msc.  
Universidad Internacional del Ecuador  
COMITÉ CIENTÍFICO  
Dra. Katarzyna Dembicz  
Dr. Silvano Benito Moya  
Dra. Elissa Rashkin  
Universidad de Varsovia-Polonia  
Universidad Nacional de Córdoba/CONICET- Argentina  
Universidad Veracruzana-México  
Dr. Stefan Rinke  
Instituto de estudios latinoamericanos/ Freie Universität Berlin-Alemania  
Universidad de Guadalajara-México  
Dr. Carlos Riojas  
Dr. Ekkehart Keeding  
Humboldt-Universitat, Berlín, Alemqnia  
Dra. Cristina Retta Sivolella  
Dr. Claudio Tapia Figueroa  
Dra. Emmanuelle Sinardet  
Dr. Roberto Pineda Camacho  
Dra. Maria Letícia Corrêa  
Instituto Cervantes, Berlín- Alemania  
Universidad Técnica Federico Santa María – Chile  
Université Paris Ouest - Francia  
Universidad de los Andes-Colombia  
Universidade do Estado do Rio de Janeiro-Brasil  
BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol C  
Nº 207  
Enero–junio 2022  
©
ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
eISSN Nº 2773-7381  
Portada  
El Chimborazo, óleo sobre tela  
Rafael Salas, siglo XIX  
Diseño e impresión  
PPL Impresores 2529762  
Quito  
landazurifredi@gmail.com  
julio 2022  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA DELꢀECUADOR  
SEDE QUITO  
Av. 6 de Diciembre 21-218 y Roca  
2
2556022/ 2 907433 / 2 558277  
ahistoriaecuador@hotmail.com  
publicacionesanh@hotmail.com  
ÍNDICEꢀPROVISIONAL  
EDITORIAL  
7
ARTÍCULOS Y ENSAYOS  
Romanticismo y pintura de paisaje en el Ecuador decimonónico:  
el caso de Rafael Salas (1826-1906)  
Xavier Puig Peñalosa  
13  
51  
83  
Niños héroes: vacunas contra la viruela en el cantón Ibarra de 1824  
Bayardo Ullloa Enríquez  
La población del Ecuador en la transición, 1846–1889  
Manuel Miño Grijalva  
El pensamiento médico de Eugenio Espejo:  
su aporte a la Medicina europea del siglo XVIII  
Byron Núñez Freile  
133  
167  
El diseño normativo de la vida en sociedad. El contenido jurídico  
de la biblioteca franciscana de Córdoba del Tucumán (1701-1850)  
Silvano G. A. Benito Moya  
La renta del tabaco en la Nueva Granada durante las guerras  
de Independencia y los albores de la República: permanencias,  
rupturas e interferencias  
Roger Pita Pico  
205  
251  
2
6 de Noviembre de 1820  
Libertad Regalado Espinoza  
La minería de oro en el nordeste antioqueño.  
Un palimpsesto en la historia regional del departamento de Antioquia-Colombia  
Saúl Uribe Taborda  
283  
313  
345  
347  
Juan Leon Mera en la educación ecuatoriana del siglo XIX  
Rocío Rosero-Jácome  
DISCURSOS ACADÉMICOS  
Bienvenida a Galo Naranjo López  
Franklin Barriga López  
Universidad eterna: Universidad Técnica de Ambato,  
génesis y tejido de la academia en la ciudad  
Galo Naranjo López  
354  
395  
404  
415  
423  
442  
450  
Bienvenida a Marcelo Fernández  
Franklin Barriga López  
La creación de la Universidad Internacional del Ecuador  
Marcelo Fernández  
Bienvenida a Gerardo Nicola Garcés  
Franklin Barriga López  
Biografía de Ambato: 1500 A 1860  
Gerardo Nicola Garcés  
Bienvenida a Lauro Samaniego Ávila  
Franklin Barriga López  
De Río de Janeiro a Itamaraty, el holocausto territorial ecuatoriano  
Lauro Samaniego Ávila  
5
Bienvenida a América Ibarra Parra  
Franklin Barriga López  
480  
487  
502  
508  
520  
537  
554  
562  
587  
589  
Vigencia del pensamiento del Libertador Simón Bolívar  
América Ibarra Parra  
Bienvenida a Manuel Araya Incera  
Franklin Barriga López  
Bienvenida a Jorge Ortiz Sotelo  
Franklin Barriga López  
Historiadores contribuyendo a la Paz  
Jorge Ortiz Sotelo  
Los primeros pobladores españoles en el Oriente ecuatoriano  
Luis Rivadeneira Játiva  
Bienvenida a Stefan Rinke  
Franklin Barriga López  
América Latina y la historia global: promesas y riesgos  
Stefan Rinke  
GENEALOGÍA  
Historias de heráldica: el escudo de la “Casa Zaldumbide”  
Álvaro R. Mejía Salazar  
De Europa a Latinoamérica a través de la genealogía genética:  
estudio de casos de migración desde Irlanda y España  
Germán G. Creamer  
609  
641  
674  
697  
699  
Prohibición de casarse en América los altos funcionarios reales y sus familias  
Gregorio de Larrea  
La primera capilla y otras primicias del asentamiento español en Quito  
Andrés Peñaherrera Mateus  
VIDA ACADÉMICA  
Informe de labores del director de la ANH  
Franklin Barriga López  
Intervención del director de la ANH en el acto de recibimiento  
al Capítulo Loja de la entidad  
Franklin Barriga López  
717  
724  
Discurso en la inauguración del Congreso Americano de la Libertad  
Franklin Barriga López  
Agradecimiento a la Asamblea Nacional por la condecoración  
VIcente Rocafuerte  
Franklin Barriga López  
730  
740  
La etapa final de la Independencia comienza en Guayaquil”,  
Franklin Barriga López  
Discurso Bicentenario:  
Independencia del 24 de Mayo de 1822  
Franklin Barriga López  
744  
DIRECTORIO DE MIEMBROS  
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
759  
781  
NORMAS PARA PRESENTACIÓN DE TRABAJOS  
6
El Boletín N°207 de la Academia Nacional de Histo-  
ria recoge los aportes de varios investigadores nacionales y  
extranjeros que corresponden al semestre enero –junio de  
2
022. Este número inserta trabajos de investigación en las  
secciones: Artículos y/o Ensayos, Discursos Académicos,  
Genealogía y Vida Académica. Los temas tratados se enmar-  
can en diversos ámbitos: medicina, leyes, arte, sociología,  
demografía, educación, economía, genética, independencia,  
arquitectura y repartidos en periodos varios de la historia.  
Este Boletín tiene discursos y estudios alusivos a la conme-  
moración del Bicentenario de la Batalla de Pichincha enfren-  
tada al poder colonial el 24 de mayo de 1822.  
Los Ensayos y/o Artículos se enfocan en los siglos  
XVIII al XXI a saber: “El pensamiento médico de Eugenio  
Espejo: su aporte a la medicina europea del siglo XVIII”.  
También “El diseño normativo de la vida en sociedad. El  
contenido jurídico de la biblioteca franciscana de Córdoba  
del Tucumán (1701-1850)”. El siglo XIX se enfoca a través de  
la presentación de los siguientes temas: “Vacunas contra la  
viruela en Ibarra, 1824”. El arte y sus expresiones se mues-  
tran a través de un célebre pintor ecuatoriano, en el tema:  
“Romanticismo y pintura de paisaje en el Ecuador decimo-  
nónico: el caso de Rafael Salas (1826-1906)”. La independen-  
cia ha sido estudiada desde dos ámbitos uno en la costa, en  
la provincia de Manabí titulado: “6 de noviembre de 1820”.  
Y, otro, en el marco del Virreinato de Nueva Granada al cual  
fue adscrita la Audiencia de Quito, luego de las Reformas  
Borbónicas, el artículo: “La renta del tabaco en la Nueva  
Granada durante las guerras de independencia y los albores  
de la República: permanencias, rupturas e interferencias”.  
Del periodo republicano se enfoca el estudio de la población  
ecuatoriana de mediados del siglo XIX a través del tema: “La  
población del Ecuador en la transición, 1846-1889”. Del pe-  
riodo garciano al periodo progresista presenta el texto: “Juan  
León Mera en el educación ecuatoriana del siglo XIX”.  
