BOLETÍN  
DE LA ACADEMIA  
NACIONAL DE HISTORIA  
Volumen C  
Nº 208-A  
Julio–diciembre 2022  
Quito–Ecuador  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Director  
Dr. Franklin Barriga Lopéz  
Dr. Cesar Alarcón Costta  
Subdirector  
Secretario  
Ac. Diego Moscoso Peñaherrera  
Dr. Eduardo Muñoz Borrero, H.C.  
Mtra. Jenny Londoño López  
Dra. Rocío Rosero Jácome, Msc.  
Dr. Claudio Creamer Guillén  
Tesorero  
Bibliotecaria archivera  
Jefa de Publicaciones  
Relacionador Institucional  
COMITÉ EDITORIAL  
Dr. Manuel Espinosa Apolo  
Dr. Kléver Bravo Calle  
Universidad Central del Ecuador  
Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE  
Universidad Laica Eloy Alfaro-Manabí  
Dra. Libertad Regalado Espinoza  
Dr. Rogelio de la Mora Valencia  
Dra. Maria Luisa Laviana Cuetos  
Dr. Jorge Ortiz Sotelo  
Universidad Veracruzana-México  
Consejo Superior Investigaciones Científicas-España  
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima-Perú  
EDITORA  
Dra. Rocío Rosero Jácome, Msc.  
Universidad Internacional del Ecuador  
COMITÉ CIENTÍFICO  
Dra. Katarzyna Dembicz  
Dr. Silvano Benito Moya  
Dra. Elissa Rashkin  
Universidad de Varsovia-Polonia  
Universidad Nacional de Córdoba/CONICET- Argentina  
Universidad Veracruzana-México  
Dr. Stefan Rinke  
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Universidad de Guadalajara-México  
Dr. Carlos Riojas  
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Instituto Cervantes, Berlín- Alemania  
Universidad Técnica Federico Santa María – Chile  
Université Paris Ouest - Francia  
Universidad de los Andes-Colombia  
Universidade do Estado do Rio de Janeiro-Brasil  
BOLETÍN de la A.N.H.  
Vol C  
Nº 208–A  
Julio–diciembre 2022  
©
ꢀ Academia Nacional de Historia del Ecuador  
ISSN Nº 1390-079X  
eISSN Nº 2773-7381  
Portada  
Pirámides de Cochasquí  
Diseño e impresión  
PPL Impresores 2529762  
Quito  
landazurifredi@gmail.com  
enero 2023  
Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación  
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA DELꢀECUADOR  
SEDE QUITO  
Av. 6 de Diciembre 21-218 y Roca  
2
2556022/ 2 907433 / 2 558277  
ahistoriaecuador@hotmail.com  
publicacionesanh@hotmail.com  
ÍNDICEꢀ  
EDITORIAL  
7
11  
13  
ARTÍCULOS Y ENSAYOS  
Psicoanálisis de Simón Bolívar  
Xavier Chiriboga  
Conversando con los muertos:  
El caso de los kichwas de Cotacachi, Ecuador  
Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
43  
Ernest Charton y la renovación pictórica  
del siglo XIX ecuatoriano.  
Una aproximación estética y artística  
a cuatro vistas de Guayaquil  
Xavier Puig Peñalosa  
77  
115  
155  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
Enrique Noboa Flores  
Arqueología y Antropología social:  
Oferta académica en universidades ecuatorianas  
Daniel Xavier Calva Nagua  
Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
Ryan Scott Hechler  
Will Pratt  
Andrea E. Chávez Chuquimarca  
Sobre los alimentos ancestrales andinos  
saludables ante el covid-19,  
tanto en la ciudad como en el campo  
Pascual Yépez Morocho  
179  
215  
249  
GENEALOGÍA  
Historias de heráldica:  
Un escudo en piedra con 440 años de historia  
en Chambo  
Álvaro Mejía Salazar  
251  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
segunda parte–  
Gregorio de Larrea  
277  
325  
VIDAꢀACADÉMICA  
Discurso de agardecimiento, luego de recibir  
la condecoración “Federico González Suárez” de la ANH  
Franklin Barriga López  
327  
5
Conversatorio “La lucha de Guayaqil por el Estado de Quito”  
335  
Bienvenida al conversatorio  
La lucha de Guayaquil por el Estado de Quito”  
Antonieta Palacios Jara  
337  
342  
Guayaquil en la geopolítica libertaria  
Paco Moncayo Gallegos  
El Perú y el esfuerzo guayaquileño  
por la independencia de Quito  
Jorge Ortiz Sotelo  
374  
392  
Olmedo y el 9 de Octubre de 1820.  
Un movimiento de la modernidad  
en el marco de la globalización  
Rocío Rosero Jácome  
El tratado celebrado  
entre la provincia libre de Guayaquil  
y la república de Colombia: 15 de mayo de 1821  
Magno Marriot Barreto  
413  
421  
Las Banderas de Guayaquil  
en el proceso de Independencia, 1820-1822  
Eduardo Estrada Guzmán  
Palabras de clausura en el conversatorio  
La lucha de Guayaquil  
por el estado de Quito”  
Antonieta Palacios Jara  
461  
463  
NORMAS PARA PRESENTACIÓN DE TRABAJOS  
6
La Academia Nacional de Historia presenta el Bole-  
tín N°208. Se compone de dos volúmenes. El N°208-Arecoge  
los aportes de varios investigadores nacionales y extranjeros  
sobre diversos temas de estudio expuestos a través de la sec-  
ción Ensayos y Artículos que compendia temas de arqueolo-  
gía e historia con una interpretación desde el siglo XVI hasta  
el XX sobre Cochasquí. El siglo XIX se visualiza a través de  
la interpretación psicológica de Bolívar. También el siglo XIX  
se muestra y explica en el arte pictórico mediante el trabajo  
del pintor Ernest Charton. Se evidencian los siglos XX-XXI  
a través de los trabajos: Historia de la cesárea; La oferta aca-  
démica universitaria de arqueología y antropología. Los ali-  
mentos ancestrales y el COVID-19. La Sección de Genealogía  
presenta un estudio de la heráldica de Chambo abarca los  
siglos XVI al XIX y a través del texto sobre una obra pía que  
comprende los siglos XVII y XVIII.  
La sección Vida Académica, inicia con las palabras de  
agradecimiento del Dr. Franklin Barriga, director institucio-  
nal por la recepción de la máxima presea que otorga la Aca-  
demia Nacional de Historia, la condecoración: Federico  
González Suárez.  
La sección Vida Académica cuenta con una subsec-  
ción correspondiente al “Conversatorio realizado en Gua-  
yaquil: Bicentenario de la Batalla de Pichincha: 1822-2022”,  
realizado en la “Perla del Pacífico” los días 21 y 22 de sep-  
tiembre de 2022, denominado: La lucha de Guayaquil por el Es-  
tado de Quito, a propósito de la reedición del libro del mismo  
nombre, escrito por Julio Estrada Ycaza, inicialmente publi-  
cado en 1984. Este evento fue ideado, coordinado y ejecu-  
tado por el Capítulo Guayaquil de la Academia Nacional de  
Historia bajo la dirección de la Arq. Antonieta Palacios y el  
Dr. Franklin Barriga López, con el apoyo de los miembros  
del Capítulo y de la Institución en calidad de ponentes. Se  
registran los siguientes trabajos: Guayaquil en la Geopolítica  
Libertaria. El Perú y el esfuerzo guayaquileño por la inde-  
pendencia de Quito; también: Olmedo y el 9 de octubre de  
7
1
820: Un movimiento de la modernidad en el marco de la globaliza-  
ción. El tratado internacional suscrito entre Guayaquil independiente  
y la república de Colombia en 1821.Esta subsección contiene las pa-  
labras de apertura y cierre del acto académico, a cargo de la directora  
del Capítulo Guayaquil, Arq. Antonieta Palacios.  
Este volumen consta de su respectivo índice que permita ubi-  
car los temas, los autores y las páginas correspondientes.  
El volumen N°208-B corresponde a la sección Discursos que  
recoge las piezas oratorias expuestas por el Director de la Academia  
Nacional de Historia o de los Académicos representantes del Direc-  
tor, efectuadas en los actos académicos públicos para la recepción de  
nuevos miembros, con diversas designaciones, de acuerdo a la cla-  
sificación estatutaria. También se consignan los discursos de los re-  
cipiendarios. La Academia ha designado Miembros Correspondien-  
tes Nacionales, por el Capítulo de Loja, a los siguientes profesionales:  
Fernando Patricio Aguirre Aguirre; Michelle Ivanova Aldeán Riofrío;  
Efraín Borrero Espinosa; Ángel Polibio Chalán Chalán; Tulia Ro-  
senda Guerrero Aguirre. En Quito fueron recibidos: Francisco Ulloa  
Enríquez; Rina Artieda Velasteguí; Santiago Vallejo; José Alvarado  
Gualpa; Ingrid Díaz Patiño; Carlos Ruales; Manuel Carrasco, Mario  
Garzón; Cecilia Morales Ruiz. En Guayaquil fue recibido César Ba-  
querizo Arosemena, el discurso de Bienvenida fue pronunciado por  
Ecom. José Arrobo Reyes. En total son 15 nuevos Miembros Corres-  
pondientes. Los discursos de bienvenida fueron ofrecidos por el Dr.  
Franklin Barriga, Académico Diego Moscoso y Dr. Claudio Creamer.  
Miembros Correspondientes Extranjeros fueron designados  
los estadounidenses: John Stephen, David Brown por el Capítulo de  
Carchi-Imbabura. Así mismo: Emiliano Gil, español, en Quito. Son  
3
nuevos Miembros Correspondientes Extranjeros. Los discursos fue-  
ron ofrecidos por el Dr. Franklin Barriga y el Dr. Claudio Creamer.  
Miembros Honorarios fueron 5 designados por su gran valía  
en diversos campos del conocimiento o actuación destacada a nivel  
nacional o internacional. Son los siguientes profesionales: Paula Ca-  
sados Sastre; Víctor Hugo Gutiérrez; Simón Zabala; José Gallardo;  
Galo Galarza. Los discursos de recepción fueron pronunciados por  
el Dr. Franklin Barriga López.  
8
La Academia ascendió Miembros de Número a 2 profesiona-  
les: Antonieta Palacios Jara y Claude Lara Brozzesi. Los discursos de  
ascenso estuvieron a cargos del Dr. Eduardo Estrada y del Dr. Frank-  
lin Barriga López, respectivamente.  
La Academia reconoció el ascenso a Miembro Emérito a  
Hugo Burgos. El discurso fue emitido por el Académico Diego Mos-  
coso.  
Al inicio de volumen se colocará el respectivo índice que  
permita ubicar los temas, los autores y las páginas correspondientes.  
Al final de este Boletín, correspondiente también al N°208-B se in-  
serta el Directorio de los contactos telefónicos y de correo electrónico  
de los Miembros de la Academia, y finalmente, se encuentran las  
Normas de publicación que nos permitimos sugerir se revisen para  
la presentación y envío de futuros trabajos.  
Rocío Rosero Jácome  
Editora, Jefe de Publicaciones  
Quito, 29-12-2022  
9
ARTÍCULOS  
Y ENSAYOS  
Página anter ior : Simón Bolívar  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-A  
Julio–diciembre 2022  
PSICOANÁLISIS DE SIMÓN BOLÍVAR1  
Xavier Chiriboga Maya2  
Resumen  
Este estudio usa el psicoanálisis y la psiquiatría para plantear  
varias hipótesis sobre los procesos inconscientes que motivaron la  
vida de Simón Bolívar. Siendo un estudio de suma importancia para  
la historia, la psicología, y las psicobiografías. De la escuela psicoa-  
nalítica, se ha tomado a sus tres principales exponentes y fundado-  
res: Freud, Jung y Adler. Como método se usaron sus teorías más  
importantes: el complejo de Edipo, el inconsciente individual y la li-  
bido de Freud. El inconsciente colectivo de Jung. Y el sentimiento de  
inferioridad de Adler. El ensayo concluye que: Bolívar tendría un in-  
consciente traumatizado por varias graves pérdidas en la niñez. Por  
estas mismas pérdidas, no desarrollaría, satisfactoriamente, el com-  
plejo de Edipo; de allí, la legendaria fuerte libido del Libertador, por  
lo tanto; la emancipación de Latinoamérica se debería, al procesa-  
miento de sus traumas inconscientes y a la sublimación de su Libido.  
Bolívar, respondería a varios arquetipos de sumisión vigentes aún  
en el inconsciente colectivo latinoamericano, como “Zambo” o  
“Indio”, etc., que son arquetipos endoracistas y endoclasistas. Él res-  
ponde también a arquetipos de Libertad necesarios para el desarrollo  
del inconsciente colectivo latinoamericano él es “El Padre”, “El Li-  
bertador”. Bolívar tendría un complejo de “inferioridad” debido a  
su fenotipo latinoamericano en las cortes españolas. Este complejo  
de inferioridad se tornaría en megalomanía, como compensación,  
que lo llevó a realizar varias hazañas físicas y mentales. La estructura  
1
2
Recibido: 23/02/2022 // Aceptado: 11/11/2022  
Xavier Chiriboga Maya nace en Quito, el 14 de mayo de 1971. Psicólogo, investigador y escritor.  
Doctorado en psicología clínica. Universidad Central Del Ecuador 1999. Maestría En Políticas  
Públicas En Favor De La Niñez Y De La Adolescencia. Universidad Politécnica Salesiana. 2011.  
Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Historia del Ecuador 2021. Catorce  
Libros Publicados. chiribogaxavier@hotmail.com  
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13  
Xavier Chiriboga Maya  
física del Libertador correspondería al tipo neurasténico según Krets-  
chmer, que junto con los traumas inconscientes lo haría propenso a  
desarrollar una psicosis.  
Palabras clave: Simón Bolívar, Psicoanálisis de Bolívar, Psicobiogra-  
fías; Psicología de La Historia.  
Abstract  
This study uses psychoanalysis and psychiatry to propose  
several hypotheses about the unconscious processes that motivated  
Simón Bolívar. Being a study of great importance for history, psycho-  
logy, and psychobiographies. From the psychoanalytic school, its  
three main exponents and founders have been taken: Freud, Jung  
and Adler. As a method, his most important theories were used: the  
Oedipus complex, the individual unconscious and Freud’s libido.  
Jung’s collective unconscious. And Adler’s feeling of inferiority. The  
essay concludes that: - Bolívar would have an unconscious trauma-  
tized by several serious childhood losses. – Due to these same losses,  
the Oedipus complex would not develop satisfactorily. - The strong  
libido of the Liberator is legendary, hence the emancipation of Latin  
America should be due to the processing of their unconscious trau-  
mas and the sublimation of their Libido. - Bolívar, would respond to  
various archetypes of submission still in force in the Latin American  
collective unconscious, such as “Zambo” or “Indio”, etc., which are  
endoracist and endoclassist archetypes. – He also responds to the ar-  
chetypes of Freedom necessary for the development of the Latin  
American collective unconscious, he is “The Father”,” The “Libera-  
tor”. – Bolívar would have an “inferiority” complex due to his Latin  
American phenotype in the Spanish courts - This inferiority complex  
would turn into megalomania, as compensation, which led him to  
perform various physical and mental feats – The physical structure  
of the Liberator would correspond to the type neurasthenic accor-  
ding to Kretschmer, which together with the unconscious traumas  
would make him prone to developing a psychosis.  
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14  
Psicoanálisis de Simón Bolívar  
Keywords: Simón Bolívar, Psychoanalysis of Bolívar, Psychobio-  
graphies; Psychology of History  
Introducción  
Bolívar es un hombre perfecto, no carece de contradicciones” 3  
Goethe.  
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios  
Ponte y Blanco conocido como Simón Bolívar o el Libertador, fue un  
líder político y militar venezolano que desempeñó un papel clave en  
las revoluciones contra el Imperio español a principios del siglo XIX.  
Considerado una de las figuras más importantes de la historia lati-  
noamericana. Después de una serie de éxitos militares, ayudó a lide-  
rar las repúblicas separatistas de Venezuela, Colombia, Ecuador y  
Perú. También desempeñó un papel destacado en la Confederación  
Gran Colombia, que unió brevemente a estas repúblicas. El Liberta-  
dor Simón Bolívar es la figura histórica más grande que tiene Lati-  
noamérica, es el héroe por excelencia. No en vano la BBC de Londres  
lo designo el político americano más importante del siglo XIX por  
sobre Washington, Jefferson o Franklin o sobre Artigas y San Martín:  
La BBC elogia y elige a simón bolívar como el hombre más importante  
del siglo xix. “con sólo 47 años de edad peleó 472 batallas, siendo de-  
rrotado sólo 6 veces.  
Destaca además el medio de comunicación europeo que el libertador  
participó en 79 grandes batallas, con el gran riesgo de morir en 25 de  
ellas.  
Liberó seis naciones, cabalgó 123 mil kilómetros, más de lo navegado  
por Colón y Vasco de Gama unidos.  
Fue jefe de estado de cinco naciones.  
3
Cfr. Goethe en: Alberto Miramón, Bolívar en el pensamiento europeo de su época, Banco de  
la República, 1980, p. 52  
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15  
Xavier Chiriboga Maya  
Cabalgó con la antorcha de la libertad la distancia lineal de 6.500 kiló-  
metros, que es aproximadamente media vuelta a la tierra.  
Recorrió 10 veces más que Aníbal, tres veces más que Napoleón, y el  
doble de Alejandro Magno.  
Sus ideas de libertad fueron escritas en 92 proclamas y 2.632 cartas.  
Lo más increíble es que muchas de ellas fueron dictadas de forma si-  
multánea y en diferentes idiomas a distintos secretarios.  
4
Y el ejército que comandó nunca conquisto… sólo liberó…  
En vida mismo, recibió el elogio de grandes personalidades  
como Byron, Gothe o Lafayette. A continuación, señalamos algo de  
la fraseología y conceptos que ha motivado el Libertador a grandes  
hombres que nos permitirán comprender la importancia de su per-  
sonalidad para los héroes del mundo y para el pueblo de Latinoa-  
mérica:  
Hombre singular! Nada hay comparable a vuestro mérito”. 5  
Vicente Azuero  
Fue igual como capitán a Carlos XII en audacia, a Federico II en  
y pericia, sobrepasó a Alejandro, a Aníbal y a César en las dificultades que  
tuvo que vencer, y sus marchas fueron más largas que las de Gengis Kan y  
Tamerlán.”  
6
Claytón  
Si no es este un Ulises, Politlas y Polimeto, ¿quién habrá de serlo?  
Es en verdad, un Ulises cuya historia valdrá la tinta que en ella se empleará,  
7
con tal que apareciera el Homero capaz de escribirla.”  
Lord Byron  
4
5
Correo del Orinoco, La BBC de Londres lo elogia y elige. Simón Bolívar fue electo como el  
hombre más importante del siglo XIX. Ver en: http://www.correodelorinoco.gob.ve/simon-  
bolivar-fue-electo-como-hombre-mas-importante-siglo-xix/. (08-12-2021)  
Cfr. Azuero en: Varios, “Fraseología y conceptos sobre el padre de la patria, su vida y su obra”,  
Revista Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, N.º 51, 1981. Ver en: https://dialnet.unirioja.  
es/servlet/articulo?codigo=5212400 (11-11-2022)  
6
7
Cfr. Clayton en: Ibíd.  
Cfr. Carlyle en: Ibíd.  
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16  
Psicoanálisis de Simón Bolívar  
Hasta el mismo español, a pesar de su sed de guerra y de oro, ol-  
8
vida a Pizarro para aplaudir a Bolívar.”  
Lord Byron  
Washington no alcanzó el límite del destino que le estaba reser-  
vado, sino a los sesenta y siete años de su existencia; Aníbal a los sesenta y  
tres; César a los cincuenta y seis; Napoleón a los cincuenta y cuatro, mien-  
tras que nuestro héroe a los cuarenta y siete dio independencia a seis millo-  
nes de esclavos.”9  
Constantino Franco  
Era hombre Bolívar hecho como el fuego del cielo para brillar en  
10  
medio de las tempestades; ¡cuanto más desgraciado, más grande!”  
Baralt  
Así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sen-  
tado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los  
pies; así está él calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó  
hecho, sin hacer está hasta hoy: ¡porque Bolívar tiene que hacer en América  
todavía!.”11  
José Martí  
Cuando la pátina de una legendaria antigüedad se extienda desde  
el Anáhuac hasta el Plata, si el sentimiento colectivo de la América libre y  
una no ha perdido esencialmente su virtualidad, esos hombres verán, como  
nosotros también, que en la extensión de sus recuerdos nada hay más grande  
que Bolívar.”1  
2
José Enrique Rodó  
Sin Bolívar la humanidad se hubiera quedado incompleta”.13  
Miguel de Unamuno  
8
9
1
1
1
1
Cfr. Lord Byron en: Ibíd.  
Cfr. Constantino Franco en: Ibíd.  
0 Cfr. Baralt en: Ibíd.  
1 Cfr. Martí en: Ibíd.  
2 Cfr. Rodó en: Ibíd.  
3 Cfr. Miguel de Unamuno en: Ibíd.  
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17  
Xavier Chiriboga Maya  
Por tanto, es de total relevancia para la historia, para la psi-  
cología y la psicobiografías comprender cómo funcionó la mente de  
este gran hombre. Para ello usaremos el psicoanálisis que es la psi-  
cología de lo profundo para probar que Bolívar tenía una serie de  
traumas inconscientes. Además, conociendo del importante trabajo  
del psicoanálisis sobre la psicología del héroe con el ensayo “Un re-  
cuerdo infantil de Leonardo da Vinci” escrito por el mismo Sigmund  
Freud o los profundos trabajos sobre el inconsciente colectivo y el símbolo  
del héroe de Jung. Así como el de la megalomanía como mecanismo  
de compensación de Adler. Por ello, se ha optado por el psicoanálisis  
como método para estudiar la personalidad del Libertador.  
El psicoanálisis  
Pablo Ríos señala: “El psicoanálisis es una teoría sobre el funcio-  
namiento de la mente humana y una práctica terapéutica. Fue fundado por  
Sigmund Freud entre 1885 y 1939 y continúa siendo desarrollado por psi-  
coanalistas por todo el mundo, como un método de tratamiento para los pro-  
blemas psíquicos”.14 El psicoanálisis es la escuela psicológica que se  
ocupa esencialmente del inconsciente.  
Pero también el psicoanálisis es una escuela de pensamiento  
que explica el desarrollo histórico y cultural de la humanidad desde  
el punto de vista del inconsciente como motor histórico. Rodríguez  
señala sobre la relación Psicoanálisis-Historia:  
Para cerrar estas líneas, debo añadir que ambas disciplinas (Psicoaná-  
lisis e Historia) se necesitan mutuamente para desarrollar de manera  
más fecunda su quehacer investigativo e intelectual. Estimo necesario  
insistir sobre los conceptos de talento y prudencia siempre recomen-  
dables y necesarios a tener en cuenta para aquél o aquéllos que incur-  
sionen por los interesantes vericuetos del psicoanálisis aplicado a la  
15  
historia y, en particular, el de las psicobiografías.  
14 Pablo Ríos, “Sobre el psicoanálisis”. IPA WORLD Ver en: www.ipa.world/IPA/IPA_Docs/  
Spanish%20About%20Psychoanalysis.pdf (25-01-2022)  
15 Ángel Rodríguez Kauth, “Historia y psicoanálisis”, Universidades, núm. 25, pp. 3-12, enero -  
junio, 2003. Ver en: www.redalyc.org/pdf/373/37302502.pdf (10-02-2022)  
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18  
Psicoanálisis de Simón Bolívar  
Como método se utilizaron los principales postulados clási-  
cos de los tres más importantes psicoanalistas, ellos son: Freud, Jung,  
Adler además el punto de vista del psiquiatra alemán Kretschmer.  
Sigmund Freud, neurólogo austriaco reconocido como el fun-  
dador del psicoanálisis. Revolucionó el estudio de los sueños con su  
obra magna La interpretación de los sueños. Las teorías de Freud sobre  
la mente y el comportamiento humano fueron extremadamente in-  
fluyentes a principios del siglo XX, y sus ideas aún se estudian y de-  
baten en la actualidad. De él se uso al análisis del inconsciente que  
revela que Bolívar lo tenía traumatizado por pérdida muy temprana,  
su condición de huérfano afectó al desarrollo del Complejo de Edipo  
por lo que fue naturalmente rebelde.  
Carl. G. Jung, psicólogo y psiquiatra suizo. A fines de 1900 se  
sumó al personal del Burghölzli, que era la clínica psiquiátrica de la  
Universidad de Zúrich, donde accedió al psicoanálisis: Bleuler, su  
jefe, le pidió que reseñase La interpretación de los sueños para el cuerpo  
médico. En alguna ocasión Sigmund Freud designo a Carl Jung  
como su heredero espiritual pero éste opto por desarrollar una teoría  
de una diferencia considerable con el psicoanálisis ortodoxo. Jung  
desarrolló la psicología analítica, una explicación novedosa y com-  
pleja, y a la vez muy diferente a cualquier otra, de la naturaleza hu-  
mana. El papel de la sexualidad fue el primer punto en el cual Jung  
se mostró en desacuerdo con Freud. Jung amplió la noción de la li-  
bido al redefinirla como una energía psíquica generalizada que in-  
cluía, pero no se limitaba, al sexo. De Jung sacamos que Bolívar  
también sufría arquetipos de sumisión y desprecio: le llamaban el  
Zambo Bolívar” Pero el mismo representa arquetipos superiores a  
los de sumisión., Bolívar es el arquetipo del “Héroe”, del “Padre”,  
del Sabio”, “el Libertador” premios a sus hazañas.  
Alfred Adler, psicólogo y psiquiatra austriaco, tras finalizar  
sus estudios universitarios continuó su formación junto a Sigmund  
Freud. En el año 1911 deja la escuela psicoanalista ortodoxa y funda  
una neo freudiana de psicoanálisis. Desde 1926 fue profesor de la  
Universidad de Columbia, radicándose definitivamente en los Esta-  
dos Unidos en 1935. Su teoría del sujeto es interaccionista al consi-  
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19  
Xavier Chiriboga Maya  
derar el papel de los factores socio-familiares y el rol de la construc-  
ción idiosincrática de la experiencia. Contexto y sujeto, conforman  
los dos pilares de su teoría. En la historia bolivariana pensamos que  
Bolívar tenía un complejo de inferioridad por su fenotipo mestizo y  
que lo compenso con hazañas físicas y mentales.  
Además, saliendo del psicoanálisis, pero aún dentro del  
campo psicológico y psiquiátrico, se realizó un análisis de acuerdo a  
los estudios de tipología de Ernst Kretschmer quien fue un Psiquiatra  
alemán, hijo de un pastor protestante, que empezó a estudiar Filo-  
sofía en la Universidad de Tubinga, y pasó luego a cursar la carrera  
de Medicina. Tras completar sus estudios en Múnich y en el Eppen-  
dorf Hospital de Hamburgo, presentó su tesis doctoral, publicada  
en 1914 con el título de Delirio y síndrome maníaco-depresivo. Participó  
como voluntario en la Primera Guerra Mundial, durante la cual or-  
ganizó un departamento neurológico en el Hospital Militar de Bad  
Mergentheim, donde tuvo la oportunidad de estudiar los fenómenos  
histéricos. Entonces, remitiéndonos a los estudios tipológicos de este  
16  
estudioso, Bolívar correspondería al grupo psicasténicos, nerviosos  
propensos a las enfermedades mentales.  
Hipótesis  
Existen varios factores patológicos inconscientes que deter-  
minaron la conducta y gesta del Libertador Simón Bolívar.  
Como método de estudio del presente trabajo usaremos, por  
un lado, los principales postulados de Freud, Jung y Adler. Por otro  
lado, la historiografía bolivariana. A continuación en el desarrollo se  
tratarán los siguientes aspectos: Freud: El inconsciente de Bolívar,  
Jung: El inconsciente colectivo, Adler: El sentimiento de inferioridad,  
Kretschmer: tipo físico leptoosomico o neurasténico  
16 Psiquiatria.com, Tipología de Kretschmer, Ver en: https://psiquiatria.com/glosario/tipolo-  
gia-de-kretschmer (15-08-2022)  
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Psicoanálisis de Simón Bolívar  
Freud: El inconsciente de Bolívar:  
a. Pérdidas  
Para Freud “el inconsciente es una instancia psíquica que estaría  
detrás de lo que hacemos, decimos o deseamos”, tal y como lo definió Freud  
17  
en su libro, Lo inconsciente (1915)”. Además, es el sitio cerebral donde  
se hallan reprimidos los recuerdos dolorosos: “El inconsciente, es el  
nivel donde se encuentran todos los contenidos, emociones, deseos, ideas,  
vivencias y conflictos reprimidos que no tienen lugar en la conciencia, de-  
bido a que la intensidad que poseen producen displacer (sufrimiento) a la  
persona cuando los recuerda, por ello los reprime y permanecen oculto en  
este nivel”.1  
8
“Sepa usted mi querido La Croix que yo no nací para la felicidad.  
No. ¡¿Pero cómo pude ignorar este destino mío?  
19  
A los 9 años quedé huérfano y a los 19 ¡viudo ¡”.  
Simón Bolívar  
Según Freud, la personalidad del ser humano está determi-  
nada por su inconsciente, esto es por su pasado. También las patolo-  
gías mentales se deberían a hechos traumáticos del pasado. De esta  
manera, el inconsciente de Bolívar necesariamente encerraba graves  
2
0
traumas pues tuvo pérdidas muy dolorosas en su infancia. Estas  
son:  
Primero, la muerte de su padre, el Coronel Juan Vicente Bolívar  
y Ponte, el 19 de enero de 1786, cuando Bolívar tenía tres años. Con  
1
7 Samuel Martínez, “El inconsciente, la teoría de Freud para la conducta humana que lo en-  
frentó con la comunidad científica”, El diario.es, 22 de marzo de 2021. Ver en: www. eldiario.  
es/red/que-es/inconsciente-teoria-freud-conducta-humana-enfrento-comunidad-cienti-  
fica_1_7335236.html (25-01-2022)  
1
8 Celia Ma Cabrera, Facultad de Ciencias de la salud y desarrollo humano: Carrera de Enfer-  
mería. Asignatura: Bienestar y salud psicológica, Universidad ECOTEC. Ver en: https://  
www.ecotec.edu.ec/material/material_2022B1_PSI250_01_151512.pdf (07-09-2022)  
9 Cfr. Simón Bolívar en: Jorge Núñez, Un hombre llamado Simón Bolívar, Archivo Histórico del  
Guayas, Guayaquil, 1999 p. 158  
1
2
0 Somos. Psicología y formación, Traumas infantiles. Ver en: www.somospsicologos.es/blog/  
traumas-infantiles/ (13-02-2022)  
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lo que pierde la figura paterna. En psicoanálisis el rol del padre es  
un fenómeno importantísimo para introyectar las leyes sociales en  
el llamado complejo de Edipo.21  
Freud afirma que los niños varones experimentan deseos sexuales  
hacia sus madres y ven a sus padres como rivales, por lo que temen  
ser castrados, proceso que resulta en el Complejo de Edipo. Más tarde  
los niños se identifican con sus padres y reprimen los sentimientos  
hacia sus madres para dejar atrás esta fase. La correcta asimilación de  
22  
esta etapa tiene como consecuencia la madurez.  
Al aceptar esta primera ley, es más fácil aceptar las demás  
leyes sociales y por lo tanto el sistema moral vigente. Nuestra hipó-  
tesis es que Bolívar, al carecer de figura paterna, no elaboró bien el  
complejo de Edipo y por tanto, desarrolló una personalidad rebelde  
desde su infancia y adolescencia, como lo relatan muchas anécdotas  
de la época:  
Desde su tierna edad el niño Simón Bolívar aparecía insoportable, re-  
fiere un ilustre cronista caraqueño. No podían con él ni la madre, ni el  
abuelo, ni los tíos, pues obedecía a sus intentos y caprichos, se burlaba  
de todo, haciendo lo contrario de cuanto se le aconsejaba. Inquieto, in-  
constante, voluntarioso, audaz, poseía las fuerzas del muchacho a  
quién le han celebrado necedades, haciéndole aparecer como cosa  
nunca vista. Ni se le regañaba, y menos se le castigaba por sus nume-  
rosas faltas, siendo inaguantable ante su propia familia y extraños”. En  
tan triste situación pensó la madre del niño, cuando éste cumplió los  
seis años, confiar su educación a un tutor. En los primeros días el tutor,  
el licenciado José Miguel Sáenz, se mostró suave y cariñoso, pero a me-  
dida que este método fue siendo ineficaz, el tutor fue acentuando las  
amonestaciones hasta que llegó a mandar con carácter paternal e im-  
perativo.  
-
Cállese usted y no abra la boca –le decía Sáenz, cuando en la mesa  
quería el niño tomar parte en la conversación. Y el muchacho aparen-  
tando cierta seriedad, dejaba el cubierto y se cruzaba de brazos.  
2
1 Jonatán García-Allen, “El Complejo de Edipo: uno de los conceptos más polémicos de la  
teoría de Freud”, Psicología y mente, 16 de agosto de 2015. Ver en: psicologiaymente.com/  
desarrollo/complejo-de-Edipo-concepto-Freud (13-02-2022)  
2 Ibídem.  
2
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Psicoanálisis de Simón Bolívar  
-
-
-
-
¿Por qué no come usted? Pregunta el licenciado.  
Usted me manda que no abra la boca.  
Usted es un muchacho de pólvora –replica el tutor.  
Huya porque puedo quemarlo –contesta Bolívar. Y muerto de risa se  
dirige a la señora de Sáenz y le dice: -Yo no sabía que era un triquitra-  
que.  
23  
Un día jugaba Bolívar en los jardines de Aranjuez, en 1801, con el prín-  
cipe de Asturias, después Fernando VII, y en uno de los saltos del vo-  
lante arrojó aquél la pelota con tan poca destreza que, en lugar de  
formar la curva natural, fue en línea recta a la cabeza del príncipe, de-  
salojándole de su gorra. Confusos del suceso los jóvenes cortesanos,  
esperaban el castigo para el joven Bolívar, y le aconsejaron que se ocul-  
tase, pero éste contestó con mucha sangre fría:  
-
Pues no lo hice a mal hacer, y si su alteza nos hace el honor de jugar  
con nosotros al volante, nada tengo de que arrepentirme.  
Supo la reina lo ocurrido a la vez que la respuesta de Bolívar, y dijo con  
generosidad:  
-
Tiene razón el rapaz, y no hay motivo para castigarle; y pues el prín-  
cipe se entrega a juegos infantiles con ellos decidle que en otra ocasión  
se ajuste mejor la gorra.24  
Segunda perdida, el otro evento decisivo, fue la muerte de su  
madre, doña María de la Concepción Palacios, el 6 de julio de 1792  
cuando Bolívar tenía nueve años. Nuestra hipótesis inmediata es que  
con esta enorme pérdida se creó una carencia afectiva grave. Ya que,  
si bien es cierto, se crio con la esclava Hipólita que fue como su  
padre y madre”; además, con todos los lujos que el dinero podía  
comprar. Sin embargo, su madre venía a representar el símbolo del  
amor ideal perdido. Esta pérdida dará sentido de catástrofe a la si-  
guiente,  
Tercera perdida, la última gran pérdida del Libertador es en  
803, cuando tenía 19 años, muere su esposa María Teresa del Toro.  
1
Su matrimonio no duro un año, le dice a Perú de Lacroix:  
2
3 Cornelio Hispano, El Libro de Oro de Bolívar, Gobierno Bolivariano de Venezuela, Venezuela,  
007, p. 40.  
4 Ibíd.  
2
2
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23  
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Yo no tenía dieciocho años cuando me casé en Madrid, y enviudé en  
803, no teniendo todavía diecinueve años. Quise mucho a mi mujer,  
1
y su muerte me hizo jurar no volver a casarme. He cumplido mi pala-  
bra. Miren ustedes lo que son las cosas: si no hubiera enviudado, quizá  
mi vida hubiera sido otra; no sería el general Bolívar, ni el Libertador,  
aunque convengo en que mi genio no era para ser alcalde de San  
25  
Mateo.  
A raíz de esta muerte, Bolívar queda desolado y el 23 de oc-  
tubre de 1803 parte rumbo a España y Europa en donde da rienda  
suelta a su dolor, sumergiéndose en los placeres del mundo, rayando  
en el vicio tanático: “Decididamente el mozo Bolívar era buen perdedor.  
Gozaba con embriaguez el azar y el peligro en cada trance del juego. Que  
26  
más daba perder o ganar. Jugaba por el juego mismo”.  
b. La libido de Bolívar  
Entonces, se produce el fenómeno más importante para Amé-  
rica del Sur, la conversión de “la libido de Bolívar”. Su vacío existencial,  
encuentra nuevamente sentido. Comprende que nació para la gloria,  
al contemplar la sublime coronación de Napoleón como emperador  
en 1805. Además, fue fundamental el contacto con los varios sabios  
como Alexander von Humboldt y Aimé de Bonpland, que venían de  
recorrer científicamente toda América; además que se relacionó con  
lo más selecto de la cultura europea, en casa de su prima Fanny Tro-  
27  
biand du Villars, otra de sus célebres e importantes amantes.  
Pero desde su famoso juramento en el Monte Sacro en Roma,  
el 15 de agosto de 1805, su principal amor sería La Gloria, que es: “re-  
putación, fama y honor extraordinarios que resultan de las buenas acciones  
28  
y grandes cualidades de una persona y su camino sería la liberación  
de su amada Latino América.  
25 Carlos Grez, “Años de Preparación”. En: Simón Bolívar Palacios El Libertador, Andrés Bello,  
Venezuela, 2017.  
2
2
6 Campos Enrique, Se llamaba...Bolívar, Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, 1975.  
7 Ramón Zapata, Libros que leyó el Libertador Simón Bolívar, Universidad Jorge Tadeo Lozano,  
Bogotá, 2003, pp. 47-50.  
28 RAE, gloria. Ver en: https://dle.rae.es/gloria (03-08-2022).  
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24  
Psicoanálisis de Simón Bolívar  
Para Freud, el otro gran componente del inconsciente es la  
libido, “el uso de este término, habitual en el día a día, hace referencia al  
«deseo» o el «impulso» sexual. Proviene del latín y se usa tanto en el ámbito  
de la medicina como en el del psicoanálisis. Desde el ámbito de la medicina,  
se aplica específicamente al deseo sexual”.29  
En teoría psicoanalítica, también es la energía sexual pero en  
un sentido más amplio implica a todas las pulsiones de sobreviven-  
cia o eróticas:  
Freud propone que la libido es la «energía de las pulsiones o instintos  
que dirige toda conducta». Aunque inicialmente aseguró que la libido  
tenía un carácter sexual, a lo largo de su teoría incluyó en este concepto  
otros tipos de «energía». Así, en el psicoanálisis freudiano el término  
«
libido» hace referencia a un afecto (o emoción) vinculado a una pulsión  
concreta, es decir entendió por libido la energía de las inclinaciones que  
se refieren a todo lo que se puede abarcar con el término «amor» (sexual,  
a sí mismo, a los padres, a los hijos, al a humanidad...). El autor se refirió  
a estos impulsos como «pulsión de vida», «Eros» y más adelante añadió  
30  
otra clase diferente de pulsión: la de la muerte o Tánatos.  
Son famosos en el imaginario colectivo latinoamericano los  
devaneos amorosos del Libertador, pero se conoce de tres mujeres  
que marcaron su vida: María Teresa del Toro, su primera y única es-  
posa, sobre cuyo cadáver juró nunca más casarse; Fanny Trobiand du  
Villars, su prima y mentora espiritual; y, Manuela Sáenz su amiga y  
compañera de guerra hasta la última etapa de su vida.  
Entonces, si la libido es energía, dice Bolívar:  
Yo siento que la energía de mi alma se eleva, se ensancha y se  
3
1
iguala siempre a la magnitud de los peligros”. “Mi médico me ha  
dicho que mi alma necesita alimentarse de peligros para conservar mi  
físico, de manera que al crearme Dios permitió esta tempestuosa revo-  
3
2
lución para que yo pudiera vivir ocupado en mi destino especial”.  
29 ABC, Libido, ABC Bienestar, Ver en: www.abc.es/bienestar/abci-libido-201910091031_noti-  
cia.html (25-01-2022).  
0 Ibíd.  
3
31 Simón Bolívar, El mundo según Simón Bolívar. Selección y prólogo de Carlos José Reyes, edi-  
torial Icono, Bogotá, 2006, p. 41.  
32 Cfr. Simón Bolívar en: Daniel Florencio O’Leary, Memorias del general O’Leary, Ministerio de  
la Defensa, 1981, p. 139.  
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25  
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Así lo comprendió el enorme genio de don Juan Montalvo,  
adelantándose por décadas al psicoanálisis, en los Siete tra-  
tados, nos dice:  
(
...) Tiene un dios en el corazón, dios vivo, activo, exigente, y de allí  
proviene el desasosiego con que lucha, sintiendo cosas que no alcanza,  
deseando cosas que no sabe...De Madrid a París, de París a Viena, de  
Viena a Berlín, de Berlín a Londres no para el extranjero: ¿qué desea?  
¿
Qué busca? El dios de su pecho le atormenta, pero él no le conoce to-  
davía, si bien columbra algo de grande en la oscuridad del porvenir, y  
ve apuntar en el horizonte la luz que ha de ahuyentar la hambrienta  
sombra que le devora el alma. No podemos decir que no procurase  
poner remedio a su inquietud, cuando sabemos por él mismo que en  
tres semanas echó a mal treinta mil duros en una de esas capitales,  
como quien quisiese apartar los ojos de sí mismo, dando consigo en un  
turbión de logros y deleites (...). Llamábase Bolívar ese americano; el  
cual sabiendo al fin para lo que había nacido, sintió convertirse en vida  
inmensa y firme la desesperación que le mataba.33  
c. Sublimación de la Libido  
La sublimación es un término también introducido por  
Freud. Castro señala que: “En su inmersión en los estudios del arte,  
Freud llegó a dar forma al concepto de sublimación. Se trata de un meca-  
nismo de defensa que permitiría cambiar la meta sexual por una más elevada  
y con mayor valor social. Posteriormente llegó a establecer que el arte es  
34  
una forma de organizar el vacío. Además, añade Parra: “Por tal mo-  
tivo, la cultura, sus diversos valores y expresiones: artísticas, filosóficas,  
científicas, religiosas, o incluso deportivas, conforman la transformación  
del empuje pulsional original (sexual y agresivo) hacia diferentes activida-  
35  
des”.  
33 Juan Montalvo, “Los héroes de la emancipación de la raza hispanoamericana”, Juan Montalvo.  
Estudios y selecciones de Gonzalo Zaldumbide, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Alicante,  
2
0
003. Ver en: https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/juan-montalvo—0/html/  
0096d8c-82b2-11df-acc7-002185ce6064_15.html (16-08-2022)  
3
4 María Alejandra Castro, Psicoanálisis y arte, vínculo más allá del inconsciente, 22 de enero  
de 2019, La mente es maravillosa. Ver en: lamenteesmaravillosa.com/psicoanalisis-y-arte-  
vinculo-mas-alla-del-inconsciente/ (07-02-2022)  
35 Kevin Samir Parra Rueda, ¿Qué es la sublimación en Psicoanálisis?, Academia de psicoaná-  
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26  
Psicoanálisis de Simón Bolívar  
Este fenómeno constituye la esencia el genio. Ahora bien, es  
legendario el deseo sexual del Libertador, que con su gran cultura  
lo sublimaba en la más fina galantería:  
Aconteció que después de una formidable batalla, con los labios y la  
garganta tostados por la sed, atravesó el Libertador Simón Bolívar una  
selva inmensa en busca de agua. Al salir de la selva diviso una casa de  
campo magnífica, situada en una verde y apacible llanura; fue el genio  
hacia ella y al llegar tocó la puerta; acudió a recibirlo una hermosa  
dama. En su semblante, en el acento de sus palabras y en sus maneras  
advertíase su origen español; el Libertador que andaba en traje de cam-  
paña y que también dejaba comprender en todo su ascendencia ame-  
ricana, vaciló en pedirle agua por temor a una negativa; más su sed era  
tan grande y la mujer tan bella que no quiso abstenerse de hablarle.  
De lo expuesto se concluye que: con estos fundamentos,  
nuestra hipótesis es que la emancipación de América se debe a la su-  
blimación del inconsciente y de la poderosa libido de Simón Bolívar;  
además, esta sería el motor que le proporcionaba su energía inaca-  
bable también legendaria: “Napoleón conquistó o recorrió setenta mil le-  
36  
guas cuadradas; Bolívar libertó o recorrió un millón quinientas mil…”.  
Jung: El inconsciente colectivo  
“Todos los factores que fueron esenciales para nuestros antepasa-  
dos, tanto próximos como remotos, serán también esenciales para nosotros  
3
7
mismos, incorporados como están al sistema orgánico heredado”. (C. J,  
Jung).  
Freud explico la influencia del inconsciente en la conducta  
humana individual. Uno de sus principales discípulos, el suizo, Carl  
Gustav Jung, fue más allá de las funciones fisiológicas personales y  
transportó el psicoanálisis a un plano en el que los fenómenos an-  
lisis, 3 de enero de 2021. Ver en: academiadepsicoanalisis.com/blog/que-es-la-sublimacion-  
en-psicoanalisis (13-02-2022)  
6 Cfr. Taine en: Alberto Baeza Flores, Vida de Don Quijote de la libertad: (España en el legado del Li-  
bertador), Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1988, p. 17  
3
37 Cfr. C. Jung en: Xavier Chiriboga Maya, Psicoanálisis del Libertado, Gobierno Municipal, Di-  
rección de Educación, Cultura, Deportes y Turismo, 2006, p. 29  
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27  
Xavier Chiriboga Maya  
cestrales que se producen a nivel colectivo en las diferentes culturas  
y sociedades dan forma a nuestra manera de ser. Lo hacen a través  
de un concepto llamado arquetipo.  
a. Los Arquetipos y el inconsciente colectivo  
Según Jung. Explica Arturo Torres que:  
Los arquetipos son la forma que le es dada a algunas experiencias y re-  
cuerdos de nuestros primeros antepasados en el cerebro. Esto implica  
que no nos desarrollamos de manera aislada al resto de la sociedad,  
sino que el contexto cultural nos influye en lo más íntimo, transmitién-  
donos esquemas de pensamiento y de experimentación de la realidad  
que son heredados.  
Sin embargo, si centramos la mirada en el individuo, los arquetipos  
pasan a ser patrones emocionales y de conducta que tallan nuestra ma-  
nera de procesar sensaciones, imágenes y percepciones como un todo  
con sentido. De alguna manera, para Jung los arquetipos se acumulan  
en el fondo de nuestro inconsciente colectivo para formar un molde  
que le da significado a lo que nos pasa.  
De este modo, la propia existencia de los arquetipos sería una evidencia  
de que existe un inconsciente colectivo que actúa sobre los individuos  
38  
a la vez que lo hace la parte del inconsciente que es personal.  
b. Arquetipos Latinoamericanos de sumisión  
Según esta teoría Latinoamérica tendría varios arquetipos  
irracionales, de endoracismo y endoclasismo,39 que también los soportó  
Bolívar; productos de la conquista y del mestizaje, que constituyen  
un verdadero complejo de inferioridad racial, ya que nuestra colo-  
nización se produjo con suma crueldad y formó fuertes arquetipos  
de sumisión en el nativo americano y este es transmitido por heren-  
cia al mestizo. “La maldición de malinche” la llaman en Méjico.  
38 Arturo Torres, Los arquetipos según Carl Gustav Jung, Psicología y mente, 23 de noviembre  
de 2015 Ver en: Https://psicologiaymente.com/psicologia/arquetipos-carl-gustav-jung  
(
31-01-2022)  
3
9 Esther Pineda G, Racismo, endoracismo y resistencia, Editorial el Perro y la Rana, Caracas, 2017.  
Ver en: www.aacademica.org/estherpinedag/2.pdf (23-02-2022)  
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28  
Psicoanálisis de Simón Bolívar  
Los arquetipos funcionan como patrones de conducta: cuan-  
do el individuo necesita resolver un problema y carece de informa-  
ción racional, recurre a estas ideas subyacentes y generalizadas. Esto  
quiere decir que a menos que la educación y el desarrollo, hayan for-  
talecido la lógica del latinoamericano, este reaccionará mecánica-  
mente sintiéndose inferior al blanco.40 Estos son algunos prejuicios  
de sumisión: “negro”, “zambo” “indio” “longo”.  
c. Arquetipos latinoamericanos de Libertad  
Bolívar responde a varios arquetipos jungianos, para el in-  
consciente colectivo del pueblo latinoamericano incluso en la actuali-  
dad, él es: el Héroe, el Protector (Padre), El Líder y El Sabio. Tomado por  
grupos social demócratas y de extrema izquierda como símbolo máximo la-  
tinoamericano de unión, libertad e igualdad. Así, que puede ser usado para  
contrarrestar los arquetipos de sumisión.  
Luego de todo lo expuesto a través de la perspectiva Jun-  
giana se concluye que: La personalidad de Bolívar estaría influen-  
ciada por los prejuicios de vasallaje; él tendría, al igual que las  
multitudes oprimidas, un complejo de inferioridad por su fenotipo  
mestizo con arquetipos de vasallaje, producto de la brutal coloniza-  
ción. Pero por otro lado, él sería portador de varios arquetipos de li-  
beración: El Padre, El Héroe. El Libertador  
Adler: El sentimiento de inferioridad  
a. Sentimiento de Inferioridad  
Alfred Adler, primer discípulo de Sigmund Freud y el pri-  
mero en separarse de él, consideraba al sentimiento o complejo de  
inferioridad como universal en el hombre y este sería su motor in-  
consciente. El niño se siente inferior por el mero hecho de ser pe-  
queño y sentirse desamparado. Existen para él dos formas de  
entendérselas con este sentimiento de inferioridad: una de ellas, pa-  
40 Arturo Torres, op. cit.  
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29  
Xavier Chiriboga Maya  
tológica, es la fuga en la enfermedad, el paciente logra un senti-  
miento de superioridad atrayendo la atención y manipulando a su  
entorno; en la otra, no patológica, el sentimiento de superioridad se  
41  
logra mediante una lucha más abierta por el poder.  
Desde esta óptica; nuestra hipótesis, es que Bolívar tuvo un  
complejo de inferioridad racial debido a su fenotipo mestizo; en el  
tremendo racismo de su época a Bolívar lo llamaban despectiva-  
42  
mente, el “Zambo Bolívar”. Además, en Madrid fue rechazado como  
miembro de la corte de la reina, derecho que le correspondía, por su  
origen y presencia americanos.43  
b. Sentimiento de Superioridad  
Para Adler la compensación de los sentimientos de inferio-  
44  
ridad origina el complejo de superioridad, o megalomanía así, Bo-  
lívar habría desarrollado una personalidad megalómana como  
podemos apreciar en estas letras de el mismo:  
¿Cómo ¡oh Tiempo! –Respondí–, no ha de desvanecerse el mísero mortal  
que ha subido tan alto? He pasado a todos los hombres en fortuna por-  
que me he elevado sobre la cabeza de todos. Yo domino la tierra con  
mis plantas; llego al Eterno con mis manos; siento las presiones infer-  
nales bullir bajo mis pasos; estoy mirando junto a mí rutilantes astros,  
los soles infinitos; mido sin asombro el espacio que encierra la materia;  
y en tu rostro leo la historia de lo pasado y los pensamientos del  
destino.4  
5
41 Psiquiatria.com. Complejo de inferioridad, Psiquiatría.com. Ver en: psiquiatria.com/glosario/  
index.php?wurl=complejo-de-inferioridad (04-02-2022).  
4
2 William Gómez, Con motivo de 191 años del fallecimiento del Libertador Simón Bolívar.  
“Una entrevista imaginaria al Genio de América”, Correo Del Alba, 17 de diciembre de 2021.  
Ver en: correodelalba.org/2021/12/17/con-motivo-de-191-anos-del-fallecimiento-del-liber-  
tador-simon-bolivar-una-entrevista-imaginaria-al-genio-de-america/ (18-02-2022).  
3 Enrique Campos, Se llamaba...Bolívar, Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, 1975.  
4 Ibíd.  
5 Simón Bolívar, Mi Delirio Sobre el Chimborazo, Riobamba.com.ec: Ver en: riobamba.com.ec/  
es-ec/chimborazo/riobamba/poemas-relatos/mi-delirio-sobre-chimborazo-af0a0a5f2  
4
4
4
(16-02-2022).  
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30  
Psicoanálisis de Simón Bolívar  
La familia de Simón Bolívar era una de las más ricas y pode-  
rosas de Venezuela, se ubicaba en lo más alto de la nobleza criolla  
pues le correspondían por herencia un par de títulos nobiliarios. Juan  
Vicente Bolívar Palacios, hermano mayor del Libertador, aspiró a ser  
el primer marqués de San Luís, mientras que Simón Bolívar, preten-  
dió el de conde de Casa Palacios, títulos nobiliarios de Castilla que  
46  
nunca llegaron a tramitarse. Por lo tanto, los Bolívar presumían de  
ser lo más selecto de la sangre española en América pero Bolívar y  
su hermana Juana Nepomucena nacieron con un fenotipo mestizo,  
morenos y pequeños; pero ¿cómo ocurrió ese desliz que no perdo-  
naba la oligarquía?.  
Rómulo Pérez en El origen del apellido “Bolívar” señala que:  
El abuelo de Bolívar, Juan Bolívar y Martínez Villegas, con esa visión  
innata para los negocios que siempre caracterizó a los “Bolívar”, com-  
pró una inmensa extensión de tierras, sobre la cual, en 1690 funda el  
pueblo de Villa de Cura, y que en honor a su padre, la bautiza como  
San Luis de Cura. Este abuelo del Libertador, igual que sus antecesores,  
ocupa importantes cargos públicos: dos veces gobernador de Vene-  
zuela, dos veces Alcalde de Caracas y además de Justicia Mayor de los  
Valles de Aragua.  
La sangre blanca que venía acompañando el apellido Bolívar, se ve de  
pronto empañada, cuando Don Juan Bolívar y Villegas se casó en se-  
gundas nupcias con Petronila de Ponte y Marín, hija de madre natural  
Josefa Marín de Narváez...!  
Algo inadmisible en la sociedad mantuana de la época, por cuanto con  
ese casamiento se había mancillado la estirpe de blanco criollo de fa-  
milia honorable que con orgullo exponían los “Bolívar”, y con el agra-  
vante, de que los hijos de ese matrimonio pudieran ser calificativo por  
la sociedad de “mestizos”, si se comprobaba que, su madre Josefa, lle-  
vaba en sus venas sangre india.  
El bisabuelo de Petronila, Francisco Marín de Narváez, era rico, y po-  
seedor de las fabulosas minas de cobre de Aroa. Era un soltero empe-  
dernido, que no cayó en las trampas de tantas mujeres que hacían lo  
imposible por pescar su inmensa fortuna.  
46 José Huidobro, Marquesado de San Luís. Un título que Bolívar nunca obtuvo, Hidalgos en la  
Historia, 13 de agosto de 2020. Ver en: https://hidalgosenlahistoria.blogspot.com/2020  
/08/marquesado-de-san-luis-un-titulo-que.html (18-02-2022).  
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31  
Xavier Chiriboga Maya  
A su muerte en Madrid en 1673, dejó un testamento que conmocionó  
a la familia Narváez, ya que en ese documento confesaba sus amores  
secretos con una “Doncella Indígena de Aroa”, de cuya unión nació Jo-  
sefa Marín de Narváez...! Es decir, que Josefa era una mestiza, como  
resultado hereditario de la unión de un blanco y una india. Así lo dejó  
escrito en el testamento:  
Tengo una hija natural y por tal la reconozco, nombrada Josefa, la cual  
hube en una doncella principal, cuyo nombre no mencionaré por de-  
cencia”; y por tal motivo, Petronila como hija de Josefa, podía ser acu-  
sada, no sólo de bastarda por el linaje materno, sino de mestiza, por  
una sociedad cruel y prejuiciosa.  
Por esta razón, de los cuatro hermanos, Simón Bolívar y su hermana  
Juana Nepomucena, heredaron las facciones mestizas de su bisabuela:  
pelo negro encrespado, piel canela, ojos negro azabache, y pequeña es-  
tatura; mientras que sus otros dos hermanos: Juan Vicente y María An-  
tonia, heredaron el tipo vasco español, con pelo rubio, liso, ojos azules  
y mayor estatura.  
Estos rasgos mestizos enaltecen el gentilicio venezolano de los Bolívar  
por la sangre indígena que llevaba en sus venas el Libertador Simón  
47  
Bolívar.  
c. Compensaciones físicas  
Las patologías que padecía el Libertador lejos de ser una de-  
bilidad fueron un motor; con el que realizó proezas físicas y mentales  
increíbles sí no estuvieran bien documentadas. Era todo un portento,  
que según el diccionario “que es una persona, cosa o hecho que pro-  
duce admiración por tener cualidades excepcionales o por sobresalir  
dentro de los de su género”. El Libertador como lo indica Adler rea-  
lizó varias compensaciones físicas y mentales que responderían al  
mecanismo de compensación del sentimiento de inferioridad o me-  
galomanía señalado por Adler y/o por la sublimación de Freud.  
Perú de Lacroix en el diario que llevaba en Bucaramanga, se-  
ñala algunos ejemplos:  
4
7 Rómulo Pérez, El Origen Del Apellido “Bolívar”. Ver en: https://codigoguere.blogspot.  
com/2011/07/el-origen-del-apellido-bolivar.html. También ver: Néstor Botero, Bolívar entre  
la historia y la leyenda, 24 de julio de 1983. Ver en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/ar  
ticulo/5317908.pdf (14-02-2022)  
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32  
Psicoanálisis de Simón Bolívar  
En el año 1817 me acuerdo-dijo el Libertador- de una aventura singular,  
propia de un loco, aunque no pienso serlo, y es ésta: un día bañándome  
en el río Orinoco con todos los de mi Estado Mayor, con varios de mis  
generales y el actual coronel Martel, que era entonces escribiente en mi  
secretaría general; este último hacía alarde de nadar más que los otros;  
yo le dije algo que le picó, y entonces me contestó que también nadaba  
mejor que yo.  
A cuadra y media de la playa donde nos hallábamos había dos caño-  
neras fondeadas, y yo, picado también, dije a Martel que, con las manos  
amarradas, llegaría primero que él a bordo de dichos buques.  
Nadie quería que hiciese tal prueba; pero animado yo, había vuelto a  
quitar mi camisa, y con los tirantes de mis calzones, que di al general  
Ibarra, le obligué a amarrarme las manos por detrás, me tiré al agua y  
llegué a las cañoneras con bastante trabajo  
Martel me siguió y, por supuesto, llegó primero. El general Ibarra te-  
miendo que me ahogase, había hecho colocar en el río dos buenos na-  
dadores para auxiliarme, pero no fue necesario.  
Este rango prueba la tenacidad que tenía entonces, aquella voluntad  
fuerte que nada podía detener; siempre adelante, nunca atrás: tal era  
mi máxima, y quizá a ella debo mis triunfos y lo que he hecho de ex-  
traordinario.  
En la noche del 3 de Junio de 1828 recoge de Lacroix, que decía el Li-  
bertador a Soublette y a él, lo siguiente:  
Me acuerdo-dijo su excelencia- que todavía en el año 17, cuando está-  
bamos en el sitio de Angostura, di uno de mis caballos, a mi primer  
edecán Ibarra para que fuera a llevar algunas órdenes a la línea y reco-  
rrerla toda.  
El caballo era grande y muy corredor, y antes de ensillarlo, Ibarra se  
puso a apostar con varios jefes del ejército a que brincaría sobre el ca-  
ballo, partiendo del lado de la cola e iría a caer del otro lado de la ca-  
beza.  
Lo hizo, efectivamente, y precisamente llegué yo en aquel mismo mo-  
mento. Dije entonces que Ibarra no había hecho gran gracia, y para pro-  
barlo a los que estaban presentes tomé el espacio necesario, di el brinco,  
pero caí sobre el cuello del caballo, recibiendo un fuerte golpe, del cual  
no hablé.  
Picado mi amor propio, di un segundo brinco y caí sobre las orejas, re-  
cibiendo otro golpe más fuerte que el primero, pero esto no me desa-  
lentó; por el contrario, cobré más ardor, y la tercera vez salté el caballo.  
Confieso que hice una locura, pero entonces no quería que nadie pu-  
diera vanagloriarse de ganarme en agilidad, y que hubiera uno que  
pudiera decir que hacía lo que yo no podía hacer.  
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33  
Xavier Chiriboga Maya  
No crean que esto es inútil para el hombre que manda a los demás;  
este, en todo, si es posible, debe mostrarse superior a los que deben  
obedecerle. Es el medio de conquistarse un prestigio duradero e indis-  
pensable para el que ocupa el primer rango en una sociedad, y parti-  
cularmente sí se halla a la cabeza de un ejército.  
Y su osado salto en las cataratas del Tequendama:  
narran una hazaña de Simón Bolívar: En un paseo con un grupo de  
personas al Salto del Tequendama alguien pregunta al Libertador ¿a  
dónde iría si en este momento aparecieran los españoles? El Libertador  
sin pensarlo dos veces dijo -“aquí”- y dio un salto a una piedra que  
48  
emerge en medio del río, justo al borde del precipicio.  
d. Compensaciones mentales  
Erudición y Cultura. El factor de la educación y cultura del  
paciente, es muy importante para el psicoanálisis ya que estas dan  
riqueza al lenguaje y profundidad al tratamiento, “el psicoanálisis es  
una experiencia de lenguaje, es decir, se trata de un sujeto que habla a un  
analista que tiene como respuesta la interpretación. Esta cuestión está pre-  
sente en la obra de Freud y es una aportación original de Lacan el hacerla  
explicita y teorizarla”.49  
La cultura de Bolívar era también extraordinaria de acuerdo  
a Pérez quien expone lo siguiente:  
Abundantes testimonios muestran a Bolívar bajo el aspecto de un ávido  
e inteligente lector. Su primer edecán O’Leary quien gozó durante lar-  
gos años de su confianza trato íntimo, nos dice que el Libertador leía  
mucho, y daba su preferencia, en los escasos ratos de ocio, a las obras  
de historia. También conocía a fondo –agrega el edecán– los clásicos  
griegos y latinos, que había estudiado, y los leía siempre con gusto en  
las buenas traducciones francesas.  
4
4
8 Diego Benavides, La piedra de Bolívar, 2020. Casa Museo Quinta de Bolívar. Ver en:  
www.quintadebolivar.gov.co/que-hacemos/exposiciones/Intervenir-la-Historia/PDF%20  
Exposiciones/La%20piedra%20de%20Bolivar.pdf (16-02-2022)  
9 Hebe Tizio Domínguez, Resumen, Psicoanálisis y lenguaje. La aportación original de Jacques  
Lacan, Universitat de Barcelona, Barcelona, 1990. Ver en: https://www.tdx.cat/handle/  
10803/35701#page=1 (17-08-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 13–42  
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Psicoanálisis de Simón Bolívar  
El coronel Luis Perú de Lacroix recoge en su Diario los juicios de Bolí-  
var sobre Walter Scott, Rousseau, Voltaire, Parny, Restrepo, Lallement,  
y otros autores. Durante su breve estancia en Bucaramanga, el Liber-  
tador, meciéndose en su hamaca, lee con igual interés obras tan dispa-  
res como La Guerra de los Dioses, El Gabinete de Saint Cloud, y la Historia  
de Colombia, de Restrepo.  
Tomás Cipriano Mosquera, jefe del Estado Mayor General en 1829, re-  
cordará más tarde que Bolívar conocía bastante bien la historia general,  
y los clásicos latinos, franceses e italianos. Los Comentarios, de César, y  
los Anales, de Tácito -continúa Mosquera-, eran su lectura favorita: con-  
sultaba las obras de Polibio y las de Federico el Grande, y admiraba a  
a Carlos XII.  
El general Morillo, después de la entrevista de Santa Ana, no cree hallar  
mejor obsequio para el héroe caraqueño que una versión española de  
La Henriada, de Voltaire. El poeta Olmedo somete a su juicio el Canto a  
Junín: las cartas donde Bolívar analiza los versos del bardo ecuatoriano  
nos lo muestran como un crítico sagaz y penetrante, no menos conoce-  
dor de las corrientes literarias en boga que de los maestros antiguos y  
modernos.  
Sin hablar de la famosa carta dirigida al vicepresidente Santander, en  
la cual se refiere el Libertador a los autores cuyas obras leyó o estudió  
en sus años mozos, toda su correspondencia, aparece esmaltada de re-  
miniscencias, citas, observaciones, que prueban la amplitud de sus lec-  
turas.  
Con razón pudo decir de sí mismo que había leído a «todos los clásicos  
de la antigüedad, así filósofos, historiadores, oradores y poetas; y todos  
los clásicos modernos de España, Francia, Italia, y gran parte de los in-  
gleses.5  
0
Escritor. Simón Bolívar era un gran escritor, como ensayista,  
sus tres principales trabajos son: La Carta de Jamaica, El Manifiesto de  
Cartagena y El Discurso a Angostura son sus tres principales piezas.  
Pioneras y obras cumbres del ensayo latinoamericano. Mantenidas  
hasta el presente como obras de referencia.  
Bolívar elaboró varias constituciones y tenía tiempo para al-  
gunos poemas y una biografía. Más de 12 mil documentos del Liber-  
tador están en la web. Sus ideas de Libertad fueron escritas en 92  
50 Manuel Pérez, La biblioteca del Libertador, Caracas, 1960, p.7. Ver en: https://www.cervantes-  
virtual.com/obra-visor/la-biblioteca-del-libertador—0/html/ff6e7d5e-82b1-11df-acc7-  
002185ce6064_4.html (10-02-2022)  
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35  
Xavier Chiriboga Maya  
proclamas y 2.632 cartas. Lo más increíble es que muchas de ellas  
fueron dictadas de forma simultánea y en diferentes idiomas a dis-  
tintos secretarios.  
Periodista. La imprenta es la artillería de mi pensamiento”  
También fue pionero del periodismo en Latinoamérica, en  
casi cada ciudad que liberaba fundaba un periódico, aquí tenemos  
periódicos fundados por él mismo o donde tenían resonancia sus ar-  
tículos libertarios.: el Correo del Orinoco (Refundado Siglo XX), El Pe-  
ruano (Hasta la actualidad), La Gaceta de Caracas. En Su Llamada  
Tres Series Patrióticas, El Patriota De Venezuela, El Mercurio Vene-  
zolano, El Publicista de Venezuela, La Gaceta de Lima, El Patriota de Gua-  
yaquil, El Fósforo de Colombia, La Gaceta de Chuquisaca y otros diarios  
bolivianos, La Estrella de Ayacucho (La Primavera de Arequipa o Maña-  
nas de la Independencia) (1825).51  
Estadista. Inicio su carrera militar en la llamada “Primera Re-  
pública de Venezuela”, que se perdió, para luego empezar desde Co-  
lombia la “Campaña Admirable” y llegar así a Caracas junto con lo  
logrado por Nariño en el oriente venezolano se pudo firmar en 1813  
La Segunda Independencia de Venezuela y ser nombrado como El  
Libertador. Desde ese entonces su ideal fue la construcción de Co-  
lombia, la grande, juntando Venezuela, Nueva Granada, Panamá y  
Quito. Se unirían a la federación Perú y Bolivia, después. Como  
vemos como estadista no sólo fue regente de estados sino que fue un crea-  
dor de ellos y por tanto tenía que escribir en sus constituciones todos  
los detalles desde la macroeconomía pasando por la legislación y lo  
derechos. Todo o casi todo lo dictaba él. Tratar de mantener estos 5  
países salvajes, unidos con todo en contra, excepto su poderosa vo-  
luntad fue la obra titánica que finalmente le destruyo. Colombia ter-  
mina cuando Bolívar muere en 1830.  
Conservacionista. Además, como buen seguidor de Rousseau,  
fue padre del ambientalismo en América: el 19 de diciembre de 1825,  
el Libertador Simón Bolívar firmó el Decreto de Chuquisaca, durante  
su recorrido triunfal por las tierras de Bolivia, ahí plasmó su visión  
51 Xavier Chiriboga, “Periódicos Fundados por Simón Bolívar”. En Simón Bolívar Escritor y Pe-  
riodista, Independiente, Quito, 2015, p. 30.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 13–42  
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Psicoanálisis de Simón Bolívar  
sobre la necesidad de protección y cuidado de la naturaleza, así como  
52  
la recuperación y uso racional de los recursos naturales. Ésta fue el  
colofón de su lucha permanente por los derechos incluidos los de las  
riquezas naturales.  
Guerrero. Señala la BBC de Londres, con sólo 47 años de edad  
peleó 472 batallas, siendo derrotado sólo 6 veces. Liberó seis naciones  
Destaca además el medio de comunicación europeo que el libertador  
participó en 79 grandes batallas, con el gran riesgo de morir en 25  
de ellas.5  
3
Tras la exposición de temas relacionados con Bolívar y sobre  
la base de los estudios del psicoanalista Adler se concluye que:  
Simón Bolívar tenía un complejo de inferioridad racial por su feno-  
tipo mestizo en el tremendo racismo mantuano de la época; por lo  
que, siguiendo la teoría de Adler, desarrolló compensaciones físicas  
y mentales para superarlo que lo convirtieron en un portento.  
Kretschmer: tipo físico leptosomico o neurasténico  
En la terapia analítica general, en especial para Adler, para  
el completo conocimiento de una persona hay que tomar en cuenta  
sus rasgos físicos.  
Para observar lo físico y su relación con el carácter; algunos  
psiquiatras y psicólogos famosos, como Ernst Kretschmer o Jean Pia-  
get, han desarrollado teorías caracterológicas o distintos tipos de ca-  
rácter según la estructura del cuerpo.  
54  
Nosotros seguiremos los tipos de “Kretschmer dentro del  
cual tenemos al tipo leptosomático o neurasténico. Su nombre deriva  
de las palabras griegas leptos = delgado y soma = cuerpo. Se trata  
por tanto de personas delgadas, poco musculosa, con escaso paní-  
culo adiposo, manos huesudas y finas, nerviosas, hipersensibles, con  
poco perímetro torácico, hombros estrechos y de corta talla. Este  
5
2 Redacción Mazo, Decreto de Chuquisaca: Legado ecológico del Libertador Simón Bolívar,  
Con El Mazo Dando, 19 de diciembre de 2021. Ver en: mazo4f.com/decreto-de-chuquisaca-  
legado-ecologico-del-libertador-simon-bolivar (10-02-2022).  
3 BBC. Op Cit.  
5
5
4 Psiquiatria.com, Tipología de Kretschmer…óp. cit.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 13–42  
37  
Xavier Chiriboga Maya  
autor considera que en este tipo corporal es más frecuente el tempe-  
ramento esquizoide y que podría derivar a la psicosis y más tarde a  
una personalidad postpsicótica.  
Todas las descripciones físicas del libertador nos lo presentan  
como un individuo neurasténico: “Mediano de estatura-un metro se-  
senta y siete centímetros-tenía un cuerpo fino, elegante y nervioso... “Los  
55  
ojos negros vivísimos le brillaban con quemante intensidad”. “(...) Se hizo  
imaginativo, a lo cual le ayudaron su sangre, la finura de sus nervios y el  
acento cálido del clima (...)” 56  
Luego de revisada las propuestas del psiquiatra Kretschmer;  
nuestra hipótesis es que Bolívar tenía un cuerpo neurasténico que lo  
predispuso para el desarrollo de una psicosis paranoide con delirios me-  
57  
siánicos o de redención, incluye los delirios de persecución, de refe-  
rencia, de grandeza y control. La posibilidad de los trastornos  
psicoanalíticos enumerados hasta el momento potencia la posibili-  
dad de psicosis que lo convirtió en el motor de su lucha.  
Es importante finalizar recalcando que nosotros comparti-  
mos el punto de vista de los antiguos griegos que hicieron una dis-  
58  
tinción entre locura humana y divina. La humana correspondía a los  
deficientes mentales mientras que la divina, sería el caso de los ge-  
nios.  
Conclusiones  
1
. Al ser huérfano de padre y madre, Bolívar no desarrollaría correc-  
tamente el Complejo de Edipo por lo que sería un niño y hombre re-  
belde por naturaleza.  
5
5 Alfonso Rumazo González, Simón Bolívar (Biografía), Ediciones de la Presidencia de la Repú-  
blica, Caracas, 2006, p.7. Ver en: docplayer.es/37121294-Alfonso-rumazo-gonzalez-simon-  
bolivar-biografia.html (14-02-2022)  
5
5
6 Enrique Campos, Se llamaba...Bolívar, Editorial Francisco de Aguirre, Buenos Aires, 1975, p.11  
7 José Molina “Que Es La Paranoia, El Delirio. Trastornos Paranoides”, La Página de la Vida  
Ver en: http://www.proyectopv.org/2-verdad/paranoiapsic.htm (21-02-2022)  
8 Julio López, “Psicopatologías en la Grecia antigua a través de sus mitos”, Dikaiosyne, Revista  
semestral de filosofía práctica, No. 17, Universidad de Los Andes Mérida, Venezuela, 2006.  
Ver en: http://www.saber.ula.ve/bitstream/handle/123456789/19105/interdis.pdf  
5
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38  
Psicoanálisis de Simón Bolívar  
2
. El inconsciente de Simón Bolívar estaría traumatizado, por una serie  
de graves pérdidas afectivas tempranas: las muertes de su padre (3),  
su madre (6) y su esposa (19).  
3
. La emancipación de América se debería, en gran medida, al principio psi-  
coanalítico de la Sublimación de la poderosa Libido de Bolívar junto con  
los otros procesos inconscientes serían el motor que le proporcio-  
naba su energía inacabable. En un proceso análogo a la creación  
artística  
4
. Bolívar responde a varios arquetipos jungianos, “De Libertad” para  
el inconsciente colectivo del pueblo latinoamericano incluso en la ac-  
tualidad, él es: el Héroe, el Protector (Padre), El Líder y El Sabio. El  
Redentor, El Libertador; producto de una dialéctica profunda de la  
naturaleza y de la historia que produjeron su gloria y se le hicieron  
conscientes al final de sus días  
5
. También respondería a arquetipos de “vasallaje” que aún operan en  
el inconsciente colectivo latinoamericano como “zambo” o  
indio”; serían otro de los motores inconscientes del Libertador  
quien sufriría los prejuicios de la época pues se le conocía como el  
Zambo” Bolívar.  
6
. Bolívar tuvo un complejo de inferioridad racial debido a su fenotipo  
latinoamericano en medio del tremendo racismo de la sociedad  
mantuana de su época. Este complejo de inferioridad se tornó en  
un sentimiento de superioridad o megalomanía y, por tanto, afán de  
grandeza, que le llevo a hacer todas sus hazañas. Este complejo de  
inferioridad-superioridad racial sería otro de los motores incons-  
cientes del Libertador  
7
. Bolívar tenía un cuerpo Psicasténico, nervioso, según la caractero-  
logía de Kretschmer, que lo predispuso para el desarrollo de una  
Psicosis paranoide con delirios mesiánicos o de redención.  
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Xavier Chiriboga Maya  
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BOLETÍN ANH Nº 208-A • 13–42  
42  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-A  
Julio–diciembre 2022  
CONVERSANDO CON LOS MUERTOS  
EL CASO DE LOS KICHWAS DE COTACACHI- ECUADOR  
1
Raúl-Clemente Cevallos2  
Michelle Cevallos-Vaca3  
Resumen  
En las comunidades kichwas de Cotacachi la comprensión  
de la muerte se realiza a partir de la vivencia de los ritos funerarios  
y de la interpretación complementaria de su cosmovisión andina. El  
objetivo general del presente texto es caracterizar las prácticas o ritos  
que configuran el proceso de la muerte del pueblo kichwa que habita  
el cantón Cotacachi en el Ecuador. La investigación que se presente  
es de tipo cualitativo y considera un estudio de caso antropológico.  
La población objeto de estudio son seis comunidades; el instrumento  
1
2
Recibido: 28/03/2022 // Aceptado: 14/11/2022  
Licenciado en Empresas Turísticas (PUCE), Lingüista Andino y Licenciado en Educación (Uni-  
versidad de Cuenca), PAA (Universidad Particular de Loja), Antropólogo Aplicado (Univer-  
sidad Politécnica Salesiana), Politólogo (Instituto de Ciencias Políticas de Moscú-Rusia),  
Máster en Ciencias Sociales (FLACSO). Consultor Internacional para Educación Bilingüe en  
Guatemala, Consultor para FLACSO, UNICEF, Ayuda en Acción de España y Tierra Viva de  
Ecuador. Recibió condecoraciones y medallas de oro por méritos educativos. Maestro Insigne  
de Imbabura; Articulista para El Comercio, La Hora y El Norte; autor de libros de Historia,  
Antropología, Lingüística y Educación Bilingüe e Intercultural; funcionario del Ministerio de  
Educación y Cultura y DINEIB; ponente de investigaciones en Brasil, México, Colombia y  
Cuba; Rector del ITS: 17 de Julio, Profesor Investigador de las Universidades de Cuenca,  
PUCE, Politécnica Salesiana y actualmente es profesor titular de la Universidad Técnica del  
Norte y director del Grupo de Investigación en Ciencias Sociales UTN, y miembro correspon-  
diente de la Academia Nacional de Historia del Ecuador. rccevallos@utn.edu.ec 0996932555  
https://orcid.org/0000-0002-6931-9875  
3
Realizó estudios de Derecho en la Universidad Católica del Ecuador y obtiene el grado de  
Abogada; actualmente realiza una Maestría en Derecho Penal con mención en Derecho Pro-  
cesal Penal en la Universidad de Otavalo; se vinculó con prácticas preprofesionales en la Fis-  
calía del cantón Otavalo. Es coautora de un artículo científico publicado en RAICES (Revista  
Nicaragüense de Antropología). Es Abogada en libre ejercicio y forma parte del Grupo de In-  
vestigación en Ciencias Sociales por la Universidad Técnica del Norte (GICS),  
michelle1716@outlook.com  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 43–76  
43  
Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
aplicado fue un cuestionario sobre la base de entrevistas estructura-  
das y a profundidad. Como resultado se encontró siete rituales un-  
gidos tanto para “angelitos” como para adultos en el contexto de la  
muerte. El conjunto de rituales se escenifica en el velorio, en los jue-  
gos mortuorios, en la danza del fandango, en el wantyay, en el en-  
tierro, en el wakcha karay y mediante la redistribución de alimentos  
y la conversación con los muertos a través del sollozo narrado por  
las mujeres kichwas. Concluye así: para los kichwas de Cotacachi, el  
proceso de la muerte que no es el fin de la existencia, hay una firme  
creencia en la inmortalidad, ya que las personas no mueren y tran-  
sitan hacia otra forma de vida, es decir al chayshuk pacha, en que no  
hay espacio para el dolor, el cansancio, el hambre, y todo es armonía.  
Palabras claves: chayshuk pacha, wantyay, angelitos, wakcha karay,  
mamakuna  
Abstract  
In the Kichwa community of Cotacachi, the understanding  
of death is based on the experience of funeral rites and the comple-  
mentary interpretation of their Andean worldview. The general ob-  
jective of the project is to characterize the practices or rites that make  
up the death process of the Kichwa people that inhabit the Cotaca-  
chi-Ecuador canton. This research is of a qualitative type and consi-  
ders an anthropological case study; the unit or population under  
study are six communities; the instrument applied was a question-  
naire based on structured and in-depth interviews. As results, seven  
anointed rituals were found for boh “little angels” and adults in the  
context of death; the set of rituals are staged in the wake, the mor-  
tuary games, the fandango dance, the wantyay, the burial, the wak-  
cha karay and through the redistribution of food and the  
conversation with the dead through the sobbing narrated by the Ki-  
chwa women. It is concluded as follows: for the Kichwas of Cotaca-  
chi, death is not the end of existence, there is a firm belief in  
immortality, since people do not die and move on to another form  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 43–76  
44  
Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
of life, that is, to the chayshuk pacha, in which there is no room for  
pain, fatigue, hunger, and everything is harmony.  
Keywords: chayshuk pacha, wantyay, little angels, wakcha karay,  
mamakuna  
Introducción  
El presente ensayo de investigación se enfoca a partir del  
análisis de los rituales funerarios que se efectúan durante las noches  
de velatorio y los días de vigilia que los familiares del difunto reali-  
4
zan en la cultura del pueblo kichwa de Cotacachi, cuyos rituales son  
una representación sagrada del conjunto de simbolismos andinos y  
cristianos. La muerte es el proceso de separación del alma sobre el  
cuerpo en que habita; “en el escenario de la cosmovisión kichwa la inter-  
pretación del simbolismo libera una red de discernimientos que amplía la  
5
complejidad interpretativa”.  
La creencia sobre la inmortalidad del “aya”;6,7 y la infalibili-  
dad de la resurrección es simbólicamente manifiesta: “en nuestro  
mundo, las personas no mueren, sino que pasan a otra forma de vida, a aque-  
8,9  
llo que los ancestros lo denominan, el chayshuk pacha”.  
Los kichwas despiden al muerto con una fiesta para mitigar  
el vacío que deja su “partida”, quien mientras se efectúa la fiesta cru-  
4
5
Raúl Cevallos, & al., e., Kichwa, Yachakukkunapa shimiyuk panka, Ministerio de Educación y Cul-  
tura del Ecuador, Quito, 2010  
Según Cevallos Michelle, desde oralidad kichwa es compleja por su estructura consuetudinaria  
y natural.  
6
7
Deviene del kichwa que significa, espíritu.  
C. Cumba, Mama Curandera y partera titulada. (R. Cevallos, Entrevistador) Comunidad de  
Alambuela-Cotacachi. (06 de marzo de 2018).  
8
Según la cosmovisión andina, es el jardín celestial donde desaparece el dolor y las adversida-  
des. Los ciegos pueden ver, los paralíticos caminan los sordos escuchan, los niños predican,  
los adultos escuchan parsimoniosamente, etc. Es decir, es el lugar donde la concordia permite  
velar la vida de quienes se quedan en el kay pacha.  
9
Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Alberto Anrrango, Ex Presidente  
de la UNORCAC y Ex Alcalde de Cotacachi 2009-2013. La entrevista fue realizada el día 22 de  
mayo de 2018 por Raúl Cevallos.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 43–76  
45  
Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
zará el umbral que separa la dimensión de la realidad incierta y el  
imaginario simbólico de la placidez a través de un río que ha de  
transportar al interfecto hasta el chayshuk pacha, es decir al paraíso an-  
dino o chayshuk pacha10 a presagios mortuorios.  
Los sueños son manifestaciones oníricas, se ejecutan con tra-  
mas atribuidas y por su desenlace se convierten en premonitorios.  
Ninguna actividad cotidiana o ritual se realizará sin la interpretación  
de los sueños, por tanto, son trascendentes para la vida y se consti-  
tuyen en ejes oníricos que vinculan metódicamente la vida con la  
11  
muerte. Así, los sueños son formas de ocultar y de ver una parte  
de la realidad corpórea del mundo de los vivos y de los muertos.  
El ayllu comunitario protege a los deudos con el apoyo de  
recursos económicos y alimenticios e inventan subterfugios simbó-  
licos para hacer menos intenso el dolor, y en esta situación dramática  
en que se presenta la muerte ejecutan una serie de juegos mortuorios  
para calmar el sufrimiento. Así surge la figura solemne del tayta  
12  
maestro quien a partir de la “chunkana” conforma grupos de juga-  
dores para establecer a vencedores y vencidos; los perdedores sufra-  
gan su rol mediante penitencias, y “los juegos mortuorios favorecen para  
que los acompañantes no se duerman y sobremanera para atenuar los peca-  
dos del fallecido”.13  
La onomatopeya ¡¡wantyay!! se glorifica a partir de la excla-  
mación en dirección hacia los cuatro horizontes, y se congratula a  
Pachakamak Creador del Universo Andino. Este himno de la muerte  
o canto luctuoso denominado wantyay es una imploración a las  
almas de los familiares que precedieron este desplazamiento terre-  
nal. Las loas como la antífona comunitaria son imploraciones que  
10 Raúl Cevallos, Miguel Posso, Migue Naranjo, Iván Bedón y Rolando Soria, Cosmovisión An-  
dina de Cotacachi, UTN, Ecuador, Ibarra, Imbabura, 2017, p.202  
1 Ibíd., p. 202  
1
1
2 Son las estrategias lúdicas que establece el tayta maestro, previo al ejercicio de los diferentes  
juegos mortuorios. Más información en: Luis Enrique Cachiguango, “¡Wantiay...! El ritual  
funerario andino de adultos en Otavalo, Ecuador”, Chungará (Arica), v.33, n.2, Arica, julio  
2
001. Ver en: http://dx.doi.org/10.4067/S0717-73562001000200003 (19-08-2022)  
1
3 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Rodrigo Cabascango. La en-  
trevista fue realizada por Raúl Cevallos y Michelle Cevallos Vaca. La entrevista fue realizada  
el día 22 de marzo de 2018  
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46  
Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
permiten abrir el portal de la dimensión sagrada donde habitan sus  
antepasados, quienes al escuchar las prerrogativas de los suyos des-  
cenderán al mundo de los vivos para llevarse el alma del difunto;  
por consiguiente, el wantyay es axiomático en la conexión entre los  
vivos y los muertos. Una vez cumplido el rito del wantyay se trasla-  
dan a la iglesia para recibir el homenaje cristiano y de allí al cemen-  
terio católico para la sepultura final donde se intercambia comida y  
bebida de maíz entre todos los asistentes.  
Así, cada primer lunes del mes y durante el 2 de noviembre  
de toda la vida, las mamakuna van a su “ayapampa” para compartir  
alimentos dentro el círculo familiar y con los demás allegados. En ese  
escenario sagrado se realiza el “wakcharay”. Y en un sincretismo cul-  
tural sorprendente, la Cruz de los finados personifica al ser querido;  
se engalana con adornos al estilo andino y cristiano. Las madres o ma-  
makuna dialogan y sollozan mientras están sentadas sobre la tumba,  
cuya posición es de reverencia para congratular a sus muertos.  
La Metodología utilizada fue la entrevista estructurada y la  
observación participativa e interpretativa. La presente investigación  
es cualitativa; en este marco, se la considera como un estudio de caso  
antropológico, por ser una investigación que se realiza sobre una  
14  
unidad social.  
Los participantes o población objeto de estudio son 6 comu-  
nidades del pueblo kichwa pertenecientes al cantón Cotacachi de la  
provincia de Imbabura, Ecuador. Se seleccionó a los líderes y a reco-  
nocidos dirigentes indígenas de las comunidades kichwas de Cota-  
cachi, quienes son considerados como informantes calificados para  
la presente investigación.  
Se utilizó como instrumentos un cuestionario para realizar  
una entrevista estructurada aplicada a profundidad, que constaba  
de 25 preguntas o indicadores y fue validada por expertos en el área  
y por usuarios mediante la aplicación de dos entrevistas guías. Ade-  
más, se manejó un diario de campo, fichas de observación, video-  
grabadora y cámara fotográfica. Se estructuró y se aplicó fichas  
1
4 Posso, Proyectos, Tesis y Marco Lógico (Planes e Informes de Investigación), Noción Imprenta,  
Quito, 2013, 2017  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 43–76  
47  
Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
biográficas específicas y sus respectivos adjuntos fotográficos corres-  
pondientes a los informantes conocedores de la historia oral sobre  
la muerte en la cultura kichwa de Cotacachi.  
El objetivo general del trabajo que se presente es caracterizar  
e interpretar las diferentes manifestaciones religiosas en el conjunto  
ceremonial de los ritos que configuran el proceso de la muerte de las  
personas del pueblo kichwa de Cotacachi-Ecuador. Para el cumpli-  
miento de este objetivo se establecieron preguntas científicas como  
para cada uno de los ritos mortuorios: ¿Cuáles son los rasgos carac-  
terísticos de cada una de las manifestaciones simbólicas de las cere-  
monias de la muerte en el pueblo kichwa de Cotacachi?  
En el procedimiento se involucró a las seis comunidades ads-  
critas a la UNORCAC15 se seleccionó informantes calificados. Se  
aplicó la entrevista desde febrero hasta julio de 2018 con autorización  
de los informantes a quienes se les dio a conocer la intención acadé-  
mica de la entrevista y del proyecto de investigación: “conversando  
con los muertos”. El consentimiento informado valido con la firma  
voluntaria de los informantes. Los datos fueron recolectados en,  
aproximadamente, dos horas por cada una de las entrevistas desa-  
rrolladas en los domicilios de los informantes; por la dinámica del  
tema, la idiosincrasia y respeto hacia los informadores, se tuvo que  
transformar en un diálogo informal, pero las entrevistas se direccio-  
naron en función de los indicadores preestablecidos en la entrevista  
estructurada.  
La información compilada fue transcrita textualmente, y pos-  
teriormente analizada, confrontada, caracterizada y compendiada  
para construir una nueva teoría y vincular a la existente. Esta infor-  
mación teórica selecta de las temáticas ensayadas se estableció sobre  
16  
la base de autores vivientes de esta “cultura milenaria andina”; se  
utilizó la lengua kichwa para las entrevistas, cuya pericia lingüística  
permitió subrayar el contenido desde la misma lengua materna  
como recurso científico que utilizó la observación participativa e in-  
15 Unión de organizaciones campesinas e indígenas del cantón Cotacachi que abarca a 48 co-  
munidades kichwas y campesinas.  
16 María Rostworowski, Estructuras andinas del poder, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1988.  
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Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
terpretativa a fin de lograr su intención académica. Así como resul-  
tado del estudio se representa un esquema estructurado de ideas  
sobre el significado de la muerte y los ritos trascendentes del con-  
junto de las ceremonias fúnebres en las comunidades kichwas de Co-  
tacachi. Señalando que la ejecución de los rituales no siempre son  
similares en todas las comunidades investigadas.  
El significado de la muerte en la cultura kichwa  
La muerte, para los pueblos kichwa de Cotacachi no es el fin  
de la existencia como usualmente se piensa; es el cambio de estado en  
el ciclo de la vida. Se vincula con los rituales sociales para dar sentido  
al imaginario colectivo sobre esta nueva existencia, y en esta estación  
el infortunio, visto desde la cultura andina, por osmosis, se convierte  
en algo paradisíaco. La muerte no constituye una tragedia en la vida  
de los kichwas, más bien, es como una culminación de una etapa del  
ciclo cósmico. Es la llegada a un momento de permanencia en la exis-  
tencia de los seres. La muerte nunca es el final o la terminación del  
17  
ser, es la continuidad del ser dentro de la totalidad existencial.  
18  
La sepultura en el panteón kichwa tiene raíces incas si bien  
su práctica contemporánea es seguramente reformada por contactos  
con otras culturas; no obstante, se sigue exponiendo la forma parti-  
cular de su cosmovisión, y aunque no sepultan en posición fetal  
como sus ancestros, por cuanto creían que iban a volver a nacer en  
el vientre de la Pacha Mama, siguen enterrando con los mejores ves-  
tidos, sombreros, alpargatas, joyas de oro y plata, alimentos, semillas,  
agua bendita, agujas, hilos, herramientas agrícolas y monedas. Estos  
19  
últimos para “pagar el derecho hacia otra vida”.  
1
1
1
7 Víctor Bascopé, “El sentido de la muerte en la cosmovisión andina, el caso de los Valles An-  
dinos de Cochapamba”, Chungará (Arica) Revista de Antropología Chilena, vol. 33, n.2, 271-  
277, 2001.  
8 En ciertas comunidades kichwas que son distantes de los centros urbanos no se entierra en  
ataúdes o cajas mortuorias Segundo Moreno ; Udo Oberem, Contribuciones a la Etnohistoria  
ecuatoriana, (Colección Pendoneros, Nro. 20) I.O.A, Otavalo, 1981.  
9 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Nicolás Flores, músico flautero.  
Este profesional fue entrevistado por Michelle Cevallos, & Raúl Cevallos. La entrevista fue  
realizada el día 18 de diciembre de 2021.  
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Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
El ajuar funerario generalmente está compuesto de herramientas y ob-  
jetos que eran de su preferencia, para que sean utilizados en la otra  
vida, convencidos de que el difunto va a realizar un largo viaje para  
encontrarse con otras personas que se adelantaron en este trayecto del  
ciclo existencial.20  
Víctor Bascopé, en el 2001, en un estudio demostró que la  
forma tradicional de preparar el cuerpo para su viaje:  
Consiste en proveerle de todo lo que un ser humano necesita para una  
larga travesía. Así es como se cree, que el alma del difunto caminará  
mucha distancia, donde puede que pase hambre, tenga sed, o pase frío.  
Quien sabe, tal vez se encuentre muy solitario, o a lo mejor, esté acom-  
pañado de muchos otros. Es importante que se lleve todo lo necesario  
para subsistir en el viaje y compartir con los que le acompañan. El di-  
funto debe proveerse de suficientes alimentos, ropa, herramientas,  
utensilios. Todas estas cosas se colocan cuidadosamente junto al cuerpo  
del finado, especialmente aquellas cosas que él acostumbra a utilizar  
durante su vida cotidiana. Sus gustos y preferencias deben ser tomados  
en cuenta. Se cree también que, si no lo tiene consigo sus prendas per-  
sonales, puede estar penado el alma en este mundo en busca de las  
cosas que le faltan, y sus familiares y las personas allegadas a la vida  
del finado deben estar atentos y vigilantes para que no falte lo esencial  
21  
de las provisiones para su viaje.  
22  
Los ritos mortuorios generan derechos y compromisos en  
los deudos a través de roles y funciones desplegados mediante una  
serie de símbolos y, durante el velorio, los deudos mantienen el con-  
trol social a través de los ritos. Y en este espectro, de creencias se su-  
pone que los muertos alcanzan un consentimiento para mitigar el  
dolor de los mortales; con esta capacidad de influencia los interfectos  
custodian a los deudos, quienes elevan recurrentes homilías cristia-  
nas y paganas para alcanzar la resiliencia que a la postre atenuará el  
sufrimiento provocado por la muerte de su ser querido.  
20 Cfr. Cachiguango en: Jorge Elías Caro y Raúl Román, Museos entre la Historia y los Patrimonios,  
ACOLEC, ADHILAC, 2019, p.311  
1 Víctor Bascopé, “El sentido…op. cit., p. 273  
2
2
2 El rito es la representación del ser espiritual y se orienta intrínsecamente al plano interior,  
misterioso y enigmático del runa. En tanto que, la ceremonia es el ejercicio litúrgico ejecutado  
para impresionar al colectivo o ayllu comunitario  
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Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
Durante el velorio suceden una serie de ritos y se destaca el  
jolgorio indescriptible que parecería irracional: ¿Cómo es posible  
que, en un funeral, los deudos jueguen, coman, rían, golpeen y bai-  
len? “La simple idea de danzar en un escenario de aflicción sería in-  
23  
sensato”. No obstante, este conjunto ceremonial durante el velorio  
24  
de los kichwa es una práctica sagrada.  
Los ritos de paso representan un conjunto de diligencias que  
simbolizan la transición en la trama vivencial. Los ritos sociales,  
como los de iniciación, matrimonio y muerte: “moldean métodos de  
afrontamiento y de atribución de significados a las diversas situaciones de  
25  
la vida y de la muerte”. En un estudio comparativo se dice:  
Cada credo religioso propone funerales, prácticas y rituales de duelo,  
formas de recordación de la persona fallecida, así como modos de  
apoyo social, religioso y espiritual para que los deudos puedan expre-  
sar su dolor, mitigar su pena y juntarse en comunidad para sobrellevar  
la soledad y la tristeza por la pérdida humana familiar. Cada religión  
inmersa dentro de una cultura propone gran diversidad de modos de  
26  
afrontamiento de la muerte y de las pérdidas de seres queridos.  
Los ritos y ceremonias mortuorias kichwas amplían los lazos  
sociales y permiten sosegar el efecto de la muerte mediante conve-  
niencias controlables, en tal razón los juegos, danzas y penitencias  
asumen funciones interpersonales que permiten restituir y fortalecer  
los vínculos sociales en los integrantes del ayllu comunitario.  
La liminaridad en el mundo andino  
La muerte marca la transición de un estado hacia otro, posi-  
blemente es entendida como un desprendimiento de la esencia es-  
2
3 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Raúl Amaguaña, Expresidente  
de la UNAIMCO-Otavalo y especialista en temas de la cosmovisión kichwa. La entrevista  
fue realizada el día 07 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
2
2
4 R. Cevallos, M. Posso, M. Naranjo, I. Bedón, & R. Soria, Cosmovisión…op. cit  
5 Cfr. Pargament en: Laura Yoffe, “Rituales funerarios y de duelo colectivos y privados, reli-  
giosos o laicos”, UNIFE, Publicaciones de Revistas de Psicología, Vol.22, N°2, 2014, p.146.  
6 Ibídem.  
2
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51  
Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
piritual respecto del cuerpo físico; es decir que, no es el final sino el  
principio de una vida nueva y requiere franquear tres etapas: a) fa-  
27  
llecimiento del cuerpo del runa, b) el alma deja el cuerpo, y, c) cru-  
zar el puente celestial que se ajusta en una etapa de transición que  
representa la frontera y el umbral conocido como “liminar”.  
Es costumbre añeja bañar al muerto con agua de romero. La  
colectividad kichwa cree que por medio del agua se lleva a los muer-  
tos hacia el más allá, por ello se acostumbra a bañarles con flores y  
romero antes de colocarlos en el ataúd, y posteriormente, se prepara  
el amortajamiento que es realizado por las mujeres, mientras el altar  
de los difuntos adultos es tarea de los hombres del clan familiar, y la  
preparación del “cielo o altar de los angelitos” es tarea de los padrinos  
28  
de los niños fallecidos que por cariño se les denomina: angelitos.  
Los rituales son definidos como conductas de gran precisión, con gran  
cantidad de detalles, altamente estereotipadas y, a menudo repetitivas  
que connotan un sentido de control sobre uno mismo y el contexto, y  
que psicológicamente buscan reducir la ansiedad y el sentimiento de  
29  
la incertidumbre provocada por la muerte del ser querido.  
Los muertos cuidan a los vivos  
En nuestro mundo, indican los pobladores kichwa las perso-  
nas no mueren, sino que pasan a otra forma de vida, a aquella que  
los ancestros la denominan, el chayshuk pacha, donde continúan otra  
vida, es decir una vida que se anhela.30  
La muerte es el proceso de separación del alma sobre el  
cuerpo en que habitaba; este proceso es progresivo si la derivación  
es de una enfermedad; pero si la muerte es fortuita, también la rup-  
tura es rápida y violenta. Es tan amplio el escenario de la cosmovi-  
27 Deviene del genérico kichwa: y runa es el ser humano  
2
8 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Manuel de la Torre, experto  
en Educación Indígena y comunero kichwa. La entrevista fue realizada por Raúl Cevallos,  
el día 09 de febrero de 2018.  
29 Cfr. Hinde en: Laura Yoffe, “Rituales…op. cit., p.147  
3
0 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al señor Alberto Anrrango, expresidente  
de la UNORCAC y exalcalde de Cotacachi 2009-2013. La entrevista fue realizada el día 22  
de mayo de 2018 por Raúl Cevallos.  
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Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
sión indígena, por cuanto la interpretación del simbolismo libera una  
red de discernimientos que amplían la complejidad interpretativa.  
Cachiguango, por ejemplo, sostiene que:  
La propia muerte te entrega una secuela de sabiduría, que no es de  
dolor sino de alegría, en mi comunidad31 se despide al difunto con ale-  
gría para que se vaya tranquilo al chayshuk pacha; por eso, aunque la  
familia esté triste, la comunidad se despide con una fiesta; para que el  
difunto cruce sin dificultades el rio de la muerte y llegue sin problemas  
al otro mundo o chayshuk pacha; el mismo sentido tiene el juego cere-  
monial en los velorios: el espíritu deberá partir feliz para que no tenga  
ganas de quedarse en este mundo.32  
Los kichwas despiden al muerto con una fiesta para mitigar  
el vacío que deja el extinto, quien en medio de la algarabía de la re-  
alidad incierta cruzará la frontera liminal para alcanzar el surrea-  
lismo simbólico de la placidez a través de un río que ha de transpor-  
tarle hasta al paraíso.  
Los ritos funerarios refuerzan la perennidad de la comuni-  
dad andina que adquiere tintes de complejidad imaginativa, donde  
los muertos custodian y vigilan a todo el ayllu comunitario. Cruzar  
el umbral de los estadios que admite a los muertos es una aquies-  
cencia para convertirlos en mediadores entre Pachakamak o Dios y  
los mortales; esta prerrogativa que es muy preciada por los vivos  
permite elevar invocaciones para alcanzar favores celestiales. Salva-  
guardando así el phylum clánico de naturaleza social, los antepasados  
renuevan al grupo clánico y propician la armonía entre el mundo de  
33  
los vivos y el de los muertos. Los antepasados inciden sobre la con-  
ducta del ayllu comunitario, les confieren identidad, legitiman su  
posesión de tierras y recursos y se ingenian sistemas protectores, es-  
pecialmente al nivel de los ritos y las creencias, para crear la quimera  
34  
de la perennidad de un mundo a otro.  
31 Es nativo de la comunidad kichwa denominada Cotama, pertenece al cantón Otavalo-Ecuador  
32 Cfr. Cachiguango en: Jorge Elías Caro y Raúl Román, Museos…op. cit., p.312  
33 Francisco Gil García, “Donde los muertos no mueren. Culto a los antepasados y reproducción  
social en el mundo andino. Una discusión orientada a los manejos del tiempo y el espacio”,  
Anales del Museo de América, N°10, Madrid, 2002, p.60  
34 Vincent Thomas, Antropología de la muerte. F.C.E, México, México, 1975.  
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Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
Que hay detrás de los muertos, es una pregunta que inquieta  
incluso a los más escépticos. Y la respuesta de que es la simple cul-  
minación del ciclo vida de los seres vivos, es una máxima que inter-  
cepta cualquier interpretación “racional”. Es el inicio de una vida  
35  
mejor y no está ubicado en el inframundo, entendido este escenario  
como el infierno, cuya valoración se articula desde el pensamiento  
canónigo católico que fue impuesta en sus fieles andinos desde el  
adoctrinamiento religioso.  
La cultura andina es la compleja composición de comporta-  
mientos y rituales, donde la muerte y su entorno se revisten de com-  
ponentes simbólicos, y ahí el acto de morirse se transmuta en un  
hecho social y cultural como lo diría Carlos Coba Andrade (1995),  
en torno al cual “se constituyen sistemas de creencias, valores y sím-  
bolos”.3  
6
Según la cosmovisión kichwa el triángulo en la tumba an-  
dina representa los tres mundos: el de arriba (hanan pacha), el de  
aquí (kay pacha), y el de abajo (urin pacha). Y no sorprende que tam-  
bién se represente en las tumbas a la cuatripartición: los cuatro suyos  
37  
o puntos cardinales: chinchay suyu, kulla suyu, anti suyu y kunti suyu,  
es decir, la cruz.  
Las culturas en su propósito de comprender su cosmovisión  
reflexionan a partir de la comprensión de la muerte y de su signifi-  
cado y principalmente lo que sucede después de esta, y allí se estima  
que a la muerte como el proceso de transición hacia una vida eterna.  
En el “chayshuk pacha” no hay dolor, ni cansancio, ni hambre, todo  
es armonía.3 Cachimuel sostiene lo siguiente:  
8
3
5 Mundo mitológico situado bajo tierra en el que viven espíritus y seres terroríficos. Según la  
literatura clásica griega, el inframundo era aquel escenario que se encontraba en los confines  
de la tierra, muchos más allá del horizonte, es decir en el fin del mundo, siendo este un lugar  
donde las almas de los muertos son llevadas para ser juzgadas según su comportamiento  
terrenal.  
36 Francisco Gil García, “Donde los… op. cit., p.60  
37 I. Garcilaso de la Vega, Comentarios Reales, Tomo I y II, A. M. Quesada, Ed. Sucre, Sucre, Ve-  
nezuela, Porrúa, 1609 (1976). p.267  
3
8 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Raúl Amaguaña, Ex-Presidente  
de la UNAIMCO-Otavalo y especialista en temas de la cosmovisión kichwa. La entrevista  
fue realizada el día 07 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Sebastián Cachimuel. La en-  
trevista fue realizada el día 21 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
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54  
Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
En nuestro mundo kichwa, se refuerza la creencia en la vida después  
de la muerte: ya sabemos cuándo van a morir ya sea nuestra mamita o  
nuestro papito, nosotros le lloramos y le decimos, cuando ya te vayas  
de aquí, no te olvides de nosotros. Ellos cuidan de nuestra vida, siem-  
pre nos protegen, por eso conversamos con ellos, como si estuvieran  
39  
vivos.  
La muerte no es la tradicional forma tétrica, lúgubre y ma-  
cabra y no creer en la vida después de la muerte sería una entelequia  
que evidenciaría el desarraigo de la cultura ancestral; de modo que  
enterrarlos con sus mejores pertenencias es una forma de creer en la  
continuación de la vida en otra dimensión.  
Los sueños y los presagios de muerte  
Se presagia los signos de la muerte a través del sueño y los  
niños imitan a los mayores y estos lubrican el sentido didáctico de  
la cultura para recrearla y preservarla. Es portentoso el acierto de los  
adultos mayores al pronosticar el futuro inmediato a través de los  
sueños que marcan la vida de los kichwas. Se predice si alguien va  
a morirse y los ancianos comprenden las contraseñas de la muerte y  
reciben con prelación mediante los sueños que actúan como un limen  
que separan la situación efímera del “iluso” y la “realidad inmuta-  
40  
ble”. “Los sueños permiten pronosticar si algún miembro de la familia va  
41  
a enfermarse y si probablemente va a morir”.  
Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Rodrigo Cabascango. La en-  
trevista fue realizada por Raúl Cevallos. La entrevista fue realizada el día 22 de marzo de  
2
018.  
Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Manuel De la Torre, Experto  
en Educación Indígena y comunero kichwa. La entrevista fue realizada por Raúl Cevallos.  
La entrevista fue realizada el día 09 de febrero de 2018.  
Jorge Elías Caro y Raúl Román, Museos entre la Historia y los Patrimonios, ACOLEC, ADHI-  
LAC, 2019.  
9 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Sebastián Cachimuel. La en-  
trevista fue realizada el día 21 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
0 R. Cevallos, M. Posso, M. Naranjo, I. Bedón y R. Soria, Cosmovisión Andina de Cotacachi, UTN,  
Ibarra, Imbabura, Ecuador, 2017.  
3
4
4
1 Esta información se obtiene de la entrevista realizada a la Señora Carmen Cumba, La entre-  
vista fue realizada por Raúl Cevallos y Michelle Cevallos. La entrevista fue realizada el día  
06 de marzo de 2018.  
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Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
Existen las huellas del alma en los caminos recorridos que  
solo atinan a identificar los escogidos (yachakkuna), la presencia o  
huida de las palomas, la sobreproducción de calabazas, el viento lú-  
gubre en las tardes, el estallido de la brasa en el fogón, el volumen  
de la espuma en las deltas de los ríos, la gama de colores durante el  
amanecer y el atardecer, el color del rostro de la persona que tiene  
va a morirse; el crujir de la madera en la residencia, el canto melan-  
cólico de los aves, el tropiezo de un adulto de forma súbita y apara-  
4
2
toso. Además, las pesadillas que padecen los deudos les permite  
aseverar y advertir la presencia de almas que vienen a visitar en el  
patio de la casa” cual si fueran escenas de movimientos de levita-  
ción y transmutación.  
Ciertos animales con su inusual cualidad de percepción pa-  
recerían rubricar la muerte; por ejemplo, el ulular del búho es de mal  
augurio, así como genera honda inquietud el aullido de los sabuesos  
que a decir de los informantes perciben el espectro de las almas;  
dicho suceso está asociado a una advertencia de almas que mero-  
43  
dean “el patio de la residencia familiar” en busca de víctimas vivas.  
Cuando los perros escarban y forman agujeros en ciertos rin-  
cones de la residencia familiar inquieta a todo el ayllu, quienes vis-  
lumbran una cercana expiración de algún miembro de la familia, y,  
la presencia de mariposas de color negro ultima el presentimiento;  
al tenor de este escenario psíquico-social se desarrollan los senti-  
mientos de la cotidianidad de la vida de los kichwas de Cotacachi.  
El quehacer diario de sus pobladores se realiza a partir de la  
interpretación de los sueños, que a su vez son formas de ocultar y  
de ver una parte de la realidad corpórea del mundo de los vivos. Los  
sueños son premonitorios y son teatros en que se proyectan y se pre-  
dicen ciertos segmentos de la trama del ciclo existencial de los runas  
44  
kichwas. “En la misma sucesión hay sueños que corresponden al escena-  
4
4
4
2 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Sebastián Cachimuel. La en-  
trevista fue realizada el día 21 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
3 R. Cevallos, M. Posso, M. Naranjo, I. Bedón y R. Soria, Cosmovisión Andina de Cotacachi, UTN,  
Ibarra, Imbabura, Ecuador, 2017.  
4 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Luis Cachiguango, Técnico en  
saberes ancestrales andina y lingüista kichwa. La entrevista fue realizada el día 17 de agosto  
de 2018 por Raúl Cevallos y Michelle Cevallos.  
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56  
Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
rio del género; por ejemplo: comer semillas de calabaza está asociado a la de-  
4
5
saparición de una de las niñas más queridas”, que pueden hijas, her-  
manas, tías o sobrinas.  
La premonición expresada mediante los sueños constituye  
una representación hierática, o rígida que advierte acontecimientos  
axiomáticos o de gran claridad; por ejemplo: Soñar que se derrumba  
desde un acantilado; el esparcimiento de la gente en el desconcierto;  
el recogimiento de las piezas dentales a granel, animales de color  
negro y con la boca llena de sangre, el zarandeo de tierra hacinada;  
la cosecha descomunal de calabazas, entre otros casos, son manifes-  
46  
taciones oníricas que avecinan un desenlace terminal.  
El velorio y los juegos mortuorios  
La muerte como un hecho social propicia un análisis antro-  
pológico para entender su dimensión simbólica en que se distingue  
a los juegos funerarios como rituales lúdicos resilientes o adaptativos  
a la situación adversa de la muerte. “Los indígenas tenían la tradición  
de hacer el pakarikuk, que consiste en velar al finado durante cinco días”.4  
7
En ese tiempo no dormían, ayunaban, hacían cánticos lastimosos, y  
también actividades para vencer el sueño. El juego del huayro [wayru]  
era uno de ellos […]. Hacen el pacaricuc [pakarikuk] que es velar toda  
la noche, cantando endechas con voz muy lastimosa; unas veces a coros  
y otras cantando uno y respondiendo todos los demás. El pacaricuc  
suele durar cinco días, en los cuales ayunan, no comiendo sal ni ají,  
sino maíz blanco y carne, y juegan el juego que llaman la pisca o el  
huayro, tomando el nombre de los cinco días, que emplea unos palillos  
con diversas rayas, y no entiendo que tienen más misterio que para di-  
vertir el sueño, y al cabo de estos cinco días van a lavar la ropa que  
dejó el difunto al río”.48 Hartmann rescata este fragmento para explicar  
45 Raúl Cevallos, Miguel Posso, Miguel Naranjo, Iván Bedón y Rolando Soria, Cosmovisión…  
op. cit., p. 192.  
6 Ibid., p. 92.  
4
4
7 R. Hartmann, Juegos de velorio en la Sierra ecuatoriana. https://www.iai.spk-berlin.de/fi-  
leadmin/dokumentenbibliothek /Indiana/Indiana_6/IND_06_Hartmann.pdf. p. 225.  
8 Pablo Joseph Arriaga, La extirpación de la idolatría en el Perú, Colección de Libros y documentos  
referentes a la historia del Perú, Lima, 1621, p.216  
4
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57  
Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
cómo veían los europeos de la época estas prácticas y, además, para  
dejar constancia de que se trata de una tradición prehispánica. Cómo  
se jugaba En el libro de Hartmann se confirma que el término huairu  
.
es de origen prehispánico, que se trata de una actividad de dado, “lo  
confirma Fray Martín de Murúa,49 indicando que jugaban estos indios  
con un solo dado, que llaman la pichka, de cinco puntos por un lado,  
uno por otro, dos por otro y por otro tres, y el lado cuatro, y la punta  
con una cruz vale cinco, y el suelo del dado, veinte, y así se juega hoy  
en día, y esto lo usan así los indios como las indias; aunque fuera de  
50  
conejos, que ellos llaman cuyes; no juegan cosas de plata.  
El juego de la “chunkana” hace referencia al mismo juego co-  
nocido en la región andina, especialmente en el Perú con el nombre  
51  
de pichka, y amplía el escenario de la interpretación, González Hol-  
guín (1608, I tomo: 196 y 284): pichca, como un juego de dados, y  
huayru o ppichcca52 como juego de naturales, y huayru: el mayor  
53  
punto, o el mejor que gana. El “chunkana” es el juego matriz en el  
ritual lúdico funerario para adultos, y varía según los pisos ecológi-  
cos en que se asienta la comunidad indígena. La participación de los  
jugadores es voluntaria, y se caracteriza por el nivel compulsivo y  
brusco. El maestro de ceremonias determina las reglas a partir de la  
chunkana” que es el prefacio de los diferentes juegos. A partir de la  
chunkana” se seleccionan a los perdedores y ganadores, y durante  
el desarrollo de los juegos, se requiere de dos grupos de voluntarios,  
generalmente son grupos de seis o más miembros, quienes despúes  
de realizar la jugada de partida que es la chunkana, escenifican tea-  
tros y sainetes con representaciones de animales domésticos y sal-  
vajes. Al escenificar estos ritos lúdicos durante el velatorio se crea  
una atmósfera paliativa y de amplia distracción. Los “jugadores”  
4
9 Martín de Murúa, Historia del Perú. (M. B. Gaibrois, Ed.), DASTIN.S.L., Madrid, España, (1590)  
001, p. 226. Citado en R. Hartmann, Juegos de velorio en la Sierra ecuatoriana.  
https://www.iai.spk-berlin.de/fileadmin/dokumentenbibliothek/Indiana/Indiana_  
/IND_06_Hartmann.pdf.  
2
6
50 Ibid.., p.226  
51 Santiago Ordóñez, El juego del huayru o pishca, FLACSO, CBC COLEGIO ANDINO, Quito,  
2
004.p., 11  
5
2 Esta última palabra lo escribe con doble –p, y –c. ppichcca  
53 D. González Holguín, Vocabulario de la Lengua Quichua I. Corporación Editora Nacional Quito,  
(1608), 1993.  
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58  
Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
contribuyen en la sacralización del interfecto, ya que los juegos con-  
tribuyen ostensiblemente en “el indulto para la absolución de los pe-  
cados del muertito”.54  
De La Torre afirma que los juegos son generalmente bruscos:  
Nos golpeamos por los pecados para resarcirlos y se juega por un deber  
moral, es decir para acompañar y alegrar a los sucedidos; entre los  
acompañantes y los más alentados y entre quienes ya vienen prepara-  
dos para jugar nos reunimos y formamos parejas, mejor si son una do-  
cena, es decir seis por cada lado.55  
Históricamente, se conoce que el huayro [wayru] era un hue-  
so del fémur de ser humano, generalmente de un jefe de familia y que  
por sí solo generaba temor y acatamiento para manipularlo. El maes-  
tro de ceremonias más conocido como tayta maitro estaba autorizado  
para exponer el dispositivo mortuorio con destreza y habilidad única.  
Arriaga se refiere a pichka, que se traduce como cinco. (pisca)  
viene de los cinco días que dura el Pakarikuk (velorio), cinco días en  
56  
los que el alma ronda el mundo de los vivos. Cobo también men-  
ciona al huayru que equivale a “uno” …al modo que entre nosotros  
se dice /as/…”, es decir al número máximo que otorga las ganancias,  
es en estos números (uno–as y cinco) en los que se equilibra el mundo  
de los vivos y el de los muertos. De modo que, [pisca] significaría el  
mejor, el más grande, solo comparable a sumaymana de la lengua ki-  
57  
chwa, que significa belleza infinita. Lanzaban el wayru hacia el ta-  
blero, si caía de pie el concursante ganaba. “Sí, sí, se paró”, gritaban  
los presentes. En medio de la algarabía, el ganador recibía el dinero,  
58  
que estaba destinado a comprar “aguardiente para dárselo a los deudos”.  
54 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Sebastián Cachimuel. La en-  
trevista fue realizada el día 21 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
5
5 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Manuel De la Torre, Experto  
en Educación Indígena y comunero kichwa. La entrevista fue realizada por Raúl Cevallos.  
La entrevista fue realizada el día 09 de febrero de 2018.  
56 Pablo Joseph Arriaga, La extirpación… op. cit., p. 60.  
57 Santiago Ordóñez, El juego del huayru o pishca, FLACSO, CBC COLEGIO ANDINO, Quito,  
2004. p. 12  
Bernabé Cobo, Historia del nuevo mundo, BAE, Lima, 1653 (1954).  
8 R. Harthmann y U. Oberem, “Aportes…op. cit.. p .67.  
5
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59  
Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
Los parientes sufragan los gastos para cumplir con el velorio.  
Cómo es costumbre kichwa, los rituales mortuorios se ensamblan en  
el sistema antropológico de la práctica de dones de carácter univer-  
sal: dar, recibir y devolver. En este ejercicio de economía moral pro-  
pio de los kichwas actúan todos los integrantes del ayllu comunitario  
ante los deudos y viceversa, y se recauda suficiente comida cruda y  
cocida tanto de sal como de dulce para atender a los asistentes du-  
rante las noches del velatorio.  
Durante el velorio, y cerca de la media noche, y después de  
que los adjuntos se abastecen tanto de alimentos y bebidas con sobra  
59,60  
de abundancia, entonces también corresponde “la pagana”.  
En-  
tonces se sufraga lo recibido y se paga mediante la participación en  
la serie de juegos mortuorios, con la chunkana, que es el prefacio lú-  
dico que marca el inicio de juegos mortuorios y en la cual los perde-  
dores deben cumplir una serie de penitencias.  
Existen variantes en las reglas de los juegos, y sin duda, tam-  
bién entre una localidad y otra difieren con nombres diferentes o son  
simplemente distintos. Se conforman dos grupos similares de hasta  
seis personas por bando. Cevallos en un estudio sobre el tema de los  
finados, encontro que:  
Cada grupo designa un cabecilla que dirige el juego. En tanto, el maes-  
tro de ceremonias procede a quemar una cara de seis granos de maíz  
en el tenue fuego de una vela, e inmediatamente reparte doce granos  
de maíz a cada jugador. El cabecilla del grupo reúne los granos de maíz  
en un cúmulo, y se inicia el juego […] los representantes de cada grupo  
lanzan seis granos de maíz sobre una sábana de color blanco, y depen-  
diendo del resultado se recauda los granos acumulados del montón de  
uno de los jugadores. El dirigente del grupo arroja los granos de maíz  
hasta por tres veces ocasiones seguidas y recolecta los granos de maíz  
de los jugadores de su conjunto. El turno del juego se realiza en sentido  
de las manecillas del reloj. Por cada color negro de los granos de maíz,  
se recauda un grano de cada jugador. Si el resultado es de seis granos  
5
9 Pagana, del infinitivo y de acción del verbo en español: pagar. Usualmente existen términos  
o léxicos del kichwa que son refonetizaciones del español, ejemplo. Pagana.  
0 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Manuel De la Torre, Experto  
en Educación Indígena y comunero kichwa. La entrevista fue realizada por Raúl Cevallos.  
La entrevista fue realizada el día 09 de febrero de 2018.  
6
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60  
Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
del lado del maíz quemado, entonces se alcanza un triunfo que se de-  
nomina yana wasi o casa negra, y se recaudan seis pares de granos. Si al  
arrojar los seis granos, estos caen del lado no quemado, se alcanza una  
yurak wasi o casa blanca; entonces se recauda doce pares de granos. Los  
ganadores del juego dicen ñami wasichirkanchik, ya hicimos una casa.  
Vence la partida del juego, quien termina con los granos acumulados,  
y durante las partidas de los juegos en la noche, es costumbre cambiar  
la serie de juegos. El grupo vencedor pide al maestro o tayta maitro que  
61  
castigue a los perdedores con penitencias.  
Con respecto al juego del maíz quemado, según Luis Cachi-  
guango: los granos de maíz se arrojan cual dados sobre una sábana  
de color blanco y propicia para rituales funerarios. Si los granos de  
maíz caen todos con la cara quemada o no, equivale a establecer al  
grupo ganador o perdedor, donde los vencidos necesariamente  
deber ser castigados.  
Generalmente el primer castigo es indultado, pero inmedia-  
tamente el segundo castigo, se aplica como derecho del muerto, por  
lo cual, uno de los jugadores deberá arrodillarse ante el ataúd y de-  
berá rezar en voz alta y quejumbrosa.  
El tayta maestro establece el primer castigo denominado  
Allku shuwa”, que consiste en visitar la casa de una de las vecinas  
que por su temperamento sea impetuosa, y allí el penitente caminará  
cual perro raptor, simulará caminar en cuatro patas y con la lengua  
afuera hasta que llegue a la habitación de la susodicha y de allí en  
medio de la noche cual cleptómano deberá sustraerse alguna prenda  
y llevar al lugar del rito. Así se realiza con los siguientes juegos de-  
nominados: Allku shina, Batanari, Chirlu nanay, Chuspita hapina,  
Kuchi mama, Larka yakuta yallina, Uturunku shina, Ñawsa ukucha,  
Michata hapi, Wamprakunapak pukllay, Kari atallpa pukllay, Paya  
rukupash hillukuna, Kurikinkuna, Sawri yallichik, Wallinku  
62  
pukllay.  
61 Raúl Cevallos, Miguel Posso, Miguel Naranjo, Iván Bedón y Rolando Soria, Cosmovisión An-  
dina de Cotacachi, UTN, Ecuador, Ibarra, Imbabura, 2017, p.195  
6
2 La traducción al kichwa es Raúl Clemente Cevallos. Todos los juegos mortuorios se realizan  
por orden de los vencedores y tienen como testigo de honor al Tayta Maytru; los juegos son  
los siguientes: Allku shina (Cómo un perro), el penitente para pagar la penitencia realizará  
todos los ademanes de un perro; Batanari (latigazos) el penitente recibe fuetazos en los mus-  
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61  
Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
El velatorio del “angelito” o niño kichwa  
La tradición de velar a “los angelitos”, está cargada de un  
conjunto expresiones figuradas que para el común de los “raciona-  
les” es una irracionalidad cultural visto desde el mundo occidental.  