Desde la actualidad de Colombia y en una visión retrospec-  
7
tiva se enmarca el tema: “La minería de oro en el nordeste antio-  
queño. Un palimpesto regional del departamento de Antioquia-Co-  
lombia”.  
La sección Discursos Académicos recoge la bienvenida ins-  
titucional ofrecida por el Director de la Academia o su representante,  
a los miembros que ascienden a numerarios, tal fue el caso de Amé-  
rica Ibarra. Los nuevos miembros aceptados como Correspondientes  
en la calidad de Nacionales fueron los siguientes profesionales: Galo  
Naranjo, Gerardo Nicola, Lauro Samaniego. Fue recibido como  
Miembro Honorario de la Academia Marcelo Fernández. Y en cali-  
dad de Miembros Correspondientes Extranjeros, los profesionales  
que siguen: Manuel Araya Incera, de Costa Rica, Jorge Ortiz Sotelo,  
de Perú y, Stefan Rinke de Alemania. Cabe señalar que los dos últi-  
mos caballeros ya fueron aceptados con fecha anterior; debido a los  
problemas internacionales producidos por la pandemia de COVID-  
1
2
9, se ha postergado su presentación hasta el segundo semestre de  
022. Los temas abordados enfocan retrospectivas desde el siglo XVI  
y prospectivas hasta el siglo XXI. En cada uno de los casos, se adjun-  
tan los discursos de recepción y presentación.  
En sección Genealogía los trabajos presentados estudian la  
heráldica, genealogía genética, prohibiciones del siglo XVIII y la pri-  
mera capilla. Los temas que se exponen son: “Historias de heráldica.  
El escudo de la casa Zaldumbide; calle Oe3-17, Quito”; “De Europa  
a Latinoamérica a través de la Genealogía Genética: John D. Creamer  
y los Guillén de Panticosa, España”; “Prohibición de casarse en Amé-  
rica los altos funcionarios reales y sus familias”; “La primera Capilla  
y otras primicias de asentamiento español en Quito”.  
En la sección Vida Académica se exponen los discursos del  
Dr. Franklin Barriga López, que en su condición de Director, emitió  
en diversas circunstancias, la mayoría de ellos alusivos a la celebra-  
ción del bicentenario de la independencia. Los temas se muestran a  
continuación: “Informe de labores que presenta el Dr. Franklin Ba-  
rriga López, director de la academia nacional de historia (8 de enero  
del 2021 al 7 de enero de 2022”; “Intervención del Dr. Franklin Ba-  
rriga López, director de la academia nacional de historia, en el acto  
8
solemne de recibimiento al capítulo Loja de la entidad”; “Discurso  
pronunciado en la inauguración del congreso americano de la liber-  
tad, mayo, 2022”; “Discurso de agradecimiento a la asamblea nacio-  
nal por la condecoración Vicente Rocafuerte”; “La etapa final de la  
independencia comienza en Guayaquil”; “Discurso bicentenario: In-  
dependencia del 24 de mayo de 1822”.  
Al final de este Boletín se inserta el Directorio de los contac-  
tos telefónicos y de correo electrónico de los Miembros de la Acade-  
mia, y finalmente, se encuentran las Normas de publicación. Toda la  
información contenida en este número se registra en el índice, de ma-  
nera detallada.  
Rocío Rosero Jácome  
Editora, Jefe de Publicaciones  
Quito, 30-06-2022  
9
ARTÍCULOS  
Y ENSAYOS  
Pag. ant. Juan León Mera, circa 18  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 207  
Enero–junio 2022  
ROMANTICISMO Y PINTURA DE PAISAJE EN EL ECUADOR  
1
DECIMONÓNICO: EL CASO DE RAFAEL SALAS (1826-1906)  
Xavier Puig Peñalosa2  
Resumen  
El pintor Rafael Salas Estrada (1826-1906) será el iniciador  
de la pintura de paisaje en Ecuador, entendida esta desde los postu-  
lados de la estética romántica, a raíz del magisterio ejercido durante  
las dos estadías en el país del francés Ernest Charton (1849 y 1862)  
como, igualmente, las del norteamericano Frederic Erwin Church  
(
1853 y 1857). Ello supondrá un progresivo cambio de paradigma en  
las canónicas concepciones, formales y de contenido, que sobre la  
pintura y hasta ese momento imperaban en Ecuador. Así, la precep-  
tiva formalización clasicista con su correlato representacional basado  
en, principalmente, la pintura religiosa y de retratos, resultarán pro-  
gresiva y en parte considerable desplazadas –sobre todo la primera–  
por el nuevo género de la pintura de paisaje.  
Palabras clave: Rafael Salas Estrada, Ecuador siglo XIX, pintura de  
paisaje, romanticismo, estética.  
Abstract  
The painter Rafael Salas Estrada (1826-1906) will be the ini-  
tiator of landscape painting in Ecuador, understood from the postu-  
lates of romantic aesthetics, as a result of the teaching exercised  
during the two stays in the country of the frenchman Ernest Charton  
(
1849 and 1862) as well as those of the North American Frederic  
1
2
Recibido: 25/03/2022 //Aprobado: 11/05/2022  
Doctor en Filosofía y CC.EE. y, Profesor Titular en Estética y Teoría de las Artes, Universidad  
del País Vasco/EHU (España). Investigador independiente. Miembro Correspondiente Ex-  
tranjero de la Academia de Historia del Ecuador. xavier.puig@ehu.eus  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 13–49  
13  
Xavier Puig Peñalosa  
Erwin Church (1853 and 1857). This will suppose a progressive  
change of paradigm in the canonical conceptions, formal and of con-  
tent, that on painting and until that moment prevailed in Ecuador.  
Thus, the mandatory classicist formalization with its representatio-  
nal correlate based on, mainly, religious painting and portraits, they  
will be progressively and to a considerable extent displaced –espe-  
cially the first one– by the new genre of landscape painting.  
Keywords: Rafael Salas Estrada, Ecuador 19th century, landscape  
painting, romanticism, aesthetics.  
Introducción: Romanticismo y pintura de paisaje  
Miembro de una familia de pintores (su padre y uno de sus  
hermanos lo eran), Rafael Salas Estrada (1826-1906) fue el primer ar-  
tista ecuatoriano en representar a la naturaleza como “paisaje”, es  
3
decir, acorde a los postulados de la estética romántica. Sucintamente  
y a los efectos del presente trabajo, en dicha estética resulta articular  
el concepto de “lo orgánico” pues, conformará el nuevo paradigma  
de conocimiento sobre lo existente dado que, esta novedosa acepción  
es entendida como la (inter)conexión dinámica y secreta —indesci-  
frable desde la mera razón— entre las partes y el todo. Por ello,  
desde el individuo versus la colectividad, el ser humano versus lo Ab-  
4
soluto/Infinito o Dios (en la acepción protestante—pietista), los ele-  
mentos singulares versus la Naturaleza, los pueblos versus sus  
particulares historias, etc., se constituyen en un haz de continuas,  
mutuas y recíprocas influencias, en donde todo está en conexión con  
todo, conformando así una unidad superior que es, propiamente, el  
3
Sobre los fundamentos estéticos de la representación de la naturaleza según los propios filó-  
sofos románticos, AA.VV., La religión de la pintura. Escritos de filosofía romántica del arte, Edición  
de Paolo D’Angelo y Félix Duque, Akal, Madrid, 1999 y, Javier Arnaldo, Estilo y naturaleza. La  
obra de arte en el romanticismo alemán, Visor, Madrid, 1990.  
4
Movimiento religioso protestante iniciado en Alemania en el siglo XVII, principalmente por  
Philipp Jakob Spener, como reacción evangélica contra el intelectualismo y el formalismo do-  
minantes en las Iglesias luterana y calvinista. En: Real Academia Española. Ver en:  
https://dle.rae.es/pietismo (24-03-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 13–49  
14  
Romanticismo y pintura de paisaje en el Ecuador decimonónico:  
el caso de Rafael Salas  
Todo”, lo Universal. Y es que para el romántico, el anhelo por lo  
Absoluto o Infinito, viene justificado por ser el “lugar” donde se re-  
suelven todas las contradicciones o dualidades que el tiempo –hu-  
mano- genera (por ejemplo, igualmente cada momento remite a la  
Totalidad, al Infinito); es en última instancia, la plenitud extática e  
inefable –lo sublime– que la vivencia de la fusión con el Todo im-  
plica.  
En este punto, señalar que la recepción en Ecuador del ro-  
manticismo, será relativamente tardía en relación a su difusión eu-  
ropea o norteamericana y, siendo aquellos aspectos pertenecientes a  
5
la creación literaria, los de mayor incidencia en el país. Igualmente,  
merece especial mención por su repercusión en la “construcción na-  
cional” que las élites ecuatorianas procuraban, la acepción del con-  
6
cepto de Volksgeist herderiano. Es decir y frente al ilustrado y  
holístico concepto universalista de Historia, será la creencia en el de-  
nominado “espíritu de los pueblos” o, mejor, “espíritu nacional”, el  
auténtico forjador de las respectivas historias de aquellos. Así, dicho  
espíritu” viene constituido por las intrínsecas y peculiares caracte-  
rísticas –ontológicas diríamos– de cada pueblo, fundamentadas en  
sus propias y singulares determinaciones históricas (climatología,  
lenguajes, usos y costumbres, razas, etc.) y que, a partir de un re-  
moto –y supuesto– pasado originario, halla su vinculación con un  
presente, relacionando y actualizando así un tiempo inmemorial me-  
diante esa mítica diacronía “espiritual”.  
En consecuencia, esta creencia en una fundamentación vin-  
culativa, diacrónica a la par que sincrónica, implicaba otorgar legiti-  
midad y, por tanto, sentido a la articulación constitutiva del estado-  
nación ecuatoriano por parte de las élites, siguiendo el modelo de  
las europeas. De este modo, la consiguiente –por necesaria– “identi-  
7
dad nacional” como nuevo imaginario para una joven nación, era  
5
Xavier Puig Peñalosa, “Una introducción a la recepción y adaptación de la estética romántica  
en el Ecuador decimonónico: la influencia de Herder y la estética romántica de lo sublime en  
la literatura y la pintura de paisaje”, Estudios de Filosofía, 52, Antioquia, 2015, pp.161-180.  
Johann Gottfried von Herder, [1784-1791] Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad,  
Editorial Losada, Buenos Aires, 1959.  
Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del naciona-  
lismo, Fondo de Cultura Económica (FCE), México D.F., 1993.  
6
7
BOLETÍN ANH Nº 207 • 13–49  
15  
Xavier Puig Peñalosa  
impuesta por una minoría blanco-mestiza al conjunto de la pobla-  
ción, mayoritariamente de etnias indígenas diversas y, generando,  
en consecuencia, las tensiones y/o conflictos derivados de esa hibri-  
dación social. Y a ello, resulta fundamental añadir que, interrelacio-  
nada con esa concepción “imaginada”, se articula la eurocéntrica y  
8
teleológica “idea de progreso” como horizonte de modernidad y  
promesa de futuro, contenido igualmente insoslayable del discurso  
9
legitimador sobre el proyecto nacional de las citadas élites.  
Por lo antedicho, el concepto de “lo orgánico” no solo viene  
referido a los aspectos físicos (elementos naturales o natura naturata  
en la terminología romántica), sino igualmente a aquellos referidos a  
los histórico-políticos al establecerse esa “organicidad” como nexo  
entre un pasado y un presente en su constitución societaria y/o del  
hecho nacional”; es decir, abarcando e interrelacionando en un con-  
dicionamiento mutuo lo natural y lo cultural, lo biológico y lo hu-  
mano.  
En el ámbito pictórico y para el artista romántico, la repre-  
sentación de la naturaleza será el leitmotiv principal, cuando no,  
único, en su labor creativa, ya que deviene en el vehículo privile-  
giado de acceso al alma del mundo y, por tanto, dotador de sentido a  
la experiencia humana Para ello, reivindicando el uso de su radical  
libertad y dotándose de sus propias reglas constructivas merced a  
10  
su genio productivo, el pintor proyectará en sus obras, la propia ex-  
8
Dicha idea establecía una escala comparativa y, por tanto, jerárquica tanto a nivel individual  
mayor o menor desarrollo racional del sujeto- como entre las propias naciones, culturas o  
pueblos, en función del mayor o menor grado de desarrollo de las ciencias, técnicas, industrias,  
comercio, artes, jurisprudencia, etc. en cada una de aquellas. Al tiempo, esta idea servía de  
coartada al colonialismo europeo en –principalmente- Asia y África, al justificar a este como  
una aportación al desarrollo de esos países salvajes y atrasados, situándolos así en la civiliza-  
ción y, por tanto, en la Historia. Véase de John B.Bury, La idea de progreso, Alianza, Madrid,  
1
986; Robert Nisbet, Historia de la idea de progreso, Gedisa, Barcelona, 1981; Antonio Campillo,  
Adiós al progreso. Una meditación sobre la historia, Anagrama, Barcelona, 1985.  
9
Paradigma de esta concepción y de su puesta en práctica, serán los dos períodos de gobierno  
del presidente Gabriel García Moreno (1861-1865 y 1869-1875). Véase de Peter V.N. Henderson,  
Gabriel García Moreno y la formación de un Estado conservador en los Andes, Corporación para el  
Desarrollo de la Educación Universitaria (CODEU), Quito, 2010; Hernán Rodríguez Castelo,  
García Moreno, Paradiso editores, Quito, 2015; Enrique Ayala Mora, García Moreno. Su proyecto  
político y su muerte, Universidad Andina Simón Bolívar/Paradiso editores, Quito, 2016.  
0 Por genio productivo debe entenderse el parangón que el Romanticismo establece con la Na-  
turaleza, a saber, igual que ésta —como principio, natura naturans— es un continuo producir,  
1
BOLETÍN ANH Nº 207 • 13–49  
16  
Romanticismo y pintura de paisaje en el Ecuador decimonónico:  
el caso de Rafael Salas  
periencia estética que vivencia en la contemplación del mundo na-  
tural en su acepción ahora como Naturaleza y, siendo el principio  
genético de esta la denominada natura naturans. O, dicho de otro  
modo, expresará mediante esa representación, la aprehensión –sen-  
timiento- que la subjetividad de su sensibilidad le procura.  
Sube a la cumbre de la montaña, mira las largas hileras de las colinas,  
contempla el discurrir de los ríos y toda la magnificencia que se abre a  
tu mirada, ¿y qué sentimiento se apodera de ti? Es un tranquilo reco-  
gimiento, te pierdes a ti mismo en espacios ilimitados y todo tu ser se  
aclara y se purifica apaciblemente, tu yo se esfuma, tú no eres nada,  
Dios es todo.11  
A este tenor, la representación de la naturaleza en la pintura,  
ya no será un mero “telón de fondo” o escenario para describir o re-  
latar el accionar humano –narratividad- en función de los diversos  
géneros ya establecidos (histórico, mitológico, religioso, etc.), sino  
que devendrá merced a la plasmación de esa emocionada percepción  
del artista, en la protagonista única –formal y simbólicamente- de la  
obra, es decir, ahora plenamente como “paisaje”.  
Con la finalidad de poder representar esa concepción holís-  
tica de la naturaleza y el consiguiente sentimiento que su encuentro  
1
2
procura, el artista recurre al descriptivismo científico, singular y  
realista de cada elemento natural –botánico, orográfico, geológico,  
atmosférico, etc., lo nominado como natura naturata–, aunado nor-  
malmente con una visión panorámica a partir de un punto de vista  
elevado y frontal, tamizando todo el paisaje con un cuidado trata-  
el artista y merced a la fantasía de su genio creador (no la imaginación de raíz ilustrada que  
es mera representación de lo real), produce una obra que, para ser bella debe conciliar lo  
universal con lo particular o, lo que es lo mismo, lo infinito (Absoluto) con lo finito (singular):  
Puesto que lo único que da belleza a la obra de arte, a su conjunto, no puede ser la forma, sino algo  
que está más allá de la forma: la esencia, lo universal, la mirada y la expresión del inmanente espíritu  
natural”, Friedrich Wilhelm Joseph Schelling, [1800] Sistema del idealismo trascendental, Tra-  
ducción, prólogo y notas de Jacinto Rivera de Rosales y Virginia López Domínguez, Anth-  
ropos, Barcelona, 1988, p. 69.  