Esta práctica mortuoria, la de llorar y bailar se realiza en medio de  
fandangos musicales. El propio ritual de bailar la danza de la muerte  
del “angelito” ayuda a resistir el dolor de los padres, considerando  
que el niño al morir se convierte en un “ángel”.  
Parecería irracional que, en un funeral, los kichwas bailen.  
Desde el contexto de “la racionalidad occidental”, la simple idea de  
la cadencia o movimiento del cuerpo en un pasaje de duelo se con-  
sideraría insensato; sin embargo, sucede que es una práctica cultural  
eminentemente consagrada a los angelitos en el mundo andino. Allí  
en esa reunión se come, se bebe y se juega. Hay ganadores y perde-  
dores. El penitente o perdedor debe forjar regocijo, como una forma  
63  
de hacer menos doloroso el infortunio en los deudos.  
los; Chirlu nanay (dolor por un chirlazo) el penitente realiza ademanes exagerados al recibir  
chirlazos en su rostro; Chuspita hapina (Coger un mosco), el penitente debe buscar y encon-  
trar un mosco vivo y entregar al juez; Kuchi mama (Chancha madre), el penitente simula  
ser una chancha madre y dará de lactar a sus críos y se produce una total algarabía; Larka  
yakuta yallina (Atravesar la sequía de agua), el penitente intenta pasar sobre las piernas de  
los acompañantes y estos lanzas patadas al cuerpo del jugador; Ñawsa ukucha (ratón ciego),  
el penitente es tapado los ojos y camina sin rumbo mientras todos lo pellizcan en el cuerpo;  
Uturunku shina (Como si fuese oso), el penitente imitará los movimientos del oso para agre-  
dir a los jugadores; Michata hapi (Tomar el fuego), el penitente deberá encontrar una vela  
encendida que está en algún lugar del territorio en juego; Wamprakunapak pukllak (Juego  
de adolescentes), el penitente deberá escuchar con los ojos vendados y realizar cualquier  
juego que le asignen los jugadores; Kari atallpa pukllay (Juego del gallo), el penitente deberá  
imitar los movimientos cuando el gallo pelea y lo hace contra los jugadores; Paya rukupash  
hillukuna (Los viejos golosos), los penitentes intentan atrapar la comida con su boca, pero  
sus movimientos deben ser como de los viejitos, es decir lentos e imprecisos; Kurikinkuna  
(Los curiquingues), los penitentes deben bailar pero raspar el piso ya sea con los pies o con  
las manos imitando al ave kurikinki; Sawri yallichik (Enhebrar la aguja), el penitente debe  
enhebrar una aguja en un tiempo determinado en un lugar no muy claro ni muy oscuro, y  
finalmente, Wallinku pukllay (Juego del conejo), el penitente deberá perseguir a su comida  
que se esconde cual pañuelo en las espaldas de los jugadores, y cada uno esto pasa al si-  
guiente jugador a fin de que el penitente no logre alcanzar su objetivo.  
3 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Raúl Amaguaña, Ex-Presidente  
de la UNAIMCO-Otavalo y especialista en temas de la cosmovisión kichwa. La entrevista  
fue realizada el día 07 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
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Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
64  
En las costumbres funerarias según Paúl Rivet la música y  
la danza de los fandangos recrea y aplaca el sentimiento del duelo  
infantil y los juegos mortuorios nocturnos son preludios que permi-  
ten llegar al ritual lúgubre en la hora del alba, denominado wantyay,  
que es el ritual más sacrosanto de los kichwas; se evoca esta onoma-  
topeya. El tayta maestro invoca la plegaria hierática en dirección  
hacia los cuatro puntos cardinales, e inmediatamente todo el ayllu  
comunitario que acompaña en el velorio responde en coro: ¡want-  
yay!. Por su eco ensordecedor es lúgubre. A decir de los comuneros,  
cuando gritan la onomatopeya sagrada, es como una llave que per-  
mite abrir la puerta del otro mundo.  
No obstante, los rituales cambian en el contexto de los niños,  
y además la tradición funeraria de la muerte infantil se la conoce  
como el velorio del “angelito”, el mismo que es velado en un altar o  
cielo.6  
5
Cuando fallecía un “angelito” sin recibir la comunión bau-  
tismal “cristiana” no debía ingresar a la iglesia católica para recibir  
las exequias funerales; y mediante un subterfugio desconsolado se  
lograba sepultarle en la oscuridad de la noche. Se prohibía cualquier  
homilía como precepto religioso, y ante semejante situación algunos  
indígenas sepultaban a los “angelitos” en lugares inhóspitos de la  
comunidad. La madre del “angelito” juntamente con el padrino y  
los demás asistentes de la contradanza acompañan a danzar el ritmo  
del fandango: Parecería irracional que, en un funeral los deudos ki-  
chwas bailen; desde la trama de “la racionalidad”, la simple idea de  
la cadencia o movimiento del cuerpo en un contexto de la danza y  
la contradanza se consideraría insensato; sin embargo, sucede que  
66  
es una práctica cultural de los kichwas norandinos. La obligada co-  
64 Paúl Rivet, Costumbres funerarias de los indios del Ecuador (Provincia del Azuay), Campaña Na-  
cional Eugenio Espejo por el libro y la lectura, Cuenca, 1910  
6
5 Esta información se obtiene de la entrevista realizada a la Señora Luzmila Zambrano, Lin-  
güista kichwa, la entrevista fue realizada el día 12 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos, y al  
Señor Nicolás Flores, músico flautero, la entrevista fue realizada el día 18 de diciembre de  
2021.  
6
6 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al señor Raúl Amaguaña, expresidente  
de la UNAIMCO-Otavalo y especialista en temas de la cosmovisión kichwa. La entrevista  
fue realizada el día 07 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
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Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
rrespondencia entre la melancólica arpa y el rigor corporal en que el  
tronco es inflexible y donde solo se chocan las manos en forma cón-  
cava y convexa como una manera de repeler a los espíritus que me-  
rodean el desconsuelo de la familia afligida. Es acompasado por la  
música del wawa wañuy o funeral infantil, cuyo suceso musical sa-  
grado es llamado fandango.  
Los padrinos amortajan al “angelito” como cumplido pós-  
tumo y aseguraran la alianza fraterna con los compadres contra-  
tando a los músicos que, usualmente, interpretan fragmentos  
musicales de fandangos. Además, componen el altar de carrizo ma-  
chacado que se traba con watu y se prepara sobre una mesa el cuerpo  
del angelito, y se configura de forma semicircular y se cubre con re-  
67  
bosos de la madre. En la entrada del altar semicircular se cubre con  
claveles y flores de color blanco, y la urna mortuoria es introducida  
en su interior en donde yace el niño diferente con su rostro descu-  
bierto.  
Se acostumbra a notificar el hecho sombrío a los padrinos del  
niño o niña hasta los 12 años; ellos asumen la “responsabilidad” hie-  
rática de elaborar y arreglar el altar donde se situará al sarcófago con  
el “angelito”. Sin embargo, la madre del angelito en una escena en-  
ternecedora solloza con esta homilía:  
Mi hijito querido,  
Mi amorcito precioso,  
Mi niñito amado,  
¿
¿
¿
¿
Por qué me abandonas?,  
Con quién me quedaré, ahora?,  
Quién llenará tu ausencia?  
Con quién reiré?  
Ahora, me quedo en la profunda soledad,  
Avecilla, donde te irás,  
Me dejas con mi soledad aterradora  
¿
Cómo viviré sin ti?  
¿Como serán mis días sin ti?  
67 Prenda de vestir para cubrir el cuerpo de las mujeres kichwas.  
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Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
Mi hijito queridito  
Cómo viviré sin ti?  
Mi hijito queridito…  
¿
68  
Mientras avanza la noche del velorio, el padrino baila con la  
madre del “angelito”, y la madrina con el padre de este. Acoplar la  
danza de los cuerpos en que sincronizan el dolor y el llanto ante la  
69  
armonía de los pasos y el golpe de las manos, es simplemente incon-  
mensurable.  
El desconcierto de la muerte y las afirmaciones referidas en  
el velorio del “angelito”, proporcionan a los deudos un hálito de en-  
tendimiento que permite fraguar estrategias de tenacidad para supe-  
rar el vacío de la expiración y se asignan simbolismos interpretativos  
para no sollozar. Esta adversidad razonada es un acontecimiento de-  
70  
coroso ya que el “angelito” desde el “chayshuk pacha” custodiará  
la vida de sus familiares; se dice que el llanto de la madre genera aflic-  
ciones al “angelito”; en tal razón, en un plano de resiliencia emocional  
inconmensurable se disfrutará del fandango para ocultar el dolor.  
El velorio de los niños se efectúa en el mismo rango ceremo-  
nial que el de los adultos, y en la última noche de velación, se inci-  
nera todos los recuerdos del niño, se quema la “ropita”, el “altarcito”  
se arroja a la quebrada para que otros niños no sigan los mismos  
pasos del “muertito”. Las mujeres cargan grades equipajes de co-  
mida sobre sus espaldas, cuyos alimentos se intercambian en el ce-  
71  
menterio mientras sepultan al muerto.  
En la estructura lingüística del kichwa ecuatoriano existen  
2 morfemas que conforman la cadena sintagmática de la organiza-  
7
ción gramatical, morfológica y sintaxica. Allí hay dos morfemas qui-  
zás únicos. El primero es el morfema lla- indica ternura y aprecio  
infinito, y el morfema ku-, que es un diminutivo que indica afecto  
6
6
8 Grabación registrada en el contexto de la familia del autor, el 14 de marzo de 1999.  
9 La palma de la mano izquierda en posición a la altura del pecho de la mujer es golpeada  
suave y rítmicamente al tenor del fandango con la mano derecha, pasito adelante y pasito  
para atrás.  
7
7
0 Traducción del autor: deviene de la lengua kichwa y se contrasta como el paraíso celestial.  
1 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor René Zambrano, Lingüista ki-  
chwa. La entrevista fue realizada el día 12 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
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Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
72  
constante. El uso de los diminutivos en el contexto semántico ge-  
neral de los kichwas es permanente, por ello se habla del “muertito”,  
del “angelito”, del “wawitu, de los “niñitos”, etc., por cuanto deno-  
tan afecto extremadamente apacible. Y el uso del morfema –lla- es  
exclusivo, solo para casos fortuitos, es comparable solo a aquello que  
es sutilmente tierno. Usado generalmente para los niños como una  
forma de decorar la ternura y el amor profundo.  
“Wantyay” el ritual excelso de los kichwas  
El ritual del wantyay, considerado el más excelso de los ri-  
tuales del mundo kichwa se disgrega de los juegos mortuorios, por  
cuanto su propia solemnidad es una prerrogativa magnífica, y su ex-  
clamación extremadamente tétrica provoca el aullido infinito de los  
perros en un perímetro incalculable; se creería que las fuerzas telú-  
ricas de la Pacha Mama se agitan y se conmueven ante el dolor infi-  
nito de sus hijos en la consumación de este ritual, como parte del  
conjunto ceremonial previo al traslado del difunto tanto a la iglesia  
católica como al cementerio del pueblo.  
El proceso de esta ceremonia se efectúa de la siguiente ma-  
nera: En la última noche de vigilia al difunto, ya sea “angelito” o  
“adulto”; los familiares y allegados preparan el ritual más trascen-  
dente del velatorio. Aproximadamente a las cinco de la mañana se  
realiza el rito de despedida al ser querido; mediante esta liturgia de  
evocación denominado wantyay se eleva plegarias en coro y es vo-  
73  
calizado por todos los integrantes de la familia.  
En la última noche de velación, a la hora del alba se efectúa  
el wantyay y se realiza en el patio de la residencia enlutada, y bajo la  
potestad directiva del maestro de ceremonias los asistentes claman  
cánticos en dirección al firmamento; el personaje principal de la ce-  
remonia armoniza el ulular del caracol y las veces que lo hace en di-  
rección del itinerario astral: chinchay suyu, anti suyu, kulla suyu, y  
kunti suyu. En cada eje del punto cardinal que inicia desde el norte,  
7
7
2 Luis Montaluisa, Ñukanchik Shimi, TINKUI-CONAIE, Quito, 1990.  
3 Jorge Elías Caro y Raúl Román, Museos…op. cit.  
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Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
oriente, sur y occidente, despúes de exhalar el claxon inmediata-  
mente clama ¡¡wantyay!!; y los acompañantes al tenor de un coro cla-  
moroso entonan nuevamente: ¡¡wantyay!!, ¡¡wantyay!!, ¡¡wantyay!!  
La entonación de la onomatopeya ¡¡wantyay!! se consagra al  
difunto al exclamarse hacia los cuatro horizontes, como una forma  
de saludar a Pachakamak Creador del Universo Indígena. El clamor  
luctuoso denominado wantyay, es una imploración a las almas de los  
familiares que precedieron este desplazamiento simbólico. Las loas  
como la antífona comunitaria son imploraciones que “permiten abrir  
el portal de la dimensión sagrada donde habitan sus antepasados, quienes  
al escuchar las prerrogativas de los suyos descenderán al mundo de los vivos  
para llevarse el alma del difunto”.74  
La plegaria del wantyay es una forma de aproximarse a los  
ancestros: La invocación que fonéticamente es lúgubre se vocaliza  
para que vengan a llevarle y acompañen a quien ha fallecido, ya que  
este no conoce el camino del “chayshuk pacha”. Se grita o se clama  
varias veces, entonces los “perritos” de las comunidades cercanas  
comienzan a aullar, e inmediatamente la colectividad considera que  
los abuelos fallecidos ya escucharon la plegaria comunitaria y se dice  
que ya han venido a “llevarse” al muerto.75  
Posterior al ritual vocalizado y coreado, los participantes  
proceden a desayunar para trasladarse tempranamente hacia la igle-  
sia y después al cementerio del pueblo. El tayta, maestro, inmedia-  
tamente, ordena que en el ajuar funerario se incorpore un plato de  
barro y una cuchara, gavillas de ruda y romero; ramo y laurel, agua  
bendecida, sogas de cabuya, agujas con una variedad de hilos de co-  
lores diferentes, una palita, martillo, flautas, semillas de granos, y  
ciertas monedas para pagar su ingreso hacia el chayshuk pacha.  
74 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Sebastián Cachimuel. La en-  
trevista fue realizada el día 21 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
7
5 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Luis Cachiguango, Técnico en  
saberes ancestrales andinos y lingüista kichwa. La entrevista fue realizada el día 17 de agosto  
de 2018 por Raúl Cevallos y Michelle Cevallos.  
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Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
El entierro kichwa  
Los amigos más cercanos del difunto cargan sobre sus hom-  
bros el féretro y giran alrededor de la residencia en que se efectuó la  
velación. En los ajetreos de la despedida del difunto es usual que se  
olviden incluir en el féretro algún objeto de valor del que en vida  
fue; entonces no ha de sorprender que se incorporen dichos objetos  
en la caja de otro fenecido, como una forma de encargo para que, al  
llegar a la otra dimensión ceda el encargo o comisión comunitaria, y  
en la despedida del “otro difunto”, los familiares suplican recurren-  
temente que cumpla tal comisión. Según la tradición kichwa, si el  
encargo no se cumpliere es fuertemente castigado por los dioses del  
76  
panteón andino, no a los muertos, sino a los vivos.  
Una vez que el cuerpo esté bien preparado para que el alma tenga  
un viaje sin percances, se acompaña al cuerpo del difunto para su entie-  
7
7
rro”. Seguidamente, las deudas y acompañantes, se dirigen hacia  
la iglesia en largas hileras de mujeres y hombres y detrás de ellos la  
caja fúnebre con destino final: el cementerio donde se procede a se-  
pultar al difunto durante las horas de la mañana, diferente al tiempo  
de los rituales del pueblo mestizo, que usualmente se lo realiza por  
las tardes.  
Ya en el cementerio se abre el ataúd, ya que según sus creen-  
78  
cias el difunto “contemplará por última vez a la Pacha Mama”. Es  
una forma de profundizar el sentido identitario y exclusivo de la cos-  
movisión andina. Y al cerrar de forma definitiva se ubica en la fosa  
que es excavada por sus familiares; el tayta maestro toma una porción  
de la Allpamama y arroja sobre la caja, y en una escena conmovedora,  
los más allegados uno a uno toman una paleta con tierra para arrojar  
en la fosa. Y se concluye con un responso al estilo católico.  
A continuación, las mujeres entre sollozos y mensajes ento-  
nados dan cuenta de los episodios cotidianos y maravillosos del di-  
funto. Si quedó un residuo o porción de tierra sobre la sepultura no  
7
7
7
6 Cfr. Cevallos por Jorge Elías Caro y Raúl Román, Museos…op. cit., p.178  
7 Víctor Bascopé, “El sentido de la muerte…op. cit., p. 13  
8 Esta información se obtiene de la entrevista realizada a la Señora Magdalena Fuerez. Dirigenta  
Indígena. La entrevista fue realizada el día 22 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
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Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
faltan los malos augurios; se cree que el alma del extinto pretende  
llevarse el alma de un integrante familiar, por ello se exige que api-  
sonen la tierra mientras se entierra.  
A partir de esta apreciación se alude a Bascopé quien mani-  
fiesta sobre el entierro:  
Hay signos que pueden presentarse con relación al mismo cuerpo del  
finado, como el peso y las dificultades que pueden ocasionarse en el  
camino. Es probable que el alma del difunto esté deseosa de llevarse a  
otra alma de los vivos. En este caso, los sabios tendrán que hacer algu-  
nos ritos para solicitar al alma que se va, que no robe otra alma de los  
presentes o de sus familiares; no sea que alguien se muera antes de  
79  
haber cumplido con toda su misión en este mundo.  
A continuación, entre los asistentes se imparte comida de sal  
y de dulce y se intercambia productos de maíz, carnes, papas y  
queso. No se acostumbra el entierro en bóvedas, por cuanto se con-  
sidera que el muerto vegetará cual presidiario, se prefiere sepultar  
en la “Allpa Mama”. Hasta la última morada, la comitiva comunita-  
ria y los familiares acompañan a los deudos. No es un compromiso  
al contrario es un deber se dice frecuentemente mientras se retorna  
a la residencia del duelo. Los ritos no concluyen: se barre la casa, se  
limpia el altar se lava la ropa del extinto. Los rituales de manera  
siempre estarán acompañados de abundante comida.  
El wakcha karay80  
El día de la conmemoración de las almas, o “wakcha karay”  
es una ceremonia funeraria multiforme tiene puntos comunes en la  
79 Víctor Bascopé, “El sentido de la muerte…op. cit., p.274  
8
0 Los deudos de los finados comparten la comida con “sus muertos”. A esta práctica se la de-  
nomina Wakcha karay, que es la ofrenda de comida y bebida de los familiares y amigos hacia  
las almas. También se le conoce como la ofrenda a los desamparados. De esta manera, se re-  
fleja en la cosmovisión indígena la creencia de que tras la muerte física hay una segunda  
vida. Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Alfonso Morales. Presi-  
dente de la UNORCAC-Cotacachi. La entrevista fue realizada el día 22 de marzo de 2018  
por Nhora Benitez, Miguel Posso, Miguel Naranjo, Iván Bedón, Rolando Soria y Raúl Ceva-  
llos.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 43–76  
69  
Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
81  
zona andina”. (Ordóñez, 2004). Este acto social es conmemorativo,  
se recapitula el primer lunes de cada mes y durante toda la vida; en  
este ritual se comparte comida dulce y salada y se intercambia con  
familiares y orantes en conmemoración de los difuntos.  
El recuerdo de la partida se celebra en el cementerio del pue-  
blo que tiene un territorio sacralizado para los “blancos” y otro es-  
pacio para los “indígenas”. Apenas a una semana de la partida del  
difunto, se rememora el “wakcha karay”, ahí se formulan los niveles  
de reciprocidad: dar, recibir y devolver alimentos como bebidas en  
memoria del extinto.  
Comida para los muertos  
A través de los ritos prehispánicos y católicos se recrean cos-  
tumbres y tradiciones, como la de rendir culto a sus muertos ofre-  
ciéndoles comidas y bebidas. La tarde del primero de noviembre, el  
trajín de la familia kichwa es incuestionable; se prepara el altar o  
mesa en la que sirven variadas y exquisitas comidas sustanciosas,  
las infaltables tanta wawas, y diferentes figuras de animalitos. Se en-  
82  
cienden cuatro velas que adornan cada esquina de la pampamesa, y  
83  
se reúnen los familiares directos para efectuar el rito.  
Despúes de la cena, todos callan y en posición de obediencia  
se procede a rezar y desde la profundidad de su interior, se implora  
a los difuntos predilectos para que prueben la comida preparada y  
servida en la “pampamesa”. Durante el silencio solemne, los ki-  
chwas están convencidos que este ritual, “es el tiempo de comunicación  
84  
con los muertos”, el fuego de los cirios parpadea, entonces unos so-  
llozan y otros suspiran porque se estima que los invitados del más  
allá han logrado entrar a la habitación donde tienen efecto el ritual.  
85  
Ellos vienen a saborear el aroma de las comidas”, es decir la esencia de  
los sabores de los diferentes productos sobre la mesa.  
8
8
8
1 Santiago Ordóñez, El juego del…op. cit., p.13  
2 Mesa con comida y bebidas para consagrar en honor a los fenecidos.  
3 Esta información se obtiene de la entrevista realizada a la Señora Esperanza Vaca. Comunera  
kichwa. La entrevista fue realizada el día 16 de agosto de 2018 por Raúl Cevallos.  
4 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Nicolás Flores, músico flautero.  
Este profesional fue entrevistado por Michelle Cevallos y Raúl Cevallos. La entrevista fue  
realizada el día 18 de diciembre de 2021.  
8
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70  
Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
La noche del 01 de noviembre se torna densa, los aullidos de  
los perros y el cantar de los gallos elucubran una atmosfera de re-  
cuerdos y añoranzas más que de temor y dudas. Al día siguiente, al  
abrir la puerta de la habitación de la mesa servida, se evidencian  
huellas de las almas, la noche anterior se tiró ceniza en el piso para  
acreditar lo que se estima sobre los visitantes del más allá y en la ma-  
ñana se desayuna con veneración religiosa los alimentos consagra-  
dos y degustados por los espíritus.86  
Conversando con los muertos  
Las mamakuna o mujeres mayores apenas despunta el día  
87  
desfilan hacia la “ayapampa” ; cargan sobre sus espaldas grandes  
quipes” o bultos de comida, principalmente de maíz y sus diversas  
preparaciones: mote, tostado, humitas, choclos, y aderezos como fré-  
jol, papas, huevos, carnes y colada morada, así se desplazan pesa-  
damente desde las comunidades kichwas hacia el cementerio del  
pueblo.  
En el ayapampa las mamakuna lloran junto a la representación  
de la cruz católica de cuyo subsuelo prorrumpirá el difunto de su  
lugar sacrosanto hasta ascender hacia el kay pacha en cuyo lugar co-  
merá y compartirá mientras escucha todo aquello que sucedió desde  
el tiempo de su partida. Según la costumbre de los kichwas “el muer-  
tito” comerá y beberá todos los productos cocidos que son situados  
alrededor de la cruz, como lo sostienen.88  
8
5 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Luis Cachiguango, Técnico en  
saberes ancestrales andinos y lingüista kichwa. La entrevista fue realizada el día 17 de agosto  
de 2018 por Raúl Cevallos.  
86 Raúl Cevallos, Miguel Posso, Migue Naranjo, Iván Bedón y Rolando Soria, Cosmovisión…op.  
cit.  
8
8
7 Traducción de Michelle Cevallos y deviene del kichwa: Cementerio.  
8 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Raúl Amaguaña, Ex-Presidente  
de la UNAIMCO-Otavalo y especialista en temas de la cosmovisión kichwa. La entrevista  
fue realizada el día 07 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Alberto Anrrango, Ex Presi-  
dente de la UNORCAC y Ex Alcalde de Cotacachi 2009-2013. La entrevista fue realizada el  
día 22 de mayo de 2018 por Raúl Cevallos.  
Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Manuel De la Torre, Experto  
en Educación Indígena y comunero kichwa. La entrevista fue realizada por Raúl Cevallos.  
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71  
Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
En el cementerio de la localidad en que se segmenta territo-  
rialmente el sector de los indígenas y el de los mestizos se convierte  
parcialmente en el “ayapampa” para visitar a los difuntos, durante  
los lunes de los meses y años de toda la vida. Para ello se lleva ali-  
mentos gustosamente preparados que representan la concesión de  
las primicias o la comida para los desamparados (wakcha karay). En  
este acto de reciprocidad se erige el amor eterno hacia los que se fue-  
ron; las mamakuna en posición tradicional y de manera única e in-  
comparable doblan sus extremidades inferiores sobre su lado  
derecho para configurar un regazo con sus extremidades que repre-  
sentan a la maternidad. A partir de ese momento se inicia la repre-  
89  
sentación de los ritos más sorprendentes de los kichwas.  
En el camposanto, las mujeres platican, sollozan y ríen mien-  
tras están en posición de compromiso y obligación, con el primero para  
los vivos y el segundo para los muertos. Así la Cruz simboliza el ser  
amado y platican con esta; durante esta prerrogativa se exteriorizan  
y se exponen todas aquellas novedades y sucesos acaecidos desde  
su partida; se llora el fracaso y se sonríe del éxito de cada uno de los  
miembros de la familia que han sido tomados en cuenta desde la  
despedida del difunto.  
Ellas se ubican en su territorio correspondiente, y contrastan  
los pliegues de los anacos-faldones de color negro y blanco. Así in-  
tercambian comida entre la alegría y el llanto y con gestos de reci-  
procidad y solidaridad recrean el triple precepto universal de la  
antropología universal: dar, recibir y devolver; por consiguiente, el  
intercambio o ranti ranti, sucede entre la abundancia y la satisfac-  
ción.  
En un estudio sobre “Los fieles difuntos de Cotacachi”, se  
expresa que:  
La entrevista fue realizada el día 09 de febrero de 2018.  
Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Nicolás Flores, músico flau-  
tero. Este profesional fue entrevistado por Michelle Cevallos, & Raúl Cevallos. La entrevista  
fue realizada el día 18 de diciembre de 2021.  
9 Esta información se obtiene de la entrevista realizada al Señor Raúl Amaguaña, Ex-Presidente  
de la UNAIMCO-Otavalo y especialista en temas de la cosmovisión kichwa. La entrevista  
fue realizada el día 07 de marzo de 2018 por Raúl Cevallos.  
8
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72  
Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
Este ritual de reciprocidad puede durar hasta dos horas, según la can-  
tidad de comida salada y dulce disponible; el primer intercambio se  
produce principalmente entre miembros de su propio linaje o ayllu di-  
recto, y la segunda ronda o custodia, cuando la comida tiende a en-  
friarse, y esta será repartida entre los conocidos y en una tercera ronda  
es redistribuida con los rezadores, con quienes se mantiene un contacto  
de aproximadamente una hora. Es decir, a mayor plegaria, mayor sa-  
90  
tisfacción para las almitas, reza el adagio popular.  
El responso o rito de oración es consagrado por los rezado-  
res. Se cree que cada producto alimenticio tiene un origen mitológico,  
por lo que cuyo principio y fin se asocia a la vida y a la muerte. La  
oración católica produce un reencuentro con los ascendientes, y den-  
tro de un proceso de sincretismo apostólico y pagano se ubica a la  
comida junto a la Cruz en la “ayapampa”, y allí se localiza proba-  
blemente el sentido de compartir dicha comida con los vivos y con  
los muertos. Concluye el tiempo del wakchakaray y la familia kichwa  
se despide del territorio consagrado; dejan ofrendas de pan, papas,  
carnes, huevos, quesos, colada morada y se despiden de sus “muer-  
titos” insistiéndoles que coman lo que se yuxtaponen en la Cruz.  
Conclusiones  
Para los kichwas de Cotacachi, la muerte es un paso culmi-  
nante en la vida, ya que se retorna a su inicio, así se presenta la ex-  
91  
periencia kichwa de la muerte; los ayas vuelven para compartir con  
los vivos del ayllu comunitario; esta convivencia forja un sentido de  
unidad y resiliencia en la construcción de la identidad kichwa. Los  
juegos mortuorios constituyen subterfugios para mitigar el dolor de  
la partida definitiva ya sea del “angelito” o de los adultos que se co-  
nectan en el wantyay como punto de partida hacia el chayshuk pacha  
desde cuyo espacio celestial los ayas contribuyen en la desconstruc-  
ción del desconsuelo y en la recuperación del equilibrio dentro las  
relaciones existenciales comunitarias, por cuanto han transitado la  
9
9
0 R. Cevallos, M. Posso, M. Naranjo, I. Bedón, & R. Soria, Cosmovisión…op. cit., p.158  
1 Traducción del autor: deviene del kichwa, son los espíritus ancestrales.  
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73  
Raúl-Clemente Cevallos  
Michelle Cevallos-Vaca  
distancia infranqueable y se convierten en seres celestiales que me-  
diarán entre Dios y las mamakuna si hay de por medio rogativas e in-  
vocaciones. Finalmente, durante el wakchakaray las almas vienen del  
chayshuk pacha para compartir con los mortales los alimentos ofreci-  
dos en territorio sacrosanto o ayapampa, donde la Cruz católica en un  
proceso de resignificación identitaria e histórica simboliza el cuerpo  
y el alma de los muertos kichwas.  
Entrevistas  
AMAGUAÑA, R. (07 de marzo de 2018). Ex-Presidente de la UNAIMCO-Ota-  
valo y especialista en temas de la cosmovisión kichwa. (Raúl Cevallos y  
Michelle Cevallos entrevistadores)  
ANRRANGO, A. (22 de mayo de 2018). Ex Presidente de la UNORCAC y Ex  
Alcalde de Cotacachi 2009-2013. (Raúl Cevallos, entrevistador)  
ANRRANGO, R. (09 de marzo de 2018). Comunero kichwa. (Raúl Cevallos, En  
trevistador)  
CABASCANGO, R. (22 de marzo de 2018). (Raúl Cevallos, entrevistador)  
CACHIGUANGO, L. (17 de agosto de 2018). Técnico en saberes ancestrales an-  
dinos y linguista kichwa. (Raúl Cevallos, entrevistador)  
CACHIMUEL, S. (21 de marzo de 2018). Comunero kichwa. (Raúl Cevallos y  
Michelle Cevallos entrevistadores)  
CUMBA, Carmen (06 de marzo de 2018). Mama Curandera y partera titulada.  
(R. B. Cevallos, Entrevistador) Comunidad de Alambuela-Cotacachi.  
DE LA TORRE, M. (09 de febrero de 2018). Experto en Educación Indígena y co-  
munero kichwa. (Raúl Cevallos, entrevistador)  
FLORES, Nicolás (18 de diciembre de 2021). Músico flautero. (Michelle Cevallos,  
&
Raúl Cevallos, entrevistadores)  
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74  
Conversando con los muertos  
el caso de los kichwas de Cotacachi- Ecuador  
FUEREZ, Magdalena (22 de marzo de 2018). Dirigenta Indigena. (Raúl Cevallos,  
entrevistador)  
VACA, E. (16 de agosto de 2018). Comunera kichwa. (Michelle Cevallos, Raúl  
Cevallos, entrevistadores)  
ZAMBRANO, L. (12 de marzo de 2018). Lingüísta kichwa. (Raúl Cevallos, en-  
trevistador)  
ZAMBRANO, R. (22 de marzo de 2018). Director del Museo Kichwa Otava-  
lango. (Raúl Cevallos, entrevistador)  
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-A  
Julio–diciembre 2022  
ERNEST CHARTON Y LA RENOVACIÓN PICTÓRICA  
DEL SIGLO XIX ECUATORIANO.  
UNA APROXIMACIÓN ESTÉTICA Y ARTÍSTICA  
1
A CUATRO VISTAS DE GUAYAQUIL  
Xavier Puig Peñalosa2  
Resumen  
Una de las principales características del contexto artístico  
en el Ecuador de mediados del siglo XIX, es la completa ausencia de  
escuelas al efecto, supliéndose esta carencia por el aprendizaje, re-  
petitivo, muchas veces y, sin apenas variación, en los talleres. Ade-  
más, y en lo correspondiente a la pintura, la temática religiosa o los  
retratos de familias aristocráticas, eran los géneros mayormente prac-  
ticados. No obstante, será a partir de las estadías del pintor costum-  
brista Ernest Charton -en 1849 y de 1862 a 1864- o, de las del  
romántico Edwin Church -en 1853 y 1857- en el país, las que -muy  
especialmente y en primera instancia- implicarán un rotundo cambio  
en la representación plástica propia, al enseñar nuevas y más mo-  
dernas técnicas pictóricas a toda una generación de artistas ecuato-  
rianos. Por ello y en este trabajo, se expone el magisterio ejercido por  
Ernest Charton al respecto y, su importante contribución e influencia  
en la renovada plástica del Ecuador.  
1
2
Recibido: 08/07/2022 // Aceptado: 10/11/2022  
Doctor en Filosofía y Profesor Titular en Estética y Teoría de las Artes, Universidad del País  
Vasco/EHU (España) –actualmente investigador independiente- y, Miembro Correspondiente  
Extranjero de la Academia Nacional de Historia del Ecuador. Entre las publicaciones de temá-  
tica ecuatoriana destacan, “Rafael Troya: estética y pintura de paisaje”, “Algunos apuntes para  
una estética literaria según Juan León Mera: entre romanticismo y neoclasicismo”, “Análisis  
estético y artístico de cinco pinturas de paisaje de Rafael Troya (1845-1920)”, “Biopolítica, hi-  
gienismo y poder: el caso del noticiero “Ecuador Noticiero Ocaña Film 1929”, “Apreciaciones  
sobre dos escritos de Luis A. Martínez: La pintura de paisaje en Ecuador (1898) y A la costa  
(1904)”, “Los grabados en madera “Hombres del Ecuador” (1937) de Eduardo Kingman en su  
contexto de creación. Análisis de cuatro grabados” y, “Romanticismo y pintura de paisaje en  
el Ecuador decimonónico: el caso de Rafael Salas (1826-1906)” xavier.puig@ehu.eus  
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Xavier Puig Peñalosa  
Palabras clave: Ernest Charton, pintura ecuatoriana siglo XIX, cos-  
tumbrismo, estética, vistas de Guayaquil.  
Abstract  
One of the main characteristics of the artistic context in Ecua-  
dor in the mid-nineteenth century is the complete absence of schools  
for this purpose, supplying this lack by learning, repetitive many  
times and with little variation, in the workshops. In addition and in  
what corresponds to painting, religious themes or portraits of aris-  
tocratic families, were the genres mostly practiced. However, it will  
be from the stays of the costumbrista painter Ernest Charton -in 1849  
and from 1862 to 1864- or, from those of the romantic Edwin Church  
-
in 1853 and 1857- in the country, which -very especially and in the  
first instance - will imply a resounding change in the plastic repre-  
sentation itself, by teaching new and more modern pictorial techni-  
ques to a whole generation of Ecuadorian artists. For this reason and  
in this work, the teaching exercised by Ernest Charton in this regard  
is exposed, as well as his important contribution and influence in the  
renewed plastic arts of Ecuador.  
Keywords: Ernest Charton, 19th century Ecuadorian painting, cus-  
toms, aesthetics, views of Guayaquil.  
Introducción  
A lo largo del siglo XIX y tras la estela que supuso el largo  
viaje de Alexander von Humboldt por el continente sudamericano  
y el Caribe a principios de esa centuria, añadido al impacto de sus  
primeras publicaciones sobre ese periplo, un sin número de viajeros  
de variada procedencia arribarán a dicho continente: artistas, cientí-  
ficos, diplomáticos, militares, ilustradores, comerciantes, aventureros  
y, en algunos casos, reuniendo dos o más de esas características como  
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78  
Ernest Charton  
y la renovación pictórica del siglo XIX ecuatoriano  
en el caso de los comisionados por diversas potencias atendiendo a  
sus respectivos intereses geopolíticos. Al tiempo, estos viajeros de-  
jarán constancia, bien escrita (memorias de viaje, cartas o crónicas,  
tratados científicos) o gráfica (ilustraciones, cuadros, fotografías,  
mapas) de sus respectivos periplos por las jóvenes naciones suda-  
mericanas. Ese registro incluía a sus habitantes y costumbres –abo-  
rígenes o no-, a la peculiar y novedosa geografía continental avistada  
(
costas, selvas, cordilleras, volcanes, ríos, fauna), así como a las ciu-  
dades o poblados visitados.  
Y es en este contexto donde ubicar a la figura de Ernst Char-  
ton como prototipo del artista-viajero pues, sus dos viajes al “nuevo  
continente”, así como su extensa itinerancia por numerosos países  
del mismo o, su prolongada residencia en varios de ellos, le acreditan  
como tal a pesar de que, como se señalará a continuación, su primera  
estadía en Ecuador fuese causada por un dramático episodio.3  
Primera estadía de Ernst Charton en Ecuador (1849-1851)  
El 14 de febrero de 1849, Ernst Charton y otros pasajeros y  
tripulantes de la goleta “La Rosa Segunda”, desembarcan en la ciu-  
dad de Guayaquil tras su rescate por otra goleta de la Isla de San  
Carlos (Archipiélago de las Galápagos) donde, tras sesenta y cinco  
días de extrema penuria, habían sido abandonados con engaños y a  
3
No es la finalidad del presente escrito ofrecer una biografía del artista, si no y como ya se ha  
señalado, explicitar la importante influencia que su magisterio significó para una importante  
generación de, a la sazón, jóvenes artistas plásticos ecuatorianos. Además, no se ha localizado  
ni se tiene conocimiento de la existencia de una biografía acreditada del artista, solamente al-  
gunas referencias biográficas en las que y en bastantes casos, se han detectado inexactitudes  
o errores en fechas, países o ciudades visitadas por el artista u otras cuestiones relacionadas  
con su vida. No obstante y en relación a su biografía, seleccionadamente, véanse los siguientes  
trabajos elaborados a partir de datos obtenidos de fuentes primarias o debidamente documen-  
tados: Pascal Riviale, “Ernest Charton, les voyageurs et la pintura costumbrista en Équateur:  
une histoire interactive au XIXe siècle”, HISTOIRE(S) de l’Amérique latine (HISAL), vol. 6, article  
nº2, (2011): 1-40, con numerosas ilustraciones costumbristas de “tipos” realizadas o atribuidas  
a Ernest Charton y de otros artistas coetáneos de aquel; A. Darío Lara, Viajeros franceses al Ecua-  
dor en el siglo XIX, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Vol. 1, Quito, 1972, pp. 103-149 (hay una re-  
edición de 1987) y, del mismo autor, “Ernest Charton, Première Partie”, Présentation de Claude  
Lara, apuntes. Ecuador: arqueología y diplomacia, martes 21 de julio de 2015, http://arqueologia-  
diplomacia-ecuador.blogspot.com/2015/07/ernest-charton-premiere-partie.html (20.01.2021)  
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Xavier Puig Peñalosa  
su suerte por el piloto y dos marineros de su propia embarcación.  
4
En Guayaquil y gracias a la ayuda del cónsul francés Girardot y de  
Juan Antonio Gutiérrez y Sicouret, acaudalado ciudadano argentino  
radicado en esa ciudad, puede recobrarse y sobrevivir pintando,  
hasta que el 23 de septiembre de ese mismo año parte hacia Quito,  
llegando a la capital quince días después.5  
Durante su estadía en Quito y que se prolonga durante casi  
un año, Charton imparte un breve curso de pintura –treinta y seis  
lecciones- a más de treinta pintores (“maestros pintores”) en activo de  
4
Fundamental para esa ayuda consular fue el hecho que el hermano del artista, Édouard, fuese  
a la sazón, Consejero de Estado, al tiempo que fundador y editor de la reconocida publicación  
de viajes y exploración Le Tour du Monde (publicada de 1860 hasta 1941), así como de la Revista  
especializada en conocimiento práctico y artístico denominada L’Illustration (ídem de 1843  
hasta 1944) y, de la enciclopédica Le Magasin Pittoresque (ídem de 1833 hasta 1938), entre otras.  
El propio Charton colaboraría esporádicamente en estas revistas con escritos e ilustraciones,  
bien propios, bien reelaborados para su imprimación por los “diseñadores” de las respectivas  
publicaciones a partir de los croquis o dibujos remitidos por el artista (véase nota siguiente).  
Charton y otros pasajeros, habían fletado “La Rosa Segunda” en Valparaíso (Chile) con la in-  
tención de dirigirse a California, iniciando su singladura desde esa ciudad el 25 de octubre de  
5
1
848. Todo este dramático periplo se encuentra relatado en un escrito del propio Charton ti-  
tulado “Aventures d’un peintre francais dans l’Amérique méridionale. Séjour a l’ile Floriana.-  
Guayaquil. – Quito”, antologizado, presentado y comentado por un narrador sin identificar  
en el semanario L’Illustration, Journal Universel, N°418, Vol. XVII, París, 1er. Mars 1851, pp. 135-  
1
38, https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=uc1.c008845598&view=1up&seq =146&size=150  
(24.01.2021). Esta narración se presenta ilustrada con seis dibujos, indicándose en el sumario  
de la publicación que la autoría de los mismos es de Ernest Charton; no obstante, aquellos y  
en su mayoría, están firmados por otras personas, lo cual me lleva a colegir que fueron reela-  
borados por los “diseñadores” de dicha publicación a partir de los originales del artista, prác-  
tica bastante habitual en este tipo de ediciones. Tres años más tarde, Charton publicaría más  
pormenorizadamente esta dramática experiencia mediante cuatro entregas en la misma revista  
y, con el título de “Vol d’un navire dans le grand Océan. Récit d’un passager”. Véase de dicha  
publicación el N° 571 -Vol. XXIII, Paris, 4 Février 1854, pp. 75-76; el N° 572 – Vol. XXIII, Paris,  
1
1 Février 1854, pp. 94-95; el N° 574 – Vol. XXIII, Paris, 25 Février 1854, pp. 127-128 y, el N° 575  
Vol. XXIII, Paris, 4 Mars 1854, pp. 134-135, https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=  
uc1.b000359264&view=1up&seq=139&size=125 (26.01.2021). E igualmente en formato libro y  
con el título de Vol d’un navire dans l’Océan Pacifique, en 1848, raconté par Ernest Charton, l’un  
des passagers, Paris, Typographie de Firmin Didot frères, 1854, http://bdigital.bnp.gob.pe/  
bnp/recursos/2/flippingbook/xz_1000062603_031_005/files/assets/basic-html/page-  
3.html# (27.01.2021). Anotar que este último texto se tradujo al español y, se publicó con el tí-  
tulo de “Robo de un buque en el Gran Océano. Narración de un pasajero” en el periódico El  
Correo de Ultramar, Parte Literaria Ilustrada, Nos. 60, 62, 63 y 64, París, 1854, en Eugenio Pereira  
Salas, Estudios sobre la Historia del Arte en Chile Republicano, Ediciones de la Universidad de  
Chile/Fundación Andes, Santiago, 1992, nota 4, p. 331. Erróneamente se cita en dicha nota a  
Madrid como lugar de publicación del citado periódico en lengua española, siendo sus edito-  
res-propietarios X. de Lassalle y Melán con sede en París.  
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80  
Ernest Charton  
y la renovación pictórica del siglo XIX ecuatoriano  
6
la ciudad, “de los cuales algunos contaban de cuarenta a cincuenta años  
de ejercicio i a los cuales no faltaba más que la teoría para ser buenos pinto-  
7
res i cuya manera de trabajar no carecia de habilidad”.  
Y es que, a falta de una academia de pintura, se aprendía el  
oficio en los talleres de los maestros mediante la práctica en el co-  
piado de obras ya existentes o en el de las imágenes, reproducciones  
a su vez de otras y, correspondiendo casi todas ellas al género reli-  
gioso. Ejemplo de ello, será el taller del reconocido Antonio Salas,  
el decano de los pintores quiteños” en palabras de Charton, y en el que  
6
“En 1849 se organizó en Quito el Liceo de Pintura bajo la dirección e iniciativa del dibujante  
francés Ernesto Chartón. Fue la simiente de que brotó, como árbol espontáneo, la Escuela de-  
mocrática “Miguel de Santiago” [fundada el 31 de enero de 1852; son sabidos los ideales re-  
publicanos profesados por Charton], en José María Vargas, Los pintores quiteños del siglo XIX,  
Editorial Santo Domingo, Quito, 1971, p. 11. La denominación de “Liceo de Pintura” es utili-  
zada por varios autores contemporáneos, bien citando a Vargas o citando a otros investigado-  
res; no obstante y hasta la fecha no tengo conocimiento de ninguna fuente primaria que pueda  
corroborar tal denominación y sus correspondientes connotaciones institucionales y académi-  
cas. Además y siguiendo lo expuesto en el propio escrito de Charton al respecto, entiendo que  
solo cabe hablar de una “academia improvisada en Quito”, dadas las características de la misma.  
Y sobre la Escuela democrática “Miguel de Santiago” y dada su importancia en la política y  
cultura del Ecuador decimonónico véase, Discursos pronunciados en la sesión pública de exhibición  
por los miembros de las Sociedades Democráticas de Ilustracion, de Miguel de Santiago y Filarmónica,  
en el setimo aniversario del 6 de marzo de 1845, Imprenta de F. Bermeo, Quito, 1852; de Galaxis  
Borja González, “Sois libres, sois iguales, sois hermanos”. Sociedades democráticas en Quito  
de mediados del siglo XIX”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas - Anuario de Historia de Amé-  
rica Latina, 53 (1), (2016):185-210, (especialmente 185-204) y, de la misma autora “Artistas, ar-  
tesanos, liberalismo y sociabilidades republicanas en Ecuador, 1845-1859”, Procesos. Revista  
ecuatoriana de historia, 48. (2018):17-48 (especialmente 17-26). Retomando el libro de José María  
Vargas referenciado y a continuación de la cita anteriormente transcrita, el autor relata la visita  
de Charton al taller de Antonio Salas, “Los pintores quiteños…”, cit., pp. 16-19, a partir de la  
traducción realizada de la parte correspondiente a este episodio del artículo del propio Char-  
ton titulado “Quito (République de l’Équateur)” y, publicado en Le Tour du Monde. Nouveau  
Journal des Voyages, n° 391, Mars 1862. volumen recopilatorio correspondiente al Premier Se-  
mestre, Paris, Librairie de L. Hachette et Cie., 1867, pp. 401-416, https://books.google.com.ec  
/books?id=qAscAQAAMAAJ&pg=PA401&hl=es&source=gbs_toc_r&cad=3#v=onepage&q&  
f=false (02.02.2021). Como se indica en la nota 16, a priori existe una contradicción cronológica  
entre ese encuentro de Charton con Antonio Salas y la fecha en que según el primero tuvo  
lugar, tal y como consigna en su artículo citado.  
7
Agradezco a Gloria Cortés Aliaga, Historiadora del Arte, Curadora del Museo Nacional de  
Bellas Artes en Santiago de Chile e investigadora, su amabilidad al facilitarme una reproduc-  
ción del escrito de Charton titulado, “Folletín. Una academia improvisada en Quito por Er-  
nesto Charton en 1850 (Fragmento inédito de sus viajes)”, y publicado en el periódico El  
Ferrocarril, Santiago, en tres entregas correspondientes al 6, 7 y 8 de diciembre de 1860, núme-  
ros 1.534, 1.535 y 1.536 respectivamente; la cita del texto con su grafía original –al igual que  
las siguientes que se expondrán-, corresponde al N° 1.535, Año V, del 7 de diciembre de 1860  
de dicho periódico.  
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Xavier Puig Peñalosa  
este impartirá dos lecciones prácticas, pintando el retrato de la hija  
mayor del propio Salas como modelo del natural (“cabeza del natu-  
ral”), no sin antes enseñar a los asistentes “a componer una paleta a la  
europea”, es decir, la mezcla de los colores básicos y derivados para  
poder ejecutar un tratamiento cromático más enfático y “vivo” en  
las obras, acorde a las nuevas concepciones que sobre el color esta-  
ban en boga en la plástica europea más moderna.  
Con el objeto de intentar suplir esta carencia de academia, al  
tiempo de que los asistentes pudiesen seguir “trabajando solos con pro-  
8
vecho” en su ausencia, Charton organiza su curso comenzando por  
los necesarios fundamentos teóricos para proseguir con su aplicación  
práctica a partir del natural; en sus propias palabras:  
Despues espliqué que el método adoptado por los antiguos maestros i  
los grandes artistas modernos era comenzar por la perspectiva i pasar  
lo mas pronto posible al estudio de la naturaleza (…) les espuse que  
dividiría aquel curso en ocho lecciones de perspectiva teorica i una de  
practica del natural ejecutada por mi en presencia de todos los estu-  
diantes, doce lecciones de cabeza del natural para enseñarles el arte del  
retratista, dos lecciones de pintura ejecutada por mi, ademas doce lec-  
9
ciones de academia del natural.  
10  
Según relata el propio Charton, los “maestros pintores que-  
8
A falta de un local al efecto, Charton desarrolla su magisterio en el escenario de un modesto  
y descuidado teatro gracias al auspicio de Ángel Ubilla, protector de las artes y “ex-zapatero  
llegado a ser abogado a fuerza de perseverancia i esfuerzo”. Un poco más adelante y en el  
mismo escrito, el artista expresa su asombro de que al querer impartir “las lecciones académi-  
cas del natural”, no encontrase a nadie dispuesto a hacer de modelo desnudo pues, “en Quito,  
nunca se había visto dibujar a un hombre desnudo; la idea solo de servir de modelo ofendia  
a todos; el mas torpe i el mas pobre se habria creido deshonrado presentándose desnudo de-  
lante de una sociedad”; al final solventaría dicho anacronismo contratando a un marinero an-  
ciano y alcohólico para esa sesión de “academia del natural”. Para ambas citas, Ernest Charton,  
Folletín...”, cit.  
9
1
“Folletín…”, cit.  
0 La importancia de este magisterio de Charton en los jóvenes maestros que asistieron a esta  
academia improvisada” y su consiguiente influencia en el desarrollo de la plástica ecuatoriana  
decimonónica, queda de manifiesto a tenor de algunos de los nombres de aquellos alumnos:  
Fueron alumnos de éste [de Charton] en la pintura Ramón y Rafael Salas [hijos de Antonio  
Salas], Ramón Vargas, Leandro Venegas, Agustín Guerrero, Nicolás Miguel Manrique, Te-  
lesforo Proaño y Luis Cadena; y de dibujo Juan Pablo Sanz, Andrés Acosta, Camilo Corral,  
Juan Manosalvas”, José Gabriel Navarro, La pintura en el Ecuador del XVI al XIX, Dinediciones,  
1991, Quito, p. 231.  
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82  
Ernest Charton  
y la renovación pictórica del siglo XIX ecuatoriano  
daron asombrados por el método que él empleaba al pintar, opuesto  
al de ellos e, igualmente, resultaba patente el afán pedagógico que  
imprimía a su magisterio al interrelacionar en sus clases los aspectos  
teóricos con la propia práctica artística:  
Yo no solo empleaba toda la primera hora en dibujar lo mas correcta-  
mente posible, sino que en la segunda hora comenzaba a pintar por las  
sombras más subidas, cuando ellos al contrario principian por la mayor  
luz, trabajando en telas preparadas con tintas cargadas. Al mismo  
tiempo que trabajaba, hacía todas las observaciones teóricas posibles,  
a fin de que los alumnos aprovecharan.11  
Igualmente y en ese anhelo de contribuir a una actualizada  
formación pictórica, Charton y en el homenaje que le ofrecieron con  
motivo de su despedida, aconsejará a sus alumnos que evitaran las  
envidias y rivalidades tan generalizadas “en la jente de nuestra profe-  
sion”, al tiempo que les recomendaba, encarecidamente, que viajasen  
para ejecutar sus obras “en los paises mismos en que éstas se vendian”  
para obtener así un mayor beneficio pero, sobre todo, porque muy  
probablemente coincidirían con “algunos artistas que viniendo de Eu-  
ropa hubieran tenido una buena escuela i pudieran por lo tanto darles ideas  
nuevas i hacerles progresar en su arte; [pues] viajando se aprende  
siempre”.1  
2
A tenor de este último consejo, Charton manifiesta su con-  
cepción moderna sobre la creación artística y el propio artista. Efec-  
tivamente, la necesidad de estar permanentemente abierto y  
receptivo hacia nuevas formas o corrientes plásticas contemporá-  
1
3
neas, al igual que la práctica viajera como una forma de conoci-  
1
1
1
1 “Folletín…”, cit.  
2 Ernest Charton, “Folletin…”, El Ferrocarril, Santiago, Año V, N° 1.536, 8 de diciembre de 1869.  
3 Esta “modernidad” de Charton, no es ajena a la “idea de progreso” en su acepción cultural,  
al tiempo que supone una rotunda toma de partido por los modernes, en el importante debate  
iniciado en Francia -siglo XVII- conocido como la Querelle des Anciens et Modernes, y que atra-  
viesa a la creación artística europea hasta la superación de la hegemonía clasicista por el ro-  
manticismo. Sobre el origen y desarrollo en Francia de esta polémica, véase de Annie Becq,  
Genèse de l’esthétique francaise moderne. De la Raison classique à l’Imagination créatrice 1680-1814,  
Albin Michel, Bibliothèque de “L’Évolution de l’Humanité”, Paris, 1994; Marc Fumaroli, Las  
abejas y las arañas. La Querella de los Antiguos y los Modernos, Acantilado, Barcelona, 2008; sobre  
el consiguiente debate y su superación, Simón Marchán Fiz, La disolución del clasicismo y la  
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Xavier Puig Peñalosa  
miento, no solo artístico, sino también vital, indica y constituye una  
nueva mentalidad que halla en lo dinámico y, por tanto en el cambio,  
su propia razón de ser.  
Y consejos que, posteriormente, serán aplicados por una  
14  
parte de la nueva generación de pintores ecuatorianos que, y entre  
otros, practicarán el novedoso género paisajístico tanto en su acep-  
ción pintoresca como romántica, esta última merced a la decisiva in-  
fluencia y enseñanza del pintor norteamericano Edwin Church de la  
denominada Escuela del Río Hudson que, en sus dos visitas a Ecua-  
dor -1853 y 1857- ejerció en Rafael Salas, hijo de Antonio Salas, con-  
virtiéndose así este artista en el pionero de dicho género en el país.  
A destacar en esta generación de pintores que representaron a la na-  
turaleza ahora como “paisaje”,15 al propio Rafael Salas, a Rafael  
Troya, Luis A. Martínez y Joaquín Pinto.  
construcción de lo moderno, Ediciones Universidad de Salamanca, Metamorfosis 10, Salamanca,  
2010.  
1
4 Ejemplo de ello es que, “muchos de los alumnos de Charton se instalaron, posteriormente,  
en Chile en las ciudades de Santiago, Concepción, Talca y el puerto de Valparaíso. Artistas  
emergentes en la escasa escena nacional del período, los quiteños suplieron una necesidad  
de la joven élite chilena, concentrada en el retrato y la incorporación del paisaje, heredado  
por la presencia de los llamados ‘pintores viajeros’”, en Gloria Cortés Aliaga y Francisca Del  
Valle Tabatt, “Circulación y transferencia de la imagen: pintura quiteña en Chile en el siglo  
XIX”, en VV.AA., Arte Quiteño más allá de Quito. Memorias del Seminario Internacional, Fondo  
de Salvamento del Patrimonio Cultural de Quito (FONSAL), Quito, 2010. Y en relación a  
esta “emigración” de pintores ecuatorianos a Chile, el propio Charton finalizará su última  
entrega del folletín mencionado con estas palabras: “A mi vuelta a América en 1855, esto es,  
cinco años despues, he encontrado en la costa [Valparaíso] a algunos de mis antiguos alum-  
nos de Quito que en otro tiempo apénas ganaban lo suficiente para comprar pan i que ahora  
estaban vestidos como petrimetres con botas de charol, sombreros franceses, reloj, cadena  
de oro, etc. Uno de ellos se habia casado en una familia rica de Concepcion; otros habian ga-  
nado ya bastante dinero para poder regresar a su patria o hacer un viaje por Francia e Italia;  
todos en jeneral me daban las gracias por los consejos que les habia dado”, en El Ferrocarril,  
Santiago, Año V, N° 1.536, 8 de diciembre de 1869.  
5 Obviamente, un “paisaje” no es un ente que exista por sí mismo, objetivamente, sino que lo  
es en relación a un sujeto que proyecta en la Naturaleza sus propios valores o los de la so-  
ciedad y/o cultura de su tiempo. Es decir, “definir un paisaje quiere decir afrontar el tema  
de la valoración estética según los parámetros de la memoria histórica, colectiva y psíquica.  
Cada reflexión estética del paisaje esconde una relación entre la realidad de los lugares y las  
determinaciones ofrecidas por las categorías estéticas que, haciendo referencia a las cosas,  
se convierte en teoría del paisaje en sí misma. Los paisajes reales son, precisamente y por el  
hecho de ser juzgados, expresiones prácticas de aquellas teorías”, en Raffaele Milani, El arte  
del paisaje, Edición de Federico López Silvestre, Editorial Biblioteca Nueva, Paisaje y Teoría  
1
3
, Madrid, 2007, p. 116. A tenor de lo transcrito y en el contexto histórico que se está desa-  
rrollando, las categorías estéticas que determinan esa aprehensión y consiguiente represen-  
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84  
Ernest Charton  
y la renovación pictórica del siglo XIX ecuatoriano  
Tras visitar algunas poblaciones del interior del Ecuador  
(
Riobamba, Bodega [Babahoyo]), Charton viajaría a Santiago de  
16  
Chile (octubre de 1851), Lima (enero de 1852), realizando a conti-  
nuación y en ese mismo año, una breve visita a algunos países de  
Centroamérica (Panamá, Guatemala y El Salvador), regresando a  
continuación a París. Durante este periplo, el artista ejecutará nume-  
rosas obras de diversos géneros -retratos, paisajes naturales y vistas  
urbanas, escenas costumbristas- y en distintas técnicas -óleo, pastel,  
17  
acuarela- que llevará consigo a Francia. Y ya en la capital francesa,  
realizará distintas obras, fundamentalmente acuarelas de “tipos y  
costumbres” a partir de los numerosos apuntes y croquis llevados a  
cabo durante su periplo americano.  
Segunda estadía de Ernst Charton en Ecuador (1862-1864)  
A principios de 1855, nuevamente el artista viaja a Sudamé-  
rica, ahora con su familia, instalándose primero en Santiago de Chile  
y, tras una corta estadía, se trasladan a la ciudad de Valparaíso hasta  
aproximadamente los últimos meses de 1859. Y será en 1862 cuando  
en solitario, viaje nuevamente a Ecuador para, desde Guayaquil, es-  
18  
tablecerse en Quito, prolongando su estadía durante dos años. En  
tación de la naturaleza como “paisaje”, son las ya anteriormente citadas de lo pintoresco y  
lo sublime. Véase así mismo para esta cuestión, mi Rafael Troya: estética y pintura de paisaje,  
Ediloja/Universidad Técnica Particular de Loja, Loja, 2015, pp. 11-16.  
6 Ese mismo año, el artista publica un breve artículo titulado “Indiens civilisés des environs  
de Quito. La chicha”, con una ilustración de su autoría en Le Magasin pittoresque, XXe  
ANNÉE, Tome XX.- Paris, Janvier 1852, pp. 31-32, https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/  
bpt6k31435k/f35.item (18.03.2021).  
1
17 En Paris y antes de regresar nuevamente a Sudamérica, Charton redacta y publica en formato  
libro su ya referida trágica experiencia en la isla Floriana del Archipiélago de las Galápagos  
(Vol d’un navire dans l’Océan Pacifique, en 1848, raconté par Ernest Charton, l’un des passagers) -  
ver nota 4-, dos artículos en relación a su estancia en Quito y titulados “Une mascarade à  
Quito” con un dibujo de su autoría , y “Fêtes indiennes de la Semaine Sainte et de Paques,  
a Quito (République de l’Équateur)”, ilustrado con siete dibujos suyos. Para estos dos últi-  
mos, véase respectivamente, L’Illustration, Journal Universel, N° 575, Vol. XXIII, Paris, 4 Mars  
1
854, pp. 143-144, https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=uc1.b000359264&view=1up&seq  
147&size=125 (27.03.2021) y, L’Illustration, Journal Universel, N° 581, Vol. XXIII, Paris, 15  
Avril 1854, pp. 235-237, https://babel.hathitrust.org/cgi/imgsrv/download/pdf?id=uc1  
b000359264;orient=0;size=100;seq=235;attachment=0 (27.03.2021).  
=
.
1
8 Posteriormente, Charton publicaría un artículo titulado “Quito (République de l’Équateur)”,  
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85  
Xavier Puig Peñalosa  
el transcurso de esta estancia, Charton imparte clases de dibujo y  
pintura y realiza numerosas acuarelas de “tipos y costumbres” del  
país (se le atribuyen casi una cincuentena), ya que este tipo de imá-  
genes tenían una gran demanda, tanto de los viajeros que llegaban  
al país con el objeto de poder llevarse un souvenir, como y sobre todo,  
19  
para el mercado de los países europeos. Al efecto, resulta necesario  
señalar la importancia que esta segunda permanencia del artista en  
el país –al igual que la primera- significó para un paulatino cambio,  
tanto en la temática (géneros artísticos) como en el lenguaje repre-  
cit., pp. 401-416, dando cuenta de esa travesía, así como de diversos aspectos concernientes  
tanto a la historia como a las costumbres populares de Quito con siete dibujos de E. Thérond,  
ilustrador” habitual de esa publicación, basados en los del propio artista. En este artículo  
y como ya se adelantaba en la nota 5, existe una contradicción cronológica pues, inicia Char-  
ton el mismo consignando que salió de Guayaquil hacia Quito el 22 de marzo de 1862 y, tras  
narrar su travesía hasta llegar a la capital y otras variadas cuestiones (historia del Ecuador  
y Quito, tipos y costumbres del país y la ciudad, su admiración por las mujeres quiteñas –  
sic-, sobre los indios, igualmente en relación a la arquitectura y las artes plásticas religiosas,  
etc.), informa de su encuentro con Antonio Salas, deduciéndose por el tono de su narrativa  
que ese era el primer encuentro con el “patriarca de la pintura” ecuatoriana. Esta cuestión y  
además de suponer un anacronismo temporal en relación a los hechos relatados y referidos  
al año 1850 en sus artículos publicados en el periódico santiagueño El Ferrocarril (1860), tam-  
bién implica una incongruencia sobre ese (¿primer?) encuentro, ya que el fallecimiento de  
Antonio Salas está documentado el 6 de mayo del año 1860.  
19 Para estas cuestiones y en referencia o relación a Charton, véase en VV.AA., Imágenes de iden-  
tidad. Acuarelas quiteñas del siglo XIX, Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural de Quito  
(
FONSAL), Quito, 2005 y, más ampliado al ofrecido en este volumen, el trabajo de Alexandra  
Kennedy-Troya, “Álbumes de estampas, coleccionismo privado y relato nacional”, en Ale-  
xandra Kennedy-Troya, Élites y la nación en obras. Visualidades y arquitectura en Ecuador 1840-  
1930, Universidad de Cuenca/Casa de la Cultura Ecuatoriana-Núcleo del Azuay, Cuenca,  
2015, pp. 101-140; Pascal Riviale, “Ernest Charton, les voyageurs…”, cit., especialmente pp.  
6-40. También de Jorge Dávila Vásquez (texto del catálogo), Ernest Charton: Un pintor coró-  
grafo, Banco de Crédito, Quito, 1998; Wilson Hallo, Imágenes del Ecuador de siglo XIX. Juan  
Agustín Guerrero 1818-1880, Texto e investigación, Colección Fundación Hallo, Ediciones del  
Sol y Madrid, Espasa-Calpe, SA., Quito, 1981; Juan Castro Velázquez, Pintura Costumbrista  
Ecuatoriana del siglo XIX (de la Colección Castro y Velázquez), Centro Interamericano de Arte-  
sanías y Artes Populares (CIDAP), Cuaderno de Cultura Popular N° 16, Quito, 1990; Jill Fit-  
zell, “Teorizando la diferencia en los Andes del Ecuador: viajeros europeos, la ciencia del  
exotismo y las imágenes de los indios”, en Blanca Muratorio, editora, Imágenes e Imagineros.  
Representaciones de los indígenas ecuatorianos, Siglos XIX y XX, Facultad Latinoamericana de  
Ciencias Sociales-Sede Ecuador (FLACSO), Serie Estudios-Antropología, 1994, Quito, pp.  
2
5-73 y, Blanca Muratorio, “Nación, identidad y etnicidad: imágenes de los indios ecuato-  
rianos y sus imagineros a fines del siglo XIX”, en Blanca Muratorio, editora, Imágenes e ima-  
gineros. Representaciones de los indígenas ecuatorianos, Siglos XIX XX, Facultad  
y
Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Ecuador (FLACSO), Serie Estudios-Antropología,  
Quito, 1994, pp. 109-196.  
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Ernest Charton  
y la renovación pictórica del siglo XIX ecuatoriano  
sentacional, vigentes hasta ese momento en la plástica ecuatoriana.  
Efectivamente, la incorporación del paisaje –urbano o “natural”-, la  
propia temática costumbrista vinculada a la estética de lo pintoresco  
y, en parte, a la del propio romanticismo tan en boga en el continente  
europeo, o el empleo de una ejecución más “libre” al tiempo que  
deudora de un estilo realista, unido a un progresivo cambio de gusto  
en los comitentes, implicará la incorporación de nuevas alternativas  
en la práctica artística, en detrimento -muy singularmente- de la pre-  
eminencia de “lo religioso”. Al tiempo e igualmente por las razones  
apuntadas (sólidos fundamentos teóricos acerca del lenguaje plás-  
tico, práctica de la “academia del natural”, etc.), de la producción “se-  
riada” y mimética que imponían los talleres. En definitiva, la  
modernidad artística y como ya se ha apuntado anteriormente, em-  
pezaba a afianzarse en el país gracias a la impronta que el magisterio  
de Charton había ejercido.20  
Las vistas de Guayaquil: estética y representación plástica de un  
paisaje urbano  
Como ya se ha comentado anteriormente, tras el rescate de  
Charton en la isla San Carlos (la Floriana) y su traslado a Guayaquil,  
este y gracias a la ayuda dispensada por varias personas, sobrevivió  
en dicha ciudad realizando diversas obras, antes de trasladarse a  
Quito. Y algunas de estas ejecuciones, corresponden a las vistas que  
a continuación se ofrecen y comentan. Son los siguientes: Guayaquil  
(Estero de Juan Pérez de Villamar) , 1849, Guayaquil (Casa del Ca-  
bildo o del Ayuntamiento) (circa) 1849, Paisaje de Guayaquil (1849),  
Puerto de Guayaquil (circa 1850).  
En este punto anotar que, a mi juicio, estos paisajes urbanos  
de la ciudad portuaria hallan su antecedente en las conocidas vedute  
que, principalmente Canaletto y el discípulo de este, Guardi, quienes  
2
0 Posteriormente, Charton viajaría a Perú (1864) donde también ejercerá de fotógrafo –en el  
Callao- para, siete años más tarde, radicarse en Buenos Aires. En esta ciudad y además de  
seguir pintando especialmente retratos de las élites y de las de otras ciudades de provincias,  
impartirá –a partir de 1874- clases de dibujo en el elitista Colegio Nacional de Buenos Aires,  
hasta su fallecimiento el 7 de diciembre de 1877.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 77–114  
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Xavier Puig Peñalosa  
realizaron a lo largo del settecento, tomando como modelo a la ciudad  
2
1
de Venecia. En este sentido y desde la óptica artística, una de las  
principales características comunes de la composición de Charton  
es la construcción del espacio de la representación en sus obras a par-  
tir de un lenguaje renacentista, es decir, con planos armónica y pro-  
porcionalmente dispuestos a partir de un punto de fuga único que  
constituye, estructura y ordena ese espacio, integrándolo en una uni-  
dad totalizante. Al tiempo, esta construcción compositiva permite  
dotar a la obra de una notable y amplia perspectiva espacial que, en  
su tercer plano, crea una significativa percepción de lejanía ante los  
ojos del espectador. E, igualmente, tanto el formato panorámico  
como el punto de vista ligeramente elevado con los que el artista es-  
tructura sus vistas, suponen y contribuyen a esa notoria espaciali-  
dad.  
En el normalmente amplio primer plano, Charton ubica a las  
figuras humanas o los motivos más elocuentes desde el punto de  
vista narrativo, manteniendo una gradada continuidad perspectiva  
con el segundo plano y, a su vez, de este con el tercero. Esta disposi-  
ción espacial y también muchas veces “narrativa” por los elementos  
representados en los tres planos citados, implica una subordinación  
de esas partes en favor del buscado “efecto de totalidad” en la obra.  
Al tiempo, citar el habitual agrupamiento con que representa a los  
personajes de sus vistas, normalmente en grupos formados por dos  
o tres personas, dejando a alguna de ellas en solitario.  
La horizontalidad que como formato supone una obra de  
este género, a la par que los propios elementos representados y que  
geométricamente responden a esa posición, son equilibrados por  
Charton con otros en los que acentúa su verticalidad, formal o diná-  
2
1 Es sabido que estas vedute, no son una fiel y mimética copia de los lugares representados,  
sino que muy frecuentemente se alteraban ligeramente las dimensiones de algunos edificios  
o calles, su lugar exacto de ubicación o, los ángulos perspectivos de los encuadres para y a  
criterio de los artistas, poder ofrecer una visión más acorde a sus propias concepciones sobre  
lo que debía representar la obra. Véase de Katharine Baetjer and J.G. Links (curadores) y  
VV.AA. en los textos, Canaletto, The Metropolitan Museum of Art, New York, 1989 y, Dario  
Succi i Annalia Delneri (curadores), Canaletto, una Venècia imaginària, Centre de Cultura Con-  
temporània de Barcelona (CCCB)/Institut d’Edicions-Diputació de Barcelona, Barcelona,  
2001 (texto en catalán y castellano).  
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Ernest Charton  
y la renovación pictórica del siglo XIX ecuatoriano  
micamente, como los tejados a dos aguas de las viviendas, los árboles  
o las palmeras, etc. También establece el artista un equilibrio entre  
los elementos estáticos y los que implican movimiento o, entre los  
que suponen “masa” (cerros, plantas o árboles muy frondosos o en  
aglomeración, etc.) utilizando para ello tonos muy oscuros de la  
gama del marrón o del verde, con aquellos otros más diáfanos o de  
tonalidades muy claras e incluso pasteles y, en estudiada alternancia  
para así contribuir a la creación de espacios diferenciados (planos  
compositivos).  
Así y en relación a esto último, encontramos que la paleta  
cromática utilizada por el artista se basa en las diversas tonalidades  
obtenidas a partir de los verdes, marrones, azul, blanco, amarillo y  
siena fundamentalmente. A resaltar, los calculados timbres de color  
empleados principalmente en las vestimentas de los personajes, así  
como la intensa luminosidad que imprime Charton a estas obras. Y  
en este sentido, mencionar como el celaje que ocupa la mitad o in-  
cluso un espacio mayor de la superficie de la representación, luce  
con un intenso y luminoso azul, solo interrumpido por algunas  
nubes –bien algodonosas tipo cúmulos, bien prácticamente delicues-  
centes-, pero habitualmente tintadas ligeramente por el tono rosáceo  
típico del comienzo del atardecer.  
Si como se ha señalado líneas arriba, la composición de estos  
paisajes urbanos obedece a una inequívoca voluntad constructiva  
que no dudo en calificar de “clásica”, no obstante, los motivos na-  
rrativos habitualmente representados, corresponden al leitmotiv de  
los de la estética del pintoresquismo costumbrista. Así, aquellos y en  
la mayoría de estas vistas, pertenecen a aquellos lugares que, social  
y urbanísticamente, son más significativos para los habitantes de la  
ciudad, tales como las idiosincráticas arquitecturas presentes (casas  
flotantes o sobre pilastras, el edificio de la aduana, el propio malecón  
o las calles de tierra, etc.), las diferentes clases de embarcaciones au-  
tóctonas, los elementos vegetales vernáculos (palmera, caña gua-  
dua), etc. Y perfectamente integrado con todo ello, es la  
presencialidad en aquellos espacios de la cotidianidad citadina re-  
presentada mediante los diversos “tipos y costumbres” populares  
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que la mirada del artista instituye y ejecuta, logrando así una plas-  
mación realista de aquella, al tiempo que procura con ello una iden-  
22  
tificación del espectador con la obra contemplada.  
A continuación, se ofrecen cuatro vistas de Guayaquil reali-  
zadas por Ernest Charton entre los años 1849 y 1850, durante su pri-  
mera estadía en Ecuador tras su salvataje de la isla Floriana.  
Guayaquil. Estero de Juan Pérez de Villamar, 1849  
Óleo sobre lienzo, 40 x 59,1 cm.  
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Charton,_Ernest_-_Guayaquil_-  
1849_ost_40x59.1.jpg (17.04.2021)  
Con formato panorámico, encuadre frontal y desde un punto  
de vista ligeramente elevado, Charton nos “introduce” con esta vista  
en la cotidianidad de una barriada popular a la orilla del estero de  
Juan Pérez de Villamar, actual calle de Loja y de Rocafuerte. En el  
2
2 Obviamente acentuado si ese espectador es costeño o, por extensión, del propio país. En el  
caso de un europeo, el patente pintoresquismo de la obra también supone una suerte de  
identificación en lo que significa de –digamos- universal humano, al tiempo que una per-  
cepción “exótica” de esa forma de vida.  
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Ernest Charton  
y la renovación pictórica del siglo XIX ecuatoriano  
primer plano de la obra y a ambos lados del mismo, se ubican sendas  
viviendas de dos alturas –habitable la parte superior– edificadas con  
caña guadua y madera, y sostenidas por grandes pilares de este úl-  
timo material; sus respectivos tejados a dos aguas, nos indican la fre-  
cuente pluviosidad característica en esta climatología tropical.  
En la parte central de este plano, un sector del estero aparece  
como un pequeño lago que, dada su quietud, refleja a todo aquello  
que está en su superficie o en los bordes de sus orillas. Aquella, solo  
es, en parte, alterada por un tronco (palo de balsa) guiado por dos  
jóvenes que parecen dirigirse al exterior de ese “recinto”, al igual  
que una pequeña embarcación cargada de mercadería que, situada  
en la parte final del plano, ya enrumba en la misma dirección con su  
barquero situado en la popa de la misma y de espaldas al espectador.  
En las dos orillas y muy próximas a las viviendas señaladas, varias  
mujeres se asean parsimoniosamente en el agua, recordando por sus  
actitudes gestuales a las bañistas de un cuadro clasicista. También  
en la terraza de la vivienda sita a la izquierda, otras dos mujeres pa-  
recen estar platicando mientras realizan algún tipo de tarea domés-  
tica. Y otra, se asoma contemplativa desde el pequeño balcón en la  
vivienda de la parte derecha.  
El segundo plano viene delimitado en su comienzo por un  
pequeño puente de madera en la parte derecha que permite el paso  
acuático al amplio río, y en el que se yergue un alto fanal de alum-  
23  
brado a “permaceti” para hacer visible el camino, e indicar por la  
noche la salida a las aguas abiertas. Al tiempo, ese puente que co-  
municaba a la ciudad vieja con la nueva, se prolonga por su parte  
izquierda en un camino, conectando así, tanto a las dos zonas de vi-  
viendas descritas como a las que están a continuación de estas, tam-  
bién en ambas orillas, pero ahora en el segundo plano. En este  
sendero, se observa en su parte central a un hombre que se diría está  
pescando y, más a la izquierda, a otro personaje que se dirige en ese  
mismo sentido, al igual que un hombre y su cargada mula, algo más  
2
3 El “permaceti” era el combustible utilizado para la iluminación pública en Guayaquil hasta  
entrado el año 1850. Consistía en un aceite extraído de las tortugas del archipiélago de las  
Galápagos o de las ballenas que surcaban el Pacífico, principalmente por las costas de Cali-  
fornia o Chile.  
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adelantados. Justo tras el puente se observa una balsa con vela y, más  
alejadas, otras embarcaciones típicas de esa zona y que obran como  
viviendas flotantes; más en la lejanía, se atisba el denominado Islote  
Rojo.  
Finalmente, la línea del horizonte está constituida por una tu-  
pida floresta que supone el inicio del tercer y último plano, y en el que  
un cielo luminosamente azul ocupando casi tres cuartas partes del  
total de la superficie representada, presenta algunas nubes de com-  
pacta textura algodonosa en la franja más próxima al horizonte. Y en  
la parte derecha, algunas gaviotas revolotean en ese espacio sin fin.  
Si como se anotaba en líneas anteriores, la composición de  
estas vistas se estructura a partir de la metodología perspectiva re-  
nacentista, en la obra que nos ocupa, el punto de fuga que la ordena  
viene ejercido por el personaje que, sentado en el camino a la iz-  
quierda del puente, tal vez pescando, parece igualmente saludar con  
su brazo derecho al que conduce la embarcación próxima a él y que  
figura de espaldas a nuestra mirada, pareciendo corresponder a  
aquél saludo.  
Efectivamente, tanto los dos troncos que, diagonalizados, flo-  
tan en la parte inferior derecha del primer plano y que hacen las  
veces de rústico embarcadero, al igual y en el mismo plano, el ma-  
dero que usa de timón y remo el joven situado en la cabecera del  
tronco flotante de la izquierda, confluyen a partir de sus respectivas  
prolongaciones dinámicas ideales en el personaje citado. Igualmente,  
si se prolonga idealmente la parte lateral anterior del tejado de la se-  
gunda vivienda de la izquierda o la posterior del tejado inferior de  
la misma y, en el mismo sentido, el de la última casa de la derecha,  
coinciden con la figura de dicho personaje.  
Otro aspecto compositivo que dota de profundidad a esta  
vista, son las disposiciones también en diagonal de las dos hileras de  
viviendas -particularmente la de la derecha dada su mayor angula-  
ción- y que, simultáneamente, ejercen de “presentación y obertura”  
al paisaje a modo de sendos cortinones como en la escena de un tea-  
tro. Igualmente cabe añadir y en el segundo plano, la prolongación a  
modo de muelle que se adentra en el estero, partiendo de la gran vi-  
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Ernest Charton  
y la renovación pictórica del siglo XIX ecuatoriano  
vienda con arcos situada en la parte izquierda de dicho plano. O la  
sensación de lejanía que supone perceptivamente el pequeño tamaño  
con que están representadas las embarcaciones o balsas-vivienda que  
navegan en esas aguas, estableciendo así una escala comparativa con  
los otros elementos presentes en los anteriores planos.  
Asimismo, y con igual propósito es la menor luminosidad  
que Charton imprime en el primer plano, aumentándola gradada-  
mente a medida que se avanza hacia el tercero donde ubica al amplio  
e impoluto celaje, al tiempo que alternadamente crea zonas más ilu-  
minadas o de una cierta penumbra en el transcurso de ese –digamos-  
recorrido”, especialmente notorio en las hileras de viviendas en  
ambos lados de la obra. En definitiva, toda esta interrelación com-  
positiva merced a las cuestiones descritas, están conceptualizadas y  
ejecutadas con la finalidad de poder crear una mayor perspectiva es-  
pacial a este paisaje fluvial.  
Cromáticamente, el artista utiliza una paleta en la que do-  
mina la gama de los verdes, marrones y ocres, así como el azul y el  
blanco, pero imprimiendo una notable variedad de tonos que, con  
el tratamiento lumínico de una luz elevada y algo en diagonal desde  
la parte izquierda de la obra, resalta especialmente y sobremanera a  
los meditados timbres de color utilizados, tales como el azul intenso  
en el vestido de una de las dos mujeres que están en la terraza de la  
primera vivienda de la izquierda o en del pantalón del hombre sen-  
tado en el camino (“punto de fuga”), el rojo de las tejas o de ciertos  
toldos en algunas de las viviendas o la vestimenta del personaje que  
acarrea al mulo cargado en la parte izquierda del camino, así como  
el del pantalón del hombre que guía al tronco en el agua y a la iz-  
quierda del primer plano, o el ocre-amarillo de lo que parece igual-  
mente un cortinaje en la última gran casa de dos plantas a la  
izquierda, ya en el segundo plano.  
En esta obra establece Charton dos importantes “compensa-  
ciones”, a saber, entre los dinámico y lo estático y, entre la horizon-  
talidad y la verticalidad. En cuanto a la primera, prima una cierta  
generalizada quietud o, un casi imperceptible movimiento dada su  
tenue dinámica en, por ejemplo, todos los elementos que están en el  
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Xavier Puig Peñalosa  
agua (tronco, diversas embarcaciones, ondas en la superficie acuática  
del primer plano), solo ligeramente alterada por las mujeres bañán-  
dose, el volar de las gaviotas, el caminar del personaje que acarrea  
un mulo o el otro que está más a la derecha, el ya aludido sentado  
en el camino con su gesto de saludo, el accionar de los que guían el  
tronco o la balsa en el primer plano y, los varios elementos vegetales  
como y principalmente, el gran árbol de la izquierda en el primer  
plano o el menor a la derecha del mismo o, la singular palmera que  
asoma majestuosa por detrás del puente, y que por su disposición  
formal otorgan una mesurada dinámica a la obra.  
Si el propio formato apaisado de la obra condiciona percep-  
tivamente la horizontalidad de esta, añadido al efecto que sinestési-  
camente procuran otros elementos parejos (la línea del horizonte, las  
terrazas de las viviendas y sus barandados, el pequeño puente, etc.),  
el artista y para mitigar esa preponderancia, establece un sutil equi-  
librio entre aquella y la verticalidad. Ejemplo de esta última son las  
numerosas pilastras que sostienen a las viviendas o a las techumbres  
de las mismas, así como el vértice de sus tejados a dos aguas, el más-  
til y la vela de la balsa ubicada justo tras el puente, el farol, la empa-  
lizada de caña en el extremo derecho del primer plano y bajo la  
primera casa sita en ese lugar los dos árboles en aquel plano o la gran  
palmera ya descrita. Así, la verticalidad de estos elementos, “contra-  
pesa” y equilibra -funcional y compositivamente- la horizontalidad  
del paisaje, formato comúnmente empleado en la representación pai-  
sajística.  
Resaltar el dibujo preciosista con el que Charton traza todos  
y cada uno de los diversos elementos formales presentes. Así, desde  
las propias viviendas en las que se aprecian –individualmente- la  
caña guadua con las que están construidas las paredes de las mismas  
o, en el mismo sentido, las tejas de las cubiertas u otros elementos  
en los edificios como, por ejemplo, las pilastras que los sostienen; las  
suaves ondas que tenuemente se conforman en la superficie del agua  
del primer plano; el pespunte de los diversos elementos vegetales  
en la obra (árboles, matorrales, palmeras, los tiestos con flores o plan-  
tas en los balcones); los personajes que, aunque lejanos, se atisban y  
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Ernest Charton  
y la renovación pictórica del siglo XIX ecuatoriano  
reconocen sin demasiada dificultad su fisionomía, etc. Consecuencia  
de todo ese virtuosismo formal, de todo ese detallismo descriptivo,  
es que la mirada del espectador está constantemente fijándose en esa  
notable diversidad que es también novedad y variación en su intrín-  
seca singularidad y, por consiguiente, proporcionándole el placer in-  
herente a la estética de lo pintoresco.  
Al tiempo, esa cotidianidad representada, revela la voluntad  
del artista por exponer una escena popular basada en la concepción  
primordial del costumbrismo, a saber, aquella que se reclama de los  
“tipos y costumbres” autóctonos, a la par y en el mismo sentido, de  
la arquitectura y el urbanismo en relación a ese mayoritario grupo  
poblacional. Por ello y aunque el título de la obra viene referido a una  
ciudad, en realidad, muestra un “lugar” muy concreto de la misma,  
es decir, aquél en el que las formas de vida y su entorno más inmediato  
se corresponden con la estética representacional expresada.  
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Xavier Puig Peñalosa  
Guayaquil. Casa del Cabildo o del Ayuntamiento, circa 1849  
Óleo sobre lienzo, 40 x 58 cm.  
Colección privada  
Una gran panorámica nos muestra en su amplio primer  
plano, el concurrido malecón de Guayaquil al comienzo de la puesta  
de sol -calle de la Orilla con intersección de la calle de Sucre y de  
norte a sur-, cuando algunos de sus habitantes salen a pasear y sola-  
zarse con el ligero frescor del atardecer. Estos están representados –  
sus vestimentas así lo indican- por prácticamente todas las clases  
sociales. Los burgueses en la parte derecha del paseo –damas con  
flamantes vestidos y sombrilla de etnia blanca o criolla-, hombres de  
la misma etnia con chaqueta o poncho relucientes y zapatos o botas;  
en el centro, una mujer de etnia negra y descalza, carga en su cabeza  
una repleta canasta mientras sostiene con su mano derecha a un niño  
seguramente su hijo- también sin calzado, que está recabando su  
atención al señalar con su brazo derecho a un grupo de tres personas  
dos cargadores o estibadores de etnia negra y el que parece su pa-  
trón de etnia blanca o criolla- que, muy cerca de él, se encuentran  
descansando sobre un apilamiento de fardos de mercaderías, tal vez  
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Ernest Charton  
y la renovación pictórica del siglo XIX ecuatoriano  
esperando el momento de su embarque. Al pie de la mujer que gira  
levemente su cabeza sin detener su marcha y del propio niño, un  
perro parece reclamar la atención de estos.  
Tras esos personajes y algo más alejados y en gradada escala,  
otros viandantes que representan a varias clases sociales, se encuen-  
tran a lo largo del paseo. Y en este, destaca sobremanera en su parte  
derecha, la gran torre con reloj del cabildo con la protagónica enseña  
marcista –consecuencia del derrocamiento del general Juan José Flo-  
res el 6 de marzo de 1845 por la denominada Revolución Marcista-,  
así como la larguísima sucesión en hilera de viviendas de no más de  
tres alturas, solo horadadas por algunas entrevistas calles transver-  
sales, prolongándose hasta el tercer plano.  
A la izquierda y tras el grupo de cargadores y haciendo las  
veces de segundo plano, se encuentra el estuario en el que se observa  
una balsa y, tras esta y en la orilla, una sucesión de pequeñas barcas  
de transporte –de personas y mercancías- entoldadas con sus dueños  
descansando a pie de tierra. Y en la lontananza, otras embarcaciones  
con las velas desplegadas surcan el río, destacando la silueta de proa  
y babor de un gran velero de tres mástiles con el velamen recogido.  
Finalmente, la línea de horizonte viene marcada por una ca-  
dena montañosa apenas borrosamente avistada por su lejanía,  
dando inicio al tercer gran plano que ocupa las dos terceras partes  
de la representación, y en el que el intenso azul del cielo –más noto-  
rio en su parte superior-, presenta en su parte media-inferior un cú-  
mulo longitudinal de nubes rosáceas por efecto de la luz del  
atardecer.  
Compositivamente, Charton crea una gran perspectiva que  
dota de una extraordinaria profundidad a la escena representada,  
mediante la acentuada diagonal con que estructura la obra. Efecti-  
vamente, partiendo del ángulo inferior derecho de la obra, aquella  
dinámica compositiva prosigue recorriendo la serie de farolas a “per-  
24  
maceti” situadas en sucesión rectilínea en el centro del paseo (nó-  
tese la alargada proyección de las sombras de estas por la luz del  
atardecer, al igual que las de los viandantes), hasta llegar al inicio  
24 Véase nota anterior.  
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del tercer plano, al final de la hilera de edificios de la derecha, que  
es donde se halla el punto de fuga compositivo. Y, a su vez, converge  
en dicho punto, otra diagonal que, partiendo del vértice del tejado a  
dos aguas del cabildo, se constituye al recorrer la sucesión de tejados  
de esas construcciones. Finalmente y en la misma parte derecha de  
la obra, una tercera diagonal que converge en el mismo punto, viene  
integrada por la línea que traza el barandado de todos esos edificios  
y cuyo comienzo se ubica en el del propio cabildo.  
En la parte izquierda del paisaje y en el mismo sentido com-  
positivo, una diagonal que parte del piso de la balsa en semipenum-  
bra situada en esa zona, se prolonga idealmente hasta el mencionado  
punto de fuga. Charton y por lo antedicho, establece así una suerte  
de coordenadas espaciales a partir de las cuales instituye la necesaria  
tridimensionalidad para la construcción del espacio de la represen-  
tación.  
La general horizontalidad de la obra –formato apaisado y pa-  
norámica-, resulta equilibrada por diversos elementos verticales y  
entre los que destacan principalmente, la propia torre del cabildo y  
su puntiagudo tejado o, la sucesión de farolas en el malecón, el trián-  
gulo que conforma el tejado de una pequeña construcción muy pro-  
bablemente de carácter militar (¿capitanía marítima?) casi al final del  
paseo, los mástiles y velas de las distintas embarcaciones del estuario  
y el alzado de los viandantes.  
Igualmente, y frente al estatismo que, en general, se des-  
prende de la obra, el caminar acompasado de los diversos viandan-  
tes, introduce y equilibra con su dinámica a aquél. Destacar en este  
mismo sentido, la gran bandera marcista ya descrita que, en parte  
recogida, cuelga en la fachada del ayuntamiento desde un mástil  
muy direccionado hacia la izquierda. Y un poco más retirada y hacia  
atrás, la enseña francesa con igual direccionamiento. Al tiempo,  
ambas banderas establecen un “diálogo” formal y dinámico con el  
mástil de proa de la gran goleta sita en el estuario. También la torre  
del cabildo ejerce una fuerte dinámica hacia arriba por su alzado y  
el propio tejado con la adornada a modo de pérgola que la corona, y  
que es compensada con la dinámica diagonalizada, descendiente y  
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Ernest Charton  
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hacia atrás que impone la cadenciosa sucesión de los tejados en las  
construcciones citadas.  
Cromáticamente, Charton emplea en esta obra una gama no  
muy amplia de colores –marrones, ocres, azul, blanco, rojo-, aunque  
con una estudiada tonalidad de los mismos, primando los de efecto  
apastelado. Destacar los intensos timbres de color en, principal-  
mente, las vestimentas de muchos de los personajes representados  
(
azul, rojo y blanco), la bandera de la ciudad (blanco y azul) o, las  
lonas blanquecinas protectoras de los rayos del sol en el ayunta-  
miento y en algunos otros edificios.  
Lumínicamente y como en parte ya se ha señalado, al ser una  
hora de poniente, la luz incide diagonalmente y algo baja desde la  
parte izquierda de la obra, proyectando alargadas sombras de las  
personas u otros elementos que ilumina. Al tiempo, la parte inferior  
del primer plano presenta longitudinalmente una relevante penum-  
bra, ostensible en su zona de la izquierda (los cargadores sentados  
al lado de los fardos y parte de la balsa que está en el estero y en ese  
extremo) y, en la pared lateral-derecha del ayuntamiento, contras-  
tando así fuertemente con la suave y tamizada claridad en el resto  
de la obra.  
Resaltar, así mismo, el cuidado dibujo que el artista ejecuta  
como detallista base formal de la obra. Así, se aprecia con nitidez  
desde los pliegues de las vestimentas de los distintos paseantes o,  
los de la enseña de la ciudad, el barandado, los arcos y el remate de  
la torre del ayuntamiento, los componentes de caña que componen  
el piso y el techo de la balsa situada a la izquierda, etc., lo que con-  
fiere a este paisaje una suerte de pintoresquismo realista.  
Como se comentaba al inicio de estas líneas, es a partir del  
inicio del atardecer cuando convergen en el malecón –lugar emble-  
mático y centro neurálgico de la actividad económica de la ciudad-  
puerto, distintas personas pertenecientes a varios grupos sociales y  
ocupaciones laborales para disfrutar de la brisa del estero y sociali-  
zar, es decir, la práctica de una “costumbre” arraigada en la idiosin-  
crasia guayaquileña. Aquí, Charton representa a aquellas como  
tipos”, y en un contexto tanto de su quehacer cotidiano (trabajo,  
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paseo, descanso, tertulia) como arquitectónico-urbanístico, resal-  
tando en cada caso aquellos rasgos más pintorescos de los mismos;  
es decir, su variedad, movimiento, singularidad y, al mismo tiempo,  
novedad pues, la mirada y la imaginación del espectador encuentran  
en la contemplación de esta escena, un continuo placer estético mer-  
ced a la representación que el artista recrea de un momento amable  
en la cotidianidad citadina de la urbe ecuatoriana.  
Paisaje de Guayaquil, 1849  
Óleo sobre lienzo, 42 x 60,3 cm.  
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid-España  
Con una panorámica frontal y ligeramente elevada, Charton  
representa a la antiguamente denominada calle Nueva -actual Ro-  
cafuerte-, una de las dos principales calles de la ciudad en la época,  
en un momento en que comienza a decaer el tórrido sol guayaqui-  
leño a juzgar por las alargadas sombras que proyectan en el terroso  
suelo tanto los edificios, la variada y abundante vegetación, los per-  
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Ernest Charton  
y la renovación pictórica del siglo XIX ecuatoriano  
files de las diversas personas que transitan quedamente por este  
lugar, como por el suave tono rosáceo que empiezan a adquirir las  
escasas nubes en la parte inferior del celaje.  
En el primer plano que comprende desde el borde inferior  
horizontal de la vista hasta la primera calle que intersecciona con la  
principal, destacan de izquierda a derecha, una mujer que transporta  
una canasta de fruta en su cabeza, el brazo izquierdo apoyado en su  
igual cadera para equilibrar el peso, y llevando sujeto con su mano  
derecha a un niño que juega distraídamente con un palo. En el cen-  
tro, dos damas burguesas elegantemente vestidas y con sendas som-  
brillas, caminan de frente con la mirada hacia el espectador y, en su  
parte derecha y algo retrasado, un “porteador”, seguramente de la  
servidumbre –es el único personaje en la obra que lleva la cabeza sin  
cubrir– les sigue acombado por el peso de los bultos que acarrea. A  
la izquierda de aquellas, un pequeño perro de raza les acompaña,  
pareciendo que reclama su atención interfiriéndoles el paso. Y en el  
extremo derecho, dos jóvenes semi agachados están absortos con el  
popular juego de la raya, mientras otros dos de pie siguen embele-  
sados la partida, y un hombre sentado bajo la sombra de un gran ra-  
maje observa a los primeros, apoyado en una suerte de cayata.  
El segundo plano comienza en la calle que, un poco detrás  
de las damas citadas, intersecciona horizontalmente con la principal  
y en la que están los personajes descritos. Su final viene dado por las  
últimas edificaciones que bordean a esta vía y en el que destacan las  
dos torres de la iglesia de la Merced. Todas estas viviendas de dos  
alturas, están construidas con caña guadua, madera para las vigas y  
pilastras principalmente, y tejados de hoja de palma o tejas; algunas  
tienen parte de sus fachadas o paredes recubiertas de yeso blanco.  
También en este plano y justo al comienzo del mismo, se ob-  
serva en la parte izquierda bajo una vivienda y en la sombra, a dos  
personas platicando; uno de ellos y por su vestimenta, podría tra-  
tarse de un religioso. Un poco más a la derecha de estos, un jinete  
bien vestido y subido a un flamante caballo blanco, se dirige hacia  
el espectador mientras a su derecha y a pie, un hombre camina con  
un enorme fardo, pudiendo ejercer de criado del primero. Y un poco  
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más alejado y de espaldas, otro personaje a lomos de un equino se  
encamina hacia el final de esta calle. Finalmente y en el extremo más  
alejado de esta perspectiva, apenas se atisban lo que parecen las si-  
luetas de otras personas sumidas en la sombras de los edificios.  
El último plano lo constituye el celaje que ocupa un poco más  
de la mitad de la representación, y en el que luce un intenso azul ce-  
leste en su parte superior, mientras unas difusas nubes lo recorren  
un su parte media e inferior, tiñéndose de un leve tono rosado.  
Compositivamente, el edificio ubicado al final de la calle  
Nueva por donde transitan los personajes citados y que, apenas se  
divisa al costado de la base de la torre izquierda de la iglesia al final  
del segundo plano, ejerce de punto de fuga que genera, compone y  
ordena el espacio de la representación. Efectivamente, en aquel con-  
vergen las distintas diagonales que “surcan” este espacio, a saber, la  
conformada por la línea superior de los tejados a dos aguas de las  
viviendas sitas a la derecha de la obra, al igual que la base de las bal-  
conadas de las mismas y la propia de esas edificaciones; la que se  
prolonga a partir igualmente de la base de la improvisada bancada  
en la que reposa sentado el personaje del extremo derecho del primer  
plano mientras contempla el juego de la raya. Mientras que en la  
parte inferior izquierda del primer plano y partiendo de lo que pa-  
rece un pequeño resto de un antiguo charco de agua con rala vege-  
tación junto a la mujer acompañado por el niño, parte una diagonal  
que se prolonga por la base del primer farol, “atraviesa” al jinete y  
su mayordomo que transitan frontalmente al espectador por esa  
calle, para ubicarse finalmente en el edificio que obra como punto  
de fuga citado.  
La generalizada horizontalidad de la vista comenzando por  
el propio formato apaisado, la calle que atraviesa a la principal por  
la que transitan los diversos personajes, y la de las dos primeras  
casas en ambos extremos del segundo plano –especialmente las de  
la parte izquierda-, es compensada por la verticalidad que imprimen  
los tejados a dos aguas de las viviendas y sus pilastras de sostén, los  
vallados sitos en ambos extremos, las farolas, las dos torres de la igle-  
sia y las distintas especies vegetales –particularmente las numerosas  
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palmeras-. Y a estos elementos, resta añadir a los personajes repre-  
sentados y, de los que cabe resaltar la presencialidad de las dos mu-  
jeres burguesas que, al tiempo, son el centro óptico de la composición  
por su ubicación. Nótese a este respecto que los personajes aparecen  
siempre en la obra agrupados, excepto el jinete montado en su  
equino que se dirige de espaldas al espectador y alejándose, hacia la  
parte superior de la calle.  
Igualmente, los mayormente elementos estáticos como las  
construcciones, la mayor parte de la vegetación o, los tres últimos  
personajes en el extremo derecho del primer plano, están compen-  
sados por la queda dinamicidad que ejercen la mayoría de aquellos,  
y las curvaturas de los troncos de las dos palmeras –singularmente  
la de más altura- del extremo derecho de la obra.  
Cromáticamente, la gama del verde, marrón, amarillo,  
blanco y azul, es la predominante, siendo en las tonalidades conse-  
guidas donde el artista muestra su excelencia, al igual que en el ma-  
nejo de la luz. Destacan los timbres de color rojo en la vestimenta del  
personaje agachado en el juego de la raya y en el pañuelo o especie  
de sombrero del hombre que los contempla, el de los bultos que  
transporta el mayordomo al costado de las damas burguesas y el del  
largo pañuelo de la mujer con niño de la izquierda. En el mismo sen-  
tido, el blanco de la blusa de aquella y de la ropa del niño, el de las  
dos sombrillas que sujetan aquellas damas, y las camisas de los tres  
últimos personajes –dos jóvenes y el hombre sentado- en el extremo  
derecho que contemplan el juego de la raya. También el caballo del  
jinete que desciende con su mayordomo por la calle, o el de los cor-  
tinones que a modo de parasol están desplegados en algunas de las  
fachadas de las construcciones de la parte derecha de la obra. O el  
intenso azul de la chaqueta del propio jinete y la del joven en senta-  
dillas jugando a la raya, y el del pantalón del hombre que los ob-  
serva. Y en la misma gama, el también intenso del celaje –sobre todo  
en su parte superior- y, más atenuado, el del vestido que ostenta la  
dama de la izquierda en la pareja del centro del primer plano, des-  
tacando el de la derecha por ser de un blanco-rosáceo.  
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Charton establece en ambos extremos del primer plano, sen-  
das zonas más en penumbra que, a la manera del telón de un teatro,  
invita al espectador a presenciar esta escena urbana en la que algu-  
nas de las arraigas costumbres en la urbe están presentes. Ejemplo  
de ello lo constituye el paseo de tarde en el que mujeres y hombres  
se visten y lucen sus flamantes vestimentas o, el popular juego de la  
raya citado. También resalta el artista el pintoresquismo de esta vista,  
tanto por los distintos motivos y tipos representados (casas, perso-  
najes, vegetación, etc.) mediante la preciosista formalización en el  
dibujo de los mismos, como por la calculada armonía compositiva y  
cromática –y lumínica- empleada. Todo ello está al servicio de poder  
suscitar en el espectador, ese específico placer que la contemplación  
de esa singularidad, variedad y novedad originan, tanto en su ima-  
ginación como en su sensibilidad.  
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Puerto de Guayaquil, circa 1850  
Óleo sobre lienzo, 42 x 60 cm.  
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Ernest_Charton_-_Puerto_de_Guayaquil.jpg  
(21.04.2021)  
Nuevamente adopta Charton en esta obra, un encuadre fron-  
tal y elevado para poder ofrecer así una visión ampliamente pano-  
rámica del puerto de Guayaquil, es decir, de la denominada calle de  
la Orilla vista hacia el norte desde el antiguo estero de Olmos (la ac-  
tual calle de Tomás Martínez); al tiempo, este encuadre acentúa la  
profundidad espacial de la vista. La parte inferior de la obra y co-  
rrespondiente al primer plano de la misma, está mayormente ocu-  
pada por la gran franja de tierra firme en la que, y en su extremo  
izquierdo, están representados y agrupadamente dos mujeres –una  
peinando a la otra– e, inmediatamente detrás de estas, otro grupo  
compuesto de una mujer recostada y un niño de pie y, dos hombres  
descansado uno sentado y el otro apoyado en sendas pequeñas bar-  
cas típicas de esa zona. A los pies de estos personajes y extendido,  
destaca un gran lienzo blanco que podría corresponder a una o va-  
rias de las velas de las embarcaciones. Tras aquellos, una empalizada  
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Xavier Puig Peñalosa  
con ropa tendida delimita el espacio perteneciente a la casa de dos  
alturas con balconada que “cierra”, junto con un gran árbol en su ex-  
tremo izquierdo, esa zona de la obra. Y un poco más distanciada,  
asoma otra casa mucho más modesta, así como como una gran pal-  
mera que destaca por su elevada altura y que establece una suerte  
de “cadencia” formal con las que se hallan en el segundo plano, a  
saber, las dos que se yerguen parejas en el propio puerto y, mucho  
más distanciada, la que también notoriamente asoma en el extremo  
derecho y casi a pie de acantilado en el majestuoso cerro de Santa  
Ana.  
Señalar en esta franja de tierra y en su parte más inferior  
casi en el centro geométrico–, la presencia de tres gallináceos -uno  
de ellos a punto de posarse- que, agrupadamente, parecen disputarse  
los restos cadavéricos de algún tipo de animal, probablemente los  
de un perro. E, igualmente, otros tres también agrupados, reposan  
observantes en el tejado de la primera vivienda citada, establecién-  
dose así una suerte de “diálogo” formal y cuantitativo entre ambos  
grupos de aves.  
El segundo plano está integrado en su parte derecha por la  
tranquila masa acuática del río Guayas que, como en un espejo, re-  
fleja en su superficie al buen número de balsas-vivienda que, apa-  
rentemente abarloadas entre sí, forman una diagonal paralela a la  
línea costera del primer plano y, del mismo modo, a las otras embar-  
caciones que se encuentran faenando en esas aguas o, a las que casi  
al final del plano, navegan con sus blancos velámenes desplegados  
al viento. Destacan tras las primeras en hilera, el conjunto de casas  
que componen la ciudad vieja, así como el citado cerro de Santa Ana.  
Y al pie de una pequeña pasarela que, desde el muelle parece llevar  
a las balsas-viviendas, dos hombres aparecen departiendo, al igual  
que en muchas de aquellas se avistan a varias personas en diversas  
actitudes (tendiendo ropa, pescando, etc.).  
Finalmente, el tercer plano halla su comienzo con la cadena  
montañosa que, a la derecha y difuminadamente se atisba en la leja-  
nía, y el celaje que, ocupando más de la mitad de la obra, se muestra  
en parte poblado –principalmente en su zona inferior- por franjas  
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Ernest Charton  
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nubosas que aparecen teñidas del tono rosáceo que la luz del atar-  
decer genera.  
Compositivamente, el punto de fuga que estructura a la obra  
se halla en el vértice que conforma el tejado a dos aguas pertene-  
ciente a la gran casa de dos alturas a la izquierda del primer plano.  
Desde aquel y en donde reposan el grupo de gallináceos ya señala-  
dos, una diagonal se prolonga por el alero lateral del tejado hasta el  
vértice inferior derecho de la obra. También y desde el mismo punto,  
otra diagonal se prolonga hasta el vértice del tejado de la balsa-vi-  
vienda que, en la hilera ya descrita, se halla más próxima al especta-  
dor, hasta llegar a la proa de la barca sita a la derecha, y en la que un  
pescador está recogiendo sus redes. Igualmente, otra diagonal parte  
del mismo punto, atravesando la base de la palmera que destaca sin-  
gularmente en la parte derecha del cerro, continuando por el velero  
más próximo a aquél y, llegando al vértice de la techumbre a dos  
aguas de la balsa-vivienda que está quedamente navegando en el  
extremo derecho de la vista.  
Señalar asimismo la relación compositiva que, mediante una  
diagonal, se establece entre ambos grupos de aves, del superior al  
que está en tierra, y de aquél y mediante un eje perpendicular con  
las dos mujeres del primer plano a la izquierda.  
Y en el anterior sentido estructural, también equilibra Char-  
ton la mayor y generalizada horizontalidad presente en la obra con  
la verticalidad que suponen las palmeras citadas, los vértices de los  
tejados de las múltiples viviendas –incluidas las de las balsas- que  
están representadas o, el velamen de las embarcaciones que navegan  
al final del segundo plano. Igualmente, la quietud que se desprende  
por doquier de la vista, es compensada por la tenue dinámica que  
imprime el quedo navegar de algunas embarcaciones, la sinuosidad  
casi zigzagueante de las palmeras ya descritas y, el gallináceo del  
primer plano a punto de tomar tierra en busca de su alimento. Tam-  
bién algunas de las posturas que implican movimiento en varios de  
los personajes representados.  
Con la habitual paleta cromática basada en la gama de los  
marrones, verdes, amarillos, ocres, azul y blanco principalmente, el  
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artista imprime unas variadas y estudiadas tonalidades a los diver-  
sos elementos representados, al tiempo que se destaca el notable di-  
bujo en aquellos. Resaltar, así mismo, los saturados timbres de color  
rojo, azul y blanco- en las vestimentas de algunas de las personas  
representadas, en la ropa tendida en el vallado y el tendedero ubi-  
cados en la parte izquierda del primer plano o, en la de la balsa-vi-  
vienda más próxima al espectador.  
La alternancia de –digamos- claroscuros en la zona izquierda  
de la obra por el empleo de una luz en diagonal que incide desde la  
parte izquierda –véanse las sombras que proyectan las personas y  
demás elementos representados-, es utilizada por el artista para  
dotar de mayor volumen y presencialidad a la vivienda de dos plan-  
tas allí ubicada, al tiempo que “introducir” al espectador en la propia  
vista, dotándola así de mayor perspectiva y, por tanto, profundidad  
y lejanía. Nótese en este sentido, el rol que ejerce la segunda vivienda  
de la izquierda en extrema penumbra.  
Pintoresquismo y costumbrismo se aúnan en esta represen-  
tación de la cotidianidad popular guayaquileña. Gente platicando,  
socializándose, trabajando o simplemente descansando, en un sen-  
cillo entorno urbano que, dado su detallismo y singular cromática -  
particularmente en sus timbres- o tratamiento lumínico, mantiene la  
mirada del espectador en constante atención para captar todos aque-  
llos aspectos, bien formales, bien humanos, que están presentes en  
la obra. Y aspectos que muestran una idiosincrática forma de vida  
(sus construcciones, sus balsas-vivienda, la pesca artesanal, etc.) que,  
alejada de cualquier conflicto, transmite el sosiego y la tranquilidad  
de una convivencia armónica, tanto en las propias relaciones huma-  
nas como con el entorno –urbano y natural- en que se establecen. Y  
esa agua del río que con su perfecta lisura refleja calmadamente todo  
aquello que entra en su campo de visión, obra como metáfora de un  
instante de vida que se prolonga y pierde en la atemporalidad que  
significa el quedo y ameno transcurrir, sin apenas cambio, de aquella  
humana existencia.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 77–114  
108  
Ernest Charton  
y la renovación pictórica del siglo XIX ecuatoriano  
Conclusiones  
A tenor de lo expuesto, puede colegirse que las dos estadías  
de Ernest Charton en Ecuador, significaron una decisiva influencia  
en el cambio de las, hasta ese momento, prácticamente monotemá-  
ticas pinturas de género que se realizaban en el país: la religiosa y  
los retratos de próceres y militares autóctonos en poses ya codifica-  
das y ne varietur.  
Efectivamente, resaltar en primer lugar, la insistencia por  
parte del artista durante la impartición de su magisterio, en el desa-  
rrollo y profundización de determinados aspectos teóricos relacio-  
nados con la conceptualización y ejecución del lenguaje plástico  
como, y en segundo lugar, la oportuna práctica de este a partir “del  
natural” o, igualmente, el énfasis en la necesidad de adoptar una ac-  
titud abierta y receptiva por parte de los jóvenes pintores a nuevas  
propuestas artísticas. En consecuencia, fueron estas innovaciones las  
que implicaron un paulatino al tiempo que radical novedad en la,  
hasta ese momento, consuetudinaria concepción y producción pic-  
tórica en Ecuador. Y aunque en parte se siguieron ejecutando aque-  
llos géneros tradicionales mencionados dada su demanda, la  
–digamos- “puesta al día” que las enseñanzas de Charton implicaron  
para las nuevas formas y contenidos pictóricos, junto a la progresiva  
aceptación de aquellos por parte de los comitentes, es decir, de su  
cambio de gusto, supuso definitivamente los comienzos de la asun-  
ción de una actitud y resolución modernas hacia y de la pintura en  
el país.  
Es en razón de lo expuesto que la modernidad artística de  
Charton, plasmada y desarrollada en su dilatada obra y variados so-  
portes (óleo, pastel, acuarela, dibujos, etc.), así como en su ya comen-  
tada enseñanza profesoral, quizás no ha sido suficientemente  
estudiada en su relación e incidencia con el cambio que líneas arriba  
se apuntaba. Asimismo, falta un mayor y mejor desarrollo investi-  
gativo en aquellos aspectos más “sociológicos” durante sus dos es-  
tancias en el país. Por ejemplo, quienes eran sus comitentes y que  
tipo de relaciones se establecieron; y en el mismo sentido, sus amis-  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 77–114  
109  
Xavier Puig Peñalosa  
tades con los pintores quiteños que conoció e instruyó o, igualmente,  
sus contactos con intelectuales o políticos progresistas de la época  
(
por ejemplo con los futuros integrantes de la Escuela Democrática  
Miguel de Santiago”, ya que el artista era un acérrimo republicano),  
etc.  
Y desde un ámbito más general, cabe señalar que la carencia  
de una biografía contrastada y basada en documentación fehaciente  
o, una sistematización y catalogación de su amplia y variada pro-  
ducción artística –mayoritariamente en colecciones privadas–, tanto  
en lo referido a los géneros representados como a los distintas técni-  
cas empleadas (óleo, pastel, acuarela, lápiz, etc.), al igual que un es-  
tudio contextual (verbigracia, las influencias recibidas) parejo a un  
análisis estético y artístico de esa producción, implican un notorio e  
injustificado desconocimiento sobre la persona, el artista y su obra.  
Por ello, solventar esas carencias sería la mejor aportación para su  
oportuna –por necesaria– reivindicación.  
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1
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download/pdf?id=uc1.b000359264;orient=0;size=100;seq=235;atta-  
chment=0 (27.03.2021).  
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l’un des passagers, Paris, Typographie de Firmin Didot frères, 1854,  
http://bdigital.bnp.gob.pe/bnp/recursos/2/flippingbook/xz_100006260  
3_031_005/files/assets/basic-html/page-3.html# (27.01.2021).  
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des Voyages, n° 391, Mars 1862, volumen recopilatorio correspondiente al  
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https://books.google.com.ec/books?id=qAscAQAAMAAJ&pg=PA401&  
hl=es&source=gbs_toc_r&cad=3#v=onepage&q&f=false (02.02.2021).  
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Xavier Puig Peñalosa  
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charton-premiere-partie.html (20.01.21).  
Otras páginas web citadas  
https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Charton,_Ernest_-_Guayaquil_-  
1
849_ost_40x59.1.jpg (17.04.2021): óleo de Ernest Charton titulado “Guayaquil”  
(Estero de Juan Pérez de Villamar), (1849).  
https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Ernest_Charton_-_Puerto_de_Guaya-  
quil.jpg (21.04.2021): óleo de Ernest Charton titulado “Puerto de Guayaquil”,  
(circa 1850).  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 77–114  
114  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-A  
Julio–diciembre 2022  
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA CESÁREA:  
1
IMPLICACIONES MÉDICAS Y ÉTICAS  
Enrique Noboa Flores2  
Resumen  
Desde las primeras publicaciones sobre la cesárea, se puso  
en evidencia su utilidad para salvar la vida del nuevo ser, devi-  
niendo en una auténtica alternativa frente a la craneotomía y el fór-  
ceps. Su perfeccionamiento necesitó del desarrollo de soluciones  
prácticas para tres grandes dilemas como el dolor, la infección y la  
hemorragia, mediante el uso de la anestesia, la antisepsia y técnicas  
quirúrgicas mejoradas, sobre todo durante la segunda mitad el siglo  
XIX, en la que la cesárea se erigió como una alternativa real frente a  
la craneotomía para casos de desproporción pélvica absoluta y rela-  
tiva, así como por el aparecimiento de nuevas indicaciones como  
contracturas pélvicas, tumores, cicatrices y depósitos inflamatorios.  
El mejoramiento de las técnicas quirúrgicas se debe a tres grandes  
médicos: Edoardo Porro, Max Sänger y Ferdinand Kehrer, cuyos  
aportes son ampliamente reconocidos como fundamentos claves  
para la operación cesárea moderna. En Ecuador debe destacarse el  
nombre del Dr. Isidro Ayora Cueva, cirujano de la primera cesárea  
transversal del segmento inferior practicada en nuestro país en 1932.  
La reducción de la mortalidad materna por el uso de la cesárea ha  
1
2
Recibido: 20/07/2022 // Aceptado: 08/11/2022  
Miembro Correspondiente, Academia Nacional de Historia. Miembro Correspondiente, Aca-  
demia Ecuatoriana de Medicina. Médico Especialista en Ginecología y Obstetricia, Universi-  
dad Central del Ecuador. Médico Asociado, Hospital Metropolitano de Quito. Profesor de  
Farmacología, Escuela de Medicina, Universidad San Francisco de Quito. Miembro activo de  
Sociedad Ecuatoriana de Ginecología y Obstetricia, Sociedad Ecuatoriana de Farmacología,  
Sociedad Norteamericana de Menopausia, Sociedad Europea de Menopausia y Andropausia,  
Sociedad para el Estudio y Progreso de la Anticoncepción, entre otras. Actualmente ha enfo-  
cado su labor investigativa en el campo de la anticoncepción y los derechos sexuales y repro-  
ductivos, endocrinología ginecológica e historia de la medicina y de la ginecología y obstetricia  
ecuatorianas. enriquenoboa10@gmail.com  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
115  
Enrique Noboa Flores  
ido a la par de un incremento en su incidencia, en algunos casos por  
indicaciones médicas u obstétricas no muy claras o por razones no  
médicas, lo que pone en evidencia la necesidad de disponer de guías  
prácticas para su realización, así como la consideración de los aspec-  
tos éticos implicados, en función de su uso racional y justificado.  
Palabras clave: Historia de la cesárea; implicaciones médicas y éticas  
de la cesárea.  
Abstract  
Since the first publications on caesarean section, it has become  
as a useful procedure to save the newborn’s life, being a real alterna-  
tive to craniotomy and forceps. Its improvement needed the develop-  
ment of practical solutions to three major dilemmas, such as pain,  
infection and hemorrhage, through the use of anesthesia, antisepsis  
and better surgical techniques, especially during the second half of  
the 19th century, when the cesarean section became a real alternative  
to craniotomy for cases of absolute and relative pelvic disproportion,  
as well as by the appearance of new indications such as pelvic con-  
tractures, tumors, scars and inflammatory deposits. The improvement  
of surgical techniques is due to three great physicians: Edoardo Porro,  
Max Sänger and Ferdinand Kehrer, whose contributions are widely  
recognized as key points for the development of the modern cesarean  
operation. In Ecuador, Dr. Isidro Ayora Cueva should be mentioned  
as the surgeon of the first cesarean section with a transverse incision  
in the lower uterine segment carried out in our country in 1932. The  
reduction of maternal mortality by the use of cesarean section has  
been accompanied by an increase in its incidence, in some cases by  
not very clear medical or obstetrical indications or by non-medical re-  
asons, which highlights the need to have practical guidelines for its  
implementation, as well as consideration of the ethical aspects invol-  
ved, in order to fulfill with its rational and justified use.  
Keywords: Cesarean section history; medical and ethical implica-  
tions of cesarean section.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
116  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
El origen de la palabra cesárea  
La palabra cesárea no tiene un origen preciso y se han plan-  
teado tres hipótesis al respecto, las dos primeras bastante consisten-  
tes y una tercera inverosímil. La primera hipótesis propone que  
3
proviene del latín caedere que significa cortar. La segunda hipótesis  
se refiere a un texto romano cuyo propósito fue legalizar esta opera-  
ción, denominado lex regia (ley real), proclamada por Numa Pompi-  
lius (715-673 a. C.), segundo rey de Roma, que decía: “Está prohibido  
enterrar a una mujer embarazada antes de que su feto haya sido separado  
4
de su matriz”. Después de la caída de la monarquía y el adveni-  
miento de los Césares, esta ley pasó a denominarse lex caesarea. El  
nombre de esta ley, para muchos autores, sería el origen del nombre  
5
de esta intervención quirúrgica: cesárea. La tercera hipótesis, por  
demás anecdótica, plantea el origen de la palabra cesárea a partir de  
un mito histórico de la Edad Media, en el que la traducción de un  
texto de Plinio el Anciano ha hecho creer que Julio César (100-44 a.  
C.) nació por vía abdominal. De esta manera simple y obvia, el nom-  
bre César conduce a la palabra cesárea. Sin embargo, hay dos hechos  
que descartan esta propuesta. El primero es que Julio César fue el  
primer hijo de Aurelia, quien habría sobrevivido entonces a esta in-  
tervención para luego tener otros seis hijos; poco probable esta afir-  
mación, pues se trataba de un procedimiento quirúrgico de alto  
riesgo en una época en la que se carecía de los recursos modernos  
que pudiesen permitir el asegurar la sobrevivencia de la madre y el  
feto, y que por ello se caracterizaba por un cien por ciento de morta-  
lidad materna; así, es inconcebible que Julio César hubiese nacido  
6
por vía abdominal. Por otro lado, a pesar que Plinio el Anciano es-  
cribió que el primero de los Césares había nacido por cesárea, hay  
que anotar también que el primero de los Césares que utilizó este tí-  
3
Claude Racinet, Max Favier, La césarienne: indications, techniques, complications, Masson, Paris,  
984, p. 1-184.  
1
4
Jean-Paul Pundel, Histoire de L’opération Césarienne, Presses Academiques Européennes, Brus-  
sels, 1969.  
5
6
JP. Boley, “The history of caesarean section: 1935”, Can Med Assoc J, 1991, N° 145, p. 319-320.  
Jane Eliot Sewell, Cesarean section – a brief history. An exhibit at the National Library of Medicine,  
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BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
117  
Enrique Noboa Flores  
tulo no fue probablemente Julio César, sino Escipión el Africano, a  
quien le fue adjudicado el título de César después de su victoria  
7
sobre Cartago en Zama. A este sentido anecdótico se suma uno iró-  
nico, al recordar lo que Ruy Pérez Tamayo escribe: “(…) Esculapio,  
aunque hijo del dios Apolo, tuvo por madre a Coronis, una sacerdotisa bella  
pero mortal, en cuyo cadáver todavía caliente el mismo dios realizó la pri-  
8
mera cesárea, que por lo tanto debería llamarse esculapiárea”. En todo  
caso, cualquiera que sea el origen de la palabra cesárea, no lo sabre-  
mos con exactitud. Pero lo que sí se puede afirmar es que François  
Rousset en 1581 fue quien utilizó por primera vez este término en  
su libro titulado Traité nouveau de l’hystérotomotokie o Enfantement cae-  
sarien, sobre el que pasamos a conocer un poco más en el siguiente  
acápite.  
François Rousset y el término caesarien  
Antes del año 1500 la cesárea postmortem fue vista como una  
opción para salvar al nuevo ser en aquellos casos en que la madre  
hubiese fallecido súbitamente durante las últimas etapas del emba-  
razo. No fueron pocas las controversias despertadas por estos casos;  
así, mientras los musulmanes se oponían drásticamente al procedi-  
miento, la Iglesia católica romana se mostraba favorable a la cesárea,  
tanto en cuanto permitía que al recién nacido se le dé la oportunidad  
de recibir el bautismo. Para el efecto, en el año 1280, la Iglesia católica  
romana estableció que la cesárea postmortem pase a constituir un pro-  
cedimiento obligatorio.9  
En los siguientes 200 años, durante los siglos XVI y XVII, la  
atención obstétrica continuaría en manos de las matronas, quienes  
tenían la responsabilidad de controlar la labor de parto y el parto,  
sobre la base de una experiencia tradicional, reconocida por la co-  
7
8
9
Y. Aubard, Y. Le Meur, (et al.), “Histoire de l’opération césarienne”, Rev Fr Gynecol Obstet, 1995,  
N° 90, p. 5-11.  