1 Carl Gustav Carus, [1835] Cartas y anotaciones sobre la pintura de paisaje. Diez cartas sobre la pin-  
tura de paisaje con doce suplementos y una carta de Goethe a modo de introducción, Introducción  
de Javier Arnaldo, Visor, Madrid, 1992, p. 71.  
1
12 Alexander Gode—Von Aesch, El Romanticismo alemán y las ciencias naturales, Espasa—Calpe,  
Buenos Aires, 1947.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 13–49  
17  
Xavier Puig Peñalosa  
miento lumínico mediante la peculiar luz del atardecer. De este  
modo, son los elementos formales y compositivos utilizados, los que  
crean en la obra ese efecto de integración y totalidad (orgánica) con  
la finalidad de evocar en el espectador, el sentimiento sobre el princi-  
pio creador de todo lo existente, es decir, el de la natura naturans. En  
definitiva y con el romanticismo, la estética que fundamenta y de-  
termina a la obra paisajística, en realidad se transmuta e inviste de  
un carácter quasi sagrado pues, aquella, es revelación de un conoci-  
13  
miento supremo, suprasensible y, por tanto, verdad.  
Sobre Rafael Salas y su contexto cultural  
En el contexto de la cultura decimonónica del Ecuador de  
mediados del siglo XIX, resulta significativo a los efectos de esta in-  
vestigación por representar el clamor de cambio que las élites cultu-  
rales del país demandaban, la sesión pública de premiación acaecida  
el 6 de marzo de 1852 y presidida por Antonio Salas –padre de Ra-  
fael-, del concurso de pintura organizado por la Escuela Democrática  
de Miguel de Santiago, fundada el 31 de enero de ese mismo año por  
el músico, poeta y pintor Juan Agustín Guerrero y única institución  
14  
en la época dedicada a la enseñanza de la pintura, aunque muy in-  
fluyente entre dichas élites. También participaron en aquella sesión,  
las reputadas Sociedad de Ilustración (ídem para la literatura y la his-  
1
3 De hecho, belleza y verdad conforman una unidad y en la que, es la primera la que constituye  
a la segunda; por eso es —ante todo— una estética (como sentido de la experiencia). “Y, jus-  
tamente porque el arte verdadero quiere ser algo real y objetivo, no puede darse por satisfe-  
cho con la mera apariencia de verdad; erige su edificio ideal sobre la verdad misma, sobre  
el fundamento firme y profundo de la naturaleza”, Friedrich Schiller, [1803] “Sobre el uso  
del coro en la tragedia” en Escritos sobre estética, Edición y estudio preliminar de Juan Manuel  
Navarro Cordón, Madrid, Tecnos, Madrid, 1991 p. 240. También Schelling en su [1800] Sis-  
tema del idealismo trascendental, op. cit., había insistido repetidamente en el carácter sagrado  
del arte pues, su finalidad es la de (re)presentar “lo infinito” (Absoluto) con un medio “fi-  
nito” y, esa será precisamente su definición de belleza romántica; véase asimismo sobre esta  
cuestión, AA.VV., Belleza y verdad (Sobre la estética entre la Ilustración y el Romanticismo), textos  
de A. G. Baumgarten, M. Mendelssohn, J. J. Winckelmann y J. G. Hamann, Introducción de  
Mateu Cabot, Alba, Barcelona, 1999.  
1
4 Sobre la creación plástica de Juan Agustín Guerrero, véase Wilson Hallo, Imágenes del Ecuador  
del siglo XIX. Juan Agustín Guerrero 1818-1880, Texto e investigación, Colección Fundación  
Hallo, Ediciones del Sol y Madrid: Espasa-Calpe SA., Quito, 1981 y, sobre música, Juan Agus-  
tín Guerrero, La música ecuatoriana desde su origen hasta 1875, Imprenta Nacional, Quito, 1876.  
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18  
Romanticismo y pintura de paisaje en el Ecuador decimonónico:  
el caso de Rafael Salas  
toria) y la Sociedad Filarmónica de Santa Cecilia (para la música). La  
fecha elegida conmemoraba el alzamiento del 6 de marzo de 1845  
15  
iniciado en Guayaquil –la denominada Revolución Marcista– con-  
tra la autocracia, ineficacia y corrupción del gobierno del general  
Juan José Flores, representante de los intereses de la oligarquía aris-  
tocrático-terrateniente del momento.  
Los numerosos discursos que se pronunciaron en dicha se-  
sión, tuvieron un carácter marcadamente político, dado el aniversa-  
rio que se conmemoraba -además del propio carácter eminentemente  
político de esas sociedades-, destacando especialmente las unánimes  
apelaciones de cuño inequívocamente ilustrado (“libertad, igualdad  
y fraternidad”, derechos del hombre, naciones civilizadas y de pro-  
greso, etc.) y patriótico (independencia, democracia, libertad y pro-  
16  
greso del Ecuador, etc.).  
No obstante, en dos de aquellas oratorias y tras las citadas  
apelaciones, se abordaron cuestiones referidas al ámbito de lo artís-  
tico y, siendo su común denominador el referido a la perentoria ne-  
cesidad de una nueva orientación conceptual y formal en la pintura  
del país. Así y en la primera, se afirmaba tanto la importancia del  
(
nuevo) género paisajístico basado en la observación de la naturaleza  
como, e igualmente, en la implicación de la propia creatividad del  
artista:  
1
5 Enrique Ayala Mora, “La Revolución Marcista”, Nueva Historia del Ecuador. Época Republicana  
I, Volumen 7, editado por Enrique Ayala Mora, Corporación Editora Nacional/ Editorial Gri-  
jalbo Ecuatoriana Ltda., Quito, 1990, pp. 178-183.  
1
6 “Las Sociedades Democráticas quieren, pues, ser los telégrafos propagativos de la ilustración  
en el Ecuador; y para conseguirlo, estudian y se afanan por adquirir luces (…) Estudian, ade-  
más, para conocer los derechos del hombre, é informarse de sus deberes: reconocen la liber-  
tad del pueblo (…) Libertad, sometida a la lei; Igualdad ante esta, y Fraternidad entre los  
defensores de la Democracia, son pues los principios sobre que se sostienen las relaciones  
que entre ellas existen”, en Discursos pronunciados en la sesión pública de exhibición por los miem-  
bros de las Sociedades Democráticas de Ilustracion, de Miguel de Santiago y Filarmónica, en el setimo  
aniversario del 6 de marzo de 1845, Imprenta de F. Bermeo, Quito, 1852, p. 24. Posteriormente  
a las citadas sociedades, se fundaría la Sociedad Hipocrática (Medicina) en 1853. Sobre las  
Sociedades Democráticas véase de Galaxis Borja González, “Sois libres, sois iguales, sois her-  
manos”. Sociedades democráticas en Quito de mediados del siglo XIX”, Jahrbuch für Geschi-  
chte Lateinamerikas - Anuario de Historia de América Latina, 53 (2016), pp. 185-210 (especialmente  
185-204) y, del mismo autor “Artistas, artesanos, liberalismo y sociabilidades republicanas  
en Ecuador, 1845-1859”, Procesos. Revista ecuatoriana de historia, n° 48 (julio-diciembre 2018),  
pp. 17-48 (especialmente 17-26).  
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19  
Xavier Puig Peñalosa  
Imitad los buenos modelos, pero esperad mucho de la inspiración,  
cread – Lo conseguiréis, robando al cielo esa luz májica, que es el alma  
de la pintura. Decidle al estranjero que nuestro país es hermoso, en-  
viadle copiadas nuestra florestas, nuestros ríos que pasan por un lecho  
de rica vejetacion, nuestras vistas variadas (…) Dirijios por otro ca-  
mino menos trillado, dejad de ser copistas, estudiad la naturaleza y  
no os entretengáis solo en reproducciones que carecen de originalidad  
17  
Que el campo razo y la historia sean vuestro estudio de noche y día.  
Y en los mismos términos pero más contundente, fue la in-  
18  
tervención del penúltimo orador Juan Francisco Gómez de la Torre  
en sus planteamientos sobre la demanda de una efectiva renovación  
para la pintura en el Ecuador:  
(
…) hasta ahora la pintura [en Ecuador] se ha contraido solo á repre-  
sentar imájenes melancólicas y meditabundas—El pincel ha tenido por  
único elemento el aspecto sombrío del claustro; y jamas ha propendido  
entregarse en brazos de la naturaleza, para ser fecundo como ella en  
presentar imájenes grandiosas, ni ménos seguir impulsos de los fan-  
tásticos caprichos de la imajinacion. Pudiéndose decir de nuestra pin-  
tura, lo que un viajero decia respecto de la española: “Que todas las  
paredes estaban adornadas con magníficas pinturas; pero que todas in-  
citaban á la piedad y el cilicio.  
Aun hai mas; la pintura entre nosotros se ha mantenido campeando en  
el teatro servil de la imitacion. Pero ahora, ella se lanza en pos de la in-  
vencion y de la originalidad, para tomar un carácter nacional.  
(…) La literatura, la música y la pintura representadas por las Socie-  
dades de Ilustración, Filarmónica y la Escuela Democrática empiezan  
á conquistar su independencia y nacionalidad, para no mendigar la  
ciencia y la inspiracion en las naciones que llevan la vanguardia de la  
civilización.19  
1
1
7 Discursos pronunciados en la sesión pública…, op. cit., p. 18. Resulta cuanto menos curiosa la  
apelación a la (nueva) pintura de paisaje por parte de un orador, Pablo Bustamante, perte-  
neciente a la Sociedad Filarmónica de Santa Cecilia.  
8 Juan Francisco Gómez de la Torre sería al año siguiente el Presidente de la Sociedad de Ilus-  
tración; véase Discursos pronunciados por los miembros de la Sociedad de Ilustracion, de la Escuela  
Democrática Miguel de Santiago y de la Sociedad Hipocrática en el día seis de marzo del presente año  
de 1853 en el local de las sesiones de la Sociedad de Ilustracion, Imprenta del Gobierno, Quito,  
1
853.  
1
9 Discursos pronunciados en la sesión pública…, op. cit., pp. 26-27.  
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20  
Romanticismo y pintura de paisaje en el Ecuador decimonónico:  
el caso de Rafael Salas  
Como puede apreciarse, el requerimiento a representar las  
imájenes grandiosas” de la naturaleza (lo sublime), distanciándose  
de una mera “imitacion” y recurriendo para ello a la “invencion” y a  
la “orijinalidad” –es decir, a la propia subjetividad del artista- con vis-  
tas a la construcción de “un carácter nacional”, además de significar  
un llamado a los postulados románticos, igualmente y en este mismo  
sentido, viene referido a la necesaria constitución de una “identidad  
nacional”, al tiempo que a la afirmación de la idea de progreso -“na-  
ciones que llevan la vanguardia de la civilizacion”-, cuestiones ambas ya  
señaladas líneas arriba.  
En este punto, resulta preciso referirse a la paradoja de que  
en las sucesivas escuelas o academias artísticas que se crearán en el  
país a lo largo del siglo XIX, todas de efímera duración, tanto las de-  
nominadas de “Artes y Oficios” como las estrictamente de “Bellas  
20  
Artes”, propiciarán la enseñanza del canon academicista europeo  
principalmente la imitación de la naturaleza y el copiado de obras  
(
maestras) como ejemplo de civilización y progreso, frente a las de-  
mandas de cambio que bajo los postulados principalmente román-  
ticos se requería a la pintura. Y a este respecto, me permito sugerir  
que las “tensiones” –o sincretismo- entre el clasicismo de cuño neo-  
clásico y el propio romanticismo, será una de las características más  
relevantes en la instauración del canon decimonónico en Ecuador.2  
1
La influencia de Ernest Charton y Edwin Church en la pintura de  
Rafael Salas: hacia un cambio de paradigma  
Retomando el planteamiento anteriormente aludido sobre  
la necesaria transformación que en la conceptualización y ejecución  
20 Trinidad Pérez Arias, “Modos de aprender y tecnologías de la creatividad: El establecimiento  
de la formación artística académica en Quito: 1849-1930”, en Academias y Arte en Quito 1849-  
1930, Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión / Museo de Arte Colonial, Quito,  
2017, pp. 17-50 (especialmente 17-35); José Gabriel Navarro, La pintura en el Ecuador del XVI  
al XIX, Dinediciones, Quito, 1991, pp. 230-238.  
2
1 Patente resulta esta “tensión” en el caso de la literatura y a propósito de Juan León Mera;  
véase Xavier Puig Peñalosa, “Algunos apuntes para una estética literaria según Juan León  
Mera: entre romanticismo y neoclasicismo”, Procesos: revista ecuatoriana de historia, n° 47  
(enero-junio 2018), pp. 33-57.  
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21  
Xavier Puig Peñalosa  
de la pintura se demandaba, aquella halla su primera influencia en  
el magisterio que el pintor y viajero francés –también ilustrador y  
22  
fotógrafo- Ernest Charton impartió en Quito en 1849. Así y además  
de lecciones teóricas (perspectiva, cromática y tratamiento lumínico  
paleta europea” la denominaba-, etc.), Charton enseñó el dibujo y  
la pintura “al natural”, es decir, trasladando a las calles y plazas de  
Quito y alrededores a sus alumnos para que pudieran realizar sus  
2
3
prácticas in situ. Ello significó un novedoso y moderno plantea-  
miento en relación a la representación pictórica que hasta ese mo-  
mento se realizaba en Ecuador, basada fundamentalmente en la  
producción “seriada” y mimética que imponían los talleres (copia a  
partir de estampas o de otras imágenes), además de la propia temá-  
tica, principalmente de género religioso.  
Y consecuencia de lo antedicho, son los diversos reclamos  
efectuados en los Discursos (1852 y 1853) de las Sociedades Demo-  
cráticas líneas arriba transcritos, en el sentido de la necesidad de do-  
tarse de una pintura que sea original, grandiosa, inventiva y basada  
en el propio paisaje nacional como símbolo de nación civilizada, mo-  
derna y de progreso.  
Igualmente cabe señalar la importancia del segundo viaje a  
Ecuador del propio Charton (1862), estableciéndose en Quito du-  
24  
rante dos años. En el transcurso de esta estancia, el artista imparte  
2
2 Véase del propio Charton sobre su primer viaje a Ecuador, “Aventures d’un peintre francais  
dans l’Amérique méridionale. Séjour a l’ile Floriana.- Guayaquil. – Quito”, antologizado,  
presentado y comentado por un narrador sin identificar en el semanario L’Illustration, Journal  
Universel, N°418, Vol. XVII, 1er. Mars 1851, París, pp. 135-138, https://babel.hathitrust.  
org/cgi/pt?id=uc1.c008845598&view=1up&seq=146&size=150 (12/08/2021) y, más porme-  
norizadamente en formato libro Vol d’un navire dans l’Océan Pacifique, en 1848, raconté par Er-  
nest Charton, l’un des passagers, Typographie de Firmin Didot frères, Paris, 1854, http://bdigi  
tal.bnp.gob.pe/bnp/recursos/2/flippingbook/xz_1000062603_031_005/files/assets/basic-  
html/page-3.html# (12/08/2021).  
23 La importancia de este magisterio de Charton en los jóvenes maestros que asistieron a esta  
academia improvisada” -en palabras del propio artista- y su consiguiente influencia en el de-  
sarrollo de la plástica ecuatoriana decimonónica, queda de manifiesto a tenor de algunos de  
los nombres de aquellos alumnos: “Fueron alumnos de éste [de Charton] en la pintura  
Ramón y Rafael Salas [hijos de Antonio Salas], Ramón Vargas, Leandro Venegas, Agustín  
Guerrero, Nicolás Miguel Manrique, Telesforo Proaño y Luis Cadena; y de dibujo Juan Pablo  
Sanz, Andrés Acosta, Camilo Corral, Juan Manosalvas”, en José Gabriel Navarro, La pintura  
en el Ecuador del XVI al XIX, op. cit., p. 231.  