Ruy Pérez Tamayo, “Ética médica”, J. González Valenzuela (ed.), Perspectivas de bioética, Fondo  
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BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
118  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
munidad; sin embargo, en aquellos casos que presentaban dificulta-  
des para el parto, debido a la poca experiencia que disponían las ma-  
tronas para su manejo, se veían en la necesidad de recurrir a los  
cirujanos para salvar a la madre. Los cirujanos usualmente eran lla-  
mados después de varios días de partos difíciles que finalizaban con  
la muerte fetal y la necesidad de practicar una craneotomía en el feto  
10  
muerto, en un esfuerzo por salvar la vida de la madre.  
En el año de 1581, François Rousset, médico parisino, publicó  
su obra, cuyo título se coloca en francés y a continuación su traduc-  
ción al castellano a) Traité nouveau de l’hystérotomotokie o Enfantement  
caesarien. Qui est extraction de l’enfant par incision latérale du ventre et  
matrice de la femme grosse ne pouvant autrement accoucher, et ce sans pré-  
judice à la vie de l’un ny de l´ autre, ny empescher la faecondité maternelle  
par après, título que podría traducirse por b) Nuevo tratado sobre la his-  
terotomotoquía (de las palabras griegas hystéra, útero; tomía, cortar;  
tókos, parto) o nacimiento por cesárea, que es la extracción del infante por  
incisión lateral del vientre y la matriz de la mujer embarazada que no puede  
dar a luz de otra manera, y sin perjuicio para la vida del uno ni de la otra,  
ni daño de la fertilidad materna posterior. Este título prolijo resume así,  
de manera perfecta, la totalidad del contenido de esta obra que acre-  
dita a Rousset como el primer escritor que defendió la realización de  
11  
la cesárea en mujeres vivas. Quizás Rousset pudo haber acuñado  
el término de histerotomotoquía para referirse a esta cirugía innova-  
dora en el campo de la obstetricia.  
La obra de Rousset fue escrita originalmente en francés, sin  
embargo, fue traducida al latín por B. Jobin en 1583, en Estrasburgo,  
bajo el título de De partu cesareo, y con adiciones por Gaspard Bauhin  
en Basilea, entre 1585 y 1588. En su libro, Rousset sugiere por pri-  
mera vez una laparotomía con histerotomía en parturientas cuyo tra-  
bajo de parto no podía ser manejado en la forma ordinaria y con los  
recursos disponibles en esa época; tratándose de una intervención  
quirúrgica que no había sido realizada hasta entonces antes del fa-  
1
0 James Low, “Caesarean section – Past and present”, J Obstet Gynaecol Can, 2009, N° 31(12), p.  
131-1136.  
1
11 François Rousset, Traite nouveau de l’hysterotomakie ou l’enfantement Caesareanne, Paris, 1581.  
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119  
Enrique Noboa Flores  
llecimiento de la madre. Por ello, cabe resaltar nuevamente, Rousset  
sería así quien utilizó por primera vez el nombre de cesárea para esta  
operación. Para el efecto, esta publicación de Rousset reunió diez  
casos, en seis de los cuales tomó parte, aunque no como cirujano,  
pues no era tal. Sin embargo, Rousset tuvo el gran empeño de desa-  
rrollar argumentos razonables que sirviesen como evidencias para  
mostrar esta intervención como un procedimiento absolutamente  
factible, que permitiría salvar a veces las vidas de la madre y el recién  
nacido, al tiempo de preservar el futuro reproductivo de la madre,  
con la posibilidad de un nuevo embarazo.  
La preservación de la fecundidad constituiría un asunto al  
que Rousset dio mucha importancia y lo aborda ya desde el título  
de su tratado. En varias de las observaciones, él señala que algunos  
partos normales ocurrieron después de las cesáreas, mientras que  
sus opositores pensaban que la cicatriz uterina consecutiva a la ce-  
sárea imposibilitaría todo nuevo embarazo. Al respecto, Ambroise  
Paré, el cirujano más prestigioso de aquel tiempo, habría escrito que  
la cicatriz no permitiría a la matriz dilatarse después para portar al  
12  
niño”. Este comentario fue rebatido por Rousset, con ironía, al decir  
que “el infante, a pesar de esta cicatriz uterina, no es jorobado, ni cojo, ni  
mutilado, ni deforme”, con lo que intentaba demostrar, a través del  
razonamiento, que las incisiones practicadas en la pared abdominal,  
peritoneo y pared uterina no afectaban al infante ni entrañaban la  
muerte.  
13  
La última parte del libro está dedicada a una descripción de-  
tallada y meticulosa sobre la intervención, cuya propuesta revolu-  
cionaria –como ya se anotó- no fue bien recibida y fue objeto de una  
fuerte oposición para ser realizada en mujeres vivas, en especial por  
parte del cirujano de Ambroise Paré en 1579 y el prestigioso obstetra  
Jacques Guillimeau en 1598, a quien se debe el término inglés Caesa-  
14  
rean section. Esto marcó el futuro de esta obra, pues en los siguientes  
1
1
1
2 Ambroise Paré, The works of famous Chirurgeon, Ambrose Paré, trans out of Latin and compared  
with the French. Ed. T. Johnston, London, 1634.  
3 François Rousset, Traite nouveau de l’hysterotomakie ou l’enfantement Caesareanne, Paris,  
1581  
4 Jacques Guillimeau, Childbirth or the happy deliverie of women, T Hatfield, London, 1612.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
120  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
dos siglos François Mauriceau (1637-1709) y Dionis (1643-1718) con-  
siderarían que esta intervención quirúrgica implicaba inevitable-  
1
5
mente la muerte y que su éxito constituía un verdadero milagro.  
Rousset fue equivocadamente calificado como impostor, sin em-  
bargo, la historia se encargaría de corregir esta injusticia.  
Un nombre siempre ha sido mencionado, junto al de Rousset,  
como uno de sus partidarios e iniciador también de la cesárea. Se  
16  
17  
trata de Escipión Mercurio de Padua (1550-1616), fraile dominico y  
partero, quien en París descubrió el Tratado de Rousset que habría  
servido de base para la publicación en 1595, en Venecia, de su propio  
tratado sobre el parto titulado La commare o riccoglitrice dell’eccmo, en  
el que, quince años después de Rousset, también recomienda la ce-  
sárea. Es justo reconocer que el tratado de Mercurio tuvo la ventaja  
-
sobre el de Rousset- de estar ilustrado con dos representaciones de  
la intervención, una de ellas con una mujer en buenas condiciones y  
situada en posición semisentada, lo que al parecer perjudicó el libro  
de Rousset –carente de ilustraciones-, pues, apenas por este detalle,  
se ha considerado erróneamente que Mercurio realizó el primer re-  
porte de una operación cesárea en una mujer viva. Junto con Mer-  
curio, Hendrik van Roonhuyze de Amsterdam, los dos abogaron por  
la cesárea cuando el parto era imposible de realizarse a causa de una  
contractura pélvica.18  
En todo caso, la historia muestra que en 1610 Trautmann de  
Wittenburg fue acreditado con el reporte de la primera cesárea au-  
tenticada como exitosa; en 1689, en Saintes, tuvo lugar la realización  
de una cesárea exitosa para la madre y el infante, a cargo de Jacques  
1
9
Ruleau; en tanto, en 1866, Churchill publicó una revisión de 19  
20  
casos, de los que dos fueron exitosos; acontecimientos que induda-  
blemente contribuirían a que la obra de Rousset recibiese un reco-  
nocimiento en el siglo XIX, otorgando así a su autor el título de Padre  
15 François Mauriceau, Traite des maladies des femmes grosses, 3rd ed., Hugh Chamberlen, London,  
1
697.  
1
1
1
1
2
6 Jean-Paul Pundel, Histoire de l’opération…, cit. 3.  
7 Jean-Paul Pundel, Histoire de l’opération…, cit. 3.  
8 JH. Young, The history of Caesarean section, HK Lewis & Co, London, 1944.  
9 Jacques Ruleau, Traité de l’opération césarienne, J. Lefebvre, Paris, 1704.  
0 Fleetwood Churchill, Theory and practice of midwifery, H Renshaw, London, 1866.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
121  
Enrique Noboa Flores  
21  
de la cesárea. En este sentido, François Rousset es el autor del primer  
libro de texto médico sobre la cesárea, aunque nunca realizó cesárea  
alguna; su mérito radica en que puso por primera vez en conoci-  
miento de los médicos una intervención que devendría en una solu-  
ción única en casos extremos.  
Cesárea versus craneotomía  
Durante el siglo XVIII y la primera mitad del XIX, la atención  
obstétrica estuvo marcada por el aparecimiento de los hospitales de  
maternidad, el cada vez mayor número de médicos involucrados en  
actividades obstétricas y un más amplio conocimiento de los meca-  
nismos del parto. En efecto, la confluencia histórica de médicos in-  
mersos en la tendencia de perfilar sus estudios en el área obstétrica  
y la posibilidad de hacer un seguimiento prolijo en pacientes hospi-  
talizadas condujo a un mejor entendimiento de los mecanismos de  
la labor de parto y del parto. William Smellie, obstetra escocés (1697-  
1
763), en 1752 realizó la primera descripción gráfica sobre el meca-  
nismo de parto y las fases del paso de la cabeza fetal a través de la  
22  
pelvis materna. Esta descripción dio mayor sustento a publicacio-  
nes previas sobre el porqué las deformidades pélvicas constituían  
una causa importante de parto dificultoso o imposible; así, Francis  
Glisson en Inglaterra, en 1651, trató ya sobre las deformidades óseas  
de la pelvis como consecuencia del raquitismo, en tanto, Hendrick  
van Deventer, en Holanda, hizo un reporte minucioso sobre el ta-  
maño y la forma de la pelvis femenina e identificó el significado obs-  
tétrico del raquitismo conducente a una pelvis demasiado estrecha  
para permitir un parto vaginal.24  
23  
21 Francis Pottiee-Sperry, “The hysterotomotokie or Caesarian birth of Francois Rousset (Paris,  
1
581). The book of an impostor or that of a precursor?” Hist Sci Med, 1996, N° 30(2), p. 259-  
268.  
2
2
2 William Smellie, A Treatise on the theory and practice of midwifery, D. Wilson, London, 1752.  
3 Francis Glisson, A treatise of the rickets: being a disease common to children, N. Culpeper, London,  
1
651.  
2
4 Peter M. Dunn, “Hendrick van Deventer (1651–1724) and the pelvic birth canal”, Arch Dis  
Child Fetal Neonatal, 1998, N° 79, p. 157-158.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
122  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
En Inglaterra, como lo describió Herbert K. Thomas (1956),25  
después de la invención del fórceps, la obstetricia devino en una ac-  
tividad que también la empezaron a practicar hombres. El creciente  
interés despertado en los médicos para el uso del fórceps pudo ser  
un factor determinante para cambiar la obstetricia en el siglo XVIII,  
caracterizada por las pérdidas de vidas fetales a causa de labores de  
parto difíciles por obstrucciones en la pelvis materna; sin embargo,  
el haber mantenido durante mucho tiempo la técnica del uso del fór-  
ceps obstétricos como un secreto de la familia Chamberlen hasta  
26  
1
730, así como una férrea oposición religiosa y laica, limitaron su  
aplicación sistemática, a pesar que su conocimiento era cada vez más  
difundido. En Europa el fórceps se utilizó apenas entre el 0.28 al 0.62  
por ciento de los partos a finales del siglo XVIII e inicios del siglo  
XIX. Fue necesario esperar hasta bien entrado el siglo XIX para ob-  
servar un verdadero renacimiento del uso de esta herramienta como  
una alternativa a la craneotomía.  
En este entorno, particularmente durante el siglo XVIII, la  
atención obstétrica estuvo enfocada entre practicar una craneotomía  
o una cesárea en labores de parto difíciles. La disponibilidad de mé-  
dicos dedicados a la obstetricia en los hospitales de maternidad per-  
mitió una consulta más temprana en casos de labor de parto  
dificultosa, cuya intervención temprana para salvar a la madre, al  
evitar su agotamiento, condujo al dilema ético de realizar o no una  
craneotomía con un infante aún vivo. Quienes se oponían a este pro-  
cedimiento aseveraban que se trataba de un asesinato y que no se le  
daba la oportunidad de vivir al infante y de recibir el sacramento del  
bautismo. En contraposición, los defensores de la craneotomía en in-  
fante vivo argumentaban que, si no se realizaba este procedimiento,  
igual el infante fallecería y que se pondría en riesgo la vida de la  
madre, lo que iba en contra de la “responsabilidad primaria del médico”  
de dar prioridad a la vida de la madre.27  
2
2
2
5 Herbert K. Thomas, “The American obstetrics heritage: An inspiration in teaching obstetrics”,  
Obstetrics & Gynecology, 1956, N° 8, p. 648-653.  
6 James Low, “Operative delivery: yesterday and today”, J Obstet Gynaecol Can, 2009, N° 31, p.  
132-141.  
7 Craneotomía. Busca reducir el volumen de la cabeza fetal para facilitar la extracción de un  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
123  
Enrique Noboa Flores  
De manera similar, la posibilidad de practicar una cesárea en  
estos casos también generó un debate ético. En 1733 los Doctores de  
Teología de la Universidad de París expresaron su opinión desde la  
Sorbona manifestando que la operación cesárea sería permisible si  
hubiese la esperanza de salvar a la madre o al infante. Cuando fueron  
preguntados sobre a cuál de los dos se debería salvar, si solamente  
uno de ellos podría ser salvado con la pérdida del otro, los teólogos  
argumentaron que :  
al respecto se debe tener en cuenta por un lado la justicia y por otro la  
caridad. Desde el lado de la justicia, se debería sacrificar la vida del in-  
fante para salvar a la madre; pero, si se apela a la caridad, si la madre  
prefiriese la seguridad del infante aún a costa de su propia vida, se po-  
28  
dría asegurar el bautismo del infante.  
Esta posición teológica constituiría un respaldo cauteloso  
para la realización de una cesárea en una mujer viva, cuya ejecución  
29, 30, 31  
empezó a subir en Europa bajo estas condiciones nuevas.  
lliam Smellie lo expresó desde el punto de vista médico:  
Wi-  
Cuando una mujer no pueda dar a luz por ningún otro medio debido  
a la estrechez de la pelvis, en cuyo caso es imposible introducir la  
mano; o por grandes excrecencias de glándulas inflamadas que llenan  
la vagina y no pueden ser removidas; o por cicatrices grandes en sitios  
en donde no pueden ser separadas; en tales emergencias si la mujer es  
fuerte y con cuerpo de buen hábito, la operación cesárea es ciertamente  
feto muerto retenido o hidrocefálico. Consiste en la perforación del cráneo fetal con la ex-  
pulsión de la masa encefálica, luego de lo cual hay contracción craneal que hace fácil la ex-  
tracción con el instrumento de tracción. Para este fin se utilizaron varios instrumentos, entre  
ellos el basiotricio de Tamier, que servía para perforar, fracturar, comprimir y traccionar,  
también el perforador de Blot, el craneoclasto de Braun, el deculador de Ribemont y la tijera  
de Dihois Pinard (1-2, 4). En: Emilio Alberto Restrepo Baena, “Procedimientos olvidados  
en ginecoobstetricia”, Revista Colombiana de obstetricia y ginecología, Vol. 44, No.1, 1993, p.17.  
Ver en: https://revista.fecolsog.org/index.php/rcog/article/viewFile/826/984 (05-09-2022)  
Ver también: Miguel Lugones Botell, “La cesárea en la historia”, Revista Cubana Obstetricia  
Ginecología 2001; N°27, Vol.1, p.55. Ver en: http://scielo.sld.cu/pdf/gin/v27n1/gin  
0
9101.pdf (05-09-2022)  
2
2
3
3
8 Fleetwood Churchill, Theory and practice..., cit. 17.  
9 Jean F. Baudeloque, System of Midwifery, J. Heath J, London, 1790.  
0 Alexander Hamilton, Outlines of the theory and practice of midwifery, C. Elliott, Edinburgh, 1784.  
1 John Hull, A Defense of the Caesarian operation, Manchester, 1798.  
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Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
aconsejable y debe ser realizada; porque la madre y el infante no tienen  
otra oportunidad para ser salvados, y es mejor tener recurso a una ope-  
ración que a veces ha tenido éxito que dejar a ambos expuestos a una  
inevitable muerte.32  
Un ejemplo claro que conduciría a la decisión de realizar una  
cesárea fue descrito por Hamilton, a propósito de una distocia pél-  
vica severa por raquitismo:  
Cuando la pelvis parece ser defectuosa a tal grado de rechazar el paso  
de la cabeza del infante luego de una craneotomía, y no hay perspec-  
tiva de lograr un parto dividiendo la sínfisis del pubis por incisión; en  
otras palabras, cuando parece ser absolutamente imposible que la  
mujer pueda parir por algún otro medio; nosotros debemos entonces  
solamente emplear el expediente terrible de cortar el útero para extraer  
al infante.33  
El contrapeso a este criterio sería la alta mortalidad materna  
asociada a la cesárea que determinó también una inevitable oposi-  
ción al procedimiento.3 Quienes se oponían a ella aducían que la  
mortalidad materna por la craneotomía era mejor que la de la cesá-  
rea; e incluso algunos de los defensores de la cesárea, que reconocían  
que, aunque no hubiese otros medios para el parto, debido a la alta  
mortalidad materna asociada, la cesárea no constituiría un sustituto  
4,35  
36  
para la craneotomía. Establecida así esta situación, el dilema de es-  
coger entre una craneotomía y una cesárea no siempre fue fácil de  
ser enfrentado y el debate ético no terminaría sino hasta la segunda  
mitad del siglo XIX, cuando los avances médicos que reducirían la  
mortalidad materna asociada a la cesárea, permitirían vislumbrar un  
futuro brillante para este procedimiento, que cambiaría de manera  
radical las perspectivas de sobrevivencia para la madre y el infante.  
3
3
3
3
2 William Smellie, A Treatise on the theory…, cit. 19.  
3 Alexander Hamilton, Outlines of the theory…, cit. 26.  
4 Carl Kayser, “De eventu sectionis Caesarean”, Am J Med Sci, 1844, N° 7, p. 489.  
5 Robert Patterson Harris, “A study and analysis of one hundred caesarean operations in the  
United States during the present century, and prior to the year 1878”, Am J Med Sci, 1879,  
N° 77, p. 43.  
36 Francis H. Ramsbotham, The principles and practice of obstetric medicine and surgery. A new Ame-  
rican edition, Blanchard and Lea, Philadelphia, 1856.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
125  
Enrique Noboa Flores  
Nuevas perspectivas para la cesárea en la segunda mitad del siglo  
XIX  
Para la cirugía, en general, y la obstetricia, en particular, la  
segunda mitad del siglo XIX fue la protagonista de lo que debemos  
conocer como la “revolución quirúrgica”. En primer lugar, la cesárea  
se erigió como una alternativa a la craneotomía para casos de des-  
proporción pélvica absoluta y relativa. Este papel cada vez más im-  
portante de la cesárea se refleja en las indicaciones aprobadas para  
1
893: contracturas pélvicas, tumores, cicatrices y depósitos inflama-  
37  
torios, con el propósito de evitar una labor de parto prolongada.  
Por otro lado, habrían de ser resueltos tres grandes dilemas como el  
dolor, la infección y la hemorragia, o al menos se habría iniciado su  
38  
resolución, mediante el uso de la anestesia, la antisepsia y técnicas  
quirúrgicas mejoradas.  
Anestesia  
El dentista William Morton (1819-1868) utilizó éter por pri-  
mera vez para un procedimiento quirúrgico en el Hospital Massa-  
chusetts en Boston el 16 de octubre de 1846. Tres meses más tarde, el  
1
9 de enero de 1847 James Young Simpson (1811-1870) aplicó éter  
por primera vez para anestesia en una paciente en labor de parto en  
3
9
un hospital europeo; mientras, en América, Nathan Cooley Keep  
1800-1875), médico y dentista de Boston, tuvo el honor de ser la pri-  
(
mera persona en administrar éter para el alivio del dolor en la labor  
de parto el 7 de abril de 1847, aunque registraba ya una amplia ex-  
periencia en el uso de éter en más de 200 casos de cirugía y odonto-  
logía, que fueron recogidos en un artículo suyo publicado en el  
40  
Boston Medical and Surgical Journal”, en tanto el caso sobre el uso  
37 Alfred Lewis Galabin, A manual of midwifery, J&A Churchill, London, 1893, p. 684.  
38 Alberto Mazzuca, Grandes maestros de la Medicina, Capital Intelectual S.A., Buenos Aires, 2008.  
39 James Young Simpson, “Notes on the equipment of sulphuric ether in the practice of midwi-  
fery”, Monthly J Med Sci, 1847, N° 75, pp. 638-640.  
4
0 Nathan Cooley Keep, “Inhalation of the ethereal vapor for mitigating human suffering in  
surgical operations and acute diseases”, Boston Med Surg J, 1847, N° 36, p. 226.  
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126  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
de la administración de éter durante la labor de parto fue publicado  
como una comunicación corta en la misma revista el 14 de abril de  
847.4  
1
1
Walter Channing (1786-1876), como médico de la Materni-  
dad de Boston y del Hospital General de Massachusetts, tuvo la  
oportunidad de participar en las primeras operaciones generales re-  
alizadas bajo anestesia con éter en 1846. En este rol, Channing reco-  
lectó la información de aquel primer caso de Nathan Colley Keep de  
uso obstétrico del éter y de otros pocos casos llevados por su propia  
guía, que sirvió para estructurar un pequeño folleto publicado en  
mayo de 1847 y una versión más extensa publicada en julio del  
mismo año. Estos documentos, complementados con una serie de  
cuestionarios y entrevistas, así como con el análisis de los resultados  
de su propia experiencia y de sus colegas, dieron origen al primer  
tratado sobre el uso del éter en la labor de parto que Channing pu-  
blicó en 1848 con el título de “A Treatise on Etherization in Childbirth”,  
incluyendo detalles de 581 casos.42  
Simpson observó que existían dificultades en la administra-  
ción de éter por un tiempo prolongado, por lo que empezó a consi-  
derar el cloroformo como una alternativa, cuyas propiedades  
anestésicas fueron evidenciadas al utilizarlo en dos de sus asistentes,  
James Matthews Duncan y George Keith, el 4 de noviembre de 1847.  
Cuatro días más tarde, el 7 de noviembre de 1847, Simpson probó el  
uso del cloroformo en una paciente durante su labor de parto me-  
diante la instilación de gotas en un pañuelo de bolsillo doblado en  
forma de cono, cuya base cubría la boca y las fosas nasales de la pa-  
ciente; el parto se produjo 25 minutos después de haber iniciado la  
inhalación. Esta experiencia fue presentada ante la Sociedad Médico-  
Quirúrgica de Edimburgo el 10 de noviembre de 1847, resaltando la  
facilidad y seguridad del uso de esta técnica en pacientes obstétricas,  
y luego fue publicada en las revistas “London Medical Gazette” y “Lan-  
cet” en dicho año.4  
3, 44  
41 Nathan Cooley Keep, “The letheon administered in a case of labor”, Boston Med Surg J, 1847,  
N° 36, p. 274.  
4
2 Walter Channing, A Treatise on Etherization in Childbirth, William D. Ticknor and Company,  
Boston, 1848.  
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Enrique Noboa Flores  
Se debe resaltar la existencia de una divergencia entre los dos  
autores, Channing y Simpson; pues, Channing pensaba que el éter  
era más seguro que el cloroformo, debido a una progresión más lenta  
desde una anestesia ligera hacia una profunda, en tanto Simpson se  
erigió como el defensor del cloroformo al anotar algunas ventajas  
como la necesidad de utilizar una menor cantidad de cloroformo  
para producir el efecto anestésico, además, una acción más rápida,  
completa y persistente que el éter, entre otras.  
Channing y Simpson debieron enfrentar críticas no sola-  
mente médicas, sino también legales y religiosas, relacionadas sobre  
todo con la moralidad y la seguridad de esta nueva práctica en el  
campo de la obstetricia. La crítica religiosa se basaba en un pasaje  
bíblico del Génesis 3:16, al decir que “…en la tristeza darás a luz hijos”,  
lo que significaba que el alivio del dolor del parto con anestesia cons-  
tituía una vana pretensión de utilizar los poderes que solamente los  
tiene Dios. Estas críticas fueron adecuadamente sobrellevadas por  
los dos personajes. Particularmente destaca el criterio de Simpson,  
que emula a Galeno al decir que “el dolor es inútil para el dolorido”. En  
sus palabras, que resumen esta filosofía: “Todo dolor es per se, y espe-  
cialmente cuando en exceso, destructivo e incluso por último fatal en su ac-  
ción y efectos… El gran dolor que acompaña al parto humano no es  
excepción para esta ley patológica general”.45  
Este debate continuó por muchos años hasta que la Reina  
Victoria recibió cloroformo por parte de John Snow (1813-1858) du-  
rante su labor de parto del Príncipe Leopoldo el 7 de abril de 1853.  
El médico de la Reina Sir James Clark (1788-1876), quien atendió el  
parto, resaltó los grandes beneficios que el cloroformo ofreció a la  
Reina durante su parto, lo que hizo prever la importancia que tendría  
el uso general del cloroformo en la práctica obstétrica. John Snow  
publicó sus experiencias y recomendaciones en 1858, como contri-  
4
4
4
3 James Young Simpson, “Discovery of a new anaesthetic agent, more effective than sulphuric  
ether”, London Med Gazette, 1847, N° 40, pp. 934-937.  
4 James Young Simpson, “On a new anaesthetic agent, more efficient than sulphuric ether”,  
Lancet, 1847, N° 2, pp. 549-551.  
5 James Young Simpson, “Discovery of a new anaesthetic agent, more effective than sulphuric  
ether”, London Med Gazette, 1847, N° 40, pp. 934-937.  
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Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
4
6
bución para la posteridad. Después de este acontecimiento, que  
tomó la denominación rimbombante de “Chloroform à la Reine”, el  
uso de la anestesia en cirugía y en obstetricia devino ampliamente  
aceptado y su valor quedó plenamente demostrado. Se dio inicio así  
a un proceso de creciente introducción de la anestesia en la práctica  
obstétrica conforme los médicos se volvían cada vez más expertos  
en el uso del cloroformo y el éter, contribuyendo no solo a contra-  
rrestar el dolor y la angustia de las pacientes, sino también a reem-  
plazar la velocidad en las cirugías por técnicas quirúrgicas más  
cuidadosas y depuradas.  
Antisepsia  
Una preocupación constante para Joseph Lister (1827-1912)  
fueron las infecciones que se presentaban en los pacientes operados,  
tan frecuentes e inevitables en los hospitales que dieron lugar al tér-  
mino de “hospitalismo” para referirse a ellas e incluía la gangrena,  
47  
el tétanos, la erisipela, la piemia y la septicemia. Contribuían para  
esta situación un mal manejo de las heridas, sobre la base de las teo-  
rías erradas sobre su origen; la falta de limpieza y ausencia del la-  
vado de manos antes de las cirugías, a pesar que para esta época  
Ignaz Semmelweis fallecía sin haber tenido éxito sobre sus teorías y  
las soluciones ofrecidas para evitar las infecciones en los hospitales.4  
Joseph Lister tuvo la oportunidad única de conocer las nue-  
8
vas teorías de Louis Pasteur sobre los “fermentos vivientes” como  
causas de la putrefacción y aplicar estos principios para buscar una  
explicación a las infecciones postoperatorias, particularmente por la  
exposición de las heridas a “gérmenes provenientes del aire” que fa-  
cilitarían los contagios y las infecciones hospitalarias. Lister se plan-  
teó la pregunta sobre ¿cómo combatir estos gérmenes? Se conside-  
4
4
4
6 John Snow, On Clorophorm and Other Anaesthetics: Their Action and Administration, John Chur-  
chil, London, 1858.  
7 Claude E. Dolman, “Lister, Joseph”, CC. Gilliespi, ed., Dictionary of Scientific Biographies, C.  
Scribner´s Sons, New York, N° 8, 1974.  
8 Sherwin B. Nuland, El enigma del doctor Ignác Semmelweis. Fiebres de parto y gérmenes mortales,  
Antoni Bosch, editor, S.A., Barcelona, 2003.  
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Enrique Noboa Flores  
raron muchas opciones, muchas de ellas impracticables, hasta que  
en 1865 comenzó a utilizar fenol, conocido en ese entonces como  
ácido carbólico, recubriendo con una lámina de estaño o plomo las  
4
9
heridas embebidas en esta sustancia, para evitar su evaporación.  
Para 1877 la cirugía antiséptica estuvo ya muy difundida y aceptada  
alrededor del mundo; sin embargo, para 1887 el mismo Lister se dio  
cuenta que el uso del fenol no sería necesario cuando se aplicaran  
técnicas de asepsia, previamente desarrolladas por el alemán Ernst  
von Bergmann (1836-1907) y basadas en el precepto de impedir la  
infección esterilizando todo objeto que tomaba contacto con la herida  
quirúrgica; técnicas de asepsia que fueron perfeccionadas por el tam-  
bién alemán Theodor Billroth (1829-1894).50  
A pesar de estos avances, Lister se percató de que estas téc-  
nicas de asepsia no se estaban cumpliendo de manera total, situación  
que lo condujo a buscar nuevos agentes antisépticos, habiendo pro-  
bado cloruro de zinc, ácido benzoico y ácido bórico, con lo que se  
configuraron los inicios de las modernas técnicas de asepsia y anti-  
sepsia que contribuirían de manera definitiva a marcar una nueva  
era en la cirugía, en general, y apuntalar el desarrollo de las inter-  
venciones quirúrgicas en la práctica obstétrica, en particular, permi-  
tiendo obtener así una reducción de la mortalidad materna cuando  
51  
se utilizaba una adecuada y cuidadosa asepsia y antisepsia.  
Técnicas quirúrgicas mejoradas  
En los primeros años del siglo XIX, Friedrich Osiander (1759-  
822), al referirse a la situación cotidiana de las cesáreas, escribía que:  
Antes de emprender el procedimiento, uno debería permitir a la paciente  
1
redactar su voluntad (testamento) y concederle tiempo para prepararse para  
52  
la muerte”, lo que deja entrever la realidad de aquellos días en que  
4
5
9 Antony J. Harding, Joseph Lister and Antisepsis, Priory Press Ltd., London, 1977.  
0 Fermín Carranza, “La infección. Segunda Parte: Joseph Lister y la antisepsia”, Revolucionarios  
de la Ciencia. Vida e historia de los creadores de la medicina moderna, Ediciones B Argentina S.A.,  
Buenos Aires, 1998.  
51 Richard C. Norris, ed., An American textbook of obstetrics, WB Saunders, Philadelphia, 1895, p.  
9
17.  
5
2 Friedrich Osiander. Lehrbuch der Hebammenkunst : sowohl zum Unterricht angehender  
Hebammen als zum Lesebuch für jede Mutter, 1796 - Textbook of midwifery.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
130  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
la mayoría de las mujeres sometidas a una cesárea moría por choque,  
hemorragia o sepsis. En la última parte del siglo XIX, a pesar del ad-  
venimiento de la anestesia y la antisepsia, las pacientes continuaban  
muriendo por hemorragia o infección luego de una cesárea. Una so-  
lución radical, aunque parcial, fue propuesta por el obstetra italiano,  
Edoardo Porro (1842-1902), quien decidió extraer el útero, bajo el  
postulado de que este constituía una fuente potencial de hemorragia  
y sepsis.  
El 21 de mayo de 1876, Porro decidió operar a una paciente  
primigesta afectada por raquitismo, poseedora de un diámetro con-  
jugado verdadero de 4 cm, sometiéndola a cesárea e histerectomía  
subtotal, conocida como “operación de Porro”, acompañada de sal-  
5
3
54  
pingectomía y ovariectomías bilaterales, fijando el muñón cervi-  
55  
cal a la incisión abdominal, con lo que -en su análisis- alejaba de la  
cavidad peritoneal los contenidos potencialmente sépticos del cérvix  
y la vagina. En todo caso, se trató de un caso exitoso, pues seis sema-  
nas más tarde la paciente fue dada de alta junto con su infante, siendo  
por ello la primera sobreviviente a una cesárea en el hospital donde  
56, 57  
laboraba Porro.  
Esta técnica estuvo asociada a una mortalidad ma-  
terna del 25 por ciento, aunque la experiencia continua permitió al-  
guna mejoría en este porcentaje. Se sumarían los procedimientos  
caracterizados por una cesárea por acceso extraperitoneal, utilizada  
frecuentemente en casos seleccionados con infección; sin embargo, su  
uso disminuyó de manera importante cuando la mortalidad mejoró  
debido a la implementación de una antisepsia estricta.  
53 La salpingectomía consiste en la extirpación quirúrgica de la Trompa de Falopio. En este caso  
sería bilateral. En: Prensa Hospital Rawson, Lo que hay que saber sobre la salpingectomía,  
1
4 Octubre 2021. Ver en: https://sisanjuan.gob.ar/salud-publica/2021-10-14/35968-cono-  
ciendo-mas-sobre-la-salpingectomia (07-09-2022)  
54 Extirpación quirúrgica de uno o de los dos ovarios. En: Clínica Universidad de Navarra, Dic-  
cionario médico. Ver en: https://www.cun.es/diccionario-medico/terminos/ovariectomia  
(06-09-2022)  
5
5 En la histerectomía subtotal, es decir en la extracción parcial del útero, se deja intacto el cuello  
o la porción inferior de este órgano, al que se denomina muñón cervical, porción anatómica  
del útero que se la fijaba con suturas a la herida abdominal por la que se tenía acceso al in-  
terior del abdomen y la pelvis.  
56 Edoardo Porro, “Della amputazione utero-ovarica come complemento di taglio cesareo”, Ann  
Univ Med Chir (Milan), 1876, N° 237, pp. 289-350.  
57 H. Pickel, “Edoardo Porro (1842–1902)”, Gynäkologe, 2014, N° 47, pp. 145-148.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
131  
Enrique Noboa Flores  
Otro detalle importante de las cesáreas practicadas en esta  
época es que la incisión uterina se la podía hacer en cualquier parte  
o plano del útero, incluso en la pared posterior. No se solía suturar  
la herida uterina y por ello la hemorragia constituía una causa  
común de muerte. Existía el criterio equivocado de que la contrac-  
5
8
ción y retracción del útero contribuirían a la hemostasia, pues se  
59  
entendía que los bordes del miometrio se aproximarían cuando el  
útero estuviese contraído. Se añadía la creencia de que las suturas  
podrían causar desgarros en el músculo durante la retracción y faci-  
litar la formación de cavidades por las que podrían escapar los flui-  
dos. La consecuencia de este criterio era obvia: un estudio sobre un  
centenar de operaciones cesáreas realizadas en Estados Unidos y pu-  
blicado en 1879 demostró que en las madres que habían fallecido,  
las heridas uterinas estaban abiertas.60  
Frente a esto, se comenzó a popularizar el uso de suturas de  
6
1
alambre de plata, lo que fue completamente aceptado en 1881,  
dando paso a innovadoras técnicas, como aquella descrita en 1882  
por Max Sänger (1853-1903), que incluía una incisión vertical en la  
pared anterior del útero, con cierre cuidadoso del miometrio en dos  
capas, superficial y profunda, acompañada con el cierre del perito-  
62  
63  
neo con una sutura de “colchonero”, factores determinantes para  
alcanzar buenos resultados en cuanto a hemostasia y obtener un cie-  
5
8 La hemostasia es un mecanismo de defensa del organismo que se activa tras haber sufrido  
un traumatismo o lesión que previene la pérdida de sangre del interior de los vasos sanguí-  
neos. En: Ramón Lecumberri Villamediana, Coagulación (hemostasia y trombosis), Clínica  
Universidad de Navarra. Ver en: https://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/prue-  
bas-diagnosticas/coagulacion-hemostasia-trombosis#:~:text= (06-09-2022)  
9 Miometrio. Capa muscular exterior del útero. En: Instituto Nacional del cáncer, miometrio.  
Ver en: https://www.cancer.gov/espanol/publicaciones/diccionarios/diccionario-cancer/  
def/miometrio (06-09-2022)  
5
60 Robert Patterson Harris, “A study and analysis…, cit. 31.  
61 Charles F. Rodenstein, “On the introduction of sutures into the uterus after caesarean section”,  
Am J Obstet, 1881, N° 3, p. 577.  
6
2 El peritoneo es el tejido que recubre la pared abdominal y cubre la mayor parte de los órganos  
en el abdomen. Un líquido, fluido peritoneal, lubrica la superficie de este tejido. En: Biblio-  
teca Nacional de Medicina, Enfermedades peritoneales. Ver en: https://medlineplus.gov/  
spanish/peritonealdisorders.html#:~:text= (06-09-2022)  
6
3 Sutura continua en la que cada punto atraviesa perpendicularmente la herida, en sentido  
opuesto al punto anterior. En: Clínica Universidad de Navarra, Diccionario médico. Ver en:  
https://www.cun.es/diccionario-medico/terminos/sutura-colchonero (06-09-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
132  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
rre hermético para reducir el riesgo de filtración de fluidos uterinos  
infectados hacia la cavidad peritoneal. Esta técnica daría forma a lo  
6
4
que se conocería como la operación de Sängers o cesárea clásica,  
cuya primera experiencia –irónicamente– no fue realizada por Sänger  
sino por Christian Leopold el 25 de mayo de 1882, pero asistido por  
Sänger, cuya primera operación por él mismo no se llevó a cabo sino  
hasta 1884; sin embargo, de manera indudable, fue el responsable de  
promover la técnica del cierre uterino, que en lo fundamental también  
contribuyó a la conservación del útero, asegurando la fertilidad fu-  
65  
tura, pues evitaba la necesidad de la operación de Porro. Esta cesá-  
rea clásica fue finalmente aceptada y practicada ampliamente.  
El 15 de septiembre de 1881, Ferdinand Kehrer (1837-1914)  
realizó la primera cesárea con incisión transversal en el segmento in-  
ferior uterino en una paciente con treinta horas de labor uterina y  
66  
pelvis contraída por osteomalacia, cuya contribución para el desa-  
rrollo de la técnica actual frecuentemente pasa inadvertida. Kehrer  
consideraba que la ubicación transversal de la incisión en la parte  
baja del útero ofrecía dos ventajas: una baja posibilidad de que per-  
manezca abierta, contribuyendo a la hemostasia, y que a este nivel  
la capa peritoneal podía ser separada fácilmente del músculo ute-  
rino. Su técnica incluía también una sutura en dos capas separadas  
del músculo y el peritoneo, para lo que utilizó seis puntos sueltos  
con sutura de seda en la capa muscular y otros puntos sueltos con  
seda en el peritoneo, aunque más tarde propuso que la sutura peri-  
toneal fuese continua. La madre y el bebé sobrevivieron a esta ciru-  
gía. Kehrer registró una segunda cesárea con esta técnica el 13 de  
noviembre de 1881, pero en este caso falleció la madre y sobrevivió  
el infante. Se debe destacar que la técnica descrita por Kehrer es casi  
6
6
6
4 Max Sänger, Zur Rehabilitirung des classischen Kaiserschnittes“, Arch Gynäkol, 1882, N° 19,  
p. 370.  
5 Max Sänger, Der Kaiserschnitt bei Uterusfibromen nebst vergleichender Methodik der Sectio Caesarea  
und der Porro-Operation, W. Engelmann, Leipzig, 1882.  
6 Es el reblandecimiento de los huesos. Se presenta a menudo debido a una falta de vitamina  
D, la cual le ayuda al cuerpo a absorber el calcio. El cuerpo necesita el calcio para mantener  
la fuerza y dureza de los huesos. En: Biblioteca Nacional de Medicina de los EE. UU., Osteo-  
malacia. Ver en: https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000376.htm#:~:text=  
(06-09-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
133  
Enrique Noboa Flores  
la misma que se conoce actualmente como la cesárea moderna, por  
lo que Ferdinand Kehrer debería ser recordado como el fundador de  
la cesárea transversal del segmento inferior, cuyo procedimiento lo  
67  
publicó en 1882, casi a la par de la publicación que realizó Max Sän-  
ger de su cesárea clásica del segmento superior. Sin embargo, de ma-  
nera inexplicable, la técnica de Kehrer cayó casi en el olvido, siendo  
la propuesta de Sängers la que predominó hasta la década de 1920.6  
8
La cesárea por incisión transversal del segmento inferior en los ini-  
cios del siglo XX  
En contraste con las indicaciones referidas por Alfred Lewis  
Galabin en 1893, una década más tarde J. Whitridge Williams, en Es-  
tados Unidos, describía las indicaciones para cesárea en caso de pel-  
vis contraída; así, si se trata de una pelvis contraída absoluta, con un  
diámetro conjugado de 5.5 a 7 cm, se consideraba indicada una ce-  
sárea antes de la labor o temprano durante ella, complementándola  
con histerectomía si hay presencia de infección; en tanto, frente a una  
pelvis contraída relativa, con un diámetro conjugado de 7 a 8.5 cm,  
se recomendaba cesárea si el feto estuviese vivo o craneotomía si el  
feto estuviese muerto.69  
La predominancia de la técnica de Max Sänger se nota en las  
publicaciones de la época, así en una revisión crítica titulada “Modern  
Caesarean Section” y publicada en 1902 en el “Journal of Obstetrics and  
Gynaecology”, Thomas G. Stevens, tutor de Obstetricia del St. Mary’s  
Hospital en Paddington, resaltaba que:  
Desde que Sänger, en 1882, propuso su técnica mejorada de la opera-  
ción cesárea, mucho se ha escrito sobre la operación, pero mucho se ha  
hecho también para mejorar más aún su técnica y resultados, y además  
para ampliar su esfera de aplicación. Este trabajo ha sido largamente  
6
6
6
7 Ferdinand Adolf Kehrer, „Über ein modificirtes Verfahren beim Kaiserschnitte“, Arch Gynäkol,  
1882, N° 19, pp. 177-209.  
8 H. Ludwig H, Max Sänger (1853–1903). Die Uterusnaht beim Kaiserschnitt (1882)“,  
Gynäkologe, 2013, N°46, pp. 348–350.  
9 John Whitridge Williams, Obstetrics: A textbook for the use of students and practitioners, D Ap-  
pleton and Company, London, 1903.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
134  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
llevado a cabo en las grandes clínicas continentales, donde las defor-  
midades pélvicas son más comunes que en este país -Stevens escribía  
en Londres- o en América. Los métodos mejorados han producido una  
marcada disminución en la mortalidad en atención a esta operación  
que ahora es realizada por indicaciones que anteriormente habrían sido  
consideradas injustificables.  
En efecto, a partir de la publicación clásica de Sänger, su téc-  
nica fue modificada en muchos aspectos, aunque sus detalles esen-  
70  
ciales permanecieron intactos. En estos primeros años del siglo XX  
se comenzaron a evidenciar los primeros indicios de una reducción  
gradual de la mortalidad materna, merced a la práctica de la cesárea.  
Una revisión publicada en 1912 recolectó la información sobre las ce-  
sáreas realizadas en 1254 pacientes entre 1890 y 1910 por parte de  
71  
1
00 obstetras del Reino Unido, mostrando una reducción paulatina  
de la mortalidad materna cada cinco años (tabla 1), dependiendo de  
las circunstancias clínicas al momento de la operación, con porcen-  
tajes de 34 por ciento de mortalidad después de cesáreas precedidas  
por múltiples exámenes e intentos de parto, 11 por ciento si las mem-  
branas estuvieron rotas y apenas 3 por ciento cuando la cesárea fue  
llevada a cabo antes de la labor o temprano durante la misma con  
membranas intactas. Este principio fue ampliamente conocido y en-  
tendido por el doctor Isidro Ayora Cueva en Ecuador, quien en 1911  
“establece el método de expectación armada en la atención de partos, trae  
los preceptos de asepsia y antisepsia y el evitar a todo trance las maniobras  
internas para prevención de la infección puerperal, que antes de sus ense-  
72  
ñanzas fue un temible peligro…”.  
7
7
7
0 Thomas G. Stevens, “Modern caesarean section. Critical review”, Journal of Obstetrics and  
Gynaecology, 1902, pp. 52-61.  
1 Amand Routh, “On cesarean section in the United Kingdom”, J Obstet Gynaecol Br Emp, 1912,  
N° 19, pp. 1-55.  
2 Virgilio Paredes Borja, Historia de la Medicina en el Ecuador, Editorial Casa de la Cultura Ecua-  
toriana, Quito, 1963, p. 421.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
135  
Enrique Noboa Flores  
Tabla 1. Mortalidad materna luego de cesárea en el Reino Unido  
entre 1891 y 1910  
Años  
Cesáreas  
Mortalidad materna  
n
n
n/1000 cesáreas  
1891-1895  
1896-1900  
1901-1905  
83  
91  
23  
277  
14  
50  
153  
135  
369  
1906-1910  
711  
58  
81  
Fuente: Amand Routh, “On cesarean section in the United Kingdom”,  
J Obstet Gynaecol Br Emp, 1912, N° 19, pp. 1-55.  
Con estos resultados, a partir de 1920 se observó una mayor  
apertura a la cesárea como opción de parto quirúrgico. Sin embargo,  
aún quedaba pendiente un cambio adicional en la vía quirúrgica de  
acceso, pues en 1921 John Munro Kerr (1868-1960) y otros rescataron  
y reintrodujeron la técnica de Kehrer que promulgaba la incisión  
transversal del segmento inferior del útero, para lo que Kerr insistía  
en cuatro grandes ventajas que pueden resumirse así: a) el corte se  
lleva a cabo en un área menos vascular, b) el segmento es delgado y  
sus superficies pueden ser fácilmente aproximadas, c) esta zona per-  
manece en reposo durante los primeros días del puerperio y d) la ci-  
73  
catriz resultante es menos propensa a la ruptura. La aceptación de  
74  
esta técnica fue lenta, pero progresiva; finalmente, fue plenamente  
reconocida a partir de 1948, particularmente por una progresiva dis-  
minución de la mortalidad materna reportada desde diferentes insti-  
tuciones hospitalarias, lo que respondería a una selección cuidadosa  
de las pacientes, medidas de asepsia meticulosas durante la labor de  
5,76,77,78  
así como por una re-  
parto e introducción de los antibióticos;7  
7
7
7
3 JM Munro Kerr, “The lower uterine segment incision in conservative caesarean section”, J  
Obstet Gynaecol Br Emp, 1921, N° 28, pp. 475-487.  
4 JM Munro Kerr, “The technic of cesarean section, with special reference to the lower uterine  
segment incision”, Am J Obstet Gynecol, 1926, N° 12, pp. 729-734.  
5 WE. Welz, “Abdominal cesarean section in Detroit in 1926”, Am J Obstet Gynecol, 1927, N° 11,  
p. 361.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
136  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
ducción importante de los riesgos de infección y hemorragia, aunque  
la ocurrencia de complicaciones tromboembólicas conducentes a em-  
bolismo pulmonar devino en un factor más prominente para la mor-  
talidad materna (tabla 2). 79, 80, 81  
Tabla 2. Mortalidad materna luego de cesárea  
en instituciones hospitalarias entre 1926 y 2006  
Instituciones hospitalarias  
Partos  
n
Cesáreas  
n (%)  
Mortalidad materna  
n
20  
9
n/1000 cesáreas  
1
1
1
1
1
1
2
926 (Estados Unidos)  
930 (Estados Unidos)  
923-1937 (Nueva York)  
937-1949 (Chicago)  
951-1980 (Suecia)  
33.480  
33.988  
154 (0.45)  
203 (0.6)  
130  
44  
20.127  
912 (4.5)  
27  
12  
103  
57  
58  
30  
56.650  
2.871 (5.1)  
82.901 (3.8)  
108.587 (5.8)  
458.097 (31)  
4
2.198.846  
1.872.586  
1.461.270  
1.2  
0.5  
0.01  
983-1992 (Holanda)  
000-2006 (Estados Unidos)  
82  
Fuente: Datos tomados de diversas publicaciones  
7
7
7
7
8
8
8
6 WF. Seely, “Abdominal cesarean section in Detroit in 1930”, Am J Obstet Gynecol, 1932, N° 24,  
p. 68.  
7 RL, Barrett, “A fifteen-year study of cesarean section in the women’s hospital in the state of  
New York”, Am J Obstet Gynecol, 1939, N° 37, p. 434.  
8 WJ. Dieckmann, AG. Seski, “Cesarean section at the Chicago lying-in hospital 1931-1949”,  
Surg Gynecol Obstet, 1950, N° 90, 443.  
9 Ulf Hogberg, “Maternal deaths related to cesarean section in Sweden 1951-1980”, Acta Obstet  
Gynecol Scand, 1989, N° 68, pp. 351-357.  
0 Nico Schuitemaker, et al., “Maternal mortality after cesarean section in the Netherlands”,  
Acta Obstet Gynecol Scand, 1997, N° 76, pp. 332-334.  
1 Steven L Clark, et al., “Maternal death in the 21st century: Causes, prevention and relationship  
to cesarean delivery”, Am J Obstet Gynecol, 2008, N° 199, p. 36.  
2 Ulf Hogberg, “Maternal deaths related to cesarean section in Sweden 1951-1980”, Acta Obstet  
Gynecol Scand, 1989, N° 68, pp. 351-357.  
Nico Schuitemaker, et al., “Maternal mortality after cesarean section in the Netherlands”,  
Acta Obstet Gynecol Scand, 1997, N° 76, pp. 332-334.  
Steven L Clark, et al., “Maternal death in the 21st century: Causes, prevention and relations-  
hip to cesarean delivery”, Am J Obstet Gynecol, 2008, N° 199, p. 36.  
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137  
Enrique Noboa Flores  
La primera cesárea transperitoneal suprasinfisaria en Quito  
El 30 de junio de 1936, el joven estudiante de Medicina Al-  
fonso Cruz Orejuela, presentaba ante la Facultad de Medicina de  
Quito su Tesis previa al grado de Doctor en Medicina, titulada “La  
83  
cesárea transperitoneal suprasinfisaria”. En la parte introductoria,  
Alfonso Cruz Orejuela escribía que:  
La cesárea, motivo de esta Tesis, se debe al eminente Profesor Dr. Isidro  
Ayora, quien, con su espíritu investigador y fervoroso por la Ciencia  
Médica, llevó sus sabias enseñanzas a la Maternidad de Quito, donde  
por vez primera tuvimos la suerte de presenciar la técnica de la opera-  
ción que tantos beneficios más tarde reportarán. El día 24 de enero de  
1
932 se realizó en la Maternidad de Quito la primera Cesárea Transpe-  
ritoneal Suprasinfisaria, sellando con letras de oro otra época anterior  
en que el mismo Maestro practicaba por primera vez en el Ecuador la  
Cesárea Clásica. Debo dejar constancia de mi profundo agradecimiento  
por el honor que me dispensó al encomendarme este trabajo como Tesis  
previa al grado Doctoral, el distinguido Profesor Dr. Isidro Ayora. Nos  
cabe la satisfacción de haber sido los primeros en el Ecuador de em-  
84  
plear esta técnica en bien de nuestras enfermas. (sic)  
Este testimonio nos hace ver que esta primera “cesárea trans-  
peritoneal suprasinfisaria” realizada en Quito por el doctor Isidro  
Ayora Cueva, tuvo lugar doce años después de aquella reintroduc-  
ción, por parte de John Munro Kerr y otros, de la técnica de Ferdi-  
nand Kehrer, pues en efecto Isidro Ayora utilizó como vía de acceso  
una incisión en el segmento inferior del útero, por lo que se trata de  
la primera cesárea transversal del segmento inferior practicada en  
Ecuador aquel 24 de enero de 1932. Debido a su importancia histó-  
rica, reproduzco (de manera textual) el relato sobre esta cirugía, ex-  
traído de la tesis de grado de Alfonso Cruz Orejuela.  
8
3 Alfonso Cruz Orejuela, La cesárea transperitoneal suprasinfisaria, Tesis de Grado, Archivo Ge-  
neral de la Universidad Central del Ecuador, 30 de junio de 1936. Página de presentación  
del documento.  
84 Alfonso Cruz Orejuela, La cesárea transperitoneal…op. cit.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
138  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
Enero 24 de 1932. Paciente Z.R.L. Casada, 22 años de edad, indígena,  
estanquera, vive en Chisinche, nació en Aloasí. De niña tuvo viruela,  
cuyos estigmas los conserva. Menstruó a los 15 años cada cuatro sema-  
nas. La última ocasión parece fue en el mes de julio, mas no recuerda  
con exactitud; sin embargo, parece, por el volumen del vientre que en  
realidad se trata del octavo mes. Poco tiempo de ingresada la enferma  
a esta Maternidad nos dan aviso de que a la enferma se le han presen-  
tado ataques; inmediatamente nos acercamos a ella y pudimos sorpren-  
der una de las crisis convulsivas, las cuales en el transcurso de poco  
tiempo se volvieron subintrantes. Como el caso era de urgencia y re-  
clamaba una pronta intervención, practicamos rápidamente un examen  
obstétrico y de laboratorio concluyendo tratarse una preñez del octavo  
mes. Pelvis: espinas 0,21, crestas 0,24, conjugado externo 0,18, trocán-  
teres no se pueden medir con exactitud por el edema de los muslos;  
sin embargo, concluimos por las medidas anteriores tratarse de una  
pelvis estrecha (las mediciones fueron realizadas por el Dr. Isidro  
Ayora). Mamas pequeñas, areola pigmentada, abdomen globuloso, pi-  
riforme, circunferencia 0,89, altura del ombligo 0,15, ombligo plano,  
paredes abdominales infiltradas, pies edematosos, vulva edematosa.  
Posición del tronco del niño a la derecha, id de las extremidades a la  
izquierda, id de las nalgas arriba, id de la cabeza abajo. Latidos fetales  
1
30 al minuto punto clásico. Posición O.I.D.A. La cabeza fetal se en-  
cuentra quizá un tanto deflexionada. El examen interno no lo podemos  
realizar por encontrarse la vulva grandemente edematosa. Examen de  
laboratorio: Investigación de albúmina en la orina: al calor grumos  
gruesos, al ácido nítrico disco grueso, Albuminómetro de Esbach N.2.  
En consecuencia, de todo lo apuntado nos vemos forzados a intervenir  
rápidamente, pues, ya que la eclampsia se ha declarado y amenaza gra-  
vemente a la enferma la instituimos previamente un tratamiento mé-  
85  
dico. Régimen hídrico. Reposo absoluto.  
Enero 27. La enferma no ha conseguido mejorar en lo absoluto con el  
tratamiento médico. La albúmina ha subido a la cifra de 2,5. Los ede-  
mas han aumentado. Conocedor el Dr. Isidro Ayora del mal estado de  
la enferma nos manifiesta su deseo de realizar una cesárea suprasinfi-  
saria, la cual supone inocua para la enferma. Aceptada la indicación  
del Dr. Isidro Ayora se dispone el personal en la siguiente forma: Ciru-  
jano, Dr. Ayora; Ayudantes: Dres. Ángel Terán y Luis Rodríguez; Anes-  
tesiador, Sr. Alfonso Cruz; O. Schultze, Sr. Gavilanes.86  
Enero 28. 9 y 30 a.m. Principia la operación con la siguiente técnica: in-  
8
8
5 Ibid.  
6 Ibid.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
139  
Enrique Noboa Flores  
cisión de la piel, tejido celular subcutáneo y aponeurosis del recto an-  
terior del abdomen en una extensión desde la sínfisis del pubis hasta  
el ombligo. Se separan los músculos rectos. 9 y 32 minutos. Abertura  
de la pared peritoneal, extensión de 10 centímetros hasta encontrar por  
abajo el fondo de la vejiga. 9 y 34. En el fondo de saco vésico-uterino  
se hace una incisión transversal para decolar el peritoneo que reviste  
la cara anterior del útero en el segmento dilatable. Asimismo por abajo  
se decola con los dedos hasta separar la vejiga y poder colocar un se-  
parador, que la sostenga unida al pubis; de este modo se obtiene un es-  
pacio perfectamente visible del segmento inferior del útero; el Dr.  
Ayora ordena se le ponga a la enferma una inyección doble de ergotina  
a fin de impedir la hemorragia que puede presentarse al abrir el seg-  
mento inferior del útero, lo cual se realiza con bisturí en una extensión  
también de 10 cm. Inmediatamente aparece en la herida la cara del  
niño. Se retira el separador y el cirujano extrae al niño mediante una  
maniobra combinada de presiones sobre el fondo del útero y tracción  
sobre el maxilar inferior. 9 y 44 m. Nacimiento del niño en estado as-  
fictico que pronto recobra su normalidad. Antes de realizar el alum-  
bramiento se inyecta en el cuerpo mismo del útero una ampolleta de  
pituitrina. La contracción del cuerpo uterino es intensa, la herida cer-  
vical ha disminuido en longitud; con un pequeño credé y tracciones li-  
geras del cordón se desprende la placenta. Secundinas completas.  
Limpieza de la cavidad uterina que empieza a sangrar con abundancia.  
Sutura de los bordes de la herida segmentaria con puntos sueltos de  
Catgut N.1. 9 y 52. Nueva dosis de ergotina por cuanto persiste la he-  
morragia. 9 y 57. Se termina la sutura segmentaria con un surget, de  
tal modo que esta sutura oculte a la anterior con puntos sueltos. 10 y  
10. Reconstrucción de la incisión peritoneal en el fondo vésico-uterino  
el cual alcanza a cubrir perfectamente por encima de la herida segmen-  
taria. 10 y 20. Se cierra la pared abdominal con la técnica acostumbrada  
anteriormente. Durante todo el tiempo de la operación no han apare-  
cido los intestinos. Por los genitales fluye algo de sangre. El útero se  
encuentra flácido. Estado de la enferma: respiración completamente  
superficial. Pulso lento, la cara se encuentra cubierta de sudor frío, las  
facciones estiradas, pupila contraída casi insensible a la luz; la respira-  
ción vuélvese dificultosa y el pulso se torna sumamente débil. El estado  
general de la enferma es gravísimo; inyecciones de suero, aceite alcan-  
forado, cafeína y adrenalina no consiguen mejorar el estado. Fallece la  
enferma a las 11 de la mañana. La niña vive; su peso es de 2.700 gr.,  
perfectamente conformada. La causa de la muerte de la enferma se nos  
presenta bastante oscura. No podemos afirmar si se debió a la intoxi-  
cación albuminúrica, a la hemorragia o al shock operatorio.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
140  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
De este modo se realizó la primera operación suprasinfisiaria en la Ma-  
ternidad de Quito. Gracias a los afanes del Dr. Isidro Ayora y a la deci-  
sión de mi Profesor el Dr. Ángel A. Terán, quienes me ofrecieron desde  
ese momento apoyar para que todos los casos en los cuales estuviera  
indicado la realización de una operación cesárea, de preferencia se las  
hiciera en la nueva forma que habíamos empezado; tomando yo este  
nuevo procedimiento como punto para la presente Tesis Doctoral.  
Observación a este primer caso: Durante la operación hay ausencia per-  
fecta de los intestinos, lo cual facilita grandemente la intervención y  
nos pone, desde luego, al abrigo de sospechar una infección ulterior.  
La cantidad de sangre que se presenta en el momento de la incisión del  
segmento inferior no es excesiva en modo alguno. La pequeñez de la  
herida hace fácil y pronta su reconstrucción. Respecto a la extracción  
del niño, si bien es cierto, dio algo de trabajo, adivinamos que en pos-  
teriores intervenciones lo haríamos de un modo más rápido; ya que la  
falta de comprensión de los momentos indispensables de la operación  
desempeñó un papel de suma importancia en el factor tiempo. El es-  
tado asfictico del niño se observa casi siempre en todas las operaciones  
87  
cesáreas aun cuando su extracción haya sido rápida. (sic)  
Se debe destacar que el doctor Isidro Ayora Cueva utilizó en  
esta cirugía la técnica de Kehrer, pues efectuó una incisión transver-  
sal del segmento inferior del útero y el cierre lo llevó a cabo con su-  
tura del miometrio en dos capas: una primera sutura con puntos  
sueltos y una segunda sutura continua, seguida por cierre del peri-  
toneo. Esta primera experiencia quirúrgica a cargo del doctor Isidro  
Ayora Cueva corrobora lo anotado por varios historiadores de la me-  
dicina ecuatoriana, entre ellos Virgilio Paredes Borja, quien destaca  
su aporte a la medicina de nuestro país al escribir que:  
el doctor Isidro Ayora, médico lojano graduado en Quito, becado en  
Alemania, de donde vino trayendo la nueva Obstetricia y Ginecología,  
se hizo cargo de la Maternidad e implantó la escuela alemana de sus  
especialidades, que las estableció en 1910, como profesor de Obstetricia  
y Ginecología de la Facultad.88  
87 Ibid.  
88 Virgilio Paredes Borja, Historia de la Medicina en el Ecuador, Editorial Casa de la Cultura Ecua-  
toriana, Quito, 1963, p. 402.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
141  
Enrique Noboa Flores  
Aserto indiscutible que, para el caso de esta primera cesárea  
transversal del segmento inferior, se tradujo en el inicio de una nueva  
técnica en nuestro país, para aplicarla en todos los casos en que es-  
tuviera indicada, como ocurre hasta la actualidad.  
Conclusiones  
A la par de la reducción de la mortalidad materna -analizada  
anteriormente-, hubo un incremento en la incidencia de la cesárea,  
cuyas tasas varían según el país, los sistemas de salud y la percep-  
89  
ción de cada médico sobre sus riesgos y beneficios, así como por la  
cada vez más fuerte tendencia a realizar cesáreas por indicaciones  
90  
médicas u obstétricas no muy claras o por razones no médicas, con-  
figurando lo que Aníbal Faúndes, Profesor Emérito de Obstetricia  
de la Universidad Estadual de Campinas, Brasil, denomina la “ce-  
91  
sárea por complacencia, sin indicación médica”. En efecto, las tasas de  
parto por cesárea se han incrementado desde alrededor de 5 por  
92,93,94,95,96  
ciento en países desarrollados al inicio de la década de 1970,  
a más de 50 por ciento en algunas regiones a finales de la década de  
97  
990. Múltiples factores han contribuido para este incremento, in-  
1
8
9 Women’s Health Care Physicians: Task Force on Cesarean Delivery Rates, Evaluation of Cesa-  
rean delivery. American College of Obstetricians and Gynecologists, Washington, 2000.  
0 Rohan D´Souza, “Caesarean section on maternal request for non-medical reasons: Putting  
the UK National Institute of Health and Clinical Excellence guidelines in perspective”, Best  
Practice & Research Clinical Obstetrics and Gynaecology”, 2013, N° 27, pp. 165-177.  
9
91 Aníbal Faúndes, Laura Miranda, “Causas y consecuencias del progresivo aumento del parto  
por cesárea”, Revista Ecuatoriana de Ginecología y Obstetricia”, 2015, Vol. 22, N° 2-3, pp. 108-  
1
12.  
9
9
9
9
9
9
2 Helen Marieskind, An evaluation of cesarean section in the United States, US Department of  
Health Education and Welfare, Washington, 1979.  
3 US Department of Health and Human Services, Cesarean childbirth, National Institutes of  
Health, Bethesda, 1981, N° 82, p. 2067.  
4 Chris Wilkinson, et al., “Is a rising caesarean section rate inevitable?”, B J Obstet Gynecol, 1998,  
N° 105, pp. 45-52.  
5 Elizabeth Arias, et al., “Annual summary of vital statistics-2002”, Pediatrics, 2003, N° 112, pp.  
1
215-1230.  
6 National Collaborating Centre for Women’s and Children’s health, Caesarean section: clinical  
guidelines, Royal College of Obstetricians and Gynaecology, London, 2004.  
7 JM. Belizán, et al., “Rates and implications of caesarean sections in Latin America: ecological  
study”, British Medical Journal, 1999, N° 319, pp. 1397-1402.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
142  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
cluyendo -como ya se ha mencionado antes- técnicas quirúrgicas y  
anestésicas mejoradas, reducción del riesgo de complicaciones pos-  
toperatorias, factores demográficos y nutricionales, percepción de  
los médicos y las pacientes sobre la seguridad del procedimiento,  
práctica médica defensiva, cambios en los sistemas de salud y la de-  
98,99,100,101,102,103,104  
manda de esta cirugía por parte de las pacientes;  
pro-  
tección frente a la incontinencia urinaria, el prolapso y la insatis-  
facción sexual;1  
05,106  
así como por la defensa por parte del médico del  
derecho de la mujer para escoger la vía de finalización del  
107  
embarazo. La amplia variabilidad de estos factores por institución  
hospitalaria deja entrever la necesidad de definir las tasas óptimas  
de cesáreas para cada hospital, sobre la base del perfil de riesgo de  
sus embarazadas.  
Ante este incremento global de las tasas de partos por cesá-  
rea, en el año 2005 la Organización Mundial de la Salud (OMS) llevó  
108  
a cabo una encuesta sobre la salud materna y perinatal, cuyo obje-  
98 Kathleen Merchant, José Villar, Edgar Kestler, “Maternal height and newborn size relative to  
risk of intrapartum caesarean delivery and prenatal distress”, B J Obstet Gynecol, 2001, N°  
1
08, 689-696.  
9
9 Andrea Linton, Michael R. Peterson, Thomas V. Williams, “Effects of maternal characteristics  
on cesarean delivery rates among US Department of Defense healthcare beneficiaries, 1996-  
2
002”, Birth, 2004, N° 31, pp. 3-11.  
1
00 Raghad Al-Mufti, Andrew McCarthy, Nicholas M. Fisk, “Obstetricians’ personal choice and  
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1
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section in Chile: qualitative and quantitative study”, British Medical Journal, 2000, N° 321,  
pp. 1501-1505.  
1
02 Leo Turcotte, John Robst, Solomon Polachek, “Medicaid coverage and medical interventions  
during pregnancy”, Int J Health Care Finance Econ, 2005, N° 5, pp. 255-271.  
03 Robin Kalish, et al., “Intrapartum elective cesarean delivery: a previously unrecognized cli-  
nical entity”, Obstet Gynecol, 2004, N° 103, pp. 1137-1141.  
1
1
1
04 The Lancet, “What is the right number of caesarean sections?”, Lancet, 1997, N° 349, p. 815.  
05 Howard Minkoff, et al., “Ethical dimensions of elective primary cesarean delivery”, Obstet  
Gynecol, 2004, N° 103, pp. 387-392.  
1
1
1
06 Jennifer Wu, Andrew Hundley, Anthony Visco, “Elective primary cesarean delivery: attitu-  
des of urogynecology and maternal-fetal medicine specialists”, Obstet Gynecol, 2005, N° 105,  
pp. 301-306.  
07 Christina S. Cotzias, Sara Paterson-Brown, Nicholas M. Fisk, “Obstetricians say yes to ma-  
ternal request for elective caesarean section: a survey of current opinion”, Eur J Obstet Gyne-  
col Reprod Biol, 2001, N° 97, pp. 15-16.  
08 José Villar, Eliette Valladares, Daniel Wojdyla, et al., “Caesarean delivery rates and pregnancy  
outcomes: the 2005 WHO global survey on maternal and perinatal health in Latin America”,  
Lancet, 2006, N° 367, pp. 1819-1829.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
143  
Enrique Noboa Flores  
tivo fue evaluar el parto por cesárea y sus resultados, compren-  
diendo 120 instituciones seleccionadas de manera aleatoria, perte-  
necientes a 24 regiones geográficas en ocho países de América Latina.  
Fueron evaluados 97.095 partos, cuya tasa media de cesáreas fue de  
3
3 por (rango de cuartil 24-43), con las tasas más elevadas en hospi-  
tales privados (51 por ciento, 43-57). La tasa de partos por cesárea  
estuvo asociada positivamente con el uso de antibióticos postparto  
y morbi-mortalidad materna; en tanto, el incremento en la tasa de  
partos por cesárea estuvo asociado con un incremento en las tasas  
de mortalidad fetal y con un número alto de recién nacidos ingresa-  
dos a cuidados intensivos por siete días o más. Los autores conclu-  
yeron que las tasas altas de partos por cesárea no necesariamente  
significan atención y servicios de buena calidad, por lo que cada ins-  
titución debería iniciar una evaluación detallada y rigurosa de los  
factores relacionados con la atención obstétrica y perinatal en la po-  
blación a la que brindan servicios que, en algunos casos, podrían  
ocasionar daño. La OMS destacó en 2015 que la tasa ideal de cesá-  
reas, reconocida por profesionales de la salud de todo el mundo,  
debe ser de 10-15 por ciento de todas las gestaciones que llegan a tér-  
mino; esta tasa permite disminuir la morbilidad y mortalidad ma-  
terno-fetal, cuyos incrementos hasta el 30 por ciento no ocasionarían  
modificaciones en dicha morbi-mortalidad, por lo que se considera  
que cifras de 20-25 por ciento podrían ser más realistas, y sobre todo  
109  
más fáciles de lograr y conservar en nuestro medio.  
Durante los últimos quinientos años la cesárea ha cumplido  
con un papel crucial para el manejo de la labor de parto y el parto.  
Particularmente en el último siglo y medio, los progresos y desarro-  
llos aplicados a esta área de la medicina se han traducido en una dis-  
minución de la mortalidad materna, que ha ido a la par –irreme-  
diablemente– de un incremento en la incidencia de la cesárea (tabla  
2
), cuyos beneficios y riesgos para la madre y el recién nacido, así  
como su justificación, deben ser evaluados continuamente en cada  
institución. Las indicaciones para su realización han cambiado a lo  
109 Organización Mundial de la Salud, Declaración de la Organización Mundial de la Salud sobre  
tasas de cesárea, OMS, Ginebra, 2015.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
144  
Evolución histórica de la cesárea:  
implicaciones médicas y éticas  
largo del tiempo y ameritan también una reevaluación permanente.  
Así, cada vez son más raros los casos de desproporción absoluta ce-  
falopélvica gracias a una resolución de las deformidades pélvicas;  
manteniéndose como desafíos actuales la función uterina anormal,  
los grados relativos de desproporción y las presentaciones anorma-  
les. Ejemplos claros de reevaluación exitosa han sido identificados a  
110  
través de los estudios sobre parto después de cesárea previa y el  
manejo del parto podálico.1  
11  
Bajo estas circunstancias, las perspectivas futuras de la cesá-  
rea dependen indudablemente de las consideraciones éticas que se  
generan en su entorno y que los profesionales de la salud involucra-  
dos tienen la obligación de observarlas. Para el efecto, Frank A. Cher-  
venak y Laurence B. McCullough han propuesto un modelo de  
112  
responsabilidad profesional y ética obstétrica, cuyas implicaciones  
se refieren a dos tópicos fundamentales: parto por cesárea por elec-  
ción de la paciente y prueba de labor de parto después de parto por  
cesárea. Este modelo de responsabilidad profesional y ética obsté-  
trica se basa en el concepto ético de la medicina como una profesión  
y los principios éticos de beneficencia y autonomía. El médico obs-  
tetra tiene obligaciones basadas en la beneficencia y en la autonomía  
para la mujer embarazada y obligaciones basadas en la beneficencia  
para el feto viable, en cuyo caso la ética del parto por cesárea requiere  
de un balance de obligaciones para la embarazada y el feto como pa-  
ciente.  
La implicación del modelo de responsabilidad profesional  
para el parto por cesárea por elección de la paciente es que el médico  
obstetra debería responder a tal solicitud con una recomendación en  
contra del parto por cesárea sin indicación médica y a favor del parto  
vaginal, lo que debería ser explicado, discutido, analizado y docu-  
mentado en el consentimiento informado. Chervenak y McCullough  
1
1
1
10 Marie-Jocelyne Martel, Catherine Jane MacKinnon, “Guidelines for vaginal delivery after  
previous Caesarean birth”, J Obstet Gynaecol Can, 2005, N° 27, pp. 164-188.  
11 Andrew Kotaska, Savas Menticoglou, Robert Gagnon, “Vaginal delivery of breech presen-  
tation”, J Obstet Gynaecol Can, 2009, N° 31, pp. 557-566.  
12 Frank A. Chervenak, Laura B. McCullough, “The professional responsibility model of obs-  
tetric ethics and caesarean delivery”, Best Practice & Research Clinical Obstetrics and Gynae-  
cology, 2013, N° 27, pp. 153-164.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 115–153  
145  
Enrique Noboa Flores  
plantean que es éticamente permisible implementar una decisión in-  
formada y reflexiva para un parto por cesárea no indicado. En tanto,  
la implicación del modelo propuesto para el caso de prueba de labor  
de parto después de parto por cesárea es que, en entornos adecua-  
damente equipados y dotados de personal capacitado, el médico  
obstetra debería ofrecer la prueba de labor de parto después de parto  
por cesárea y el parto por cesárea planificado a mujeres quienes han  
tenido una incisión transversa baja previa. Los autores coinciden en  
que el médico obstetra no debería recomendar una prueba de labor  
de parto después de parto por cesárea a mujeres con una incisión  
clásica previa.  
La ética constituye una parte fundamental para ofrecer, re-  
comendar a favor o en contra y realizar un parto por cesárea. La ética  
preventiva tiene como objetivo prevenir un conflicto ético en la prác-  
tica clínica a través del uso del consentimiento informado para ofre-  
cer un parto por cesárea como una alternativa médica razonable  
frente al parto vaginal o recomendar a favor o en contra de un parto  
por cesárea. El modelo de responsabilidad profesional y ética obsté-  
trica fundamenta y guía este enfoque de ética preventiva, en función  
de lo que Aníbal Faúndes afirma categóricamente: “Como especialis-  
tas, debemos insistir en que los colegas de las nuevas generaciones se preo-  
cupen de ser verdaderos obstetras, lo que significa no resolver todo con una  
cesárea, mantener las competencias obstétricas y respetar la verdadera vo-  
113  
luntad de la mujer”.  
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-A  
Julio–diciembre 2022  
ARQUEOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA SOCIAL:  
OFERTA ACADÉMICA EN UNIVERSIDADES ECUATORIANAS1  
Daniel Xavier Calva Nagua2  
Resumen  
El presente trabajo establece comparaciones teóricas de la ar-  
queología y la antropología social como ciencias próximas, para en-  
tender sus aplicaciones prácticas en la gestión cultural e investigativa  
y describir cual es la situación de la oferta académica para programas  
de grado y postgrado en el Ecuador; la metodología que se utilizó  
parte de un enfoque cualitativo para brindar un análisis crítico a tres  
categorías: comparaciones, aplicaciones y oferta académica, que sir-  
vieron para organizar la información. Se ha encontrado una arqueo-  
logía y una antropología social con poco desenvolvimiento a pesar  
de ser un país en donde existe una amplia población indígena, asi-  
mismo, las aplicaciones de estas ciencias no están del todo aprove-  
chadas y se observó una inexplicable fugacidad acompañada de una  
escasa oferta de programas académicos en las universidades. Las  
principales conclusiones a las que se llegó es que no existe necesidad  
de dividir los campos del saber sino más bien integrarlos, no hay  
mayor interés del Estado en invertir más recursos económicos para  
explotar la aplicabilidad de ambas ciencias y existe una imperiosa  
necesidad de realizar una pronta investigación explicativa a profun-  
didad, para entender el por qué la oferta de programas de arqueolo-  
gía y antropología en Ecuador es tan inestable y fugaz.  
1
2
Recibido: 29/07/2022 // Aceptado: 22/11/2022  
Antropólogo con mención en antropología aplicada (Universidad Politécnica Salesiana del  
Ecuador, Quito), Licenciado en Pedagogía (Universidad de Machala) y Magister de Investi-  
gación (ESPOL, Guayaquil). Acreditado como Investigador Nacional Auxiliar 2 por la SE-  
NESCYT. Su principal línea de investigación es las ciencias del comportamiento humano  
(
individual y masas). Actualmente, labora como asesor de investigaciones académicas.  
Ha sido consultor de imagen política (ciencias políticas), profesor del Instituto Tecnológico  
Superior Jubones de Pasaje, consultor en investigaciones etnológicas y arqueológicas, colum-  
nista principal del periódico impreso diario Opinión de Machala, etc.  
155  
Daniel Xavier Calva Nagua  
Palabras clave: Ciencias sociales, institucionalización, creación de  
carreras, semejanzas, diferencias.  
Abstract  
The present work establishes theoretical comparisons of ar-  
cheology and social anthropology as nearby sciences, to understand  
their practical applications in cultural and research management and  
describe what is the status of the academic offer for undergraduate  
and graduate programs in Ecuador; The methodology used was  
based on a qualitative approach to provide a critical analysis of three  
categories: comparisons, applications and academic offer, which ser-  
ved to organize the information. We have found an archeology and  
a social anthropology with little development despite being a  
country where there is a large indigenous population, likewise, the  
applications of these sciences are not fully exploited and an inexpli-  
cable transience was observed accompanied by a limited supply of  
academic programs in universities. The main conclusions reached  
are that there is no need to divide the fields of knowledge but rather  
integrate them, there is no greater interest of the State in investing  
more economic resources to exploit the applicability of both sciences  
and there is an urgent need to make a Prompt in-depth explanatory  
research, to understand why the offer of archeology and anthropo-  
logy programs in Ecuador is so unstable and fleeting.  
Keywords: Social sciences, institutionalization, career creation, simi-  
larities, differences.  
156  
Introducción  
Intentar dar respuestas sobre la identidad cultural y la historia  
de los pueblos, puede ser una tarea difícil, más cuando no hay un  
suficiente número de investigaciones sobre este tema o sus resulta-  
dos se contradicen entre sí, pero, la arqueología y antropología social  
son ciencias que pueden acudir a nosotros para tratar de entender el  
comportamiento de los individuos de las sociedades del pasado y el  
presente; por lo tanto en nuestro país, Ecuador, debe realizar un de-  
bate permanente que integré a la arqueología y a la antropología so-  
cial, en donde se busque soluciones prácticas a los problemas del  
mundo contemporáneo, este debate y las propuestas que surjan  
deben venir desde la academia . Entonces, el objetivo central de este  
artículo es comparar la arqueología y la antropología social, entender  
sus aplicaciones reales y describir la oferta académica de estos pro-  
gramas académicos en Ecuador. La metodología utilizada parte de  
un análisis crítico de tres categorías: comparaciones, aplicaciones y  
oferta académica, por lo cual se ha echado mano de la bibliografía  
actualizada pesé al poco tratamiento que ha recibido este tema. Par-  
tiremos diciendo que tanto la arqueología como la antropología so-  
cial son eminentemente ciencias sociales y que ambas son ramas de  
3
la antropología general, aunque algunos teóricos opinan que la ar-  
queología es una rama más cercana a la historia que a la antropología  
general, creando así todo un debate epistemológico que se extiende  
por las academias universitarias a nivel mundial. Según Johnson,  
esto se debe a que en Estados Unidos predomina la idea de que la  
arqueología es parte de la antropología, mientras que en Europa la  
4
arqueología sería hija de la ciencia histórica; pero en este artículo  
partiremos de que tanto arqueología como antropología social son  
ramas principales de la antropología general, se vuelve necesario  
este enfoque ya que en las academias latinoamericanas por la in-  
fluencia directa de muchos científicos que estudiaron en EE.UU., a  
la arqueología se la ve como una rama cien por ciento antropológica.  
3
4
Bárbara Miller, Antropología cultural, 5ta Edición, Pearson, Madrid, 2011, p .6  
Matthew Johnson, Teoría arqueológica: una introducción, Ariel, Barcelona, 2000, p. 186  
157  
Daniel Xavier Calva Nagua  
Cabe señalar que en sus inicios la antropología tuvo una con-  
troversia con la ciencia histórica, motivo por el cual la investigación  
arqueologica se iría a los departamentos de antropología en EE.UU.,  
tal como manifiesta Kroeber que “a pesar de las apariencias, la antropo-  
logía en los EE.UU. ha sido en términos generales de una tendencia anti-  
5
histórica”; la razón de la controversia y demás problemas surgidos,  
según Marzal, sería debido a que se asoció a la ciencia histórica con  
el evolucionismo, además del influjo del sociólogo Durkheim quién  
decía que los hechos sociales deben estudiarse como cosas y no como  
6
procesos. No obstante, Edward Evans-Pritchard durante la primera  
mitad del siglo XX reconcilió a la antropología con la historia intro-  
7
duciendo la dimensión diacrónica a la investigación de campo. Asu-  
mimos que arqueología y prehistoria tiene como objetivo lo mismo,  
el estudio de un pasado donde imperaban las sociedades ágrafas y  
8
la protoescritura, de esta forma hoy la antropología social se enri-  
quecería del aporte de los estudios a través del tiempo, lo cual per-  
mitiría una aproximación más directa con la arqueología contem-  
poránea.  
Comparaciones  
La ciencia está en constante actualización “los datos pueden  
9
variar de un día para otro, según aparezcan los rastros y las evidencias”,  
por ello se vuelve muy interesante el hecho de intentar ubicar las se-  
mejanzas y diferencias de dos ciencias que si partimos de la tradición  
5
6
Cfr. Kroeber en: Leif Korsbaek, “La antropología y la historia: la historia de las mentalidades  
y la antropología en la actualidad”, Revista Ciencia Ergo Sum, vol. 7, núm. 2, pp. 189-199, 2000,  
p. 192  
Manuel Marzal, Historia de la antropología 3, Antropología social, 2da Ed., Abya-Yala, Quito,  
1
997, p. 71  
7
8
Ibíd., p. 69  
Aquí surge un debate y que hoy, parece, estar superado. Si bien la arqueología surge para es-  
tudiar pueblos ágrafos, en la actualidad el campo de la arqueología se ha llevado al estudio  
de sociedades cercanas, los ejemplos son varios como el rescate arqueológico en Pompeya o  
nuevas investigaciones en culturas mesoamericanas que demuestran el uso temprano de las  
matemáticas. Adicional, han surgido nuevos subcampos como es la arqueología subacuática,  
la arqueología experimental y la arqueología bélica.  
9
Rodrigo Murillo, Otro buen vivir, Abya-Yala, Quito, 2013, p .73  
158  
norteamericana provienen de la antropología general, por ello inten-  
taré señalar aquello que las asemeja y las fronteras existentes en  
ambas ciencias sociales.  
Semejanzas:  
-
-
Tanto la arqueología como la antropología social necesitan del tra-  
bajo de campo, utilizando sus respectivas herramientas metodoló-  
gicas.  
Ambas se interesan por estudiar el comportamiento humano, el  
mundo simbólico y se valen de disciplinas auxiliares como la et-  
nohistoria.  
-
-
Realizan estudios comparativos sobre la cultura de las diversas so-  
ciedades del planeta a través del tiempo y las actuales culturas.  
La arqueología y antropología social según la tradición norteame-  
ricana son ramas de la antropología general.  
Diferencias:  
-
-
El arqueólogo centra más su atención en las sociedades del pasado,  
mientras que el antropólogo social estudia las sociedades vivas que  
aún no desaparecen ante una voraz globalización.  
El antropólogo social utiliza a la etnografía como principal meto-  
dología de investigación, mientras que el arqueólogo centra su for-  
mación y método en la excavación.  
-
-
Según la tradición académica europea la arqueología sería una  
rama de la ciencia histórica y además se denominaría: prehistoria.  
Los antropólogos sociales son empleados como consultores para  
programas de desarrollo social, mientras que los arqueólogos son  
más contratados para asuntos de gestión del patrimonio material.  
Pese a las diferencias que puedan existir entre ambas cien-  
cias, es necesario recalcar que las fronteras de las ciencias sociales en  
el siglo XXI se acortan y apuestan más por una interdisciplinariedad.  
Lamentablemente, aún existen personas e incluso intelectuales de  
159  
Daniel Xavier Calva Nagua  
alto prestigio que intentan poner un sinfín de fronteras y otros limi-  
tantes que dificultan que un arqueólogo haga antropología social y  
viceversa. Las brechas de la ciencia no deben monopolizar las inves-  
tigaciones científicas, sobre todo cuando ahora se habla tanto de la  
sociedad del conocimiento y el acceso a la información libre. Un  
ejemplo claro de lo que, sumando la arqueología y la antropología  
social puede hacerse, es la etnoarqueología. Abreves rasgos podríamos  
definirla como una disciplina encargada de obtener información  
sobre la conducta humana a través de los derivados materiales que  
los integrantes de cada pueblo producen.  
Para González Ruibal la etnoarqueología es necesaria por  
dos motivos: primero para eliminar el sesgo etnocéntrico que sole-  
mos tener de los otros y documentar a los pueblos no occidentales  
10  
que están en peligro de desaparecer, en efecto, mediante las inves-  
tigaciones etnoarqueológicas se puede plantear más hipótesis a tra-  
vés de analogías claras sobre cómo era la vida de los habitantes en  
ciertas áreas geográficas. La etnoarqueología aún es joven pero muy  
optimista, los arqueólogos se valen de la etnografía para intentar ver  
aquellas realidades tan esquivas que incluso escapan a los ojos de  
los investigadores más experimentados. En el mundo contemporá-  
neo hay escases de sociedades en estado puro, por lo tanto, desde  
hace décadas por medio de la teoría del rango medio de Lewis Bin-  
ford, es la etnoarqueología una disciplina muy útil para salvaguardar  
datos que permiten registrar patrones culturales de las sociedades  
que se investiga.  
Una estrategia muy utilizada es el estudio de los artefactos y  
como se desechan en el presente, para establecer leyes científicas que  
11  
intentan dar luces sobre la conducta de los habitantes del pasado;  
asimismo, Politis y Jaimes (2005) recomiendan que al estudiar arte-  
factos también hay que tener en cuenta el valor simbólico y la pro-  
1
2
longación del ciclo de vida luego del descarte. La mezcla de  
1
1
1
0 Alfredo González Ruibal, La experiencia del otro. Una introducción a la etnoarqueología, Akal,  
Madrid, 2003, p. 9  
1 Michael Schiffer, “La arqueología conductual”, Boletín de Antropología Americana, vol. 23, pp.  
31-37, 1991, p. 32  
2 Gustavo Politis y Arturo Jaimes, “Patrones de descarte entre los Hoti del Amazonas Venezo-  
160  
arqueología y antropología social es un caldo de cultivo perfecto para  
la creación de metodologías avanzadas que van más allá del registro  
material. Aunque existen ciertas críticas a las metodologías e incluso  
a la propia existencia de la etnoarqueología, tal es el caso de Olivier  
Gosselain quien hace referencia a que esta disciplina es una reinven-  
13  
ción de disciplinas ya existentes; probablemente, esto se deba a que  
existe aún cierta confusión en la interpretación de la cultura viva,  
pues algunos investigadores neófitos que intentan hacer etnoarqueo-  
logía terminan llevando a cabo labores de etnografía. Cabe volver a  
mencionar un limitante más serio el cual es la reducción de comuni-  
dades cazadoras-recolectaras en el mundo, además, de que investi-  
gadores “herederos de la Nueva Arqueología han encontrado en la  
arqueometría muchas soluciones específicas a sus problemas sobre la fabri-  
14  
cación y uso de objetos prehistóricos”; pues, es a través de la arqueo-  
metría moderna que muchas veces el investigador relega a un  
segundo plano a la observaciones etnoarqueológicas que se podrían  
presentar en campo, sobre todo con la aparición de nuevos softwares  
que realizan simulaciones en tiempo real que hasta hace décadas eran  
de difícil acceso. Sin embargo, creemos que el trabajo etnoarqueoló-  
gico brinda respuestas oportunas y apegadas a la realidad cultural.  
Arqueología una ciencia con fama hollywoodense  
Son muchas las confusiones y mitos de que un arqueólogo  
es un aventurero por excelencia y formación, según Kottak “los san-  
tuarios norteamericanos -Disneylandia en California y Walt Disney World  
en Florida- deben su éxito no solo a las atracciones que ofrecen, sino a los  
años de programación que han influido sobre los norteamericanos durante  
15  
más de medio siglo”, prueba de ello tenemos al personaje de Indiana  
lano”. En Eduardo Williams, Editor, Etnoarqueología. El contexto dinámico de la cultura material  
a través del tiempo, El Colegio de Michoacán, Michoacán, 2005, p. 238  
1
3 Olivier Gosselain, “To hell with ethnoarchaeology!”, Archaeological Dialogues, 23(2), pp. 215-  
28, 2016, p. 225  
2
1
4 Alfredo González Ruibal, “De la etnoarqueología a la arqueología del presente”. En Juan Sa-  
lazar, Inés Domingo, José Azkárraga y Helena Bonet, Coordinadores, Mundos tribales una vi-  
sión etnoarqueológica, Diputación de Valencia, Valencia, 2008, p. 17  
15 Phillip Kottak, Antropología: una exploración de la diversidad humana con temas de la cultura his-  
pana, McGraw-Hill, Madrid, 1994, p. 476  
161  
Daniel Xavier Calva Nagua  
Jones, aquel arqueólogo aventurero ficticio del cine que nunca sale  
herido de gravedad a pesar de que se enfrenta a la muerte constan-  
temente; este personaje es una especie de superhéroe similar a Spi-  
derman y Batman, sumado a que Indiana es todo un intelectual al  
punto de compartir sus aventuras de la búsqueda de tesoros con la  
docencia universitaria, siendo todo un personaje de historieta que  
algunos neófitos ven como ejemplo a seguir, mientras que para al-  
gunos intelectuales como los de la posición teórica de la Arqueología  
Social Latinoamericana, Indiana Jones es el estereotipo más erróneo  
y negativo para la arqueología a nivel global.  
Indiana Jones, en resumen, es todo un mito moderno al  
punto que hay gente académica de otros campos, que creen que este  
personaje del cine existió realmente, pero, en realidad la arqueología,  
no puede ser tan aventurera como dice Hollywood, algo que cabe  
recalcar es que la antropología también es vista como una ciencia de  
aventura en donde un científico se adentra en las profundidades de  
las selvas vírgenes para contactar a grupos aislados, y obtener infor-  
mación inmediata. Si analizamos estos falsos estereotipos que se  
tiene de la arqueología y otras ciencias afines ampliaríamos el tema  
a todo un libro. Otro mito, que merece esclarecimiento, es la cons-  
tante confusión entre arqueología y antropología, Rosana Guber co-  
menta que “antropología no es un término que tenga un inmediato y  
sencillo referente; en el mejor de los casos, el saber corriente identifica al an-  
16  
tropólogo con el arqueólogo o el paleontólogo”. Lo que llama la atención  
de todo esto es que la arqueología y la antropología social son cien-  
cias que, a veces, son usadas como sinónimos, probablemente, debe  
ser por la tradición estadounidense de emplear un fuerte análisis an-  
tropológico durante las investigaciones arqueológicas, Johnson nos  
recuerda que “un licenciado de los años sesenta y setenta en Estados Uni-  
dos con intención de hacer el doctorado sobre arqueología y optar por inte-  
1
7
grarse en la universidad se le exigía dominar la antropología”.  
Probablemente, esto se esclarecería con la inserción de más asigna-  
16 Rosana Guber, El salvaje metropolitano: reconstrucción del conocimiento social en el trabajo de campo,  
Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 156  
17 Matthew Johnson, op. cit., p. 48  
162  
turas académicas sobre ciencias sociales a los estudiantes de la edu-  
18  
cación primaria, secundaria y universitaria.  
Haciendo un breve repaso de las teorías arqueológicas tene-  
mos a la corriente Histórico-Cultural que dominó el inicio de las aca-  
demias arqueológicas latinoamericanas a principios del siglo XX y  
que se “desarrollaba en un marco del romanticismo y de la creación de iden-  
19  
tidades nacionales”; y de forma simultánea el Difusionismo también  
se extendía buscando sociedades que aparentemente esparcieron su  
cultura por todo el mundo, al punto que algunos teóricos creían que  
los egipcios fueron una civilización que influenció a los mayas. Cabe  
señalar que estas dos teorías hoy casi superadas, aparte de congelar  
en los museos a la cultura, fueron un marco teórico muy fuerte para  
los arqueólogos del nazismo alemán, quienes buscaban comprobar  
la existencia de una raza aria la cual ellos creían que era superior y  
la destinada a gobernar el mundo por los próximos mil años; Hitler,  
envió a varios arqueólogos a buscar evidencias materiales que evi-  
dencien esa falsa supremacía racial y así mantener todo un control  
sobre las masas, siendo el prehistoriador Gustaf Kossinna quien en-  
20  
cabezaría las investigaciones de los nazis. Es así como notamos que  
tanto la arqueología como la antropología social comparten un pa-  
sado al servicio de la dominación global.  
De las teorías más actualizadas en arqueología está la Proce-  
sual o Nueva Arqueología la cual postuló que “la arqueología ameri-  
21  
cana es antropología o es nada”, sin duda alguna, esta frase pegó muy  
fuerte en las academias norteamericanas de ciencias sociales, algo  
que no causó mucho revuelo en Europa donde la arqueología se fija  
mayormente en las ciencias históricas. Los procesualistas son muy  
objetivos en sus investigaciones y buscan técnicas cada vez más pre-  
1
1
2
2
8 Daniel Calva-Nagua, “El desafío de las fuentes arqueológicas para la educación ecuatoriana”,  
Revista Maestro y Sociedad, 15(3), pp. 393-408, 2018  
9 Juan Quirós y Belén Bengoetxea, Arqueología III. Arqueología medieval y posmedieval, Universi-  
dad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, 2010, p. 218  
0 Aedeen Cremin, Arqueología: los yacimientos arqueológicos y los tesoros culturales más importantes  
del mundo, BLUME, Barcelona, 2009, p. 24  
1 Cfr. Willey y Phillips, 1962 en: Lewis Binford, “Arqueología como antropología”. En Luis Or-  
quera y Victoria Horwitz, Comps., Clásicos de teoría arqueológica contemporánea. Buenos Aires:  
Sociedad Argentina de Antropología, 2007, p. 15  
163  
Daniel Xavier Calva Nagua  
cisas auxiliándose en las ciencias duras como la física o la química.  
Cabe destacar que, desde hace solo un par de décadas y, con la in-  
fluencia del postmodernismo filosófico que dio remezones en la epis-  
temología de la ciencia, surgieron varias corrientes arqueológicas;  
aquí vale destacar la corriente vigente más famosa en el siglo XXI la  
cual es el Postprocesualismo, estos teóricos “rechazan la idea de que la  
cultura sea una mera adaptación al medio(...)Afirman que un análisis del  
pasado basado en métodos exclusivamente científicos y objetivos es imposi-  
ble”.2  
2
Después de este breve análisis no podemos negar la fuerte  
influencia de las corrientes del pensamiento, de la antropología so-  
cial en la arqueología, al punto que Criado Boado (2012) dice que “de  
los principales episodios en la evolución de la teoría arqueológica correla-  
cionados con la evolución de la teoría antropológica; son historias paralelas,  
23  
pero la arqueología va retrasada y <<a remolque>>”; en efecto, si ahon-  
damos a gran escala en las lecturas y comparamos la historia de las  
corrientes arqueológicas y las antropológicas notaremos que la ar-  
queología demora un poco para entregarnos teorías más actualiza-  
das. Por ejemplo, mientras que en la antropología social se  
descontinuo el difusionismo hacia 1940, en la arqueología al difusio-  
nismo se lo seguía empleando hasta 1950 e incluso más. En este  
punto es muy notable la importancia de la antropología social en los  
estudios de los arqueólogos, pues es la antropología social una de  
las principales ciencias que han acompañado al progreso de la ar-  
queología desde el siglo XX y que ayudan a la interpretación correcta  
de los restos materiales encontrados en la excavación.  
Antropología social una ciencia con pasado colonial y guerra  
Ante todo hay que aclarar el problema del nombre lo cual  
confunde a muchos interesados en esta ciencia: en varias lecturas se  
puede apreciar la denominación de antropología social, etnología,  
antropología cultural o incluso antropología sociocultural; y aunque  
2
2
2 Jorge Eiroa, Nociones de prehistoria general, 3era Edición, Ariel, Barcelona, 2009, p. 36  
3 Felipe Criado Boado, Arqueológicas. La razón perdida, Bellaterra, Barcelona, 2012, p. 38  
164  
existen autores que intentan dar diferencias conceptuales a lo que es  
la antropología social, la antropología cultural y la etnología, Ma-  
nuel Marzal nos aclara el panorama:  
A esta ciencia se le llama en Estados Unidos antropología cultural, en  
Inglaterra, social y en Francia, etnología, si bien la similitud de marcos  
teóricos y metodológicos utilizados, permite concluir que se trata de  
una misma disciplina. ¿A qué se debe la diversidad de nombres? sin  
24  
duda al enfoque que la disciplina tiene en cada país en su nacimiento.  
Una vez aclarado el problema del nombre, hay que aceptar  
que la antropología en sus inicios nació bajo la teoría Evolucionista,  
un concepto muy usado en biología pero que, actualmente, ya está  
superado en las ciencias sociales y las humanidades. Los primeros  
antropólogos como Morgan y Tylor respondían al pensamiento filo-  
sófico del siglo XIX e intentaban describir a los supuestos salvajes  
que habitaban en tierras lejanas de los países desarrollados y a los  
cuales se debía llevar todo el proceso civilizatorio occidental. La his-  
toria de la antropología está muy bien documentada, pues han exis-  
tido diferentes corrientes y otras teorías que se superponen entre sí,  
el evolucionismo es, sin duda alguna, la corriente de la antropología  
social que más hondo caló en el pensamiento de la teoría social e in-  
cluso, este evolucionismo de Morgan, influyó a que el marxista F.  
Engels escriba su famoso texto de 1884 El origen de la familia, propiedad  
privada y el estado.25  
Ya en el siglo XX en EE.UU. Franz Boas cuestionaba fuerte-  
mente la teoría evolucionista de la antropología social por medio de  
la corriente del Relativismo Cultural y Particularismo Histórico que  
él implemento para los análisis de este campo, asimismo, los Fun-  
cionalistas ingleses como Malinowski rechazaban los postulados de  
los primeros antropólogos como Tylor. Sin embargo, Inglaterra or-  
denó numerosos estudios para conocer de una mejor forma a los na-  
2
2
4 Manuel Marzal, Historia de la antropología 2. Antropología cultural, 6ta Edición, Abya-Yala,  
Quito, 1998, p. 16  
5 Federico Engels, El origen de la familia, propiedad privada y el estado, Fundación Federico Engels,  
edición 2006. Ver en: https://www.fundacionfedericoengels.net/images/PDF/engels_ori-  
gen_familia_interior_alta.pdf (21-09-2022)  
165  
Daniel Xavier Calva Nagua  
26  
tivos en sus colonias de ultramar, con ello, más antropólogos fun-  
cionalistas se sumaron a las órdenes de la corona británica; en 1929  
27  
Malinowski publicó “Practical Anthropology” en donde él identi-  
fica las principales actividades del antropólogo social, las cuales se-  
rían suministrar información para la administración colonial y  
entrenar a los administradores.28  
Y es que la antropología social nació como una ciencia de do-  
minación de las zonas periféricas y así se mantuvo por varias déca-  
das. En los EE.UU. durante la segunda guerra mundial, Ruth  
Benedict alumna de Boas trabajó al servicio de su país y estudió an-  
tropológicamente a los japoneses, luego saldría publicado su famoso  
29  
libro El Crisantemo y la Espada, es así como observamos que en tiem-  
pos de guerra la antropología social puede ser utilizada para estudiar  
el comportamiento del enemigo. Incluso, en tiempos más recientes,  
el gobierno estadounidense ha seguido empleando a los antropólo-  
gos para estudios de la cultura. El proyecto Human Terrain System  
fue muy importante para las llamadas guerras contra el terrorismo  
en el siglo XXI.30  
Hace décadas el antropólogo social latinoamericana se cen-  
traba en estudiar el mundo simbólico y se limitaba a hacer sendos  
análisis, pero no se introducía mayormente en el estudio político-  
económico o la resolución de conflictos, este ejemplo nos brinda  
Díaz-Polanco: “Durante el diálogo de San Andrés, entre el EZLN y el go-  
bierno federal, la Autonomía brotó como la demanda central de los indíge-  
2
2
6 Lorena A. Campo, Diccionario básico de antropología, Abya-Yala. Quito, 2008, p. 85  
7 Bronislaw Malinowski, “Practical anthropology”, Africa: Journal of the International African  
Institute, Vol. 2, No. 1, Cambridge University Pres, 1929  
2
8 Mónica Martínez y Cristina Larrea, Antropología social, desarrollo y cooperación internacional:  
introducción a los fundamentos básicos y debates actuales, UOC, Barcelona, 2010, p. 34  
9 Ruth Benedict, El crisantemo y la espada. Patrones de la cultura japonesa, Alianza Editorial, 2011  
0 El programa HTS, que se lanzó en febrero de 2007, integra a antropólogos y otros científicos  
sociales en equipos militares en Irak y Afganistán. Actualmente hay cinco equipos de terreno  
humano en Irak y uno en Afganistán, y el proyecto de $ 41 millones está configurado para  
operar 26 equipos en esos países durante el próximo año. El proyecto HTS ha sido cubierto  
por la BBC, el New York Times, el Washington Post, el Boston Globe, el Chronicle of Higher  
Education y otros importantes medios de comunicación. En: American Anthropological As-  
sociation, AAA se opone al proyecto del sistema de terreno humano del ejército de EE. UU.  
Ver en: https://www.americananthro.org/ConnectWithAAA/Content.aspx?ItemNum-  
ber=1626 (22-09-2022)  
2
3
166  
nas. Lo asombroso es que en los estudios antropológicos de esos pueblos, que  
31  
cubren estantes enteros, no existe la menor referencia a la Autonomía”.  
Hoy la antropología social aplicada está en boga y son an-  
tropólogos sociales quienes laboran en la asesoría de muchos gobier-  
nos en el mundo. La arqueología tampoco se ha librado de apoyar  
en momentos de conflicto a los gobiernos de sus países, el mejor  
ejemplo es el uso de arqueólogos y antropólogos físicos contratados  
por el Tercer Reich durante la segunda guerra mundial, ya que el go-  
bierno nazi buscaba evidenciar científicamente el origen de los arios.  
32  
Según Bárbara Miller en su libro Antropología cultural de 2011, los  
antropólogos de hoy deben leer economía, sociología, derecho, psi-  
cología, medicina y demás ciencias. Pues, estos investigadores tam-  
bién hacen: antropología médica, desarrollo local endógeno,  
antropología del turismo, políticas públicas, antropología econó-  
mica, educación intercultural y por supuesto, previa formación,  
hacen arqueología.  
La interdisciplinariedad entre la antropología social y la ar-  
queología es un hecho, la región oriental de la República del Ecuador  
ha sido poco explorada, sin embargo, algunos arqueólogos y antro-  
pólogos sociales se han lanzado a hacerlo en décadas recientes. La  
cerámica al parecer fue inventada localmente en el medio amazónico  
hace aproximadamente siete mil años incluso antes que en la costa  
33  
ecuatoriana con los Valdivia, por lo que el desarrollo de las socie-  
dades al oriente de nuestro país hace miles de años, ya es un hecho  
comprobado. Francisco Valdez menciona culturas mejor documen-  
tadas como la Mayo-Chinchipe de hasta cinco mil quinientos años  
3
4
de antigüedad, con todo esto, podemos deconstruir la idea para  
que la amazonia ya no sea vista como un lugar lleno de fauna salvaje  
e inundable por el desbordamiento de los ríos, lo cual hizo creer a  
35  
varios científicos como Betty Meggers que esta era una región que  
31 Héctor Díaz-Polanco, Antropología social en perspectiva, Universidad Nacional Autónoma de  
México, México D.F., 1999, p. 29  
3
3
2 Bárbara Miller, Antropología cultural, 5ta Edición, Pearson, Madrid, 2011.  
3 Stéphen Rostain, “10 mil años de inventos en la amazonia”, Revista Ecuador Terra Incógnita,  
núm. 85, pp. 6-12, 2013, p. 10  
34 Francisco Valdez, “Los primeros pueblos amazónicos”, Revista Ecuador Terra Incógnita, núm.  
85, pp. 14-23, 2013, p. 23  
167  
Daniel Xavier Calva Nagua  
no permitía el desenvolvimiento de las sociedades complejas; de ser  
así estaríamos retomando la teoría de Donald Lathrap quien propo-  
nía que la amazonia sudamericana es fuente de un gran desarrollo  
3
6
humano prehistórico. En septiembre de 2013 en Quito, se llevó a  
cabo el III Encuentro Internacional de Arqueología Amazónica, y en  
donde participaron varios investigadores de renombre como el an-  
3
7
tropólogo Philippe Descola, los arqueólogos Michael Heckenber-  
38  
39  
40  
ger, Eduardo Goes Neves, Heiko Prümers, etc.; esto nos brinda  
3
5 La Dra. Meggers fue una reconocida arqueóloga, miembro de la comunidad del NMNH por  
más de 70 años. Trabajó en América del Sur y el Caribe; su aporte para el Ecuador y la cuenca  
amazónica fue de peculiar importancia. Recibió numerosos reconocimientos a través de  
América del Sur por su dedicación a la arqueología, y por su apoyo incondicional a institu-  
ciones académicas y colegas en todo el continente. En: José Echeverría, “Betty Meggers”, Ar-  
queología Ecuatoriana, 02 de julio de 2012. Ver en: https://www.arqueo-ecuatoriana.ec/es/  
noticias/noticias/1504-betty-meggers (22-09-2022)  
3
3
3
6 Donald W. Lathrap, fue doctor en antropología egresado de Hardvare University, que pre-  
gonó por años la teoría de que en la amazonia sudamericana existieron sociedades complejas  
y que dicha zona no fue un área geográfica inhóspita. En: Gaëtan Juillard, Libro “El Alto  
Amazonas” de Donald W. Lathrap, 12 de noviembre de 2010. Ver en https://www.arqueo-  
ecuatoriana.ec/es/noticias/publicaciones/1186-libro-qel-alto-amazonasq-de-donald-w-lath-  
rap (23-09-2022).  
7 Philippe Descola, es un antropólogo francés. Estudió filosofía en la École Normale Supérieure  
y etnología en la École Pratique des Hautes Études. Hizo su tesis bajo la dirección de Claude  
Lévi-Strauss. Especialista en los pueblos indígenas de la Amazonia y sobre todo de los  
Achuar de Ecuador, Philippe Descola se dedica al estudio de los modos de socialización de  
la naturaleza. En: Alexsander Pedraza, Entrevista a Philippe Descola, 02/25/2022. Ver en:  
https://antroposoy.com/entrevistas/entrevista-a-philippe-descola (22-09-2022)  
8 Para Michael Heckenberger, antropólogo estadounidense, en la región amazónica en general  
hay una gran diversidad cultural que está en un dilema constante por el avance del progreso  
occidental, sobre todo por la imposición de modelos de vida. «Se debería aprovechar y va-  
lorar la experiencia que ellos tienen y que les ha permitido vivir por miles de años en comu-  
nidad con la naturaleza», dice el especialista.  
Añade que la «actividad extractivista está acabando con los modos de vida indígena ya que  
lo que se hace es indemnizar a la gente a cambio de ocupar su área, pero eso no es solución  
ya que una vez que se agotan los recursos la gente se encuentra con un entorno que ha sido  
destruido». En: El ‘progreso’ resta la identidad de los amazónicos. Ver en:  
https://ocaru.org.ec/2013/09/15/el-progreso-resta-la-identidad-de-los-amazonicos/  
(
23-09-2022)  
3
9 Doctor en arqueología, profesor del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de  
São Paulo, investigador especialista en Amazonas. Ver en: https://fru.to/es/palestrante/  
eduardo-goes-neves-es/ (23-09-2022)  
4
0 Heiko Prümers es arqueólogo con enfoque en los países latinoamericanos. Estudió la maestría  
y realizó su doctorado en “Alt-Amerikanistik” (estudios americanistas) en la Universidad  
de Bonn, Alemania. Ha trabajado en el Perú, México, Ecuador y, durante más de 20 años, en  
las tierras bajas de Bolivia. En: Conferencias Magistrales, IV Encuentro Internacional de Ar-  
168  
demasiados motivos para seguir investigando, ya que aún falta por  
escribir y rescribir muchas más páginas sobre la antropología social  
y la arqueología de Ecuador; y también, sobre el hecho de ampliar  
la bibliografía sobre los primeros pobladores que habitaron las tierras  
altas y bajas de las zonas que hoy llamamos Sudamérica. Lamenta-  
blemente, en Ecuador ante la escaza oferta académica de la arqueo-  
logía y la antropología estos eventos académicos brillan por su  
ausencia.  
Gestión cultural del patrimonio material e inmaterial  
El patrimonio material son aquellos vestigios que permane-  
cen desde hace siglos bajo tierra, sobre la superficie e incluso bajo el  
41  
agua ; y sigue visible en la actualidad, ya sea por conservación de  
las estructuras o por rescate en excavaciones, por ejemplo: las pirá-  
mides mesoamericanas, artículos de guerra medieval o galeones es-  
pañoles hundidos. En cuanto al patrimonio inmaterial es todo  
aquello correspondiente a saberes ancestrales y otras costumbres que  
van trasmitiéndose de generación en generación, por ejemplo: la téc-  
nica de la elaboración del sombrero de paja toquilla. En nuestro país  
las entidades que se encargan de la investigación material e inmate-  
rial: son el Ministerio de Cultura, el Instituto Nacional de Patrimonio  
Cultural (INPC) y, en menor grado, la Casa de la Cultura Benjamín  
Carrión y, hasta hace pocos años, el Banco Central. Sin embargo, en  
la cúpula de estas entidades no siempre están a cargo los historiado-  
res, arqueólogos o antropólogos, sino más bien, los arquitectos u  
42  
otros profesionales como los abogados o médicos, lo cual impide  
tener una visión propia de especialistas de la práctica patrimonial.  
Los correctos peritajes de patrimonio darán mejores luces  
para una identidad nacional y la riqueza de la diversidad de nuestros  
queología Amazónica. Ver en: https://4eiaa.wordpress.com/programa/conferencias-ma-  
gistrales/ (23-09-2022)  
1 En la actualidad se realizan varias investigaciones bajo el agua, ya sea en ríos profundos,  
lagos e incluso en el mar, esta nueva rama es la arqueología subacuática.  
2 Florencio Delgado, “La arqueología ecuatoriana en el siglo XXI”. En: Katherine Enríquez,  
Compiladora, La arqueología y antropología en Ecuador, Abya-Yala, Quito, 2011, p. 23  
4
4
169  
Daniel Xavier Calva Nagua  
pueblos, mas hay que destacar que el gobierno del doctor Rafael Co-  
rrea, intervino para crear la policía del patrimonio y así salvaguardar  
los artefactos ancestrales, que, hasta hace pocos años, eran sacados  
ilegalmente al extranjero y terminaban en colecciones privadas. Algo  
que ha entorpecido la investigación arqueológica en Ecuador, es el  
huaquerismo, los huaqueros son “personas que buscan tesoros en los se-  
43  
pulcros indígenas y excavan con el fin de extraerlos”, quienes por en-  
contrar metales preciosos como el oro no les importó ni importa en  
lo absoluto la conservación de la cerámica precolombina ni otros res-  
tos. Un caso acaecido a mediados de la década de los años 90 del  
siglo pasado, ocurrió en el barrio Los Vergeles, en el pueblo de Ma-  
chala en Ecuador, en donde los habitantes encontraron artefactos ma-  
teriales pertenecientes a la cultura Jambelí, Guangala e incluso la  
Milagro-Quevedo, el antropólogo Rodrigo Murillo manifiesta que  
el hecho fue un festín descarnado, hubo todo tipo de piezas que fueron hur-  
tadas, se perdió la oportunidad de investigar y publicar libros e incluso hacer  
un museo para la ciudad”.44  
Políticas públicas y otras aplicaciones para hoy  
Las dos ciencias aquí tratadas poseen aplicaciones que se en-  
lazan con las políticas públicas de cada país, en pocas palabras, no  
son ciencias en donde únicamente sus profesionales se dedican a im-  
partir cátedras universitarias o investigaciones meramente científicas  
auspiciadas por alguna ONG. Por ello existe una arqueología apli-  
cada y una antropología social aplicada. Describamos brevemente a  
ambos tipos profesionales. Los arqueólogos son empleados por los go-  
biernos para “la gestión de patrimonio cultural, asesorando sobre la pre-  
sencia de posibles restos arqueológicos antes de la puesta en marcha de  
4
5
proyectos como carreteras o edificios”, existen muchos gobiernos de  
países en la región latinoamericana que contratan a los arqueólogos  
para que brinden sus conocimientos y lleven a la aplicación proyec-  
43 R.A.E., Diccionario de la lengua española, 22ª Edición, Espasa, Madrid, 2001.  
44 Rodrigo Murillo, Provincia de El Oro: monumentos arqueológicos, sin editorial, Machala, 2011,  
p.43  
4
5 Bárbara Miller, op. cit., p. 10  
170  
tos de turismo. Los antropólogos sociales proporcionan perspectivas  
culturales del comportamiento humano a la elaboración de leyes o  
reglamentos y es, a través de los estudios cualitativos, que se obtie-  
nen evidencias para que el gobierno intervenga en caso de conflictos;  
un antropólogo social posee un conocimiento amplio en mediación  
de conflictos interculturales y sus aportes teóricos holísticos permi-  
tirán dar una mayor inclusión a las diversidades culturales.  
En cuanto a las otras aplicaciones, no es ningún secreto que  
hay antropólogos sociales y arqueólogos que trabajan bajo la figura  
de consultor, por ejemplo, hay antropólogos sociales que asesoran a  
empresas multinacionales como petroleras y mineras, siendo los an-  
tropólogos los mediadores comunitarios y que colaboran con estas  
empresas para introducir nuevas formas de economía industrial a  
las sociedades campesinas e indígenas. También está el caso de ar-  
queólogos que laboran para la minería, petroleras y las grandes cons-  
tructoras inmobiliarias y firman peritajes en donde certifican la  
existencia o no de restos materiales culturales. En cuanto al asunto  
ético que podría ser tan subjetivo ya que varía de investigador a in-  
vestigador, tal como nos dice Adams “el trabajador tiene una responsa-  
46  
bilidad muy grande hacia la comunidad bajo estudio”, por lo tanto no  
podemos traicionar la confianza de quien nos abre las puertas de su  
casa y brinda la información tan anhelada. El asunto ético de la in-  
vestigación, al final, será una decisión personal de cada científico  
que presté o no su firma en una consultoría, aunque haya organiza-  
ciones como la Asociación Americana de Antropología (A.A.A.) que  
exponen todo un código de ética.  
Llegado a este punto es necesario recalcar el respeto por el  
otro en base a la alteridad para el cual se debe comprender que ya  
vivimos en tiempos posmodernos donde se ha demostrado científi-  
camente que no existen las mal llamadas ‘razas humanas’ y que lo  
que nos diferencia son simplemente rasgos étnicos fenotípicos, por  
tanto debemos respetar las costumbres del otro aunque a veces no  
nos guste ese modo de vida, o sea, aceptar la difícil misión de incre-  
46 Richard Adams, “Seminario de integración social guatemalteca”. En Patricio Guerrero, Com-  
pilador, Antropología aplicada, Abya-Yala, Quito, 1997, p.22  
171  
Daniel Xavier Calva Nagua  
mentar el sentido de alteridad y aplicarla en todos los aspectos de  
vida. La moral varía en muchas culturas, y de una a otra cultura,  
pero existen principios como la no violencia y el derecho a la vida,  
esos principios debemos asumirlos como nuestros y no criticar a los  
demás. Es allí cuando el antropólogo social y el arqueólogo con co-  
nocimientos suficientes sobre diversidad cultural, se pone a prueba  
y demuestra que es un científico especialista en las relaciones inter-  
culturales. No es nada admisible que un arqueólogo o antropólogo  
social del siglo XXI, ande por el mundo destruyendo los logros de  
las últimas décadas en cuanto a las luchas contra el racismo, la rup-  
tura de las diferencias abismales entre las clases sociales, el esno-  
bismo, la violencia de género y el cuidado correcto en cuanto a la  
gestión patrimonial.  
La oferta académica en las universidades ecuatorianas  
Parece algo increíble que, en nuestro país con una gran he-  
rencia cultural, la formación de investigadores en estas áreas del co-  
nocimiento no es una prioridad para los transitorios gobiernos del  
Estado ecuatoriano. Las universidades públicas no preparan de forma  
continua antropólogos, arqueólogos o historiadores puros, como se  
hace en países vecinos como el Perú, en donde existe mayor interés  
por parte del gobierno por su cultura e historia local. No debo dejar  
de referirme al papel de los investigadores modernos, nuestro deber  
no es solo de enfocarnos en propuestas para un futuro, pues sin saber  
de la historia que define a nuestros pueblos no podremos saber de  
dónde venimos y el porqué del comportamiento que poseemos; es  
por eso que estudiamos el pasado y una correcta interpretación del  
mismo, no solo ayudara a forjar un gran país, sino también a recono-  
cer nuestra realidad revitalizando la verdadera identidad de nuestros  
pueblos. El gobierno ecuatoriano debería abrir un centro de enseñan-  
zas estatal superior similar al CIESAS o la Escuela Nacional de An-  
tropología e Historia existente de México, solo así podremos llenar el  
vacío en la investigación arqueológica; de nada sirve crear más direc-  
ciones de gestión cultural o secretarias de Estado, sin los respectivos  
172  
arqueólogos y antropólogos sociales en dicha entidad, o poner poli-  
cías del patrimonio si no hay el suficiente número de especialistas tra-  
bajando al interior de dichos programas gubernamentales.  
Pero a pesar de todo lo acaecido en Ecuador existen unos  
cuantos centros de investigación financiados y cofinanciados por el  
gobierno de la república que se dedicaron a hacer tanto como ar-  
queología y antropología social, es así como tenemos: el Instituto  
Otavaleño de Antropología, el Departamento de Antropología de la  
Universidad Católica del Ecuador, el CONAH (Corporación de Ar-  
queología Antropología e Historia), entre otros, con menor apoyo es-  
tatal, como el Centro Cultural Abya-Yala. Son entidades con un  
financiamiento limitado pues solo una parte de su presupuesto es  
cubierta por el gobierno y el resto funciona por donaciones y la au-  
togestión, estos centros, aunque pequeños han ayudado muchísimo  
a la conservación del patrimonio material del país y a la salvaguarda  
del patrimonio inmaterial. Todo este panorama podría parecer pesi-  
mista, pero se respiran vientos con nuevas esperanzas, pues hay  
ideas para aperturar las escuelas de arqueología y antropología so-  
cial en las universidades estatales como la Universidad Central del  
Ecuador, que misteriosamente a pesar de ser la más antigua del país  
y estar en la capital, solo se ha limitado a la apertura de una única  
maestría en la primera década del siglo XXI.  
A continuación, se nombrará a los programas tanto extintos  
como vigentes, tanto de antropología social como arqueología en  
Ecuador, las causas para el cierre no están claras ya que no existe nin-  
guna investigación que explique la desinstitucionalización de estos  
programas:  
En los años 80 aparece en la Escuela Superior Politécnica del  
Litoral con el título de la licenciatura en arqueología pero se cerró  
en la primera mitad de la década de los noventa, en la primera dé-  
cada del 2000 se logró abrir la especialización de arqueología en la  
licenciatura de antropología que ofertaba la Pontificia Universidad  
Católica del Ecuador, luego la maestría de arqueología en la Univer-  
sidad Central del Ecuador pero cerró en poco tiempo, luego por  
aquellos mismos años se abrió una licenciatura en la Universidad  
173  
Daniel Xavier Calva Nagua  
Península de Santa Elena, en la segunda década del siglo XXI aparece  
la maestría en arqueología de la ESPOL y posteriormente la reaper-  
tura de la licenciatura en dicha casa de estudios, asimismo, hay una  
especialización a nivel de licenciatura en la Universidad San Fran-  
cisco de Quito. En cuanto a la oferta de programas de antropología,  
la situación es muy similar, la primera carrera de antropología surge  
en solitario en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador en los  
años 70 y que aún se mantiene, en los años 90 aparece la licenciatura  
en antropología aplicada en la Universidad Politécnica Salesiana y  
sigue vigente, la maestría de antropología en Facultad Latinoameri-  
cana de Ciencias Sociales y que aún recibe alumnos; además, una  
maestría en antropología en la Universidad del Azuay pero cerró in-  
mediatamente. En la primera década del 2000 aparece una maestría  
en antropología en la Universidad Salesiana, pero, cerró sus puertas  
en dos cohortes, también hubo una licenciatura muy fugaz en la Uni-  
versidad Luis Vargas Torres de Esmeraldas que tuvo problemas para  
graduar a sus estudiantes y otra licenciatura en la Universidad Téc-  
nica de Ambato; pero ambas licenciaturas cerraron inmediatamente  
sin mayor explicación. Para la segunda década del siglo presente  
aparecen otras maestrías fugaces en antropología una en la Univer-  
sidad Técnica de Ambato y otra en la Universidad Estatal de Cuenca.  
Aparentemente esos serian todos los programas de arqueo-  
logía y antropología que han existido a lo largo de la historia de las  
universidades del Ecuador que se puede encontrar en la base de  
47  
datos de la página gubernamental de socio empleo, puede que falté  
mencionar algún programa fugaz más, pero ante tanta inestabilidad  
en los programas académicos de arqueología y antropología social,  
vale cuestionarse el ¿Por qué?, no hay investigaciones que expliquen  
por qué en Ecuador las ciencias sociales y humanísticas no son ofer-  
tadas y, si aparecen, se cierran inmediatamente, salvó la carrera de  
sociología que posee una mayor institucionalidad con más de siete  
programas vigentes. Otras carreras que adolecen del mismo síntoma  
son la carrera de historia y la de filosofía, sencillamente nos enfren-  
47 Daniel Calva Nagua, Arqueología y universidad una aproximación al caso ecuatoriano, Editorial  
ESPOL, Guayaquil, 2020, p .29.  
174  
tamos a serios problemas de investigación académica, pues si no hay  
egresados y graduados ¿Quién elaborará las investigaciones de esta  
índole? la respuesta merece toda una tesis de investigación que  
aborde los problemas de institucionalización de cada carrera social.  
Merece un símil con la migración de las golondrinas. Lógicamente,  
ante la falta de programas que permanezcan constantes y apertura-  
dos, con una plantilla de docentes estables es lo deseable. En este  
punto, solo dos o tres universidades van a ser reconocidas como Pro-  
gramas Constantes si los comparamos con los programas académi-  
cos tipo golondrina. Tal vez aún está muy lejos el ver toda una  
Escuela Nacional de Ciencias Antropológicas e Históricas o un CIE-  
SAS en Ecuador, pero la apertura de estas carreras en más universi-  
dades públicas es el primer paso.  
Conclusiones  
Tanto la antropología social como la arqueología en la tradi-  
ción académica norteamericana son ramas principales de la antro-  
pología general, lo que diferencia principalmente a estas ciencias es  
su metodología y sus temas de estudio, mientras que en antropología  
social se usa a la etnografía para estudiar un grupo humano contem-  
poráneo, en arqueología se emplea excavaciones para hallar vestigios  
materiales de grupos humanos del pasado. La antropología social y  
la arqueología han dado paso a disciplinas jóvenes como la etnoar-  
queología; haciendo un recorrido histórico de las corrientes princi-  
pales de estas ciencias podemos notar que la arqueología ha tenido  
una gran influencia de las teorías de la antropología social, asimismo  
podemos notar que estas ciencias durante el siglo XX fueron emplea-  
das por las potencias mundiales como herramientas de dominación  
y se han tejido mitos en torno de ellas.  
La antropología social y la arqueología pueden trabajar de  
forma interdisciplinar y con otras ciencias, brindando perspectivas  
frescas, enriquecedoras y con resultados más eficaces sobre el estudio  
cultural. Además, el patrimonio material e inmaterial de nuestros  
pueblos no es algo que se debe tomar a la ligera pues amerita inves-  
175  
Daniel Xavier Calva Nagua  
tigarse a detalle para obtener una información más eficaz y fide-  
digna. Hoy los arqueólogos y antropólogos sociales laboran en la  
construcción de políticas públicas, aunque también trabajan para  
empresas transnacionales, sin embargo, está muy claro que la co-  
rrecta aplicabilidad de ambas ciencias beneficiaria a las minorías ét-  
nicas.  
En Ecuador el desarrollo de la oferta académica de estas cien-  
cias ha sido muy limitado, no se puede entender por qué la fugaci-  
dad de licenciaturas y maestrías al interior de las universidades  
ecuatorianas, por otra parte, ese tema merece un análisis profundo  
lo cual se debe plantear desde una tesis. No es posible, que un país  
con tanta riqueza cultural, no posea institucionalidad en sus pro-  
gramas académicos, por este motivo hay una ausencia de profesio-  
nales en arqueología y antropología social al interior de las  
entidades de control estatal y burocrático, ya que, al no existir pro-  
fesionales en estas ramas se dará espacio al ingreso de otros profe-  
sionales que incluso pueden estar alejados de las ciencias sociales.  
Se podría establecer muchas teorías de por qué no hay una amplia  
oferta académica de estas carreras en Ecuador luego del estudio pro-  
puesto.  
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178  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-A  
Julio–diciembre 2022  
COCHASQUÍ, 1532 A 1932:  
00 AÑOS DE RESILIENCIA HISTÓRICA  
1,2  
4
3
4
5
Ryan Scott Hechler  
Will Pratt  
Andrea E. Chávez Chuquimarca  
Resumen  
Este artículo es el primero de una serie de exploraciones que  
estamos desarrollando sobre la historia de Cochasquí. Comenzamos  
con las primeras menciones de Cochasquí del período del colonia-  
lismo español y cómo la conquista imperial Inka y las políticas colo-  
niales españolas llevaron a la despoblación gradual de Cochasquí.  
A continuación, hablaremos de Cochasquí en el marco del período  
1
2
Recibido: 15/10/2022 // Aceptado: 28/11/2022  
Agradecimientos: Los autores desean dedicar este artículo a la memoria de Manuel Arturo  
Chávez Aguirre, de la Prefectura de Pichincha. El Director Chávez Aguirre fue un gran apoyo  
para nuestras investigaciones en Cochasquí y estamos siempre agradecidos por haber tenido  
el privilegio de trabajar con él.  
El autor Ryan Scott Hechler desea agradecer al Ibero-Amerikanisches Institut (Instituto Ibero-  
Americano, Berlín, Alemenia) el apoyo a su investigación sobre la historia de las contribucio-  
nes arqueológicas realizadas por Max Uhle en Ecuador.  
Director, Proyecto Arqueológico Cochasquí, Pichincha. Candidato a doctorado en Antropolo-  
gía, Departamento de Antropología, Universidad de Tulane, Nueva Orleans, LA, EE. UU. In-  
vestigador asociado, Instituto Latinoamericano e Ibérico, Universidad de Nuevo México,  
Albuquerque, NM, EE. UU. Becario de Fulbright-Hays, Fulbright Ecuador, Quito. Investigador  
visitante y becario, Instituto Ibero-Americano, Berlín, Alemania. Director, EcuaDatos: Datación  
absoluta de Ecuador. Director, Proyecto Arqueológico Cochasquí-Mojanda, Pichincha, 2016-  
3
2
019. Maestría en Antropología, Universidad de McGill, Montréal, QC, Canadá, 2014. rhe-  
chler@tulane.edu | https://orcid.org/0000-0002-3946-764X  
4
5
Director, Proyecto Arqueológico Zuleta, Imbabura. Candidato a doctorado en Geografía, De-  
partamento de Geografía y Medio Ambiente, Universidad de Texas en Austin, TX, EE. UU.  
Investigador, Laboratorio de Suelos y Geoarqueología, Departamento de Geografía y Medio  
Ambiente, Universidad de Texas en Austin, TX, EE. UU. Director, Proyecto Arqueológico Co-  
chasquí-Mojanda, Pichincha, 2016-2019. Maestría en Antropología, Departamento de Antro-  
pología, Universidad Estatal de Texas, San Marcos, TX, EE. UU, 2019. wpratt@utexas.edu |  
https://orcid.org/0000-0002-7747-5376  
Directora, Proyecto Arqueológico Cochasquí, Pichincha. Estudiante de Maestría en Arqueo-  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 179–214  
179  
Ryan Scott Hechler,  
Will Pratt, Andrea E. Chávez Chuquimarca  
de la Ilustración y de las expediciones científicas para mostrar cómo  
Malchingui superó gradualmente a Cochasquí como el principal cen-  
tro de población de la región. También discutimos cómo, al mismo  
tiempo que Cochasquí disminuía como centro regional, crecía el in-  
terés nacional y mundial por su potencial arqueológico. Nuestra ex-  
ploración termina con la llegada de Max Uhle al sitio en 1932 y el  
inicio de las prospecciones arqueológicas modernas de Cochasquí.  
Aunque 400 años son una gran franja de tiempo para cubrir, esto no  
es más que una sinopsis de algo mucho más grande y que esperamos  
enunciar mejor en una serie de momentos históricos que han sido en  
gran parte pasados por alto.  
Palabras clave: Cochasquí, Época del Colonialismo Español, Misión  
Geodésica Francesa, República Temprana del Ecuador, desarrollo de  
la arqueología ecuatoriana  
Abstract  
This article is the first in a series of explorations that we are  
developing pertaining to the history of Cochasquí. We begin with  
the earliest mentions of Cochasquí from the period of Spanish colo-  
nialism and how Inka imperial conquest and Spanish colonial poli-  
cies led to the gradual depopulation of Cochasquí. We then discuss  
Cochasquí within the framework of Enlightenment Period carto-  
graphy and scientific expeditions to show how Malchingui gradually  
overtook Cochasquí as the major population center in the region. We  
also discuss how, at the same time Cochasquí was diminishing as a  
regional center, national and global interest in its archaeological po-  
tential grew. Our exploration ends with the arrival of Max Uhle at  
logía Histórica, Departamento de Antropología, Universidad de Massachusetts-Boston, MA,  
EE. UU. Directora Asistente, EcuaDatos. Catalogadora de Bienes Muebles (2021-2022), Cata-  
logadora Asistente de Artefactos Arqueológicos (2021), Instituto Nacional de Patrimonio Cul-  
tural, Quito. Consultora de Colecciones de Museos, Museo de Arte Precolombino Casa del  
Alabado, Quito, 2019. Directora Asistente (2019), Gerente de Laboratorio (2017-2019), Técnica  
Arqueológica (2016-2018), Proyecto Arqueológico Cochasquí-Mojanda, Pichincha. Licenciatura  
en Antropología, Departamento de Antropología, Pontificia Universidad Católica del Ecuador,  
Quito, 2019. andrea.chavez002@umb.edu | https://orcid.org/0000-0002-1426-1776  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 179–214  
180  
Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
the site in 1932 and the beginning of modern archaeological pros-  
pections of Cochasquí. While 400 years is a large swath of time to  
cover, this is but a synopsis of something much larger and we hope  
to better enunciate on in a series of historical moments that have  
been largely overlooked.  
Keywords: Cochasquí, Spanish Colonialism, French Geodesic Mis-  
sion, Early Republic of Ecuador, development of Ecuadorian ar-  
chaeology  
Introducción: Cerrando la brecha  
El sitio arqueológico de Cochasquí está situado en un lugar  
destacado de la vertiente superior sur del complejo volcánico Mo-  
janda-Fuya Fuya. Este sitio es visto con cariño por muchas personas  
en todo el Ecuador como un importante predecesor del estado-na-  
6
ción ecuatoriano que figura en muchos mitos históricos que, inde-  
pendientemente de su veracidad, contribuyeron a una identidad  
regional antes de la independencia y sigue desempañando una parte  
7
importante en política moderna. El sitio en sí mismo ha sido sola-  
mente preservado como Parque Arqueológico Cochasquí desde 1981,  
ahora bajo la protección administrativa del Consejo Provincial de Pi-  
chincha. Como muchos otros sitios importantes de tolas a lo largo  
de las provincias de Pichincha e Imbabura, la memoria de Cochasquí  
ha sobrevivido a los siglos, gracias a la resistencia indígena a las per-  
secuciones coloniales bajo los Inkas y los españoles. Estos aspectos  
serán expuestos más adelante.  
6
7
Oswaldo Hugo Benavides, Making Ecuadorian Histories: Four Centuries of Defining Power, Uni-  
versity of Texas Press, Austin, 2004.  
En ciertos aspectos, esta experiencia es similar a la del enfoque interpretativo moderno de Ti-  
wanaku en Bolivia en el que las políticas nacionalistas modernas intentan conectarse con el  
pasado indígena. Ver: David Kojan, “Paths of Power and Politics: Historical Narratives at the  
Bolivian Site of Tiwanaku”, Evaluating Multiple Narratives: Beyond Nationalist, Colonialist, Im-  
perialist Archaeologies, editado por Junko Habu, Clare Fawcett y John Matsunaga, Springer,  
New York, 2008, pp. 69-85.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 179–214  
181  
El componente monumental más antiguo de Cochasquí fue la  
tradición de los montículos funerarios entre 750 d.C. hasta aproxi-  
8
madamente 1280 d.C., año en el que el volcán Quilotoa entró en  
erupción, la mayor erupción volcánica en Sudamérica desde el inicio  
del Holoceno, que extendió la lluvia de cenizas por la mayor parte  
9
de Ecuador. Además de la realidad de la caída masiva de cenizas,  
el Quilotoa fue una de las varias grandes erupciones volcánicas de  
la última parte del siglo XIII que contribuiría al enfriamiento global  
y acabaría precipitando el inicio de la Pequeña Edad de Hielo, tra-  
10  
yendo cambios climáticos adversos al norte de Ecuador. Las socie-  
dades indígenas perseveraron con una variedad de métodos y  
reestructuraciones de organización social, desarrollando nuevas tra-  
11  
diciones e incluso una serie de etnogénesis como la de los Cara.  
Durante este período, se observa el auge de la tradición de los  
montículos de plataforma cuadrangulares, denominados pirámides,  
y parece que se abandonó la práctica de construir montículos fune-  
12  
rarios. La evidencia arqueológica de los montículos indica que los  
entierros iniciales probablemente fueron oficiados con importantes  
ritos funerarios públicos y que los entierros centrales incluso fueron  
13  
reabiertos. Las cumbres de las pirámides muestran importantes ri-  
8
9
Udo Oberem, “Los montículos funerarios con pozo”, Cochasquí: Estudios arqueológicos, Volumen  
, editado por Udo Oberem, Instituto Otavaleño de Antropología, Otavalo, 1981, pp. 125-142.  
Patricia Mothes y Minard Hall, “The Plinian Fallout Associated with Quilotoa’s 800 yr BP  
1
Eruption, Ecuadorian Andes”, Journal of Volcanology and Geothermal Research, vol. 176, no 1  
(2008), pp. 56-69.  
1
0 Para obtener información relacionada con el cambio climático, consultar Marie-Pierre Ledru,  
et al., “The Medieval Climate Anomaly and the Little Ice Age in the Eastern Ecuatorial  
Andes”, Climate of the Past, vol. 9, no 1 (2013), pp. 307-321. Para obtener más información  
sobre la respuesta humana a la caída de ceniza, consultar William S. Pratt, The Utilitarian and  
Ritual Applications of Volcanic Ash in Ancient Ecuador, Tesis de Maestría, Department of Anth-  
ropology, Texas State University, San Marcos, 2019.  
1
1 J. Stephen Athens, “Etnicidad y adaptación: El periodo tardío de la ocupación Cara en la  
sierra norte del Ecuador”, Sarance, no 24 (1997), pp. 161-204. Ver también: Ryan Scott Hechler,  
“Quijos… ¿Quienes?: desenmarañado las identidades de la Alta Amazonia”, Strata, vol. 1,  
no 1 (2023), en prensa.  
1
2 Udo Oberem, “Algunas características arquitectónicas de las pirámides de Cochasquí”, Co-  
chasquí: Estudios arqueológicos, Volumen 1, editado por Udo Oberem, Instituto Otavaleño de  
Antropología, Otavalo, 1981, pp. 59-69.  
1
3 Ryan Scott Hechler, “Over the Andes, and through Their Goods: Late Pre-Columbian Political  
Economic Networks in Northern Ecuador”, The Archaeology of the Upper Amazon, editado por  
Ryan Clasby y Jason Nesbitt, University of Florida Press, Gainesville, 2021, pp. 212-215.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 179–214  
182  
Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
tuales espirituales que ocurrieron en público fuera de las estructuras  
ceremoniales (donde ocurrieron más eventos privados) y que las co-  
munidades circundantes completaron peregrinaciones, probable-  
mente realizando procesiones por largas rampas de entrada durante  
momentos importantes del año.14  
Es importante señalar que Cochasquí es uno de al menos 67  
sitios monumentales de los Cara, cada uno de los cuales cumple im-  
portantes funciones espirituales para las comunidades circundan-  
15  
tes. La interpretación general de estos sitios monumentales de los  
Cara es que eran de naturaleza ceremonial, y alguna forma de élite  
local (caciques) controlaba y residía en o acerca del sitio, no necesa-  
riamente en las cumbres de las pirámides debido a la naturaleza no  
residencial de arquitectura y artefactos encontrados allí. Además, la  
naturaleza ceremonial de las pirámides con rampas es el reconoci-  
miento cuidadoso de los rasgos naturales, como cuando las rampas  
16  
terminan en fuentes de agua como quebradas y ríos. Cochasquí, al  
igual que otros sitios monumentales, unió comunidades regionales  
bajo un poderoso centro.  
Sea cual sea el impacto regional de la erupción del Quilotoa y  
de la Pequeña Edad de Hielo, cuando el Tawantinsuyu (el Imperio  
1
7
Inka) invadió la región, Cochasquí prosperaba. Lo que pudo ser  
1
4 Wolfgang Wurster, “Ruinas existente”, Excavaciones en Cochasquí, Ecuador, 1964-1965, editado  
por Udo Oberem y Wolfgang Wurster, Verlag Philipp von Zabern, Mainz Am Rhein, 1989,  
pp. 58-59. Ver también: Ryan Scott Hechler, “Over the Andes, and through Their Goods: Late  
Pre-Columbian Political Economic Networks in Northern Ecuador”, The Archaeology of the  
Upper Amazon, editado por Ryan Clasby y Jason Nesbitt, University of Florida Press, Gai-  
nesville, 2021, pp. 212-215.  
15 J. Stephen Athens, Inventory of Earthen Mound Sites, Northern Highland Ecuador, Instituto Na-  
cional de Patrimonio Cultural del Ecuador, Quito, 2003, pp. 33-38, Tabla 1.  
16 Jacinto Jijón y Caamaño, Contribución al conocimiento de los Aborígenes de la Provincia de Imbabura  
en la República del Ecuador, Blass y Cía, Madrid, 1914, pp. 295-298.  
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Udo Oberem, “Algunos hallazgos arqueológicos de la sierra ecuatoriana”, Primer simposio  
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Guayaquil, 1982, p. 342.  
Pierre Gondard y Freddy López, Inventario arqueológico preliminar de los Andes septentrionales  
del Ecuador, Banco Central del Ecuador, Quito, 1983, p. 267.  
7 Cochasquí solo se menciona en el contexto de la conquista de los Inkas por varios cronistas  
coloniales españoles: Pedro de Cieza de León en 1553, Pedro Sarmiento de Gamboa en 1572,  
Miguel Cabello Balboa en 1586, Martín de Murúa en 1590-1611 y Fernando de Montesinos  
en 1644. Consultar Ryan Scott Hechler, Alternative Inka Imperial Strategies in Northern Ecuador,  
1
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 179–214  
183  
una adquisición algo pacífica bajo el emperador Thupa Inka Yu-  
panki, se convirtió rápidamente en una rebelión bajo su hijo Wayna  
Qhapaq. Cochasquí fue el primer pueblo Cara en sucumbir ante el  
Tawantinsuyu, siendo, supuestamente, quemado por los Inkas y  
obligados los sobrevivientes a huir por Mojanda-Fuya Fuya. La re-  
belión de los Cara concluyó con una masacre en Yahuarcocha (es  
decir, “lago de sangre” en Quechua y Kichwa, como se denominó a  
18  
partir de entonces) cerca de Caranquí. Después de esto, no pasaría  
mucho tiempo en ocurrir la despoblación de Cochasquí hasta la pro-  
pia muerte de Wayna Qhapaq como resultado, presumiblemente, de  
la viruela, además, la posterior guerra civil dinástica entre sus hijos  
Atawallpa (de Quito) y Waskar (de Cuzco), y la eventual llegada de  
19  
Francisco Pizarro y otros conquistadores españoles en 1532. Y aquí  
es donde comienza nuestra historia.  
La historia de Cochasquí durante el período colonial español  
ha sido, en gran parte, ignorada. La relativa escasez de documentos  
históricos referidos a Cochasquí podría hacer pensar que este centro  
monumental quedó abandonado después de la conquista inkaica.  
Sin embargo, varios documentos registrados durante los siglos si-  
guientes sugieren que el declive gradual de Cochasquí fue más ma-  
tizado. El único intento exhaustivo de resumir esta historia hasta  
ahora ha sido una breve sinopsis etnohistórica del siglo XVI de Udo  
20  
Oberem, famoso por su proyecto arqueológico del Grupo Ecuador  
en Cochasquí entre los años 1964 y 1965.21  
Tesis de Maestría, Department of Anthropology, McGill University, Montréal, 2014, p. 135,  
Tabla 1.  
8 Ibídem, pp. 11-17, y Ryan Scott Hechler, Monumental Endings and Imperial Re-Imaginings: Di-  
sentangling the Inka Presence at Cochasquí, Ecuador, Tesis de Doctorado en progreso, manus-  
crito, Department of Anthropology, Tulane University, Nueva Orleans, s.f.  
1
1
9 Más información sobre la guerra civil del Tawantinsuyu en: María Rostworwoski de Diez  
Canseco, Historia del Tahuantinsuyu, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2013, pp. 153-197.  
Más información sobre la historia de la experiencia colonial española de los descendientes  
de los Inkas y otro grupos indígenas en: Nathan Wachtel, La vision des vaincus: Les Indiens du  
Pérou devant la conquête espagnol 1530-1570, Editions Gallimard, Paris, 1971.  
Más información pandemia de viruela en: Linda Newson, “Old World Epidemics in Early  
Colonial Ecuador”, “Secret Judgments of God”: Old World Disease in Colonial Spanish America,  
editado por Noble Cook y W. George Lovell, University of Oklahoma Press, Norman, 1991.  
0 Udo Oberem, “Cochasquí en el Siglo XVI: Unas notas etnohistóricas”, Excavaciones en Cochas-  
quí, Ecuador, 1964-1965, editado por Udo Oberem y Wolfgang Wurster, Verlag Philipp von  
Zabern, Mainz Am Rhein, 1989, pp. 5-10.  
2
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4
00 años de resiliencia histórica  
El Colonialismo Español Temprano  
Cochasquí no se discutió inicialmente en documentos admi-  
nistrativos coloniales españoles tempranos bien conocidos. En una  
declaración sobre los servicios de Diego de Sandoval para Francisco  
Pizarro en 1536, sólo se señalan los principales pueblos con los po-  
22  
deres políticos: Cara de Otavalo, Caranquí y Cayambe, que también  
se mencionan constantemente en los primeros cabildos coloniales es-  
pañoles de Quito. Cochasquí está notoriamente ausente, un reflejo  
directo de la realidad de su estado actual de influencia en ese mo-  
mento. Nuestra primera referencia conocida de Cochasquí está en  
los libros de cabildos coloniales españoles de 1538, y se refiere a la  
entrega de tierras a Alonso Fernández como estancia cerca de una  
laguna - las lagunas de cráter de Mojanda-Fuya Fuya (Caricocha/La-  
guna Grande, Yanacocha/Laguna Negra, y Huarmicocha/Ñausaco-  
cha/Laguna Chiquita).23 Cochasq no sólo se refería a una  
comunidad específica, sino que también era un nombre intercambia-  
ble para Mojanda-Fuya Fuya. Entre 1538 y 1539, Alonso Fernández  
se quejó de que estas tierras no eran habitables más que para las  
vacas y solicitó tener acceso a una parcela más baja en la ladera de  
la montaña en una zona más cálida, y eventualmente tuvo acceso al  
2
1 “[U]n grupo de antropólogos de la Universidad de Bonn, bajo la dirección del insigne ecua-  
torianista Udo Oberern, conformó el “Grupo Ecuador”, para, con los auspicios del Instituto  
Panamericano de Geografía e Historia y del Instituto Geográfico Nacional, realizar trabajos  
arqueológicos en Cochasquí…”. En: Segundo Moreno Yánez, “Una evaluación de los aportes  
de las investigaciones arqueológicas en Cochasquí”, Cochasquí: Estudios arqueológicos, Volumen  
1, editado por Udo Oberem, Instituto Otavaleño de Antropología, Otavalo, 1981, p.16. Ver  
también: Ryan Scott Hechler y William S. Pratt, “Grupo Ecuador en Cochasquí: Un 60º ani-  
versario reflejo del legado de aportes a la arqueología del Ecuador”, manuscrito de un artí-  
culo, s.f.  
2 Información de servicios de Diego de Sandoval, [1536] “Conducta al Capitán Diego de San-  
doval para reclutar en Quito indios adictos a los españoles”, Francisco Pizarro: Testimonio, do-  
cumentos oficiales, cartas y escritos varios, editado por Guillermo Lohmann Víllena, Editorial  
CSIC, Madrid, 1986, p. 96.  
2
23 Libro de Cabildos de Quito, [1534-1543] Libro primero de cabildos de Quito: 1534-1543, Volúmenes  
1-2, editado por José Rumazo González, Archivo Municipal de Quito, Quito, 1934, vol. 1: pp.  
4
50-451. En este caso, Cochasquí se escribe como Cochisquy y Cochysquy, sin embargo, se  
mencionan otras variaciones durante el colonialismo temprano como Cochizqui, Cochisqui,  
Cochisque, Cochesqui, Cochequi, Cocheque, Cochique, Cuchasqui y Cuchisqui entre muchas otras  
variaciones.  
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asiento de Cochisquy”, aunque su reclamo sobre este territorio fue  
breve y las razones exactas de esto no están claras en la documenta-  
ción histórica conocida actualmente.24  
En 1544, el conquistador Gonzalo Pizarro se rebeló de manera  
infame contra el Rey Carlos V de España y Blasco Núñez Vela, el pri-  
mer Virrey de Perú, en protesta por las Leyes Nuevas, que mitigaron  
25  
la explotación de las comunidades indígenas. Pizarro permaneció  
brevemente con su ejército en Cochasquí, donde establecieron un  
campamento momentáneo antes de cruzar el río Guayllabamba du-  
rante esta guerra civil. Parece haber permanecido directamente entre  
la comunidad indígena superviviente, ya que la zona se describe  
26  
como el “asiento de indios que llaman Cochisqui.” Más allá de que Co-  
chasquí sea una ubicación conveniente a lo largo del Qhapaq Ñan,  
camino que fue apropiado por los conquistadores españoles, con la  
intención de explotar el tambo de la comunidad existente. La rebe-  
lión de Gonzalo Pizarro terminó con la rendición y decapitación de  
Gonzalo Pizarro en Cuzco en 1548.27  
En 1553, Pedro de Cieza de Léon señaló que una vez que se  
abandonaba el “aposento” de Otavalo en el Qhapaq Ñan, se ascendía  
a un paso nevado -en referencia a Mojanda-Fuya Fuya- que señala  
como mortalmente gélido, y es simplemente difícil sobrevivir. Desde  
aquí, los viajeros descendían hasta el “aposento” de Cochasquí.  
Cieza de Léon señala que el camino continuaba hacia Guayllabamba  
y luego hacia Quito, por lo que Cochasquí está en la vena principal  
del Qhapaq Ñan y fue logísticamente importante para el Tawantin-  
28  
suyu y para la empresa colonial española temprana.  
24 Ibídem, vol. 2: pp. 18, 47.  
2
5 Guillermo Lohmann Villena, “Las leyes nuevas y sus consecuencias en el Perú”, Historia Ge-  
neral de España y América, Volumen 7, Ediciones RIALP, Madrid, 1982, pp. 417-435.  
6 Diego Fernández, [1571] Primera Parte de la Historia del Perú, Volumen 1, Biblioteca Hispania,  
Madrid, 1913, p. 244.  
2
2
7 Rafael Varón Gabai, La Ilusión del Poder: Apogeo y decadencia de los Pizarro en la conquista del  
Perú, Instituto de Estudios Peruanos e Instituto Francés de Estudios Andinos, Lima, 1996, p.  
2
72.  
2
8 Pedro de Cieza de León, [1553] Crónica del Perú: El Señorío de los Incas, Biblioteca Ayacucho,  
Caracas, 2005, p. 112.  
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Para 1561, se señala que Antón (también llamado Antonio)  
Diez era el encomendero de Cochasquí, una de sus cinco posesiones  
que incluían Patate, Píllaro, Tanta y Tulcán. Los ingresos generados  
durante este año por estos terrenos fueron de 1.150 pesos. Para poner  
esto en perspectiva, el encomendero de Caranquí y Manchángara  
ganaban colectivamente 880 pesos, mientras que el encomendero de  
Pomasquí y Mulaló recibían 1.500 pesos; por lo tanto, las cinco fincas  
29  
combinadas de Antón Diez eran menos rentables.  
El cacique del pueblo de Cochasquí en 1564 fue Alonso Anda-  
parinango, que tiene un apellido claramente no Quechua que en  
cambio es claramente Barbacoano. Se pueden ver convenciones de  
apellidos similares en los caciques contemporáneos de Otavalo (Luis  
3
0
Farinango) y Caranquí (Sancho Cavascango). Jacinto Jijón y Caa-  
maño interpretó el término ango como indicativo de que la persona  
31  
respectiva es “un señor”, o de una familia élite indígena. Durante  
este período, el morfema de -ango es geográficamente común en un  
área específica, siendo claramente evidente en los apellidos en el lí-  
32  
mite norte de la Cuenca de Quito que conduce a Cochasquí y den-  
tro del territorio general de los Cara, apareciendo incluso en  
33  
ocasiones como un apellido por sí mismo, Ango.  
Antón Diez se casó con la mestiza Doña María de Salazar, hija  
del capitán Rodrigo de Salazar, el encomendero de Otavalo, y Ana  
Palla Inka, una “india principal” de Quito y pariente cercana del di-  
34  
funto emperador Atawallpa, quien tenía sus propias presuntas re-  
laciones maternales con la región. Esta interacción de los matrimo-  
2
3
9 Pedro de Avendaño, [1561] “Relación de los encomenderos y repartimientos del Perú en  
561”, editado por Teodoro Hampe Martínez, Historia y Cultura, no 12 (1979), p. 108.  
0 Caciques de la Provincia de Quito, [1564] “Respaldo de los caciques de la provincia de Quito  
a Salazar de Villasante”, editado por Dora León Borja y Adám Szászdi, Boletín de la Academia  
Nacional de Historia, vol. 54, no 118 (1971), pp. 285.  
1
31 Jacinto Jijón y Caamaño, El Ecuador Interandino y Occidental antes de la Conquista Castellana,  
Volumen 1, Editorial Ecuatoriana, Quito, 1940, p. 244.  
3
2 Frank Salomon y Sue Grosboll, “Names and Peoples in Incaic Quito: Retrieving Undocu-  
mented Historic Processes Through Anthroponymy and Statistics”, American Anthropologist,  
vol. 88, no 2 (1986), p. 392, Tabla 2.  
33 Fernando Jurado Noboa, Las gentes del Corregimiento, Instituto Otavaleño de Antropología,  
Otavalo, 2001, pp. 162-163.  
34 Javier Ortiz de la Tabla Ducasse, Los encomenderos de Quito, 1534-1660: Origen y evolución de  
una elite colonial, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1993, p. 97.  
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nios de descendientes del Inka para mantener las tierras regionales  
entre las élites coloniales (es decir, matrimonios entre los conquista-  
dores españoles y los Inkas reales, o matrimonios entre los Inkas re-  
ales y la élite indígena), se ejemplifica aún más con el matrimonio  
de Francisco Topa-Atauchi, el hijo de Atawallpa, con la hija del caci-  
que de Otavalo en 1556.35  
La política mitmaq (es decir, grupos étnicos reubicados a la  
fuerza) del Tawantinsuyu tuvo efectos duraderos hasta bien entrado  
el colonialismo español. Los Cochasquí y otros grupos Cara no fue-  
36  
37  
ron una excepción. En Cajamarca del actual Perú, las visitas de la  
década de 1570 muestran claramente una gama de personas con ape-  
llidos como Cochique, Cochequi, Cuchique, Cuchiqui, Cochaquispi  
38  
y Cochasquispe, entre otras variaciones. Fue una época en la que a  
menudo se coaccionaba a los indígenas para que adoptaran su co-  
munidad de origen como apellido, un medio del Estado colonial es-  
pañol, para controlar a determinados individuos y obligarles a  
adaptar apellidos al estilo europeo. En una forma de reciprocidad  
dictada por el imperio, varios Cuismancu-Chuiquimancu (como los  
de la comunidad de Ichingui) de Cajamarca fueron trasladados por  
el Tawantinsuyu a la zona de Quito, cuyos descendientes siguieron  
39  
identificándose como tales en el primer colonialismo español. Cu-  
3
5 Ryan Scott Hechler, Alternative Inka Imperial Strategies in Northern Ecuador, Tesis de Maestría,  
Department of Anthropology, McGill University, Montréal, 2014, pp. 81, 90.  
6 Ibídem, pp. 67-72.  
3
3
7 Las visitas existieron durante todo el colonialismo español y fueron un medio para que la  
Corona española obtuviera información sobre el número de habitantes, en particular de la  
población indígena constantemente incorporada, por una variedad de razones, aunque más  
fervientemente por la labor (p. ej., la mita) y los impuestos. Debido a tal motivación, los ad-  
ministradores coloniales podían ser bastante agresivos al saber cuántas personas estaban  
presentes en una comunidad. Más información en: Noble Cook, “Visitas, censos y otras fuen-  
tes de información demográfica”, Fuentes documentales para los estudios andinos 1530-1900, Vo-  
lumen 1, editado por Joanne Pillsbury, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica  
del Perú, Lima, 2016, pp. 241-246.  
38 Visitas a Cajamarca, [1571-78] Las visitas a Cajamarca 1571-72/1578, Volúmenes 1-2, editado por  
María Rostworowski de Diez Canseco e Isabel Remy, Instituto de Estudios Peruanos, Lima,  
1
3
992, vol. 1: pp. 298-299, 323, 384, 392, 415; vol. 2: pp. 30, 44, 71, 137, 157, 221, 238, 258, 272,  
13, 439, 448.  
3
9 Aquiles Pérez, 1960, Quitus y Caras. Publicación del Instituto Ecuatoriano de Antropología y  
Geografía, Quito, pp. 242-243. Waldemar Espinoza Soriano, “Los mitmas Huayacuntu en  
Quito o guarniciones para la represión armada, siglos XV y XVI”, Revista del Museo Nacional,  
vol. 41, pp. 352, 356.  
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4
00 años de resiliencia histórica  
riosamente, un fragmento de borde de cerámica Cajamarca fue en-  
40  
contrado en Cochasquí en la Pirámide E por el Grupo Ecuador.  
En 1573, Cochasquí era conocido por su tambo y tienda. Ade-  
más, el capitán Diego de Sandoval mencionó específicamente la vi-  
sita a un tambo llamado Chazi (también deletreado Chizi), en medio  
41  
de Otavalo y Cochasquí. Este habría sido un tambo menor y enca-  
42  
jaría bien con el sistema de los Inkas de espaciar los tambos. Es pro-  
bable que este tambo estuviera situado cerca de los lagos del cráter  
de Mojanda-Fuya Fuya. Ese mismo año, se hizo hincapié en que el  
4
3
ganado y la yegua se alojaban en Cochasquí. El año de 1573 fue  
también cuando se confirmó reciente fallecimiento de Antón Diez.  
La viuda María de Salazar volvió a casarse poco después con Alonso  
de Aguilar, un afamado hidalgo y hermano del conquistador Diego  
González Rengel.44  
A fines de la década de 1570, la menguante población de Co-  
chasquí estaba dividida entre los pueblos vecinos de Malchingui, al  
45  
oeste, y Tocachi, al este. Sin embargo, esto no refleja la realidad de  
las poblaciones que aún vivían alrededor de la hacienda y trabajaban  
46  
allí. Esta reducción es particularmente notable ya que pocas comu-  
4
4
4
0 Uwe Schönfelder, “Análisis de la cerámica fina del tipo Panzaleo-Cosanga y hallazgos me-  
nores”, Excavaciones en Cochasquí, Ecuador, 1964-1965, editado por Udo Oberem y Wolfgang  
Wurster, Verlag Philipp von Zabern, Mainz Am Rhein, 1989, p. 212.  
1 Bernaldino de Cisneros, [1573] “Organización de los tambos de la jurisdicción de Quito”,  
Libro de cabildos de la ciudad de Quito: 1573-1574, editado por Jorge A. Garcés G., Archivo Mu-  
nicipal de Quito, Quito, 1934, pp. 91-92.  
2 Los tambos eran alojamientos importantes del Tawantinsuyu que se espaciaban a una dis-  
tancia que equivaldría a un viaje de un día a pie en el Qhapaq Ñan. Los tambos fueron muy  
importantes como lugares de descanso para las élites del imperio. Posteriormente, la admi-  
nistración colonial española se apropió de este sistema para su propio uso de infraestructura.  
Más información del sistema de tambos y el Qhapaq Ñan en: John Hyslop, The Inka Road  
System, Academic Press, Orlando, 1984.  
4
3 Grupo Ecuador documentó arqueológicamente restos de vacas y caballos de la época colonial  
española en los estratos superiores de varias partes del sitio monumental de Cochasquí. Con-  
sulta Udo Fritz y Uwe Schönfelder, “New Results concerning the Integration Period in the  
Northern Highlands of Ecuador”, Institute of Archaeology Bulletin, no 23 (1987), p. 145, Tabla  
4.  
4
4 Anónimo, [1573] “La cibdad de Sant Francisco del Quito”, Relaciones Geográficas de Indias, Vo-  
lumen 3, editado por Marcos Jiménez de la Espada, Tipografía de los hijos de M. G. Hernán-  
dez, Madrid, 1897, pp. 71, 76.  
45 Pablo Herrera, Apuntes para la historia de Quito, Juan Campuzano, Quito, 1874, p. 17.  
6 “Los funcionarios del virrey se desplegaron por las provincias con instrucciones de consolidar  
4
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nidades al norte de Quito fueron sometidas a las reducciones espa-  
ñolas que forzaron la reubicación total de muchas comunidades in-  
dígenas en la Real Audiencia de Lima.47 Para dar una idea del  
tamaño de la población y de su potencial laboral, la revisión de las  
fuerzas de trabajo de la mita colonial española secuestrada de una  
comunidad puede ser una buena indicación de la correlación del ta-  
maño de la población. El 24 de abril de 1583, el Alcalde Ordinario  
Pedro de Castro reclutó a 533 trabajadores para proyectos de agri-  
cultura y construcción. Estas comunidades eran de entre el norte de  
Quito hasta Ibarra. De las antiguas sedes de los Cara, las cifras pue-  
den ser reveladoras: 250 personas de Otavalo, 40 de Caranquí, 20 de  
Cayambe y 10 de Cochasquí.48  
María de Salazar murió en 1585, y Alonso de Aguilar perdería  
algunas de sus posesiones territoriales, controlando Cochasquí y Tul-  
cán; perdió Píllaro, pero ganó Puéllaro cerca de Cochasquí, todo lo  
49  
cual estuvo a su cargo durante los años 1591 a 1593. Para dar más  
indicios de la disminución de la población de Cochasquí, la enco-  
mienda de Cochasquí sólo tenía 103 tributarios en 1591, mientras que  
la comunidad vecina de Puéllaro tenía 239. Los otros antiguos cen-  
tros de poder Cara tuvieron un número mucho mayor de tributarios,  
50  
como Cayambe con 480 y Otavalo con 2.011.  
En 1586, Gerónimo Puento, el cacique de Cayambe, afirmó que  
sus antepasados gobernaron sobre los Cayambe, Otavalo, y Cochas-  
los pequeños asentamientos en otros más grandes, trazar calles y lotes para casas, y obligar  
a más de un millón de campesinos a reubicarse. Los nuevos pueblos, o reducciones, debían  
tener una cuadrícula de calles cuadrilátera uniforme que rodeara una plaza central y una  
iglesia, gobernadas por hombres indígenas que ocuparan cargos y títulos municipales espa-  
ñoles. … Incluso mientras se trazaban nuevas calles y posiciones de liderazgo, las reduccio-  
nes se construyeron sobre las instituciones existentes de los andinos, que los españoles creían  
que eran la creación de los sabios reyes incas. Y, tácita o explícitamente, muchas de los asen-  
tamientos aldeas sobrevivieron junto a los nuevos pueblos.” En: Jeremy Ravi Mumford, Ver-  
tical Empire: The General Resettlement of Indians in the Colonial Andes, Duke University Press,  
Durham, 2012, pp. 1-2. Traducido por los autores.  
4
7 Ibídem, p. 137.  
48 Frank Salomon, “Don Pedro de Zámbiza, un varáyuj del siglo XVI”, Cuadernos de Historia y  
Arqueología, no 42 (1975), pp. 296-297.  
4
9 Javier Ortiz de la Tabla Ducasse, Los encomenderos de Quito, 1534-1660: Origen y evolución de  
una elite colonial. Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1993, pp. 104-105.  
0 Ibídem, p. 34, Cuadro 4.  
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5
1
quí. A lo largo del colonialismo español temprano, no era infre-  
cuente que los caciques regionales con mayor poder político, en vir-  
tud de los acuerdos coloniales, intentaran inflar sus posesiones y  
promover sus reivindicaciones (aunque sólo fueran de carácter his-  
tórico), a veces como medio de represalia contra sus rivales. Como  
Cochasquí era una mera sombra de lo que fue, parece poco probable  
que Puento hiciera esta pretensión en un intento de consolidar los  
recursos o la mano de obra de Cochasquí en sus posesiones. En su  
lugar, esto puede haber sido un intento, por parte de Puento, de re-  
apropiarse del legado de Cochasquí para promover su propio pres-  
tigio. Tal vez el primer ejemplo de lo que se convertiría en una táctica  
común a través de la época colonial española hasta la actualidad.  
En 1600, Malchingui está incluido en la lista de la Orden de  
San Francisco, quienes eran los encargados de la misionización cris-  
tiana local. En 1627, Malchingui vuelve a figurar en la lista y Tocachi  
se incluye por primera vez, siendo ambos reinscritos en 1631. El pue-  
blo de Cochasquí no se menciona específicamente y es probable que  
52  
pertenezca a una de estas comunidades más grandes. La disminu-  
ción del tamaño de la población de Cochasquí se insinúa aún más  
en 1615, cuando Guaman Poma señaló que el tambo de Cochasquí  
no poseía una población real asociada a él (representado por un cír-  
53  
culo hueco) (Figura 1). Guaman Poma rastreó los tambos a lo largo  
de la línea principal del Qhapaq Ñan, y localmente indicó que había  
poblaciones importantes (representado con el símbolo de una casa)  
54  
en Guayllabamba, Otavalo, y Caranquí. El siguiente tambo sin po-  
5
5
5
1 Gerónimo Puento, [1586] “Probanza de servicios de don Gerónimo Puento cacique principal  
del pueblo de Cayambe”, Documentos para la historia militar, Volumen 1, Casa de la Cultura,  
sQuito, 1974, pp. 27, 29, 35.  
2 Doctrinas en la Real Audiencia de Quito, [1570-1640] Primeras Doctrinas en la Real Audiencia  
de Quito: 1570-1640, editado por Hugo Burgos Guevara, Ediciones Abya-Yala, Quito, 1995,  
pp. 104, 189, 219.  
3 Felipe Guaman Poma de Ayala, [1615] Nueva corónica y buen gobierno. Institut d’ethnologie,  
Paris, 1936, Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfica, Subdirección General de Coor-  
dinación Bibliotecaria, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Gobierno de España,  
Madrid, p. 1085 [1095].  
5
4 Más información de la interpretación de la sistema de Guaman Poma, consulta: Antonio  
Fresco González, Ingañan: La red vial del imperio inca en los Andes ecuatoriales, Banco Central  
del Ecuador, Quito, 2004, pp. 153-155.  
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blación local es el de Yahuarcocha, lugar de la masacre perpetrada  
por los Inkas.  
En 1645, numeraciones del Repartimiento de Otavalo, indica-  
55  
ban que un ayllu de Cochasquí residía en Cotacachi, lo cual invoca  
la idea de los Cochasquí huyendo de los Inkas a través de Mojanda-  
Fuya Fuya para refugiarse entre las comunidades aliadas. Los miem-  
bros de la comunidad tenían una variedad de apellidos, aunque  
algunos apellidos regionales eran similares a los de los Cochasquí  
56  
desplazados en Cajamarca, tales como Cuchiqui y Cuchiquillin. La  
población local de Cotacachi tenía dos ayllus, quizás como resultado  
del proceso Inka de dividir a las comunidades en hanan (mitad su-  
perior de una unidad) y hurin (mitad inferior de una unidad). Un  
ayllu de Cotacachi tenía 272 personas, mientras que el otro tenía 358;  
por lo tanto, su población combinada era de 630. El ayllu de Cochas-  
quí en Cotacachi tenía una población de 497 personas, muy cerca del  
total de la población real de Cotacachi en ese entonces. El pueblo de  
Cotacachi tenía una población de 1.866 habitantes, por lo que los Co-  
tacachi y Cochasquí constituían casi dos tercios de la comunidad.5  
Al otro lado de Mojanda-Fuya Fuya, en 1655, Manuel Freire (también  
pronunciado Freile) de Zamora estableció el mayorazgo de Cochas-  
quí y fue el regidor de las haciendas de Cochasquí así como de Ota-  
7
58  
valo y Villa. La familia Freire mantendría el control de Cochasquí  
hasta la época de la independencia. La hacienda se encuentra justo  
al suroeste y cuesta abajo del núcleo del sitio monumental de Co-  
chasquí. Estos antiguos y poderosos espacios espirituales de monu-  
mentalidad indígena fueron secuestrados para ser una fuente de  
beneficios agrícolas para la élite colonial española.  
5
5 Andrés de Sevilla, [1645] Numeraciones del Repartimiento de Otavalo, Volúmenes 1-2, editado  
por Juan Freile Granizo, Instituto Otavaleño de Antropología, Otavalo, 1981, vol. 1: pp. 290-  
3
23.  
5
6 Ibídem, vol. 1: p. 84; vol. 2: p. 43  
5
7 Karen Powers, Indian Migration and Sociopolitical Change in the Audiencia of Quito, Tesis de Doc-  
torado, Department of History, New York University, New York, 1990, p. 450, Tabla 30.  
8 Libro de Cabildos de Ibarra, [1648-59] Libro de cabildos de la Villa de San Miguel de Ibarra: 1648-  
5
1658, editado por Jorge A. Garcés G., Quito, Archivo Municipal de Quito, Quito, 1948, p. 275.  
Francisco M. Compte, Varones ilustres de la orden seráfica en el Ecuador, desde la fundación de  
Quito hasta nuestros días, Volumen 1, Imprenta del Clero, Quito, 1885, p. 265.  
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Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
Finalmente, la capacidad de réplica del funcionamiento de la  
memoria o decir de las tradiciones es una importante fuente de  
poder entre las élites coloniales, así como particularmente en los des-  
cendientes de los Inkas. La conquista Inka de Cochasquí fue conme-  
morada por las élites Inka, quiteños y hispo-mestizos hasta bien  
entrado el colonialismo español. Uno de los espectáculos de danza  
ritual más destacados fue la celebración, en 1631, en Quito por el na-  
cimiento del hijo del rey Felipe IV, Baltasar Carlos, un siglo después  
59  
de la conquista española. Peculiarmente, la masacre de Yahuarco-  
cha fue un pasado devastador del que las élites locales parecen ha-  
berse distanciado, tal vez debido a la mayor prominencia de la  
población Caranquí. Sin embargo, los descendientes de los Inkas, a  
1
.650 km de distancia, en Cuzco, representaban la Batalla de Yahuar-  
cocha a través de la danza, con una de sus representaciones más des-  
tacadas durante la beatificación, en 1610, del padre Ignacio de  
Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.  
60  
Cochasquí en el mapa: Los avances de la cartografía regional y la  
Misión Geodésica Francesa  
El cartógrafo holandés Willem Janszoon Blaeu representó el  
61  
Virreinato del Perú en el Atlantis Appendix en 1630. Aunque Blaeu  
nunca visitó los Andes, recopiló su información cartográfica y la ubi-  
cación geográfica de las ciudades a partir de una gran variedad de  
fuentes. Su mapa de los Andes no debe considerarse geográfica-  
mente exacto según los estándares modernos ni actuales. Pese a que  
Blaeu se centró en el litoral occidental, su disposición de las ciudades  
del interior y de la cordillera de los Andes describe con precisión las  
posiciones relativas de los lugares importantes. En especial, repre-  
5
9 Diego Rodríguez Urban de la Vega, [1631] “Relación de las célebres y famosas fiestas”, An-  
tología de prosistas ecuatorianos, Volumen 1, editado por Pablo Herrera, Imprenta del Gobierno,  
Quito, 1895, pp. 126.  
6
0 Anónimo, [1610] “Relación de las fiestas que en la Ciudad del Cuzco se hicieron por la Bea-  
tificación del Bienaventura de Padre Ignacio de Loyola”, Los orígenes del periodismo en el Perú:  
De la relación al diario, 1594-1790, editado por Carlos Alberto Romero, Librería e Imprenta  
Gil, Lima, 1940, p. 18.  
61 Willem Janszoon Blaeu, “Peru”, Atlantis Appendix, Willem Janszoon Blaeu, Amsterdam, 1630.  
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193  
senta a Cochasquí, entre Guayllabamba y Otavalo (Figura 2). Su se-  
cuencia general de ciudades puede indicar que estaba utilizando a  
Cieza de León como su fuente principal. El trabajo de Blaeu fue pos-  
teriormente copiado por otros como Ioannem Ianssonium en 1647 y  
Arnoldus Montanus en 1671.  
La Misión Geodésica Francesa (Expédition géodésique fran-  
çaise en Équateur, 1735 a 1743) constituyó un momento fundamental  
en la historia de la cartografía y las ciencias y un momento excep-  
cionalmente importante en la historia de Ecuador, ya que este pro-  
yecto atrajo la atención internacional hacia la región. Durante esa  
misión, miembros del equipo visitaron Cochasquí. El astrónomo Pie-  
rre Bouguer señaló su ubicación al sur de Mojanda-Fuya Fuya y que  
allí había una hacienda de un hombre llamado “Emanuel Frayré” (es  
decir, otro Manuel Freire, descendiente del anteriormente mencio-  
nado Manuel Freire). Bouguer, en compañía de uno de los líderes de  
la expedición, Charles-Marie de La Condamine, utilizó Cochasquí  
como uno de sus puntos de triangulación. Bouguer utilizó específi-  
camente el término “la Tola de Cochesqui” como punto de medición  
geográfica, aunque nunca indica de forma concluyente qué tola uti-  
lizó. Bouguer se refirió a “Cochesqui sobre una Tola o antiguo Sepulcro  
62  
de los Indios”. Bouguer indica que el extremo norte de su meridiano  
6
3
en Cochasquí se realizó al 20 de marzo de 1740. En otro ejemplo  
algo más problemático del reconocimiento gradual por parte de los  
europeos de la importancia arqueológica de las tolas, los capitanes  
españoles que acompañaban a la expedición francesa, Jorge Juan y  
Antonio de Ulloa, ilustrarían los montículos funerarios y los posibles  
artefactos encontrados en ellos, una guía para los aspirantes a hua-  
64  
queros europeos. Bouguer utilize convenientemente una tola para  
una observación astronómica del cenit de Orión en el fin de 1742,  
aunque nunca insinuó ni relacionó que las tolas tuvieras funciones  
astronómicas más allá de la comodidad de una gran superficie plana  
65  
para utilizar en la observación de las estrellas.  
62 “…Cochesqui sur une Tola ou ancien Sépulchre d’Indiens…”, en: Pierre Bouguer, La figure de la  
terre, Charles-Antoine Jombert, Paris, 1749, pp. 114-115.  
3 Ibídem, p. 228.  
6
6
4 Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Relación Histórica del Viage a la América Meridional: Primera  
Parte, Volumen 2, Antonio Marín, Madrid, 1748, pp. 624-625.  
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Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
Louis Godin, otro miembro del equipo, incluyó a Cochasquí  
en su borrador de mapa que famosamente detalló todos los puntos  
de triangulación de sus medidas cartográficas y de sus líneas de vi-  
66  
sión asociadas (Figura 2A). La Condamine seña que la tola de Co-  
chasquí fue utilizada para triangular puntos entre Tanlahua (aproxi-  
madamente 15 km al oeste) y Oyambaro (aproximadamente 30 km  
al sur) (Figura 4).67  
Desafortunadamente, Cochasquí no fue considerado lo sufi-  
cientemente importante como para incluirla en el mapa finalizado  
por Pedro Vicente Maldonado, el famoso colaborador ecuatoriano  
6
8
de la Misión Geodésica Francesa. El mapa de Maldonado clara-  
mente representa Malchinguí, Tocachi, Mojanda, y Otavalo, pero Co-  
chasquí no se encuentra en ninguna parte. Por fortuna, La Conda-  
mine ilustró el pueblo de Cochasquí, su punto de señalización en la  
tola no revelada, así como los lugares próximos de Tocachi, Malchin-  
gui, y el complejo volcánico Mojanda-Fuya Fuya (Figura 5).6  
9
Durante este tiempo, el acceso a la vertiente sur de la Mojanda-  
Fuya desde Quito no siempre fue una tarea fácil. Hubo una serie de  
cruces de puentes sobre el Río Guayllabamba y el Río Pisque. Uno  
de los medios más famosos para cruzar el río Guayllabamba era la  
tarabita, como el cruce de Alchipichí documentado por Juan y Ulloa.  
La tarabita era una sola cuerda sostenida por un fuerte poste con una  
rueda a cada lado del río. A este montaje se le acopló una hamaca  
7
0
para trasladar mercancías, personas y animales. Este método de  
transporte adquirió cierta fama internacional entre los apasionados  
6
6
6
5 Bouguer registró varias mediciones en Cochasquí entre el 29 de noviembre de 1742 y el 2 de  
enero de 1743, en: Pierre Bouguer, La figure de la terre, Charles-Antoine Jombert, Paris, 1749,  
pp. 270-271.  
6 Louis Godin, Pierre Bouguer, y Charles-Marie de La Condamine, Méridienne de Quito et côtes  
du Pérou aux environs de l’Equateur, déterminées astronomiquement et géométriquement, Paris,  
1746.  
7 Charles-Marie de La Condamine, Mesure des trois premiers degrés du méridien dans l’hémisphère  
austral, Imprimerie Royale, Paris, 1751, pp. 36-37, Tabla 8.  
6
6
8 Pedro Vicente Maldonado, Carta de la Provincia de Quito y de sus adjacentes… Paris, 1750.  
9 Charles-Marie de La Condamine, Journal du voyage fait par ordre du roi, à l’Equateur, servant  
d’introduction historique à la mesure des trois premiers degrés du méridien, Imprimerie Royale,  
Paris, 1751, pp. 20-21.  
7
0 Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Relación Histórica del Viage a la América Meridional: Primera  
Parte, Volumen 2, Antonio Marín, Madrid, 1748, pp. 577-578.  
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195  
de la Misión Geodésica Francesa, como el economista italiano Conde  
71  
Gian-Rinaldo Carli de la República de Venecia.  
Cochasquí: Desde la Independencia española hasta 1932  
Durante la independencia, Cochasquí protagonizó insólita-  
mente otro momento de la historia. Charles Eloi Demarquet, que fue  
un destacado ayudante de campo de Simón Bolívar, pasó por la Ha-  
72  
cienda Cochasquí el 12 de julio de 1823. Si bien se trata de un mo-  
mento en el tiempo, el camino elegido indica el punto destacado de  
la ruta que Cochasquí todavía mantenía. Sin embargo, a finales del  
siglo XIX aumentaron los informes sobre la precariedad de la trave-  
sía de Mojanda-Fuya y sus diversos cruces de ríos, lo que podría in-  
dicar una disminución del uso y un creciente aislamiento de los  
principales centros de población.  
En 1876, el horticultor francés Édouard André cruzó con éxito  
Mojanda desde Otavalo, llegó al río Pisque, e intentó cruzar un  
puente de piedra en ruinas y sólo consiguió que se derrumbara par-  
73  
cialmente y sumergiera parte de su caravana. En 1880, el explora-  
dor inglés Edward Whymper se aventuró desde Otavalo a Mal-  
chingui. Durante el descenso de Mojanda-Fuya Fuya a Malchinguí,  
perdió una mula que cayó por la ladera de la montaña debido a un  
camino pedregoso degradado; milagrosamente, la mula después fue  
encontrada viva. Whymper observó: “Hay una pequeña posada en Mal-  
chingui, pero entre ese lugar y Otavalo no hay, creo, una sola casa”.  
Whymper publicó un mapa que hizo de los lugares que visitó; mien-  
tras que Malchingui y Otavalo están claramente marcados, Cochas-  
74  
quí no aparece por ningún lado. Por encima de Cochasquí, todavía  
7
1 Conde Gian-Rinaldo Carli, [1779] “Carta XX: Epílogo de los principios fundamentales del  
gobierno de los Incas diferente de todos los otros…”, Cartas americanas dirigidas por el Conde  
Gian-Rinaldo Carli a su sobrino El Marqués de Pietra-Pelosa desde el año de 1777 al de 1779, tradu-  
cido por D. Fernando Pimentel, Imprenta de D. Mariano de Zúñiga y Ontiveros, México D.F.,  
1821, p. 76.  
7
2 Charles Eloi Demarquet, [1823] “1141. Original. A los Comandantes de las tropas, del parque,  
ó al Edecan de S. E. el Libertador, Felipe Álvarez, que vienen por el camino de la hacienda  
de Cochasqui, Guayabamba, 12 de Julio de 1823”, Memorias del General O’Leary, Volumen 20:  
Documentos, editado por Simon B. O’Leary, Imprenta de El Monitor, Caracas, 1883, p. 194.  
3 Édouard André, “L’Amérique Équinoxiale: 1875-1876”, Le Tour du Monde, vol. 45, no 1 (1883),  
pp. 379, 381.  
7
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Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
se pueden ver restos de un camino pavimentado en las laderas su-  
periores del sur de Mojanda-Fuya Fuya, así como corrales de tierra  
cuadrangulares, tal vez indicios de los esfuerzos coloniales Inka y/o  
españoles tempranos.75  
A finales del siglo XIX, se empiezan a ver las primeras men-  
ciones de los recursos culturales de Cochasquí. Durante la histórica  
Exposición Colombina de 1892 llevada a cabo en Madrid, se expuso  
una gran variedad de artefactos precolombinos de todo Ecuador, in-  
cluidos los de las provincias de Pichincha e Imbabura. Walter Hough  
señaló que se estaban extrayendo artefactos de Cochasquí.7  
Antes de que Max Uhle visitara Cochasquí, más de 40 años  
antes se le encargó la revisión de una serie de artefactos de Ecuador  
para el Museo de Etnología de Leipzig, Alemania. Uno de los arte-  
factos más singulares que estudió fue una cabeza de azadón de cobre  
6
7
7
de Cochasquí. El azadón (Figura 6A) era una hoja triangular do-  
blada que se trabajaba a partir de una lámina metálica duradera. La  
cabeza en sí tiene 15 cm de longitud. Un análisis de la composición  
de los metales reveló que el azadón tiene 96.4% Cu, 1.6% Zn, 1.4%  
Fe, 0.5% Pb, y 0.08% Co + Ni. Uhle también incluyó lo que parece  
ser un raspador de obsidiana, de 2,6 cm de longitud, encontrado en  
Mojanda-Fuya Fuya (Figura 6B). Todavía hay un debate sin resolver:  
si Mojanda-Fuya presentó una fuente de obsidiana viable como las  
78  
fuentes cercanas de Mullumica y Callejones. Este azadón era muy  
79  
conocido en Ecuador y fue detallado por Federico González Suárez,  
74 Edward Whymper, Travels Amongst the Great Andes of the Equator, John Murray Printing, Lon-  
don, 1892, pp. 284-286, 284n1.  
7
5 Ryan Scott Hechler et al., “Proyecto Arqueológico Cochasquí-Mojanda: Avances Prelimina-  
res”, presentado en el Auditorio del Centro de Investigaciones de la Memoria y el Patrimo-  
nio, Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, Quito, 1 de septiembre de 2016.  
6 Walter Hough, “Ancient Central and South American Pottery, in the Columbian Historical  
Exposition at Madrid, in 1892”, Report of the United States-Commission to the Columbian Histo-  
rical Exposition at Madrid, 1892-93, with Special Papers, Government Printing Office, Washing-  
ton, D.C., 1895, p. 361.  
7
7
7
7
7 Max Uhle, Kultur und Industrie südamerikanischer Völker, Volumen 1, A. Asher, Berlín, 1889, pp.  
60, 62, Lám. 24, Fig. 24.  
8 Ludovic Bellot-Gurlet et al., “Obsidian provenance studies in Colombia and Ecuador: Obsi-  
dian sources revisited”, Journal of Archaeological Science, no 35 (2008), pp. 276, 281-283.  
9 Federico González Suárez, Los aborígenes de Imbabura y del Carchi, Volumen 1, Tipografía y En-  
cuadernación Salesiana, Quito, 1908, p. 92.  
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que lo llamó un hacha, y René Verneau y Paul Rivet, quienes como  
Uhle lo denominaron un azadón.80  
En 1892, González Suárez documentó tres estatuillas de cerá-  
mica rotas, procedentes de Cochasquí (Figura 6C-E). Él solo señala  
que “fueron encontrados en algunas tolas, que se abrieron en el territorio  
81  
de Cochasquí.” En 1914, Jacinto Jijón y Caamaño documentó y fue  
el primero en fotografiar una serie de artefactos (Figura 6F-N) de Co-  
chasquí, aunque nunca se menciona su procedencia exacta. Jijón y  
Caamaño documentó una estatuilla de cerámica, un silbato, varios  
adornos corporales y vasijas de cerámica, incluidos los vasos trípo-  
des, icónicos de la región, del Período de Integración Tardío. Jijón y  
Caamaño fue además el primero en publicar un dibujo de una pirá-  
82  
mide de Cochasquí. Y es aquí donde comienza la historia arqueo-  
lógica moderna de Cochasquí.  
Avanzar para mirar hacia atrás  
En diciembre de 1932, Max Uhle llegó a la Hacienda Cochas-  
quí (Figura 7) para investigar el famoso sitio monumental. Por des-  
gracia, el hacendado había decidido desviar la adyacente quebrada  
Tenerías directamente a través del centro de la Pirámide G para des-  
pojarla de posibles tesoros. Se hizo un daño irreparable, cuyas cica-  
trices abiertas continúan erosionándose hasta el día de hoy. Los  
restos de cientos de humanos, artefactos y restos arquitectónicos fue-  
ron revelados a través de esta acción, mucho de los cuales se han per-  
didos o destruidos. La única opción para Uhle era realizar un estudio  
83  
de rescate arqueológico. Sin embargo, estas repercusiones del co-  
8
8
8
0 René Verneau y Paul Rivet, Ethnographie ancienne de l’Équateur, Gauthier-Villars, Paris, 1912,  
pp. 282, 327.  
1 Federico González Suárez, Historia General de la República del Ecuador: Atlas arqueológico ecua-  
toriano, Imprenta del Clero, Quito, 1892, pp. 154-155, Lám. 35, Figs. 1-3.  
2 Jacinto Jijón y Caamaño, Contribución al conocimiento de los Aborígenes de la Provincia de Imbabura  
en la República del Ecuador, Blass y Cía, Madrid, 1914, pp. 95, 106-107, 110, 129-130, 138-140,  
1
4
45, 148-149, 294-295, 321-322. Figura 3F-N de Lám. 13, Fig. 2; Lám. 17, Fig. 4; Lám. 40, Fig.  
; Lám. 42, Fig. 1; Lám. 41, Figs. 4, 2; Lám. 24, Figs. 2-3; Lám. 32, Fig. 1.  
8
3 Max Uhle, “Die Ruinen von Cochasquí”, Ibero-amerikanisches Archiv, vol. 7, no 2 (1933-34),  
pp. 127-134.  
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Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
lonialismo y los desarrollos en curso de la arqueología moderna tem-  
prana merecen una discusión mucho más profunda de lo que se  
puede proporcionar aquí y se explorará en próximos artículos.  
Las pirámides y montículos de Cochasquí se transformaron  
rápidamente de espacios de culto a un lugar de servidumbre donde  
las comunidades indígenas fueron obligadas a cultivar y arar su pro-  
pio paisaje sagrado. La ubicación intencional de una hacienda espa-  
ñola en un conocido centro monumental no fue un accidente. Es un  
signo del poder colonial sobre las formas de vida y ontologías indí-  
genas. Sabemos que Cochasquí fue arado profundamente. El Grupo  
Ecuador ha señalado que el arado ocurrió a una profundidad mí-  
nima de 0,4 m. También que se construyeron zanjas artificiales per-  
pendiculares a las laderas descendentes de Mojanda-Fuya Fuya para  
mitigar la erosión; la profundidad de estas zanjas oscilaba entre 0,4  
y 1,2 m aproximadamente. Para evocar mejor la intensidad de estas  
intrusiones agrícolas, cabe señalar que el Grupo Ecuador documentó  
7
0 hallazgos aislados (tumbas, ofrendas de vasijas y rasgos varios)  
84  
de actividades agrícolas en el transcurso de un año (1964-65), por  
lo que lo encontrado en los más de 400 años anteriores puede dejarse  
a la especulación.  
Conclusión  
A través de los elementos presentados a lo largo de este texto,  
se puede evidenciar como el sitio arqueológico Cochasquí se man-  
tuvo de distintas formas como un lugar estratégico a lo largo de su  
historia. También se puede constatar a tráves de los registros etno-  
históricos, cómo, de alguna forma, constituyó inicialmente un centro  
socio político cuya complejidad se evidencia actualmente en el tipo  
de arquitectura y composición espacial, hasta su absorción en el Ta-  
wantinsuyu durante la invasión y su posterior apropiación espiritual  
y su eventual desprecio por parte de los españoles.  
84 Jürgen Wentscher, “Hallazgos de depósitos, tumbas y objetos aislados (lugares de hallazgo  
1-70)”, Excavaciones en Cochasquí, Ecuador, 1964-1965, editado por Udo Oberem y Wolfgang  
Wurster, Verlag Philipp von Zabern, Mainz Am Rhein, 1989, p. 105.  
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La exhaustiva revisión de los documentos etnohistóricos pre-  
sentados permite reconocer la permanencia de Cochasquí en los re-  
gistros coloniales españoles, no solamente a partir de su ubicación  
geográfica en relación con el complejo volcánico Mojanda-Fuya  
Fuya, sino también a través de los documentos acerca de la organi-  
zación poblacional y el uso del espacio con distintos objetivos, como  
los mencionados usos de tambo y el posterior desarrollo de la pro-  
ducción agrícola.  
De igual forma, a través de los distintos personajes de la época  
colonial española, se refleja también toda la variedad de interaccio-  
nes que se mantenían alrededor del sitio. Resaltan, por ejemplo, el  
establecimiento de distintos tipos de poder a través de la gobernanza  
de áreas específicas, el mestizaje y la convergencia de las poblacio-  
nes, algunas de las cuales ya estaban reubicadas en la época del Ta-  
wantinsuyu en las áreas clave alrededor de Cochasquí. En este  
aspecto, fuentes del inicio de la colonia sirven como una referencia  
clave para determinar el tipo de potencial económico reflejado en los  
tributos, pero también el proceso que derivó en un declive reflejado  
a través de una evidente reducción de la población como producto  
del sistema mitmaq de movilización poblacional implementado ya  
en la conquista Inka.  
Sin duda, las distintas representaciones cartográficas permiten  
identificar las asociaciones realizadas con respecto al sitio y su im-  
portancia a nivel regional, e incluso señalar las veces en que este fue  
omitido de los registros. Las investigaciones que tuvieron lugar en  
Cochasquí, como la visita de la Misión Geodésica Francesa, permite  
además señalar detalles como el apellido de los herederos de la ha-  
cienda que aún permanecían en posesión del área, así como las aso-  
ciaciones realizadas con respecto a la existencia de estructuras  
monumentales.  
Visitas de distintos investigadores, así como la referencia al  
material arqueológico exhibido en Madrid, hasta la visita de Max  
Uhle, cambian por completo el panorama acerca del sitio y el inicio  
de las investigaciones cuando la época colonial había terminado.  
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200  
Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
Desde el inicio de Cochasquí, hubo la creación de espacios sa-  
grados, tal vez inspirados por la devastadora actividad volcánica,  
sólo para ser secuestrados por los Inkas y luego para ser despejados  
para los esfuerzos agrícolas de las élites españolas demasiado entu-  
siastas y sus descendientes, para finalmente ser transformados en  
un parque protegido por el gobierno casi 450 años más tarde. Co-  
chasquí es más que un momento, es una suma de experiencias de  
creatividad, desastre, opresión y resiliencia. Con esto en mente, la  
historia de Cochasquí y sus herederos no está representada por un  
momento estático vivido por víctimas indefensas que fueron some-  
tidas a una brutal derrota por parte de los conquistadores imperiales  
inkas y españoles, sino la continuación dinámica de un gran legado  
de resiliencia y revitalización en el que las nuevas historias se gene-  
ran a partir de las antiguas.  
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208  
Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
Figura 1. Detalle del tambo de Cochasquí (Cocheque) por Guaman Poma, 1616  
(cortesía de la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfica del Gobierno de España).53  
Fuente: https://bvpb.mcu.es/iberoamerica/es/consulta/registro.do?control=BVPBB20170009771  
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Figura 2. Detalle del contexto de Cochasquí (Cochequi) por Willem Blaeu, 1630  
(cortesía de David Rumsey Map Collection, David Rumsey Map Center, Stanford Libraries).  
Fuente: https://www.davidrumsey.com/luna/servlet/detail/RUMSEY~8~1~286003~90058521  
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Cochasquí, 1532 a 1932:  
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00 años de resiliencia histórica  
Figura 3. Detalle de la triangulación de Cochasquí (Cochesqui), Tanlahua  
Tanlagua) y Oyambaro (Oyambarro) en el mapa por Louis Godin et al., 1746.  
Fuente: http://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb40763119b  
(
Figura 4. Información de triangulación de Cochasquí (Cotcheſqui), Tanlahua  
Tanlagoa) y Oyambaro. La tabla está condensada y editada  
(
a partir de la lista completa de Charles-Marie de La Condamine, 1751  
Fuente: https://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb307090749  
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211  
Figura 5. Detalle de la zona de Cochasquí por Charles-Marie de La Condamine, 1751  
5: Volcán Cotacachi cubierto de nieve); 16: Volcán Mojanda; 17: Yanaurco de Volcán  
1
Mojanda; Æ: Malchingui, Parroquia; k: Señal de Cochasquí (Cotchesqui); Z: Cochasquí  
(
Cotchesqui) lugar de observación astronómica, al norte del Meridiano;  
AA: Tocachi anexo de Malchingui (traducido por los autores).  
Fuente: https://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb30709075n  
Estas imágenes son cortesía de la Bibliothèque nationale de France y la licencia abierta de Etalab.  
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212  
Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
Figura 6. Los primeros artefactos publicados de Cochasquí;  
no se conoce ninguna de las procedencias específicas de estos artefactos.  
Ilustraciones de Max Uhle, A-B) azadón de cobre de Cochasquí  
y lítica de obsidiana de Mojanda-Fuya Fuya. Ilustraciones deFederico González  
Suárez, C-E) estatuillas de cerámica rotas de Cochasquí. Fotos de Jacinto Jijón  
y Caamaño, F-N) artefacto F, estatuilla de cerámica rota, G silbato potencial,  
H posible colgante, I-K adornos corporales, L-M ejemplos de la icónica vasija  
trípode de los Cara y N, vasija de cerámica.  
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213  
Figura 7. A) La casa principal de la Hacienda Cochasquí (B-Ec gv: Cochasquí 1).  
B) Trabajadores indígenas de la Hacienda Cochasquí (B-Ec ge/b: Indianer 1)  
.
Fotos por Max Uhle, 1932; cortesía del Ibero-Amerikanisches Institut, Berlín, Alemania.  
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214  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-A  
Julio–diciembre 2022  
SOBRE LOS ALIMENTOS ANCESTRALES ANDINOS  
SALUDABLES ANTE EL COVID-19,  
1
TANTO EN LA CIUDAD COMO EN EL CAMPO  
Pascual Yépez Morocho2  
Resumen  
Una dieta sana y equilibrada debe estar formada por supe-  
ralimentos que concentren la mayor parte de nutrientes que requiere  
nuestro organismo, tanto macronutrientes como micronutrientes,  
para maximizar el aporte de vitaminas, minerales, fibra, carbohidra-  
tos, proteínas, antioxidantes, grasas saludables y otros elementos que  
desintoxican el cuerpo humano. Del mundo andino los alimentos  
que nuestros pueblos originarios consumen diariamente y de ma-  
nera variada se explicarán en este ensayo. Entre ellos están: papas,  
maíz, quinua, porotos, lentejas, calabazas, yuca, ají, maní, zanahoria  
blanca, tuna, mellocos, ocas, mashua, chochos, tomate; la mayoría  
de estos son de la región montañosa. Estos alimentos son capaces de  
prevenir diversos problemas de salud y proporcionar una mejor ca-  
lidad de vida.  
1
2
Recibido: 16/02/2022 // Aceptado: 15/12/2022  
Maestro en Antropología por la FLACSO, Quito. Domina el kichwa, castellano e inglés, que  
es su lengua madre, y tiene dominio académico del castellano, el inglés, el francés y el latín.  
Durante su etapa formativa, ha ganado varias becas y reconocimientos, tanto en Ecuador como  
en Canadá. Es Canciller 4 del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde labora como Res-  
ponsable de la Unidad de Políticas Bilaterales y Multilaterales en la Unidad de Asuntos Cul-  
turales. Docente en el Instituto Tecnológico Superior “Los Andes de Estudios Sociales”. Dicta  
charlas, talleres, seminarios, foros, conferencias y cursos prácticos vivenciales, sobre las cien-  
cias, tecnologías, artes, filosofías ancestrales y espiritualidad cósmica procurando el despertar  
de conciencia colectiva desde libertad, igualdad y justicia social. Experto en la intraculturali-  
dad, interculturalidad, trasculturalidad y plurinacionalidad. Emprendedor, cultivador y pro-  
motor cultural-patrimonial ancestral, con 23 años de experiencia. Fundador del emprendi-  
miento agroecológico Runa Sumak Mikuy. Miembro de la Academia Nacional de Historia del  
Ecuador; Miembro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana; Miembro del Comité Científico de  
Arbitran de la Revista de Ciencias Sociales y Humanidades Chakiñan, Universidad Nacional  
de Chimborazo.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
215  
PascualYépez Morocho  
Palabras clave: Principio de vida, formas de alimentarse, cultura ali-  
menticia, propiedades nutritivas, situación alimentaria, equilibrio  
ambiental, compromiso social, economía solidaria.  
Abstract  
Ahealthy and balanced diet should be made up of superfoods  
that concentrate most of the nutrients that our body requires, both ma-  
cronutrients and micronutrients, to maximize the supply of vitamins,  
minerals, fiber, carbohydrates, proteins, antioxidants, healthy fats and  
others that detoxify the human body, which our native peoples of the  
Andes consume daily and in a variety of ways. Among them is: pota-  
toes, corn, quinoa, beans, lentils, squash, cassava, chili, peanuts, white  
carrots, prickly pear, mellocos, ocas, mashua, lupins, corn, tomato,  
most of these are from the Andean region, capable prevent various  
health problems and provide a better quality of life.  
Keywords: life principle, ways to eat, food culture, nutritional pro-  
perties, food situation, social engagement, solidarity economy.  
Soberanía alimentaria  
¿Qué es la soberanía Alimentaria? La soberanía alimentaria  
es una política autonómica del Ecuador que surge de las luchas de  
reivindicaciones de los movimientos sociales e indígenas, surge tam-  
bién de los pequeños y medianos agricultores del Ecuador en el  
marco de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agri-  
cultura y Alimentación), que tiene diferente matiz al de la seguridad  
alimentaria (seguir embodegando en los graneros o toneles de ali-  
3
mentación para el futuro es decir para tiempos de vacas flacas).  
3
Art.281: La soberanía alimentaria constituye un objetivo estratégico y una obligación del Es-  
tado para garantizar que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades alcancen la  
autosuficiencia de alimentos sanos y culturalmente apropiado de forma permanente. En: Cons-  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
216  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
De hecho, Ecuador es la primera nación del mundo que  
habla en su Constitución Política del 2008 sobre el derecho de la so-  
beranía alimentaria, en sus arts. 13, 281 y 282. En base a estos marcos  
legales se crea la Conferencia plurinacional e intercultural de soberanía  
4
alimentaria, para materializar este derecho a la soberanía alimentaria  
desde el ámbito del país pluricultural y multiétnica, justamente por  
la permanente demanda de las organizaciones indígenas y campe-  
sinas.  
Por un lado, y sin duda, en base al principio de la ley de afi-  
nidad nos convoca reflexionar sobre el cultivo, producción, repro-  
ducción digna y soberana de alimentos naturales, orgánicos y saluda-  
bles, con este principio conservar, en el tiempo, a través de la política  
5
comunitaria de banco de semillas ancestrales.  
Por el otro lado, la soberanía alimentaria significa salir de un  
desorden alimenticio, de una vida agitada, egoísta para tener una  
vida saludable, digna, dinámica, solidaria, reciproca que posibiliten  
conseguir alimentos naturales “orgánicos” a precios justos, que eli-  
minen no solo la desnutrición poblacional, sino que también se ge-  
nere más empleo local en los territorios tanto en el presente como en  
el futuro.  
La Constitución de la República del Ecuador (2008), señala  
que uno de los objetivos de la política económica es la de asegurar  
titución de la República del Ecuador, Art.281. Ver en: https://www.oas.org/juridico/  
pdfs/mesicic4_ecu_const.pdf (17-11-2022)  
4
“COPISA es un organismo de poder ciudadano instituido por la Ley Orgánica del Régimen  
de Soberanía Alimentaria (LORSA). Su misión es: «generar un amplio proceso de debate para  
la construcción de propuestas de ley, políticas públicas y programas sobre el tema de soberanía  
alimentaria, con la activa participación de organizaciones de la sociedad civil e instituciones  
del Estado». La organización está conformada por representantes de la sociedad civil (9), se-  
leccionados mediante concurso público de merecimientos organizado por el Consejo de Par-  
ticipación Ciudadana y Control Social (CPCCS)”. En: Universidad Politécnica Salesiana, UPS  
firma convenio con la Conferencia Plurinacional e Intercultural de Soberanía Alimentaria. Ver  
en: https://lectoescritura.blog.ups.edu.ec/2023/ups-noticia-9088484-ups-firma-convenio-  
con-la-conferencia-plurinacional-e-intercultural-de-soberania-alimentaria?lang=es  
(17-11-2022)  
5
Alexandra Arguello, Manuel Monar, Verónica Arguello, Eddy Alvarado, “El banco de germo-  
plasma como instrumento clave para la soberanía alimentaria”, Revista de Investigación Talentos,  
Volumen VIII (1), Enero - Junio 2021, p.115. Ver en: https://talentos.ueb.edu.ec/ index.php/ta-  
lentos/article/view/282/357 (17-11-2022) Más información en Red de Guardianes de Semillas.  
Ver en: https://redsemillas.org/semillas-ancestrales/ (17-11-2022)  
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217  
PascualYépez Morocho  
la soberanía alimentaria, lo que implica incentivar, en condiciones  
equitativas, la producción convencional, los sistemas agrícolas de  
subsistencia y la producción agroecológica de la Agricultura Familiar  
Campesina, a través de la redistribución de factores de la produc-  
6
ción.  
Este concepto adoptado constitucionalmente, también hace  
referencia a la fragilidad y a la poca importancia que le damos como  
ciudadanos a los recursos que están en nuestro suelo, y que son  
fuente de una economía que parte de los saberes tradicionales pre-  
sentes en el campo, en este sentido se puede manifestar que:  
En América Latina y en Ecuador hay (unas) cien especies vegetales que  
sirven como alimento humano. Pero solamente cuatro aportan el 60%  
del valor energético de la alimentación: trigo, arroz, maíz y papa. Ecua-  
dor puede producirlos y satisfacer con holgura las necesidades alimen-  
tarias de su población. b.- En el período 1998 y 2005 Ecuador importó  
para su consumo interno los siguientes porcentajes de productos ali-  
menticios: 100% de edulcorantes, el 98% del trigo, el 94% de aceite de  
soya, el 68% de las manzanas, el 53% de la cebada, el 43% del maíz, el  
7
18% de la soya y el 14% del tomate riñón.  
6
Constitución de la República del Ecuador 2008; art 284.  
La política económica tendrá los siguientes objetivos:  
1
2
. Asegurar una adecuada distribución del ingreso y de la riqueza nacional.  
. Incentivar la producción nacional, la productividad y competitividad sistémicas, la acumu-  
lación del conocimiento científico y tecnológico, la inserción estratégica en la economía  
mundial y las actividades productivas complementarias en la integración regional.  
. Asegurar la soberanía alimentaria y energética.  
3
4
. Promocionar la incorporación del valor agregado con máxima eficiencia, dentro de los lí-  
mites biofísicos de la naturaleza y el respeto a la vida y a las culturas.  
. Lograr un desarrollo equilibrado del territorio nacional, la integración entre regiones, en el  
campo, entre el campo y la ciudad, en lo económico, social y cultural.  
. Impulsar el pleno empleo y valorar todas las formas de trabajo, con respeto a los derechos  
laborales.  
5
6
7
8
9
. Mantener la estabilidad económica, entendida como el máximo nivel de producción y em-  
pleo sostenibles en el tiempo.  
. Propiciar el intercambio justo y complementario de bienes y servicios en mercados trans-  
parentes y eficientes.  
. Impulsar un consumo social y ambientalmente responsable.  
7
Cfr. Santamaría, 2008 en: Rafael Quintero, La Constitución del 2008. Un análisis político, (primera  
ed.). Abya-Yala, Quito, 2008, p.28. Ver en: https://digitalrepository.unm.edu/cgi/viewcon-  
tent.cgi?article=1041&context=abya_yala (08-02-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
218  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
Así pues, siguiendo al economista Santamaría, se debe pen-  
sar como desde los entes supranacionales se debe resaltar la valora-  
ción y el rescate de nuestros saberes alimentarios, en una clara  
intención de salvaguardar la supervivencia de un amplio sector po-  
blacional del país abocado a la producción agrícola enfrentando una  
8
inseguridad alimentaria” que campea en el territorio. Frente a esta  
realidad la macro planificación contenida en el Plan Nacional de De-  
sarrollo 2017-2021, sostiene que estas prácticas se pueden lograr a  
través de una:  
(
…) mejor distribución de la tierra, pero también que se garantice el  
acceso equitativo a recursos (material de propagación, insumos agrí-  
colas, enmiendas agrícolas, sistema de riego, centros de mecanización),  
financieros (créditos, medios de pago, inversiones), humanos (talento  
humano calificado personas con saberes, acompañamiento técnico en  
certificación de procesos), comerciales (acopio, distribución, mercados,  
información) y administrativos requeridos en los procesos produc-  
tivos.9  
En este orden de ideas, la soberanía alimentaria a más de un  
derecho establecido en la normativa supranacional, es una alternativa  
frente al consumismo y que, además, auspicia una vida solidaria en  
las relaciones de producción comunitarias; esto privilegia a la con-  
servación de la naturaleza y la salud de las personas, y en las condi-  
ciones de vida del ciudadano urbano y rural. Esta forma de  
producción permite una mirada hacia los saberes acumulados por  
nuestros ancestros en cuanto a la producción, consumo y distribución  
de alimentos.  
También se debe considerar como una alternativa de desa-  
rrollo productivo consecuente con el entorno y la sustentabilidad  
ambiental al hacer uso eficiente de los recursos del territorio: suelo,  
8
9
José Navea y Vicente Zambrano. “Gobernanza de los sistemas alimentarios: análisis de arreglos  
formales de gobernanza”, noviembre 2, 2022. https://www.rimisp.org/documentos/infor-  
mes/gobernanza-de-los-sistemas-alimentarios-analisis-de-arreglos-formales-de-gober-  
nanza/ (07-12-2022)  
Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, Plan Nacional de Desarrollo 2017-2017. Toda  
una vida, S/E, Quito, 2017, p.85  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
219  
PascualYépez Morocho  
agua, aire y fuego (recursos no renovables). Por lo tanto, se puede  
generar una economía territorial basada en el intercambio de mer-  
cancías de todo tipo, en la que se elimina la influencia del interme-  
diario que distorsiona o crea condiciones de mercado que aumenta  
asimetrías económicas y competencia desleal, en desmedro de las re-  
laciones de producción solidaria entre productor y consumidor.  
Finalmente, una forma en la que se puede palpar la sobera-  
nía alimentaria es en el consumo de alimentos tradicionales: tubér-  
culos, cereales, frutas, verduras, hortalizas, granos secos, frutos secos  
y semillas, que son cultivados y producidos en el sistema agro eco-  
lógico u orgánico que mantienen sus aportes nutricionales para un  
correcto desarrollo de la vida, su consumo evita problemas de salud  
producidos por el empleo de alimentos procesados por las grandes  
industrias alimenticias.  
¿Que comemos?  
Se cree que comemos lo mejor y debemos seguir comiendo  
lo mejor para tener una mejor calidad de vida, incluso se cree que  
disfrutamos de los platos típicos cotidianos que la gastronomía local,  
nacional e internacional nos ofrece. Adicionalmente, antes y después  
de nuestras actividades profesionales realizamos ejercicios, deportes,  
hasta estrictas dietas que recomiendan los nutricionistas de cabecera;  
estos argumentos hacen pensar que es suficiente para asegurar que  
gozamos de buena salud, pero vivimos apresurados, en todo mo-  
mento actuamos contra reloj.  
Además, algunos comemos alimentos agrícolas, agroecoló-  
gicos, artesanales, buenos para la salud y bienestar, pero, la mayoría  
de personas consumen productos agro industrializados y procesa-  
dos, incluso productos genéticamente vulnerados mismos que no  
son beneficiosos para nadie, a causa de este sistema alimenticio in-  
correcto se ha producido diferentes enfermedades físicas y mentales  
en el cuerpo del ser humano. Es un momento destacado para reco-  
nocernos que somos una individualidad propia, en el marco de la  
naturaleza con una diversidad a todo nivel; así mismo el tiempo para  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
220  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
sincerarnos lo que fuimos antes, generaciones antecesoras lo que  
somos hoy y los que seremos mañana.  
Esto se puede notar en el caso de Bolivia, por ejemplo,  
Eduardo Galeano en su obra los Hijos de los días narra:  
Una derrota de la Civilización  
Un día como hoy, pero de 2002, cerraron sus puertas los ocho restora-  
nes de McDonald’s en Bolivia.  
Apenas cinco años había durado esta misión civilizadora.  
Nadie la prohibió. Simplemente ocurrió que los bolivianos le dieron la  
espalda, o mejor dicho: se negaron a darle la boca. “Estos ingratos se  
negaron a reconocer el gesto de la empresa más exitosa del planeta,  
que desinteresadamente honraba al país con su presencia”.  
El “amor al atraso” impidió que Bolivia se pusiera al día con la comida  
chatarra y los vertiginosos ritmos de la vida moderna.  
Las empanadas caseras derrotaron al progreso. Los bolivianos siguen  
comiendo sin apuro, en lentas ceremonias, tozudamente apegados a  
los antiguos sabores nacidos en el fogón familiar.  
Se ha ido, para nunca más volver, la empresa que en el mundo entero  
se dedica a dar felicidad a los niños, a echar a los trabajadores que se  
sindicalizan y a multiplicar a los gordos.1  
0
Desde este punto de vista, no solo debemos ver las virtudes  
de las leyes que contamos en el país, sino valorar el uso y costumbre  
de consumir los alimentos naturales, alimentos ancestrales. Esto sig-  
nifica que debemos reconocer a los productores no solo por su prác-  
tica tecnológica ancestral, sino por su coherencia y compromiso de  
conservar el medio ambiente con decisión y total transparencia.  
Sistema agroalimentario de Ecuador  
En Ecuador, luego de 500 años de atropello, arbitrariedades,  
decadencia de los valores nutritivos, los pueblos indígenas y nacio-  
nalidades originarias plantean controlar el sistema agroalimentario  
y sus factores de producción. Por ejemplo, la agricultura familiar,  
campesina, indígena siga su curso de forma equilibrada. El pueblo  
1
0 Eduardo Galeano, Los hijos de los días, 2012, p.304. Ver en: https://archive.org/details/  
eduardo-galeano-los-hijos-de-los-dias/page/n1/mode/2up (20-10-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
221  
PascualYépez Morocho  
tiene derecho de contar con los alimentos sanos, nutritivos, suficien-  
tes y con pertenencia cultural apropiada.  
El sistema alimenticio ecuatoriano y por qué no decir de  
Abya Yala (América Latina) tiene que ser dinamizado por los modos  
de producción, pero, desde luego, a través de la recuperación de los  
conocimientos y tecnologías ancestrales y ecológicas. En otras pala-  
bras, es importante recuperar los hábitos de comer alimentos salu-  
dables, para esto se tiene que crear un compromiso por fomentar  
más conciencia colectiva, esto es, ser solidarios y corresponsables  
tanto con el trabajo agrícola, como con el control de los mercados de  
abastecimientos mediante comercialización directa, sin intermedia-  
rios y no control monopólico de las redes de empresas alimenticias  
que van contra el pequeño y mediano agricultor.  
Los monocultivos, la agroindustria, la agro producción y el  
encadenamiento productivo sigue expandiéndose más en todo el  
país, en la región de la sierra, costa y oriente sus tierras productivas  
11  
se vuelven débiles por uso exceso de agroquímicos, sus ríos son  
cada vez más turbios en la época de lluvias porque hay muchos des-  
12  
laves debido a la descontrolada tala de árboles nativos; producen  
cultivos con semillas transgénicas y se aplica un paquete tecnológico  
y químico que provoca enfermedades como el cáncer, alergias, obe-  
1
3
sidad por la baja calidad nutricional con dichos productos. Pero,  
sobre todo, la cadena transnacional de alimentos industrializados al  
tener el control de la producción nos hacen tan dependientes que  
14  
ponen en verdadero peligro a la soberanía alimentaria del país.  
1
1 Cfr. Hernández, 2011 en: Juan Izquierdo, Contaminación de los suelos agrícolas provocados  
por el uso de los agroquímicos en la parroquia San Joaquín, U.P.S, Cuenca, 2017, p.1. Ver en:  
https://dspace.ups.edu.ec/bitstream/123456789/14712/1/UPS-CT007228.pdf (17-11-2022)  
2 Doménica Montaño, Nuevo estudio: en los últimos 26 años Ecuador ha perdido más de 2 mi-  
llones de hectáreas de bosque, 18 de marzo de 2021. Ver en: https://es.mongabay.com/2021/  
1
0
3/nuevo-estudio-en-los-ultimos-26-anos-ecuador-ha-perdido-mas-de-2-millones-de-hec-  
tareas-de-bosque/ (17-11-2022)  
1
3 Ana María Primavesi, Porqué los cultivos transgénicos son una amenaza a los campesinos,  
la soberanía alimentaria, la salud y la biodiversidad en el planeta, 27 de abril de 2019. Ver  
en: https://www.uv.mx/personal/asuarez/files/2020/06/Cultivos-transg%C3%A9nicos-  
amenaza-RESALTADO.pdf (17-11-2022)  
14 Ibídem.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
222  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
El tema de los productos orgánicos, su cultivo y consumo,  
basados en el Artículo 14. Fomento de la producción agroecológica  
y orgánica.  
El Estado estimulará la producción agroecológica, orgánica y susten-  
table, a través de mecanismos de fomento, programas de capacitación,  
líneas especiales de crédito y mecanismos de comercialización en el  
mercado interno y externo, entre otros. En sus programas de compras  
públicas dará preferencia a las asociaciones de los microempresarios,  
microempresa o micro, pequeños y medianos productores y a produc-  
tores agroecológicos.15  
La agricultura familiar, campesina, indígena, afroecuatoriana y  
montubia  
Los pueblos y nacionalidades del Ecuador están al frente de  
la agricultura familiar que es un esfuerzo y dedicación cotidiano.  
Esta lucha, práctica los cultivadores buscan mantener con absoluta  
decisión, debido a que en el pensamiento andino ancestral sigue vi-  
gente el sistema de vida: hawa pacha (consciencia superior-macro-  
cosmos), el kay pacha (perpetuación de la especie humana-legado),  
y uku pacha (microcosmos), un principio de vida holístico.  
Cuando los españoles vienen a nuestras tierras en 1530, fue-  
ron invisibilizados las técnicas y saberes de los tejidos artesanales en  
tela, en madera, en oro, en cobre, en metal, así como en piedra y arci-  
lla, aprovechando en beneficiado de los conquistadores, todo el go-  
bierno colonial se sustenta, además de la explotación agrícola y  
minera en la explotación obrera, como no en la producción manufac-  
turera y de textiles y por último fueron sustituido por otras técnicas.  
Lo cual significo un empobrecimiento de estos saberes y conocimien-  
16  
tos. Así también los invasores españoles impusieron su lengua, su  
comida, su pensamiento, su religión, pero de estos hechos no dicen  
1
5 Ley Orgánica del Régimen de la soberanía alimentaria. Ver en: https://www.soberaniaali-  
mentaria.gob.ec/pacha/wp-content/uploads/2011/04/LORSA.pdf (17-11-2022)  
6 Elvira Espejo Ayca. “Los bienes culturales no son objetos sino sujetos” nota publicado en la  
ciudad de Santiago, Argentina, 16.09.2022. ver en: https://www.argentina.gob.ar/noticias/  
elvira-espejo-ayca-los-bienes-culturales-no-son-objetos-sino-sujetos (09-12-2022)  
1
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
223  
PascualYépez Morocho  
los historiadores, los cronistas, ni siquiera el mismo Garcilaso de la  
Vega, ni Guamán Poma de Ayala, porque ellos han sido educados en  
17  
la educación occidental con lógica del mundo europeo.  
Además, los cronistas españoles consideraban a los pueblos  
ancestrales de bestias, salvajes y así lo escribían los historiadores de  
18  
acuerdo a sus intereses y antojos; por lo que despojaron de sus tie-  
rras y conocimientos obligando a aceptar las formas de vida occi-  
dental. El conquistador al reprimir a los pueblos coartó la capacidad  
de crear, recrear, y salvaguardar de los conocimientos ancestrales y  
conocimientos tradicionales.  
Los pueblos originarios tienen gran conocimiento heredado  
de sus antepasados, por ejemplo, sobre plantas medicinales, sus be-  
neficios y contraindicaciones, así mismo, de los granos y frutas ali-  
menticias, del agua y de la tierra; del medio ambiente y de la  
naturaleza saberes importantes. Recién en el año 1963 con la reforma  
agraria, este dio la posibilidad de producción autónoma de alimentos,  
vestimenta, etc., es decir, los ancestros era gente muy sabia, hábil y  
honesta en todo el territorio ecuatoriano, pero los historiadores, an-  
tropólogos, sociólogos, etnólogos y politólogos de esos tiempos siem-  
1
9
pre hablaron solo desde los incas. A continuación los diferentes  
pueblos originarios en el siguiente cuadro.  
1
7 Fernando Rosas Moscoso, “Civilización andina y conquista española: nuevas perspectivas  
en un antiguo debate”, Diálogo andino, N°9, 1990. Ver en: http://dialogoandino.cl/wp-con-  
tent/uploads/2016/07/DA-09-1990-04.pdf (18-11-2022).  
1
8 Jonathan Hill, Susan Staats, “Redelineando el curso de la historia: estados euro-americanos  
y las culturas sin pueblos”, Guillaume Boccara, editor, Colonización, resistencia y mestizaje en  
las américas (siglos XVI-XX), IFEA-Abya-Yala, Lima-Quito, 2002, pp.12-16. Ver en: https://di-  
gitalrepository.unm.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1033&context=abya_yala (18-11-2022)  
9 En los años sesenta el pensamiento político y social experimentó la necesidad de un cambio  
que por justicia permitiera mejores condiciones de vida a quienes no podían cubrir sus ne-  
cesidades básicas y no tenían trabajo o laboraban en condiciones precarias. La revolución  
cubana, el Concilio Vaticano II y la Alianza para el Progreso apuntaban hacia allí, aunque  
con distintos orígenes ideológicos y metodologías.  
1
En esas circunstancias se expidió la Ley de Reforma Agraria en el Ecuador, que en palabras  
del presidente de la Junta Militar de Gobierno, buscaba: cerrar el paso al comunismo, im-  
pulsar la producción, mejorar las condiciones de vida del trabajador agrícola y por justicia  
completar el proceso de liberación del hombre.  
La primera Ley de Reforma Agraria y Colonización, que ha tenido varias reformas se expidió  
el 11 de julio de 1964. En: El Universo, 30 de julio de 2016. Ver en: https://www. eluniverso.  
com/noticias/2016/07/30/nota/5716593/12-julio-1964/ (28-12-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
224  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
Pueblos  
Provincias actuales  
Caranqui  
Natabuela  
Otavalo  
Kayambi  
Kitukara  
Panzaleo  
Chibuleo  
Salasaca  
Kichwa  
Imbabura  
Imbabura  
Imbabura  
Pichincha, Imbabura  
Pichincha  
Cotopaxi  
Tungurahua  
Tungurahua  
Tungurahua, Chimborazo  
Bolívar  
Chimborazo  
Cañar, Azuay  
Waranka  
Puruhá  
Kañari  
Saraguro  
Loja, Zamora  
Cuadro elaborado por el autor 20.07.2020  
Amedida que el debate se va elevando sobre los conocimien-  
tos del sistema alimenticio, su tiempo de producción y preparación,  
así como las propiedades vitamínicas, los ancianos continúan en la  
lucha de mantener esa visión de que somos parte del todo (somos  
una célula del microcosmo y macrocosmo). Por lo que los sabios lla-  
man a que despertemos la conciencia y seamos útiles para dar más  
vida, seamos pioneros de la transformación del tiempo.  
Esta epistemología implica saber sobre la comida, bebidas,  
medicina y todas las ciencias de la tierra que es las bases de la vida.  
20  
Así como las dietas con los alimentos sanos.  
Recuperar la cultura alimentaria con pertenencia identitaria, de  
forma sostenible  
Aquí y ahora estamos tú, yo, la familia y la sociedad en ge-  
neral pensando en todo nuestro contexto y el de la humanidad, algu-  
nos atemorizados de ser contagiados por el COVID-19, otros preo-  
cupados porque se van escaseando los alimentos en el hogar, otros  
planificando todo de nuevo sin poder salir de casa con libertad.  
2
0 Rafael Cartay, “Aproximación epistemológica a la gastronomía”, Agroalimentaria, vol. 25,  
núm. 49, pp. 21-44, Universidad de los Andes, Venezuela, 2019. Ver en: https://www.re-  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
225  
PascualYépez Morocho  
Mientras esto sucede la madre tierra descansa, los animales,  
las plantas, los páramos, el agua, el viento, la luna y el sol siguen su  
curso de vida. Las ciudades duermen: los comercios, los centros edu-  
cativos, las fábricas industriales, el parque automotor, centros de cul-  
tura y esparcimiento están parcialmente abiertos.  
Considerado el panorama expuesto se han preguntado:  
Hasta cuándo vamos a vivir sometidos por el miedo? Es ahora el  
¿
tiempo en que nosotros, los runas, despertemos del adormecimiento  
y del miedo que sistemáticamente el paradigma o modelo materia-  
21  
lista por más de cinco siglos nos ha venido controlando nuestras  
vidas; sin embargo, nuestros abuelos y padres siempre estuvieron  
despiertos, iban a contracorriente, seguían el ritmo de la naturaleza,  
consumían alimentos ricos y saludables producidos por la madre tie-  
rra, por eso supervivieron a las diferentes pandemias importadas  
como la gripe, la viruela, así como la corrupción, la injusticia, la es-  
clavitud y el empobrecimiento.22  
La reivindicación de la herencia de los antepasados andinos,  
se visibiliza no solo como un hecho histórico, sino también con va-  
lores gastronómicos vigentes en el tiempo, sin que por eso se deje de  
mencionar otros datos históricos que también son evidentes. Por  
ejemplo, en el tiempo de la independencia de nuestro país, en el siglo  
XIX, y antes en la época de la colonia, la alimentación de la civiliza-  
ción Inca se impuso en la cultura gastronómica de nuestros territo-  
rios ancestrales (nuevos productos), entonces, en el caso de la  
alimentación de la nación Puruhuá seguía siendo variada y aún sana,  
23  
pero no del todo como hasta antes de conquista de los incas.  
Con la invasión española, la calidad de la comida de las co-  
munidades indígenas se deterioró totalmente porque todo se con-  
24  
troló y se empezó a exportar a Europa. Por ejemplo, en tiempos de  
dalyc.org/jatsRepo/1992/199263233003/199263233003.pdf (21-11-2022)  
2
1 Pascual Yepez Morocho, “Saberes ancestrales indígenas del Ecuador: solución a los problemas  
del siglo XXI”. En Boletín de la Academia Nacional de Historia, volumen XCVII N° 202, julio,  
Quito – Ecuador, 2019.  
2
2 Francisco Guerra, “Origen de las epidemias en la conquista de América”, Quinto centenario,  
N°14, 1988. Ver en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=80416 (21-11-2022)  
3 Linda Álvarez, Colonialismo en la alimentación, Food Empowerment Project. Ver en:  
https://foodispower.org/es/alternativas-alimentos/colonialismo-en-la-alimentacion/  
2
(21-11-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
226  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
25  
la hacienda no fue bueno el sistema alimenticio, como tampoco lo  
es en nuestros tiempos, porque se les quitó a las comunidades origi-  
narias las mejores tierras y el gobierno colonial entregó a sus posee-  
dores y herederos (habitantes) las tierras más altas, frías y menos  
productivas para trabajar y vivir en ellas; allí en esas altitudes hay  
escasez de agua e irrigación, escasez generalizada de carne, verduras  
2
6
y frutas. Por lo que sus menús diarios han sido la sobrecarga de  
carbohidratos. Consecuencia de esto es el alto índice de desnutrición,  
presión alta, diabetes, anemia, próstata y otras enfermedades cróni-  
cas entre los campesinos y la prevención de las enfermedades sigue  
siendo un desafío en las comunidades, así como en las ciudades  
hasta el día de hoy. ¡Que decir de las calidades y utilidades de las di-  
ferentes plantas, yerbas, árboles y sus potenciales efectos medicina-  
les! no están procesadas con la industria importada sino su uso y  
dosificación corresponde a la tecnología ancestral, como los diseca-  
dos naturales, diferentes derivados, como las esencias, aceites, po-  
madas, etc.2  
7
A pesar de estos hechos evidentes, enfermedad y curación  
nuestros abuelos y padres sabios siempre trataron de vivir el mundo  
mejor (Sumak Kawsay), porque respetaron el orden natural de la vida  
24 Ibídem.  
2
5 “La hacienda tuvo su origen en la sustitución del tributo en especies, como forma de aprovi-  
sionamiento de los colonos, por una producción específica destinada a satisfacer las necesi-  
dades de los europeos, así como de la propia fuerza laboral agrícola, ganadera y minera”.  
En: Carlos Aldasoro Zetina, Cuál es el origen de las Haciendas, 23-12-2020. Ver en:  
https://haciendasdemexico.org/blog/47/cual-es-el-origen-de-las-haciendas (21-11-2022).  
Ver más información en: Alba Moya, Altas Alimentario de los Pueblos Indígenas y Afrodescen-  
dientes, FAO, 2013. Ver en: https://biblio.flacsoandes.edu.ec/libros/digital/56270.pdf  
(
21-11-2022)  
2
6 Georgina Gaona Pando, “El derecho a la tierra y protección del medio ambiente por los pue-  
blos indígenas”, Nueva antropología, vol.26, n°78, México, ene./jun. 2013, p.143  
2
7 Más información acerca de cómo afecta la mala alimentación a la salud. En: Michael C. Lat-  
ham, “Enfermedades crónicas con implicaciones nutricionales, Nutrición humana en el mundo  
en desarrollo, De las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación, Roma, 2002. Ver  
en: https://www.fao.org/3/w0073s/w0073s0r.htm (22-11-2022)  
Más información acerca de los saberes ancestrales en la medicina. En: Carlos Valarezo-García,  
David Jaramillo Abril, Pablo Djabayan Djibeyan, Patricio Vásconez Andrade, Félix Falconí  
Ontaneda, “La amazonia ecuatoriana y sus saberes ancestrales; el uso del extracto de corteza  
del árbol de Piwi (Pictocoma discolor) un saber singular en el accidente ofídico”, Revista  
Méxicana de Ciencias Farmacéuticas, vol.47, núm.4, Asociación Farmacéutica Mexicana, Mé-  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
227  
PascualYépez Morocho  
y su entorno. En otras palabras, eran personas con un nivel de cons-  
ciencia natural superior (cosmonitario).28  
Entonces, esta época de presencia de pandemia es un mo-  
mento especial para recurrir a los saberes ancestrales, con ellos con-  
frontar esta realidad. Abrir los ojos, poner los pies en la tierra,  
cambiar el hábito de alimentación y de vida. Es tiempo de adquirir  
y preparar alimentación y de vida. Es tiempo de adquirir y preparar  
los alimentos naturales cultivados por nuestros hermanos indígenas  
y campesinos quienes cuidan la vida, la tierra y la naturaleza; así  
apoyas al emprendedor agrario, consumiendo aliciertos (sumak  
29  
mikuy  alimentos sagrados) con poder nutritivo adecuado para tu  
salud y la de tu familia.  
Con esto, lo dicho, podemos pensar y reflexionar, podemos  
cambiar esta anterior vida alimenticia que nos tiene enfermos, alimen-  
tación producto del sistema capitalista actual de consumo de alimen-  
tos procesados, alimentos que nunca necesitó el cuerpo humano. Esa  
forma absurda de llevar los productos con exceso de agroquímicos,  
saborizantes, colorantes y preservantes a nuestros hogares, perjudica  
la salud, la de la familia y la de nuestras comunidades. En la ciudad  
como en el campo, las personas solo por aparentar el ilusorio status  
que la sociedad moderna impone siguen dormidos en la inconciencia;  
evidentemente arrastrados por la cultura del consumo de alimentos  
basura (mapa mikuy), (garbage food), así también se consume tecnología  
plasma, uso excesivo de computadoras sofisticadas, televisiones in-  
teligentes, celulares inteligentes, tabletas, juegos de Nintendo.  
Desde el análisis comparativo de las realidades tanto del pa-  
sado como del presente, puedo asegurar que no somos las víctimas  
de nuestros genes, sino dueños y señores de nuestros destinos, ca-  
paces de forjar una vida llena de paz, felicidad, amor y salud. De allí  
cabe la siguiente pregunta ¿Por qué nos hemos olvidado de donde verda-  
deramente vienen los alimentos a nuestra mesa?  
xico, 2016. Ver en: https://www.redalyc.org/pdf/579/57956612002.pdf (22-11-2022)  
2
2
8 Pascual Ramiro Yepez Morocho. Ensayo: “Los tres mundos de la cosmovisión andina”,  
9.07.2020 (no publicado)  
0
9 Ali es una palabra quichua que significa: bien y bueno, cierto para el quichua es verdad, en-  
tonces al referirnos de aliciertos, hablamos de alimentos sagrados, alimentos de verdad, ali-  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
228  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
Los aliciertos vienen de la madre tierra, del agua, del sol y  
del viento; de la espiritualidad, de la mística, de la magia, de la ri-  
tualidad, del amor de los campesinos, de esa anciana, anciano, joven,  
o adolescente que trabajan cotidianamente con mucho tesón y en  
3
0
mingas. En este contexto, como consumidores debemos cambiar  
nuestras tendencia del consumismo desenfrenado que el sistema ca-  
pitalista salvaje oferta en sus productos y con ello, evitar tantas en-  
fermedades, por lo artificial de su elaboración hoy el COVID-19 y  
seguirán trayendo otras nuevas que ataquen al ser humano carente  
de defensas debido a la mala alimentación.3  
1
Ante esta situación, es importante y urgente entender que la  
solución a esas enfermedades provocadas, no es una inyección, una  
pastilla, una cápsula, ¡y menos una intervención quirúrgica!, sino  
que las enfermedades podamos prevenir y evitar con un régimen de  
alimentación propia y adecuada. Como dice el doctor Ludwig, en su  
libro Salud prohibida incurable era ayer: “En sus manos está recuperar o  
mantener su propia salud. Queremos compartir nuestro conocimiento como  
una guía, una opción que puedes tomar”.32  
Las crisis traen oportunidades de cambiar el modus vivendi  
trabajar juntos, aprender juntos, crecer juntos), sobre todo, fortalecer  
(
la soberanía alimentaria ancestral andina, porque el control de los  
bancos de semillas y productos alimenticios está en nuestras manos,  
y con una buena administración de la vida misma, pero, sobre las  
semillas y alimentación procesada e importada no tenemos control  
alguno.  
La invitación es a no tener miedo porque “el miedo es el mal  
3
3
consejero…” , mucho menos vergüenza de consumir los alimentos  
ancestrales andinos que fortalecen nuestro sistema inmunológico y  
mentos buenos para el consumo. Por tanto, en adelante la vamos a llamar aliciertos.  
3
0 THE UNIVERSITY OF MAINE, Conversatorio Sumak kawsay: andean wisdom for living in hermony  
with the earth. Ver en https://mainecampus.com/2022/04/sumak-kawsay-andean-wisdom-for-living-  
in-harmony-with-the-earth/ (7 de abril de 2022).  
3
1 E. Nova, A. Montero, S. Gómez y A. Marcos, “La estrecha relación entre la nutrición y el sis-  
tema inmunitario”, Soporte nutricional en el paciente oncológico, Segunda edición, 2004. Ver en:  
https://seom.org/seomcms/images/stories/recursos/infopublico/publicaciones/sopor-  
teNutricional/pdf/cap_01.pdf (22-11-2022)  
32 Kalcker Andreas Ludwig, Salud prohíba incurable era ayer, Editorial Voedia, España, 2016, p.19  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
229  
PascualYépez Morocho  
previenen de las posibles afectaciones en diferentes niveles del ser  
humano: salubridad, bienestar emocional, productivo, social, cultu-  
ral y comunitario. De lo que sí debemos tener miedo es de que siga-  
mos consumiendo productos procesados que no benefician nuestro  
cuerpo porque carecen de los nutrientes que éste requiere, y, como  
consecuencia, adquiriremos enfermedades que nos mantendrán li-  
gados a casas de salud y quizás, en algunos casos, de por vida, es-  
clavizados a fármacos, cuyos efectos secundarios desconocemos. No  
tengamos miedo, de consumir comida sin procesamiento porque si  
estamos despiertos de consciencia, preparados y unidos, consu-  
miendo frutos naturales, variados y ricos en nutrición, de la madre  
tierra, asumiendo la libertad de decisión personal. Como una con-  
trapropuesta es creer en nosotros mismos desde “la comprensión de  
que somos los poderosos artífices de nuestras propias vidas y del mundo en  
34  
el que vivimos”. Así desintegrar los viejos paradigmas de vida y rei-  
niciar la vida más amorosa con la cultura nutricional, en contacto  
con el entorno y en solidaridad con el cosmos.  
En el marco de esta coyuntura, alimentarnos bien de los pro-  
ductos del trabajo colectivo nos permite renovar, transformar y recrear  
nuestras energías y vitalidad; por supuesto, también recreamos la ar-  
monía, la justicia y la equidad que la sabiduría ancestral ofrece. En el  
pasado, y en el presente a las comunidades indígenas andinas, esta  
práctica cultural ha permitido supervivir al colonialismo, a las inva-  
siones y a las epidemias, porque los pensamientos de nuestros ances-  
tros son elevados y nobles (pensamientos positivos e inmunidad);  
tampoco ahora fuerzas externas y extrañas con pensamientos negati-  
vos podrán matar el sueño por construir un mundo nuevo y mejor  
desde nuestra capacidad de reflexión introspectiva, interpretativa, in-  
vestigativa y la práctica de la solidaridad, reciprocidad y el optimismo.  
Seres humanos tengamos cuidado de los valores negativos  
de otros pueblos del egoísmo, avaricia, odio e intolerancia que se  
está reproduciendo tanto en los espacios públicos como en los pri-  
vados igual que antes del COVID-19. De estos antivalores busque-  
33 Ibíd., p,15  
34 Bruce D.F. Lipton, La biología de la creencia la liberación del poder de la conciencia, la materia y los  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
230  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
mos, con toda seguridad, las medidas de prevención social-comuni-  
taria, cultural, alimenticia, caso contrario eso sería como la recaída  
de un enfermo, hasta terminar con un desenlace fatal, como conse-  
cuencia de nuestra acción inconsciente e inadecuada que llevaría a  
la muerte de la cultura.  
Por eso, es hora de planificar con la familia, con la comuni-  
dad el sistema alimenticio y la administración financiera familiar,  
por ejemplo: selecciona grupos de productos naturales que manten-  
gan nuestras defensas bien altas. Este texto es una recomendación  
para apoyar al productor y cultivador campesino de tu barrio. Aban-  
dona las malas costumbres alimenticias que bajan las defensas y la  
capacidad de lucidez y trabajo, esto está científicamente compro-  
35  
36  
bado; así sostienes la economía circular local. Retomemos el pa-  
radigma del Bien Vivir ancestral andino que nos garantiza tener una  
vida digna, llena de amor, tranquilidad y disciplina. Para esto pro-  
pongo tener en cuenta en tu mesa algunos aliciertos con alto poder  
nutritivo, que son altamente recomendados tanto por los médicos  
nutricionistas ancestrales como por los médicos convenciones. A  
conti- nuación, indicaré algunos:  
Quinua (Chenopodium quinoa)  
La quinua se cultiva en los Andes desde hace unos 5000 años.  
Existe cinco clases de quinua: negra, roja, amarilla, blanca y chaucha.  
Al igual que la papa, fue uno de los principales alimentos de los pue-  
blos andinos preincaicos e incaicos. Está considerado un grano sa-  
grado por los pueblos originarios de los Andes, debido a sus  
37  
exclusivas características nutricionales.  
milagros, Editorial Palmyra, s/f., p.9  
3
5 Beatriz Gete, El impacto de la alimentación en el rendimiento laboral, 09 de julio de 2018.  
Ver en: https://cepymenews.es/impacto-la-alimentacion-rendimiento-laboral (22-11-2022)  
6 este modelo económico sostenible, que “busca crear valor mediante la gestión de recursos,  
bienes y servicios a través de la reducción, reutilización y reciclaje de los elementos involu-  
crados en los procesos productivos. Este sistema es de gran importancia para la generación  
de empleo y la conservación del ambiente”. En: Ministerio del Ambiente, Agua y Transición  
ecológica, Ecuador fortalece la economía circular en Municipios y comunidades del país, 04  
de enero de 2021. Ver en: https://www.ambiente.gob.ec/ecuador-fortalece-la-economia-cir-  
3
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
231  
PascualYépez Morocho  
Beneficios  
La quinua posee los ocho aminoácidos esenciales para el ser  
humano, lo que la convierte en un alimento muy completo y de fácil  
digestión. La quinua posee un excepcional equilibrio de proteínas,  
grasas y carbohidratos (fundamentalmente almidón). Entre los ami-  
noácidos presentes en sus proteínas destacan la lisina (importante  
para el desarrollo del cerebro) y la arginina e histidina, elementos  
nutricionales básicos para el desarrollo humano durante la infancia.  
Igualmente es rica en metionina y cistina, en minerales como hierro,  
calcio y fósforo y vitaminas, mientras que es pobre en grasas, com-  
plementando de este modo a otros cereales y/o legumbres como las  
vainitas.3  
8
Usos Tradicionales  
Los granos de quinua se tuestan y con ellos se produce ha-  
rina. También pueden ser cocidos, añadidos a las sopas, usados como  
cereales o pastas e incluso se fermentan para obtener cerveza o chi-  
39  
cha, bebida tradicional de los Andes.  
La quinua, ancestralmente, también es considerada como  
una planta medicinal por la mayor parte de los pueblos tradicionales  
andinos. Entre sus usos más frecuentes se pueden mencionar el tra-  
tamiento de abscesos, hemorragias, luxaciones y cosmética. La qui-  
nua también contiene altas cantidades de magnesio, que ayuda a  
relajar los vasos sanguíneos, y que es utilizada para tratar la ansie-  
dad, diabetes, osteoporosis y migraña, entre otras enfermedades. 4  
El grano de quinua es considerado madre de todos los cerea-  
0
41  
les, la quinua forma parte de diversas ceremonias y rituales andinos  
cular-en-municipios-y-comunidades-del-pais/ (22-11-2022)  
7 Quinua, Instituto nacional de investigaciones agropecuarias. Ver en: http://tecnologia.iniap.  
gob.ec/index.php/explore-2/mgranos/rquinua (08-02-2022)  
3
38 Oficina Regional para América Latina y el Caribe, La quinua: cultivo milenario para contri-  
buir a la seguridad alimentaria mundial, 2011, pp.8-9. Ver en: https://www.fao.org/3/aq  
2
87s/aq287s.pdf (09-02-2022)  
3
4
9 Ibíd., p.2  
0 Ibíd., p.9  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
232  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
que fueron prohibidos por los europeos durante la conquista espa-  
ñola. Éste fue un motivo por el que el cultivo de quinua y de la ki-  
wicha o amaranto fueron prohibidos, al considerarlos asociados a  
rituales paganos.  
Usos medicinales  
La quinua es un alimento que tranquilamente remplaza a la  
leche materna para los niños en etapa de amantar, cura la anemia  
moderada, ayuda a controlar y curar la presión alta. Los granos en-  
teros o la leche de quinoa son una fuente de omega-3, controla los  
niveles de triglicéridos y colesterol. La leche de quinoa, es ideal para  
quienes no son aptos a la lactosa. Consuma quinua para una piel más  
sana, suave e hidratada, también ayuda a prevenir el envejecimiento  
prematuro. Asimismo, fortalece los huesos, dientes y músculos de  
los niños y adultos por el aporte de hierro, potasio, magnesio, calcio  
y fósforo. La quinua se debe comer de preferencia el grano cocinado  
o germinado, también se puede hacer harina de quinua molida en  
piedra y/o molino de mano para preparar coladas, batidos. Tortillas  
dietéticas porque así se beneficia todo el poder medicinal.4  
2
Tawri (Lupinus mutabilis) Chochos  
Tiene un alto poder nutritivo en proteínas, vitaminas, minera-  
les, grasas, por lo cual algunos expertos lo calificaron como la soya  
43  
andina. En la actualidad se cultiva especialmente entre 2000 a 3800  
msnm, en climas templados y fríos como Cotopaxi, Chimborazo, Pi-  
chincha, Bolívar, Tungurahua, Carchi e Imbabura, sus semillas se  
4
1 Es uno de los más completos pues aporta todos los nutrientes que necesita el cuerpo humano  
y en la actualidad se la mira como un superalimento y se lo encuentra en todo el planeta, es-  
pecialmente en las tiendas especializadas en productos naturales, por ejemplo, en la eco  
tienda Runa Sumak Mikuy.  
42 La quinua alimento esencial para la mujer, 28 de enero de 2016. Ver en: https://medivaric.  
com.co/blog/la-quinua-alimento-esencial-para-la-mujer (22-11-2022)  
4
3 Ministerio de Agricultura y Ganadería, INIAP investigó propiedades nutritivas del chocho,  
alternativa para una mejor alimentación. Ver en: https://www.agricultura.gob.ec/iniap-in-  
vestigo-propiedades-nutritivas-del-chocho-alternativa-para-una-mejor-alimentacion/  
(09-02-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
233  
PascualYépez Morocho  
usan en la comida desde la época pre inca. En el pasado selecciona-  
ban las plantas y mantenían sus semillas hasta que pudieran ser co-  
sechadas. Al que llamamos en diferentes pueblos a lo largo de la  
cordillera de los andes ecuatorianos “bancos de semillas” para la so-  
beranía alimentaria, porque se guarda en tolas.  
Beneficios  
Las semillas tienen un alto contenido proteínico para la nu-  
trición. También lo consideran una planta medicinal, que contiene  
Omega 3, sus alcaloides se utilizan para controlar ectoparásitos y pa-  
44  
rásitos intestinales en los animales. Es un alimento antimutagénico,  
evita la deformación celular al ser antioxidante que previene el cán-  
cer. Al consumir este alimento ayuda al mejor funcionamiento del  
metabolismo y útiles para erradicar la desnutrición. Es un relajante  
natural que ayuda a aliviar el insomnio, reduce la ansiedad y la de-  
presión, adicionalmente aumenta la liberación de hormonas de cre-  
cimiento.4  
5
Usos tradicionales  
Algunos pobladores lo usan como combustible casero (los  
tallos secos), debido a su gran cantidad de celulosa. En la actualidad  
se usa para hacer guisos, cebiche de chochos, cremas de tawri, pos-  
tres y ensaladas en especial en las regiones de la sierra. La harina del  
tawri tiene un considerable valor alimenticio. Al quitarle la cáscara  
a la semilla y al machacar el grano se adquiere la harina. Por otra  
parte, el producto se utiliza como abono natural con excelentes re-  
sultados.4  
6
4
4 E. Villacrés, E. Peralta, L. Cuadrado, J. Revelo, S. Abdo, R. Aldaz, Propiedad y aplicaciones  
de los alcaloides del chocho, SENACYT, INIAP, ESPOCH, Editorial Grafistas, Quito, 2009,  
pp.6-7. Ver en: https://repositorio.iniap.gob.ec/bitstream/41000/453/4/iniapscbt133.pdf  
(10-02-2022)  
4
5 Agroecuadortv, El chocho, un alimento antioxidante prehispánico que ayuda a prevenir el  
cáncer, 13 de agosto de 2022. Ver en: https://agroecuadortv.com/el-chocho-un-alimento-an-  
tioxidante-prehispanico-que-ayuda-a-prevenir-el-cancer/ (22-11-2022)  
6 Ibídem.  
4
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234  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
El mineral predominante es calcio, con una concentración  
promedio de 0,48%. Este elemento, según Elena Villacrés, del Depar-  
tamento de Nutrición y Calidad del INIAP, es una sustancia blan-  
quecina que los dientes y huesos absorben para asegurar su  
4
7
crecimiento y mantener la solidez. (Se sugiere punto seguido) El  
calcio de los chochos se localiza principalmente en la cáscara del  
grano, por eso es recomendable su consumo sin pelar, porque ayuda  
a mantener el sistema óseo, actividad del músculo cardíaco y pro-  
duce energía, transporta oxígeno e incrementa la resistencia a las en-  
48  
fermedades.  
Usos medicinales  
Ayuda al correcto funcionamiento del sistema nervioso, re-  
para los tejidos dañados, buena circulación sanguínea, ayuda a bajar  
el peso, reduce el apetitito, quita el deseo de comer entre las comidas.  
También es importante para las personas con diabetes, presión alta,  
que deben tomar agua de chochos amargo un ¼ de vaso cada día  
4
9
por 5 días. Su consumo es recomendable para niños en etapa de  
crecimiento, mujeres embarazadas y en la lactancia  
Mashiy (Tropaeolum tuberosum) Mashua  
Es una planta propia de los Andes. Hay 4 clases de mashuas:  
mashua blanca, mashua negra, mashua amarilla y mashua roja. Se  
recomienda consumir la mashua negra. Su consumo se evidencia  
desde la época prehispánica. Se muestra a través de representacio-  
5
0
nes cerámicas. Las cosechas son fructíferas y rinde el doble que  
47 Ministerio de Agricultura y Ganadería, INIAP investigó propiedades nutritivas del chocho…  
op. cit.  