2
4 Posteriormente, Charton publicaría un artículo sobre esta segunda estadía: “Quito (Républi-  
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22  
Romanticismo y pintura de paisaje en el Ecuador decimonónico:  
el caso de Rafael Salas  
nuevamente clases de dibujo y pintura realizando numerosas acua-  
relas de “tipos y costumbres” del país (se le atribuyen casi una cin-  
25  
cuentena). En aquellas, destacan la variedad y pintoresquismo de  
los motivos representados (personas, indumentarias, oficios, cos-  
tumbres, hábitats, etc.) mediante el empleo de una ejecución más  
deudora de un estilo realista y, a partir de los postulados estéticos  
del costumbrismo de cuño romántico. En realidad, es la particular y  
condicionada mirada europea sobre esa otredad la que construye al  
objeto” representado para incorporarla como un imaginario propio,  
26  
principalmente mediante una calculada “puesta en escena” y, si-  
multáneamente, representando a los diversos personajes como  
meros arquetipos.27  
que de l’Équateur)”, Le Tour du Monde, Nouveau Journal des Voyages, n° 391, mars 1862, en el  
volumen recopilatorio correspondiente al Premier Semestre, Librairie de L. Hachette et Cie.,  
París, 1867, pp. 401-416, https://books.google.com.ec/books?id=qAscAQAAMAAJ&pg=  
PA401&hl=es&source=gbs_toc_r&cad=3#v=onepage&q&f=false (13/08/2021).  
2
5 Este tipo de imágenes tenían una gran demanda, tanto de los viajeros que llegaban al país  
con el objeto de poder llevarse un souvenir, como y sobre todo para el mercado de los países  
europeos. Véase sobre las acuarelas costumbristas de Charton y esta tipología representa-  
cional, Alexandra Kennedy-Troya, “Álbumes de estampas, coleccionismo privado y relato  
nacional”, en Alexandra Kennedy-Troya, Élites y la nación en obras. Visualidades y arquitectura  
en Ecuador 1840-1930, Cuenca, Universidad de Cuenca/Casa de la Cultura Ecuatoriana-Nú-  
cleo del Azuay, Cuenca, 2015, pp. 101-140; Pascal Riviale, “Ernest Charton, les voyageurs et  
la pintura costumbrista en Équateur: une histoire interactive au XIXe siècle”, HISTOIRE(S)  
de l’Amérique latine (HISAL), vol. 6, article nº 2, (2011), pp. 1-40 (especialmente 6-40); Jorge  
Dávila Vásquez, (texto del catálogo) Ernest Charton: Un pintor corógrafo, Banco de Crédito,  
Quito, 1998; Wilson Hallo, Imágenes del Ecuador del siglo XIX. Juan Agustín Guerrero 1818-1880,  
op. cit.; Juan Castro Velázquez, Pintura Costumbrista Ecuatoriana del siglo XIX (de la Colección  
Castro y Velázquez), Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP), Cua-  
derno de Cultura Popular N° 16, Quito, 1990; Jill Fitzell, “Teorizando la diferencia en los  
Andes del Ecuador: viajeros europeos, la ciencia del exotismo y las imágenes de los indios”,  
en Blanca Muratorio, editora, Imágenes e Imagineros. Representaciones de los indígenas ecuato-  
rianos, Siglos XIX y XX, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Ecuador  
(
FLACSO), Serie Estudios-Antropología, Quito, 1994, pp. 25-73; Blanca Muratorio, “Nación,  
identidad y etnicidad: imágenes de los indios ecuatorianos y sus imagineros a fines del siglo  
XIX”, en Blanca Muratorio, editora, Imágenes e imagineros. Representaciones de los indígenas  
ecuatorianos, Siglos XIX y XX, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Ecuador  
(
FLACSO), Serie Estudios-Antropología, Quito, 1994, pp. 109-196.  
2
6 Una de las mediaciones constitutivas de esa “puesta en escena” era la referida al “mito del  
ojo inocente”, a saber, que la elaboración de la imagen procurase en el espectador una sen-  
sación de ingenuidad como valor representativo de una “captación aparentemente no me-  
diada de la visión. Lo que propugnaban los académicos no era una verdadera inocencia de  
la visión, sino más bien que el artista fuese entrenado en las técnicas de la invención y com-  
posición para lograr una aparente espontaneidad”; Jill Fitzell, “Teorizando la diferencia en  
los Andes del Ecuador…”, op. cit., p. 43.  
BOLETÍN ANH Nº 207 • 13–49  
23  
Xavier Puig Peñalosa  
Si Rafael Salas aprendió de Charton una nueva técnica pic-  
tórica a partir de las clases teóricas y prácticas del francés, al igual  
que un –hasta ese momento– inédito empleo del material pictórico,  
serán definitorias para el inicio del paisajismo romántico en Ecuador,  
la influencia que en Salas supondrán las dos visitas que el pintor ro-  
mántico norteamericano perteneciente a la afamada Escuela del Río  
28  
29  
Hudson, Frederic Edwin Church realizó a Ecuador (1853 y 1857),  
siguiendo el viaje que Alexander von Humboldt hiciese a principios  
de siglo por el continente centro y sudamericano y el Caribe y, hacia  
30  
el que profesaba una admiración sin límites.  
Efectivamente, Church no solo ejecutó numerosas obras ins-  
piradas en paisajes naturales del país (entre otras, “Montañas del  
Ecuador”, 1855, “Vista del Cotopaxi”, 1857, “Cotopaxi”, 1855 y 1862,  
“Cayambe”, 1858 y la celebérrima “El corazón de los Andes”, 1858),  
2
7 Especialmente referidas a las literarias, aunque también a las de su correlato gráfico, las “imá-  
genes de costumbres” presentan tres tipologías: la “panorámica”, caracterizada por ser una  
representación “testimonial” de un lugar visitado por el propio viajero y que no es propia-  
mente ni un paisaje ni una vista, sino que está pensada como una “fijación de una memoria  
particular, que se activa con el relato del viajero, o del testigo de una acción”; de ahí su “valor  
documental”. La segunda está denominada como “iconista”, siendo su principal caracterís-  
tica que “los personajes representados aparecen no en tanto individuos, sino como ejempla-  
res” vinculados a una taxonomía social específica y “que se complementan con un relato  
descriptivo”. Y en tercer lugar, se define la tipología “costumbrista” como aquella que pre-  
senta un “carácter narrativo”, es decir, se presenta a un individuo singular en una situación  
y/o contexto particular, otorgando así narratividad a lo representado; por ejemplo y si es  
una imagen, con una indicación al efecto; en Juan Ricardo Rey Márquez y Carolina Banegas  
Carrasco, Noticias iluminadas: arte e identidad en el siglo XIX, (catálogo exposición), Alcaldía  
Mayor de Bogotá/Fundación Gilberto Alzate Avendaño, Bogotá, 2011, pp. 62-63.  
2
8 Los diversos pintores que integraban esa escuela (Thomas Cole –uno de sus fundadores y  
maestro de Church-, Albert Bierstadt, Asher Brown Durand, etc.), ejecutaban una pintura  
de gran formato y en la que la representación de la experiencia sublime en/con la naturaleza  
cobraba un protagonismo absoluto, destacando especialmente por el magistral tratamiento  
lumínico, así como en el detallado y científico descriptivismo de sus componentes. Para la  
Escuela del río Hudson, véase AA.VV., American Paradise. The World of the Hudson River School,  
The Metropolitan Museum of Art (MOMA), New York, 1987; Tomás Llorens (Comisario),  
Explorar el Edén. Paisaje americano del siglo XIX, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, 2000.  
9 Sobre el viaje de Church a Colombia y Ecuador, véase de Pablo Navas Sanz de Santamaría,  
El viaje de Frederic Edwin Church por Colombia y Ecuador abril-octubre de 1853, Villegas editores,  
Bogotá, 2008. José Gabriel Navarro erróneamente atribuye tres viajes de Church a Ecuador  
2
3
–1845, 1855 y 1864-, en La pintura en el Ecuador…, op. cit., p. 212.  
0 Para la estadía de Humboldt en el Ecuador, véase en la edición de sus [1905] Cartas America-  
nas, Compilación, prólogo, notas y cronología de Charles Minguet, Biblioteca Ayacucho, Ca-  
racas, 1998, pp. 75-92, https://centroderecursos.cultura.pe/sites/default/files/rb/pdf/  
Cartas%20americanas%20Humbolt.pdf (13/04/2021).  
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24  
Romanticismo y pintura de paisaje en el Ecuador decimonónico:  
el caso de Rafael Salas  
sino que la gran amistad que inmediatamente se fraguó entre  
Church y Rafael Salas a raíz de las estadías de aquél, implicó que el  
norteamericano adoctrinara a Salas sobre la estética de lo sublime  
romántico en relación a la naturaleza, así como la particular técnica  
artística en la representación de aquella y de acuerdo a esos postu-  
31  
lados; se iniciaba así ese género pictórico en el Ecuador.  
Sobre esta última cuestión, conviene precisar que Rafael  
Salas aprendió a pintar en el taller de su padre Antonio -reconocido  
32  
pintor en su época y perteneciente a la élite cultural del momento–  
3
1 Sobre esta cuestión y en el pionero trabajo de Alexandra Kennedy-Troya, “Del Taller a la Aca-  
demia. Educación artística en el siglo XIX en Ecuador”, Procesos: revista ecuatoriana de historia,  
N° 2, (1992), pp. 119-134, se lee: “la exposición promovida por la Academia [Academia de  
Dibujo o Academia Ecuatoriana instaurada en 1860 por García Moreno] en septiembre de  
1862, concedió la medalla de oro a un paisaje: “Paso del Manglar” pintado por Juan Mano-  
salvas (…) Creemos que esta fecha podría ser importante punto de partida para el paisajismo  
en Ecuador”, p. 128. Efectivamente, José M. Sanz y bajo el epígrafe de “Esposicion publica  
de 1862” en la revista El Iris. Publicacion literaria, cientifica i noticiosa (Agosto de 1862), Im-  
prenta del Pueblo, Quito, pp. 322-324 y, tras un preámbulo introductorio e informativo, es-  
cribe: “Las exposiciones tienen esa inmensa ventaja, pues haciendo un llamamiento a todas  
las intelijencias, apoyando los esfuerzos i ofreciendo coronas al talento, a la laboriosidad, a  
la invención, abren campos a los progresos del trabajo, a las concepciones del injenio i a los  
vuelos de la fantasia”, dando cuenta de esa premiación: “Obtuvieron medallas de oro los si-  
guientes señores por las producciones que se espresan: Juan Manosalvas por un precioso  
paisaje al oleo, que representa “el paso del manglar”, pp. 323-324. No obstante y si como se  
ha expuesto, la primera visita de Church a Ecuador fue en 1853, resulta razonable colegir  
que Rafael Salas comenzase a pintar paisajes (en el sentido romántico del término como ya  
se ha señalado) a partir de esa fecha y según las enseñanzas del norteamericano. Asimismo  
y aunque resulte secundario para el caso, el hecho de que se califique como “paisaje” al cua-  
dro de Manosalvas, no significa que lo sea acorde a los postulados románticos ya descritos  
al inicio de este trabajo pues, para ello, cabría tener la oportunidad de poder observar feha-  
cientemente a dicha obra. Finalmente, señalar que José Gabriel Navarro, La pintura en el Ecua-  
dor…, op. cit., atribuye en varios apartados la autoría primigenia del género paisajístico en  
Ecuador a Rafael Salas: “Church el maestro norteamericano de Rafael Salas, a quien hizo el  
primer paisajista de la pintura quiteña (…) El paisaje no fue cultivado entre nosotros sino  
desde el siglo XIX con Rafael Salas”, p. 177, “[Rafael Salas] Fue un buen retratista y el primero  
de los paisajistas que tuvo el Ecuador”, p. 204, “[Rafael Salas] se constituyó en el fundador  
de la pintura paisajística en nuestro país”, 1991, 205. También y en estas dos últimas páginas  
citadas, informa Navarro del magisterio de Church a Salas al respecto. E, igualmente en los  
anteriores términos, José María Vargas, Los pintores quiteños del siglo XIX, Editorial Santo Do-  
mingo, Quito, 1971: “Fue [Rafael Salas] el introductor del paisaje en el arte nacional”, p. 21.  
2 Resulta revelador por lo antedicho líneas arriba en el propio texto y en relación a los Discursos  
comentados, la valoración efectuada por el crítico artístico de origen chileno, José Bernardo  
Suárez a propósito de Antonio Salas y la propia pintura ecuatoriana de la época en Tesoro  
Americano de las Bellas Artes. Plutarco del Artista Americano, Santiago, Imprenta Chilena, 1872,  
http://www.libros.uchile.cl/files/presses/1/monographs/443/submission/proof/46/inde  
x.html (19.04.2021): “Al terminar estos apuntes biográficos sobre los pintores mas notables  
3
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25  
Xavier Puig Peñalosa  
y, en el que él mismo trabajaba al igual que sus numerosos herma-  
nos, ejercitándose en los géneros que mayor demanda tenían de sus  
comitentes: los ya citados de pintura religiosa y los retratos. De  
hecho y debido tanto a esa amplia solicitud como al lento cambio de  
gusto en la aceptación por los propios comitentes de la nueva pin-  
tura de paisaje, el artista siguió ejerciendo durante toda su trayecto-  
33  
ria vital los mencionados géneros tradicionales.  
Salas fue un gran admirador del gobierno de Gabriel García  
34  
Moreno, tanto por el catolicismo que ambos profesaban como por  
su admiración ante las reformas modernizadoras implementadas  
por dicho presidente. Al tiempo, este le concedió una beca para  
poder ampliar sus conocimientos artísticos en la Academia de San  
Lucas en Roma y en París (1873-1875), a pesar de que en esas fechas  
ya era un pintor reconocido, ejerciendo a su regreso la docencia en  
35  
la Escuela de Bellas Artes –fundada por el propio García Moreno–  
hasta su disolución, a raíz del asesinato de aquél en 1876.  
del Ecuador, no dejaremos de advertir, que tanto los antiguos artistas ecuatorianos como de  
los de nuestros días, ninguno ha podido merecer la palma de la invencion. Todos han sido  
copistas; i los cuadros que han llevado cosigo alguna originalidad, siempre han tenido por  
modelo algun grabado o alguna cosa que pudiera encaminarlos. Los estudios académicos  
tomados del natural no datan sino de estos últimos tiempos. Don Antonio Salas fué el pri-  
mero que inició esta era de progreso en los años de 1827 a 1830. En esta época dirijió la aca-  
demia de dibujo, tomando por primera vez el modelo vivo, i mas tarde le siguió su discípulo  
Cadena”, pp. 47-48. Anotar que José María Vargas en su Los pintores quiteños del siglo XIX,  
op. cit., p. 21, atribuye erróneamente al célebre pintor chileno Pedro Francisco Lira Recabarren  
la autoría del Tesoro Americano pues, es en esta publicación de José Bernardo Suárez donde  
se encuentra una corta reseña sobre Rafael Salas, p. 45 y, que el propio José María Vargas  
transcribe completa en su, op. cit., p. 21. Sobre Pedro Francisco Lira, véase de Carmen Fer-  
nández-Salvador, “La invención del arte colonial en la era del progreso: crítica, exposiciones  
y esfera pública en Quito durante la segunda mitad del siglo XIX”, Procesos. Revista ecuato-  
riana de historia, n° 48 (julio-diciembre 2018), pp. 49-76 y, del propio Lira, “Las Bellas Artes  
en Chile. Estudio hecho por el joven don Pedro Francisco Lira Recabarren, a principios de  
1
865”, Anales de la Universidad de Chile, 28 (ene.-jun.1866), pp. 276-292, https://  
anales.uchile.cl/index.php/ANUC/article/view/20037/21197 (20.04.2021).  
3 Para las cuestiones más vinculadas a la biografía de Rafael Salas, véase José María Vargas,  
Los pintores quiteños del siglo XIX, op. cit., 1971, pp. 19-23; José Gabriel Navarro, La pintura en  
el Ecuador…, op. cit., pp. 178 y 204-206.  