48 INIAP, El chocho una alternativa para una mejor alimentación de la población Ecuatoriana,  
0
3-01-2013. Ver en: http://www.agro20.com/profiles/blogs/el-chocho-una-alternativa-  
para-una-mejor-alimentaci-n-de-la (10-02-2022)  
4
5
9 Wachachik mama, entrevistado en 15.05.2022. Otavalo, Imbabura, Ecuador.  
0 Alfredo Grau Ramiro Ortega Dueñas Carlos Nieto Cabrera Michael Hermann, MashuaTro-  
paeolum tuberosum, IPGRI, p.3 Ver en: https://www.bioversityinternational.org/filead-  
min/_migrated/uploads/tx_news/Mashua__Tropaeolum_tuberosum_Ru%c3%adz__amp_  
_Pav._880.pdf (10-02-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
235  
PascualYépez Morocho  
cualquier tubérculo; se cultiva en Cotopaxi, Chimborazo, Pichincha,  
Bolívar, Tungurahua, Carchi e Imbabura.51  
La mashua se adapta a las elevadas altitudes andinas por ser  
apta para terrenos de altura, resiste los fuertes vientos, suelos poco  
profundos y las superficies de roca; resistente a insectos, nemátodos,  
hongos y otros virus.  
Usos tradicionales  
La mayoría de la gente la consume cocida, sancochada, frita,  
en coladas, con verduras y en guisos. La mashua contiene fósforo en  
altos porcentajes, además de calcio y hierro. Tiene un alto valor nu-  
52  
tritivo ya que combina proteínas, carbohidratos, fibra y calorías.  
Beneficios nutritivos  
Tiene proteínas, carbohidratos, fibra y calorías. En las comu-  
nidades indígenas se utiliza como antibiótico, reducen los niveles de  
la testosterona y para prevenir o curar afecciones prostáticas. Es re-  
comendable también para curar las inflamaciones del hígado y riño-  
nes. También se sugiere utilizar contra los cálculos renales, contra la  
anemia y las infecciones urinarias.  
Usos medicinales  
Previene y cura la inflamación muscular y cáncer de la prós-  
tata en los hombres y las vías orinarías en las mujeres, se debe comer  
el tubérculo cocinado, pero también el agua con el que se cocino el  
tubérculo. También cura la diabetes, recomienda comer a las perso-  
nas que tienen diabetes. Cura las alergias y renueva la piel, es decir  
53  
se debe comer todos desde los atletas hasta las personas ancianas .  
5
1 César Tapia, Raúl Castillo, Nelson Mazón, Catálogo de recursos genéticos de raíces y tubér-  
culos andinos en Ecuador, Quito, 1996, p.6. Ver en: https://repositorio.iniap.gob.ec/bits-  
tream/41000/2695/1/iniapscpm66.pdf (11-02-2022)  
5
2 Policlínico Continental, Beneficios de la mashua. Ver en: https://policlinicocontinental.  
pe/medios/beneficios-de-la-mashua/ (11-02-2022)  
53 JAMBIK WARMI, Cultura Panzaleo, Cotopaxi, Ecuador. Entrevistado el 03.05.2022.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
236  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
Zanahoria blanca (Arracacha)  
El incario también fue una civilización que gozó del privile-  
gio de cultivar y consumir este tubérculo, pero no fueron los únicos  
nativos que lo hicieron, pues en toda la Amazonía peruana fue cul-  
tivada por diversos grupos. Aún en la actualidad se cultiva también  
en Ecuador, Perú, Brasil, Colombia, Venezuela y Costa Rica mayor-  
mente. De igual modo esta planta se cultiva en Japón y en algunas  
zonas de América del Norte y de Europa.54  
Valor nutricional  
Por cada 100 gramos de arracacha se consumen a la par: Ca-  
lorías – 105 kilocalorías, Carbohidratos – 24,91 gramos, Proteínas –  
0
,96 gramos, Grasas – 0,26 gramos, Fibra – 9 gramos, Almidón – 23,51  
gramos, Agua – 84 gramos. Minerales: Calcio – 97 miligramos, Cobre  
0,177 miligramos, Hierro – 9,51 miligramos, Magnesio – 64,12 mi-  
ligramos, Manganeso – 0,865 miligramos, Fósforo –131,2 miligramos,  
Potasio – 698 miligramos, Zinc – 0,155 miligramos. Vitaminas: Vita-  
mina A – 1759,87 miligramos, Vitamina B1 – 0,08 miligramos, Vita-  
mina B2 – 0,04 miligramos, Vitamina B3 – 3,45 miligramos, Vitamina  
C – 23 miligramos.55  
Como se pudo observar en la tabla nutricional, la arracacha  
zanahoria blanca) es una fuente de carbohidratos como cualquier  
(
otro tubérculo, sin embargo, su alto contenido de carotenos y de mi-  
nerales esenciales como el hierro, el calcio y el fósforo. (Se sugiere  
punto seguido) Lo mejor de todo es que se pueden gozar de estas  
propiedades al consumir la arracacha de diferentes maneras, ya sea  
en un puré o en una deliciosa crema.  
54 Nelson Mazón Ortiz, Raúl Castillo Torres, Michael Hermann, Patricio Espinosa, La zanahoria  
blanca o aaaacacha en Ecuador, INIAP, 1996, pp.1-2  
5
5 Morphological, structural, thermal, compositional, vibrational, and pasting characterization  
of white, yellow, and purple Arracacha Lego-like starches and flours (Arracacia xantho-  
rrhiza). Ver en: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29522823/ (27-04-2022).  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
237  
PascualYépez Morocho  
Beneficios de la arracacha  
Por ejemplo, en el caso de las dolencias crónicas causadas  
por enfermedades crónicas del sistema tanto excretor cómo intesti-  
nal, e incluso la anemia causada por insuficiencia renal encuentran  
mejoría gracias a la cantidad de hierro que la arracacha contiene,  
cuando ésta se consume con regularidad claro está. Por supuesto,  
todo el sistema circulatorio se ve beneficiado con esta propiedad,  
pues al haber la cantidad de hierro necesaria en el organismo, este  
puede ejercer sus funciones correctamente, pues mejora la irrigación  
de sangre y cada órgano es oxigenado por ella correctamente.  
Una yachak (partera) señala que:  
El consumo de esta raíz también se recomienda durante el embarazo,  
ya que un déficit de hierro en la alimentación puede generar el naci-  
miento de un bebé bajo de peso e incluso aumenta el riesgo de parto  
prematuro y regularmente, los bebés que nacen de manera prematura  
sufren diversos tipos de problemas en el desarrollo, tanto en su creci-  
miento como en la parte cognitiva. 56  
La vitamina B1 mejora el estado de ánimo ayudando al or-  
ganismo a superar los embates de la ansiedad y la depresión pues la  
misma tiene un efecto positivo en el cerebro, eliminando la inflama-  
ción que pudiera producirse en el y mantiene las funciones cerebra-  
les en óptimo funcionamiento. Por ende, también mantiene salu-  
dable la funcionalidad del sistema nervioso, el cual es responsable  
57  
de mejorar el estado de ánimo, la ansiedad y el estrés.  
Usos medicinales  
Ayuda al rejuvenecimiento de la piel, baja el peso, previene  
el estreñimiento, cura la gastritis, recomendando para las personas  
que realizan cirugías, especialmente cirugías de vesícula u otra ciru-  
5
5
6 Yachak I, Partera de la comunidad de Bayubug, cultura Puruha, entrevistada el 08-03-2022  
7 Mama Maria, Partera de la comunidad de Bayubug, cultura Puruha entrevistada el 08-03-  
2022  
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238  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
gía. El tronco negro de la zanahoria es muy bueno para la inflama-  
ción de las trompas de Falopio, se debe preparar 5 cm., de tronco en  
½
litro de agua y tomar caliente como agua de tiempo hasta que se  
desinflama las trompas de Falopio.  
Yana runa papa - camote morado  
Es rico en vitamina A y C, además retarda el envejecimiento.  
El camote es uno de los tubérculos que posee alto valor nutritivo,  
previene el cáncer de estómago, las enfermedades del hígado. Daniel  
Reynoso Tantalean, investigador del Centro Internacional del Papa  
(
CIP) asegura que: “El camote de pulpa morada retarda el envejecimiento  
por tener propiedades antioxidantes y un alto valor vitamínico y proteico,  
58  
superior al de la papa (patata)”. Por su parte, algunos nutricionistas  
consideran al camote como un importante suplemento proteico para  
niños y para personas con problemas de desnutrición. Por lo que es  
recomendable consumir en muchas formas, entre ellas: puré o papi-  
lla, como reemplazo de la papa o yuca o en dulce. Es excelente pro-  
ducto nutritivo para los niños.  
Usos medicinales  
Baja el colesterol, reduce los niveles de ácido úrico en la san-  
gre, evita desarrollar la gota. Controla los niveles de azúcar en la san-  
gre aumentando la sensibilidad a la insulina, disminuye las molé-  
culas inflamatorias y aumenta la producción de los transportadores  
de glucosa en el tejido muscular; protege la salud y la inflamación  
del hígado. Reduce el estrés oxidativo y la secreción de citoquinas  
59  
proinflamatorias después del ejercicio.  
5
8 Cfr. Daniel Reynoso Tantalean en: Morgan Daniel Zuzunaga La Rosa, Exportación de camote  
morado producido en la provincia de Huaral-Lima- Perú hacia Vancouver-Canadá, p.64. Ver  
en: https://repositorio.usmp.edu.pe/bitstream/handle/20.500.12727/3015/zuzunaga_  
rmd.pdf?sequence=1&isAllowed=y (11-02-2022)  
59 Cuerpo Mente, guía de alimentos. Ver en: https://www.cuerpomente.com/guia-alimentos.  
Ingresado 05.05.2022  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
239  
PascualYépez Morocho  
Kiwicha (Caudatus Linnaeus) amaranto  
El Amaranto es uno de los cultivos más antiguos de nuestros  
ancestros por miles y millones de años fueron los primeros en usar  
el amaranto, como producto de alto rendimiento alimenticio que se  
utilizaban solo en las fiestas y ritos ancestrales espirituales. Hay ama-  
ranto blanco y negro.  
Aspectos Nutricionales  
El amaranto puede consumirse casi desde la siembra, en  
forma de germinado, de hojas tiernas en ensalada, o molidas para  
servirse como sopa. La digestibilidad de su proteína es muy alta, al-  
canzando entre el 80% y el 92%. Además, no contiene gluten, así que  
60  
es apto para el consumo de los celíacos (alérgicos al gluten). El ama-  
ranto posee una extraordinaria calidad proteínica, contiene entre 14  
y 19% de proteína de origen vegetal. La proteína de amaranto es muy  
buena fuente de lisina (el doble que el trigo y el triple que la del  
maíz). Este producto vegetal es rico en ácidos grasos insaturados,  
como el linoleico, el cual es un ácido graso indispensable. Así mismo  
contiene mucho sodio, potasio, calcio, magnesio, cinc, cobre, man-  
ganeso, níquel y hierro.61  
Respecto a las hojas, éstas contienen 86% de humedad y 3,5%  
de proteína. En sus hojas y principalmente, en el germinado, pode-  
mos encontrar una alta porción de vitaminas A y C, grasas naturales  
y minerales como el fósforo, calcio, potasio, magnesio y hierro. La  
hoja del amaranto tiene más hierro que la espinaca, lo que la hace  
ideal para evitar la anemia que afecta principalmente a mujeres em-  
barazadas y a niños. Amaranto se considera una potencial comida  
energética, y su balance de proteínas, grasas y carbohidratos le per-  
62  
miten proporcionar nutrientes en forma equilibrada.  
60 Hazte ver Ecuador, Todo sobre el amaranto, 21 de abril de 2016. Ver en: https://haztevere-  
cuador.com/todo-sobre-el-amaranto (22-11-2022)  
1 Ibídem.  
6
62 Mapes Sánchez Emma Cristina. Julio-septiembre 2015. Uso de plantas medicinales. El ama-  
ranto. Revista ciencia, págs. 12 y 13. http://revistaciencia.amc.edu.mx/images/revista/66_3  
/PDF/Amaranto.pdf (28-04-2022).  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
240  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
Usos medicinales  
Favorece el rendimiento físico y mental, mantiene los huesos,  
regula el colesterol en la sangre y el buen funcionamiento del cora-  
zón, también es excelente suplemento para las madres en tiempo de  
gestación y lactancia. Incluso, en vez de leche materna a los niños  
recién nacidos se puede dar la leche de amaranto. También reduce  
el estrés. El amaranto negro es muy recomendado para recuperar la  
sangre de las personas que han tenidos operaciones complicadas, ac-  
63  
cidentes de tránsito y madres que han dado a luz  
Maíz (Sara)  
Maíz es una gramínea que se cultiva en gran escala si tecnolo-  
gía importada, sin tractores, solo con la ayuda de bueyes y un arado  
rudimentario. También es famoso su bellísimo mármol de tan exce-  
lente calidad que se parece a la gema denominada ónix (piedras se-  
mipreciosas), por su enorme diversidad de especies y colores de  
choclos (maíz blanco, maíz amarillo, maíz rojo, maíz negro, maíz pin-  
tón, maíz tomate, maíz lila) En la cultura indígena y campesina el  
uso del maíz también se extiende a otras partes de la planta. Los ta-  
llos tiernos se utilizan para chupar; cuando están secos se usan para  
la construcción de chozas, forraje de ganado, para combustible y  
abono. Las hojas tiernas que cubren la mazorca sirven para envolver  
las humitas y para elaborar artesanías. En el Ecuador hay una gran  
variedad de razas de maíz, adaptadas a distintas altitudes, tipos de  
suelos y ecosistemas. De acuerdo a una clasificación oficial existen  
25 razas de maíz ecuatoriano. El 18% de las colecciones de maíz del  
Centro Internacional de Mejoramiento de maíz y trigo (CIMMYT)  
proviene de Ecuador, lo que le sitúa como el tercer país en cuanto a  
diversidad de cultivo. Se conoce 8 tipos de maíz, estos son: el maíz  
duro, maíz dulce, maíz reventador, maíz dentado, maíz harinoso, los  
maíces cerosos, los tipos de maíces opacos con proteínas de calidad  
y por último el tipo de maíz baby.64  
6
6
3 Wachachik mama 3. Entrevistado 10.05.2022. Riombamana. 07.12.2022  
4 Revista Desde el Surco. La revolución verde Indoamericana. 07.12.2022  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
241  
PascualYépez Morocho  
Fuente: Revista desde el Surco. La revolución verde Indoamericana.07.12.2022  
Valor nutritivo  
El maíz tiene un alto valor nutritivo con principales macro-  
nutrientes, antioxidantes, fibras saludables, vitaminas, minerales, lí-  
pidos bajos, vitamina E y K provitaminas A, sodio bajo, potasio alto,  
buena calidad de proteína, recomendable para que consuma la po-  
blación infantil y adulto mayor.  
-
-
-
buen aporte energético dado principalmente por el almidón;  
buen aporte de fibra dietaria;  
buen aporte de lípidos con alto contenido ácidos grasos esenciales  
de la serie Omega-6;  
-
-
-
-
buen aporte de vitaminas liposolubles como E y K y provitaminas  
A;  
buen aporte de vitaminas hidrosolubles como tiamina, riboflavina  
y niacina (considerar biodisponibilidad);  
buen aporte de componentes bioactivos como carotenoides y toco-  
feroles no provitamínicos, fitoesteroles y rafinosa;  
65  
bajo contenido de sodio y alto de potasio.  
6
5 Maiz y Nutricion: informe sobre los usos y las propiedades nutricionales del maíz para la  
alimentación humana y animal. Recopilación de ILSI Argentina. Serie de Informes Especiales.  
Volumen II, octubre de 2006. p. 62.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
242  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
Usos medicinales  
La infusión de barbas de maíz (pelo de choclos), 30 gr. por  
cada litro durante 15 días, es un diurético, aumenta líquidos del  
cuerpo humano. Tomar cuatro vasos diarios de este preparado esti-  
mula los riñones haciendo aumentar la necesidad de orinar, lo que  
constituye un recurso muy importante para la sanación de anomalías  
66  
corporales. Entre todas las afecciones para las que puede utilizarse  
la infusión de pelo de choclo es a fin curar o prevenir de las siguien-  
tes enfermedades: obesidad, hipertensión, cálculos renales, cálculos  
biliares, edemas, insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal y sín-  
drome premenstrual.  
Toda la región interandina del Ecuador es la tierra del maíz,  
las montañas de todo el territorio, lados del camino, grandes maiza-  
les dan la bienvenida a los turistas al compás del viento; su gente es  
amable, culta y organizada.  
Existe diferentes platos: mote pelado, tortillas de maíz (wa-  
lus), colada de maíz, caldo de bolas de maíz, tamales y humitas, chi-  
wuiles, mazamorra, chicha de maíz, colada morada con maíz negro.  
67  
6
6
6 Yachak I, comunidad San José de Bayubug, Riobamba, Chimborazo. 07.12.2022.  
7 Tortillas de maíz (Walus)  
La única herramienta para su elaboración es el tiesto de barro y leña seca. La elaboración  
lleva entre 4 y 5 horas, están a la venta en los principales mercados de cada localidad a costos  
de 2 y hasta 3 por un dólar.  
La tortilla en la sierra ecuatoriana desde miles y millones de años es considerada una de las  
comidas típicas de los pueblos originarios y principalmente en todo el territorio de la nacio-  
nalidad kichwa donde se cultivan el maíz sea amarillo o blanco. Este alimento puede ser  
servido con café, leche y chocolate o incluso en ciertas comunidades forma parte de la ali-  
mentación cuando los ciudadanos van de caza a la montaña o realizan viajes lejanos a otras  
regiones o ciudades. Las gestoras por antigüedad continúan siendo las abuelitas y madres  
de casa en un menor porcentaje las jóvenes. Los ingredientes según Yachak 1 (07.10.2021),  
quien elabora las tortillas desde años son básicos y sobre todo natural no requieren de ma-  
yores componentes más allá que el maíz gualos (tierno), mantequilla, mapa wira (manteca  
de chancho), harina, huevos, sal, azúcar (según el gusto), leche y quesillo o queso para darle  
el sabor requerido. “Lo que si se necesita es que el maíz esté ni tan seco ni tan fresco para lo-  
grar una masa adecuada”.  
Toda la producción de los alimentos se realiza el intercambio comercial por los comerciantes  
en las ferias para tener productos de diferentes zonas ecológicas, la alimentación básica es  
el maíz, papa, la quinua, chochos y melloco. También hay que resaltar las tecnologías en la  
elaboración de instrumentos artesanales, así como el material prima, por ejemplo, la cerámica  
y metalurgia, la madera y bronce para el cultivo de la tierra.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
243  
PascualYépez Morocho  
A manera de conclusión  
La preocupación de las dos primeras décadas del siglo XXI  
es cómo asegurar los alimentos para la población como un derecho,  
ya que la sobrepoblación de las personas y de la desnutrición hu-  
mana es alarmante a nivel global por un lado y por el otro, el sistema  
de producción de productos propios de la zona es la lucha de la au-  
tonomía alimentaria. Esto es, la preocupación de continuar con cul-  
tivo de productos sanos, naturales, propios de la zona.  
En este contexto, los ambientalistas los ecologistas actual-  
mente están en el debate de lo que es bueno y malo para la salud. E  
allí se toca el tópico del porque la importancia de defender los pro-  
ductos naturales, los indígenas son ecologistas natos, en consecuen-  
cia, ellos se niegan a seguir utilizando productos químicos en las  
semillas que cultivan.  
La agricultura tradicional (orgánica) tiene un proceso largo y  
el uso de la fuerza de mano de obra humana que son adecuadas para  
el consumo humano, en cambio, la producción agroindustrial en  
masa tiene un proceso corto, donde se utiliza la tecnología y semillas  
transgénicas para su producción, pero, estos productos afectan la  
salud física.  
Hay que tener en cuenta que a pesar de la globalización y que  
actualmente no contamos con el tiempo suficiente, para realizar  
huertos orgánicos en nuestras viviendas, debemos empezar por  
nuestra casa inculcando a nuestros hijos una manera saludable de  
cultivar los alimentos, si es posible en macetas.  
Hay que rescatar nuestro patrimonio alimentario, la forma tra-  
dicional de cultivar, adaptándonos a los tiempos actuales, sin em-  
bargo, es lamentable que en nuestro medio se consumen muy poco  
los productos orgánicos, debido a la falta de información de dónde  
se venden, o cómo se preparan se puede indicar que implantar la  
cultura de comer sano y empezar a cultivar en nuestros hogares lo  
que podamos sin químicos sería lo deseable.  
Mejorar la calidad de vida para la generación de empleo desde  
las características especiales de saberes ancestrales, conocimientos  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
244  
Sobre los alimentos ancestrales andinos saludables  
tradicionales, buenas prácticas de los pueblos originarios como su-  
jetos de patrimonios inmateriales de la humanidad reconocidos por  
el INPC y Unesco.  
Es evidente que, detrás de la producción y consumo de los ali-  
mentos sagrados, hay familias, hay un sistema, hay una concepción  
de vida que ha sido impuesta desde afuera y que la dieta ha sido in-  
sana y desequilibrada, impuestas con el sistema industrializado.  
Ahora, se propone retornar a consumir los aliciertos que concentren  
la mayor parte de nutrientes que requiere nuestro organismo, tanto  
macronutrientes como micronutrientes que tienen los productos ali-  
menticios antes señalados, para maximizar el aporte de vitaminas,  
minerales, fibra, carbohidratos, proteínas, antioxidantes y grasas sa-  
ludables. Nuestros cuerpos necesitan mantener alto el nivel de de-  
fensa inmunológico para prevenir de todas las enfermedades  
conocidas y desconocidas. Adicionalmente, aprendamos a curar a  
través de las ollas tradicionales preparados en barro, e igual que las  
tortillas de maíz hechos en tiesto.  
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BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
247  
PascualYépez Morocho  
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Entrevista:  
Yachak I, comunidad Bayubug, Riobamba, Chimborazo. Entrevistado el 08-03-  
2022.  
Wachachik II. Comunidad de San Rafael, Otavalo, Imbabura. Entrevistado el  
0-05-2022.  
1
Wachachik mama 3. Entrevistado 10.05.2022. Riobamba, Chimborazo, Ecuador.  
Wachachik mama, entrevistado en 15.05.2022. Otavalo, Imbabura, Ecuador.  
JAMBIK WARMI, Cultura Panzaleo, Cotopaxi, Ecuador. Entrevistado el  
03.05.2022.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 215–248  
248  
GENEALOGÍA  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-A  
Julio–diciembre 2022  
HISTORIAS DE HERÁLDICA:  
UN ESCUDO EN PIEDRA CON 440 AÑOS DE HISTORIA  
EN CHAMBO1  
Álvaro Mejía Salazar2  
Resumen  
Esta investigación presenta la historia de una piedra herál-  
dica con más de cuatrocientos años de historia que se ha encontrado  
en la iglesia del cantón Chambo. Su historia, parcialmente conocida,  
es en esta ocasión expuesta de manera completa. En este estudio  
también se expondrá varios pasajes de la historia social y urbana de  
Chambo, así como la vida de dos hombres del siglo XVI relacionados  
con el centenario vestigio lítico centenario.  
El texto se articula a través de los siguientes acápites: Oríge-  
nes hispánicos de Chambo; Diego de Torres, primer encomendero  
de Chambo; Fundación de la iglesia y conventillo de Nuestra Señora  
de la Paz; Rodrigo de Paz Maldonado, segundo encomendero de  
Chambo; un enterramiento centenario en Chambo. Este trabajo pre-  
senta también conclusiones.  
Palabras clave: Heráldica, Chambo, Diego de Torres, Paz Maldo-  
nado.  
1
2
Recibido: 28-08-2022 // Aceptado: 02-10-2022  
Riobamba (1982). Doctor en Derecho, Universidad Complutense de Madrid, España. Miembro  
de la Academia Nacional de Historia, de la Academia Ecuatoriana de Historia Eclesiástica, del  
Instituto Panamericano de Geografía e Historia, de la Academia Nicaragüense de Historia y  
Genealogía, etc. Docente universitario en materia jurídica (UASB-E, UEES, PUCE-Q, etc.). ar-  
mejiasalazar@gmail.com  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 251–276  
251  
Álvaro Mejía Salazar  
Abstract  
This investigation presents the history of a heraldic stone  
with more than four hundred years of history that for centuries has  
been found in the church of the Chambo canton. Its history, partially  
known, is on this occasion fully exposed. In this study they will also  
expose several passages of the social and urban history of Chambo,  
as well as the lives of two men from the 16th century related to the  
centennial lithic vestige.  
The text is articulated through the following sections: His-  
panic Origins of Chambo; Diego de Torres, first encomendero of  
Chambo; Foundation of the church and conventillo de Nuestra Se-  
ñora de la Paz; Rodrigo de Paz Maldonado, second encomendero of  
Chambo; A centennial burial in Chambo. This work also presents  
conclusions.  
Keywords: Heraldry, Chambo, Diego de Torres, Paz Maldonado.  
Orígenes hispánicos de Chambo  
Aparte de las informaciones que arqueólogos puedan ofre-  
cer, los primeros datos que tenemos del pueblo de Chambo vienen  
con la conquista española de estos territorios. Así, la estratégica Rio-  
bamba fue tomada por Diego de Almagro en julio de 1534, luego de  
una tenaz resistencia de los puruhaes –que no de los incas–. De  
hecho, una de las principales batallas de esta conquista se dio en la  
llanura del pueblo del cacique Achamba, quien fue finalmente ven-  
cido y tomado prisionero. Sobre este hecho, el cronista Gonzalo Fer-  
nández de Oviedo (Madrid, 1478 - Santo Domingo, 1557) señala:  
E fue preso el señor de aquella [cacique Achamba], al cual llegó un  
mensajero y este cacique informado del mensajero, apartó en secreto  
al capitán Almagro, e díjole como venían muchos cristianos e gente que  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 251–276  
252  
Un escudo en piedra  
con 440 años de historia en Chambo  
el capitán Alvarado traía, e mucha artillería e muchos caballos, e que  
le habían salido muchos indios al encuentro, e tenían mucha guerra  
con el dicho Alvarado. Por esto, recogió su campo e fue a la ciudad de  
Riobamba.3  
En Riobamba y mientras aguardaban la llegada de Pedro de  
Alvarado y sus tropas –que venían desde Centroamérica con autori-  
zación para la conquista de Quito–, los hombres de Almagro fueron  
atendidos por los indígenas del sector y también por la gente de  
Achamba. Cabe recordar que para hacer prevalecer sus derechos de  
conquista y adelantarse fácticamente a Alvarado, Almagro decidió  
fundar la ciudad de Santiago de Quito el 15 de agosto –que no San  
Pedro de Riobamba, la cual fue fundada el 9 de julio de 1575–. Pos-  
teriormente, arribado Alvarado y negociada su renuncia a la con-  
quista de Quito, Almagro –que no Benalcázar– fundó desde Santiago  
la villa de San Francisco de Quito –que ya había sido visitada por  
Benalcázar meses atrás–, el 28 de agosto –que no el 6 de diciembre,  
fecha en la cual solo existió la primera reunión del cabildo español  
4
de Quito–. Finalmente, Almagro, Alvarado y parte de sus hombres  
partieron al Cuzco, y Benalcázar y otra parte de las tropas partieron  
hacia el norte, a tomar posesión efectiva de San Francisco de Quito.  
En más, los territorios del cacique Achamba fueron muy va-  
lorados por los españoles que los conocieron, dado lo fructífero de  
sus campos y su considerable población. Finalizada la conquista de  
los territorios de esta parte del Tahuantinsuyo, pronto los ibéricos  
que participaron en ella buscaron repartimientos de tierras y otros  
privilegios y mercedes. Así, el 28 de julio de 1540, el capitán Diego  
de Torres obtuvo de don Francisco Pizarro varias encomiendas en  
5
reconocimiento a sus desempeños, entre ellas la de Achambo que  
había conocido muy bien, pues había sido uno de los hombres de  
Almagro.  
3
4
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia general y natural de las Indias, islas y tierra-  
firme del mar océano. Tercera parte. Tomo IV (Madrid: Real Academia de la Historia, 1855), 240.  
Para mayores datos sobre cómo ocurrió la fundación de Santiago de Quito, de San Francisco  
de Quito y de San Pedro y San Pablo de Riobamba, ver mi obra: Hombres del XVI. Vida de fun-  
dadores y primeros pobladores de la provincia del Quito (Quito: IPGH, 2015).  
5
Fernando Jurado, Los Paz en Ecuador y el Sur de Colombia (Quito: SAG, 2001), 64.  
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253  
Álvaro Mejía Salazar  
Como encomendero, Diego de Torres debía encargarse de la  
evangelización de los indígenas de la jurisdicción de su encomienda,  
así como de su cuidado general. En este punto debe recordarse que  
la reina Isabel La Católica, mediante Real Provisión dada en Sevilla  
el 20 de junio de 1500, ordenó la prohibición de la esclavitud para  
los indígenas y su tratamiento de súbditos de la Corona. A cambio  
de la evangelización, el encomendero tenía derecho a recibir conti-  
nuamente de sus encomendados una muy importante cantidad de  
bienes y servicios.  
Con el establecimiento de la encomienda, el antiguo poblado  
puruhá inició su proceso de urbanización a la usanza española, con  
la creación de un núcleo principal alrededor de la casa de adminis-  
tración de la encomienda y, seguramente, las casas de los caciques,  
que siempre convenía tenerlos próximos. En todo caso, uno de los  
principales hitos fundacionales del pueblo de Chambo –sino el prin-  
cipal– se dio unas décadas más adelante, exactamente en 1550, según  
expondré más adelante. Pero, por ahora, conviene referirme a la vida  
del primer encomendero de Chambo, el capitán Diego de Torres.  
Diego de Torres, primer encomendero de Chambo  
Diego de Torres había nacido de Casarrubios del Monte, pro-  
6
vincia de Toledo. No he logrado encontrar su pasaporte ni otra in-  
formación de su paso a América en el Archivo General de Indias de  
Sevilla, tampoco informaciones fiables de sus actuaciones antes de  
1
534. Lo cierto es que antes de tal año debió estar en el Perú, pues  
fue uno de los hombres que acompañó al mariscal Diego de Alma-  
gro en la conquista de Quito. De hecho, estuvo en el pueblo de Rio-  
7
bamba en la fundación de Santiago de Quito el 5 de agosto de 1534.  
Luego estuvo también en la fundación de San Francisco de Quito, el  
8
2
8 de agosto de 1534. Acordada la compra de la armada de don  
6
7
Piedad y Alfredo Costales, Viracochas y peruleros (Quito: Xerox, 1995), p. 151.  
(…) en Coquimbo, supo de su nombramiento como mariscal de la Nueva Toledo. En: Centro  
virtual Cervantes, Diego de Almagro. Ver en: https://cvc.cervantes.es/artes/ciudades_patri-  
monio/quito/personalidades/almagro.htm (26-09-2022)  
8
José Rumazo (paleógrafo), Libro primero de cabildos de Quito, tomo I (Publicaciones del Archivo  
Municipal, Quito, 1934), pp. 34 y 51.  
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Un escudo en piedra  
con 440 años de historia en Chambo  
Pedro de Alvarado –que originalmente era un pago indemnizatorio,  
pero luego terminó resultando en una compra–, para evitar una gue-  
rra fratricida entre almagristas y alvaradistas, Torres abandonó a Al-  
magro y se unió a Sebastián de Benalcázar en su marcha definitiva  
hacia Quito –de hecho, esto pudo haberse dado por una instrucción  
del propio Almagro quien no confiaba en Benalcázar y tenía en es-  
tima a Torres–. Consolidada la toma de Quito, se concedió a Torres  
un solar principal frente al de Benalcázar, lo cual denota su impor-  
tancia, pero luego se le concedió otro de un cuarto de manzana en la  
actual plaza de Santo Domingo, que desde ese entonces pasó a ser  
9
públicamente conocida como plaza de Diego de Torres.  
10  
En enero 1536 fue elegido regidor del cabildo quiteño y se  
11  
le concedieron varias estancias. En enero 1537 fue nuevamente ele-  
1
2
gido regidor y en junio de tal año se le otorgaron otras estancias  
13  
más. En febrero de 1538, Benálcazar part de Quito hacia Popayán  
y Cali, no sin antes nombrar a Diego de Torres como su sucesor en  
el cargo de Teniente de Gobernador; nombramiento que fue recibido  
1
4
con beneplácito por el cabildo quiteño y fue desempeñado solo  
hasta el mes de mayo de dicho año. El 28 de julio de 1540, recibió de  
Francisco Pizarro las encomiendas de Achambo y Perucho, en pre-  
mio a sus méritos. Para 1542, estuvo en la pacificación de las provin-  
1
5
cias de Quisna, Macas, Paira y Sangay. En 1543 y 1544 fue  
nombrado alcalde ordinario de Quito.16  
9
1
1
1
1
1
1
1
José Rumazo (paleógrafo), Libro primero de cabildos de Quito, tomo I, p. 340.  
0 José Rumazo (paleógrafo), Libro primero de cabildos de Quito, tomo I, p. 163.  
1 José Rumazo (paleógrafo), Libro primero de cabildos de Quito, tomo I, p. 128.  
2 José Rumazo (paleógrafo), Libro primero de cabildos de Quito, tomo I, p. 203.  
3 José Rumazo (paleógrafo), Libro primero de cabildos de Quito, tomo I, p. 263.  
4 José Rumazo (paleógrafo), Libro primero de cabildos de Quito, tomo I, pp. 365-368.  
5 Piedad y Alfredo Costales, Viracochas y peruleros, p. 151.  
6 José Rumazo (paleógrafo), Libro primero de cabildos de Quito, tomo I, p. 373.  
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Firma del capitán Diego de Torres  
Acta del cabildo de San Francisco de Quito, 5 de abril de 1544  
Torres fue uno de los españoles más industriosos de estos  
tiempos: tuvo obraje de lana en las jurisdicciones de Riobamba y  
Ambato, donde también poseyó minas de plata, cultivo vid en Pe-  
rucho, fue ganadero de vacuno y porcino, cultivó frutales como man-  
zanas, peras, melocotones y membrillos en las vegas del  
17  
Machángara. Estuvo casado con doña Isabel de Aguilar y Monte-  
negro, extremeña de Trujillo, una de las primeras españolas llegadas  
a Quito y hermana del dominico fray Alonso de Montenegro, de  
doña Mencía de Montenegro, quien estuvo casada con el también  
encomendero Francisco de Londoño y de doña Ana Valverde Agui-  
lar y Montenegro, quien estuvo casada con Sancho de la Carrera, otro  
18  
encomendero.  
En la rebelión suscitada entre 1544 y 1545, donde Gonzalo  
Pizarro se levantó contra las limitaciones que a los capitanes de la  
conquista imponían las Leyes Nuevas del rey Carlos I, Diego de Torres  
plegó al bando realista. En junio de 1545 se alojó en su casa el virrey  
Blasco Núñez Vela, encargado de la implementación de las mencio-  
nadas leyes en el Perú. Desde esta casa, que era de las mejores de la  
ciudad, se mandaron a hacer picas y arcabuces para la lucha contra  
17 Luciano Andrade Marín, “La plaza de Santo Domingo”, en vespertino Ultimas Noticias, Quito:  
El Comercio, 19 de diciembre de 1964.  
1
8 Javier Ortiz de la Tabla Ducasse, Los encomenderos de Quito, Escuela de Estudios Hispano-  
americanos de Sevilla, Sevilla, España 1993), p. 247.  
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Un escudo en piedra  
con 440 años de historia en Chambo  
1
9
Pizarro. En la batalla de Iñaquito, que enfrentó a los hombres de  
Núñez Vela contra los de Pizarro el 18 de enero de 1546, el capitán  
Diego de Torres guerreó junto al virrey, falleciendo a causa de heri-  
das sufridas en combate; a Núñez Vela los pizarristas lo tomaron  
preso y ultimaron.  
Fundación de la iglesia y conventillo de Nuestra Señora de la Paz  
Con la muerte de Diego de Torres, su viuda, doña Isabel de  
Aguilar y Montenegro, pasó a ser la legítima poseedora de la enco-  
mienda de su difunto esposo, pero no de propietaria, pues dada su  
condición mujeril no podía ser la titular de tal merced –cosas del  
siglo XVI–. Para esos mismos tiempos, un salmantino llamado Ro-  
drigo de Paz Maldonado y Castro, que había venido a Quito en 1544  
junto al virrey Núñez Vela y que en 1545 había tenido que huir a Pa-  
namá por la persecución de Gonzalo Pizarro en su contra, tuvo no-  
ticias del arribo del pacificador licenciado Pedro de La Gasca, quien  
había sido enviado por el monarca español para aplacar la revolu-  
ción de los encomenderos encabezada por el antes mencionado Pi-  
2
0
zarro. Paz se puso de inmediato a las órdenes del pacificador  
viajando desde Panamá a Jauja en el Perú. El 9 de abril de 1548, par-  
ticipó del lado realista en la batalla de Jaquijahuana, donde se des-  
barató la revolución de los encomenderos y se ajustició a Pizarro.  
He descubierto que pocos días después de la batalla de Ja-  
quijahuana, el 22 y el 30 de abril de 1548, el licenciado Pedro de La  
Gasca emitió desde el Cuzco dos cartas de recomendación a favor  
2
1
de Paz, en recompensa a sus servicios. La primera fue una reco-  
mendación general sin destinatario específico, donde La Gasca re-  
conoce la destacada participación de Paz en la batalla de  
Jaquijahuana, sus servicios a favor del difunto virrey Núñez Vela y  
de la corona. La segunda misiva resulta realmente interesante. Se en-  
cuentra dirigida “A la Magnífica Señora Doña Ysabel de Aguilar  
1
9 Jacinto Jijón y Caamaño, Sebastián de Benalcázar, tomo II (Quito: La Prensa Católica, 1949),  
p. 147.  
2
2
0 Fernando Jurado, Los Paz en Ecuador y el Sur de Colombia, p. 66.  
1 Archivo General de Indias. Ref.: ES.41091.AGI/28.3.12.29//PATRONATO,112,R.2.  
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muger que fue de Diego de Torres que descansa en gloria – En  
Quito”. Se trata de una delicada pero directa conminación de don  
Pedro de La Gasca a doña Isabel de Aguilar para que se desposase  
con Rodrigo de Paz Maldonado. Doña Isabel de Aguilar y Montene-  
gro. Para mayor ilustración y documentación transcribo la curiosa  
misiva:  
Carta que el pacificador Pedro de La Gasca remitió a Isabel de Aguilar,  
recomendándole celebrara esponsales con Rodrigo de Paz Maldonado  
Archivo General de Indias, Sevilla  
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con 440 años de historia en Chambo  
Magnífica Señora.  
El Señor Ro de Paz es un muy buen cavallero de Salamanca y persona  
muy celosa del servicio de su magestad y como tal anduvo en su ser-  
vicio en tiempo del visorrey y agora se halló en la batalla contra Go Pi-  
zarro y sus sequaces. Al qual por el respecto y por lo que soy de sus  
servicios y lo dicho de su persona merece, le soy muy afficionado y lo  
tengo en lugar de deudo y por la bondad y onestidad de vuestra mer-  
ced, deseo que se afficione a casarse con él y por los respectos y a dicho  
señor recibire en ello mucha dicha mío Señor conserve y augmente en  
su sancto servicio la magnífica persona de usted como desea y yo deseo  
de él. Cuzco a XXX de abril de 1548.  
Aprecio de El Licdo Gasca.22  
Pedro de La Gasca premió a Rodrigo de Paz “dándole la  
mano” de la acaudalada e hidalga viuda doña Isabel de Aguilar y  
Montenegro. Es evidente que Paz había conocido a Isabel en su es-  
tancia en Quito entre 1544 y 1545, y se había prendido de ella –o  
acaso de su condición de viuda hidalga y rica–; esto explica que haya  
buscado inmediatamente después de Jaquijahuanala concesión de  
esta “merced” y no haya esperado el otorgamiento de otras recom-  
pensas materiales en el reparto de Huaynarima del 16 de agosto del  
mismo 1548. Además, y esto no se debe olvidar, junto con la mano  
de Isabel venía también la titularidad de las encomiendas de su di-  
funto esposo don Diego de Torres. De esta manera, con la delicada  
carta de conminación del licenciado La Gasca, Paz regresó a Quito,  
desposó a Isabel y tomó posesión de su fortuna –cosas, insisto, del  
siglo XVI–.  
Casado y encomendero de facto, Paz solicitó avecinarse for-  
malmente en Quito, calidad que fue otorgada por el cabildo quiteño  
2
3
en reunión del 18 de septiembre de 1548. Así mismo, pronto se  
preocupó de sus nuevas propiedades, especialmente de su enco-  
22 Ibídem.  
23 José Rumazo (paleógrafo), Libro segundo de cabildos de Quito, tomo II (Publicaciones del Ar-  
chivo Municipal, Quito, 1934), p. 84.  
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mienda de Achambo o Chambo, como también se la empieza a co-  
24  
nocer desde entonces. En efecto, junto con su esposa, se preocupa-  
ron del mejoramiento del poblado que había venido desarrollándose  
y lejos de mantener el estatus de mera encomienda con cura doctri-  
nero errante, construyeron una iglesia y un pequeño convento en  
1550.  
En recuerdo de la fundación de la iglesia y convento, Rodrigo  
de Paz Maldonado y su esposa, doña Isabel de Aguilar y Montene-  
gro, mandaron a labrar una piedra con una inscripción conmemora-  
tiva, la cual por ventura aún se conserva en uno de los lienzos de la  
iglesia matriz de Chambo. El texto de la piedra reza: “Esta iglesia y  
conventillo de Nuestra Señora de la Paz fundaron Rodrigo de Paz y doña  
Isabel de Aguilar su mujer a honra de Dios año de 1550. En todas las misas  
que aquí se dijeren han de rogar a Dios perpetua misericordia por ellos. Cris-  
tiano este fin has de ver.  
Más allá de fantasiosos y enteramente infundados mitos –re-  
almente disparatados– que se han publicado sobre una supuesta fun-  
dación oficial de San Juan Evangelista de Chambo en 1573, por orden  
25  
del virrey y con presencia del gobernador Alonso de Marchena, de  
la cual nada refieren las actas del cabildo quiteño donde entonces  
debía inscribirse este tipo de trascendentales actos jurídicos ni nin-  
gún otro documento de la época, ha de valorarse el año de 1550,  
como un hito fundamental en la organización urbana de Chambo.  
Desde entonces, el núcleo central del poblado iría tomando la racio-  
nalidad urbana que mantiene hasta la actualidad con iglesia, plaza  
y casas principales. Así, por ejemplo, el español Gaspar Fernández  
solicitó al cabildo Quito y se le concedió una cuadra lindante «con  
el monasterio de Achambo, calle en medio», el 3 de enero de 176;  
2
6
este solar luego fue vendido al feudatario Benito de Orta Martel.  
2
4 Jorge Garcés (paleógrafo), Libro de cabildos de la ciudad de Quito 1575-1576 (Quito: Publicaciones  
del Archivo Municipal, 1935), 169. Corrijo a quien sostiene que el nombre “Chambo” se lo  
utiliza solo a partir del siglo XIX. Por citar solo dos ejemplos anteriores al uso del nombre  
Chambo” puedo citar las obras de Velasco y de Cicala, que datan del siglo XVIII.  
2
5 La relación de esta ficticia fundación, puede ser encontrada en: Luis Fernando Botero Villegas,  
Encomiendas, guardianías y doctrinas: Discursos y representaciones. El caso de Chimborazo,  
Ecuador (Riobamba: 2020), 171.  
26 Jorge Garcés (descifrador), Libro de proveimientos de tierras, cuadras, solares, aguas, etc., por los  
cabildos de la ciudad de Quito (Quito: Archivo Municipal, 1941), 21.  
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con 440 años de historia en Chambo  
La importancia del poblado fue en aumento, así, el 3 de octubre de  
1
586, el indio Juan Quingaray, de Chambo, solicitó y se le concedió  
27  
hierro para su ganado; el 3 de junio de 1587, logró igual concesión  
28  
«Pedro Sánchez barbero indio de Achambo»; mientras que, el 27 de  
junio de 1591, el español Juan Rodríguez de la Calle, residente en  
Chambo, consiguió su hierro para el ganado que tenía en dicho  
29  
lugar. Ya que señalado el impulso que Rodrigo de Paz Maldonado  
dio al poblado, ponderándolo como poblado y no como mera enco-  
mienda, vale la pena que me refiera a su vida.  
Inscripción en piedra que testimonia la fundación de la iglesia  
y convento de Nuestra Señora de la Paz, Chambo, 1550  
Iglesia Matriz de Chambo  
Rodrigo de Paz Maldonado, segundo encomendero de Chambo  
Nació en Salamanca, en 1512, hijo de Juan de Paz Maldonado  
3
0
y doña Elvira de Castro, hidalgos de Salamanca. He descubierto  
que Rodrigo de Paz pasó a Indias en 1535, acompañando al adelan-  
2
2
2
3
7 Ibíd., 122.  
8 Ibíd., 124.  
9 Ibíd., 140.  
0 Archivo General de Indias. Ref.: ES.41091.AGI/11//PASAJEROS,L.6,E.1877  
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Álvaro Mejía Salazar  
tado Pedro Fernández de Lugo en la conquista de la provincia de  
Santa Marta. En 1536, a la muerte de Fernández de Lugo, Paz acom-  
pañó a Alonso Luis de Lugo –hijo del capitán Pedro Fernández de  
Lugo– quien pasó a comandar la pacificación de Santa Marta. Esta  
provincia ya había sido capitulada en calidad de gobernación en  
1
524 por Rodrigo de Bastidas; la consolidación del descubrimiento  
y conquista de esta zona, sin embargo, tardaría décadas y demanda-  
ría varias campañas. La gobernación de Santa Marta comprendía los  
territorios desde el Cabo de la Vela hasta la desembocadura del Rio  
31  
Magdalena.  
Entre 1540 y 1542, Paz fue uno de los 340 españoles que  
acompañaron al adelantado Francisco Vásquez Coronado en la fa-  
mosa expedición a las siete ciudades de oro de Cíbola y Quivira –ac-  
tual México y parte sur de Estados Unidos de América–. Paz aportó  
con un caballo propio, armas “de la tierra” y una chaqueta de cuero  
3
2
de venado. Pronto los hombres de Vásquez Coronado llegaron a  
Cíbola, pero descubrieron que las siete ciudades no eran sino un de-  
sierto habitado por gentes que vivían sumidas en la pobreza. La ex-  
pedición continuó en busca de mejores tierras; se descubrió el Gran  
Cañón y la boca del Colorado, el golfo de California y la región de  
Tiguex a orillas del Río Grande. Allí se instaló Vázquez Coronado a  
finales de 1540, aún convencido de que podía hallar Quivira. Con  
este propósito abandonó Tiguexa mediados de 1541 y recorrió las  
llanuras entre el río Mississippi y las montañas Rocosas hasta llegar  
a la actual Kansas. Decepcionado por el aspecto de la población que  
halló –una agrupación de bohíos habitados por los indígenas quivi-  
ras– se dedicó a recorrer por primera vez los actuales estados de Kan-  
sas, Nuevo México, Texas y Oklahoma. En la primavera de 1542,  
Vásquez Coronado y 100 de sus hombres –entre ellos Rodrigo de  
Paz– regresaron a México, donde el virrey Mendoza acogió al ade-  
lantado con frialdad y le abrió un proceso por su aparente abandono  
33  
de la empresa encomendada.  
3
3
1 Archivo General de Indias. Ref.: ES.41091.AGI/28.3.12.29//PATRONATO,112,R.2  
2 Flint, Richard y Flint, Shirley Cushing, Documents of The Coronado Expedition, 1539-1542 (Sout-  
hern: Methodist University, 2005). Archivo General de Indias. Ref.: ES.41091.AGI/  
2
8.3.12.29//PATRONATO,112,R.2  
3
3 Archivo General de Indias. Ref.: ES.41091.AGI/28.3.12.34//PATRONATO,117,R.5  
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con 440 años de historia en Chambo  
Instalado nuevamente en México, Rodrigo de Paz conoció al  
flamante virrey del Perú, don Blasco Núñez Vela, y decidió ponerse  
a sus órdenes. Junto al virrey viajó al Perú en 1543, estableciéndose  
luego en Quito. En 1545 acompañó a Rodrigo de Ocampo en una ex-  
pedición a Macas en busca de oro, pero la empresa fracasó. Durante  
tal año y en vista de su apoyo a Núñez Vela, fue perseguido por el  
rebelde Gonzalo Pizarro, razón por la cual tuvo que huir a Panamá;  
no participó en la batalla de Iñaquito. Residente en Panamá, Paz tuvo  
noticias del arribo del pacificador, licenciado Pedro de La Gasca, a  
quien acompañó el 9 de abril de 1548, en la batalla de Jaquijahuana,  
donde se desbarató la revolución de Pizarro.  
Según anticipé, en 1548 el licenciado Pedro de La Gasca pre-  
34  
mió sus servicios con una carta de recomendación general y con la  
mano de la viuda doña Isabel de Aguilar y Montenegro. Paz se ave-  
35  
cino formalmente en Quito el 18 de septiembre de 1548. En dicho  
año acudió en un par de ocasiones a la Casa de Fundición para pro-  
cesar su oro y en otras dos ocasiones para entregar el quinto real,  
36  
esto es, la quinta parte de su oro, que correspondía al rey. El 1 de  
enero de 1549 fue nombrado regidor del cabildo quiteño y, a fines  
3
7
del mismo mes, alcalde ordinario. El 16 de marzo fue nombrado  
fiel ejecutor en reemplazo de Pedro Martín Montanero. El 11 de  
mayo, Pedro de La Gasca, desde la Ciudad de los Reyes –Lima–, emi-  
tió una provisión a favor de Paz, nombrándolo regidor perpetuo de  
Quito, en recompensa a sus servicios, concretamente, por haberlo  
3
8
acompañado en la batalla de Jaquijahuana. En su calidad de al-  
calde, Paz comisionó a Gonzalo Montenegro para observar las minas  
descubiertas por Martín de la Calle meses atrás. En julio debió viajar  
a la Ciudad de los Reyes a posesionarse formalmente de todos los  
repartimientos que habían pertenecido a Diego de Torres, a los cuales  
accedió gracias a la merced de esponsales con la viuda de Torres, cor-  
34 Archivo General de Indias. Ref.: ES.41091.AGI/28.3.12.29//PATRONATO,112,R.2  
35 José Rumazo (paleógrafo), Libro segundo de cabildos de Quito, tomo II, p. 84.  
36 Juan Freile, “Resumen del Libro de la Fundición del año de 1548”, en Archivo Nacional de  
Historia, ARNAHIS (Quito: Casa de la Cultura, 1968), pp. 181 y 182.  
3
3
7 José Rumazo (paleógrafo), Libro segundo de cabildos de Quito, tomo II, p. 131.  
8 José Rumazo (paleógrafo), Libro segundo de cabildos de Quito, tomo II, pp. 275-277.  
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Álvaro Mejía Salazar  
tesía del licenciado La Gasca, como he demostrado; el acto de pose-  
39  
sión se llevó a cabo el 12 de agosto. Para diciembre lo encontramos  
de nuevo en Quito, notificando al cabildo quiteño la provisión dada  
40  
por La Gasca en mayo, en la cual se lo nombraba regidor perpetuo.  
Firma de Rodrigo de Paz Maldonado  
El 6 de febrero de 1550, el cabildo de Quito confirió poderes  
a Paz, a Rodrigo Núñez de Bonilla y a Juan Porcel, para presentarse  
ante el Consejo de Indias a fin de solicitar nuevas mercedes para la  
4
1
ciudad. Esto sería confirmado en reunión del cabildo del 30 de  
junio, donde se comisionó a Paz y a los antes nombrados Núñez de  
Bonilla y Porcel, para representar a la ciudad ante el virrey en bús-  
42  
queda de las mercedes. En 1551, el cabildo concedió a Paz cuatro  
43  
solares en el camino al Humilladero –salida norte de Quito–. Desde  
552 y durante 13 años, se radicó en la zona de Tomebamba –  
1
Cuenca– como minero de plata. En 1555, Paz y su esposa compraron  
una hacienda en Lumbisí, que hasta entonces había sido propiedad  
de Germán Alemán. Para servir en esta propiedad, Paz trajo a mu-  
chos indígenas de su encomienda de Chambo. Lumbisí permaneció  
en la familia durante una generación más; la heredó Alonso de Agui-  
44  
lar y Paz, quien la vendió al Monasterio de las Conceptas en 1601.  
3
4
4
4
4
9 Fernando Jurado, Los Paz en Ecuador y el Sur de Colombia, p. 66.  
0 José Rumazo (paleógrafo), Libro segundo de cabildos de Quito, tomo II, p. 279.  
1 José Rumazo (paleógrafo), Libro segundo de cabildos de Quito, tomo II, p. 299.  
2 José Rumazo (paleógrafo), Libro segundo de cabildos de Quito, tomo II, p. 344.  
3 José Rumazo (paleógrafo), Libro segundo de cabildos de Quito, tomo II, p. 398.  
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Un escudo en piedra  
con 440 años de historia en Chambo  
Para 1556, Paz contrató para sus hijos un profesor de gramá-  
4
5
tica y doctrina cristiana; su casa en Cuenca se ubicaba en la calle  
que salía de la plaza principal, hacia San Francisco. Durante su esta-  
día en dicha villa, se desempeñó como procurador del cabildo; ob-  
teniendo del rey siete provisiones a su favor, entre ellas, el título de  
“muy noble y muy leal”, derecho a estandarte y escudo, así como el  
beneficio para que el cabildo cuencano utilizase para sus gastos los  
dineros provenientes de las penas de cámara –multas y sanciones  
46  
que se imponían a infractores de ciertos delitos–. Curiosas son estas  
provisiones, que si bien constan en el primer libro del cabildo cuen-  
cano, no han sido ubicadas ni sus copias ni sus correspondientes res-  
guardos en el Archivo General de Indias.  
Regresando a Paz, el 19 de mayo de 1559, solicitó al cabildo  
cuencano la concesión de una estancia para ganado, sin precisar el  
47  
lugar; la solicitud fue favorablemente atendida. En 1561 se realizó  
la segunda relación de encomenderos de Quito con ocasión de la vi-  
sita ordenada por el virrey marqués de Cañete. Paz consta como ti-  
tular de las encomiendas de Chambo y Perucho, con una renta anual  
48  
de 2.700 pesos. Para 1562 era condueño de la mina San Bartolomé,  
situada en el cerro de Todos los Santos en Baños, lugar donde exis-  
tían unas 22 minas. Sus socios eran Nicolao de Rocha, Diego de Tapia  
y Juan de Almenara, todos vecinos de Cuenca. A principios de 1563,  
junto a sus socios, adquirieron a Melchor Méndez una mina de oro  
y plata en 1000 pesos; meses después adquirió, junto a Rocha y Tapia,  
otra mina en 1000 pesos en el mismo sitio de Todos los Santos.  
En julio, los mismos socios, adquirieron la mina de Santa Isa-  
bel y formalizaron la sociedad minera, que continuó las adquisicio-  
nes de tierras; en septiembre empezaron a explotar una de las minas  
4
4
4
4 Loreto Rebolledo, Comunidad y Resistencia El caso de Lumbisí durante la colonia (Quito: Flacso  
AbyaYala, 1992), p. 202.  
5 José María Vargas, “Génesis de la Cultura Ecuatoriana”, en Jorge Salvador Lara (Dir), Historia  
de la Iglesia Católica en el Ecuador, tomo II (Quito: AbyaYala, 2001), p. 814.  
6 Jorge Garcés (paleógrafo), Libro Primero de Cabildos de la ciudad de Cuenca (Quito: Archivo Mu-  
nicipal, 1938), p. 101.  
4
4
7 Jorge Garcés (paleógrafo), Libro Primero de Cabildos de la ciudad de Cuenca, p. 183.  
8 Javier Ortiz de la Tabla Ducasee, Los Encomenderos de Quito 1534–1660 (Escuela de Estudios  
Hispano-Americanos, Sevilla, 1993), p. 31.  
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265  
Álvaro Mejía Salazar  
de Baños. La sociedad se redujo y quedó exclusivamente en poder  
49  
de Paz y Rocha, quienes, el 2 de noviembre de 1563, solicitaron al  
cabildo cuencano la concesión de un herido –veta– e ingenio para  
moler metal, un poco arriba de la que correspondía a Francisco de  
San Miguel. El cabildo concedió el herido y además una cuadra de  
terreno adicional, que había sido la costumbre. Apercibió el cabildo  
a los beneficiarios que debían iniciar la actividad minera en 6 meses,  
5
0
pues, de no hacerlo, la concesión quedaría vacante. El 18 de no-  
viembre, Paz vendió sus derechos en la mina Santa Isabel a Francisco  
de San Miguel, a quien a finales de año adquirió en compañía de  
Tapia y Almenera, una mina de azogue.51  
En enero de 1564 fue considerado como candidato para al-  
calde ordinario de Cuenca, sin embargo, únicamente Gonzalo de las  
5
2
Peñas apoyó su candidatura. En dicho año, elaboró una extensa  
probanza de méritos y servicios que alcanzó los 235 folios. Constan  
entre los documentos enviados, –que se detallan en un inventario–,  
diversas relaciones de las actuaciones meritorias de Paz, las cartas  
de recomendación que le entregó Pedro de la Gasca en 1548, incluida  
la conminatoria de esponsales dirigida a doña Isabel de Aguilar, el título  
de regidor perpetuo de Quito conferido por La Gasca, la entrega de  
las encomiendas de Diego de Torres y el poder que el cabildo quiteño  
53  
le extendió en 1550. Considero que el haber enviado la documen-  
tación que demostraba la concesión de mercedes por parte de La  
Gasca, cosa que ningún otro benemérito quiteño hizo, llevó a que el  
Consejo de Indias resolviese que los servicios de Paz ya se encontra-  
ban debidamente recompensados, por lo que no otorgó merced adi-  
cional. En enero de 1565 nuevamente sonó el nombre de Paz para la  
alcaldía de Cuenca, pero, una vez más, sólo obtuvo el respaldo de  
un miembro del cabildo –Pedro Cajas–. De hecho, Paz nunca ostentó  
54  
cargo alguno en la corporación edilicia cuencana. El 22 de julio de  
4
5
5
5
5
5
9 Fernando Jurado, Los Paz en Ecuador y el Sur de Colombia, p. 67.  
0 Jorge Garcés (paleógrafo), Libro segundo de Cabildos de la ciudad de Cuenca, p. 14.  
1 Fernando Jurado, Los Paz en Ecuador y el Sur de Colombia, p. 67.  
2 Jorge Garcés (paleógrafo), Libro segundo de Cabildos de la ciudad de Cuenca, 20 y ss.  
3 Archivo General de Indias. Ref.: ES.41091.AGI/28.3.12.29//PATRONATO,112, R.2  
4 Jorge Garcés (paleógrafo), Libro segundo de Cabildos de la ciudad de Cuenca, p. 94.  
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266  
Un escudo en piedra  
con 440 años de historia en Chambo  
1
565, el presidente de la Real Audiencia, don Hernando de Santillán,  
dispuso que Paz pague la suma de 130 pesos anuales al cura doctri-  
nero franciscano que se encargaba de la educación de los indígenas  
de su encomienda de Chambo. También en 1565 Paz mantuvo una  
sociedad minera con Gil Ramírez Dávalos y Juan de Almenara en el  
sitio del Espíritu Santo o Baños; su participación en la sociedad bor-  
deaba los 900 pesos oro.56  
55  
Para 1566 estaba de regreso en Quito, donde hizo bautizar a  
de sus indígenas en El Sagrario. En 1568 declaró que tenía 56 años  
57  
9
y que era alfabeto. Para esta época era muy cercano a la orden fran-  
ciscana; en cierta ocasión intercedió por tal orden a fin de que se le  
concediese una bula de indulgencias similar a la que se había des-  
58  
pachado a favor de los Hermanos del Nombre de Jesús de Quito.  
También testificó a favor del franciscano colegio de San Andrés,  
cuyas partidas habían sido para ese entonces disminuidas. Paz de-  
claró: “Para sostener el colegio se privaban en lo buenamente posible, hasta  
59  
del vestido y comían en tasa”. A partir de 1569 pasó a morar en su en-  
comienda de Chambo, donde fundó un obraje de paños que lo enri-  
queció durante 10 años, otorgándole una ganancia anual de 6000  
6
0
pesos oro. Este obraje se desarrolló aún más, con ocasión de una  
sociedad que Paz formó con los comuneros blancos de Chambo,  
quienes proveyeron más indígenas, instalaciones y supervisión para  
61  
la industria. En 1571 había elaborado una nueva probanza de sus  
méritos y servicios en 192 folios, que fueron enviados a la corte, sin  
mayores resultados.62  
5
5 Augusto AlbujaMateus, Doctrinas y parroquias del Obispado de Quito en la Segunda Mitad del  
Siglo XVI (Quito: AbyaYala, 1998), p. 298.  
5
5
5
6 Fernando Jurado, Los Paz en Ecuador y el Sur de Colombia, pp. 67 y 68.  
7 Ibídem.  
8 Francisco Javier Hernáez (compilador), Colección de bulas, breves y otros documentos relativos a  
la iglesia de América y Filipinas (Bruselas: Imprenta de A. Vromant, 1879), p. 521.  
9 Germania Moncayo, La Universidad de Quito (Quito: Universidad Central del Ecuador, 1944),  
p. 38.  
5
6
6
6
0 Waldemar Espinosa, Los Cayambes y Carangues, tomo II (Quito: Instituto Otavaleño de Antro-  
pología, 1988), p. 186.  
1 Marcelo Quishpe Bolaños, Transformación y reproducción indígena en los Andes Septentrionales  
(Quito: AbyaYala, 1999), p. 60.  
2 Archivo General de Indias. Ref.: ES.41091.AGI/28.3.12.34//PATRONATO,117,R.5  
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Álvaro Mejía Salazar  
Para 1573, de regreso en Quito, fue elegido alcalde ordinario  
de la ciudad. El 10 de abril, “por ser alcalde ordinario y caballero”  
fue designado como portaestandarte del pendón real para las fiestas  
63  
de vísperas y del día del Espíritu Santo. Llegado el día 9 de mayo,  
víspera de la fiesta del Espíritu Santo, según la costumbre, Paz sacó  
el pendón real de la casa del cabildo y, junto con los ediles en pleno,  
lo llevó a la catedral para escuchar la santa misa. También, según la  
costumbre, el portaestandarte –entonces llamado alférez real– se  
sentó en una silla especial con cojín que se encontraba cerca del altar.  
Los cabildantes no habían pasado por la casa de la Audiencia, dado  
que el presidente Armendáriz y el oidor Hinojosa estaban enfermos,  
guardando cama. Sin embargo, el recién llegado oidor García de Val-  
verde estaba muy sano y se sintió desairado de no haber sido visi-  
tado por el cabildo y el pendón real, por lo que, soberbio como era,  
dispuso a los canónigos de la catedral que retirasen la silla y cojín  
del portaestandarte para la celebración del día siguiente, es decir, el  
día de la fiesta del Espíritu Santo. Al llegar el cortejo edilicio a la ca-  
tedral para escuchar la misa de fiesta del Espíritu Santo, no encon-  
traron el sillón del alférez real. Paz, extrañado, preguntó que quién  
había dispuesto se retirase su asiento, a lo que Valverde furibundo  
respondió que él fue. Paz habría explicado comedidamente la cos-  
tumbre quiteña del uso de la silla y cojín, refiriéndose a Valverde  
como “Vuestra Señoría”; Valverde, no obstante, habría respondido a  
Paz, “llamándole de vos”, que la silla no se volvería a colocar y que la  
había mandado a guardar en un baño. Ante esta afrenta los cabil-  
dantes decidieron regresar a la sede del cabildo y realizar un memo-  
rial de lo ocurrido, para ponerlo en conocimiento de las autoridades  
superiores. El asunto finalmente no pasó a mayores respetándose,  
64  
en adelante, la costumbre del cabildo quiteño.  
El primero de agosto, el cabildo comisionó a Paz y a otros ca-  
bildantes la entrega de los tambos al procurador de la ciudad para  
65  
que se encargase de su cuidado y supervisión. En tal año, Paz co-  
6
3 Jorge Garcés (paleógrafo), Libro de Cabildos de la ciudad de Quito 1573-1574 (Quito: Archivo  
Municipal, 1935), p. 22.  
6
6
4 Jorge Garcés (paleógrafo), Libro de Cabildos de la ciudad de Quito 1573-1574, p. 29.  
5 Jorge Garcés (paleógrafo), Libro de Cabildos de la ciudad de Quito 1573-1574, p. 45.  
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268  
Un escudo en piedra  
con 440 años de historia en Chambo  
misionó al regidor Diego de Sandoval, que notificara al convento de  
San Agustín respecto de la real cédula que prohibía a los francisca-  
nos, dominicanos y agustinos el atesorar riquezas, tener indígenas a  
su servicio y tener haciendas; la real cédula fue extendida por el mo-  
66  
narca en Toledo, el primero de diciembre de 1560. Hacia 1574, Paz  
poseía casa en Quito en la actual calle García Moreno, a la altura de  
la Universidad Vieja –actual Biblioteca del Centro Cultural Metro-  
politano–. En tal año el cabildo le dispuso que construyese un puente  
67  
sobre la quebrada vecina a su casa, quebrada donde más tarde se  
construiría la iglesia de la Compañía.  
En solemne reunión del cabildo de 15 de octubre de 1574, se  
recibió a Rodrigo de Paz como Familiar del Santo Oficio de la Inqui-  
68  
sición; de hecho, fue el primer oficial de la Inquisición nombrado en  
la Real Audiencia de Quito. El Familiar del Santo Oficio tenía por fun-  
ciones las de informar de todo cuanto fuera de interés para la Inqui-  
sición y que ocurriera dentro de la sociedad en la que estaban  
integrados. Este cargo no equivalía a ser inquisidor o miembro de los  
Tribunales Inquisitoriales, mas sí suponía colaborar con aquellos.  
Convertirse en familiar era considerado todo un honor, ya que supo-  
nía un reconocimiento público de limpieza de sangre y llevaba ade-  
6
9
más aparejados ciertos privilegios. Cabe señalar que en la visita  
realizada el 15 de diciembre de 1587 a los expedientes limeños de los  
Familiares del Santo Oficio, se glosó el que correspondía a Paz de la  
siguiente manera: “Hízosele la información sin orden de los inquisidores y  
70  
contra el estilo del Santo Oficio”; lo cual demuestra que existieron cier-  
tas liviandades en la tramitación del expediente de Paz Maldonado.  
En 1575, Paz poseía solares en la plaza mayor de Riobamba,  
71  
lindando con los tambos viejos, el cabildo y Diego Barroso. Si bien  
66 Ricardo Descalzi del Castillo, La Real Audiencia de Quito, Claustro de los Andes, volumen I (Bar-  
celona: Seix y Barral Hnos., 1978), pp. 228 y 235.  
6
6
6
7 Jorge Garcés (paleógrafo), Libro de Cabildos de la ciudad de Quito 1573-1574, p. 50.  
8 Ricardo Descalzi del Castillo, La Real Audiencia de Quito, Claustro de los Andes, p. 244.  
9 “Familiar del santo oficio de la inquisición”, en Gran Enciclopedia Aragonesa. En:  
http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=5482 (22 de agosto de 2012)  
0 Vidal Abril Castelló, Francisco de la Cruz, Inquisición (Madrid: CSIC Instituto de Ciencia Jurí-  
dicas, 1992), p. 222.  
7
7
1Francisco Domínguez Company, Política de poblamiento de España en América: la fundación de  
ciudades (Madrid: Imprenta T, 1984), p. 211.  
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269  
Álvaro Mejía Salazar  
Paz no se avecinó en Riobamba, sí le interesó poseer casa en la villa  
principal más cercana a su importante encomienda de Chambo.  
Desde el referido 1575 y durante algo más de una año, mantuvo un  
litigio con la catedral quiteña por un asunto de aguas, el mismo que  
terminó cuando Paz ofreció cercar la pared medianera y dar otra sa-  
lida a las aguas que provenían de su casa, a fin de que no arribasen  
al predio catedralicio.72  
En 1577 viajó a España, desconocemos los motivos; su esta-  
día que de inicio parecía corta, se extendió considerablemente, por  
lo que tuvo que solicitar una prórroga de su licencia de paso al Con-  
73  
sejo de Indias, la que le fue concedida el 10 de octubre de 1577. Para  
finales de dicho año, Paz planeaba su viaje de regreso a Quito, por  
lo que el 19 de noviembre solicitó, y se le concedió, real cédula diri-  
gida a los oficiales de la Casa de la Contratación, en la que se le con-  
74  
cedió licencia para volver a la provincia de Quito con dos criados.  
También solicitó al Consejo de Indias permiso para llevar consigo al-  
75  
gunas armas; solicitud que fue aceptada el 21 de diciembre. No obs-  
tante estos preparativos, Paz demoró bastante más en España; así, el  
1
3 de abril de 1578, se emitió otra real cédula a su favor, dándole li-  
76  
cencia para viajar en los navíos de la armada de Guarda de Indias,  
sin embargo, Paz demoró casi un año más, regresando a Quito recién  
en enero de 1579. Rodrigo de Paz trajo consigo de España a un her-  
mano de don Rodrigo Núñez de Bonilla, llamado Garcí Sánchez de  
Carvajal.7  
7
El 1 de marzo de 1581, Juan Rodríguez Docampo y Miguel  
de Aguirre, oficiales reales de Quito, enviaron una carta al Consejo  
de Indias informando, entre otros asuntos, de la muerte de Rodrigo  
de Paz Maldonado, ocurrida en su encomienda de Chambo en enero  
78  
de tal año.  
7
7
7
7
7
7
7
2 Fernando Jurado, Los Paz en Ecuador y el Sur de Colombia, Quito, p. 69.  
3 Archivo General de Indias. Ref.: ES.41091.AGI/22.12.3.14//QUITO,211,L.1,F.331R-332V  
4 Archivo General de Indias, Ref.: ES.41091.AGI/22.15.2036//INDIFERENTE,1969,L.22,F.40  
5 Archivo General de Indias. Ref.: ES.41091.AGI/22.12.3.14//QUITO,211,L.1,F.347R  
6 Archivo General de Indias, Ref.: ES.41091.AGI/22.15.2036//INDIFERENTE,1969,L.22,F.110  
7 Archivo General de Indias, Ref.: ES.41091.AGI/11//PASAJEROS,L.6,E.1878  
8 Archivo General de Indias, Ref.: ES.41091.AGI/22.12.5.20.1//QUITO,19,N.20  
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270  
Un escudo en piedra  
con 440 años de historia en Chambo  
Un enterramiento centenario en Chambo  
Sin bien los documentos no lo testimonian, resulta evidente  
que Rodrigo de Paz Maldonado e Isabel de Aguilar y Montenegro  
gustaban mucho de sus propiedades en Chambo, lo cual es compren-  
sible por el clima benigno del sector, máxime de la riqueza de sus  
tierras y las comodidades de las que disfrutaban como encomende-  
ros. De seguro pasaban mucho tiempo es estas tierras, siempre que  
las múltiples actividades de Paz se lo permitían. Lo cierto es que, en  
su encomienda de Chambo, Rodrigo de Paz Maldonado encontró la  
muerte a los 69 años, edad avanzada para ese entonces. Se decidió  
que, en la iglesia de Santa María de la Paz que había fundado junto  
a su esposa poco más de treinta años atrás, descansara su cuerpo.  
Así, los Paz Maldonado y Aguilar construyeron en la iglesia  
de Santa María de la Paz de Chambo, el lugar de su enterramiento  
familiar. La cripta funeraria de seguro debió estar a un lado del altar  
mayor y fue adornada, entre otros elementos, con un escudo com-  
puesto por las heráldicas familiares delicadamente esculpido en pie-  
dra, debidamente adornado con atributos necrológicos dado el lugar  
y la función que iba a cumplir.  
Respecto de esta piedra heráldica centenaria iniciaré recor-  
dando que Rodrigo de Paz Maldonado y Castro y doña Isabel de  
Aguilar y Montenegro eran hidalgos con derecho a usar las armas  
que habían ganado sus antepasados. De allí que, a la muerte de Paz,  
o acaso antes, se labró en piedra un escudo compuesto en cuyo pri-  
mer cantón constan las armas de los Paz –siete bezantes de oro en  
campo azur–, en el tercero las de los Maldonado salamantinos –cinco  
79  
flores de lis de plata puestas en sotuer, en campo de gules – descan-  
sando en un ajedrezado correspondiente a los Castro y en el cuarto  
cantón, las armas de Aguilar –un águila de sable en campo de oro–.  
En el tercer cantón se representan armas que no he podido identificar  
a qué linaje pertenecen, estas son: una mano sosteniendo tres cabezas  
de hombres profusamente barbados –que no parece tratarse de  
8
0
moros por no poseer turbantes–, y en el manto, un león pasante.  
79 Color heráldico que en pintura se representa por el rojo vivo y en el grabado por líneas ver-  
ticales muy finas y apretadas. En: R.A.E, gules. Ver en: https://dle.rae.es/gules (26-09-2022).  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 251–276  
271  
Álvaro Mejía Salazar  
Sostienen al escudo dos leones mordiendo el marco del mismo y, en  
lugar de yelmo, se representa a una calavera.  
Esta piedra heráldica, al igual que la piedra de la fundación  
de la iglesia y convento, se salvaron de los cambios en la iglesia de  
Chambo y, sobre todo, de los terremotos que en varias ocasiones aso-  
laron el sector. La memoria de los fundadores de la iglesia y convento  
e impulsadores del pueblo de Chambo, Rodrigo de Paz Maldonado  
y Castro y doña Isabel de Aguilar y Montenegro, permanece silente  
en una de las paredes del templo durante al menos 442 años en el  
primer caso y 473 en el segundo, recordando al visitante su trascen-  
dente paso por estas tierras.  
Escudo de los Paz Maldonado y Aguilar, siglo XVI.  
Iglesia matriz de Chambo  
8
0 Estas armas seguirán concitando una permanente investigación, pues ellas también se en-  
cuentran labradas en una piedra heráldica que se conserva en el claustro principal del con-  
vento máximo de San Francisco en Quito, piedra que será materia de análisis en otra entrega  
de Historias de heráldica.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 251–276  
272  
Un escudo en piedra  
con 440 años de historia en Chambo  
Conclusión  
Encontrar vestigios del siglo XVI resulta muy complejo en  
nuestro país. Acaso lo más sencillo de ubicar son determinados do-  
cumentos en archivos o museos, pues otro tipo de objetos, tales como  
armas, muebles, vestuario u obras de arte, resultan menos que esca-  
sos. Si bien existen algunas construcciones de la época, estas han sido  
modificadas en siglos posteriores y, por tanto, han perdido la esencia  
del período de nuestro interés. Las piedras que encontramos en  
nuestras iglesias y monasterios, tanto las funerarias, cuanto las que  
contienen inscripciones, suelen corresponder al siglo XVII y sobre  
todo al XVIII, de allí que hallar piedras esculpidas durante el XVI re-  
sulte muy importante.  
Riobamba, devastada por el terremoto de 1797 conserva la  
portada de su catedral y una que otra de sus piedras centenarias,  
pero todas ellas de los siglos XVII y XVIII. Las dos piedras de la igle-  
sia de Chambo resultan vestigios muy importantes para la historia  
local y nacional. Demuestran la preocupación de algunos de los pri-  
meros pobladores españoles de nuestras tierras por el mejoramiento  
de las mismas y no solo por su rapiña, como enfermiza y falsamente  
sostiene la leyenda negra. El poner en valor y no solo conservar estos  
vestigios, es una tarea de todos, la cual comienza por el conocimiento  
de las mismas y de su historia.  
Fuentes Documentales  
Archivo General de Indias de Sevilla:  
Ref.: ES.41091.AGI/28.3.12.29//PATRONATO,112,R.2  
Ref.: ES.41091.AGI/11//PASAJEROS,L.6,E.1877  
Ref.: ES.41091.AGI/28.3.12.34//PATRONATO,117,R.5  
Ref.: ES.41091.AGI/22.12.3.14//QUITO,211,L.1,F.331R-332V  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 251–276  
273  
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Ref.: ES.41091.AGI/22.15.2036//INDIFERENTE,1969,L.22,F.40  
Ref.: ES.41091.AGI/22.12.3.14//QUITO,211,L.1,F.347R  
Ref.: ES.41091.AGI/22.15.2036//INDIFERENTE,1969,L.22,F.110  
Ref.: ES.41091.AGI/11//PASAJEROS,L.6,E.1878  
Ref.: ES.41091.AGI/22.12.5.20.1//QUITO,19,N.20  
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276  
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Vol. C – Nº. 208-A  
Julio–diciembre 2022  
LA OBRA PÍA FUNDADA POR DIEGO DE ESCOBAR  
–SEGUNDA PARTE–  
Gregorio de Larrea1  
Resumen  
Esta segunda parte de la obra pía fundada por Diego de Es-  
cobar contiene: la transcripción del testamento y codicilo del funda-  
dor de la obra pía, de los cuales, además, extraemos los datos más  
importantes como: Información sobre la familia de dicho fundador,  
sobre la familia de su esposa, de los hijos naturales de él, así como  
sobre algunos de sus descendientes. Resumimos algunos litigios por  
la obra pía entre sus descendientes. Más adelante, resumimos algu-  
nas escrituras públicas relativas al fundador de la obra pía, a algunos  
de sus descendientes y a los patrones de la obra pía. Finalmente, in-  
cluimos cinco anexos.  
Palabras clave: Obra pía, testamento de Diego de Escobar, Gutiérrez  
de Medina, Villarroel, litigio, patrón de la obra pía.  
Antecedente  
En el Boletín de la Academia Nacional de Historia del Ecua-  
dor Nº 203, de enero-junio de 2020, publiqué el artículo de mi autoría  
intitulado: “La obra pía fundada por Diego de Escobar en 1600”. Pos-  
teriormente, en 2022, publiqué el libro de mi autoría: Miniartículos  
históricos, que incluye tres artículos con nueva y extensa información  
sobre dicha obra pía, cuyos títulos son: “La primera obra pía fundada  
1
Miembro correspondiente de la Academia Nacional de Historia del Ecuador, Miembro corres-  
pondiente del Instituto Balear de la Historia (en España), licenciado en Ciencias Jurídicas, his-  
toriador y genealogista especialista en época colonial  
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277  
Gregorio de Larrea  
en la Real Audiencia de Quito”; también “una histórica casa de la  
Plaza del Teatro”; “Curiosidades históricas sobre Riobamba, Quito  
y un ilustre riobambeño”.  
En la página 363 del artículo publicado en el Boletín Nº 203  
de la A.N.H, escribí que Diego de Escobar, fundador de la obra pía,  
podía ser el conquistador español Diego de Escobar y García de  
Tobar, nacido por 1509, lo cual debo corregir, pues acabo de localizar  
el testamento del Diego de Escobar, fundador de la obra pía, otor-  
gado en el año 1600, el cual evidencia que el conquistador español  
Diego de Escobar y García de Tobar es un homónimo. En el testa-  
mento declara ser natural y vecino de Quito (no es español), hijo del  
conquistador español Francisco García de Escobar. Entonces, si bien  
debemos corregir la identidad de la primera generación de la genea-  
logía en América, el resto del texto del artículo que publiqué en el  
Boletín de la Academia Nacional de Historia está correcto y las filia-  
ciones expuestas son exactas. Por otra parte, sin duda, la obra pía  
fundada por Diego de Escobar, mediante testamento otorgado en el  
año 1600, es la más antigua fundada en la Real Audiencia de Quito,  
actual Ecuador.  
La familia de Diego de Escobar  
Del testamento y codicilo de Diego de Escobar otorgado en  
2
Quito en 1600 extraemos los siguientes datos:  
-
Diego de Escobar es natural y vecino de Quito (Nosotros calcula-  
mos que nació por 1545).  
-
-
Hijo de Francisco García de Escobar.  
Tiene como hijos naturales a: Ana de Escobar (madre legitima de  
María de Escobar, para quien se fundó la obra pía), Polonia de Es-  
2
ANH, Censos y capellanías, caja 2, exp. 12, Quito, 12 de marzo de 1666, Segundo cuaderno de  
autos de obra pía otorgada por Diego de Escobar, en donde consta el testamento y codicilo  
que incluye el pago de la deuda por censo  
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278  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
cobar y Francisco de Escobar. Diego de Escobar procreó a Ana de  
Escobar y Francisco de Escobar en mujer “libre y soltera”.  
Su hermana Lucía de Escobar es mujer de Alonso Suárez.  
3
-
-
Diego Escobar casó con Juana Gutiérrez de Medina, nacida por  
1
540, quien murió pronto, con quien procreó a sus hijos: Juan de  
Escobar y Luisa de Escobar.  
-
-
Juana Gutiérrez de Medina es hija de Juan Gutiérrez de Medina,  
suegro de Diego de Escobar.  
Ana de Escobar está casada con “don” Juan de Alencastro, aparen-  
temente portugués, también llamado “don” Juan del Encastro (En  
aquel entonces únicamente las personas de gran prestancia eran  
tratadas como “don”).  
-
Gaspar, Andrés y Alonso de Escobar son mancebos (no se especifica  
su parentesco con el fundador). Seguramente fueron hijos naturales  
de Diego de Escobar, pues en una escritura pública otorgada en  
1
644 por Gaspar de Escobar, que más adelante resumiremos, dice  
que es hijo de Diego de Escobar.  
El Historiador Fernando Jurado Noboa nos dice que Fran-  
cisco García de Escobar (padre de Diego de Escobar) nació en España  
por 1522. Era alfabeto (algo raro entre los conquistadores). Pasó de  
Quito a los Quijos con Gil Ramírez Dávalos, fue uno de los funda-  
dores de Baeza en 1559 donde se quedó de vecino. En 1582 ya estaba  
de vuelta en Quito.4  
Efectivamente, en 1599, Gil Ramírez Dávalos partió de Quito  
con destino a los Quijos, acompañado de tan sólo 39 hombres. Inme-  
diatamente pidió que envíen gente de socorro para continuar la ex-  
pedición, de manera que Rodrigo Núñez de Bonilla partió de Quito  
con 40 hombres más, todos españoles de buena condición social,  
entre los que figuraba Francisco García de Escobar, quien fue uno de  
los 74 vecinos fundadores de Baeza en 1559, ciudad fundada por Gil  
5
Ramírez Dávalos sobre territorio de los Quijos.  
3
4
5
Alonso Suárez era portero del Cabildo de Quito en 1573. Ver: Libro de Cabildo de Quito de  
573  
Fernando Jurado Noboa, La migración internacional a Quito entre 1534 y 1934, tomo II, Quito,  
990, p. 468  
1
1
Wilson Gutiérrez Marín, Baeza la ciudad de los Quijos, Ed. Abya-Yala, Quito, 2002, p.50  
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279  
Gregorio de Larrea  
Por otra parte, leyendo los dos primeros libros de Cabildo  
de Quito, entre 1534 a 1551, se encuentra a Juan Gutiérrez de Medina  
suegro de Diego de Escobar), quien consta en la lista de los vecinos  
(
fundadores de Quito el 6 de diciembre de 1534, a quien se le entregó  
un solar de dos cuerdas de ancho y largo. El 17 de enero de 1536 se  
le concedió una estancia que fue de Juan de Ampudia para  
6
ovejas. Juan Gutiérrez de Medina fue encomendero y uno de los ve-  
cinos principales, pues ejerció los siguientes cargos en el Cabildo de  
Quito: regidor en 1536, 1537, 1539 y 1544, mayordomo de la villa en  
1
536 y 1538, procurador de la ciudad en 1538, 1544 y 1545, diputado  
del Cabildo de Quito en 1544, alcalde ordinario encargado de Quito  
en 1544 (en ausencia del alcalde titular Sancho de la Carrera).  
7
Por otra parte, al leer los libros de Cabildo de Quito entre  
573 a 1670 aparece Alonso Suárez (casado con Lucía de Escobar,  
1
hermana de Diego de Escobar), que en el acta de 7 de octubre de 1573  
8
firma y rubrica como testigo, siendo portero del Cabildo.  
El Historiador Javier Ortiz de la Tabla nos dice que Juan Gu-  
tiérrez de Medina fue uno de los primeros conquistadores y descu-  
bridores, “con armas y caballos a su costa”. Ayudó al Virrey Blasco  
Núñez de Vela con toda su hacienda. Murió en la batalla de Iñaquito  
en 1546. Poseyó una encomienda; sin embargo, al fallecer dejó a sus  
hijos e hijas en la más absoluta pobreza. No dejó hijos legítimos, pro-  
bablemente sus hijos naturales eran mestizos (dice Javier Ortiz de la  
Tabla). Uno de sus hijos naturales fue Diego Gutiérrez de Medina,  
quien casó nada menos que con doña Isabel Atahualpa, nieta del Em-  
perador Atahualpa. Doña Isabel Atahualpa había tenido un matri-  
9
monio anterior con el encomendero Esteban Petrel. Juan Gutiérrez  
de Medina tuvo la mitad de la encomienda de Carangue, Chapi, Chi-  
10  
llogallo, con 550 tributarios y mil pesos de renta anuales. Al fallecer,  
su encomienda se declaró vacante.  
6
7
8
9
1
Libro de Cabildo de Quito de 1536.  
Libros de Cabildo de Quito 1534-1551.  
Libros de Cabildo de Quito, 1534-1551 y 1573-1670.  
Javier Ortiz de la Tabla Ducasse, Los encomenderos de Quito 1534-1660, Sevilla, 1993, 377, p. 86.  
0 Javier Ortiz de la Tabla, op. cit., p. 28  
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280  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
Es importante anotar que el rey de España reconoció la hidal-  
guía de los emperadores indígenas, de los caciques y de sus familias,  
equiparándola a la hidalguía española. Además, les otorgó el derecho  
a ser tratados como “don” y “doña”, por pertenecer a la élite. Recor-  
demos que, en la América del siglo XVI, casi ningún español ni criollo  
11  
y, mucho menos, indígena, era tratado como “don” ni “doña”.  
El Historiador Fernando Jurado Noboa nos dice que Juan Gu-  
tiérrez de Medina, o Juan de Medina Villavicencio, fue hidalgo, nacido  
en Jerez de la Frontera (España) por 1490. Militó en las tropas de Pedro  
de Alvarado y en agosto de 1534 se unió en Riobamba a las de Sebas-  
tián de Benalcázar. Era rico, ya que trajo armas y caballos propios. Fue  
uno de los vecinos fundadores de Quito en 1534. En 1535 el Cabildo  
de Quito le obsequió 8 fanegadas de tierra. Un mes después le entre-  
garon tierras en Pomasque. En 1536 recibió la estancia que fue del con-  
12  
quistador Juan de Ampudia. Uno de sus hijos mestizos fue:  
Diego Gutiérrez de Medina, nacido en Quito por 1538. Fue  
ensayador o quintador de metales en la Casa de Moneda de Quito.  
Casó por 1582 con doña Isabel Juana Atahualpa y Ango de Salazar,  
nacida en Quito por 1560, viuda del conquistador y encomendero  
Esteban Petrel, nieta del Emperador Atahualpa e hija de Francisco  
Atahualpa y de Beatriz Ango de Salazar nativa de Otavalo. Diego  
Gutiérrez de Medina en 1603 fue escribano de Quito. Fue su hijo:  
Diego Gutiérrez de Medina Villavicencio “el mozo”, nacido en Quito  
por 1564, seguramente hijo de un primer matrimonio de su padre,  
casó con doña Magdalena de Aguilera y Pérez de Benavides, de la  
nobleza quiteña. Al fallecer su esposo, doña Magdalena de Aguilera  
y Pérez de Benavides casó en segundas nupcias con Francisco de  
Londoño Montenegro y Sandoval, descendiente de la familia del  
conquistador Diego de Sandoval, pero este segundo matrimonio se  
13  
anuló.  
1
1
1
1 Reales cédulas de: 12 marzo 1697, 22 marzo 1697, 26 marzo 1697, 11 septiembre 1766, y Real  
Decreto de 11 febrero 1725.  
2 Fernando Jurado Noboa, Riobamba una ciudad de andaluces en América, Imp. MYL, Quito, 2005,  
p. 139-140.  
3 Ibíd., p. 139-140.  
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281  
Gregorio de Larrea  
En Quito, el 23 de abril de 1603, Diego Gutiérrez de Medina  
y su esposa doña Magdalena de Aguilera venden al contador Fran-  
cisco de Cáceres, juez oficial real de Su Majestad, una negra llamada  
Juana, de treinta años de edad, que la compraron al médico portu-  
gués licenciado Domingo de Almeida, igualmente vecino de Quito,  
por escritura pública ante Juan de Briñas, escribano del número de  
esta ciudad. La esclava está sujeta a servidumbre, no está hipotecada  
ni obligada, ni por ladrona y borracha y soberbia. La venden en qui-  
14  
nientos y cincuenta pesos de plata corriente marcada.  
Antes de proseguir, debemos recordar que en los siglos XVI  
y XVII existía cierta libertad en el uso de apellidos, pues se podía  
usar el paterno, materno o el de algún antepasado. Así se explica que  
varios hermanos de los mismos padre y madre podían llevar distin-  
tos apellidos.  
Retomando a Diego de Escobar, fundador de la obra pía en  
600, diremos que quienes heredaron la obra pía no descendían de  
1
los Gutiérrez de Medina, sino de Ana de Escobar, hija natural de  
Diego de Escobar, tenida en mujer “libre y soltera”. Ana de Escobar,  
nacida por 1570, casó con “don” Juan de Alencastro (del Encastro),  
aparentemente portugués, y tuvieron a María de Escobar (o María  
de Alencastro o del Encastro), nacida por 1595, quien casó con Juan  
de Villarroel Porras, nacido por 1590 y fallecido en 1672, a partir de  
quien los descendientes de Diego de Escobar beneficiarios de la obra  
pía se apellidaron principalmente Villarroel. Juan de Villarroel fue  
15  
hijo natural de Pedro de Villarroel e Isabel de Porras. En 1678 tanto  
Juan de Villarroel como su segunda esposa María de Escobar ya es-  
taban difuntos.  
Juan de Villarroel Porras había tenido un matrimonio ante-  
rior con Juana de Vergara, de quien enviudó y con quien tuvo por  
16  
hijo legítimo a Miguel de Vergara, nacido por 1612.  
1
1
1
4 ANH, Protocolos, Notaría primera, Notario Alonso Dorado de Vergara, 1603, vol.26, tomo II,  
f. 768-769  
5 ANH, Protocolos, Notaría Primera, Notario Pedro de Aguayo, Testamento de Juan de Villa-  
rroel, 1672, vol. 233, tomo N/A, f. 271v-273v, p. 5.  
6 Ibidem  
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282  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
Al casase Juan de Villarroel Porras con su segunda esposa  
María de Escobar, sus suegros le entregaron como dote setecientos  
pesos de plata y una casa de dos pisos en la calle de los Sombrereros,  
la cual tenía impuestos a censo dos mil pesos. En 1672 José de Suasti  
era propietario de la casa.  
Juan de Villarroel Porras y su segunda esposa María de Esco-  
bar tuvieron los siguientes hijos legítimos: Antonio de Villarroel y  
Escobar, “doña” María de Lao (sic), Juana de Escobar y Ana de Es-  
cobar (o Ana de Villarroel). Dicha Ana de Escobar casó con Juan de  
Vargas Solano el cual falleció antes de 1668 y con quien no tuvo su-  
cesión. Ana de Escobar tenía casa en la parroquia de San Roque, he-  
redada de su madre.  
Doña” María de Lao (sic) casó con Juan López Cansino, con  
17  
quien no tuvo sucesión. Fue propietaria de una estancia con su res-  
pectiva casa en Pomasque, avaluada en mil ochocientos pesos, de los  
cuales mil cuatrocientos pesos de a ocho reales estaban a censo. Ade-  
más, tenía una casa en Quito, en la colación de la catedral, en la calle  
de la Moneda.1  
8
Antonio de Villarroel tenía una hermana llamada María de Vi-  
llarroel, casada con Francisco Gallardo, con quien fueron padres de:  
Tomasa Gallardo Villarroel, bautizada en San Sebastián el 8 de marzo  
de 1680; Juana Basilia Gallardo Villarroel, bautizada en San Sebastián  
el 20 de junio de 1695; y José Gallardo Villarroel, bautizado en San  
Sebastián el 19 de mayo de 1686, este último casado con Ventura del  
Castillo, con quien tuvieron las siguientes hijas: Estefanía, Pascuala,  
19  
Francisca, María Asencia?, Manuela Gallardo del Castillo.  
Antonio de Villarroel y Escobar, nacido por 1625, testó en  
2
0
Quito en 1678. Casó en San Sebastián el 20 de junio de 1657 con  
17 Estancia era una casa de campo con huerta próxima a la ciudad. La Hacienda, en cambio,  
“Es una forma de organización económica típica del sistema colonial español y se régimen  
feudal. El reparto de tierras para su explotación agropecuaria entre los conquistadores del  
continente americano fue el punto de partida de esta figura”. En: Mundo Chapin. Com, Las  
Haciendas y el Latifundio de la Época Colonial, 24 de noviembre de 2018. Ver en:  
https://mundochapin.com/2018/11/las-haciendas-y-el-latifundio-de-la-epoca-  
colonial/88783/ (16-11-2022)  
8 Colación significaba vecindario, en este caso vecindario de la catedral  
9 ANH, Censos y capellanías, caja 30, exp.1, Quito, 19 de mayo de 1756, 387 fojas  
0 ANH, Protocolos, Notaría Primera, vol. 235, tomo1, 1671-1679, fs. 25-26v.  
1
1
2
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283  
Gregorio de Larrea  
María Luisa Rodríguez de Astudillo, con quien tuvo seis hijos: José  
(
sargento), Tomás, Domingo, María Lorenza, Gertrudis y Mariana  
Rodríguez de Villarroel. Sus descendientes muchas veces usaron el  
apellido compuesto Rodríguez de Villarroel.  
-
Tomás Rodríguez de Villarroel, con Gertrudis de Espinosa, tuvo un  
hijo natural llamado José, bautizado en la parroquia de San Sebas-  
tián (Quito) el 16 de noviembre de 1686.  
-
-
Lorenza Rodríguez de Villarroel casó con Pedro de la Guerra.  
Gertrudis Rodríguez de Villarroel casó con Cristóbal de Medina y  
tuvieron a: A) Francisco Ignacio, bautizado en San Sebastián, el 28  
de agosto de 1687, siendo padrino Francisco Montenegro. B) Ma-  
nuela, bautizada en San Sebastián el 22 de julio de 1696.  
El sargento José Rodríguez de Villarroel, nacido por 1650 (segura-  
mente antes del matrimonio de sus padres), casó con “doña” María  
de Zapata y fueron padres de:  
-
1
) José Joaquín de Villarroel Zapata, bautizado en San Sebastián  
(
Quito) el 5 de mayo de 1675. Su fe de bautizo dice que el niño  
bautizado tiene ocho años y medio de edad, pues fue bautizado  
tardíamente. Por tanto, el bautizado debió haber nacido en 1667.  
) Doña Petrona Juana de Villarroel Zapata, bautizada en San Sebas-  
tián el 8 de junio de 1677, casó con Lorenzo de Torres Olmedo. Se-  
guramente ella casó segundo con Gregorio de Peralta, en San  
Sebastián, el 9 de febrero de 1697. Hijos fueron:  
2
2
2
2
.1) Feliciana de Torres Olmedo y Villarroel, bautizada en San Se-  
bastián el 16 de enero de 1689.  
.2) Micaela de Torres Olmedo y Villarroel, bautizada en San Se-  
bastián el 1º de octubre de 1690.  
.3) Juana María de Torres Olmedo y Villarroel, bautizada en San  
Sebastián el 29 de febrero de 1696, siendo padrino Lorenzo de  
Sepúlveda.  
2
.4) María Rosalba de Torres Olmedo y Villarroel, bautizada en  
San Sebastián el 17 de marzo de 1699.  
3
) Lucas de Villarroel Zapata, bautizado en San Sebastián el 8 de oc-  
tubre de 1679. Fue su padrino: Francisco de Rueda Salazar, patrón  
de la obra pía.21  
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284  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
4
5
6
) Manuel Vicente Villarroel Zapata, bautizado en San Sebastián el  
11 de julio de 1681.  
) Sebastián Blas Villarroel Zapata, bautizado en San Sebastián el 11  
de febrero de 1682.  
) Pedro de Villarroel Zapata, nacido por 1680, vecino de San Sebas-  
tián (Quito), casó con Manuela Gómez Leal, en San Sebastián, el 4  
de junio de 1699 y fueron padres de: José de Villarroel “el mozo”  
(
nacido por 1703), María, Tomasa, Micaela, Úrsula, Petronila y  
22  
Francisco de Villarroel y Gómez Leal. Tomasa de Villarroel y  
Gómez Leal fue bautizada en San Sebastián el 10 de marzo de 1715  
siendo su madrina “doña” Teresa de Medina; Tomasa Teresa Vi-  
llarroel fue sepultada en El Sagrario, de Quito, el 29 de noviembre  
de 1780. Micaela de Villarroel y Gómez Leal fue bautizada en San  
Sebastián el 25 de septiembre de 1717; casó con Alejandro Bara-  
hona en San Sebastián el 11 de julio de 1734; Micaela Villarroel  
(
1
viuda) falleció en El Sagrario, de Quito, el 22 de noviembre de  
788. Úrsula de Villarroel y Gómez Leal fue bautizada en San Se-  
23  
bastián el 3 de abril de 1701. Francisco Pedro de Villarroel y  
Gómez Leal fue bautizado en San Sebastián el 2 de febrero de 1704,  
24  
casó con Ligia de Canelos, en San Sebastián el 16 de julio de 1719.  
Petronila de Villarroel y Gómez Leal fue bautizada, de un año y  
tres meses de edad, en San Sebastián el 1º de noviembre de 1710.  
María Soledad de Villarroel y Gómez Leal fue bautizada en San  
Sebastián el 19 de agosto de 1712, siendo padrino Francisco Ga-  
llardo. Petrona Catalina de Villarroel y Gómez Leal fue bautizada  
en San Sebastián el 30 de abril de 1719.  
En Quito, el 10 de octubre de 1756, José de Villarroel “el mozo” y su  
hermana legítima Tomasa de Villarroel viuda de Miguel Merino  
otorgan poder a Felipe Victorio de Miranda, procurador de causas  
21 El patrón de la obra pía era el administrador de la misma.  
2
2 ANH, Censos y capellanías, caja 2, exp. 12, Quito, 12 de marzo de 1666, Segundo cuaderno  
de autos de obra pía otorgada por Diego de Escobar, en donde consta el testamento que in-  
cluye el pago de la deuda por censo, folios 111 y 115  
23 Jorge Moreno Egas, Vecinos de la Catedral de Quito fallecidos entre 1704 y 1800, Imp. Offset,  
Quito, 1989, p. 270  
24 Archivo parroquial de San Sebastián, Quito, libros de matrimonios de “blancos”, Quito, 1719  
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285  
Gregorio de Larrea  
25  
de número de la Real Audiencia de Quito, para un litigio que no  
se especifica.26  
) Ignacia María de Villarroel Zapata, casó con Juan Felipe de Barrio-  
nuevo. Hija: Francisca Juliana, bautizada en San Sebastián el 29  
de enero de 1693, siendo padrino el teniente de caballería Blas  
Quevedo.  
7
8
) Dionisio de Villarroel Zapata, casó con María Montenegro. Sus  
hijos fueron: A) María Manuela Villarroel Montenegro, bautizada  
en San Sebastián el 19 de enero de 1686. B) Petrona Villarroel Mon-  
tenegro, bautizada en San Sebastián el 3 de julio de 1695, siendo  
su padrino el ayudante José Bal…deavilla? (el apellido está ilegi-  
ble). Petrona Villarroel fue madre de Gerónima de Peralta, quien  
a su vez tuvo una hija natural llamada María Peralta. María Pe-  
ralta tuvo dos hijas naturales: María y Manuela Herrera. María y  
27  
Manuela Herrera solicitaban la renta de la obra pía en 1787.  
9
) Manuel Isidro de Villarroel Zapata, bautizado en San Sebastián,  
el 9 de mayo de 1690.28  
2
5 El otro gran tipo de procuración, llevada a cabo por los procuradores de causas o de número,  
complementaba la cadena de representación en gran parte de los procesos judiciales y de  
negociación desarrollados por actores indianos. Dichos agentes, cuyo nombre remite a que  
su presencia estaba limitada a un número específico de oficiales en cada institución, funcio-  
naron como mediadores profesionales en los tribunales de justicia. Como lo explica Víctor  
Gayol, los procuradores numerarios operaban como vínculos obligatorios a los que todo li-  
tigante – particular o corporativo, presencial o mediante un representante – tenía que acudir  
para resolver un conflicto en los tribunales reales. En: Cfr. Gayol, en: Caroline Cunill, “Que  
nosotros quedemos en aquella figura como nuestra lealtad y servicios merecen”: cadenas de  
representación en el Imperio hispánico. Ver en: https://journals.openedition.org/nuevo-  
mundo/79325#ftn20 (16-11-2022)  
2
2
2
6 ANH, Protocolos, Notaría Tercera, Notario Matheo de la Mata, 1756, vol.56, f. 173-173v.  
7 ANH, Censos y capellanías, caja 54, exp. 2, 17 de septiembre de 1787, fs. 143-145  
8 Datos sin filiar: No hemos podido filiar a: A) Clara Villarroel, casada con Thomás de la Cruz,  
con quien tuvieron a Andrea, bautizada en San Sebastián el 4 de diciembre de 1690. B) Mar-  
cos de Villarroel casado con Lorenza Ponte, quienes tuvieron a Manuel, bautizado en San  
Sebastián el 13 de junio de 1691. C) Un Dionisio Villarroel casó con María Manuela Alderete  
y tuvieron dos hijos: José Gervacio, bautizado en San Sebastián el 24 de junio de 1738, y  
María Luisa, bautizada en San Sebastián el 20 de agosto de 1743. D) “Doña” Petrona Villa-  
rroel casó con Pedro Rodríguez? y tuvieron a José, bautizado en San Sebastián el 7 de marzo  
de 1692. E) Francisco Xavier de Villarroel casó con “doña” Rosa de Vergara y tuvieron a Ca-  
talina, bautizada en San Sebastián el 26 de febrero de 1696, siendo madrina “doña” María  
de Viedma. F) Una Micaela de Villarroel, hija de padres no conocidos, fue bautizada en San  
Sebastián el 1º de octubre de 1696; fue su padrino Vicente de Cepeda. G) Una “doña” Tomasa  
Villarroel aparece como madrina de bautizo en San Sebastián el 18 de septiembre de 1705.  
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La obra pía fundada por Diego de Escobar  
En suma, la línea genealógica de los poseedores de la obra pía  
es la siguiente:  
1
)Francisco García de Escobar, nacido en España por 1522.  
Hijo: 2) Diego de Escobar, natural y vecino de Quito, fundador de la  
obra pía en 1600. Su hija natural, tenida en mujer “libre y soltera”,  
fue: 3) Ana de Escobar, casó por 1590 con “don” Juan de Alencastro  
(
o del Encastro), aparentemente portugués. Hija: 4) María de Escobar,  
casó con Juan de Villarroel Porras (hijo natural de Pedro de Villarroel  
e Isabel de Porras). Hijo: 5) Antonio Villarroel y Escobar, testó en  
29  
Quito en 1678 . Casó en 1657 con María Luisa Rodríguez de Astu-  
dillo. Hijo: 6) Sargento José Rodríguez de Villarroel, casó con “doña”  
María de Zapata. Hijo: 7) Pedro de Villarroel Zapata, casó en 1699  
con Manuela Gómez Leal. Hijo: 8) José de Villarroel “el mozo”, nació  
por 1703, casó en San Sebastián el 27 de julio de 1729 con Josefa de  
Sotelo. Hijo: 9) Esteban Villarroel Sotelo, bautizado en San Sebastián  
el 6 de agosto de 1730, tío de doña Juana Villarroel Cevallos, última  
poseedora de la casa de la obra pía. Ella testó en Quito el 29 de julio  
de 1847 ante Camilo Espinosa.  
La casa en la que Diego de Escobar fundó la obra pía en 1600  
siempre se conoció como “casa de los Villarroeles”, pues, a partir del  
bisnieto de Diego de Escobar, apellidado justamente Villarroel, quie-  
nes heredaron la casa hasta mediados del siglo XIX se apellidaron  
30  
Villarroel.  
El testamento y codicilo de Diego de Escobar y el primer litigio  
por la obra pía  
En el Archivo Nacional de Historia, Serie Censos y capellanías,  
caja 2, expediente 12, reposa el cronológicamente primer litigio entre  
H) Paula Petrona de Villarroel casada con Félix Proaño de los Ríos tuvieron a María Andrea,  
bautizada en San Sebastián el 2 de septiembre de 1714. I) El 11 de julio de 1720 se bautizó en  
San Sebastián a Manuel Asencio, hijo legítimo de Ventura Vélez y Josefa Villarroel.  
9 ANH, Protocolos, Notaría Primera, vol. 235, tomo 1, años 1671-1679, f. 25-26v.  
0 Ver testamento de don José Marcillo de 7 de marzo de 1812, en ANH, Protocolos, Notaría 5º,  
caja 55, vol. 125, 1812  
2
3
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Gregorio de Larrea  
algunos descendientes del fundador de la obra pía, el cual incluye  
transcritos el testamento y el codicilo de Diego de Escobar, quien la  
31  
fundó al testar. Diego de Escobar declara ser natural y vecino de la  
ciudad de Quito. Nosotros calculamos que nació por 1545. De dicho  
expediente extraemos la siguiente información:  
Testamento de Diego de Escobar: Folio 62: En Quito, a 7 de octubre  
de 1600, ante el Licenciado Ferrer de Ayala, oidor y alcalde de corte,  
parecieron Francisco Moreno de Larco, Diego Ramírez y Francisco  
de Paz, vecinos y albaceas de Diego de Escobar, difunto, quien dejó  
hecho testamento. Se informa sobre su muerte y presentan por testi-  
gos a Melchor Pacho Marmolejo de 46 años, Pedro de la Torres de 22  
años, Francisco Carrasco de 50 años, Juan Pardo de 46 años.  
Se publica el testamento de Diego de Escobar, fundador de  
la obra pía, en presencia de los testigos: Mateo de Galárraga, Her-  
nando de Cevallos y Juan Gómez. El testamento fue escrito en Quito,  
el 25 de agosto de 1600, y dice lo siguiente:  
1
-Manda su ánima a Dios.  
2-Pide que sea sepultado en la iglesia Catedral donde los albaceas eli-  
gieren y acompañe su cuerpo el cura y sacristán de ella, y se pague de  
sus bienes la limosna, cera, y se diga misa cantada con diácono y sub-  
diácono, y otras seis misas rezadas, ofrendadas con pan y vino.  
3
-Que se digan en los monasterios de Santo Domingo, San Francisco,  
San Agustín y de las Mercedes, tres misas rezadas con responsos.  
-Que se digan en los monasterios, cincuenta misas por el ánima de  
4
Juan Gutiérrez de Medina, su suegro, y Juana Gutiérrez, su mujer; por  
la de sus padres y abuelos y de Juan de Escobar, su hijo, y se pague la  
limosna acostumbrada.  
5
6
-Se destine a las mandas, dos reales de sus bienes.  
-Declara que fue casado con Juana Gutiérrez de Medina, sin dote o  
cosa alguna; procrearon una hija llamada Luisa, quien vivió ocho años  
después de la muerte de su madre, y sacó por sus bienes unas yeguas  
y un pedazo de tierra donde tiene sus casas y tiendas donde vive, gas-  
tando cantidad de pesos, y compró a Pedro de Barahona un pedazo de  
3
1 ANH, Censos y capellanías, caja 2, exp. 12, Quito, 12 de marzo de 1666, Segundo cuaderno  
de autos de obra pía otorgada por Diego de Escobar, en donde consta el testamento que in-  
cluye el pago de la deuda por censo  
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La obra pía fundada por Diego de Escobar  
tierra de 50 pies de largo y otros tantos de ancho.  
-Que se digan seis misas rezadas por las almas del purgatorio y sus  
7
difuntos, dicha por el Padre Luis Gutiérrez de León, clérigo, y se pague  
la limosna.  
8
-Que cumplido el año de la muerte, se digan diez misas rezadas en la  
Catedral y las repartan sus albaceas entre los sacerdotes más necesita-  
dos y con su responso en la sepultura se pague la limosna.  
9
-Declara por sus bienes las casas que lindan con casas de Francisco  
Moreno de Larco, hacia el frente la calle que baja a la plaza y con cua-  
dras y huerta de las casas de Cabildo y Catalina Martínez y sus hijos,  
las dichas sus casas tienen ocho tiendas que salen a dos calles y callejón  
y zaguán, y otro callejón que va hacia la plazuela de Santo Domingo.  
1
0-Declara que Ana de Escobar, hija natural, dio en dote y casamiento  
unas casas que lindan con las suyas, tienen dos tiendas, un callejón y  
zaguán, y otro debajo de 7 u 8 pies de ancho.  
1
1-Declara por sus bienes unas casas que lindan con el Capitán Juan  
de Muñoz, y por debajo con la quebrada llamada de Barahona.  
Declara que tiene seis fanejadas de tierras en el cerro de Guanacaure,  
-
que compro a Gerónimo Hernández de Velasco al que le pago 6 pesos  
de censo cada año, que lindan por el camino de Añaquito, con estancia  
y tierra de los hijos de Juan Suárez, y por arriba del cerro con tierras  
de los hijos herederos de Juan Marques de Senactua? (Sanabria?), cuyo  
título y recaudos los hizo a Álvaro Rodríguez, suegro del dicho Geró-  
nimo Hernández.  
1
1
2-Declara por sus bienes, 25 pesos que le debe Lorenzo Calvache.  
3-Que tiene 19 pesos, 5 tomines y 5 granos de censo que le debe San-  
tiago de Villalobos, cada año sobre unas casas.  
4-Tiene por sus bienes unos muebles y alhajas, y unas yeguas en Chi-  
llo.  
1
15-Declara tener impuesto en las casas a censo, 1000 pesos a favor del  
Hospital Real de la Caridad, a la que se paga cada año, 361 pesos, 3 to-  
mines y 5 granos y los corridos.  
16-Que de lo que fueren arrendandas las casas y tiendas, den por una  
sola vez a Gaspar de Escobar, mancebo pobre y casado, 200 pesos y no  
exceden de 250 pesos.  
1
7-Que se dé por una sola vez a Andrés de Escobar, mancebo, de la  
renta por un año, 250 pesos, y si se arrendaren en menos, no excedan  
de los 200 pesos.  
1
8-Que la ropa como sayos, calzones, capotes, sombreros y calzado, se  
les den a los dos mancebos por igual.  
9.1-Cumplidos los mandatos, dar a los mancebos los 200 pesos por  
una vez cada año.  
1
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Gregorio de Larrea  
1
9.2-Que de lo que se fuere rentando las casas y tiendas se saquen para  
una niña llamada María de Escobar, hija de Ana de Escobar, su nieta,  
7
00 pesos de a nueve reales, y en plata se compren los reales hasta dicha  
suma, para su ayuda y casamiento, y los albaceas o patrones los pon-  
gan en personas abonadas que los guarde sin interés alguno al tanto  
por ciento, y este obligado a dar ese monto y que no entre en poder de  
su padre aunque de fianzas para ello, se le contradiga y defienda.  
2
0. Que deja a María de Escobar, su nieta, para el sustento suyo y de  
su madre, la renta de unos altos que tiene en unas casas con chimenea  
y un callejón que sale a la calle por donde se puede acceder por una  
puerta que cae a los corrales para su dote y casamiento; y si muriere  
ante de tomar estado, lo goce su madre Ana de Escobar, y si esta mu-  
riere se vuelvan dichos altos a sus bienes y hacienda para aumento de  
lo que dejare ordenado; y habiéndose casado María de Escobar, sus  
hijos gocen de esta manda y no puedan vender ni enajenar, o los vuel-  
van al tronco de los bienes, y lo mismo faltando herederos, los dichos  
altos y aposentos que lindan por abajo con la que dio en dote a Ana de  
Escobar y por arriba con las casas y dicho callejón, lo goce su nieta  
como suyo para su sustento y la de su madre.  
21. Que las seis fanegadas de tierra que adquirió en el cerro de Guana-  
caure sean para María de Escobar, para que siembren en ellas para sus-  
tento y casándose quede solo para ella por bienes suyos las cuatro  
fanegadas y las dos queden para Ana de Escobar; y si la dicha niña mu-  
riere sin tomar estado, las dichas seis fanegadas de tierras queden para  
su madre y las gocen, mando que se quite y redima de sus bienes el  
dicho censo de seis pesos de renta y entretanto se redimiere, se pague  
la renta de sus bienes.  
22. Que los albaceas o patrón o patrones, después de su muerte, paguen  
sus deudas y lo que costare el funeral de lo que hallare en hacienda; y  
de lo que valiere la almoneda de los muebles y alhajas y lo que fueren  
rentando las casas y tiendas, se las arrienden en lo que más se pudiere.  
23. Que de lo que sobrare de los bienes, pagadas las dichas deudas y  
funeral, se cumpla lo mandado de los 200 pesos en favor de Gaspar y  
Andrés de Escobar, y sino sobrare se cobren de la renta de las casas y  
tiendas. Es su voluntad que si en adelante se arrendaren y de las rentas  
de los dos censos, sus albaceas, patrón o patrones vayan redimiendo  
cada año, los 1000 pesos de principal que debe al Hospital y se redima  
el censo que debe a Gerónimo Hernández de Velasco, los seis pesos  
cada año, y si pareciere haber tomado algún dinero a censo, manda se  
redima cuando se pueda.  
2
4. Pide que sus casas y los dos censos que le deben se vinculen y no  
se vendan ni dividan, y de los dos censos que Santiago de Villalobos y  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
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La obra pía fundada por Diego de Escobar  
Lorenzo Calvache deben, se redima el censo al Hospital Real y paga  
de las deudas que tuviere; y así cumplido, se vuelva el dinero para de-  
positarlo en censo sobre las mejores posesiones.  
2
5. Y así pagadas las deudas y mandas y la deuda al Hospital Real, se  
dé de lo que valieren los muebles y alhajas, y la renta de las casas y  
tiendas en cada un año, si hubiere quien las alquile; y de los dos censos  
lo que hubiere valido y rentado en un año.  
Folio 77: Que comenzando el año nuevo en adelante, se tomen al fin  
de cada año los 300 pesos, se separen 100 de ello de la renta de las casas  
y tiendas y los den de limosna a una doncella pobre y huérfana, mes-  
tiza natural de Quito, para su ayuda y casamiento, y el patrón cuide  
que así se cumpla y que la tal huérfana sea doncella de virtud, buena  
vida y fama, se las prefieren de su linaje; y aunque no sean huérfanas  
y sus padres vivos y pobres, se les den dichos pesos para su casamiento  
o entrada a religión y dicha limosna quede en vinculo de las casas y  
tiendas y callejón y censo.  
2
6. Y de lo que más valiere de los 300 pesos de la renta de las casas,  
tiendas y censos, tome el patrón para si, 30 pesos de lo que se arrenda-  
ren, y que Francisco de Paz pueda nombrar el patrón que le suceda en  
persona de satisfacción y montañés, y Diego de Ramírez y los demás  
patrones que le sucedan gocen de los 30 pesos por su trabajo a partir  
de mi fallecimiento, y encarga cuide de escoger la persona de virtud y  
bondad y no preferir a deudos o parientes, y si muriere el patrón sin  
nombrar sucesor, dispongo que si es montañés, cofrades de la cofradía  
de la Concepción, se junten y elijan persona para el patronazgo y quien  
doy todo el poder así al dicho Diego Ramírez y a sus sucesores.  
27. Que el vínculo de las casas que dejo para la limosna de 300 pesos y  
demás contenido quede, si algún prelado, juez eclesiástico, seglar o co-  
fradía o comunidad pretendieren reducir el vínculo y limosna, el pa-  
trón lo defienda, o funde una capellanía con dichos pesos destinados  
a la doncella mestiza pobre, quedando las mandas como está dispuesto  
lo tocante a las misas que cada año sean de decir en el Monasterio de  
la Concepción, y la limosna a los viejos y lisiados de Iguanca?; y que el  
patrón la funde en la iglesia o monasterio que le pareciere, donde se  
sirva, y el capellán sea sacerdote montañés natural de la ciudad, de  
buena vida, fama y costumbres prefiriendo a los sacerdotes de mi li-  
naje, para que haga todo cuanto sea necesario y convenga, y las misas  
se digan por mi ánima; y para bien y aumento de la capellanía doy todo  
poder al patrón y sucesores lo que deben llevar y gozar.  
28. Declaro que lo que mande a la Cofradía de la Concepción, de la li-  
mosna de los montañeses, un peso de plata corriente de renta de cada  
año a censo, mando a los albaceas o patrón rediman y paguen los 14  
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Gregorio de Larrea  
pesos de principal, pagando asimismo lo que debiere de corridos; y lo  
demás de ellos los tengo pagados al Padre Martín de Gaviria, capellán;  
y se vuelvan a echar a censo para que esta manda este en pie.  
2
9. Que los 700 pesos de a nueve reales mandados a dar por una vez a  
María de Escobar, mi nieta, y si muriere sin gozarlos sin haber tomado  
estado o dejado herederos legítimos como está dispuesto en las cláu-  
sulas relativos a estos pesos, y la parte o pareciere estar cobrado hasta  
el día que falleciere mi nieta, se den entre su madre Ana de Escobar y  
Francisco de Escobar, hermano de ella, y sino hubiere cobrado nada de  
los 700 pesos, no los pueda pedir ni demandar de mis bienes, sino solo  
cuando estén cobrados o parte de ellos hasta el día de su fallecimiento  
de la niña, mi nieta.  
3
0. Declaro que Francisco de Escobar y Ana de Escobar son mis hijos  
naturales procreados en mujer libre y soltera, a los que encargo que no  
pidan ni demanden cosa alguna de mis bienes por vía de quinto y no  
de otra manera, y menos la dicha Ana de Escobar a quien le di más de  
1
000 pesos de dote en casas.  
31. Que al dicho Francisco de Escobar se le den las casas y tierras que  
lindan con el capitán Juan de Munoa, y si pretendiere pedir algo más  
de mis bienes, no se le den dichas casas y vuelvan como mis bienes  
para el pago de deudas y aumento del vínculo de los 300 pesos para la  
huérfana y limosna de misas, y a los indios del Guanca por el reparo  
de mis casas.  
3
2. Que a Lucia de Escobar, mi hermana y mujer de Alonso Suárez, le  
dejo 50 pesos corrientes, o alguna cosa que quiera de mis bienes por  
dicho valor.  
33. Declaro que en el pleito con mi padre Francisco García de Escobar  
por una tutela de mi mujer, di por fiador a Gaspar de Londoño, unas  
yeguas y en su poder no entraron dichas yeguas, y no se le pida cosa  
alguna.  
34. Y cumplido lo estipulado en el testamento, el remanente de mis bie-  
nes nombro por mis herederos a mi ánima, para que lo que sobre y que-  
dare se haga para bien.  
3
5. Revoco y anulo y de ningún valor otros testamentos, codicilos o po-  
deres para testar que se hayan hecho y otorgado no tengan valor al-  
guno y solo valga el presente testamento.  
3
6. Mando que a Juana, india de mi servicio, se le dé un vestido de  
anaco, y una frazada de mi cama, quien fue criada por Ana de Escobar,  
mi hija.  
37. Mando que a Andrés, indio del Guanca, se le dé una potranca que  
tiene en Chillo.  
38. Mando que a Francisco, indio del Guanca, se le dé una camiseta y  
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La obra pía fundada por Diego de Escobar  
manta llana, quien ha cuidado mi casa y me ha servido.  
9. Mando a Alonso de Escobar, mancebo pobre, a servicio de Pedro  
3
de Orellana Soto, se le den 200 pesos antes que a Andrés de Escobar; y  
asimismo se den a Alonso de Escobar la mitad de las yeguas que se ha-  
llaren en Chillo y la otra mitad a Ana de Escobar, mi hija, por estar a  
mi servicio y compañía.  
4
0. Que si los dichos Gaspar, Andrés y Alonso de Escobar, mancebos,  
a quien he mandado se den 200 pesos a cada uno, si cualquier muriere  
antes que yo, no se les dé cosa alguna y sin dejar heredero legítimo, los  
dichos 200 pesos o parte de ellos que se les hubiere dado, se vuelvan a  
mis bienes para aumento de ellos.  
El testamento fue escrito de letra y mano de Josepe de Madrigal y Fran-  
cisco de Paz, otorgado en Quito, a 25 de agosto de 1600. F) Diego de  
Escobar.  
Codicilo de Diego de Escobar: Folio 86: En Quito, el 2 de septiembre  
de 1600, Diego de Escobar ordenó en su codicilo lo siguiente:  
-
Que Ana de Escobar, presente en la casa del Capitán Antonio Morán,  
Alguacil Mayor de la ciudad, y Polonia de Escobar en casa y servicio  
de Gonzalo de Arredondo y Ana de Salas su mujer, son sus hijos natu-  
rales, tomen estado de casadas y vivan con honestidad y recogimiento,  
se les de 600 pesos de plata corriente marcada de la renta de las casas  
y tiendas; y entretanto si no se casaren, el patrón ni los albaceas les den  
cosa alguna y casándose, gocen de dichos pesos conforme el testa-  
mento sin perjuicio de lo ordenado en favor de Gaspar, Andrés y  
Alonso de Escobar, y encargo al patrón y albaceas cuiden de recoger a  
dicha Ana y Polonia vivan como está mandado y puedan tomar estado.  
-Que Ana de Escobar, su hija, mujer de Juan de Alencastro, se le dé un  
luto de bayeta de la tierra y un manto de (d)anascote de la tierra y a su  
hija María de Escobar, niña, un luto acorde a su edad.  
-Que todo esto está descrito se guarde por vía de codicilo de última vo-  
luntad, y como testigos: Marcos de la Plaza, Lorenzo de Villacorta-  
menta y Domingo de Seguez, vecinos. Ante Pedro de Robles, Escribano  
de Su Majestad y Provincia.  
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Gregorio de Larrea  
El litigio por la obra pía en el año 1666: En este año, algunos des-  
cendientes de Diego de Escobar, fundador de la obra pía, litigan por  
la misma, como veremos a continuación:32  
Folio 5: Antonio de Villarroel, vecino de la ciudad da poder a Juan de  
Vera de Torres, Procurador de Causas de la Real Audiencia, para que  
se le entreguen los 300 pesos de renta que dejó su antepasado Diego  
de Escobar.  