4 Es sabida la realización por Salas del cuadro del Sagrado Corazón de Jesús, encargo del presi-  
dente García Moreno a raíz de su consagración del país -1873- como “República del Sagrado  
Corazón”.  
5 Su director fue otro excelente pintor, Juan Manosalvas, becado asimismo por García Moreno  
a la misma academia, dos años antes que Rafael Salas; José María Vargas, Los pintores quiteños  
del siglo XIX, op. cit., pp. 28-29.  
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Romanticismo y pintura de paisaje en el Ecuador decimonónico:  
el caso de Rafael Salas  
Finalmente y como datos destacables por su ulterior reper-  
cusión en la diacronía de la recién inaugurada pintura de paisaje en  
Ecuador, mencionar que Salas tuvo en su taller durante un tiempo y  
como alumnos, a los posteriormente célebres pintores paisajistas Ra-  
fael Troya y Luis A. Martínez. Asimismo, igualmente remarcar por  
su capital importancia, el corto magisterio –falleció en 1906- que ejer-  
ció en la recién inaugurada Escuela de Bellas Artes en Quito (1904),  
gracias a las gestiones realizadas por el entonces ministro Luis A.  
Martínez en el breve gobierno de Lizardo García. Y Escuela que sería  
fundamental en el ulterior desarrollo de las artes plásticas y el diseño  
gráfico en el país.36  
Rafael Salas, pintor de paisajes, sus características  
Varias son las constantes que Rafael Salas utiliza en la ejecu-  
ción de sus pinturas de paisaje. En primer lugar, señalar que el punto  
de vista elegido en aquellas siempre es frontal y ligeramente elevado  
con la finalidad de poder ofrecer una visión más amplia y, por tanto,  
panorámica del paisaje representado. Al tiempo y en el primer plano  
de la obra, sendos majestuosos árboles o elevaciones del terreno ubi-  
cados en ambos extremos de aquél -o más pronunciadamente en uno  
de ellos-, hacen las veces de telón de un teatro como invitándonos a  
contemplar y “entrar” en esos paisajes.  
Otra de esas constantes supone que, con mucha frecuencia,  
hay algún elemento natural (rocas, matorrales, árboles, hondonadas  
o pequeñas elevaciones de terreno, etc.), casi siempre en el primer  
plano o muy cercano al lugar en que se ubica la mirada del especta-  
dor que, compositivamente y trazando una perpendicular ideal, di-  
vide en dos partes espacialmente iguales a la obra.  
También resulta recurrente en estos paisajes, la gran brumo-  
sidad que imprime Salas en los terceros planos de los mismos, difu-  
minando así a lo formalmente representado en estos (nevados  
principalmente o cadenas montañosas), dotándolos de una singular  
36 Sobre dicha Escuela de Bellas Artes, véase Mireya Salgado y Carmen Corbalán de Celis, La  
Escuela de Bellas Artes en el Quito de inicios del siglo XX, Instituto de la Ciudad, Quito, 2012.  
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Xavier Puig Peñalosa  
atmósfera que acentúa su lejanía, al tiempo que otorga una mayor  
perspectiva espacial a la obra. Y en este último sentido, la gradada  
transición del primer al último plano, recurriendo a diversos elemen-  
tos naturales como caminos, senderos o ríos que atraviesan los pla-  
nos hacia la profundidad del conjunto, o cadenas montañosas que  
están representados de menor a mayor altura según se alejan en la  
propia obra, vaguadas o mesetas o bosques y masas forestales con  
igual disposición, etc., ejercen de elementos compositivos que dirigen  
la mirada del espectador hacia una lontananza “allá a lo lejos” donde  
generalmente está ubicado el volcán, motivo y título de la represen-  
tación.  
Asimismo, compositivamente, el artista establece un calcu-  
lado equilibrio entre los elementos verticales (árboles o masas vege-  
tales perpendicularizadas, nevados o montañas, elevaciones del  
terreno, etc.) y los horizontales (llanuras, lagos, etc.), generalmente  
ubicados estos últimos en el segundo plano. Y anotar que, en sus  
obras, dedica al celaje casi la mitad de la superficie representada.  
Otra de sus características es la casi generalizada ausencia  
de figuras humanas en la mayoría de sus paisajes, otorgando así un  
protagonismo absoluto a la propia naturaleza. No obstante lo ante-  
dicho, sí representa en ocasiones signos de civilización como cami-  
nos, viviendas campesinas o campos de cultivo. No obstante, cuando  
introduce algún o algunos personajes, estos sirven principalmente  
para establecer una escala comparativa con su entorno o, al tiempo,  
incidir en la narratividad de la obra.  
Cromáticamente, Salas emplea una paleta en la que marro-  
nes, ocres, verdes, azules y el blanco son la gama mayormente pre-  
dominante. No obstante, los distintos tonos que elabora a partir de  
aquella, sirven y ofrecen a una representación paisajística en la que  
los diversos elementos naturales (geológicos, orográficos, botánicos,  
meteorológicos, lumínicos, etc.) y en su propia singularidad, respon-  
den tanto a una cierta voluntad mimética como compositiva. Y en re-  
lación a lo antedicho, señalar el empleo de colores cálidos en, muy  
frecuentemente, el tercer plano -con menor medida en el segundo-  
y colores más oscuros en el primero, creando así en este un efecto  
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Vida académica  
casi en contraluz para resaltar la mayor lejanía de aquél último plano  
y, consecuentemente, establecer una mayor profundidad perspectiva  
a la representación. Ello, asimismo, implica un efecto de “masa” a lo  
representado en el primer plano, mientras que en el último y com-  
parativamente resulta mayormente “aéreo”.  
El tratamiento lumínico con que dota el artista a sus paisajes,  
consiste básicamente en una luz difundida muy homogéneamente,  
aunque en alguno de aquellos aparece con un foco más localizado  
en un sector del cielo. No obstante y muy generalizadamente, la lu-  
minosidad corresponde bien al amanecer o al orto solar, tiñendo de  
un tono rosáceo o amarillento a algunos de los elementos de la pro-  
pia representación (nubes, laderas de las montañas o nevados, copas  
de algunos árboles, etc.), y creando así un efecto de singular presen-  
cialidad que parece dejar en suspenso nuestra habitual percepción -y  
reconocimiento- de la cotidiana realidad.  
En definitiva, esos recursos compositivos, formales, cromá-  
ticos o lumínicos empleados por Salas, están estudiados, conceptua-  
lizados y ejecutados para representar a la naturaleza como “paisaje”  
y, así, abocarnos a una contemplación sentimental de aquella, expe-  
riencia y símbolo de ese anhelado Absoluto como plenitud del sen-  
37  
tido de la propia existencia; o, como ya escribiese Humboldt: “El  
gran estilo de la pintura de paisaje es el fruto de una contemplacion pro-  
funda de la Naturaleza y de la transformación que se verifica en el interior  
del pensamiento”.38  
3
7 El hecho de que Salas fuese profundamente católico, no es óbice para que la estética de cuño  
netamente romántico esté cabal y fehacientemente representada en sus obras paisajísticas. Y  
si así fuese, bastaría sustituir el término Absoluto, Infinito o Totalidad por Dios. En cualquier  
caso, será el espectador y su propia sensibilidad y/o conocimiento el que, en última instancia,  
hará su correspondiente “recepción” de la obra. Para esta última cuestión, véase Rainer War-  
ning, (Editor), Estética de la recepción, Visor, Madrid, 1989. Esta obra colectiva y aunque está  
referida principalmente a la recepción literaria, los principios que enuncia son aplicables a  
la recepción de cualquier obra artística.  
38 Alexander von Humboldt, Cosmos: ensayo de una descripción física del mundo, vertida al castellano  
por Bernardo Giner y José de Fuentes, Tomo II, Imprenta de Gaspar y Roig, Editores, Madrid,  
1874, p. 84, https://archive.org/details/cosmosensayodeun02humb/page/n6 (10/05/2021).  
Señalar a este respecto que la edición original de Cosmos fue publicándose de 1845 a 1858,  
traduciéndose a catorce idiomas (en español en 1874/75) y alcanzando un enorme éxito e  
influencia en diversos ámbitos del conocimiento.  
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