En otra parte del litigio, Inés de Escobar, pobre de solemni-  
dad y recogida, bisnieta de Diego de Escobar, difunto, presenta in-  
formación de ser bisnieta para que de la obra pía se le entreguen los  
3
00 pesos de a ocho reales, para tomar estado matrimonial, como lo  
mandó su bisabuelo. Dice que debe ser preferida por ser pariente  
cercano.  
Folio 23: Juan de Vera de Torres, a nombre de Antonio de Villarroel,  
hijo legítimo de Juan de Villarroel y de María de Escobar, nieta del di-  
funto Diego de Escobar, dice que lo pedido por Inés de Escobar como  
bisnieta no está con la verdad, pues declara Diego de Escobar tener  
como hija a Ana de Escobar, madre de la dicha María de Escobar, de-  
clarado en su testamento sobre los descendientes del tronco principal,  
por lo que dicha Inés de Escobar no desciende del fundador, o aquellos  
pretendientes que se presenten, por lo que contradice el pedido y que  
el patrón de la obra pía acuda con la renta a cada hija y no a otra per-  
sona alguna.  
Folio 25: Francisco de Rueda Salazar a nombre del sargento Pedro de  
Rueda, patrón y administrador de las rentas y obra pía de Diego de Es-  
cobar, responde al pedido de Antonio de Villarroel, se le acuda con la  
renta para casar y remediar a seis hijos, bisnietos del fundador.  
Folio 32: En Quito, a 4 de julio de 1667, el escribano notificó el decreto  
a Juan de Salcedo, marido de María de Escobar.  
Folio 39: Probanza de Antonio de Villarroel: Se presenta por testigos a  
Hernando Rodríguez, vecino y maestro platero de oro. Bernabé Pabón,  
vecino y mercader español. Pedro de Arroyo, vecino y labrador. Licen-  
ciado Diego Méndez Requenco, presbítero, de 66 años de edad. Ana  
3
2 ANH, Censos y capellanías, caja 2, exp. 12, Quito, 12 de marzo de 1666, Segundo cuaderno  
de autos de obra pía otorgada por Diego de Escobar, en donde consta el testamento que in-  
cluye el pago de la deuda por censo  
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294  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
Diarto, española, viuda de Juan Díaz Martínez, 80 años. Juan de Mo-  
rales, intérprete de la Real Audiencia, 80 años.  
Folio 89: José Rodríguez de Villarroel, hijo legítimo de Antonio de Vi-  
llarroel, difunto, y nieto de María de Escobar, en el pleito que sigue  
dicho Antonio de Villarroel, mi padre, solicitando les diesen a sus hijas  
las porciones de las rentas que dejó Diego de Escobar de la obra pía,  
quien fue bisabuelo de mi padre, y como patrón Pedro de Rueda que  
lo fue; y pide tener derecho a ser el administrador conforme lo dis-  
puesto por Diego de Escobar, mi rebisabuelo, por línea directa y pro-  
banzas de parentesco con el fundador y los autos en que dispone que  
fuesen preferidos los de su linaje para las dotes y renta de cada año, y  
aunque es así, nombró a Diego Ramírez y Francisco de Paz, porque no  
tuvo más hija que a Ana de Escobar, ni otros varones por lo que se pre-  
firió a las mujeres para tomar estado, y que en mi concurren dos requi-  
sitos pedidos por el fundador.  
Por otra parte, Diego de Escobar dispuso que, si hubiera varón  
al tiempo de nombrar patronos, lo hubieran hecho a los de su linaje  
por patrón.  
Además, dispuso que se debe preferir al consanguíneo.  
Dispuso que, aunque se dejó que se nombrasen por patronos,  
sean del linaje por la utilidad que se sigue a la renta que dejó el fun-  
dador; y en caso de nombrar a otro que no sea pariente, su voluntad  
33  
fue que si hubiere parientes sean nombrados como yo.  
Por todo lo expuesto, pide se le declare apto para administrar  
como patrón y no a otra persona que no sea del linaje del fundador  
o los que nombrare Pedro de Rueda. Firman: Licenciado Esteban Dá-  
vila. Juan de Vera de Torres. José Rodríguez de Villarroel.  
Pedro Rodríguez de Villarroel y su esposa Manuela Gómez  
Leal son padres de: José de Villarroel “el mozo”, María, Tomasa, Mi-  
caela y Francisco de Villarroel.  
Folio 110: Manuela Gómez Leal y Ambrosia de la Guerra, en la causa  
que siguen, piden se anule el arrendamiento de una casa adjudicada a  
Diego de Escobar, en favor de José de Fonseca, y dar la información de  
testigo a Sebastián de Rivera Trujillo. El difunto Pedro Rodríguez de  
Villarroel fue casado con Manuela Gómez Leal y fueron padres de: José  
33 Se refiere al sargento José Rodríguez de Villarroel.  
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295  
Gregorio de Larrea  
de Villarroel “el mozo”, María, Tomasa, Micaela y Francisco de Villa-  
rroel, y presentan por testigos a Ignacia de Villarroel (hermana de  
Pedro de Villarroel), tía legitima de dichos hijos; a Juan de Insuaste, ve-  
cino y Juan Hidalgo. Manuela Gómez Leal y Ambrosia de la Guerra  
reclaman también por propias dos tiendas que dejó Diego de Escobar,  
fuera de las ocho de ellas, en una de las casas para que puedan arren-  
darlas como a parientes del fundador en la calle de los Tratantes.  
Folio 130: Desde 1730, Manuela Gómez Leal, viuda de Pedro de Villa-  
rroel; las hermanas de Pedro: Ignacia y Petrona de Villarroel; y Ambro-  
sia de la Guerra piden para sí dichas tiendas, como descendientes de  
Ana de Escobar, hija natural de Diego de Escobar. En 1741 continuaban  
litigando.34  
En el mismo expediente de 1666, Inés de Escobar pretende  
probar su parentesco con el fundador y ser partícipe de la obra pía.  
Afirma ser bisnieta del fundador Diego de Escobar, declara ser pobre  
de solemnidad y recogida de Diego de Escobar, a lo que Antonio de  
Villarroel le contradice afirmando que ella no es pariente de Diego  
35  
de Escobar para lo cual presenta testigos en el litigio.  
En dicho litigio de 1666, aparece un Juan Manuel de Escobar,  
36  
quien firma como testigo.  
Hasta aquí el expediente que contiene el testamento y codi-  
cilo de Diego de Escobar, así como el litigio que inició en el año 1666,  
uno de los múltiples que siguieron sus descendientes por la obra pía.  
El litigio por la obra Pía en el año 1675  
Posteriormente, en 1675, existe otro litigio en el que una  
María de Escobar, bisnieta de Diego de Escobar, está casada con  
Francisco Gutiérrez de Avendaño. María de Escobar es hija legítima  
3
3
3
4 ANH, Censos y capellanías, caja 2, exp. 12, Quito, 12 de marzo de 1666, Segundo cuaderno  
de autos de obra pía otorgada por Diego de Escobar, en donde consta el testamento que in-  
cluye el pago de la deuda por censo  
5 ANH, Censos y capellanías, caja 2, exp. 12, Quito, 12 de marzo de 1666, Segundo cuaderno  
de autos de obra pía otorgada por Diego de Escobar, en donde consta el testamento que in-  
cluye el pago de la deuda por censo  
6 ANH, Censos y capellanías, caja 2, exp. 12, Quito, 12 de marzo de 1666, Segundo cuaderno  
de autos de obra pía otorgada por Diego de Escobar, en donde consta el testamento que in-  
cluye el pago de la deuda por censo  
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296  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
de Alonso de Escobar y solicita 300 pesos de la obra pía, de los cuales  
confiesa haber recibido 90 pesos de a 8 reales que le entregó el sar-  
gento Pedro de Rueda, patrón de la obra pía. Sin embargo, la parte  
contraria alega que Alonso de Escobar era un mozo que Diego de  
Escobar (fundador de la obra pía) crió en su casa y que Alonso de  
37  
Escobar pretendía introducirse como hijo de Diego de Escobar.  
Algunas escrituras públicas relativas al fundador de la obra pía y  
a sus familiares  
Poder otorgado por Diego de Escobar:  
En Quito, el 28 de … de 1595 (debido a la antigüedad del papel, el mes  
está ilegible), Diego Méndez de los Ríos , vecino de Quito, otorga poder  
a Diego de Escobar, espadero, para que en su nombre pueda pedir, de-  
mandar, recibir y cobrar a Pedro de Vargas, ochenta pesos y cinco to-  
mines de plata corriente que le debe, y a Lorenzo de Vargas, su  
hermano, por la cédula firmada ante Juan Rodríguez Verdugo, escri-  
bano real, en virtud del poder dado por el mercader Agustín Núñez  
de Salazar, que entrega para su cobranza, y pueda dar sus cartas de  
pago y finiquito en virtud del mandamiento otorgado y sacado de  
Alonso de Troya, alcalde ordinario que fue de Quito, para lo cual cede,  
traspasa acciones reales y personales y confiesa que el dicho Diego de  
Escobar le ha dado y pagado otros tantos pesos a Pedro de Vargas. Son  
testigos: Gutiérrez de Alcocer, Juan (Pérez) de Estrada y Diego Gutié-  
rrez de Logroño, residentes en esta ciudad. Firman: Diego Méndez de  
38 39  
los Ríos, Diego de Escobar, ante (..?..) Lucio de Mendanez.  
Escritura pública sobre Gaspar de Escobar, hijo natural de Diego de  
Escobar:  
En Quito, 18 de marzo de 1644, existe una escritura de censo  
otorgada por Gaspar de Escobar y su legítima esposa Francisca de  
3
3
3
7 ANH, Censos y capellanías, caja 3, exp. 8, Quito, 28 de junio de 1675, Causa seguida por  
María de Escobar bisnieta de Diego de Escobar  
8 ANH, Poder en causa propia entregado por Diego Méndez de los Ríos a favor de Diego de  
Escobar, 1595, Protocolos, Notaría Primera, Notario Diego de Mendaño, vol. 6, f: 286v-287  
9 Nota de Gregorio de Larrea: Este documento menciona que Diego de Escobar, el fundador  
de la obra pía, fue “espadero”.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
297  
Gregorio de Larrea  
Amores, vecinos de Quito, los cuales otorgan, de mancomún e in so-  
lidum, en venta real a la memoria y obras pías de Diego de Escobar  
(
ya difunto), padre de Gaspar y suegro de Francisca, y a Juan de  
Rueda, vecino de la ciudad, patrón y administrador de la obra pía,  
veinte pesos de oro de réditos y censo cada año, que han de correr  
desde hoy día de la escritura.  
Mientras no se redimiere el principal a veinte mil el millar, los dichos  
veinte pesos de los réditos son por precio y cuantía cuatrocientos pesos  
de oro cada uno que nos da a censo el dicho Juan de Rueda, de quien  
se recibió de las casas de su morada en el barrio de nuestra señora de  
(
..?..) ante el escribano, quien da fe de la cantidad de pesos, en reales,  
entregados a entera satisfacción y contento, el cual dicho censo princi-  
pal y réditos nuevamente lo imponga en las personas y bienes y una  
estancia y tierras en el valle de Amaguaña de pan sembrar con tierras  
de don Pedro de Orozco y que las dejó Juan de Peralta y don Melchor  
de Villegas Santano?, libres de censo, venta, donación de donde proce-  
den los doscientos de ellos que los debía de censo principal Francisco  
de Orellana y que los redimió, y los otros doscientos de réditos la fun-  
den con ciertas condiciones.  
Piden que los herederos y sucesores que posean dicha estancia y tierras  
estén bien labradas, cultivadas y vayan en aumento y se puedan cobrar  
los veinte pesos de réditos del censo cada año de seis en seis meses de  
por mitad.  
Que no se venda, donen, cedan ni traspasen la dicha estancia y tierras  
a ninguna persona, ni imponer sobre ellas otro censo ni gravamen, se  
obliguen a dar noticia de ello al patrón a fin de que si hubiere quien  
diere por ellos, los tome antes que otra persona y, si no, dé y conceda  
licencia para dicha venta y traspaso y de otra manera sea de ningún  
valor.  
Que si en dos años seguidos no se pagaren los réditos corridos del  
censo, las tierras caigan en comiso, el patrón entre en ellas y tome la  
posesión y, si se pagare el rédito del censo, el patrón cumpla lo que eli-  
giere.  
Que cada cuando pagaren los cuatrocientos pesos de principal del  
censo, el patrón debe emitir carta de pago y cancelación y con más  
todos los réditos corridos que se debieren para quedar libres la dicha  
estancia y tierras.  
Que en cualquier tiempo los veinte pesos de a ocho reales de réditos y  
censo cada año tengan el verdadero precio y justo valor que lo tienen  
los cuatrocientos pesos y, si no, pueden de la tal demasía hacer gracia  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
298  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
y donación conforme el Ordenamiento Real de Alcalá de Henares y  
pedir revisión del contrato sin apoderarse de las propiedad como la  
tienen sobre dichas tierras, y en cuanto a la cantidad del censo principal  
y réditos se reservan el dominio sobre ellas y se le da poder al patrón  
tome posesión de ellas obligándose al saneamiento de dichas tierras y  
los réditos se cobrarán a su tiempo, de lo contrario se pagarán los di-  
chos cuatrocientos pesos de a ocho reales del censo principal al patrón  
que fuere, más los réditos corridos que se deban, más las costas y daños  
e intereses, se obliga dicho Gaspar de Escobar y su mujer y bienes in-  
muebles y todo su poder cumplido a las justicias renunciando al do-  
micilio y vecindad para la paga de lo referido, y la dicha Francisca de  
Amores renuncia a los beneficios del emperador Justiniano con jura-  
mento libre y voluntario.- Hecho en Quito, el 18 de marzo de 1644. Y  
firmó un testigo, por no saber firmar, Baltazar de Alarcón, Juan Álvarez  
y Juan de Rueda “el mozo”.- Firman: Gaspar de Escobar; como testigo,  
Baltazar de Alarcón; ante Diego Bautista S(..?..)no, escribano de su ma-  
jestad.4  
0
Testamento de Juan de Villarroel Porras, tronco de los Villarroel que  
gozaron de la obra pía41  
En Quito, 9 de noviembre de 1672, en el testamento y última voluntad  
de Juan de Villarroel, hijo natural de Pedro de Villarroel y de Isabel de  
Porras, ya difuntos, ordena lo siguiente:  
-Encomiendo mi alma a Dios. Sea sepultado en la iglesia del Convento  
de Nuestra Señora de Redención de Cautivos en la Capilla de San Ja-  
vier donde señalaren los albaceas y se le dirá por los religiosos de dicho  
convento, una misa cantada con diacono y subdiácono con pan y vino  
y cera, y se pagara la limosna acostumbrada por mi hijo Antonio de Vi-  
llarroel.  
-
Acompañara mi cuerpo, el cura y sacristán de la Santa Iglesia Catedral  
de esta ciudad de donde soy parroquiano y pague la limosna mi hijo.  
Mando a las mandas forzosas a cada una dos reales, apartadas de mis  
bienes.  
Mando a la casa santa de Jerusalén y quien recoge la limosna, un peso  
de a ocho reales apartado de mis bienes.  
-
-
-
Declaro que no debo a persona alguna, ni me deben.  
-Declaro que fui casado según la santa madre iglesia con Juana de Ver-  
4
0 ANH, Escritura de censo de Gaspar de Escobar y su mujer a la memoria de Diego de Escobar,  
Protocolos, Notaría Primera, Notario Diego Baptista de Mayorga, 1644, vol. 176, f: 80-83v  
1 Las notas entre paréntesis son nuestras  
4
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
299  
Gregorio de Larrea  
gara, difunta, en cuyo matrimonio procreamos por hijo legitimo a Mi-  
guel de Vergara, que tendrá sesenta años (O sea que nació por 1612).  
Declaro que cuando casé con dicha Juana de Vergara me dieron en  
-
dote, veinte vacas, las cuales se comió mi suegro Francisco de Vergara  
y no tuvo sitio, ni acción de indio, ni cosa.  
-
Declaro que de segundo matrimonio fui casado con María del Encas-  
tro (o Alencastro, también llamada María de Escobar), ya difunta, y  
procreamos por hijos legítimos a Antonio de Villarroel Escobar, María  
de Lao, Juana de Escobar y Ana de Escobar, hijas legitimas.  
-
Declaro que en dicho matrimonio con María del Encastro, me dieron  
por dote “don” Juan del Encastro (Alencastro) y Ana de Escobar, mis  
suegros, setecientos pesos en plata y unas casas de altos y bajos en la  
calle de los Sombrereros, que hoy tiene y posee José de Suasti, las cuales  
tenían dos mil pesos de censo principal y algunos corridos que debía;  
y una fianza que hice y se vendieron dichas casas.  
-
Declaro que no tengo bienes, ni los he tenido desde hace años, y pido  
que mi hijo me haga el entierro.  
Declaro que mi hija Ana de Escobar murió abintestato y dejó unas  
-
casas en el barrio de San Roque en la colación de la Santa Iglesia Cate-  
dral de esta ciudad, que lindan por un lado con las huertas de los he-  
rederos de Ribadeneira y por abajo don Juan de Saldaña, libres de  
censo, empeño e hipoteca; y algunos trastes que constan por inventario  
y sobre las dichas casas hay pleito pendiente con el capellán del Con-  
vento de Santa Teresa por decir que Juan de Vargas, marido de la su-  
sodicha, que las había dejado/ en la capellanía de dicho convento, lo  
cual contradijo la dicha Ana de Escobar, cuando vivía, que se ha se-  
guido por ser su dote adquirido con su trabajo y deducido en los autos  
en estado de sentencia, y como heredero legítimo de los bienes de mi  
hija, mando que si el pleito sale a mi favor, se haga pago de lo gastado  
en mi entierro y funeral, y lo que quedare lo herede mi hijo legitimo  
Antonio de Villarroel por ser bienes procedidos de su madre y her-  
mana.  
-Dejo y nombro por mis albaceas al dicho Antonio Villarroel, mi hijo, y  
a Fernando de la Rocha con todo mi poder cumplido para que puedan  
acceder a mis bienes y los puedan vender en almoneda pública y pro-  
rrogo el albaceazgo por el tiempo necesario.  
-
Pagado este mi testamento, nombro por mi heredero universal a An-  
tonio de Villarroel de todos mis bienes para que los goce por tener siete  
hijos e hijas, mis nietos.  
-
Revoco y doy por nulo y digo que María de Lao (sic) murió abintestato  
y dejó una casa y estancia que se vendieron en almoneda publica y de  
su procedido se ha dividido que han tenido con los herederos de Juana  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
300  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
de Villarroel, mis nietos legítimos, mando que los que me adjudicaren  
los contadores, lo cobre el dicho Antonio de Villarroel.  
-
Revoco y anulo otro cualesquier testamento que se haya dado y hecho  
por escrito o palabra, salvo este que es hecho en la ciudad de Quito  
ante el presente escribano de Su Majestad y Receptor, en nueve días  
del mes de noviembre de mil seiscientos y setenta y dos años, siendo  
testigos José de Alarcón y de la Torre, Juan Núñez de Montesdeoca,  
Pedro Pérez de Cárdenas, don Gerónimo de Ubillús y Pedro Canelas;  
y el presenta escribano da fe del otorgante este testamento y lo firmo  
con los dichos testigos. F) Pedro Pérez de Cárdenas. F) don Gerónimo  
de Ubillús. F) Pedro Canelas. F) José de Alarcón. F) Juan Núñez de  
42 43  
Montesdeoca. Ante el escribano de Su Majestad Pedro de Aguayo.  
Escritura pública de convenio, traspaso y donación, Antonio de Vi-  
llarroel Escobar y Ana de Escobar, su hermana, en favor de José de  
44  
Villarroel, hijo de Antonio de Villarroel Escobar  
En Quito, 8 de febrero de 1668, ante el escribano de Su Majestad y tes-  
tigos infra escritos, parecieron por una parte Antonio de Villarroel (Vi-  
llarroel Escobar) y Ana de Escobar, su hermana, viuda de Juan de  
Vargas Solano; y por la otra parte, José de Villaroel (Rodríguez de Vi-  
llarroel), hijo legitimo del dicho Antonio de Villarroel (casado con Luisa  
Rodríguez de Astudillo) y sobrino de la dicha Ana de Escobar (Ana de  
Escobar es hermana de Antonio de Villarroel Escobar), dijeron que por  
muerte de doña María de Lao, hermana de los dichos Antonio de Vi-  
llarroel y Ana de Escobar, quien habiendo muerto abintestato son he-  
rederos por no haber dejado hijos, ni herederos ascendientes, ni  
descendientes y dejó por bienes una estancia en el valle de San Antonio  
de Pomasqui, donde caben solo cinco fanegas de sembradura de maíz  
con casas y trojes cubiertos de paja y demás aperos y trastes que cons-  
tan por inventario que consta en el oficio de Cabildo ante Andrés  
42 ANH, Protocolos, Notaría Primera, Notario Pedro de Aguayo, Testamento de Juan de Villa-  
rroel, 1672, vol. 233, tomo N/A, f. 271v-273v, (p.5)  
4
3 Nota de Gregorio de Larrea: Considerando que hasta mediados del siglo XVII existía cierta  
libertad en el uso de apellidos, pudiendo usarse el del padre o de la madre, la segunda esposa  
del testador Juan de Villarroel Porras, llamada María del Encastro (o Alencastro), es la misma  
María de Escobar, hija legítima de Ana de Escobar y “don” Juan del Encastro (Alencastro).  
Ana de Escobar fue hija natural de Diego de Escobar, fundador de la obra pía. Recordemos  
que en el siglo XVI poquísimas personas, únicamente las de gran prestancia, eran tratadas  
como “don”. En: ANH, Protocolos, Notaría Primera, Notario Pedro de Aguayo, Testamento  
de Juan de Villarroel, 1672, vol. 233, tomo N/A, f. 271v-273v, (p.5)  
44 Las notas entre paréntesis son nuestras  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
301  
Gregorio de Larrea  
Muñoz de la Concha, Escribano Real, que linda por arriba con tierras  
y estancia de doña Margarita Arias, mujer legitima del Licenciado don  
Manuel Ramírez de Arellano, Relator de esta Real Audiencia; y por  
abajo con tierras de doña Ana de Hucles(?), y por el frente con el pueblo  
de San Antonio, quebrada en medio y camino real que va al sitio de  
Catequilla, la cual dicha estancia tiene de censo principal un mil y cua-  
trocientos pesos de a ocho/, cuyos réditos se pagan a los propios de  
esta ciudad, cuatrocientos pesos de a ocho reales y el dicho censo que  
hacen un mil y ochocientos pesos de manera que Antonio de Villarroel  
y Ana de Escobar tienen de dicha herencia los dichos cuatrocientos  
pesos se la aplicaron a dicha doña María de Lao, difunta, en parte de  
los bienes gananciales que caben de los bienes de Juan López Cansino  
(esposo de “doña” María de Lao) que están en el oficio del Secretario  
don Alonso Sánchez Maldonado y por la escritura de transacción y  
concierto entre los herederos del dicho Juan López Cansino, dicha doña  
María de Lao ante Juan de Arce, Escribano Publico; y asimismo, que-  
daron por la dicha doña María de Lao, unas casas cubiertas de teja con  
un cuarto doblado de alto y bajo, y los demás bajos en la traza de esta  
ciudad y colación de la Catedral en la calle de la Moneda, que lindan  
por un lado con casas de un indio llamado Pablo, oficial zapatero, y  
por el otro lado con huertas y tierras de Pedro Corvache, difunto, y por  
enfrente de el Real en medio con la quebrada llamada de Ullaguanga-  
Guaico y casas de fulano Gueso(?), indio sastre(?); y considerando que  
el dicho José de Villarroel, hijo y sobrino de los dichos Antonio de Vi-  
llarroel y Ana de Escobar y sobrino de la dicha doña María de Lao, sir-  
vió a la susodicha desde su niñez hasta ahora porque se crio bajo su  
tutela y está casado y para que tenga que sembrar y trabajar/ y sus-  
tento por no tener bienes y ser pobre, otorgan los dichos Antonio de  
Villarroel y Ana de Escobar, viuda, su hermana le traspasen al dicho  
José de Villarroel, su hijo y sobrino, el derecho de lo que a cada uno  
toca de los dichos cuatrocientos pesos, valor de la dicha estancia y el  
derecho que tienen como tales herederos abintestato de la dicha doña  
María de Lao y le hacen gracia y donación entre vivos en el dicho José  
de Villarroel y le dan poder para que tome posesión.  
El escribano dice: Y el dicho José de Villarroel aceptó esta escritura y  
todos juntos de mancomún renuncian las leyes de la mancomunidad  
como se contienen, se obligaron a que si pareciere alguna persona a  
poner pleito o contradicción a dicha estancia, lo acabaran en todos gra-  
dos e instancias y el dicho José de Villarroel se obligó a otorgar escritura  
de reconocimiento en favor de los propios del dicho censo principal  
para pagar los réditos; y para su cumplimiento de esta escritura se obli-  
garon con sus bienes muebles y raíces habidos y por haber y dieron  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
302  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
poder cumplido a las justicias de esta ciudad y jueces competentes de  
esta Real Audiencia, fuero y jurisdicción para que todo lo dicho, les  
compelan y apremien por contrato ejecutivo y así lo dijeron y otorgaron  
los dichos otorgantes y lo firmaron y por testigos Juan de Vera de To-  
rres, Procurador del Número; Martin Méndez de los Ríos y Eugenio de  
Sotomayor. A ruego de la otorgante y por testigo firma Juan de Vera  
de Torres. F) Antonio de Villarroel. F) José de Villarroel. Ante José de  
Gutiérrez, escribano de Su Majestad.45  
Escritura pública de arrendamiento de José de Villarroel y otros en  
favor del alférez Tomás de Suasti46  
En Quito, 14 de agosto de 1691, ante el escribano de provincia, José de  
Villarroel, Tomas de Villarroel; Cristóbal de Medina, marido de Ger-  
trudis de Villarroel; Dionisio de Villarroel y Pedro de la Guerra, marido  
de Lorenza de Villarroel, vecinos de esta ciudad, bisnietos de María de  
Escobar, difunta, otorgan y dan en arrendamiento al alférez Tomás de  
Suasti, vecino mercader de esta ciudad, una sala y recámara en la calle  
de los Tratantes inmediata a la casa del dicho alférez con su callejón  
que lo han sucedido los otorgantes por el vínculo que dejó fundado  
Diego de Escobar para el goce de dicho fruto hasta su fin, o que no hay  
por herederos por tres años que corren desde hoy de la fecha de la es-  
critura en adelante y precio de cuarenta y cinco pesos de a ocho reales  
cada uno que hacen en los tres años, ciento y treinta y cinco patacones,  
que los reciben los otorgantes a veinte y siete pesos cada uno, contados  
sobre un bufete en moneda corriente en presencia del dicho escribano  
y testigos con condición de que si alguno de los otorgantes falleciere  
antes de cumplirse el arrendamiento y se debiere alguna cantidad, han  
de recibir los otorgantes sobrevivientes en si dicha deuda y devengarla  
con el arrendamiento en los tres años; y si falleciere Luisa de Astudillo,  
su madre, le ha de dar al alférez Tomas de Suasti, para su funeral y en-  
tierro, cuarenta y cinco pesos de a ocho reales por un año más del  
arriendo, y si llegare el caso se ha de entender ser de cuatro años y se  
obligan a no quitar su derecho la dicha sala y recámara con su callejón  
por más precio, ni otra causa que sea, sino más bien siga con el arren-  
damiento de los tres años y el ultimo expresado desuso si llegare el  
caso, pagando el arrendamiento de cuarenta y cinco pesos por año; y  
4
5 ANH, Protocolos, Notaría Primera, Notario José Gutierres, Donación entregada por Antonio  
de Villarroel y su hermana Ana de Escobar a favor de José de Villarroel, hijo de Antonio de  
Villarroel Escobar, 1668, vol.255, tomo N/A, f.20-21v, (p.3)  
46 Las notas entre paréntesis son nuestras  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
303  
Gregorio de Larrea  
el dicho alférez estando presente la aceptó y se obliga a no dejar la  
dicha sala, recámara y callejón y si llegare el caso de fallecer Luisa de  
Astudillo (esposa de Antonio de Villarroel y Escobar) suplirá los cua-  
renta y cinco pesos por un año más y se obligan ambas partes con sus  
personas y bienes y demás jueces y justicias, renuncian domicilio y fir-  
man por testigos Manuel de Ledesma, don Manuel de Cevallos y Fran-  
cisco de Vargas. F) Dionisio Rodríguez de Villarroel. F) Cristóbal de  
Medina. F) José Rodríguez de Villarroel. F: Pedro de la Guerra. F)  
47  
Tomás Rodríguez de Villarroel. F) Tomás de Suasti.  
Esteban Villarroel, descendiente del fundador de la obra pía  
Uno de los descendientes de Diego de Escobar, fundador de  
la obra pía en 1600, fue Esteban Villarroel, cuya genealogía ya hemos  
puntualizado. En Quito, 20 de mayo de 1755, Juana Muñoz de Ayala,  
soltera y “blanca”, vende una casa a doña Paula González, esposa  
legítima de Esteban Villarroel. La casa baja, cubierta de teja, estaba  
ubicada en la parroquia de San Sebastián, de Quito, en el puente lla-  
mado de Magnangaguayco, y estaba compuesta de cuatro cuartos,  
horno, huertas y ojo de agua. Sus linderos eran: Por un lado, casa de  
Gregorio Rodríguez, maestro sastre, que se cayeron con el sismo. Por  
el otro lado, con las que posee dicha doña Paula González. Por de-  
lante, con las que poseen unas mujeres llamadas las ballardas. Y por  
atrás, con la de la misma compradora. La casa está libre de censos,  
empeño e hipoteca. Se la vende en 110 pesos de a ocho reales. La ven-  
dedora compró la casa en 300 pesos con dinero de su propio peculio,  
mediante escritura otorgada en Quito, el 23 de enero de 1745, ante  
Diego Arias Altamirano, pero debido al terremoto, al venderla en el  
año 1755 costaba apenas 110 pesos.48  
47 ANH, Protocolos, Notaría Cuarta, Notario Juan de la Cruz, Arrendamiento entregado por  
José de Villarroel y otros a favor de Tomás de Suasti, 1691, vol. 40, tomo N/A, f. 204v-205,  
(
p.2)  
8 ANH, Archivo Nacional de Historia, Protocolos, Notaría Primera, Notario José Pazmiño,  
755, vol.374, tomo único, f: 287-289v  
4
1
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304  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
Escritura pública sobre la familia Rueda, patrones de la obra pía y  
sobre el testamento del fundador  
En Quito, el 15 de junio de 1669, el sargento Pedro de Rueda, maestro  
de mazonería, nombra patrón de la obra pía fundada por Diego de Es-  
cobar, a su hermano legítimo el bachiller Francisco de Rueda Salazar  
quien es Procurador de Causas de Número de la Real Audiencia de  
Quito, ambos vecinos de esta ciudad, hijos del difunto maestro de ma-  
zonería Juan de Rueda.  
Juan de Rueda fue patrón de la obra pía, quien nombró a su  
hijo Pedro de Rueda patrón de la obra pía. Pedro de Rueda adminis-  
tró las rentas de la obra pía desde 13 de diciembre de 1657.  
El testamento de Diego de Escobar había sido presentado  
ante el licenciado Ferrer de Ayala, oidor y alcalde de corte, en pre-  
sencia de los albaceas nombrados por Diego de Escobar. Los albaceas  
eran: Francisco Moreno de Larco, Diego Ramírez y Francisco de Paz,  
quienes dijeron que, por el fallecimiento de Diego de Escobar, se  
49  
mande abrir, leer y publicar dicho testamento en el año 1600.  
Diego de Escobar murió de muerte natural. En su testamento  
del año 1600 declara ser natural y vecino de Quito. Declara por bie-  
nes unas casas que linderan con casas de Francisco Moreno de Larco  
que baja a la plaza, con cuadras y huertas; con las casas del Cabildo  
y de Catalina Martínez y los hijos menores de ella. La casa tenía ocho  
tiendas a otras dos calles y un callejón y zaguán, y por otro callejón  
que sale a la plazuela de Santo Domingo que se une a unos altos de  
una casa.  
Declara por bienes 25 pesos de censo que le deben Santiago  
de Villalobos y Lorenzo Calvache de tributo de cada año conforme  
a escritura.  
Desea que queden vinculadas las casas y tiendas, y los censos  
cuando fueren redimidos sirvan para la deuda al Hospital Real y  
otras deudas, mandas y legados que debe, y que sobre el censo redi-  
mido sobre sus casas el dinero se vuelva a echar en censos cuantas  
49 ANH, Censos y capellanías, caja 2, exp. 12, Quito, 12 de marzo de 1666, Segundo cuaderno  
de autos de obra pía otorgada por Diego de Escobar, en donde consta el testamento  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
305  
Gregorio de Larrea  
veces sea necesario de lo que valieren las casas y tiendas, se junte  
cada año lo que valiere la renta ante el patrono o patrones que nom-  
brare, 300 pesos corrientes o reales. En reales se arrienden las casas  
y tiendas y den de limosna a una doncella pobre y huérfana y mes-  
tiza en su ayuda y casamiento o en religión, o si sus padres pobres  
están vivos se los entreguen dichos pesos a ellos, y que el patrón  
tome de la renta 30 pesos por sus servicios y cumplimiento con sumo  
cuidado procurando que las casas y tiendas vayan de menos a más  
dejándolas de la mejor manera. De igual forma se destine un monto  
a las misas en el monasterio de la Concepción y la de los indios de  
Guanca (Guanga).50  
Que el dicho Diego Ramírez todos los días de su vida administre sus  
bienes y le nombra patrón de las limosnas y memoria al dicho Fran-  
cisco de Paz y éste pueda nombrar el patrón a una persona de satisfac-  
ción, un montañés, y que dicho Diego Ramírez goce en cada año de los  
treinta pesos desde el día del fallecimiento, y el sucesor sea de virtud  
y bondad y buen concepto, y si fuere persona montañesa o cofrade de  
la cofradía de La Concepción se junten y elijan para que sea patrón y  
puedan gozar los dichos pesos todos los días de su vida.  
Que el vínculo de las casas para la limosna de trescientos pesos sea per-  
petuo y si algún prelado o juez eclesiástico o seglar, cofradías u otra  
comunidad o hermandad pretendiere reducir dicho vínculo y limosna  
manda que el patrón defienda a derecho y si fuere necesario funde una  
capellanía con dichos trescientos pesos que se habían de dar a las don-  
cellas y la limosna que se ha de hacer a los indios viejos y lisiados del  
Guangala (Guanga o Guanca) y la sirva el capellán nombrado siendo  
sacerdote montañés, natural de la ciudad de Quito, de buena fama y  
costumbres que viniere de su linaje haciendo los autos y capitulaciones  
que convengan y las misas que se concertaren con el capellán, y para  
ello da todo su poder cumplido.  
Que si a los dichos Gaspar Diez y Alonso de Escobar se les ha mandado  
se les den doscientos pesos a cada uno y que, si alguno muriere antes,  
no se les dé nada y lo mismo si no dejaren herederos legítimos, dichos  
pesos sean devueltos a los bienes para aumento de ellos.  
Esta escritura va en su mayor parte escrita de mano de Josepe de Ma-  
drigal y alguna parte de Francisco de Paz, hecha en Quito a 25 de  
agosto de 1600. Firma: Diego de Escobar.  
50 Ibidem  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
306  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
El escribano certifica que Diego de Escobar ha presentado el testamento  
estando enfermo dejando nombrados albaceas y herederos y deja sin  
valor alguno otro cualquier testamento o poderes, firmando como tes-  
tigos: Diego Rodríguez de León, Juan Pablo Durán, Melchor Pacho,  
Pedro de la Torre, Pedro Álvarez de Salinas (Silva), Juan Pardo y Fran-  
cisco Rodríguez Carrasco, vecinos de la ciudad. Firma: Pedro de Ro-  
bles, escribano de su majestad y de provincia.  
Se vuelve a llevar el testamento el sargento Pedro de Rueda, se remite  
y en cumplimiento de la voluntad de Diego de escobar, fundador de la  
obra pía, no cese dicha obra y la administración de los bienes señala-  
dos; nombro en su lugar al Bachiller Francisco de Rueda Salazar, her-  
mano legítimo, para que acuda a administrar las casas y rentas para  
esta obra pía, arrendándolas al mejor postor por el tiempo y precio más  
aventajado posible con todo el poder necesario para ello en forma de  
derecho, quien aceptó lo contenido y lo firma junto a los testigos: sar-  
gento Jacinto Melo, Ignacio Dorado de Vergara y Agustín Dorado de  
Vergara. Firman: Pedro de Rueda, Francisco de Rueda Salazar, ante An-  
5
1
tonio de Verzosa, escribano de su majestad. Hasta aquí el resumen  
de la respectiva escritura pública.52  
Respecto a la familia Rueda, patrones de la obra pía, diremos  
que Juan de Rueda “el viejo” fue maestro platero de mazonería en  
Quito en 1614. Fue hijo natural de Antonio de la Rueda. Casó pri-  
mero con Gabriela Salazar, con quien tuvo a: Jerónima, Pedro, Juan  
Francisco y María. Tenía su casa en la colación de la Catedral y una  
53  
estancia de nueve caballerías en el pueblo de Tanicuchí. Su hijo el  
sargento Pedro de Rueda fue igualmente maestro de mazonería. Je-  
rónima de Rueda casó con Hernando Rodríguez, maestro platero en  
oro; sus hijos Juan y Alonso Rueda fueron presbíteros seculares.  
5
1 ANH, Nombramiento de patrón de la obra pía que dejó Diego de Escobar, el sargento Pedro  
de Rueda en el bachiller Francisco de Rueda Salazar, su hermano, Procurador, Protocolos,  
Notaría Cuarta, Notario Diego de Vercossa, 1669, vol. 27, f: 180v-184  
5
2 Nota de Gregorio de Larrea: Esta escritura pública dice que el sargento Pedro de Rueda era  
maestro de mazonería (con la letra “z”). “Mazonería” podía referirse a varias actividades.  
En este caso, era la elaboración de piezas de plata y oro, generalmente muy labradas, espe-  
cialmente para el servicio litúrgico-sacramental de las iglesias; es decir, “mazonería” casi era  
sinónimo de “platería”, elaborada por el “platero”. El platero podía trabajar tanto piezas de  
plata como de oro.  
5
3 Una caballería era un solar de cien pies de ancho y doscientos de largo. Un pie castellano  
equivalía a 27,8635 centímetros  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
307  
Gregorio de Larrea  
Juan de Rueda “el viejo”, cuyo nombre completo era Juan de  
Rueda Alarcón y Cañares, casó segundo con Florentina Enao Ren-  
gifo, tataranieta de Francisca Coya, hermana del Emperador Ata-  
hualpa, y tuvo los siguientes hijos: José, María, Teresa, Juan y Juan  
de la Cruz. Testó en Quito el 9 de junio de 1651, en la Notaría Primera  
54  
(
folio 195). Anotemos que en Quito en 1683 era maestro platero otro  
Juan Rueda, homónimo de Juan de Rueda “el viejo”. Florentina Enao  
Rengifo nació en Quito en 1615, tuvo dos casas en la parroquia de  
55  
56  
Santa Bárbara (Quito), huerta en Cumbayá y huerta en la Cantera.  
A partir de 1667 el cabildo de Quito nombró dos alcaldes de  
plateros, el uno para los del oro y el otro para los de la plata y desa-  
parece el nombramiento de veedor hasta 1693, año en que comienza  
a coincidir el nombramiento de veedor con el de alcalde de los pla-  
teros de oro. El cabildo de Quito nombró alcaldes y veedores de pla-  
teros a: Juan Rueda (años 1646, 1652, 1656-1657, 1666), Pedro Rueda  
(
1658-1665, 1669, 1676-1678). Fueron nombrados veedores: Juan de  
57  
Rueda “el viejo” (1650, 1653-1654), Pedro de Rueda (1669).  
Como información adicional sobre los patrones de la obra pía, ano-  
tamos que en 1730 el patrón de la obra pía era el escribano público  
de Quito don Antonio López de Salcedo. En 1744 el patrón de la obra  
pía era el capitán don Jacinto Antonio García de Lemos, familiar del  
Santo Oficio de la Inquisición.58  
5
4 Alfredo Costales Samaniego: El arte en la Real Audiencia de Quito, artistas y artesanos des-  
conocidos de la “Escuela Quiteña”, pp. 271, 276, en: Arte colonial quiteño, renovado enfoque  
y nuevos actores, FONSAL, Ed. TRAMA, Quito, 2007, 315 p.p.  
5
5 Una huerta es un solar compuesto de dos huebras de tierra. En: Marta Beatriz Silva, Las di-  
mensiones urbanas. Los patrones coloniales y decimonónicos, p.11. Ver en: http://www.  
rniu.buap.mx/infoRNIU/nov18/4/dimensiones-urbanas_patrones-coloniales-decimononi  
cos_ponencia_49-congreso-internacional-americanistas-1997.pdf (16-11-2022)  
2
La huebra es una “Unidad de superficie de 3.200 varas cuadradas o 2.235,84 m ”. En: Luis  
Pastor, Unidades de Medida, p.9. Ver en: https://luispastor.es/compartiendo/pdf/unida  
des-de-medida-by-luis-pastor.pdf (16-11-2022)  
6 Fernando Jurado Noboa: Las Coyas y Pallas del Tahuantinsuyo, Ed. Gallocapitán, Quito,  
5
5
5
1982, p. 416  
7 Jesús Paniagua Pérez: Aportaciones al estudio del gremio de los plateros quiteños durante  
los siglos XVI y XVII  
8 ANH, Censos y capellanías, caja 23, exp.4, 29 de febrero de 1744  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
308  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
Doctor Juan Pablo Espejo, capellán de la Real Audiencia de Quito,  
albacea de Joaquín Zerri, hermano del Doctor Eugenio Espejo pre-  
cursor de la Independencia Ecuatoriana  
En 1787 falleció en Quito doña Paula Villarroel, hija natural  
de doña Tomasa Rodríguez de Villarroel, descendiente de Diego de  
Escobar fundador de la obra pía. Doña Paula Villarroel casó con Ma-  
riano Escobar con quien tuvo dos hijos legítimos: Francisca Xaviera  
y Francisco Escobar Villarroel. Los últimos 16 años no hizo vida con-  
yugal con su marido. Doña Paula Villarroel tenía una casa de su mo-  
rada, de dos pisos, en la parroquia de San Marcos, avaluada en 1200  
pesos, que no era la casa de la obra pía; otorgó testamento en Quito,  
59  
el 21 de agosto de 1787 en el que dispone que, si su hijo Francisco  
Escobar Villarroel quisiera contraer matrimonio con alguna mujer  
que desiguale a su nacimiento y calidad: mestiza, india o zamba, el  
albacea testamentario no le entregue su parte de la herencia. Ade-  
más, doña Paula Villarroel tuvo dos hijos ilegítimos con su amante  
el capitán de milicias español don José Joaquín Zerri, del comercio  
de Cartagena de Indias, vecino de Quito, llamados: Joaquín y José  
Zerri Villarroel.  
En Quito, 1796, doña Francisca Xaviera de Escobar Villarroel,  
nacida en 1767, promueve expediente para que don Joaquín Zerri,  
albacea testamentario de doña Paula Villarroel (madre de doña Fran-  
cisca Xaviera), desocupe la casa perteneciente a la testamentaría de  
su madre y rinda cuenta del albaceazgo. Doña Francisca Xaviera dice  
que Zerri ha vivido en dicha casa durante más de siete años. Añade  
que Zerri ha tratado de casarla con el quiteño Mariano Sosa, con  
quien ella dice estar dispuesta a casarse. Doña Paula Villarroel había  
nombrado a Zerri curador de sus dos hijos legítimos: Francisca Xa-  
viera y Francisco Escobar Villarroel.  
En todo caso, doña Francisca Xaviera de Escobar Villarroel  
6
0
falleció en 1796. Finalmente, se sentenció que don Joaquín Zerri  
abandones la casa, de la que pasó a tomar posesión Mariano Escobar,  
61  
padre de doña Francisca Xaviera. Mariano Escobar falleció en 1800.  
59 ANH, Protocolos, Notaría Cuarta, 1787, caja 56, vol. 113, fs.75v-80v  
60 ANH, Juicios, Notaría Tercera, caja 99, exp. 27, 19 de febrero de 1796  
61 ANH, Juicios, Notaría Primera, caja 166, exp. 1, 25 de septiembre de 1797  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
309  
Gregorio de Larrea  
Poco después don Joaquín Zerri falleció, tal es así que el 27  
de septiembre de 1803 se siguió la causa mortuoria de su testa-  
mento.6 Zerri había nombrado albacea testamentario al doctor don  
Juan Pablo Espejo, capellán de la Real Audiencia de Quito, quien era  
hermano nada menos que de Eugenio Espejo, Precursor de la Inde-  
pendencia Ecuatoriana. Al fallecer Zerri se realizó el inventario de  
sus bienes, que tan sólo consistían en muebles avaluados en apenas  
ciento veinte y cuatro pesos, los cuales se sacaron a remate público.  
Entre los papeles que dejó Zerri existía “una memoria de los gastos  
hechos en el pleito de los Espejos”, de ciento noventa y cinco pesos  
seis reales, fechada en Guayaquil el 26 de octubre de 1769, firmada  
por don José Cortázar. Por supuesto, se trata de la familia de Eugenio  
Espejo. Don José Cortázar fue vizcaíno radicado en Guayaquil, padre  
del obispo de Cuenca doctor José Ignacio Cortázar y Lavayen, obispo  
que fuera tío del Mariscal José Domingo de la Mar y Cortázar, Pre-  
sidente del Perú.  
2
En la testamentaría de Zerri, don Bruno Resua, sargento pri-  
mero de la cuarta compañía de veteranos de la Real Audiencia de  
Quito, declaró que don José Joaquín de Zerri falleció sin tener quien  
costée su funeral y entierro, pues su albacea doctor don Juan Pablo  
de Santa Cruz y Espejo se desentendió de esa obligación, dejando  
botado el cadáver. Ante ello, don Bruno Resua puso el dinero nece-  
sario para el entierro, el cual pide se le restituya.  
Conclusiones  
Diego de Escobar, fundador de la primera obra pía de la Real  
Audiencia de Quito (actual Ecuador) en el año 1600, fue hijo de uno  
de los conquistadores “de buena condición social” que fundaron  
Baeza en el actual Ecuador. Su suegro español Juan Gutiérrez de Me-  
dina fue uno de los fundadores de Quito, encomendero y ejerció  
múltiples cargos en el Cabildo de la villa. En todo caso, Diego de Es-  
cobar no dejó hijos legítimos sobrevivientes, sino algunos hijos na-  
turales, uno de ellos Ana de Escobar, madre de María de Escobar  
62 ANH, Juicios, Notaría Cuarta, caja 96, exp. 4, 27 de septiembre de 1803  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
310  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
para quien fundó la obra pía y para los descendientes de ella. María  
de Escobar casó con Juan de Villarroel Porras, nacido por 1590, a par-  
tir de quien la obra pía la poseyó la familia Villarroel, hasta la extin-  
ción de la obra pía. La mayoría de descendientes que gozaron de la  
renta de la obra pía se apellidaron justamente Villarroel.  
Habiendo sido instituciones de Derecho español, cuando nos  
independizamos de la Madre Patria, dejaron de existir los vínculos  
y mayorazgos. Tal fue así que en 1824 el gobierno de Colombia (la  
Gran Colombia) decretó la supresión de los mayorazgos y vincula-  
63  
ciones perpetuas. De manera que al independizarnos de España la  
casa de la obra pía fue desvinculada, cuyo patronato se declaró por  
sentencia judicial a favor de doña Juana Villarroel Cevallos quien fa-  
64  
lleció en 1847 y sus herederos vendieron la casa en 1848.  
Archivos consultados  
Archivo de la Curia de Riobamba:  
Libros de bautizos de “blancos” de Riobamba, 1778  
Archivo Histórico de la Casa de la Cultura Núcleo de Chimborazo:  
Juicios Civiles, 1787  
Archivo Histórico Municipal de Quito:  
Libros de Cabildo de Quito, 1534-1541; 1573-1670  
Archivo Nacional de Historia, ANH, Quito:  
Censos y capellanías, 1666, 1675, 1744, 1756, 1787  
Protocolos  
Notaría Primera, 1595, 1597, 1603, 1644, 1668, 1671-1679, 1755  
Notaría Tercera, 1756  
Notaría Cuarta, 1669, 1691  
Notaría Quinta, 1665  
Archivo parroquial de San Sebastián, Quito:  
6
6
3 Gaceta de Colombia: 3 de julio de 1824, 18 de julio de 1824, 29 de agosto de 1824, en: Jorge  
Núñez Sánchez, El Ecuador en el siglo XIX, p. 51.  
4 Larrea, Gregorio de, Miniartículos históricos, Ed. Gráficas Iberia, Quito, 2022, p. 79.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
311  
Gregorio de Larrea  
Libros de bautizos de “blancos”, 1645-1730  
Libros de matrimonios de “blancos”, 1657, 1697, 1699, 1719, 1729  
Bibliografía  
ALARCÓN COSTTA, César, Diccionario Biográfico Ecuatoriano, Ed. Raíces, Quito,  
2000, 1273 páginas  
COSTALES SAMANIEGO, Alfredo: “El arte en la Real Audiencia de Quito, ar-  
tistas y artesanos desconocidos de la “Escuela Quiteña””, en: Arte colonial  
quiteño, renovado enfoque y nuevos actores, FONSAL, Ed. Trama, Quito, 2007,  
315 páginas  
JURADO NOBOA, Fernando: La migración internacional a Quito entre 1534 y 1934,  
tomo II, s/Ed., Quito, 1990, pp. 331-574.  
–––––, Las Coyas y Pallas del Tahuantinsuyo, Ed. Gallocapitán, Quito, 1982, 682  
páginas.  
––––– Una familia fundadora de Quito: Historia de los Proaño, vol. 1, Imp. Produc-  
ción Gráfica, Quito, 2015, 343 pp.  
–––––, Riobamba una ciudad de andaluces en América, Imp. MYL, Quito, 2005, 405  
páginas  
KEEEDING, Ekkehart: Surge la nación, Ed. Banco Central del Ecuador, Quito,  
005, 732 páginas.  
2
GARAY ARELLANO, Ezio: Análisis de la hidalguía en América y su aproximación  
en el Ecuador, en Revista del Centro Nacional de Investigaciones Genealó-  
gicas y Antropológicas, CENIGA, Nº15, s/Ed., Quito, julio 1997, pp. 301-  
328  
GUTIÉRREZ MARÍN, Wilson: Baeza la ciudad de los Quijos, Ed. Abya-Yala, Quito,  
002, 197 páginas  
2
LARREA, Gregorio César De: Genealogía de don Mariano de Larrea, s/Ed., Quito,  
004, 146 pp.  
2
––––––, Miniartículos históricos, Ed. Gráficas Iberia, Quito, 2022, 227 pp.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
312  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
–––––, “Vecinos de Riobamba en 1797”, en Revista de la Sociedad Amigos de la  
Genealogía, SAG, vol.50, s/Ed., Quito, 1990, pp. 68-96.  
MORENO EGAS, Jorge: Vecinos de la Catedral de Quito fallecidos entre 1704 y 1800,  
Imp. Offset, Quito, 1989, 388 páginas.  
NÚÑEZ SÁNCHEZ, Jorge: El Ecuador en el siglo XIX, Imp. Consejo Provincial  
de Pichincha, Quito, 2003, 268 páginas.  
ORTIZ DE LA TABLA DUCASSE, Javier: Los encomenderos de Quito 1534-1660,  
s/Ed., Sevilla, 1993, 377 páginas.  
PANIAGUA PÉREZ, Jesús: Aportaciones al estudio del gremio de los plateros  
quiteños durante los siglos XVI y XVII Ver en: https://buleria.unileon.es/  
bitstream/handle/10612/11732/Paniagua%20185.pdf?sequence=1&isA-  
llowed=y (02-11-2022).  
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313  
Gregorio de Larrea  
Anexo 1  
Niños “blancos” apellidados Gómez-Leal, Sotelo, y Zapata bautizados  
65  
en la parroquia San Sebastián, de Quito, en el lapso 1692-1730  
Siglas:  
b: bautizado  
h.l: hijo legítimo  
h.n: hijo natural  
Pedro de Villarroel Zapata, cuarto nieto del fundador de la obra pía,  
casó el 4 de junio de 1699, en la parroquia de San Sebastián, con Manuela  
Gómez-Leal. Su hijo, José de Villarroel y Gómez-Leal casó con Josefa de  
Sotelo, en San Sebastián, el 27 de julio de 1729, y fueron abuelos de doña  
Juana de Villarroel Cevallos, última poseedora de la obra pía, quien fa-  
lleció en Quito en 1847. Por lo tanto, es importante referirse a los apelli-  
dos Zapata, Gómez-Leal, y Sotelo:  
-
-
-
-
Manuela, h.l. de Bernardo de Castañeda y Manuela Gómez Leal, b. 24  
mayo 1693.  
Manuela, hija de padres no conocidos, b. 26 mayo 1693. Fue su madrina:  
“doña” María de Sotelo.  
Manuela, bautizada de diez años y un día, h.l. de Gerónimo de Alfaro  
y “doña” Manuela Sotelo, b. 10 enero 1694.  
Manuel, bautizado de seis años de edad, h.l. de Gerónimo Alfaro y Ma-  
nuela de Sotelo, b. 19 enero 1694. Fue su padrino el Reverendo prior  
fray Francisco de Escobar.  
-
-
N.N., h.n. de María o Gerónima (Gero. Ma.) Sotelo, b. 24 enero 1695.  
Pascuala, h.l. de Fernando de Castañeda y Manuela Gómez Leal, b. 22  
mayo 1695.  
-
-
Santiago Sotelo, hijo de padre no conocido, b. 2 agosto 1696.  
Dionicia Brígida, h.l. de José Pérez y María Zapata, b. 9 octubre 1696.  
Padrino: el predicador fray Pedro de Aponte, religioso de Santo Do-  
mingo.  
6
5 Archivo parroquial de San Sebastián, Quito, libros parroquiales de bautizos de “blancos”,  
692-1730  
1
BOLETÍN ANH Nº 208 • 277–324  
314  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
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-
Diego, h.l. de Bernardo Castañeda y Manuela Gómez Leal, b. 11 no-  
viembre 1696.  
Agustín, h.l. de José Sotelo de Medina y Gertrudis Parrales, b. 29 agosto  
1698.  
María Gerónima Dionicia, h.l. de José Pérez y María Zapata, b. 21 oc-  
tubre 1698.  
José Fausto, h.l. de Pedro Infante y Sebastiana Fernández, b. 29 noviem-  
bre 1698. Madrina: Juana de Salcedo.  
Nicolás, de un año de edad, hijo adoptivo de Juana Sotelo, b. 9 septiem-  
bre 1700. Madrina: la dicha Juana Sotelo.  
Catalina, h.l. de Francisco de Olivares y Francisca de Sotelo, b. 11 fe-  
brero 1706. Padrino: el reverendo padre fray Cristóbal Vergara, de la  
orden de predicadores.  
-
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-
Agustín Raymundo, h.l. de Ignacio López de Solís y Felipa Gómez Leal,  
b. 21 agosto 1712.  
Francisco Xavier Mariano, h.n. de Manuel Baleriano Sotelo y Jacinta  
Benítez, b. 11 septiembre 1712.  
Benturina, h.l. de Ignacio Solís y Felipa Gómez Leal, b. 24 de septiembre  
de 1715. Madrina: “doña” Catalina de Villarreal (sic) Guerrero.  
José, h.l. de Manuel Balderiano Sotelo y Eugenia de Cepeda, b. 23  
marzo 1718.  
María Salvadora, h.l. de Manuel Sotelo y Eugenia Cepeda, b. 27 de  
marzo de 1720.  
Ana, h.n. de Tomasa de los Reyes y Damacio Zapata, b. 27 de julio de  
1
720.  
María Fernanda, h.l. de Juan de Zapata Jácome y Petrona Quevedo, b.  
1 de mayo de 1721. Padrinos: el alférez don Hilario Martínez y doña  
3
Ángela Velasco.  
-
-
-
-
-
Nicolás, h. n. de Damacio Zapata y Tomasa de los Reyes, b. 14 de sep-  
tiembre de 1721.  
Eugenio, h.l. de Manuel Sotelo y Eugenia de Cepeda, b. 20 de febrero  
de 1722.  
Antonio, h.l. de Francisco? López de Solís y Felipa Gómez Leal, b. 26  
de julio de 1722.  
María Rosa, h.n. de Damacio Zapata y Tomasa de los Ríos, b. 5 de sep-  
tiembre de 1723.  
Mateo, h.l. de Manuel Sotelo y Eugenia de Cepeda, b. 22 de septiembre  
de 1723.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
315  
Gregorio de Larrea  
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Manuel Gilberto?, h.l. de Juan de Zapata y Petronila Quevedo, b. 16 de  
octubre de 1723. Padrino: doctor don Manuel Sánchez Maldonado.  
Francisca Liberata, hija de Catalina Sotelo Olivares, b. 1º de abril de  
1
724. Padrino: Fray José Núñez de Rojas.  
Ana María, h.l. de Juan Zapata y Petrona Quevedo, b. 26 de julio de  
726.  
1
Nicolás, h.l. de Isidro Fernández y Martina Sotelo, b. 14 de septiembre  
de 1727.  
María Felipa, h.l. de Francisco Ignacio de la Cruz y Francisca Zapata,  
b. 6 de mayo de 1730.  
Francisco, h.n. de Juan de Zapata y Jácome, y Rosalía Aguirre, b. 4 de  
octubre de 1730.  
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La obra pía fundada por Diego de Escobar  
Anexo 2  
Don Mariano de Larrea y Villarroel (Riobamba, 1765-1843)  
Uno de los descendientes de Diego de Escobar, fundador de la obra pía,  
fue don Mariano de Larrea y Villarroel (Riobamba, 1765-1843), pues su  
madre provenía de Diego de Escobar. El teniente de milicias don Ma-  
riano de Larrea y Villarroel fue Real Administrador de Alcabalas de Rio-  
bamba entre 1813 y 1822, hasta cuando nos independizamos de España.  
En Riobamba, en 1789, Mariano de Larrea aparece como testigo en un  
juicio entre doña Fabiana Cuadrado y Jacinta Iglesias, por una casa ubi-  
cada en el barrio de Santo Domingo, de la antigua Riobamba (anterior  
al terremoto de 1797). En el mismo juicio aparece como testigo Eusebio  
66  
del Arco. En 1787, Mariano de Larrea era “Oficial de pluma de el oficio  
67  
de Cabildo” de Riobamba. En 1780, Mariano de Larrea casó con doña  
Josefa del Arco y Veloz (o Veloso), la cual vivía en 1819 pero para 1822  
ya había fallecido. Era hija legítima de Manuel del Arco y Veloz y doña  
68  
Teresa Baldeón.  
Luego del terremoto de 1797, en el plano de la Nueva Riobamba, en 1799  
Manuel del Arco recibió el solar número uno, de la manzana 87. El solar  
número dos, de la misma manzana, lo recibió Eusebio del Arco, segura-  
69  
mente su hermano. En Riobamba, el 16 de junio de 1778, Eusebio del  
Arco fue padrino de bautizo de Manuel, hijo legítimo de Marcos Veloso  
(
o Veloz) y Manuela Bachiler.70  
Don Mariano de Larrea y Villarroel fue padre de don Gregorio de Larrea  
Salazar (1824-1871), uno de cuyos hijos fue don Antonio Proaño Larrea  
(
firmaba con sus apellidos en este orden) quien en 1909 fue uno de los  
fundadores de la Cámara de Comercio de Quito, quien fue padre de Isa-  
bel Mariana Proaño Borja, madre del doctor Francisco Ron Proaño, na-  
cido en 1947, Miembro correspondiente de la Academia Nacional de  
Historia del Ecuador.71  
66 Archivo Histórico de la Casa de la Cultura Núcleo de Chimborazo, Juicios Civiles, 9 de junio  
de 1787, 76 fojas  
7 Ibidem, foja 27  
6
68 Gregorio César De Larrea, Genealogía de don Mariano de Larrea, s/Ed., Quito, 2004, 146 páginas,  
p.66  
6
9 (Gregorio) César Larrea Proaño, “Vecinos de la Nueva Riobamba en 1797”, en Revista de la  
Sociedad Amigos de la Genealogía, SAG, vol.50, s/Ed., Quito, 1990, pp: 68-96  
0 Archivo de la Curia de Riobamba, libros de bautizos de “blancos” de Riobamba, 1778  
1 Fernando Jurado Noboa, Una familia fundadora de Quito: Historia de los Proaño, vol.1, Imp. Pro-  
ducción Gráfica, Quito, 2015, 343 p.p., p.257  
7
7
BOLETÍN ANH Nº 208-A• 277–324  
317  
Gregorio de Larrea  
Anexo 3  
Carta de dote de Alonso Sánchez de Escobar (quizá emparentado con  
Diego de Escobar) en favor de María de los Reyes, 1597  
En Quito, en 1597, Alonso Sánchez de Escobar, hijo legítimo de Benito  
Sánchez y Ana de Escobar, vecinos de Quito, concertó casarse con María  
de los Reyes. Por medio del doctor Juan Barrio de Sepúlveda, oidor de  
la Real Audiencia de Quito, la novia entregó como dote 898 pesos de  
plata corriente marcada en ajuar y vestidos. Por su parte, el novio  
mandó a su novia 1102 pesos como arras por su virginidad. En total  
suman 2000 pesos de plata corriente marcada, para lo que el novio le  
otorga carta de dote y declara haber recibido lo del oidor y demás cosas.  
El novio declara haber recibido como dote lo siguiente:  
Quinientos de plata corriente marcada en tejos de plata….500 pesos.  
Una saya entera de tafetán negro de borlilla guarnecido de terciopelo  
en ciento 150 pesos…150 pesos.  
Treinta varas de ruanda apreciado a sesenta pesos…60 pesos.  
Dos camisas de ruan de mujer con sus pechos labrados a veinte pesos  
cada una…40 pesos.  
Una basquiña de jergueta florentina en 20 pesos…20 pesos.  
Cuatro tocas de seda en ocho pesos…8 pesos.  
Una ropa y una basquiña de tafetán negro de la China en cincuenta  
pesos…50 pesos.  
Un manto del suplicio de seda en cuarenta pesos…40 pesos.  
Una gargantilla de medallas de azabache en cuatro pesos…4 pesos.  
Una camisa de ruan de mujer en doce pesos…12 pesos.  
Dos telas de red de gorgueras en un peso…1 peso.  
Cuatro varas de cintas de resplandor en dos pesos…2 pesos.  
Cuatro varas de cintas de seda amarilla en un peso…1 peso.  
Una escocia labrada de seda azul en cuatro pesos…4 pesos.  
Unos aritos de oro en dos pesos…2 pesos.  
Una gargantilla de azabache con un achogador de cuentas de alquimia  
en dos pesos…2 pesos.  
Una sarta de cuentas de pasta y azabache en cuatro pesos…4 pesos.  
Unas jervillas en un peso…1 pesos.  
Un apretador a medio peso.  
Un cordón de pita a medio peso.  
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La obra pía fundada por Diego de Escobar  
Que suman los dichos ochocientos noventa y ocho pesos que el novio  
los da por bien recibidos del dicho doctor Juan de Barrio de Sepúlveda  
en presencia del escribano. Por honra de la virginidad, calidad y lim-  
pieza de dicha María de los Reyes, su esposa, y las arras, le entrega mil  
ciento dos pesos de plata, que son la décima parte de todos los bienes  
muebles y raíces y semovientes que tiene el novio, pues la costumbre  
era que, en arras por la virginidad de la novia, el novio entregue el 10%  
72  
del valor total de los bienes que poseía al momento del matrimonio.  
72 ANH, Carta de dote de Alonso Sánchez de Escobar en favor de María de los Reyes, Protoco-  
los, Notaría Primera, Notario Diego Bravo de Laguna, 1597, vol. 10, f: 93v-96  
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Gregorio de Larrea  
Anexo 4  
Testamento de una tal doña Ana de Escobar, quizá emparentada con  
el fundador de la obra pía  
Existe el testamento de doña Ana de Escobar, otorgado en Quito, el 16  
de julio de 1665. Declara ser hija legítima de Germán Naranjo y de Ana  
de Escobar, sus padres difuntos, vecina de la ciudad de Quito, Enferma  
en cama, dice lo siguiente:  
Pide a los albaceas que su cuerpo sea sepultado en la iglesia de San Fran-  
cisco, en la bóbeda de los de la tercera orden, y se le diga una misa can-  
tada de réquiem y las misas. Manda a las mandas forzosas 4 reales cada  
una. Que se dé limosna de los bienes, un patacón a los padres de la casa  
santa de Jerusalén. Pide que se dé limosna a la cofradía del ángel custo-  
dio de la iglesia de la Merced de la redención de cautivos, un patacón  
para redimir niños cautivos en poder de moros.  
Declara ser casada con el alférez Juan García Parreño y tuvo por hijos  
legítimos a: Tomasa Parreño, Juan García Parreño, Catalina Parreño, Ana  
Parreño, Sebastián García, María Parreño, Francisca Parreño, Andrea  
Parreño y Antonio García Parreño.  
Sus padres dieron en dote para el matrimonio una estancia de 10 caba-  
llerías en el valle de Chillo, avaluada en cinco mil patacones con yeguas.  
Su marido le entregó de arras tres mil pesos, que son la décima parte de  
sus bienes.  
Declara que cuando casó a Tomasa Parreño con Alonso Becerra le dio  
en dote un objeto adamascado y sobrecama de algodón, un objeto de  
naranjo labrado avaluado en 150 pesos, y un vestido de terciopelo negro  
en 150 pesos, un par de sarcillos de oro y perlas en 50 pesos, una sortija  
de oro y esmeralda en 12 pesos.  
Que cuando casó a Catalina Parreño con Antonio Reinoso le dio un pa-  
bellón sobrecama y rodapiés de algodón adamascado de blanco y azul  
en 150 pesos y una cuja de madera en 5 pesos.  
Que cuando casó a Ana Parreño con Juan Delgado le dio otro pabellón  
adamascado de algodón azul y blanco y sobrecama y rodapiés y una  
cuja en 150 pesos.  
Manda que a María Parreño se le dé de sus bienes, después del funeral  
y entierro, el remanente que quedare cada un año, lo mejor del tercio y  
quinto de ellos que quedaren, y si no, se le darán de los frutos de la es-  
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320  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
tancia que tenga en dote, y que de los bienes gananciales de las arras se  
les dé a cada una de las herederas lo que haya de ganancias y arras.  
Que para el funeral y entierro lo haga su marido de sus bienes sin que  
se entrometa en la estancia de bienes dotales.  
Declara que debe a Magdalena Arias, 30 pesos y manda que se paguen  
de la cosecha.  
Declara no debe cosa alguna a personas o que le deban y si apareciere  
alguna, las hijas le paguen hasta el valor de un patacón.  
Que casó a María Parreño con Juan Chacón de Aguilar a disgusto del  
marido. Éste la ha echado y pide que no sea heredera de sus bienes, de-  
clara la mala voluntad que le tiene a su hija.  
Declara que de lo procedido de la estancia de Chillo, compraron tierras  
cerca del pedregal que linda con el potrero de la ciudad y Fernando de  
Vera y Flores en 2 mil patacones, donde fundaron un hato de vacas en  
Ichubamba, las pueden repartir a las hijas en partes iguales.  
Y para cumplir y pagar el testamento nombra por sus herederos univer-  
sales de sus bienes a sus hijos, excepto la manda que hace en tercio y  
quinto a dicha María Parreño.  
Y deja por albaceas testamentarios y tenedores de bienes: al alférez Juan  
García Parreño y Antonio de la Vega, canónigo de la iglesia Catedral y  
comisario del Santo Oficio, para que puedan entrar en los bienes de su  
propiedad para que en pública almoneda los vendan.  
Testigos del testamento: Marcos de la Vega Astudillo, Juan de Arteaga,  
el maestro Cristóbal de Chávez Sanmartín, Juan de Miranda, y Juan de  
Arteaga Arias, ante el escribano real Diego Millán de Betancur, que lo  
73  
firman. Hasta aquí, el texto del testamento.  
Nota de Gregorio de Larrea: De aquel núcleo familiar seguramente descendió  
el célebre cura doctor José García Parreño (Quito, 1788-1857), hijo de Manuel  
García Parreño y Juana Vega. En 1821 se doctoró en Teología, A los 26 años de  
edad se ordenó de presbítero. Destacado intelectual, en 1834 fue rector de la  
Universidad de Quito. Profesor de Teología del Colegio Mayor; del Seminario  
Conciliar San Luis y examinador sinodal del Obispado. Canónigo racionero de  
74  
la Catedral de Quito. En 1840 canónigo de la Merced.  
73 ANH, Testamento de doña Ana de Escobar, mujer del Alférez Juan García Parreño, Protocolos,  
Notaría Quinta, Notario Diego de Betancourt, 1665, vol. 54, f: 186-189v  
74 César Alarcón Costta, Diccionario Biográfico Ecuatoriano, Ed. Raíces, Quito, 2000  
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
321  
Gregorio de Larrea  
Ramón Núñez del Arco, en su conocido informe realizado en 1813, en el que  
clasifica a los principales quiteños (de la Real Audiencia de Quito) como realistas  
o patriotas (insurgentes), dice que José García Parreño es un criollo insurgente,  
quien salió como oficial de las tropas al punto de Talupana; sostuvo el ataque a  
la entrada de la ciudad (Quito). Menciona que es practicante de Derecho y pro-  
tegido de don Manuel Matheu.75  
75 Ekkehart Keeding, Surge la nación, Ed. Banco Central del Ecuador, Quito, 2005, 732 pp, p. 636  
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322  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
Anexo 5  
Una digresión: Algunos curiosos bautizos de niños pertenecientes a  
la familia de los condes de Selva Florida, en la parroquia de San Se-  
bastián, Quito, en el lapso 1692-173076  
Aunque la familia Ponce de León y Castillejo, condes de Selva Florida,  
no tenía parentesco con la familia de la obra pía de la cual tratamos, ha-  
ciendo una digresión, como curiosidad histórica, publicamos las si-  
guientes fes de bautizo de algunos niños pertenecientes a la familia de  
los condes de Selva Florida, las cuales hemos descubierto en la parro-  
quia de San Sebastián, de Quito:  
-
-
-
-
-
-
El 6 de julio de 1692, b. Francisco, h.l. de don Luis de la Cerda y doña  
María Ponce Castillejo. Lo bautizó el reverendo padre fray Nicolás  
Ponce Castillejo.  
El 11 de abril de 1695, b. Manuela Josefa, hija natural del Ilustre Señor  
conde de Selva Florida, Manuel Ponce y de “doña” Petronila de Suasti.  
Padrino: el maestre de campo general don Diego Ponce de Castillejo.  
El 12 de mayo de 1696, b. Antonia, h.l. de Vicente Perafán de Rivera y  
Magdalena Ortuño Yánez? de Larrea. Padrino: el maestre de campo  
don Diego Ponce de León Castillejo.  
El 7 de junio de 1699, b. Antonio Ignacio Xavier, hijo natural del maes-  
tre de campo don Diego Ponce de León Castillejo y de “doña” Petronila  
de Suasti.  
El 30 de junio de 1720, b. Petronila Antonia, h.l. de Pablo del Carpio y  
doña Margarita Villalba. Padrino: el doctor don Diego Ponce de León  
y Castillejo, conde de Selva Florida.  
El 5 de julio de 1723, b. Laureana, h.l. de don Pedro Andrés Vásquez  
de Villanueva y doña María Ignacia Cáceres. Padrinos: el maestre de  
campo don Diego Ponce de León y Castillejo y doña Ambrosia Villa-  
rroel.  
Nota de Gregorio de Larrea: Respecto a las mencionadas fes de bautizo, diremos  
que don Manuel Ponce de León y Castillejo fue primer conde de Selva Florida  
en 1692. Su hijo el maestre de campo y general don Diego Ponce de León y Cas-  
tillejo fue segundo conde de Selva Florida, quien falleció soltero. Dichas fes de  
7
6 Archivo parroquial de San Sebastián, Quito, libros parroquiales de bautizos de “blancos”,  
692-1730  
1
BOLETÍN ANH Nº 208-A • 277–324  
323  
Gregorio de Larrea  
bautizo evidencian que ambos tuvieron sendos hijos naturales con la misma  
mujer, doña Petronila de Suasti (también llamada Insuasti).  
Por otra parte, en la fe de bautizo de la niña Laureana, de 5 de julio de 1723,  
aparece como madrina doña Ambrosia Villarroel y Vallejo, quien pertenecía a  
otra familia que firmaba Pérez de Villarroel radicada en Riobamba, familia que  
no tenía parentesco alguno con los Villarroel de la obra pía fundada en Quito  
por Diego de Escobar. Doña Ambrosia de Villarroel y Vallejo casó con don Juan  
Ponce de León y Castillejo, III conde de Selva Florida, hermano de don Diego  
Ponce de León y Castillejo, II conde de Selva Florida.  
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324  
VIDA ACADÉMICA  
Vida académica  
DISCURSO DE AGRADECIMIENTO  
LUEGO DE RECIBIR LA CONDECORACIÓN  
FEDERICO GONZÁLEZ SUÁREZ”  
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA  
Franklin Barriga López1  
En la mitad de la penumbra fueron engendradas la Noche y  
la Oscuridad, por su padre Caos (Khaos) que llegó del espacio sin lí-  
mites, trayendo el desorden y la desolación.  
De esta manera, los griegos de la antigüedad, en uno de sus  
mitos más expresivos y aleccionadores, representaron lo que hoy es  
sinónimo de anarquía, desconcierto, pandemónium, ya que, según  
la anotada versión clásica, el caos brotó en las entrañas del infra-  
mundo, para la infelicidad de los seres humanos y el imperio de la  
incoherencia y la confusión.  
La acepción -de antaño y actual- de este término corresponde  
al abismo sin fondo o gran sombra, en razón de que, en sus dominios,  
florece tan solo el vacío infinito, la nada, la destrucción, la ausencia  
de claridad: esa región atrae, como colosal imán, las adversidades  
mayores que únicamente pueden ser aniquiladas con el apareci-  
miento y acción de la armonía, el orden, el respeto a los demás, el de-  
sarrollo, que constituyen los fundamentos de la civilización.  
1
Doctor en Ciencias Sociales, Políticas e Internacionales, con estudios de postgrado en el país  
y el exterior. Actual Director de la Academia Nacional de Historia, pertenece, además, a varias  
academias de América y Europa. Escritor, historiador, catedrático y periodista de página edi-  
torial. Doctor Honoris Causa (Literatura) por la Universidad Internacional del Ecuador. Su ac-  
tividad intelectual, especialmente como profesor invitado o conferencista, se ha desenvuelto  
en academias diplomáticas y universidades de los cinco continentes. Autor de 120 obras pu-  
blicadas y de más de tres mil artículos editados en la prensa nacional y del extranjero. Primer  
Premio en el Concurso Intercontinental, convocado para escritores de habla inglesa, francesa,  
portuguesa y española, por la OEA y el Gobierno de Venezuela (1983), con motivo del Bicen-  
tenario del Libertador, con su libro “Bolívar y la educación en América”.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
327  
Vida académica  
Cuando los pueblos caen en el precipicio de la perturbación,  
la agresión, la ilegalidad, les llega el desbarajuste, la autodestrucción,  
el aniquilamiento del tejido social, para dar paso a la violencia que  
solo engendra mayor violencia, sufrimiento, muerte, retroceso, la co-  
rriente de odio que lleva cizaña y aniquila todo lo bueno.  
El hombre puede realizarse plenamente en el seno de la so-  
ciedad únicamente cuando hay sana convivencia y existe la colabo-  
ración recíproca con otras personas, en el comportamiento  
constructivo, la concordancia de ideales y prácticas edificantes. Los  
países más desarrollados del planeta alcanzaron su alto nivel en el  
marco de la libertad, la paz, la democracia, el trabajo, el buen lide-  
razgo. Se arriba más pronto a puerto seguro cuando todos reman en  
la misma dirección, filosofía que se ha implementado en esta Aca-  
demia para alcanzar los éxitos testimoniados en realizaciones como  
la Historia y Antología de la Literatura Ecuatoriana, en 17 volúmenes,  
con la participación de más de sesenta colegas académicos e intelec-  
tuales de igual jerarquía; la Biblioteca de la Independencia, en 10 tomos  
y el Diccionario de la Historia Nacional, en más de 700 páginas, con los  
estudios de 65 colegas académicos. No se ha detenido la edición del  
centenario Boletín de nuestra entidad, llegamos al momento al N.  
206-B. Para exponer permanentemente y/o vender las publicaciones,  
de ayer y de hoy, de la Academia, se adecuó y amobló un local para  
el servicio de librería, en el que también se realizan reuniones aca-  
démicas, al que denominamos, precisamente, Salón del Libro y que  
funciona en el horario institucional: este lugar vino a complementar,  
elegantemente, los servicios que, en otros espacios, brinda al público  
nuestra Academia.  
El Congreso Americano de la Libertad se llevó a cabo, con la  
colaboración de la I. Municipalidad de Quito y de la Organización  
de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cul-  
tura. El director de la Academia Nacional de Historia del Ecuador,  
preside, por elección unánime de los concurrentes y por dos años,  
esta significativa congregación de expertos en historia y ramas afi-  
nes, lo que demuestra el empoderamiento en el extranjero de nuestra  
institución. Pronto circularán las Memorias de este evento en el que  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
328  
Vida académica  
participaron, de manera presencial, directores de las Academias Na-  
cionales de Historia y/o personalidades de similar jerarquía intelec-  
tual de nuestro continente.  
En el Congreso Americano de la Libertad, el eje temático fue  
la epopeya de la independencia que convirtió a Quito en Luz de  
América, el 10 de Agosto de 1809, desde donde y hasta 1812, este  
período corresponde a la primera fase de la independencia de lo que  
ahora es la República del Ecuador. La segunda etapa, comenzó en  
Guayaquil, a raíz del 9 de Octubre de 1820, otra fecha icónica nacio-  
nal y que tuvo su culminación en las faldas del volcán tutelar de la  
capital, el 24 de mayo de 1822. En mayo de 1821, Antonio José de  
Sucre llegó al Puerto Principal, al frente de tropas enviadas por  
Simón Bolívar.  
Los objetivos de este Congreso de la Libertad fueron: pro-  
fundizar la identidad y el sentido de pertenencia de los ecuatorianos,  
para alcanzar cohesión y colaboración recíproca entre los habitantes  
de las diversas regiones; propulsar el desarrollo y el patriotismo den-  
tro de una conciencia cívica que es imprescindible fomentar, a fin de  
que el orgullo nacional mantenga viva la llama que incentiva el es-  
píritu hacia la superación constante. La historia comparada de los  
países ayuda a preservar y proyectar ideales de concordia, autoes-  
tima y adelanto.  
En Pichincha se produjo la Batalla cuyos participantes fueron  
de diversas nacionalidades, por ello su connotación internacional, al  
igual que este exitoso Congreso que dejó conocimientos, análisis y  
conclusiones de beneficio colectivo, dada la alta calidad de los asis-  
tentes.  
El Ejército Nacional, junto a nuestra Academia y la Academia  
de Historia Militar, la Sociedad Bolivariana del Ecuador y el Centro  
de Estudios Históricos del cantón Rumiñahui, entidades todas que  
fueron las que concibieron la patriótica iniciativa en nuestra sede, la  
Casa Alhambra donde hoy nos encontramos, realizó la Cabalgata Bi-  
centenaria que salió de Guayaquil y recreó el recorrido heroico efec-  
tuado por Antonio José de Sucre y sus tropas hasta llegar a  
Pichincha. En el Puerto Principal, en la Rotonda, minutos antes de  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
329  
Vida académica  
que comience la Cabalgata, en mi calidad de Director de la Academia  
pronuncié un discurso y se entregó libros de la Colección Biblioteca  
de la Independencia a las principales autoridades del puerto principal,  
como lo hicieron también varios académicos en el recorrido de la Ca-  
balgata por algunas ciudades de la Costa y de la Sierra. De igual ma-  
nera, en el foro de alto nivel organizado por la Armada Nacional en  
una de las principales universidades guayaquileñas, me fue grato  
sustentar una conferencia magistral sobre la gesta del 24 de Mayo  
de 1822, evento realizado un día antes del inicio de la Cabalgata  
mencionada.  
Por invitación de la Asamblea Nacional y en el Pleno de ese  
recinto de la democracia, sustenté, asimismo, conferencia magistral  
sobre la significación de la Batalla de Pichincha, ante los legisladores,  
autoridades, Miembros del Cuerpo Diplomático acreditado en nues-  
tro país y más personalidades invitadas.  
Nuestra Academia, junto a la Embajada de Francia, el Minis-  
terio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana de nuestro país,  
el Instituto Francés de Investigación para el Desarrollo y el Instituto  
Francés de Estudios Andinos, efectuó, con la participación de exper-  
tos de Ecuador y Francia, el Simposio Científico Internacional “Cien-  
cias y saberes: territorio de encuentro entre Ecuador y Francia”, con  
motivo de los 120 años de la llegada de la Segunda Misión Geodésica  
Francesa a Ecuador. Este evento tuvo más de treinta mil seguidores,  
vía zoom, en el país y el exterior, de acuerdo a reportes de la Emba-  
jada francesa. Sus Memorias fueron publicadas en un Boletín espe-  
cial de nuestra entidad, el número 206-A.  
Lo indicado es tan solo una brevísima muestra de la intensa,  
a veces agotadora actividad que nuestra Academia viene cumpliendo.  
Las severas limitaciones económicas o la pandemia no fueron óbice  
para detener la marcha institucional que se caracteriza por ir a la van-  
guardia de sus similares con el emblema siempre adelante, para dejar  
el mensaje de lo que se conoce como la Historia del Futuro.  
Nuestra Academia prosigue y continuará avante, contra  
viento y marea, dentro de su pluralismo, esencia científica y función  
de Patria, que le caracteriza.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
330  
Vida académica  
Este accionar, que es armónico y dinámico entre sus miem-  
bros, la atmósfera de colaboración permanente, concordia y frater-  
nidad, que ha dado como resultado ejecutorias incontables, todas  
ellas; imbuidas de sanas intenciones en bien del país, del continente  
americano y del mundo, de la humanidad en su conjunto. 113 años  
en este nada fácil pero apasionante camino avalan la merecida nom-  
bradía que rodea, en el Ecuador y el extranjero, a esta emblemática  
corporación científica que, pese a sus estrecheces presupuestarias e  
incluso incomprensiones o insidias de diversa índole sigue sin dete-  
nerse y continuará en su noble misión, con mayor denuedo con cada  
día que pasa.  
No es desconocido que en el presente, como herencia desa-  
fortunada de regímenes pasados, la Historia y disciplinas afines,  
como la Geografía, la Moral o la Cívica, sufrieron menosprecio evi-  
dente al extremo de haber obrado para desaparecerlas del pensum.  
Este señalamiento no debe soslayarse, en vista de las consecuencias  
nefastas singularmente para la formación de la niñez y la juventud,  
la conciencia colectiva hacia el bien y el adelanto, a base de para-  
digmas que no pueden ser eludidos, si se quiere alcanzar cimas y no  
caer en precipicios. Hemos gestionado y lo seguimos haciendo para  
que vuelvan estas materias a las aulas de todos los niveles educati-  
vos.  
La historia, constituida de claridades y sombras, pero siem-  
pre con pedagogía, es el principal patrimonio inmaterial de los pue-  
blos, el combustible para su motivación y elevación del espíritu  
nacional, sin el cual aparece la disgregación y los sentimientos con-  
traproducentes, falta de confianza y de responsabilidad ciudadana.  
El sentido de la Historia va por el rumbo de la prosperidad,  
la dignidad y el progreso, por ello, desde hace milenios, se la consi-  
dera la maestra de la vida y luz de la memoria, y ello nunca hay que  
olvidar.  
En los predios de completa opacidad, donde no aparecen los  
fulgores de la historia, germinan retroceso, amargura, desunión, de-  
sesperanza y desorientaciones hasta la desaparición de los Estados,  
ya que no hay raíces que sostengan el ser nacional.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
331  
Vida académica  
Tras el reciente paro de 18 días, que dejó muertes, destrozos,  
ingentes pérdidas económicas, se vuelve imprescindible propugnar  
la cohesión social resquebrajada. Prejuicios, odios, complejos, regio-  
nalismo y tantos otros ismos de negatividad salieron a la superficie,  
desde dimensiones subterráneas que provienen desde un pasado re-  
moto, alimentadas por la frustración de años recientes. Obviamente,  
no se debe descuidar la atención prioritaria sobre todo a los sectores  
disminuidos de nuestra sociedad que presenta clamorosas, atávicas,  
dolorosas falencias, caldo de cultivo para indeseables acciones de ac-  
tivistas del caos.  
Es hora de la reconciliación, de mirar hacia lo alto, de no apa-  
gar el amor a la patria y el orgullo de pertenencia, de valorar a Ecua-  
dor que tiene tantos aspectos positivos, con miras hacia el desarrollo  
que se consigue únicamente en ambiente de paz y sólida cohesión  
que constituye el tejido social.  
Hay que refutar, con argumentos sólidos -que los hay en  
abundancia-, a quienes califican al nuestro de “paisito”, expresión  
peyorativa que, lastimosamente, incluso algunos inconsecuentes  
compatriotas lo dicen y hasta reiteradamente. La autoestima, hace  
que florezca la esperanza y no el criterio oscurantista, derrotista, con-  
taminante que, como gigantesco aluvión, arrasa el aliento de opti-  
mismo que constituye la prosperidad de los pueblos.  
Para que la sociedad vaya en ascenso son imprescindibles  
valores superlativos arraigados en la mentalidad ciudadana, aque-  
llos que deben ser inolvidables y forjados, en el marco de la Historia,  
por las generaciones que nos precedieron. Estas luminarias, porta-  
doras de la civilización, abren y consolidan rutas para llegar a hori-  
zontes de bienestar. Las heridas y las lacras no tienen que avivarse,  
tampoco ocultarse, sino proporcionarles debida curación.  
No debemos apartarnos, de manera constructiva, de la iden-  
tidad ecuatoriana, nada derrotista, sin lucha de clases, con paradig-  
mas fuertes, conciencia de Nación y Estado, líderes capaces y  
honestos, vocación de justicia, trabajo, progreso, democracia, cultura  
y libertad. Solamente así construiremos la grandeza del país.  
Va mi gratitud imperecedera para esta entrañable Academia  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
332  
Vida académica  
que acaba de concederme su máxima condecoración, por intermedio  
del Dr. César Alarcón Costta, eminente orador, patriota y muy digno  
subdirector de nuestra corporación científica. Muchas gracias César  
por tus generosas y elocuentes palabras. Recibo este reconocimiento  
con sano orgullo y humildad.  
Felicito al colega académico Dr. Franklin Cepeda Astudillo  
por el libro Mi delirio sobre el Chimborazo. 200 años de Historia, memoria,  
contextos y representaciones, elegantemente editado y contentivo en  
3
00 páginas de considerable formato; el eje es el Libertador y la Ciu-  
dad Bolívar llamada así a Riobamba que sabe honrar a nuestros pró-  
ceres, como lo demuestra esta valiosa publicación que acaba de  
entregarnos. Para la Academia Nacional de Historia, Bolívar es el  
máximo referente en su genuino ideario que es el de la libertad: re-  
cordemos que nuestra entidad se fundó con el nombre inicial de So-  
ciedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos, el 24 de julio  
de 1909, precisamente en el día que se conmemoraba el natalicio del  
Padre de Seis Naciones (Panamá, Venezuela, Colombia, Ecuador,  
Perú y Bolivia). Simón Bolívar.  
Finalizo esta intervención recordando esta enseñanza que  
data de hace muchos siglos y que jamás olvido: “La gratitud es la me-  
moria del corazón” y es lo que siempre existirá de mi parte para la Aca-  
demia Nacional de Historia del Ecuador, donde transcurren -con  
lealtad y fervor inquebrantables- inolvidables años de mi existencia.  
Damas y caballeros  
Casa Alhambra, Quito,  
viernes 22 de julio de 2022.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
333  
334  
CONVERSATORIO  
LA LUCHA DE GUAYAQUIL  
POR EL ESTADO DE QUITO”  
Realizado en Guayaquil durante los días  
21 y 22 de septiembre de 2022  
Imagen: ilustración de la portada del libro  
La lucha de Guayaquil por el Estado de Quito, de Julio Estrada Icaza  
335  
Vida académica  
BIENVENIDA AL CONVERSATORIO  
“LA LUCHA DE GUAYAQUIL POR EL ESTADO DE QUITO”  
Antonieta Palacios Jara1  
Hoy estamos reunidos para resaltar a Guayaquil, ciudad hi-  
dalga que luchó no solo por su libertad, sino que lideró el proceso  
libertario de todos los quiteños de 1820, así llamados los pueblos de  
la Audiencia de Quito.  
2
022 es el año de los Bicentenarios… sin embargo, se pregun-  
tarán ¿por qué en septiembre recién recordamos el bicentenario del  
4 de mayo de 1822?. Debo indicar que motivos ajenos a nuestra vo-  
2
luntad han hecho que este encuentro sea postergado de su fecha ini-  
cial, primero, a causa de las medidas sanitarias por la pandemia que  
nos azotó desde el 2020. Luego, por las protestas del mes de junio  
no brindaban las medidas de seguridad para su realización. Pero hoy  
estamos aquí.  
Como Capítulo Guayaquil de la Academia Nacional de His-  
toria, es nuestro deber promover y recuperar para la memoria de  
nuestros conciudadanos el protagonismo de Guayaquil en la Histo-  
ria de la República, y, es de honor decir que el 24 de mayo de 1822  
fue la “culminación de un proceso que se inició con la euforia del 9 de oc-  
tubre de 1820, para llegar al cenit de la gloria con Pichincha y luego tener  
2
un epílogo de decepción el 13 de julio de 1822”.  
El Capítulo Guayaquil de la Academia Nacional de Historia  
presenta a ustedes este breve conversatorio que hemos denominado  
La Lucha de Guayaquil por el Estado de Quito nombre de la obra publi-  
1
Arquitecta graduada en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil en 1979. Profesora  
de la Facultad de Arquitectura Universidad de Guayaquil, 1980 – 2014. Premio La Filantrópica,  
Facultad de Arquitectura Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, 1977. maantonie-  
tapalacios@gmail.com  
2
Julio Estrada Icaza, La lucha de Guayaquil por el estado de Quito. Tomo I – II. Archivo Histórico  
del Guayas. 1984.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
337  
Vida académica  
cada por nuestro académico Julio Estrada Ycaza en 1984, que rebasa  
la lírica o la novela romántica y nos presenta los hechos históricos  
sustentados en documentos.  
Contamos con la participación de los distinguidos Académi-  
cos de nuestro capítulo el Arq. Melvin Hoyos, el Dr. Magno Marriot,  
el Lcdo. Víctor Arellano, el Sr. Eduardo Estrada, y el Dr. Benjamín  
Rosales. Además, nos acompañan el Dr. Jorge Ortiz Sotelo, historia-  
dor peruano, la Dra. Rocío Rosero, Miembro de Número de la Aca-  
demia Nacional de Historia y el general Paco Moncayo Gallegos,  
director de la Academia Militar de Historia del Ecuador, quienes di-  
sertarán sobre diferentes aspectos políticos, militares y diplomáticos  
implicados en este proceso y su trascendencia en los territorios del  
hoy Ecuador y Latinoamérica. Como directora del Capítulo les doy  
la bienvenida.  
¿Por qué la Lucha de Guayaquil por el Estado de Quito?  
Hablar sobre Julio Estrada Ycaza, rebasa mi objetividad, una  
mezcla de sentimientos me embarga, la vida me ha jugado momen-  
tos ineludibles y sorpresivos. Para 1993 me encontraba trabajando  
junto a él en un proyecto editorial que rompe con todo lo realizado  
hasta ese momento. Una Guía…nada menos que la Guía Histórica de  
3
Guayaquil.  
El destino lo embarcó en el viaje ineludible al que todos es-  
tamos invitados. Gracias a su familia, su compañera doña María Te-  
resa Sola de Estrada y en especial a su hija Cecilia he continuado en  
su proyecto, que es el resultado de años de investigaciones paralelas  
a las realizadas para su extensa producción bibliográfica histórica de  
nuestra ciudad.  
En esta encontramos La Lucha de Guayaquil por el Estado de  
Quito, obra documentada de los hechos acaecidos en 9 de octubre  
4
de 1820, una descripción de este puerto a orillas del majestuoso Gua-  
3
4
Julio Estrada Icaza, Guía histórica de Guayaquil: Notas de un viaje de cuatro siglos, Banco del Pro-  
greso, 1995. A la fecha se encuentran publicados 5 tomos.  
Julio Estrada Icaza, La Lucha de Guayaquil por el Estado de Quito, Banco Central del Ecuador, Ar-  
chivo Histórico del Guayas, 1984  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
338  
Vida académica  
yas y el protagonismo de sus hijos para alcanzar la libertad del reino  
español.  
Invito al Arq. Melvin Hoyos, quien nos hará una breve re-  
seña del valor histórico de la obra de Don Julio, como lo llamábamos,  
todos los que tuvimos la oportunidad de aprender de él y sembró  
en nosotros ese bichito por la historia y amor por nuestro Guayaquil.  
Reconocimiento Post Morten  
Alberto Sánchez Varas  
Miembro correspondiente del Capítulo Guayaquil desde el  
año 2011, fue un destacado comunicador, catedrático e historiador. Su  
producción fue muy diversa como lo evidencian sus libros en los que  
realiza un muy importante el rescate de la historia del deporte ecua-  
5
toriano; la Historia del Movimiento Olímpico Ecuatoriano, es uno de ellos  
donde incluye una serie de gráficos y descripciones de los éxitos para  
el Ecuador Olímpico. También escribió los siguientes textos:  
La aviación y los aeropuertos en Guayaquil6  
Vida de un hombre: Emilio estrada (1855-1911)  
7
Nuestra historia (del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guaya-  
8
quil).  
Junta de Beneficencia de Guayaquil. 120 años de Servicio. 1888-  
2
008.9  
Héroes del Comercio, publicado por la Cámara de Comercio de Gua-  
10  
yaquil.  
5
6
7
8
9
1
Alberto Sánchez Varas, Historia del Movimiento Olímpico Ecuatoriano, Comité Olímpico Ecuato-  
riano, Guayaquil, s/f  
Alberto Sánchez Varas, La aviación y los aeropuertos en Guayaquil, Autoridad Aeroportuaria de  
Guayaquil, 2008  
Alberto Sánchez Varas, Vida de un hombre: Emilio estrada (1855-1911), Archivo Histórico del  
Guayas, Guayaquil, 2005  
Alberto Sánchez Varas, Nuestra historia (del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil), Bene-  
mérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, Guayaquil, 2010  
Alberto Sánchez Varas, Junta de Beneficencia de Guayaquil. 120 años de Servicio. 1888-2008, Ma-  
xigraf, S.A., 2008  
0 Alberto Sánchez Varas, Héroes del Comercio, publicado por la Cámara de Comercio de Guayaquil, s/f  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
339  
Vida académica  
Colaborador de Memorias Porteñas editado por diario Ex-  
preso.  
En el año 2015 tuve la oportunidad de compartir junto a él  
la edición del libro Universidad Católica Santiago de Guayaquil. Forja-  
11  
dores de Ciencia y Fe. 1962-2016. La investigación y los textos son de  
su autoría.  
Hago entrega de este acuerdo a su señora, doña Lola Loor  
Plaza. Dando fe al sentimiento de pesar de nuestro Capítulo ante la  
pérdida de nuestro compañero.  
Bibliografía  
ESTRADA ICAZA, Julio, La lucha de Guayaquil por el estado de Quito. Tomo I – II.  
Archivo Histórico del Guayas. 1984  
–––––, Guía histórica de Guayaquil: Notas de un viaje de cuatro siglos, Banco del  
Progreso, 1995  
SÁNCHEZ VARAS, Alberto, Historia del Movimiento Olímpico Ecuatoriano, Co-  
mité Olímpico Ecuatoriano, Guayaquil, s/f  
–––––, La aviación y los aeropuertos en Guayaquil, Autoridad Aeroportuaria de  
Guayaquil, 2008  
–––––, Vida de un hombre: Emilio estrada (1855-1911), Archivo Histórico del Gua-  
yas, Guayaquil, 2005  
–––––, Nuestra historia (del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil), Bene-  
mérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, Guayaquil, 2010  
11 Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Forjadores de Ciencia y Fe. 1962 – 2006. Poligrá-  
fica. 2019  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
340  
Vida académica  
––––––, Junta de Beneficencia de Guayaquil. 120 años de Servicio. 1888-2008, Maxi-  
graf, S.A., 2008  
––––––, Héroes del Comercio, publicado por la Cámara de Comercio de Guayaquil,  
s/f  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
341  
Vida académica  
GUAYAQUIL EN LA GEOPOLÍTICA LIBERTARIA1  
Paco Moncayo Gallegos2  
Introducción  
Uno de los temas importantes en la teoría geopolítica es el  
del ciclo vital de los Estados. Su estudio inició, en el siglo XVIII con  
un enfoque biológico, característico de los primeros tratadistas de  
esta materia, que lo comparaban con el de los seres vivos. Posterior-  
mente, los análisis se realizaron más bien con una orientación histó-  
rica, política y jurídica. Lo cierto es que, mucho de lo que ha sucedido  
en la vida de los Estados está íntimamente ligado con las condiciones  
de su creación: el territorio y sus recursos, la posición geográfica, los  
Estados vecinos, la presencia de potencias hegemónicas regionales  
o globales y tantas otras circunstancias. Existen muy bien fundamen-  
tados estudios de las desventajas de los países que nacieron luego  
de largos períodos de coloniaje o de otros surgidos por efecto de de-  
rrotas militares, como el caso de Irak, antes, parte del desaparecido  
Imperio Otomano y del pueblo kurdo repartido entre cinco Estados  
por ignorancia, prepotencia o desidia de los expertos ingleses y fran-  
ceses en temas de fronteras en el siglo XIX.  
Por las razones citadas, el presente trabajo se enfoca en un  
período temporal crucial para el nacimiento de los Estados que sur-  
1
2
Este artículo fue publicado en la Revista Interamericanos, Cuarta edición especial Bicentenario  
de la Batalla de Pichincha, 24 de mayo 2022. Ver en: https://issuu.com/iadcecudaro/docs/in-  
teramericanos_04/s/15531663 (26-10-2022). Este artículo en la edición del Boletín A.NH tiene  
varias modificaciones y añadiduras.  
Licenciado y doctor en Ciencias Internacionales por el Instituto de Posgrado de la Universidad  
Central del Ecuador, docente en Historia del Derecho Territorial Ecuatoriano y Geopolítica,  
de ese Instituto; de Geopolítica, Seguridad y Defensa y Estrategia de la Universidad de las  
FF.AA.; miembro de la Academia Nacional de Historia y de la Academia de Historia Militar.  
Fue jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, diputado nacional, parlamentario  
latinoamericano y alcalde del Distrito Metropolitano de Quito; autor de, entre otros libros:  
Fuerzas Armadas y sociedad, Cenepa, Poder y seguridad, Poder y conflicto, Espacio y poder  
y, Seguridad y defensa en la historia ecuatoriana.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
342  
Vida académica  
gieron luego de la independencia de los virreinatos del Perú y Santa  
Fe de Bogotá; momento que corresponde también a las negociaciones  
y frágiles acuerdos alcanzados entre los líderes patriotas para unir  
sus esfuerzos en contra de las tropas de la Metrópoli, a la vez que  
dilucidaban sus desacuerdos sobre el futuro de los pueblos liberados.  
Fue entonces cuando se gestaron los conflictos territoriales centena-  
rios que iniciaron al momento mismo de convertir los límites colo-  
niales en fronteras territoriales entre los nuevos Estados.  
El tema central de la presente investigación se centra en las  
agudas contradicciones y conflictos entre Colombia y Perú sobre el  
asunto “Guayaquil” que, como se podrá observar en el relato, estu-  
vieron a punto de dar al traste con la Campaña libertadora organi-  
zada para independizar a Quito, capital de la Real Audiencia. El  
trabajo inicia con una breve reseña histórica del derecho colonial  
sobre estos ricos y prósperos territorios; se ocupa luego de los esfuer-  
zos insistentes del Virreinato de Perú por tomar el control de los mis-  
mos; continúa con la disputa abierta entre Bolívar y San Martín por  
incorporarlos a sus países y, finalmente, se centra en los efectos de la  
contienda en la campaña comandada por Sucre que culmina con la  
espléndida victoria en las faldas del volcán Pichincha. El tema bélico  
sirve, entonces, solamente como un telón de fondo en el proceso geo-  
político de América del Sur y sus relaciones internacionales.  
El relato se ha nutrido, particularmente, de la rica correspon-  
dencia entre los líderes de ambas partes del conflicto, sus informes  
y otros documentos, así como de la opinión de destacados historia-  
dores.  
Contexto Histórico  
La Metrópoli organizó el territorio, para su mejor adminis-  
tración civil en Virreinatos, Presidencias, Gobernaciones y Capitanías  
Generales. Las Audiencias contaban con límites definidos y autono-  
mía administrativa y podían ser virreinales, pretoriales o subordina-  
das; sus funciones eran judiciales y gubernativas. Normalmente  
estaban conformadas por varias gobernaciones.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
343  
Vida académica  
El 4 de mayo de 1493, el Papa Alejandro, emitió una bula  
para repartir áreas de influencia entre los reyes católicos a partir del  
trazado de un meridiano que dividía el planeta entre las dos poten-  
cias de la época. A España le correspondió la parte occidental, “…  
perpetuamente, a voz y a los reyes de Castilla y León, vuestros herederos y  
sucesores”.3  
Desde la última parte del siglo XVII Inglaterra inició una  
campaña por el control de las líneas de comunicaciones marítimas y  
para obligar a España a abrir sus colonias al comercio internacional  
que comenzaba a dominar. Entre 1739 y 1748 en el siglo XVIII se en-  
frentaron Gran Bretaña y España en una guerra que se desarrolló es-  
pecialmente en el área del Caribe. A partir de 1742, el conflicto  
armado hizo parte de la guerra de Sucesión Austriaca. El resultado  
4
en el teatro de guerra americano fue favorable a los españoles.  
Años después, en 1756, inició la Guerra de los 7 Años que  
enfrentó a Gran Bretaña, Portugal, Prusia y otros Estados alemanes,  
contra Francia, Austria, España, Suecia, Nápoles, Piamonte-Cerdeña  
y Rusia (que posteriormente cambió de bando). El centro de la dis-  
puta fue la rivalidad entre Francia y Gran Bretaña por el control del  
comercio mundial y el dominio de las colonias americanas y de la  
India. Triunfó la alianza liderada por Gran Bretaña y terminó el con-  
5
flicto con la firma del Tratado de París en 1763. Carlos III de España  
(1759-1788) firmó con Francia, el 15 de agosto de 1761, el tercer pacto  
de familia y participó en la última fase de esta guerra. La consecuen-  
cia fue la pérdida de La Florida a manos del Reino Unido y la Colo-  
nia de Sacramento a favor de Portugal. Recibió, en cambio, Luisiana  
y la devolución del puerto de La Habana y la ciudad de Manila, ocu-  
padas durante la guerra. Los hechos narrados ponen de manifiesto  
3
4
Federico Trabuco, Tratados de Límites de la República del Ecuador, editorial Pío XII, Ambato, 1970,  
Bula Papal 1493  
Paula Wyka, Diana Zaragozá, La guerra de la oreja de Jenkins, 15-10-2017. Ver en:  
https://www.omniamutantur.es/wp-content/uploads/1739-oreja-de-jenkins-Trabajo-histo-  
ria.pdf (27-10-2022)  
5
José Cepeda Gómez, “La dinámica internacional”, Cuaderno monográfico, N°70, Ministerio de  
Defensa, Madrid, 2015, pp-15-16. Ver en: https://armada.defensa.gob.es/archivo/mardigi-  
talrevistas/cuadernosihcn/70cuaderno/cap01.pdf (26-10-2022). Ver también: Rubén Ygua, La  
Guerra de los siete años: 1756-1763, Independently Published, 16 abr 2021  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
344  
Vida académica  
la preponderancia geopolítica alcanzada por el Océano Atlántico y  
explican las razones de la Corona para reorganizar sus territorios co-  
loniales americanos.6  
Inicialmente, todos los territorios del continente americano,  
conquistados por los españoles se organizaron solamente con dos  
virreinatos: el de Nueva España (México) y el de Perú: La Real Au-  
diencia de Quito, creada el 29 de agosto de 1563, era una más entre  
las del Virreinato peruano. Así transcurrieron dos siglos, durante los  
cuales las minas americanas sustentaron el desarrollo europeo. Pos-  
teriormente, el emergente poder británico intentó apoderarse de  
áreas de alto valor estratégico en el Caribe y el mar del Plata, obli-  
gando a grandes cambios en la organización territorial de las colo-  
nias con la creación del Virreinato de Nueva Granada que se  
organizó definitivamente en 1739, incluyendo los territorios de Quito  
y Panamá, y el Virreinato del Río de la Plata en 1776.  
La poderosa Inglaterra inició una política agresiva orientada  
especialmente a romper el monopolio del comercio que mantenía Es-  
paña con sus colonias americanas, atacando directamente o a través  
de corsarios sus puertos y líneas de comunicaciones. En esas circuns-  
tancias, sobre la base de un informe de la Junta de Fortificaciones de  
América, sobre la defensa de las Colonias, el 7 de julio de 1803, el  
Rey puso el gobierno militar de Guayaquil bajo el Virreinato de  
Lima. Inmediatamente, el Virrey del Perú, Marques de Avilés, pre-  
tendió abrogarse el mando total, provocando el reclamo del Barón  
de Carondelet, Presidente de la Real Audiencia de Quito. El Consejo  
de Indias le dio la razón en 1807.7  
Con ocasión de la revolución quiteña de 1809 el Virrey de  
Lima, Marqués de la Concordia asumió toda la jurisdicción militar,  
civil, de hacienda y judicial de Guayaquil provocando nuevos recla-  
mos. Un informe de Francisco de Requena al Consejo de Indias, ase-  
gurando que la Provincia de Guayaquil, en asuntos civiles, militares,  
6
7
José Cepeda Gómez, La dinámica…op. cit.  
Paco Moncayo, “Guayaquil en la Historia”, Boletín Academia Nacional de Historia Militar, N°11,  
Academia Nacional de Historia Militar, Quito, 2020, pp.69-70. Ver en: http://www.asocid-  
ecuador.com.ec/wp-content/uploads/2020/12/boletin-11-Independencia-de-Guayaquil.pdf  
(27-10-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
345  
Vida académica  
de hacienda y judiciales estuvo siempre sujeta a la Audiencia de  
Quito, condujo a que el Rey aclare en 1819 que el control de Lima  
era solamente en materia de defensa.8  
Para entonces la guerra de la independencia se había gene-  
ralizado. En 1819, la victoria de José Antonio Páez sobre Morillo, en  
Las Queseras del Medio, abrió las puertas para que Bolívar, que  
había sido nombrado Presidente de Venezuela por el Congreso de  
Angostura, inaugurado el 15 de febrero de 1819, pueda, luego de su  
épico cruce de los Andes, ocupar Tunja y vencer a las fuerzas realis-  
tas en las batallas del Pantano de Vargas y Boyacá, el 25 de julio y el  
7
de agosto respectivamente, para ingresar victorioso a la capital vi-  
rreinal, el 10 de agosto de 1819. Posteriormente, el Congreso de Cú-  
cuta, reunido entre el 30 de agosto y 3 de octubre de 1821, creó la  
Gran Colombia, unificando el Virreinato de Santa Fe con la Capitanía  
9
General de Venezuela, en un solo Estado.  
En el sur, el general San Martín creó un ejército en Mendoza,  
cruzó los Andes con dirección a Chile y obtuvo la victoria de Chaca-  
buco, el 12 de febrero de 1817, con la ayuda de Bernardo O’Higgins.  
En cambio, los realistas lograron las victorias de Talcahuano, en oc-  
tubre del mismo año, y de Cancha Rayada, en marzo de 1818.  
Cuando intentaron capturar Santiago, fueron derrotados por los pa-  
triotas, el 5 de abril de 1818, en la decisiva batalla de Maipú con la  
10  
que se consolidó la independencia de ese país.  
En septiembre de 1820, San Martín, con tropas de Argentina  
y Chile, arribó a Pisco, desde donde envió delegados a la Conferencia  
de Miraflores, planteando al virrey Joaquín de Pezuela evitar más  
derramamiento de sangre y aceptar la independencia del Perú. La  
respuesta fue, obviamente negativa. Mientras San Martín acercaba  
sus tropas a Lima, el general Álvarez de Arenales derrotó a los re-  
alistas en la batalla de Cerro de Pasco y el jefe de la escuadra chilena,  
Tomás Cochrane, capturó en el puerto de Callao el buque Esmeralda.  
8
9
Federico Trabuco, op. cit., Real Orden, 1819  
Augusto Mijares: Prólogo y Manuel Pérez Vila: compilación, notas y cronología, Doctrina del  
libertador. Simón Bolívar, Fundación Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1985 pp. 330-365  
0 Jaime Bel Ventura, España en América. El blog, General Public License, editor Lulu, 31 de mayo  
de 2012, pp. 311-335  
1
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
346  
Vida académica  
San Martín ocupó Lima el 9 de julio de 1821 y proclamó la indepen-  
dencia del país, el 28 de ese mismo mes.11  
Guayaquil independiente  
En el Pacífico Sur, Guayaquil había logrado convertirse en  
una ciudad y puerto de gran importancia para la región. La abun-  
dancia de maderas útiles para la construcción y su ubicación estra-  
tégica, permitieron que floreciera, en esta urbe, uno de los astilleros  
más grandes e importantes de América, en el siglo XVII. “El astillero  
nació con Guayaquil. Todo lo tenía a la mano: las mejores maderas del  
mundo para resistencia, flotación flexibilidad y largura… (y) el arte mismo  
de los nativos habilísimos constructores de canoas, piraguas, balsas insu-  
12  
mergibles y más seguras y vastas que el arca de Noé…”  
Según Pedro de Valencia, cronista del rey Felipe III: “La fá-  
brica de navíos es continua, y se hacen desde 102 hasta 600 toneladas… (Se  
paga) al maestro mayor 2 mil reales cada mes y una o dos botijas de vino;  
13  
los oficiales ganan 3 y 4 pesos cada día”.  
De este modo, Guayaquil se convirtió, como asegura Deler:  
(…) En ‘la pieza maestra’ de la encrucijada de relaciones en los territo-  
rios sudamericanos españoles de ultramar; Guayaquil disponía de los  
astilleros más importantes de la costa sudamericana y proporcionaba  
navíos de combate y de comercio, tanto para la flota real, como para  
armadores particulares... Dos tercios de los navíos construidos en el Vi-  
rreinato del Perú provenían de Guayaquil… Así, en los siglos XVI y  
XVII, el puerto fue el punto de concentración secundaria más impor-  
tante del Perú colonial.14  
Estas afirmaciones explican la importancia concedida por  
Bolívar y San Martín a lograr que Guayaquil y su provincia se incor-  
11 Ibíd., pp. 371-374  
1
2 Franco Modesto Chávez, Crónicas del Guayaquil Antiguo, Tomo N°1, Imprenta y talleres  
Municipales, Guayaquil, 1994: 1944, p. 178  
13 Pedro de Valencia, Relaciones de Indias, Nueva Granada y Virreinato de Perú, Obras completas,  
Tomo V, Universidad de León, León-Badajos, 2001, p. 360  
14 Jean-Paul Deler, Ecuador del Espacio al Estado Nacional, Corporación Editora Nacional, Quito,  
2007, pp. 112-113  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
347  
Vida académica  
poren a los Estados que habían liberado; como también la trascen-  
dencia de su independencia, en el marco de las campañas libertarias.  
El general Jerónimo Valdez, uno de los oficiales de mayor distinción  
entre los mandos peninsulares, reconoció el gran revés que significó  
para la causa española la pérdida de este estratégico puerto:  
Sin la insurrección de Guayaquil no se habría perdido el resto de Quito  
como también no se habrían perdido las fragatas Prueba y Venganza y  
no habría dejado de ser batida, si obligada a reembarcarse, la expedi-  
ción de San Martín, muy luego que desembarcó. No obstante de los  
desaciertos del que mandaba a los españoles, que sin la pérdida de  
Guayaquil no habrían sido tantos ni tan crasos, porque no habrían sido  
tan grande su atolondramiento y confusión y por consiguiente tan ge-  
neral la desconfianza de los que obedecían. Fueron tan extraordinarios  
los esfuerzos que se tuvieron que hacer en los años 21, 22, 23, 24, como  
fueron precisos para paralizar las consecuencias de la pérdida de Gua-  
yaquil (...)15  
Consta en el Acta de Independencia de Guayaquil que:  
(
...) que habiéndose declarado la Independencia por el voto general del  
pueblo, al que estaban unidas todas las tropas acuarteladas, y debién-  
dose tomar en su consecuencia todas las medidas que conciernen al  
orden público en circunstancias que éste necesita del auxilio de los  
principales vecinos… Se acordó igualmente que se expidiesen dos ex-  
presos a los ayuntamientos de Quito y Cuenca, poniendo en su noticia  
la nueva forma de gobierno y operaciones, conducentes a la indepen-  
dencia general de América, y que esta providencia se extienda a todos  
16  
los pueblos de esta jurisdicción por el Señor Jefe Político.  
El 8 de noviembre se reunió, en el Ayuntamiento de la ciu-  
dad, el Colegio Electoral en el que participaron 58 diputados, 16 por  
la ciudad de Guayaquil y los demás por las poblaciones de la Pro-  
vincia, entre ellas: Babahoyo, Machala, Santa Elena, Montecristi, Ji-  
pijapa, Chone y Puná. En este cónclave se proclamó el nacimiento  
del nuevo Estado conocido como ‘Provincia Libre de Guayaquil’ y se  
15 Enrique Muñoz Larrea, Relación que hace D.Ramón Martínez de Campos sobre la Revolución del 9  
de octubre de 1820, A.N.H, Quito, 2010, pp. 29-30  
16 Museo Municipal de Guayaquil  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
348  
Vida académica  
designó una Junta de Gobierno conformada con José Joaquín de Ol-  
medo como presidente, Rafael Jimena encargado de asuntos milita-  
res, Francisco María Roca de asuntos político-civiles y Francisco de  
Marcos y Crespo, de la Secretaría.  
El día 11, fue aprobado el ‘Reglamento Provisorio Constitucional  
de Guayaquil’. En el Artículo 1 consta: “La Provincia de Guayaquil es  
libre e independiente; su religión es la Católica; su gobierno es elec-  
tivo; y sus leyes, las mismas que regían últimamente en cuanto no  
se opongan a la nueva forma de gobierno establecida. El Artículo 2  
reza que: “La Provincia de Guayaquil se declara en entera libertad para  
unirse a la grande asociación que le convenga de las que se han de formar  
en la América del Sur”; mientras que el Artículo 9 dispone: “En cual-  
quier peligro de la Patria, el Gobierno, de acuerdo con el Jefe Militar, con-  
sultará la seguridad pública”; y, el artículo 10: “Desde la edad de dieciséis  
años nadie estará libre del servicio militar, cuando lo pida la seguridad y  
defensa del país”.17  
Sucre en Guayaquil  
Bolívar, preocupado por asegurar para Colombia, el estraté-  
gico puerto de Guayaquil y su región, parte del Virreinato de Santa  
Fe, pero ambicionado por el Perú, envió al general Antonio Morales  
para asegurar la incorporación del nuevo gobierno a Colombia.  
Llegó con 1000 fusiles, 50.000 cartuchos, 8.000 piedras de chispa, 500  
sables y 200 pistolas, para armar a los patriotas guayaquileños. El 12  
de febrero de 1821, el militar colombiano logró firmar un convenio  
de cooperación y auxilios recíprocos con la Junta General de Go-  
bierno. La situación política era delicada e incierta. Morales, en carta  
a Santander, la describe así:  
(
...) vine al hermoso puerto de Guayaquil, en donde encontré un par-  
tido por el Rey, otro por la independencia absoluta de aquella provin-  
cia, otro por su agregación al general San Martín, y otro por la  
1
7 Reglamento provisorio constitucional de Guayaquil sancionado en noviembre de 1820 por  
su colegio electoral. Ver en: http://the.pazymino.com/Reglamento_Provisorio-Constitu-  
cion_Guayaquil-1820.pdf (25-10-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
349  
Vida académica  
dependencia de Colombia. Yo he sido bastante afortunado y no he omi-  
tido medio alguno para aumentar el último que lo forman los verda-  
deros patriotas, los hombres más sensatos y la parte más seria del  
pueblo.1  
8
A inicios de mayo de 1821, llegó Sucre a Guayaquil, al  
mando de un importante contingente colombiano. Era un joven ofi-  
cial de 26 años que cumplía su primera comisión como comandante  
superior de una fuerza. Lo sabía y se mostró previsivo y cauteloso.  
Desembarcó sus 700 soldados de los Batallones Albión, Santander y  
el Escuadrón Guías, en Santa Elena. Organizó su cuartel general en  
El Morro y fue a presentarse a las autoridades guayaquileñas. Co-  
nocedor de la situación, Sucre supo desplegar su característico tacto  
y amabilidad, en beneficio de la causa de Colombia.  
Varios historiadores plantean que Sucre fue como una avan-  
zada para asegurarse que esta Provincia sea parte de Colombia y  
que, posteriormente, llegaría él Libertador por mar, a fin de coman-  
dar la campaña para liberar a Quito del yugo español. Debe haber  
sido así porque, como relata Rumazo González, el vicepresidente  
Santander le había recomendado: “Usted debe tomar en consideración  
las ideas de Sucre y abandonar el proyecto de llevar ejército alguno por  
Pasto, porque siempre será destruido por los pueblos empecinados, no poco  
19  
aguerridos y siempre, siempre victoriosos”.  
Sin embargo, Bolívar no abandonó la idea de liberar primero  
Pasto para luego llegar a Quito. Sucre se refiere a la maniobra dise-  
ñada por el Libertador:  
Una combinación hecha a tanta distancia y con tantas dificultades, eje-  
cutada tan exactamente burlando con movimientos falsos las operacio-  
nes de un enemigo empeñado en obtener sobre nosotros las ventajas  
que su posición y todas circunstancias le presentaba, pudo ejecutarse  
felizmente por la gran reserva en las medidas unida a una gran delica-  
deza y exactitud en la operación.20  
1
8 Julio Muñoz, Doctrinas militares aplicadas en el Ecuador: historia y pedagogía militar, Estado  
Mayor General, 1949, p. 40  
1
2
9 Alfonso Rumazo González, Ocho grandes biografías, Italgráfica, Venezuela, 2001, p. 735  
0 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre, Archivo Metropolitano de Historia,  
DMQ, Quito, 2004, tomo I, p. 229  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
350  
Vida académica  
La finalidad de la maniobra de las fuerzas comandadas por  
Sucre era: “Llamar sobre mí una gran fuerza enemiga o de ocupar la capital  
del departamento caso que toda la que tenga la carguen hacia Pasto contra  
el Ejército Libertador”.21  
Las instrucciones de Bolívar a Sucre fueron precisas. Debía  
viajar a Guayaquil comandando una expedición de 1000 hombres  
provenientes del ejército del Cauca y “todas la armas y municiones que  
calcule necesario para armar nuevos cuerpos en las provincias a donde se  
22  
dirige”. El general Morales, que había sido el primer delegado, se  
debía subordinar a Sucre. “El general de brigada José Mires está nom-  
brado segundo jefe del general Sucre en la expedición de Guayaquil y se en-  
tenderán con él todas las prevenciones e instrucciones de esta fecha en caso  
23  
de que le suceda”. En cuanto a las relaciones con las autoridades gua-  
yaquileñas, las instrucciones eran claras:  
Después de felicitar a los gobiernos como queda dicho en el Artículo  
1
º, tratará el general Sucre que aquellas Provincias se incorporen a la  
República de Colombia conforme a la Ley Fundamental de ella...”. De-  
berá, en conferencias privadas, convencer a las autoridades de “las ven-  
tajas particulares que resultan a éste de pertenecer a una gran república  
que asegure, proteja y defienda su existencia sin ofender por esto sus  
derechos y representación política (...)24  
Una vez desembarcado, Sucre prefirió organizar su fuerza  
en la Península de Santa Elena y en El Morro. Distribuyó a sus uni-  
dades, los batallones de Infantería Santander y Albión y el escuadrón  
de Guías, de manera prudente, en varias localidades de la zona, a  
fin de recuperar la salud afectada por el viaje y continuar con el en-  
trenamiento. Luego fue a presentarse a las autoridades guayaquile-  
ñas. El 10 de mayo de 1821, escribió al general San Martín, en los  
siguientes términos:  
21 Ibíd., p. 229  
22 Rafael Ramón Castellanos, La dimensión internacional del gran Mariscal de Ayacucho, Italgráfica  
S.A, Caracas, 1998, p. 98  
3 Rafael Ramón Castellanos, op. cit., p. 98  
4 Ibíd., p. 107  
2
2
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
351  
Vida académica  
Debo aprovechar esta oportunidad para anunciar a V.E. mi venida a  
esta plaza en un transporte con trescientos soldados, de mil quinientos  
que el gobierno de la república remite al sur de Colombia para abrir  
por esta parte la campaña de Quito, de concierto con la división del  
Sur de Cundinamarca. Se me incorporarán ochocientos hombres de  
25  
esta provincia y terminado el armisticio principiaré las operaciones.  
Este mensaje contiene dos advertencias: Primera, que el go-  
bierno de la República envía una fuerza de 1500 hombres al Puerto,  
comedida forma de disuadir cualquier intento de tomarse esta es-  
tratégica ciudad, por parte de la facción favorable al Perú; y, se-  
gunda, las tropas no van a tierra de nadie, ni a un territorio en  
disputa, van al sur de Colombia, que reemplaza al Virreinato de  
Nueva Granada, al que pertenecía la Audiencia de Quito y la Gober-  
nación de Guayaquil, desde 1739. El 13 de mayo de 1821, volvió a  
escribir Sucre al general San Martín, para pedirle los refuerzos que  
necesitaba para una campaña victoriosa sobre Quito: “La Junta Su-  
perior de esta provincia me ha significado, que un cuerpo dependiente del  
ejército de V.E. que se levanta en Piura, puede cooperar muy eficazmente  
en la campaña sobre Quito, invadiendo por Loja a Cuenca, y penetrar hasta  
26  
reunirse a la división de Colombia, que marcha de este punto”. Inmedia-  
tamente le solicita el envío de un oficial a esa ciudad para que emita  
las correspondientes disposiciones y termina asegurando que:  
(...) si la victoria acompaña nuestros esfuerzos para terminarla breve,  
yo contaré entre los favores de la fortuna, la honra que podría tener en  
prestar luego mis servicios a V.E. y a los libertadores del Perú. Los co-  
lombianos verían con satisfacción orgullosa, marchar entre las filas de  
27  
los hijos de Maipó, y estar a las órdenes de V.E.  
El 15 de mayo, Sucre alcanzó la firma de un Tratado entre la  
República de Colombia y la Junta Superior del Gobierno de la Pro-  
vincia de Guayaquil. En el primer capítulo, la Junta expresa que no  
está facultada para declarar la incorporación a Colombia, pero ma-  
nifiesta que recomendará las ventajas de hacerlo a la Junta Electoral  
2
2
2
5 José Luis Salcedo-Bastardo, De mi propia mano Antonio José de Sucre, EFE, México, 1995, p. 31  
6 Ibíd., p. 35  
7 Ibíd., p. 36  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
352  
Vida académica  
de la Provincia. En el segundo, declara a la Provincia de Guayaquil  
bajo los auspicios y protección de la república de Colombia. En conse-  
cuencia, confiere todos los poderes a S.E. el Libertador Presidente para  
proveer a su defensa y sostén de su independencia y comprenderla en  
todas las negociaciones y tratados de alianza, paz y comercio que cele-  
28  
bre con naciones amigas, enemigas y neutrales.  
A cambio, Colombia pone al servicio de la libertad de Gua-  
yaquil y de todo el Departamento de Quito, sus tropas, armas, re-  
cursos y sus hijos.  
Sucre al frente del Ejército patriota  
Luego del éxito alcanzado en Yaguachi, llegó la derrota de  
la División Auxiliar del Sur en las nefastas llanuras de Huachi. El  
fracaso no arredró a la Junta de Gobierno que inmediatamente inició  
la reorganización de la División libertadora. José Joaquín de Olmedo  
demostró la grandeza de su espíritu y su visión esclarecida al ase-  
gurar que la conquista de la libertad sin grandes sacrificios es “un  
delirio desmentido en cada página de la Historia”. Así, Guayaquil,  
lejos de perderse en lamentaciones, responde al fracaso organizando  
inmediatamente un contingente de 700 voluntarios y realiza amplias  
colectas de dinero para equiparlos.  
Llegó entonces a Montecristi el Batallón colombiano ‘Paya’,  
compuesto por 500 efectivos, 150 de ellos veteranos. Con este Bata-  
llón llegó el coronel Diego Ibarra, edecán del Libertador, con una  
carta para San Martín. También arribó con la flotilla de Cochrane una  
goleta mercante, procedente de Callao, con 1.500 fusiles. Adicional-  
mente, el 12 de diciembre, se firmó el contrato final, para que vinie-  
sen del Perú 1.000 hombres, a órdenes del coronel Santa Cruz, con  
29  
los que se esperaba contar a fines de diciembre.  
El 27 de noviembre arribó a Guayaquil el coronel venezolano  
Tomás de Heres, comandante del Batallón Numancia, y el 28 se pre-  
28 José Luis Salcedo-Bastardo, op. cit., p. 37  
29 Luis Andrade Reimers, Sucre en el Ecuador, Corporación Editora Nacional, Quito, 1995, pp.  
66-67  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
353  
Vida académica  
sentó a Sucre y le entregó un documento signado por jefes y oficiales  
de aquella unidad, solicitándole vehementemente su deseo de incor-  
porarse a la campaña liberadora de Quito. Sucre, deseoso de forta-  
lecerse con uno de los batallones más experimentados, escribió a San  
Martín solicitándole el envío de esa fuerza, pero él decidió enviar a  
los batallones Piura y Trujillo, además de los escuadrones Granade-  
ros de los Andes y Cazadores del Perú. Entonces, Sucre envió al pro-  
pio coronel Heres a Piura, para conocer las condiciones en que se  
encontraban esas unidades. El Batallón Trujillo contaba con 600 efec-  
tivos, 140 de ellos veteranos; el Piura con 300, 50 veteranos; el Caza-  
dores de Perú con 200, todos reclutas; y, el escuadrón Granaderos  
con 200 veteranos.30  
Mientras esto sucedía del lado de los patriotas, el ejército de  
los españoles recibía un refuerzo de 700 hombres, pertenecientes a  
los Batallones Cataluña y Tiradores de Cádiz, que llegaron con el  
nuevo Virrey de Santa Fe y capitán general de la Presidencia de  
31  
Quito, Juan de la Cruz Mourgeón.  
Como se ha explicado antes, como telón de fondo de todos  
los acontecimientos que se relatan, se encuentra la disputa de Perú  
y Colombia por Guayaquil, una pieza fundamental en los proyectos  
políticos de las dos naciones. Todavía se encontraba Sucre en el  
Puerto, cuando llegó una embajada de San Martín, compuesta por  
el general Francisco Salazar, el general cuencano José de la Mar y el  
coronel argentino Manuel Rojas (secretario). Traía Salazar una carta  
para Sucre, enviada por el general Juan Antonio Álvarez de Arenales,  
muy cercano al general San Martín, anunciándole del envío de tropas  
de Piura y Trujillo, y un escuadrón argentino de Granaderos. Sucre  
le respondió que sería un honor para él participar, a sus órdenes, en  
la campaña de liberación de Quito. En el mismo sentido, escribió a  
Bernardo Monteagudo: “Se me ha dicho particularmente que el señor ge-  
neral Arenales vendrá a esta expedición; siendo él más graduado que yo, to-  
mará el mando de las tropas al reunirse, y nos será lisonjero que este ilustre  
32  
jefe conduzca nuestros estandartes a la victoria”.  
3
3
3
0 Ibídem., p. 92  
1 Andrade Reimers, op. cit, p .68  
2 Alfonso Rumazo González, op. cit., p.749  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
354  
Vida académica  
El gobierno de Guayaquil recibió a Salazar y La Mar con es-  
pecial deferencia, especialmente por las vinculaciones del segundo  
con principales familias de la ciudad. También el general Sucre,  
acompañado de su plana mayor, presentó un saludo de bienvenida  
a los ilustres representantes del gobierno del Perú. José Joaquín de  
Olmedo organizó una recepción en honor a la legación peruana, en  
su domicilio. Mientras se desarrollaba el acto social, se produjo el le-  
vantamiento, a favor de Colombia, del Batallón de Infantería Venga-  
dores que protegía la ciudad. Los militares se apoderaron del parque  
e intentaron tomar posesión del cuartel de Artillería, pero fueron re-  
chazados y tuvieron que abandonar la ciudad. Al mismo tiempo, la  
Municipalidad de Portoviejo se pronunció por Colombia. Sucre que  
se encontraba en plena preparación de la campaña para liberar a  
Quito, actuó con extrema prudencia y habilidad para evitar que la  
situación se torne más peligrosa. La Junta de Gobierno, en cambio,  
nombró a La Mar como Comandante de Armas de Guayaquil. El go-  
bierno del Perú concedió al General cuencano el grado de Gran Ma-  
riscal. El 2 de enero de 1822, empeñado todavía en liberar el Cauca,  
Bolívar escribió a Olmedo exigiéndole:  
(
...) el inmediato reconocimiento de la República de Colombia, porque  
es un galimatías la situación de Guayaquil. Mi entrada en ella en tal  
estado, sería un ultraje para mí y una lesión a los derechos de Colom-  
bia...Usted sabe, amigo, que una ciudad con un río no puede formar  
una nación... sería el señalamiento de un campo de batalla para dos Es-  
tados belicosos que lo rodean... Tumbes es límite del Perú y, por consi-  
33  
guiente, la naturaleza nos ha dado Guayaquil (...).  
Mientras Sucre administraba, de la manera diligente y expe-  
rimentada, la preparación de la campaña, el 12 de enero San Martín  
encargó el mando al Marqués Torre Tagle para viajar a Guayaquil.  
Firmó un Decreto en el que señalaba: “Voy a encontrar al libertador de  
Colombia. Los intereses generales del Perú y Colombia, la enérgica termi-  
nación de la guerra que sostenemos y la estabilidad del Destino, a que con  
34  
rapidez se acerca la América, hacen nuestra entrevista necesaria”. Ade-  
3
3
3 Alfonso Rumazo González, op. cit., p.753  
4 Ibíd., p.755  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
355  
Vida académica  
más, dispuso, a la Junta de Gobierno, entregar el mando de las tropas  
a La Mar, e informó en el mismo sentido a Sucre que rechazó esta  
maniobra. Igual lo hizo Olmedo, con los siguientes argumentos:  
El nombramiento de La Mar para el mando de la División quizá podrá causar  
un efecto contrario al que nos proponemos todos... Estas reflexiones nos han  
hecho acordar que se suspenda el cumplimiento de la resolución de usted hasta  
que, impuesto de todo esto y de los nuevos riesgos que nos amenazan, tome  
35  
usted una medida grande, eficaz y poderosa.  
Vientos de guerra  
El 20 de enero había salido Sucre de Guayaquil, rumbo hacia  
Quito. La ruta seleccionada fue: Guayaquil, Naranjal, Puerto Bolívar,  
Machala, Pasaje, Yulug, Saraguro, y Oña, a donde estaba planificado  
llegar el 10 de febrero.  
El 27 de enero, San Martín embarcó hacia Guayaquil, arribó  
a Huanchaco a donde llegó un buque con carta de Olmedo, en la que  
le informaba de la misiva de Bolívar, exigiendo el reconocimiento de  
la República de Colombia y que pronto llegará a Guayaquil con 2000  
hombres. Esa información forzó su inmediato regreso a Lima, donde  
reunió el Consejo de Gobierno, al que propuso declarar la guerra a  
Colombia. Los argentinos Monteagudo y Alvarado se opusieron a  
esta irreflexiva propuesta. Entonces, San Martín dispuso que las tro-  
pas del coronel Santa Cruz se dirijan a Guayaquil o regresen a Piura.  
Monteagudo ordenó a La Mar: “Mandar a retirar a todo trance la divi-  
sión del general Santa Cruz al punto que U.S.I. tenga por conveniente, para  
sostener con energía la independencia absoluta de Guayaquil... emplee usted  
todas las fuerzas que están puestas a sus órdenes en apoyo a la espontánea  
36  
deliberación del pueblo”. Bolívar, que estaba al tanto de estos proble-  
mas, le escribió a Santander:  
(...) debo hacer presente que si en el último resultado nos creemos au-  
torizados para emplear la fuerza en contener al Perú en sus límites, en  
hacer volver a entrar Guayaquil en los de Colombia, es también mi opi-  
3
3
5 Alfonso Rumazo González, op. cit., p. 755  
6 Ibíd., p. 756  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
356  
Vida académica  
nión que debemos emplear esta fuerza lo más prontamente posible,  
precediendo antes las negociaciones más indispensables y empleando  
al mismo tiempo la política más delicada...”. Pero expresó de manera  
enfática su decisión de defender los derechos de Colombia: “La con-  
ducta del Gobierno de Colombia ha seguido la misma marcha que V.E.,  
pero al fin, no pudiendo ya tolerar el espíritu de facción, que ha retar-  
dado el éxito de la guerra y que amenaza inundar en desorden todo el  
sur de Colombia, ha tomado definitivamente la resolución de no per-  
mitir más tiempo la existencia de una Junta que es el azote del pueblo  
37  
de Guayaquil y no el órgano de su voluntad.  
El 5 de febrero, Sucre se encontraba ya en Yulug. El día 6 es-  
cribió a Juan Illingrot: “Ayer llegué aquí y di gracias a Dios de que esta-  
mos fuera de la maldita montaña; se nos ha enfermado alguna gente, pero  
38  
muy poca… Le informa que adelantó tropas montadas al mando  
del coronel Ibarra a tomar contacto con el enemigo para hostigarlo y  
obligarle a dar combate; que considera que los españoles no saben  
de sus movimientos y calcula sus fuerzas en 1000 hombres de los ba-  
tallones Aragón y Constitución además de unos pocos elementos  
montados. El día 9 llegó Sucre a Saraguro, donde se detuvo en espera  
de la División peruana, compuesta por patriotas peruanos, chilenos,  
argentinos y alto-peruanos. El propio coronel Andrés de Santa Cruz  
había nacido en el Alto Perú, actual Bolivia.  
El día 10 de febrero, recibió carta del coronel Santa Cruz, in-  
formando de su llegada a Loja. El 15 de febrero, llegó la División  
peruana. Sucre informó al ministro de la guerra sobre la situación:  
El día 9 a las cuatro de la tarde ocupé este punto y dos horas después em-  
pezaron a entrar que lo hicieron por secciones hasta ayer y que con las nues-  
tras forman en el día una fuerza de 1.700 hombres disponibles... Quedan  
39  
en Loja de la división del Perú 300 hombres más”.  
De Saraguro continuó la marcha hacia Cuenca. Se encontraba  
la ciudad defendida por una fuerza de 950 efectivos, comandada por  
el coronel Tolrá que decidió no empeñarse en combate decisivo e ini-  
ciar un repliegue retardando el mayor tiempo posible el avance de  
3
3
3
7 Ibíd., p. 772  
8 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre …op. cit., p 227  
9 Ibíd., p.229  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
357  
Vida académica  
los patriotas hacia Quito. Por esta razón, cuando Sucre llegó a  
Cuenca, el 21 de febrero de 1822, la ocupó sin necesidad de disparar  
un solo tiro.  
Sucre en Cuenca  
Una vez en Cuenca Sucre comenzó a organizar el gobierno  
de la Región y a fortalecer las unidades para continuar la campaña  
hacia Quito. Designó gobernador del Azuay al coronel Heres y le  
dispuso, inmediatamente, proveer a la División de caballos, mulas,  
vestuario, alpargatas y otros medios. En su informe el gobernador  
dice: “Pude establecer la proveeduría, una maestranza bastante arreglada  
en que se rehabilitó el armamento. Se hicieron fornituras y vestuario para  
la División; pude dar sus haberes a los Cuerpos... Presenté al señor general  
Sucre, en menos de un mes, quinientos reclutas pedidos y cuatrocientos ca-  
4
0
ballos”. Adicionalmente, con recursos llegados de Loja, organizó  
una fuerza de 500 plazas, con el nombre de ‘Batallón del Sur’, que  
puso al mando de Francisco Eugenio Tamariz, para la defensa de la  
ciudad.  
Durante su estadía en Cuenca, Sucre emitió un decreto de  
contenido verdaderamente transformador: Incorporó a los indios  
como ciudadanos de la República de Colombia, eliminó el oprobioso  
impuesto que debían pagar al Estado. Organizó también la función  
judicial y expidió varias disposiciones fiscales para un mejor manejo  
de la Hacienda pública.  
La dedicación al cumplimiento de estas fundamentales res-  
ponsabilidades, no le hizo perder, en un solo momento, la perspec-  
tiva político–estratégica de la misión que se le había encomendado.  
Sobre el tema de Guayaquil, advirtió el 25 de febrero al ministro pe-  
ruano Tomás Guido:  
(
…) pienso que es del interés de los gobiernos limítrofes impedir las  
disensiones de aquella provincia, que siendo el complemento natural  
del territorio de Colombia, pone al Gobierno en el caso de no permitir  
jamás se corte de nuestro seno una parte por pretensiones infundadas.  
40 Édison Macías, Historia General del Ejército Ecuatoriano, Tomo I, CDEHE, Quito, 2009, p. 58  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
358  
Vida académica  
Tal consentimiento será un ejemplo de disolución social para la Repú-  
blica, y para los países limítrofes, en que este ejemplo fatal iba cun-  
diendo el año anterior, si el gobierno de ese Estado no hubiese tenido  
la sabia energía de cortarlo. Persuadidos de los nobles sentimientos del  
gobierno del Perú, nos prometemos que empleará su poderoso influjo  
para ayudarnos a conciliar los partidos que agitan a Guayaquil, con-  
centrar las opiniones y restablecer el orden, que desea la parte sana de  
la provincia (…)41  
Posteriormente, el 28 de febrero, escribe al Libertador Simón  
Bolívar:  
Mi general  
Estoy observando una conducta en el gobierno del Perú que no es clara  
ni franca (…) el general San Martín el 3 de enero me escribe que vienen  
las tropas a mi disposición y que el coronel Santa Cruz no tiene otras  
instrucciones que hacer lo que yo disponga en la campaña de Quito.  
El 24 me dice el ministro de guerra de Lima que viene el general Are-  
nales y viene también un oficio muy consejero sobre Guayaquil que le  
he contestado con moderación, pero haciéndole saber que no presenté  
un oficio para pensar en nuestros intereses. El 31 no pudiendo venir el  
general Arenales, me dicen que viene el general La Mar. En fin tienen  
un embrollo que no me gusta, y yo para acabar todas las pretensiones  
les he dicho que por las órdenes que he recibido del gobierno mis ope-  
raciones militares son obligatorias, y que cualquiera general más anti-  
guo o graduado que venga a la división se sujetará a la dirección que  
yo dé a la guerra, como exclusivamente encargado por Vd. (…) Les he  
indicado también que Colombia no renunciará a la exigencia de la in-  
42  
corporación de Guayaquil, y en fin he tocado esto ligeramente.  
Le anuncia también que ha enviado disposiciones al batallón  
Numancia para que, si el Perú retiraba a su división, se trasladen a  
ponerse a sus órdenes para continuar la campaña. El día 28 de fe-  
brero, escribió al general Arenales, presidente del Departamento de  
Trujillo:  
4
4
1 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre …op. cit., p. 235  
2 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre …op. cit., p. 241  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
359  
Vida académica  
Las tropas de Perú y de Colombia se conducen con una unión íntima  
y estrecha. Hermanos y amigos se lisonjean con orgullo de haber unido  
sus estandartes. El señor coronel Santa Cruz es incesante en el trabajo  
y me he hecho un deber de pedir al gobierno de Colombia una memo-  
ria al celo conque este jefe se ha esmerado en el servicio. Al levantar  
nuestros Pabellones sobre las torres de Quito el Perú, su gobierno, sus  
tropas y V. S. que tan poderosamente ha ayudado a nuestra empresa,  
43  
merecerán nuestra tierna gratitud (…).  
El 15 de marzo informó a Santander que para fines de marzo  
dispondrá la División de 2.200 infantes al menos y 400 caballos y que  
con esta fuerza se encontrará para moverse hacia el Norte una vez  
que lo disponga Bolívar.  
La campaña en peligro  
En ese complicado ambiente se preparaban las fuerzas liber-  
tadoras para iniciar la campaña de Quito, cuando, a finales de marzo,  
el coronel Santa Cruz anunció a Sucre haber recibido instrucciones  
de San Martín, para que se retire con sus fuerzas a Lima, con el ar-  
gumento de que la Capital del Perú se encontraba en grave peligro.  
Alarmado por la noticia, Sucre escribió, el 30 de marzo, al coman-  
dante de las tropas peruanas:  
No sólo he sentido, sino que me ha sorprendido la nota oficial de V.S.  
de hoy. La retirada de los cuerpos del Perú de esta división en circuns-  
tancias en que todo está listo para movernos el 1 de abril, en cumpli-  
miento de la combinación dictada por el Libertador en virtud de la  
cooperación de estas tropas, además de arrastrar males infinitos s la  
campaña y a todas las provincias, compromete al mayor ejército de la  
república que ha costado a Colombia inmensa sangre e inmensos sa-  
crificios. El peligro que V.S. me indica, que amenaza a Lima, no debe  
ser grande cuanto las cartas que han venido el último correo inspiran  
la más entera confianza, pero suponiendo que fuera un riesgo próximo  
la división no podría ni llegarían apenas 500 o 600 hombres por las en-  
fermedades, porque siendo la mayor parte de Piura, desertarían en el  
44  
territorio y, en fin, por mil y mil razones.  
4
4
3 Ibíd., p. 243  
4 Ibíd., pp. 274-275  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
360  
Vida académica  
Le dice que retirar las tropas peruano bolivianas:  
sería preparar un descalabro a nuestro ejército; sería prolongar la gue-  
rra en América mucho tiempo; sería un ataque directo a la República;  
sería un mal grave y de trascendencia para el Perú (…) V.S. sería siem-  
pre el gran responsable ante la gran familia de América… Por tanto,  
no sólo me opongo a la retirada bajo las más serias protestas, sino que  
usando de las facultades que me ha dado el Exmo. Señor Protector del  
Perú sobre la división de V.S. al ponerla a mis órdenes, sin restricción  
alguna (como consta de las copias que tengo el honor de acompañarle),  
he dispuesto que el movimiento que continuaba el batallón Trujillo se  
lleva a efecto y que la marcha del escuadrón de Granaderos a reforzar  
los puestos avanzados para verificar más tranquilamente nuestra apro-  
ximación a Riobamba a cumplir la combinación con el Libertador se  
45  
ejecute mañana mismo, como estaba prevenido.  
En respuesta, Santa Cruz replicó que estaba obligado al  
deber de obediencia hacia su gobierno y no tenía otra alternativa  
que, en cumplimiento de la disposición recibida, abandonar Cuenca  
y trasladarse al Perú. Sucre rechazó nuevamente la posibilidad de  
que esto pudiese suceder e insistió con sus argumentos. En carta del  
31 de marzo en la mañana le dice:  
Señor coronel:  
V.S. que ha manifestado siempre su espíritu de amor a la causa general  
de América, ha reducido la existencia de su patria a la marcha de estos  
Cuerpos a Lima, que repito influirán muy escasamente en la defensa  
de esa capital, si estuviera amenazada...”. Le reclama: “En este caso,  
desprendiéndonos de cuantos derechos pudiéramos tener para exigir  
los servicios de la división de V.S., a lo menos es un deber del Perú de-  
jarnos para nuestros peligros tropas iguales en número y calidad a las  
que existen de Colombia en Lima...”. En la última parte de la misiva le  
advierte: “Es el momento de decir a V.S. que los Granaderos a Caballo  
dispuestos para marchar hoy, han sido detenidos por una orden parti-  
cular de V.S. Este suceso, y la junta de guerra celebrada en la casa de  
V.S. sin mi anuencia y consentimiento, me obliga a pedirle la observan-  
cia del orden y de la subordinación y constituir a V.S. responsable si  
me pone en caso de usar las medidas necesarias para hacer obedecer  
45 Ibídem.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
361  
Vida académica  
mis órdenes en una División que yo mando, y en unos Cuerpos que  
46  
están bajo mi dirección para despachar los expresos de su gobierno.  
Sucre no llegó a esta severa admonición sin antes haber ex-  
presado, con minuciosidad, las razones que le asistían para negarse  
a permitir la marcha de las tropas peruanas”.  
Nueva negativa a aceptar los pedidos de Sucre, por parte del  
coronel Andrés de Santa Cruz y una misiva en la noche, del general  
cumanés, con carácter de ultimátum.  
Coronel Andrés de Santa Cruz:  
V.S. ha visto hoy los partes que se han recibido de nuestros jefes avan-  
zados, y de las güerillas que obran sobre Quito; ellos no dejan duda de  
que el Libertador, cumpliendo la combinación que ha dictado, ocupa  
por el norte en principios de abril los puntos que ha indicado en sus  
órdenes, y que nosotros por el Sur debemos acercarnos a donde nos ha  
mandado para no dejar fallida la operación. Estas consideraciones más  
poderosas y cuantas pueda V. S. presentarme, hacen exigente nuestra  
marcha. Por tanto he mandado que el batallón Trujillo y el primer es-  
cuadrón de Cazadores continúen su movimiento, y que el resto de los  
Granaderos pasen a reunirse con los que están avanzados. Estos son  
los cuerpos de que yo dispondré como retribución al Numancia, cuyo  
derecho nadie puede disputarme porque está fundado en la razón, jus-  
ticia, en la utilidad reciproca en la exigencia de mi situación, en la opor-  
tunidad de las operaciones, y en cuanto pueda constituirnos en el caso  
de arrostrar todo para llevar a cabo este movimiento… Mientras va y  
vuelve la consulta podemos quizá terminar la campaña de Quito… He  
resuelto mandar un comisionado a Lima para que arregle el asunto con  
aquel gobierno.47  
La actitud a la vez amigable que enérgica terminó por lograr  
el resultado que esperaba. El 1 de abril, el coronel Santa Cruz le co-  
municó que sus tropas continuarían con la campaña y Sucre le ex-  
presó su gratitud. El 1 de abril el general colombiano Sucre escribe  
al general San Martín:  
4
4
6 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre …op. cit., p. 276  
7 Ibíd., p. 277-278  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
362  
Vida académica  
Vd. tuvo la bondad de honrarme sumamente en enero cuando puso a  
mis órdenes los cuerpos de Piura y Trujillo para la campaña de Quito;  
pero muy luego salió usted de Lima, y todo parece haber cambiado.  
Una contradicción de principios en las dos administraciones, me hace  
pensar que se ha querido perder la franqueza y la confianza, y en el  
dolor que me causa tan desagradable consideración, me queda sólo el  
consuelo que nosotros siempre unos mismos, inalterables en nuestras  
conductas, no hemos dado no sólo motivo, pero ni sospecha de que de-  
jemos de ser amigos de nuestros amigos.4  
8
Sobre el retiro de las tropas le expresa:  
Yo he creído, mi general, deber oponerme a ella porque la he calculado  
absolutamente contraria a nuestros recíprocos intereses; pues, como he  
dicho al coronel Santa Cruz, todas las órdenes tienen su aplicación por  
las circunstancias (…) Después del interés público yo no puedo ser in-  
diferente, mi general, a la falta de delicadeza en dar directamente ór-  
denes de movimiento al jefe de una división que Vd. ha puesto a mi  
49  
mando.  
Ese mismo día escribe al ministro de relaciones internacio-  
nales del Perú, informándole con absoluta franqueza de los aconte-  
cimientos provocados por la intención de retirar las fuerzas  
peruanas, asumiendo él la totalidad de la responsabilidad por el in-  
cumplimiento de la orden dada por su gobierno y liberando de cual-  
quier responsabilidad al coronel Santa Cruz. En una parte de la  
misiva asegura:  
Por fortuna estas contestaciones en nada han alterado la unión y la ar-  
monía entre nuestros jefes, oficiales y tropa, que cordialmente dedica-  
dos a destruir el enemigo no piensan sino en el término que dé la  
libertad a Quito, asegure al Perú su tranquilidad por el Norte y conso-  
lide la amistad con que la república le ofrece a sus hijos y sus más caros  
bienes para concluir luego la guerra con los españoles que opriman  
algún pueblo americano.50  
4
4
5
8 Ibíd., p. 280  
9 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre …op. cit., p. 280  
0 Ibíd., pp. 281-282  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
363  
Vida académica  
El 3 de abril Sucre informa de los acontecimientos al Liber-  
tador:  
Continuadas las turbaciones en Guayaquil a pesar de nuestro deseo de  
conciliarlas y urdidas allí y fomentadas nuevas maquinaciones contra  
nuestros intereses , ya somos autorizados para pensar siempre mal, y  
con desconfianza Así que fundado en los acontecimientos pasados y  
en la intempestiva orden de ahora que viene con otras de separar del  
mando de los cuerpos al coronel Urdaneta (hijo de Colombia), al mayor  
Lavalle amigo íntimo nuestro, indicado el relevo del mismo coronel  
Santa Cruz que se ha manifestado de nuestro afecto y, en fin, de otros  
incidentes sumamente alarmante, al tiempo de que también hemos te-  
nido cartas de Lima asegurando la tranquilidad de que gozan allí y la  
disolución progresiva del enemigo.  
Yo he juzgado que la retirada de esta División no tiene otro fin que lle-  
varla a Paita; protestar allí que se han acabado los peligros de Lima, y  
embarcarla seguidamente a Guayaquil. Allí parece que han convocado  
una junta de diputados de la provincia, en la cual el gobierno intriga  
por una declaración contra nosotros… Esta consideración me llevó a  
decir al señor coronel Santa Cruz que la división no se iba y estoy re-  
suelto a que nunca se vaya hasta que venga el Numancia en los térmi-  
nos prevenidos.  
Por otra parte al recibir las primeras comunicaciones del señor coronel  
Santa Cruz llamé a los jefes de los cuerpos del Perú (excepto uno) y  
todos me protestaron obedecer mis órdenes con tal que los cubriese  
ante su gobierno; y por tanto, las órdenes que di a los comandantes de  
51  
Granaderos y Trujillo han hecho pesar sobre mi toda responsabilidad.  
El 5 de abril escribe al general Santander una larga misiva  
informándole de los acontecimientos que ha tenido que sortear y,  
entre otros temas se lamenta:  
forzado a mantener éstas (las tropas peruanas) con excesivos sueldos  
íntegros y sin tener yo fondo alguno para nada: obligado a hacer sentir  
a los pueblos diferencia en el gobierno cuando estos no sienten sino el  
bien material y del momento, y yo tengo que exprimirle los restos de-  
solados que le dejaron los españoles para sacarle la subsistencia y pa-  
gamento de las tropas; necesitado de atraer su opinión particular hacia  
51 Ibíd., pp. 288-289  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
364  
Vida académica  
Colombia para cubrirnos en esta Provincia fronteriza de las intrigas de  
52  
Guayaquil y de las sugestiones del Gobierno del Perú (…).  
Rumbo a Pichincha  
En la misma misiva al presidente Santander, le anuncia:  
Mañana continuarán la marcha los cuerpos y yo los sigo en tres días.  
El 19 nos habremos visto con el enemigo o habremos ocupado Rio-  
bamba, cuyo punto, por su posición en el país es importantísimo. Mi  
estada aquí, 45 días ha sido muy útil. He reforzado los cuerpos; los he  
vestido; se han reposado y siempre he molestado al enemigo. De 2000  
infantes que tengo, los 1.400 son regulares y los demás así así. De 400  
caballeros, los 200 son muy buenos jinetes y soldados, aunque no he  
conseguido muy buenos caballos. Tengo además, en instrucción, 500  
reclutas que se aumentarán hasta 800 para reemplazarlos. En fin, la di-  
visión está en bonito estado, y si las órdenes tan ligadas del General  
para mis operaciones, yo podría quizá estar muy cerca de Quito (...)5  
3
El 6 de abril, escribe al ministro de Marina y Guerra, coronel  
Pedro Briceño Méndez, esta vez sobre la situación de sus fuerzas:  
El comandante Cestari con 200 hombres se encontraba ubicado en la  
retaguardia del dispositivo español, cortando sus comunicaciones con  
Quito. En las inmediaciones de Riobamba, se ubicaban el escuadrón  
Dragones con 100 efectivos, reforzado por 100 Granaderos a caballo, al  
mando del coronel Ibarra, además del Batallón Yaguachi con 260 hom-  
bres y el Batallón Trujillo con 500 efectivos. El 7 de abril, iniciaría la  
marcha el Batallón Piura con 400 hombres ‘pasables’; el 8, el Paya con  
6
00 plazas, el Albión con 200, el segundo escuadrón de Caballería, y  
cuatro piezas de Artillería. Esperaba llegar a Riobamba entre el 15 y 16  
de abril y estar en condiciones de dar batalla. Su información sobre las  
tropas realistas era que en aquella ciudad se encontraba medio Batallón  
Aragón con 400 hombres, el Constitución con 300, la Guardia presiden-  
cial con 300 y cuatro escuadrones de Caballería con un total de 500. En  
suma, 1500 hombres.54  
52 Ibíd., p. 296  
53 Epistolario quítense del gran Mariscal Antonio José de Sucre …op. cit., p. 296  
54 Ibíd., p. 298  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
365  
Vida académica  
El informe del coronel Antonio Morales, Jefe de Estado  
Mayor de la División colombiana, destaca los méritos de los escua-  
drones de Dragones y Granaderos; la buena disposición de los bata-  
llones Albión, Paya y Trujillo; describe al Yaguachi como mediana-  
mente disciplinado, pero sin experiencia de combate; y señala como  
los de menor preparación, al Batallón Piura y al escuadrón Cazadores  
a caballo, compuestos en gran parte por reclutas. La Artillería sólo  
contaba con 4 piezas de campaña de calibre de dos y de cuatro, y casi  
no existían caballos para las unidades de esa arma.  
Mientras Sucre se prepara para tomar la ciudad de Rio-  
bamba, el 7 de abril de 1822 se escenificó la Batalla de Bomboná en  
la cual, Bolívar se tomó el campo de batalla a costa de la pérdida de  
la mitad de sus hombres: 1000 bajas del Ejército patriota, frente a 250  
de los realistas. El comandante español, Basilio García, consciente de  
las ventajas alcanzadas, replegó con sus tropas hacia el sitio deno-  
minado Guaca. Las puertas de Pasto siguieron cerradas para el Li-  
bertador. En esas condiciones, la suerte de la libertad de la Audiencia  
de Quito dependería del éxito de lo que pudiesen hacer las fuerzas  
comandadas por el general Sucre.  
Ignorando estos acontecimientos avanzaban las tropas pa-  
triotas para liberar la ciudad de Riobamba; pero las fuerzas realistas  
eludieron nuevamente dar batalla y continuaron su repliegue hacia  
la ciudad de Quito, protegida su retaguardia por la caballería que no  
pudo eludir el combate. Relata Jorge Salvador Lara:  
La confrontación se produjo, al fin, el 21 de abril, en las goteras de Rio-  
bamba y terminó en feroz choque, en la llanura de Tapi, entre las caba-  
llerías realista y patriota. Los escuadrones de uno y otro bando hicieron  
prodigios de valor, inclusive en más de una ocasión se ordenó de parte  
y parte el célebre “vuelvan caras” que siempre originaba épicos en-  
cuentros.55  
El general Sucre, en su informe enviado desde Riobamba al  
gobierno nacional, destacó el desempeño del coronel Ibarra, perte-  
neciente a los Dragones de Colombia, el valor heroico del coronel  
55 Jorge Lara Salvador, Breve Historia Contemporánea del Ecuador, EFE, México, 2010, p. 92  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
366  
Vida académica  
Lavalle y el distinguido comportamiento del mayor Ruiz, el capitán  
Sovervit y los tenientes Latus y Olmos.  
El 29, salieron las fuerzas patriotas de Riobamba y llegaron  
a Ambato el 30 de abril. Allí fueron recibidas con entusiastas demos-  
traciones de gratitud. Continuaron luego su marcha hasta Latacunga,  
a donde llegaron el 2 de mayo de 1822. Mientras descansaban y se  
reorganizaban las unidades, incorporando nuevos reclutas de la  
zona, el día 12 de mayo se presentaron los coroneles José María Cór-  
dova y Hermógenes Maza, con dos Compañías del Alto Magdalena,  
llegados a Cuenca el día 8 de abril, en tan malas condiciones, que les  
56  
tomó mucho tiempo recuperarse y ponerse operativas.  
Aymerich había organizado sus fuerzas en el sector del nudo  
de Tiopullo, haciéndose fuerte en las quebradas de Jalupana y la Viu-  
dita. Sucre decidió evadirlos y siguió por la ruta del río Pita hacia  
Los Chillos. El día 17, descansaron las tropas en la hacienda del co-  
ronel Vicente Aguirre, cercana a Sangolquí. Allí llegó el general José  
Mires, prisionero de los españoles desde la derrota de Huachi, que  
había logrado fugarse. Sucre, olvidando errores y agravios antiguos,  
le nombró comandante de la División colombiana. El día 20, la fuerza  
patriota marchó hacia Quito y alcanzó una zona de vivac en Puen-  
gasí. El 21, descendió a la llanura de Turubamba y el 22, ubicó su  
puesto de mando en la población de Chillogallo. El 23 de mayo,  
Sucre avanzó hacia la ciudad, con la idea de provocar la batalla cam-  
pal, pero las fuerzas españolas se mantuvieron bien protegidas en  
sus fuertes posiciones. Decidió, entonces, realizar una maniobra de  
rodeo para obligar al enemigo a dar la batalla al norte de la urbe, que  
no se encontraba fortificada.57  
Amanecía el 24 de mayo y el ejército patriota se encontraba  
a mitad del camino, cuando iniciaron los combates. Por la naturaleza  
del terreno, Sucre tuvo que emplear sus unidades gradualmente. Las  
operaciones se escenificaron entre profundos barrancos y densos ma-  
torrales. La posición dominante de los patriotas favoreció la manio-  
5
6 Edison Macías Núñez, El Ejército en las guerras de la independencia, Tomo II, Producción gráfica,  
Quito, 2007, pp.47-50. Ver en: https://cehist.mil.ec/images/2021/202.pdf (28-10-2022)  
7 Ibíd., p. 36  
5
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
367  
Vida académica  
bra táctica y alcanzaron la victoria. La capitulación exigida a Ayme-  
rich fue más que honrosa, propia del noble corazón de Sucre. Las  
tropas españolas salieron del Panecillo con honores de guerra; los  
oficiales conservaron sus espadas, caballos y equipajes; Aymerich  
quedó en libertad de salir de Quito, junto con su familia y con todas  
las consideraciones; designó al coronel Juan Illingworth para que  
conduzca al derrotado General y a los otros prisioneros por Guaya-  
quil, hasta Panamá, donde el intendente cumplió con todos los com-  
promisos acordados.  
El mismo 25 de mayo, Sucre escribió al ministro de Estado y  
Relaciones Exteriores del Perú, coronel Bernardo Monteagudo:  
La victoria esperó ayer a la División libertadora con los laureles del  
triunfo sobre las faldas del Pichincha. El Ejército español que oprimía  
estas provincias ha sido completamente destruido en un combate en-  
carnizado, sostenido por tres horas. En consecuencia esta capital y sus  
fuertes están en nuestras manos, después de una capitulación que tu-  
vimos la generosidad de conceder a los vencidos... A la vista del primer  
pueblo que proclamó su libertad, ha terminado la guerra de Colombia  
por una batalla célebre, que ha dado a la República el tercer día de Bo-  
yacá... Esta gloriosa jornada, marcada por la sangre de quinientos ca-  
dáveres enemigos, y con trescientos de nuestros ilustres soldados, ha  
producido sobre el campo mil cien prisioneros de tropa, ciento setenta  
jefes y oficiales, catorce piezas de Artillería, mil setecientos fusiles, for-  
nituras, cornetas, cajas de guerra, banderas y cuantos elementos poseía  
el Ejército español.58  
El 6 de julio, Sucre informó al general Santander sobre la sa-  
lida de la División peruana, hacia su país, luego de cubrir “sus in-  
mensos gastos”. En Guayaquil, Los miembros de la Junta Superior  
de Gobierno informaron de la victoria, el 9 de junio, mediante un bo-  
letín, con el siguiente texto:  
Conciudadanos: Las fuerzas unidas del Perú, Colombia y Guayaquil  
han roto al fin las pesadas cadenas, que arrastraban nuestros hermanos  
en la segunda capital de los Incas; y aunque los tiranos las habían afian-  
58 Eduardo Romero Mendoza, Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, Ministerio de Defensa, Vene-  
zuela, sin año, p.8 3  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
368  
Vida académica  
zado en los enormes montes y profundas quebradas de aquel país, ellas  
han sido deshechas a la presencia de los hijos de la Libertad.  
Las aguas del Plata, Magdalena, Rímac y Guayaquil se reunieron; for-  
maron un torrente, que escalando el Pichincha ahogaron en su falda a  
la tiranía. Esas aguas han hecho reflorecer el árbol de la Libertad, re-  
gando el 24 de mayo a la hermosa Quito, y confirmando que la Aurora  
del 9 de octubre, que rayó nuestro horizonte, fue la aurora del brillante  
día en que la libertad, con arte majestuoso, debía pasearse sobre las or-  
gullosas cimas de los Andes.  
Guayaquileños: Cuando nos propusimos ser libres no podíamos dejar  
gemir en la opresión a los pueblos que nos rodeaban; la empresa era  
grandiosa, y los tiranos miraron con desdén nuestro noble arrojo.  
¡
Crueles! Ellos, creyeron que vuestra sangre, que tres veces corrió en  
Guachi y Tanisagua, debilitaría y extinguiría la llama de vuestro amor  
patrio; pero se hizo más viva; y mientras vuestros hijos, hermanos y  
amigos corrieron a las armas, doblamos los esfuerzos y todos nuestros  
recursos fueron empleados para conducir en nuestro auxilio a los hijos  
de la inmortal Colombia.  
Los libertadores del Perú no pueden ver con indiferencia nuestra  
suerte, y coronados de los laureles, que arrancaron en Lima, vuelan in-  
fatigables a nuestra defensa: así de ambos extremos vino la Libertad a  
vivificar sus cenizas en el centro que vio nacer en 809, dejando a este  
Pueblo la satisfacción de haberle abierto la senda por donde burlase el  
formidable Juanambú.  
Guayaquileños:  
Quito es ya libre: vuestros votos están cumplidos; la provincia os lleva  
por la mano al templo de la paz, a recoger los frutos de vuestra con-  
fianza y de vuestros sacrificios.  
Un pueblo tan digno de ser libre, lo será sin duda; y reposando bajo la  
sombra del opulento Perú y de la heroica Colombia, llenaremos la pá-  
gina que nos toca en los fastos de la historia americana, y cumpliremos  
los grandes destinos a que estamos llamados.  
Para acelerar esta época feliz, el Gobierno, viendo asegurada la inde-  
pendencia de este pueblo y deseando asegurar del mismo modo su li-  
bertad civil, por medio de la representación general, que es el más  
precioso de todos los derechos de un pueblo libre; prepara la reunión  
del Colegio Electoral, para que dé una forma estable a las instituciones  
que se adoptaron entonces y para devolverle cuanto antes y sin men-  
gua el grave depósito de la autoridad, que nos confió desde el principio  
de la transformación.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
369  
Vida académica  
Conciudadanos y amigos:  
En vuestra sola felicidad está el premio de las fatigas, que hemos su-  
frido por la Patria.  
Sed moderados y virtuosos; vivid siempre cordialmente unidos y seréis  
siempre libres y felices. Bajo los auspicios de la Libertad y con la pro-  
tección de los grandes Estados, que nos rodean, se abre una carrera in-  
mensa a la prosperidad de este hermoso y rico Pueblo, que será  
llamado por todas las naciones de la tierra, La Estrella del Occidente.  
59  
Guayaquil, junio 9 de 1822. Olmedo. Jimena. Roca.  
El 16 de junio, arribó a Quito el Libertador. Informado de los  
hechos de la Batalla de Pichincha, ascendió póstumamente a Calde-  
rón al grado de Capitán y decretó que su sueldo fuera entregado a  
su madre. La Compañía del Batallón Yaguachi, a la que perteneció  
Calderón, no volvería a tener Capitán y, en las revistas de tropas, al  
mencionarse su nombre, la unidad habría de contestar: “Murió glo-  
riosamente en Pichincha, pero vive en nuestros corazones”. La tra-  
dición se mantiene hasta la actualidad en el Ejército ecuatoriano, tal  
y como lo dispuso Bolívar.  
El 11 de julio, Bolívar llegó a Guayaquil. Conforme consta en  
la representación de Padres de Familia, publicada en El Patriota de  
Guayaquil, la población del Puerto se adhirió entusiasta a la incor-  
poración a Colombia. Tres años después, Bolívar escribió en Lima  
sobre la Batalla de Pichincha:  
La campaña que terminó la guerra en el sur de Colombia fue dirigida  
y mandada en persona por el general Sucre; en ella mostró su talento  
y virtudes militares, superó dificultades que parecían invencibles; la  
naturaleza le ofrecía obstáculos, privaciones y penas durísimas. Mas a  
todo sabía remediar su genio fecundo. La batalla de Pichincha consumó  
la obra de su celo, de su sagacidad y de su valor. Entonces fue nom-  
brado, en premio de sus servicios, general de división e intendente del  
departamento de Quito. Aquellos pueblos veían en él su libertador, su  
amigo; se mostraron más satisfechos del jefe que les era destinado que  
60  
de la libertad misma que recibían de sus manos.  
59 José Joaquín Olmedo, Aurelio Espinosa Pólit, editor, José Joaquín Olmedo: Poesía Prosa, Editorial  
J. M. Cajica Jr, México, 1960, pp. 463-465  
60 Eduardo Romero Mendoza, op. cit., p. 90  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
370  
Vida académica  
Como se puede deducir de este relato, la magistral conduc-  
ción política, estratégica de un comandante sagaz, delicado a la vez  
que enérgico, según las circunstancias, hizo posible, en el momento  
crucial que le correspondió enfrentar en los últimos días de marzo y  
primeros de abril de 1822, que esta victoria fuera posible. Bolívar ex-  
hausto después de la batalla victoriosa de Bomboná, ya no podía li-  
berar a Quito y toda la responsabilidad y la gloria del comando de  
la batalla de Pichincha quedaron para Sucre y sus tropas, entre éstas  
los más de 500 soldados que fueron reclutadas en las provincias de  
Cuenca y Loja, además de las guayaquileñas, peruanas, bolivianas,  
británicas, chilenas y argentinas que concedieron a esa gesta el título  
inmortal de ‘la Batalla de las Naciones’.  
Colofón  
El 29 de mayo de 1822 Quito se incorporó a la Gran Colom-  
bia y el 25 de junio de 1824 se sancionó la Ley de División Territorial.  
Inmediatamente de lograda la independencia, autoridades peruanas  
reclamaron derechos sobre las regiones de Quijos y Mainas. Luego  
de complejas negociaciones, se celebró el Tratado Mosquera –Mon-  
teagudo, el 6 de julio de 1822.  
Parecía haberse solucionado el problema, cuando el presi-  
dente del Departamento de Trujillo, ordenó al Gobernador de Jaén,  
provincia quiteña por siglos, que convoque a elección de diputados.  
Frente a la enérgica protesta de Colombia, retornaron las negociacio-  
nes y el 18 de diciembre de 1823 se firmó el convenio Mosquera Gal-  
deano, que Bolívar se negó a firmar por considerarlo vago e  
impreciso.  
Llegó, en ese ambiente de discordia, el año 1826 con nuevos  
reclamos de Perú sobre Mainas y Jaén. Colombia se vio obligada a  
lanzar un ultimátum. En respuesta, en 1828 Perú se tomó Guayaquil  
dando inicio a la guerra que culminó con la victoria colombiana en  
la Batalla de Tarqui del 27 de febrero de 1829. Apenas cuatro años  
después de la victoria patriota en Ayacucho comenzaban a deli-  
nearse, mediante guerras fratricidas, las fronteras de los nuevos Es-  
tados.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
371  
Vida académica  
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nada y Virreinato de Perú, Tomo V, Universidad de León, León- Ba-  
dajoz, 2001.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
372  
Vida académica  
Documentos  
Epistolario quitense del gran Mariscal Antonio José de Sucre (2004), DMQ, Ar-  
chivo Metropolitano de Historia, Quito.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
373  
Vida académica  
EL PERÚ Y EL ESFUERZO GUAYAQUILEÑO  
POR LA INDEPENDENCIA DE QUITO  
1
Jorge Ortiz Sotelo  
La independencia hispanoamericana fue un largo proceso  
que dio origen al surgimiento de varios Estados sobre la base de las  
antiguas reparticiones administrativas virreinales, con algunas mo-  
dificaciones puntuales. A partir de ello se fueron construyendo iden-  
tidades nacionales a través de un complejo proceso que inicialmente  
confrontó ideas en torno a la patria chica –el pueblo, la provincia, la  
región– y la patria grande –la hispanoamericana–.  
La campaña que culminó con la independencia de Quito fue  
un claro ejemplo de dicho proceso, participando en ella fuerzas re-  
alistas e independentistas en las que militaron peninsulares, criollos,  
mestizos, esclavos, libertos e indígenas, además de extranjeros de  
muy variada procedencia, todos ellos luchando por lo que creían lo  
mejor para la que consideraban su patria.  
La guerra de independencia hispanoamericana fue, en esen-  
cia, una larga guerra civil, en la que, unos más rápidos que otros, y  
paulatinamente los pueblos fueron abandonando el fidelismo por  
optar por la independencia. En este proceso también participó un  
número considerable de mujeres, de toda condición social, unas  
conspirando y apoyando a las fuerzas combatientes con recursos e  
informes, y otras siguiendo a las tropas en marcha para atender a  
sus hombres, tanto en lo referente a las comidas, como curándolos  
cuando enfermaban o estaban heridos.  
1
Doctor Ph.D en Historia por la Universidad de Saint Andrews, Escocia; posee una maestría  
en Estrategia marítima, en la Escuela Superior de Guerra Naval; estudios de Historia Marítima  
e Imperial Británica, Queen Mary College, Universidad de Londres. Es profesor principal, en  
la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, UNMSM y presidente del instituto Peruano de  
Economía y Política.  
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374  
Vida académica  
La campaña que culminó en la independencia de Quito ha  
sido objeto de varios estudios, tanto en lo relativo al contexto en que  
se llevó a cabo como a las operaciones militares propiamente dichas.  
La presente ponencia se centrará en la participación peruana en la  
misma, particularmente en quienes formaron parte de los iniciales  
esfuerzos guayaquileños, e incluirá alguna información sobre la di-  
visión que, al mando de Santa Cruz, actuó en territorio ecuatoriano  
durante 1822.  
Abordar el tema de las mujeres resulta infinitamente más  
complejo, pues hay un lamentable silencio en las fuentes. No obs-  
tante, lo menciono porque es una deuda que aún tiene la historio-  
grafía no solo sobre la independencia sino sobre buena parte del  
devenir de nuestros pueblos.  
La organización previa  
Veamos primero la organización de las fuerzas en contienda,  
tema que requiere algunas precisiones. Si bien el ejército español,  
que fue el modelo militar que siguieron las fuerzas independentistas,  
consideraba regimientos de infantería y caballería, fueron pocos los  
regimientos que llegaron o se organizaron en América, siendo lo  
usual que las unidades comprometidas fuesen batallones de infan-  
tería, cada uno con ocho compañías, una de ellas de cazadores y otra  
de granaderos; y escuadrones de caballería, conformados por dos  
2
compañías.  
Las unidades que defendieron la causa real hasta 1814,  
cuando España se liberó de la presencia francesa y pudo enviar fuer-  
zas peninsulares a América, fueron las existentes localmente, forma-  
das por unas cuantas regulares y numerosas milicias. Dichas fuerzas  
enfrentaron a las que se fueron formando en diversos puntos del con-  
tinente, que, en el caso que acá atañe, combatieron bajo banderas  
guayaquileña, colombiana, peruana y argentina.  
2
Cristóbal Espinoza Yépez, Batalla de Pichincha, operaciones militares, Centro de Estudios Histó-  
ricos del Ejército, Quito, 2019, pp. 28-30.  
Teodoro Hidalgo y otros, El ejército en la República, siglo XIX, 1, Comisión permanente de His-  
toria del Ejército, Lima, 2005, p, 77.  
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375  
Vida académica  
Todas estas fuerzas perdieron efectivos por enfermedades y  
deserciones, así como muertos, heridos y prisioneros que tuvieron  
en diversos enfrentamientos, a lo largo del periodo independentista.  
Las bajas eran repuestas con pobladores locales, desertores o prisio-  
neros del bando contario. De ese modo, con el correr del tiempo, las  
unidades llegaban a tener en sus filas una mezcla de nacionalidades,  
y aunque la ausencia de datos hace difícil saber con precisión su  
composición exacta, algo se ha podido extraer de la información dis-  
ponible.  
Veamos primero el caso de las unidades realistas. Las fuerzas  
que estuvieron presentes en la batalla de Pichincha fueron los bata-  
llones de infantería Aragón, con 580 plazas; Cazadores de Constitu-  
ción, 368 hombres; y Tiradores de Cádiz, 487 efectivos. Se hallaban  
en Quito, pero no participaron en la acción, el batallón Cataluña, con  
3
00 hombres; los escuadrones de caballería Dragones de la Reina Isa-  
bel, 92 hombres; Guardia del Presidente, 87 efectivos; Húsares de  
Fernando VII, 76 efectivos, y Dragones de Granada, 84 hombres; así  
como un grupo de artillería de montaña, con 120 artilleros, ni los 150  
hombres que guarnecían el fortín del Panecillo. . Algunas de estas  
unidades habían combatido en Venezuela y Nueva Granada, a órde-  
nes del brigadier Pablo Morillo, sufriendo pérdidas diversas, al  
punto que durante la campaña de Pichincha estaban formadas en su  
gran mayoría por americanos, aunque los peninsulares aún eran ma-  
3
yoría en el Tiradores de Cádiz.  
La oficialidad realista también tuvo americanos, como el ve-  
nezolano Nicolás López de Aparicio, quien como coronel asumió el  
mando de esas fuerzas tras la pérdida de Riobamba y fue jefe del es-  
tado mayor de las tropas que combatieron en Pichincha bajo las ban-  
4
deras reales, asentándose luego en Quito; y el colombiano Manuel  
María Martínez de Aparicio, coronel jefe de estado mayor del ejército  
en Pichincha, quien después de la derrota realista, pasó a Lima  
donde se incorporó al ejército y llegó a ser general de brigada.  
3
4
Julio Albi de la Cuesta, Banderas olvidadas: el ejército realista en América, Ediciones de la Cultura  
Hispánica, Madrid, 1990, p.328.  
Germán Leguía, Historia de la emancipación del Perú: El Protectorado, V, Comisión Nacional del  
Sesquicentenario, Lima, 1972, p. 408 y 453.  
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376  
Vida académica  
Aunque no he podido determinar lugar de nacimiento, hubo  
algunos otros oficiales realistas que, tras la capitulación que siguió a  
la batalla optaron por quedarse en América. Entre los que pidieron  
pasar al Perú se encontraban el ya mencionado Martínez de Apari-  
cio, el coronel inspector Joaquín Germán, peninsular que había vi-  
vido en Piura pero falleció en Quito a consecuencia de sus heridas;  
el también peninsular coronel Bartolomé Salgado Ruiz, comandante  
5
del Cataluña, pasó a Lima y fue deportado en 1823; el teniente co-  
ronel Baltasar Nieto Polo, que pasó a Trujillo con un criado; Ángel  
Agustín Galup, a Lima con un criado; el teniente Pascual Elzaurdi a  
Piura; y el Dr. Luis José González y Rivera, con familia y criados a  
Lambayeque. El teniente coronel Juan Nepomuceno Muñoz y Plaza,  
natural de Santiago de Chile y oidor de la disuelta audiencia de  
Quito, fue autorizado a pasar a Chile con su familia, pero se encon-  
traba en Lima en 1823 y después de la derrota final realista en Aya-  
6
cucho emigró a España. A Bogotá pasaron Mateo del Pino y Juan  
del Biso; a Cuenca el coronel Antonio Arteaga, y a Guayaquil el sar-  
7
gento mayor Pedro Tola.  
Poco después que Guayaquil proclamara su independencia,  
el 9 de octubre de 1820, se formó la llamada División Protectora, que  
con algo más de 1500 hombres fue puesta al mando del coronel Luis  
Urdaneta, teniendo como segundo al coronel León Febres Cordero,  
8
ambos de Maracaibo y antiguos oficiales del batallón Numancia.  
El batallón Granaderos de Reserva, formado inicialmente en el  
Cusco y arribado a la ciudad en mayo de ese año, había tenido un  
papel importante en la independencia guayaquileña y sirvió de base  
para los batallones 1° y 2° de Libertadores, al mando de los mayores  
5
6
7
Felipe De la Barra, Asuntos militares, 2, Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Inde-  
pendencia del Perú, t.6, 1971-1973, pp. 462-463.  
Real Academia de la Historia, Juan Nepomuceno Muñoz y Plaza. Ver en: https://dbe.rah.es/  
biografias/71341/juan-nepomuceno-munoz-y-plaza (08-11-2022)  
Germán Leguía, Historia…op. cit., p. 453.  
Fernando Jurado, La noche de los libertadores, Instituto Andino de Artes Populares del Convenio  
Andrés Bello, Quito, 1991, p. 122.  
Manuel C. Bonilla, Epopeya de la libertad, 1820-1824: reminiscencias históricas de la independencia  
del Perú, Volumen 2, Imprenta americana, Lima, 1922, p.12  
8
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377  
Vida académica  
Antonio Farfán e Hilario Álvarez, ambos cusqueños, curaca el se-  
9
gundo, en cuyo honor se nombró una calle en Guayaquil.  
También se organizó el batallón Voluntarios de la Patria, al  
mando del teniente coronel Ignacio del Alcázar Argudo, peruano de  
madre quiteña. Después de la batalla de Huachi, este batallón pasó  
a formar el Yaguachi; y en febrero de 1822, a pedido de Sucre, se or-  
ganizó un nuevo batallón Voluntarios de la Patria, destinado a de-  
fender la ciudad, unidad que quedó al mando del referido teniente  
10  
coronel Alcázar.  
El escuadrón Daule fue aumentado y su mando fue asumido  
por el teniente coronel peninsular José Matías Tirapegui; los batallo-  
nes Cívicos, a órdenes del de igual grado José María de la Peña, pa-  
saron a ser el Vengadores; y el teniente coronel Dionisio de Acuña,  
1
1
tomó el mando del Defensores de la Patria. También se contó con una  
pequeña fuerza de artillería, que en marzo de 1821 contaba con 171  
12  
hombres.  
Ninguna de estas unidades tomó parte en la batalla de Pi-  
chincha, pero entre los oficiales del Voluntarios de la Patria, además  
de su ya mencionado jefe, se ubican al menos al capitán chileno  
Ramón Vásquez de Noboa, jefe de la 1ª compañía, y al peruano Justo  
Rivera, capitán de la compañía de granaderos. En febrero o marzo  
de 1821 aparecen en el Defensores de la Patria los ya mencionados pe-  
ruanos Alcázar y Rivera, como segundo jefe y capitán de la 3ª com-  
pañía, respectivamente, antes de pasar a organizar el Voluntarios;  
así como el cusqueño Antonio Farfán, como capitán de la 2ª compa-  
9
Ricardo Márquez y Tapia, Natalicio de Bolívar y biografía del general Antonio Farfán, Tipografía  
Universidad, Cuenca, 1936  
Camilo Destruge, Historia de la revolución de octubre y campaña libertadora de 1820-22, Imprenta  
Eizeviriana de Borrás, Barcelona, 1920, p. 197.  
0 Camilo Destruge, op. cit., p. 197.  
1
Eduardo Estrada, “Historia de la bandera de octubre de 1820”, en Boletín de la Academia Na-  
cional de Historia, XCVIII, n° 203, pp. 261-290, 2020, pp. 277-278.  
Isaías Toro, Batallones ecuatorianos en la independencia, Imprenta América, Quito, 1940, pp. 10-  
11, lista a los oficiales de este nuevo Voluntarios, entre los cuales es posible que haya otros  
peruanos, además de Alcázar y Rivera.  
1 Camilo Destruge, op. cit., p. 197.  
Manuel C. Bonilla, op. cit., pp. 11-12.  
2 Isaías Toro, op. cit., p. 10.  
1
1
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
378  
Vida académica  
ñía. Tras el arribo de Antonio José de Sucre a Guayaquil, se reforzó  
el escuadrón Daule, quedando al mando del teniente coronel vene-  
zolano Cayetano Cestari, con el alemán de igual grado Federico Rash  
como segundo. La 1ª compañía estuvo al mando del capitán Trinidad  
Morán, venezolano que luego prestaría notables servicios en el Perú,  
y al menos dos extranjeros más, los tenientes Carlos Weber y José  
Antonio Troyano. El mando de la 2ª compañía recayó en el capitán  
chileno Ramón Allende Garcés, figurando también el teniente co-  
13  
lombiano Demetrio Alfaro.  
El primer esfuerzo guayaquileño por liberar Quito estuvo a  
cargo de la ya mencionada División Protectora, participando los dos  
batallones del Libertadores, el Vengadores, los Voluntarios de la Patria,  
los Defensores, el Daule y un pequeño grupo de artillería. Esta fuerza  
triunfó en Camino Real, el 9 de noviembre de 1820, pero fue derro-  
tada y prácticamente destruida en Huachi el día 22 del mismo mes.  
Disfrutaron pocos días del triunfo.  
Entre una y otra acción, la Junta de Gobierno de Guayaquil  
designó comandante general de la Provincia y presidente de la junta  
de guerra al coronel arequipeño Juan de Dios Araujo, jefe del antiguo  
batallón Granaderos de Reserva, en reemplazo del de igual grado Gre-  
gorio Escobedo, asumiendo ese cargo el 10 de noviembre; siendo a  
su vez reemplazado el 26 de diciembre por el coronel huaracino To-  
ribio de Luzuriaga. Poco duró en el cargo Gregorio Escobedo, pues  
el 5 de enero se embarcó hacia el Perú, dejando el mando militar en  
14  
manos del coronel Manuel Torres Valdivia. Parte de esta fuerza, al  
mando del teniente coronel argentino José García, marchó sobre  
Guaranda y fue derrotada el 3 de enero de 1821 en la batalla de Ta-  
15  
nizahua, perdiéndose casi completamente.  
1
1
3 Isaías Toro, op. cit., pp. 11 y 16.  
4 Rocío Rosero, “José Joaquín Olmedo y Guayaquil: 1820-1822”, Biblioteca de la Independencia,  
III, Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, Quito, 2021, pp. 9-85, p.14.  
Camilo Destruge, op. cit., p. 240.  
15 Carlos Vivanco, “El Ecuador en la independencia de América”, en Boletín de la Academia Na-  
cional de Historia, XXI, n° 58, pp. 177-210, 1941, p. 188.  
Édison Macías, Historia general del ejército ecuatoriano, t. II, Centro de Estudios Históricos del  
Ejército, Quito, 2007.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
379  
Vida académica  
Luego que a principios de mayo de 1821 arribara el general  
Antonio José de Sucre, con fuerzas colombianas, y tras lograr que  
Guayaquil se pusiera bajo la protección de Colombia, inició la reor-  
ganización de las fuerzas independentistas. Estando en ese proceso,  
el 17 de julio el teniente de fragata Ramón Oyague se pronunció por  
el rey y, al frente de varias cañoneras atacó el puerto, defendido por  
el mayor Farfán, y logró apoderarse de la corbeta Emperador Alejan-  
dro. Las cañoneras fueron apresadas, pero la corbeta logró salir al  
golfo de Guayaquil y dirigirse al norte, en procura de alcanzar Pa-  
namá. Dos días después, en Babahoyo, el teniente coronel Nicolás  
16  
López, al mando del 1er batallón Libertadores, hizo un pronuncia-  
miento similar y procuró alcanzar Quito, aunque perdió a la mayor  
parte de su fuerza en ese intento. Natural de Venezuela, López servía  
en las fuerzas realistas cuando fue capturado en Machache en no-  
viembre de 1820, convenciendo a la junta que lucharía por la causa  
17  
independentista.  
A mediados de agosto de 1821 Sucre inició una nueva cam-  
paña, en la que participaron dos batallones guayaquileños, el 2° del  
Libertadores (400) y el Voluntarios de la Patria (300), un escuadrón de  
Dragones (100) y una compañía del Vengadores (100). Con esa fuerza  
logró derrotar a los realistas en Yaguachi, el día 19 de agosto de 1821,  
pero al avanzar hacia Quito sufrió una severa derrota en Huachi, el  
1
2 de septiembre de 1821. En esta acción se distinguieron varios jefes,  
entre ellos el teniente coronel Ignacio de Alcázar, al mando del bata-  
18  
llón Libertadores. Las pérdidas fueron sustantivas, sumando más de  
00 los muertos, de 600 los heridos y medio centenar de prisioneros,  
7
entre ellos el general José Mires, segundo de Sucre.  
En su trabajo sobre los batallones ecuatorianos en la inde-  
pendencia, Isaías Toro Ruiz identifica, con sus lugares de origen, a  
1
45 combatientes en la primera batalla de Huachi, entre los cuales  
16 La unidad que tiene nombre propio es el Libertadores, las subunidades, 1er y 2° batallón, así  
como sus compañías, no tiene nombre propio.  
17 Camilo Destruge, op. cit., pp. 269-273.  
Ricardo Márquez y Tapia, op. cit., p. 13.  
Manuel Antonio López, Recuerdos históricos de la guerra de independencia. Colombia y el Perú  
(1819-1826), Editorial América, Madrid, 1919, pp. 75-77.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
380  
Vida académica  
hay 3 peruanos, 2 españoles, 1 colombiano, 1 venezolano y 1 argen-  
tino; y a 106 en la segunda, entre ellos 5 peruanos, 8 venezolanos, 7  
colombianos, 2 ingleses, 2 irlandeses, 2 españoles, 1 alemán y otros  
19  
extranjeros. Sin perder el ánimo por la derrota de Huachi, y apro-  
3
vechando una tregua acordada con los realistas, Sucre reorganizó  
nuevamente sus fuerzas, contando para ello con nuevas tropas co-  
lombianas. Como parte de ese proceso, en febrero formó el batallón  
Yaguachi, en base a los 160 hombres que quedaban del Voluntarios y  
20  
a los 150 de una columna denominada Tiradores, formada por cos-  
teños, poniéndolo al mando del teniente coronel venezolano Carlos  
María Ortega, del antiguo Numancia. El batallón, formado bajo ban-  
dera colombiana, aumentó su fuerza a 357 hombres en Cuenca, y en  
Pichincha se presentó con 450, formando parte del mismo el ya men-  
21  
cionado sargento mayor Antonio Farfán.  
No se sabe a ciencia cierta cuántos peruanos hubo en el Ya-  
guachi, pero en setiembre u octubre de 1822 encontramos que el cabo  
1
° Manuel Rojas, de la 4ª compañía, pidiendo ser pasado a alguna  
22  
unidad peruana por ser nacido en Lima. Debió haber varios otros,  
pues si bien el Granaderos de Reserva había sido disuelto, sus hom-  
bres, predominantemente cusqueños, debieron pasar a algunas de  
las unidades formadas por el gobierno guayaquileño.  
Mientras Sucre reorganizaba sus fuerzas, a principios de fe-  
brero de 1822 llegaron las fragatas españolas Prueba y Venganza, y la  
corbeta Emperador Alejandro, que se había unido a las primeras en  
23  
Atacames. Las fragatas se habían visto obligadas a dirigirse a Aca-  
pulco en 1820, cuando el Callao quedó bloqueado, debiendo, igual-  
mente, abandonar el puerto mexicano antes de que volviera a caer  
1
1
2
8 Camilo Destruge, op. cit., p. 284.  
9 Isaías Toro, op. cit., pp. 12-15 y pp. 22-24.  
0 Una columna es un modo de formación de tropa o de otras unidades militares que marchan  
una tras otra, ordenadamente. Más información en: El Ejército Popular Republicano. Ver en:  
https://web.archive.org/web/20051226042403/http://www.sbhac.net/Republica/Fuer-  
zas/EPR/EprB/Columnas.htm (09-12-2022)  
2
2
2
1 Ibidem, pp. 28-29.  
Rocío Rosero, op. cit., p. 17.  
2 Gustavo Pons Muzzo y Alberto Tauro, Primer Congreso Constituyente, vol. 1, Comisión Na-  
cional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, Lima, 1973, p. 185.  
3 Camilo Destruge, op. cit., p. 307.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
381  
Vida académica  
en manos de los independentistas. Tras una breve estada en Panamá,  
ya pronunciada por la independencia, su situación era realmente de-  
sesperada, pues la limitada cantidad de víveres disponibles hacía  
imposible alcanzar Manila o Río de Janeiro, y seguir navegando a la  
espera de arribar a otro puerto americano era arriesgarse a perder  
los buques en manos de Cochrane o de un nuevo motín, como el que  
24  
había tenido que enfrentar en Panamá.  
No tenemos información sobre lo sucedido en la división es-  
pañola en esos días, pero presumimos que su jefe, el capitán de navío  
José Villegas, debió convocar a los pocos oficiales que aún le queda-  
ban para debatir sus opciones, en las que no dejaron de pesar las vin-  
culaciones familiares que muchos de ellos y sus tripulantes tenían  
en el Callao y Lima. Lo cierto es que el 15 de febrero de 1822 Villegas  
y el general Francisco Salazar, representante diplomático peruano,  
aprobaron un acuerdo mediante el cual las dos fragatas y la corbeta  
Emperador Alejandro fueron entregadas al gobierno peruano a cambio  
de cubrir los sueldos de sus tripulaciones, atrasados desde octubre  
de 1820, además, pagar a España cien mil pesos cuando reconociera  
la independencia americana, repatriar a los oficiales y tripulantes  
que desearan hacerlo, y ascender a los que quisieran permanecer al  
servicio del nuevo Estado. Producida la entrega, la Prueba zarpó  
hacia el Callao el 25 de febrero, incorporándose al servicio naval pe-  
ruano como Protector, mientras que las otras dos naves quedaron en  
Guayaquil, donde pocos días después arribó Cochrane y se generó  
una tensa situación sobre posesión de las dos naves. Eventualmente,  
la Venganza pasó al servicio colombiano bajo el nombre de Guayas, y  
25  
la segunda fue devuelta a su propietario.  
Concluido el armisticio entre Bolívar y Morillo a mediados  
de enero de 1822, en el marco del periodo trienal español, las opera-  
ciones sobre Quito se reiniciaron el 22 de ese mes.  
2
4 Mariano Felipe Paz Soldán, Historia del Perú independiente: Primer Periodo 1819-1822, Volumen  
, Lima, 1868, pp. 219-221a, 1868, pp. 219-221  
1
25 Camilo Destruge, op. cit., p. 309.  
Jorge Ortiz, La Real Armada en el Pacífico Sur. El Apostadero Naval del Callao, Bonilla Artigas  
editores / UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, México, 2015. pp. 369-380.  
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382  
Vida académica  
Las unidades colombianas que iniciaron esa campaña fueron  
las siguientes: batallones de infantería Albión, con 200 hombres al  
mando del teniente coronel John Macintosh; Yaguachi, inicialmente  
con 260 al mando del coronel Ortega; Paya con 570 a órdenes del co-  
ronel José Leal; y Alto Magdalena, con 200, al mando del teniente co-  
ronel José María Córdova. La caballería, al mando del coronel Diego  
Ibarra, estaba formada por el escuadrón de Dragones del coronel Ca-  
yetano Cestaris, con 150 efectivos, y el de Lanceros del teniente coro-  
nel Federico Rach, con 100, a los que se sumaban las dotaciones de 4  
piezas de artillería. Los integrantes de estas unidades provenían de  
las actuales repúblicas de Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador y  
Perú, e incluían a irlandeses, ingleses y escoceses reunidos en el ba-  
26  
tallón Albión.  
Tal como sucedió con el ejército realista, las unidades de ca-  
ballería y artillería no participaron activamente en la batalla de Pi-  
chincha.  
Las primeras fuerzas peruanas en arribar a Saraguro, el día  
de febrero de 1822, fueron la compañía de cazadores del Trujillo y la  
9
de granaderos del Piura, siendo seguidos al final de la tarde por otras  
dos compañías del primero. Dos días después llegaron otros 180  
hombres del Trujillo, al mando del sargento mayor Félix Olazábal;  
seguidos por otros 250 de la misma unidad con el coronel Luis Ur-  
daneta. El 14 llegó Santa Cruz con los 112 hombres del escuadrón  
27  
del Granaderos a Caballo, y 125 del primero de Cazadores del Perú.  
Al salir de Saraguro el ejército aliado sumaba unos 1700  
hombres, confiando en recibir unos 300 más. El estado de la caballe-  
ría era penoso, pues se hallaba prácticamente desmontada por haber  
sufrido mucho las bestias tanto en el tránsito desde Guayaquil como  
desde Piura. De los cinco batallones con los que contaban Sucre, tres  
estaban bien disciplinados, el Yaguachi lo estaba a medias y el Piura  
estaba formado mayoritariamente por reclutas, al igual que el escua-  
28  
drón de Cazadores.  
26 Isaías Toro, op. cit., pp. 39-44.  
27 Manuel C. Bonilla, op. cit., pp. 293-296.  
28 Ibidem, p. 296.  
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383  
Vida académica  
Las unidades peruanas que tomaron parte en la acción de Pi-  
chincha fueron las siguientes: batallones de infantería n°2, también  
conocido como Trujillo, formado por trujillanos y lambayecanos, con  
5
4
20 hombres al mando del coronel bonaerense Félix Olazábal; y n°  
, conocido como Piura, con 454 efectivos, al mando del teniente co-  
ronel argentino Francisco Villa; los escuadrones de caballería de Gra-  
naderos a Caballo, argentino de origen y al mando del teniente coronel  
Juan Lavalle, con 124 hombres; el Cazadores montados de Trujillo, con  
1
00 hombres, al mando del coronel Antonio Sánchez; y el Cazadores  
montados de Paita, con 100 hombres al mando del sullanero José  
Félix Jaramillo; y un pequeño grupo de artillería con 83 individuos  
al mando del capitán alsaciano Adolfo Klinger.  
29  
El uniforme de las unidades peruanas era chaqueta azul y  
pantalón del mismo color con franja blanca, variando el color de la  
vuelta y el cuello de la siguiente manera: n°2 verde, n°4 aurora, 1°  
de cazadores vuelta verde y cuello aurora, colores invertidos en el  
30  
2° de cazadores, artillería vuelta aurora y cuello verde.  
La división peruana fue reforzada en Cuenca por unos 200  
hombres enviados desde Piura, que incluían al jefe del batallón n°4,  
a 56 hombres que al mando del teniente argentino Florentino Are-  
nales conformaban “el segundo escuadrón de cazadores, aunque muy bajo,  
porque ha tenido muchas deserciones, lo mismo que la compañía de May-  
nas”, cuyos 58 hombres fueron destinados a servir de base para la  
compañía de cazadores del Piura, batallón al que se destinó también  
31  
al capitán Gaspar de Manterola y al subteniente Joaquín Torrico.  
También se reclutó gente local, como señaló Santa Cruz en  
una carta que envió a Arenales desde Cuenca, indicando que el Tru-  
jillo estuvo acantonado en Alausí “de donde puede sacar 200 hombres  
con orden que tiene, y el batallón Piura espera de Loja y aquí mayor número.  
2
9 A principios de diciembre de 1821 el n° 2 tenía 582 hombres, el de Piura 423, el 1er escuadrón  
de cazadores a caballo de Piura 182, y el 2° 113. Granaderos a caballo 123. Archivo del Museo  
Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, Álvarez de Arenales al ministro  
de Guerra y Marina, Piura 28/1/1822.  
3
0 Edison Macías Núñez, Testimonios para la Historia. La Victoria del Cenepa, Instituto Geográfico  
Militar, Quito, 2010, p.21. Ver en: https://issuu.com/ceheesmil/docs/testimonios_la_vic-  
toria_ del_cenepa (09-11-2022)  
31 Manuel C. Bonilla, op. cit., p. 272 y p.275.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
384  
Vida académica  
Los escuadrones son los que tienen puestas sus esperanzas solo en los ene-  
32  
migos, porque no hay reclutas a propósito para ellos”. Finalmente, otra  
fuente importante de efectivos fueron los desertores realistas, entre  
33  
ellos algunos oficiales, que a fines de marzo eran ya siete.  
La primera acción en la que participó la fuerza peruana tuvo  
lugar el 8 de marzo, cerca de Riobamba, en la llanura de Guamote,  
en un lugar llamado Totorillas, cuando la vanguardia, constituida  
por 26 cazadores montados de Paita, al mando del teniente Manuel  
Latus, y 35 dragones colombianos, batió a unos 200 dragones que  
formaban la avanzada de las fuerzas realistas del coronel Carlos  
Tolrá. La caballería aliada tuvo 8 heridos, mientras que los realistas  
tuvieron 2 muertos, algunos heridos y 20 dispersos, siendo tomados  
1
2 prisioneros, así como 25 carabinas y 32 lanzas. En reconocimiento  
a la participación de este escuadrón, tras la batalla de Pichincha Bo-  
lívar propuso al gobierno peruano cambiar su nombre a Granaderos  
de Riobamba.  
34  
El 21 de abril de 1822, en el combate de Riobamba, se distin-  
guieron los granaderos argentinos y los dragones colombianos, co-  
rrespondiendo a los cazadores peruanos perseguir a la fuerza realista  
del coronel Nicolás López, que había reemplazado a Tolrá en el  
3
5
mando. No he encontrado mayores detalles sobre dicha persecu-  
ción ni información sobre bajas sufridas, y aunque no está claro que  
36  
papel tuvo el Yaguachi, también se señala su participación.  
El 19 de mayo, cuando el ejército unido se encontraba en las  
proximidades de Quito, se presentó el general José Mires que, nacido  
32 Ibidem, p. 270.  
Germán Leguía, op. cit., p. 408.  
Manuel Antonio López, op. cit., p. 93.  
Miguel Arturo Seminario Ojeda, Historia de Sullana, Municipalidad Provincial, Sullana, 1994,  
p. 130.  
Felipe De la Barra, op. cit., pp. 116-117, 263 y 265  
3 Manuel C. Bonilla, op. cit., p. 274.  
4 Ibidem, pp. 269-270 y 315-316.  
3
3
Germán Leguía, op. cit., pp. 410-411  
3
5 Manuel C. Bonilla, op. cit., p. 278. Archivo del Museo Nacional de Arqueología, Antropología  
e Historia del Perú, ms. 1284, Copia del informe de Andrés Santa Cruz sobre la ocupación  
de Riobamba por las divisiones unidas, Riobamba 22/4/1822.  
6 Ricardo Márquez y Tapia, op. cit., p. 13.  
3
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
385  
Vida académica  
en España pero partidario de la independencia desde hacía varios  
años, había sido capturado en la segunda batalla de Huachi. Sucre  
37  
lo puso al mando de la división colombiana.  
En la batalla de Pichincha, la división peruana tuvo 91 muer-  
tos y 67 heridos, encontrándose entre los primeros el capitán José  
Durán de Castro y el alférez Domingo de Mendoza del batallón  
38  
Piura; y entre los segundos el capitán Juan Eligio Alzuru.  
Los realistas tuvieron 402 muertos y 193 heridos, cayendo  
prisioneros 160 oficiales y 1100 clases y soldados. Al menos 46 de los  
oficiales prisioneros optaron por dirigirse a España, mientras que los  
demás fueron autorizados a permanecer en distintas partes de Amé-  
rica, entre los cuales no faltaron los que se unieron o apoyaron los  
esfuerzos del virrey La Serna en el Perú. Muchos de los clases y sol-  
dados americanos fueron incorporados a las unidades colombianas  
y peruanas, siendo entre 300 y 500 los que recibió Santa Cruz para  
39  
cubrir sus bajas.  
Entre los 234 combatientes en Pichincha identificados por  
Toro, encontramos 30 peruanos, 41 colombianos, 5 españoles, 14 ve-  
nezolanos, 7 panameños, 7 argentinos, 2 bolivianos, 2 irlandeses, 10  
ingleses y 11 de otros países, incluso un ruso. Entre los que dicho  
autor no identifica se encontraba el capitán tucumano José Segundo  
Roca, del Cazadores a caballo del Perú, quien fue ascendido a sar-  
gento mayor por haber conducido el parte de Santa Cruz a San Mar-  
4
0
tín. También participó en esta acción el varias veces mencionado  
41  
Antonio Farfán, sargento mayor del Yaguachi.  
Estas cifras son solo representativas, pues ciertamente las  
fuerzas comprometidas fueron casi diez veces mayores. En las uni-  
37 Manuel Antonio López, op. cit., p. 117.  
3
8 Reynaldo Moya Espinoza, “Capítulo VIII: Los Piuranos y la Victoria de Pichincha”, Gesta  
emancipadora, tomo IV. Ver en: https://www.geocities.ws/gestaemancipadoraperu/capi8.  
html (09-11-2022)  
Manuel C. Bonilla, op. cit., p. 153, Durán dejó descendencia en Pacasmayo.  
9 Julio Albi de la Cuesta, op. cit., p. 321.  
3
Manuel Antonio López, op. cit., p.125.  
Germán Leguía, Historia…op. cit., p. 453.  
0 Felipe De la Barra, op. cit., p. 73.  
4
41 Ricardo Márquez y Tapia, op. cit., pp. 14-15.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
386  
Vida académica  
dades peruanas, formadas mayoritariamente por los actuales depar-  
tamentos de Tumbes, Piura, Lambayeque y La Libertad, hubo tam-  
bién cajamarquinos, cusqueños, limeños, sanmartinenses y,  
ciertamente, ecuatorianos de diversas regiones.  
Entre los fallecidos, presumiblemente piuranos, figuran los  
42  
hermanos José y José Santos Albújar; y entre los lambayecanos el  
sargento Manuel Salcedo, del Trujillo, “quedó tendido en el suelo, des-  
pedazado a machetazos, por haberse metido él solo, con su fusil, entre las  
filas españolas”. Pese a ello, Salcedo sobrevivió y aún estaba vivo en  
1
846, “dando con su presencia una prueba elocuente de aquella sangrienta  
función de armas”. Otros sobrevivientes en aquel año eran el teniente  
Francisco Vargas Machuca, el sargento 1° paiteño Francisco Alvarado  
43  
Ortiz y el soldado José María Cruz.  
La batalla de Pichincha concluyó hacia el mediodía, y poco  
después los vencedores ingresaron a la ciudad de Quito, siendo la  
primera unidad en hacerlo el batallón Trujillo, seguido por las otras  
44  
unidades peruanas y luego por las colombianas. Pocas horas des-  
pués, Aymerich capitulaba, disponiendo que las fuerzas a su mando  
cesaran la lucha, lo que incluía a las unidades que se habían dirigido  
hacia Pasto y las que allí resistían al avance de Bolívar, al mando del  
coronel Basilio García.  
A la par de reorganizar sus fuerzas y atender a los heridos,  
la división peruana fue objeto de varios agasajos y reconocimientos,  
tanto por parte del propio Sucre como del cabildo y de las autorida-  
des eclesiásticas de Quito. Bolívar, que ingresó a la ciudad el 16 de  
junio, dispuso diversas recompensas para la fuerza peruana, entre  
ellas el ascenso a general de brigada colombiano para Santa Cruz y  
el reconocimiento como ciudadanos beneméritos de Colombia a  
45  
todos los que la conformaron.  
El 31 de mayo, tras concluir la campaña, la división peruana  
fue completada con 6 oficiales de otros cuerpos, 362 soldados realis-  
tas prisioneros y 6 desertores realistas, en total 374 hombres. Los ofi-  
4
4
4
4
2 Archivo General de la Nación, Lima, H4, libro 2, f. 199.  
3 Manuel C. Bonilla, op. cit., pp. 153-154.  
4 Germán Leguía, op. cit., p. 451  
5 Ibidem, pp. 467-468.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
387  
Vida académica  
ciales destinados al batallón Piura fueron el capitán guayaquileño  
Antonio Elizalde y los alféreces Manuel Lara y Toribio Segura; y al  
escuadrón de Cazadores el teniente Pabón y los alféreces Ángel Costa  
y P. León Bolaños. De ese modo, el batallón n° 2 quedó con 30 oficiales  
y 712 soldados; el batallón n° 4 con 27 oficiales y 477 soldados, los  
Granaderos a Caballo con 8 oficiales y 123 soldados y los Cazadores con  
1
6 oficiales y 292 soldados. Con esos efectivos, Santa Cruz salió de  
Quito los primeros días de julio con dirección a Guayaquil, dejando  
2 heridos que aún no se habían recuperado. Tras una penosa mar-  
1
cha, y habiendo sufrido varias bajas en el tránsito, la división se em-  
barcó hacia Puná, donde, por orden de San Martín hubo algunos  
ajustes en la conformación de las unidades. La tropa del batallón n°2  
pasó a completar el n° 4, recibiendo 251 reemplazos locales remitidos  
46  
por Bolívar y 82 del n° 4.  
Concluida la entrevista de San Martín con Bolívar, llevada a  
cabo los días 26 y 27 de julio de 1821, la división peruana se dirigió  
47  
a Paita, siendo seguida poco después por las unidades colombianas  
que participarían en la independencia peruana. En ellas hubo nume-  
rosos ecuatorianos, que según algunos cálculos habían llegado a  
unos 3000 hombres sirviendo en diferentes cuerpos colombianos,  
los mismos que jamás volvieron a su terruño por muerte, o porque se los  
48  
devolvió a Colombia y Venezuela”.  
El mayor cusqueño Farfán también participó en las campa-  
ñas sobre Pasto de 1822 y 1823, esta última dirigida por el general  
Bartolomé Salom, combatiendo al mando del Yaguachi en Anganoy  
y de Catambuco, en agosto y setiembre de 1823; así como en Ati-  
49  
canse, en marzo del siguiente año.  
4
4
6 Archivo General de la Nación, Lima, OL 39, caja 51, docs. 285 y 287.  
7 Miguel Arturo Seminario, op. cit., p. 131.  
Germán Leguía, op. cit., p. 475.  
Archivo General de la Nación, Lima, OL 39, caja 51, doc. 285.  
8 Isaías Toro, op. cit., introducción.  
9 Ibidem, pp. 30-32.  
4
4
Simón O’Leary, editor, Memorias del general O’Leary, t. xx, El Monitor, Caracas, 1883, pp. 338-  
3
39.  
Ricardo Márquez y Tapia, op. cit., p. 15.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
388  
Vida académica  
Como ya se señaló, hay poca información sobre la participa-  
ción femenina en esta campaña, y la que hay se refiere esencialmente  
a la guayaquileña Rosa Campusano y a la quiteña Manuela Sáenz,  
vinculadas a San Martín la primera y a Bolívar la segunda. Pero cabe  
mencionar a Rosa Montufar, quien ayudó al ya indicado general José  
50  
Mirés a escapar de Quito. Pero, como ya se señaló, las fuerzas re-  
alistas e independentistas debieron haber estado seguidas por un  
número proporcional de mujeres, conocidas usualmente como: ra-  
bonas en el Perú y juanas o huarichas en Ecuador. Independiente-  
mente del bando en el que servían sus hombres, afrontaron las  
dificultades propias de los desplazamientos, las inclemencias del  
clima y los inciertos momentos de los enfrentamientos, luego de los  
cuales curaban a los heridos, consolaban a los moribundos y alimen-  
taban a los sobrevivientes. Si bien no conocemos sus nombres, estas  
anónimas colombianas, ecuatorianas y peruanas merecen ser recor-  
dadas.  
El esfuerzo de Guayaquil por la independencia de Quito fue,  
como se señaló al inicio, un ejemplo del complejo proceso llevó al  
surgimiento de nuestras repúblicas, en el que participaron hombres  
y mujeres de muy variada procedencia, entre ellos muchos peruanos,  
combatiendo por lo que consideraban su patria grande. Aquello fue  
el inicio de la forja de identidades nacionales en torno a los Estados  
que se formaron en medio de enormes sacrificios.  
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BOLETÍN ANH Nº 208-A  
391  
Vida académica  
OLMEDO Y EL 9 DE OCTUBRE DE 1820.  
UN MOVIMIENTO DE LA MODERNIDAD  
EN EL MARCO DE LA GLOBALIZACIÓN  
Rocío Rosero Jácome1  
José Joaquín Olmedo es un personaje clave para la formación  
del Ecuador como Estado, para América Latina en el contexto del  
cambio de gobierno monárquico al gobierno democrático y, para  
Guayaquil es el líder indiscutible de su autonomía. Este personaje  
llamó mi atención hace muchos años cuando estudiante en la PUCE  
de Quito. Mi director de tesis Dr. Jorge Villalba Freire, S.J., jefe del  
Departamento de Historia y director del Archivo Museo Juan José  
Flores, puso en mis manos las fotocopias inéditas de sus cartas co-  
rrespondientes al periodo republicano de 1830 a 1845. La lectura de  
las cartas de Olmedo me acercaron al ser de este hombre, a conocerlo  
en sus altibajos, en la cumbre del apasionamiento y en la hondura  
de la decepción. Olmedo fue un hombre excepcional, un estratega  
continental, un político talentoso, un erudito de las letras y de las  
leyes. En 1994, producto del trabajo universitario, se publicó el libro  
Olmedo, político, patriota o desertor…? Ahora, después de varias déca-  
das es para mí un honor referirme a Olmedo desde la historia global  
y en el marco de la modernidad.  
1
Rocío Rosero Jácome: Doctora en Historia y Licenciada Ciencias de la Educación, por la Pon-  
tificia Universidad Católica del Ecuador, PUCE; Magister en Docencia para Instituciones de  
Educación Superior, por la Escuela Politécnica Nacional del Ecuador, EPN; Miembro de Nú-  
mero de la Academia Nacional de Historia, Miembro de la Red de Historiadores Europeos  
Latinoamericanistas, AHILA, Miembro del Grupo: Trabajo Intelectual, Pensamiento y Moder-  
nidad en América Latina, TIPMAL, Miembro de la Asociación Internacional de Estudios In-  
teramericanos IAS, Miembro Correspondiente Extranjero de la Academia Nariñense de  
Historia y Miembro Correspondiente Extranjero de la Academia Dominicana de Historia. Do-  
cente de la Universidad Internacional del Ecuador, Escuela de la Relaciones Internacionales.  
Directora de Investigación Fundación JANUS. Editora, jefa de Publicaciones de Academia Na-  
cional de Historia de Ecuador.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
392  
Vida académica  
Es conocido el 9 de octubre de 1820 como fecha recordatoria  
de la independencia de Guayaquil; empero, hoy quisiera aportar a  
resolver la interrogante ¿Por qué sucedió y por qué fue un movi-  
miento de la modernidad en el marco de la globalización? Para res-  
ponder esta cuestión es necesario revisar el marco geopolítico de  
fines del siglo XVIII. Así, en el mundo que hoy llamamos de Occi-  
dente, se distinguían en bullente competencia por el poder y la cap-  
tación de mercados: España, Inglaterra y Francia. La ideología en  
boga era el mercantilismo e inicial capitalismo. Este tiempo marcó  
el comienzo y desarrollo de la Revolución Industrial o punto de quie-  
bre en la historia o periodo que permite reflexionar en todos los as-  
pectos de la cotidianidad modificados por la industria, la generación  
de excedentes agrícolas, la migración campo-ciudad, la urbaniza-  
ción, la neocolonización a través del comercio, entre otros aspectos.  
El contexto internacional geopolítico del siglo XVIII  
La última centuria de la época colonial fue una etapa muy  
convulsionada en la vida de Europa y América, marcada por las gue-  
rras terrestres y marítimas de España. Eran choques militares de es-  
cuadras y soldados que pugnaban por obtener ingresos de las ricas  
colonias ultramarinas. Inglaterra extendía su frente de guerra a las  
colonias del Caribe y del Pacífico pertenecientes a los Virreinatos es-  
2
pañoles de Lima y Santa Fe. La guerra por tierra entre Inglaterra y  
España inició comenzando el siglo por la entronización de Felipe V,  
primer rey Borbón. Tras la muerte de Carlos II sin descendencia.  
3
Comenzó su gobierno en 1701 y lo ejerció por casi medio siglo. Su  
4
ingreso al trono desencadenó la llamada Guerra de Sucesión. El  
Tratado de Utrech (1713-1715) concedió a Felipe V, –nieto le Luis XIV-  
el trono de España a cambio de perder territorios estratégicos: los  
2
3
Ricardo Cappa y Manescao: Estudios Críticos acerca de la dominación española en América. Parte  
tercera: La Industria naval, Madrid, 1894  
Tras la muerte de Carlos II Habsburgo, sin descendencia, Luis XIV buscó que su nieto Felipe  
de Anjou ocupara el trono de España. En: Jiménez, María y Muñoz, Antonio [2015, 8 de junio]  
“La Guerra de Sucesión”. Historia del España. https://historiaespana.es/edad-moderna/gue-  
rra-de-sucesion (19-06-2022)  
Carmen Sanz Ayans, La Guerra de Sucesión Española, AKAL,Yuncos-Toledo, España, 2006.  
4
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
393  
Vida académica  
Países Bajos, Milán, Nápoles y Cerdeña que pasaban a Austria; Sicilia  
al duque de Saboya; e Inglaterra se apoderaba de Menorca y Gibral-  
tar. Por este tratado se rompió el monopolio comercial de la Corona  
española en favor de Inglaterra; así, Inglaterra se convertía en árbitro  
5
de la política continental, junto a Francia y Austria.  
La modernidad y sus impactos  
Ferrer, compara la tecnología y economía de la península  
ibérica con las de Inglaterra y Holanda en el siglo XVIII. Se expresó  
en estos términos: “Portugal y España, estaban al margen del proceso de  
modernización (…) Las naciones ibéricas nunca lograron vincular su  
expansión de ultramar con procesos endógenos de transformación y  
6
crecimiento”.  
Por las Reformas Borbónicas de 1778, España  
implementó la libertad de comercio que provocó el ingreso  
indiscriminado de mercancías europeas. La industria textil quiteña  
7
se arruinó, González Suárez indica: “Los obrajes habían caído en ruina  
y el comercio de exportación (…) que se llevaban a Lima, donde ya no se  
8
vendían al mismo precio que en otros tiempos”. Quito perdió el mercado  
de sus manufacturas y las ventajas de la exportación de sus textiles  
debido al ingreso de textiles extranjeros.  
La Audiencia, sin embargo, por las exportaciones de cacao,  
crecen sus ingresos de forma significativa en Guayaquil de 1780 a  
1
810. La corona aceptó liberalizar el comercio entre Nueva España y  
Guayaquil. Las Reformas Borbónicas le abrieron el tráfico a México.  
“El 5 de julio de 1774 los derechos aduaneros fueron reducidos del 8% al  
5
%. En 1776 el Virrey de Nueva Granada pedía que se incrementen las  
9
exportaciones de Guayaquil”. La población pasó de 22 445 habitantes  
5
La Guerra de Sucesión Española: https://www.hiru.eus/es/historia/la-guerra-de-sucesion-  
espanola (16-06-2022)  
6
7
Aldo Ferrer, El Primer Orden Económico Mundial: siglos XVI al XVIII. B.A.,1993, p.30.  
Juan, Jorge y Antonio de Ulloa, Noticias secretas de América, 2 vols. Madrid, 1982; Dionisio Al-  
sedo y Herrera, Descripción geográfica de la Real Audiencia de Quito, Madrid, 1915. Eugenio Santa  
Cruz y Espejo, “Voto de un ministro togado de la Audiencia de Quito” en Biblioteca Ecuatoriana  
Mínima, tomo xi, (Quito, 1960), págs.215-226. Pilar Ponce Leiva. “Relaciones histórico-geográ-  
ficas de la Audiencia de Quito (siglos XVI-XIX)”, vol. 30. tomo 11, Madrid, 1992.  
Federico González Suárez, Historia General de la República del Ecuador, vol. II, Quito, 1970, p.  
8
967 y ss.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
394  
Vida académica  
en 1775 a 72 492 en 1825, es decir, aumentó del 6.7% al 14% hubo un  
10  
fuerte flujo migratorio. La migración de la sierra a la costa se debió  
a la desestructuración del polo minero de Potosí al que Quito  
enviaba tejidos. “en 26 años (1762-1788) el tráfico mercantil disminuyó  
11  
en 51.2%, esto es a un ritmo anual de 1,9%”.  
La Modernidad y su evolución paulatina, constante, a la vez,  
determinante del conocimiento humano y sus aplicaciones se  
realizaron a través del método científico, del racionalismo y de la  
imaginación. Max Weber, advierte que la ética protestante vinculaba  
1
2
las creencias religiosas con el desarrollo capitalista. Sin embargo,  
en Quito, con otra perspectiva religiosa hubo producción  
13  
investigativa y publicación científica. No se aplicó a la producción  
por la dificultad de autorizaciones y paulatino desgaste económico.  
Tras la salida de los jesuitas se establece la Real, Pública y Secularizada  
Universidad de Santo Tomás de Aquino, dirigida por los dominicos con  
14  
el carácter de secular. El obispo José Pérez Calama, los ilustrados  
quiteños: Ascázubi, Espejo y Vergara, lograron del presidente de la  
Audiencia la autorización para el funcionamiento de una Sociedad de  
los Amigos del País, con simular objetivo que las existentes en España:  
15  
para el “desarrollo económico, científico y pedagógico. El director fue el  
Obispo José Pérez Calama que en el discurso inaugural explicó su  
finalidad: (…) fortalecer la artesanía, la agricultura, la industria y  
proyectar una mayor circulación monetaria en la Provincia, mediante el  
aprovechamiento de minas y acuñación de monedas, siguiendo el ejemplo  
de Inglaterra y de Holanda (…). 16  
9
Hugo Arias, “La economía de la real audiencia de Quito y la crisis del siglo XVIII”, Nueva His-  
toria del Ecuador, vol. 4, pp. 190-259, p. 217  
10 Ibid. p. 219  
11 Carlos Marchán “Economía y sociedad durante siglo XVIII”, Nueva Historia Ecuador, vol. 4,  
pp. 232-257, p. 249.  
1
1
1
2 Max Weber. The protestant etchic and the spirit of capitalism. Charles Scribner’s Sons. Nueva  
York, 1958.  
3 Ekkehart Keeding, Surge la nación. La ilustración en la audiencia de Quito, Banco Central, Quito,  
2
005.  
4 Ibid. Nota 843,: “Auto de Muñoz de Guzmán del 31-08-1791, dirigido a la Universidad…  
siendo la Universidad puramente secular como S.M. quiere, nada deben exigir los regulares  
de ella sino el premio de su sabiduría’.” p. 307  
5 Ibid. p. 516, Nota 1397  
6 Ibid. p. 516, Nota,1398  
1
1
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
395  
Vida académica  
En 1791 Pérez Calama propuso el primer programa de  
Reforma Universitaria que incluía el estudio de Historia, Economía  
17  
y Política. Para la época, estas asignaturas resultaban subversivas.  
También es necesario recordar que la primera Constitución Francesa  
se llamó Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.  
Además, que en Francia se estableció la Asamblea Nacional y la  
monarquía constitucional entre 1791-1792 y en Quito se conoció a  
pesar del Índice de libros prohibidos. También, Quito, vivía la división  
profunda entre los clérigos dominicos, un bando progresista y otro  
reaccionario en contra del Obispo Pérez Calama y de la Sociedad de  
Amigos del País, que fue clausurada el 11 de noviembre de 1793  
junto con su periódico, Primicias de la Cultura de Quito, dirigido por  
el secretario de la sociedad, Eugenio Espejo.  
José Joaquín Olmedo en el quiebre de la monarquía  
Don Agustín Olmedo se propuso dar a su hijo, José Joaquín  
una formación educativa esmerada, lo envió a Quito al Convictorio de  
San Fernando regentado por los dominicos, en cuyo claustro  
funcionaba, a la vez, la Real, Pública y Secularizada Universidad de Santo  
Tomás de Aquino. José Joaquín ingresó a la edad de 9 años en 1789,  
permaneció en Quito hasta 1792.18 Su padre decidió llevarlo de  
regreso, al parecer, por la polarización ideológica del claustro. Sus  
estudios en Lima cubren el periodo 1794-1808. Su tío Don José Silva  
y Olave, obispo de Huamanga, chantre de la catedral y Vicerrector  
del colegio de San Carlos, fue su tutor. José Joaquín estudió humani-  
1
7 Rocío Rosero Jácome, “El Obispo José Pérez Calama y los libros prohibidos en la Reforma  
Universitaria de Quito, 1790-1792: Su impacto en la ruptura del colonialismo”, Libros, ideas  
e imágenes prohibidos, pp. 47-74, p.62.  
1
8 El clero dominico estaba polarizado por la propuesta Reforma Universitaria, al punto que  
unidos a algunos franciscanos solicitaron la salida del Obispo Pérez Calama. Consideraban  
que era demasiado exigente con la verificación y aplicación de saberes y la validación de los  
conocimientos de los docentes en las asignaturas, en filosofía y latín a través de exámenes;  
también los curas que, por ignorancia, podían perder sus cargos. Los religiosos consideraban  
al Obispo subversivo debido a la implementación de las asignaturas de: Historia, Economía  
y Política y, por la exigencia del uso del razonamiento en lugar de la memorización y por re-  
alizar el ejercicio del debate para los estudiantes de Derecho, alejándose del Derecho Romano  
e implementando más el Derecho Indiano como instrumento de uso práctico en su cotidia-  
nidad.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
396  
Vida académica  
dades, filosofía y matemáticas. En la Real Universidad de San Marcos  
escogió la carrera de Derecho y, a la par, estudió Digesto, obtuvo su  
grado doctoral en 1808 y el 27 de febrero de 1809 en Quito, obtuvo la  
19  
matrícula en el cuerpo de abogados del reino, tenía 29 años.  
Mientras tanto, en Madrid, la política borbónica del siglo  
XVIII e inicio del XIX era defensiva frente a Inglaterra. Carlos IV y  
su primado Godoy, firmaron el Tratado de Fontainebleau o alianza  
con Napoleón, contra Inglaterra, el 27 de octubre de 1807, así, España  
cedió el paso de tropas francesas a través de la península. Por otro  
lado, Inglaterra, lideraba la economía capitalista. España se veía muy  
afectada por “La presión de la industria británica sobre las colonias ame-  
ricanas”.2 Francia temía a la armada británica que amenazaba a su  
flota y sus colonias en el Caribe, y, además, porque Inglaterra se unía  
con Austria, Prusia y Rusia para enfrentar a Francia, por ello,  
Napoleón buscaba debilitarla.21  
0
José Joaquín Olmedo vivió en el último periodo de la mo-  
narquía. Estuvo en Quito, en febrero de 1809, y, en pocos meses más,  
proclamó su independencia. Aun antes, en su estancia limeña, por  
los periódicos de Europa se conocía del ingreso de las tropas france-  
sas a España el 27 de octubre de 1807. También se sabía del motín de  
Aranjuez el 17 y 18 de marzo de 1808. Este motín fue la protesta del  
pueblo español por las políticas de Godoy y de Calor IV. También  
fue una manifestación del resentimiento popular por los atropellos  
de las tropas extranjeras. Además, una nuestra social del disgusto  
por las disputas entre el rey Carlos IV y su hijo Fernando. Así mismo,  
que el pueblo de Madrid, el 2 de mayo de 1808, no logró expulsar al  
invasor francés. Esta revuelta fue sofocada a sangre y fuego. Y, que  
el 5 y 6 de mayo se produjeron las abdicaciones de Bayona en favor  
de José Bonaparte. El 19 de mayo el Emperador Napoleón convocó  
a la Diputación General de España para establecer una Constitución  
francesa para la península, misma que se expidió el 6 de julio de  
22  
808. Estos hechos, despertaron el nacionalismo hispano en todos  
1
1
2
2
2
9 Rocío Rosero Jácome, Olmedo, político, patriota o desertor … ? Eskeletra, Quito, 1994, pp. 14-18  
0 Enrique Ayala Mora, Lucha política y origen de los partidos en Ecuador, Quito, 1985, p. 23  
1 Chris McNab, Ejércitos de las guerras napoleónicas, Libsa, Madrid, 2010  
2 Ignacio Fernández Sarasola, Miguel Artola Gallego, La Constitución de Bayona 1808, Madrid,  
2007.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
397  
Vida académica  
sus territorios. Esta crisis inconcebible sorprendió a la Audiencia de  
Quito. Los americanos estaban prestos a tomar una doble iniciativa:  
combatir por el retorno del rey al trono o separarse del imperio. Los  
ilustrados quiteños pensaban que los gobernantes hispanos habían  
perdido su autoridad porque el poder quien les nombró ya no exis-  
tía; por lo tanto, la autoridad volvía al pueblo.  
El siglo XIX y el caos global  
Marcos Kaplan piensa que las guerras napoleónicas fueron  
una conflagración mundial con repercusiones globales. Estas guerras  
iniciaron en 1799 cuando Napoleón derrocó al Directorio y estructuró  
el Consulado, y tras la represión a Robespierre se proclamó empera-  
dor en 1804. Su propósito fue convertir a Francia en la primera  
potencia, Kaplan expuso lo siguiente:  
El conflicto napoleónico merecería ser llamado la Primera Guerra Mun-  
dial. Nunca antes dos grandes potencias y sus volátiles aliados habían  
movilizado sus sociedades de modo tan extenso para contender por el  
dominio sobre tan inmensa extensión de la superficie terrestre. Grandes  
batallas se dieron en las puertas de Moscú, en el Báltico, en la boca del  
Nilo, en Italia, Turquía y España, pero las reverberaciones se extendie-  
ron, (…) a China, Australia, y otras latitudes apenas mapeadas. El norte  
y el sur de América y la cuenca caribeña entre ambas, fueron arrastra-  
dos por las rivalidades y lealtades francesas e inglesas y vieron por  
ellas condicionadas sus políticas internas. Los nacionalismos locales  
fueron inflamados y manipulados de Chile a Irlanda... Todo ello en la  
larga lucha entre la Inglaterra Imperial y (…) Francia Jacobina y Bona-  
partista. (…) El asombroso tumulto global, que también implicó im-  
portantes batallas sobre religión e ideología, y que dio lugar a cambios  
convulsivos en el aparato tecnológico y científico disponible para hom-  
bres y gobiernos, es un contexto macrocósmico... El elemento decisivo  
en esta guerra fue el poder naval (…) Miembros de la Junta de Admi-  
nistración del Almirantazgo eran también importantes accionistas de  
23  
la East India Company... (Hitchens, passim).  
Volvamos a España y su secuencia de acontecimientos irre-  
23 Marcos Kaplan, Estado y Globalización, Universidad nacional Autónoma de México, México,  
2
008, pp. 107-108  
2
4 “Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812”, Las Crisis del Antiguo Régimen, Historiasi-  
gloXX.org (1-09-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
398  
Vida académica  
versibles de 1808: en mayo, el motín de Aranjuez, las abdicaciones  
de Bayona, y la convocatoria imperial para elaborar una Constitu-  
ción y su promulgación el 6 de julio de 1808; esto es, en 90 días había  
desaparecido el Imperio español. España era un volcán con intelec-  
tuales burgueses a favor y en contra. Para septiembre de 1808 los na-  
cionalistas tenían Juntas Provinciales que constituyeron la Junta  
Central que, asumió la totalidad de los poderes soberanos, en ausen-  
cia del rey legítimo. Esta Junta convocó a Cortes Extraordinarias en  
Cádiz. Esta convocatoria inició un proceso de transformación revo-  
lucionaria. En enero de 1810, la Junta Central se disolvió en favor de  
la Junta de Regencia que continuó la Convocatoria Extraordinaria a  
Cortes. Por primera vez se incluía a representantes ultramarinos pre-  
viamente electos en sus jurisdicciones. Estos representantes eran bur-  
gueses terratenientes, comerciantes adinerados e ilustrados cultos  
24  
procedentes, en su mayoría, de las ciudades comerciales del litoral.  
En la Audiencia, los quiteños eligieron su Junta Suprema e  
hicieron su pronunciamiento en la Sala Capitular de San Agustín el  
10 de agosto de 1809; sin embargo, Cuenca, Guayaquil, Popayán y  
otras ciudades la tildaron de traidora y se dispusieron a combatirla.  
Quito, como desleal y conspiradora, fue reprimida con la masacre  
del 2 de agosto de 1810. Guayaquil, en cambio, rechazó vivamente  
el pronunciamiento quiteño disfrutaba de prosperidad gracias a la  
exportación de cacao. Guayaquil “estaba amparada por las políticas li-  
brecambistas de la metrópoli que potenciaban el comercio internacional (…)  
25  
de 100.000 cargas exportadas en 1802, se elevó a 150.000 en 1809”. El 11  
de septiembre de 1810 Guayaquil nombró como su representante a  
las Cortes de Cádiz al Doctor José Joaquín de Olmedo, quien durante  
su estancia de estudios en Lima fue fervoroso Fernandista y lírico de  
la monarquía. En el periodo previo a su viaje a España, Olmedo ejer-  
ció durante 4 meses el cargo de Asesor de la Junta de Guerra que es-  
taba presidida por el Brigadier Don Joaquín Molina de Zuleta,  
presidente electo de la Audiencia de Quito. Se ocupaba de enviar tro-  
25 L. Espinosa y L. Achig, “Economía y Sociedad en el siglo XIX”, Nueva Historia del Ecuador,  
vol. 7, pp. 78-79  
6 Rocío Rosero Jácome, Olmedo Político … cit. p. 23  
2
27 Ibid., p. 25. Cfr. Aurelio Espinosa, Olmedo en la Historia y en las Letras, p. 40  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
399  
Vida académica  
pas a la sierra para evitar el avance de los patriotas quiteños a Gua-  
randa. Guayaquil, a través de la Junta de Guerra procuraba sofocar  
el movimiento patriótico y libertario que avanzaba.  
26  
Olmedo se embarcó el 27 de enero de 1811. Su compromiso  
para Guayaquil era solicitar la creación de un Consulado para tener  
libertad de comercio y un obispado para tener independencia ecle-  
siástica. Su viaje duró 8 meses, desembarcó en Cádiz el 11 de septiem-  
bre de 1811. Las Cortes recibieron sus credenciales el 2 de octubre. En  
el recinto parlamentario encontró a su antiguo compañero del Con-  
victorio de San Fernando, José Mejía Lequerica y a Don Manuel Matheu,  
conde de Puñonrostro, eran representantes de Quito. Olmedo fue de-  
signado a una secretaría de las Cortes y luego, el 13 de marzo de 1813  
fue nombrado miembro y secretario de la Diputación Permanente,  
por ello, su firma consta en el decreto del 2 de febrero de 1814 por el  
que se conmina al rey Fernando VII firmar la Constitución para ser  
27  
reconocido rey constitucional de España. De estos años de agitada  
vida política viene su experiencia parlamentaria.  
Napoleón y perspectivas monárquicas en América  
Volvamos a España de 1808. La Asamblea de notables  
españoles colaboró para la elaboración del Estatuto de Bayona  
propuesto por Napoleón, documento constitucional que apareció el  
28  
6
de julio de 1808. Ignacio Fernández señala que:  
A pesar de su carácter autoritario, el Estatuto de Bayona reconocía una  
serie de libertades dispersas por su articulado, entre las que destacan  
la libertad de imprenta, la libertad personal, la igualdad (de fueros,  
contributiva y la supresión de privilegios), la inviolabilidad del  
domicilio y la promoción funcionarial conforme a los principios de  
mérito y capacidad. (…) y daba al texto español un talante más liberal  
29  
que otros documentos napoleónicos, como los de Westfalia y Nápoles.  
Además, Napoleón asoció a su ideario constitucional,  
2
8 Estatuto de Bayona, de 6 de julio de 1808. Publicado en las Gaceta de Madrid de 27, 28, 29 y  
0 de julio de 1808  
3
29 Ignacio Fernández Sarasola, “La primera constitución española: El Estatuto de Bayona.” Re-  
vista de Derecho: División de Ciencias Jurídicas de la Universidad del Norte, Nº26, 2006, pp. 89-  
109  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
400  
Vida académica  
elementos característicos del territorio dominado. Reconoció la  
confesionalidad del Estado y, acepto “un sesgo más acorde con las  
instituciones españolas y con las pretensiones de sus élites intelectuales  
afrancesadas.3 Estas élites provenían del periodo de Carlos III  
denominado despotismo ilustrado. El Estatuto fue hábilmente  
concebido y aceptado por Napoleón porque consideraba las  
aspiraciones de la burguesía peninsular y ultramarina a través de la  
concesión de lo más preciado, la libertad y la igualdad, en el marco  
de inter-pares, en todos los territorios de España. Muchos españoles  
intelectuales ilustrados, afrancesados, apoyaron esta propuesta que  
flexibilizaba las comunicaciones y el comercio. Bayona acarició los  
0
31  
deseos del criollismo burgués ultramarino.  
Por qué la reunión de Cádiz?  
Esta reunión fue convocada por la burguesía ilustrada na-  
¿
cionalista hispana para: Defender España como nación y concepto  
sociocultural con una constitución propia. Además, las élites hispa-  
nas nacionalistas crean un concepto de mundo liberal hispano am-  
pliado, disociado de Francia. Además, popularizan los conceptos de  
Las Españas, y un imperio hispano, monárquico, burgués constitu-  
cional. La Constitución de Cádiz se promulgó el 19 de marzo de  
1
812, representó la construcción participativa de la metrópoli y sus  
32  
colonias. Ramón Solís, indica que asistieron 246 asambleístas. Los  
representantes de ultramar de tendencia autonomista eran los de:  
3
3
0 Ignacio Fernández Sarasola, “La primera constitución española: cit. p. 96  
1 Entre los artículos que muestran la participación de la burguesía y ultramar están los siguien-  
tes:  
Art. 87. Los reinos y provincias españolas de América y Asia gozarán de los mismos derechos  
que la Metrópoli.  
Art. 88. Será libre en dichos reinos y provincias toda especie de cultivo e industria.  
Art. 89. Se permitirá el comercio recíproco entre los reinos y provincias entre sí y con la Me-  
trópoli.  
Art. 95. Seis diputados nombrados por el Rey, (…) serán adjuntos en el Consejo de Estado y  
Sección de Indias. Tendrán voz consultiva en todos los negocios tocantes a los reinos y pro-  
vincias españolas de América y Asia  
Estatuto de Bayona, de 6 de julio de 1808. Publicado en las Gaceta de Madrid de 27, 28, 29 y  
3
0 de julio de 1808.  
3
2 Rocío Rosero Jácome, Olmedo Político … cit. p. 31. Cfr. Ramón Solís, El Cádiz de las Cortes,  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
401  
Vida académica  
Nueva España, Cuba, Centroamérica, Perú, la Banda oriental, Fili-  
pinas, Puerto Rico y el Reino de Quito. Los opuestos al autonomismo o  
serviles eran los representantes de: Río de la Plata, Chile, Paraguay,  
parte de Nueva Granada y parte de Venezuela. Lucena advierte que:  
la mayoría de los representantes americanos criollos eran monarquistas,  
33  
pero no absolutistas”. El preámbulo de la Constitución y primeros  
artículos señala:  
Don Fernando Séptimo, por la gracia de Dios y la Constitución de la  
Monarquía española, Rey de las Españas, y en su ausencia y cautividad  
la Regencia del reino, nombrada por las Cortes generales y extraordi-  
narias, (…) han decretado y sancionado la siguiente: (…) Constitución  
de Cádiz de 1812  
Art. 1 – La Nación española es la reunión de todos los españoles de  
ambos hemisferios.  
Art. 2. La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede  
ser patrimonio de ninguna familia ni persona.  
Art. 3 – La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo  
pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fun-  
damentales.  
Art. 4 – La Nación está obligada a conservar y proteger por leyes sabias  
y justas la libertad civil, la propiedad y los demás derechos legítimos  
de todos los individuos que la componen.  
Las obligaciones de los españoles se concentran en los artí-  
culos 6 al 9 siendo el amor a la Patria el más importante, además,  
respetar la constitución, las leyes y autoridades, también, contribuir  
en proporción de los haberes para los gastos del Estado, y, defenderlo  
con las armas. La organización del Estado establece una monarquía  
moderada y hereditaria y división de poderes: ejecutivo, legislativos  
y judicial, los primeros serían supervisados por el rey. Se amplían  
las libertades y derechos del individuo en el Art. 371, por el que:  
Todos los españoles tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus  
ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna ante-  
rior a la publicación, bajo las restricciones y responsabilidad que establezcan  
las leyes.” El concepto de libertad de imprenta es derecho individual  
33 Rocío Rosero Jácome, Olmedo Político … cit. p.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
402  
Vida académica  
y participación política pública en la Nación. Además, la represen-  
34  
tación del Estado contemplaba participación paritaria.  
La Constitución de Cádiz, es la máxima expresión de la bur-  
guesía en ascenso y en abierta competencia con la monarquía. Para  
ser representante ya no se requiere de linaje, sino de bienes de for-  
tuna, es decir, se troca la nobleza por la riqueza, así, se establece otro  
tipo de exclusión, Tierno Galván señala: “En España en tiempos de las  
Cortes de Cádiz no había revolucionarios; había conservadores con ideas  
3
5
más o menos revolucionarias”. Las reuniones de Cortes durarán 90  
días: en marzo para la Península y, en Ultramar, en junio.  
¿Por qué Olmedo se vuelve liberal?  
José Joaquín Olmedo, durante su estancia en España, con se-  
guridad, percibe los cambios del mundo europeo: aprecia el flujo de  
las ideas contrapuestas y sus reflexiones, observa el maquinismo y  
la importancia de la modernidad como tendencia envolvente. Vis-  
lumbra un cambio época dada la pujanza de la burguesía y de sus  
aspiraciones de libertad y progreso industrial. Tal vez, en esa reali-  
dad, valoró los procesos de Quito. Olmedo, por invitación de los qui-  
teños y, como todos los ilustrados, diputados de ultramar, se vinculó  
a la Masonería o clubes de burgueses y nobles segundones, intelec-  
tuales, comerciantes, banqueros, productores o terratenientes de di-  
versas geografías, todos, inmersos en las guerras de mercados de  
Inglaterra y/o Francia, que, advierten que un cambio político es po-  
sible. Empero, deberán alinearse a una de estas potencias industria-  
les, comerciales y financieras para obtener apoyo en sus negocios.  
La economía estaba muy deprimida por los conflictos internaciona-  
les entre las monarquías; de allí que, algunas burguesías se desarro-  
llaron por el financiamiento de las guerras, las aplicaciones  
3
4 Art. 28 La base para la representación nacional es la misma en ambos hemisferios.  
Art. 29 “Esta base es la población compuesta de los naturales que por ambas líneas sean ori-  
ginarios de los dominios españoles…”  
Art. 92 “para ser elegido diputado de Cortes, tener una renta anual proporcionada, proce-  
dente de bienes propios”.  
5 Rocío Rosero Jácome, Olmedo Político … cit. p. 33. Cfr. Marcos Gándara Enríquez, “Espíritu y  
obra de las Cortes de Cádiz, Revista Cultura, N°23, Quito, 1987.  
3
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
403  
Vida académica  
tecnológicas del vapor y el carbón. Juan Paz y Miño señala que:  
Afincaban su éxito en el libre comercio y la libre empresa y la extensión  
36  
de su dominio, tanto al mercado interno como al de otras naciones.  
Por otro lado, los núcleos masónicos insuflan a sus miembros  
ideales altruistas como: la libertad, la igualdad y la fraternidad, entre  
pares. También, valores o virtudes que se estudian y practican, en  
37  
grupos o logias, para lograr el mejoramiento personal y social. Estos  
valores o virtudes provienen de la filosofía judeo-cristiana. Sus as-  
piraciones se marcan en la práctica de las virtudes teologales enun-  
ciadas por Platón: fortaleza, templanza, prudencia, justicia. Además,  
se valora la solidaridad, la tolerancia, el bien común; de allí que, Ol-  
medo, enarboló el discurso de la Abolición de las Mitas de América,  
pronunciado en la sesión del 12 de agosto de 1812, dice:  
Amos avariciosos, orgullosos, intratables, mayordomos crueles, poco  
pan, ninguna contemplación, grandes fatigas y mucho azote. (,,,) no se  
les paga en monedas, se les paga en géneros viles, comprados vilísi-  
mamente y vendidos después al indio por fuerza y a precios tan exor-  
bitantes (…)También se les paga en licores a que se han aficionado esos  
38  
naturales (…) y adormecer el sentimiento de su desgracia.  
Cádiz afirmó en Olmedo su espíritu libre. Como buen expo-  
sitor en prosa y versificador elocuente glorifica la Libertad que fue  
3
6 Rocío Rosero Jácome, Olmedo político …., cit. p.35. Cfr. Juan Paz y Miño, “El mundo durante  
el siglo XIX: De la Restauración al Imperialismo”, Nueva Historia del Ecuador, Vol.7, p. 26.  
7 Mediante la reflexión y racionalización se procura estudiar La doctrina cristiana y potenciar  
el desarrollo humano evidenciando los vicios y virtudes que se pretende neutralizar: 1) so-  
berbia/humildad, 2) avaricia/generosidad, 3) lujuria/castidad, 4) ira/paciencia, 5)  
gula/templanza, 6) envidia/caridad y 7) pereza/diligencia. Edmundo Estévez M. “Chapitre  
3
3. Los siete pecados capitales: genesis, virtudes, demonios y derechos”, Journal international  
de bioéthique et d’éthique des sciences, 2020/1 (Vol. 31), pages 31 à 42. Además, se consi-  
deran como valores de Filosofía Moral: La Perseverancia; La Lealtad; La Sensatez; La Sereni-  
dad; La Sencillez; La Franqueza; La Equidad, La Moderación; La Fidelidad; La Misericordia;  
La Rectitud; La Imparcialidad; La Clemencia; La Constancia; La Beneficencia. Eduardo Ra-  
mírez Garza Masonería en Menorca. Disponible en: https://opontodentrodocirculo.word  
press.com/2015/06/19/las-virtudes-masonicas/ (02-09-2022)  
Las virtudes teologales: Fe, Esperanza, Caridad. Alejandro Medina B. septiembre 11, 2019.  
En: https://masoneriaglobal.com/las-virtudes/ ( 02 -09-2022)  
8 José Joaquín Olmedo, Discurso sobre las Mitas de América, Cádiz, 12 de agosto de 1812.Cfr.  
Rocío Rosero Jácome, Olmedo político… cit., Anexo 1, pp. 421-432. Se inserta también el De-  
creto de Abolición de las Mitas del 9 de noviembre de 1812  
3
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
404  
Vida académica  
su bandera hasta el final de sus días. En 1814, en España, a la llegada  
del Rey Fernando, el 16 de abril dispuesto a firmar la Constitución  
de 1812, se publicó el Manifiesto de los Persas firmado por 69 diputa-  
dos absolutistas o serviles que pedían reivindicar la monarquía ab-  
soluta por la gracia de Dios. Pérez Galdós comentó: “Fernando VII les  
39  
repartió mitras y togas para que no quedara sin premio su lealtad” y, así,  
40  
dieron un golpe de Estado en mayo de 1814. Tras la reimplantación  
del absolutismo y la persecución de algunos líderes constituyentes  
españoles y de ultramar, Olmedo escribió La Libertad. Oda a la Me-  
moria de A. Este texto muestra su dolor por la ruptura de un imperio  
hispano burgués y criollo. Entre líneas, se ve la importancia de las  
leyes para la sociedad dice:  
(
…) Oh Libertad, tu nombre sacrosanto; Para llorar sobre mis amigos  
los primeros mártires de la Libertad y para lamentar y encomendar a  
la execración de la posteridad el triunfo de la tiranía y la superstición.  
(
…) Largos siglos de servidumbre se hundieron en un instante en el  
abismo de los tiempos, y de su tumba renació gloriosa la madre Liber-  
tad, (…) ¡Oh día de gloria! ¡Oh cara patria mía! ¡Oh grandeza del im-  
perio! ¡Oh Libertad!41  
Ni Olmedo, ni Rocafuerte, representantes en las Cortes, fue-  
ron apresados y tampoco perseguidos. Empero, la vivencia de la re-  
presión y el fanatismo desatado en los púlpitos, hizo que estos  
personajes se deslinden definitivamente de la monarquía y de la ten-  
42  
dencia conservadora. El rey Fernando VII resultó ser inconsistente,  
faltaba al honor de la palabra y era un tornasol circunstancial, poco  
confiable y poco respetable, Chateubriand dijo él que. “era la úlcera  
que impide la adopción en España de una política conveniente que evite la  
43  
polarización del país en dos corrientes irreconciliables”. Olmedo siguió  
44  
trabajando en las Cortes ordinarias en Madrid, actuó como repre-  
3
4
9 Rocío Rosero Jácome, Olmedo político …., cit. p. 41. Cfr. Marcos Gándara, cita a Pérez Galdós,  
0 Los participantes en el golpe de Estado fueron premiados con cargos públicos y los religiosos  
con obispados. Josep Fontana, La quiebra de la monarquía absoluta (1814-1820). Ariel, reedición  
1
987 y Crítica, 2002.  
4
4
4
1 Rocío Rosero Jácome, Olmedo político …., cit. p. 495  
2 Josep Fontana, La Quiebra de la monarquía absoluta, 1814-1820, Ediciones Ariel, Barcelona, 1971  
3 Rocío Rosero Jácome, Ibid., p. 43  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
405  
Vida académica  
sentante del Perú por pedido de los representantes que regresaban  
a su patria. Rocafuerte le sucedió en la curul de Guayaquil. Con fecha  
1
0 de septiembre de 1814, Olmedo, envió un segundo informe al Se-  
cretario de Estado del Despacho Universal de las Indias. Este informe  
también estuvo firmado por Vicente Rocafuerte, nuevo representante  
de Guayaquil. Ambos procuraron conseguir para su puerto el Con-  
sulado y el Obispado.  
En enero de 1817, Olmedo, tras seis años de ausencia informa  
al Ayuntamiento de Guayaquil que no se cumplieron las gestiones  
encomendadas. España estaba inmersa en las guerras europeas, dice:  
(
…) esparcidos en trozos los archivos por todos los pueblos de España,  
dispersos los Consejos y Tribunales por todas las provincias; invertido  
el orden y arreglo de muchos ramos de la administración pública,  
interrumpida la comunicación ultramarina necesaria para los negocios  
de América, y cerrada del todo la comunicación con la Santa Sede para  
los negocios eclesiásticos. Y gracias a la divina Providencia que ese  
sacudimiento universal no trajo la ruina de España, como se temía, sino  
45  
por el contrario contribuyó más eficazmente a su libertad y a su gloria.  
Las peticiones que llevó Olmedo a España quedaron incon-  
clusas. Eran aspiraciones guayaquileñas desde mediados del siglo  
XVIII. Conseguir el obispado sería tener autonomía eclesiástica res-  
pecto de Cuenca. Tener un Consulado sería la autonomía de comer-  
cio respecto del Consulado de Lima, además, trasladar a Guayaquil  
la comandancia de armas y la recaudación de la sisa para impuestos  
4
6
de contribuciones especiales, significaría separarse de Quito, es  
decir, Guayaquil aspiraba a la libertad administrativa.  
4
4 Todos los diputados debieron salir de Cádiz, esta ciudad sufrió entre 1810 y 1813 una peste  
de fiebre amarilla. En: Sofía Sancho, “ACádiz le sube la fiebre” Constitución de 1812. Camino  
del bicentenario.  
https://www.elmundo.es/especiales/2009/07/espana/constitucion/actualidad/reporta-  
jes/epidemias.html (02-09-2022)  
5 (…) reformen el juicio que formaron sobre mi conducta a cuatro mil leguas de distancia, sin  
atender a las circunstancias de las cosas y de los tiempos, y sin considerar que, esparcidos  
en trozos los archivos por todos los pueblos de España …José Joaquín Olmedo, Guayaquil,  
4
2
0 de enero de 1817. Cfr. Aurelio Espinosa, Epistolario, p. 326  
4
6 María Luisa Laviana Cuetos, Guayaquil en el siglo XVIII, recursos naturales y desarrollo económico,  
Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, Sevilla, 1987  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
406  
Vida académica  
El 9 de octubre, Olmedo y el contexto internacional  
En el tiempo previo al 9 de octubre de 1820, Olmedo, en lo  
personal, se dedicó a lecturas y traducciones filosóficas, a las rela-  
ciones sociales y, particularmente, epistolares; también, a los nego-  
cios de sus haciendas en Babahoyo y contrajo matrimonio el 24 de  
47  
mayo de 1817 a la edad de 37 años. En el contexto global y de Es-  
paña, el 1 de enero de 1820, el coronel Rafael de Riego, en la pobla-  
ción Cabezas de San Juan, se negó a embarcar tropas para América que  
se hallaba en plena efervescencia de Independencia, en el Norte con  
Bolívar y en el Sur con San Martín. Fernando II temeroso de la reac-  
ción liberal, firmó la Constitución de Cádiz de 1812 y se popularizó su  
expresión: “Marchemos francamente y yo el primero por la senda consti-  
48  
tucional”. Expresión poco creíble como en efecto así sucedió. Em-  
pero, la Revolución de Riego, en palabras de Bolívar a su amigo inglés  
White dijo: contribuyó a disminuir el prestigio que España conservaba to-  
davía en sus posesiones...”.49  
Las circunstancias internas y externas auspiciaron una trans-  
formación sustentada en el espíritu autonómico guayaquileño ali-  
mentado por intereses sociales, económicos, políticos e ideológicos,  
en pugna entre las élites porteñas. El 9 de octubre representa y con-  
solida el triunfo de la burguesía ilustrada liberal y, refleja las circuns-  
tancias regionales y globales de un cambio de dirección geopolítica.  
Guayaquil inicia su revolución con la transformación militar y, en  
menos de un mes, deviene en el liderazgo civil y democrático esta-  
blecido por el triunvirato Olmedo, Roca y Jimena del que José Joa-  
quín de Olmedo fue su presidente y elaboró el Reglamento Pro-  
visorio que se estableció como Constitución de la Provincia libre de  
Guayaquil:  
Artículo 1.- La provincia de Guayaquil es libre e independiente; su re-  
ligión es la católica; su gobierno es electivo; y sus leyes las mismas que  
4
4
4
7 Rocío Rosero Jácome, Ibid., p. 45  
8 Fernando VII, Proclama a los habitantes de Carmona, en Sevilla, el 22 de abril de 1820.  
9 Rocío Rosero Jácome, Ibid., p. 43, Cfr. Memorias de O’Leary, Bolívar a White, 1-05-1820, en:  
Josep Fontana, cit.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
407  
Vida académica  
regían últimamente en cuanto no se opongan a la nueva forma de go-  
bierno establecida.  
Artículo 2.- La Provincia de Guayaquil se declara en entera libertad  
para unirse a la grande asociación que le convenga de las que se han  
de formar en la América del Sur.  
Artículo 3.- El comercio será libre, por mar y tierra, con todos los pue-  
50  
blos que no se opongan a la forma libre de nuestro gobierno.  
En el marco de la cooperación libertaria continental, Guaya-  
quil armó y preparó un ejército con ayuda de los militares venezola-  
nos: Urdaneta, Febres Cordero, Letamendi, desertores del ejército  
español. El objetivo fue liberar las ciudades de la Sierra y Quito para  
defender y consolidar la independencia del puerto con la División  
Protectora de Quito. Este batallón tras algunos encuentros victoriosos  
fue derrotado en Huachi. También armó al siguiente ejército coman-  
dado por Sucre, soportó económicamente su derrota y lo volvió a  
armar para subir a la Sierra por Cuenca. Olmedo coordinó todo el  
proceso libertario y en calidad de presidente hizo respetar el pro-  
nunciamiento popular del Reglamento Provisorio o Constitución de  
la Provincia de Guayaquil; además, negoció, de forma simultá-  
nea, alianzas con San Martín y con Bolívar y/o sus representantes,  
con información compartida, pues su propósito era lograr la inde-  
pendencia continental de España.  
Debido al periodo del liberalismo trienal 1820-1823, España  
celebra un armisticio con América, el 25 de noviembre de 1820, es  
firmado por Bolívar y Pablo Morillo, en el departamento de Trujillo,  
Venezuela.51 Para el caso de la Audiencia, las conversaciones de cese  
al fuego, se celebraron en Quito entre el presidente de la Audiencia,  
Melchor Aymerich y el coronel Antonio Morales, representante de  
la república de Colombia.  
Olmedo en su carta del 5 de marzo de 1821, dirigida al coro-  
nel Antonio Morales, en representación de la Junta de Gobierno le  
indicó que Guayaquil no pertenece al Perú, dijo:  
5
5
0 Rocío Rosero Jácome, Ibid., Anexo 2, Guayaquil, 11 de noviembre de 1820, pp. 433-435  
1 Luis Ociel Castaño Zuluaga, “Antecedentes del Derecho humanitario bélico en el contexto  
de la Independencia hispanoamericana (1808-1826)”. Revista de Estudios Histórico-Jurídicos  
XXXIV, pp. 323-368.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
408  
Vida académica  
“pues esta provincia no está agregada al Perú, y es tan ridículo per-  
suadirse a que la agregación está ya hecha por la sola razón de haber  
admitido comisionados del general San Martín y los auxilio que la ha  
prestado, como sería degradante para ella someterse a un ejército en  
52  
lugar de unirse a uno de los grandes Estados con quienes linda.  
Con esta afirmación apoyaba la protección de Bolívar, sobre  
Guayaquil.  
Conclusión  
La modernidad se desarrolló en el siglo XVIII. Los adelantos  
tecnológicos devienen en expansión geográfica, apropiación de re-  
cursos y guerra de mercados. La modernidad en el siglo XIX abarca  
el desarrollo de: las burguesías, la ideología, la política, las estructu-  
ras gubernamentales, las ciencias, las técnicas y el utilitarismo eco-  
nómico, el nacionalismo, Entre 1820 y 1822, Guayaquil se convirtió  
en el centro de las decisiones políticas de la región. Guayaquil a tra-  
vés de José Joaquín Olmedo se articuló al proceso libertario conti-  
nental de repercusión global, en el marco de la ideología liberal de  
la modernidad. José Joaquín Olmedo coordinó las voluntades y los  
apoyos de los líderes libertarios de Sur América así como los susten-  
tos económicos de las élites y la participación del pueblo llano para  
la defensa del estratégico Guayaquil.  
Bibliografía  
ALSEDO Y HERRERA, Dionisio, Descripción geográfica de la Real Audiencia de  
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52 José Joaquín Olmedo, Junta de Gobierno, al coronel Antonio Morales, 5 de marzo de 1821.  
Cfr. Aurelio Espinosa Pólit, op. cit. p.364.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
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412  
Vida académica  
EL TRATADO CELEBRADO  
ENTRE LA PROVINCIA LIBRE DE GUAYAQUIL  
Y LA REPÚBLICA DE COLOMBIA: 15 DE MAYO DE 1821  
Magno Marriot Barreto1  
En la Casa Consistorial de Guayaquil, el 15 de mayo de 1821  
se suscribió un instrumento internacional que constaba de un preám-  
bulo y 7 artículos. Firmaron el mismo: la Junta Superior del Go-  
bierno: don José Joaquín de Olmedo; don Rafael Ximena y don  
Francisco Roca; por Colombia: el general de brigada Antonio José de  
Sucre y de Alcalá, quien llegó a Guayaquil unos días antes, en cali-  
dad de delegado diplomático y militar del general Bolívar, presi-  
dente de la República de Colombia.  
El preámbulo es muy ilustrativo:  
El Gobierno de Colombia para llevar a efecto la Ley Fundamental del  
Estado, deseando obtener libremente el voto de los pueblos que han  
sacudido la dominación española en el Sur de Quito; incorporarlos, en  
consecuencia a la República; (…) habiendo confiado sus poderes al Ge-  
neral de Brigada Antonio José de Sucre; (…) la Junta Superior de Go-  
bierno de la Provincia de Guayaquil, estando penetrada de las ventajas  
de la Ley Fundamental de Colombia y de reunir esta Provincia a alguna  
de las grandes asociaciones de la América meridional, han acordado  
celebrar un convenio que fije y asegure su existencia política y la ga-  
rantía de su Derecho.2  
Sobre la base de lo anterior se establece, a la luz del Derecho  
Internacional, que Guayaquil y Colombia, constituyen dos potencias  
1
2
Historiador Guayaquileño. Miembro Correspondiente Academia Nacional de Historia.  
José Joaquín Olmedo, Francisco Roca, Rafael Jimena, Antonio José de Sucre, “La Junta Superior  
declara la Provincia bajo la protección de Colombia-1821”, Recopilación de documentos oficiales  
de la época colonial, Imprenta de la Nación, Guayaquil, 1894, pp.211-212. Ver en: http://repo  
sitorio.casadelacultura.gob.ec/handle/34000/1252 (06-12-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
413  
Vida académica  
en igualdad de condiciones, pues la República de Colombia reconoce  
y acepta la existencia soberana de la Provincia Libre de Guayaquil,  
Estado que se fundó en noviembre de 1820, por ende, en la Geopo-  
lítica de Sudamérica ambos Estados ocupan un sitial, cuanto más en  
el proceso de la Independencia.  
Artículo 1  
La Junta Superior de Guayaquil, no estando facultada por su Consti-  
tución provisoria para declarar la incorporación de la provincia á la  
República de Colombia según la ley fundamental, protesta no obstante  
manifestar y recomendar las ventajas de la ley á la Junta Electoral de  
la provincia, luego que se reuna, con el fin de expresar libremente su  
voluntad sobre su agregación en la forma que le convenga; para cuyo  
efecto se aprovechará la oportunidad que presente nuestra situación  
después de la próxima campaña en que deben quedar libres las pro-  
vincias de Quito y Cuenca.3  
Aquella Ley es la “ley fundamental de la República de Co-  
lombia”, aprobada en el Congreso de Angostura en diciembre de  
1
819 y vigente al momento de suscribirse el convenio. La recomen-  
dación se refiere a la futura “Junta Electoral de la Provincia Libre”,  
la cual no sesionará sino hasta julio de 1822.  
Artículo 2  
La Junta Superior de Guayaquil declara la provincia que representa,  
bajo los auspicios y protección de la República de Colombia. En con-  
secuencia. confiere todos sus poderes á S. E. el Libertador Presidente  
para proveer á su defensa y sosten de su independencia, y compren-  
derla en todas las negociaciones y tratados de alianza, de paz y comer-  
cio que celebrare con las naciones amigas, enemigas y neutrales; á cuyo  
efecto la Junta de Gobierno formará y remitirá directamente ó pór  
medio de comisionados las exposiciones convenientes que recomien-  
den las consideraciones que debe merecer esta provincia en cuales-  
4
quiera tratados por su situación geográfica, política y mercantil.  
3
4
Ibid., p.212  
Ibíd., p.213  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
414  
Vida académica  
El hecho de que Guayaquil se ubique bajo la protección de  
Colombia, no significa que es un Estado inferior que requiere el am-  
paro de una potencia superior. No olvidemos que para mayo de  
1821, Guayaquil Independiente o la Provincia Libre de Guayaquil, a  
través de su Ejército, la “División Protectora de Quito”, ha derramado  
la sangre de sus hijos, en Camino Real, primer Huachi y Tanizahua,  
batallas ocurridas contra el ejército español y partidarios del rey,  
entre noviembre de 1820 y enero de 1821.  
La República de Colombia a su vez, es un Estado muy gran-  
de: la Capitanía General de Venezuela y el Virreinato de la Nueva  
Granada, constituyen su territorio y se trata de un Estado consoli-  
dado después de Boyacá (agosto de 1819) y el Congreso de Angos-  
tura (febrero-diciembre de 1819). Es un Estado a quien, la Provincia  
Libre de Guayaquil considera una potencia amiga.  
Artículo 3  
Siendo de la mayor importancia la ocupación total del Departamento  
de Quito por el bien general de la América, y el particular de aquellos  
pueblos de Colombia que aun gimen bajo la opresion española; Gua-  
yaquil, animada de los sentimientos de union y fraternidad, se obliga  
á cooperar con todos los medios que están en su poder á los planes de  
la República para libertar las provincias del Departamento. Al efecto,  
prometa todos los elementos de guerra necesarios de los que existen  
en los parques, cuantos recursos pueda proporcionar el país y ocho-  
cientos hombres de las tropas veteranas de la provincia por ahora, pa-  
gados y mantenidos por ella; que incorporados á la Division destinada  
por el Libertador á obrar en el Sur de la República darán este nuevo  
testimonio de su devoción é interés por Quito, Cuenca y demás pueblos  
subyugados aún.5  
Este Artículo es de extrema importancia, pues establece de  
manera palmaria que el pueblo guayaquileño y sus líderes patriotas,  
jamás enclaustraron a Guayaquil como territorio independiente  
desde el 9 de Octubre de 1820 sino que, tenían como objetivo, conse-  
guir la Independencia o Libertad total de la Real Audiencia de Quito,  
5
Ibídem.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
415  
Vida académica  
por ello se evoca en primer lugar, a las urbes más importantes de la  
Audiencia: Quito y Cuenca.  
Es incuestionable que los orígenes de la nacionalidad ecua-  
toriana y su democracia primigenia, se encuentran en Guayaquil el  
9
de Octubre de 1820 y se consolidan con la victoria de las armas li-  
bertadoras en Pichincha, el viernes 24 de Mayo de 1822.  
El art. 3 a su vez tiene concordancia con lo dispuesto por el  
art.6:  
Artículo 6  
El Gobierno de Colombia, después de las manifestaciones que ha hecho  
de aprecio y consideración a los esfuerzos de los hijos de Guayaquil,  
para romper sus cadenas y elevarse a la libertad y pleno goce de los  
derechos de la vida civil, reconoce en la provincia y en sus habitantes,  
los más importantes apoyos de la libertad de Quito, y ofrece recom-  
pensar sus generosos servicios y su cooperación a los planes de la Re-  
6
pública con todas las ventajas que reclama su situación en el Pacífico.  
Artículo 4  
La República de Colombia ofrece sus tropas, sus armas, sus recursos y  
sus hijos para la defensa y libertad de Guayaquil y de todo el Depárta-  
mento de Quito. Se compromete por tanto á mandar los cuerpos que  
sean necesarios, y Guayaquil á facilitar los trasportes y víveres para el  
tránsito y subsistencia en la provincia, cuyos gastos serán reconocidos  
en la deuda nacional.7  
Corresponde a esta potencia el financiamiento de lo anterior  
y su aporte a la libertad de la Real Audiencia. Todo esto financiado  
por Colombia y representando la contribución de la obra bolivariana  
a la Independencia de la Real Audiencia, esto es el actual Ecuador.  
6
7
Ibíd., p.214  
Ibíd., p.213  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
416  
Vida académica  
Artículo 5  
Estando Guayaquil bajo la protección de la República é incorporando  
por este convenio la mayor parte de su fuerza á la Division del Sur de  
Colombia y á las ordenes del Jefe de ella, la Junta Superior concede en  
nombre de la provincia al mencionado Jefe, las facultades necesarias  
para estipular con el Gobierno de Quito cualquiera negociación que  
lleve por base la libertad del país, para celebrar alguna suspensión de  
armas que sea necesaria, y hacer que la regularización de la guerra  
entre Colombia y España, por el tratado de 25 de Noviembre pasado,  
8
comprenda también á la República de Guayaquil.  
La Junta de Gobierno concede a dicho jefe capacidades para  
negociar con el Gobierno Español de Quito, todo acto que suspenda  
la guerra, según el Acuerdo de Santa Ana, celebrado entre los gene-  
rales Bolívar y Morillo”, el 25 de noviembre de 1820 en los Llanos  
Orientales del Orinoco, el cual puso fin al “Decreto de Guerra a  
muerte a los españoles”, firmado por el General Bolívar en 1815.  
Artículo 7  
El presente tratado, hecho por la Junta Superior de Guayaquil, en nom-  
bre del pueblo que representa y por el General de Brigada Antonio José  
Sucre comisionado del Gobierno de Colombia en virtud de sus pode-  
res, tendrá fuerza, valor y cumplimiento desde el día de la fecha, y cual-  
quiera que sea la forma en que se constituya la provincia, el Gobierno  
de ella será obligado á observarlo, como lo será el de Colombia por su  
compromiso.  
Y en fé de que así lo convenimos y acordamos nosotros el Presidente y  
vocales de la Junta Superior de Gobierno de la provincia de Guayaquil,  
D. José Joaquín de Olmedo, D. Rafael Jimena y D. Francisco Roca, y el  
General de Brigada Antonio José Sucre, comisionado del Gobierno de  
la República, firmamos cuatro de un tenor, de los cuales dos quedarán  
archivados en la Secretaría de la Junta, y dos se entregarán al expresado  
9
Señor comisionado para los usos covenientes.  
8
9
Ibíd., p.214  
Ibíd., p.215  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
417  
Vida académica  
Es decir, ambas Potencias con sus recursos humanos, milita-  
res, tecnológicos (propios del Siglo 19) económicos, productivos, etc.,  
contribuyen de común acuerdo a la causa de la Emancipación suda-  
mericana y concretamente de la Real Audiencia, la cual después de  
Pichincha, se hará colombiana, incluida Guayaquil, hasta mayo de  
1
830, momento en el cual el Sur se aparta de Colombia para dar ori-  
gen a un nuevo país: “el Estado del Ecuador en la República de Co-  
lombia”, el mismo que subsistirá hasta la Constitución de 1835 que  
identifica al País como “República del Ecuador”.  
Provincia libre de Guayaquil (1820-1822)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
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Redacción El Universo, La imprenta en Guayaquil, nacimiento independiente,  
9 de octubre 2019. Ver en: https://www.eluniverso.com/entretenimiento  
2019/10/09/nota/7552790/imprenta-guayaquil-nacimiento-indepen  
0
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diente/ (06-12-2022)  
Revista todo lo Chic, Última carta de Sucre a Bolívar, 04 de junio de 2015. Ver  
en: https://www.revistatodolochic.com/ultima-carta-de-sucre-a-bolivar/  
(06-12-2022)  
Mapa histórico: Ecuador, Guayaquil. Ver en: https://www.amazon.com/- /es/  
Mapa-hist%C3%B3rico-Ecuador-Guayaquil-35-8/dp/B08CZ7D18X?th=1  
(06-12-2022)  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
420  
LAS BANDERAS DE GUAYAQUIL  
EN EL PROCESO DE INDEPENDENCIA, 1820-1822  
1
Eduardo Estrada Guzmán2  
Introducción  
El autor presenta la historia de las banderas de Guayaquil y  
su provincia libre a partir de la revolución llevada a cabo el 9 de oc-  
tubre de 1820, hasta su incorporación a la primera República de Co-  
lombia. Al no existir un decreto de creación de la primera, hay  
quienes dudan del simbolismo de ella, pues algunos historiadores  
le han dado un ámbito limitado a la Provincia de Guayaquil. Sostiene  
que la bandera se creó para representar la libertad de todo el territo-  
rio de la Real Audiencia de Quito. Su historia se inicia con los movi-  
mientos de los revolucionarios en la declaración de independencia;  
de la División Protectora de Quito y el Ejército Libertador, hasta su  
incorporación a la Gran Colombia por el Libertador. El autor sostiene  
que la bandera de octubre de 1820 no llegó a la Batalla del Pichincha  
y desapareció formalmente cuando se formó el Batallón Yaguachi,  
integrado por voluntarios de la Audiencia, con mayoría de guaya-  
quileños. Sostiene también que la existencia, esta vez por decreto, de  
la bandera del dos de junio de 1822, confirma el propósito nacional  
de la bandera de octubre de 1820. Nos presenta leyendas transmiti-  
das a través de los años.  
1
2
Este discurso es una versión ampliada y modificada del artículo presentado en el Boletín de  
la A.N.H Nº203. Ver en: https://academiahistoria.org.ec/index.php/boletinesANHE/issue/  
view/vol98n203 (09-02-2023)  
Eduardo Estrada Guzmán Miembro emérito de la Academia Nacional de Historia. Miembro  
de número de la Academia Ecuatoriana de Historia Marítima y Fluvial. Miembro de la Con-  
fraternidad de Historiadores Camilo Destruge. Autodidacta en investigación y escritura de  
historia.  
421  
Antecedentes  
Uno de los dilemas históricos de la creación de la bandera  
de octubre, usada por los patriotas guayaquileños para guiar su  
lucha por la independencia, es la falta de un acta o decreto que la  
describa y la proclame; pero el caso de la bandera de Guayaquil no  
es la excepción sino más bien la regla, pues muchas otras banderas  
del mundo nacieron del ímpetu de los forjadores de las naciones, sin  
tiempo para decretar su creación. Inclusive, muchas, como la de oc-  
tubre, nunca tuvieron una descripción oficial, lo que genera mucha  
confusión y a veces hasta errores. A pesar de ello, hay suficiente in-  
formación para ir cotejándola y armando el rompecabezas de su  
creación e historia; sin embargo, nuestros historiadores de los siglos  
19 y 20 contaban cada uno su versión, pero ninguno cotejó la infor-  
mación y fuentes de los otros con la propia, para elaborar una se-  
cuencia coherente y armar el rompecabezas que lleve a lo más  
próximo posible de la realidad.  
Muchos historiadores del presente aceptan como dogma,  
mucho de lo escrito en el pasado por historiadores que se basaron  
en cuentos sin sustento documental.  
Otro dilema que sufrimos los historiadores guayaquileños  
es sobre la presencia o ausencia de la bandera de octubre con sus tres  
fajas azul-celeste, dos fajas blancas y tres estrellas de cinco puntas  
422  
en la faja central, en la Batalla del Pichincha, el 24 de mayo de 1822.  
La intención de esta bandera, desde el momento de su creación, fue  
la de representar a tres gobernaciones que componían la Real Au-  
diencia de Quito, y luchar por su liberación e integración como el  
Estado de Quito. Aquellos que solo piensan en la provincia libre de  
Guayaquil independiente, sin sus provincias hermanas, no han cap-  
tado el concepto elemental de Antepara, Villamil, Olmedo, Roca, Xi-  
mena y sus compañeros patriotas. Para comprender el concepto de  
la bandera de octubre de 1820, hay que entender en su plenitud la  
existencia posterior documentada, de una bandera similar a la de oc-  
tubre, pero con una sola estrella, y luego el decreto de creación de la  
bandera del dos de junio de 1822.3  
En las gestas libertadoras que partieron de Guayaquil en  
820, con voluntarios suministrados por la Provincia Libre de Gua-  
1
yaquil y del resto de la Audiencia, los soldados guayaquileños mar-  
charon cobijados por la bandera de octubre. Ya en 1821, junto con  
ella iba el tricolor colombiano, cobijando a los soldados del Ejército  
Libertador. El tricolor había sido traído a Guayaquil por el general  
José Mires y el coronel Antonio Morales, del Ejército Libertador de  
Colombia, en el mes de enero de 1821. Lideraba la fuerza conjunta  
por el general de brigada Antonio José de Sucre, quien llegó a Gua-  
yaquil en mayo de ese mismo año.  
Camilo Destruge dice tajantemente que no existió la bandera  
de octubre de tres estrellas sino hasta después de la derrota del pri-  
mer Huachi, en noviembre de 1820 y escribió que, según Villamil,  
no tuvo sino una sola estrella; y que el ejército no supo de su exis-  
tencia sino hasta regresar a Guayaquil y enterarse que la segunda  
Junta Superior de Gobierno, formada el 8 de noviembre de 1820, la  
había adoptado sin decreto o acuerdo formal. Destruge se molesta  
porque la Junta Provisoria de octubre, poco menos de un mes antes,  
“dispuso”, pero no decretó la bandera, y por ello piensa que no tuvo  
legitimidad. También hace referencia al célebre relato de Villamil,  
pero parecería que no leyó bien lo que escribió sobre la expedición  
3
chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://www.defensa.gob.ec/wp-  
content/uploads/downloads/2013/09/DIA-BANDERA-JM.pdf  
423  
para encontrarse con Cochrane y San Martín, con el principal fin de  
entregarle personalmente la misiva escrita por la Junta Provisoria de  
Gobierno solicitando su ayuda en la lucha por liberar la Audiencia.  
Como veremos, Villamil dice claramente que la bandera era azul y  
blanco, y tenía tres estrellas.4  
Aquí debemos observar que, de las cinco entidades que for-  
maron parte del proceso de independencia de Guayaquil, solo exis-  
ten las actas del Cabildo Constitucional español y luego del Cabildo  
Republicano, que comienza con el Acta de Independencia. No exis-  
ten actas de la Junta de Guerra, promotora y ejecutora de la revolu-  
ción, de la Junta Provisoria de Gobierno, que existió entre el 9 de  
Octubre y el 8 de Noviembre, y lo más triste, de la Junta Superior de  
Gobierno, que funcionó entre el 8 de Noviembre de 1820 hasta el 13  
de Julio de 1822. Los libros de actas han desaparecido, de tal manera  
que lo que sabemos de sus gestiones lo conocemos por vías indirec-  
tas, a través de correspondencia, bandos publicados, resoluciones to-  
madas y publicadas, así como órdenes emitidas. Esta falta de  
documentos primarios dificulta conocer los pormenores de las acti-  
vidades de esas entidades y muchos de los hechos históricos funda-  
mentales de Guayaquil, su Provincia Libre y del concepto de lo que  
sería eventualmente la República del Ecuador.  
El génesis de la bandera de octubre de 1820  
No conozco documento alguno que relate con certeza como  
fue el proceso de creación del Pabellón de Octubre; sin embargo, en  
la comunicación que envía el día 9 de octubre el Ayuntamiento de  
Guayaquil a los patriotas de Cuenca y Quito, dice: “El hermoso es-  
tandarte de la patria tremola en todos los puntos de esta plaza”, de  
tal forma que fue confeccionado desde antes de la proclamación. A  
los pocos días de creado, se lo puso en uso efectivo en un buque de  
guerra. Algunos historiadores aseguraron que la inspiración para  
sus colores fue la bandera de las Provincias Unidas del Río de la  
4
José de Villamil, Ver en: Reseña de los acontecimientos políticos y militares de la provincia de Gua-  
yaquil desde 1813 hasta 1824 inclusive, Imprenta de El Céfiro, Lima, 1863, p. 23.  
424  
Plata, traída por el Almirante Guillermo Brown en su expedición de  
816, y debe ser cierto, pues esta bandera también tuvo su influencia  
1
desde 1818, en lo que sería en 1822, la República Federal de Centro  
América.  
El color original de la bandera argentina debe haber sido  
azur, color primario del Arco Iris (dependiendo de cómo se lo vea)  
y heráldico, ciencia en la que no existe el color celeste. La secuencia  
de colores de sus fajas representa la ubicación de la América “pura”  
5
(blanco), entre los océanos Atlántico y Pacífico (azures).  
En el caso de la bandera del nueve de octubre, el significado  
de la secuencia de colores, nunca definido por sus creadores, sería  
más profundo y localizado en la posición geográfica de Guayaquil:  
La faja azur superior representaría al océano Atlántico; la inmediata  
desde arriba, blanca, las tierras amazónicas, interandinas y costa  
oriental; la siguiente y central azur, representaría a la ría Guayas,  
como espacio acuático significativo, que lo es; la siguiente blanca, a  
la ciudad de Guayaquil y la costa occidental; y la última azur, al  
océano Pacífico.  
5
Provincias Unidas del Río de la Plata es el nombre utilizado por el Estado que, tras el triunfo  
de la Revolución de Mayo de 1810, suplantó al Virreinato del Río de la Plata. También es, de  
acuerdo con la Constitución de la Nación Argentina, uno de los nombres alternativos de la  
República Argentina. En la declaración de independencia de este estado se utilizó el nombre  
Provincias Unidas en Sud-América. La secuencia de colores representa la ubicación de la Amé-  
rica “pura” (blanco) entre los océanos Atlántico y Pacífico (azul). La parte blanca también se  
refiere a la riqueza que los liberales de Centroamérica esperaban obtener de los intercambios  
425  
Quienes lean esta monografía se preguntarán: ¿Es daltónico  
el disertante, que no se da cuenta de que tanto la bandera argentina  
como muchas de las guayaquileñas son celeste y blanco? Y el diser-  
tante responde: El tinte azur de aquella época, al igual que los otros  
colores heráldicos, tendían a desvanecerse, y por ello el azur se iba  
desvaneciendo hacia celeste, y si el tinte era de muy mala calidad,  
terminaba como violeta pálido, como se aprecia en algunas banderas  
de Guayaquil que están expuestas por mucho tiempo al sol. De esas  
banderas gloriosas de la independencia, trajinadas, desgastadas, aso-  
leadas y también veneradas, elaboradas con los pocos géneros y tin-  
tes disponibles, tenemos banderas que se confeccionaban oficialmen-  
te, siguiendo las reglas de la Heráldica, pues eran épocas de escudos  
de armas y mucho simbolismo, pero terminaban desvanecidas y por  
ello las diferencias de tinte que se arrastran hasta hoy. Ahora bien,  
como en la actualidad la heráldica y la vexilología se han convertido  
en negocios “online”, hay muchos escudos y banderas cuya descrip-  
ción lleva color azur, pero tienen muchos azules diferentes, o sea  
pantones arbitrarios. Pocos países han establecido el Pantone ofi-  
cial –paletas de color– para sus símbolos patrios, entre ellos Argen-  
tina, pero su bandera ya quedó como “La Albiceleste”, pero su  
Pantone no siempre se respeta. Venezuela es el ejemplo de Pantone  
y uso práctico correcto. El azul usado en heráldica y los símbolos de-  
rivados de ella eran y son de tintes específicos y en español es deno-  
6
minado azur Entre ellos no existe el celeste. Ecuador y Guayaquil  
no han fijado oficialmente el Pantone de sus símbolos patrios.  
El relato de Villamil sobre la bandera del 9 de octubre  
7
Es José de Villamil y Joly el que nos da el único relato, de  
comerciales entre los dos océanos, y la esperanza de que la Federación se convertiría en un  
Estado democrático moderno. Bing.com. La bandera azul-blanco-azul fue izada en territorio  
centroamericano el 4 de julio de 1818 por el corsario francés Hipólito Bouchard en nombre de  
las Provincias Unidas del Río de la Plata, que en plena lucha contra las fuerzas españolas tomó  
posesión de algunas islas de la costa de Nicaragua.  
Azur. Color heráldico que en pintura se representa con el azul oscuro y en el grabado por  
medio de líneas horizontales muy espesas. https://dle.rae.es/azur (08-02-2023)  
6
7
General José María de Villamil y Joly, nació el 10 de Junio de 1788 en New Orleans, Estados  
426  
primera mano, del uso del bicolor estrellado de octubre a pocos días  
de la declaración de independencia. Según las cuentas de Villamil,  
el día 13 de octubre de 1820 partió en la goleta Escobedo (ex Alcance,  
rebautizada en honor al coronel Gregorio Escobedo, jefe militar de  
Guayaquil), con la bandera de octubre a bordo, pero no flameando,  
sino guardada para usarla en el momento oportuno. Dicha bandera  
es descrita por Villamil como azul y blanco, con tres estrellas en la  
8
faja central azul. Lo acompañaban, entre otros, Miguel de Letamendi  
como comisionado de la Junta de Gobierno ante el Protector San  
9
Martín. La misión era buscar la flota chilena de Cochrane en las cos-  
tas del Perú y hacer contacto con ella para notificar al Protector San  
Martín y al comandante de la flota sobre la liberación de la Provincia  
de Guayaquil, y pedirles apoyo para continuar su campaña liberta-  
dora. El 31 de octubre se logró hacer el contacto tan deseado. A su  
retorno, Villamil trajo consigo a los generales Tomás Guido y Toribio  
10  
Luzuriaga, con el propósito de auxiliar a Guayaquil.  
Unidos, En Puerto Príncipe conoce a Bolívar quien lo anima a participar en el movimiento  
emancipador de la América subyugada. En Guayaquil contrajo matrimonio con la dama gua-  
yaquileña, Ana Garaycoa. En 1820, colaboró con la Junta Patriótica. Ver en: Reseña de los acon-  
tecimientos políticos y militares de la provincia de Guayaquil desde 1813 hasta 1824 inclusive,  
Imprenta de El Cefiro, Lima, 1863  
Miguel de Letamendi. Patriota venezolano, héroe y prócer de la independencia, nacido en Ca-  
racas (algunos sostienen que en la isla de Trinidad) el 29 de enero de 1792… Su condición de  
militar fue determinante para llevar a feliz término la Revolución del 9 de Octubre de 1820, y  
días más tarde, junto a Villamil se embarcó en la goleta Escobedo para participar al Gral. San  
Martín, a Lord Cochrane y a todos los pueblos del sur, que Guayaquil tenía ya un gobierno  
libre del yugo español…Ver en: http://www.enciclopediadelecuador.com/personajes-histo  
ricos/crnel-miguel-letamendi/ (02-06-2020).  
8
9
Thomas Alexander Cochrane, conocido como Lord Cochrane, X Conde de Dundonald, que le  
dio el rango de Lord. Nació en Annsfield en Lanarkshire, el 14 de diciembre de 1775, un pueblo  
pequeño en Escocia, en las riberas de Clyde … Es el primer Vicealmirante de Chile y uno de  
los fundadores de la Marina Nacional; el hombre que le dio más gloria y tradición a la Armada  
en el período de incipiente Independencia, destruyendo el poder naval de España en el Pacífico  
y logrando con ello la emancipación del Perú…Ver en: https://www.armada.cl/armada/tra-  
dicion-e-historia/biografias/c/thomas-alexander-cochrane/2014-01-16/161221.html (02-06-  
2020)  
El Almirante Cochrane actuaba como jefe de la escuadra libertadora de Chile y sus buques  
asolaban los puertos españoles del Perú y, especialmente, el Callao, entrada a Lima. el 31 de  
octubre, Villamil y Letamendi se encontraron con el almirante Cochrane, quien al enterarse  
de la Independencia de Guayaquil, ordenó que sus buques de guerra, con salvas de artillería  
saluden a la libertad guayaquileña…Ver en: http://www.bibliotecamunicipalguayaquil.com/  
index.php/sabias-que/cartilla-cultural-21-30/cartilla-cultural-22 (02-06-2020)  
1
0 Toribio Luzuriaga. Patriota argentino de origen peruano. En 1799, siendo secretario del virrey  
427  
Villamil dice textualmente en su relato que tiene características  
novelescas:  
A los 18 días recalamos en Pisco: ahí encontré un bergantín: mi primer  
teniente pasó a bordo a preguntar al capitán si sabía algo de la escuadra  
de Chile; contestó que nada sabía (…) a la tercera vez, le mandé decir  
que sabía hasta donde se extendían mis facultades en mi excepcional  
posición; y que así le suplicaba no ponerme en la penosa necesidad de  
mandar por su diario. Me mandó un papelito bien cerrado con estas  
dos palabras “Al Norte” (…) Al siguiente día 31 de octubre, hallán-  
dome al amanecer por el través de la isla San Lorenzo divisé por el ca-  
bezo Norte un buque de guerra, luego otro, un tercero, un cuarto, un  
quinto. Me acerqué al viento con poca vela para descubrir cual de esos  
buques era de más andar, no me fue difícil descubrir que era una fra-  
gata; la dejé acercándoseme lo necesario para reconocerla bien, y como  
traía bandera española hice fuerza de vela para darla entender que huía  
de aquella bandera (a pesar de que la Escobedo también llevaba ban-  
dera española). A los pocos minutos conocí que su marcha era muy in-  
ferior a la de la goleta, a bolina ajustada.11  
Conocía todos los buques de la escuadra real: ninguno de ellos estaba  
ahí: luego la escuadra a la vista no podía ser otra que la chilena, blo-  
queando al Callao, y la fragata más inmediata a mí, la O’Higgins. Era  
pues necesario hablar con esa fragata. Hablé de ello al Mayor (Leta-  
mendi): (…) ‘Yo sería del parecer de usted si no viera esa bandera es-  
pañola. Si son españoles nos ahorcarán sin duda’. Esa misma bandera,  
repuse, es lo que más me persuade de que son chilenos: estamos en un  
baile de máscaras, ‘Para mí, continuó el Mayor, todos los barcos se pa-  
recen: la bandera es la única que los distingue: pero si usted nos cree  
libres de la horca, proceda usted: la responsabilidad en este caso gravita  
12  
sobre usted únicamente.’ Mandé arribar sobre la fragata.  
Aquí pausamos el relato para indicar brevemente que la goleta  
Escobedo flameaba, al igual que la O’Higgins, la bandera española a  
Avilés, se trasladó a Buenos Aires. En 1801 entró en el ejército. Combatió contra los británicos  
(1806 y 1807) y participó en la revolución de 1810 y en la guerra de Independencia. Colabo-  
rador de San Martín, en 1815 fue nombrado ministro de Guerra y Marina. Posteriormente,  
preparó las expediciones de liberación de Chile y Perú (1816-1820). Ver en: https://www.bio  
grafiasyvidas.com/biografia/l/luzuriaga_toribio.htm (02-06-2020).  
1 Para los que desconocen, la fragata es, por lo general, un buque más grande y mejor armado  
que una goleta, y también menos maniobrable.  
1
1
2 José de Villamil, op. cit., pp. 22-23  
428  
manera del mismo baile de máscaras que dijo Villamil. Por ello y en  
señal de desconfianza, la fragata O’Higgins le disparó a la Escobedo  
en tres intentos que hizo por acercársele. Se estaba jugando un ver-  
dadero baile “de banderas” entre marinos experimentados.  
En el tercer intento de acercamiento, Villamil logró dirigir la  
maniobra de la Escobedo de tal manera que pudo acercarse lo sufi-  
ciente a la O’Higgins para comunicarse verbalmente. A continuación,  
el relato de Villamil, en que se produjo, además, un diálogo entre las  
ordenanzas de las dos embarcaciones, dice:  
Nos dejó llegar a tiro de metralla y nos saludó con media batería a bala.  
La maniobra decisiva fue ejecutada sin dejar tiempo a otra descarga y  
la goleta quedó sin vela portante. ‘Buena la ha hecho usted! dijo el  
Mayor, sonriéndose: Esta vez sí que estamos metidos en la ratonera’. -  
No ha habido segunda descarga, Mayor.’ - ‘Desde luego’, dijo, ‘todavía  
no he recibido el abrazo del General San Martín’. – ‘No tardará usted  
en recibirlo: de pronto verá usted a toda esa Escuadra arriar bandera a  
mi irresistible voz, y luego yo recibiré un fuerte apretón de manos de  
Lord Cochrane’. / La fragata se puso en facha a sotavento: me dejé caer  
sobre ella con muy poca vela. / Después de las preguntas de ordenan-  
zas en español, preguntó:  
-
-
-
-
‘¿Qué noticias trae?’  
‘No merecen ustedes que se las dé’.  
‘¿Qué significa esta negativa?’.  
‘Significa que en lugar de recibirme con triple salva por la noticia que  
les traigo, me han recibido a cañonazos’.  
-
-
‘Diga usted, diga pronto la noticia que trae, (con alegría)’.  
‘Para terminar de una vez, “Guayaquil por la Patria’. *  
Arrea la bandera española, arriba la nacional; un bote al agua: ¡viva  
Guayaquil!, ¡viva Guayaquil!, ¡viva Guayaquil!,’ fueron los gritos que  
se oyeron en medio de una tripulación alborozada: incontenible por  
conocer toda la importancia del acontecimiento.  
Mire usted, dije al Mayor, ya no ve usted la bandera española a bordo  
13  
de ninguno de esos buques.  
Villamil repitió este grito de batalla que ha sido olvidado y  
que se proclamó luego del inicial ¡Por Guayaquil Independiente!. El  
grito de batalla que está detrás de la bandera de octubre, que llevó  
13 José de Villamil, op. cit., pp. 25-26.  
429  
Villamil en la goleta Escobedo fue el de ¡Guayaquil por la Patria! pues  
ya Guayaquil era independiente y lo que se buscaba desde que se  
pidió el apoyo, tanto al Protector como al Libertador, eran los recur-  
sos adicionales de hombres y armas para cumplir con la liberación  
de las otras gobernaciones de la Audiencia de Quito  
Una vez a bordo de la fragata O’Higgins, en la conversación  
que mantuvieron los dos marinos, Cochrane le confió a Villamil que  
él había ordenado que todos los disparos contra la Escobedo erren del  
blanco, y fueron hechos como forma de medir y probar las intencio-  
nes de la goleta intrusa. Al igual que Villamil, Cochrane identificó a  
la Escobedo desde el comienzo, pero como siempre la había conocido  
como mercante armada y española, debía entonces guardar las se-  
guridades para su flota. Una vez que le indicó el paradero de San  
Martín, los marinos se despidieron con un abrazo fraterno.  
Y continúa el interesante relato que, sin embargo, ya no es per-  
tinente para nuestra historia. En lo que compete a la bandera, Villa-  
mil declaró clara e inequívocamente que: “Por disposición de la junta,  
y puedo agregar de todo Guayaquil, había desplegado una bandera de cinco  
fajas orientales, tres azules y dos blancas. En la del centro (azul) tres estre-  
14  
llas.”. Más claro no puede ser el relato. Ahora bien, creo que se per-  
cibe, indudablemente, que Villamil embelleció su relato para hacerlo  
de amena lectura y enalteciendo su rol en la expedición, pero en los  
detalles de la bandera es muy claro, y no podría habérselos inven-  
tado sin causar el rechazo público y escándalo por parte de quienes  
conocían bien los hechos.  
El porqué del uso de la bandera en la goleta Escobedo  
La bandera es un elemento esencial en los buques que surcan  
ríos o mares en que pueden navegar también otras naves, hostiles o  
amigas. La bandera es un medio de identificación, corresponde a la  
5 y 16  
Uno de los primeros  
identidad de la nación por la cual navega.1  
1
1
4 Ibíd., p.23  
5 Información de conocimiento general de historia marítima. Hasta donde conoce el autor, no  
estaba legislado en la época de la independencia.  
16 Convenios internacionales marítimos, Volumen 3, p.1929. Ignacio Arroyo Bosch, 1986-2392 pp.  
430  
actos de una nación ribereña o marítima al declarar su libertad era  
adoptar una bandera para sus buques y notificar a todos los países  
amigos de los colores y diseño de su bandera, para que esos países  
comuniquen esas características a sus buques de guerra y mercantes  
armados, con el fin de reconocer “amigos”. Los enemigos se entera-  
ban de la intención de la bandera cuando eran atacados por esa nave  
de bandera desconocida.17  
Dice mucho de Villamil y su experiencia como marino, el  
que, a pesar de ver un buque con bandera española, pudo detectar  
el baile de máscaras”, en este caso “el baile de banderas”, al reco-  
nocer las características de la fragata O’Higgins y correr los riesgos  
necesarios para ponerse en contacto con ella. Por eso Cochrane pre-  
paró para Villamil la carta de “Señales de amigos” que, según Mo-  
desto Chávez Franco, debería estar en el Museo Municipal de  
Guayaquil, documento que contiene, entre las demás banderas ami-  
gas de la flota chilena, la bandera de Guayaquil, tal cual la conoció  
Cochrane cuando se la presentó en la goleta Escobedo, y sería un do-  
cumento de veracidad irrefutable del diseño exacto de la bandera de  
1
8
octubre que cumplió, esa primera, vez su propósito. Lastimosa-  
mente, hasta el presente, tan valioso documento permanece extra-  
viado.  
Es igualmente cierto, en cuanto a los ejércitos de tierra, que  
las banderas identifican a los ejércitos en la marcha y en el campo de  
batalla. Ninguna nación con algo de amor propio, marcha a un  
campo de batalla sin su bandera nacional. Por ello, dudamos que la  
División Protectora de Quito marchara con bandera enemiga o ajena,  
como lo aseguran algunos historiadores, entre ellos Destruge. Es ló-  
gico y ético que la División Protectora de Quito marchó con la ban-  
dera de octubre. Pero también es cierto que no existe documento o  
imagen contemporánea que nos lo confirme, lo cual no es extraño en  
el contexto de los registros históricos. Muchas historias se han escrito  
sin mencionar siquiera las banderas nacionales presentes en el  
17 Mas información en: Celia Chain Navarro, La identidad marítima en los emblemas nacionales  
publicado 01/03/2016. Consultado 08-02-2023  
18 Modesto Chávez Franco, Crónicas del Guayaquil antiguo, Volumen 2, Imprenta y talleres Mu-  
nicipales, Guayaquil, 1944, p.160  
431  
campo de batalla, o los estandartes de las unidades que participaron.  
No era, ni ha sido, la costumbre hacerlo.  
Algo sobre la conversación con San Martín, pertinente a tropas  
Algo más del relato de Villamil merece citarse. San Martín le  
hizo la siguiente pregunta, entre otras, en la conversación que man-  
tuvieron en su campamento de Ancón:  
¿
Piensan emprender sobre Quito?’ - ‘Se habló de emprender al día si-  
guiente de la revolución; pero el Capitán Cordero (León de Febres-Cor-  
dero) y yo hemos combatido ese pensamiento. No creo que hayan  
emprendido’ - ‘Muy mal si lo hacen’ - ‘Es natural suponer que esperen  
saber algo de V. E. antes de dar un paso serio’ - ‘Así debería ser: prepá-  
rese a dar la vela pasado mañana.19  
Pero durante la ausencia de Villamil y Letamendi, el temor  
de San Martín ya se estaba cumpliendo: Se había emprendido la cam-  
paña, que luego del triunfo en Camino Real el 9 de noviembre de  
1
820, culminaría en la derrota del primer Huachi el 22 de noviembre,  
debiendo retirarse humilladas y diezmadas las tropas guayaquileñas  
que formaban la División Protectora de Quito.  
20  
Algunas leyendas referentes a la creación de la bandera de octu-  
bre  
Una de ellas dice que fue elaborada por las damas revolu-  
cionarias en base a recuerdos de la bandera que trajo el almirante  
21  
Brown en su fallida expedición libertadora de 1816.  
Otra dice que Olmedo, cuando diseñó él mismo la bandera,  
decidió usar el cielo de Guayaquil como guía, entre su azul-celeste  
y sus nubes blancas, pero mal pudo Olmedo sentarse a idear la ban-  
19 José Villamil, op. cit., pp.32-33  
20 Efrén Avilés Pino, Melvin Hoyos Galarza, El Libro de Guayaquil: Independencia – República, Po-  
ligráfica, Guayaquil, 2007, p.49  
1 Mario Hernández, “El origen oculto de los colores de Guayaquil”. El Telégrafo, 12 de octubre  
2
de 2015.  
432  
dera cuando recién se enteró del plan revolucionario el tres de octu-  
bre, seis días antes del evento. Y leyendas también aseguran que Ol-  
medo se inspiró para la bandera en la representación del río Guayas  
que, supuestamente, formó parte del escudo colonial de Guayaquil,  
dudosa situación porque ese escudo, si bien fue usado, no tiene re-  
gistro de otorgamiento y no hay documento de su creación. Los di-  
seños antiguos que se dicen ser de él, difieren en algunos detalles y  
ninguno tiene al río Guayas en su parte inferior.  
El río aparece hace no mucho tiempo, gracias a la imagina-  
ción de un hábil historiador.  
También se dice que Olmedo diseñó el escudo de la estrella  
y ramas de laurel de Guayaquil independiente posterior al 2 de junio  
de 1822, y que en 1845 diseñó la bandera Marcista de tres estrellas, y  
en noviembre de ese mismo año, la nueva bandera Marcista de siete  
estrellas y también el escudo de armas de la república, que es esen-  
2
2
cialmente el actual, mejorado por Pedro Pablo Travesari en 1916  
las banderas que lo rodean y las armas son solamente adornos para  
(
embellecer el escudo). Olmedo no fue dibujante, y ciertamente no  
tenía el tiempo para sentarse a dibujar banderas y escudos, pero den-  
tro del exagerado culto de superhombre que se creó alrededor de él,  
todo lo hacía él solito.  
Nadie ha tomado en cuenta el nombre de Pablo Merino Or-  
2
3
tega, quien estuvo con Olmedo desde antes de octubre de 1820,  
hasta después de diciembre de 1845, como secretario, gobernador y  
hasta presidente de la Asamblea Constituyente de 1845. Fue un fiel  
amigo y compañero de Olmedo, que lo ayudó muchísimo como pun-  
tal en su carrera política. Pablo Merino fue quien presentó el escudo  
24  
de armas a la Convención de 1845, así que no debería asombrarnos  
22 Armando Martínez Garnica, Historia de la primera República de Colombia, 1819-1831, editorial  
Universidad del Rosario, Bogotá, 2019.  
2
3 Nació en Guayaquil el lo. de Julio de 1.793… El 9 de octubre de 1820 suscribió el Acta Abierta  
de la Independencia de Guayaquil. Enseguida colaboró con Olmedo y al conocerse en Gua-  
yaquil en septiembre de 1821, el fallecimiento de Antepara en la segunda Batalla de Huachi,  
fue designado Secretario de la Junta de Gobierno en su reemplazo…Ver en: http://www.dic  
cionariobiograficoecuador.com/tomos/tomo1/m4.htm (03-06-2020)  
2
4 El 6 de noviembre de 1845 la Convención Constitucional de Cuenca decretó un nuevo escudo  
de armas, basado en el diseño presentado el 30 de octubre por el Dr. Pablo Merino, presidente  
de la Convención. Ver en: https://estrada.bz/escudo_del_ecuador.htm (03-06-2020)  
433  
que suyo haya sido también el diseño de los símbolos de octubre de  
820 y marzo de 1845.  
Una leyenda que puede tener algo de cierto es que haya sido  
1
Ana Garaycoa de Villamil quien confeccionó la primera bandera de  
Guayaquil, para que “tremole” el día 9. Su creación debe haberse  
dado entre el 5 y el 8 de octubre, si no fue antes, “sin decreto”, por su-  
puesto, y nada más que una “disposición” de los jefes revolucionarios,  
2
5
como decía atormentado don Camilo Destruge. Sería lógico que  
ella la haya confeccionado para el día de la Aurora Gloriosa y para  
que su esposo pueda llevarla en la goleta Escobedo, tal cual dispuso  
la Junta Provisoria de Gobierno.  
La bandera de octubre entre el 9 de octubre de 1820 y abril de 1822  
El relato de don Camilo Destruge, según él, basado estricta-  
mente en hechos históricos documentados, contiene muchas fallas.  
Su declaración de que no existió el pabellón de octubre sino hasta  
después del combate del primer Huachi no tiene sustento alguno,  
pues ya había “tremolado” el 9 de octubre, y peor su aseveración de  
que las tropas de la División Protectora de Quito llevaron la bandera  
española y la peruana de entonces. Don Camilo, obviamente, no  
tenía idea de procedimientos militares, pues más que sea una rosa y  
colores diferentes y bien visibles tendrían que diferenciar banderas  
26  
enemigas. La veracidad del único relato contemporáneo, que es el  
de José de Villamil, protagonista de los hechos, es incontestable.  
Una vez que tenemos claro que el Pabellón de Octubre descrito  
por Villamil fue creado por la Junta Provisoria de Gobierno por sim-  
ple disposición, pasemos a su historia desde el 9 de octubre de 1820  
hasta el mes de abril de 1822.  
2
5 Por disposición de la Junta, y puedo agregar que todo Guayaquil, había desplegado una ban-  
dera de cinco fajas orientales, tres azules y dos blancas; en la del centro (azul) tres estrellas.  
Como se ve, no habla de decreto, sino de disposición, de algo así como una espontanea re-  
solución de las autoridades y el pueblo. En: Camilo Destruge, Guayaquil – Revolución de Oc-  
tubre y campaña libertadora de 1820-22, Imprenta Eizeviriana de Borrás, Barcelona, 1920, p.365.  
6 Ejemplo de esto son las banderas de la Guerra de las Rosas, que eran similares pero llevaban  
diferentes colores, durante la lucha entre las casas de Lancaster y York en los años entre 1455-  
2
1487. Enciclopedia Británica, edición de 1968.  
434  
Sabemos, por las comunicaciones del Cabildo a Cuenca y  
Quito, que la bandera tremoló en Guayaquil el 9 de octubre, y si bien  
no se menciona la bandera en las batallas de la División Protectora  
de Quito, es dable que la llevaran como su divisa, al igual que la llevó  
la goleta Escobedo. La propuesta de que las tropas de la División lle-  
varon la bandera española es carente de toda lógica y ética, pues la  
Provincia se había rebelado contra el reino y sería una negación de  
su esfuerzo continuar con una bandera ahora enemiga. Es inconce-  
bible que un comandante militar se conforme con una situación que,  
por razón de confusión, pueda poner en peligro la vida de sus sol-  
dados. Lo que quieren proponer estas teorías es que la División Pro-  
tectora de Quito nunca llevó el pabellón de octubre, propuesta que  
armoniza con lo que dicen algunos historiadores, que niegan el ca-  
rácter de revolución a la gesta del 9 de octubre, y la pretenden rebajar  
a un mero alzamiento.  
Si doña Ana de Villamil pudo confeccionar en poco tiempo la  
bandera que llevó su esposo en su misión, conociendo, como en  
efecto conocemos, el civismo ferviente que caracterizó a la mayoría  
de las mujeres guayaquileñas, no debemos tener la menor duda de  
que se confeccionaron tantas banderas como fueron necesarias para  
cobijar las tropas, engalanar la ciudad y, también, toda la Provincia  
Libre de Guayaquil.  
En la ciudad también se podía ver banderitas con los colores  
27  
de Chile, divisa creada en octubre de 1817, lo que sabemos porque  
el general Mires, delegado del Libertador, reportó la existencia de  
los colores de esa bandera en forma de cintas (traídas por Cochrane),  
y su esfuerzo porque sea reemplazada por las cintas tricolores que  
él había traído. No menciona Mires la presencia de cintas rojo y  
blanco de la ya existente bandera peruana.  
27 Eduardo Estrada Guzmán, La Bandera del Iris 1801-2007: El tricolor de la República del Ecuador  
1830-2007, Imprenta del Archivo Histórico del Guayas, 2007, p. 73.  
435  
Bandera de Chile, expedición libertadora  
Esta sería la bandera de la flota  
del Almirante Cochrane. Está diseñada  
para flamear en la popa de un buque  
Bandera de Perú en 1820el Perú. 1820.  
Esta sería la bandera del Protector San Martín,  
pues tiene influencia de la bandera argentina  
El Protector del Perú envió delegados a Guayaquil, pero  
éstos pasaron desapercibidos por la historia, pues confiados en que  
la facción peruanista de Guayaquil tendría superioridad en la toma  
de decisiones finales, no hicieron mayor labor en pro de su causa,  
como lo harían los colombianos.  
Llegada de los colombianos  
Bandera de batalla del Ejército Libertador de Colombia.  
Lleva ya las tres estrellas representando los tres Departamentos. 1820  
Es una versión simplificada de la bandera de la República de Colombia  
Aquí es necesario aclarar un punto esencial que estableció la  
razón básica de la presencia del Ejército de Colombia en Guayaquil  
en 1820. Los colombianos no vinieron, como se cree, a auxiliar de-  
sinteresadamente a Guayaquil, reforzando a la División Protectora  
de Quito en su lucha de independencia. Vinieron con el propósito  
de anexar la Audiencia a la República de Colombia, lo que se con-  
cretaría en 1822.  
436  
El 15 de febrero de 1819 se instaló en la ciudad de Angostura,  
capital de la provincia de Guayana, Venezuela, el segundo Congreso  
Constituyente de Venezuela. Simón Bolívar fue designado presidente  
de Venezuela, en ausencia, pues estaba luchando por la libertad de  
la Nueva Granada. Una vez obtenida la victoria del Puente de Bo-  
yacá el 7 de agosto de 1819, partió hacia Angostura a participar en el  
Congreso. Llegó el 11 de diciembre. El día 14 propuso la creación de  
la República de Colombia, compuesta de la unión de Venezuela y la  
Nueva Granada, entendiéndose que el territorio de ésta última in-  
cluía todos los territorios del Virreinato de La Nueva Granada, in-  
cluyendo los aún no liberados, entre ellos parte de la Real Audiencia  
de Quito. Ese mismo congreso convocó uno nuevo para consolidar  
la unión y ajustar la Constitución a cambios que el Libertador pre-  
veía en el futuro cercano. La convocatoria fue para el 1° de enero de  
1821. Llegado el momento, se postergó la convocatoria para el 1° de  
mayo del mismo año y finalmente el Congreso se instaló el 6 de ese  
mes en la Villa del Rosario de Cúcuta. Previamente se convocaron  
diputados de los territorios que el Libertador consideró serían de-  
partamentos de la República de Colombia, territorios que quedarían  
plasmados en la Ley Fundamental de Colombia cuando fue procla-  
mada el 30 de agosto de 1821 así: “Artículo 6°- El territorio de Co-  
lombia es el mismo que comprendían el antiguo Virreinato de la  
Nueva Granada y Capitanía general de Venezuela. La Real Audien-  
28  
cia de Quito era parte del Virreinato de Nueva Granada.”  
Previo a la instalación del Congreso en Cúcuta, se convoca-  
ron elecciones para diputados que acudirían al Congreso. Conve-  
nientemente, se determinó en el reglamento de elecciones para los  
diputados, que cada provincia libre tendría cinco diputados. No  
mencio- naron a las provincias aún ocupadas por los españoles, de  
tal forma que el Congreso se auto otorgó poder tutelar sobre ellas.  
En efecto, se dieron elecciones en los territorios libres, más no en  
parte aún ocupada de la Real Audiencia de Quito, ni en Guayaquil,  
ya libre e independiente, pues no hay evidencia alguna de que se le  
2
8 Constitución de 1821 https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/colombia-16/html/  
260ce5e-82b2-11df-acc7-002185ce6064_1.html  
0
437  
enviara o le llegara a la Junta de Gobierno notificación de tales elec-  
ciones. El Congreso lamentó la ausencia de los diputados que no se  
hicieron presentes, entre ellos 5 de Guayaquil, y continuó con su tra-  
bajo. Y así, sin contar con la voluntad o autorización de los habitantes  
de la Real Audiencia de Quito, y de la Provincia Libre de Guayaquil,  
sus territorios pasaron a ser parte de Colombia, consagrados por la  
29  
Constitución de la Villa del Rosario de Cúcuta.  
Por eso se dio el juego de que se había convocado diputados  
de Guayaquil libre, para incluirlos, ausentes, y por tanto sin voz ni  
voto, como parte de Colombia. Dicen las actas del Congreso de Cú-  
cuta que se reunieron diputados de 19 provincias, en total 95. Ha-  
brían sido 100 con los cinco de Guayaquil, de tal forma que habrían  
sido minoría para mantener libre e independiente a su provincia.  
Desde que se proclamó la nueva República de Colombia y se clau-  
suró el Congreso de Cúcuta el 30 de octubre de 1821 con la procla-  
mación de la Ley Fundamental de Colombia, para el Libertador,  
Guayaquil ya fue oficialmente Colombiano.  
Ahora bien, lo resuelto por ese congreso no nació dentro de él,  
pues desde el Congreso de Angostura ya se había incluido a todos  
los territorios de la Nueva Granada en la República de Colombia.  
Bolívar ya tenía concebida a la Gran Colombia, incluyendo a La Real  
Audiencia de Quito, pero no podía declararlas con nombre como  
partes de ella si no estaban libres. La independencia de Guayaquil  
en 1820 le dio la entrada que requería para tomarse toda la Real Au-  
diencia, pero no podía declarar sus intenciones, pues desde el primer  
momento Guayaquil fue feroz defensor de su libertad de destino, y  
si se la declaraba colombiana tan pronto, posiblemente el Ejército Li-  
bertador de Colombia no habría sido bienvenido, y se habrían  
abierto más las puertas al Ejército Protector del Perú. Guayaquil, can-  
doroso, solicitó ayuda, tanto al Libertador como al Protector, y abrió  
sus puertas a quien quisiera ayudar. Por eso, la presurosa venida de  
los delegados del Libertador, general Mires y coronel Morales, en ca-  
30  
lidad de avanzada en enero de 1821, y luego el general Sucre y su  
29 Constitución de Cúcuta, archivo del autor. Ejemplar obtenido del Archivo Nacional de Co-  
lombia durante investigación para La Bandera del Iris, 2007.  
30 Memorias del General O’Leary, Tomo XVIII, p. 15  
438  
Ejército Libertador del Sur de Colombia, en mayo. El nombre de ese  
ejército lo decía todo, y la Junta de Gobierno pudo prevenirse celo-  
samente ante el movimiento diplomático de conquista iniciado muy  
discretamente por Mires y Morales, e intensificado, infructuosa-  
mente, por Sucre luego de su llegada. He ahí la razón por la que el  
ejército de Sucre se vio en la necesidad de acortar su nombre a Ejér-  
cito Libertador. Nada dicen de esto, por obvias razones, las cartas  
públicas y privadas entre Sucre y Bolívar, y deben haber existido se-  
cretas, convenientemente desaparecidas o sin acceso, pero hay que  
realmente querer ser ciego para no ver la evidencia pública de las in-  
tenciones del Libertador.  
El 10 de enero de 1821 llegaron a Guayaquil el general José  
Mires y el coronel Antonio Morales, trayendo armas para ofrecer de  
manera condicionada a la Junta Provisoria, así como banderas y cin-  
3
1
tas tricolor. Vinieron para auscultar la situación política, introdu-  
cirse si eran bienvenidos, preparar la llegada de Sucre, quien  
arribaría con tropas y pertrechos de guerra, y evitar que las fuerzas  
políticas de Guayaquil se inclinen hacia Perú. Los representantes co-  
lombianos y sus ayudantes dominaron prontamente el escenario so-  
cial, desplazando a los chilenos y peruanos, que no podían ofrecer  
nada concreto aparte de poco aporte llegado en 1820.  
32  
Mires reportaba todo lo que veía y escuchaba, tanto a Sucre  
como a Bolívar, entre ello el fervor de los guayaquileños por su ban-  
dera y por liberar las demás gobernaciones de la Audiencia para for-  
mar el Estado o República de Quito. Mires pensó que Sucre podría  
convencer a la Junta de Gobierno para incorporarse a Colombia, pero  
si no lo lograba, sabía muy bien que ese sueño de libertad se trunca-  
ría ni bien el Libertador pisara territorio de la Audiencia, pues esos  
territorios eran considerados ya parte de Colombia. Sucre daría los  
31 Ibídem, página 16  
3
2 José de Mires. Militar nacido en Irlanda que dedicó toda su vida al servicio de la causa de la  
independencia americana… En 1821 llegó a Guayaquil como segundo oficial del Gral. Sucre,  
y el 19 de agosto de ese mismo año condujo a las tropas patriotas que derrotaron a los re-  
alistas en la gloriosa acción de Cone; poco tiempo después, el 12 de septiembre cayó prisio-  
nero en la segunda derrota de Huachi… Ver en: Efrén Avilés Pino, “Gral. José Mires”,  
Enciclopedia del Ecuador. http://www.enciclopediadelecuador.com/personajes-histori  
cos/gral-jose-mires/ (03-06-2020)  
439  
primeros pasos en ese sentido cuando logró la anexión de Cuenca y  
33  
Quito a Colombia. Tomaría la fuerza y peso del Libertador para lo-  
grar la anexión de Guayaquil.  
Cuando llega Sucre el 6 de mayo de 1821, venía con instruc-  
34  
ciones previas de Bolívar, dadas el 11 de enero. Desde el punto 8°  
de esas órdenes dejaba bien en claro que Guayaquil le pertenecía a  
Colombia, y así debía manifestárselo, no solo al presidente de Quito  
ocupado, sino también al Gobierno de Guayaquil. Diez días después,  
la necesidad de movilizar tropas a Guayaquil se había acelerado. El  
2
1 de enero Sucre recibió nuevas órdenes para movilizarse a Guaya-  
quil y hacer todo lo posible para persuadir a los gobiernos libres a  
unirse a Colombia voluntariamente, o darles a sus tropas las facili-  
dades para liberar ese “Departamento de Colombia”. Mires ya estaba  
en Guayaquil cumpliendo su misión y reportaría el fracaso de su mi-  
sión diplomática.  
Al llegar Sucre, encuentra un trabajo bien adelantado por  
parte de sus lugartenientes. Ya se veía con simpatía el tricolor colom-  
biano y prácticamente habían desaparecido los colores chilenos y pe-  
ruanos. Lo único que seguía fastidiando era esa bandera bicolor de  
Guayaquil. Sucre emprendió en doble campaña: Militar y diplomá-  
tica. La militar, reorganizando la División Protectora de Quito y  
transformándola en un ejército bajo los lineamientos libertadores,  
que bajo su mando tuvo una exitosa transformación. Sucre se cuidó  
políticamente en cuanto al nombre del nuevo ejército y lo denominó  
simplemente Ejército Libertador. Estaban incluidas las tropas de Gua-  
yaquil, que llevaban su bandera de octubre. La parte diplomática fue  
un fracaso: No logró la incorporación de Guayaquil a Colombia, ni  
pudo arriar el bicolor de octubre para que solo flamee el tricolor co-  
lombiano. La Junta no cedió en su posición de provincia libre e inde-  
pendiente, y en su lucha por la independencia de toda la Audiencia,  
para formar un estado soberano, de tal forma que Sucre, sabiamente,  
dejó de lado la misión diplomática. Ya vendría el Libertador a ma-  
nejar ese aspecto. Continuaban activas las facciones pro peruanas y  
3
3
3 En 1822 y Quito después de la batalla de Pichincha  
4 Memorias del General O’Leary, Tomo XVIII, página 19  
440  
colombianas, pero dominaba, y los hechos lo demuestran, la facción  
independentista.  
A pesar de los desprecios del Libertador por un Estado inde-  
pendiente, Guayaquil podía serlo, como lo demostró durante el pe-  
35  
ríodo entre el 9 de octubre de 1820 y el 13 de julio de 1822. Supo  
administrarse, supo manejar sus recursos no solo para sobrevivir,  
sino para luchar por la independencia de sus hermanos, todavía bajo  
el yugo español. Y una vez constituido como estado independiente,  
con sus tres departamentos en mayo de 1830, demostró que podía  
sobrevivir como nación, de tal forma que lo que fue sueño en 1820,  
si era una realidad viable, que el Libertador negó por su ambición  
de crear la Gran Colombia, nombre conceptual del nuevo imperio  
con que soñó Francisco de Miranda y usurpó Bolívar para su siempre  
deseada y vana gloria.  
Sucre se puso al mando del ejército combinado de Guayaquil  
y Colombia, el Ejército Libertador. Los batallones guayaquileños fue-  
ron el Voluntarios de la Patria y el Libertadores. Según I. Toro Ruiz,  
en su obra Batallones Ecuatorianos en la Independencia, el Ejército Li-  
bertador salió de Guayaquil el 18 de julio de 1821, ya sin su bandera  
republicana (Guayaquil era, desde su independencia, una república  
según la definición de ella, pero sin reconocimiento de ninguna otra  
nación), pero este autor no está de acuerdo, pues Sucre no tendría la  
autoridad legal para desechar la bandera de Guayaquil hasta que le  
llegara la proclamación de la Ley Fundamental de Colombia, que re-  
cién se proclamaría el 30 de octubre de ese año. Para este autor, la  
bandera de Guayaquil continuó cobijando los batallones guayaqui-  
leños dentro del Ejército Libertador, mientras éstos estuvieron bajo  
el control y auspicio de la Junta de Gobierno, hasta febrero de 1822.  
El 12 de septiembre de 1821, luego de exitosa campaña ini-  
ciada el 19 de julio, el Ejército Libertador sufrió una aplastante de-  
rrota en Huachi conocida en la historia como la derrota del Segundo  
Huachi). Los 970 hombres del Ejército Libertador se encontraron con  
36  
.000 hombres al mando del General Melchor Aymerich, quien se  
2
35 José de la Riva Agüero, Memorias y documentos para la historia de la independencia del Perú, y  
causas del mal éxito que ha tenido ésta, obra póstuma de P. Pruvonena, Volumen 1, 1858, pp.234-  
235  
441  
demostró superior en el campo de batalla, logrando una resonante  
victoria para el ejército español. Las diezmadas fuerzas libertadoras  
firmaron un armisticio y tuvieron que retirarse por la misma ruta  
hacia Guayaquil. Ya de regreso en Guayaquil y en proceso de reor-  
ganizar sus tropas durante el armisticio, Sucre recibió la proclama  
de la nueva constitución de Colombia, pero obviamente juzgó opor-  
tuno no tocar el delicadísimo punto de la anexión de Guayaquil,  
pues en ningún documento se menciona el tema. Necesitaba de la  
Provincia de Guayaquil para reorganizar su ejército.  
La Junta de Gobierno de Guayaquil se decepcionó ante la  
gran derrota del segundo Huachi, luego de haber celebrado jubilo-  
samente los triunfos desde julio, pero mantuvo su apoyo a Sucre,  
con voluntarios y recursos para continuar la campaña.  
Sucre no tardó en reorganizar su ejército y cambió totalmente  
su táctica para obtener el fin estratégico, que era la captura de la Ca-  
pital de la Presidencia. Su nuevo plan dirigió sus tropas al sur, para  
subir hacia Cuenca y en el camino reunirse con los refuerzos solici-  
tados y ofrecidos por San Martín, que ya se encontraban en camino,  
capturar Cuenca y proceder hacia el norte por el callejón interandino.  
Emprendió su nueva campaña en enero de 1822. El Libertador, al  
tanto de la derrota del segundo Huachi, perdió la paciencia y envió  
37  
a Sucre órdenes a partir del 2 de enero de 1822. Le dispone que:  
Al tenor de estas órdenes debe US. comunicarlo al Gobierno de Gua-  
yaquil, manifestándole verbalmente, que mis intenciones son llevar á  
cabo la libertad de Colombia, desde Túmbes hasta las bocas del Ori-  
3
6 Hijo del brigadier Vicente Aymerich y de Josefa Villajuana. El 20 de noviembre de 1762, in-  
gresó como cadete menor de edad en el Regimiento de Infantería de Sevilla, ascendiendo a  
subteniente el 17 de abril de 1769. Asistió al desembarco de Argel el 8 de julio de 1775, as-  
cendiendo a subteniente de granaderos el 19 de noviembre siguiente y a teniente el 14 de fe-  
brero de 1776, formando parte en ese año de la expedición de Pedro de Cevallos al Río de la  
Plata, distinguiéndose en la toma de la Colonia de Sacramento el 30 de mayo de 1777… Con-  
tinuó en su gobierno de Cuenca, ocupando interinamente la presidencia de Quito desde 1819  
a 1821. En ese último año tuvo que hacer frente a las tropas de Sucre, al que venció en Guachi  
(
12 de septiembre) pero fue totalmente derrotado en la batalla de Pichincha el 24 de mayo  
de 1822, capitulando seguidamente… En: Real Academia de la Historia, Melchor Aymerich  
Villajuana. Ver en: http://dbe.rah.es/biografias/84807/melchor-aymerich-villajuana (04-  
0
6-2020)  
3
7 Memorias del General O’Leary, Tomo XIX, p. 111 en adelante. Archivo Histórico del Guayas.  
442  
noco: que los sacrificios, que ha hecho Colombia, por recobrar su ínte-  
gra independencia, no serán frustrados por ningún poder humano de  
América; y finalmente, que yo espero que para cuando yo entre en esa  
ciudad, ya el Gobierno de Colombia habrá sido reconocido por ella, no  
pudiendo yo hallarme, sin faltar á mi deber y á mi decoro, fuera del te-  
rritorio de la República.  
Más claras no podían ser esas órdenes. Seguidamente, escri-  
bió al presidente del Gobierno de Guayaquil:  
(
…) Yo me lisonjeo, Excmo. señor, con que la República de Colombia  
habrá sido proclamada en esa capital, antes de mi entrada en ella. V. E.  
debe saber, que Guayaquil es complemento del territorio de Colombia;  
que una Provincia no tiene derecho á separarse de una asociación á que  
pertenece, y que sería faltar á las leyes de la naturaleza, y de la política,  
permitir que un pueblo intermedio viniese a ser un campo de batalla  
entre dos fuertes Estados; y yo creo que Colombia no permitirá jamás  
que ningún poder de América enzete su territorio. / La llegada de  
nuestro ejército a esa ciudad exige nuevos sacrificios, y V. E. será infor-  
mado de ellos por el señor general Sucre, a quien he autorizado plena-  
mente, para que los pida al Gobierno, que V. E. presida dignamente, ó  
los obtenga por los medios, que estén en su poder. V. E. sin duda tendrá  
la bondad de prestar toda su protección al señor general Sucre, para  
que el último triunfo de Colombia lleve grabada la mano de Olmedo.  
Cali, 2 de Enero de 1822. Bolívar.  
Más clara no podía estar la situación. El fin de la Provincia  
Libre de Guayaquil era inminente y su fin dependía de la voluntad  
del Libertador. J. Gabriel Pérez, uno de los secretarios de Bolívar, es-  
cribe el 5 de enero de 1822 al secretario de Guerra en Bogotá pi-  
diendo informe al vicepresidente Santander extensamente sobre la  
situación de Guayaquil. Bolívar todavía no había recibido los últimos  
reportes de Sucre, por lo tanto, mantenía su idea de ir a Guayaquil  
para emprender su campaña hacia Quito desde esa ciudad. Citare-  
mos las partes más decidoras:  
S. E. el Libertador ha preferido emprender la próxima campaña del Sur  
por Guayaquil, por las siguientes razones: 1° Por asegurar a Guayaquil,  
y hacer que aquella Provincia se declare por Colombia. Hasta hoy el  
443  
manejo y las intrigas, la han mantenido en una neutralidad incompa-  
tible con sus verdaderos intereses, y más aun con los derechos de nues-  
tro Gobierno. No faltan quienes deseen su incorporación al Perú, y  
quienes opinen por el extravagante delirio, de que sea un Estado inde-  
pendiente.  
Y continúan los argumentos por la anexión a Colombia.  
Sucre, como sabemos, se había adelantado ya y estaba en marcha  
hacia Cuenca.  
Ya en Yulug, Provincia de Cuenca, se dio una situación de la  
cual la Junta de Gobierno se enteró en pocos días, pero guardaron  
silencio por el bien del objetivo original de libertad. Según los partes  
38  
militares de Sucre, el 5 de febrero de 1822, dispuso la creación del  
Batallón Yaguachi, del Ejército de Colombia, con la tropa de “com-  
pañías dispersas” de Guayaquil. Estas habían pertenecido a los ba-  
tallones Voluntarios de la Patria (original) y Tiradores, ambos  
guayaquileños. Sucre no lo informa por ser innecesario, pero al ser  
refundidos en el nuevo Yaguachi, creado por Sucre como colombiano  
y parte de su División, los soldados aportados por la Provincia Libre  
de Guayaquil se convirtieron en tropas colombianas, cobijadas bajo  
esa bandera. Se arrió entonces, discretamente, la bandera de Guaya-  
quil. Sucre no esperó verla más. Por supuesto, esta información,  
cuando recién se la hizo pública por parte del historiador cuencano  
Ricardo Márquez Tapia en la mitad del Siglo 20, causó un revuelo,  
especialmente entre quienes creyeron, por historias inventadas por  
la imaginación de historiadores que nunca realizaron concienzuda  
investigación, que Abdón Calderón, quien nunca fue abanderado de  
la 3° Compañía del Yaguachi, había llevado la bandera de octubre  
en la Batalla del Pichincha. Increíblemente, esa fábula, aún se la  
quiere mantener; pero vamos a demostrar la realidad con la defensa  
39  
de Márquez Tapia a su trabajo, terminando con palabras lapidarias  
3
8 Memorias de O’Leary, Tomo V Operaciones del Ejército desde el 22 de enero hasta la ocupa-  
ción de Cuenca en 21 de febrero de 1822, pags 361 a 366 y Tomo XIX Diario de la División  
del Sur, pags. 173 a 177. Archivo Histórico del Guayas.  
3
9 El Universo 1946-02-04 Aclaraciones históricas a la Sociedad “Bolivariana” del Ecuador. Des-  
pojos mortales y bandera de Abdón Calderón. Artículo de Ricardo Márquez Tapia en defensa  
de su trabajo  
444  
de la misma madre del teniente Abdón Calderón. Dice Márquez  
Tapia en su artículo en El Universo el 4 de febrero de 1946:  
(
…) Este estudio rubricado por el investigador de historia, Capitán Car-  
los Barreiro … Sentimos no estar conforme … quien entre otras se ex-  
presa así: ‘Que Calderón hizo flamear en Pichincha, el Pabellón Bicolor  
del Nueve de Octubre. Que emprendieron la marcha desde Guayaquil  
a Cuenca, encuadrada en al División de Sucre, algunas compañías del  
Batallón YAGUACHI, y como Abanderado de ésta el Subteniente Cal-  
derón … Que el pueblo de Guayaquil se esmeró en mandar su estan-  
darte en el YAGUACHI, para libertar la ciudad de Quito…”  
Obviamente, el Capitán no investigó bien. Márquez Tapia continúa:  
…Quienes auspician su estudio, … se hayan en pleno error, y com-  
probemos lo expuesto. A nuestro concepto, la dificultad está diluci-  
dada, por los pacientes historiadores, entre otros: Ilustrísimo señor  
Heredia, Obispo de Guayaquil (…)  
Y Márquez Tapia continúa con otros nombres, pero de todos  
ellos, no he podido encontrar sus obras para comprobarlas, pero  
Tapia se sustenta en uno de los artículos incluidos en su libro Glorio-  
sos Fastos Históricos Guayaquileños y el Sagrado Símbolo de la Bandera  
40  
Ecuatoriana. Márquez Tapia, en sus extensas investigaciones sobre  
los símbolos patrios, descubrió la realidad de la creación del Batallón  
Yaguachi y el hecho de que en Yulug desapareció la bandera de Gua-  
yaquil del Ejército Libertador. Muy lamentablemente no dejó indi-  
cada cual fue su fuente de información.  
En Cuenca quedaron muchos documentos de la breve ocupa-  
ción colombiana en 1822, pero la información más clara e irrefutable  
está en las memorias del general Florencio O´Leary, en los Tomos V,  
XVIII y XIX. Él fue secretario principal del Libertador Bolívar, y se  
quedó con sus archivos luego de la muerte del Libertador. El hijo de  
O’Leary publicó las memorias de su padre, que consistían principal-  
mente en los archivos del Libertador que viajaban con él durante sus  
campañas, con O’Leary a cargo de ellos. En la versión de los aconte-  
4
0 Márquez Tapia, Ricardo. Gloriosos Fastos Históricos Guayaquileños y el Sagrado Símbolo  
de la Bandera Ecuatoriana. Sala Ecuador, Biblioteca Municipal de Guayaquil y Archivo His-  
tórico del Guayas.  
445  
cimientos del 5 de febrero de 1822 en el Tomo V de las memorias,  
con los antecedentes de las órdenes del Libertador en enero de 1822,  
queda muy claro que el Yaguachi se formó como batallón colom-  
biano, y por lo tanto llevó la bandera colombiana, debiendo descar-  
tarse obligadamente la bandera de Guayaquil, que había cobijado  
las tropas que formaron ese nuevo batallón. En la versión del Tomo  
XIX, el Yaguachi se formó el día 6, pero la sustancia de su origen y  
de su creación no cambian.  
A pesar de su prolijidad, Márquez Tapia incurrió en el error  
de creer la parte del mito que ubica a Calderón como abanderado de  
la 3° Compañía del Yaguachi, que nunca lo fue. Calderón fue teniente  
de esa Compañía, la cual contaba con un alférez que era el abande-  
rado.  
La Junta de Gobierno se enteró de esta situación en máximo  
tres días, e inmediatamente se levantó el velo que ellos mismos se  
habían impuesto. Supieron que el sueño del Estado de Quito se había  
desvanecido, pero no se perdían esperanzas. Tenían que enviarle un  
mensaje a Sucre, para que sepa que, si bien los engañó, el objetivo  
de libertad continuaba intacto.  
El mensaje  
La Junta de Gobierno organizó un nuevo cuerpo denominado  
Voluntarios de la Patria, para la protección de Guayaquil, donde  
pasó revista. Veamos una cita de la obra, de don Julio Estrada Icaza,  
La Lucha de Guayaquil por el Estado de Quito:  
Cuando el 7 de abril de 1822 se celebró la “jura y bendición de la ban-  
dera del batallón de Voluntarios de la Patria”, la bandera ya no tenía  
sino una estrella. Parecería que simultáneamente con el diseño del es-  
cudo con su solitaria estrella, se habría reformado el pabellón, de ma-  
nera no oficial, y que conservándose el diseño básico original, se había  
41  
reemplazado las tres estrellas iniciales, con la estrella Única.  
41 Julio Estrada Icaza, La lucha de Guayaquil por el Estado de Quito, La cita original es de “El Re-  
publicano del Sur”, N° 7, del 11 de abril de 1822., p. 435 en la 1° Edición, 1984.  
446  
La creación del escudo y modificación del pabellón de octu-  
bre constituyen un mensaje claro y contundente a Sucre, de que Co-  
lombia pudo haber acabado (temporalmente como sabemos), con el  
sueño del Estado que Quito, pero que la Provincia de Guayaquil con-  
tinuaría siendo libre. Don Julio nuevamente nos ilustra:  
La Junta Se empeñó en crear el batallón Voluntarios de la Patria bajo el  
comandante Ignacio Alcázar. Los 300 voluntarios se engancharon bajo  
el entendimiento de que permanecerían de guarnición en la ciudad,  
que se encontraba sin protección alguna. Ni que decir que cuando  
Sucre solicitó el batallón poco después, para la etapa final de la cam-  
42  
paña, se aceptó el sacrificio sin discusión.  
Este nuevo cuerpo, repetimos, se creó para la protección de  
Guayaquil, no para engrosar las filas del ejército colombiano. En la  
43  
edición N° 7 del 11 de abril de 1822, del Republicano del Sur, perió-  
dico calificado como “peruanófilo” pero que demostró ser más bien  
de la facción independentista, se reporta en la primera página sobre  
la “Jura y bendición de la vandera del batallón de Voluntarios de la Patria”  
y dice más adelante el artículo: “Jamás la libertad de este Pueblo será ho-  
llada, sostenida por un cuerpo como el de los Voluntarios de la Patria. La  
estrella de su bandera será el norte que lo dirija en la honrosa carrera que  
emprendió desde su formación…” Olmedo Ximena–Roca.  
42 Julio Estrada Icaza, op. cit., p.400  
43 Ejemplar del periódico provisto por el investigador Guillermo Arosemena Arosemena, de su  
colección privada.  
447  
Está muy claro: Una sola estrella. Queda irrefutablemente con-  
firmado que lo indicado por don Julio Estrada Icaza en La Lucha de  
Guayaquil por el Estado de Quito está correcto. Existió, sin decreto co-  
nocido, pero con el aval de la Junta Superior de Gobierno, la bandera  
de cinco fajas, tres azul celeste y dos blancas, pero con una sola es-  
trella.  
La demostración final, dura y partisana, de la desaparición  
de la bandera de octubre fuera de la Provincia Libre de Guayaquil,  
la dio la madre de Abdón Calderón, doña Manuela Garaicoa de Cal-  
derón, quien escribe al general Sucre el 11 de junio de 1822, antes de  
conocer de la muerte de su hijo: “Por fin nuestros votos se han cumplido;  
ya el glorioso Pabellón de Colombia está tremolando en el antiguo templo  
del Sol y los dignos y primeros independientes de Quito disfrutan ya de las  
44  
beneficencias que su constitución y sabias leyes derraman sobre ellos…”  
Nada sobre la bandera de octubre que supuestamente llevó su hijo  
en Pichincha, y los independientes de Quito, ya estaban bajo el yugo  
colombiano.  
Cuando Sucre pidió nuevamente refuerzos a la Junta de Go-  
bierno, esta, en señal de patriotismo, a pesar del insulto del descarte  
arbitrario de la bandera guayaquileña, y la refundida del Voluntarios  
anterior en el nuevo Yaguachi, que nunca llevó la bandera de Gua-  
yaquil, accedió al pedido. Este nuevo Voluntarios llevaría un mensaje  
contundente de la Junta al general Sucre, en la forma de su bandera,  
al tiempo que continuaría con el segundo objetivo original de Gua-  
yaquil, de liberar a sus provincias hermanas, contribuyendo con este  
último aporte de tropas. El nombre y sacrificio del nuevo Voluntarios  
de la Patria, conociendo lo que ya se sabía sobre las intenciones de  
los libertadores colombianos, adquirió otra dimensión, que pone a  
un nivel extraordinariamente elevado la nobleza de la Provincia Libre  
de Guayaquil y de los patricios que formaron su Junta de Gobierno.  
Entonces, este nuevo Batallón Voluntarios de la Patria, único  
medio de defensa de Guayaquil a partir de abril de 1822, marchó con  
su bandera de una sola estrella a encontrarse con el general Sucre y  
sus tropas Ni bien se dio el encuentro, fueron refundidas en unida-  
44 Sánchez Bravo, Mariano. Abdón Calderón / Su destino de Gloria. Segunda edición, 2022  
448  
des colombianas y desapareció otra vez la bandera de octubre, esta  
con una sola estrella. La ciudad de Guayaquil quedó protegida solo  
por pocas tropas de guarnición. Estaba indefensa, vulnerable. solo  
contaba con la valentía de sus ciudadanos, pero la desenmascarada  
de los libertadores colombianos dio ímpetu a la facción colombiana  
de la Provincia Libre. Comenzó a minarse la unidad que le había  
dado fuerza libertadora a la provincia.  
Después de ocurrida la anexión de Cuenca a Colombia, la  
Junta de Gobierno enfrentó la realidad de que el Libertador de Co-  
lombia no permitiría la creación del Estado o República de Quito  
cuando concluyera su campaña con la toma de Quito. Pero no se per-  
dían las esperanzas, soñaban que aún se podría restablecer a la ban-  
dera la estrella caída de Cuenca, y que permanecería en ella la  
estrella de Quito, para así restablecer la bandera de tres estrellas de  
Guayaquil libre y del Estado de Quito… Esto es, soñaban vanamente  
que Bolívar respetaría la independencia del Estado de Quito, y no  
anexaría Quito y Cuenca a Colombia.  
Ciertamente, la protesta simbólica de Guayaquil no tuvo  
mayor efecto, pues para esta fecha, el Ejército Libertador de Colom-  
bia, sin máscara y ya con el auxilio del Ejército del Perú, al mando  
4
5
del coronel Andrés de Santa Cruz como refuerzo, se estaba acer-  
cando a Tapi, cerca de Riobamba. La bandera de Guayaquil no fla-  
meó más en las luchas libertadoras, pero continuaba soberana, con  
sus tres estrellas, en Guayaquil.  
El Yaguachi se lució en la Batalla del Pichincha, pero casi no  
se lo nombra o toma en cuenta en las luchas desde Cuenca hasta Pi-  
chincha. Calderón, quien nunca fue abanderado de su batallón, fue  
uno de los soldados voluntarios de la Provincia Libre de Guayaquil  
y se cubrió de gloria, junto con sus compañeros, pero el Pabellón de  
Octubre no estuvo con ellos para cobijarlos. El día 25 de mayo de  
4
5 Andrés de Santa Cruz Calahumana, nació en La Paz el 5 de diciembre de 1792… con el grado  
de coronel pasó a ejercer la gobernación provincial de Piura donde organizó dos batallones,  
el Paya y el Trujillo, para reforzar las posiciones patriotas en las proximidades de Cuenca, y  
contribuyó a decidir el triunfo obtenido en la batalla de Pichincha (24 de mayo de 1822) (…)  
En: Andrés de Santa Cruz, Historia Peruana. Ver en: https://historiaperuana.pe/biogra  
fia/andres-santa-cruz/ (04-06-2020)  
449  
1
822, como sabemos, solo la bandera de Colombia fue izada en la  
46  
torre del Tejar y el 29 Quito se incorporó a Colombia. Algunos his-  
toriadores muestran cucardas con los colores de Guayaquil como  
prueba de que sí estuvo la bandera de octubre en el Pichincha, pero  
no se ha datado científicamente esas cucardas, las cuales, el autor ob-  
serva, no se ven muy antiguas. Más aún, en pocas líneas más descu-  
briremos una información poco conocida sobre la cucarda de  
Guayaquil.  
Vale anotar aquí, que poco después de la Batalla del Pichin-  
cha, se otorgaron honores a todos los soldados, desde rasos hasta de  
la más elevada jerarquía, y en esa lista de honores tenemos un grupo  
de 58 soldados del Yaguachi. De ellos, solo 16 eran guayaquileños.  
El resto eran: 10 quiteños, 23 colombianos, 2 venezolanos, 3 cuenca-  
nos (incluyendo a Calderón), 1 de Portoviejo, 1 de Imbabura, 1 de  
Ambato y 1 de España. Entre los honrados estaban los alférez, aban-  
derados de las tres compañías y los jefes del batallón.  
La bandera del 2 de junio de 1822  
La noticia de la incorporación voluntaria de Quito (¿o ane-  
xión con la sutil amenaza de la fuerza presente?) precipitó los hechos  
en Guayaquil. Incorporado Quito a Colombia, se esfumaron las úl-  
timas esperanzas de que se pudiera mantener el Estado de Quito.  
Estaba claro que la Carta Fundamental de Colombia sería aplicada,  
y eso no daría tregua a Guayaquil. Ni bien se enteraron los miembros  
de la Junta de la anexión oficial de Quito a Colombia, decretaron una  
nueva bandera (a diferencia de la de octubre de 1820, que no tuvo  
decreto de creación, la marina de diciembre de 1820 que debe haber  
tenido decreto, perdido con las actas de la Junta de Gobierno, y la  
de abril de 1822, que fue reaccionaria). La bandera del dos de junio  
fue creada con el siguiente decreto, al que poca gente le ha dado la  
atención que merece, pues transmite la historia de la bandera del 9  
de octubre y expone a la nueva al sacrificio y humillación de los que  
4
6 El Tricolor Nacional Ecuatoriano Historia - Significación - Origen. Academia Literaria “Dios y  
Patria”, Colegio San Felipe de Riobamba.  
450  
fue sujeto por mano de Bolívar:  
La Junta Superior de Gobierno.  
Debiendo reformarse, de un modo más natural, el pabellón que se  
adoptó provisionalmente, la Junta de Gobierno decreta:  
El pabellón de la Provincia Libre de Guayaquil será blanco, y su primer  
cuarto superior será azul, con una estrella en el centro.  
Publíquese, imprímase, circúlese y comuníquese a quienes corres-  
ponda.  
Guayaquil, junio 2 de 1822.-  
Olmedo.- Roca.- Ximena.- Pablo Merino, Secretario.-  
Se publicó.- Santiago Carrasco, Escribano de Gobierno y Guerra.  
47  
Este decreto reitera la existencia del pabellón del 9 de octubre  
de 1820, sus colores, y su reforma “de un modo más natural” con-  
firma que, si bien lo natural para el 2 de junio era una estrella dentro  
de un cuartel, por quedar solo Guayaquil de lo que sería el Estado  
de Quito, lo que fue natural para octubre de 1820 fue el de las tres  
estrellas en la faja central azur, porque la lucha que se emprendió en-  
tonces fue por la libertad de tres Gobernaciones de la Audiencia de  
Quito.  
La bandera del 2 de junio de 1822 se creó con el solo propó-  
sito de que Bolívar no humillara la bandera del 9 de octubre de 1820,  
símbolo que adquirió proporciones espirituales de sagrado y que  
4
7 Armando, Martínez Garnica, Historia de la primera República de Colombia, 1819-1831. “Decid  
Colombia sea, y Colombia será”, Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, 2019.  
451  
continúa, a veces celeste, a veces violeta y rara vez azur, represen-  
tando los altos valores que dieron a Guayaquil su sitial preponde-  
rante en la libertad.  
Luego de la Batalla del Pichincha, Sucre permaneció en  
Quito. El Libertador lo nombró Intendente del Departamento del Sur  
48  
de Colombia el 18 de junio de 1822. Sucre no volvió a pisar tierra  
guayaquileña sino hasta enero de 1823, en que vino al puerto para  
embarcarse al sur, en camino a la lucha por el Perú. Estuvo en Guaya-  
quil solo el tiempo preciso. Pero no Bolívar. Su furia contenida ante  
la afrenta contra su gloria, de que Guayaquil pretendía ser libre, tenía  
que ser descargada. La republiqueta, como la llamó despectiva-  
mente, había osado desobedecer sus órdenes y el mandato del con-  
greso fundador de Colombia.  
La venida de Bolívar a Guayaquil en julio de 1822 solo fue  
con el fin de imponer la incorporación de la provincia rebelde, que  
Sucre no pudo conquistar con diplomacia y no pudo, por elemental  
decencia, conquistar por las armas. Bolívar vino prepotente, con el  
amparo sobrecogedor y amenazante de las armas, acuarteladas en  
el campo de Buijo. Desde que desembarcó el Libertador en Guaya-  
quil el 11 de julio, sus intenciones eran claras. Tuvo la oportunidad  
de ejercer la fuerza de su voluntad el 13 de julio, cuando declaró a  
Guayaquil en situación caótica y la incorporó a Colombia, sin citar  
la constitución colombiana, sino que lo hizo, según declaró, por el  
propio bien de la Provincia. La Junta Electoral que había sido con-  
vocada por la Junta de Gobierno, junto con los padres de familia de  
Guayaquil, tomaron la resolución “voluntaria” de incorporar la Pro-  
4
9
vincia Libre a Colombia, en asamblea del día 31 de julio. No fue  
más que un mero formulismo servil, para allanarse a lo que ya era  
un hecho consumado desde el día 13 de julio, con la amenaza visible  
de la fuerza.  
Según cuenta una leyenda, ese 13 de julio en que se humilló  
a Guayaquil y a su honorabilísima Junta Superior de Gobierno, se  
48 José Félix Blanco, Documentos para la historia de la vida pública del libertador de Colombia, Perú  
y Bolivia, Imprenta de la opinión nacional, Caracas, 1876, p.445  
49 José María Mier, Legación a la América meridional, 1821-1824, Colegio Máximo de las Academias  
de Colombia, Bogotá, 1987, p.280.  
452  
dio al menos un acto repetido de rebeldía, protagonizado por muje-  
res de Guayaquil. Cuenta una leyenda que, una vez que el Liberta-  
dor ordenó arriar la bandera del 2 de junio de la asta cerca de la casa  
consistorial e izar el tricolor colombiano, luego de poco unas mujeres  
bajaron el tricolor y subieron nuevamente la bandera de junio. El epi-  
sodio se habría repetido hasta que el Libertador, galantemente, dijo  
que no podía luchar contra la valentía de las mujeres guayaquileñas  
y ordenó levantar otra asta para izar en ella el tricolor, al lado del bi-  
50  
color de junio. Ese episodio se lo graficó elocuentemente.  
Pero tal galantería no duró mucho y el pabellón de la pro-  
vincia libre fue retirado y quedó solo el tricolor colombiano, hecho  
que también se graficó.51  
5
5
0 Portada de cuaderno escolar de propiedad del autor, 1963  
1 Portada de cuaderno escolar de propiedad del autor, 1963  
453  
La rebeldía guayaquileña no cesó a pesar de la presencia del  
Libertador, y bajo el tricolor alguien fijó un cartel que decía: “Aquí  
tremoló la intriga un tricolor sostenido por la fuerza con mengua de los dre-  
52  
chos del pueblo guayaquileño”.  
Pero, para todo efecto práctico, la lucha terminó el 13 de julio  
de 1822 con la destitución de la Junta Superior de Gobierno de Gua-  
yaquil. Desapareció el azul y blanco de la Provincia Libre de Guaya-  
quil. De inmediato fuimos cobijados por el tricolor colombiano como  
parte del Departamento del Sur de Colombia; luego, del Estado del  
Ecuador en la República de Colombia y finalmente la República del  
Ecuador. El azul y blanco resurgió 23 años después, cuando se dio  
la Revolución Marcista, y por 15 años Ecuador tuvo otra vez un bi-  
color blanco y azul-celeste como bandera, inicialmente por disposi-  
ción, no decreto, con 3 estrellas en su franja central azul-celeste,  
representando a los 3 departamentos del Ecuador: Cuenca, Guaya-  
quil y Quito, y luego, con decreto de la Convención Nacional en  
5
2 Efrén Avilés “Pino, Anexión de Guayaquil a Colombia”, Enciclopedia del Ecuador. Ver en:  
http://www.enciclopediadelecuador.com/historia-del-ecuador/anexion-de-guayaquil-a-  
colombia/ (04-06-2020)  
454  
Cuenca, con 7 estrellas, representando a las provincias en que enton-  
ces estaba organizado el Ecuador.53  
Colombia y el Libertador son dueños de Guayaquil  
San Martín, enterado de la situación de Guayaquil, de los  
movimientos del Libertador, y esperanzado por los simpatizantes  
peruanos en Guayaquil, emprendió viaje hacia esa, en intento de lle-  
gar antes que Bolívar y darle un golpe de puesta de mano para darle  
la bienvenida a un Guayaquil peruano. Pero no fue así. El Libertador  
desembarcó en Guayaquil el 11 de julio de 1822, cuando fue recibido  
con el júbilo y cordialidad que merecía quien había sido instrumen-  
tal, aunque ausente, en las luchas que habían liberado a la antigua  
Real Audiencia, y fue el Libertador quien dio al Protector la bienve-  
nida a Guayaquil colombiano, el 26 de julio de ese año 1822, de libe-  
ración y conquista.  
Cada uno de los titanes tenía ar-  
gumentos para disputarse la Provincia  
Libre de Guayaquil, era necesario venti-  
larlos en secreto, para mantener la esta-  
tura política que se habían ganado con  
esfuerzo y tesón. La entrevista del 26 y  
2
7 de julio se dio en una ciudad ocupada  
militarmente, anexada a Colombia por  
la fuerza. La bandera de batalla de Co-  
lombia, graficada en 1824, tenía 3 estre-  
llas de 5 puntas en su faja amarilla, por  
cada uno de los tres departamentos de  
Colombia.  
53 Decreto de la Convención Nacional sobre símbolos patrios, Art. 2°, dado en Cuenca el 6 de  
noviembre de 1845.  
455  
La bandera de marina  
Un dato interesante provisto por el investigador e historia-  
dor Víctor Hugo Arellano, proviene de archivos chilenos y nos da  
cuenta de que paralela a la bandera del 9 de Octubre de 1820, se creó  
una bandera simplificada para que porten los buques de la Provincia  
Libre de Guayaquil. La Junta Superior de Gobierno escribió al Go-  
bierno Chileno: “Guayaquil, 21 de noviembre de 1820 / La Junta de Go-  
bierno ha oído con la mayor satisfacción los sentimientos que le ha  
manifestado V. S. de parte del Gral. San Martin, en beneficio de esta Pro-  
54  
vincia que acaba de renacer a la libertad.” Esta carta acompañaba a una  
esquela de fecha posterior que indicaba:  
La Junta Superior de Gobierno de esta Provincia ha decretado lo si-  
guiente: 1° Que mientras se resuelva la agregación de esta provincia a  
otro estado libre de América sea el Pabellón provisto nacional de los  
buques de nuestra Marina una bandera blanca con una estrella azul en  
el centro – 2° Que la escarapela de los militares y empleados sea blanca  
y azul por ser los colores que han adoptado las Provincias libres de  
América. Guayaquil, diciembre 6 de 1820.  
No era inusual que las banderas de marina fueran distintas  
a la bandera nacional. En las banderas de marina de muchos países  
se buscaba la mayor sencillez y simplicidad para facilitar la rápida  
identificación de la nacionalidad de los buques.  
Conclusiones  
El autor espera que la información provista en este trabajo  
esclarezca ante quienes se interesen en el tema, la historia de las ban-  
deras que flamearon en Guayaquil desde el 9 de octubre de 1820,  
hasta el 13 de julio de 1822. Lamentamos que se hayan perdido los  
documentos que nos darían la historia de esta bandera de manera  
irrefutable, pero estamos seguros, luego de más de veinte años de  
54 Comunicación de Guayaquil al Departamento de Gobierno y Hacienda de Chile. Documento  
provisto por el investigador e historiador Víctor Hugo Arellano. Archivo del autor.  
456  
investigación, que las conclusiones a las que hemos llegado son las  
correctas. La bandera de octubre sigue flameando en Guayaquil  
como representación y recuerdo de las dos proclamas de los patriotas  
libertadores el 9 de octubre de 1820: Guayaquil por la Patria y Por Gua-  
yaquil Independiente.  
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16/161221.html (02-06-2020).  
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das.com/biografia/l/luzuriaga_toribio.htm (02-06-2020).  
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https://www.pressreader.com/ecuador/memorias-portenas/20200412/  
281479278538980/textview (02-06-2020).  
VILLAMIL Y JOLY, José, Reseña de los acontecimientos políticos y militares de la pro-  
vincia de Guayaquil, desde 1813 hasta 1824, inclusive, Imprenta de El Céfiro,  
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llection/p17054coll10/id/2212 (02-06-2020).  
460  
Vida académica  
PALABRAS DE CLAUSURA EN EL CONVERSATORIO  
LA LUCHA DE GUAYAQUIL  
POR EL ESTADO DE QUITO”  
Antonieta Palacios Jara1  
Gracias… Gracias… es la palabra que tengo a flor de boca  
para todos los presentes por su asistencia, a los compañeros del Di-  
rectorio y comisiones que estuvieron prestos para la organización de  
este momento. Una vez más demostramos que los guayaquileños  
podemos exaltar a nuestra ciudad, su grandeza y siempre estará  
presta Guayaquil a luchar por nuestra nación.  
Un gracias especial al Dr. Benjamín Rosales que contestó a  
mi llamado; a los académicos del capítulo a participar en este evento,  
agradezco a Magno, Víctor Hugo, Eduardo, Melvin, a quienes hago  
entrega de este diploma de reconocimiento.  
Hago extensivo mi agradecimiento al Dr. Ortiz Sotelo, a la  
Dra. Rosero y al Gral. Moncayo, gracias por aceptar nuestra invita-  
ción.  
Un gracias especial al Ab. José Villón, tesorero, secretario ad-  
honoren en cualquier frente. A Liliam nuestra asistente. A mi familia,  
aquí presente apoyando desde el pódium, la cámara Gracias.  
Debo agradecer a la Muy Ilustre Municipalidad de Guaya-  
quil por cedernos el Salón de la Ciudad, a la Empresa Municipalidad  
de Turismo, a la Dra. Cecilia Calderón Jácome por el apoyo a la rea-  
lización de nuestro evento  
Solo me queda decir ¡Salud! a través de un brindis no sin  
antes de resaltar, una vez más, a nuestra ciudad, ciudad hidalga a la  
que todos miraran y quedan cautivados de ella.  
1
Arquitecta graduada en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil en 1979. Profesora de la Fa-  
cultad de Arquitectura Universidad de Guayaquil, 1980–2014. Premio La Filantrópica, Facultad de Ar-  
quitectura Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, 1977. maantonietapalacios@gmail.com  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
461  
NORMAS  
PARA PRESENTACIÓN  
DE TRABAJOS  
Normas para publicar  
NORMAS PARA PUBLICAR EN EL BOLETÍN ANH  
La Academia Nacional de Historia, de conformidad con sus objetivos,  
incentiva la labor investigativa de sus Académicos y estimula su participación  
mediante la publicación de sus trabajos en el Boletín institucional semestral:  
enero-junio y julio-diciembre. El Boletín ANH se publica, por el momento, en  
modalidad impresa, que aparecen en julio, el correspondiente al primer semestre  
y, en enero, el que corresponde al segundo semestre.  
El Boletín de la Academia Nacional de Historia es también una publica-  
ción abierta a la participación de investigadores destacados del país, América,  
Europa y del mundo.  
Este Boletín se compone, fundamentalmente, de artículos misceláneos  
de investigación de Historia, en todos sus periodos, de Ciencias Sociales – Cien-  
cias Humanas, en todos los ámbitos relacionados con ellas, e inclusive de las  
Ciencias Duras y las Ciencias Técnicas, siempre y cuando, todas ellas, se enmar-  
quen en el ámbito del hacer histórico. El Boletín, además de los trabajos de in-  
vestigación y reflexión en artículos y ensayos, puede presentar también reseñas  
sobre libros, discursos y análisis críticos; cuenta con una sección destinada a las  
actividades socio-culturales o vida académica e incluye, ocasionalmente, genea-  
logía. El Boletín está dirigido a estudiantes universitarios, investigadores, pro-  
fesionales y público en general interesado en el conocimiento de la Historia.  
Condiciones de publicación:  
Los artículos deben ser inéditos, resultado de la investigación sustentada  
en diversos tipos de fuentes, de acuerdo a la naturaleza del trabajo, completada  
y/o comparada con los distintos balances historiográficos y/o discusiones teó-  
ricas.  
No se aceptarán capítulos o partes de obras publicadas en cualquier medio  
y artículos que se encuentren en proceso de arbitraje en otras publicaciones.  
Los autores conservan los derechos de autor y, garantizan al Boletín de  
la Academia Nacional de Historia, el derecho de realizar la primera publicación  
del trabajo presentado.  
El Boletín ANH se reserva el derecho de hacer correcciones de estilo,  
siempre y cuando se considere pertinente.  
Envío de trabajos  
Los autores académicos y colaboradores invitados nacionales e interna-  
cionales del Boletín de la Academia Nacional de Historia, deben remitir sus tra-  
bajos escritos en idioma español, vía correo electrónico a las siguientes  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
465  
Normas para publicar  
direcciones: a) Secretaria ANH, ahistoria@hotmail.com y b) al correo publica-  
cionesanh@hotmail.com a través de estos envíos, se registrarán las fechas de  
recepción y de aceptación de su artículo.  
Arbitraje para los artículos  
Para que un artículo sea considerado para la publicación debe someterse  
a la fase de arbitraje de doble análisis ciego, que realizan docentes investigadores  
que conforman el Comité de Publicaciones y/o el Comité Científico, en un  
tiempo mínimo de 30 días y máximo de 60 días. El Comité emitirá los siguientes  
dictámenes: a) el artículo es aceptado sin observaciones; b) el artículo es acep-  
tado previo cumplimiento de las observaciones indicadas; c) el artículo no es  
aceptado, en ese caso, se emitirán las debidas justificaciones a su resolución; d)  
en caso de que un artículo que fuera aceptado por uno de los árbitros y recha-  
zado por otro, el Comité de Publicaciones enviará a un nuevo evaluador, quien  
emitirá una resolución final.  
Si un artículo no es aceptado podrá presentarlo nuevamente previo cum-  
plimiento de las observaciones emitidas por el Comité evaluador y someterlo  
al arbitraje para una nueva revisión para otro número del Boletín, luego de la  
revisión del autor y de las inclusiones o revisiones sugeridas al texto.  
Los autores son responsables de los contenidos de los artículos.  
Se mantendrá una comunicación constante a través del correo electrónico  
de publicaciones, con los autores y los revisores.  
La estructura del artículo para la presentación es la siguiente:  
Título; subtítulo (solamente si lo precisa); nombres completos del autor,  
filiación institucional; curriculum abreviado del autor (600 caracteres con espa-  
cios); correo electrónico; resumen; palabras clave; introducción o antecedentes;  
desarrollo del escrito; conclusiones y bibliografía.  
Los artículos deben ser entregados hasta la fecha establecida por el  
equipo editorial. Una vez recibidos, se realizará el correspondiente análisis anti-  
plagio para continuar todas las fases del proceso.  
El equipo de publicaciones remitirá al equipo técnico de diagramación  
el material revisado por el Comité editorial y/o Comité académico y los respec-  
tivos autores; la editorial realizará el Índice de la publicación y la portada del  
Boletín.  
El Boletín consta de las siguientes secciones: a) Artículos y Ensayos, b)  
Discursos académicos, c) Genealogía, d) Vida Académica, e) Directorio de los  
Miembros ANH, y, f) Normas de publicación  
Extensión de los escritos  
1
.- Recensiones: Extensión mínima 1.220 palabras; extensión máxima 2.000 pa-  
labras  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
466  
Normas para publicar  
2
3
4
.- Discurso de bienvenida o de homenaje: Extensión mínima 1.220 palabras; ex-  
tensión máxima 2.500 palabras.  
.- Discurso del recipiendario: Extensión mínima 4.000 palabras; extensión má-  
xima 5.000 palabras, que incluyan las notas y la bibliografía  
.- Artículos: Extensión mínima 8.000 palabras; extensión máxima, 10.000 pala-  
bras, que incluyan notas al pie de la página y bibliografía; si es del caso: ane-  
xos, tablas, cuadros estadísticos o imágenes, máximo cuatro, con una  
resolución de, al menos, 300 pixeles por pulgada.  
Presentación: Formato A4, Times Roman 12, interlineado simple  
Títulos y Subtítulos en negrita.  
Nombre del autor, institución y país  
Referencia biográfica del autor: títulos, membresías y/o actividades, mínimo:  
9
0 palabras máximo 120 palabras, correo electrónico.  
Resumen y palabras clave: El resumen debe contener mínimo 120 palabras y  
máximo 250 palabras. Las palabras claves: mínimo 3 y máximo 5  
El título del artículo, el resumen y las palabras clave; se escribirán en español e  
inglés.  
Cuerpo del trabajo  
Párrafos: El párrafo se escribe a espacio sencillo con letra Times New Roman 12.  
La separación entre párrafos es doble espacio.  
Para destacar una palabra o expresión dentro del texto se utilizará letra cursiva.  
Citas textuales: Se colocará entre comillas y con letra cursiva las citas textuales  
dentro del texto o párrafo, con una extensión máxima de 4 líneas. Terminada la  
cita, debe insertar la referencia o nota al pie de la página  
Si la cita es larga y sobrepasa las 4 líneas, se coloca fuera del párrafo con sangría  
izquierda de 1 cm y letra Times New Roman 10, sin comillas. Terminada la cita  
se insertará la referencia o nota al pie de la página.  
Para indicar que se ha cortado parte del texto citado, utilice paréntesis y 3 puntos  
(…)  
Referencias o notas: Se ubican al pie de cada página, en letra Times New Roman 9.  
Si la referencia es textual deberá, siempre, precisar la/s página/s.  
Para volver a citar un libro, revista o artículo en el texto; en el pié de página,  
coloque el nombre del autor, la palabra o frase inicial del título del texto…. cit.,  
y coloque el nuevo número de página. Ej: Bayardo Ulloa, “Los Geodésicos …,  
cit., p. 25  
Signaturas archivísticas: Nombre del archivo o repositorio documental. La pri-  
mera vez se citará la información completa, las veces siguientes, se colocará una  
sigla y los datos de precisión del documento.  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
467  
Normas para publicar  
Debe contener la sección, la serie documental, la signatura del documento, lugar  
y fecha, según sea el caso.  
Libros: Nombre y apellido del autor/es, una coma. En cursiva el título del libro,  
la editorial, el lugar de publicación, año de publicación, la/s páginas de dónde  
se obtiene la información.  
Ej.: Ángel Rama, La Ciudad Letrada, Editorial Tajamar, Santiago de Chile, 2004,  
p. 32  
Ej.: Jorge Núñez Sánchez, De la república oligárquica a la república criolla, ed. Aca-  
demia Nacional de Historia y Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 2015, p.24  
Capítulos en obras colectivas: Nombre y apellido del autor/es; título del capí-  
tulo entre comillas; el nombre/es de editor/es (ed.) o compilador/es (comp.) o  
coordinador (coord.); título completo de la obra colectiva en cursiva; editorial;  
lugar de edición; año de publicación; página (p.) o páginas (pp.). Todo irá se-  
parado por comas.  
Ej.: Bayardo Ulloa, “Los Geodésicos Franceses y Españoles en el Pueblo de Mira,  
Jurisdicción de la Villa de Ibarra (1.742-1.744)”. Gustavo Pérez Ramírez (comp),  
en: Memorias del Primer Simposio binacional Ecuador-Colombia, Quito, Academia  
Nacional de Historia, 2015, pp. 41-54, p. 49  
Artículos de revistas: Se sigue el mismo formato.  
Ej.: Martha Valencia, “Las tierras públicas de Buenos Aires: Políticas y realidades  
en la segunda mitad del siglo XIX” Anuario del Centro de Estudios Históricos Pro-  
fesor Carlos Segreti, Córdova, Año 1, Nº 1, 2001, pp. 113-128, p. 120  
Referencia de más de tres autores: Cuando el trabajo (libro, capítulo, artículo)  
sea de más de tres autores, seguir el siguiente criterio: (et. al) o (y otros), como  
se indica en los ejemplos citados a continuación.  
Ej.: Hugo Cancino, Rogelio de la Mora V. (et al.), Miradas desde la Historia social  
y la Historia intelectual. América Latina en sus culturas: de los procesos independen-  
tistas a la globalización. Córdoba, Argentina, Centro de Estudios Históricos “Prof.  
Carlos S. Segreti” (Unidad asociada a CONICET) / Universidad Católica de  
Córdoba (Ar.)/ Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad  
Veracruzana, 2013.  
Ej.: Alicia Salom, (y otros), Modernidad en otro tono. Escritura de Mujeres Latinoa-  
mericanas: 1920-1950, Editorial Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2004, p. 91  
Imágenes o gráficos: Deben enviarse en formato JPEG/JPG con una resolución  
300 dpi.  
Las tablas: Deben tener un título. La fuente debe colocarse en letra times new  
roman 9 debajo de la tabla. Los decimales se separan con punto, los miles se se-  
paran con un espacio, los años se escriben con cifras continuas.  
Lineamientos para presentación de reseñas  
Los libros reseñados tendrán que ver con Historia, en todos sus periodos. Ade-  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
468  
Normas para publicar  
más se aceptarán reseñas de Ciencias Sociales, Ciencias Humanas, en todos los  
ámbitos relacionados con ellas e inclusive de las Ciencias Duras y Ciencias Téc-  
nicas, siempre y cuando, todas ellas, se enmarquen en el ámbito del hacer his-  
tórico. Se aceptarán las reseñas sobre libros que hayan sido publicados, como  
máximo, dos años antes del periodo que abarque el número del Boletín donde  
aquellas aparezcan. Sin embargo, bajo estas mismas condiciones, serán acepta-  
das reseñas de libros reeditados que tengan una indiscutible trascendencia y vi-  
gencia, y de libros traducidos, escritos en otro idioma distinto al español. En el  
título se incluirá la referencia completa del libro: nombre del autor, título, nom-  
bre de la editorial, lugar y año de publicación y número de páginas. Se espera  
que las reseñas aporten elementos analíticos y, o críticos, y no sean solamente  
descriptivas.  
Bibliografía:  
Coloque al final del texto la lista de libros, revistas, artículos o impresos comen-  
zando por el apellido del autor en mayúsculas, luego el nombre, en minúsculas  
después de una coma, en cursiva, el título del libro, la editorial, el lugar de pu-  
blicación, año de publicación. Se sigue el mismo procedimiento para los artículos  
de revistas, periódicos, etc.  
Ej: NUÑEZ SANCHEZ, Jorge: Historias del país de Quito, Ed. Eskeletra, Quito,  
2010  
Webgrafía:  
Coloque el nombre, el título texto, el URL correspondiente y la fecha de la con-  
sulta entre paréntesis  
Ej: BOLÍVAR, Simón, Carta de Jamaica, en:  
https://albaciudad.org/wp-content/uploads/2015/09/08072015-Carta-de-Ja-  
maica-WEB.pdf (15-12-2019)  
Ej: TERÁN NAJAS, Rosemarie, “El estado y la interculturalidad en el Ecuador”,  
ICOMOS, Revista de Ciencias Sociales, N° 27 – 2007, ISSN 1390-8065, pp.72-73, en:  
http://revistas.flacsoandes.edu.ec/iconos/article/view/196 (01-12-2019)  
Quito, 03 de agosto de 2021  
BOLETÍN ANH Nº 208-A  
469  
Psicoanálisis de Simón Bolívar  
Conversando con los muertos:  
El caso de los kichwas de Cotacachi, Ecuador  
Ernest Charton y la renovación pictórica  
del siglo XIX ecuatoriano.  
Una aproximación estética y artística  
a cuatro vistas de Guayaquil  
Evolución histórica de la cesárea:  
Implicaciones médicas y éticas  
Arqueología y Antropología social:  
Oferta académica en universidades ecuatorianas  
Cochasquí, 1532 a 1932:  
4
00 años de resiliencia histórica  
Sobre los alimentos ancestrales andinos  
saludables ante el covid-19,  
tanto en la ciudad como en el campo  
Historias de heráldica:  
Un escudo en piedra con 440 años de historia  
en Chambo  
La obra pía fundada por Diego de Escobar  
–segunda parte–  
Discurso de agardecimiento, luego de recibir  
la condecoración “Federico González Suárez” de la ANH  
Conversatorio “La lucha de Guayaqil por el Estado de Quito”  
Guayaquil en la geopolítica libertaria  
El Perú y el esfuerzo guayaquileño  
por la independencia de Quito  
Olmedo y el 9 de Octubre de 1820.  
Un movimiento de la modernidad  
en el marco de la globalización  
El tratado celebrado entre la provincia libre de Guayaquil  
y la república de Colombia: 15 de mayo de 1821